La Perversión Polimorfa
La Perversión Polimorfa
La Perversión Polimorfa
Según Freud, durante los primeros años de vida las niñas y los niños obtienen
gratificación sexual de fuentes muy diversas. Las pulsiones se dirigen hacia
cualquier objeto que pueda proporcionar placer; además, la estimulación no
tiene por qué limitarse a los genitales, sino que todas las partes del cuerpo son
susceptibles de recibir gratificación.
Así, como explicaremos en detalle más adelante, en función del estadio del
desarrollo psicosexual los pequeños obtendrían placer sexual de succionar el
pezón de la madre, de retener o expulsar las heces y de muchos otros
comportamientos.
Esto hace que los niños pequeños carezcan de identidad sexual y de género. Una
vez superado el periodo de latencia, es decir, con la llegada de la pubertad, la
gratificación sexual se redirige de forma progresiva al coito heterosexual con el
objetivo último de la reproducción. Existe una clara relación entre este hecho y el
desarrollo de la moral o Superyó.
Por tanto, describir a los niños como “perversos polimorfos” implica que estos
son capaces de sentir placer sexual de muchos modos distintos que se alejan de
la norma social establecida. Esto incluye la orientación sexual; así, podríamos
decir que según Freud en las primeras etapas de la vida todas las personas
somos bisexuales o incluso pansexuales.
En cada una de estas fases la energía sexual se focaliza en una zona erógena
distinta: la boca, el ano o los genitales. Si la gratificación de las necesidades es
insuficiente o excesiva durante cualquiera de estas etapas, existe el riesgo de
que se produzca una “fijación” psicológica; esto implicaría la aparición de
neurosis y perversiones concretas.
1. Fase oral
2. Fase anal
La etapa anal se da entre el segundo y el cuarto año de vida. Durante este periodo
los pequeños aprenden a controlar la higiene personal, incluyendo la retención y
expulsión de las heces y la orina. Según Freud en la fase anal el placer sexual se
obtiene de la eliminación de excrementos a través de los tractos intestinal y
urinario.
Si se produce una fijación en este estadio del desarrollo pueden aparecer rasgos y
conductas de tipo obsesivo (si el énfasis de los padres en la limpieza es excesivo)
o bien una tendencia hacia la falta de organización, la autoindulgencia y la
rebeldía (en el caso opuesto). En cuanto a la sexualidad, la coprofilia y la urofilia
se relacionarían con la fase anal.
3. Fase fálica
Entre los tres y los seis años de edad los genitales pasan a ser la zona erógena
principal. A esta edad las niñas y niños adquieren conciencia de su propio cuerpo
y del de los demás, y por tanto de la diferenciación de sexo y de género. Los
célebres complejos de Edipo y de Electra (propuesto por Carl Jung y rechazado
por Freud) se darían durante esta fase.
4. Fase de latencia
Entre la fase anal y la pubertad (es decir, aproximadamente entre los 6 y los 10
años) las pulsiones sexuales quedan silenciadas y la energía se redirige hacia la
interacción social, el aprendizaje, las actividades de ocio… Durante este periodo
se consolida el carácter adquirido durante los estadios psicosexuales previos.
Se considera que las fijaciones en la etapa de latencia son menos habituales que
en otras fases. Cuando suceden tienden a relacionarse con frustración sexual
intensa y/o con una incapacidad para focalizar el placer en actividades
consideradas aceptables por el contexto social del individuo.
5. Fase genital