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03 El Mono Imitamonos C Armijo

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Consuelo Armijo

El mono
imitamonos
Ilustraciones
de Alfonso Ruano
HABÍA una vez
un mono
que se lo pasaba muy bien
subiéndose a los árboles
y colgándose de sus ramas.
Unas veces se colgaba
con las manos
y otras con los pies.
Y cuando oscurecía Que un mono se comía un coco,
y muy bien no se veía, pues él se comía otro.
el mono parecía Que su madre chillaba,
un pijama puesto a secar. pues a chillar él también.
Este mono ¡Y hay que ver lo bien que
era un mono muy imitamonos. sonaba!
Un día hizo mucho viento
y el mono se asomó
entre las ramas
para que le diera en la cara.
Luego, se colgó de una de ellas
y el viento que pasaba
lo columpiaba.

En esto,
el mono se puso
a imitar al viento:
—¡Uuuuuuuuuu!
—decía mientras corría y corría.
—¡Uuuuuuuuuu!
—seguía el mono, ya solo,
cuando el viento, cansado,
dejó de soplar.
—¡Uuuuuuuuu! ¡Uuuuuuuuu!—
Y tan bien, tan bien
le salió,
que un árbol distraído
movió las ramas cuando él pasó. Y entonces pasó lo peor:
Y corre que corre, el mono se perdió.
y corre que te correrás, No sabía volver otra vez.
el sitio donde vivía Muy preocupado,
pronto dejó atrás. empezó a andar.
Y tan bien,
Dio muchas vueltas tan bien le salió,
y algunas volteretas que una señora despistada
(para distraerse) lo confundió con su prima
y en esto llegó a una ciudad. Alejandra.
Y vio a los señores, —¡Hola, Alejandra!
y a las señoras, ¡Te encuentro muy guapa!
y a las niñas y a los niños, —dijo la señora,
que iban andando abrazando al mono.
a "dos patas". El mono la imitó
Ante esto, el mono y la abrazó a ella también.
olvidó su pesar La señora se fue encantada.
y, loco de contento, —¡Qué cariñosa se ha vuelto
los empezó a imitar. Alejandra!—pensaba.
Y andando, andando, Y al poco rato
llegó a un parque. pasó por ahí Don Paco,
El mono entonces que, después de la comida,
no se pudo contener, volvía a la oficina.
y de un salto
se subió a un árbol.
En el parque
había un señor calvo —¿Eh?
sentado en un banco. ¿Qué estoy viendo?
El mono, al verle, ¿Un mono sentado en un banco?
bajo del árbol —dijo todo asustado—.
y se sentó en otro banco. ¡A lo mejor es fiero!
Y Don Paco,
que era un poco miedica,
se dio la vuelta
a toda prisa.
—¡Socorro,
socorro,
un mono!
—gritaba mientras corría.

Y el mono,
que le vio,
le imitó y echó a correr
detrás de él.
Y así dieron muchas vueltas
por una plazoleta,
hasta que el mono
se cansó
y volvió al banco
a sentarse otro rato.
Pero Don Paco —Eso del mono es muy raro
siguió corriendo —se decía —.
durante mucho tiempo, Ha debido de ser una visión.
pues tan nervioso estaba Cosas de la digestión.
que no se dio cuenta ¡No vuelvo a comer
de que el mono perejil con jamón!
había vuelto al banco Mientras,
a sentarse otro rato. el mono seguía en el banco,
Y cuando, por fin, descansando un rato.
vio que ningún mono
le seguía, dejó de correr
a toda prisa
y se fue
despacio
a la oficina.
Y pasó por allí una vieja
que todos los días
se daba una vuelta.
—Buenas tardes
—dijo la vieja al mono.
Y el mono la imitó y dijo:
—Buenas tardes—él también.

Pero no le salió muy bien,


porque eso de hablar
es una cosa muy difícil
para todo animal.
—Debe ser alemán.
Se le entiende muy mal
—se dijo la vieja—.
Pero, ¿qué digo?
Más bien tiene cara de chino.
Y, pasito a pasito,
se alejó despacito.
Entonces
pasaron por allí Lo agarraron
Tere y Pepito. cada uno de una mano
—¡Mira, un mono! y se lo llevaron.
—dijo Pepito. —¡Mamá,
—¡Y es muy mono! traemos un invitado!
—dijo Tere. —dijeron al llegar.
—¡Vamos a contárselo —¡Qué invitado tan raro!
a los demás! —se dijo la madre.
—No, mejor será Estaba un poco extrañada
que lo convidemos a merendar. pero pensó:
Tere y Pepito "Tengo que ser hospitalaria."
se acercaron al mono Así que
y le dijeron: preparó una buena merienda
—¡Vente con nosotros! y la puso sobre la mesa.
Tere y Pepito
empezaron a zampársela. Después,
El mono los imitó, cogió un paté
¡y no sabéis cómo le gustó! y lo echó en el café.
Pero esta vez Luego,
no lo hizo muy bien, cogió la mermelada
pues untó la mantequilla y le untó una tostada.
en el mantel. La madre de Tere y Pepito
Luego, estaba pasmada.
tiró el azucarero Pero Tere y Pepito
y se puso la jarra de sombrero. estaban muy divertidos.
Después de merendar
se pusieron a jugar.
Y, aunque parezca mentira,
el mono
aprendió
enseguida
el dominó.
Y también jugó a la oca
y a la pelota.

Pero se equivocó,
y jugó a la pelota con la oca
y a la oca con el dominó.
¡Y lo bueno fue que ganó!
Y lo malo, que,
al tirar la oca
creyéndose que era la pelota,
la rompió.
Pero Tere y Pepito Como el tiempo pasaba
lo perdonaron, y el mono no se marchaba:
y el mono, —¡Qué le vamos a hacer!
en agradecimiento, —dijo la mamá
dio un salto de Tere y Pepito—.
y rompió un tarro. Se quedará a cenar también.
Así que
hizo sopa y croquetas
para tres.
Al mono,
luego,
le puso un babero
y le dijo
que se lavara las manos
en el cuarto de baño.
Pero
como no le entendió
muy bien, el mono,
en vez de las manos,
se lavó los pies.

Después,
cogió la cuchara al revés.
Metía el mango en la sopa,
luego lo chupaba,
pero no sacaba nada.
La madre de Tere y Pepito Las croquetas
que lo vio, las masticó
le enseñó. con la boca abierta.
Y el mono aprendió. Luego,
Pero el vaso bebió agua
lo puso boca abajo, directamente de la jarra.
y con el tenedor La madre de Tere y Pepito,
empezó a tocar el tambor. otra vez estaba pasmada.
Mas,
como ya habían acabado,
fue a la cocina
por el frutero
y lo llenó por entero. Luego,
Había manzanas, para comerlas más a gusto,
melocotones, se colgó de la lámpara
naranjas, como si esta
peras... y fuera una rama.
¡¡¡bananas!!! La madre de Tere y Pepito
El mono, al verlas, cada vez estaba más pasmada.
se puso tan contento Pero Tere y Pepito
que dio un brinco cada vez estaban
en su asiento. más divertidos.
Por fin acabaron de cenar. Sobre todo de las mangas.
Como el mono no se marchaba, Pero esta noche valdrá,
la madre de Tere y Pepito pero antes de acostarse
pensó: tendrá que bañarse.
"¡Qué le vamos a hacer! Abrieron los grifos.
Se quedará a dormir también. "Clo, clo, clo",
Yo creo que lo adoptaré". hacía el agua.
Y es que la madre de Tere y Al mono
Pepito tenía muy buen corazón. no le gustó nada.
El mono la abrazó. —"¡No me irán a meter ahí!",
Yo creo pensaba.
que lo comprendió.
Al mono
le probaron un pijama.

—Un poco grande


—dijo la madre—.
La bañera Abrió la puerta
cada vez estaba más llena. y bajó corriendo
Y el mono, las escaleras.
cada vez más asustado. Llegó a la calle
Por fin, y por ella se paseó,
la bañera se llenó. jugando a ser un señor.
La madre de Tere y Pepito Pero, como estaba
quiso coger al mono, muy nervioso,
pero este se escapó. le salió muy mal.
Se notaba mucho
que era un animal.
Unos chicos lo miraron y: El pobre mono
—¡Un mono!—gritaron. lo estaba pasando fatal;
Don Paco, que estaba esta vez pero fatal de verdad.
sentado en un café,
salió a todo correr,
y tiró su licor
encima de un señor.
Pero todos los demás
rodearon al mono
con gran curiosidad.
Una señora con una boina
le hizo una fotografía,
y se alejó muy divertida.
Pero un señor
con muy mala idea decía
que se lo iba a llevar
de regalo a su suegra.
Y mientras...
Hacía tiempo que mamá mona
no veía a su hijo
colgado de ninguna rama.
—Es muy raro
—se decía.
Miró por todas partes
y, como no lo vio,
salió a buscarlo.
Enseguida
reconoció sus huellas
marcadas en la tierra.
Y, siguiéndolas,
llegó a la ciudad.
—¡Qué lejos se ha ido
este chico! Cuando lo encuentre
se la va a ganar.
En la ciudad,
como no había tierra,
era mucho más difícil
seguir las huellas.
Pero la mona,
a cuatro patas,
logró verlas
dibujadas.
El olfato también le ayudó:
—Por aquí
ha pasado mi mono,
por aquí no.
La gente,
al verla tan agachada,
pensaba:
"¡Qué cosa tan rara!"
La mona llegó al parque, que todavía
y luego a casa estaba más pasmada de
de Tere y Pepito, lo que había estado antes.
donde le abrió la madre. —¡Ja, ja,ja!
La mona, —reían Tere y Pepito,
que estaba muy nerviosa, les que todavía
chilló muchísimo estaban más divertidos.
a los tres. Por fin,
Revolvió la casa entera la mona se fue
y lo dejó todo al revés. por donde había venido.
—¡Ay, ay, ay! —Aquí no está mi hijo
—decía la madre, —se dijo.
Y oliendo,
y olfateando y husmeando,
llegó donde estaba el mono.
¡¡Y la que armó!!
—Íuuuuuuuu—chillaba.
La gente, asustada,
salió corriendo
en desbandada,
y el señor de la mala idea
se cayó
y le salió un chichón.

La mona agarró a su hijo


y se lo llevó
muy lejos,
dando brincos y brincos.
—Íuuuuuuuu—chillaba la mona.
—Úiiiiiiii—chillaba el mono.
Y así llegaron
al sitio en donde vivían,
y el mono
volvió a colgarse
de las ramas.
Unas veces boca abajo
y otras boca arriba.
El tiempo pasó,
pero el mono no se olvidó
de su excursión.
Sobre todo se acordaba
de Tere y de Pepito,
de la madre y la casa.
Llegó la primavera
y salieron muchas flores
en la pradera.

Y un día,
el mono hizo
un ramo muy grande
para llevárselo a la madre.
Como había crecido,
ya podía
hacer largos recorridos
sin perderse ni caerse.
Así que, sin novedad,
llegó a la ciudad.
El mono iba muy tieso,
con el ramo contra el pecho.
Como era la hora de la comida,
por la calle no había nadie.
El mono enseguida encontró la casa
y vio a Tere y Pepito
asomados por la ventana.
El mono subió
la escalera de dos en dos.
Tocó el timbre
y la madre salió a abrirle.
La señora,
que tenía muy buen corazón,
al verlo se emocionó y le dio un beso.
¡El mono, nunca, nunca, nunca
olvidó ese momento!

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