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La Mujer - Juan Bosch

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Juan Bosch

(La Vega, Rep. Dominicana, 1909 - Santo Domingo, 2001)

LA MUJER (1932)
Originalmente publicado en Revista Carteles
(1 de mayo de 1932), págs. 18, 55;
Camino real
(La Vega: Imprenta El Progreso, R. A. Ramos, 1933, 152 pags.)

      LA CARRETERA ESTÁ muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente


larga, ni en la piel gris se la ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente
al rojo, un rojo que se hizo blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera.
      Debe hacer muchos siglos de su muerte. La desenterraron hombres con picos y
palas. Cantaban y picaban; algunos había, sin embargo, que ni cantaban ni picaban
Fue muy largo todo aquello. Se veía que venían de lejos: sudaban, hedían. De tarde
el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que
desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita. detrás de las pupilas.
      La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella.
Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.
      A los lados hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta
amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves
rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero
blanco.
      También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. algunos están
pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco,
ansioso de quemarse día a día. Las canas dieron esas techumbres por las que
nunca rueda agua.
      La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer
se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran
dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los
harapos. No la quemaba el sol; tan sólo sentía dolor por los gritos del niño. El niño
era de bronce, pequeñín, con los ojos llenos de luz, y se agarraba a la madre
tratando de tirar de ella con sus manecitas. Pronto iba la carretera a quemar el
cuerpo, las rodillas por lo menos, de aquella criatura desnuda y gritona.
      La casa estaba allí cerca, pero no podía verse.
      A medida que se avanzaba crecía aquello que parecía una piedra tirada en
medio de la gran carretera muerta. Crecía, y Quico se dijo: Un becerro, sin duda,
estropeado por auto.
      Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si
fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de
un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se
resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos,
los cactos coronados de aves rapaces.
      Más cerca ya, Quico vió que era persona. Oyó distintamente los gritos del niño.
***
      El marido le había pegado. Por la única habitación del bohío. caliente como
horno, la persiguió, tirándola de los cabellos y machacándole la cabeza a
puñetazos.
      —¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre! ¡Te voy a matar como a una perra,
desvergonzada!
      —Pero si nadie pasó, Chepe: nadie pasó —quería ella explicar.
      —¿Qué no? ¡Ahora verás! —Y volvía a golpearla.
      El niño se agarraba a las piernas de su papá, no sabía hablar aún y pretendía
evitarlo. El veía la mujer sangrando por la nariz. La sangre no le daba miedo, no,
solamente deseos de llorar, de gritar mucho. De seguro mami moriría si seguía
sangrando.
      Todo fue porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al
volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella contó que se había
cortado la leche; la verdad es que la bebió el niño. Prefirió no tener unas monedas
a que la criatura sufriera hambre tanto tiempo.
      Le dijo después que se marchara tanto tiempo.
      —¡Te mataré si vuelves a esta casa!
      La mujer estaba tirada en el piso de tierra ¡sangraba mucho y nada oía. Chepe,
frenético, la arrastró hasta la carretera. Y se quedó allí, como muerta, sobre el lomo
de la gran momia.
      Quico tenía agua para dos días más de camino, pero la gastó en rociar la frente
de la mujer. La llevó hasta el bohío, dándole el brazo, y pensó en romper su camisa
listada para limpiarla de sangre.
      Chepe entró por el patio.
      —¡Te dije que no quería verte más aquí, condenada!
      Parece que no había visto al extraño. Aquel acero blanco, transparente, le había
vuelto fiera, de seguro. El pelo era estopa y las córneas estaban rojas.
      Quico le llamó la atención; pero él, medioloco, amenazó de nuevo a su víctima.
Iba a pegarla ya. Entonces fué cuando se entabló la lucha entre los dos hombres.
      El niño pequeñín, pequeñín, comenzó a gritar otra vez; ahora se envolvía en la
falda de su mamá.
      La lucha era silenciosa. No decían palabra. Sólo se oían los gritos del muchacho
y las pisadas violentas.
       La mujer vió cómo Quico ahogaba a Chepe: tenía los dedos engarfiados en el
pescuezo de su marido. Este comenzó por cerrar los ojos; abría la boca y le subía la
sangre al rostro.
      Ella no supo qué sucedió, pero cerca, junto a la puerta, estaba la piedra; una
piedra como lava, rugosa, casi negra, pesada. Sintió que le nacía una fuerza brutal.
La alzó.
       Sonó seco el golpe. Quico soltó el pescuezo del otro, luego dobló las rodillas,
después abrió los brazos con amplitud y cayó de espaldas, sin quejarse, sin hacer
un esfuerzo.
       La tierra del piso absorbía aquella sangre tan roja, tan abundante. Chepe veía
la luz brillar en ella.
      La mujer tenía las manos crispadas sobre la cara, todo el pelo suelto y los ojos
pugnando por saltar. Corrió. Sentía flojedad en las coyunturas. Quería ver si
alguien venía. Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba
el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron
los vientos. Y cactos embutidos en el acero.

https://www.monografias.com/docs/analisis-de-la-obra-La-Mujer-de-PKWQ6WYMZ

https://www.monografias.com/trabajos106/analisis-del-cuento-la-mujer-juan-bosch/analisis-del-
cuento-la-mujer-juan-bosch.shtml

https://www.clubensayos.com/Espa%C3%B1ol/An%C3%A1lisis-del-cuento-La-Mujer-de-Juan-
Bosch/3829979.html

https://listindiario.com/puntos-de-vista/2007/06/30/18693/un-cuento-de-juan-bosch
La Mujer es una obra que refleja un escenario donde sobreabunda la miseria de una comunidad
campesina y tierras infértiles.
Puedo opinar que los valores que más resaltan en este cuento de Juan Bosch están la fidelidad
incondicional de la mujer a su marido, que a pesar del maltrato, lo defiende. Otro valor es el
sacrificio de lo que es capaz esta mujer, que además de la miseria, soportaba la violencia de su
marido. Como valor negativo está la ingratitud de parte de la mujer, pues arremete contra Quico,
quien la defendía para que su marido no la matara. En cuanto a la validez del mensaje, es importante
este drama para despertar consciencia en nuestras comunidades que hoy están azotadas por
la violencia intrafamiliar. La similitud con relación a nuestra realidad social, se presenta esta
situación hoy con tanta frecuencia que es alarmante la violencia que se ejerce contra la mujer
especialmente, donde muchas caen asesinadas por su marido, ocurriendo esto a nivel nacional y en
todos los niveles de la sociedad, especialmente en los más deprimidos económicamente.
En lo internacional ocurre también en los países latinoamericanos caracterizados por
el subdesarrollo y la miseria arrastrada desde siglos.
En lo personal me ha tocado ser testigo en algunos casos de violencia doméstica, pero gracias a Dios
no he tenido ni quiero tener la experiencia de vivir situaciones parecidas.

https://www.monografias.com/trabajos106/analisis-del-cuento-la-mujer-juan-bosch/analisis-del-
cuento-la-mujer-juan-bosch.shtml

https://html.rincondelvago.com/dos-pesos-de-agua_juan-bosch_1.html

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