Argumentos A Favor de La Existencia de Dios en El Evangelismo
Argumentos A Favor de La Existencia de Dios en El Evangelismo
Argumentos A Favor de La Existencia de Dios en El Evangelismo
Dios
Alejandro Mirabal
Alejandro Castiblanco, Mg.
Teología sistemática I
Seminario Reformado Latinoamericano
Medellín, febrero de 2020
Introducción
Si hay un asunto que merece atención es la existencia de Dios. En efecto, a lo
largo de la extensión terrestre hay quienes afirman tener contacto con una deidad, aunque
también es verdad que hay grupos que no admiten la presencia de algún ser sobrenatural.
Entonces, ¿Pueden probar las religiones la existencia de su dios? o ¿Simplemente son
objetos de la ignorancia y el atraso nacional? Al parecer, la opinión popular apunta a la
segunda opción. Sin embargo, el tema de la existencia de un ser sobrenatural merece
atención porque tiene un impacto real. No en vano los musulmanes radicales efectúan “la
guerra santa”, y el número histórico de cristianos muertos por su fe es exorbitante. La
verdad del asunto es que la religión afecta en las relaciones interpersonales, el trabajo, la
familia y la sociedad, por lo cual es deshonesto ignorar la idea de Dios.
En especial, el cristianismo ha sido una religión influyente en el mundo. Así
mismo, la exclusividad del Dios la Biblia tiene implicaciones radicales y universales. Pero
¿Qué sucede si una persona le exige al cristiano probar la existencia de su Dios? ¿Está el
cristianismo capacitado para evangelizar aun cuando lo acusen de ignorancia o
mitificación? Bueno, la teología cristiana ha presentado al menos cuatros argumentos
racionales para probar la existencia de Dios: ontológico, cosmológico, teleológico y
moral, siendo el etnológico otra opción viable. En ellos se usa la filosofía, la astronomía,
la biología y la historia como bases epistemológicas. No obstante, presentar dichos
argumentos racionales conllevan el peligro de desvirtuar realidades espirituales que
acompañan la fe cristiana ¿Cómo conciliar ambas cosas? Bueno, a continuación, se
desarrollará este par de cuestiones. Cabe señalar que, el presente escrito no pretende hacer
un estudio de religiones comparadas, sino que se enfocará en el cristianismo,
respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Puede un cristiano convencer a un incrédulo
usando los cinco argumentos a favor de la existencia de Dios? seguramente la respuesta
tendrá muchas implicaciones.
I. Descripción de los argumentos racionales a favor de la Existencia de Dios.
A. El Argumento Cosmológico:
El primer argumento racional que se puede usar para probar la existencia de Dios
resulta de analizar el cosmos, el mundo real. Este argumento se basa en la ley de la
causalidad (Todo efecto tiene una causa) para determinar que Dios tiene que ser la causa
del universo. Ahora, este argumento sólo será válido, en primera instancia, si se demuestra
que el cosmos es un efecto, en otras palabras, que no es eterno. Al respecto, Geisler y
Brook escribieron: “La prueba principal de que el universo tuvo un comienzo es la
segunda ley de la termodinámica, que afirma que el universo se está quedando sin energía
utilizable. Es decir, que si está agotándose, no puede ser eterno.”1
Además de esto, dichos escritores afirman que hay una razón filosófica para negar
la eternidad del mundo. Su punto es que el tiempo no es una serie infinita de momentos
porque se puede avanzar en él,2 en palabras de Daniel Chamberlin: “El tiempo es
movimiento, y todo movimiento tiene un principio. No existe movimiento perpetuo, ni
siquiera en el tiempo. El tiempo y el hombre mismo deben tener su origen.”3 Como si
fuera poco, también es imposible lógicamente que un efecto sea su propia causa, pues
para ello debió tener existencia antes de existir, tal como lo señala R.C Sproul. 4 Entonces,
queda demostrado que el universo es un efecto, por ende, tiene una causa externa.
Pero falta ahondar en la causa. Sproul combate la teoría de la generación
espontánea con la verdad axiomática: Ex nihilo nihil fit,5 y expone la incompetencia
filosófica del Big-Bang ya que una explosión presupone una existencia previa, y por lo
tanto, no explica el origen del universo. 6 Así mismo, dicho autor desmiente la creación
por azar o casualidad, ya que la casualidad no tiene sustancia, no es algo, por lo cual no
tiene poder para crear.7 Esto quiere decir que, ninguna de las teorías mencionadas
anteriormente logran dar con la causa del universo.
Sin embargo, algunos científicos modernos hablan de la causa del universo como
algo con inteligencia. En efecto, el profesor Thomas Woodward defiende el diseño
1
Norman Geisler y Ron Brooks, Apologética: herramientas valiosas para la defensa de la fe, 2.ª ed. trad.
de Nellyda Pablovsky (Colombia: Logoi/Flet, 1997), 19.
2
Geisler, Apologética, 20.
3
Daniel Chamberlin, La existencia y los atributos de Dios: resumen para el siglo XXI de la obra de
Stephen Charnock, trad. de Loida Viegas (North Bergen, NJ: Publicaciones Aquila, 2007), 14.
4
R. C Sproul, Cómo defender su fe: Una introducción a la apologética, trad. de Evis Carballosa (Grand
Rapids, MI: Portavoz, 2006), 110.
5
De la nada, nada viene.
6
Sproul, Cómo defender su fe, 111.
7
Sproul, Cómo defender su fe, 120.
inteligente como una explicación científica al origen de la vida. Para ello, se apoya en los
estudios del bioquímico Michael Behe acerca de la complejidad irreducible del flagelo
bacteriano;8 y también en los avances biológicos del profesor Dean Kenyon acerca de la
formación del ADN, del ARN y de las proteínas.9 Las convicciones de Woodward con
respecto al diseño inteligente pueden evidenciarse en la siguiente cita: “El premio Nobel
Richard Smalley, pocos meses antes de morir a los sesenta y dos años, en noviembre de
2005, afirmó que, después de reexaminar la evidencia, la vida tenía que haber sido en
verdad creada por una inteligencia.”10 Con esto se confirma que, en la actualidad hay
científicos que admiten que el universo fue causado por una mente brillante.
La causa inteligente (personal) del universo no es una creencia nueva. Alfonso
Ropero adjudicó la siguiente proposición a Platón: “El orden y la armonía del universo
revelan la existencia de una causa inteligente divina.” 11 Y de Aristóteles resaltó la
deducción de que Dios es el primer motor inmóvil.12 Por otra parte, Ropero afirma que
Filón de Alejandría fue el primer filósofo que ancló el origen del universo a una causa
única e inamovible, por medio de la creación y no por emanación. 13 Es obvio que Filón
aventajaba a Platón y Aristóteles por su monoteísmo. En este punto es necesario aclarar
dos cosas: Primero, no es lo mismo un ser “autocreado” que un ser “autoexistente”;
Segundo: la autoexistencia se relaciona tanto con la Perfección como con la Libertad. De
aquí surge la interrogante ¿Pudieron existir dos o más causas primarias igualmente
autoexistentes? Al respecto, Louis Berkhof dice: “sería imposible que dos infinitos o
absolutos, existieran uno al lado del otro.”14 Y añade: “Carece de toda filosofía postular
dos sustancias eternas cuando una sola causa que existe por sí misma resulta
perfectamente adecuada para dar razón de todos los hechos.”15 En palabras sencillas, el
universo es un efecto causado por un único ser eterno. Es así que, la ley de causa y efecto
es la base del argumento cosmológico para probar la existencia de Dios ¡Que sea el Dios
de la Biblia se discutirá más adelante!
8
Thomas Woodward, Darwin contraataca, trad. de Santiago Escuain (Grand Rapids, MI: Portavoz,
2007), 112.
9
Woodward, Darwin contraataca, 179.
10
Woodward, Darwin contraataca, 191.
11
Alfonso Ropero, Introducción a la filosofía: una perspectiva cristiana (Barcelona: Clie, 1999), 68.
12
Ropero, Introducción a la filosofía, 70.
13
Ropero, Introducción a la filosofía, 100.
14
Louis Berkhof, Teología sistemática, trad. de Felipe Delgado Cortés (Grand Rapids, MI: Libros
Desafío, 2009), 163.
15
Berkhof, Teología sistemática, 163.
B. El Argumento teológico:
El siguiente argumento racional que se usa para probar la existencia de Dios se
deriva de la palabra griega “telos” (τέλος) que tiene que ver con “fin” o “propósito”.
Realmente, al discutir anteriormente sobre la causa inteligente del universo se invadió el
campo de la teleología, y es que según Berkhof el argumento teleológico se puede
considerar como una extensión del cosmológico.16 No obstante, Justo González afirma
que la teleología implicó en su momento una causa eficiente y una causa final.17 En este
sentido, la idea que ahora concierne es el hecho de que el universo funcione con una
dirección precisa. El Dr. en matemáticas de la universidad Oxford John C. Lennox dijo
lo siguiente en relación al ajuste fino del universo:
Para que la vida exista en la tierra hace falta una provisión abundante de carbono.
El carbono se forma por combinación de tres núcleos de helio o de uno de helio con
otro de berilio. Sir Fred Hoyle, eminente profesor de matemáticas y astronomía,
descubrió que, para que eso tuviera lugar, los niveles de energía del estado nuclear
fundamental tenían que estar finamente ajustados entre sí, un fenómeno llamado
“resonancia”. Si estos valores variaran más del 1% en cualquier sentido, no habría
suficiente carbono en el universo para preservar la vida. Hoyle confesó más tarde
que nada había hecho tambalear tanto su ateísmo como este descubrimiento.18
Tal parece que el profesor Lennox invita a pensar que la armonía del universo requiere
de un responsable intelectual. No es para menos, pues cualquier estudiante de secundaria
sabrá que los movimientos de rotación y de traslación del planeta tierra se relacionan con
las estaciones climáticas, que éstas a su vez impactan en la agricultura, y que todo influye
en los alimentos que se sirven a diario ¿No hay inteligencia allí? que hable la evidencia.
Cuando se alude a la causa inteligente del universo, se suele referir el ejemplo de un
indígena que observa un reloj encontrado en el bosque, pero ya que los tiempos ha
cambiado, otra ilustración puede ser útil: los teléfonos inteligentes. ¿Por qué esta
tecnología recibe ese nombre? ¿Pudieron ser efectos de una causa impersonal? ¿Tiene
esta tecnología un propósito de constitución? Bueno, todas estas preguntas
indudablemente desembocarán en una causa inteligente. Lo mismo sucede con la
naturaleza. De tal manera que, uno de los argumentos racionales que se usan para probar
la existencia de Dios es el teleológico, el cual se apoya en lo asombroso que resulta el
mundo real como para ser producto de una causa impersonal.
16
Berkhof, Teología sistemática, 28.
17
Justo L. González, Diccionario manual teológico (Barcelona: Clie, 2010), 278.
18
John C. Lennox, ¿Ha enterrado la ciencia a Dios?, trad. de Elena Flores Sanz (Barcelona:
publicaciones andamio, 2003), 49.
C. El Argumento ontológico:
El tercer argumento racional a favor de la existencia de Dios es el ontológico, y
es el más difícil de entender, posiblemente por la distancia intelectual que hay entre la
actualidad y su mayor exponente: Anselmo de Canterbury. Dicho personaje comentó en
su Proslogión: “Existe, pues, sin género de duda, algo mayor que lo cual no cabe pensar
nada, y esto tanto en la inteligencia como en la realidad”. 19 El punto de dicho monje
escolástico es que hay una diferencia entre lo que mentalmente es imposible que exista y
aquello de lo cual se puede pensar algo, entonces, como es posible pensar en Dios, éste
debe existir necesariamente. Más adelante, dirigiéndose a Dios, Anselmo dijo: “si una
mente pudiera pensar algo mejor que tú, la criatura se elevaría por encima del Creador, y
juzgaría del Creador, lo cual sería totalmente absurdo. Y en verdad, excepto tú
únicamente, todo lo otro puede ser pensado como inexistente.”20
Cabe señalar que, aunque dicho argumento se ha aceptado, también es cierto que
ha sido cuestionado incluso por teólogos cristianos, aunque Anselmo tiene dos
afirmaciones que clarifican su posición. Desde la perspectiva de Berkhof, no se puede
inferir una existencia real a partir de un pensamiento abstracto,21 lo cual es muy cierto.
Sin embargo, para entender el argumento de Anselmo hay que considerar dos cosas: su
presuposición y su meta. En cuanto a la primera, aseguró que no buscaba entender para
creer22, es decir, su argumento nace de un corazón de fe en lo que la Biblia dice. Además,
la meta de aquel arzobispo de Canterbury era proponer un argumento propio,
independiente, que brotase del ejercicio de su meditación monástica y racional. 23 A decir
verdad, Anselmo no consideraba la ciencia ficción o cualquier otro invento de la
imaginación moderna, sino que hablaba en términos de realidad, entonces
¿Verdaderamente será posible pensar en lo inexistente? A fin de cuentas, la historia es
testigo de que el argumento ontológico de Anselmo tuvo cabida aún en mentes como la
de Hegel, quien lo acogió como el argumento principal para probar la existencia de Dios,
tal como lo asegura Berkhof. 24
19
Anselmo de Canterbury, Proslogion, Clásicos del pensamiento, trad. de Judit Ribas y Jordi Corominas
(Madrid: Tecnos, 1998), 12.
20
Anselmo, Proslogion, 13.
21
Berkhof, Teología sistemática, 27.
22
Anselmo, Proslogion, 10.
23
Anselmo, Proslogion, 3.
24
Berkhof, Teología sistemática, 27.
D. El Argumento moral:
El siguiente argumento racional que se ha planteado históricamente para probar la
existencia de Dios tiene que ver con normas de conducta, es decir, la distinción entre lo
que es bueno y lo que es malo, esto posiblemente deba ser llamado argumento ético, pero
suele llamársele argumento moral. En términos sucintos, este razonamiento se apoya en
la universalidad de la moral para concluir que se requiere de un ser moral superior. En
cuanto a la moralidad universal es preciso preguntarse ¿Será que a todos los padres del
mundo les ofende el desprecio de sus hijos? ¿Realmente el homicidio no autorizado es un
mal global? ¿Puede el adulterio dejar de ser una ofensa? ¿Es posible aprobar el hurto a
nivel mundial? ¿La mentira y la envidia serán aceptadas sin problemas? Y estos son sólo
algunos ejemplos. Hablando del adulterio, cualquiera pudiera decir ¡Los musulmanes
aceptan la poligamia! Ante lo cual se responde: sí, ¡Pero! tradicionalmente tienen
Prohibido tener más de cuatro mujeres a la vez (sin contar las concubinas), tal como lo
afirma Josh McDowell. 25 Entonces, ¿Qué pasa si tienen cinco o más mujeres a la vez? O
¿Qué le hacen a la mujer que le es infiel a su único marido? Hay que averiguarlo… Lo
cierto es que la poligamia en sí no suprime la verdad de que la infidelidad sea algo malo.
Dicho sea de paso, que el hecho de que en el islamismo se prohíban ciertas cosas, requiere
de una percepción del bien y del mal.
Con respecto a la moralidad universal, Charles Hodge y William Shedd proponen
su implicación. El primero dice:
Nuestra naturaleza moral involucra, así, un sentimiento de responsabilidad.
Tenemos que responder por lo que somos y por lo que hacemos. Esta
responsabilidad no es ante una persona; esto es, ante un Ser que sabe lo que somos,
y lo que hacemos, y lo que debiéramos ser y hacer. 26
Y Shedd clarifica:
El argumento moral se establece en dos modos: 1 La conciencia testifica el hecho
de la obediencia, o de la desobediencia, de una ley moral. Esto implica un
legislador. Esto es Dios… 2. Observamos una desigualdad entre la felicidad de los
hombres buenos y malos, aquí en la tierra. Esto requiere un ajuste en el futuro. Esto
implica un árbitro y un juez justos.27
25
Josh McDowell, El Islam a debate, trad. de Santiago Escuain (Barcelona: Clie, 1994), 23.
26
Charles Hodge, Teología sistemática, trad. de Santiago Escuain (Barcelona: Clie, 2009), 155.
27
William G. T Shedd, Dogmatic theology, Vol. I (New York: Charles scribene’s sons, 1888) 247.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator.
De acuerdo con esto, la moralidad universal es regida por un ser universal que debe ser
un juez justo, por esa razón este argumento es utilizado para probar la existencia de Dios
de forma racional.
¿Cómo se puede explicar esto? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI la religión
todavía tenga cabida? ¿Acaso la religión no es un atraso de las civilizaciones antiguas?
¡Desháganse de Dios aquellos que apelan a la inteligencia! ¿No pueden? Sigan
intentándolo.
Al parecer, se ha corrido el rumor de que la religión ha sido un invento para
manipular a las personas ingenuas. Pero, Chamberlin desmiente este hecho al plantearse
algunas interrogantes, por ejemplo ¿Quiénes son estos ingenieros sociales? ¿Cómo se
pusieron de acuerdo para semejante engaño universal? ¿Cómo han mantenido el engaño
28
Cicerón, De la naturaleza de los dioses, lib. I, 16 en Juan Calvino, Institución de la religión cristiana,
I, III, 1.
29
Calvino, Institución, I, III, 3.
en secreto por tanto tiempo?30 Todo lo cual invita a admitir que tal organización no existe.
Obviamente, es un hecho probado que algunas personas usan la religión para manipular,
pero eso no implica que toda percepción de Dios sea impuesta. De hecho, la manipulación
sólo es posible porque conlleva elementos verdaderos capaces de seducir. A un niño se le
puede manipular con un helado, con un loco o un policía, ¡Incluso con un monstruo! (ser
sobrenatural) Pero jamás se le podrá manipular con algo que le resulte imposible. Lo
inexistente no tiene lugar en la mente humana.31 Por lo tanto, la idea universal de Dios,
aunque sea abstracta, es identificable en todas las etnias del mundo y eso se usa como un
argumento racional para probar la existencia de Dios.
30
Chamberlin, La existencia de Dios, 13.
31
La ciencia ficción se puede considerar como una combinación irreal de elementos reales.
32
Geisler, Apologética, 33.
33
José Grau, Introducción a la teología, curso de formación teológica evangélica, vol. 1 (Barcelona: Clie,
1973), 122.
cambio, lo que se pretende es demostrar que no hay un Dios que sea Todopoderoso,
Eterno, Justo, Único e Inmutable como el que presenta la Biblia. De hecho, hay un aspecto
determinante en esta cuestión: la Biblia afirma claramente que fue Dios quién colocó los
principios morales que son inherentes en toda persona (Romanos 2); y que la humanidad
fue creada para tener comunión con Dios y adorarlo con reverencia, aunque la condición
actual no sea esa (Génesis 1-2; Salmo 96, 100; Hechos 17:24-31, Romanos 11:36). Esto
explica el cuarto y el quinto argumento mencionados anteriormente. Por lo tanto, se
concluye que los cinco argumentos racionales que se usan para probar la existencia de
Dios, deberían guiar verdaderamente al Dios de la Biblia.
34
Richard Ramsay, Certeza de la fe: la defensa del Evangelio en un mundo inseguro (Barcelona: clie,
2006) 201.
35
Ramsay, Certeza de la fe, 185.
A. La incredulidad no es un problema de información.
La Biblia es enfática al asegurar que la incredulidad no se debe a la carencia de
información, por ejemplo, Isaías 40: 12-31 y Romanos 1:18-32. Ambos textos se
escogieron a propósito para demostrar dos cosas. Primero, que tanto los judíos que
disponen de la Palabra de Dios escrita, como los gentiles que no dispongan de ella;
cuentan con la información suficiente con respecto a la existencia de Dios. Segundo, que
la sola información es insuficiente por la condición inherente de la humanidad. Para un
mayor entendimiento de ambas afirmaciones, es necesario tener en cuenta los conceptos
de “Revelación General” y “Revelación Especial”. El primero se refiere al conocimiento
de Dios que es verdadero, universal y parcial que se deduce por la creación, los eventos
de la historia y la conciencia humana (Romanos 1:18-20, Hechos 14: 17, Romanos 2:14-
15). Mientras que la Revelación Especial es el conocimiento de Dios que Él trasmite
particularmente por medios sobrenaturales como Su voz audible (Éxodo 19 y 20),
profetas u otras formas distintivas, siendo Jesucristo y el canon cerrado la última y
definitiva revelación de Dios (Hebreos 1:1-2, 2 Timoteo 3:16-17, 2 Pedro 19-21). El
punto es que, según el Texto citado de Romanos, la sola Revelación General contiene la
información necesaria para probar la existencia de Dios, dejando sin excusa a los que sin
tener la Biblia niegan la presencia del Todopoderoso.
No obstante, hay que tener mucho cuidado de no caer en el engaño de la teología
natural. Según Francis A. Schaeffer: “la teología natural es una reflexión teológica que
puede emprenderse independientemente de las Escrituras.”36 Esto implica una autonomía
en la humanidad para comprender a Dios usando sólo el intelecto. Desde la perspectiva
de Schaeffer, esta clase de teología se debe a una errónea compresión de la doctrina de la
caída por parte de su precursor: Tomás de Aquino.37 En este sentido, para escritores como
Peter Jensen, los argumentos a favor de la existencia de Dios son producto de la teología
natural.38 Por tal razón, un teólogo cristiano responsable jamás usará dichos argumentos
como independientes de las Escrituras, sino que los estudiará y empleará cuando se le
demande razón de su fe, ya que la fe cristiana no es irracional, aunque tampoco
racionalista. R. C Sproul es un buen ejemplo de esto. Lo cierto es que los argumentos a
36
Francis A. Schaeffer, Huyendo de la razón, trad. de José Grau (Barcelona: ediciones evangélicas
europeas, 1969), 13.
37
Schaeffer, Huyendo de la razón, 13.
38
Peter Jensen, La revelación de Dios, trad. de Daniel Menezo (Barcelona: publicaciones andamio,
2008), 106.
favor de la existencia de Dios pueden usarse, pero sin esperanzas de que generen
cristianos, pues la información es insuficiente cuando el intelecto es deficiente.
La doctrina de la caída es la razón del problema del intelecto. Cuando en teología
se habla de “La Caída” se está hablando de aquel evento histórico que ocurrió en el huerto
de Edén: Adán y Eva pecaron contra Dios en representación de toda la humanidad. Que
Adán fuese el representante o cabeza federal de toda la humanidad, es una verdad que
proviene explícitamente de la misma Biblia, por ejemplo, de Romanos 5: 12-21 y 1
Corintios 15: 22. En consonancia con la Caída, la teología reformada reconoce de las
Escrituras la trasmisión del pecado por imputación, y como síntesis la Depravación Total,
verdades que deberán profundizarse fuera del presente documento. En particular, lo que
conviene explicar es que La Caída ocasionó una corrupción radical, es decir, que la
perversión abarca toda la composición humana: sus sentimientos, voluntad e intelecto.
Esto no significa que el ser humano no tenga estas facultades, sino que están
distorsionadas, de hecho, son perversas ¿No es esto lo que afirma Jeremías 17:9? ¿No es
esto lo que se entiende cuando Jesús llama a los fariseos “ciegos guías de ciegos” (Mateo
15:14)? Precisamente, el hombre no regenerado manipula la verdad, la reprime a su
conveniencia para negar lo que implica la existencia de Dios. Por lo tanto, los incrédulos
necesitan más que saber acerca de las maravillas del cosmos, más que comprender las
excelencias del flagelo bacteriano o del ADN, más que admitir que tienen una conciencia
puesta por Dios, más que filosofar en su pensamiento con respecto a la eternidad,
¡Necesitan la obra sobrenatural del Espíritu Santo para poder creer!
Evidentemente, la Biblia presenta la incredulidad como un pecado, no como una
carencia de información. La sección de Romanos 1:18-32 es contundente, pues quien
niegue Dios es un impío, un injusto, no un ignorante. Además, el verso 20 afirma que el
poder y la deidad de Dios son entendidos por medio de las cosas hechas, y que por tal
razón absolutamente nadie puede apelar a la ignorancia para justificar su incredulidad. En
cambio, la evidencia que apunta claramente al Creador, los incrédulos la convierten en la
fuente de su idolatría. La teología natural es un fiasco. Así mismo, se tiene al Salmo 14:
1: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras
abominables; No hay quien haga el bien” Con esto se sobreentiende que la negación de
Dios es una cuestión de insensatez, es un asunto de rebeldía intencional, tal como se
observa en el Salmo 2:1-3. Es así que, la incredulidad es un problema espiritual, es un
pecado, y como tal no puede superarse al proveer información.
Teniendo esto en mente, el cristiano que esté ejerciendo el mandato de
evangelizar, tiene que recordar que el Espírito Santo es quien convence de pecado y obra
la regeneración en los incrédulos. Bien es conocido el pasaje del Evangelio según San
Juan donde el Señor Jesús aseguró que el Espíritu de Dios es quien convence de pecado,
de justicia y de juicio (16:8). Lo mismo se observa en Tito 3:5. ¿Qué le enseñó Jesús a
Nicodemo aquella noche que relata Juan 3? ¿Le dijo que para ver el Reino de Dios era
necesario entender la Biblia? No, ¡Nicodemo era un principal de los judíos, conocía el
Antiguo Testamento a la perfección! En cambio, le dijo que era necesario nacer de nuevo,
lo cual es una obra del Espíritu divino. ¿Qué le faltó decir a Pablo cuando por poco
persuade al rey Agripa a ser cristiano (Hechos 26:28-29)? A Pablo nada, a Agripa la
intervención del Santo Espíritu. De hecho, ambos ejemplos demuestran que ni siquiera
presentar correctamente el Evangelio es una garantía de que la gente creerá en Jesús.
El siguiente ejemplo puede ilustrarlo mejor. Un grupo de jóvenes cristianos bien
intencionados deciden evangelizar a la fuerza, secuestran a un incrédulo, lo amarran con
cadenas a una silla, y se dedican con toda la paciencia del mundo a predicarle el Evangelio
usando toda la Biblia. Al final, luego de algunos minutos en silencio, con grande
expectativa y con la mirada fija en el encadenado, el silencio es interrumpido por la voz
que dice ¡Auxilio! ¡Sáquenme de aquí! Y con eso falla la pretensión. ¿Qué pasó? Aquellos
jóvenes no comprendieron que la salvación no depende del Evangelista, no depende de la
elocuencia, no depende del que quiere o del que corre, sino de Dios que tiene misericordia
(Romanos 9:15-16).
Por lo tanto, se comprueba que los argumentos racionales para probar la existencia
de Dios no son suficientes para convencer a incrédulo, porque su problema es espiritual
y no de ignorancia.
39
Ray Comfort, Dios tiene un plan maravillo para tu vida: el mito del mensaje moderno, trad. de Darrell
Clingan (Bellflower, CA: Living Walters productions, 2010), 51.
para el resto de la humanidad, pero ¡Esa es la única manera de estar en paz con el Dios
Santo!
Como es evidente, nada de lo dicho anteriormente se puede deducir de los
argumentos racionales. Si bien, ellos aportan la Eternidad, el Poder y la Sabiduría de Dios
en la creación, el Evangelio expone la Justicia, la Ira y la Gracia de Dios en el plan de
redención. Eso va mucho más allá de la existencia de Dios, pues involucra la relación
entre Dios y el hombre, la necesidad de volverse a Dios y de creer en la persona de Jesús,
sin el cual no puede haber reconciliación de ningún tipo; y de quien sólo se habla en la
Revelación Especial Escrita. En definitiva, los argumentos racionales terminan donde el
Evangelio empieza, y el mensaje que anuncia el cristiano es lo que necesitan los pecadores
con urgencia.
Conclusión
Como resultado de este escrito, se tiene que los argumentos racionales a favor de
la existencia de Dios son insuficientes en el ejercicio de la evangelización cristiana. Los
argumentos cosmológico, teleológico, ontológico, moral e histórico se sostienen con
lógica, son impresionantes, comprobados desde la ciencia y la filosofía, pero son
limitados para presentar el Evangelio, y esto por dos razones. En primer lugar, la
incredulidad no se debe a la falta de información, sino que es un pecado que implica la
corrupción del intelecto. En segundo lugar, el mensaje cristiano contiene mucho más que
la existencia de Dios, es la presentación del Evangelio, de la obra de Jesús a favor de los
que creen en él. En este sentido, pretender convencer a los incrédulos por medio de la
razón es un sueño inalcanzable, es una tentación de la teología natural, es una
imposibilidad. ¿Se afirma con esto que el cristiano no puede usarlos? No, sino que se
deben manejar en ciertas ocasiones, siempre y cuando se complete la evangelización con
lo que la Biblia dice. De tal manera que los argumentos racionales a favor de la existencia
de Dios son opcionales y no necesarios por más atrayentes que parezcan.
Bibliografía
Comfort, Ray. Dios tiene un plan maravillo para tu vida: el mito del mensaje
productions, 2010.
2009.
Lennox, John C. ¿Ha enterrado la ciencia a Dios?. Trad. de Elena Flores Sanz.
1994.
Ramsay, Richard. Certeza de la fe: la defensa del Evangelio en un mundo inseguro.
Clie, 1999.
sons, 1888.