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Bustamante Otero, Luis - Una Aproximación Histórica A La Violencia de Género

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Año I // Número 1 // Primer semestre del 2018

En Líneas Generales

Una aproximación histórica a la violencia de género. Precisiones


conceptuales y cuantitativas sobre la sevicia conyugal en Lima
durante las postrimerías coloniales (1795-1820)

A Historical Approach to Gender Violence. Conceptual


and Quantitative Precisions About Domestic Violence
in Lima During the Later Colonial Years (1795-1820)
Luis Bustamante Otero
Universidad de Lima

RESUMEN ABSTRACT
El estudio de la vida privada ha constituido una tarea usual- The study of private life has been a task usually retracted by
mente escamoteada por la historiografía peruana, cuando no Peruvian historiography, if not limited to anecdotal, curious or
limitada a aspectos anecdóticos, curiosos o exóticos. En ese exotic aspects. In this sense, topics such as that of family and
sentido, tópicos como el de la familia y su devenir histórico its historical development await further research that will allow
aguardan mayores investigaciones que permitan construir una us to construct a more integral vision of our past.
visión más integral de nuestro pasado. A partir del análisis de
fuentes judiciales, el presente trabajo se propone ingresar en From the analysis of judicial sources, the present work
un terreno escasamente explorado, el de la violencia conyugal, intends to enter into a scarcely explored terrain, that of conju-
mostrando que los ulteriores tiempos coloniales conforma- gal violence, showing that the later colonial times formed a
ron una coyuntura signada por un aumento de la sevicia conjuncture marked by an increase of the domestic violence,
marital, expresión también de la crisis colonial. En lo espe- also an expression of the colonial crisis. Specifically, it is
cífico, se pretende demostrar que el conjunto de causas intended to demonstrate that the set of judicial cases involving
judiciales, que involucró a la sevicia en la Lima datada entre domestic violence in Lima between 1795 and 1820 exceeded
1795 y 1820, sobrepasó con largueza los cálculos y esti- the calculations and estimates with great length, placing the
mados, colocando a la capital peruana en una controvertida Peruvian capital in a controversial position of leadership in Latin
posición de liderazgo en Hispanoamérica: 358 procesos America: 358 contentious proceedings in which the conjugal
contenciosos en los que estuvo presente el maltrato conyu- mistreatment was present, supported by multiple cases related
gal, sustentados estos en múltiples expedientes relativos a to conjugal conflicts kept at the Lima Archbishopic Archives and
conflictos conyugales que albergan el Archivo Arzobispal de at the National Archives.
Lima y el Archivo General de la Nación.
The analysis of the sources will also allow us to corroborate the
El análisis de las fuentes permitirá, además, corroborar el undoubted role of women in the conjugal dramas that involved
indudable protagonismo de las mujeres en los dramas conyu- domestic violence, as well as the presence of battered men
gales que involucraron a la sevicia, así como la presencia de (albeit to a lesser extent) and the existence of marriages where
hombres maltratados (aunque en menor cuantía) y la existencia the violence of both parties seemed to be the norm and the way
de matrimonios en donde la violencia de ambas partes pare- of life, observing, likewise, that the conjugal mistreatment was
ció ser la norma y la forma de vida, observándose, igualmente, present in all the social sectors, although the major incidences
que el maltrato conyugal estuvo presente en todos los sectores are related to the intermediate and popular segments.
sociales, aunque las mayores incidencias se relacionen con los The scrutiny of judicial cases will also make it possible to
segmentos intermedios y populares. El escrutinio de las causas account for the profession or office of the litigants, when expressly
judiciales permitirá, asimismo, dar cuenta de la profesión u stated, as well as the indiscriminate use of the terms “don” and
oficio de los litigantes, cuando así lo señalaron expresamente, “doña” and the existence of interracial marriages, some of
así como sobre el uso indiscriminado de los términos “don” y which associated violence with racism and xenophobia.
“doña” y de la existencia de matrimonios interraciales, algunos
de los cuales asociaron la violencia al racismo y la xenofobia.
Keywords:
Palabras clave: History / Lima / Marriage / Women / Domestic violence / Gender-
Historia / Lima / Matrimonio / Mujeres / Sevicia / Violencia de género based Violence

Recibido: 12/10/2016 I Aprobado: 20/12/2016

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Una aproximación histórica a la violencia de género HISTORIA

Una coyuntura como la actual, en donde Asimismo, aunque el maltrato dentro cación—, que abrió el camino, atis-
la violencia de género y la intrafamiliar del matrimonio y en las relaciones con- bando el problema, la bibliografía fue
alcanzan cifras estremecedoras en el cubinarias haya tenido como víctimas adicionando algunos escasos títulos,
Perú y demás países de la región, situa- preferenciales a las mujeres, la vio- destacando, entre ellos, tanto por
ción que ha despertado un singular acti- lencia contra el varón por parte de su su originalidad como por su carácter
vismo y compromiso ciudadano, esta- pareja en el pasado, o no habría existi- precursor, el artículo que Alberto
blece una oportunidad para reflexio- do, dada la incuestionable autoridad de Flores Galindo (1983) preparara para
nar, en términos históricos, acerca de este en el orden patriarcal tradicional, la Revista Andina sobre la base de
esta problemática aún vigente. o habría sido excepcional; se trataría, una capítulo de su tesis doctoral3,
glosando la Encuesta Demográfica y los artículos que fue presentando a lo
En efecto, la violencia de género cons- de Salud 2007-2008, efectuada por largo de varios años el peruanista
tituye un grave problema que atraviesa el INEI del Perú, de “un hecho social francés Bernard Lavallè (1986,
y afecta a la sociedad en su conjunto. reciente” (INEI, 2009, p. 275)1. 1996, 1999 y 2007) y los estudios
La intensificación de los procesos de María Emma Mannarelli (1994)4.
comunicativos y el incremento de los La violencia conyugal es, sin embargo, A poco más de tres décadas de la
contactos espaciales y temporales un fenómeno y un problema de vieja publicación del ensayo inicial de
propios del proceso de globalización data que la historiografía ha sabido Flores Galindo es, por desgracia, aún
y su desarrollo tecnológico, así como corroborar (Gil Ambrona, 2008). Los exigua la lista de textos que sobre el
las fronteras cada vez más tenues que historiadores latinoamericanos y lati- maltrato marital en la historia del país
separan lo público de lo privado, han noamericanistas no fueron ajenos a se ha publicado, tomando en cuenta,
contribuido a visibilizarla y a colocarla este desarrollo. Siguiendo la estela además, que el inventario del mismo
en el ojo de la tormenta. dejada por investigadores como se ha limitado prácticamente al perio-
Roderick Phillips (1976), entre otros, do colonial5.
Pese a que los medios de comunica- fueron los mexicanistas los que proba-
ción, las ciencias sociales, el derecho y blemente iniciaron el estudio de este
las ciencias de la salud han reconocido
su trayectoria histórica, es muy poco lo
problema, aunque el trabajo pionero
de Verena Stolcke (1992) sobre las
Objetivos, crítica
que se conoce de esta en el Perú, en parte
porque se cree que es un problema de la
relaciones matrimoniales e interétni-
cas en la Cuba colonial constituya la
de fuentes y cifras
historia “reciente”, pero también porque punta del iceberg2. En este sentido, los
el análisis de la vida privada fue una ensayos de Silvia Arrom (1976 y 1988)
tarea usualmente escamoteada por la y de Michael Scardaville (1977) son El mencionado ensayo de Flores
historiografía peruana. fundacionales, constituyendo el punto Galindo interesa básicamente por un
de partida de una bibliografía que fue aspecto que, en su momento, llamó la
Estas consideraciones, por otra parte, haciéndose más extensa en el tiempo, atención: el descubrimiento de que la
han contribuido a generar la falaz a la vez que se incorporaban paula- sevicia afectaba las relaciones de pare-
impresión de que, en el pasado, si tinamente otras áreas del espectro ja, tanto de las matrimoniadas como
no habría primado la armonía en las geográfico latinoamericano. de las consensuales. Según el autor
familias, la posible disfuncionalidad (1983 y 1984, pp. 174-177), entre los
de estas, expresada en un conjunto de El Perú no quedó al margen de estas años de 1760 y 1810, en el extenso
variables entre las que no es posible tendencias. Desde el pionero artículo de territorio del Arzobispado de Lima, se
excluir la violencia, habría sido menor, Pablo Macera (1977) —una verdadera llegaron a presentar 390 demandas de
además de haberse encontrado oculta. rareza, considerando el año de su publi- divorcio6, 289 de ellas planteadas por

1 Esta afirmación ya no es repetida en la encuesta del 2012. Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) 2013.
2 La edición original en inglés es de 1974 y presenta una particularidad: apareció bajo su apellido de casada: Martínez-Alier.
3 El artículo en cuestión sirvió de base para un ensayo escrito con Magdalena Chocano en el que ahondaría sobre el tema
del maltrato conyugal: Flores Galindo y Chocano (1984). Las dos primeras ediciones de la tesis doctoral difieren en su título.
Ver Flores Galindo (1984 y 1991).
4 El texto de Mannarelli constituye el primer esfuerzo orgánico por abordar temas fundamentales para el estudio de la vida
privada colonial, tales como el amancebamiento, la ilegitimidad, el adulterio, la violencia doméstica, el honor y la infancia.
5 Además de los autores antes citados, el problema de la violencia conyugal fue estudiado por Martín (1983 y 2000) y
Bustamante Otero (2001, 2005 y 2006). Desde el ángulo de la familia esclava, también abordaron la problemática Hünefeldt
(1992 y 1994), así como Arrelucea Barrantes (2006 y 2011). Los trabajos de Stavig sobre la vida familiar en las áreas rurales
del Cusco en los tiempos de la Gran Rebelión tampoco puede obviarse Stavig (1991 y 1996). Para el siglo xvi, el maltrato
entre esposos fue tocado por González del Riego Espinoza (1993 y 1995). Hasta donde sabemos el único texto que ha
abordado el tema para el periodo republicano y desde el ángulo del derecho es el de Olivera Guerra (2005).
6 El divorcio entendido como disolución del vínculo matrimonial no existe en el marco de la legislación eclesiástica católica.
La Iglesia post-tridentina, sin embargo, aceptaba la posibilidad de que los cónyuges en conflicto pudiesen acceder, si la
situación lo ameritaba, a la figura canónico-jurídica del divortium quoad thorum et mensam, separación de morada y de cu-
erpos con subsistencia del vínculo, que solo se aprobaba bajo determinadas causales reconocidas por la legislación y que
no permitía a la pareja la posibilidad de contraer nupcias nuevamente. Los procesos contenciosos de divorcio y de nulidad
matrimonial se efectuaban en el juzgado eclesiástico. Ver Rípodas Ardanaz (1977, pp. 383-392).

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mujeres, mayormente por maltrato obviamente, un asunto exclusivamente ese sentido, la rigidez clasificatoria
físico, injurias y falta de manutención. limeño. El análisis de las fuentes per- impidió notar que, en realidad, los
Sobre la base del material documental mitirá, por otra parte, corroborar no casos de sevicia fueron más nume-
recogido, el mismo autor, junto a Mag- solo el indudable protagonismo de las rosos de lo que pudieron observar
dalena Chocano, ahondaría en la temática mujeres en los dramas conyugales que Flores Galindo y Chocano (1984).
en otro ensayo tan sugerente como involucraron a la sevicia, sino también No es el único inconveniente, pues los
importante (Flores Galindo y Chocano, la presencia de hombres maltratados autores obviaron algunas secciones
1984)7. Reafirmando y precisando las (aunque en menor cuantía), así como documentales del Archivo Arzobispal de
tendencias de la información cuantita- la existencia de matrimonios en donde Lima que podrían haber incrementado
tiva sobre conflictividad marital y sevi- la violencia de ambas partes pareció aún más las cifras. Además, soslayando
cia, los coautores sondearon, además, ser la norma y la forma de vida. Las el proceso de secularización y reforza-
aspectos relativos a la edad, años de fuentes demostrarán, finalmente, que miento del Estado, no consideraron que
matrimonio y condición social, étnica el maltrato conyugal estuvo presente muchas parejas casadas recurrieron a
y laboral de los litigantes, confirman- en todos los sectores sociales, aunque los fueros civil y militar, de manera que
do conclusiones y añadiendo otras. Es las mayores incidencias se relacio- el conjunto total de causas judiciales
de destacar la información relativa al nen con los segmentos intermedios y que involucró a la sevicia sobrepasó
total de cargos presentados en el tri- populares, informando sobre aspectos con largueza las estadísticas propor-
bunal eclesiástico de Lima por los cón- relativos a la profesión u oficio de los cionadas por los coautores8.
yuges de uno u otro sexo, en tanto las litigantes, cuando así lo señalaron
acusaciones de maltrato físico, injurias expresamente, así como sobre el Sería iluso suponer que la realidad
y amenazas contra la vida, es decir de uso indiscriminado de los términos del panorama limeño fuese distintiva,
sevicia, sobresalieron largamente (448 don y doña (antaño reservados a las en tanto los estudios efectuados para
cargos de sevicia de un total de 1212, élites) y la existencia de matrimonios otras áreas del virreinato peruano
es decir, 36,9 %), constituyéndose en interraciales, algunos de los cuales confirman la extensión del problema
la acusación predominante entre las asociaron la violencia al racismo y de la sevicia en el matrimonio. La
mujeres (423) y dejando, en segundo la xenofobia. Los factores explica- documentación judicial eclesiástica
lugar y a cierta distancia, al adulterio tivos de la sevicia, los estructurales de Arequipa, correspondiente a la
que, entre ellas, fue el tercer motivo y los coyunturales, así como los segunda mitad del siglo xviii, que
más recurrente luego de la falta de elementos coadyuvantes, entre otras incluye la ciudad misma y los pueblos
mantención, en tanto que, entre los consideraciones, serán reservados aledaños, muestra “una violencia
hombres, constituyó el principal moti- para una investigación posterior. generalizada y omnipresente en
vo de acusación, expresando obvias la vida de las parejas”, siendo las
diferencias de género (Flores Galindo Para empezar, es menester detenerse mujeres las que principalmente denun-
y Chocano, 1984, pp. 405-417). en uno de los tópicos mencionados: el ciaban (Lavallè, 1996, pp. 28-30)9.
relativo al predominio de los cargos de En las provincias cusqueñas de
En las líneas que siguen algunos sevicia en las denuncias presentadas. Quispicanchis y Canas y Canchis,
de estos tópicos serán abordados y Convendría aclarar, en principio, que de 43 muertes violentas registradas
analizados de manera más detallada. los criterios de clasificación/ordena- desde fines del siglo xvii y durante
El objetivo que se persigue es el de ción que utilizaron los coautores en el transcurso del xviii, 28 de ellas
demostrar que el conjunto total de relación a los cargos presentados, (65 %) “tuvieron sus raíces en
causas judiciales que involucró a la aunque pedagógicos, pecaron de un las relaciones entre hombres y
sevicia en la Lima ubicada entre 1795 excesivo taxonomismo, de manera mujeres”, pues “la brutalidad entre
y 1820 sobrepasó con largueza las que las posibilidades de demandas parejas ocurrió con frecuencia y fue
estadísticas proporcionadas por Flores más propiamente mixtas terminaron algo que la mayoría de la gente soportó
Galindo y Chocano, colocando a la eludiéndose. De otro lado, varios de como parte de la vida marital” (Stavig,
capital peruana en una controvertida los expedientes consultados, pese 1991, pp. 90-94)10.
posición de liderazgo en el concierto a presentar cargos no alusivos a
colonial iberoamericano y esclarecien- violencia, involucraron de todos La problemática de la violencia conyu-
do que el problema de la sevicia no fue, modos situaciones de maltrato. En gal en las postrimerías coloniales, valgan

7 Véase la crítica respectiva en Bustamante Otero (2001, pp. 123-124).


8 Los detalles sobre los expedientes judiciales que albergan tanto el Archivo Arzobispal de Lima (AAL) como el Archivo Gene-
ral de la Nación (AGN), así como las secciones en donde se ubican, serán proporcionados posteriormente. Ver nota18.
9 El artículo fue ulteriormente publicado en Lavallè (1999). Véase también Chambers (2003, pp. 118-124), quien afirma que un
análisis estadístico sería difícil, porque la violencia doméstica “tiende a estar significativamente subpresentada [sic]”.
10 El mismo argumento es repetido posteriormente por el autor (1996, p. 14).

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verdades, tuvo un carácter continental. por esposas contra sus maridos fue por las mujeres, siendo el maltrato la
Múltiples espacios territoriales que iban por sevicia. Desde otro ángulo, al estu- causal más recurrente (Kluger, 2003,
desde las áreas de colonización al diarse los índices de arrestos de los pp. 7, 238, 246)16.
norte del Virreinato de Nueva España11, sectores populares, se observa que la
pasando por las capitanías generales proyección de la violencia física en los En conclusión, a fines de la época colo-
de Guatemala y Venezuela12 y el hombres se producía sobre todo hacia nial, Lima, un verdadero hinterland que
Nuevo Reino de Granada (Rodríguez los integrantes de su familia, especial- englobaba villas y caseríos vecinos, al
1994, 1996 y 1997)13, hasta las frías mente contra la esposa (45 % de los igual que otras áreas urbanas hispa-
y despobladas regiones ubicadas al casos) (Pita Moreda, 1996, pp. 350, noamericanas, presentaba una alta
sur del nuevo Virreinato del Río de la 352). En Antioquia, Nueva Granada, de incidencia de conflictividad marital,
Plata (Cicerchia, 1995 y 1999; Kluger, cuarenta procesos judiciales relativos a especialmente de violencia conyugal.
2003)14 y la Capitanía General de Chile relaciones familiares correspondientes No obstante, las cifras de la capital
(Cavieres y Salinas, 1991; Salinas Meza, al siglo xviii que se han conservado peruana, sino fueron las más altas de
1991 y 1994; Rojas Fabris, 1999), inclu- en el archivo provincial, veinticinco Hispanoamérica, se encuentran, por lo
yendo también las superficies insulares hacen referencia a acusaciones de menos, entre las más elevadas17. Con
del Caribe (Stolcke, 1992), presenta- “mala vida” a las esposas (Rodríguez, el propósito de confirmar esta apre-
ron cuadros análogos al de la capital 1994, p. 168). Entretanto, la revisión ciación se revisaron múltiples expe-
peruana. Algunos ejemplos esclarecen de demandas de divorcio y otros dientes judiciales relativos a con-
el panorama. En la Ciudad de México, expedientes judiciales en Santiago de flictos conyugales tanto del Archivo
entre los años 1702 y 1800, se presen- Chile arroja una conclusión contun- Arzobispal de Lima (AAL) como del
taron 300 demandas de divorcio, de dente: la violencia conyugal que tenía Archivo General de la Nación (AGN).
las cuales 126 fueron de maltrato (95 como víctima usual a las mujeres fue El periodo examinado corresponde
fueron interpuestas por las esposas y el motivo principal de denuncia15. Del al periodo 1795 a 182018, espacio
31 por los maridos), es decir, 42 % del mismo modo, en la jurisdicción distri- temporal que, según la información
total de demandas efectuadas por una tal de la segunda Audiencia de Buenos estadística proporcionada por Flores
y otra parte tuvieron a la sevicia como Aires, entre los años 1785 y 1812, el Galindo y Chocano (1984), conformó
protagonista causal (Dávila Mendoza, análisis de cerca de 170 expedientes un momento de agudización de la con-
2005, pp. 187, 191, 196; Pescador, relativos a conflictos matrimoniales flictividad marital limeña que coincidió
1994, pp. 202-205). En el fuero civil, provenientes de los fueros civiles y con la crisis del orden colonial. La
entre fines del siglo xviii e inicios del eclesiástico, demuestra que la mayoría exploración efectuada se limitó a los
xix, el 48 % de las denuncias hechas de los procesos fueron promovidos casos ocurridos en Lima y sus áreas

11 La bibliografía es lo suficientemente numerosa, de manera que la información que se proporcionará aquí y en las siguien-
tes notas deberá tomarse más como una guía de lo más selecto y conocido, que como un listado completo. Para el norte
mexicano: Gutiérrez (1993). Para Nueva Galicia (Guadalajara): Cervantes Cortés (2011). Para la Ciudad de México y otras
regiones: Scardaville (1977), Arrom (1988), Taylor (1987), Lozano Armendares (1987), Pescador (1994), Pita Moreda (1996),
Lipsett-Rivera (1996), Stern (1999), García Peña (2002), Dávila Mendoza (2005).
12 Para Costa Rica: Rodríguez Sáenz (2000 y 2001). Para Venezuela: Langue (2005).
13 Para la región de la Audiencia de Quito: León Galarza (1997).
14 El caso paraguayo, un tanto sui generis, fue abordado por Potthast-Jutkeit (1996).
15 Hasta 1850, el tribunal eclesiástico de Santiago recibió 200 demandas de divorcio, de las cuales 91 obtuvieron sentencia
de divorcio perpetuo o temporal. El fundamento principal para conceder el divorcio fue el maltrato. Salinas Meza (1994,
pp. 187-188).
16 Por su parte, Cicerchia (1999, pp. 67-68) señala que, entre 1776-1850, de cada diez demandas por desórdenes familiares,
al menos seis fueron presentadas por mujeres, siendo la mayoría de ellas esposas.
17 Esta observación no impide, ciertamente, desconocer la existencia de otros periodos de alta densidad de la problemática
matrimonial judicializada. Al respecto, es importante mencionar el interesante debate que acogió la Revista Andina a propó-
sito de la publicación del citado artículo de Flores Galindo y Chocano, en el mismo número. Ver también Peralta Ruiz (1997,
p. 595) y Lavallè (1986, pp. 427-432), quien contrasta las cifras que él estudió para la segunda mitad del siglo xvii con las de
los coautores antedichos. Sería interesante conocer las cifras republicanas y compararlas, pero no existen aún estudios que
permitan, en la larga duración, realizar las comparaciones respectivas y trazar tendencias. La excepción es Olivera Guerra
(2005), quien examinó 716 expedientes de divorcio de la diócesis de Lima que era el total de los hallados para el periodo
1848-1902, la mayoría iniciados por mujeres (435).
18 Del Archivo Arzobispal de Lima (AAL) se han examinado especialmente las secciones Divorcios (legajos 78-87), Litigios
matrimoniales (legajos VI-VIII) y Nulidades (legajos 57-59), que vienen a ser las más importantes. También se consideraron
las secciones Causas criminales de matrimonio (legajo VIII), Amancebados (legajo V) y Bigamia (legajo II). Del Archivo Ge-
neral de la Nación de Lima (AGN), que contiene información de los tribunales civiles y militares, se han revisado las secciones
Cabildos (Causas criminales CA-JO 2, cajas 202-210) Real Audiencia (Causas criminales, legajos 81-140) y Auditoría General
de Guerra (Causas civiles, legajos 11-24 y Causas penales, legajos 3-6). A riesgo de ser reiterativo, los expedientes que se
revisaron correspondieron al periodo 1795-1820.

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próximas, obviándose aquellos acaeci- índice como tampoco catálogo, de casos circunscritos a Lima y zonas
dos en parajes alejados de la diócesis. manera que el examen de las mis- aledañas de las del resto de la juris-
El resultado produjo una cifra alarman- mas entrañó un paciente escrutinio dicción) (1984, pp. 421-423). Las
te: 358 procesos contenciosos en los individualizado de cada expediente. cifras de nuestra investigación para
que ha estado presente la sevicia19. Por otra parte, las cifras de sevicia, esta quincena de años arrojan como
correspondientes solo a Divorcios, no resultado 174 procesos de divorcio
La cuantificación de los procesos en coinciden con las proporcionadas por en los que estuvo involucrada la
cuestión supuso una serie de proble- Flores Galindo y Chocano, quienes, sevicia, aunque deba recalcarse una
mas. Como podrá observarse en el reuniendo los cargos de maltrato vez más que estas atañen solo a la
cuadro que a continuación se presen- físico e injurias, amenazas contra la vida, ciudad capital y sus inmediaciones.
ta, las cantidades más abultadas de así como abortos y peligro de estos, es
maltrato corresponden a las seccio- decir, sevicia, correspondientes solo La información cuantitativa merece
nes Divorcios, Litigios matrimoniales a los años de 1795-1810, obtienen algunos comentarios. En principio,
y Nulidades, pertenecientes al AAL. un total de 177 cargos para toda la esta debe considerarse como tentativa
Ninguna de ellas, sin embargo, tenía diócesis (el estudio no disgrega los o aproximada (aunque seguramente
bastante cercana a la realidad) res-
CANTIDAD DE INCIDENTES DE SEVICIA (1795-1820) pecto de la presencia de la sevicia en
la relaciones matrimoniales y no solo
ARCHIVO SECCIÓN CASOS DE SEVICIA por los problemas ya señalados, sino
también por factores intrínsecos a la
Divorcios 237 documentación, sobre todo la proce-
dente del tribunal eclesiástico: muchos
Litigios matrimoniales 84 expedientes no están completos y solo
presentan la demanda o llegan hasta
Nulidades 17 la información de testigos, por lo cual
Archivo Arzobispal
se deduce que, en gran parte de los
de Lima Causas criminales casos, las sentencias fueron inexisten-
de matrimonio 3 tes20. Ello obedece a diversas aristas
explicativas, entre ellas, que la causa
Amancebados 2 incoada haya sido abandonada por
su promotor, lo cual no era extraño,
Bigamia 1 dados los costos, las normales dilacio-
nes del proceso y la imposibilidad de
Cabildos. Causas
4 volver a casarse, además del hecho de
criminales
que los demandantes, particularmente
Real Audiencia. Causas en los casos de divorcio, no necesaria-
criminales 6
Archivo General mente perseguían la separación, sino
de la Nación Auditoría General la corrección de una conducta que
1
de Guerra. Causas civiles consideraban inadmisible por parte del
cónyuge, entre otras contingencias.
Auditoría General
De otro lado, no se puede excluir la
de Guerra. 3 posibilidad de pérdida parcial o total de
Causas penales
los registros archivísticos o que estos
Fuentes: AAL y AGN se encuentren traspapelados21.
358

19 Aprovecho la oportunidad para agradecer a Laura Gutiérrez, directora del AAL. Sin su amistad y confianza no hubiera sido
posible esta investigación.
20 Para un estudio de las características de las causas matrimoniales y sus etapas o fases (incoación, prosecución y con-
clusión), con énfasis en las nulidades y divorcios, consúltese Villafuerte García, Lozano Armendares, Ortega Noriega y Or-
tega Soto (2008). Según estos autores, en el Provisorato de México la casi totalidad de las causas fueron de divorcio, siendo
muy pocas las nulidades. El de Lima, en cambio, presenta también querellas de otra naturaleza. Se denominan causas
matrimoniales a “aquellos procesos judiciales en los que la controversia se refiere al vínculo establecido entre los cónyuges
como efecto del sacramento del matrimonio” (2008, p. 88). En la arquidiócesis limeña, como en México, el juez competente
era el llamado juez provisor quien, a su vez, era también vicario general.
21 El legajo 73 de la sección Divorcios del AAL correspondiente a los años 1772-1781 está extraviado. Asimismo, la explo-
ración efectuada en el mismo archivo permitió constatar, sobre todo en las secciones que no contaban con índice ni
catálogo, la existencia de expedientes y hojas sueltas en legajos que no eran los pertinentes. Tal vez esta explicación
ayude a entender mejor la relativa disparidad entre las cifras de divorcio presentadas por Flores Galindo y Chocano (1984)
y las de esta investigación.

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Es verdad que la cifra de 358 casos hasta mentir para lograr sus propó- Finalmente, el amancebamiento se
de sevicia para el periodo 1795-1820 sitos23. Contrario sensu, es sabido encontraba bastante extendido en
proviene de archivos judiciales, los que las parejas que litigaban podían las ciudades hispanoamericanas y
cuales, por su naturaleza, contienen no considerar a la sevicia entre sus algunas relaciones concubinarias
controversias maritales que expresan denuncias y alegatos, no obstante podían ser más o menos estables
disfunciones contrarias al modelo encontrarse esta presente24. Por en el tiempo, de manera que la vio-
matrimonial cristiano, esto es, irregu- otra parte, no necesariamente todos lencia de pareja, dado lo enraizado
laridades que, eventualmente, podían los conflictos matrimoniales, aunque del patriarcado, no puede restrin-
devenir en delitos22. Es decir, estos fuesen graves e incluyesen la sevicia o girse a las relaciones maritales pues
registros documentales informan cualquier otra falta punible, llegaban estuvo también presente en este tipo
sobre lo “anormal”, sobre la trans- a los estrados judiciales. Asimismo, de vínculos (Mannarelli, 1994; Sali-
gresión, y no sobre lo esperado, lo situaciones de violencia psicológica nas Meza, 1994, pp. 173-192; Lipsett-
adecuado, además del hecho de que (amenazas) y estupro podían antece- -Rivera, 1996, pp. 325-340).
los querellantes podían exagerar y der a un posible o futuro matrimonio25.

Los protagonistas y sus características


Recapitulando y reiterando, pese a los y las muertes violentas fue el hogar. conyugales que involucraron a la sevi-
reparos que pudiera hacerse a la cuan- El uxoricidio y las agresiones físicas cia, principalmente como demandan-
tificación elaborada en base a la docu- contra miembros del grupo familiar, tes. De las 237 causas de divorcio que
mentación judicial limeña, la sevicia fue especialmente contra las esposas, repre- presentaron sevicia se han analizado
ingrediente recurrente en las relaciones sentaron, a nivel hispanoamericano, una 155. En 129 de estas las mujeres
matrimoniales de quienes vivieron en proporción sorprendentemente alta, de fueron objeto de golpes, injurias
la Ciudad de los Reyes y sus inme- hasta 40 % (Rodríguez, 2005, p. 658), y amenazas, es decir, el 83,23 % de
diaciones, lo que no significó, por y Lima no fue la excepción; es más, estos casos tuvieron a las esposas
cierto, la existencia de matrimonios la capital peruana, como se afirmó, como víctimas. Un recuento de los
que, al margen de los naturales roces si no presentó las cifras más crecidas demás procesos contenciosos confir-
y desavenencias, se hayan desenvuelto de violencia conyugal, se encontraba ma el elevado porcentaje de casos en
dentro de los cánones de la “normali- entre las que mostraban índices más los que ellas terminaron siendo blanco
dad”. El asunto de la violencia conyugal elevados. de sevicia, sin negar, ciertamente, que
no fue un tema menor pues, como en hubo también casos, los menos, de
la actualidad, el principal escenario en No es difícil imaginar el indudable prota- esposas agresoras.
donde ocurrían las agresiones físicas gonismo de las mujeres en los dramas

CANTIDAD Y PORCENTAJE DE DENUNCIAS DE SEVICIA (MUJERES)*

Demandas 118
Divorcios + = 129 83 %
Réplicas o contrademandas 11

Litigios demandas 58
+ = 64 76 %
matrimoniales Réplicas o contrademandas 6
Demandas 13
Nulidades + = 14 82 %
Réplicas o contrademandas 1

22 Para una distinción entre pecado y delito: Clavero (1990).


23 La litigante María de la Cruz Hurtado afirmó no estar verdaderamente casada con Manuel José de la Vega, porque, teniendo
15 años de edad, y pese a la oposición de su abuela, este la sacó subrepticiamente de su pueblo y la condujo a Lima. So-
licitaba al tribunal que Manuel José demuestre fehacientemente las credenciales del matrimonio. La situación obligó a este
a viajar hasta el pueblo en el que se casaron, cerca de Guayaquil, en donde obtuvo la certificación matrimonial solicitada
(AAL, Nulidades, Leg. 58, 1813).
24 Tomás Cárcamo demandó a Petronila Zambrano, su esposa, por adulterio. Ella contraatacó señalando ser objeto de maltrato
por parte de su marido, quien solo atinó a señalar que la había corregido “unas veces con esprecs. asperas, y otras con
el castigo” (AAL, Divorcios, Leg. 78, 1795-1796). Por su parte, Doña María Manuela Ascona demandó a su esposo, Don
Nicolás de Bezanilla, por varios motivos entre los cuales no estaba la sevicia. En el desarrollo del juicio, empero, se reiteró
constantemente “la mala vida y continuas desazones, desprecios, vituperios, y cóleras reprimidas”, incluyendo el maltrato
físico (AAL, Divorcios, Leg. 80, 1799).
25 AGN, Auditoría General de Guerra. Causas penales, Leg. 5, Cuaderno 103, 1811. Véase Rodríguez (1991, pp. 60-61).

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Año I // Número 1 // Primer semestre del 2018
En Líneas Generales

Causas criminales Demandas 1


+ =2 66,5 %
de matrimonio Réplicas o contrademandas 1

Demandas 1
Bigamia 100 %
Réplicas o contrademandas 0 + =1

Cabildos. Causas Demandas 1


100 %
criminales Réplicas o contrademandas 3 + =4

Real Audiencia. Causas Demandas 2


83 %
criminales Réplicas o contrademandas 3 + =5

Auditoría General de Demandas 1


100 %
Guerra. Causas civiles Réplicas o contrademandas 0 + =1

Auditoría General de Demandas 1


100 %
Guerra. Causas penales Réplicas o contrademandas 0 + =1

Fuentes: AAL y AGN

* Como fue mencionado, las cifras de divorcios corresponden al análisis de 155 expedientes, pese a que el total de causas
que presentaron sevicia en el periodo materia de este trabajo fue de 237. Cada sección archivística ha sido disgregada en
dos partes para diferenciar la sevicia denunciada en una demanda, de aquella que se manifiesta como respuesta o réplica, o
como contrademanda, al proceso judicial iniciado por la otra parte. A pesar de que, por razones señaladas, algunas causas
no debieran estar en la sección en la que se encuentran, se ha respetado la ubicación original de la sección del archivo.

Contra lo que pueda presumirse, hombres que convivían con mujeres hombres “solucionar con mucha más
los hombres también denunciaron activas, críticas y cuestionadoras o, facilidad los problemas matrimoniales
por sevicia, aunque, como es obvio más aún, dominantes. Como afirma sin recurrir a los tribunales” (Lavallè,
suponer, lo hicieron en cantidades Nizza da Silva (1991), “ningún hombre 1986, p. 435), además del hecho de que
notablemente inferiores a sus consor- acusaría a su mujer de maltrato, por los problemas de violencia conyugal,
tes. Los roles de género y los pre- temor a quedar mal ante la comuni- deshonrosos para cualquiera de las
ceptos morales y sociales vinculados dad”. La prédica patriarcal permitía partes, lo eran más tratándose de los
a estos respaldaban, en la lógica del justificar el “castigo” supuestamente varones. De las 155 causas de divorcio
discurso patriarcal, la presentación de correctivo hacia las esposas, pero examinadas, en solo veintiséis de ellas
demandas por parte de las esposas estas nunca debían agredir a sus los maridos aparecen como agredidos,
contra sus maridos, pero inhibían maridos, pues no era bien visto por esto es, 17 % de los casos revisados.
acciones similares por parte de estos, la sociedad (pp. 344-345). Por otra Porcentajes similares encontramos en
especialmente para el caso de aquellos parte, su posición les permitía a los los otros registros judiciales.

CANTIDAD Y PORCENTAJE DE DENUNCIAS DE SEVICIA (HOMBRES)

Demandas 17
Divorcios 17 %
Réplicas o contrademandas 9 + = 26
Demandas 15
Litigios matrimoniales 20 %
Réplicas o contrademandas 2 + = 17
Demandas 3
Nulidades 17 %
Réplicas o contrademandas 0 + =3

Causas criminales Demandas 1


33,5 %
de matrimonio Réplicas o contrademandas 0 + =1
Demandas 0
Bigamia 0%
Réplicas o contrademandas 0 + =0

Pág. 48
Una aproximación histórica a la violencia de género HISTORIA

Cabildos. Causas Demandas 1


25 %
criminales Réplicas o contrademandas 0 + =1

Real Audiencia. Demandas 2


33 %
Causas criminales Réplicas o contrademandas 0 + =2

Auditoría General de Demandas 0


0%
Guerra. Causas civiles Réplicas o contrademandas 0 + =0
Auditoría General Demandas 0
de Guerra. Causas 0%
Réplicas o contrademandas 0 + =0
penales

Fuentes: AAL y AGN

El análisis de los repertorios docu- Claro está, estos casos no necesaria- querellarse con su pareja en distintos
mentales del periodo ha permitido mente eran declarados y, por ende, no fueros a la vez29. Las reformas borbó-
observar que en algunos de ellos la siempre pasaban por el escrutinio judi- nicas relacionadas con el matrimonio
violencia fue practicada por ambos cial. El estudio de la información con- y la familia, el proceso de seculariza-
cónyuges. El ataque de una parte era tenciosa, sin embargo, ha permitido ción en curso y los cambios sociocul-
respondido o replicado por la otra. El constatar esta realidad y comprobar turales que estaban experimentando
“irse a las manos” y “darse de voces”, que muchas parejas recurrieron a una las sociedades urbanas, hicieron
frases comunes en el vocabulario de figura de autoridad —el cura de la posible esta situación. Asimismo, era
la época, podía ser el corolario de una parroquia, preferentemente, aunque posible acudir al mismo fuero en repe-
o más discusiones que empezaban también o, además, podía ser el jefe tidas oportunidades, salvo resolución
atemperadas y culminaban acaloradas laboral, el alcalde y hasta el propio expresa que lo impida, de manera
con golpes e insultos. Isidora Munive, obispo— quien reconvenía y aconse- que no fue extraño que una causa
pretendiendo explicar la última gresca jaba a los esposos27. Por desgracia, detenida pudiese reactivarse al cabo
con su marido, afirmaría que esta fue el contenido de tales reuniones, dada de algunos años, como tampoco fue
“solo el de palabras leves y sin mayor su naturaleza oral, no siempre será infrecuente que habiéndose solu-
gravamen que solo el verzado entre conocido; su registro, no obstante, cionado en apariencia el problema
los casados rudos”26. La expresión se evidencia eventualmente a través que motivó el litigio, reapareciese, o
“casados rudos” no hace más que de medios indirectos como, en este surja uno nuevo que impela a recurrir
denotar de qué manera en una socie- caso, son las fuentes judiciales28. nuevamente al juzgado30.
dad precaria como esta, parafraseando
a Arlette Farge, la suavidad no era Conviene acotar, igualmente, y a riesgo
habitual (2008, p. 159). de reiteración, que una persona podía

26 AGN, Cabildos. Causas criminales, CA-JO 2, Caja 203, Doc. 319, 1803.
27 No deberían extrañar estas cuestiones. Las parejas casadas pertenecían a una parroquia y el cura de la misma estaba
normalmente al tanto de su feligresía y sus problemas. Los procesos de divorcio y los litigios matrimoniales dan cuenta de
ello, así como de las propias disposiciones del provisor respecto de la necesidad de que el cura informe sobre la conducta
y desavenencias de los cónyuges. Por otra parte, la ampliación y reformas del estamento militar, la expansión del Estado y
la secularización en curso, posibilitó recurrir a una autoridad civil y hasta al jefe laboral o militar, si se trataba de milicianos.
28 El soldado Pablo Segura, ante los continuos problemas con su esposa, manifestó haber recurrido al provisor, quien, según
él, “nos dexó en buena armonía para lo sucecibo”. Sin embargo, poco duraría la concordia motivo por el que terminó diri-
giéndose al cura de la parroquia, “qe. ha procurado nuestra buena armonía”. Como tampoco lograría la tranquilidad a la que
aspiraba, Segura interpuso una querella en el juzgado eclesiástico (AAL, Causas Criminales de Matrimonio, Leg. VIII, 1808).
Por su parte, María Tomasa Mesa, se quejó de su marido hasta en seis oportunidades en el provisorato y hasta recurrió al
arzobispo (AAL, Divorcios, Leg. 86, 1813). Bernardina Bedoy, entretanto, señaló, en la demanda de divorcio que interpuso a
su esposo, que el jefe de este los había reunido en varias oportunidades (AAL, Divorcios, Leg. 79, 1797).
29 Juana Robles interpuso una demanda de divorcio por sevicia y otras causales contra su esposo, Juan Manuel Roxas. El
tenor de la misma demostraba hartazgo, pues ella manifestó haber acudido anteriormente a otros tribunales (AAL, Divorcios,
Leg. 81, 1800). Por su parte, Juana Morales y su marido, Manuel Sánchez, tenían librada una causa de divorcio en el juz-
gado eclesiástico (AAL, Divorcios, Leg. 83, 1803 y Leg. 84, 1805), un litigio en el mismo fuero (AAL, Litigios matrimoniales,
Leg. VI, N° 37, 1803) y una querella en la Sala del Crimen de la Audiencia (AGN, Real Audiencia. Causas criminales, Leg. 99,
Cuaderno 1219, 1803).
30 En 1795, Juana Vargas denunciaba a Juan Manuel Iturrizara, su esposo, por sevicia. Dos años después, sin embargo, acu-
día nuevamente al juzgado eclesiástico con una certificación notarial que demostraba que el maltrato persistía, razón sufi-
ciente para reactivar el juicio. Según ella, su marido había prometido enmendarse, pero era evidente que había incumplido
(AAL, Divorcios, Leg. 78, 1795 y Leg. 79, 1797).

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Año I // Número 1 // Primer semestre del 2018
En Líneas Generales

PROFESIÓN U OCUPACIÓN DE LOS LITIGANTES POR SEVICIA (HOMBRES)

Número Porcentaje
Soldados 24 18,04
Militares
Oficiales/suboficiales 6 4,51
Artesanos 7 5,26
Chinganeros/pulperos 2 1,50
Empleados 2 1,50
Chacareros 2 1,50
Comerciantes/
Soldados 1 0,75
transportistas
y
Militares oficiales/ Calafate y repartidor
1 0,75
suboficiales de carne
Verduleros 1 0,75
Panaderos 2 1.50
Artesanos 2 1.50

Peluqueros/barberos 1 0,75

Artesanos 26 19.55
Chinganeros/pulperos* 9 6,77
Chacareros 8 6,02
Comerciantes/transportis-
7 5,26
tas**
Empleados/funcionarios*** 5 3,76
Músicos 3 2,26
Peluqueros/barberos 3 2,26
Médicos/cirujanos 2 1,50
Pescadores 2 1,50
Jornaleros 2 1,50
Esclavos**** 2 1,50
Panadero 1 0,75
Alcalde del gremio de
1 0,75
mantequeros
Tiene un asiento de
1 0,75
vendimia en la plaza Mayor
Tiene gallos y anda por los
1 0,75
cafés
Lenón***** 1 0,75

* Entre ellos, uno dijo tener una picantería y ejercitarse en “cosas de bendimias”; el otro, afirmaba tener una chichería.
** Del total de los comerciantes/transportistas, dos se identificaron como cajoneros (uno de ellos señaló que luego se dedicó
al arrieraje), otro como comerciante en la sierra central, un tercero afirmaba que llevaba carneros a la plaza, otro que era
peón de recuas “arineros que aucilian de los molinos a Panaderías”, otro que era “del comercio de esta ciudad” y uno último
que afirmó ser carretonero.
*** Entre ellos, llama la atención uno que declaró estar desempleado en el Real Tribunal de Cuentas y que esperaba “aco-
modarse por mano de Dn. Domingo Lazpiur”, otro identificado como procurador general de naturales y un noble que era
contador del Tribunal Mayor y Audiencia de Cuentas.
**** En este rubro se encuentran solo dos esclavos porque así aparecen identificados en la documentación. Es probable que
ello obedezca al hecho de que carecían de oficio conocido. No obstante, su número debe haber sido superior y, en tal sen-
tido, es factible que uno de los dos jornaleros del cuadro (el otro se calificaba como negro bozal libre), haya sido esclavo.
Además, uno de los tres músicos declaró ser esclavo.
***** El calificativo es proporcionado por la esposa.

Pág. 50
Una aproximación histórica a la violencia de género HISTORIA

Se dedica a sentar suertes 1 0,75


Vagos/ociosos****** 4 3,01
No precisa******* 3 2,26
Total 133 100

Fuentes: AAL y AGN

****** Ningún marido incurso en algún proceso contencioso se autocalificó como vago o como ocioso. Estos calificativos
fueron proporcionados por las esposas o autoridades.
******* De los tres maridos que no precisaron el tipo de trabajo realizado, uno dijo que su oficio lo obligaba a viajar periódica
mente (¿arriero?), otro que trató de recibirse de cacique y un tercero que había residido en Yauli (¿minero?).

Los hombres y mujeres que litigaban como podrá observarse en los cuadros la casuística escrutada, parece incues-
pertenecieron a diversos segmentos relativos al trabajo de los litigantes, tionable, pero la presunción de que la
sociales de la población. La sevicia fue aquella predominó entre los grupos sevicia estuvo también presente entre
un problema que atravesó a la socie- intermedios y, sobre todo, entre los las élites no es infundada31.
dad limeña en su conjunto aunque, sectores populares. La tendencia, según

ARTESANOS LITIGANTES POR SEVICIA (HOMBRES)*


Número Porcentaje
Cigarreros 2 5,71
Zapateros 1 2,86
Sastres 1 2,86
Soldados
Carpinteros 1 2,86
Carroceros 1 2,86
Fabrica y alquila balancines 1 2,86
Sombrereros 1 2,86
Oficiales/suboficiales
Sastres 1 2,86
Zapateros 4 11,43
Plateros 4 11,43
Sastres 4 11,43
Herreros 3 8,57
Botoneros 2 5,71
Tornero 1 2,86
Sombrerero 1 2,86
Latonero 1 2,86
Cigarrero 1 2,86
Ollero 1 2,86
Carpintero 1 2,86
Frangero 1 2,86
Engastador de diamantes 1 2,86

31 Doña María Manuela Ascona, quien interpusiera una demanda de divorcio contra su esposo, don Nicolás de Bezanilla, reci-
bió una dote de 70 000 pesos de su hermano, el conde de San Carlos (AAL, Divorcios, Leg. 80, 1799). Don Gaspar Carrillo,
demandado por su esposa, doña María Josefa Carrillo y Salazar, era marqués de Feria y Valdelirios, caballero de la Orden
de Carlos III y contador del Tribunal Mayor y Audiencia Real de Cuentas (AAL, Divorcios, Leg. 85, 1809).

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Año I // Número 1 // Primer semestre del 2018
En Líneas Generales

No identificado 1 2,86
Total 35 100

Fuentes: AAL y AGN

* El cuadro permite notar la mayoritaria presencia de sastres y zapateros entre los 35 artesanos identificados (6 y 5, respecti-
vamente, equivalentes al 17,14% y 14,29% del total), seguidos de cerca por los plateros, los cigarreros y los herreros.

Pese a que no pueda determinarse La importancia cuantitativa de los sido abandonadas, carecían de una red
en todos los casos el origen social artesanos y el hecho de que varios familiar que las protegiese o contaban
de quienes acudieron a los juzgados, de ellos fueran militares exigió la con un marido irresponsable, entre
algunos de los documentos examina- disgregación de los mismos en el otras consideraciones. Algunas de
dos dan cuenta de la profesión, oficio cuadro precedente. Por otro lado, la ellas llegaron a contar hasta con dos
u ocupación de los litigantes, espe- presencia relativamente abundante de empleos. Pero, incluso, determinadas
cialmente en el caso de los hombres, militares obliga a recordar el contexto mujeres de los segmentos intermedios
constatándose la diversidad de activi- de “militarización” en la que se encon- y superiores eventualmente también
dades laborales en la que estaban invo- traba la sociedad peruana desde, por trabajaron, sin que ello significara
lucrados32. La observación del cuadro lo menos, la década de 1760, una de necesariamente descuidar las tareas
anterior permite notar la importancia cuyas expresiones fue la multiplicación domésticas34. La presencia de mujeres
de los militares y artesanos, especial- de milicias, civiles organizados en en el mercado laboral, corroborada
mente estos últimos, pues algunos regimientos que provenían de los también por la documentación judi-
de ellos fueron también soldados, diferentes sectores socioeconómicos cial relativa a conflictos conyugales,
suboficiales u oficiales. Los artesanos y étnicos de la población, sin que ello específicamente la relacionada con
solos representan casi el 20%, aunque sea un obstáculo para que los mili- la violencia, permite notar que una
si a este porcentaje añadimos los cianos puedan dedicarse a sus habit- mayoría apreciable de esposas eran
correspondientes de quienes siendo uales trabajos (Sobrevilla Perea, 2012, plebeyas, destacándose entre estas
artesanos se declararon también como pp. 254 y ss.)33. a quienes laboraban en el expendio
militares, cualquiera sea su rango, de provisiones y víveres, así como en
tendríamos una cifra porcentual de El mercado laboral, sin embargo, no fue el negocio de preparación de comida
alrededor de 6,76% adicional. En con- coto exclusivo de los varones. El traba- y bebidas como cocineras o regen-
clusión, cerca del 27% de los esposos jo femenino estaba más extendido de lo tes de alguna chingana, pulpería o
inmiscuidos en casos de sevicia como que pudiera suponerse, especialmente chichería. No faltaron también quienes
agresores se desempeñaba en alguna entre quienes eran pobres, mucho más se dedicaron a algún rubro artesanal
tarea artesanal. si se trataba de mujeres que habían o a la actividad agrícola.

PROFESIÓN U OCUPACIÓN DE LAS LITIGANTES POR SEVICIA (MUJERES)

Número Porcentaje
Placeras* 11 23,40
Chinganeras/pulperas 7 14,89
Artesanas** 6 12,77

* Del total de placeras, tres de ellas cumplían otras labores relacionadas: una afirmó que, además del expendio de víveres,
traía leña de monte; otra que tenía una sementera de yuca y una tercera que cultivaba verduras.
** Se han considerado en este rubro a una seronera, una carbonera, una costurera, una que afirmaba trabajar en una mantería
“con honor”, una que decía tener un “cajonsito de mercería” y una última que manejaba una tienda-cigarrería que su padre le dejó.

32 De los expedientes analizados en los que estuvo implicada la sevicia, en solo 133 se indicó la profesión u oficio de los va-
rones, muchas veces sin mayores detalles. Normalmente eran ellos quienes señalaban el tipo de trabajo efectuado, aunque
en ocasiones fueron sus mujeres quienes lo revelaron y, excepcionalmente, alguna autoridad.
33 Hasta mediados del siglo XVIII, los territorios hispanoamericanos no dispusieron de una fuerza militar permanente. El te-
mor a las incursiones de navíos ingleses en las costas americanas obligó a la corona española a reestructurar su ejército.
Tal reestructuración incluyó a la población civil en calidad de milicianos. Ver Gálvez (1999, pp. 259-261) y Domínguez Ortiz
(2005, pp. 339-340). Los milicianos y los militares profesionales gozaron del amparo y protección del fuero militar, especial-
mente a partir de la década de 1760. En el caso del Perú, la “militarización” del país se produjo durante el gobierno del virrey
Amat (1761-1776), no solo por las amenazas externas, sino también por los disturbios que se estaban produciendo en el
interior del país: Ragas (2004, pp. 211, 225).
34 La temática del trabajo femenino en el caso peruano colonial, mayormente circunscrito a las áreas urbanas y particularmen-
te a Lima fue abordada por Cosamalón Aguilar (2006).

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Una aproximación histórica a la violencia de género HISTORIA

Recauderas 5 10,64
Chacareras 3 6,38
Panaderas*** 3 6,38
Esclavas**** 3 6,38
Heredaron tierras o animales 2 4,26
Lavandera 1 2,13
Cría gallinas 1 2,13
Vende mazamorra y trabajó en un pepinal 1 2,13
Tiene un cajón de 300 pesos que le puso su marido 1 2,13
No precisa***** 3 6,38
Total 47 100
Fuentes: AAL y AGN

*** Conviene aclarar que se trata de mujeres que administraban panaderías; dos de ellas recibieron el negocio en herencia y una
afirmaba trabajar con su marido en la panadería de este.
**** De las esclavas, una de ellas, ciertamente jornalera, comentó que pagaba a su ama cuatro pesos mensuales.
***** De las tres mujeres que no precisaron oficio u ocupación, una se autocalificó de “pobre miserable”, otra que se mantenía con
su trabajo y una tercera que era negra bozal libre, aparentemente jornalera.

Si las características de la documen- cianos o pertenecientes a los cuerpos sus bienes y la engañó con otra mujer.
tación judicial han impedido conocer, regulares, no necesariamente aparece Landaeta no era peninsular, sino un
en todos los casos, el oficio, profesión documentada en su especificidad, impi- chileno de orígenes desconocidos36.
u ocupación de los litigantes, aquellas diendo determinar si la pertenencia a cier- Finalmente, sorprende que una ciudad
tienden a ser más elusivas y equívocas to regimiento correspondía a españoles o como Lima, en donde poco menos de
en lo concerniente a la condición a alguna de las varias “naciones” del la mitad de sus habitantes tenía origen
étnica. El título honorífico de “don” conglomerado social y étnico limeño. africano y la presencia indígena se
(o su versión femenina “doña”), tra- Igualmente, los repertorios archivísti- reducía a menos del 10 % poblacional,
dicionalmente aplicado a la gente de cos no especifican, salvo excepciones, presente una mayor proporción de
élite, se muestra extendido a quienes los orígenes étnicos de las minorías indios e indias que de negros y castas
se asumieron como españoles, o “extranjeras” hispanoamericanas (chi- que litigaban por sevicia, al menos
cercanos a estos, o consideraron tener lenos, neogranadinos, rioplatenses), de acuerdo a los registros analizados
un trabajo respetable. Sin embargo, a pesar de que estos, muchas veces, que indicaron la condición étnica o la
existen casos por lo menos ambiguos antepongan, discutiblemente, el cali- sugirieron37. Es probable que ello obe-
a este respecto que confirmarían hasta ficativo de “don” o “doña” a sus nom- dezca, en el contexto de un mestizaje
qué punto las fronteras del honor se bres y apellidos. Así lo creyó doña in crescendo, a la persistencia de la
habían permeabilizado, pues individuos María Lorenza Gonzáles de Troya, ilegitimidad y de las relaciones concu-
de condiciones disímiles se autocali- quien casó con don Juan de Dios binarias, más frecuentes entre mesti-
ficaban como tales35. De otra parte, la sig- Landaeta, creyendo que era montañés, zos y castas que entre los propiamente
nificativa presencia de militares, sea mili- pero este no solo la maltrató, dilapidó indígenas (Haitin, 1983, p. 387) que sí

35 Doña Agustina Romero, quien demandó por sevicia a su esposo, don Francisco García, contaba con una chingana o pulpe-
ría que mantenía a ambos. AAL, Divorcios, Leg. 78, 1796. Don Manuel Robles, quien sostenía un litigio con su mujer, doña
Petronila Alvarado, era cigarrero de oficio y soldado miliciano del Real Cuerpo de Artillería. AAL, Litigios matrimoniales,
Leg. VII, N° 37, 1810. Hasta en la propia población indígena el uso de estos términos no era infrecuente: Cosamalón Aguilar
(1999: pp. 114 y ss.) En Arequipa, los términos “don” y “doña” estaban tan extendidos que no constituían necesariamente un
indicador de “clase” (Chambers, 2003, p. 183).
36 AAL, Divorcios, Leg. 83, 1804. En la documentación alusiva a sevicia, excluyendo a los españoles peninsulares, se hace
referencia eventualmente a “extranjeros”. Se trata de individuos de uno u otro sexo provenientes de algunos de los reinos indianos,
principalmente de Chile (tres hombres y tres mujeres), pero también de Guayaquil (dos varones), de Santa Fe de Bogotá (un hom-
bre) y de Buenos Aires (una mujer). El único “extranjero” no americano procedía de Portugal (un hombre). Solo en dos casos
se ha podido identificar la condición étnica: el de una bonaerense, parda libre ella y el de un mestizo guayaquileño.
37 Lima presentaba, según el censo del virrey Taboada (1790), una población de entre 50 000 y 60 000 habitantes. El porcen-
taje aproximado de negros era de 18%, mientras las castas mezcladas de afrodescendientes se acercaban al 27 %, lo que
significa que alrededor del 45% de pobladores residentes en la ciudad tenía origen africano. Los indios representaron el 8 %
de habitantes. Para mayores detalles: Mercurio Peruano [1791] 1964, I, pp. 97-98. Los indios que litigaron por sevicia sumaron
65 (32 hombres y 33 mujeres), en tanto negros y castas (libres y esclavos), ascendieron a 47 (23 hombres y 24 mujeres).

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Año I // Número 1 // Primer semestre del 2018
En Líneas Generales

informaron sobre su condición étnica. desavenencias y la agresión reinaban consortes. Como podrá entreverse,
Es factible también que la menor canti- en sus hogares con el agravante, en estos casos no fueron extraños la
dad de afrodescendientes casados que en estos casos, de que la sevicia se resignación y la costumbre, el iluso
litigaban por sevicia haya obedecido encontraba asociada a la xenofobia39 deseo de confiar que las cosas cam-
al hecho de ocultar su origen, dado y al racismo40. En estos casos, los bien o el estoicismo. Pero, cuando los
el pesado e infamante lastre de la conflictos conyugales aparecen “racia- problemas rebalsaban los límites de
esclavitud. Además, las dificultades lizados”, pues en el imaginario social lo lo tolerado, generalmente accionados
económicas favorecieron indirecta- “negro” fue asociado con la animalidad por algún acontecimiento detonante,
mente las uniones consensuales, pues el (Araya Espinoza, 2010, p. 347). se ponían en marcha los mecanismos
matrimonio suponía una responsabilidad judiciales disuasivos y represores
legal de manutención (Cosamalón Agui- La edad de los litigantes constituye (Bustamante Otero, 2001)42.
lar, 1999, pp. 132-133; Macera, 1977, un misterio, salvo casos esporádicos.
IV, pp. 334-335). Más común es la información referida La riqueza de la documentación escru-
a los años de matrimonio, pues era tada, con los reparos y atingencias que
Los registros documentales alusivos frecuente que las parejas aludiesen al pudieran efectuarse, es incuestionable.
a maltrato conyugal informan también tiempo que tenían de casadas. El lapso Ella nos aproxima a las cifras de la
sobre la existencia de matrimonios que media entre la realización del casa- violencia conyugal y a algunas carac-
interraciales. Las peculiaridades de la miento y la presentación de la deman- terísticas de sus actores sociales,
documentación no permiten conocer, da judicial fluctúa entre los tres meses pero también abre las compuertas para
en todos los casos, la cuantía de tales y los 40 años41, de manera que resulta penetrar en el complejo mundo de
uniones, menos aún saber si estas más que evidente lo ocurrido con algu- la privacidad, la vida cotidiana y las
constituían consorcios, si no felices, por nas parejas: no tuvieron que esperar relaciones conyugales, constituyén-
lo menos ajustados a las normas de lo mucho tiempo para hacer sentir su voz dose en una ventana privilegiada
socialmente esperable por la comuni- de protesta e intentar poner fin a una para aproximarse a la violencia
dad38. Por el contrario, y como es obvio relación que se preveía desgraciada o matrimonial, sus desencadenantes
suponer, las pequeñas muestras de encauzarla por otros caminos; en tanto y sus múltiples componentes causales,
parejas que recurrieron a los tribunales sorprende que otras hayan tenido que interrogantes que, esperamos, sean
no hacen más que confirmar que las esperar décadas para denunciar a sus prontamente develados.

38 Algunos ejemplos esclarecedores se exponen a continuación: Pedro Pablo Pisarro, autocalificado como “pobre yndio pu-
silánime”, estaba casado con la sambayga Marcela Bracamonte (AAL, Divorcios, Leg. 80, 1799); el marido de la india Andrea
Hernández, Ysidro López, era chino (AAL, Divorcios, Leg. 82, 1801); el sastre José M. Nuques (Ñuque), teniente de milicias
de naturales, tenía como esposa a Petronila López quien afirmaba ser de “nacin. blanca” (AAL, Divorcios, Leg. 85, 1809); la
china María Jacoba Figueroa tenía como marido al pulpero español Manuel Manis (AGN, Real Audiencia. Causas crimina-
les, Leg. 91, Cuaderno 1116, 1800).
39 Si asumimos la xenofobia como el odio, rechazo y hostilidad hacia el extranjero y, por extensión, a todo tipo de forasteros,
podríamos entender mejor las expresiones peyorativas de don Rafael Ponce, al referirse a su esposa, natural de Huancayo,
como serrana (AAL, Divorcios, Leg. 83, 1803). De otra parte, doña María Santos Carrillo atribuyó el genio colérico de su
marido, don Juan Diego Ferreyra, a su origen portugués (AAL, Divorcios, Leg. 83, 1802), al igual que doña Ysidora Carrillo
lo hizo respecto de su esposo, el chileno don Francisco Jorquera: “Jenio Chileno á costumbrado y criado en la miseria (…)
infelis Madre qe. pario semejante guaso y dichosa la Muger qe. lo pierde pr. toda una Eternidad” (AAL, Divorcios, Leg. 87,
1817). El subrayado es del texto.
40 María Concepción Roxas afirmó que su esposo, Benito Landaburo, estaba arrepentido del enlace “pr. la diferencia de cali-
dad (…) titulándose, Español, y a mí una infeliz Chola de edad abansada, y despreciable” (AAL, Divorcios, Leg. 86, 1813),
en tanto doña María Cortés y Sisneros debía soportar los dicterios de la esclava con quien su cónyuge, don Rafael Viera
y Rodríguez, había tenido un hijo: “y le dice a mi marido matar cholas, qe. mejores son las negras, y mi mismo marido me
dize lo mismo” (AAL, Divorcios, Leg. 86, 1813). Escolastica Vera atribuyó el abandono y los devaneos de su esposo al hecho
de que este se consideraba “mui caballero”, pues ella era tratada como de inferior calidad, acotando que “se averguenza
de ser mi marido, y qe. vive con la otra por ser española” (AAL, Litigios matrimoniales, Leg. VI, folios sueltos, N° 14, s/f). El
subrayado es del texto.
41 La pareja conformada por Lorenza Altolaguirre y Manuel Manrique contaba con tres meses de casada al momento en que
ella entabló una demanda de divorcio (AAL, Divorcios, Leg. 79, 1797). El otro extremo lo representan los matrimonios de
Feliciana Sangines y Pedro Zabala (AAL, Divorcios, Leg. 82, 1801), así como el María Ynés Mendes y Pedro Amancio (AAL,
Divorcios, Leg. 86, 1813), ambos con 40 años.
42 Es ilustrativo justamente lo sucedido con la citada Feliciana Sangines. Abandonada durante varios años por su marido,
Pedro Zabala, aceptó recibir a este y al hijo adulterino que traía consigo. Feliciana, estoicamente, soportó la “mala vida”
que nuevamente experimentaba, pues Zabala, además de alcohólico, la maltrataba. Un hecho inesperado desencadenaría
la demanda de divorcio interpuesta por Feliciana: los hijos legítimos y el espurio tuvieron una riña que terminó con la inter-
vención de Zabala, quien hirió a uno de los vástagos habido con su esposa. A este hecho se sumaron las amenazas contra
la vida que incesantemente recibía ella. En suma, la sevicia pudo ser sobrellevada hasta cierto punto, pero era inadmisible
que el advenedizo, fruto de una relación adulterina, fuera preferido por el padre y, peor aún, que este hiera a uno de los hijos
de Feliciana. AAL, Divorcios, Leg. 82.

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Una aproximación histórica a la violencia de género HISTORIA

Fuentes y bibliografía

FUENTES PRIMARIAS Archivo General de la Nación (AGN)

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Secciones Auditoría General de Guerra. Causas civiles


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Amancebados Legajo 20, Cuaderno 333, 1815
Legajo V (1655-1825) Legajo 20, Cuaderno 343, 1816
Legajo 22, Cuaderno 379, 1817
Bigamia
Legajo II (1809-1905) Auditoría General de Guerra. Causas penales
Legajo 3, Cuaderno 50, 1795
Causas criminales de matrimonio Legajo 3, Cuaderno 53, 1795
Legajo VIII (1792-1830) Legajo 5, Cuaderno 105, 1811

Divorcios Cabildos. Causas criminales


Legajo 78 (1795-1796) CA-JO 2, Caja 202, 1796-1803
Legajo 79 (1797-1798) CA-JO 2, Caja 203, 1803-1806
Legajo 80 (1797) CA-JO 2, Caja 204, 1806-1807
Legajo 81 (1800) CA-JO 2, Caja 205, 1805-1808
Legajo 82 (1801) CA-JO 2, Caja 206, 1808-1811
Legajo 83 (1802-1804) CA-JO 2, Caja 207, 1811-1813
Legajo 84 (1805-1807) CA-JO 2, Caja 208, 1813
Legajo 85 (1808-1809) CA-JO 2, Caja 209, 1813-1814
Legajo 86 (1810-1814) CA-JO 2, Caja 210, 1814-1821
Legajo 87 (1815-1820)
Real Audiencia. Causas criminales
Litigios matrimoniales Legajo 83, Cuaderno 1027, 1796
Legajo VI (1796-1804) Legajo 82, Cuaderno 1013, 1796
Legajo VII (1805-1815) Legajo 89, Cuaderno 1102, 1799
Legajo VIII (1816-1830) Legajo 91, Cuaderno 1116, 1800
Legajo 94, Cuaderno 1150, 1801
Nulidades Legajo 96, Cuaderno 1172, 1802
Legajo 57 (1790-1798) Legajo 97, Cuaderno 1179, 1802
Legajo 58 (1799-1809) Legajo 99, Cuaderno 1219, 1803
Legajo 59 (1810-1819) Legajo 109, Cuaderno 1313, 1807
Legajo 139, Cuaderno 1705, 1818

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