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Interaccionismo Simbolico Ana Maria Brigido

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4.3. Interaccionismo simbólico.- Ana María Brigido, libro Sociología de la Educación.

Esta corriente tiene su origen en el pensamiento de George Herbert Mead y se desarrolló


en la Universidad de Chicago, de allí el nombre de Escuela de Chicago con que se la
designa. El fundamento del enfoque interaccionista se encuentra en las lecciones de
Mead, publicadas póstumamente bajo el título de Mind, Self and Society, obra traducida
al español como Espíritu, persona y sociedad (1953).

Aunque Mead no era sociólogo, su importancia para la sociología, y en particular para


la sociología de la educación, reside en el papel que le asigna al proceso de interacción
en el desarrollo de la personalidad. Para Mead, la fragilidad biológica propia del ser
humano al nacer, lo obliga a interactuar y cooperar con otros para asegurar su
supervivencia. En este proceso de interacción se van seleccionando y fijando aquellas
conductas que facilitan la cooperación, y por lo tanto, la supervivencia, mientras que
son descartadas las respuestas inadecuadas.

Cuando en la sociología de la educación se trata el tema de la socialización, la


referencia al pensamiento de Mead es ineludible. A él se deben los conceptos de ‘otro
significante’ y ‘otro generalizado’; la división del ‘self’ (sí mismo) en ‘yo’ y ‘mi’, para
diferenciar los aspectos individuales y los sociales de la personalidad; los estadios del
juego y el deporte en el desarrollo de la personalidad, y muchos otros conceptos
relativos al proceso de socialización.

Como ocurre casi siempre en nuestra disciplina, hay diferentes versiones del
interaccionismo.

Es imposible ingresar en esta cuestión porque podría ser objeto de un libro completo.
Uno de los referentes del interaccionismo en sociología de la educación es Charles
Cooley, para quien sociedad y personalidad son dos aspectos del mismo proceso, ya que
la personalidad es un producto de la interacción con otras personalidades. A él debemos
la distinción entre grupo primario y grupo secundario, y las ideas de ‘yo espejo’ y de
‘profecía que se autorrealiza’, entre otros conceptos muy empleadas en sociología de la
educación.

a) Supuestos fundamentales

Para los interaccionistas, el ser humano al nacer es asocial pero tiene las potencialidades
necesarias para convertirse en ser social. La noción de potencialidad implica la
capacidad para aprender significados a través de la interacción con otros y de la
comunicación simbólica con ellos. El hombre es un ser maleable y está sujeto a las
influencias de la sociedad; ésta conforma su carácter social. Gracias al proceso de
socialización, el individuo puede llegar a desarrollarse plenamente como persona.

Otro supuesto básico del interaccionismo se refiere a la naturaleza de las respuestas del
ser humano. Éste no se limita a responder mecánicamente a estímulos externos, sino que
todas sus respuestas son interpretativas. La conducta depende de numerosos factores
interpretativos, no es reducible a respuestas fijas a esos estímulos; es intencional y está
en gran medida pautada.

Por otra parte, los seres humanos crean símbolos, responden a símbolos y usan símbolos
para modificar la conducta. Los símbolos sirven para organizar el mundo en una entidad
comprensible. Los símbolos y sus respectivos significados son aprendidos y
compartidos a través de la interacción con otros. Los símbolos tienen un papel central
en la vida social, porque el ser humano no se limita a responder a los símbolos, sino que
los usa para estimular la conducta de los otros.

Para los interaccionistas, el pensamiento (interpretación) es el proceso por el cual los


seres humanos resuelven problemas. Este proceso interpretativo está vinculado a una
evaluación de los cursos de acción y de sus posibles resultados. El individuo imagina,
anticipa las respuestas del otro a conductas particulares y su comportamiento se adecua
a esa respuesta imaginada.

Como consecuencia de estos supuestos, el interaccionismo es un enfoque cuyas


orientaciones se podrían resumir de la siguiente manera: i) En general, es un enfoque
que se limita a describir lo que ocurre, y según algunos de sus críticos, privilegia el statu
quo, no propone ningún cambio. ii) La base del orden social es el consenso entre los
miembros de la sociedad sobre el significado de los símbolos, las reglas y las normas;
gracias a este consenso general, la sociedad se mantiene unida. Por esto se lo acusa,
como al funcionalismo, de sostener una visión conservadora de la realidad social. iii) El
individuo ocupa el lugar central, en tanto portador de los significados que aseguran la
cohesión social.

b) Marco teórico

La unidad básica de la vida social en el marco teórico interaccionista es el acto social;


éste se refiere a la relación entre dos personas. La vida del individuo consiste en
innumerables actos y encuentros con otros actores. La vida social es un proceso en el
cual los individuos están constantemente adaptándose a relaciones cambiantes.

Para que un ser humano pueda actuar socialmente debe dominar los símbolos. Éstos
tienen un significado que les es asignado mediante acuerdo social y debe ser aprendido
por cada miembro de la sociedad; no es innato. Los significados compartidos sirven
para guiar la conducta del individuo en cada situación. Los interaccionistas intentan
descubrir todos aquellos significados e interpretaciones que preceden al acto social.

Las ideas de ‘rol’ y ‘juego de roles’ son de fundamental importancia en el


interaccionismo.

Un rol social consiste en todas aquellas conductas que desempeña un individuo en una
situación particular. A cada rol va asociado un conjunto de expectativas que son
compartidas, y le corresponde siempre un rol recíproco. Por ejemplo, el rol de maestro
carece de significado sin su rol recíproco, el de alumno. Sin embargo, los roles y sus
correspondientes expectativas se caracterizan por un cierto grado de flexibilidad; hay un
rango de conductas posibles que pueden ajustarse a las expectativas de un rol particular.
Esto implica que la gente puede variar en alguna medida en el desempeño de sus roles.
El grado de ajuste o respuesta de un actor a una expectativa de rol particular es materia
de evaluación y sanción por parte de los otros actores. El individuo necesita conocer a
los otros, interactuar con ellos, para poder predecir lo que ellos esperan de él en una
situación concreta. Tal conocimiento le permite ‘anticipar’ con mayor grado de
certidumbre la reacción de los otros, y gracias a ello, guiar su propio desempeño de rol
de manera exitosa.

El hecho de compartir significados, definiciones de la situación y expectativas de rol,


hace que los comportamientos sean relativamente predecibles. Sin embargo, esta
predictibilidad no es total. Cuando el grado de impredecibilidad es muy grande, el actor
puede enfrentar dificultades para trazar su curso de acción. Parte de la interacción social
se ha vuelto, con el tiempo, completamente pautada y rutinizada. En estos casos, la
predictibilidad del comportamiento es mayor y también lo es la seguridad del actor en
su desempeño, lo cual asegura una cierta eficiencia en las relaciones humanas. Dicha
eficiencia puede ser afectada por la existencia de ‘conflictos de roles’. Un individuo
enfrenta un ‘conflicto de rol’ cuando debe ejercer roles cuyas demandas son
contradictorias. Por ejemplo, para una mujer puede presentarse un conflicto entre su rol
de madre y su rol como profesional. Otro tipo de conflicto se presenta cuando las
expectativas de un mismo rol son definidas de manera diferente por los actores. Por
ejemplo, un maestro puede definir el rol de alumno de manera distinta que el propio
alumno.

Otro concepto interaccionista importante, sobre todo en educación, es el de ‘sí mismo’


(self ).

En el desarrollo del sí mismo la sociedad juega un papel fundamental, pues actúa como
un ‘espejo’. El individuo se ve a sí mismo como lo ven los otros; ajusta sus propias
conductas a las respuestas que recibe de los otros. El concepto de sí mismo que
desarrolla el individuo es importante en educación porque tiene una fuerte relación con
el desempeño escolar del alumno.

La adopción de un rol se refiere a la anticipación de las respuestas de otros que están


asociadas con un acto social específico. El individuo aprende a anticipar reacciones a la
conducta y se comporta de acuerdo con esto. La adopción de roles es un proceso central
porque ayuda a relacionar todos los roles a otros roles en una situación dada. La
adopción del rol es facilitada por la presencia de modelos de rol según los cuales el
individuo intenta pautar la conducta. Si estos modelos de rol son importantes para los
individuos, se convierten en ‘otros significantes’. Para los interaccionistas, los maestros
son modelos de rol y, en algunos casos, se constituyen en ‘otros significantes’ para los
alumnos.

c) Temas de interés
En lo que respecta a la educación, los interaccionistas están especialmente interesados
en la conducta de los miembros que actúan en la escuela. Se ve a la escuela como un
marco en el cual tiene lugar la acción social. Recíprocamente, la organización y los
procesos de la escuela son los productos de las acciones e interacciones de sus
miembros. El marco teórico interaccionista es, fundamentalmente, un sistema para ver
las relaciones personales entre educadores y estudiantes. La escuela es un lugar donde
interactúan personalidades, que están sujetas a cambios continuos. Dentro de la escuela
cada miembro ocupa una posición, o posiciones, a las cuales se asigna un cierto número
de roles. El individuo percibe normas o expectativas de rol sostenidas individual o
colectivamente por otros miembros, a través de los atributos o conductas de éstos. La
respuesta de los otros sirve para reforzar o desafiar esta concepción.

En la escuela todos los miembros están constantemente evaluando las acciones de los
otros y modificando su propia conducta de acuerdo a esta evaluación. Personalidades,
relaciones entre miembros, pautas de interacción, roles, expectativas y una variedad de
factores comunicativos adicionales, son parte de la visión interaccionista de la
educación y las escuelas. Debido a que éstas son vistas como implantadas en la
comunidad y la sociedad, y no como entidades aisladas, los interaccionistas incluyen en
su conceptualización sobre las escuelas, influencias familiares y otras influencias
externas tales como valores religiosos, presiones económicas, etc. Sin embargo, el
énfasis ha sido puesto, hasta ahora, en la clase y la conducta de la escuela.

En síntesis, el enfoque interaccionista aspira a interpretar el fenómeno educativo en


términos de procesos en la escuela, tales como juego de roles, comunicación, reacción a
la tensión, toma de decisiones, búsqueda de status, y fenómenos simbólicos similares.
No le interesa ver la educación como un todo, o como un fenómeno intercultural; es una
actividad simbólica en la cual los participantes constantemente hacen gestos ante los
que otros reaccionan. Estos gestos son simbólicos pues se refieren a algo distinto del
gesto mismo, es decir, son gestos socialmente significativos. La escuela está llena de
significados para los participantes y la educación es percibida como un proceso por el
cual los participantes llegan a compartir estos significados. Quizá el interés central de
los sociólogos interaccionistas de la educación está en la pregunta: ¿cómo se adquieren
estos significados compartidos en la escuela?

Ya que la escuela es considerada como una colección de actores que juegan roles, el
sociólogo de la educación está interesado en el juego de roles que tiene lugar allí. Los
tres roles principales que identifica son el de maestro, el de alumno y el de
administrador. Se espera que los miembros se conformen a la definición social del rol, o
de los roles, que se les asignan.

Ellos deben aprender sus roles educacionales y el modo en que adquieren ese
aprendizaje es de gran interés para los interaccionistas. También resulta importante la
evaluación que se hace de la medida en que los actores se conforman a las expectativas
sociales de sus respectivos roles. Debido a que los conflictos de roles son frecuentes en
la escuela, ellos la ven impregnada de situaciones en las cuales los conflictos de rol son
endémicos.

Otro tópico particularmente interesante es la influencia de las experiencias escolares


sobre el desarrollo del autoconcepto del estudiante, lo que se conoce como ‘efecto
Pigmalion’, según el cual, las percepciones que el maestro tiene de los estudiantes se
relacionan con el autoconcepto del alumno y con su rendimiento académico. Hay una
clase de profecía que se autorrealiza en educación, que sostiene que los resultados se
producen sobre la base de las predicciones. En otras palabras, si el maestro considera
que un estudiante carece de capacidad y espera de él un bajo rendimiento, actuará de
manera tal que provocará en el alumno un comportamiento acorde a esa percepción.
Este interés por los autoconceptos y las profecías que se autorrealizan está relacionado
al proceso de ‘etiquetamiento’ que se lleva a cabo con frecuencia en las escuelas. Un
estudiante que recibe el ‘rótulo’ de indisciplinado, por ejemplo, terminará justificando
esta ‘etiqueta’ con su conducta. A los interaccionistas les interesa determinar a quién se
le coloca la etiqueta, cómo, quién la coloca y qué efectos tienen las diferentes clases de
etiqueta sobre la conducta y la carrera académica del estudiante.

Todos estos temas tienen que ver, en definitiva, con los dos problemas centrales que
investiga el interaccionismo: por un lado, la socialización, o sea la forma en que los
seres humanos adquieren los modos de conducta, los valores, las normas y las actitudes
del grupo; y por otro, la personalidad, definida en términos de la organización de pautas
persistentes de conducta. Las cuestiones básicas que incorporan estos dos temas
centrales son: cómo la interacción entre los miembros conforma la estructura social y
cómo ésta, en tanto sistema de interacción, influye en los ‘sí mismos’ individuales.

Como la unidad básica de la interacción social es el acto social, y éste remite a la


relación entre dos personas, el punto focal de interés está constituido por la relación
actor-reactor, presente en todas las facetas del proceso de socialización y en el
desarrollo de la personalidad. A su vez, el interjuego de personalidades con relación a
deseos, actitudes, sentimientos es una preocupación permanente para los
interaccionistas. Sus teorías están asociadas con organizaciones grupales y procesos que
influyen en la formación de la personalidad.

Para el interaccionismo es claro que la educación está íntimamente involucrada en el


proceso de socialización; pone el acento en el análisis de la forma en que este proceso
ocurre en las escuelas, en cómo maestros y alumnos son socializados en sus respectivos
roles, y en la manera en que esto influye en la personalidad de los actores. En general,
los interaccionistas se dedican al estudio de micro procesos; reducen su análisis a la
escuela o a la clase. Entienden que su enfoque no es adecuado para la investigación de
problemas relativos a la relación entre la educación y estructuras sociales más
abarcativas.

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