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Granados Cristología 2018

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Cristología actual: hacia una cristología eucarística

(P. José Granados, dcjm)

- Introducción: Ap 1,12-20

I. Método: cristología eucarística

- “Los hombres han perdido una cara” (Borges: Texto I).

- Puntos de partida (método).

- Desde arriba (Hijo de Dios) y/o desde abajo (el hombre Jesús): ¿qué
hombre y qué Dios?

- Desde dentro y/o desde fuera: Cristología del encuentro (¿y


vosotros...?) y Cristología con valor público (contra el misticismo).

- Desde el pasado y/o futuro: ¿Cristología desde el Jesús de la historia o


desde el Cristo de Pascua? El Jesús real, el Jesús histórico, el Jesús de la
fe (J. P. Meier) y la “vía de la memoria”

- Principios:
- El camino moderno: partir de la experiencia humana: “en tu cuerpo, en
tu tiempo” (Flannery O’Connor: texto III).
- Búsqueda de un punto unitario: cristología como búsqueda de unidad
de cosmos, historia, hombre, Dios (San Justino Mártir: texto II).
- La dificultad añadida: un mundo secularizado (Ch. Taylor): no basta
una experiencia interior de Jesús

- Propuesta de un punto de partida unitario: cristología sacramental (eucarística)


– Ap 1,12-20: el NT, desde la liturgia se ha escrito y debe leerse (ejemplos:
cartas de Pablo, 1Pe, Heb, Sinópticos...).

1
- La propuesta de una cristología eucarística.

- La Eucaristía vía indicada por Jesús para entrar en su misterio (cf. Jn


16,12: “ahora no podéis entenderlo todo”).

- La Eucaristía, rito clave para el mismo Jesús en su misión

- La Eucaristía, lugar relacional de la cristología (Jesús y el Padre, Jesús


y los hombres).

- Aquí se define la Alianza, y, por tanto, quién es Dios y el hombre


(comer el pan, comer al Hijo)

- La Eucaristía, lugar de la memoria cristológica (Jesús, Israel, la


creación) y de la esperanza pascual escatológica (Ascensión y Parusía).

- Aquí se define la redención del pecado y la entrega de Cristo por


vosotros y por muchos

- El método eucarístico como método de acceso a Jesús: comunitario,


práctico, narrativo, experiencial-radical

- Ejemplos: Lc 24 (Emaús); Jn 20 (de la Magdalena a Tomás)

2
II. La institución de la Eucaristía, punto de partida cristológico

- Relatos de la institución: Mateo y Marcos / Lucas y Pablo / Juan.

- La Eucaristía, ¿una comida de Pascua?

- La Eucaristía como sacrificio de todah (acción de gracias): Salmo 22.

- La Eucaristía, todah del Resucitado (H. Gese)1: anticipación / sentido filial

- Con respecto al Antiguo Testamento: corporalización y espiritualización.

- Dos ejes: el cuerpo y la sangre / la memoria y la plenitud.

1. Primer eje (corporal): cuerpo y sangre

1.1. Pan y cuerpo

- El cuerpo: existencia en relación. Personalidad corporativa en la Escritura.

- Palabras de la institución: “Mi cuerpo por vosotros”: el Cordero / Isaac / el


Siervo de Yahvé.

1.2. Vino y sangre

- Sangre: vida y Espíritu (Vanhoye)2.

- Heb 9, 14: el Espíritu eterno.

- La “alianza” y la “nueva alianza”, sobre la copa.

2. Segundo eje (temporal): de la memoria a la plenitud

- En la Eucaristía, no solo está presente Jesús, sino Jesús en su misterio pascual


de muerte y resurrección. Una consecuencia: no puede separarse entre
cristología y soteriología / entre presencia y sacrificio eucarísticos.

2.1. “En memoria mía”

- El mandamiento principal de Israel: recordar.

- La importancia de recordar el relato para la identidad.

- Desde la memoria a la gratitud filial.

- Desde la gratitud filial hasta el recuerdo de Dios.

1
H. Gese, “Die Herkunft des Herrenmahls”, en Zur biblischen Theologie. Alttestamentliche
Vorträge (München 1983) 107-127.
2
Cf. A. Vanhoye, Tanto amó Dios al mundo. Lectio sobre el sacrificio de Cristo (Madrid 2005).

3
- Explicación de “en memoria mía”3: Dios recuerda a Jesús / Jesús recuerda
a Dios / nosotros recordamos a Dios en Jesús.

2.2. Promesa de futuro

- La Pascua, memoria de la promesa.

- El “pan del mañana” (epiousios).

- “Hasta que vuelva” (1Cor 11,25-26).

2.3. Presencia

- La Eucaristía: reunir en uno / el cáliz del compendio (San Ireneo).

- La presencia real es presencia en el tiempo.

3. De la Eucaristía, al Bautismo

- Relación de Eucaristía y Bautismo.

- Primera clave: el Bautismo de Juan (escatológico, una sola vez, para todos).

- Segunda clave: el Bautismo del mismo Jesús.

- Tercera clave: Jesús habla del Bautismo para interpretar toda su vida (Lc
12,49-50).

- La interpretación de Pablo a partir de la última cena: Rom 6 – desvestirse del


pecado, revestirse de Cristo.

- Desde el Bautismo a Jesús: cristología bautismal.

4. Perspectivas para la cristología desde la Eucaristía


a. Una cristología desde la carne: cf. Jn 1,14; Rom 8,3; Heb 2,14
b. Una cristología en el Espíritu (sangre)
c. Una cristología de los misterios de la vida de Jesús4

3
Cf. J. Granados, Teología del tiempo: ensayo sobre la memoria, la promesa y la fecundidad
(Sígueme, Salamanca 2012).
4
Cf. J. Granados, Teología de los misterios de la vida de Jesús (Sígueme, Salamanca 2009).

4
III. Cristología de la carne

- Un tema olvidado: salus carnis (San Ireneo, Tertuliano...: texto VIII) – lo


propio del Dios cristiano según san Justino: resucitar la carne.

- Origen eucarístico de la cristología de la carne: “mi cuerpo por vosotros”, el


“triple cuerpo”.

a) Desde la antropología bíblica y la experiencia humana

- El cuerpo en la cultura actual: entre necesidad y proyecto absoluto.

- La carne en la Escritura: personalidad corporativa – significados del cuerpo.

- Síntesis desde la filosofía contemporánea: el cuerpo como apertura al mundo y


a los otros; presencia y transcendencia5.

- Los profetas, palabra en la carne.

b) La asunción de la carne, clave de la cristología en el Nuevo Testamento

- Caro cardo salutis (Tertuliano).

- Prólogo de San Juan: Palabra y carne.

- San Pablo: Cristo, misterio de Dios, a partir del cuerpo de Cristo.

- Hebreos: “me has dado un cuerpo” (Heb 10, 1-5) / a través de la “tienda más
perfecta” (Heb 9, 11)

- Ejemplo: teología del Cuerpo - Templo en San Agustín.

c) Horizontes de la cristología de la carne

- “Consubstancial con el Padre” / “consubstancial con la madre”. La carne de


Cristo, “más verdadera” que la nuestra

- Carne y filiación divina (cf. Hilario de Poitiers, texto VII).

- Carne: comunión con los hombres – “concarnatus” – “concorporatus” (cf. GS


22)

- Carne y expiación del pecado

- Conclusión: una cristología concreta

5
Cf. J. Granados, Teología de la carne: el cuerpo en la historia de la salvación (Monte
Carmelo, Burgos 2011); M. Henry, Incarnation. Une philosophie de la chair (Seuil, Paris 2000).

5
IV. Cristología en el Espíritu hacia los misterios de Jesús

1. La unción de Jesús con el Espíritu

- El Espíritu: concepción moderna reductiva como “mente”.

- Visión bíblica del Espíritu como “relación”.

- Ejemplo artístico: los cuerpos de Miguel Ángel en la Sixtina6.

- El Espíritu y Cristo: no solo después de Pentecostés.

- Un tema patrístico olvidado: la Unción de Jesús en el Jordán7.

- El Bautismo: ¿acto de humildad? ¿manifestación de lo que ya existía?

- Al recibir el Espíritu muestra que es Hijo – el Espíritu reposa sobre Jesús.

- Recibe el Espíritu en su carne para que fuéramos ungidos con su unción


(Ireneo, texto 4).

- Jn 7, 38: “de sus entrañas manarán ríos de agua viva”; Jn 19, 34.

- Ejemplos patrísticos: la unción de las naves – unción del cosmos (Teófilo de


Antioquía, texto 5).

2. Teología de los misterios

- Identidad narrativa y edades de la vida: salvó nuestro tiempo.

- Misterios de Jesús bajo la acción del Espíritu: San Ireneo: asumió todas las
edades (texto 6).

- La Cruz: en virtud de un Espíritu eterno (Hb 9, 14).

- Resurrección: el cuerpo espiritual, lleno de Espíritu.

- Asunción: quod semel assumpsit nunquam dimisit.

- De generación en generación.

3. Jesucristo, salvación de todos, en sus misterios

- El misterio se abre en la carne y en el tiempo: salvador en humildad

- Solo así Dios es relacional, tiene historia y nombre.

6
Cf. E. Lev - J. Granados, Un cuerpo para la gloria. Teología del cuerpo en las colecciones
papales: Los antiguos, Miguel Ángel y Juan Pablo II (Pontificio Istituto Giovanni Paolo II - Musei
Vaticani, Città del Vaticano 2010).
7
Cf. L.F. Ladaria, Jesús y el Espíritu: la Unción (Monte Carmelo, Burgos 2012).

6
VI. La cristología litúrgica de San Juan

- San Juan: el liturgo – signos y sacramentos8.

- ¿Un evangelio sacramental? Discusión entre Bultmann y Cullmann

- Punto de partida: desde la Transfiguración al Templo destruido y reconstruido

- Indicios en el Antiguo Testamento: el profeta y el Templo

- Signo y fe en Jesús / signo y obras de Jesús

- Entramado litúrgico del cuarto evangelio: fiestas de Israel y sacramentos

- Primera pascua de Jesús y bautismo (Nicodemo, la Samaritana, la piscina)

- Segunda pascua de Jesús: Eucaristía y bautismo

- Tercera pascua de Jesús: lavatorio de los pies y contexto eucarístico

- Conclusión: desde los signos a los sacramentos

8
Para esta parte, cf. J. Granados, Tratado general de los sacramentos (BAC, Madrid 2017) cap.
III.

7
Cristología – textos

I - J. L. Borges: “Los hombres han perdido una cara, una cara irrecuperable,
y todos querían ser aquel peregrino que en Roma ve el sudario de la Veró nica y
murmura con fe: Jesucristo, Dios mío, Dios verdadero, ¿así era, pues, tu cara? ... Si
realmente supiéramos como fue, sería nuestra la clave de las pará bolas y
sabríamos si el hijo del carpintero fue también el Hijo de Dios.”

II - San Justino Mártir, Apologia I: “[la cruz] es el símbolo má s grande de


su fuerza y de su imperio, como se muestra aú n por las mismas cosas que caen bajo
nuestros ojos. Considerad, en efecto, si cuanto hay en el mundo puede ser
administrado o tener entre sí comunicació n sin esta figura). Porque el mar no se
surca si este trofeo de victoria, que aquí se llama la vela, no se mantiene íntegro en
la nave; sin ella no se ara la tierra; ni cavadores ni artesanos llevan a cabo su obra
si no es por instrumentos que tienen esta figura... (I 55, 2-3).
La misma figura humana no se distingue en ninguna otra cosa de los
animales irracionales, sino por ser recta, poder extender los brazos y llevar,
partiendo de la frente, prominente, la llamada nariz, por la que se verifica la
respiració n del animal, y que no muestra otra cosa sino la figura de la cruz. Y el
profeta dijo de esta manera: “El aliento delante de nuestro rostro, Cristo Señ or”
(Lm 4, 20) (I 55, 4-5).
Y lo que Plató n, investigando sobre la naturaleza, dice en el Timeo sobre el
Hijo de Dios: “Le dio forma de x en el Universo”, lo tomó igualmente de Moisés.
[Sigue el texto de las serpientes en el desierto y de la cruz levantada por Moisés
para salvació n de los que miraban.] Plató n hubo de leer esto, y, no
comprendiéndolo exactamente ni entendiendo que se trataba de la figura de la
cruz y tomá ndolo él por la x griega, dijo que la potencia que sigue al Dios primero
estaba extendida por el universo en forma de x” (I 60, 1-5).

III - Flannery O’Connor, Wise Blood: “El lugar de donde procedéis ha


desaparecido, el lugar adonde creíais ir nunca estuvo allí y el lugar donde está is de
nada sirve si no podéis escapar de él. ¿Cuá l es vuestro lugar? Ninguno. Nada
exterior a vosotros puede ofrecéroslo. No os molestéis en mirar al cielo, porque no
se abrirá para mostraros un lugar oculto. Tampoco os dediquéis a buscar un
agujero en el suelo por el que asomaros a otro mundo: No podéis retroceder al
tiempo de vuestros padres ni avanzar al de vuestros hijos, si los tenéis. En vosotros
y en este preciso instante se encuentra el ú nico lugar que os queda. Si alguna vez
hubo Caída, miraos a vosotros mismos; si hubo Redenció n, miraos a vosotros
mismos, y si esperá is que haya Juicio, miraos también, porque los tres tendrá n que
estar en ese vuestro cuerpo y en este vuestro tiempo. ¿Y dó nde está n los tres?
¿Dó nde, en uno y otro, os ha redimido Jesú s? Decídmelo, porque yo no alcanzo a
verlo. Si existiera ese lugar en que Jesú s os ha redimido, en él deberíais estar; pero
¿quién de vosotros puede encontrarlo?”

8
IV – San Ireneo de Lión (Adv. Haer. III)

Los Apó stoles atestiguaron precisamente aquello que había sucedido: el


Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre É l (Mt 3, 16). Este es el mismo
Espíritu del que, como ya hemos escrito má s arriba, dijo Isaías: descansará sobre É l
el Espíritu de Dios (Is 11, 2). Y también: el Espíritu del Señ or está sobre mí: por
esto me ha ungido (Is 56, 1). [...] Ya antes, por medio de los profetas, este Espíritu
había prometido que en los tiempos postreros se derramaría sobre siervos y
siervas, para que profetizaran (cfr. Jl 3, 1-2); por esto descendió al Hijo de Dios,
hecho Hijo del hombre, acostumbrá ndose a habitar con É l entre el género humano,
a descansar entre los hombres y a morar en la obra modelada por Dios, operando
en ellos la voluntad del Padre y renová ndolos de su vetustez en la novedad de
Cristo.

V – Teófilo de Antioquía (Ad Autolycum)

En cuanto a reírte de mí, llamá ndome cristiano, no sabes lo que te dices. En


primer lugar, porque, siendo cristiano igual que ungido, lo ungido es agradable y
provechoso (euchreston), y en modo alguno digno de risa. Porque, ¿qué nave
puede ser provechosa y salvarse, si no se la unge primero? ¿Qué torre o qué casa es
de bella forma o provechosa si no se la ha ungido? ¿Qué hombre al entrar en el
mundo o al ir al combate no se unge con aceite? ¿Qué obra o qué ornamento puede
tener bella apariencia, si no se la unge y abrillanta? En fin, el aire y toda la tierra
bajo el cielo está en cierto modo ungida por la luz y el viento. ¿Y tú no quieres ser
ungido por el ó leo de Dios? Pues nosotros nos llamamos cristianos porque nos
ungimos del ó leo de Dios.

VI – San Ireneo de Lión (Adversus Haereses II).

Siendo Maestro, tenía también la edad del Maestro, sin reprobar ni saltarse
lo humano ni eliminando en sí su ley el género humano, sino que santificó toda
edad por aquella similitud con él. Pues vino a salvar a todos por sí mismo : a todos,
digo, los que por él renacen para Dios, infantes y niñ os y jó venes y adultos y

9
ancianos. Por eso atravesó todas las edades, haciéndose infante con los infantes,
santificando a los infantes; niñ o con los niñ os, para santificar a los que tenían esta
edad, haciéndose ejemplo para los jó venes y santificá ndoles para el Señ or ; así
también anciano con los ancianos, para ser maestro perfecto en todo, no solo segú n
la exposició n de la verdad, sino también segú n la edad, santificando también a los
ancianos, haciéndose ejemplo para ellos ; finalmente llegó hasta la muerte, para ser
primogénito de entre los muertos, para que tuviera el primado en todas las cosas,
principe de la vida, antes que todo y precediendo a todos...

VII. San Hilario de Poitiers (De Trin. VIII).

El mismo Jesú s atestigua en qué medida estamos en él por el sacramento de


la comunió n de su carne y sangre cuando dice: “Y este mundo ya no me ve; pero
vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis; porque yo estoy en mi
Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros (Jn 14, 19s). Si quería indicar solo una
unidad de voluntad, ¿Por qué expuso esta especie de graduació n y de orden en el
logro de la unidad perfecta? Só lo puede ser para que se creyese que él está en el
Padre por la naturaleza de su divinidad, pero nosotros estamos en él gracias a su
nacimiento corporal, mientras que él, a su vez, está en nosotros por el misterio de
los sacramentos; y para que así se enseñ ara la unidad perfecta que obra el
Mediador, puesto que, mientras nosotros permanecemos en él, él permanece en el
Padre, y permaneciendo en el Padre, permanece en nosotros. Así podemos llegar
hasta la unidad con el Padre, porque nosotros estamos, por nuestra naturaleza, en
aquel que por su naturaleza está en el Padre, ya que él por su propia naturaleza
está en nosotros.

VIII. Tertuliano (De res. mort. IX, 2)

“la carne... la obra de sus manos, la cura de su ingenio, el receptá culo de su


soplo, la reina de su creació n, la heredera de su prodigalidad, la sacerdotisa de su
religió n, el soldado de su testimonio, la hermana de su Cristo”.

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