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Tema 2. Clases de Palabras I

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TEMA 2: LAS CLASES DE PALABRAS I

La sustantivación

Hay palabras de otras categorías gramaticales que, en determinados contextos, pasan a


funcionar como sustantivos. A este proceso se le conoce como sustantivación. Las sustantivaciones más
frecuentes son:

• Verbo en infinitivo: Comer es necesario.

• Adjetivo: Lo malo es eso.

• Adverbio: Los síes ganaron a los noes.

• Preposición: Los pros y los contras de ese asunto me preocupan.

• Conjunción: No incluyó los peros que yo había puesto al asunto.

• La literatura permite sustantivaciones tan significativas como la siguiente, de Francisco de Quevedo:


Soy un fue, y un será y un es cansado.

Análisis: para analizar los sustantivos se sigue el orden de la clasificación según su significado más el
género y el número si es un sustantivo común.

Ejemplo: María es una buena alumna.

María: sustantivo propio, antropónimo.

alumna: sustantivo común, concreto, individual, contable, femenino, singular.


Algunos comparativos y superlativos irregulares

Análisis: adjetivo calificativo, una o dos terminaciones, especificativo/explicativo, grado, género,


número. Ejemplo: Niños guapos.

Guapos: adjetivo calificativo, de dos terminaciones, especificativo, grado positivo, masculino, plural.
El caso de lo

“Lo” habitualmente es un prnombre personal átono (resto neutro). Ej.: Ya te lo dije. Pero
también ayuda a sustantivarse a una serie de adjetivos y así se convierte en artículo.

Ejemplo: Lo más fácil no siempre es lo mejor.

Análisis: artículo, clase, género, número.


Ejemplo: Las amigas de Luisa
Las: artículo determinado, femenino, plural.

Análisis: adjetivo determinativo, clase, género, número. Ejemplos: Muchos niños juegan al fútbol /
¿Cuántos días tiene el año?
Muchos: adjetivo determinativo indefinido, masculino, plural.
Cuántos: adjetivo determinativo interrogativo, masculino, plural.
Los pronombres enclíticos son pronombres personales átonos unidos a una forma verbal. Ej.:
Cómete la fruta. Llévalo a mi mesa.

Cuando la acción recae sobre el propio sujeto que la realiza, aparece el pronombre reflexivo: Yo
me lavo (a mí mismo), tú te maquillas (a ti mismo), él se cortó (a sí mismo).

Los pronombres de cortesía usted/ustedes corresponden al receptor (2ª persona tú) pero se
conjugan en tercera. Ej.: ¿Qué quiere usted?
PRONOMBRES NUMERALES

PRONOMBRES RELATIVOS Que, quien(es), cual(es), cuanto


(a, os, as)
PRONOMBRES INTERROGATIVOS Qué, quién(es), cuál(es),
cuánto(a, os, as)

Análisis: pronombre, clase, género (si tiene), persona (si tiene), número. Ejemplo: Todos juegan al
fútbol / Estos son mis amigos.
Todos: pronombre indefinido, masculino, plural.
Estos: pronombre demostrativo, masculino, plural.
Análisis: adverbio, tipo. Ejemplo: Ahí está mi hermana. Ahí adverbio de lugar

Análisis: preposición. Ejemplo: El libro está sobre la mesa. Sobre: preposición

Análisis: conjunción, tipo. Ejemplo: Elena y Jorge están saliendo. Y: conjunción copulativa
PREGUNTAS PAU UNIDAD 2 Las clases de palabras

Cipriano, tumbado en el camastro, acogió con afecto al confesor. Le agradeció su presencia y le dijo que en su vida había tres
pecados de los que nunca se arrepentiría bastante, y, aunque ya los tenía confesados, se los confiaba al padre en prueba de
humildad: el odio hacia su padre, la seducción de su nodriza, aprovechándose de su cariño maternal y el desafecto hacia su
esposa, su abandono, que la llevó a morir transtornada en un hospital. Fray Luis de la Cruz asentía sonriente, le dijo que su
confesión general le dignificaba, pero que en este momento, en víspera del auto de fe, esperaba unas palabras de arrepentimiento
por su adscripción a la doctrina de Lutero. Cipriano que, en las medias tinieblas, apenas distinguía las facciones del fraile, le
respondió que abrazó la teoría del beneficio de Cristo de corazón, con buena fe, es decir, obró en conciencia y ésta, ahora, no se lo
reprochaba. Como sin darle importancia, fray Luis de la Cruz le preguntó entonces quién le había pervertido y Cipriano contestó que
no podía decírselo, que así lo había jurado, pero le constaba que tampoco su inductor obró con intención perversa. El fraile, que
venía cansado, empezó a dar muestras de acrimonia, le impacientaba la obcecación de Cipriano, le dijo que no podía absolverle
pero que aún estaba a tiempo. Desde media noche el padre Tablares, jesuita. seguría a disposición de los reos. Humildemente
ahora le recomendó que reflexionara y, antes de separarse de él, le tuvo cogido por las dos manos un largo rato y le llamó
hermano mío.

MIGUEL DELIBES. El hereje.

a) Señala a qué clase de palabras pertenecen las destacadas con negrita en el texto.

Muchos europeos viven en la segunda década de este siglo una época más que bella, jovial. Gente joven de todas partes se siente
estafada por la Gran Guerra y sus secuelas, y trata de imponer su ley, que proscribe la vulgaridad, el tedio, la prudencia y el
sentimentalismo. Una burguesía veinteañera se revuelve contra la madura, y juega a provocarla en todos sus centros nerviosos.
Entre ellos, claro está, en el arte. Los nuevos poetas ya no son aquellos que los bien pensantes solían identificar como poetas, es
decir, en España, bohemios lamentables que también solían despreciar a los burgueses, pero desde la miseria. Casi todos los
escritores consagrados de aquel momento, poco o mucho, han tenido que ver con la bohemia; los nuevos, nada. En gran número,
han salido de la burguesía misma, y viajan sobre su prosperidad como la espuma sobre la ola: en dependencia, pero con altanería.
Y saben; han estudiado, leen, salen al extranjero; visten al último gusto. Viven deportivamente, y miran desdeñosos a cuantos no
son distinguidos, selectos y resueltamente modernos. Lorca y Dalí acuñan un término para injuriarlos; son los .putrefactos. Se
permiten no ser utilitarios; para muchos de ellos, ya lo han sido otros. Pero juegan limpio: si su norte es el arte, a él se encaminan
con resolución, con ascetismo incluso. Mientras sus biografías juveniles registran, en general, un vivir bastante cómodo,
despreocupado en ocasiones, y, en otras, hasta disipado, sus obras los definen como obsesos de la perfección, sacrificados y
entusiastas trabajadores en un oficio que consiste en lograr que la palabra diga lo que nunca se dijo, o que lo diga de modo más
sorprendente e intenso. No se sirven del arte, sino que lo sirven. Escriben para dar consistencia a hondas inquietudes de difícil
aprehensión, o, a veces, por el placer de inventar pura belleza o gracia o ternura. Y como la fuente de invención es la propia al ma,
la obligan a que no se expanda por cauces transitados, a que se exprese con formas sutiles, en ocasiones, de desconcertante
sencillez, y, en otras, de refinada fábrica.

LÁZARO CARRETER, F. (1990): De poética y poéticas. Madrid, Cátedra, págs. 180-181

a) Señala la clase de palabras a que pertenecen las destacadas con negrita en el texto [veinteañera, Casi, nuevos,
misma, otras, que (consiste)].

El de las pintadas es un género en decadencia. Hay un claro retroceso desde los tiempos de las cuevas de Altamira a nuestros días,
lo que demuestra, una vez más, que para ciertas artes no hay nada mejor que un arresto domiciliario. Domina el yoísmo, el
pronombre personal de primera persona, de tal forma que en vez de mensajes lo único que vemos en las paredes son huellas
digitales de firmantes obsesivos, logotipos tarumba, que encima a veces manchan con su ego y su guiña las piedras más hermosas.
Soy un apasionado de los graffitis, de hecho escribo en papel porque me da vergüenza y pereza hacerlo con tinta indeleble o spray
en las paredes en blanco de la ciudad.
¿Qué indica la crisis del grafitismo? ¿Es un reflejo pedestre de la pérdida de pulso intelectual, de ese Vamos a menos que denuncia
Juan Goytisolo, o una simple consecuencia del declive de los oficios que requieren habilidad manual? ¿Es el yoísmo en las pintadas
y la pobreza en el mensaje, un signo más del ciclo gris que vivimos, el regreso de “Viva los de mi Quinta”?
Lo que quizá ha sucedido es que los grafiteros se han pasado a la publicidad. Ahora, por ejemplo, para leer mensajes con contenido
hay que levantar la nariz de las paredes y fijarse en las vallas publicitarias. Algunos críticos literarios suelen dar vueltas de noria
alrededor de ideas anacrónicas. Por ejemplo, lo que no se entiende pasa al pozo sin fondo del realismo mágico. Pero el verdadero
realismo mágico contemporáneo es el de la publicidad. Vivimos inmersos en esa segunda naturaleza. Paseamos en el paisaje
inventado, en el que un niño distingue con facilidad las marcas de telefonía móvil, pero desconoce qué diferencia a un abedul de un
arce. Sería muy provechoso que en las escuelas se estudiase este nuevo habitat.

RIVAS, MANUEL: El País Semanal

a) Indica la clase de palabras a que pertenecen las destacadas con negrita en el texto [nada (mejor), primera
(persona), (un signo) más, qué (diferencia)].

En el umbral mismo del siglo XX aparece uno de los conflictos más enconados que plantea la periodización literaria española. Por
largo tiempo, modernismo y generación del 98 parecieron abarcar en régimen de condominio las dos facetas - la intelectual y la
estética, la comprometida y la apolítica - que parecían advertirse en los escritores finiseculares. Resultó luego que no era tan fácil
atribuir a campos diferentes cosas que en todos los escritores aparecen, como se verá, en amalgama más confusa pero también
más incitante, lo que redundó en desprestigio del marbete generacional y en consolidación del término modernismo. Se buscó, al
cabo, una solución onomástica de convergencia - crisis del fin de siglo - que, por otra parte, pudiera enlazar con una panorámica
más universalista y, en ese mismo tenor, cabe que muy pronto una reconsideración del modernismo español en términos del más
amplio modernism (a la antigua usanza anglosajona) suponga una solución nueva e inédita de la anomalía española.
Al respecto de esta guerra de denominaciones conviene observar varias cosas. Hubo efectivamente una conciencia generacional
entre los artistas más representativos: el uso y abuso que se hizo entonces de las palabras “jóvenes” y “juventud” delatan la
constitución de un verdadero frente biológico que tenía delante a lo viejo y caduco, y tal cosa es el umbral necesario de la
definición de una generación. Y además, por otra parte, el léxico de la biología positivista, tan propio de la época, aportó las ideas
de regeración y regeneracionismo que hicieron suyas partidos políticos y grupos de opinión. Pero lo cierto es que la asociación de
una idea de generación y la fecha de 1898 se produjo tarde (...)

ALVAR, C, MAINER, J.C. y NAVARRO, R. Breve historia de la literatura española.

a) Señala la clase de palabras a que pertenecen las destacadas con negrita en el texto (mismo, entre, delante, cierto).

Dudo que hoy pueda sostenerse la absoluta hegemonía de la novela del siglo XIX en la historia del género: el XX ha hecho
aportaciones definitivas, de equivalente calidad, no vamos a decir que superiores, como han señalado fervorosos escoliastas. Ahora
bien, lo que admite difícilmente discusión es la voluntad de totalidad, la realizada voluntad de totalidad, de las novelas mayores del
realismo positivista y naturalista.
Desde “La comedia humana” a “Guerra y paz”, desde “Fortunata y Jacinta” hasta “Los Maia”, desde “David Copperfield” hasta “Los
Rougon-Macquart” existe en esas obras una incoporación tal de realidad, de, de allegamiento de los más diversos planos de lo real,
social, existencial sobre todo, pero también psicológico, que la novela del XX ha alcanzado sólo en algunas expresiones clave: así “A
la busca del tiempo perdido”, “Los Thibault”, “La montaña mágica”, novelas estas que son en cierto sentido expresiones literarias
derivadas del XIX.
El signo dominante del XX es la tendencia a la fragmentación y a la disolución de las identidades e individuales. Por eso, aunque se
hayan producido en su transcurso bastantes novelas grandiosas, ese afán de totalidad del siglo XIX dista de adquirir en el siglo que
acaba de concluir presencia tan avariciosa. Que se considere el fragmento como característica de la llamada posmodernidad, no
deja de resultar un síntoma elocuente de lo que aquí se dice. No van descaminados quienes ven en Borges, obstinado debelador de
la novela, persistente cultivador de lo fragmentario, un sumo representante literario de tal posmodernidad. El pacto entre la
burguesía y la novela, que cimentó su expansión, ha entrado en crisis. En cualquier caso, esas obras del XIX siguen siendo
ejemplares y deparando sorpresas en su lectura o relectura.
GARCÍA POSADA, M. El País, Babelia, 10-03-01

a) Utilizando un ejemplo de texto explica el concepto de perífrasis verbal.

A algunos cooperantes los sacaron a gorrazos de pueblos de África cuando llegaban con toneladas de ropa usada y gratis. La
industria textil local no agradecía precisamente el regalo que amenazaba con arruinar su modesto modo de ganarse la vida. Para
ayudar al desarrollo no bastan las donaciones, las buenas intenciones ni el esfuerzo de los voluntarios. Para ayudar de verdad en
zonas catastróficas, aisladas o inseguras deben cumplirse requisitos más asociados a la capacidad de gestión que al altruismo:
conocer el terreno, respetar el estilo de vida, saber gestionar una red de distribución, asociarse con organizaciones locales.
Dos eventos ilustran el debate sobre la utilidad de las ONG: la oleada de solidaridad con Haití y el secuestro de los tres
cooperantes catalanes que cruzaban el Magreb cargados con ayuda humanitaria. El cautiverio en Mauritania, que va a cumplir dos
meses, es un carísimo precio por combinar lo solidario y las (comprensibles, legítimas) ganas de aventura. Quizás no era lo más
eficaz enviar la ayuda en una caravana que sigue los pasos del rally Dakar, desplazado a América precisamente por la inseguridad.
En Haití, las ONG más prestigiosas y las agencias internacionales se han visto desbordadas con la llegada masiva de ayuda que
eran incapaces de repartir en un país en ruinas, y en el que se puso a prueba la relación entre la ayuda civil y la militar.
Las organizaciones caritativas son un protagonista cada vez más activo en el panorama global, pero en él conviven grandes y
ambiciosas organizaciones con pequeños proyectos llevados con el entusiasmo del aficionado. Se suma al cóctel la explosión del
llamado turismo solidario, en un momento en que a las ONG les sobran candidatos a arrimar el hombro en destinos exóticos y les
falta personal para tareas más cercanas.
Son héroes quienes se juegan su tiempo, su dinero y hasta su vida por los demás. Pero los donantes y la opinión pública les piden
más eficacia. Para que los resultados respondan a ese esfuerzo monumental.

Ricardo de Querol, EL PAÍS, 25/01/2010

4. a. Indica la persona, número, tiempo, modo y aspecto de las siguientes formas verbales que aparecen en el texto:
sacaron, llegaban, agradecía, son (las organizaciones caritativas son…).
4. b. Reescribe en pasado el último párrafo (Son héroes…monumental) e indica el valor temporal de los tiempos
verbales que utilices.

Cada cultura premia la expresión de determinadas emociones y castiga otras. Algunas emociones están presentes en
nosotros mismos desde el nacimiento, pero otras aparecen más tarde cuando aprendemos a reconocer ciertas emociones y
sentimientos a la vez en nosotros mismos y a través de los demás. Pongamos algunos ejemplos. Tradicionalmente se ha venido
hablando de que unas culturas son más emocionales que otras. Desde Europa, Canadá y EE.UU., se habla del «sur» para referirse a
poblaciones desordenadas, no tan productivas como otras, de sangre caliente y emocionales. Este contraste entre el norte frío y
productivo frente a un sur emocional y desordenado lo observamos tanto en Europa (Alemania, Escandinavia, Gran Bretaña…)
frente a las desordenadas y emocionales España, Portugal, Italia, Grecia; y toda Europa frente a la vecina África, como en América
(los productivos EE.UU. y Canadá frente los países de sangre caliente de Centroamérica y Sudamérica).
Por otra parte, hay emociones que parecen ser exclusivas de algunas culturas. Lo es por ejemplo, el sentimiento de
morriña que dicen sufrir los gallegos cuando están lejos de su tierra. La morriña es una determinada añoranza de la lluvia, los
olores y del verde especial que tiene la naturaleza en Galicia, mezclado con una especie de tristeza, pena, angustia y otros
sentimientos de difícil descripción. La morriña es intraducible lingüística y culturalmente. Lo mismo puede afirmarse de la tuza,
emoción típica de la Colombia andina. Sufren de tuza algunos hombres al ser abandonados por su amada. La tuza es una mezcla de
pena, rabia, frustración, sequedad interior, tristeza, abandono y temor infantil. Los colombianos saben reconocer cuando alguien
está entuzado porque se embriaga de aguardiente y se pone a cantar una misma canción melancólica durante horas y horas, a
veces, noches enteras, evocando al ser querido sin nombrarlo y a veces llorando. Ser capaz de vivenciar la tuza, como toda
experiencia emocional, no sólo es una cuestión de modismos idiomáticos, sino que se trata de realidades culturales
inexportables.
Somos emocionales porque somos seres sociales y al revés. Sentimos emociones, debemos compartirlas y a la vez ellas
son el motor que nos impulsa a estar en sociedad. No compartir ni exteriorizar las emociones es fuente de aislamiento, enfermedad
y tal vez pueda conducir hasta la muerte. Lo que más nos acerca a las demás personas no es tanto compartir un mismo idioma, un
mismo estatus social o habitar un mismo territorio, sino ser cómplices de las mismas emociones, de las mismas expresiones
emocionales, de las mismas vivencias sentimentales. […] El hecho de vivir en una cultura nos condiciona para vivir de acuerdo a
unas emociones determinadas, para «emocionear» de una forma concreta y no de otra. Las emociones están en el impasse entre la
biología que hay en nosotros y que nos viene dada, y la cultura que nos crea y a través de la que creamos el mundo.

(Texto adaptado de Josep Mª Fericgla: «Cultura y emociones. Manifiesto por una Antropologíade las emociones»)

b) Identifica los nombres propios que localices en el primer párrafo del texto. Explica brevemente cuáles son los
rasgos que diferencian al nombre propio del común.

El extranjero es quien ignora cosas muy simples que a su alrededor sabe todo el mundo: el que desconoce la malla invisible de
normas y de informaciones cotidianas que el bien asentado da tan por supuestas que no repara en ellas. Cómo se obtiene un billete
de metro o de autobús, dónde hay que comprar el pan, cuánto valen exactamente cada una de las pequeñas monedas con las que
uno puede encontrarse en la palma de la mano. Extranjero es el que va en un vagón del metro y no entiende las instrucciones que
de pronto suenan en los altavoces, y que provocan en los demás gestos de atención o movimientos inmediatos.
Hay grados de extranjería, desde luego, como los hay de desarraigo y de pobreza. El extranjero cree a veces que tiene nociones
aceptables del idioma del país al que ha llegado, y de pronto descubre que no entiende nada, que le hablan demasiado rápido, y
que cuando intenta explicarse, las palabras se le enredan en la garganta o en los labios.
El extranjero puede serlo tanto que ni siquiera tenga una casa en el lugar nuevo al que ha llegado, ni documentos que lo
identifiquen como una persona de existencia tan plena como cualquiera de las que le rodean.
El extranjero puede desconocer no ya el idioma en que le hablan o en el que están escritos los letreros de la calle, sino también el
significado de las señales o de las luces de tráfico.
Yo he visto en Nueva York, esta ciudad tan llena de toda clase de extranjeros, a un emigrante pobre y centroamericano,
probablemente llegado de una aldea de calles embarradas y sin luz eléctrica, paralizado delante de un semáforo, o queriendo cruzar
una avenida lejos de las rayas blancas del paso de peatones.
He visto repartidores mexicanos de comida que pedalean entre el tráfico en bicicletas sin luces: ese es uno de los trabajos que
suelen dárseles a los recién llegados, a los ilegales, a los más extranjeros. Ellos conocen el grado último de la extranjería, y es
que los demás miren a través de ti como si no te vieran, como si la falta de papeles te volviera invisible, o al menos no plenamente
humano.
Pasan los años y uno aprende, se adapta, se sabe las normas, deja poco a poco de sentirse extranjero. Pero si tienes algo de
decencia, tu corazón tiene que estar con los que todavía lo son. Porque bastaría que un infortunio cualquiera te hiciera huir a
otro lado del mundo, sin papeles, sin casa, sin oficio, sin nombre.
En un mundo lleno de patrias hostiles y patriotas fanáticos o directamente homicidas, mis compatriotas de verdad son los
extranjeros.

Antonio Muñoz Molina: El extranjero

a) Explica qué tipo de palabras son las subrayadas en el texto y, de darse el caso, indica a qué otras del mismo texto
se refieren: quien y que (1ª línea), que (línea 6), los (línea 8), que (línea 12).

Localiza cinco de los pronombres que aparecen en el siguiente fragmento e indica el tipo, el referente y la función
sintáctica que desempeñan:

''Uno de los escritos más airados lo firmaba en este diario una catedrática de Lengua y Literatura, y en él se leía: "Esta desconexión
de la RAE con los tiempos que corren la paga toda la sociedad española, que recibe una proyección de lo humano cercenada. Pues
se nos hurta la particular mirada de la mujer..., lo que deja a oscuras ciertas zonas de nuestro mundo: cierta sensibilidad, ciertas
emociones, ciertas vivencias, ciertas sensaciones ..."

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