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Cicerón
Cicerón
Cicerón
CICERÓN
Y LA IMPORTANCIA DE LA JUSTICIA
EN LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO
Resumen
Abstract
Cicero, putting philosophy and law to talk, makes a reading about justice in so
far as a virtue toward all the virtues are directed, as the exercise of the right
things, as to where all the acts of men, especially the government should be
*
Licenciado en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. E-mail:
davidgirado@gmail.com
2
oriented. There forth as a necessary condition for the construction of the state
through the proper administration of public affairs.
INTRODUCCIÓN
3
Ibíd.,p. 165.
4
Ibid.
5
Así pues, si bien la Justicia es la gran virtud que distingue a los hombres
buenos, lo es en razón de lo honesto; es decir, quien ejercita la virtud de la
Justicia persigue la primacía del bien común sobre los caprichos, y por tanto el
orden y el decoro en la comunidad de los hombres, y en la administración de lo
público (en el caso de los que gobiernan). En otras palabras, quien es justo es
reconocido como honesto, y a los hombres de esta clase se les debe admirar
porque reúnen todas las demás virtudes y por tanto son dignos de gobernar.
De ahí que la Justicia, en razón de lo honesto, es útil, en cuanto que si bien es
una virtud no lo es en el sentido especulativo, sino ante todo práctico: la
Justicia es la virtud que han de perseguir en cada uno de sus actos y
deliberaciones todos los hombres -y en especial quienes gobiernan- para
mantener el orden y la unidad en la sociedad; pero no han de procurarla como
quien busca algo fuera de sí, sino como quien deja aflorar una perfección o un
5
Ibid.
6
Ibid., p. 166.
7
Ibid., p. 167.
6
logro de la naturaleza: est autem virtus nihil aliud nisi perfecta et ad summum
perducta natura8 (De Legibus I, VIII, 25).
8
La virtud no es otra cosa que la naturaleza perfeccionada, lograda ad summum perducta. Cf. CRUZ,
Juan. De la Ley a la Virtud. En: Anuario Filosófico, vol. XXXIV/2 – 2001. Pág. 265.
9
Ibid., 168.
10
CICERÓN, M. Sobre los Deberes. Libro I. Madrid: Alianza, 1989. p. 8
7
por Cicerón adquiere más bien un carácter social, pues sociable es el hombre
por naturaleza: “habiendo sido la naturaleza del hombre formada de tal manera
que posee un carácter cívico y popular innato, al que los griegos llaman
politikón, lo que haga cada virtud no será contrario a la vida común ni al amor y
a la solidaridad humana, y a su vez la justicia, en la medida en que con su
ejercicio influya sobre las demás virtudes, las abrazará todas”11.
Ahora bien, siendo la Justicia por antonomasia la virtud que se alza entre las
especies de lo honesto, se presenta como una condición para que se
mantenga unida la sociedad de los hombres como en comunidad de vida -que,
según Cicerón, empieza con la familia-, consolidándose de esta manera la
República12; la Justicia es la virtud sin la cual no es posible la correcta
organización, desarrollo y establecimiento ordenado de la vida en común; así
también, Cicerón reconoce la necesidad de dicha virtud para la gestión de la
propiedad del pueblo (República: la cosa pública). Es decir, que la organización
básica del ser humano como comunidad, como pueblo, debe estar basada en
la Justicia, desde la cual adquieren sentido las leyes (el derecho positivo, no el
11
CICERÓN, Marco Tulio. Sobre la República. Barcelona: Planeta, 1995. p. 66.
12
Cf. CICERÓN, M. De Officiis. Libro I. México: Cumbre, 1977. p. 181.
8
Así entonces, será a los gobernantes a quienes más se les deberá exigir
ejemplo en el ejercicio de la Justicia; y dado que un gobierno es un órgano
deliberativo que dirige buscando lo que mejor convenga para la correcta
administración de la República, el criterio de este “deliberar” debe ser al mismo
tiempo moral y político. Ahora, la aceptación o no del gobierno no radica en la
forma sino en el fundamento, es decir, no en quién y con cual sistema
gobiernan, y sus estructuras políticas, sino más bien en el qué gobierna: la
justicia y el derecho o la injusticia y la ambición.
“Si el obrar moral excluye toda inclinación, pasa ser así un obrar por puro
deber, entonces el obrar moral excluye toda virtud, pues la formación de la
virtud implica la generación de una inclinación hacia ese modo de obrar. Una
voluntad moral es, según esto, una voluntad que se mantiene constantemente
en guardia contra la posibilidad de adquirir la más mínima connaturalidad con
su propio obrar moral”13. Es decir, si la ley o los preceptos, a través de los
cuales se garantiza el orden en la sociedad, deben tener su fundamento en los
principios, la virtud debe ser el fin que posibilite la aplicación de una ley
13
CRUZ, A. Ethos y Polis, Bases para una reconstrucción de la filosofía política. Eunsa, Pamplona,
1999, 154.
9
Así pues, Cicerón logra invertir el orden que creían correcto los legisladores:
primero los preceptos o leyes (del derecho positivo) y luego los principios,
siendo los primeros quienes llevaban a que estos últimos cobraran sentido;
sabiamente nos lleva a que comprendamos que los principios son quienes le
dan sentido a las leyes, las cuales deben tender a la Justicia. Las leyes deben
ser justas, al tiempo que deben guiar a los hombres hacia la Justicia.
Con esto Cicerón pone a salvo la aplicación de la Justicia de cualquier tipo de
escepticismo moral, de toda influencia corrosiva: “notiones innatae, natura
nobis insitae”; es decir, que los conceptos morales proceden de nuestra
naturaleza, son confirmados por el asenso general (lo que él llamará:
“consensus gentium”), y le dan sentido a la aplicación de los preceptos, y no al
contrario14.
14
Cf. COPLESTON, F. Historia de la Filosofía. Tomo I. Barcelona: Ariel, 1991. p. 414.
10
CONCLUSIONES
Cicerón pretende crear una atmósfera moral con la intención de formar a los
hombres para reformar y transformar la sociedad; pero hace énfasis sobre todo
en una preparación de los hombres que pretendan la vida política –la del arte
de cuidar a los otros, no de engañarlos y manipularlos-. Subraya en sus
lecciones la importancia de la virtud de la Justicia, reconociéndola como la más
espléndida entre todas las virtudes, como aquella que se alza entre las
especies de lo honesto, manteniendo unida la sociedad de los hombres,
garantizando el orden y el respeto en la convivencia, a partir de la fidelidad: “el
fundamento de la Justicia es la fidelidad; esto es, la firmeza y veracidad en las
palabras y contratos”15.
15
CICERÓN, M. De Officiis. P. 169.
16
CICERÓN, M. De República. Madrid. : Gredos, 1991. p. 65.
11
Hoy como nunca, se hace necesaria una lectura de Cicerón con el fin de
restaurar nuestra convivencia ciudadana, revisar las estructuras estatales y
cuestionarnos acerca de los fines que nuestros gobernantes persiguen:
¿Serán estos fines lo iustum, lo honestum y el docorum?
BIBLIOGRAFÍA
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