Los Himnos Del Ciego o El Canto Por La Creación en Enriqueta Ochoa
Los Himnos Del Ciego o El Canto Por La Creación en Enriqueta Ochoa
Los Himnos Del Ciego o El Canto Por La Creación en Enriqueta Ochoa
significado evidente, es decir, el de trabajador o siervo, existe otra acepción que refiere un
significado quizá insospechado, pero a mi parecer más exacto, pues le otorga a aquella frase
más tarde.
Por el momento bastará concentrarse en eso que oficiar significa, para lo que me serviré de la
«1. tr. Ayudar a cantar las misas y demás celebraciones litúrgicas.» y más preciso aún:
Y sobre la liturgia: 1. f. Orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto en
mucho menos que este pertenece a alguna orden religiosa, por el contrario, me gustaría
proponer lo siguiente: el poeta es quien preside el canto litúrgico de las palabras, él o ella
descomponen con sus voces la, en apariencia, fortificada e inmutable residencia de las
mismas, otorgándoles un orden y una forma únicas dentro del poema, del mismo modo,
¿Qué quiero decir con esto? El o la poeta buscan con avidez alcanzar el centro, lo medular de
las cosas camuflado en las palabras, esa sustancia oculta y -no está de más tropezar con la
redundancia- líquida, que recuerda que en el interior de las mismas reside, en perpetua
efervescencia, un elemento reactivo que al ponerse en contacto con cualquier cosa, la empapa
y la reviste toda de una apariencia distinta y renovada; esto, como el momento de la lectura
de los versos, es una experiencia fugaz que, sin embargo, se propone abrazar un instante de
eternidad.
refiero a aquella supuesta realidad que habita cansadamente en lo cotidiano, sino aquella
«historia profunda» de la que nos habla Roberto Juarroz en Poesía y Realidad que se
humanidad. La historia profunda de los hombres, la anti-historia de la que Octavio Paz habla
en Los hijos del limo: «El poema es una máquina que produce, incluso sin que el poeta se lo
proponga, anti-historia. La operación poética consiste en una inversión y conversión del fluir
«(...) ¿se trata, pues, como quería José Juan Tablada, de fijar “las mariposas del instante”, o
más bien se trata de verlas aletear en su infinita fugacidad sin pretender fijar en ellas nada
El poema es un ambicioso ejercicio de auténtica creación, este se propone atrapar, cazar las
centro de las cosas, despojar las palabras de su encarnada banalidad y acceder al verdadero
siguiente:
En el curso que Heidegger dedica por entero a este problema en el verano de
comunicación— donde tal esencia del ser mismo (las cursivas son mías) se
el llevar a presencia que entraña, la peculiaridad del decir poético radica, entre
Aunque en apariencia el poeta es quien se sirve de las palabras, en realidad son ellas las que
mandan y dirigen su propio curso; es decir, el poeta las vierte y las dispone de determinada
este sentido de divinidad, Martínez Matías, aún de la mano de Heidegger, ilustra con un
ejemplo sobre la actividad poética en la Grecia antigua: “En Grecia, argumenta Heidegger, lo
divino encarna al propio ser que brilla dentro del ente, esto es, que se hace notar en la
presencia de cada cosa como el aparecer del sustraerse que funda esa misma presencia”.
Es por eso que, retomando la inicial aseveración, el o la poeta, son los grandes oficiantes de
las palabras al abrazar con su canto lo inenarrable diáfano, tras lo cotidiano turbio.
Desde luego que el canto sugiere una antigua forma de contenido artístico de cuyos contornos
más tarde se desprendería el poema, incluso, sabemos que los cantares han sido
históricamente emparentados con la creación poética desde tiempos lejanos: recordemos a los
trovadores y juglares de la Edad Media o a la tradición oral que se gestó en la Grecia
Antigua.
Ambas tradiciones, tanto los cantares de gesta como la epopeya griega, tenían un efecto en
común: popularizar y enaltecer los nombres y las hazañas de hombres cuya grandeza o cuya
miseria ha sido digna de recordar. Por supuesto que, en términos funcionales, esto tenía un
verdadero efecto en los receptores: ya sea el de pregonar una conducta ejemplar, casi divina,
función: la de apelar al sentir del receptor, o incluso, modificarlo, mediante una estructura
formación de la humanidad:
Definir el ritual como una forma o estructura, sin embargo, va ipso facto más
lógicas (49).
Ahora me interesa decir que ese conjunto de relaciones estructurales duraderas entre
características o elementos especificados pero variables, de los que nos habla Rappaport se da
en las palabras y su infinita e impredecible disposición en el poema. Dicho de otro modo, las
palabras en el poema son los elementos que sostienen ese conjunto de relaciones estructurales
duraderas que pueden tener consecuencias sociales, materiales y pueden también poseer
implicaciones lógicas.
En este sentido, propongo que, el o la poeta, al presidir el acto litúrgico de las palabras -
ordenarlas, al darles forma en una estructura, es creador o creadora de un efecto ritual que se
Lo anteriormente dicho da pie a la reflexión que emprendo sobre Los Himnos del Ciego de
Enriqueta Ochoa. Se trata de su segundo libro y una serie de poemas que en términos
generales constituyen un gran canto a la creación. Las dos figuras o sujetos de la expresión
poética de mayor notabilidad son dos: el poeta y su designio creador y Dios y su naturaleza
creadora.
El poeta, es el ciego que se ha gastado los ojos de tanto mirar, que ha cesado de ver después
de haber visto demasiado: “El ciego maldito que ve con los ojos de todos los que ven”, dice
la poeta. Pero Dios es el gran reflector de luz sobre todo lo que hay, es quien alumbra y cuya
aherrojado flautín
mirada ciega
De modo que estas miradas -la del poeta y la de Dios- tienen algo en común, una fuerza
creadora que revela. Y es a través de la mirada oculta del Señor que el poeta se asoma y ve. Y
de tan inmensa e infinita que es esta, el poeta se ha quedado ciego de ver, es por eso que la
poeta dice que “somos mirada ciega”. Se trata de un insoslayable juego de miradas, el poeta
Lo anterior sugiere una disolución de identidades, la mirada de Dios y la mirada del poeta
llega a ser una gracias a la fuerza creadora que cada una posee. Por supuesto que la maestra
coloca al Señor como la fuente primaria de la luz, la gran mirada oculta y original a la que el
poeta tiene acceso tan sólo se asoma a través de ella. El poeta, por lo tanto, en su condición
de mortal, cumple la función del revelador, o del vidente, que nos recuerda a Rimbaud y su
idea sobre aquel que escribe poesía. El ve a través de los ojos de Dios, no obstante, jamás
abarcará la mirada de Él en su totalidad, eso es claro en versos como “en vano con la hoz de
miradas entre Dios y el poeta, la estrofa III introduce ahora la potencial irradiación del
hombre-semilla que en la oscuridad del surco habitan. Enseguida, mediante una forma que
“Disgruégelas tu voz
hágalas fuerza
Es aquí donde lo sagrado resplandece en la poesía de Ochoa, pues estos versos no hacen más
que acudir a los orígenes a través de figuras como la semilla y la luz, de donde brotará el
hombre en su perfecta ingenuidad, germinará desde lo hondo de la tierra donde las oscuridad