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Como Encuentro Al Cristo

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

¿CÓMO ENCUENTRO YO AL CRISTO?


Según notas taquigráficas no revisadas por el conferencista

WX

Impreso como manuscrito

Sobre el carácter de estas impresiones privadas, Rudolf Steiner manifestó en su


autobiografía “El curso de mi vida” (Capítulos 35 y 36, Marzo
1925) lo siguiente:
“Como comunicaciones orales, no destinadas para la imprenta, estaban pensados los
contenidos de estas impresiones...”
“En ninguna parte no esta dicho ni en lo más mínimo algo, que no sería el más puro
resultado de la Antroposofía en evolución... Aquel, que lee estas impresiones privadas,
las puede tomar, pues, en el pleno sentido de aquello, que la Antroposofía tiene que
decir. Por eso también sin vacilar... Se pudo apartarse de la regla de difundir estas
impresiones solo entre los asociados. Solamente debe tolerarse que en los modelos
por mí no revisados se encuentren apuntes erróneos”.
“Un juicio sobre el contenido de una tal impresión privada sin embargo solo podrá
concederse a aquel, que sabe lo que se acepta como condición previa juzgante. Y esto es
para la gran mayoría de estas impresiones por lo menos en el conocimiento
antroposófico del hombre, del cosmos, en lo que respecta a la descripción de su esencia
en la Antroposofía, y de aquello, que como “historia antroposófica” se encuentra en las
comunicaciones desde el mundo espiritual”.

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

NOTA DEL TRADUCTOR

He constatado que se hace necesario prevenir al lector sobre algunas características de


la presente traducción, unas de índole general y otras de índole más bien particular del
presente trabajo.

Respecto a las características generales debe tenerse en cuenta que se trata de un


discurso pronunciado por el conferenciante con espontaneidad, y no de la lectura de
algo preparado de antemano por escrito, y menos aún de un escrito pulido y revisado.
Como es natural en tal discurso, el conferenciante acompaña sus palabras con gestos,
con modulaciones de su voz, con pausas, con tonos altos o bajos, interrogantes o
exclamativos, etc., todo lo cual da a entender al auditorio muchas cosas que desaparecen
luego en los apuntes de los taquígrafos. (En 1918 aún no se usaba grabadores; pero aún
el grabador no cambia en casi nada lo que aquí se trata). Hay una fundamental
diferencia entre presenciar el acto creativo del orador y de cualquier reproducción
posterior, ya sea por escrito o por grabación. Lo uno es como una fruta recién
cosechada, lo otro como una conserva.

Respecto al índole particular el lector debe saber lo siguiente: El Dr. RUDOLF


STEINER, tanto para sus conferencias pronunciadas, como también para sus libros
escritos, tuvo que crearse un lenguaje nuevo dentro del idioma alemán, para poder
expresar los resultados de sus investigaciones científicas en el mundo espiritual. Es
algo parecido a lo que ocurrió a Tertuliano respecto al latín para la divulgación y
defensa del primitivo cristianismo, o a Lutero para la traducción de la Biblia al alemán,
y también a Paracelso para escribir en alemán algunas de sus obras científicas
medicinales y filosóficas.

Esta particularidad en las obras de Rudolf Steiner enfrenta al traductor con su propia
conciencia: Traducir lo que él mismo entiende, vertiéndolo en un castellano fluido,
elegante y cotidiano, o traducir lo que en alemán tiene delante de sí, lo que refleja la
lucha del orador por la palabra más adecuada posible, por la expresión que más se
aproxima en lo posible a lo que tiene que comunicar, por hacerse comprensible -
permitiendo así que el lector de la traducción participe de esta lucha - He optado por
esto último, aunque así el

Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

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lector se ve obligado a colaborar con su propio esfuerzo de pensamiento, sentimiento y
voluntad. Y se puede estar seguro que en la versión original alemana sucede
exactamente lo mismo.

Guido Sichel

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¿CÓMO ENCUENTRO YO AL CRISTO?


La situación de la humanidad en el tiempo del Misterio de Gólgota. El año
666. Los impulsos de Gondishapur. El reencuentro del Cristo.

Prosiguiendo las consideraciones que la semana pasada fueron hechas aquí respecto la
participación en el mundo espiritual a que el alma humana para el futuro debe aspirar
(Se trata de la conferencia de Rudolf Steiner del 9 de Octubre de 1918 intitulada “¿Qué
hace el ángel en nuestro cuerpo astral?”), hoy quisiera hablar algo más preciso
especialmente sobre ciertas cosas que están en conexión con aquel tipo de vivenciar el
Misterio de Cristo, que justamente por tales ideales espirituales como fueron
tratados la vez pasada debe ser: preparado.
Si consideramos hoy día al hombre a la manera de la Ciencia Espiritual,
- (se trata de pronto de una comunicación, que sin embargo en el transcurso de nuestras
consideraciones de hoy será ilustrada todavía de varios ángulos visuales) - digo si de
manera ciencia espiritual como hoy día lo podemos hacer con los medios de la Ciencia
Espiritual, consideramos al ser humano en su vida psíquica, entonces podemos decir que
en esta vida psíquica, por cuanto que está relacionada por un lado con la vida corporal
física, por el otro con la vida espiritual, se produce un triple fenómeno, una triple
inclinación hacia el mundo suprasensorial.
Esta triple inclinación hacia el mundo suprasensorial en realidad entonces debe ser
negada, cuando de ningún modo se quiere saber algo del mundo suprasensorial.
El ser humano tiene una inclinación para conocer aquello que en general puede
denominarse lo divino.
Una segunda inclinación tiene - hablamos naturalmente siempre de los seres humanos
del presente ciclo de desarrollo - de conocer al Cristo.
Y una tercera inclinación: de conocer aquello que de común es denominado el espíritu o
también el Santo Espíritu.
Respecto a estas tres inclinaciones Uds. saben que hay personas que las niegan. Se
conocen suficientes casos justamente durante el transcurso del siglo XIX, en el cual por

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lo menos, dentro de la cultura europea, las cosas fueron llevadas al colmo de manera de
que la gente negó rotundamente y en general lo divino en el mundo.

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Ahora es el caso que ciencia espiritualmente se puede preguntar - dado que dentro de la
Ciencia Espiritual no puede dudarse de lo divino, lo cual, si es permitido decir así,
habita dentro de lo suprasensorial: - ¿Qué es lo que lleva al hombre a negar
simplemente lo divino, aquello que en la Trinidad es denominado el Dios Padre? - Aquí
la Ciencia Espiritual nos demuestra que siempre en un caso así donde el hombre niega
al Dios Padre - es decir en general lo divino en el mundo, aquello divino que por
ejemplo es reconocido en la religión israelita -, que en todos aquellos casos donde se
niega a lo divino, existe un defecto real, genuino, una enfermedad física, una
insuficiencia física en el cuerpo humano. Ser ateísta significa para el
cienciaespiritualista estar enfermo de alguna manera. Naturalmente se trata de una
enfermedad que los médicos no curan; - a menudo ellos mismos sufren de esta
enfermedad -, una enfermedad que como tal tampoco es reconocida por la medicina
contemporánea..., pero es una enfermedad que constata la Ciencia Espiritual en el
hombre, cuando el hombre niega aquello que él - ahora no por su constitución psíquica,
sino por su constitución corporal debe sentir. Si niega aquello que un sano sentir de su
cuerpo le inspira: que algo divino transfluye al mundo, entonces según los conceptos de
la Ciencia Espiritual está enfermo, corporalmente enfermo.
Luego hay mucha gente que niega al Cristo. La negación del CRISTO, la Ciencia
Espiritual debe considerar como algo que propiamente es una cuestión del destino y que
concierne a la vida psíquica humana. Negar al Cristo... la Ciencia Espiritual debe llamar
una desgracia. Negar a Dios: una enfermedad; negar a Cristo: una desgracia. Poder
encontrar al Cristo, ésto es de cierto modo un asunto del destino, es de cierto modo algo
que debe relacionarse con el karma del hombre. Es una desgracia no tener relación con
el Cristo.
Negar al espíritu, o al Santo Espíritu, significa una torpeza del propio espíritu. El ser
humano se compone de cuerpo, alma y espíritu. Respecto a cada uno de estos
componentes puede tener un defecto. Un defecto físico, realmente patológico reside en
el ateismo frente a lo divino. No encontrar en la vida el punto de enlace con aquel
mundo que nos hace conocer al Cristo, esto es una desgracia. No poder encontrar al
espíritu en su propio interior, esto es una torpeza, en cierto sentido una idiotez, aunque
una más sutil y de nuevo no reconocido por la ciencia oficial.
Ahora, estimados amigos, se trata de plantear la cuestión: ¿Cómo encuentra el ser
humano al Cristo?. Y justamente sobre este encontrar al Cristo queremos hablar
hoy, aquel encontrar al Cristo que en el transcurso de

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la vida puede suceder mediante la propia alma humana. A menudo se escucha decir a
almas, que realmente son almas serias buscadoras: ¿Cómo encuentro yo al Cristo?. Si se

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quiere obtener una contestación comprensible a esta cuestión, se debe ocupar de la
misma considerándola dentro de cierto contexto histórico. Colocamos pues, delante de
nuestra alma un contexto histórico, el cual finalmente en nuestras consideraciones de
hoy nos llevará a la contestación de la pregunta: “¿Cómo encuentro yo al Cristo?”.
Sabemos que nuestra actual época histórica comenzó - considerando la ciencia
espiritualmente - en el siglo XV. Se puede, si se quiere indicar una fecha media, indicar
el año 1413. Pero también se puede, si no se quiere admitir tales indicaciones
numéricas, decir simplemente: en el siglo XV la vida psíquica de la humanidad se hizo
tal como es hoy día.
Si esto no se admite en la historia moderna, la razón es solo que la historia moderna
justamente también solo considera hechos externos y no tiene ninguna noción - por su
naturaleza de “fable convenu” no tiene ninguna noción de esto - que tan pronto que se
retrocede detrás del siglo XV, los hombres pensaban de manera distinta, sentían de
manera distinta, actuaban de acuerdo a sus impulsos de manera distinta, que eran
radicalmente distintos en su vida psíquica - de la vida psíquica de los hombres actuales.
La época que en aquel entonces en 1413 concluyó, había comenzado en 747 a. C., es
decir en el siglo VIII precristiano. Así que aquello que cienciaespiritualmente
denominamos el periodo greco-romano, lo contamos de 747 a. C. hasta 1413 p. C… En
este período tuvo lugar, como Uds. saben, y aproximadamente en el primer tercio de
este período, el Misterio de Gólgota.
Ahora este Misterio del Gólgota era, como Uds. también saben, para mucha gente
durante siglos el punto angular de todo su sentir, de todo su pensar. Este Misterio del
Gólgota fue acogido por el alma especialmente de manera afectiva en aquellos tiempos
que precedieron al tiempo moderno, al siglo XV, XVI, etc. Luego comenzó aquella
época en la cual se empezó a leer los Evangelios en vastos círculos del pueblo. Pero
entonces comenzó también la discusión sobre si los Evangelios son realmente
documentos históricos. Y esta discusión - Uds. lo saben - fue llevada al colmo hasta en
nuestros días. Hoy no nos queremos ocupar de las distintas fases de esta discusión, que
especialmente en los círculos de la teología protestante juega un rol tan importante; solo
queremos poner delante de nuestra alma aquello que hoy día puede decirse respecto de
aquello que con la discusión sobre el Misterio del Gólgota en realidad se quiere,
conseguir.
Se llegó, a acostumbrarse, en la época materialista de que todo sea

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comprobado de manera materialista. En la historia se llama “comprobar” aquello


que es verificado, confirmado por documentos. Ahí, donde se encuentran documentos,
ahí se supone que un hecho histórico del cual hablan estos documentos, realmente
sucedió. Tal fuerza de comprobación probablemente no se podría atribuir a los
Evangelios. Uds. saben por mi libro “El Cristianismo como hecho místico” (Das
Christentum als mystische Tatsache), lo que son los Evangelios. Ellos son muy otras
cosas que documentos históricos; ellos son libros de inspiración, libros de iniciación.
Antaño se los tuvo por “documentos históricos”; ahora, debido ala real investigación,
se llegó a comprobar que no son documentos históricos. También se llegó a
entender que todos los demás documentos que se encuentran en la Biblia, no son
documentos históricos. Y un teólogo reconocido, un teólogo reconocido indebidamente,

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Adolfo Harnack, comprobó como resultado de la moderna investigación bíblica, que
aquello que históricamente se puede saber sobre la personalidad del Cristo-Jesús, puede
escribirse en una sola cuartilla. (Adolf von Harnack, 1851-1930, dice textualmente:
“Nuestras fuentes para la anunciación de Jesús son - descontando algunas importantes
noticias en el Apóstol Pablo - los primeros tres evangelios. Todo lo demás que sabemos
independientemente de estos evangelios sobre la historia y las prédicas de Jesús,
cómodamente puede escribirse sobre una sola cuartilla, tan escaso lo es en volumen”, en
“La esencia del cristianismo”, Leipzig 1901, pág. 13).
De esto lo único cierto es, si se me permite expresarme tan
paradojamente: ¡que también esto no es cierto!, que también aquello, que se escribiría
sobre esta cuartilla, ¡tampoco, históricamente, es sostenible!. Lo único cierto es que
no existen documentos realmente valederos sobre el Misterio del Gólgota. Si como
investigador de la ciencia histórica se pregunta hoy día: ¿Se puede comprobar
históricamente el Misterio de Gólgota? - entonces desde el punto de vista de la
contemporánea investigación histórica debe contestarse: No es comprobable
exteriormente.
Pero esto, mis queridos amigos, justamente tiene su buena razón. Es el caso que el
Misterio del Gólgota no debe ser comprobable - quisiera decir que de acuerdo a la
voluntad de la divina sabiduría - ¡el Misterio del Gólgota no debe ser comprobable
exterior-materialistamente!. Por la simple razón porque el Misterio del Gólgota - como
el hecho mas importante que se produjo en la evolución de la tierra - solo debe ser
comprobable de una manera suprasensorial. Aquel que quiere encontrar una
comprobación exterior- materialista, justamente no la encontrará; sino finalmente por
medio de su

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crítica se encuentra ante el hecho de que no existe tal comprobación. Es que la


humanidad es puesta ante la decisión, especialmente frente al Misterio del Gólgota, de
confesarse: debo recurrir a lo suprasensorial, o de lo contrario de ningún modo puedo
encontrar cosas tales como el Misterio del Gólgota. Es como si de cierto modo el
Misterio del Gólgota tiene la misión de obligar al alma humana de encontrar fuera de
toda comprobación sensorial el camino a lo suprasensorial. Tiene pues su buena razón
que el Misterio del Gólgota no puede ser comprobado ni por las ciencias naturales, ni de
algún otro modo históricamente. Esto justamente será lo significativo de la moderna
Ciencia Espiritual que - cuando toda ciencia exterior, toda ciencia que se apoya solo en
lo sensorial, tendrá que confesarse que no tiene más un acceso al Misterio del Gólgota,
cuando la misma teología, en cuanto es crítica, se comporta descristiana -, será la
Ciencia Espiritual la que tendrá que conducir a los humanos hacia el Misterio del
Gólgota. Pero por un camino suprasensorial, el cual ya hemos descrito muchas veces.
Ahora nos podemos preguntar: ¿Cómo era la situación de la humanidad cuando el
Misterio del Gólgota tuvo Lugar en la cuarta postatlántica época
cultural, la época greco-latina?. Uds., mis queridos amigos, saben, lo que significa
aquella época. En el transcurso del tiempo la humanidad se desarrolla
de tal manera que de cierto modo también experimenta los distintos
componentes de la naturaleza humana. Uds. saben, en la época egipto-caldea, la que
precedió al año 747 a. C., el hombre fue introducido por su desarrollo en aquello que se

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denomina el alma sensible; en la época greco-latina en lo denominado el alma racional o
emocional, y desde el año 1413 p. C., en nuestra quinta época postatlántica en la así
llamada alma consciente. Así que podemos decir: la esencia de la cultura greco-latina
desde 747 a. C. hasta 1413 p, C. consiste en aquello de que la humanidad es educada - si
es permitido esta expresión de Lessing - (“La Educación del Género Humano”, 1780)
para el libre uso del alma racional o emocional.
Preguntémonos ahora: ¿Cuál era el centro de esta época? - el centro - pues podemos
suponer: si esta época duraba desde 747 antes del Misterio del Gólgota hasta 1413
después, entonces tenia un centro, habiéndose por decir así desarrollado este alma
racional o emocional de manera creciente hacia este centro, y después de manera
decreciente. Este centro - Uds. fácilmente pueden calcularlo - es el año 333 después del
nacimiento del Cristo Jesús. 333 es una fecha muy importante en el desarrollo de la
humanidad pues, es el centro de la época cultural greco-latina. 333 años delante de
este centro acaece el nacimiento del Cristo Jesús, acaece pues aquello que conducía al
Misterio del

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Gólgota.
Solo podemos valorar correctamente toda la situación de la humanidad si nos
preguntamos: ¿Qué hubiese ocurrido si el Misterio del Gólgota no se hubiese
producido?. Recién entonces podemos apreciar de justa manera el valor que tiene el
Misterio de Gólgota para la humanidad, si preguntamos:
¿Qué hubiese ocurrido si el Misterio de Gólgota no se hubiese producido?.
Naturalmente entonces hubiese llegado la humanidad sin el Misterio del Gólgota, solo
mediante las propias fuerzas elementales hasta el centro de la cuarta época postatlántica
en el año 333. Por sus propios medios hubiese desarrollado todas aquellas facultades
que pertenecen al alma racional o emocional. Estas facultades entonces las hubiese
tenido en los siglos siguientes.
Esto fue cambiado esencialmente debido a que ocurrió el Misterio del Gólgota. Acaeció
pues algo muy diferente de lo que de otra manera hubiese acaecido - acaeció algo
tremendamente diferente -. Si miramos bien el
Misterio del Gólgota entonces podemos, para caracterizar este especial
acontecimiento, queda a toda la tierra un sentido, considerar justamente aquel aspecto
como el más importante de todos: que hay solo un acceso suprasensual al
Misterio del Gólgota, que solo de manera suprasensual se puede llegar a él.
En realidad ¿Cuál es la razón de que sea así?. La razón, es que el hombre, aunque en la
cuarta época postatlántica y hacia el año 333 se acercaba al máximo florecimiento del
alma racional o emocional, que el hombre entre el nacimiento y la muerte en su vida
física del todo estaba muy distante de comprender la naturaleza del Misterio del Gólgota
con sus ordinarias fuerzas humanas.
Aquello, que es lo importante, es que nos podemos desarrollar y llegar a muy avanzada
edad: con las fuerzas que debido a nuestro desarrollo físico entre el nacimiento y la
muerte podemos desenvolver en nosotros, ¡con estas fuerzas no podemos comprender el
Misterio del Gólgota!. Esto también es la razón de que los contemporáneos del Cristo
Jesús, aquellos contemporáneos que lo amaban, los discípulos, los apóstoles solo podían
comprender - hasta el punto que debían comprenderlo - cuál era la esencia del Cristo

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Jesús al cual rodeaban: que en cierto sentido estaban provistos de clarividencia
atavística (lo he dicho muchas veces) y que debido a su clarividencia atavística tenían
un presentimiento de Aquel que andaba entre ellos. Pero por sus propias fuerzas
humanas no lo tenían.
Y entonces también escribían los Evangelios - los autores de los

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Evangelios - ayudándose con antiguos libros de misterios. Los escribían, estos


monumentales Evangelios, por medio de esta antigua fuerza atavística de clarividencia,
- no por las fuerzas salidas hasta entonces de manera natural del desarrollo de las
fuerzas humanas.
Pero el alma humana sigue desarrollándose también después de haber pasado por el
umbral de la muerte. Este alma humana, que sigue desarrollándose también después de
haber traspasado el umbral de la muerte, crece en sus fuerzas de comprensión también
después de la muerte; aprende de comprender siempre más y más.
Ahora estamos frente a la particularidad que los contemporáneos del cristo, que por su
amor para con el Cristo se habían preparado para una vida en Cristo después de la
muerte, que ellos por sus propias fuerzas humanas en verdad entendían del todo el
Misterio del Gólgota recién en el tercer siglo después del Misterio del Gólgota. Pues
aquellos que como discípulos y apóstoles del Cristo habían convivido con El, ellos
luego morían, seguían viviendo en el mundo espiritual, y mientras que vivían en el
mundo espiritual crecían sus fuerzas, tal como crecen aquí. Ahora es el caso que al
morir no hemos llegado a tener tal entendimiento como lo tenemos dos siglos después
de nuestra muerte. Los contemporáneos en realidad recién en el segundo siglo
- hacía el tercer siglo - habían llegado a que luego en aquel mundo espiritual por el cual
el hombre pasa viviendo entre la muerte y un nuevo nacimiento, de por sí mismos
alcanzaron el entendimiento de aquello que dos o tres siglos antes habían vivenciado
aquí en la tierra. Y entonces inspiraron desde el mundo espiritual a aquellos
hombres que se encontraron aquí abajo en la tierra.
Leen Uds. desde este punto de vista aquello que los así llamados Padres de la Iglesia
escribieron en el segundo, tercer siglo - cuando la inspiración comenzó en su recto
sentido - entonces se darán cuenta como se puede entender aquello que por los
Padres de la Iglesia fue escrito respecto al Cristo Jesús. Aquello que por los
contemporáneos muertos del Cristo Jesús fue inspirado, se empezó a escribir en el tercer
siglo. Un singular lenguaje estilan estos hombres en el tercer siglo para referirse al
Cristo Jesús, - un lenguaje que en parte para el hombre de hoy - en seguida hablaremos
sobre este hombre de hoy - resulta bastante incomprensible.
Quiero citar a un hombre - yo pudiese citar también a otro, pero quiero citar a uno que
para la cultura materialista de hoy resulta harto despreciable:
aquél, del cual esta cultura materialista dice que hubiese escrito una oración terrible:
“Credo quia absurdum est”: “Creo aquello, que es tonto, y no

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aquello, que es cuerdo”. Quiero citar a Tertuliano. (Tertuliano, hacia 160 a
220, autor eclesiástico cartagenio. Su obra para la defensa de los cristianos:
“Apologeticum”).
Cuando se cita a Tertuliano, quien aproximadamente vivió en aquella
época cuando comenzó la inspiración desde arriba por los contemporáneos muertos del
Cristo Jesús, y el cual hasta donde lo podía como ser humano se encontraba bajo esta
inspiración... si se lee a este Tertuliano realmente, se recibe una particular impresión.
Naturalmente escribía de la manera como debía escribir de acuerdo a su constitución
humana. Bien se puede tener inspiraciones, pero se muestran siempre así como se las
puede acoger. Así Tertuliano tampoco reproducía las inspiraciones no del todo nítidas;
las reproducía tal como por su cerebro humano las podía expresar: primero,
porque vivía en un cuerpo mortal, y segundo, ya que en cierto sentido era apasionado y
fanático. Escribía tal como resultó, pero muy remarcablemente resultó, si es considerado
desde un punto de vista justo y correcto.
Este Tertuliano se presenta, visto desde este punto de vista, como: un romano, no de la
más grande educación literaria, pero un escritor de grandiosa
energía expresiva. Se puede decir directamente: Tertuliano es aquel quien recién adaptó
la lengua latina al cristianismo. Recién él encontró la posibilidad
de adaptar mediante su ardiente temperamento y su santa pasión este idioma lo
más prosaico, lo menos poético, este idioma puramente retórico, así que realmente vive
en la obra de Tertuliano inmediata vida anímica, especialmente en “De carne Christi”
por ejemplo, o también en aquella obra en la cual trata de rechazar todo aquello de lo
cual se culpa a los cristianos. Está escrito con un santo temperamento y con una
grandiosa fuerza de expresión. Y como romano - por el De carne Christi se lo puede
demostrar - este Tertuliano como romano era falto de prejuicios frente a su propio
romanismo. Encontró grandiosas palabras al defender los cristianos contra las
persecuciones de los romanos. Los malos tratos a que se sometía a los cristianos para
que desconociesen su pertenencia al Cristo Jesús, los condenaba con
temperamento. Así, que decía: ¿No es que vuestro comportamiento como jueces
frente a los cristianos prueba suficientemente que sois injustos?. Debéis cambiar todos
vuestros procedimientos judiciales como los tenéis de ordinario, no emplearlos, cuando
juzgáis a los cristianos. De ordinario obligáis por los tormentos a un testigo para que no
niegue; lo obligáis para que confiese lo que es la verdad, lo que realmente piensa. Con
el cristiano lo hacéis de manera inversa: ¡lo torturáis para que niegue lo que piensa!. Os
comportáis como jueces frente a los cristianos de manera inversa de como os
comportáis de

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

ordinario como jueces. De ordinario queréis conocer mediante la tortura la verdad; en el


caso con los cristianos queréis conocer la mentira. - Y de modo parecido, con palabras
realmente acertadas, hablaba Tertuliano sobre muchas cosas -.
Y además se puede decir que aparte de que era un hombre valiente y enérgico, que se
daba plena cuenta de la vacuidad del culto romano a los dioses y también lo expuso
como tal; además era un hombre que siempre cuando escribía daba prueba de sus
relaciones con el mundo suprasensual. Habla de los demonios de la misma manera que

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habla de los seres humanos, de su conocimiento. Y es que habla por ejemplo de los
demonios de manera que dice: “¡Preguntad a los demonios si el Cristo, Aquel, del
cual los cristianos afirman que es un Dios real, si realmente es un Dios real!. Haced la
prueba y enfrentad un verdadero Cristiano a un poseído, por el cual habla un demonio...
ahí veréis: si realmente conseguís que hable, os confesará que él mismo es un demonio;
pues él dice la verdad”... (Esto sabia Tertuliano, que los demonios no mienten cuando se
los interroga). “Pero los demonios os dicen también - si el Cristiano los interroga
correctamente, saliendo la pregunta de su conciencia - que el Cristo es el verdadero
Dios. Solo que lo odian, dado que lo combaten. Uds. sabrán por los demonios que éste
es el verdadero Dios”. - Pues Tertuliano no se basa solo en el testimonio de los
hombres, sino también en el testimonio de los demonios se refiere. Así habla de los
demonios como testigos, que no solo hablan, que también confiesan que Cristo es el
verdadero Dios. Todo eso dice Tertuliano de por sí. Realmente, si se llega a conocer a
Tertuliano como escritor, se tiene mucha razón para preguntarle: ¿Qué era en realidad la
confesión fundamental del alma de Tertuliano, que estaba conmovido por la inspiración
narrada a Uds. recientemente?.
Aquello que Tertuliano confesaba en lo profundo de su alma realmente es muy
instructivo. Pues Tertuliano presentía ya algo que en realidad recién bastante después
del tiempo de Tertuliano debía ser revelado a la humanidad. En el fondo Tertuliano hizo
profesión de tres oraciones frente a la naturaleza humana:

Primero: La naturaleza humana es así, que en el tiempo actual (este es el tiempo de


Tertuliano, fines del segundo siglo cristiano), puede cargarse con la ignominia de negar
el más grande suceso de la tierra. Si el hombre solo se sigue a sí mismo, no llega a
conocer el más grande suceso terrenal.

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

Segundo: Su alma es demasiado débil para comprender éste, el más grande suceso
terrenal.
Tercero: Le es totalmente imposible al hombre, si sigue solamente a aquello
que su cuerpo mortal le posibilita, ganar una relación con
el Misterio del Gólgota.

Estas tres cosas son aproximadamente la confesión de Tertuliano. Movido por estas
tres cosas Tertuliano dijo las palabras: “Crucificado fue el Hijo de Dios; (Tetuliano en
“De Carne Christi”, según Willmann “Historia del Idealismo, tomo 2, pág. 133) esto no
es ignominia, porque es ignominioso. También murió; justo por eso es creíble, porque
es tonto”. “Prorsus credibile est, quia ineptum est”. Esto justamente por eso es creíble,
porque es tonto: esta oración se encuentra en Tertuliano. La otra oración, que el mundo
le atribuye: “Credo, quia absurdum est” no se encuentra en ninguna parte, ni en
Tertuliano, ni en otro Padre de la Iglesia; pero esta oración, que recién les he referido,
fue hecha en aquel entonces... la mayoría de la gente no conoce de Tertuliano nada
más que aquella oración, que es falsa. Tercero: “Y el sepultado resucitó (dice
Tertuliano) porque es imposible. Debemos creerlo, porque es imposible.

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Este triple dicho pronunciado por Tertuliano, a la gente moderna, muy inteligente, le
parece algo terrible. Imagínense Uds. a una de estas personas cabalmente
contemporánea, muy ilustrada y culta a la manera materialista, que escucha que alguien
dice: “El Cristo fue crucificado; debemos creerlo, porque es ignominioso. El Cristo
murió; debemos creerlo, porque es tonto. El Cristo en verdad resucitó, debemos creerlo,
porque es imposible”. ¡Imagínense que relación podría obtener con tales oraciones una
de estas personas con una típica representación materialista del mundo!.
¿Pero qué es lo que Tertuliano quiere decir?. Justamente debido a su inspiración,
Tertuliano llegó a ser para su tiempo un buen conocedor del hombre, se dio cuenta en
que camino se encontraba la naturaleza humana de aquel entonces. Vean Uds., los
hombres iban al encuentro de los siguientes siglos del cuarto período postatlántico, del
greco-latino. ¡Justo tantos años como el Misterio del Gólgota precedió al centro de esta
época, 333 años, justo para tantos años después de este núcleo histórico ciertas
potencias espirituales tenían el propósito de conducir el desarrollo de la tierra por
vías muy diferentes de como después, por la presencia del Misterio del Gólgota, fue
conducido!. 333 años después del año 333 es 666; es aquella fecha, de la cual el autor
del Apocalipsis habla con tanto temperamento. ¡Leen Uds., aquellos

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

pasajes, donde el autor del Apocalipsis habla de ello, que se refiere a 666!. (Compare
capítulo 13, versículo 18, del Apocalipsis). En aquel entonces, según la intención de
ciertas potencias espirituales, debía ocurrir algo con la humanidad, y hubiese ocurrido,
si no hubiese tenido lugar el Misterio del Gólgota. Se hubiese utilizado el camino
descendente que debía recorrer la humanidad a partir del año 333 como la cumbre de la
cultura del alma emocional o racional: este camino descendente se hubiese aprovechado
para conducir a la humanidad por un rumbo diferente a aquel, por el cual la humanidad
debía avanzar según las intenciones de aquellos seres divinos que con ella desde el
principio, desde la época de Saturno están unidos. Esto debía ocurrir por cuanto que
algo que recién más tarde debía llegar para la humanidad - el alma consciente con
sus contenidos - por medio de una suerte de revelación se daría a la humanidad ya en el
año 666.
Si esto hubiese sido perpetrado, si realmente hubiesen sido cumplidas las intenciones de
ciertos seres opuestos al desarrollo de la humanidad, pero que quieren adueñarse de este
desarrollo de la humanidad, entonces en 666 la humanidad hubiese sido sorprendida,
hubiese sido dotada ya con el alma consciente, como lo será recién después de un lapso
de tiempo relativamente largo, después de nuestro tiempo.
En eso ciertamente reside aquello que hacen siempre aquellos seres hostiles a los dioses
amantes de los hombres: que aquello, que estos seres espirituales buenos quieren dar
a los hombres en un tiempo posterior, lo quieren anticipar a una fecha anterior,
cuando la humanidad aún no está madura para ello. Aquello, que recién en el punto
medio de nuestra época debe producirse, lo que por lo tanto recién 1080 años después
del año 1413 debe ocurrir, lo que por lo tanto recién en el año 2493 debe ocurrir (recién
entonces el hombre debe llegar a la madurez respecto a la consciente comprensión de su
propia personalidad), esto ya en el año 666 se quería inculcar al hombre por fuerzas
ahrimana-luciféricas.

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¿Qué es lo que se quería conseguir de parte de estos seres?. Por este medio querían dar
al hombre el alma consciente, pero con eso le hubiesen implantado una naturaleza que
le hubiese imposibilitado de encontrar su ulterior camino hacia el Yo Espiritual,
“el Espíritu Vital y el Hombre Espiritual. Se hubiese Cortado su camino del futuro y
se hubiese requerido al hombre para muy otras vías de desarrollo.
La historia no sucedió tal como era la intención de esta configuración especial, de esta
configuración fenomenal, grandiosa, pero satánica; pero vestigios de eso sin embargo se
consumaron en la historia. Podían consumarse

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

debido a que ocurrieron cosas, de las cuales solo puede decirse: los hombres las hacen
en la tierra, pero en realidad las hacen siempre al transformarse en peones, en
instrumentos de aquello, que ciertos seres espirituales ejecutan por intermedio de los
hombres. Y así fue también el emperador Justiniano un instrumento de ciertos seres,
(Justiniano, 527-565, emperador del imperio romano oriental) cuando él, que era un
enemigo de todo aquello que provenía de la alta sabiduría de la cultura griega, en el año
529 cerraba las escuelas de filosofía en Atenas; así que los últimos restos de la sabiduría
griega con el alto saber aristotélico-platónico fueron proscriptos y debían refugiarse en
la Persia, en Nisibis, donde ya anteriormente se habían refugiado tales sabios griegos
cuando en el siglo V Zeno Isaurico (emperador de 474 – 491. Había cerrado la escuela
de Odessa por decreto del año 489) los había expulsado de Edessa en Siria. Y así se
reunió hacia el año que se aproximaba, hacia el año 666, en la Academia persa de
Gondhischapur realmente aquello que era la más escogida sabiduría que se
derivaba de la antigua Grecia, y que no había tomado en consideración al Misterio
del Gólgota. Y dentro de la Academia de Gondhischapur enseñaban aquellos que
estaban inspirados por fuerzas lucífero-ahrimánicas.
Si aquello que en el año 666 debía sobrevenir sobre la humanidad - lo cual, si hubiese
ocurrido, hubiese conducido justamente a la detención del
ulterior desarrollo y a la elevación de la humanidad, al alma consciente, ya en el año
666 -, si aquello que era la intención de la Academia de Gondhischapur
hubiese tenido pleno éxito, entonces en el siglo VII hubiesen surgido en muchas
partes hombres de alta sabiduría, y por su alta sabiduría muy geniales, los cuales debían
recorrer el norte de África, el oeste de Asia, el sur de Europa, o más bien toda la Europa
y difundir aquella cultura del 666 que estaba intencionada por la Academia de
Gondhischapur. Esta cultura debía ante todo poner al hombre del todo sobre su
personalidad, debía traer ya totalmente el alma consciente.
No llegó a ser posible que esto sucediera. El mundo ya había tomado otra configuración,
como hubiese debido ser aquella en la cual esto hubiese
sido posible de producirse. Por eso todo el impulso que la cultura occidental
debía recibir por la Academia de Gondhischapur quedó obtuso. Y en lugar de salir una
sabiduría frente a la cual todo aquello que hoy día sabemos en el mundo exterior
hubiese sido algo pequeño, en lugar de salir una sabiduría por inspiración de manera
espiritual sobre todo aquello que poco a poco será conquistado por medio de la
experimentación y la ciencia natural hasta el año
2493, y lo cual hubiese salido por una espléndida, grandiosa sabiduría,

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

quedaron solo restos de todo eso en aquello que después sabios árabes llevaron a
España. Pero también ya era obtuso, - no salió de la manera como había sido la
intención -, salió obtuso, romo, Y en su lugar quedó el mahometanismo, quedó Mahoma
(hacia 570 – 632) con su doctrina, y solo sobrevino el Islam en lugar de aquello que
debía salir de la Academia de Gondhischapur. Por el Misterio del Gólgota el mundo
había sido disuadido de este rumbo ruinoso para él.
Y había sido disuadido debido a que ya antes había ocurrido no solo el Misterio del
Gólgota, sino porque este Misterio del Gólgota ocurrió justamente como tal
acontecimiento que no puede ser comprendido con las fuerzas humanas, comunes hasta
la muerte; debido a lo cual dentro de la humanidad occidental justamente se produjo
aquello que yo he descrito hace un rato: tuvo lugar inspiración de parte de los muertos,
tal como lo notamos en Tertuliano y muchos otros. Debido a eso la mente de la
humanidad fue dirigida hacia el Misterio del Gólgota, y con eso a algo muy distinto de
aquello que debía salir de la Academia de Gondhischapur. Por ello se extendió aquello
que impidió aquella alta - pero satánica - sabiduría que intentaba la Academia de
Gondhischapur; pero impidió la extensión de aquella sabiduría en salvación de la
humanidad.
Mucho de lo que había sido inspirado por los muertos salió maltrecho, pero sin embargo
la humanidad estaba salvada de sufrir, de soportar aquello que hubiese tenido que
admitir en sus almas si la Academia de Gondhischapur hubiese tenido suerte con su
tendencia.
Pero tales acontecimientos, como aquel que había sido intentado por la Academia de
Gondhischapur, suceden de cierto modo detrás del escenario del desarrollo exterior del
mundo. Suceden en lo suprasensorial. Los hombres están en relación con ello, pero
suceden totalmente en lo suprasensual. Y no podemos juzgar tales acontecimientos,
como aquel que había sido intentado por la Academia de Gondhischapur, ni tampoco el
Misterio del Gólgota, solamente por lo que acontece en el plano físico. Tales
acontecimientos, si los queremos caracterizar, los debemos escudriñar en profundidades
mucho más hondas como por lo común se cree.
Sin embargo, algo quedo a la humanidad de aquello que entonces estaba intentando para
que aconteciera y que solo quedó obtuso, así que de algo que debía ser grandioso, solo
se originó el fantástico y miserable Islam. ¡Algo si ocurrió con la humanidad!. Esto
ocurrió: que en aquel entonces toda la humanidad, toda aquella humanidad sobre la cual
tuvo influencia el impulso de Gondhischapur - este impulso neopérsico, que volvió a
traer a destiempo el

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

impulso de Zoroastro -, que toda la humanidad, si me es permitido decirlo así (si me es


permitido expresarme con trivialidad) ¡recibió un choque, un impacto deformador
hasta en su constitución física!. En aquel entonces, mis amigos, la humanidad recibió un
impulso, que penetra hasta en lo físico, con el cual ahora seguimos siempre al nacer, que

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nos es innato: aquel impulso, que en verdad es idéntico a aquello que hace un rato he
caracterizado. Aquella enfermedad fue inoculada a la humanidad, la cual, cuando se le
permite obrar, hacer sentir sus efectos, conduce a la negación del Dios Padre.
Pues entiéndanme bien: la humanidad, en cuanto es la humanidad civilizada, tiene hoy
en el cuerpo un aguijón. Y es que San Pablo habla mucho de este aguijón... (Segunda
epístola a los Corintios, capítulo 12, 7). Esta humanidad tiene en el cuerpo un aguijón:
San Pablo habla proféticamente; como hombre especialmente evolucionado lo tenía ya
en su tiempo, los otros lo recibieron realmente recién en el siglo VII. Pero este aguijón
se extenderá siempre más, llegará a ser cada vez más significativo. Si Uds., hoy llegan a
conocer una persona que se abandona totalmente a este aguijón, esta enfermedad - pues
esto es un aguijón en el cuerpo físico, esto es una real enfermedad - podrán observar
que esta persona devendrá un ateísta, un negador de lo divino, un negador de Dios.
Disposición para este ateísmo en realidad la tiene toda persona que pertenece a la
civilización moderna, - solo se trata de si se abandona a esta disposición. El hombre
lleva dentro de sí aquella enfermedad que le incita a negar lo divino, mientras que
consecuente a su naturaleza en realidad resultaría que lo reconociese. Esta naturaleza en
aquel entonces de cierto modo fue algo mineralizada, fue dada marcha atrás en su
desarrollo, - así que todos nosotros llevamos dentro de nosotros esta enfermedad del
ateísmo.
Debido a esta enfermedad del ateísmo una diversidad de fenómenos se produce en el
hombre. Pues debido a esta enfermedad se ocasiona una mayor atracción, una mayor
ligazón entre el alma del hombre y su cuerpo físico de lo que antes había y que en
realidad corresponde a la misma naturaleza humana. Es como si el alma estuviese más
aherrojada al cuerpo. Y mientras que el alma, por su propia naturaleza, no está destinada
a tomar parte en los destinos del cuerpo, por esta causa hubiese tomado un rumbo por el
cual cada vez más y más tomaría parte en los destinos del cuerpo, también en los
destinos del nacimiento y de la herencia y de la muerte.
Pues nada menos intentaban ya en aquel entonces - lo que en una forma más diletante
intentan ciertas sociedades ocultas también en nuestro tiempo -, nada menos querían
conseguir los sabios de Gondhischapur, que hacer al

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

hombre muy grande para esta tierra, hacerle muy sabio, pero con el inculco de esta
sabiduría hacer participar su alma en la muerte; así que no tuviese la inclinación, tras
haber pasado por el umbral de la muerte, de tomar parte en la vida espiritual y en las
siguientes reencarnaciones. Le querían directamente cortar el ulterior desarrollo. Le
querían conquistar para ellos mismos para un mundo totalmente diferente; querían
conservarle mediante la vida terrenal para hacerle desistir de aquello para lo cual el
hombre está en la tierra, lo que debería aprender recién en un desarrollo lento sucesivo,
y por lo cual llegar al Yo Espiritual, al Espíritu Vital y al Hombre Espiritual.
El alma humana pues estaría relacionada con la tierra más de lo que le estaba
predestinado. La muerte, que solo para el cuerpo está predestinada, de cierto modo
hubiese llegado a ser el destino del alma. A esto se le puso una valla por el Misterio del
Gólgota. Así que el hombre llegó a estar vinculado con la muerte, pero por el Misterio
del Gólgota llegó a estar preservado de este vínculo con la muerte. Si por un lado una
cierta corriente en el desarrollo universal causó un mayor vínculo del alma con el

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cuerpo humano de lo que le era predestinado al hombre, el Cristo, para mantener el
equilibrio, a su vez, ató el alma más al espíritu de lo que había sido predestinado. Así
que por el Misterio del Gólgota el alma humana fue acercada más al espíritu de lo que le
había sido predestinado.
Esto, mis queridos amigos, recién nos faculta para ahondar bien la mirada para
comprender como se relaciona el Misterio del Gólgota con las más íntimas fuerzas de la
naturaleza humana a través de los milenios. Débase poder comparar la correlación
que había sido destinada al hombre por Ahriman y Lucifer, la correlación entre
cuerpo y alma, con la correlación entre alma y espíritu, si se quiere un acercamiento
históricamente correcto al Misterio del Gólgota.
La Iglesia Católica que se encontraba fuertemente bajo los restos del impulso de la
Academia de Gondhischapur, ella decidió en el año 869 en el Concilio de
Constantinopla el dogma de que no se debe creer en el espíritu..., no porque hubiera
querido ilustrar a cualquiera sobre el Misterio del Gólgota, sino porque quería difundir
tinieblas sobre el Misterio del Gólgota. En 869 la Iglesia Católica abolió el espíritu. El
dogma, que en aquel entonces fue precisado, dice: no debes creer en el espíritu, sino
solo en el cuerpo y el alma, y en que el alma tuviese en sí algo parecido al espíritu. Pero
que el hombre realmente se compone de cuerpo, alma y espíritu, esto fue abolido por la
Iglesia Católica. Esta abolición sucedió en la Iglesia Católica todavía directamente bajo
la influencia del impulso de Gondhischapur.

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

¡Es que la historia, mis queridos amigos, se presenta muy distinta a como para el “uso
casero” de la gente, que se quiere gobernar, de este o aquel lado, es manipulada!.
Pues por el Misterio del Gólgota el hombre fue llevado a una mayor relación con el
espíritu. Debido a eso hay en el hombre dos fuerzas: la fuerza, que anímicamente le
hace más parecido a la muerte, - la otra fuerza, que vuelve a liberarlo de la muerte, que
interiormente le conduce al espíritu.
Esta fuerza, ¿Qué fuerza es?, mis amigos. Les he dicho es una especie de enfermedad lo
que en el hombre es lo que hace negar lo divino. La disposición es una especie de
enfermedad, que todos nosotros llevamos adentro los que pertenecemos a la
humanidad civilizada, simplemente gracias a nuestro cuerpo. Pero negar a Dios - es una
enfermedad, dice la Ciencia Espiritual... esta enfermedad la tenemos dentro de nosotros.
Y no negamos, si nos entendemos bien, a Dios recién entonces, cuando por el Cristo
volvemos a encontrarlo. Tal como nuestro cuerpo tiene dentro de sí una fuerza que hace
enfermar, que tiene la tendencia de llevar a la negación de Dios, así tenemos en nosotros
la fuerza de Cristo del modo como lo he explicado muchas veces; debido al Misterio del
Gólgota tenemos en nosotros una fuerza saludable, curativa. Pues para todos nosotros
el Cristo, en el sentido estricto de la palabra, es el Salvador, el Redentor, el médico
frente a aquella enfermedad que puede llevar al hombre a la negación de Dios. Para esta
enfermedad el Cristo es un médico. Es un médico para aquella enfermedad oculta que
acabo de caracterizar.
Nuestro tiempo bajo muchos aspectos y por muchas relaciones es una renovación de
aquellos tiempos, que acontecieron en parte debido al Misterio del Gólgota, en parte por
aquello que tuvo lugar en el 333, en parte por aquello del 666. Esto tiene muy definidos
efectos. Vean Uds., al Misterio del Gólgota solo lo entienden bien, si con toda claridad

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se dan cuenta: no se lo puede comprender con las fuerzas que son dadas al hombre solo
porque vive físicamente hasta la muerte en un cuerpo físico. Incluso los
contemporáneos, los contemporáneos apóstoles, recién en el tercer siglo, es decir mucho
tiempo después de su muerte, podían comprender el Misterio del Gólgota por sus
propias fuerzas salidas de su condición humana. Pero todas las cosas de esta índole se
incorporan en el desarrollo, por todos estos acontecimientos suceden muchas cosas. Y
sucedió lo siguiente.
Es que nosotros hoy día, mis amigos, nos encontramos en muy otra situación de aquella
en la cual se encontraron los que eran contemporáneos de Cristo o que vivieron en los
siguientes siglos hasta en el siglo VII. Es que

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

nosotros ya vivimos en la quinta época postatlántica y nos encontramos muy adentrados


en ella; vivimos en el siglo veinte. Esto tiene como consecuencia que, al nacer como
almas, pasando del mundo suprasensual al mundo sensual, hemos pasado antes muchos
siglos en el mundo espiritual y donde tuvimos nuestras vivencias. Así como aquellos,
que eran contemporáneos del Misterio del Gólgota, recién siglos después llegaron a la
completa comprensión, así nosotros vivenciamos una especie de imagen especular antes
de nacer, siglos antes deque nazcamos. Pero esto vale solo para los hombres de hoy. Los
hombres de hoy llevan todos al nacer en el mundo físico consigo algo que es como un
reflejo del Misterio del Gólgota, como una imagen especular de aquello, que, siglos
después del Misterio del Gólgota, se vivenció en el mundo espiritual.
Ahora, aquel que no puede percibir suprasensualmente, naturalmente no puede ver
directamente este impulso; pero todos pueden vivenciar en si mismos el efecto de
este impulso. Y si lo vivencian, entonces encuentran la contestación a la pregunta:
¿Cómo encuentro yo al Cristo?.
Para eso es necesaria la siguiente vivencia. Se encuentra al Cristo, mis queridos amigos,
cuando se tienen las siguientes vivencias:

Primero: la vivencia de decirse a sí mismo: Quiero aspirar al autoconocimiento hasta el


punto que me sea posible, que me sea posible de acuerdo a mi individual personalidad
humana. - Quien honradamente aspire a este autoconocimiento, podrá decirse hoy
como hombre que: No puedo comprender aquello a lo que en realidad aspiro. Me
quedo con mi capacidad de comprensión detrás de aquello, a que aspiro; experimento
mi impotencia frente a mi aspiración. - Esta vivencia es una muy importante. Esta
vivencia debería tenerla todo aquel que, honrado consigo mismo, consulta en
autoconocimiento consigo mismo: un cierto sentimiento de incapacidad de
comprensión. Este sentimiento, esta sensación de impotencia es sana, pues esta
sensación de impotencia no es otra cosa que sentir la enfermedad, y es sabido que se es
mucho más enfermo cuando se tiene una enfermedad y no se la siente.
Al experimentar la incapacidad de elevarse a lo divino en cualquier momento de su
vida, se siente dentro de sí esta enfermedad, de la cual he hablado, que nos es inculcada.
Y al sentir esta enfermedad, se siente que el alma, debido a nuestro cuerpo, tal como
nuestro cuerpo es hoy día, en realidad estaría condenada a morir con el cuerpo.

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Después, cuando se siente lo suficientemente fuerte esta incapacidad, esta impotencia,
entonces se produce el cambio.

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

Entonces llega la otra vivencia, que nos dice: Pero podemos, si no nos entregamos solo
a aquello que somos capaces de conseguir mediante nuestras fuerzas corporales,
podemos, si nos entregamos a aquello que nos da el espíritu, superar esta interior
muerte del alma. Podemos tener la posibilidad de reencontrar nuestra alma y de atarla al
espíritu. Podemos vivenciar la vanidad de la existencia de un lado, y la glorificación de
la existencia por nosotros mismos, si sobrepasamos, traspasamos la sensación de la
incapacidad.
Podemos sentir la enfermedad por nuestra incapacidad y podemos sentir el Salvador,
Redentor, la fuerza salvadora, redentora, curadora, al sentir la incapacidad, al llegar a
estar vinculado, emparentado con la muerte en nuestra alma. Al sentir al Salvador,
sentimos que llevamos algo en nuestra alma que puede resucitar de la muerte en
cualquier momento en la propia interior vivencia. - Si buscamos estas dos vivencias,
encontramos en nuestra propia alma al Cristo.
Esta es una vivencia a cuyo encuentro marcha la humanidad. Angelus Silesius lo dijo
(Angelus Silesius – Johann Scheffler -, 1624 – 1677. Del “Cherubinischer
Wandersmann” – El Querubino Peregrino”, libro 1, aforismo 62), cuando hablaba las
significativas palabras:

“La cruz del Gólgota no te puede redimir del mal, si no es también en ti erigida”.

Puede ser erigida en el hombre al sentir los dos polos: la incapacidad por su carnalidad,
la resurrección por su espiritualidad.
La interior vivencia, que se compone de estas dos partes, esto es aquello que realmente
tiende hacia el Misterio del Gólgota. Este es un acontecimiento, frente al cual no se
puede excusar diciendo que no se tenga capacidad suprasensorial desarrollada. No se la
necesita para eso. Se necesita solo real autorreflexión y la voluntad para esta
autorreflexión, la voluntad también para combatir aquella arrogancia, que hoy día es
tan corriente, que impide al hombre darse cuenta que, si se confía en sus propias
fuerzas (solo anímicas, volitivas, culturales), llega a la arrogancia, al orgullo, a la vanidad
frente a sus propias fuerzas. Si no se puede sentir frente a su propia arrogancia, que por
sus propias fuerzas se llega a la incapacidad, entonces no se puede sentir ni la muerte, ni
la resurrección; entonces jamás se puede experimentar el pensamiento de Ángelus
Silesius:

“La cruz del Gólgota no te puede redimir del mal, Si no es también en ti erigida”.

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

Pero entonces, cuando podemos sentir la incapacidad y el restablecimiento saliendo de


la incapacidad, entonces se presenta para nosotros la buena suerte de tener un real
vínculo con el Cristo Jesús. Pues esta vivencia es la repetición de aquello, que siglos
antes vivenciamos en el mundo espiritual. Así debemos buscarlo en su imagen especular
en el alma aquí en el plano físico. Busquen Uds., dentro de sí, y encontrarán la
incapacidad, Busquen Uds., y encontrarán, después de haber encontrado la incapacidad,
la redención de la incapacidad, la resurrección del alma hacia el espíritu.
Pero no se dejen confundir Uds., en esta búsqueda por ciertas cosas que hoy día son
difundidas como mística e incluso predicadas por ciertas confesiones positivas. Cuando
p. e. Harnack habla del Cristo, lo que dice no es cierto, por la simple razón de que
aquello que dice del Cristo (léanlo Uds., mismos) ¡Se puede decir de Dios en general!.
Se lo puede decir del mismo modo del Dios de los Judíos, se lo puede decir del mismo
modo del Dios de los Mahometanos, de todos. Y muchos de aquellos que hoy día
quieren pasar por los así llamados resucitados, dicen: Vivencio al Dios en mi... pero
solo vivencian al Dios Padre, y aun solo lo hacen en una forma debilitada, porque en
realidad no se dan cuenta que están enfermos, y solo vuelven a decir de manera
tradicional lo dicho por otros anteriormente. Algo así hace p. e. Johannes Müller
(Filósofo, 1864 – 1949). Pero todos ellos no tienen ningún Cristo; pues la vivencia del
Cristo no consiste en una vivencia del Dios en el alma humana, sino de estos dos: de la
vivencia de la muerte en el alma debido al cuerpo, y la resurrección del alma debida al
espíritu. NO YO, SINO CRISTO EN MI.
Y aquel, que dice a la humanidad que no solo siente en sí el Dios, - como lo afirman
también los Teósofos simplemente retóricos - sino que puede hablar de los dos
acontecimientos: de la incapacidad y de la resurrección de la incapacidad, éste habla de
la real vivencia del Cristo. Pero éste se encuentra en un camino suprasensorial hacia el
Misterio del Gólgota: él mismo encuentra aquellas fuerzas que a su vez estimulan
ciertas fuerzas suprasensoriales y lo conducen al Misterio del Gólgota.
Hoy día, mis queridos amigos, no hay ninguna razón para desesperarse por encontrar al
Cristo en la propia inmediata vida, pues se lo encontró cuando se reencontró a sí mismo,
pero surgiendo de la impotencia, de la incapacidad. Toda esta sensación de nulidad, de
anonadamiento que nos sobreviene cuando reflexionamos sin orgullo sobre nuestras
propias fuerzas, esto debe preceder al impulso de Cristo. Hábiles místicos creen, cuando
solo pueden decir: He encontrado en mí Yo al Yo superior, el Yo Divino... que esto sea
Cristianismo.
¡Esto no es Cristianismo!. El Cristianismo debe basarse justamente sobre la

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

oración:

“La Cruz del Gólgota no te puede redimir del mal


Si no es también en tí erigida”.

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Ya por los pormenores de la vida puede darse cuenta cuan cierto es lo que digo, y luego
se puede ascender de estos pormenores de la vida hacia la gran vivencia de la
incapacidad y la resurrección de la incapacidad. Mis queridos amigos, sería bello,
especialmente en la actualidad, si los hombres pudiesen p. e. encontrar lo siguiente. Con
toda seguridad yace en las profundidades del alma humana una tendencia hacia la
verdad, y luego también de pronunciar la verdad. Pero justamente cuando nos
encontramos dentro de la intención de pronunciar la verdad, y luego reflexionamos
sobre este pronunciar la verdad, ahí podemos hacer un primer paso en el camino hacia el
sentimiento de la incapacidad del cuerpo humano frente a la divina verdad. En aquel
instante de practicar realmente la autorreflexión sobre el hablar-la-verdad, Uds.
arribarán a algo muy singular. El poeta lo sintió al decir:
“Habla el alma, ¡Oh! ya no es el alma que habla”. (Friedrich Schiller en “Tabulae
Votivae”).
En el camino por el cual aquello que realmente vivenciamos como verdad en el interior
de nuestra alma se hace habla, ya pierde su agudeza, nitidez. Aún no se muere
totalmente en el habla, pero ya se hace obtuso, romo. Y aquel, que conoce el habla, sabe
que nada, salvo los nombres propios, que siempre solo designan una sola cosa, son
rectas designaciones para esta cosa. Tan pronto como tenemos nombres
generalizados, ya sean sustantivos, verbos o adjetivos, no decimos más la plena verdad.

Ahí consiste entonces la verdad en aquello, de que siempre tengamos conciencia de que
en el fondo con cada oración que pronunciamos, debemos desviarnos de la verdad.
Ciencia espiritualmente se trata de resucitar, se intenta resucitar de esta confesión: con
cada afirmación dices una mentira, haces una afirmación falsa... al proceder de una
cierta manera, la cual les he caracterizado muchas veces. Les he dicho muchas veces: en
la Ciencia Espiritual no tiene tanta importancia lo que se dice - pues esto cae igualmente
bajo esta sentencia de incapacidad -, sino lo que más importa es como se lo dice. Hagan
Uds., la prueba e intenten observar - lo pueden hacer también en mis escritos - como
cada cosa está caracterizada desde los más diferentes puntos de vista, como siempre se
trata de caracterizar una cosa de un lado y del otro: solo de esta manera se puede acercar
a las cosas. Aquel que se da a la creencia de que las palabras mismas sean otra cosa que
una Euritmia, ¡éste se

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

equivoca mucho!. Las palabras no son otra cosa que una Euritmia ejecutada por la
laringe con el concurso del aire. Solo son ademanes. La única diferencia que hay es que
no son efectuados con las manos y los pies.
Debemos tomar conciencia que solo hacemos indicaciones sobre alguna cosa, y que
solo entonces ganamos una justa relación con la verdad, si vemos en la palabra
indicaciones sobre aquello que queremos expresar - y si como seres humanos vivimos
los unos con los otros de tal manera, que tenemos conciencia de que en las palabras
viven indicaciones, alusiones. (En el Taoismo se habla de reticencia)
Sobre esto quiere, entre otras cosas, también advertir la Euritmia, que hace de todo el
hombre una laringe - quiere decir expresar por todo el hombre lo que de común se
expresa solo con la laringe -, para que los hombres vuelvan a sentir que aún cuando
hablan fonéticamente, solo hacen ademanes. Digo “padre”, digo “madre”... cuando

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generalice todo, entonces solo me puedo realmente expresar conforme a la verdad;
cuando el otro junto conmigo se familiarizó con estas cosas al vivir dentro del elemento
social, cuando comprende el ademán.
Solo recién resucitamos de la incapacidad, la cual ya frente al habla podemos sentir,
celebramos la resurrección saliendo de ella, cuando comprendemos que - al abrir la boca
- ya debemos ser cristianos. Lo que se hizo de la palabra, del Logos, en el transcurso del
desarrollo, solo se lo puede entender cuando el Logos vuelve a estar unido con el Cristo,
cuando tomamos conciencia que: nuestro cuerpo, al hacerse la herramienta del
pronunciar, fuerza la verdad a la degradación, así que en parte muere sobre nuestros
labios, - y la revivimos en Cristo, si llegamos a tomar conciencia que la debemos
espiritualizar, esto quiere decir: tener el espíritu en el pensamiento, - no darse
por satisfecho con el habla, con el idioma como tal, sino acompañarlo en el pensamiento
con el espíritu.

¡Esto es lo que debemos aprender!, mis queridos amigos.


No sé si mañana permitirá el tiempo (En la conferencia del 17 de Octubre de 1918, “La
historia de la época moderna a la luz de la investigación científica espiritual”, en el
tomo “Antroposofía y Ciencias Académicas”, Zürich, 1950) llamar la atención también
públicamente sobre un tal asunto. Lo haría con mucho gusto, pero por de pronto lo
quiero decir aquí. Si mañana lo debo repetir, les ruego disculparlo.
Ahora quiero repetir lo que ya he dicho públicamente en distintos lugares. Vean
Uds., se puede hacer un notable descubrimiento. Lo quiero caracterizar por medio de un
caso especial. He estudiado muy detenidamente las realmente muy interesantes
composiciones escritas por Woodrow Wilson (“Mere literatura and other essays”),
conferencias sobre historia americana,

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

literatura americana, la vida americana. Se puede decir que por este Woodrow Wilson
justamente el desarrollo americano, tal como se despliega desde el este americano hacia
el oeste, está narrado realmente en forma grandiosa, poderosa. Su narración es
típicamente la de un americano, y muy cautivantes son estas conferencias reproducidas
en estas composiciones, estos artículos: “Mera Literatura” se llaman; se aprende a
conocer el modo de ser americano (Woodrow Wilson es el más típico de los
americanos) leyendo estas composiciones. Ahora es que he comparado - se puede hacer
esta comparación muy objetivamente - ciertos pasajes de las composiciones de
Woodrow Wilson con sentencias por ejemplo de Herman Grimm, (1838 – 1901,
Historiador del arte, Comparación de Herman Grimm y W. Wilson, vea también la
conferencia del 30 de Marzo de 1918, Berlín, en “Muerte terrenal y vida cósmica.
Dones Antroposóficos para la vida. Necesidades de conciencia para el presente y el
futuro”. Bibl. Nr. 181, Gesamtausgabe, Dornach, 1967), un hombre que es típicamente
en todo sentido un alemán del siglo XIX, un típico centroeuropeo del siglo XIX, el cual,
por su estilo de escribir, me es tan simpático, como me es antipático Woodrow Wilson.
Pero esto solo como algo personal al margen. Yo amo el estilo de escribir de Herman
Grimm, y yo siento como algo que me es totalmente opuesto, repugnante, el estilo de
Woodrow Wilson, - pero aún así se puede ser totalmente objetivo: el típico
americano Woodrow Wilson escribe simplemente con brillantez, grandioso,

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especialmente sobre el desarrollo del carácter, de la esencia americana. Y ahora entró en
consideración otra cosa, al comparar yo los artículos de Woodrow Wilson y los de
Herman Grimm, donde ambos escribieron sobre el método de la historia: se puede pasar
oraciones de Woodrow Wilson a los artículos de Herman Grimm, o viceversa
¡concuerdan casi textualmente!. Toda idea de plagiado está excluida. De modo alguno
quiero yo insinuar plagio - ¡esto está absolutamente excluido!. Aquí llegamos al punto
donde resulta claramente a la vista, donde sin caer en lo burgués, lo filisteo se puede
aprender muy bien: cuando dos dicen lo mismo,
¡no es lo mismo!.
Pues, ahora surge el problema: ¿Qué hay aquí de notable, que en verdad Woodrow
Wilson narra mucho más penetrante, sugestivo a sus americanos que jamás narró
Herman Grimm en su Método de la Historia, y sin embargo en su narración habla con
oraciones de Herman Grimm?. ¿De donde proviene eso?. Realmente surge el problema.
Si se profundiza en el asunto, se encuentra lo siguiente, mis queridos amigos: Cuando se
observa el estilo de Herman Grimm, todo lo que ha escrito, entonces se nota: cada
oración es fruto de una individual, personal lucha.

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

¡Oración por oración fue ganada en una individual, personal lucha!. Todo se desarrolla
en la luz de la cultura del siglo XIX, pero saliendo inmediatamente del alma consciente.
Espléndidamente narra Woodrow Wilson, pero poseído de algo en su misma
subconciencia. Existe un endemoniamiento. En su subconciencia hay algo que le
inspira, le instiga lo que escribe. El demonio, que naturalmente se presenta en una forma
especial en un americano del siglo XX, es el que habla por medio del alma. ¡De ahí lo
grandioso, lo poderoso!.
Hoy día, mis queridos amigos, donde la perezosa humanidad tan a menudo dice
cuando lee algo en alguna parte: esto lo he leído también ahí o allá... ocupándose solo
del contenido, hoy llegó el tiempo donde la humanidad debe aprender que ya no importa
más tanto el contenido, sino que importa quien dice algo; que se debe conocer la
persona por el como lo dice, dado que las palabras solo son ademanes, y se debe saber
quien hace estos ademanes.
Esto es aquello que hoy debe aprender la humanidad mediante su vida
cotidiana. Aquí nos encontramos frente a un grandísimo misterio de la vida común y
silvestre, de la vida cotidiana. Pues hay una gran diferencia si se lucha en el Yo
personal, en el ego, oración por oración... o si por ejemplo es instigado, inspirado de
alguna manera de arriba o de abajo o de cualquier lado. Más sugestivo es el efecto de la
instigación, pues frente a lo ganado en lucha personal, el que lo lee a su vez debe
ganarse luchando cada oración. Y se aproxima el tiempo donde no se deberá prestar más
atención solo al contenido verbal de aquello que se tiene frente al alma, sino donde ante
todo se deberá contemplar, mirar quienes son aquellos que dicen tal o cual cosa, - no la
exterior personalidad física, sino todo el contexto humano-espiritual.
Cuando la gente hoy pregunta: ¿Cómo encuentro yo al Cristo?. Se les debe contestar de
este modo, pues al Cristo no se lo puede conseguir por medio de fantasías, de ficciones
ingeniosas o de alguna cómoda mística, sino solo es conquistable si se tiene la valentía
de colocarse directamente en la vida inmediata. Y en un tal caso también frente al habla

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deben Uds., sentir la incapacidad en la cual les colocó el cuerpo físico debido a que
llega a hacerse el vehículo del habla, y luego la resurrección del espíritu en la palabra.
Es esto. No solo: “la letra mata, el espíritu vivifica” (Segunda epístola a los Corintios,
Cap. 3, 6), un dicho que también a menudo es comprendido mal, sino que ya el sonido
mata, y es el espíritu quien debe revivir, llevar a la resurrección, al anudar, vincular
concretamente cada vivencia, cada acontecimiento al Cristo y al Misterio del Gólgota.
En este primer paso se encuentra al Cristo. ¡Buscar! no solo - si ahí o

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Rudolf Steiner - ¿Cómo Encuentro Yo al Cristo?

allá hay lindas palabras - considerar su contenido - hoy día la gente se ha acostumbrado
a eso -, sino buscar los contextos humanos, buscar como las palabras brotan del lugar
del cual son habladas. Esto se hace cada vez más importante. Si justamente algunos de
nosotros meditáramos sobre esto, no ocurriría lo que tan a menudo se oye decir: ¡aquel
autor habló del todo “antroposóficamente”o “teosóficamente”... vale la pena leerlo! - No
es lo que importa que palabras estén escritas ahí, sino: de qué espíritu salen.

No palabras queremos difundir con la Antroposofía, sino un nuevo espíritu; pero


ciertamente aquel espíritu que debe ser el espíritu del Cristianismo a partir del siglo XX.
Esto, mis queridos amigos, era lo que yo quería aún agregar. Soy feliz por haberlo
podido agregar a aquello, que ocho días atrás he explicado aquí, y que de nuevo pueda
hablar a Uds., de estos asuntos que nos tocan a todos, y espero que dentro de breve
tiempo nuevamente podremos continuar aquí en Zürich estas reflexiones ramales. En
este sentido es que siempre lo tenemos en el pensamiento, aunque estemos separados
espacialmente: Como Antropósofos estamos juntos en las almas, y en este sentido
queremos fielmente quedar siempre juntos en aquel espíritu de la humanidad, que ahí
debe imperar y obrar.

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