Hacia Una Era Post Posmoderna en Las Comunidades Educativas Ximena Dávila Yáñez
Hacia Una Era Post Posmoderna en Las Comunidades Educativas Ximena Dávila Yáñez
Hacia Una Era Post Posmoderna en Las Comunidades Educativas Ximena Dávila Yáñez
El educador social ,Su tarea es la de evocar un escuchar, de modo que el alumno pueda
aceptar o rechazar, conscientemente desde el comprenderlo, lo que el educador social
dice.
Este modo de vida fundado en el vivir amoroso es una dinámica que nos genera bienestar
corporal y psíquico, por estar compartiendo con otros, todos participando de una
comunidad mayor, donde el existir adquiere sentido, teniendo presencia tanto para sí
como para los demás. Cuando esta dinámica de estar en la relación se quiebra, o
simplemente está ausente desde sus inicios, aparece el dolor profundo en el vivir y
convivir. En particular, si esto sucede con los niños, se constituye en una dinámica
periférica, que al ser conservada restringe notoriamente la posibilidad de sentirse parte de
una comunidad humana que los integra y a partir de la cual puedan adquirir presencia
como personas que pertenecen a ella en su legitimidad de seres amorosos. Entender esta
dinámica fundamental del vivir humano constituye una mirada comprensiva que debe
estar presente en el quehacer del docente, como una persona que se conduce a sí misma
respecto de los otros, generando el espacio relacional que, en definitiva, tiene que ver con
el modo de estar en la relación, modo siempre determinado desde el emocionar. Este
modo de estar en una convivencia reflexiva proviene de un emocionar que permite
generar un espacio de encuentro y de aceptación, y la única emoción que posibilita tal
encuentro es el amar, generando un espacio relacional en que uno mismo, el otro, la otra
y lo otro pueden surgir en su legitimidad
• Convivir con adultos que los lleven a aceptarse y respetarse a sí mismos, haciendo lo
propio con los demás por ser ellos, al mismo tiempo, aceptados y respetados
• Vivir sus errores sin que ello implique una negación de su identidad. Desean aprender
sobre su mundo en el respeto y la reflexión
• Aprender una mirada responsable hacia la comunidad que los sustenta sin ser
alentados a la competencia, en la justificación engañosa de ventajas y privilegios en pos
del progreso.
• Ser invitados a coexistir armónicamente con el mundo natural sin ser por ello incitados a
la apropiación o a la explotación del mismo.
. La tarea del maestro es mostrarles aquello que tenga sentido ahora, y si este objetivo se
alcanza, lo mostrado puede aún tener sentido dentro de veinte años.. De lo que se trata,
entonces, es de que los niños vivan un espacio experiencial de transformación reflexiva
en la convivencia –que empieza en el útero–, en el cual se van transformando de modo
que ese espacio genere las posibilidades de autonomía en la interacción hasta su adultez,
como seres respetadores –de sí mismos y de los otros–, colaboradores, autónomos y
responsables.
. Por cierto que no se necesita un libro para ser padre o madre. Los niños se
transformarán con nosotros en su paso hacia la vida adulta de una manera que
sea contingente con cómo convivan con nosotros. Los niños no son el futuro de la
humanidad, lo que ellos vayan a ser de un modo u otro, lo que hagan después,
cuando adultos, va a estar relacionado con cómo hayan convivido con nosotros.
. Por lo mismo, se puede decir que los niños no son el futuro de la sociedad sino
que son los adultos con los cuales ellos conviven, adultos que constituyen el
mundo humano que estos niños encuentran en el presente, quienes lo son. Y en la
medida en que estos se conducen con los niños en el mutuo respeto, cabe
entonces la posibilidad de expandir junto con ellos el espacio social, trayendo
aparejado con esto la conservación de un modo de estar en el placer de la
convivencia con otros, que constituye lo central del convivir de cualquier grupo o
comunidad humana.
Los adultos que integran una comunidad o sociedad post posmoderna son
invitados a estar conscientes de esta condición, pues su modo de interactuar y de
convivir constituiría la única oportunidad que habrían de tener muchos niños que
han vivido un período de su vivir en la negación, y que en tal condición se
encuentran marginados, periferizados del convivir social
. Son muchas las dimensiones de nuestro presente cultural que nos revelan que
podríamos estar viviendo en una encrucijada cultural que puede resultar decisiva
para nuestra existencia humana. Si el maltrato y la violencia son modos culturales
de convivir, solo pueden desaparecer desde un cambio cultural.. El cambio cultural
intencional solo es posible desde el cambio individual, y el cambio individual que
lleve a un cambio cultural consciente solo es posible como un cambio responsable
. En este generar mundos, los seres humanos hemos cambiado tanto el mundo
natural que lo estamos llevando a su destrucción.. En nuestra ceguera ante esto
estamos destruyendo nuestro entorno y transformándolo de una manera que va a
hacer que nuestro vivir sea imposible En nuestro presente cultural y tecnológico el
bosque, el agua limpia, el aire limpio, los espacios ecológicos satisfactorios para el
vivir humano y el de otros seres vivos, ya no se sostienen por sí mismos, no tienen
la autonomía de la biosfera. El bien-estar consiste en estar en armonía con la
circunstancia donde lo humano es posible y donde lo natural es parte del bien-
estar humano. Pero para conservar ese bien-estar tenemos que respetarnos a
nosotros mismos y respetar, por lo tanto, nuestra responsabilidad en la generación
y conservación del bien-estar, como un espacio de ecología humana en armonía
con todos los demás seres vivos. La conciencia y la responsabilidad ecológica se
aprenden espontáneamente en una convivencia, en el vivir cotidiano, donde
ambas tengan presencia en la conservación del habitar humano como un habitar
que generamos continuamente con nuestro hacer. Y pensamos que el hogar, el
colegio, la comunidad, la antroposfera, la biosfera, el cosmos pasan a ser
contextos educacionales espontáneos de la conservación del convivir en
conciencia y responsabilidad ecológica.
Son las relaciones de convivencia entre las personas las que fundan el espacio
educativo. Es a instancias de la generación de este espacio relacional humano
que se pueden integrar dimensiones tecnológicas o metodológicas, siempre
secundarias e instrumentales, en el uso que de las mismas hacen las propias
personas, siendo estas quienes deciden, según sus deseos y preferencias, el
sentido y la validez que han de tener dichas dimensiones.
Punteo: Queremos despojar a las personas de las emociones y ellas son parte
importante de todo lo que hacemos.
En este ensayo, los autores nos invitan a echar una mirada diferente sobre los
fenómenos fundamentales de la educación hoy, imaginando un suceder que nos
pueda orientar a seguir una co-derivación que resulte en una transformación
reflexiva de la educación para el año 2021. Esta invitación es asumida con
seriedad, responsabilidad y audacia: seriedad por el rigor reflexivo con que los
autores plantean su análisis; responsabilidad porque alientan a asumir
generacionalmente las consecuencias de entender la educación en este tiempo
cero; y audacia porque se trata de una propuesta que permite desplazar la mirada
hacia la comprensión de los fundamentos biológico-culturales del vivir humano.
Esta propuesta se lleva a cabo desde un sustrato epistemológico unitario que
elude de manera consciente toda tentación dualista, ampliando el entendimiento
de nuestra constitución como seres vivos y como seres humanos, invitándonos a
la reflexión y a la ampliación de nuestra posibilidad de vivir en el bienestar
individual y social como seres naturalmente éticos y autónomos, capaces de
asumir la responsabilidad de ser conscientes del mundo que producimos con
nuestro propio vivir.