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El Hagada de Breslov

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20/2/2014 Tora, la selección más completa sobre judaísmo y espiritualidad

Historia I

(selección extraída del libro "La Hagadá de Breslov" © Breslov Institute


Research - www.breslov.org)

La Historia del Exodo

Para cumplir verdaderamente con la Mitzvá de recitar la Hagadá, es necesario


recordar las maravillas y milagros ocurridos durante la Esclavitud y durante el
Exodo (Oraj Jaim, 473,481).

Presentamos aquí una selección de enseñanzas Talmúdicas y Midráshicas


sobre los temas de la noche del Seder, comenzando con el Decreto de Exilio y
concluyendo con los Hijos de Israel viajando por el desierto y la Revelación en
el Monte Sinaí. Estas enseñanzas han sido seleccionadas del Talmud,
Midrash, Zohar, Sefer HaIashar y Ialkut. No se han dado las fuentes de
referencia excepto donde otros textos además de éstos han sido utilizados,
pues la mayoría del material ya está traducido (Rashi, Meam Loez, El Midrash
Dice, etc.) Es bueno notar que hay veces en que las opiniones de los
comentaristas parecen, a primera vista, ser incongruentes o incluso
contradictorias. Esto, sin embargo, no es así. Nuestros Sabios se referían a
ésto cuando dijeron que éstas y esas son las palabras del Dios Vivo. A la
pregunta del Talmud sobre "¿Por qué Ester invitó a Hamán a su fiesta?," se
presentan más de trece diferentes razones dadas por los Tanaím y los
Amoraím para la motivación que pudiera haber tenido Ester. Pero, cuando el
Rabí Natán le preguntó al Profeta Eliahú cuál de esas razones era la que de
hecho había tenido en mente Ester, él le replicó, "¡La de todos los Tanaím y los
Amoraím!" (Meguilá 15b). El punto es éste: Cuando cada afirmación individual
es comprendida de acuerdo al significado que quiso darle aquél que la emitió y
en el contexto en el cual fue dicha, encontramos entonces acuerdo y armonía
entre las diferentes opiniones.

El Decreto de Exilio

El ARI (Shaar HaPesuk im, Shemot) enseña que el alma del Primer Hombre
incluía las almas de toda la humanidad. Si Adán se hubiera aferrado al
mandamiento de Dios, cumpliendo así con su misión, hubiera entonces
rectificado a toda la Creación. Pero Adán comió del Arbol del Conocimiento y
fue expulsado del Jardín del Edén. Sintiendo un gran remordimiento por lo
hecho, Adán se separó de su esposa, Java (Eva). Sin embargo, tal como nos lo
dice el ARI, Adán experimentó emisiones nocturnas y su perdida simiente
produjo daños en muchas almas. La primera encarnación, encargada de la
rectificación de estas almas, tuvo lugar durante la Generación del Diluvio. Pero,
en lugar de limpiarse del daño causado por Adán, esta generación cometió sus
propias faltas y repitió el pecado de Adán; dando como resultado la pérdida de
muchas otras almas. Excepto por aquellos que estaban en el arca con Noé, el
resto de la humanidad fue aniquilada - el hombre volvió a ser barro transformado
por las aguas del Diluvio. Estas almas dañadas volvieron a reencarnar, primero
como aquellos que construyeron la Torre de Babel y más tarde como los
habitantes de Sodoma. La generación de la Torre de Babel no fue culpable del
pecado de Adán, pero se rebeló en cambio contra Dios. Sus esfuerzos en
construir la Torre con ladrillos y mortero aumentaron el poder del mal. Como
habitantes de Sodoma, su maldad les impidió deshacer el daño. Y la ciudad
terminó arrasada y reducida a barro y escombros. Más tarde, fue en Egipto que
la rectificación de Adán comenzó de manera activa. Estas almas dañadas
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reaparecieron como los Egipcios que se vendieron al Faraón durante la


hambruna y como los Hijos de Israel nacidos en la esclavitud. Para limpiarse
del daño que comenzara con la pérdida de simiente de Adán, fue necesario que
estas almas atravesasen la miseria y el sufrimiento de la esclavitud: trabajando
con el barro del Diluvio y de Sodoma, afanándose con los ladrillos y el mortero
de la Torre de Babel.

El decreto de 400 años de exilio sobre la simiente de Adán era algo que ya se
le había hecho saber a Abraham, en el Brit bein HaBetarim, el Pacto de las
Mitades, durante el año 2.018 de la Creación y 30 años antes del nacimiento
de Itzjak. Con ese pacto entre Dios y Abraham se dio el primer paso positivo
hacia la rectificación de todas esas almas dañadas. De hecho, todos los
descendientes de Abraham se encontraban originalmente incluidos en ese
decreto de exilio. Pero Ishmael, sin embargo, abandonó el hogar de Abraham,
dejando que el decreto cayera sobre los descendientes de Itzjak. Cuando
Iaacov le dijo a su hermano Esaú que el decreto podía aplicarse a cualquiera de
ellos dos, Esaú se fue al Monte Seir, dejando que fuera Iaacov quien soportara
el embate del exilio. Este Exilio comenzó con el nacimiento de Itzjak en el año
2.048. El cálculo es como sigue: Itzjak tenía 60 años cuando Iaacov nació en el
2.108 y Iaacov tenía 130 cuando llegó frente al Faraón (en el 2.238). De modo
que 190 años pasaron desde el nacimiento de Itzjak hasta el descenso a
Egipto del "Pueblo Judío." Ahora, Rashi (Exodo 2:1) nos dice que Iojeved, la
nieta de Iaacov, nació cuando su abuelo llevó a toda la familia a Egipto y que
ella tenía 130 años cuando dio a luz a Moshé. También sabemos que Moshé
tenía 80 años cuando ocurrió el Exodo (en el 2.448). Así, los 190 años antes
de entrar a Egipto junto con los 210 años que pasaron en Egipto dan un total
de 400 años de exilio.

Es interesante notar que Iaacov tenía 130 años cuando descendió a Egipto.
Iaacov corporeizaba el alma de Adán y durante los primeros 130 años de su
vida trabajó incansablemente para rectificar los 130 años de separación de
Adán. De modo que el descenso de Iaacov a Egipto completó su contribución a
la rectificación (Shaar HaPesuk im, VaIgash). De manera similar, Moshé nació
de Iojeved luego que ella llegó a los 130 años. Moshé era la encarnación de
Shet, el hijo de Adán nacido luego de su abstención de Java durante 130 años.
Iojeved era la encarnación de Java. Y así como la Primera Mujer dio a luz a
Shet a la edad de 130 años, Iojeved tenía la misma edad cuando dio a luz a
Moshé (ibid, Shemot).

Fue también durante el Brit HaBetarim que Dios le prometió a Abraham que
sus descendientes dejarían Egipto llevando consigo enormes riquezas. Esas
eran las riquezas amasadas por Egipto durante los siete años de hambruna.
Iosef les había ordenado a los Egipcios que se preparasen para siete años de
carestía. De modo que almacenaron alimentos pero éstos terminaron
echándose a perder. No tuvieron entonces más alternativa que adquirirlos en
los graneros del Faraón los cuales se encontraban bajo el control de Iosef.
Esto terminó por agotar los bienes personales de todos los Egipcios, los
cuales fueron a llenar las arcas del Faraón a cambio de alimento. Luego,
cuando los Egipcios hubieron vendido también sus tierras y no tuvieron ningún
medio para continuar comprando alimentos, se vieron forzados a venderse a sí
mismos al Faraón y poder así recibir de Iosef su sustento diario. Fue también
durante estos años de hambruna que los habitantes de otros países bajaron a
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Egipto para comprar alimentos y granos. Esto, junto con la entrada proveniente
de los fuertes impuestos que pesaban sobre los Egipcios fue lo que le permitió
al Faraón amasar enormes tesoros. Más tarde, estos tesoros llegaron a ser el
botín que los Judíos llevaron consigo al dejar Egipto. Cuando los Egipcios
comenzaron a venderse al Faraón, Iosef usó la autoridad que le confería su
posición para insistir que éstos se circuncidasen. El sabía que estos Egipcios
eran las mismas almas que Adán había dañado y vio en esa acción el
cumplimiento de su papel en el proceso de la rectificación. Iosef, el Tzadik,
comprendió que mediante el Pacto él sería capaz de comenzar la purificación
que les había sido negada en Babel y en Sodoma (Shaar HaPesuk im, Mik etz).
Y fueron sus descendientes, los hijos de estos Egipcios circuncidados,
quienes formaron la multitud mezclada que dejó Egipto junto con los Judíos
durante el Exodo (ibid. Shemot).

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