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Las Cartas Privadas de La Santa de Calcuta

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Carlos Rojas Osorio

Ven, sé mi luz. Las cartas privadas de la Santa de Calcuta

Javier Ciordia Muguerza


Poeta – Ensayista

Acabo de leer un libro de gran anverso de la misma moneda, el más


significación espiritual y, naturalmente, fehaciente alegato de su sed de Dios; una
humana; un libro luminoso- Su título es sed que, a lo largo de toda su andadura
una súplica, ésta: ¡Ven, sé mi luz! Se humana, se tradujo en dación generosa a
trata de Las cartas privadas de la Madre los más pobres, los verdaderos amos y
Teresa de Calcuta (1910-1997), testigo señores de su corazón. Lo dramático e
de la oscuridad y de la misericordia. Su incluso trágico de su caso es, a mi juicio,
editor y comentarista es el Padre Brian que ella se creía inhabilitada para el amor,
Kolodiejchuk, M.C., quien colaboró con tal como lo experimentó durante un largo
ella por más de veinte años. Su traductor, período de su vida; período que describe
desde el polaco, la lengua original del como una secuencia de antítesis
texto, Pablo Carrera. Lo publicó en el irreconciliables y persistentes. Entre
2008 la prestigiosa editorial Planeta en su éstas, las más insobornables, es decir, las
sección de obras de testimonio. Desde que se dan cita consecutivamente en el
sus primeras páginas, el lector descubre trasfondo de su vivir, fueron, tal como
que la autora se autopercibe como una ella misma las formuló, estas tres:
posible santa. Tal era, desde el principio,
su proyecto de vida. En este sentido, Estar enamorada y sin
había declarado ya en algún momento: embargo no amar; vivir de la fe y
―Si alguna vez llego a ser santa, sin embargo no creer.
seguramente seré la santa de la Consumirse y estar, sin embargo
oscuridad‖, (282). Pero, ¿por qué en las tinieblas absolutas. (303)
autodenominarse así? La respuesta, a la
luz de sus cartas, parece ser ésta: porque En esta noche oscura, tan lóbrega
la persistente crisis de fe, pese a su como prolija, la sequedad de su espíritu
abnegada entrega a los más pobres, es llegó a tales niveles, que la experimentó
decir, a los ―parias‖ de la vastísima como la manifestación misma del
Ciudad de Calcuta, jamás se desvaneció infierno. Por eso, refiriéndose al trauma
por completo. No solo no se desvaneció, de su mente en esta época, anotó con
sino que las tinieblas interiores le lucidez en apariencia estoica: ―Si existe el
siguieron tenazmente por todos sus infierno, este debe ser uno‖. (305) Para
caminos. Se trata, pues, no de una crisis ella, pues, el infierno lo llevaba dentro de
cualquiera, sino de un disturbio interior sí; se cifraba en sentirse y en estar,
tan aciago y tan tenso que colinda con la aparentemente, sin Dios, o, lo que es
experiencia del aparente abandono de la igual, en experimentar su propia vida, no
Providencia. De hecho, el término sólo como una ausencia de la
―oscuridad‖ ostenta en este epistolario, un misericordia divina, sino como un
protagonismo indiscutible. No obstante, rechazo de ésta. De hecho, en el
constituye también, como si fuera el transcurso de su vivir hay fases de una

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inusitada lobreguez; fases en las que de vigor y de indulgencia; de


desaparecen todos los estímulos y cristificación y de altruismo. El lector de
consuelos, como si la brújula de su fe se sus cartas encuentra en ellas los
hubiera desmagnetizado y como si no materiales más aptos para la forja de una
experimentase más que la ―infernalidad‖ persona santa. Entre éstos resplandecen,
de su vivir. En una de esas fases llegó a particularmente, cinco: la humildad, la
formular esta escalofriante declaración: misericordia, la oración, el trabajo y la
―Dentro de mí todo es oscuro y siento que inteligencia social. La Madre Teresa se
estoy totalmente apartada de Dios‖ (370). autoconstruyó con ellos y fungió,
En otros momentos, sin embargo, le mediante ellos, como una mujer de Cristo
suplica a Cristo que le dé su corazón, para para los pobres. Fue en éstos, en los
que ella lo pueda amar como Él la ama. pobres y más específicamente, en los más
Es decir, le pide el más excelso amor, desvalidos y andrajosos, donde descubrió
pues, a su parecer, ―no hay amor más el rostro genuino del Nazareno y, como
grande que el de Cristo‖ (344). No consecuencia, quiso aplacar en ellos las
obstante, su situación anímica era a veces angustias del gran ―sediento‖ y del gran
de tal postración, que sólo se consolaba ―pobre‖ de la cruz. En esto, se cifró su
ayudando a otros a que amaran a Dios, ya tarea más ardua y obsesiva. Y, al par de
que ella, según su propio decir, no los este afán por los más menesterosos, el
podía amar (310). Mas, aunque la noche lector detecta en sus cartas una vivencia
le asediara y le obsediera desde todos los insobornable: la del vacío interior; o sea,
puntos cardinales, no perdía, sin embargo, una atroz aridez espiritual.
su camino; antes bien, proseguía
imantándolo con su conducta de fe y de Pero la Madre Teresa era alguien
filantropía. Y, aunque cada vez parecía que no le negaba nada a Dios. Podrá
entender menos ―la humildad de Dios parecer, a veces, que se trataba de una
hecho hombre por amor nuestro‖ (349), criatura ensimismada o centrada en sí
paradójicamente, sin embargo, sabía más misma; mas, si había algo de esto, no era
de Él y más se le aproximaba. en modo alguno por egolatría, sino por
arrancar de sí lo mejor de su yo, es decir,
Pero, si ocurría así era, sin duda, por hacerse más altruista. En sus cálculos
porque cada día se hallaba más no entraba el culto al ―ego‖, sino al tú
impregnada de la ―filosofía‖ divina; esa esencial. De hecho, a la hora de
filosofía que en ella tenía sus ―textos‖ tributársele algún reconocimiento,
más luminosos en la persona de los reaccionaba desde su verdad más honda:
pobres. Cierto que hay seres humanos ―Jesús… me ha concedido una gracia, y
que son como sagrarios ambulantes; pero es ésta: la convicción más profunda de mi
los hay también que ―comercian‖ en las nada absoluta‖ (356). Pensaba también
ideas del Evangelio. Entre unos y otros, que esa nada era ―su verdadera
la Madre Teresa era una síntesis de acción crucifixión‖ (356).
y de contemplación; de vida hacia fuera y
hacia adentro; es decir, mantenía una Por otra parte, al igual que el gran
especie de consorcio entre la calle y el místico y máximo poeta de la literatura
claustro; o, lo que es igual, era española, el inefable San Juan de la Cruz,
simultáneamente una conjunción de ella también sabía dónde se hallaba ―la
reverberos astrales y de eclipses íntimos; fuente que mana y corre‖. Y sabía,
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igualmente, que ―no hay amor más grande la calle, como en el rastreo y el rescate de
que el amor de Cristo‖ (344), razón por la los ―parias‖ del mundo; es decir, una
que aceptaba todo lo que Él le diera, al espiritualidad sufragada por el sentido de
tiempo que ella pretendía darle ―todo lo la misericordia, que es, a mi juicio, la
que Él aceptara de sí misma‖. forma suprema de la inteligencia humana.
Creo, en efecto, que si fuéramos de
Pero, al par que descubría el rostro verdad inteligentes, nos
de Cristo en los más pobres, hallaba compadeceríamos hasta de los astros y
también que la peor enfermedad que seríamos, desde luego, más tolerantes. A
puede experimentar un ser humano se mi parecer, por tanto, este epistolario es
llamaba ―desprecio‖, y que éste, el un texto, más que teórico, existencial. Un
desprecio, reduce al prójimo a la texto entretejido con anécdotas y datos,
categoría de objeto inservible, como lo con experiencias y actitudes, con ideas y
saben todos los que lo han experimentado posturas que pueden ilustrar y acaso
en alguna ocasión. conmover al lector; un texto, en fin, de
alguien que, pese a su gran vacío interior,
Y ahora, mientras redacto estas no le negó nada a Cristo. Teresa de
notas, alguien que ve el epistolario sobre Calcuta aceptó la oscuridad de la fe y fue
mi escritorio, me pide opinión sobre él. por ello ―la santa de la oscuridad‖. Pero
Mi respuesta, quizá algo brusca, por aunque se adueñara de todos sus sentidos,
espontánea, ha sido esta: ―léelo‖. En el jamás dejó de seguir hacia adelante. La
fondo, la razón es obvia, ya que el sed de Jesucristo era, como en el santo
resonador psíquico de cada ser humano es carmelita, su apremio más acucioso. Fue
diferente. Entre el aplauso o el vituperio esta sed la que la llevó a fundar una nueva
de un libro o de cualquier obra de arte e, congregación religiosa: la de las
incluso, de cualquier persona, se Misioneras de la Caridad. Esta se ha
interponen múltiples factores, como son, establecido ya en más de setenta y siete
por ejemplo, la cultura, el interés por la (77) países y cuenta con sobre 300 casas
materia, la sensibilidad estética, los o centros de formación. De acuerdo con
principios ético-sociales, la inteligencia la filosofía de su fundadora, sus asociadas
emocional, las querencias psicológicas, ―han de ser contemplativas en acción‖
los valores, la empatía y otros elementos (415). Como si dijera: sus claustros han
que puedan abogar por la convergencia o de ser las calles; y su negocio, los más
la divergencia en el sentir. desvalidos. La santa de la oscuridad
pasó mucho tiempo rastreando los antros
A mi parecer, las cartas de la callejeros de Calcuta, a fin de rescatar a
Madre Teresa pueden afectar, los más desafortunados. Su obra, en este
particularmente, a quienes buscan de sentido, prosigue todavía.
forma consciente o inconsciente una
significación más honda para sus vidas y, En la contraportada del libro, un
así mismo, a quienes, de un modo u otro, volumen de 478 páginas, hay un
desean desarrollar el sentimiento de fragmento biográfico que se titula así:
projimidad por encima de cualquier otra ―Retrato íntimo de la santa‖. En él se
forma de cultura. En el fondo de las dice, entre otras cosas, esto: ―La Madre
mismas se vislumbra una espiritualidad Teresa se ha convertido en un icono de
que yo calificaría de ―jesucrística‖, caridad y de compasión para personas de
inmersa tanto en la ―conventualidad‖ de todas las religiones y de todos los países.‖
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Nos hallamos, pues, ante una Presumo que el Gran Mártir de la


persona de mentalidad claramente Historia la agasajaba, como caricia
ecuménica. Sus cartas evidencian tanto postrera, con el ―eclipse‖ que se produjo
sus ―luchas internas‖, como su caridad; sobre el Gólgota en el momento de su
las luchas de quien vivió, prácticamente, muerte. Que los doctos en ciencias
en una insoslayable noche oscura, razón místicas lo diluciden. Los que lo son en
por la que se la puede conocer como la materia social ya dilucidaron su aporte
santa de la entrega incondicional a los sociológico, como lo evidencia el hecho
abandonados de la tierra. La Madre de que la Academia Sueca le otorgara, en
Teresa llevaba dentro de sí una inmensa 1979, el Premio Nobel de la Paz. Pero se
noche oscura; pero, hacia afuera de sí era atisba otro reconocimiento en vías de
todo clarividencia. Lo era porque poseía efectuarse: la declaración por parte de la
la inteligencia más alta que puede poseer Iglesia Católica de su santidad. De
un ser humano: la inteligencia ―de la hecho, en la iconografía religiosa actual,
misericordia‖ y ―para la misericordia‖. la Madre Teresa ocupa un espacio de
privilegio. Presumo que lo ocupa, sobre
Y ahora, a modo de colofón de todo, en quienes conocen, al menos
estas notas, un hecho raro y curioso. básicamente, los rasgos de su vida y de su
Sucedió a la hora de su muerte, el 5 de obra. En este sentido, me resulta
septiembre de 1997. El caso fue que, al inevitable recordar que su retrato presidió
tiempo que ella agonizaba, la casa se siempre el escritorio de un colega
oscureció por completo. No sólo falló la académico que se nos fue, hace ya un par
luz eléctrica, sino que fallaron también de años, al trasmundo del mundo. Algo
los dos generadores que la podían habría descubierto en ella, más allá de
reemplazar. El lector se pregunta: ¿no una ingenua forma de pietismo, para que
sería esta experiencia una reconfiguración le otorgara la presidencia de su mesa de
de la oscuridad del calvario, a la hora de trabajo, un día y otro.
la muerte de Cristo? Presumo que sí.

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