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Inteligencia Emocional en La Adolescencia

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INTELIGENCIA EMOCIONAL

Inteligencia Emocional en la Adolescencia

Milla Durán, Daniela Milla 00021719


Pojoy Yocuté, Ingrid Azucena 00252615
Rodríguez Méndez, Christian Gerson 00302118
Romero Irula, Pedro Gabriel 00303916
Soriano Reyes, Juana Cecilia 00300418
Tablada Martínez, Valeria Lourdes 00361920

Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas”

Septiembre, 2020

Antiguo Cuscatlán, El Salvador

Resumen
INTELIGENCIA EMOCIONAL
2
El presente trabajo es una investigación bibliográfica acerca de la incidencia del estrés
académico, una experiencia propia de estudiantes de todos los niveles de escolaridad, en el
desarrollo de su inteligencia emocional. Este concepto, un tanto polémico, es definido por la
mayoría de autores consultados como el buen manejo de las emociones propias y ajenas,
cobra relevancia durante la pubertad. Entran en juego factores que propician e impiden el
desarrollo de la inteligencia emocional. Para visibilizar mejor este proceso, se tomó el caso
concreto del estrés académico como una experiencia común que genera diversas respuestas
en los adolescentes que deben lidiar con ella. Se observa además que este problema puede
abordarse a nivel individual como sistémico.
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Justificación

Por una parte, la inteligencia emocional, al ser un concepto muy discutido en la psicología, y
cuya validez es puesta en tela de juicio por varios autores, merece ser considerado con
detenimiento. Sus propuestas y hallazgos pueden ser de gran utilidad en contextos como el
salvadoreño, donde buena parte de la población crece y se desarrolla en ambientes poco
propicios para un manejo adecuado de las emociones propias y ajenas. Esta carencia alcanza
un punto crítico en coyunturas como la pandemia de COVID-19, con sus consecuencias
sociales, económicas, políticas, psicológicas y, sobra decirlo, sanitarias.

Si a este estado de incertidumbre perpetua se le añade la sacudida de la educación, se tiene


que los estudiantes atraviesan un período de fuerte estrés motivado, en parte, por razones
académicas. La transición de la educación presencial, que ya producía su propio estrés
académico, a la educación virtual fue súbita y no admitió mayor planificación. El evidente
reto que esta modalidad ha supuesto para docentes y estudiantes implica lidiar con un estrés
superior al acostumbrado. Esta investigación bibliográfica, dentro de sus limitaciones, se
pregunta: ¿Cuál es el papel de la inteligencia emocional en los adolescentes ante el estrés
académico? La respuesta que obtuvo pretende orientar a estos últimos a comprender de una
manera más amplia el estrés académico al que se ven sometidos y perfilar algunas vías de
solución a través del uso de la inteligencia emocional.
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Planteamiento del problema:

¿Cuál es el papel de la Inteligencia Emocional en los adolescentes ante el estrés académico?

Objetivos:

General:
● Identificar el papel de la Inteligencia Emocional en los adolescentes ante el estrés
académico
Específicos:

● Investigar cómo se desarrolla la Inteligencia Emocional.


● Reconocer los factores que impiden el desarrollo de la Inteligencia Emocional y la
importancia que tiene esta en los adolescentes.
● Investigar la manera en que el estrés académico afecta a los estudiantes adolescentes y
los mecanismos que usan para lidiar con este.

1. Inteligencia Emocional y su desarrollo


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1.1. La inteligencia emocional

Tratar de entender qué es la inteligencia y lo que implica ha sido y sigue siendo muy
“complejo y elusivo” (Morris & Maisto, 2005, p. 253), prueba de ello son las múltiples y
diversas teorías que se han desarrollado en la historia 1. Sin embargo, a pesar de la
complejidad, se puede decir que la inteligencia hace referencia a la capacidad intelectual
general del ser humano, a las habilidades implicadas en su aprendizaje y en su conducta
adaptativa (Morris & Maisto, 2005). La inteligencia es lo que le distingue de los demás seres
del universo, le permite resolver problemas más complejos que a otros, le permite dar razones
de sus juicios, ser capaz de encontrar nuevos problemas, hacer preguntas nuevas, dominar su
medio, adaptarse y transformarlo, etc., (Yela, 1996).

Para Yela (1996), la psicología, más que otras ciencias, es la que ha buscado más
directamente esclarecer qué es la inteligencia, cómo funciona y de qué depende, partiendo de
tres enfoques principales, el diferencial, el general y el evolutivo, y los cuales “pueden
integrarse y resumirse, al menos aproximadamente y en sus líneas generales, en tres
afirmaciones… la inteligencia no es simple, sino compleja. La inteligencia no es fija, sino
modificable. La inteligencia no actúa de forma autónoma, sino integrada en la personalidad”
(p. 269).

Teniendo en cuenta estas líneas generales sobre la inteligencia y sabiendo que no se la


puede reducir ni abarcar en un solo aspecto de la capacidad intelectual del ser humano,
queremos profundizar concretamente en lo que es la inteligencia emocional (IE).

Es considerada dentro de las teorías contemporáneas sobre la inteligencia, propuesta


por Daniel Goleman (1997) “la cual se refiere a la efectividad con que la gente percibe y
entiende sus propias emociones y las de los demás, así como a la eficacia con que puede
manejar su conducta emocional” (Morris & Maisto, 2005, p. 257), aunque

El término “inteligencia emocional” fue acuñado por Salovey y Mayer en 1990, y


definido por estos autores como un tipo de inteligencia social que engloba la habilidad
para dirigir y controlar nuestras propias emociones y las de los demás, así como para
discriminar entre ellas y utilizar la información que nos proporciona para guiar
nuestro pensamiento y acciones, de tal forma que resulten beneficiosas para nosotros
mismos y para la cultura a la que pertenecemos. (Ugarriza, 2001, p. 130).

Mora (2002) en un estudio sobre los antecedentes históricos de la inteligencia


emocional y luego de hacer un recorrido histórico-conceptual, concluye que en lo referente al
concepto de Inteligencia Emocional estamos ante un vino viejo en odres nuevos, pues así lo
evidencia la fuerte presencia de elementos emocionales (orexis = apetito, deseo; empatía;
afrontamiento; autoestima) en pensadores como Platón, Wundt, Spearman, Lewin, Pearling y
Schooler, Moons y Billings, Freud, Darwin, entre otros; elementos que son expresados en el
trabajo de Goleman (1997).

1 Morris y Maisto (2005) agrupan estas teorías en dos: teorías iniciales (Spearman, Thurstone
y Cattell) y teorías contemporáneas (Sternberg, Gardner y Goleman).
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La inteligencia emocional es una habilidad. Así lo resaltan Fernández y Extremera
(2009), quienes sostienen que este concepto se ha popularizado, se ha convertido más en
comercial que científico, perdiendo su sentido original propuesto por Salovey y Mayer (1990)
“que conciben la IE como una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las
emociones y su aplicación a nuestro pensamiento” (Fernández-Berrocal & Extremera, 2009,
p. 91). Entonces la IE es la habilidad para procesar la información emocional y utilizarla
como una guía para el pensamiento y la conducta (Ainize Sarrionandia & Maite
Garaigordobil, 2017), es el conjunto de habilidades que posee el individuo, tanto personales,
emocionales y sociales que influyen en la habilidad adaptativa para enfrentar las demandas y
presiones del entorno (Ugarriza, 2001).

1.2. Desarrollo de la inteligencia emocional

Modelos de la inteligencia emocional

Existen varios modelos de inteligencia emocional, en nuestro trabajo presentaremos el


de Mayer y Salovey (1997), que recoge Fernández-Berrocal y Extremera (2009), quienes
conceptualizan la IE en 4 habilidades básicas:

“la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad
para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para
comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las
emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (MAYER &
SALOVEY, 1997, 5). (p. 92).

Salovey resalta que, en el área académica, los estudiantes se enfrentan a diversas


situaciones en la que deben recurrir a estas habilidades y así adaptarse de una manera
adecuada a su entorno escolar. Recalca también que es necesario que los maestros empleen la
IE para guiar a sus alumnos.

a. La percepción emocional

Es la habilidad para reconocer e identificar tanto los propios sentimientos como los de
quienes nos rodean. Fernández-Berrocal y Extremera (2005), ponen este ejemplo:

En clase, por ejemplo, los alumnos ponen en práctica diariamente estas


habilidades cuando regulan sus acciones en el aula tras una mirada seria del
profesor. Igualmente, el profesorado también hace uso de esta habilidad
cuando observa los rostros de sus alumnos, y percibe si están aburriéndose, o
si están entendiendo la explicación y, tras decodificar la información de sus
rostros, actúa cambiando el ritmo de la clase, incluyendo alguna anécdota para
despertar el interés o bien poniendo un ejemplo para hacer más comprensible
la explicación del tema. (p. 69).

b. La facilitación o asimilación emocional


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Esta habilidad se centra en cómo las emociones afectan al sistema cognitivo y cómo
nuestros estados afectivos ayudan a la toma de decisiones, por ejemplo:

Algunos alumnos necesitan concentrarse y estudiar un cierto estado positivo,


otros en cambio de un estado de tensión que les permita memorizar y razonar
mejor. Estas diferencias personales explican el fenómeno de que algunos
alumnos no estudien para los exámenes hasta el último momento (dos o tres
días antes), que es cuando el estado de tensión de la situación les ayuda a
centrarse en la tarea. (Fernández-Berrocal & Extremera, 2005, pp. 69-70).

c. La comprensión emocional

Es la habilidad que permite a los estudiantes conocer qué causa uno u otro estado de
ánimo y así comprender las futuras consecuencias de sus acciones, así como
interpretar el significado de las emociones complejas. Siguiendo con el ejemplo de
Fernández-Berrocal y Extremera (2005), “Los estudiantes utilizan esta habilidad para
ponerse en el lugar de algún compañero que está pasando por una mala racha (e.g.,
malas notas, enfermedad, divorcio de los padres…) y ofrecerle apoyo” (p. 70).

d. Regulación emocional

Es la capacidad para estar abierto a los sentimientos tanto positivos como negativos.
Abarca también el manejo del mundo intrapersonal e interpersonal:

Por ejemplo, cada vez que un alumno se ve involucrado en un conflicto


interpersonal en el recreo, (e. g., un niño le quita el balón a otro para jugar)
una resolución no agresiva del conflicto implica la puesta en práctica de
habilidades de regulación o manejo de situaciones interpersonales.
(Fernández-Berrocal & Extremera, 2005, p. 71)

Educar con IE

Uno de los requisitos para que los alumnos logren desarrollar la inteligencia
emocional es que el cuerpo docente se comprometa a esta tarea y a su vez desarrolle su
propia IE, tal como lo menciona Ibarrola (2008):

Los educadores deberán ser capaces de:

● Expresar adecuadamente sus sentimientos en la relación con los alumnos


● Utilizar la metodología de planificación en función de metas y de resolución
de problemas
● Poner en práctica estrategias de automotivación
● Controlar sus estados de ánimo negativos y gestionar adecuadamente sus
emociones
● Manifestar su empatía y capacidad de escucha
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● Desarrollar conductas asertivas, manejando adecuadamente los conflictos que
se produzcan en el aula. (p. 4)

Según Ibarrola (2008) todos los investigadores coinciden en las características de los
alumnos con IE:

● Poseen un buen nivel de autoestima


● Aprenden más y mejor
● Presentan menos problemas de conducta
● Se sienten bien consigo mismos
● Son personas positivas y optimistas
● Tienen la capacidad de entender los sentimientos de los demás
● Resisten mejor la presión de sus compañeros
● Superan sin dificultad las frustraciones
● Resuelven bien los conflictos
● Son más felices, saludables y tienen más éxito (p.5)

Es importante recalcar que la IE hay que desarrollarla en los adolescentes ya que


muchos carecen de esta capacidad de gestionar sus emociones asertivamente.

2. Factores que impiden el desarrollo de la inteligencia emocional

Goleman (1995) decía que el ser humano tiene dos mentes, una mente que piensa y la
otra que siente, estas dos realidades fundamentales en nuestra vida interactúan para construir
nuestra vida mental. Teniendo como base esta afirmación respecto a nuestra mentalidad,
podemos descifrar algunos factores que en el transcurso de nuestro desarrollo humano
impedirán que podamos responder emocionalmente a lo que la vida nos presente.

En la investigación hemos podido descifrar aspectos concretos que afectan dicho


desarrollo de la inteligencia emocional, como bien sabemos se da fundamentalmente en la
niñez y según la Organización mundial de la salud la edad establecida para el desarrollo de
esta inteligencia es desde que nace hasta los 8 años. Antes bien, teniendo como referencia la
herencia y el entorno social como factores que ayudan en la inteligencia emocional, de la
misma manera nos encontramos con otros factores que impedirán dicho desarrollo.

Podemos señalar tres factores concretamente: la nutrición, la economía y el ambiente


social. La nutrición podría jugar aquí el papel más importante en el desarrollo de la niñez, con
cifras alarmantes según el Ministerio de Salud (MINSAL), en 2017, las muertes en bebés de
un mes de vida fueron de 6 por cada mil nacidos vivos, siendo sus principales causas el bajo
peso al nacer, es por eso que la inteligencia emocional se desarrollará con una nutrición de
calidad.

Con el segundo factor de la economía continuamos con la deficiencia en el desarrollo


de la inteligencia emocional, sin dinero es casi imposible brindar una mejor nutrición o estilo
de vida al niño, de esta manera no podrá tener la evolución que se necesita para un verdadero
desarrollo. El Salvador como bien sabemos se encuentra entre los países más pobres del
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mundo, que aunque se vean algunos cambios sigue haciéndose presente la pobreza en muchas
familias.

Como último aspecto nos encontramos con el ambiente social. El impacto en el


crecimiento del niño es aún mayor ya que junto a la desnutrición y pobreza, localizamos el
ambiente no tan favorable para un desarrollo emocional. Las familias se encuentran un poco
desestructuradas, ya que por conseguir un ingreso más se da una separación en el entorno
familiar. Continuando con la realidad salvadoreña la violencia ha formado un papel
importante en la realidad porque se apodera de la parte emocional, provocando miedo,
inseguridad, inestabilidad, incluso en algunos casos muerte.

3. Importancia de la Inteligencia Emocional en los adolescentes.

Las emociones son importantes para el ejercicio de la razón. Entre el sentir y el


pensar, la emoción guía nuestras decisiones, trabajando con la mente racional y capacitando –
o incapacitando– al pensamiento mismo. Del mismo modo, el cerebro pensante desempeña
un papel fundamental en nuestras emociones, exceptuando aquellos momentos en los que las
emociones se desbordan y el cerebro emocional asume por completo el control de la
situación. En cierto modo, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de inteligencia: la
inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro funcionamiento vital está
determinado por ambos.

Inteligencia emocional en el contexto educativo

El coeficiente intelectual (CI) y su medición se ha convertido en nuestra sociedad en


un referente de éxito académico, de modo que el alumnado con mayor puntuación en los test
de CI se relaciona con la consecución de mejores calificaciones en la escuela.

Pero en el siglo XXI comienza a analizarse dicha situación llegando a la conclusión


de que la inteligencia académica no es suficiente para lograr el éxito profesional y tampoco
garantiza el éxito en la vida cotidiana. Es en este contexto cuando surge la inteligencia
emocional como una alternativa al CI.

El concepto de inteligencia emocional (IE), como ya se dijo líneas atrás, fue


propuesto por Salovey y Mayer en 1990, a partir de las inteligencias intrapersonal e
interpersonal de Gardner. Según estos autores la inteligencia emocional está formada por
metahabilidades que se clasifican en cinco dimensiones que se constituyen como habilidades
innatas en todas las personas, ya sea en mayor o menor grado:

1. Conocimiento de las propias emociones: capacidad de reconocer un sentimiento en


el mismo momento en que aparece, al mismo tiempo que las causas y sus efectos.

2. Capacidad para controlar emociones: para adecuarlas a cada momento sin que nos
veamos arrastrados por ellas.
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3. Capacidad de motivarse a sí mismo: utilizando lo mejor que tenemos para aprender
a disfrutar con y en las tareas que realizamos.

4. Reconocimiento de emociones ajenas: Capacidad empática. Comprender


sentimientos ajenos, aunque no se haya expresado verbalmente.

5. Control de las relaciones: para hacerlas adecuadas con los demás a cada momento.

La falta de IE y la aparición de problemas en el alumnado

“La carencia de habilidades de inteligencia emocional tiene sus implicaciones sobre el


alumnado tanto dentro como fuera del contexto educativo. Cuatro son las áreas
fundamentales en las que la falta de IE facilita la aparición de problemas de conducta en los
estudiantes” (Fernández-Berrocal y otros, 2008, citado en Asociación para la Formación, el
Ocio y el Empleo, Afoe):

1. IE y las relaciones interpersonales: las personas emocionalmente inteligentes


no sólo son más hábiles para percibir, comprender y manejar sus propias
emociones, sino también para extrapolar estas habilidades a las emociones de
los demás. En este sentido, la IE desempeña un papel fundamental en el
establecimiento, mantenimiento y calidad de las relaciones interpersonales.
2. IE y bienestar psicológico: existen investigaciones que proporcionan un
marco adecuado para conocer los procesos emocionales básicos que subyacen
al desarrollo de un adecuado equilibrio psicológico y ayuda a comprender
mejor el papel mediador de ciertas variables emocionales del alumnado y su
influencia sobre el ajuste psicológico y bienestar personal, por ejemplo, el
modelo de Mayer y Salovey.
3. IE y rendimiento académico: la capacidad para atender a nuestras emociones,
experimentar con claridad los sentimientos y poder reparar los estados de
ánimo negativos va a influir decisivamente sobre la salud mental de los
estudiantes y este equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al
rendimiento académico final. Las personas con escasas habilidades
emocionales es más probable que experimenten estrés y dificultades
emocionales durante sus estudios y, en consecuencia, se beneficiarán del uso
de habilidades adaptativas que les permiten afrontar tales dificultades.
4. IE y aparición de conductas disruptivas: las habilidades que incluye la IE
son un factor clave en la aparición de conductas disruptivas en las que subyace
un déficit emocional. Los alumnos y alumnas con bajos niveles de IE presentan
mayores niveles de impulsividad y peores habilidades interpersonales y
sociales, lo que favorece el desarrollo de diversos comportamientos
antisociales.
5. Al alumnado capaz de regular sus emociones negativas y mantener las
positivas le será más fácil desarrollar competencias más elaboradas
relacionadas con la tolerancia a la frustración o la asertividad (por ejemplo,
aceptar las críticas, defender su postura de forma no agresiva, etc.).
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4. Cómo el estrés académico afecta a los adolescentes.

Hablar de estrés académico según Díaz-Subieta y Suárez-Montes (2015), al igual que


otros tipos de estrés, es hablar de manifestaciones físicas individuales: incremento del pulso,
palpitaciones cardíacas, aumento en la transpiración y en la tensión muscular de brazos y
piernas, respiración entrecortada y roce de dientes, trastornos del sueño, fatiga crónica,
cefalea y problemas de digestión. Las respuestas conductuales frecuentes son: deterioro del
desempeño, tendencia a polemizar, aislamiento, desgano, ademanes nerviosos, aumento o
reducción del apetito e incremento o disminución del sueño.

De igual manera, el estrés académico se está dando no solo en las clases presenciales,
sino que en tiempos de confinamiento obligatorio por el COVID-19, se puede notar en las
clases virtuales, algunos estudiantes están bajando significativamente sus calificaciones.
Maricielo Silva y Viviana Aliaga (s.f, citado en Vargas, 2020) son psicólogas clínicas y
señalan que el estrés es parte del proceso de adaptación al cambio y que este proceso debe ser
vivenciado y validado. Además, es importante tener en cuenta que cada persona vive un
proceso de afrontamiento y adaptación distinto que se relaciona con su personalidad,
habilidades sociales, inteligencia emocional y otras características personales.

Existen diversos factores que pueden dificultar el proceso de adaptación y provocar


estrés, como problemas de conexión a internet, un mal clima familiar, ruidos externos,
docentes poco empáticos, problemas de salud, entre otros.

Según la APA, el estrés relacionado con la pandemia está teniendo un impacto


desproporcionado en los estudiantes (EFE, 2020). Según Osorio Vargas (2018) las
manifestaciones psicológicas y emocionales ante el estrés académico son:

● Inquietud e hiperactividad.
● Tristeza y/o desgano.
● Ansiedad constante.
● Dificultades para pensar (quedarse en blanco).
● Problemas de memoria, olvidos frecuentes.
● Baja motivación para actividades académicas.

Manifestaciones conductuales: consisten en los cambios que experimentamos en


nuestra conducta producto de la vivencia de situaciones de estrés, que son fácilmente
observados por otros, entre los que podemos encontrar (Osorio Vargas, 2018):

● Frecuente tendencia a discutir con los demás.


● Necesidad de estar solo, aislarse.
● Preferir otras actividades por sobre el estudio.
● Dificultad para sentarse a estudiar.
● Dejar de asistir a clases.
● Aumento del consumo de café.
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5. Estrategias para lidiar con el estrés académico

En la investigación bibliográfica realizada, se han descubierto varias propuestas


prácticas para que la población estudiantil afronte de manera eficiente el estrés académico.
Aunque las técnicas específicas suelen ser las mismas, su aplicación dependerá del principal
estresor, es decir, del principal causante de estrés. También llama la atención que se
distinguen dos acercamientos al afrontamiento del estrés académico: un acercamiento
individual, que se preocupa por el rendimiento académico y el bienestar particular, y un
acercamiento colectivo, que se preocupa por fenómenos de más amplio alcance, como la
deserción escolar universitaria.

Franco Bárcenas y Toribio-Ferrer (2016) propusieron el despliegue de medidas como


una administración eficiente de tiempo, establecer objetivos y prioridades, seleccionar
adecuadamente técnicas de estudio, practicar deportes y actividades recreativas y designar un
tiempo planificado para pasatiempos. Su investigación, realizada entre estudiantes de la
Licenciatura en Enfermería de la Universidad de Papaloapan, México, también indica que
“conocer cuáles son los estresores más influyentes para la presencia del estrés académico
permitirá mejorar el bienestar de los estudiantes y el rendimiento académico” (p. 16).

Por otra parte, a pesar de que Domínguez, Guerrero y Domínguez (2015) hallaron
que, en su investigación, el estrés académico es un problema que aqueja a todos los
estudiantes, este parece tener poco o ningún efecto sobre el rendimiento académico. Aunque
encontraron que el principal estresor es la carga académica, no proponen como estrategia la
aligeración de esta, sino que el estudiante se acople a su carga mediante un sistema de
planificación. Asimismo recomiendan a las universidades el desarrollo de “talleres o
actividades en el que los estudiantes puedan manejar la ansiedad, las inquietudes y
preocupaciones generadas por el estrés” (p. 39).

Gutiérrez Huby (2016) encuentra que el estrés académico está ligado con la deserción
escolar y propone estrategias institucionales para abordar el fenómeno. Apunta que las
universidades deben presentar docentes comprensivos hacia los nuevos ingresantes, la
creación de ambientes escolares de bienestar, la búsqueda de un estilo pedagógico más
ameno, así como la “creación de centros de orientación e intervención psicopedagógica para
estudiantes en cada Facultad”, donde se fomenten “la recreación en las áreas deportivas y
culturales”, al igual que asesorías y tutorías. También destaca la importancia de una relación
de diálogo entre estudiantes y las autoridades y docentes universitarias (p. 27).

Con el mismo fin de poner coto a la deserción escolar relacionada con el estrés
académico, Díaz y Suárez (2015) recomiendan una estrategia de acompañamiento más global
que las anteriormente mencionadas. El proceso de acompañamiento que proponen comprende
“apoyo psicológico, socioeconómico, de aprendizaje, de información e idiomas, entre otros”
(p. 307).

Por último, conviene acotar que las estrategias enumeradas hasta el momento tendrán
que modificarse de cara a la pandemia de COVID-19. Si bien algunas universidades ya han
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implementado medidas de acompañamiento estudiantil en el contexto de la educación virtual,
harán falta estudios especializados que investiguen el estrés académico propio de la
virtualidad y las estrategias más adecuadas para afrontarlo dentro de la nueva normalidad.

Conclusiones

● En el desarrollo de la Inteligencia Emocional, en el ámbito académico, es


indispensable el papel del docente ya que al gestionar de manera adecuada las
emociones y crear un ambiente saludable en el aula en donde se permita la expresión
de sentimientos y se propicie un clima de acogida y libertad, permitirá que el
adolescente pueda comprender que el manejo y expresión de las emociones es
importante en su vida ya que es a través de este manejo asertivo que pueden
desenvolverse y adaptarse adecuadamente a su entorno.
● El desarrollo de nuestra inteligencia emocional se verá influenciado desde la niñez,
pero a medida que se va desenvolviendo la persona y propiamente en la adolescencia
es donde se vislumbrarán las falencias que se han tenido en este desarrollo. Cuando se
desea posicionarse frente a la sociedad, se comprenderá cuán necesario es una buena
alimentación, tener lo básico en la familia y un entorno que produzca estabilidad y
seguridad para que se pueda desenvolver y enfrentar lo que será su vida dentro de la
sociedad.
● El poco desarrollo de la inteligencia emocional tiene repercusiones al adolescente
tanto interpersonal como intrapersonal (el niño/a en su crecimiento va aprendiendo
cómo ser empático, sociable, distinguir lo bueno de lo malo,etc.). Pero es más difícil
en la adolescencia ya que no tienen una idea de lo que son y lo que quieren. Por lo
tanto pueden ser fácilmente manipulados por la presión social. Tomar decisiones
importantes de manera errónea. Si en los colegios, escuelas e incluso universidades le
dieran la misma importancia a lo intelectual como lo emocional el adolescente no
tendría que tener dificultades de estrés por cada momento de su vida. Ese estrés puede
seguir avanzando hasta desanimarnos a seguir estudiando y la adultez pasaría a ser
una carga emocional.
● Finalmente hablar de cómo el estrés académico afecta a los adolescentes, tal como nos
recuerda la psicóloga Monica Osorio Vargas que hay áreas de manifestaciones
psicológicas, emocionales y conductuales que afectan grandemente a los adolescentes
donde se consideran vulnerables. Hay diversos procesos o factores que pueden causar
estrés en los adolescentes, tanto como el confinamiento obligatorio que estamos
viviendo afecta en gran medida en el área académica en los adolescentes.
● El papel que la IE juega en los adolescentes ante el estrés académico es indispensable
ya que, la IE es la habilidad que nos permite utilizar de manera asertiva nuestras
emociones tanto positivas como negativas, que podamos experimentar ante eventos
inevitables. Es decir de cargas académicas que les llevan a experimentar mayor
INTELIGENCIA EMOCIONAL
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presión dándole por nombre estrés académico. Lo cual puede ser perjudicial para el
desempeño del adolescente, tanto académicamente como emocionalmente. Es por eso
que se deben fomentar estrategias claves con un debido acompañamiento, sobre todo
en las instituciones para que se pueda manejar dicho estrés, ya que como hemos
descubierto en la investigación los jóvenes suelen acoplarse simplemente a una carga
académica, pero no se sabe canalizar lo emocional.

Referencias

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