Libro Teoría y Practica 3 - Santiago García
Libro Teoría y Practica 3 - Santiago García
Libro Teoría y Practica 3 - Santiago García
del teatro
Santiago García
Teoría y práctica
del teatro
Volumen 3
© Ediciones Teatro La Candelaria, 2006
Calle 12 No. 2-59, Bogotá D. C., Colombia.
Primera Edición: Noviembre de 2006
ISBN: 978-958-44-0410-7
Fotografía de portada: Sandra Zea
Correción: Marta Urdaneta
Diseño e Impresión:
Impresol Ediciones Ltda.
impresol@gmail.com
Calle 78 No. 35-44
Impreso en Colombia
Noviembre de 2006
PRESENTACIÓN 7
CAPÍTULO I
Reflexiones sobre dos obras de
creación colectiva
Notas y contra notas “De Caos & Deca Caos” 13
Sobre el montaje de “Nayra” 25
CAPÍTULO II
El teatro y la memoria
La emigración de las ideas 33
Memoria y mito de nuestro teatro contemporáneo 39
CAPÍTULO III
El arte teatral y
su relación con la realidad
La vanguardia en el teatro 51
Arte y ciudad 69
El conflicto armado en el teatro 75
El espacio en el teatro 79
Relaciones entre el Arte y la Ciencia 93
CAPÍTULO IV
Chéjov cien años
Premisas fundamentales para una investigación de la
dramatúrgia de Anton Chéjov 117
Reflexiones necesarias sobre la narrativa de Chéjov
y su traslado a la acción dramática 135
CAPÍTULO V
La Candelaria hoy
Los 40 años del Teatro La Candelaria
y una mirada al futuro 147
Bibliografía 153
PRESENTACIÓN
6. Frase tomada de su novela “Los inocentes”. Hermman Broch. Ed. Lumen. Barcelona, 2000
NAYRA
Creación colectiva. Dirección: Santiago García
En la foto: Conjunto
Fotografía: Carlos M. Lema
Reflexiones sobre dos obras de creación colectiva 25
Una de las imágenes que más interesó, aparecida en una de las prime-
ras improvisaciones (creo que el proceso de esta obra es, tal vez, el más
“colectivo” que hemos realizado) fue el del periplo, el de la procesión.
Cuando fuimos creando, en la etapa final la estructura general de la
pieza. Arrancamos con una procesión y después todos los incidentes y
secuencias van desfilando como en un largo y sinuoso recorrido, nave-
gando en un zigzagueante río —el río de la memoria— hasta llegar al
final a diluirse en la imagen de los espejos rotos del borracho. Imagen
en la que desembocan los mitos, creencias y supersticiones, que se han
ido sobreimponiendo uno sobre otro en el transcurso de la escena.
Es por lo tanto, más que un símbolo de la memoria rota de nuestro
pasado, algo más profundo, es una metáfora, que como imagen poé-
tica está repleta de múltiples significados.
Durante este desarrollo de la obra no utilizamos cuplis como en “De
Caos & Deca Caos”, puentes que nos permitieran pasar de una ima-
gen a otra, sino que preferimos que las imágenes de cada cuadro, o
“mito” se fundieran unas con otras, de manera que en el paso de una
escena a otra hubiera imágenes múltiples, dos, tres, a veces cuatro,
que ofrecían diferentes encuadres al espectador dada la disposición
circular de la escena. Si en “De Caos & Deca Caos” trabajamos con
el concepto de fragmentación y fractalidad aquí fundamentalmente
empleamos el concepto de simultaneidad.
El otro aspecto que nos parece interesante tratar es el de la analo-
gía de la estructura de “Nayra” con un cuerpo o forma musical. En
la puesta en escena se trabajó como si toda la obra fuera una sin-
fonía con tres grandes movimientos, con sus tonos, sus cadencias,
sus ritmos, silencios, detenciones y explosiones. Que junto con el
tratamiento secuencial de la construcción y desconstruccion de los
mitos, nos sirvió para reemplazar la tradicional estructura “lógica” de
la línea o líneas argumentales como soporte de las acciones y de esa
manera tener acceso a otro tipo de estructura que podríamos llamar
“formalista trascendente”, si se trata de encasillarla en alguna nomi-
nación o tendencia estética.
30 Teoría y práctica del teatro
7. Este aspecto se trata en otro artículo de este volumen —“El espacio en el teatro”— de una
manera más detallada
CAPÍTULO II
El teatro y la memoria
DE CAOS & DECA CAOS
Creación colectiva. Dirección: Santiago García
En la foto: Fabio Velasco y Fernando Peñuela
Fotografía: Carlos M. Lema
El teatro y la memoria 33
se descubre que ya tenían su origen, a veces remoto, con los que uno
viene casi a familiarizarse en una práctica tan compleja como lo es la
Creación Colectiva.
En las últimas obras que hemos puesto en escena con este método o sis-
tema de trabajo —que más bien yo llamaría, como lo hemos declarado
en múltiples ocasiones, actitud— nos hemos puesto a investigar, con la
ayuda de científicos y profesores de corte universitario, temas tan enre-
vesados como la teoría del caos o la exploración sobre el concepto de la
energía, planteada como un fenómeno físico. Con la valiosísima colabo-
ración de estos entendidos, sobre todo en el campo de la psiquiatría y el
psicoanálisis, hemos encontrado que a más de lo relativo a lo inconscien-
te individual se puede hablar de un inconsciente, o de “lo inconsciente
colectivo”, como lo llama Jung, que nos viene al pelo en la búsqueda de
los caminos que va encontrando la invención en los procesos de creación
artística, específicamente en el campo de la dramaturgia.
En la obra “De Caos & Deca Caos”, trabajamos arduamente para
encontrar situaciones o instantes dramáticos que resultaron de im-
provisaciones planteadas por individuos del grupo o por un grupo
de actores. En este proceso que duró más de un año (ciento veinte
improvisaciones), la mayoría de las propuestas, o por lo menos las
más interesantes al ser analizadas, resultaron como consecuencia de
un desarrollo donde lo inconsciente o lo intuitivo había jugado un
papel innegable.
La constatación con nuestros amigos científicos de la presencia —en
un grupo como el nuestro que tiene una larga experiencia de trabajo
colectivo— de un arquetipo colectivo, vino a reafirmar algo que ya
sabíamos desde hacía tiempo pero que no nos habíamos atrevido a
manejar de una manera o actitud más directa, o consciente. Tenemos
enormes reservas del “saber inconsciente” allá en lo profundo de
nuestra memoria colectiva, que podemos aprovechar en los procesos
de una investigación artística. Me parece que este hecho elevó la
calidad de nuestro trabajo en la siguiente obra que fue la de “Nayra,
(la memoria)”.
El teatro y la memoria 35
8. Vélez Martha C. “Los hijos de la gran diosa”. Ed. Universidad de Antioquia. 1999
36 Teoría y práctica del teatro
Desde las enseñanzas que nos traían las experiencias de los europeos
como C. Jung y W. Pauli, lo que nos venía por distintas rutas desde el
oriente con el yoga y el Katakali hindú y las impactantes revelaciones
del teatro Noh de Zeami hasta llegar, en ese entrecruce de caminos al
escenario de nuestro Teatro La Candelaria para transformarse en esta
obra que rinde, precisamente, una especial atención a la memoria.
La otra experiencia digna de anotarse en este viaje de las ideas a través
de los tiempos y los espacios, es la que tuvimos unos meses más tarde
de San Juan Chamula, (cruce azaroso de caminos) cuando, también
por casualidad, el grupo fue invitado a compartir experiencias en un
Festival Cultural del Amazonas, en una pequeña localidad a orillas del
inmenso río, en Puerto Nariño, donde por quinto año se encontraban
conjuntos culturales de etnias de Ecuador, Perú, Brasil y Colombia que
comparten este fantástico territorio donde se han desarrollado durante
milenios, —conviviendo en lo más intrincado de las selvas tropica-
les— culturas, saberes, ideas e imaginaciones con rituales, danzas y
fiestas, como expresión viva de su persistencia hasta nuestros días.
A este lejano rincón de nuestro país viajó La Candelaria para presen-
tar nuestra obra “El Paso” y compartir experiencias con más de treinta
grupos culturales amazónicos.
Allí también, a boca de jarro, nos encontramos con otra de estas en-
crucijadas por donde viajan las ideas. Entre otras cosas, nos topamos
con el espacio de representación milenaria de la llamada maloca. Ya
habíamos oído hablar de ella en nuestras conferencias con los sabe-
dores de estas culturas pero encontrarse allí, en pleno corazón ama-
zónico con este maravilloso recinto de energía pluridimensional que
es la “casa del conocimiento”, mal llamada maloca por los misioneros
católicos, eso es otro cantar.
A partir de Chamula las improvisaciones más interesantes apuntaban
hacía la búsqueda de un espacio circular, un recinto casi a manera de
gran útero que pudiera contener los múltiples mitos e incidentes que
deberían circular en su interior.
El teatro y la memoria 37
ción a la inversa: ¿qué capacidad tienen las ideas (los hallazgos, las
invenciones) para transformar a su vez al arte?
En esta relación que bien puede ser ambivalente, yo pienso que lo es,
—así nos consta en la práctica— hemos hallado un camino abierto
en el encuentro del arte y la ciencia, que en los tres últimos siglos se
nos había mostrado como antagónico. Tanto los artistas hemos des-
confiado de la intromisión de la ciencia con sus valores de exactitud y
de verdad en nuestro quehacer, como los científicos con sus métodos
ortodoxos de laboratorio, han mirado con desconfianza y recelo las
operaciones artísticas, plagadas de intuición, inexactitud y fantasía.
Y específicamente en este campo del viaje de las ideas por caminos,
imposibles de pensar hasta ahora en los laboratorios o en las me-
diciones precisas espacio-temporales, vemos un nuevo camino del
saber, definido como heurística, por el que podemos transitar tanto
los científicos como los artistas. Esta es la disciplina que se ocupa del
problema de la invención, tanto en el arte como en la ciencia. Con
ello se vencen seculares resistencias que aislaban de los centros cos-
mopolitas del saber, a esas regiones diferentes, exóticas, de saberes
no convencionales, distantes en el tiempo y en el espacio y, ahora
se permite que puedan acceder a esa milenaria lucha del ser huma-
no por encontrar, sea donde sea o sea cuando sea, las maravillosas
creaciones de la mente humana que no deben tener otro propósito
que, como decía Bertolt Brecht, “hacer más llevadera y posible la
convivencia entre los hombres”.
El teatro y la memoria 39
Ponencia presentada en el
Foro Permanente de Cultura de Bogotá,
el 20 de diciembre de 2005
El arte teatral y
su relación con la realidad
NAYRA
Creación colectiva. Dirección: Santiago García
En la foto: Fabio Libardo Flórez y Rafael Giraldo
Fotografía: Carlos M. Lema
El arte teatral y su relación con la realidad 51
La vanguardia en el teatro
Ponencia presentada en el
marco del ciclo de conferencias
“Permanencia de las vanguardias”,
evento realizado con ocasión de la
fundación de la Casa del Nadaísmo en
agosto de 2004
trabajamos con la pintora Cecilia Porras y Omar Rayo quien nos dijo:
“vengo de Medellín donde he encontrado un movimiento de locos la
cosa más extraordinaria del mundo. Yo se los tengo que traer acá”.
Ese movimiento se llamaba Nadaísmo.
La programación que teníamos en “El Búho” dependía de los seis di-
rectores y aunque cada uno independientemente montaba su obra, se
mantenía una coherencia en todo lo que se hacía. Los autores más fre-
cuentes en ese momento eran los del teatro del absurdo. Bishler montó
en 1957 “La cantante calva”, de lonesco, por primera vez en Bogotá;
Dina Moscovici a Tardieu y Adamov; Marcos Tychbroher venía de estu-
diar en Estado Unidos y entonces traía toda la vanguardia de ese país,
como “Nuestra ciudad” y “El viaje feliz” de Thornton Wilder, que era
lo más avanzado de teatro experimental en los años 50. Otro montaje
estupendo que hizo Bishler fue “Doña Rosita la soltera”, una de las
obras experimentales de García Lorca. La sala era de aproximadamente
60 puestos y en ella cada mes estrenábamos una obra, es decir que,
con los seis directores, cada uno montaba 2 obras al año. La primera
que hice fue “La conversación sinfonieta” de Jean Tardieu, una obra
muy loca, disparatada, con seis actores y un director de orquesta. Allí
cada actor dice un parlamento en turno, como si fuera una composi-
ción musical con 4 movimientos: la estructura de una sinfonía.
Entre la colección de personajes valiosos que contribuyó al éxito de
este movimiento estuvieron también, entre otros, David Manzur y
el poeta Jorge Gaitán Durán. Se trataba de confrontar las diferentes
propuestas dramatúrgicas además del gran aporte de los pintores, de
los músicos, del jazz; se hacían sesiones de poesía, de literatura. Y así
llegó Gonzalo Arango quien trajo su obra “HK 111”, que montamos
bajo la dirección de Fausto Cabrera; otro éxito notable. Este movi-
miento era de una gran coherencia y, lo que hoy podríamos llamar,
con un sentido profundo del postmodernismo. Por ejemplo, aunque
trabajábamos mucho con el teatro del absurdo también poníamos en
escena obras de Bertolt Brecht, el opositor número uno del teatro
del absurdo. De él se presentó “Los fusiles de la señora Carrar”, que
60 Teoría y práctica del teatro
tuvo un impacto muy fuerte. Fue tal la acogida en los nuevos sectores
del arte que, especialmente Marta Traba empezó a publicar materiales
sobre nuestros trabajos en El Tiempo. Por su gran influencia en ese
periódico, relacionado con las altas esferas, ubicó a nuestro grupo
como teatro de élite, un teatro que no tenía el olor de santidad del
pueblo, algo que era muy bien visto, de todas maneras.
Antonio Montaña también se unió al grupo por esta época, con algu-
nas de sus obras. Era un teatro influenciado por Beckett, por lonesco,
por el teatro del absurdo… Montaña propuso tres obras en un acto
que se estrenaron en el Teatro Colón: “El tiempo y la trompeta”,
“Los trotalotodos” y “También cenizas”, obras que si bien eran muy
“beckettianas” y raras, en ese momento eran muy necesarias. Se pre-
sentaron en el Colón, dos o tres veces no más, con el teatro lleno;
asistieron familiares y la gente bien de Bogotá, claro. El espectáculo lo
dirigía Dina Moscovici y la escenografía era de David Manzur, quien
también actuaba. Además había dos viejitos, como en “Esperando a
Godot”, que representábamos Bernardo Romero y yo, que decíamos
cosas muy dislocadas. De pronto entraba Germán Moure, un angelito
que llegaba trayendo un mensaje algo incoherente. El arlequín que
estaba en el trapecio, David Manzur, permanentemente decía: “estoy
aburrido”. Era un parlamento que repetía durante toda la obra hasta
que al final, desde el gallinero alguien gritó: “Yo también”. Eso fue la
hecatombe, un incidente muy doloroso pero comprensible con una
obra tan arriesgada y poco comprensible para el público recatado de
Bogotá, pero sin lugar a dudas de una gran calidad estética.
No se si por ese incidente o por alguna otra cosa, resolví meterme a
estudiar más a fondo el cuento del teatro. Me gané una beca para ir a
estudiar a Checoslovaquia en una escuela de teatro muy rigurosa y or-
todoxa. Por este hecho preferí cambiar la beca que tenía para estudiar
seis años, por la realización de una especialización de arquitectura en
teatro, en la misma facultad de Artes Musicales (teatro, cine, música,
danza y arquitectura) que solo duraba dos años y medio. Planteé la
situación ante el Ministerio de Cultura justificando que ese mismo
El arte teatral y su relación con la realidad 61
Esa exploración hacia los por qués es la esencia del planteamiento del
teatro épico de Brecht y por eso desarrolla toda una técnica parecida
a la de Stanislavski pero con un resultado aparentemente inverso, es
decir, si Stanislavski planteaba la identificación del actor con el perso-
naje, Brecht planteaba el distanciamiento, la no identificación, el no
ensimismamiento del actor en su personaje, sino al contrario; el actor
tiene que hacer un ejercicio para salirse de él, del personaje, para ob-
servar qué es lo que está haciendo. Es una especie de disociación que
en alemán tenía una palabra muy complicada que era el verfremdung
efect o “efecto de extrañamiento”. La palabra alemana es muy difícil de
traducir porque quiere decir: alejamiento, alienación, extrañamiento,
enrarecimiento. Es en cierta medida, ya pasando al plano del teatro, la
“historización” y no la “presentización” del acontecimiento, tal como lo
planteaba Aristóteles: al presentar un acontecimiento, desde el punto
de vista dramático, se procura que lo que está sucediendo parezca de
verdad, es decir, si estamos representando la escena en la que Otelo
estrangula a Desdémona, hay que hacerlo por parte del actor de tal ma-
nera que el espectador se identifique y crea que la está matando aunque
sepa que no es así… Es imposible que la mate todas las noches, que
la estrangule de verdad. Bueno, a no ser que la esposa del actor sea
Desdémona. Entonces tiene que parecer, llegar a un grado de imitación
tan profundo, de mímesis, que según Aristóteles, tiene que producir en
el espectador los efectos del teatro clásico griego, la catarsis, como la
purificación profunda de los sentimientos del espectador, la anagnórisis
o sea el reconocimiento y la peripecia, o el cambio de fortuna.
La última etapa de este periodo que estamos analizando, como digo,
fue mi participación en la creación del Teatro Estudio de la Universi-
dad Nacional, espacio que compartí de nuevo con Fausto Cabrera y
Dina Moscovici, y con Carlos Duplat y Carlos Perozzo, dos nuevos
directores y futuros dramaturgos que se sumaron a este proyecto. Allí
pude, entre otras cosas, poner en práctica mis estudios de Praga sobre
Bertolt Brecht con el montaje de dos nuevas obras: “Un hombre es un
hombre” y “Galileo Galilei”. Siguiendo la corriente de “El Búho” inte-
gramos en el montaje a dos destacados artistas plásticos. En la primera
66 Teoría y práctica del teatro
NAYRA
Creación colectiva. Dirección: Santiago García
En la foto: Fabio Libardo Flórez y Rafael Giraldo
Fotografía: Carlos M. Lema
El arte teatral y su relación con la realidad 69
Arte y Ciudad
Conferencia presentada en el
Foro Permanente de Cultura,
20 de diciembre de 2005
Ese, diría yo, sería el verdadero papel de la subversión del arte contem-
poráneo. Su tarea de poner orden al desorden del pensamiento y las pa-
siones, angustias y odio de nuestro mundo, de nuestra ciudad actual.
Voy a terminar mi intervención con el planteamiento de que en una
sociedad y una ciudad como la nuestra, el arte exija un espacio para
la investigación, que los espacios de experimentación tengan una pre-
sencia y una posición importante. Porque la investigación es la base
de cualquier arte. Sin investigación no hay experimentación y por
lo tanto, no hay invención. El arte siempre ha sido invención, es lo
que el hombre ha inventado desde la maravilla de los frescos de las
cavernas de Altamira hasta la estremecedora denuncia del Guernica
de Picasso. Esas, precisamente son invenciones del hombre acerca de
la realidad, pero para inventar esa nueva realidad tiene que entrar en
ese proceso, debe hacerse presente en él, la investigación. Desgra-
ciadamente ese espacio de la investigación en el arte está reducido
a un lugar mínimo en las universidades, en los talleres, en las acade-
mias, en los estudios de los artistas. En nuestras universidades no hay
espacios de investigación sino unos cuartitos, unos rincones, unos
cuchitriles donde se dice que hay unos investigadores de literatura,
de pintura, de música y de danza. He tratado de hacer en la Universi-
dad Nacional un espacio de investigación para el teatro y ha sido casi
imposible. Al hablar uno de investigación inmediatamente lo voltean a
mirar como si fuera un loco y dicen: ¿Qué es lo que se va a investigar?
¿Qué le va a investigar al arte?
La investigación le pertenece a los estados más desarrollados donde
sí hay espacio, hay dinero en las universidades, en los centros cultu-
rales, en las fundaciones. Allí sí hay estos espacios de investigación
con recursos adecuados. Aquí hemos tratado por muchos medios,
estamos insistiendo casi desde el comienzo de nuestra carrera teatral
con La Candelaria, o antes en la Universidad Nacional con el Teatro
Estudio de la Universidad Nacional, uno de cuyos primeros resulta-
dos fue el montaje de “Galileo Galilei”.
74 Teoría y práctica del teatro
El espacio en el teatro
Ponencia presentada a la
Escuela Piloto de
Investigación Teatral de Boyacá
en agosto de 2004
tantes en los trágicos griegos del siglo V a.c. que no solamente se trata,
o se trataba de representar un espacio-tiempo que era el de la realidad
representada en ese mismo espacio-tiempo, (por ejemplo el ingreso al
palacio de los atridas o la roca Tarpeya donde estaba encadenado Prome-
teo), sino también a otros espacios que simultáneamente “aparecían” en
la escena, sobre todo aquellos en los que sucedían los hechos más catas-
tróficos o sangrientos, que en general los trágicos trataban al máximo de
evitar (representarlos realmente); los asesinatos, las muertes, las guerras
sucedían fuera del escenario. Se suponía que estas acciones tenían lugar
en otro espacio-tiempo y que eran representadas valiéndose de una viva
descripción interpretada verbalmente en la escena, o por un mensajero
o por los mismos protagonistas. Estos espacios virtuales de la represen-
tación eran poéticamente revividos por medio de la expresión verbal y
llegaban a producir impactantes imágenes en la mente del espectador.
Pero para nuestras cuentas tenemos que contar con un espacio-tiem-
po real en el que sucedía la acción fundamental que, como hemos
dicho anteriormente, se procuraba que fuera una sola. Unitaria, por
que con ello, en esa condensación, se podía lograr el máximo de la
fuerza expresiva del drama.
En el caso de la “Orestiada” por ejemplo, tenemos en cada una de
sus tres partes una sola acción fundamental: en la primera el asesi-
nato de Agamenón, en la segunda la ejecución de Clitemnestra por
sus hijos Electra y Orestes y en la tercera, el juicio de Orestes por su
matricidio. En cada una de estas acciones se centra todo el conjunto
apoyado por otras acciones secundarias o accesorias que no tienen
un fin diferente que el de la condensación de la acción principal.
Sin pretender que este espacio dramático sea un género o pueda ga-
rantizar algún canon de calidad, el tenerlo en cuenta para los distintos
objetivos o fines de las múltiples dramaturgias de todos los tiempos,
puede enriquecer los medios expresivos del arte teatral.
En La Candelaria, varias veces hemos recurrido a este tipo de espa-
cio-tiempo. Un ejemplo muy claro que podemos presentar es el de la
El arte teatral y su relación con la realidad 83
creación colectiva de “El Paso”. Allí creamos una obra que sucede en
un solo espacio, una taberna en un cruce de caminos de una región
desolada durante un espacio de tiempo un poco indeterminado, pero
que puede ser el tiempo presente, y en un transcurso de la acción que
es la que podríamos llamar una jornada. Ni el espacio ni el tiempo
están cortados, son los mismos desde el inicio hasta el fin de la obra.
También la acción que se limita a ser la llegada o la intromisión a la
taberna de dos sujetos “extraños” que transforman con su presencia
y sus acciones este pacífico espacio en otro de conflicto y de muerte.
Es un espacio que exige la unidad para lograr los fines de la parábola
sobre los tiempos presentes que vive nuestro país en esta era del nar-
cotráfico y el oportunismo servil.
Para Brecht que se oponía categóricamente a este espacio, sin em-
bargo y casi a su pesar, lo utilizó en dos obras suyas de innegable
importancia: “Galileo Galilei” y “Los fusiles de la señora Carrar”.
2. El espacio épico
Al contrario del espacio dramático, el que llamamos épico, es el que
exige no uno, sino múltiples espacios y tiempos a través de los cuales
se narra, a la manera épica, un acontecimiento extenso. Brecht lo uti-
liza en gran parte de su propuesta dramatúrgica, porque para él por
encima del interés de los hechos en sí mismos, priman las causas de
los hechos. Con el fin de lograr este desplazamiento del interés (o de
los intereses) del espectador el dramaturgo extraña, enrarece el acon-
tecimiento, lo distancia y también diríamos que lo desubica de un
espacio principal para colocarlo en uno lateral y múltiple, con el cual
las causas o los orígenes de los problemas o conflictos de los hom-
bres se van a un primer plano. A la manera del teatro del medioevo,
el teatro de plaza, que cuenta episodios de la vida de los santos, o en
una serie de cuadros de la pasión de Cristo, la unidad del espacio se
rompe en una serie de sucesos que abarcan, muchas veces toda una
época, narrada en episodios, cada uno de los cuales tiene una vida e
independencia propias.
84 Teoría y práctica del teatro
10. Así llaman los mecánicos en su habla popular al elemento de los engranajes de movimiento
de los ejes del automóvil que permiten el cambio de dirección
El arte teatral y su relación con la realidad 85
Nos interesaba trabajar más sobre un tema que sobre una narración,
por esa razón este género de espacio anti-dramático nos cae como
anillo al dedo.
En un cuadro muy esclarecedor Brecht propone la oposición entre su
propuesta épica y la dramática (aristotélica).
Espacio Dramático Espacio Épico
• El crono-topo tiende a presentarse
• El tiempo-espacio tiende a ser unitario como partes relativamente independientes
• La acción transcurre dentro de una • La acción está quebrada, es discontinua
continuidad
• El espectador debe ser “un extraño”, no
• El público es invitado a la identificación se identifica con la acción
• Empatía • Crítica
• Se muestran los hechos como si • Los hechos se presentan como ya
sucedieran sucedidos
• Importa el hecho en sí • Importan las causas de los hechos
• Se contribuye a que los hechos se
• Los sucesos deben hablar por sí mismos hagan comprensibles
• Se habla al público como unidad • Se desintegra esa unidad
• La sociedad contemplada como parte de • La sociedad contemplada con un
la naturaleza enfoque histórico
espacio-tiempo: “Nada por el norte, nada por el sur, nada por el este,
nada por el oeste, nada, nada ni una nube en el cielo”. Este es el
primer parlamento del personaje que viene del fondo de un oscuro e
indeterminado lugar. Pretendía plantear una obra en la que el tiempo
se detuviera en cero, para permitirle a Aldo Tarazona, el protagonista,
reflexionar un momento, sobre el por qué de su existencia.
Y así durante la pieza, el tiempo va para adelante, va para atrás, se
detiene. Se juega con él, inspirados en el juego de “Alicia en el país de
las maravillas”, de Lewis Carroll, para escapar de las leyes inexorables
de la realidad.
No se trata de revivir un espacio abstracto para hacer un teatro abs-
tracto, sino de utilizar esos recursos como medios técnicos para lo-
grar los propósitos de mi teatro que se preocupa por desentrañar los
intrincados problemas de la existencia humana.
En nuestra última obra, o la más reciente, “Nayra”, creación colecti-
va del grupo, llegamos casi hacia el final del montaje, a concebir un
espacio intencionadamente abstracto, un gran útero, que ocupa la to-
talidad del escenario, en el que cupieran todas las escenas, los mitos,
que circulaban errantes durante el transcurso de la obra.
El espacio era la forma (la gran forma casi abstracta) que iba a servir
de contenedor de los múltiples significados de la pieza (los mitos).
Este gran y oscuro contenedor, sin forma concreta, albergaba en un
octágono al público y la escena para que en él se dieran las múltiples
circunstancias de convivencia sincrónica de los rituales que navega-
ban como en una mágica procesión, por el inconsciente y la memoria
de público y actores.
4. El espacio performático
Vamos a atenernos a la definición de que performático es un aconte-
cimiento que no pretende ser otra cosa sino lo que es, en el lugar que
es y en el momento que es. De esta suerte un espacio performático
88 Teoría y práctica del teatro
Otro caso que nos aclara más este concepto es uno de los últimos
montajes del grupo peruano Yuyachcani, la obra “Made in Perú”. Se
propuso para su presentación un pasaje comercial de una calle céntrica
de Lima. Las vitrinas del pasaje son utilizadas como los espacios de
los múltiples “cuadros” con los que se estructura la dramaturgia del
espectáculo. Claro que el espacio escénico es un pasaje comercial,
donde se representan una serie de incidentes o sucesos como si fueran
productos para ofrecer al público que circula por el pasaje, que van
desfilando de vitrina en vitrina, casi como sucedía en la organización
de los espectáculos de plaza del medioevo, donde el público iba des-
filando de escenario en escenario, de paso en paso, a lo largo de una
representación que en realidad esta más estructurada como una narra-
ción épica de sucesos, que como un incidente totalmente performático
que tiene lugar en ese “aquí y ahora” del pasaje comercial limeño.
Por último, en relación a este tipo de espacio, tendríamos que anotar
que un verdadero espacio performático está en el terreno peligrosísimo
propio del naturalismo, en este caso ultra-naturalista, ya que lo repre-
sentado “es” y debe ser verdaderamente lo representado. Esto, desde
el punto de vista estético, nos lleva a una situación límite, en la cual
para que la realidad se “transforme” en otra realidad que la transcien-
da, y que es el problema fundamental del arte, tiene que ocurrir una
operación de altísima calidad. Por eso los intentos de lo que actual-
mente se ofrece como moda en el mercado del espectáculo contem-
poráneo, como por ejemplo el “Reality Show”, para que llegue a tener
valor artístico tendría que trascender los límites de la superficialidad o
de la banalidad que le impone su carácter comercial, fundamento de
la creación teatral, pero cuando los experimentos o las novedades son
solo intentos formales, tenemos que pasar por encima de ellos y seguir
nuestro azaroso camino de búsqueda e investigación.
Uno de los fundamentos más llamativos de la creación artística es el
juego. El arte juega con la realidad, con el tiempo, con el espacio y lo
más importante, juega con las relaciones de los hombres.
92 Teoría y práctica del teatro
Este carácter lúdico es el que aproxima la labor del artista a las haza-
ñas o los pasatiempos de los dioses. Basta recordar la paradigmática
obra en este sentido “Sueño de una noche de verano” de W. Shakes-
peare. Esta extraordinaria posibilidad de jugar con el espacio-tiempo
es lo que hemos tratado de exponer en esta clasificación, un tanto
arbitraria, de los cuatro crono-topos para encararlos como medios
expresivos en manos del creador del espectáculo teatral, como “me-
dios”, recalco, y no como fines, como objetivos programáticos de
determinadas tendencias teatrales. Así como tampoco por el hecho
de interesarse el Odin Teatret de E. Barba por la antropología del
teatro no se puede afirmar que ese grupo artístico hace “teatro antro-
pológico”. Igual en todos los ejemplos que he propuesto, dentro de
los cuales le doy especial importancia a los del Teatro La Candelaria
(porque es el que más conozco). Los espacios que tratamos no nos
definen el género, ni el estilo, ni la tendencia ideológica del grupo,
ni de la obra.
Son espacios-tiempos utilizados como medios expresivos para lograr
un determinado objetivo, a veces antagónico a las características de-
finitivas de cada crono-topo.
En los archivos de trabajo de B. Brecht, que tuve oportunidad de
reburujar por allá en 1959, cuando estudiaba teatro en el Berliner
Ensemble, encontré que uno de los últimos proyectos en los que tra-
bajaba el dramaturgo alemán antes de su muerte, era ni más ni menos
que “Esperando a Godot”. Nada más antagónico a las propuestas
brechtianas que esta obra que reclama un espacio abstracto. Pero se
puede, si se toma como espacio-tiempo de juego, tal como lo hemos
hecho en nuestro grupo. El problema del espacio-tiempo no es una
ideología, es una forma.
El arte teatral y su relación con la realidad 93
Ponencia presentada en la
Escuela Piloto de
Investigación Teatral de Boyacá
en noviembre de 2005
pias obras con un método que aparece por esa época, del cual hemos
hablado en múltiples ocasiones, llamado Creación Colectiva. También
por esta época aparece como ayuda puntual de este método, la nueva
ciencia de la semiótica o la semiología y con ella, la colaboración en
nuestra Escuela Nacional de Arte Dramático del semiólogo Giorgio
Antei, discípulo de Humberto Eco, que nos traía de primera mano, las
enseñanzas más recientes de las ciencias de la comunicación.
En nuestras primeras creaciones colectivas como “Nosotros los Co-
munes”, o “Guadalupe años sin cuenta”, el aporte de Antei fue de un
valor innegable. Trabajamos sobre las estructuras narrativas y temá-
ticas; los valores de relación entre los significados de las imágenes y
los signos. Tanto Buenaventura en el TEC como Carlos José Reyes y
otros dramaturgos que sería un poco largo enumerar, nos dimos a la
lectura y al estudio de Eco, Julia Kristeva, Jakobson, Rossi-Landi y a
todo artículo y estudio de esas disciplinas que nos caían a la mano.
Era una moda, pero yo la llamaría, una moda sana que si a algunos
confundió un poco, el resultado en líneas generales fue más que satis-
factorio. En casi todas las escuelas de teatro se introdujeron esas ma-
terias en el campo teórico, y lo mejor de todo fue que en la práctica,
se refundieron muy afortunadamente con la dramaturgia.
Pero todo tiene su evolución, —estoy hablando de los años sesenta y
setenta,— de manera que ya por los ochenta empezamos a exigirnos
una mayor profundidad de estas relaciones, sobre todo en lo relati-
vo a la parte de las sensaciones, de los sentimientos y de la fantasía
(irrealidad), por que la aplicación demasiado directa o dogmática de
los principios de la lingüística, en vez de enriquecer nuestro teatro
lo que podían era llevarlo al terreno de lo especulativo, falsamente
trascendente, como lo constatamos por desgracia en muchos casos,
donde el malogrado paganini, claro, resultó ser el público. Por ejem-
plo, lo de los lenguajes no verbales, había que tomarlo con prudencia
y cálculo, para no caer en un esteticismo, en donde el privilegio ab-
soluto de la imagen visual y sonora, derrotaba inmisericordemente a
la palabra.
El arte teatral y su relación con la realidad 95
En la ciencia, como en la vida (y por tanto el arte), uno sabe muy bien
que una sucesión de acontecimientos puede llevar a un punto crítico
en el cual una pequeña perturbación inicial se transforma en un suceso
de proporciones gigantescas. Este principio nuevo y revolucionario en
la ciencia ya se conocía en el viejo folclor de nuestros pueblos, como
en esta canción:
A falta de un clavo se perdió la herradura
A falta de la herradura se perdió el caballo
A falta del caballo se perdió el caballero
A falta del caballero se perdió la batalla
A falta de la batalla se perdió el reino14.
Sobre la geometría fractal
Otro de los aspectos más atractivos de las matemáticas del siglo XX
que nos llenó de expectativas y curiosidad por conocer sus principios,
fue el de la llamada Geometría Fractal.
De esta suerte, desde que empezamos a trabajar en “De Caos & Deca
Caos” nos procuramos toda la bibliografía que pudimos conseguir así
como conferencias y charlas de especialistas en esta materia.
Ya desde 1975 Benoît Mandelbrot, máster en aeronáutica y doctor en
matemáticas de la Universidad de París, sorprendió al mundo de sus
colegas con la “Geometría fractal de la naturaleza”. Denominó frac-
tales (del latín fractus-irregular o ruptura) al conjunto de formas que
por un proceso de repetición se caracterizan, según él, “por no ser di-
ferenciables, poseer detalles a toda escala, por tener longitud infinita,
y por exhibir dimensión fraccional”15. Conjuntos y características que
14. De la canción folclórica “Faute de Clue” citada por Norbert Wiener en “Non linear predic-
tion and dynamics”. Wiener es precursor de la teoría del caos
15. Benoît Mandelbrot. “Los objetos fractales”. Tusquets Editores. Barcelona, 2000
102 Teoría y práctica del teatro
17. Tomada del libro “Fractales para profanos”. Gustavo Rubiano. U. Nacional de Colombia.
Bogotá, 2002
104 Teoría y práctica del teatro
cero o energía del vacío, incertidumbre que nos habla de cómo ahora las
leyes fundamentales expresan posibilidades no certidumbres”20.
Ello es lo que abre paso al azar, a la contingencia, al dominio de lo
irreal en una nueva concepción de la realidad y vemos aparecer en la
novela, en el cine y en el teatro este factor como, si no determinante,
por lo menos poderoso aliado de las estructuras más interesantes de
las artes de la representación contemporánea.
Muchos son los casos que podemos citar, hablaré solo de algunos: el
de uno de los narradores más importantes de las letras norteamerica-
nas, Paul Auster, que utiliza este principio como básico en sus mara-
villosas novelas, por ejemplo en la “Noche del oráculo”21, cuando el
protagonista de la novela, que a su vez es un novelista desesperado,
toma como modelo narrativo un argumento de Dashiell Hamet en
el que un hombre abandona la vida que lleva y desaparece de pronto
a partir de un accidente inusitado: un día andando por la calle , una
viga se desploma desde el décimo piso de un edificio y casi, por cen-
tímetros, le destroza la cabeza; en ese instante cae en cuenta que el
mundo no es tan ordenado y racional como creía. Este pensamiento
le hace cambiar su vida y de allí nace una nueva novela.
De esta noción, también se hacen estupendos guiones de cine de
vanguardia, como “Magnolia” de Paul Thomas Anderson o “Amores
perros” de Alejandro González Iñarritu, “Como un barril de pólvora”
de Goran Paskaljevic que entre otras cosas, era una obra de teatro,
y últimamente “Reconstrucción” del joven director danés, Cristoffer
Boe solo para citar algunos.
Dice Auster, “es el azar quien gobierna el mundo. Lo aleatorio nos
acecha todos los días de nuestra vida; una vida de la que se nos pue-
de privar en cualquier momento, con o sin razón aparente”22.
Esta nueva manera de ver la realidad nos dio pie para poder tramar
que es esa la esencia de nuestra obra, una “trama” —la estructura ba-
sada en entrecruces, azares, incertidumbre, desconciertos—, ya que
la materia de nuestra existencia no es sino, como dice Shakespeare, el
trastabillar de un loco por la escena.
Para terminar este recuento de nuestras experiencias de acercamien-
to y colaboración con algunas disciplinas, debo referirme a la im-
portante influencia que tuvo en nuestros dos últimos trabajos, “De
Caos & Deca Caos” y “Nayra”, la presencia de la sicoanalista Martha
Cecilia Vélez23, profesora de la Universidad de Antioquia quien nos
introdujo al estudio de Carl G. Jung en lo referente a sus teorías del
arquetipo y posteriormente, sobre todo en “Nayra”, al conocimiento
de la sincronicidad24.
La teoría de Jung de que el arquetipo es ese espacio de “lo incons-
ciente” —para nosotros muy relacionado con la energía— donde se
originan determinaciones de la conducta individual y donde “nacen”
también los fenómenos relativos a la mitopoiesis, esto es, al origen
de los mitos y las fantasías, descubrimiento que para nuestro proceso
de trabajo fue de vital importancia, y luego en las improvisaciones y
planteamientos de la estructura caótica de “Nayra”, reconocer que
no solamente obramos bajo el influjo del arquetipo individual sino
que podemos también, considerar un “arquetipo colectivo”25.
Estas teorías de Jung, como es de suponerse, nos cayeron muy opor-
tunamente como sustentación de la creación colectiva porque mu-
chas de las mejores ocurrencias artísticas nos vienen de una memoria
resultante no solo de nuestra convivencia como conjunto –casi cua-
renta años– sino como expresión de una memoria colectiva social.
Por eso buscamos en el subtítulo de la obra “Nayra” rendir un reco-
nocimiento a esa “memoria”.
23. Vélez Martha C. “Los hijos de la gran diosa”. Ed. U. de Antioquia. 1999
24. “La Sincronicidad”. Carl G. Jung citado en la bibliografía
25. “Los arquetipos y lo inconsciente colectivo”. Carl Jung. Ed. Trotta. Madrid, 2002
112 Teoría y práctica del teatro
35. Ibíd.
36. Revista Europea No. 104-105 dedicadas a Chéjov. Les editeurs français reunis. París, 1954.
Traducción Santiago García
Chéjov, cien años 123
51. Ibíd.
52. Ibíd.
53. Bloom Harold. Shakespeare. “La inversión de lo humano”. Ed. Norma. Bogotá, 2001
Chéjov, cien años 131
de ellos en algunos parlamentos. Este, tal vez, es otro de los valores más
elevados de su dramaturgia. No dejarse arrastrar por sus opiniones per-
sonales para ponerlas en boca de esos seres atormentados, a veces con la
esperanza perdida de cualquier futuro, o por el contrario, de un optimis-
mo desaforado. Si hay muchos aspectos autobiográficos en algunos de
sus médicos, escritores o poetas, ninguno de esos personajes es Chéjov.
El libro de Ilya Ehremburg “Al encuentro de Chéjov”57, que se ocupa
en gran parte de este problema arroja datos importantes sobre la
actitud “personal” del autor hacia los acontecimientos y la vida social
de su momento. Pero faltaría aún encontrar un estudio que se ocupe
de una manera más profunda en relacionar su estética, sobre todo la
de su obra, dramatúrgica, con un contexto social.
I. Ehremburg habla del profundo interés por la situación de la clase
humilde, los desamparados, de la humillante vida de los mujics, y de
las esperanzas o posibilidades de un necesario cambio.
Da cuenta, como otros biógrafos, de un viaje hasta el extremo del
imperio ruso, la isla de Sajalin, para conocer de primera mano la
terrible realidad de los presos en ese confín del mundo; del impacto
que produjo en su espíritu esa penosísima experiencia, como médico,
como periodista pero también como narrador y como pensador de un
momento crucial, casi decisivo de la política de su tiempo.
Hay que pensar que Chéjov vive en los albores de la revolución sovié-
tica, que muere apenas un año antes de lo que Lenin llamó el ensayo
general (como en teatro) de la revolución, que es el levantamiento de
1905. Esto lo sabía y lo sentía, lo preveía el escritor.
Sin embargo, y ahí está lo interesante, en ninguna de sus quince
obras de teatro, encontramos personajes importantes, destacados,
que sean o representen al proletariado, a las clases trabajadoras fu-
turas protagonistas del acontecimiento más importante del siglo XX.
Los encontramos por ahí rondando casi como figurantes, medio mu-
dos, sometidos, serviles a los caprichos de sus señores. Como Fritz
o las abnegadas amas de casas o criadas. O los tímidos profesores de
provincia.
Pero en esa casi nula presencia, está el conflicto. Allí es, entonces,
donde se pueden aplicar con toda su fuerza y eficacia los aspectos
enumerados anteriormente, del subtexto, de lo no dicho, de la atmós-
fera, de los lenguajes no verbales, del antihéroe o de la incompletud
y de lo faltante.
Ello es lo que, a mi parecer, hace imperecedera la obra de Chéjov.
Lo que logra, sin “modernizarla” que sus piezas hablen de cualquier
presente, en cualquier espacio, donde la lucha contra la injusticia o
la utopía por una vida mejor y más digna del ser humano no se ha
ganado.
El estudiante A. Serebrov recogió en una conversación en la noche,
uno de los últimos comentarios de Chéjov, poco antes de su muerte,
que en cuanto a su preocupación por los problemas sociales de su
tiempo, me parece muy esclarecedor: “Dice usted que ha llorado en
mis obras (…) no es para eso que las he escrito. Lo he hecho para
decirle a la gente solo una cosa: miraos bien y fijaos en la realidad inutil
y triste que llevais. Lo más importante es que la gente se de cuenta de
esto. Y cuando lo entiendan seguro que construirán otra vida mejor
(…) Yo no lo veré pero lo sé, será una vida completamente nueva (…)
¿Y los que ya lo han entendido? Bien, estos ya encontrarán el camino
sin mí… Bueno, vamonos a dormir, se acerca una tormenta”58.
60. Conversaciones recogidas por Elsa Triolet en “La Historia de Anton Chéjov”. Les editeurs
francais reunis. París, 1954
138 Teoría y práctica del teatro
3. La cotidianidad de la situación
Casi tendría que ver con el concepto de “epicidad” de lo diario, de lo
épico que uno puede encontrar en la vida cotidiana de las personas
comunes, concepto que Bertold Brecht llamaría epich en alemán, es
decir épico, popular o cotidiano. También lo podríamos relacionar con
lo minimalista, el valor de lo mínimo en una situación mínima. En casi
todos sus cuentos y relatos este valor está presente y se destaca para
encontrar en lo no notable, el valor de lo más notable del conflicto.
Los narradores se afanan por encontrar situaciones y acontecimien-
tos importantes, extraños, que se destacan de la vida común; aquí la
propuesta es todo lo contrario. Se buscan episodios sin trascenden-
cia, banales, para en ellos encontrar casi como al descuido, casi por
casualidad, lo notable y lo trascendente de la vida humana. Estaría-
mos tentados a llamar esta característica de la narrativa chejoviana “la
trascendencia de la intrascendencia”. Como el mismo Chéjov afirma
en una de sus conversaciones, no por voluntad del autor, sino porque
es así que pasa en la vida real:
“–¿Entonces, naturalismo a lo Zolá?
–No, ni naturalismo, ni realismo. No hay que añadir ni adjuntar nada en
un cuadro. Es necesario dejar la vida tal cual es y las gentes tal cual son
verdaderas y engreídas”61. Por ello en este teatro se indaga o se explora
en el valor de los gestos, en la trascendencia de un pequeño ademán,
en la dilatación de las pausas y de los silencios, para que en “lo no
dicho” se pueda encontrar la verdadera forma expresiva de la dramatur-
gia. Trabajo este que evidentemente, debe estar a cargo del dramaturgo
(autor), del director, del escenográfo y sobre todo del actor.
Un determinado personaje para “mostrar” toda la profunda melanco-
lía y la frustración que corroe su alma, la expresa cantando una can-
cioncita popular o tan solo tarareándola allí en el interior de su alma.
61. En las conversaciones de Chéjov con Souvorine en “Chéjov por sí mismo” de Sophie Laffitte.
Ed. du Seuil. París, 1955
Chéjov, cien años 139
Con esta pauta los medios expresivos de los que tendrá que echar más
a mano el actor y el dramaturgo son los gestuales o los tan eficaces
de los lenguajes no verbales. “A menudo uno come, uno bebe, uno
flirtea, uno dice bobadas. Eso es lo que se debe ver en la escena. Es
necesario escribir una pieza donde las gentes vayan, vengan, coman,
hablen de la lluvia o del buen tiempo, jueguen cartas”. En su relato
“Los enemigos” dice: “No sé por qué, la felicidad y la desgracia ex-
tremas no se expresan a menudo sino en el silencio; los enamorados
se comprenden mejor cuando se callan”.
Jean Louis Barrault dice a propósito de la dramaturgia de Chéjov:
“cada instante tiene su densidad propia pero esta densidad no está en
los diálogos, está en los silencios, en la vida que pasa...”62
4. La presencia de lo fortuito o lo casual
El valor del azar, la oposición que se encuentra entre lo casual y lo
causal. Sumando a esos otros factores que hemos destacado como
constitutivos de la estructura narrativa en Chéjov, como son el de
la concisión, el de la reducción del conflicto y el de la cotidianidad,
viene como a cerrar este cuadro la presencia de lo fortuito o la ca-
sualidad, con lo cual tendríamos unas condiciones o pautas, que en-
caminadas hacia la estructura dramática, nos sirven para encarar un
proceso de investigación sobre el tema que nos preocupa: ¿cómo las
grandes enseñanzas del Chéjov de hace cien años pueden enriquecer
la dramaturgia contemporánea en especial, la nuestra colombiana?
Este valor de lo fortuito podríamos definirlo como la presencia del
azar en las líneas narrativas y de cómo la casualidad opuesta en cierta
medida a la causalidad, va determinando, paso a paso, el derrotero
de los acontecimientos. De esta suerte la rigidez, en el concepto
de inexorabilidad del destino, es reemplazable por lo inesperado, lo
deleznable y variable que puede determinar la cadena de aconteci-
mientos, tal como pasa en la vida, transcurso en el que el ser humano
62. J. L. Barrault, en sus notas sobre el montaje de “El jardín de los cerezos”
140 Teoría y práctica del teatro
La Candelaria hoy
ANTÍGONA
Texto y Dirección: Patricia Ariza
En la foto: Rafael Giraldo
Fotografía: Carlos M. Lema
La Candelaria hoy 147