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UNA MIRADA METODOLÓGICA

AL ANÁLISIS POLÍTICO

Por el doctor Juan A. Beranger


Instituto de Filosofía Política e Historia de las Ideas Políticas
UNA MIRADA METODOLÓGICA
AL ANÁLISIS POLÍTICO

Por el Dr. Juan A. Beranger

A propósito de los estudios científicos

Hace un tiempo, durante una clase de maestría sobre el aná-


lisis político, surgió una legítima preocupación por parte de quie-
nes gustan de embarcarse en temas de análisis y la pregunta era
“¿cómo se investiga? ¿Cómo se desarrolla el proceso? Resultaba
fácil decir que había que “implementar o seguir un método, unos
pasos que se repiten en el formato metodológico”, sin embargo, no
siempre las respuestas resultan satisfactorias, de allí la necesidad
de proponer esta modesta intención especulativa.
En el análisis político, al igual que otros procesos intelecti-
vos similares, aparecen algunas cuestiones que deben ordenarse,
por ejemplo, los componentes que forman parte de la trama re-
flexiva de la investigación. Se mira, se escruta, se observa de ma-
nera asertiva y se da una forma crítica a las unidades de análisis.

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ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

Sin embargo, ciencia e investigar metodológicamente, son


cuestiones distintas. En una se trata de un corpus de conocimien-
tos, en el otro, es una herramienta que construye el camino inci-
dental y crítico para desarrollar pautas de objetividad y método
hasta llegar a un resultado o conclusión. Una estructura analítica
debe estar compuesta por los datos e información que hacen a una
realidad política, conceptos teóricos que servirán de guía episte-
mológica, elaborar el diseño de los procesos que se proponen, in-
terrelación entre los datos cuantitativos y cualitativos, implemen-
tación de mecanismos, relaciones entre las partes constituyentes
del fenómeno a observar, proyecciones pretendidas, ordenamiento
del criterio metodológico a imponer.
Tanto las metodologías aplicadas como los procesos de aná-
lisis, están vinculados a espacios de reflexión metódica igual que
los procesos instrumentales. La metodología para el análisis polí-
tico, precisa de criterios de objetividad, racionalidad, criticismo,
sistematización y hasta una neutralidad ética. Se trata, en síntesis,
de observar el funcionamiento del sistema político. Todos los sis-
temas políticos son arquitecturas complejas, con múltiples subsis-
temas interconectados, tienen autonomía y todo lo que impacte en
el sistema repercute en los diferentes componentes del mismo, los
sistemas se auto transforman, evolucionan, mudan, hay existen-
cia de fuerzas contrapuestas que se compensan entre equilibrios y
desequilibrios, debido a las contradicciones intrínsecas.
En el proceso de observación, la correlación siempre debe
darse entre un sujeto cognoscente (el politólogo, un asesor, un ana-
lista, cualquier observador, singular o plural) y un objeto a cono-
cer al que denominaremos de indistintas maneras como “realidad
política”, “hecho observable”, “fenómeno político”. En este hecho
observable ocurren eventos, fenómenos, actividades, contingen-
cias; toda realidad política o social, es en sí misma, un sistema
que posee componentes o características propias, intrínsecas o ex-
trínsecas y, dados o expuestos estos elementos, el analista deberá

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INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

comenzar una tarea de ordenamiento y distinción de cada uno de


sus componentes, como lo hace un médico con cada componen-
te de un análisis clínico, donde cada aspecto analizado tiene sus
propias explicaciones y requiere de procesos propios que le dan
significancia a la presencia del elemento.
Un objeto respecto de la mirada del sujeto que puede ser
un investigador, analista o tomador de decisiones según se apli-
que. Sujetos que se adentrarán en el cosmos del sistema político
escudriñando entidades que son objetos de reflexión, sujetos que
se verán inmersos en lógicas “casi socráticas”. Habrá premedita-
damente, un “querer conocer”, habrá necesidad de sumergirse en
las profundidades de lo poco habitual; debe estar precedido de una
actitud congnoscente, peculiar. Conocer, supone el esfuerzo, una
búsqueda desde lo no conocido, apartar el velo de la ignorancia.
Podría decirse entonces que habremos de familiarizarnos
con aspectos descriptivos fenomenológicos planteando que una
realidad –en este caso temas del ámbito político– pudiendo cono-
cer a través de la abstracción teórica, analizando las cualidades de
la experiencia y aprehender la esencia misma del fenómeno. Una
praxis que se desarrolla, independiente de su naturaleza, en cual-
quier sistema político.
En el mundo que interpela a la política, sea desde las cien-
cias o bien desde la opinión –doxa– sobresale la necesidad de
avanzar en técnicas de investigación, metodologías aplicadas al
campo de los fenómenos políticos. Bourdieu conceptualiza la la-
bor metódica de analistas/interrogadores como quienes desean ob-
tener respuestas a ciertas cuestiones que se plantean en el marco
de una instancia observable, dice: “el interrogador y el interrogado
no confieren necesariamente la misma significación y la misma
función a la pregunta; la interpretación de la respuesta no tiene
ninguna posibilidad de ser adecuada mientras no estén explici-
tadas la demanda inherente a la pregunta y la representación que
el interrogado se hace de la pregunta y de la respuesta que ella

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merece” …y agrega: “…la interrogación (politológica) mide no


por la opinión política sino por la aptitud para producir lo que se
entiende por opinión pública” (obra citada).
Las relaciones que se crean entre las partes se entienden
desde diferentes posiciones y ópticas y que si no se relacionan
de manera coordinada, el sistema de relacionamiento producirá
quiebres provocando resultados diferentes a los deseados, del mis-
mo modo que advierte acerca de concebir realidades que pueden
ser tomadas a partir de simples percepciones. En su obra Teoría
del Conocimiento, Johannes Hessen explica que el vínculo entre
sujeto y objeto, es una “correlación” y que “ambos sólo son lo
que son en cuanto lo son para el otro” (obra citada), sin embargo
ambos son distintos. El conocimiento es una determinación del
sujeto (para nosotros será el analista o el tomador de decisiones)
y el carácter de esa determinación se expresa en acciones, ya de
espontaneidad o planificación pero nunca pasiva. El mismo autor
advierte sobre la diferencia entre la descripción de los fenómenos
y el conocimiento de ellos. Esto es que, para alcanzar óptimos
registros analíticos, debe conocerse a cabalidad, contenidos y de-
rivaciones de cada parte del caso. Además, muy cierto es, que en
las conclusiones o resultados que emanan del análisis habrá, en
una gran mayoría de casos, una subjetividad primaria debido a las
tendencias, preferencias o intereses buscados por el sujeto, algo
que debe cuidarse extremadamente de que no suceda.
Por otra parte, ningún sistema se encuentra en equilibrio
perfecto, se exponen movimientos, cambios, fuerzas que se diri-
gen desde diferentes posiciones del sistema a diversas direcciones
y obrando con diferente intensidad, potencia e intencionalidad.
Estas fuerzas modifican muchas veces, secuencias de la propia
vida del sistema provocando alteraciones, desarrollando fuerzas
que compiten, se superponen, obstruyen o son facilitadores de co-
rrientes de acción. Fuerzas que se cohesionan o quiebran según la
existencia de provocadores o disparadores, tengan suficiente im-

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pulso para hacerlas mover. Fuerzas que configuran campos o nú-


cleos de acción y determinando realidades y secuencias, avances
y retrocesos, ofensiva y defensa.
Fuera de ese sistema sociopolítico, existe otro mundo sis-
témico con sus propias lógicas y diferentes o similares construc-
ciones lógicas. En general, habrá cuestiones propias del ambiente
político, del sistema social y otras que son externas, sea dentro del
sistema propio, como un subsistema, realidades extrasistemas o
parasistemas. Se comprende que hay una inmersión al manejo de
conceptos y procesos aplicando una lógica sistémica, procuran-
do no anticipar resultados a priori. Debe uno prepararse a deses-
tructurar su pensamiento habitual, deconstruir un esquema mental
ordinario, desaprender para aprender. Será, ir construyendo una
capacidad analítica que permitirá incorporar un método –no único
pero sí es una propuesta rigurosa– que se acerca a una epistemo-
logía de valioso alcance, formulando criterios entregables en el
campo del conocimiento.
Por esta construcción crítica, se arribará a procesos conclu-
sivos que se vincularán al proceso de análisis. Entiéndase un con-
junto de procedimientos intelectuales y técnicas que se utilizan
para alcanzar determinado objetivo o conocimiento. Un método
general que intentará explicar los efectos más diversos, relacio-
nando objetos o fenómenos muchas veces muy lejanos unos de
otros –y sólo a modo de colaborar en la búsqueda de caminos– se
propone recordar que el método puede ser experimental, some-
tiendo a los objetos estudiados, a la influencia de ciertas variables,
en condiciones controladas, un método que puede ser observacio-
nal, de amplio uso en las ciencias de carácter social y que no nece-
sariamente se ajusta a experimentación alguna.
Desde ya, que este andamiaje intelectivo supone el ensayo
de una mirada lo más objetiva posible, algo desde ya muy difí-
cil de alcanzar en tanto y en cuanto los actores políticos tienen
ideologías, simpatías, preferencias y expectativas naturales; sin
embargo este ejercicio del pensamiento y el trabajo aplicado, son
una extraordinaria manera de desarrollar estudios e investigación

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que, sin duda alguna, favorece el intercambio de una materialidad


epistemológica. Así también lo propone notablemente Humberto
Maturana en su obra “La Objetividad”.
Diversos autores, recurren a una lógica sistémica, tales
como David Easton, Talcott Parson, Harold Lasswell, Mario Ló-
pez u otros, pero siempre disponiendo de las particularidades para
cada teoría del diseño y al igual que toda observación sistémica,
teniendo en cuenta que (dentro del sistema) concurren variables,
patrones, indicadores, dinámicas, lógicas, causalidades, estruc-
turas, inferencias, funcionalidades que son partes necesarias del
sistema (al igual que ocurre con las piezas de un motor). Así, la
propuesta se dirige a la aplicación metodológica aplicada al cam-
po de realidades políticas o sociales. Una vez que se haya podido
desmenuzar a cada uno de estos componentes y alcanzado estos
fines, nos dirigimos al proceso de comprender y desarrollar un
modelo de análisis que después nos permita diseñar posibles es-
cenarios, instrumento estratégico que disponen los tomadores de
decisiones vitales.
Recuérdese que el conocimiento político es específico y tie-
ne componentes que permiten integrar el conocimiento teórico con
la praxis, por eso es preciso que deba diferenciarse la existencia de
actos políticos o las construcciones políticas de los fines u objeti-
vos políticos. Habrá probables hipótesis y leyes enunciativas que
predigan o estimulen una determinada reacción, propia del sistema
político. Después de avanzar en la observación del sistema, se pro-
cederá a analizar los datos obtenidos e interpretados. El objetivo
del análisis es organizar esos datos de modo que fuercen las res-
puestas al problema de la investigación. La interpretación tiene por
objetivo, encontrar el sentido más amplio de respuestas, haciendo
una relación con los acontecimientos anteriores o teóricos.
En su obra Introducción al Pensamiento Complejo, Edgar
Morin advierte que al iniciar esa especie de viaje conceptual por
donde la mente debería disponer de cuanta información fuera po-

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sible obtener a fin de procesarla con observancia de metódica ri-


gurosidad y organizar el conocimiento, así lo expresa: “todo co-
nocimiento opera mediante la selección de datos significativos y
rechazo de datos no significativos, separa (distingue o desarticula)
y une (asocia, identifica); jerarquiza (lo principal, lo secundario)
y centraliza (en función de un núcleo de nociones maestras). Es-
tas operaciones que utiliza la lógica, son de hecho comandadas por
principios “supralógicos” de organización del pensamiento o para-
digmas; principios ocultos que gobiernan nuestra visión de las co-
sas y del mundo sin que tengamos conciencia de ello” (obra citada).
De hecho, es importante reflexionar sobre la vital importan-
cia que tiene un sistema de tolerancias, de aceptaciones recíprocas,
de convivencia entre micromundos diferentes y hasta opuestos.
Así, términos como derechas e izquierdas, progresistas y conser-
vadores, socialistas o liberales por dar unos pocos ejemplos, pue-
den perfectamente convivir si existen algunos supuestos básicos
que son comunes al sistema, todas las partes tienen un punto en
común como bien podría ser la defensa del sistema democrático.
Estas diferencias pueden estar dispersas o ser concurrentes pero se
trata de que abonen un espacio común donde el sistema político
los acepta y acoge como parte del insumo.
Por ello se sostiene que el abordaje de un analista, de un
decisor debe pasar por esta notable experiencia de transitar los
andariveles que el escenario le presenta y tomar cada elemento
como parte de una meticulosa labor, casi de artesano, para poder
construir un delicado mecanismo intelectivo. Hay que recurrir a
Morin ya que tratándose de realidades complejas, debemos procu-
rar sustanciarnos en el adecuado ordenamiento mental y avanzar
sin tropiezos –aunque existan– hasta dar luz en el recorrido ini-
ciado. El análisis a profundidad de un sistema político requiere de
diversas dilucidaciones y de infinitas causas que avecinan conse-
cuencias. Mientras que un pensamiento secuencial y reductivo nos
puede dar respuestas simples, la política, como arte complejo, nos

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lleva por una multiforme manera de comprensión. “…la comple-


jidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo
inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre…” y
más adelante sostiene que “…un pensamiento mutilante conduce
a acciones mutilantes”.
Debe haber una ética en el analista considerando que se tra-
baja en cuestiones atinentes a sistemas pero que de algún modo
están fuertemente asociados a comportamientos de diversos ac-
tores, este es un tema que ha despertado mucha polémica, el in-
vestigador se platea de qué modo y cómo habrá de afrontar una
investigación sin lesionar o afectar tanto a las personas como a
instituciones que puedan sentirse vulnerados en sus derechos; por
ejemplo el investigador no debe engañar a los investigados sea a
través de encuestas o preguntas improcedentes o su manipulación.
Debe contemplarse, que también la ciencia recurre a argumentos
ideológicos o fundados en valores que son el producto de quienes
elaboran los proyectos científicos. En tal sentido, las investigacio-
nes pueden utilizarse de manera correcta o incorrecta. La ciencia
ha ayudado al desarrollo pero también en el aniquilamiento. Se-
gún Popper la ciencia no puede deslindarse de las actitudes de
respeto a la vida humana, la moral, y todo cuanto se relacione con
el bienestar de la sociedad.

Los procesos de análisis

La mirada metodológica permite ordenar, sistematizar,


construir epistemologías, avanzar en procesos analíticos que serán
el espacio crítico y estimable para desarrollar elucubraciones de
rigurosa composición. Nos anticipamos a recomendar el deseable
y adecuado tratamiento de la objetividad dado que –no es menos
cierto– el análisis está en mano de quienes siempre, forman parte

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de los procesos sistémicos, colocarse por ende, fuera de sus alcan-


ce, tratar de ser no contaminable, supone unas capacidades de abs-
tracción de difícil logro. Vale decir que toda pieza de análisis se
da en determinadas circunstancias, esto aclara que si las mismas
cambiaran, podrían ser otros los elementos y patrones a conside-
rar o, inclusive, los contextos pueden sencillamente ser diferentes.
La naturaleza del método a implementar no debe ser de extrema
rigurosidad, todo proceso analítico puede poseer la riqueza de la
flexibilidad y el agudo criterio de quien lo impone con especial
cuidado.
Así, los fenómenos abordados se vuelven contextuales. Las
situaciones varían en tiempo y espacio, en tipos de procesos, las
coyunturas y contingencias, la evolución de los acontecimientos,
las diferentes decisiones que toman los analistas o tomadores de
decisiones. La funcionalidad y las estructuras que derivan de las
conformidades que los actores involucrados en el proceso desen-
vuelven, la variación de esas coyunturas que no se repiten en su
totalidad, más allá de coincidencias o parecidas eventualidades.
Se vuelven métodos de construcción y de contribución. Una crisis
en dos países de características similares, con igual sistema de go-
bierno, de parecidas estructuras político-económicas, de lideraz-
gos orientativos similares, pueden tener muy diferente resolución
de sus problemáticas, tal como se ha visto en la reciente crisis
europea.

La necesidad de crear un modelo

Todo esquema de análisis precisa de una modelización y


creación del modelo para construir un mapa conceptual. Los mo-
delos pueden ser descriptivos o exploratorios (articulación de in-
tencionalidades que se traslada en el tiempo). Si se tratara de un

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modelo evaluativo, se basa en una metodología científica y las


premisas que de ella se desprenden como validación, evaluación,
confiabilidad, objetividad, mensurabilidad u otros. A menudo,
hablamos, discutimos o nos referimos a cuestiones relativas a la
política, lo hacemos en una mesa de café, en reuniones de Direc-
torios, quizás con algún vecino aburrido o sencillamente en en-
cuentros de carácter familiar; en mi caso, me toca hacerlo frente a
auditorios específicos como el ámbito de las organizaciones o de
la academia. Empero, en abundancia, solemos verter opiniones,
sentencias o juicios cuyas miradas están concebidas de conformi-
dad a nuestras ideas, pareceres, ideologías, simpatías, sentimien-
tos de esperanza o de escepticismo, desde odios, enojos o felicidad
donde predominan y se expresan tales posiciones. Esto, en sí mis-
mo, no sólo no está mal ni es criticable, por el contrario, es un muy
saludable ejercicio de la libertad de expresión y de pensamiento.
La política, como un formidable entramado de actores, ac-
tos y consecuencias, se nutre de una multiplicidad de instancias
que modifican variables y, a su vez, los efectos que, a la postre,
resultan fundamentales para entender –o no– de qué manera fun-
ciona la dinámica política. Decía Weber que tanto el político como
el analista deben poseer importantes dosis de realidad por lo que
creo que además, deben tenerse una mutua mirada desde la con-
fianza, siendo necesario que entre ambos exista una relación ho-
nesta, cualquiera sea la ideología que sustente el investigador.
La formulación de esquemas sistémicos que atienden al de-
sarrollo de posibles modelos, ubican al observador en una posición
“inquieta” ya que lo obliga a considerar las dinámicas propias de
todo sistema social o político que “está vivo”, es decir fluye, es
versátil, posee fuerzas que se activan y se sacuden, impactan, obs-
truyen o facilitan esa especie de engranaje matricial. Es, qué duda
cabe, un enfoque sistémico en un ámbito de continua dinámica y
al igual que el médico que revisa e interpela a ese sistema llamado
cuerpo humano o el mecánico que interpreta el sistema hidráulico

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o eléctrico del automóvil, en ambos casos, se utilizan ciertos cono-


cimientos técnicos y periciales para diagnosticar o consumar toda
anomalía o irregularidad que deba ser tratada con vistas a encon-
trar soluciones o respuestas o simplemente, exponerlas. Imposible
desarrollarlo de otro modo; estaremos tomando las herramientas de
los politólogos, de quienes han hecho de las disciplinas del campo
social, un experimento para comprender las realidades que se ex-
ponen en muy diferentes ámbitos. En definitiva, se trata de crear
esquemas de aplicación metodológica para el análisis político, pre-
tendiendo interpretar los términos incorporados, cómo se vinculan
los mismos dentro de un sistema comprensivo, avanzaremos en la
posible creación de un modelo de análisis y de este modo, ampliar
nuestro horizonte que nos lleve al desarrollo de la praxis política.
Al encarar una metodología orientada a explicar los fenó-
menos comportamentales de los elementos que conforman una
realidad política, se hace permanente referencia a los estudios y
epistemologías que siguen diversos métodos de análisis pero que,
finalmente, todos coadyuvan a la comprensión de un conocimiento
puesto en marcha y aterrizado mediante construcciones que llevan
a posibles respuestas. La fórmula de indagar al sistema político
como parte de un tablero abordando disquisiciones, aconteceres
e interpretaciones con la intención de conectar los elementos que
forman parte del campo de observación, para nosotros, una reali-
dad política. Los actores tienen sus respectivos roles, las activida-
des que se desarrollan forman parte de un entramado o red de de-
cisiones y contingencias que llevan a ciertos resultados políticos
donde las ideologías, las doctrinas, los modus operandi de cada
sector inciden en las decisiones globales. Por esto es que necesita-
mos ordenar marcos teóricos que nos den rumbo cierto. La teoría
nos permitirá substanciar algunos parámetros para proyectar en la
dimensión del análisis, una obra metódica y sistémica.
En política, las referencias pueden ser diversas y esto es así
debido a que el concepto es un término polisémico, lo cual supone

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diferentes aplicaciones y orientado a diferentes realidades, aunque


todas ellas pretendan ir por un mismo camino. Por espacio con-
ceptual, la política siempre supone complejidades o cantidad de
hechos, fenómenos, prácticas, instituciones, protagonistas o deci-
siones que toman los actores políticos en un tiempo y un espacio
específicos. También supone esfuerzos para competir o compar-
tir espacios de poder. La política no sólo es la actividad que se
produce en su campo o la que realizan esos actores, también se
concibe como una dimensión filosófica, una mirada que los grie-
gos ya habían estimado al pensar la cosa pública, el interés por
la comunidad. El enfoque científico de la política, se dirige a la
mirada objetiva de actores y analistas que la colocan en el objeto
central de estudio, aunque, debe aceptar la interpretación, siempre
subjetiva, del hombre político. La política como una actividad de
carácter superior ya que, como otras actividades humanísticas, se
dirige a la promesa del bien común o del bien general. Decía Aris-
tóteles que la política es todo aquello que se refiere a la ciudad
pero también a su ciudadanía.

La política como realidad


La realidad política es una construcción social. Según Ber-
ger y Luckman, toda sociedad desarrolla realidades tanto objeti-
vas como subjetivas, para lo cual hacen hincapié en las formas
de institucionalización que el sistema desarrolla, describiendo la
relación entre un individuo y las organizaciones, los roles a los
que adscribe, historias tanto personales como sociales y procesos
de legitimación, en tanto reserva la subjetivación a los procesos
de socialización, transformación e identidad. Así, se puede com-
prender de qué manera se instituye el sistema político que se nutre
con la riqueza de las actividades que cada ciudadano puede y está
dispuesto a llevar adelante. Las realidades empíricas y específicas

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como la política, pueden ser construidas desde la identidad social,


desde cada realidad de la sociedad.
Un importante analista que coadyuvó a esta investigación,
ha sido el experto argentino Mario Justo López quien, en los con-
tenidos de su obra “Introducción a los Estudios Políticos”, des-
cribe de manera casi “quirúrgica” y fiel a un enfoque sistémico,
cómo se presenta toda realidad política, exponiendo que la misma
se manifiesta como a) múltiple, b) polifacética, c) variable, d) sim-
bólica y e) multirrelacional, y es precisamente en virtud de estas
expresiones y su grado de dificultad, que no encuentra una fácil
definición, veamos:

Múltiple: La realidad política se refiere a un sistema políti-


co pero, en la mayoría de los casos, la mirada crítica desatiende
algunos de los subsistemas de los que está compuesto. Se atienden
expresiones, exteriorizaciones, hechos que suceden en una reali-
dad pero no hacia sus subcomponentes de los que se alimenta el
sistema. Asimismo recordemos, que la política es una “actividad”
que, como tal, implica interacción o dinámica entre actores –rela-
ción de unos con otros– y que, al decir de Bertrand de Jouvenel,
se precisa siempre del “concurso de la voluntad ajena” para su
posible realización.
En este sentido y desde este punto de vista, se dice que hay
una acción formal que deviene en técnica (son las formas de ha-
cerlo, una técnica política) y por lo tanto –y además– se vuelve
material (para alcanzar un fin). Esto lleva inexorablemente, a la
construcción, la consolidación y la conservación del agregado hu-
mano pues la política supone siempre convivencia humana, vida
social. En tal sentido, podemos hablar de la existencia de grupos
que ejercen una autoridad, distinta de otras, con el consenso de
voluntades en relación al Estado y para un fin, que es el más alto
de los bienes.

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Polifacética: Hay dos aspectos o facetas a considerar: 1) la


llamada faz estructural-dinámica que, comprende a la actividad
más las relaciones que de ella surgen, lo que nos lleva al sistema.
La actividad política no se desarrolla en el vacío pues se articula
en la actividad interhumana. Esto, supone una estructura (donde
se relacionan las partes con el todo) y si hay estructura, también
hay jerarquización (voluntad de unos sobre otros). Las estructuras
se conforman en Instituciones (las cuales poseen a su vez órganos
y normas) con vocación de orden y estabilidad. Al haber una re-
lación basada en las diferencias jerárquicas, unos determinan lo
que otros hacen, o bien complementariamente y esto constituye
el aspecto dinámico. En la estructuras, algunas personas ocuparán
órganos, cargos o roles y en el ejercicio interpretarán el compor-
tamiento de los miembros. La faz dinámica se traduce en el movi-
miento y los procesos de cambio.
La faz agonal y arquitectónica: de lo agonal, consideramos
que en el acceso para ocupar los cargos o roles, hay competencias
(sean a favor del sistema o en contra de éste). Al haber competen-
cia, hay deseos de conquista y luego deberá haber conservación
de los roles/cargos lo que supone además, resistencias de quienes
no ocupan aquellos. La faz arquitectónica se refiere al ejercicio
del poder obtenido, intentando regular las normas y el comporta-
miento de los otros. Este aspecto constituye la justificación fáctica
del sistema político sin que aún hayamos considerado sus aspectos
éticos. El grupo humano dominante, necesita de la estructura y la
cohesión que impida su disgregación, esto se traduce en conduc-
ción del quehacer, creación y construcción sucesiva de hechos o
metas. Desde ya, que si este proceso no ocurre, se pierde el sen-
tido dinámico de la actividad política. De existir sólo una fase
(agonal o prevalencia de la dinámica) sólo se obtendría una fuerza
de destrucción del sistema (sólo la lucha por el poder) o si en
cambio sólo tuviera la otra fase (arquitectónica o prevalencia de
la estructura) sobreviene un sistema con ausencia de oposición,

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estancamiento, fosilización y destrucción del mismo. La política


es un proceso donde las fuerzas se hallan en pugna, acomoda-
miento y ajuste (hablar de “acomodamiento” y “ajuste” permite
comprender variables de movilidad-orden, estabilidad-cambio y
conflicto-consenso).
Weber, en su obra citada, decía que “la acción política es el
esfuerzo por compartir el poder o el esfuerzo por influir sobre la
distribución del poder, sea entre Estados o entre miembros de un
Estado”. Visto así, la acción política se reduciría a acción estraté-
gica, es decir a la aplicación y al cálculo de determinados medios
para alcanzar ciertos fines. Lo interesante de estas reflexiones,
es que el mismo Weber se encarga de desmitificar la idea de un
hombre político sin valores, esto es una “causa” que trasciende al
poder por el poder mismo. Bajo estas premisas podemos también
aceptar que en el fondo la lucha política también es una lucha en-
tre sistemas de valores.

Variable: Transcurre el tiempo y la realidad va cambiando y


desde ya que seguirá haciéndolo. La polis griega, las monarquías
renacentistas o las modernas democracias, consignan diferentes
sistemas políticos. Dentro de cada una de estas diferentes instan-
cias, cada una en una lógica témpora-espacial, permite observar,
que la política tiene un modo “permanente” y un modo “contin-
gencial”. El modo permanente se traduce en los fenómenos de la
lucha, la conquista, la fijación, entre otros, porque son necesarios a
esa instancia. El modo contingencial se identifica por la variación
de todos los factores dinámicos del poder y los distintos actores
políticos y sociales.

Simbólica: Toda realidad se expresa a través de símbolos,


a diferencia de la naturaleza que es ajena a nuestras voluntades
y pareceres. Nuestros símbolos son el producto de nuestras vo-
luntades y gustos, un “universo de representaciones, creencias y

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apariencias” según Burdeau. Es un aspecto de la realidad, pero


insuficiente. Ese universo es artificial pues es construido en base a
hechos, situaciones y actos que le dan carácter particular.
El mundo político está “poblado de ideas” que se traducen
en hechos y que a su vez, son proveedores de significados. El or-
den político, consecuentemente, reposa en un mundo de “repre-
sentaciones”. En muchos casos, el ejercicio del poder está dado
por la “idea del poder” de quienes se someten a su propia fuerza
intrínseca. Esto es la creencia (por ejemplo un mismo individuo
puede ser para alguien un “salvador” o, para otro, un “dictador”
según se lo mire) y así surgen las apariencias cuando se introdu-
cen, por caso, jerarquías entre individuos que no siempre corres-
ponden a diferencias de valores reales. En el universo político, no
hay nada que no haya sido elaborado, interpretado o recreado ya
sea por el pensamiento, por el deseo o por la fe. Hay un cosmos
representativo que se traduce en el espacio simbólico y un campo
semántico que lo expresa mediante ideas y conceptos que la ex-
periencia política reconoce como parte de sus realidades. Así, el
campo socialista, el liberal, el monárquico, los demócratas y otros
mundos ideológicos, tienen sus propias simbologías.

Multirrelacional: pues se relaciona con a) el Estado y el po-


der, y b) la sociedad, el derecho, la moral, la economía, la historia,
la geografía, etc.
En a) sostenemos que existe una estrecha relación con el sis-
tema político mayor que domina (ya sea la comunidad perfecta
de los escolásticos o el Estado desde Maquiavelo). En b) la vin-
culación entre política y sociedad es persistente y aunque existan
problemas o contradicciones, la relación con las distintas manifes-
taciones es ineludible. En cuanto a ligazones que se crean, el sis-
tema va construyendo lazos y vínculos donde las partes se dan a la
existencia de unas y otras, no sólo por el mundo institucional sino
también por las redes y subsistemas que se crean a su alrededor.

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Teoría política y realidad política

La teoría política suministra el aparato conceptual, el méto-


do para detectar los fenómenos que constituyen la realidad políti-
ca para clasificarlos y explicarlos (relación lógica no axiológica).
Hay una interacción entre la vida política, las instituciones polí-
ticas y las ideas políticas. La vida política está constituida por la
dinámica política (las fuerzas políticas que engendran el movi-
miento y el cambio) donde las instituciones políticas son una red
relacional que liga entre sí a sus componentes y las ideas políticas
circulan en el conjunto de los conocimientos políticos prácticos en
el compendio de las ideologías (así pasó en los albores de Roma
con la creación de la República y después el Imperio, o la Carta
Magna de Inglaterra, el ambiente renacentista sobre Maquiavelo o
bien Hobbes con las guerras civiles inglesas).
Las grandes construcciones del Estado o la Nación encuen-
tran su construcción en “ideas de Estado” “ideas de la Nación”
“ideas de Gobierno”, es decir, cómo se imaginan y configuran
para hacerse realidad donde las instituciones actúan como instru-
mentos de control social. En el ejemplo dado, las instituciones
romanas o de la democracia inglesa, regularon sus instituciones.
Es por ello que grandes hombres fueron mentores y promotores de
estos proyectos políticos (Maquiavelo y Hobbes o Locke, Montes-
quieu, Monteagudo, Marx y tantos otros).
En resumen, la realidad política es altamente compleja, sin
desmedro de la diversidad de sus elementos constitutivos. Toda
observación requiere considerar diferentes componentes que ha-
cen al fenómeno político y, desde ya, teniendo en cuenta a di-
versos autores, a saber: a) autores no conformistas como Marx o
Sorel; b) autores sociologistas como Weber, Manheinm o Comte;
c) autores maquiavelistas como Mosca, Pareto, Burnham. Estos
ejemplos, sumados a otros excelentes aportes intelectuales, per-
mite establecer diversidad de posiciones para alcanzar, asimismo,

19
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

distintas categorías como las fuerzas políticas, los procesos y di-


námicas, la política institucionalizada.

Examinando a la política como un fenómeno específico,


debe apelarse a un proceso intelectivo y teórico que tenga el ma-
yor alcance posible, niveles, conceptos básicos, fundamentales y
secundarios, considerando que existen estructuras, dinámica de
las fuerzas políticas, funciones, crisis de los partidos políticos,
injerencias de grupos de presión, factores de poder en la esfera
estatal, opinión pública, elementos de propaganda y contra pro-
paganda, comunicación de masas, tecnoburocracias, actividades
del Estado, procesos de toma de decisiones políticas, el comporta-
miento de mujeres, campesinos o jóvenes como actores políticos,
actos eleccionarios, participación, tipos de liderazgo, procesos de
conflictividad, búsqueda de consensos y negociación, entre otros
temas a abordar.

Hay procesos de recursividad de los hechos políticos y cierta


regularidad estadística, especialmente si pueden ser establecidas
de manera constante en el comportamiento humano, que permiten
elaborar hipótesis. Una de las acepciones de “ley” es la referencia
a las uniformidades que se observan en la sucesión de ciertos fe-
nómenos. Si consideramos que en la realidad social existen leyes
y la realidad política es una realidad social, por analogía se infiere
la existencia de las mismas. Los actos políticos como así también
las elites políticas, son ingredientes de la realidad política sien-
do toda acción o conducta que realizan los actores individuales
o colectivos que participan de las actividades políticas como por
ejemplo, los discursos políticos, las gestiones de un político para
una alianza, un periodista produciendo una nota sobre política, o
los actos protagonizados por grupos como los actos electorales o
las revoluciones. Igualmente, ocurre con la institucionalidad, los
partidos políticos, la forma de gobierno, el poder o el régimen
político dominante en una comunidad o sociedad.

20
INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

La mirada sistémica

La ciencia y la formación especializada en los claustros aca-


démicos ha profundizado la brecha entre especializaciones y el co-
nocimiento holístico, sistémico y complejo. Un sistema puede de-
finirse como un conjunto de partes o elementos que interactúan de
manera interdependiente formando un todo coformando este, una
mirada “reduccionista”, es decir, aquella que sólo ha tomado una
parte de los elementos que componen un área o un mundo de cono-
cimientos. Este mundo se presenta ante un observador de manera
parcial, unidireccional. Las teorías sistémicas han intentado subsa-
nar parte del problema al proponer una visión integral por la cual se
pueden analizar las totalidades y sus interacciones pudiendo expli-
car ciertos fenómenos que se suceden en la realidad. El concepto re-
duccionista ha explicado se ha desarrollado dividiendo la realidad,
lo que hace necesario incorporar mecanismos interdisciplinarios.
Una de las aplicaciones que puede descubrirse en el empleo
de esta visión sistémica, se refiere a las similitudes en las construc-
ciones teóricas de las diferentes disciplinas. Todas las disciplinas
y espacios del conocimiento presentan vacíos. El conocimiento,
cualquiera de ellos se trate, no crece en un abstracto; se desarrolla
a través de la información obtenida y difundida; el conocimien-
to oculto no produce conocimiento. Contradictoriamente, el auge
de las comunicaciones, como última fase del desarrollo (siempre
provisorio) permite comprender que en verdad estamos ante un
fenómeno de la distribución o irradiación del conocimiento pero
distantes en cuanto a la preparación, adecuación y sensibilización
de los centros receptores de a quienes van dirigida la información,
lo que en un cerebro corresponde a la concentración.
Howard T. Odum, considerado como el creador de la ecolo-
gía de los sistemas, observa principalmente los flujos de energía
y las interacciones que producen en sistemas complejos; sostiene
que las acciones de los actores políticos, la búsqueda del poder y

21
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

el desarrollo de fuerzas dinámicas producen también energías que


se multiplican en la misma proporción que el entusiasmo, la perte-
nencia, las lealtades, las ideologías y hasta las necesidades, lo que
hace converger a cientos o miles de personas en objetivos comunes.
Peter Checkland, importante pensador sistémico, propone
una “metodología de sistemas blandos” (Soft Systems Methodolo-
gy) a ser aplicada en sistemas estructurados especialmente en siste-
mas asimétricos con un fuerte énfasis en los problemas situaciona-
les con alto contenido de actividades sociales, políticas y humanas
dirigido a situaciones complejas y de multirrespuestas como bien
lo es la actividad política. Es una manera de actuar desestructuran-
do problemas a la manera tradicional, es decir, evitando respuestas
duras, simples; pretende acompañar procesos situacionales y res-
puestas específicas a cada caso. Los problemas de las organizacio-
nes o sociedades que viven situaciones altamente complejas en-
cuentran en esta modalidad, una adecuada forma de ser abordados.
Los analistas y tomadores de decisiones deben incorporar
una mirada sistémica, de modo a dar un sentido integrador y holís-
tico a los enfoques metodológicos, tratando de comprender cómo
funciona el sistema, resolver en consecuencia a partir de las pro-
piedades o elementos interrelacionados que lo conforman, tanto
en un sentido general o en particular en sus subsistemas o partes
integrantes dado que, una gran parte de quienes deben tomar de-
cisiones, olvidan parte del entorno, o no consideran situaciones
sistémicas que se dan como parte de un espacio global. Los datos
que entran y salen de un sistema político podrían ser meros datos
estadísticos o cuantificación de actividades, lo cual, no significaría
mucho pues no adiciona valor agregado, no construye nuevas ló-
gicas para avanzar en cambios o escenarios diferentes.
Dicen los pensadores sistémicos que en un sistema no se
puede divorciar a las partes como así tampoco analizar los compo-
nentes por separado. Un inconveniente suele aparecer, cuando en
el pensamiento sistémico-estructural, algunos comportamientos

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INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

de las variables, se dejan a mitad de camino –datos parciales– por-


que no se agudiza el proceso hasta las últimas consecuencias. Si el
resultado se midiera desde adelante hacia atrás, podría concluirse
que en muchas ocasiones, el tomador de decisiones, seguramente
habría hecho las cosas de manera distinta a lo obtenido, razón por
la cual, intentamos advertir que los procesos de análisis deben in-
cluir miradas más exhaustivas e inquisidoras.
Estos elementos constitutivos interactúan y producen, a su
vez, nuevas dimensiones en un proceso regenerativo donde la ac-
tuación de unos redunda en la actuación de los otros, algo que se
aprecia en la obra de Maturana y Varela acerca de la autopoiesis,
En el plano del pensamiento sistémico político, los actores, de-
cisiones y actividades, fuerzas operantes y desde ya el ambiente,
generan reacciones y del mismo modo se atañe a los principios ge-
nerales que tiene el pensamiento sistémico, como ser, su relación
con los sistemas jerárquicos, el lugar desde donde se influye, los
limitantes del sistema, la equifinalidad o cómo llegar a resultados
u objetivos desde diferentes espacios del sistema.
El sociólogo Niklas Luhmann se ha referido a la autopoiesis
pero aplicada al campo de los sistemas sociales, donde una pers-
pectiva funcionalista de los estudios en función de una metodolo-
gía que teoriza sobre la evolución de la sociedad como organismos
vitales y es perfectamente aplicable a la dinámica de la política
en cuanto ésta reconoce actores, épocas, contingencias, rupturas
y evoluciones hacia nuevas conformidades políticas, de manera
permanente. Sólo en los sistemas dictatoriales y opresivos la diná-
mica se detiene y se cierran las compuertas de la movilidad, claro,
tiene un fin anticipado ya que es imposible que no se deteriore
hasta volverse vulnerable.
Cualquiera sea el enfoque que el analista escoja, se trata de
observar los comportamientos producidos por ingentes represen-
taciones colectivas, ya que se debe evidenciar de qué manera se
explica la movilidad de las preferencias políticas, de cuáles formas

23
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

preferidas los actores perciben su ubicación en el espacio político


o bien de qué manera se expresan las tendencias políticas de una
sociedad. Mucho de estas elaboraciones se encuentran en los trata-
dos de Durkheim, especialmente al referirse a las representaciones
colectivas por las cuales los miembros de una sociedad, construyen
un mundo de símbolos, creencias o mitos que los aúnan, formas en
que interpretan una realidad. En síntesis, en un complejo sistema
político se dan relaciones interaccionales que, entre sí y a su vez,
producen otros tantos impactos que, de nuevo, se transforman en
nuevas relaciones sistémicas en un ciclo inacabado. Por ejemplo,
tomando un esquema de los elementos políticos podría darse una
configuración como la que acompaña la siguiente figura:

Elementos de la política en el sistema político

Fuente: Juan Beranger.

E, identificados algunos de estos elementos, se generan re-


laciones en el sistema de acuerdo al grado de convivencia de las
partes, de conveniencias contingentes y secuencias establecidas,
tal como se aprecia en la siguiente figura:

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INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

Elementos del sistema

Fuente: Juan Beranger.

Observando los dos mapas de esquemas precedentes, se


puede comparar diciendo que, cualquiera sea el punto de vista
desde donde cada uno quiera situarse, se puede considerar que,
en un caso, se tenga en cuenta a los elementos del sistema político
o bien a las relaciones que se generan mutuamente, ambos crite-
rios son correctos. Haciendo un ejercicio de imaginación, puede
apreciarse que ambos se pueden superponer haciendo coincidir
sus ejes centrales produciendo contenidos conjuntivos.

Elementos de la política Elementos del sistema


en el sistema político

Fuente: Juan Beranger.

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ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

En este esquema aparecen nítidamente los límites del siste-


ma (lo intrasocietal y lo extrasocietal además de los espacios fron-
terizos) y la muestra de componentes –tomados aleatoriamente–
los cuales, se constituyen en sus focos observables produciendo
nuevos elementos. El observador tiene a su disposición no sólo los
componentes del sistema político, también puede inferir cantidad
e intensidad de dichas relaciones ya que las mismas son funcio-
nales al todo. En el sistema se producen y evidencian distintos
eventos, fenómenos o realidades como producción reproduciendo
un mecanismo de articulación a través de relaciones, enlaces o ne-
xos, acusando impactos de diferente graduación permitiendo que
el sistema se retroalimente.

Comportamiento de las partes del sistema

Un dato necesario e importante es observar y analizar el


comportamiento dinámico individual –nos referimos a una unidad
distinta a otra de su misma categoría– de las partes del sistema
(movilidad, crecimiento, disolución, enfrentamiento, etc.). El sis-
tema que forma parte de otro sistema, se denomina “recursividad”
(ej.: el sistema internacional).
Las realidades pueden ser estables aunque lo más natural
sea que las realidades estén envueltas en situaciones cambiantes,
cambios o crisis que pueden incrementar la incertidumbre; sin em-
bargo, es mejor aprender a manejar su lenguaje, acostumbrarnos
a su presencia, no soslayar su existencia, es parte del pensamiento
abierto y crítico del análisis. Para Ortega y Gasset, las cosas del
mundo real son partes (subsistemas) o son un todo (sistemas).

26
INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

El “orden” cuestionado

Un sistema tiende a ser homogéneo, sin embargo las deci-


siones que emanan de los actores hacen que ciertas conductas que
prevalecen, afectan de manera ostensible o potencial a otras par-
tes del sistema produciendo formas de reacción que cuestionan el
llamado “orden establecido”. La realidad sistémica se manifies-
ta, a su vez, en subculturas, contraculturas (oposición ideológica,
antivalores, fanatismo, sectarismos, etc.), prácticas disfuncionales
(privilegios), transgresiones (rompimiento de esquemas) o proce-
sos asociativos transculturales (cruce de culturas o transiciones).
En estas expresiones hay adhesiones o resistencias y toda cultura
sistémica, tiene dos planos:
• Las manifestaciones o comportamientos visibles o comu-
nes.
• Las premisas o presunciones subyacentes.
Las premisas o presunciones alimentan las llamadas “fan-
tasías básicas compartidas” (término utilizado por K. de Vries en
“Las Organizaciones Neuróticas”). Estas presunciones destacan
la dependencia, por ejemplo, de la figura del líder-mito. La di-
cotomía fantasía-realidad provoca el choque conceptual. Otro
problema mayor se presenta cuando la misma estructura fomenta
la desigualdad; son los denominados resultados funcionales (por
ejemplo el empleo laboral de niños aunque sea para proporcionar
ayuda familiar, no legitima al sistema; el contrabando da de comer
a unas cuantas personas pero no legitima al sistema).
En el discurso autoritario se fijan conceptos o etiquetas,
donde la opinión hacia otras personas, es reducida a una sola ca-
racterística y hasta puede ser perverso sentenciar una actitud, por
el hecho de ser diferente a la generalidad, lo que no significa ne-
cesariamente, una “infección” al sistema. Los organismos, cua-
lesquiera sean sus fines o estructuras, poseen dinámicas caracteri-

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ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

zadas por las conformaciones que, en el tiempo, las personas van


implantando. Esto se debe a que éstas –y desde ya los sistema que
generan– se conforman en visiones o miradas de distinta índole.
Dentro de los sistemas, los actores producimos formas, expresio-
nes y comportamientos culturales.
De hecho, en el campo político o militar, una revolución es,
en una primera fase, un contrasistema pues se instala cambiando
normas, estructuras, jerarquías, relatos, cultura. Pierre Bourdieu
utiliza esta frase para denominar un capítulo de un ensayo propio
“…no hay democracia efectiva sin verdadero contrapoder crítico”
(en obra citada) y si bien no es de su autoría, la frase revela co-
rrientes que condicionan o enfrentan fuerzas microambientales en
el estado político ya que una de las fuerzas que debe avanzar en
un ambiente sociopolítico democrático, es la libre expresión de la
opinión pública o de corrientes críticas. En su obra “La Lógica de
la Guerra y la Paz”, el analista Luttwak construye una interesante
secuencia de las fuerzas actuantes en el sistema y da a entender,
que un espacio siempre tiende a ser ocupado por el más fuerte o
el más hábil.
En todo sistema, hay fuerzas antagónicas o contradictorias,
algunas crean sus propios sistemas (o subsistemas) y actúan con-
tra el sistema mayor. Estos espacios son más evidentes en el cam-
po de la táctica, visible en el ámbito de la política, el ámbito mili-
tar o todo espacio donde pugnen fuerzas organizadas (como en el
deporte, un sistema ofensivo-defensivo. Conviene aclarar que no
es lo mismo “contra el sistema” que “contrasistema”; este último
caso se trata de la creación “otro” sistema con todas las caracterís-
ticas propias del sistema original pero que actúan enfrentándolo,
ejemplos claros son, el espionaje y el contraespionaje, el contra-
ataque en el deporte o la estrategia, el sistema de defensas del
cuerpo humano frente a una invasión viral.
Los intereses de cada uno de los actores –individuales o co-
lectivos– seguramente no cambiarán tan prontamente en momen-

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INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

tos en que el sistema acelera sus propios procesos de cambio –in-


tegración o desintegración– lo que sí puede variar es la percepción
de las partes y la idea que se tenga respecto al uso de las diferen-
cias. En ciertas situaciones, una serie de efectos puede modificar
los escenarios y no siempre los marcos teóricos estarán dando una
adecuada respuesta, tal es lo que ha sucedido en Latinoamérica
con el protagonismo que tuvo Chávez cuya influencia en la región
afectó a más de una variable de conflicto; las variables de un siste-
ma mayor (región) afecta a sistemas de menor espacio (país).
Como antes se mencionó, la entropía es una medida del caos
o del desorden a diferencia de la llamada entropía negativa o ne-
guentropía que es la fuerza que o “medida de orden”, haciendo
que el organismo se mantenga estacionario y ordenado. El sistema
cerrado sucumbe ante la entropía creciente. Se observa este fenó-
meno en una gran cantidad de casos en los que, dado un sistema
cerrado, enviciado u obsoleto, el sistema implosiona y perece o se
transforma ante la fuerza externa que lo empuja o por las fuerzas
que, dentro del mismo sistema, quieren liberarse (sucedió con el
Imperio Romano o en la ex URSS).
También en un sistema ocurren ciertas “anomalías” que im-
pactan de manera suficiente, haciendo que el sistema sienta una es-
pecie de “sacudón” que pone en alerta a los custodios del modelo
vigente y echa a andar sus propias defensas y mide si es suficiente
para impedir la crisis. Anomalías del proceso en sociedades con
características no democráticas ya que los sistemas democráticos
tienen mecanismos mucho más enriquecidos con mayor desarro-
llo de sus componentes y de características atribuibles a cierta es-
tabilidad, algo que ocurre de manera diferente a los sistemas no
democráticos o no maduros.
En cambio la endogamia se refiere al cruzamiento de com-
ponentes de una misma naturaleza o familia y en un sistema so-
ciopolítico se lo entiende tratando de contaminar con elementos
externos cualquier partido o facción, es decir, cerrar puertas a in-

29
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

sumos foráneos o que no resultan puros. Por ejemplo se ha dado


en ciertas comunidades aisladas debido a ciertos temores o la
creencia de valores como un exagerado chauvinismo. En todo es-
pacio sistémico suele coincidir principios, valores, creencias, mi-
tos y simbologías, lo que hace que las personas se junten alrededor
de estos aspectos, explicando por qué nos entendemos mejor con
unos antes que con otros.
Para el sociólogo Talcott Parsons, existen cuatro conceptos
sobre un sistema que desee perdurar. A) La existencia de “conser-
vación de patrones” para su preservación, conservación y repro-
ducción ininterrumpida en una sucesión de personas y generacio-
nes. B) “Adaptación” para ajustarse a los cambios y los nuevos
comportamientos derivados de aquellos. C) La “consecución de
objetivos” que está en relación directa a las actitudes, voluntades,
procesos e instituciones políticas que en su funcionamiento, re-
quieren de objetivos alcanzados, y D) “Integración” para que las
actividades resulten compatibles especialmente en lo que hace a
las expectativas y motivación de la población.
Los sistemas políticos soportan el ataque de otras fuerzas y
este fenómeno plantea una indagación teórica, un problema cen-
tral ¿cómo enfrenta las tensiones que amenazan destruirlo (guerra
civil, revolución, derrota militar, crisis agudas) y resurge en sus
subsistemas de una u otra índole, aun sufriendo embates internos o
externos? ¿Cómo asignan los valores? ¿Qué fuerzas determinan la
índole y resultados de los diversos procesos y estructuras por los
cuales se establecen y hacen cumplir las asignaciones autoritarias?
Las sociedades sufren de manera constante, presiones internas y
externas de diversos tipos. Ante esto, algunos sistemas sucumben
y otros persisten.
Finalmente, explicar que existen dos momentos de tensión
en el sistema político, se refieren a la “perturbación” como causa
de la tensión, en las actividades del ambiente, interna o externa.
Los intentos de golpes de Estado que no llegan a concretarse son

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INSTITUTOS 2016 - JUAN A. BERANGER

un ejemplo de estados de perturbación que el sistema puede, re-


solver. Si se dominó una perturbación, es evidente que las fuerzas
que permitieron la estabilidad fueron más contundentes o mayo-
ritarias.

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