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02 - Investigacion Artistic

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ediciones asimétricas

ÍNDICE

PRÓLOGO 7

MANTENER LAS FORMAS 11


La academia en y desde
las prácticas artísticas
S e l i n a B l a s c o

ENCUENTROS DOBLES 43
De la investigación artística y sus
mecanismos de validación
L i l a I n s ú a L i n t r i d i s

¡A LAS ARMAS! 63
Herramientas y rigor para la
investigación en arte
J a v i e r R a m í r e z S e r r a n o

ALGÚN DÍA ESTE DOLOR TE SERÁ ÚTIL 73


Elaborar un trabajo de investigación
B e a t r i z F e r n á n d e z R u i z

EXPOSICIÓN DE LA INVESTIGACIÓN ARTÍSTICA 87


Una aproximación al Journal for Artistic
Research y el Research Catalogue
H e l e n a G r a n d e

ESCRIBIR DESDE EL MONTAJE 105


Otra forma de exponer
A u r o r a F e r n á n d e z P o l a n c o

COMO SI NO PASARA NADA 117


Investigación artística y universidad
A l e j a n d r o S i m ó n

AUTORAS 129
ENCUENTROS DOBLES 43

ENCUENTROS DOBLES
De la investigación artística y sus
mecanismos de validación

L i l a I n s ú a L i n t r i d i s

“Parafraseando a Bergson”, dice Bioy, “pensé


que la inteligencia es el arte de encontrar un
agujerito por donde salir de la situación que
nos tiene atrapados.” La inteligencia, con
la ayuda del tiempo, suele transformar el
desdén y la ironía en humorismo.
E. Vila-Matas, El viajero más lento. El arte de
no terminar nada, 2011

Este es un texto para empezar a dialogar, tal vez una suerte de


diálogo virtual con lecturas recientes de Enrique Vila-Matas y
algunos de sus textos publicados en El viajero más lento. El arte de
no terminar nada y con Londa Schiebinger y su libro ¿Tiene sexo la
mente? teniendo en cuenta el tema de la investigación artística, que
nos compete ahora. Un diálogo desde la experiencia propia, pero
también con otros interlocutores. Precisamente en el periódico El
País Vila-Matas publicaba una semificción que titulaba “No leeré más
e-mails” y comenzaba así:

Erik Satie no abría nunca las cartas que recibía, pero


las contestaba todas. Miraba quién era el remitente y
le escribía una respuesta. Cuando murió, encontraron
todas las cartas por abrir, y algunos amigos se lo
tomaron a mal. Sin embargo, no era para enfadarse.
Cuando publicaron las cartas juntamente con sus
respuestas, el resultado fue muy interesante. “Esa
44 LILA INSÚA LINTRIDIS

correspondencia es fantástica porque todos ahí


hablan de cosas distintas y, por supuesto, esa es la
esencia del diálogo”, comentó Ricardo Piglia1.

Este es un texto para empezar a dialogar a la manera de Piglia,


planteamos algunas preguntas para tratar de entendernos, aunque
cada uno responda cosas diferentes.

Tengo una tesis. No existen los libros totalmente


acabados. Ese concepto de “libro con final” tiene para
mí tanto de arcaico como de ilógico. De ilógico porque
una obra siempre va más allá del final que le pueda
dar su autor, es el lector activo el que la acaba, el que
se apodera del texto y lo lleva de viaje singular y lo
interpreta, lo interpreta de una manera distinta cada
lector, insertándose en un proceso de lecturas infinito,
inacabable, sin fin, Macedonio Fernández lo sabía muy
bien, y por eso inventó “la novela para nervios sólidos”2 .

Es en este punto en el que cogemos el testigo a Vila-Matas, a


Macedonio, como lectores activos que somos y nos proponemos
reordenar palabras, viajar a través de la experiencia propia,
encontrar preguntas y significados, continuar los textos, cambiarlos
por completo para hablar sobre nuestro contexto. Para hablar de
investigación artística en el ámbito académico, en la universidad
española, es necesario plantear algunas cuestiones básicas,
empezando por una que será el centro de este artículo ¿cuáles
son las reglas del juego? Ante esta pregunta surgen varias otras
interesantes: ¿quién necesita reglas? ¿Las personas, los ciudadanos
o las instituciones? ¿Realmente se necesitan? ¿Por qué? ¿Dónde se
encuentran, quién las cumple, quién no?

Terreno de juego
Las reglas ayudan tanto a definir el juego, como el número de
jugadores o la secuencia. Las reglas también aseguran que el juego
sea organizado. En algunos juegos hay una gran variedad de formas
distintas de jugar. De ahí la importancia de establecer unas reglas

1
VILA-MATAS, Enrique, “No leeré más e-mails”. El País, 23 agosto 2013, p. 52.
2
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento. El arte de no terminar nada, Barcelona, Seix Barral,
2011, p. 200.
ENCUENTROS DOBLES 45

antes de que comience el juego. Dado que las normas dictan un


procedimiento de juego o la secuenciación del mismo, esto dará
lugar a las diferentes variables del juego. Además de la cantidad de
jugadores, pueden existir otras reglas que ayuden en la organización.

Es numerosa la cantidad de juegos con su propia terminología y


reglas asociadas a ellos. En este sentido, algunas palabras clave de
esta partida serían: registros o datos, hechos, transformaciones,
resultados, interpretaciones, explicaciones y generalizaciones,
afirmaciones, juicios de valor, conceptos, enunciados o definiciones
conceptuales, estructuras, construcciones, principios, teorías,
filosofías, modos de ver el mundo.

Algunas otras normas indicarán el número de piezas necesarias o


si debe tenerse algún tipo de base de antemano. Después de haberse
establecido estas reglas iniciales, el resto de normas definirán cómo
se juega, quién empieza y cómo ganar. Entonces, cuando hablamos
de investigación artística en la universidad española, tendríamos
que preguntarnos a qué tipo de institución entramos, cuáles son sus
parámetros de actuación; entender sus reglas nos ayudará a jugar el
mismo juego. Vila Matas nos cuenta sobre

un monje italiano de comienzos del Trescientos,


Opicinus, que creía que los mapas estaban para
enamorarse de ellos y ser celosamente interpretados.
No hacía más que dibujar el mapa del Mediterráneo,
la forma de las costas a lo largo y a lo ancho,
superponiéndole a veces el dibujo del mismo mapa
orientado de otra manera, y en estos trazados
geográficos dibujaba figuras humanas y animales,
personajes de su vida y alegorías teológicas,
acoplamientos sexuales y otras historias inventadas,
acompañando todo esto de un abigarrado comentario
escrito sobre la historia de sus desventuras así como
de vaticinios en torno al destino del mundo3 .

Opicinus inventó sus reglas y se valió de los mapas para hacer una
descripción de la historia... a veces algunos estudiantes de Bellas

3
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento, op. cit., p. 58.
46 LILA INSÚA LINTRIDIS

Artes, entre los que me incluyo, llegamos a la facultad con falta de


información sobre qué supone un camino desde la investigación,
cuáles son sus mecanismos de validación, por qué es importante
citar correctamente las fuentes bibliográficas, qué bases de datos
y bibliotecas nos pueden ayudar en nuestro empeño. Tendemos
entonces a inventar un campo de juego que ignora el terreno en que
decidimos participar. Esta actitud, que a veces se vanagloria de ser
“sincera” y “honesta”, en el fondo esconde una aproximación naif
cuando no ignorante.

La doctora S. me habló del pensamiento mágico.


Tenía razón. No podemos hacer que nuestro
mundo se rija según nuestros deseos. Mucho de
lo que nos pasa depende del azar, de cosas que
escapan a nuestro control, depende de otros4 .

Existen muchos ámbitos de actuación en los que incidir: el creativo,


el científico, el de la crítica, el militante... por lo tanto, lo menos
que podemos hacer como miembros de la institución académica
es preguntarnos si este es el campo en el que queremos participar-
actuar, por qué este es el mejor espacio posible, y en el caso de que la
respuesta sea afirmativa, cuáles son las características propias que lo
definen y diferencian de los otros. Hace ya un par de años, de mano
de Selina Blasco, llegué a la novela de Antonio Orejudo Un momento
de descanso, que narra de forma irónica y bastante realista cierta
mediocridad en la universidad española:

La universidad española, donde yo trabajé mucho


tiempo antes de marcharme a Inglaterra, no sólo es
mediocre y corrupta, es también inverosímil. ¿Nunca se
ha parado a pensar por qué apenas se han escrito novelas
de campus en español? Yo se lo voy a decir: porque
es imposible escribir una novela sobre la universidad
española, que sea elegante y además verosímil. Lucky
Jim, de Kingsley Amis, o Small World de David Lodge,
son tan buenas porque la universidad que toman como
referencia, la anglosajona, conserva todavía unas formas
impecables, aunque por dentro esté consumida por las

4
HUSTVEDT, Siri, El verano sin hombres, Barcelona, Anagrama, 2011, p. 107.
ENCUENTROS DOBLES 47

mismas corruptelas que la de aquí. En la universidad


española por el contrario, la grosería aparece tal cual,
sin los ropajes de la buena educación. Una novela
realista, cualquier libro sobre la universidad española,
aunque sea un libro de investigación como el suyo, está
condenado a convertirse en una astracanada. Los que no
conocen el mundillo académico pensarán además que
es inverosímil. Haga la prueba. Déle usted a una persona
cualquiera el acta de una reunión de departamento, y no
sólo pensará que usted se ha inventado ese documento;
pensará también que ha perdido la cabeza. Yo por
ejemplo nunca imaginé que aquella oposición pudiera
resultar polémica. No pensé que pudiera haber discusión
(...). Virgilio de pronto se puso serio y les dijo que el
chaval joven que se presentaba era el candidato de la
casa. Lo dijo a las bravas, sin ninguna sutileza, e intentó
convencerlos de que la universidad necesitaba gente
que estuviera empezando y no gente consagrada. Por
tanto, lo que había que valorar no era un currículum ya
hecho, sino un currículum por hacer. Un currículum-
por-hacer. Parecía un concepto de Heidegger, pero
no; era un concepto de Virgilio Desmoines. El rector
intentó que la publicación de libros y artículos se
considerara un demérito; intentó convencerlos de que
una brillante trayectoria profesional era peor para la
universidad que una inexistente trayectoria profesional 5 .

Sí, uno tiene la sensación de vivir realidades inverosímiles en la


universidad y hay que ser conscientes de que la situación responde
a una maniobra planificada desde el franquismo para debilitar a
esta institución. Así lo relata Jaume Claret Miranda en su ensayo
El atroz desmoche: la destrucción de la universidad española por el
franquismo, 1936-1945, al que llegamos por la “referencia literaria”
de Orejudo, donde se demuestra que el franquismo no había
infravalorado la universidad. Todo lo contrario, fue siempre muy
consciente de su poder. Sus ideólogos entendieron perfectamente
que la tarea suponía aniquilar el germen republicano para
siempre. Para ello se aplicaron en la persecución a los profesores

5
OREJUDO, Antonio, Un momento de descanso, Barcelona, Tusquets, 2011, pp. 154-155.
48 LILA INSÚA LINTRIDIS

universitarios desafectos al Régimen consolidando así un estado de


anemia intelectual que sirviese de defensa ante el riesgo de futuras
infecciones revolucionarias. De aquellas aguas estos lodos. ¿Qué
cabe esperar de la universidad actualmente y las leyes europeas que
imponen planes como el de Bolonia? Que funcione como un perfecto
engranaje de mano de obra barata y diseñada para cuestiones
concretas. ¿Qué necesita la industria de la energía renovable? Pues
tome. ¿Qué necesitan los laboratorios farmacéuticos? ¿Qué quiere
Microsoft? ¿Quedarán desterrados todos los saberes que no tengan
una aplicación inmediata y tangible? Orejudo opina que

con las humanidades pasará lo mismo que ha pasado con


mis colegas de latín y griego. Se nos pide publicaciones
de impacto, así las llaman. Pero ¿qué impacto puede
tener hoy una nueva edición de La Celestina? Hasta que
dentro de unos siglos (o quizás dentro de unas décadas,
a causa de la aceleración histórica) descubramos
el disparate y se viva un nuevo Renacimiento 6 .

La posición desde la que habla Orejudo, o al menos la mía, es la de


quien confía en la necesidad de una enseñanza pública de calidad
y por lo tanto tomo la medida de lo que pasa pero para apostar por
hacer mi trabajo de la mejor manera posible, no para destruirlo todo,
sino para potenciar lo mejor que tiene la universidad, buscando
alternativas, buscando intersticios desde los que poder cambiar lo
que no esté bien. Tal vez un buen símil sea el que plantea Amélie
Nothomb en su Diccionario de nombres propios:

Porque el Grial del ballet es el despegue. Ningún profesor


lo formula de este modo por miedo a parecer loco de
remate. Pero quien ha aprendido la técnica de saltar de
dos piernas a una, de brincar despegando con un pie
al frente e ir cruzando las piernas en el aire, del grand
jeté, no puede dudarlo: lo que intentan enseñarle es el
arte del despegue. Si los ejercicios de barra resultan tan
aburridos se debe a que ésta es una percha. Cuando
uno sueña con volar, le saca de quicio que le obliguen a
amarrarse a un trozo de madera, durante horas, mientras

6
MARTÍN-GORRIZ, Alfredo, Entrevista a Antonio Orejudo publicada en Jotdown el
16 de enero de 2012, http://www.jotdown.es/2011/07/antonio-orejudo-junto-a-la-risa-
tambien-esta-prohibido-en-espana-ser-divulgativo
ENCUENTROS DOBLES 49

siente en sus miembros la llamada del vacío.


(...) Pero si un ser humano tiene el extravagante
proyecto de cambiar de especie y aprender a volar,
es lógico que deba dedicar varios años a ejercicios
extenuantes. (...) el ballet clásico es el conjunto de
técnicas encaminadas a presentar como posible
y razonable la idea del despegue humano7.
Por eso volvamos a las reglas del juego.

Jugadores, equipamiento y árbitros


Un jugador es un participante de un juego. Existen diversos
juegos para cada número de jugadores, desde el solitario a los
juegos masivos, que pueden tener varios miles. Ahora sí, me
reconozco parte del juego universitario. He estado luchando
contra molinos de viento, pretendiendo que no veía las reglas
del juego universitario en el que participo desde que defendí
mi tesis (en el año 2003), desde que empecé a dar clases
hace ya algo más de diez años, desde que me presenté a las
agencias locales (ACAP, 2007) y nacionales (ANECA, 2012)
de acreditación y me concedieron la misma para una plaza
de profesor titular hace ya un año y medio... otra cosa es que
la “crisis” haya cambiado las reglas de juego en mitad de la
partida, pero eso tal vez sería un tema a tratar en “faltas y mala
conducta”, no nos adelantemos. Decía que hasta hace poco
participaba del juego intentando no mirar las reglas, como si
por no saberlas dejaran de existir o pudieran modificarse a
nuestro antojo. Ya os comentaba antes que se trataba de una
actitud bastante pueril. Una lucha entre desiguales. Un espacio
para la imaginación que no se volcaba en una batalla sino en
jugar al escondite cuando lo que se proponía era un parchís. Es
un estado mental... por fin acepté que las reglas las marcaban
otros, que si quería seguir dando clases en la Facultad de
Bellas Artes tenía que enterarme de los mecanismos que la
regulan, de en qué debates participa la universidad, de cómo
nos afecta el contexto europeo, de cuáles son sus mecanismos
de evaluación... integro al menos la misma partida. Esto no
implica que acepte como buena la estructura académica

7
NOTHOMB, Amélie, Diccionario de nombres propios, Barcelona, Anagrama, 2004, p. 96.
50 LILA INSÚA LINTRIDIS

que se plantea, las reglas de juego que se proponen, que no crea


que es necesario mejorar o sustituirlas en parte por otros procesos,
cuestiones que tenemos que seguir trabajando desde los grupos
de investigación, decanatos, facultades, entre todos los jugadores
implicados.

Me parecía oportuno traer aquí esta confusión de objetivos


porque he observado que muchos estudiantes también la padecen.
Por ejemplo, es frecuente encontrar estudiantes de un máster de
investigación y creación que no “creen” en la investigación artística.
Lo que me lleva a preguntarme para qué lo cursan, cuando a lo mejor
lo que deberían estar haciendo es una residencia artística en una
institución nacional o del extranjero.

David no me contó gran cosa sobre la depresión.


Creía que una de las principales lacras de nuestra
cultura era que pocas personas tenían acceso a un
trabajo con sentido. Decía que era evidente que yo
no creía que mis estudios universitarios tuvieron
sentido, pero sin duda había maneras de dárselo si
seguía mi propia curiosidad en lugar de los programas
universitarios prescritos para convertirme en
forraje para la economía. También pensaba que
debía pasear un par de horas al día, porque el ritmo
primitivo del caminar tendía a encantar la mente 8 .

Dotar de sentido, como plantea Jim Harrison en Regreso a la


tierra, no es una cuestión individual únicamente. Cuando algunos
estudiantes del grado en Bellas Artes y varios de sus profesores
se preguntan o quejan de cuánta carga teórica hay en la carrera...
y de que deberían dedicarse más horas a la reproducción del
natural y la adquisición de habilidades técnicas, esto nos lleva a
preguntarnos por qué no desplazan ese aprendizaje a las antiguas
escuelas de artes y oficios o los módulos de formación profesional
superior. Ambos conocimientos pueden complementarse, pero es
importante saber dónde buscar cada uno de ellos, a qué institución
acudir en cada momento. La importancia de saber a qué estamos
jugando y con quién jugamos, parecen cuestiones de Perogrullo,
básicas, las primeras que uno debería hacerse antes de iniciar un

8
HARRISON, Jim, Regreso a la tierra, Barcelona, RBA libros, 2009, p. 112.
ENCUENTROS DOBLES 51

esfuerzo y una inversión, y sin embargo siguen sin plantearse. La


Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid,
gracias a sus dimensiones y a la falta de una dirección única, ha
respondido mayoritariamente con un modelo academicista en
el que preponderaba el desarrollo de destrezas instrumentales.
Por momentos este modelo coqueteaba con la necesidad auto-
expresionista de los creadores y la necesidad de dar rienda suelta a la
creatividad a través del arte. En el péndulo entre estas dos visiones
completé mi formación en la facultad, habiendo asumido la práctica
artística desde un enfoque siempre romántico, individualista,
solitario. Me ocurría como a los anatomistas del siglo XVIII que
creían que su obra estaba libre de prejuicios y reflejaba únicamente
los hallazgos de la ciencia; según Soemmerring, el anatomista no
tenía que adoptar una postura “moral” en esta materia porque
el cuerpo hablaba por sí mismo. Sin embargo esas imágenes,
aparentemente objetivas, neutras, respondían a una ideología, a
un contexto sociocultural muy determinado, como nos demuestra
Londa Schiebinger en su esclarecedor libro ¿Tiene sexo la mente?
cuando se pregunta:

¿Qué sucedió con la imagen de la ciencia? Aunque los


iconos femeninos habían de mantenerse firmes en la
cultura general (como representantes de la libertad, la
justicia y demás) se desvanecieron de los frontispicios
de los textos científicos. A principios del siglo XIX,
la ciencia raras veces tiene ya “rostro”. El icono
femenino no es reemplazado por un icono masculino,
si bien empieza a dejarse ver una nueva alegoría.
Durante dicha centuria, las imágenes explícitas de
la ciencia son sustituidas por imágenes implícitas y
populares del científico como un varón eficiente que
trabaja en un laboratorio moderno y la mayoría de las
veces lleva bata blanca (...) El científico es ahora un
individuo aislado, muy solo (fig. 1). No se ve la imagen,
los accesorios ni al personal que mantienen a este
hombre en el centro de la escena, sus compañeros,
técnicos y doctorandos, sus secretarias y acaso hasta
su esposa. Faltan también los patronos o políticos que
influyen en su labor. Este individuo autosuficiente
52 LILA INSÚA LINTRIDIS

1. RAMÓN Y
CAJAL, Santiago:
Autorretrato.
Prueba para
helicromía.
Hacia 1910-1912

2. REMBRANDT:
Autorretrato
del artista
en su estudio
trabajando.
Hacia 1626-1628
ENCUENTROS DOBLES 53

es de porte serio y está trabajando. El hecho de que


sea blanco y varón es al mismo tiempo descriptivo y
prescriptivo; la imagen cultiva su propia clientela 9 .

Hablamos por tanto de representaciones icónicas que vienen


determinadas por un contexto: la del artista bohemio (fig. 2), la
del científico solo en el laboratorio. Por eso, a medida que uno se
interrelaciona con otra gente, se aleja de la facultad, interactúa con el
entorno profesional, es capaz de volver sobre el cliché y preguntarse:
¿en qué siglo vive la facultad?, ¿en qué siglo vivo yo?, y a la manera de
Monereo y Pozo revisar los siguientes temas:

los nuevos valores en la educación, la caducidad de


la (in)formación, la relatividad de los conocimientos
enseñados, la heterogeneidad de las demandas
educativas, la educación para el ocio (...)10 .

Detectamos así las carencias del modelo educativo en el que nos


hemos formado, pero también ha habido grandes interlocutores,
en las aulas, en las bibliotecas. Con ellos podemos desarrollar un
intento de alfabetización visual, un repaso de las limitaciones
que traíamos, incluso las que parecen ya superadas. Hasta hace
poco más de cien años las mujeres estaban excluidas del acceso al
conocimiento, a la universidad. En estas dos citas de Siri Hustvedt
y Lona Schiebinger vemos la importancia del contexto histórico y
social en el que estamos inmersos:

“Aunque es verdad que la mente es común a todos los


seres humanos”, escribió Paul-Victor de Sèze en 1786,
“no todos tienen la capacidad de emplearla de forma
activa. De hecho, para las mujeres tal actividad puede
ser muy dañina. Debido a su naturaleza débil, una gran
actividad cerebral en las mujeres podría agotar a los
demás órganos, afectando su correcto funcionamiento.
Sobre todo serían los órganos generativos los más
fatigados y expuestos al peligro en caso de que el
cerebro femenino hiciera un esfuerzo desmedido”.

9
SCHIEBINGER, Londa, ¿Tiene sexo la mente? Madrid, Cátedra, 2004, p. 218.
10
Q4FF4R9G"FI2F3R7E5!";./<"S(-B(!"JE10K(KCT)"(-*B/*CK(!"#+-/#+K*CU(/"K-B*CK(/"V"#-WK*CK("+10K(*CU(P!"
en MARÍN VIADEL, Ricardo (ed.), Investigación en educación artística: temas, métodos y técnicas de
indagación sobre el aprendizaje y la enseñanza de las artes y culturas visuales, Universidad de Granada, 2005,
p. 51.
54 LILA INSÚA LINTRIDIS

La teoría de que el pensamiento reseca los ovarios contó


con una larga vida. El doctor George Beard, autor de
La nerviosidad americana, sostiene que, a diferencia
de “la india norteamericana en su tipi”, cuya vida
estaba centrada en sus partes pudendas y dedicada
a parir una cría tras otra, la mujer moderna estaba
deformada por el pensamiento y, para demostrarlo,
citaba la obra de un distinguido colega que había
medido los úteros de señoras de esmerada educación
y había descubierto que medían la mitad de los de
aquellas que no habían recibido educación alguna. En
1873 el doctor Edward Clarke (...) sostenía que debía
prohibirse la entrada al aula a las chicas que estuvieran
menstruando y citaba pruebas concluyentes, de
estudios clínicos realizados en Harvard con mujeres
intelectuales, de que el exceso de conocimiento había
vuelto a las pobres criaturas estériles, anémicas,
histéricas e incluso locas. Quizá ése fuese mi problema.
Leía demasiado y mi cerebro había explotado11.

Pero las desigualdades siempre tienen sus beneficiarios, que las


preservan:

La escasa representación femenina en la Academia de


Ciencias de Berlín no puede atribuirse únicamente
a una falta de mujeres cualificadas en materia
científica. Antes bien, la exclusión de las mujeres fue
consecuencia de unas políticas conscientemente
llevadas a la práctica en época temprana de la historia
de la academia. Estas decisiones, tomadas a comienzos
del siglo XVIII, tuvieron graves repercusiones
para la posterior participación de mujeres12 .

Actualmente nos parecen atroces las políticas que se pusieron


en práctica y que como planteaba Émilie du Chatelet: “amputa, por
así decirlo, a la mitad de la raza humana”13 . La perspectiva histórica
nos ayuda a conseguir cierta distancia para poder leer con mayor
claridad qué tipo de normas hay sobre la mesa. En este caso nos

11
HUSTVEDT, Siri, op. cit., p. 155.
12
SCHIEBINGER, Londa, op. cit., p. 153.
13
SCHIEBINGER, Londa, op. cit., p. 101.
ENCUENTROS DOBLES 55

3. RAYMOND,
José Luis,
Homenaje
al artista
desaparecido.
2012

parecen argumentos ridículos los que se utilizaron para excluir a la


mujer, nos consuela pensar que eso es algo del “pasado” y pasamos
de largo ante noticias de prensa como la aparecida en el periódico
El País el 17 de octubre de 2011 firmada por Charo Nogueira con
el titular “O hijos, o cátedra” en el que se alude a los frenos que
sufren las científicas en la universidad, que tienen un 2,5 menos
de probabilidades de llegar al nivel más alto que sus compañeros
varones. No se trata por tanto de un pasado remoto, basta estudiar
algunas estadísticas... pero esto vuelve a ser un tema para tratar
en “faltas y mala conducta”, en realidad lo que aquí nos interesa es
reflexionar y evidenciar las estructuras en las que está inmerso el
conocimiento académico y que el estudiante se plantee hacer un
making of de las mismas para deconstruir los mecanismos en los que
se inserta cuando apuesta por la investigación artística en el ámbito
académico. En este sentido, la fotografía de José Luis Raymond,
realizada en el despacho del decanato de la Facultad de Bellas Artes
refleja varios de los conceptos aquí tratados (fig. 3) y aporta nuevas
líneas desde la ironía crítica de su representación.
56 LILA INSÚA LINTRIDIS

Es momento entonces de ampliar el contexto local en el que nos


estamos moviendo y empezar a dialogar con otros. Conocer cuáles
son las investigaciones artísticas en la Academia (quiénes las hacen,
qué temas preocupan, qué métodos utilizan). Tal y como plantea
Ricardo Marín “un excelente procedimiento es familiarizarse con
las principales revistas profesionales de investigación: Studies in
Art Education, Visual Arts Research, Journal of Aesthetic Education,
Journal of Art And Design Education”14 . A las que habría que añadir
el caso de JAR que trata profusamente en su artículo, en este mismo
volumen, Helena Grande. Así el actual panorama en investigación
artística podría determinarse por tres características sobresalientes:
hay una gran variedad y diversidad de temas de investigación; existe
cierto eclecticismo metodológico: cualquier estrategia, enfoque o
técnica de investigación puede arrojar resultados interesantes sobre
diferentes problemas; y las concepciones sobre el conocimiento están
abiertas a un amplio abanico de posibilidades que pueden convivir
cooperativamente, una suerte de pluralismo epistemológico.

Cuando Lichtenberg murió, su casero descubrió con


sorpresa que el gran genio no dejaba más que cuatro
fragmentos de una novela y, en cambio, parecía haber
concentrado toda la fuerza de su escritura en unos
cuantos cuadernos —pronto se sabría que los llamaba
cuadernos borradores— en los que anotaba ideas que
dejaba todas truncadas, sin sentirse obligado al punto
final, entre otras cosas porque no estaban destinadas
a ningún lector, era sólo el modo que tenía Lichtenberg
de cazar al vuelo y anotar ideas que en la vida de todo
hombre desaparecen tan raudas como han surgido.
Eran ideas en proceso. Según el propio Lichtenberg,
reflexiones escritas “a la manera de los tenderos
ingleses que llevan un waste-book, donde anotan ventas
y compras en total desorden para luego sumarlas y
restarlas”. Como dice Juan Villoro, que ya desde muy
joven mostró su condición de consumado aforista:
“Los cuadernos arrojaban los saldos de una mente”15 .

14
MARÍN VIADEL, Ricardo, “La investigación educativa basada en las artes visuales” o
“arteinvestigación educativa” en MARÍN VIADEL, Ricardo (ed.), op. cit., p. 226.
15
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento, op. cit., p. 205.
ENCUENTROS DOBLES 57

Tratamos aquí de dos aspectos importantes para nosotros desde el


campo de la investigación artística: la importancia de los procesos
y las metodologías. Después de un encuentro que mantuvimos
este año con Remedios Zafra16 ella nos contaba que una de sus
asignaturas tenía como objetivo introducir a los estudiantes en
los diversos procedimientos que se siguen para llevar a cabo una
investigación. Cualquier tema o problema de investigación puede
abordarse y resolverse a través de métodos o procedimientos muy
diferentes, pero es necesario que los alumnos comprendan que un
método de investigación prescribe, entre otros elementos, qué tipo
de datos son pertinentes, cómo deben obtenerse, cómo se pueden
organizar, clasificar y sintetizar, qué significan, qué conclusiones
pueden sacarse de ellos, con qué grado de seguridad o nivel de
confianza podemos aceptar los resultados, cómo pueden evitarse los
posibles errores, y finalmente, qué es lo que se puede demostrar al
concluir el proceso investigador. Me parece sumamente importante
que el estudiante-investigador pueda poner nombres a lo que está
haciendo, que contemple en qué tendencias quiere inscribirse, cuál
es la más adecuada para la investigación que emprende.

Lo que significa hablar mucho de cómo son los procesos que


llevamos a cabo, aunque puedan ser diferentes. Significa proponer
metodologías, en el contexto de la globalización de conocimientos e
interdisciplinariedad, prestando atención a los temas de relevancia
sociocultural y sus representaciones visuales. Porque, ahora, ya no
estamos solamente aquí, en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad
Complutense de Madrid. El tablero es más grande y podemos buscar
diversos interlocutores que alimenten nuestras investigaciones.

La frase me recordó a lo que hacía años me había


dicho Mercedes Monmany acerca de los libros que
uno escribía y perdía, perdía para siempre porque se
apoderaban de ellos los lectores, que los continuaban
en el espacio y el tiempo, lejos ya de quien los escribía.
Son los libros que funcionan como un organismo
vivo, que escapan de lo académico que los llevaría a
la tumba: libros siempre en constante movimiento
y renovación, como si conocieran a fondo el arte de

16
Primer seminario, Prácticas artísticas, investigación y universidad: una conversación,
celebrado en la facultad de Bellas Artes de la UCM el 20 de febrero de 2013, dirigido por
Selina Blasco y Aurora Fernández Polanco. http://www.arteinvestigacion.net/p/arte-
investigacion-universidad.html
58 LILA INSÚA LINTRIDIS

no terminar nada. (...) Una buena parte de las obras y


autores que comento en él siguen perteneciendo en la
actualidad al comité central de mi particular canon
de lector, es decir, pertenecen al núcleo duro de mi
familia literaria. De hecho, no hay un solo texto del
libro que, (...) se haya quedado inactivo, sin alimentar al
organismo vivo de la máquina central de mi poética17.

Este es el sentido de las citas, activarlas en nuestras poéticas, en


nuestras investigaciones, por eso es importante seguir las normas,
citar correctamente, saber quién es el autor, en qué editorial publicó,
la ciudad, el año, la traducción que manejamos. Seguir por tanto el
consenso, en las publicaciones académicas, supone cumplir con las
reglas del juego, tener una carta de navegación común para poder
acudir a los datos en su propio contexto, continuar los procesos de
pensamiento iniciados por otros, ampliar nuestro campo de estudio.
Dialogar con ellos.

Tratamos, por defecto, de un investigador individual, como ha


sido siempre la tradición. Sin embargo sería el momento de intentar
transitar espacios en los que los grupos de investigación cobren mayor
protagonismo, ampliar el espectro de interlocutores supondrá un
cambio para los procesos de investigación. Ni el científico ni el artista
están siempre solos en su taller o laboratorio. En su lugar podría
tener cabida un aprendizaje cooperativo y estratégico que amplíe el
marco del diálogo entre director-doctorando a un número mayor de
participantes, lo que enriquecerá el proceso de investigación.

En juego: duración, contexto e interrupciones


Hay muchas normas en las Reglas del Juego oficiales. Las mismas
normas están diseñadas para aplicarse a todos los niveles, aunque
se permiten ciertas modificaciones para grupos según algunas
características. Las reglas se dividen a menudo en términos amplios,
lo que permite la flexibilidad en su aplicación dependiendo de la
naturaleza del mismo.

17
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento, op. cit., p. 202.
ENCUENTROS DOBLES 59

Entran en juego por tanto metodologías artísticas que se valen


de formas híbridas, de enfoques que acometen investigaciones
basadas en imágenes, la recuperación de la subjetividad con
narrativas personales o la auto-etnografía, diferenciando bien que
en estos enfoques metodológicos no se trata en absoluto de hacer
un estudio de sí mismo (las frases comunes de mi obra y yo, Me,
myself and I cantaba Billie Holiday, que nos tienen tan saturados)
sino de investigar a través de la propia subjetividad: es, como dice
Ricardo Marín “un proceso desde la observación participante
hacia la observación de la participación”18 . Si algo puede definir la
investigación artística es este acercamiento transdisciplinar, un
conocimiento en danza, in between:

el tema de la Justicia y los jueces y los grandes errores


humanos, tratados por Sciascia con un estilo ético
e inconfundible, un estilo diletante (conciso pero
digresivo), de hombre que observa, camina y comenta
el mundo con curiosidad infinitamente crítica, siempre
deambulando: “Nada hay más delicioso para un escritor
(leemos en La Sentencia Memorable) que el divagar; que
el deambular: el escribir parece convertirse en pura,
transparente existencia.” Deambulando por estas frases
de Sciascia me viene a la memoria un texto de juventud
de Robert Walser, otro gran paseante —en este caso,
diletante incluso por las avenidas del genio y la locura—,
que tras describir un amable paseo por el monte acaba
diciendo: “Y por último en el camino comarcal vi
algunos niños. No hace falta ver nada extraordinario.
Ya es mucho lo que se ve.” (...) Porque en Sciascia —y
eso es muy notable en todas sus inquisiciones— la
práctica literaria es acción, pura acción de alguien
que se niega a recrearse en el estupor y que, a base de
paseos de una curiosidad infinita, va divagando, se
pierde en los recodos del camino, indaga, rastrea hasta
situarse a las puertas de las sombra, pero también de
la luz, de la verdad pero también de la mentira19 .

18
MARÍN VIADEL, Ricardo, op. cit., p. 248.
19
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento, op. cit., p. 180
60 LILA INSÚA LINTRIDIS

Divagar, recorrer las carreteras secundarias que nos permitan,


partiendo de una hipótesis, alcanzar espacios más complejos que los
que teníamos como punto de partida. Un espacio para el crecimiento,
para inventar la versatilidad sistemática: “el no querer repetir jamás
un libro comportaba eso, alguien para quien en el futuro múltiples
iban a ser los registros literarios utilizados, la variedad de géneros
explorados: eso que Perec más adelante llamaría versatilidad
sistemática”20 .

Entre otras herramientas contamos, como espacio privilegiado


para el análisis, con los estudios de caso, como un método de
investigación cualitativa. “Este tipo de trabajos se define como la
investigación realizada sobre un caso o varios, mediante la inmersión
del investigador en un contexto determinado, con objeto de analizar y
describir intensamente los distintos aspectos de un mismo fenómeno
y desarrollar teorías que lo expliquen”21. Estamos hablando por tanto
de obras de arte singulares (como las que analiza en este mismo
volumen S. Blasco) pero también de ciertas prácticas de comisariado
en las que se proponen exposiciones de tesis (por ejemplo
Micropolíticas. Arte y Cotidianidad, comisariada por Juan Vicente
Aliaga, EACC, Castelló, 2003, o Comer o no Comer. Las relaciones
del arte con la comida y el hambre, un proyecto de Darío Corbeira,
Centro de Arte de Salamanca, 2002) En el análisis de los estudios de
casos no nos acercamos únicamente a la descripción de la obra sino
que existen, como en el resto del juego, ciertos protocolos, modos de
hacer en los que concurre la elección de un tema y su justificación
metodológica, la elección del objeto de estudio, un trabajo de campo
o recogida de datos (recursos para observar la realidad: observación,
notas de campo, análisis de documentos, grabaciones, fotografías,
entrevistas, cuestionarios, dibujos, etc.) que nos llevarán a una
reflexión inicial, la estructuración de los datos en categorías, la
generalización y por último a la elaboración de un informe final que
relacionaremos con nuestro campo de estudio. No nos olvidemos de
dialogar.

Otra pregunta importante sería qué forma le damos a la


investigación. Estamos de acuerdo en que habría que repensar
los formatos de presentación de los resultados que obtenemos

20
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento, op. cit., p. 190.
21
GUTIÉRREZ PÉREZ, Rosario, “Los estudios de casos: una opción metodológica para investigar
la educación artística”, en MARÍN VIADEL, Ricardo (ed.),op. cit., p. 154.
ENCUENTROS DOBLES 61

en nuestras investigaciones, pero sobre ello profundizará Aurora


Fernández-Polanco más adelante, en este mismo libro. Una
exposición es un modo de generar conocimiento si sigue unas
pautas que favorezcan la construcción de significado (y a esta
aportación no puede renunciar ninguna creación que se acometa en
el ámbito universitario) y también lo es un congreso, un seminario,
una película. Repensar los formatos de presentación es una tarea
pendiente de definición.

Fuera de juego
En la entrevista a Antonio Orejudo que antes mencionábamos,
decía que “junto a la risa, eso también está prohibido en España,
ser divulgativo.” Estamos de acuerdo, la idea del estudio puede ser
intrínseca con el divertimento, únicamente no debemos perder
de vista el contexto educativo del que formamos parte: “tan sólo
en la concepción de la cultura coinciden el personaje y su creador,
para quien las cosas que contribuyen a la civilización significan en
principio “placer, juego, gratuidad, divertimento del espíritu”. En
el fondo, lo único que identifica a Larbaud con Barnabooth es el
ansia de saber, de aprenderlo todo, de leer todos los libros y todos
los comentarios, de conocer todas las lenguas y, al mismo tiempo
el deseo de pasarlo rotundamente bien mientras dure ese periodo
de vacaciones que es la vida (“en este mundo sólo hay dos cosas que
merecen la pena: el estudio y el derroche”)22 . Al final solamente quería
aprovechar la oportunidad para reflexionar en voz alta sobre algunos
aspectos que concurren en la investigación artística y sus reglas de
juego, poder compartir con los estudiantes la necesidad de establecer
una relación más fluida y menos dicotómica entre teoría y praxis,
la importancia de nombrar los procesos y no dejarlos en el espacio
del misterio, de lo ignoto; situar el conocimiento en un contexto y
someterlo a los mecanismos de validación: no todo vale.

Pero es posible cambiar las reglas del juego.

22
VILA-MATAS, Enrique, El viajero más lento, op. cit., p. 51.
62 JAVIER RAMÍREZ SERRANO

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