Celebración Litúrgica Del Tránsito de Santa Beatriz de Silva-1
Celebración Litúrgica Del Tránsito de Santa Beatriz de Silva-1
Celebración Litúrgica Del Tránsito de Santa Beatriz de Silva-1
gloriosa!
“La Iglesia las necesita como faros que iluminan el camino de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo”. Papa Francisco.
MONICIÓN AMBIENTAL:
Hermanos y hermanas nos hemos reunido en esta noche para celebrar con gozo el
triunfo de nuestra Madre y hermana santa Beatriz de Silva. La santidad de la virgen
Beatriz de Silva regocija a la Iglesia de Dios, y particularmente a la Familia Franciscana,
que se ve honrada por esta hija predilecta. En ella ama, de modo excelente a
Jesucristo, esposo y cabeza de la Jerusalén redimida. Celebramos el Transito de Santa
Beatriz de Silva, el momento más significativo de toda la experiencia vital de esta gran
mujer; fue el 16 de agosto de 1490, cuando se reconcilio con la hermana muerte, su
cuerpo durmió en el seno de la hermana tierra y su espíritu voló a la presencia eterna
del Dios sumamente amado.
Antes de su muerte brilló sobre su frente por algunos instantes una estrella de
excepcional esplendor. Era el sello de la santidad de su vida. Que también iluminaría la
vida de todas las hermanas de la Orden y de la Familia Franciscana, que en distintas
épocas y lugares han asimilado la espiritualidad concepcionista franciscana para
iluminar al mundo a través de una forma carismática de vivir alegremente la centralidad
en el absoluto de Dios y la comunión de vida fraterna en comunidad.
Este momento es acompañado por una música instrumental o una canción apropiada).
SALMODIA
Oración Sálmica:
Príncipe de la paz y amado de las vírgenes, acoge benigno las oraciones de la Iglesia por
cuyo amor entregaste tu vida; haz que olvidando la casa paterna y la tierra donde la
humanidad fue vencida, sea conducida, con séquitos de vírgenes, hasta las moradas que
tú preparas a los elegidos; fecúndala por la santidad de nuevos hijos e hijas, que,
prestando oídos a tu voz, hagan memorable su nombre, a fin de que te goces con su
belleza y al final de los tiempos la unas a ti eternamente. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R/. Amén.
Se encienden las luces del Templo
Canto del Gloria
Oración Colecta
Oh Dios, que hiciste resplandecer a la virgen santa Beatriz por su altísima contemplación
y la adornaste con una devoción singular para con la Virgen María en el misterio de su
Concepción Inmaculada: concédenos que, a ejemplo suyo, busquemos en la tierra la
verdadera sabiduría, y lleguemos a contemplar en el cielo tu belleza y tu sublimidad. Por
nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 24-26; 6, 2-5. 7-10. 14-18
Hermanos: que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si
vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos
vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. Sobrellevemos
los unos las cargas de los otros, y cumpliremos así la ley de Cristo. Porque el que se cree
ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su
propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en
otro; porque cada uno llevará su propia carga. El que es enseñado en la palabra, haga
partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No se engañen; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre siembra, eso también cosechara.
Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechara corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechara vida eterna. Por lo tanto, no nos
cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no
desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe. Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz
de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva
creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a
ellos, y al Israel de Dios. De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo
traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Hermanos, la gracia de nuestro Señor
Jesucristo sea con su espíritu. Amén.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 148, 1-2. 11-13b. 13c-14 (R.: cf. 12a. 13a)
R. Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.
Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R.
Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las
doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor, el único nombre
sublime. R.
Su majestad sobre el cielo y la tierra; él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos
sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. R.
Homilía.
Comenzó luego doña Beatriz a aparejar las cosas necesarias para esto, con mucha
diligencia, pero, andando ella forjando la tela de su profesión y solemnidad del voto que
había de hacer con corazón muy ferviente, complació al Señor enviar su mano y
cortarla antes que se tejiese, porque la que en esta vida, por su servicio y de su
Santísima Madre, quisiera ver a sí y a sus compañeras vestidas del hábito de esta
nueva Religión, recibida la voluntad en su persona, más reservando la obra para las que
ya ella dejaba enseñadas, se fue a ser cubierta en los cielos de la incorruptible vestidura
de la gloria; pues a los cinco días del convite, estando puesta en muy devota oración en
el coro, se le apareció la Virgen nuestra Señora, la cual le dijo: “Hija, de hoy en diez días
has de ir conmigo, que no es nuestra voluntad que goces acá en la tierra de esto que
deseas”. Esta noticia las recibió ella con mucha conformidad y alegría, y luego otro día
envió por su confesor y aparejó su alma y casa con mucho cuidado. Y le dio la
enfermedad según al Señor le pareció. Después de así enferma, recibió los otros
sacramentos con cuanta disposición y devoción pudo; y al tiempo que le dieron la
Unción, le vieron en la frente una estrella de oro y su rostro tan resplandeciente como
de persona ya puesta en el cielo. Dispuesta de esta manera, cuando vino el día indicado,
con todo conocimiento y sosiego murió en paz, dando el alma al Señor que la crió, en el
año de su nacimiento de mil cuatrocientos noventa, en el octavario de San Lorenzo,
dejando el cuerpo a la tierra tan limpio y entero como le había sacado del vientre de su
madre, a los sesenta y seis años de su edad. Y por su muerte cesó por entonces la
solemnidad de los hábitos y velos, que había de ser aquel mismo día que ella salió de
esta vida.
EN ALABANZA DE CRISTO Y DE SU SIERVA BEATRIZ. AMÉN.
Concluida la lectura del Tránsito las hermanas depositan sus velas en la estrella que se ha
preparado al lado del Cirio pascual. Luego se sientan y meditan durante unos momentos.
Responsorio:
R. Beatriz, hija esclarecida de la Virgen María y San Francisco, menospreció las
pompas y vanidades del siglo.
V. Y hoy el Rey del cielo la ha conducido triunfalmente a su gloriosísima morada.
R. Desposada con Cristo, como grano de trigo sembrado en la tierra, floreció en luz y en
numerosas hijas.
V. Y hoy el Rey del cielo la ha conducido triunfalmente a su gloriosísima morada.
R. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V. Beatriz, hija esclarecida de la Virgen María y San Francisco, menospreció las pompas y
vanidades del siglo.
HIMNO Te Deum.
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas, el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar al
hombre, aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre. Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
PRECES:
Presidente: Invoquemos al Señor en esta hora del sacrificio vespertino para que, así
como nos exhorta a velar constantemente, nos conceda la gracia de mantener siempre
encendidas nuestras lámparas, en espera de la llegada del Esposo: Enciende Señor
nuestros corazones.
1. Señor, que dijiste: «Yo soy la luz del mundo; quien me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida», -haz que procedamos siempre como
verdaderos hijos de la luz en la fiel observancia de tu Evangelio.
2. Señor, que dijiste: «Es preciso trabajar mientras es de día, porque viene la noche,
durante la cual no es posible seguir trabajando», -danos la gracia de aprovechar
con diligencia el tiempo de nuestra vida mortal, realizando fiel y devotamente
todas nuestras actividades.
3. Señor, que dijiste: «Velad y orad, porque no sabéis el día ni la hora», -consérvanos
constantemente atentos a las inspiraciones de tu gracia, dispuestos en todo
momento para las bodas eternas.
4. Señor, que dijiste: «Resplandezca su luz ante los hombres, para que vean sus
buenas obras y glorifiquen a su Padre del cielo», -ayúdanos con tu gracia, a fin de
que nos sintamos vivamente responsables del testimonio que con nuestra vida
debemos dar al mundo.
5. Señor, que iluminaste la frente de tu sierva santa Beatriz con una fúlgida estrella
en el ocaso de su vida, -concédenos que la luz perpetua de la visión beatífica
alumbre en el cielo a nuestros hermanos difuntos.
Presidente: Oh Dios, que has distinguido a santa Beatriz de Silva por su altísima
contemplación y su amor a la Concepción Inmaculada de María, concédenos, por su
intercesión, vivir en inocencia, buscar las cosas de arriba y gozar de la dicha del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA EUCARISTIA