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Ignorar Con Inteligencia

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IGNORAR CON INTELIGENCIA

El arte de ser sabio consiste en ignorar con inteligencia

Sabio no es aquel que acumula muchos


conocimientos y experiencias, sino quien
sabe utilizar de forma efectiva cada cosa
aprendida y además, es capaz de ignorar
todo aquello que no es útil, que no le
permite crecer para avanzar como
persona. Es aquel que sabe diferenciar el
lastre de lo que le ofrece energía.

Vivir es al fin y al cabo economizar y


saber qué es lo importante. Ahora bien,
parece que la mayoría de nosotros no aplicamos esta sencilla regla: según un estudio
llevado a cabo en la Universidad de Harvard las personas tenemos una capacidad
asombrosa de centrar nuestra atención en cosas “que no están sucediendo”. Es decir, nos
preocupamos por aspectos que no son importantes minando nuestra propia capacidad de
ser felices en el “aquí y ahora”.

La primera regla de la vida nos indica que la persona más sabía es aquella que sabe ser
feliz y que es capaz de eliminar de su existencia todo aquello que le hace daño o que no es
útil.

El arte de saber ignorar no es nada fácil de aplicar en nuestro día a día. Ello se debe a que
ignorar supone en muchos casos alejarnos de ciertas situaciones e incluso de personas.
Estamos pues ante un acto de auténtica valentía, que viene precedido siempre de una
discriminación inteligente. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Ignorar es aprender a priorizar

Ser feliz es el arte de la elección personal. Podemos tener suerte en un momento dado,
pero la mayoría del tiempo va a depender de nosotros mismos: de las decisiones que
tomemos. Para ello, es necesario adquirir una perspectiva no solo más positiva de las
cosas, sino también más realista, ahí donde el autoconocimiento y la autoestima siempre
serán fundamentales.

La vida es muy corta para alimentarnos de amarguras y frustraciones: desahoga tus


lágrimas, ignora las críticas y rodéate de quienes te importen y te aporten de verdad.

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IGNORAR CON INTELIGENCIA

Cómo aprender a establecer prioridades

Para aprender a establecer prioridades es necesario dar a cada cosa que nos rodea su
auténtico valor. No el que puede tener de manera objetiva, sino el que puede acumular en
función de nuestras necesidades y deseos. Para ello, debemos atender estas dimensiones.

Si nos cuesta elegir entre lo que es importante y lo que no, es porque tenemos un conflicto
interno entre las cosas que queremos y las que sabemos que nos convienen. Además,
tenemos miedo a “quedar mal”, “hacer daño” o incluso a actuar de una forma diferente a
como esperan los demás si nos atrevemos a romper vínculos.

A mayor nivel de estrés y ansiedad más nos costará establecer prioridades. Así pues,
reflexiona sobre qué situaciones y qué personas tienen auténtico valor para ti en
momentos de calma personal, cuando te notes más centrado/a y relajado/a.

Piensa en aquello que es importante para ti y no para los demás, no temas a las críticas
ajenas o lo que puedan pensar por las decisiones que quieras tomar.

Entiende que priorizar no es únicamente ignorar lo que nos hace daño, es reorganizar
nuestra vida para encontrar espacios propios para ser felices.

Ignorar personas también es saludable

Según un interesante trabajo publicado en la revista Livesciencie, las relaciones personales


que nos ocasionan estrés o sufrimiento afectan a nuestra salud mental. Experimentamos
un aumento de cortisol en sangre y de la presión arterial, hasta el punto de correr el riesgo
de sufrir problemas cardíacos severos. No merece la pena.

Aprender a ignorar a quienes no nos aportan nada

No se trata de ir a malas ni de utilizar ultimatums o chantajes. Saber ignorar es un arte que


puede llevarse a cabo con elegancia y sin llegar a extremos innecesarios. Para ello, ten en
cuenta estos puntos sobre los que reflexionar.

No te preocupes por lo que no puedes cambiar: acepta que ese familiar seguirá teniendo
esa actitud cerrada, que tu compañero/a de trabajo va a ser igual de entrometido/a. Deja
de acumular emociones negativas como rabia o frustración y limítate aceptarlos tal y como
son.

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IGNORAR CON INTELIGENCIA

Ignora críticas ajenas mientras aumentas tu propia confianza. Es muy posible que en el
momento en que decidas poner distancia de quien no te interesa, aparezcan los reproches.
Entiende que las críticas no te definen, no eres tú. Fortalece tu autoestima y saborea cada
paso que das en libertad lejos de quien te hace daño. Es un triunfo personal.

Cuando la ayuda es un acto interesado: es importante aprender a discriminar esos actos de


supuesto altruismo. Hay quien nos repite una y otra vez aquello de “yo lo hago todo por
ti, para mi eres lo más importante”, cuando en realidad, la balanza de esa relación se
inclina siempre hacia un lado que no es el tuyo. Nunca existe el equilibrio.

Cuanto más ligero, mejor. En la vida merece la pena contar con “personas” y no acumular
“gente”, así pues, prioriza y avanza ligero: ligero de enfados, rabia, frustraciones y sobre
todo de personas que lejos de valer la alegría solo valen penas y distancias.

El arte de ser sabio es comprender qué vínculos es mejor dejar de alimentar sin tener
ninguna carga de conciencia por haber dicho “no” a quien jamás se preocupó en decirnos
“sí”.

A palabras necias, oídos inteligentes

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IGNORAR CON INTELIGENCIA

Las palabras hirientes, los juicios, las opiniones infundadas, críticas malintencionadas, etc.
Cada una de ellas son palabras necias que necesitan de oídos inteligentes que no les den
crédito ni les ofrezcan atención.

En otras palabras, no ofende el que quiere sino el que puede y en nuestros oídos
inteligentes está la clave de que alguien maneje nuestra realidad o se pierda en
insinuaciones que solamente desprestigian su imagen.

Como se suele decir, “lo que Juan dice de Pedro dice más de Juan que de Pedro”. Así que
antes de darle importancia a aquellos “consejos”, “opiniones” o “críticas” que no nos
aportan bondad, utilidad o verdad, debemos plantearnos las intenciones de la persona que
tenemos delante.

Los oídos inteligentes ante las personas críticas

No hay mejor signo de pobreza emocional que la crítica continuada y malintencionada. En


cualquier caso, lidiar constantemente con palabras necias suele generar un gran
agotamiento emocional.

Así, para protegernos y alimentar la inteligencia de nuestros oídos debemos tener claro
que:

Para vivir no necesitamos la opinión de nadie.

Las emociones y los sentimientos son siempre válidos y no debemos


avergonzarnos de ello.

Hay que perderle el miedo a sentir y a pensar sobre uno mismo.


Evitemos dar crédito a aquellas frases que se muestras totalitarias (los nunca y los
siempre, por ejemplo).

Escuchar críticas y chismes de manera constante puede saturarnos y hacernos


sentir muy mal.

No podemos olvidarnos de que todo el mundo debe ser respetado, incluso cuando
no sea alguien que respete a los demás. Predicar con el buen ejemplo nos ayuda a
garantizar nuestro bienestar emocional.

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IGNORAR CON INTELIGENCIA

Hay que recordar que las críticas sin fundamento las realizan personas con gran
pobreza emocional y vital. Por eso, si esta persona vive aislada en su resentimiento
y no admite ayuda, nos conviene ser emocionalmente egoístas y alejarnos.

La gente en paz consigo misma no habla mal de los demás

Otro paso para formarnos un escudo protector y hacernos con oídos inteligentes es
aprender a identificar aquellas frases que en apariencia son inocentes pero que encierran
tras de sí malas intenciones.

Este tipo de frases son manifiestamente tóxicas en ciertos contextos:

Cuando se está hablando sobre una afición o habilidad el común “Ojalá tuviera
tiempo para eso” suele ser igual a “tú no tienes tanto trabajo como yo”, “el tiempo
libre es para mí un asunto imposible, yo no vagueo”.

“Como es obvio” “Como todo el mundo sabe”. No, no y no. Ni todo el mundo lo
sabe ni es obvio. El uso de este tipo de apelaciones intenta hacer sentir a la otra
persona ignorante y a quien las pronuncia, superior.

“No tienes derecho a opinar porque tú no conoces estos temas como yo”. No
pueden quitarnos el derecho a opinar ni descalificarnos invalidando nuestros
argumentos con frases del tipo “tus argumentos son estúpidos y no tienen
fundamento”.

“Si mi profesor lo dice, entonces es cierto”. Este tipo de falacias se aprovechan del
respeto que se le tiene a un experto para dar peso a ciertos argumentos.
“Tú me haces sentir fatal”. Apelar a los sentimientos y hacer responsables a los
demás de ellos es otra manera de manipular.

También aquellas expresiones que tratan de emocionar a la gente en vez de ofrecer


argumentos válidos.

“Id a donde queráis, pero yo ahí no voy”. Para terminar esta frase sería adecuado
añadir la coletilla “Y vosotros seréis los culpables de que no vaya, pues sois unos
egoístas que solo pensáis en vosotros”. ¿Captamos el mensaje, no?

Debemos dedicar tiempo a mejorarnos y a construirnos unos oídos inteligentes,


pues eso nos servirá para mantener una actitud saludable ante la vida y cimentar
nuestras relaciones en una buena comunicación y un mejor entendimiento.

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