Intelecto Del Amor
Intelecto Del Amor
Intelecto Del Amor
Jean-Baptiste Brenet
Prólogo de
ALAIN DE LIBERA
Giorgio Agamben
Al tiempo que nos advierte que “este es uno de los pasajes que más
ha atormentado a los intérpretes”,3 Enrico Fenzi, que ha dedicado un
amplio y fino análisis a la canción, ofrece la siguiente paráfrasis: “El amor
no puede conocerse a través de un acto de intelección basado en la vista,
porque, ante él, faltan incluso las condiciones más elementales de
percepción visual.”4 Que la frase sibilina “bianco in tale obietto cade” pueda
tener este significado preciso se justifica más adelante en el comentario 5,
el cual explica que “el amor carece de toda luminosidad de color (bianco)
que permita el acto de la vista” y se refiere al pasaje del tratado De Anima
(418a26) en el que Aristóteles afirma que “el color es lo visible”, cita que,
1
"[…] la notoria oscuridad del Cancionero de Cavalcanti, que ha desafiado las formas de los
comentaristas medievales y modernos por igual", P.-O. Kristeller, "Tratado filosófico de Bolonia dedicado
a Guido Cavalcanti: el magistrado Jacobo de Pistorio y su Quaestio de felicitate", en Medioevo e
Rinascimento. Studi in onore di Bruno Nardi, Firenze, Sansoni, 1955, vol. I, p. 440.
2
La versión castellana de Donna me prega utilizada en esta edición pertenece a Jorge Aulicino
3
E. Fenzi, La Canzone d'amore di Guido Cavalcanti e i suoi antichi commenti, Génova, Il nuovo
melangolo, 1999, pág. 163.
4
Ibíd., págs. 83 y 84.
5
Ibíd., pág. 163
por cierto, está incompleta, porque Aristóteles especifica que lo visible es
el color, lo cual relaciona con algo que más tarde llamará “diáfano”.
II
7
Ibíd., p. 217.
8
G. Contini, Poeti del duecento, Milán-Nápoles, Ricciardi, 1960, vol. II, pág. 528.
9
"compriso, es decir, comprendido por el alma sensible, el amor en sí mismo blanco, luminoso
porque es generado por la forma intelectiva, es decir, por el sujeto universal que contempla, cae en el
alma sensible (objectum) que lo ha atraído hacia sí" (M. Corti, La felicità mentale. Nuove prospettive per
Cavalcanti e Dante, Turín, Einaudi, 1983, pág. 35).
Entre los muchos méritos del estudio de Fenzi está el hecho de que
no evita el problema del averroísmo de Cavalcanti, que, después de los
trabajos de Nardi y Kristeller, es ahora generalmente aceptado, incluso
por los italianistas. Sabe perfectamente que el texto de referencia
obligatorio aquí es el Commentarium magnum de Averroes sobre De anima
de Aristóteles en la traducción de Michel Scot (se refiere en nota tanto a
la edición de 1562 de los Juntes como a la edición moderna de F. S.
Crawford).10 Sin embargo, por razones que la especialización académica
desgraciadamente hace comprensibles, prefiere no citarlo directamente,
dejando la palabra a la obra de un medievalista ciertamente autorizado,
Alain de Libera. Pero si hubiera tomado el texto de Averroes en sus
manos, seguramente se habría sorprendido al descubrir que el enigmático
“bianco in tale obietto cade” es una cita literal del texto de quien la Edad
Media consideró el Commentator por excelencia. En la página 462 (líneas
22 y 23 según la numeración del margen) de la edición de Crawford, de
hecho, se lee esta frase, que a primera vista también es críptica: “cecidit
albedo in exemplari”.
10
Averrois Cordubensis Commentarium Magnum en Aristotelis De anima, editado por F. S.
Crawford, Cambridge (Mass.), The Medieval Academy of America, 1953 (ahora abreviado CMDA).
Traducción parcial: Averroes, Inteligencia y Pensamiento. Gran Comentario sobre De anima, Libro III
(429a10-435b25), trad. A. de Libera, París, GF Flammarion, 1998.
Si queremos mantener nuestra hipótesis, el problema ahora es
explicar por qué Cavalcanti –“lógico y excelente filósofo de la naturaleza”
que, como está bien atestiguado, estaba relacionado con el ambiente de
los averroistas boloñeses-,11 llevó su esnobismo hasta el punto de elegir
una frase aparentemente inofensiva, que sólo se refiere a la falta de una
palabra, intentando evocar el texto del Commentarium, con una alusión
textual que sólo “la gente con entendimiento” (le persone ch'anno
intendimento) podía entender. ¿No existía el riesgo de que la letra de la
chanson se volviera aún más hermética de esta manera, incluso para los
conocedores? Es cierto, en todo caso, que la canción tendrá que ser
colocada en su contexto filosófico con más precisión que hasta ahora,
tratando de leerla en una estricta relación no sólo con el Commentarium
magnum de Averroes, sino también con De intellectu et intellecto de Al-
Farabi, los textos de los averroistas latinos que Cavalcanti pudo conocer,
como las Quaestiones in tertium de anima de Siger de Brabante, y los
escritos anónimos sobre el intelecto que circularon en latín antes de 1300,
entre los cuales el pequeño tratado De intelligentiis comentado por
Gilson.12
III.
11
Ver P.-O. Kristeller, art. cit.
12
É. Gilson, « Les sourcesgréco-arabes de l'augustinismeavicennisant », Archives
d'histoiredoctrinale et littéraire du MoyenÄge, 4, 1929, pág. 5-149.
comprensión del defecto de la forma (defectus formae).” Como lo expresa
con precisión Alain de Libera: “[…] al postular que la 'negrura' se pone
como 'privación de la blancura', Averroes puede entonces explicar que la
percepción del negro presupone (1) la de la blancura y (2) la de su
privación en la cosa percibida, que es, por lo tanto, percibida como negra.
De ahí la siguiente observación, a nivel de conocimiento y ya no de
sensación: conocer una privación es (1) conocer el hábito en sí mismo y
(2) imaginar su defecto. Cualquier privación es entonces efectivamente
conocida negativamente desde una posición preestablecida y su
negación”.13
13
Averroès, L'Intelligence et la Pensée, op. cit., p. 317.
IV.
14
Ibid.
15
Auicene perhypatetici philosophi: ac medicorum facile primi opera in luce redacta.,Venetiis,
1508 (repr. Frankfurt am Main, Minerva, 1961), f° 67.
16
E. Gilson, art. cit, pág. 122. [Literalmente: «La naturaleza de las tinieblas es la iluminación en
potencia, o la privación de la iluminación en acto; en cambio, la naturaleza de la iluminación es una
irradiación por la presencia de la luz. » NDT]
La idea de que la oscuridad, que para él era una parte esencial de la
experiencia amorosa, no implica de ninguna manera una exclusión del
conocimiento, no podía dejar de fascinar a Cavalcanti. Por el contrario,
puesto que una y la misma facultad -el intelecto posible o material, donde
el amor tiene su “hogar” (dimoranza)- conoce tanto la oscuridad como la
luz, tanto la forma como la privación, experimentar la oscuridad en el
amor significa necesariamente también experimentar la potencia pura del
intelecto.
V.
17
CMDA, p. 431, 82-83 et 96-97; ver L'Intelligence et la Pensée, op. cit., pág. 99.
El estatus ontológico que Averroes asigna al intelecto material no es
menos paradójico que el propuesto por Alejandro: si este último
formulara una hipótesis -una tesis que Averroes considera “falsa” (falsum)
y “asombrosa” (mirabile)18- de receptividad sin sujeción, Averroes tiene en
mente un subiectum que no es ni materia ni forma, y mucho menos un
compuesto de ambas. A la pregunta sobre el modo de ser del intelecto
material (quo modo intellectus materialis est aliquod ens), responde que debe
considerarse como un “cuarto modo de ser” (quartum genus esse)19, que
no es “ni un cuerpo ni una facultad en el cuerpo” (non esse corpus
nequevirtus in corpore)20, sino que actúa como materia en el ser inteligible,
que “se divide en algo similar a la forma y algo similar a la materia”
(dividitur in aliquod simile formey in aliquod simile materie).21 Se trata, en otras
palabras, un ser de pura receptividad, cuya potencia y facultad receptiva
debe ser entendida de manera diferente a la de los seres materiales.
18
CMDA, p. 431, 80 et 89 ; ver ibid., p. 99
19
CMDA, p. 409, 657 ; ver ibid., p. 78
20
CMDA, p. 432, 120-121 ; ver ibid., p. 100
21
CMDA, p. 409, 659-661 ; ver ibid., p. 78
22
CMDA, p. 462, 38-39 ; ver ibid., p. 131
23
CMDA, p. 432, 126 sq. ; ver ibid., p. 100
Es esta percepción de la propia oscuridad por parte del intelecto
material, esencialmente dividida en el propio ser, la que se convierte para
Cavalcanti en el lugar de la experiencia del amor, y por esta razón se dice
que es “d'essere diviso, / assiso - 'n mezzo scuro”24(versículos 67 y 68).
24
Literalmente: "ser dividido / situado - en la oscuridad."
25
Citado en P.-O. Kristeller, art. cit. p. 453 [Literalmente: "Así como la materia primera, en
efecto, está en potencia con respecto a todas las formas naturales, así el intelecto posible está en
potencia con respecto a todas las formas inteligibles. Por eso el Commentateur, en su comentario al
Libro III del tratado De Anima, dice que este intelecto es un nuevo tipo de materia."]
26
C. Steel, G. Guldentops, « An Unknown Treatise of Averroes agains tthe Avicennians on the
First Cause. Edition and Translation », Recherches de théologie et philosophie médiévales, 64-1, 1997, p.
118.
VI.
VII.
precisamente>, y estas son las entidades imaginadas, esa parte de las
“entidades inteligibles” que está en nosotros en cierto modo como su
forma , (per continuationem intentionis intellecte cum nobis -et sunt intentiones
ymaginate-, scilicetpartis que est in nobis de eis aliquo modo quasi forma)”28
(véase también, justo después: “intellectus materialis non copulatur nobiscum
per se et primo, sed non copulatur nobiscum nisi per suamc opulationem cum
formis ymaginalibus”).29
28
CMDA, p. 404, 513-405, 520 ; ver L'Intelligence et la Pensée, op cit., pág 73-74
29
Ibíd. en 486, 200-202. Literalmente: "El intelecto material no está ligado a nosotros por sí
mismo y en primer lugar; está ligado a nosotros sólo por su conexión con las formas imaginadas."]
30
Ver J.B. Brenet, Transferts du sujet. La noétique d'Averroès selon Jean de Jandun, Paris, Vrin,
2003
31
B. Nardi, Dante e la cultura medievale, Bari, Laterza, 1942, pág. 68
32
Ver A. M. Mangini, « Dante, Guido, il corpo e l'anima », Studi e problemi di critica testuale,
69, 2004, p. 63
cogitatio(“pensamientos desaforados”) de un fantasma interior, que
procede como tal ex sola cogitatione, quam concipit animus ex eo quo dvidit
(“por el solo hecho del pensamiento, que concibe la mente sobre lo que
ha visto”). Por eso el lugar del amor en la poesía medieval es por
excelencia una fuente o un espejo, y por eso en Roman de la Rose el dios
del amor habita cerca de una fuente que no es más que el espejo peligroso
de Narciso -que para la Edad Media no es el símbolo del amor a sí mismo,
sino del amor a una imagen. Pero no hay que olvidar que el objeto del
deseo de amor coincide, en este sentido, con la intentio ymaginata de
Averroes y que, en consecuencia, ni la concepción averroista de la
unicidad del intelecto ni la teoría cavalcantiana del amor pueden ser
comprendidas si no se capta correctamente la función mediadora decisiva
de la imagen que se ejerce en ambos casos. En efecto, si es cierto que,
como observa Alain de Libera, lo que el hombre tiene por derecho propio
no son más que los afectos y las imágenes de un cuerpo que siente,
imagina y sufre, también es cierto que, a través de las imágenes, éste se
une (continuatur) con el intelecto material y, por tanto, -al menos durante
el breve momento en que dura el acto de pensar- con el intelecto agente.
33
Citado por De Robertis, en G. Cavalcanti, Rime, Torino, Einaudi, 1986, p. 126. Literalmente:
"la prosopopeya es la figuración de una nueva persona, cuando algo que no habla se introduce como
hablante”
averroista boloñés Jacques de Pistoia dedica a Guido Cavalcanti-, la
felicidad.
VIII.
34
CMDA, pág. 516, 19-25.
35
CMDA, p. 518, 14-519, 18.
36
CMDA, p. 519, 30-32
que es el intelecto o la imaginación (scilicet a virtute desiderativa, que est
intellectus aut ymaginatio).”37 El intelecto, por lo tanto, “como desea a
través del conocimiento (per scientiam) y se mueve a través del deseo (per
desiderium), puede moverse sólo en la medida en que desea (sit movens
secundum quod est desiderans), y no como percibe (comprehendes) en tanto
el deseo es una facultad distinta del intelecto.”38
IX.
37
CMDA, p. 517, 16-18
38
CMDA, p. 517, 28-518, 31.
39
CMDA, p. 519, 31-32.
40
CMDA, 35 y siguientes.
41
Verr J.-B. Brenet, « L'idée mienne. Acquisition et attribution de la pensé chez Averroès »,
Discurso, 40, 2010, p. 329-349 ; « Acquisition de la pensée et acquisition de l'acte chez Averroès. Une
lectura croisée du Grand Commentair eau De anima et du Kitäb al-Kašf'anmanähiž al-adilla», dans L. X.
“intelecto adquirido” (intellectus adeptus) -término técnico que procede de
las traducciones latinas de Al-Farabi- designa la última etapa de la
intelección humana en la cual el intelecto agente ilumina el intelecto
material, y en tanto unidos a él a través de las imágenes, nosotros mismos
estamos unidos -por el precario tiempo que dura el acto de la inteligencia-
al intelecto agente: hemos “adquirido” y hecho “nuestra” la intelección.
Como escribe Averroes en un pasaje que Cavalcanti no puede dejar de
meditar (w. 16-17: come/diafan da lume): “La relación (respectus) del
intelecto agente con el intelecto material es como la relación de la luz con
lo diáfano (respectus lucis ad diafonum) y la relación de las formas
materiales con este intelecto es como la del color con lo diáfano. Porque
así como la luz es la perfección de lo diáfano, el intelecto agente es la
perfección de lo material. Y así como la mente diáfana no se mueve por el
color, ni recibe el color excepto cuando brilla, así este intelecto no recibe
los inteligibles que están aquí abajo excepto en la medida en que es
perfeccionado por este intelecto y es iluminado por él (perficitur per
intellectum e illumuminatur per ipsum). Y así como la luz hace que el color,
de la potencia pase a la acción para que pueda poner en movimiento el
diafragma, el intelecto agente hace que las entidades inteligibles pasen a la
acción para que el intelecto material las reciba. [...] Y cuando el intelecto
material se une al intelecto agente como perfecto por él (fuerit copulatus
secundum quod perficitur per intellectum agentem), entonces nos unimos
(copulati) con el intelecto agente; y este estado se llama “adquisición”
(adeptio) e “intelecto adquirido” (intellectus adeptus).”42
LopezFarjeat, J. A. Tellkamp (éd.), Philosophical Psychology in Arabic Thought and the Latin
Aristotelianism of the 13th Century, Paris, Vrin, 2012, p. 111-139.
42CMDA, p. 410-411; ver L'Intelligence et la Pensée, op. cit., p. 79.
“propia” del individuo, no basta con que las formas sean imaginadas,
sino que es necesario que sean deseadas y queridas. “Las entidades
imaginadas sólo mueven el intelecto material una vez que son
inteligibles en acto, lo que sólo se realiza en presencia de aquello que es
el intelecto en acto. Y es necesario atribuir estas dos acciones al alma
que está en nosotros-captar los inteligible y producirlos (recipere
intellectum et facereeum)-, aunque el agente y el receptor sean sustancias
eternas, porque estas dos acciones–la abstracción de lo inteligible y la
concepción- dependen de nuestra voluntad (reducte sunt ad nostram
voluntatem).”43
X.
El camino de los poetas del amor se cruza aquí una vez más con
un lugar esencial de la doctrina averroista, en el que siempre convergen
la política y la metafísica. Si el intelecto material y el intelecto agente
son sustancias eternas e incorruptibles, el acto de intelección -el
intellectus adeptus o- en el que los individuos se unen a lo eterno es
precario y corruptible. De esta caducidad constitutiva de la inteligencia
de los individuos, Averroes deduce la necesidad de eternidad de la
especie humana.
45
Dante, La Divine Comédie. Le Purgatoire, trad. J. Risset, Paris, GF Flammarion, 1992, XVII, 13-
14, p. 155.
46
CMDA, pág. 448; véase L'Intelligence et la Pensée, op. cit., pág. 117
Dante es fiel a esta tesis averroísta cuando, en la Monarquía (I, 3),
extrae la consecuencia auténticamente política de la naturaleza
multitudinaria del la potencia del pensar que define a la especie humana:
“Puesto que la potencia del pensar no puede ser realizada íntegra y
simultáneamente por un solo hombre o una sola comunidad particular
[...], tiene que haber necesariamente en el género humano una multitud
de hombres por los que se actualice realmente esta potencia”. Y es
precisamente en este punto donde es posible definir correctamente la
diferencia entre la experiencia poética de Dante y de Cavalcanti, sobre
la que se ha discutido tanto, y no siempre de manera adecuada. Lo que
los distingue no es la psicología banal, de conformidad con la opinión
predominante, que se opone a la imagen esperada de un Guido ateo y
materialista, sólo atento al aspecto sensible de la pasión amorosa, a la,
también trivial, de un Dante más espiritual, que vería su significado
teológico sobre todo. La cuestión es, en verdad, auténticamente
política: por una parte, está Dante, que no sólo en la Monarquía, sino en
toda su obra, está construyendo una filosofía política universal cuyas
implicaciones pueden no haber sido aún plenamente comprendidas. Por
otra parte, Guido, aunque se dedica a las luchas entre facciones y
familias, siempre parece inclinarse por las contingencias individuales sin
dejar nunca que surja una preocupación política más general. Por una
parte, en lo que respecta al amor, la atención del poeta va
constantemente más allá de la experiencia individual, y aunque aniquila
el fantasma Beatriz, sin embargo, persigue el renacimiento en el plano
de la eternidad y de la especie; por otra parte, su “primer amigo” (primo
amico) centra todo su ardor en la “terrible [...] desventura” (fuerte [...]
disaventura) enamorado del individuo que, al contemplar el fantasma
personificado, no puede sino desaparecer y sucumbir en el instante de
la adeptio. Dante, en otras palabras, pensador del genus humanum y de la
humana universitas (Monarquía, I, 3), para quien el “nosotros” -como se
ha señalado- acompaña y precede al “yo” (Nel mezzo del camin di nostra
vita / mi ritrovai- “En medio del camino de nuestra vida / me
encontré.”);47 Guido, por el contrario, sin decir nunca “nosotros”,
obsesionado con la muerte incurable del sujeto, que, después de la
unión con el intelecto, sobrevive sólo como autómata o como estatua
de sí mismo. Esta es la imagen de uno de los más bellos sonetos de su
cancionero:
47
Dante, La DivineComédie. L'Enfer, trad. J. Risset, Paris, GF Flammarion, 2004, I, 1-2, p. 25
Yo seré el que esté fuera de la vida,
Lo cual parece, para el que lo mira,
Un hombre hecho de cobre,
piedra o madera,
JEAN-BAPTISTE BRENET
La imagen abolida, deseada
I.
48
Ver G. Cavalcanti, Rimes, trans. C. Bec, París, Imprimerie nationale, 1993, pág. 59: "Voy como
un ser sin vida, que aparece, a quien lo mira, un hombre de bronce o de piedra o de madera, caminando
sólo por artificio y llevando una herida en el corazón, signo evidente de que está muerto"; véase
también la traducción de D. Robert, en G. Cavalcanti, Rime, Paris, Vagabonde, 2012, p. 55.
poder imperfecto hacia el acto puro. En cuanto al hombre, es
precisamente su teoría del intelecto -la misma que los latinos condenarán
durante siglos- la que el Commentateur asume para hacerla explícita. El
erotismo fundamental es una doctrina de la inteligencia, un noûs, una
noética, que afirma que el hombre, que tiende hacia el primer motor, sólo
satisface su deseo adquiriendo de manera completa su intelecto desde un
punto de partida extrínseco.
49
Ver Alejandro de Afrodisio, en Aristotelis Metaphysica Commentaria, éd. M. Hayduck, Berlín,
Reimer, 1891, p. 693, 35.
50
Averroès, In Aristotelis De Physico auditu libri octo, Venetiisa pud lunctas, 1562 (repr.
Frankfurt am Main, Minerva, 1962), lib. III, com. 4, fo 87 c-D
51
Ibid., lib. V, com. 9, fo 215 A
existen en nosotros en acto, están <totalmente> unidos en acto, y cuando
algunos están en nosotros unidos en potencia y otros en acto, entonces están
unidos por una parte, y por otra no”52
Tal es la dinámica mental, que exige articular la continuidad global del
movimiento de la mente en su marcha hacia la verdad con la discontinuidad de
sus realizaciones progresivas, es decir, dentro de ella, el surgimiento ordenado de
los conceptos y las ciencias.
Averroes lo hace tomando implícitamente lo que Alejandro de Afrodisio
dice sobre la congelación cuando comenta sobre Aristóteles.53 Si es cierto que
una masa voluminosa de agua se congela continuamente bajo el efecto del frío,
el hecho es que este proceso cualitativo continuo está marcado por concreciones
parciales, cada vez que una cierta cantidad del volumen total se convierte “en
bloque” de hielo. Esto también es cierto para la inteligencia, que se extiende,
amplifica y cuya progresión por etapas es un signo de la continuidad
subterránea de su maduración. Es como un gran cuenco de agua cuando la
temperatura baja. Pensar es como congelarse.
II.
52
Averroès, L'Intelligence et la Pensée. Grand Commentaire du De anima, livre III (429a10-
435b25), trad. A. de Libera, Paris, GF Flammarion, 1998, com. 36, p. 167. Para la cita entera, ver Averrois
Cordubensis Commentarium Magnum in Aristotelis De anima libros, éd. F. S. Crawford, Cambridge
(Mass.), The Medieval Academy of America, 1953, com. 36, p. 500, 606 et suiv. : « Et manifestumest
quod, cum omnia intellecta speculativa fuerint existentia in nobis in potentia, quod ipse eritc opulatus
nobiscum in potentia. Et cum omnia intellecta speculativa fuerint existentia in nobis in actu, erit ipse
tunc copulatus nobis in actu. Et cum quedam fuerint potentia et quedam actu, tunc erit ipse copulatus
secundum partem et secundum partent non; et tunc dicimur moveri ad continuationem. Et manifestum
est quod, cum iste motus complebitur, quod statim iste intellectus copulabitur nobiscum ómnibus
modis. »
53
Esto corresponde a un verdadero problema de Aristóteles, que, a grandes rasgos, es el
siguiente: si la naturaleza del cambio es la de ser un proceso, un continuo divisible y escalonado (véase
Física, VI, 4, 234b10 ss.), ¿qué sucede con los cambios instantáneos (véase Física, I, 3, 186a15 ss.; VIII, 3,
253b24 ss.) que, precisamente, tienen lugar en el instante, sin proceso, sin continuidad, por lo tanto sin
partes? Para lo que Alexandre d'Aphrodise tiene que decir sobre esto, ver M. Rashed, Alexandre
d'Aphrodise, Commentaireperdu à la Physiqued'Aristote (libros IV-VIII). Las escuelas bizantinas, Berlín-
Boston, por Gruyter, 2011, scholie 339, p. 370; ver el comentario de Alexander a De sensu, 447a1 ss. (En
el librum De sensu commentarium, ed. P. Wendland, Berlin, Reimer, 1901).
A partir de Ibn Bayyah, Averroes sostiene que nuestros conceptos
de las cosas son compuestos. Si son, en tanto que universales, abstraídos
de la materia, conservan una forma de materialidad en la medida de que
solo existen para nosotros apoyándose en las imágenes de las que son
extraídos. El concepto no es simple, puro, lleva la marca de su origen
concreto y se concibe en primer lugar sólo por este medio, es decir que
sólo se produce, hasta el punto de incluirlo en su naturaleza, en relación
con la imagen, que es su fuente. Que todo pensar piense en alguna cosa
no significa que esté dirigido a un contenido noemático, sino que es el
pensar de una imagen, lo inteligible de una imagen, y que necesariamente
ambos, como todos los relativos, coexisten mientras el pensar dure. No
hay concepto más que en presencia de su imagen, con ella, así como hay
un hijo en acto sólo por y ante el padre en acto. En esta composición, la
imagen requerida sirve como material, no sólo como suministro, sino en
el sentido de que es un punto de apoyo que debe ser integrado en la
captura de lo que está allí. Esto es lo que el texto repite, que el concepto
está ligado a la forma imaginada, que está adherido a ella, acoplado.
Copulatio, en latín, se traduce del árabe irtibät, que designa un vínculo,
como la cuerda que sujeta al animal. Lo universal le aparece al hombre
sólo en cópula con la imagen (de la que, además, proceden el lenguaje y el
habla). En su primer aspecto, el pensar presenta así dos lados que se unen,
o más bien se convierten, como su misma ligadura. Es como la conexión
de una parte permanente y transindividual, que asegura formalmente la
unicidad de lo verdadero, con otra, que proviene de la imagen, adventicia,
efímera y múltiple, y cada una debe sólo a ésta entrar en contacto con
aquella.
54
Ibn Bayyah, Kitäb al-nafs, ed. M. Alozade, Les Cahiers du Groupe de recherche sur la
philosophieislamique, Il, 1999. Véase M. Geoffroy, "Alejandro de Afrodisio y la doctrina de la inteligencia
en Averroes Observaciones generales", en E. Coda, C. Martini Bonadeo (ed.), From Late Antiquity to the
Middle Age. Études de logique aristotélicienne et de philosophie grecque, syriaque, arabe et latine
offerts à Henri Hugonnard-Roche, Paris, Vrin, 2014, pp. 545-558; ídem, "Sources et origines de la théorie
de l'intellectd'Averroès (I)", Mélanges de l'Université Saint-Joseph, vol. 66, 2015-2016, pp. 181-302.
55
Averroès, L'Intelligence et la Pensée, op. cit., com. 5, p. 67. Voir l'éd. Crawford, op. cit, p. 397,
299 et suivantes : "Abubacher autem videtur intendere in manifesto sui sermonis quod intellectus
materialis est virtus ginativa secundum quod est preparata ad hoc quod intentiones que sunt in ea sint
intellecte in actu, et quod non est alia virtus subiecta intellectis preter istam virtutem. »
en un sujeto" (come in subietto) la forma "toma […] su lugar y su morada"
(prende loco et dimoranza).56
56
Para elementos nuevos y decisivos sobre Cavalcanti, véase el hermoso artículo de A. Robert,
"Un averroïsme médical? Cavalcanti et Dante face à la passion amoureuse ", en A. de Libera, J.-B.
Brenet, I. Rosier (dir.), Dante et l'averroïsme. Actas del coloquio celebrado en el Colegio de Francia
(presidencia de A. de Libera) los días 12 y 13 de mayo de 2015 (de próxima aparición).
57
H. Arendt, La vida del espíritu, trans. L. Lotringer, París, PUF, 2005, pág. 256.
llama intelecto potencial o posible es lo que es en potencia el intelecto pensante
(speculativus), y que esta (la potencia) es la imagen (fantasma) en la
imaginación (fantasía).”58
Sin seguir a Avempace, varios "averroistas" contemporáneos de Dante y
Cavalcanti también insistieron en una forma de implantación del pensar a través
de imágenes. Este es el caso de Antoine de Parme, médico y filósofo, que los dos
poetas pueden haber leído o haberse cruzado. El problema para él no es
concebir el no-lugar de lo universal, la atopía del concepto como tal, lo cual es
evidente. Por el contrario, se trata de justificar a un ser que, a pesar de la
separación sustancial del intelecto, hace del pensar algo distinto de un fenómeno
cósmico que no tiene relación con la personalidad encarnada del pensante. La
solución está en la imagen. El pensar, por supuesto, se abstrae de la imagen, se
obtiene de ella, pero esto no significa que "salga" de ella (dejándonos, por la
misma razón), como si la abstracción intelectual correspondiera al tránsito de la
forma, del lugar que es la imagen (donde es potencialmente inteligible) a otro
lugar (el intelecto, donde sería inteligible en acto). Para la forma universalizada,
no hay otro lugar además, por lo que estrictamente hablando "no sale de
nosotros" (non exit extra nos) cuando se abstrae. Y no sólo el intelecto "no
intelige fuera de nosotros" (non intelligit extra nos), aunque está separado, así
como el pensar no sucede en otro lugar que donde la imagen se transmuta, es
"en nosotros" (in nobis) que lo hace,59 o por así decirlo: in situ. El pensar no
migra, no se exporta, y el atopismo de su ser promueve la inmanencia de su
fabricación. La imagen, patria del pensar.
III.
58
Albert le Grand, De anima, éd. C. Stroick, MonasteriiWestfalorum in aedibusAschendorff,
1968, III, 2, com. 6, p. 185.
59
Véase Antoine de Parme, Dubia et remotiones circa intellectumpossibilem et agentem (Vat.
Lat. 6768, fo 165 ra-167rb). En espera de una edición crítica, muchos extractos pueden ser leídos en Z.
Kuksewicz, e Siger de Brabant a Jacques de Plaisance. La théorie de l'intellect hez les averroïsteslatins des
XIIIe et XIVesiècles, Wroclaw-Varsovieracovie, Ossolineum, 1968.
mantiene a distancia "la cosa misma". “El que ha alcanzado este rango
teórico", escribe Ibn Bayyah, "ciertamente mira lo inteligible, pero a través
de un intermediario, como el sol que aparece en el agua, y lo que vemos
en el agua es su imagen y no él mismo.” 60Lo inteligible ligado a la imagen,
por lo tanto, es como el sol reflejado en el agua, o un espejo, que también
es una imagen, que debe ser superada si queremos acercarnos lo más
posible a la realidad.
60
IbnBayyah, Discurso sobre la conjunción del intelecto con el hombre, § 44, en La Conduite de
l'isolé y otras dos epístolas, ed. C. Genequand, aris, Vrin, 2010, p. 197. La referencia platónica es obvia
61
Averroès, The Epistle on th ePossibility of Conjunction With the active intellectby. Ibn Rushd
With the Commentary of Moses Narboni, éd. P. Bland, New York, The JewishT heological Seminary of
America, 982, section 8, p. 50.
62
Sura VII ("Al-a'räf"), trans. D. Masson; ver Ex. 19:18: "El monte Sinaí humeaba porque el
Señor había bajado allí en el fuego. El humo se elevó como de un horno y toda la montaña se cubrió
violentamente." Para Averroes, ver La Epístola sobre la Posibilidad de la unión con el Intelecto activo,
op. cit. sección 10, p. 59.
"Lo hizo pedazos", dice el verso, ga´alahudakkan. También se
traduce: "lo pulverizó", y es esta ruptura, sin metáfora, la que se producirá
en el intelecto maduro en la cima de su ascenso: la imagen y lo que
encuentra, al final, se reducirá a la nada, dejando el poder solo ante el acto
completo.
63
A. de Libera, Razón y Fe. Archéologie d'une crise, d'Albert le Grand à Jean-Paul II, Paris, Le
Seuil, 2003, p. 343.
filósofos, este intelecto es entonces en nosotros un intelecto adquirido (iste est
in nobis secundum ipsos intellectus adeptus).”64
Debemos pensar en el nacimiento de Dios en el alma, la teogénesis, de la
manera en que Averroes piensa en la generación del intelecto agente como una
"forma" en nosotros, y ya no sólo como el "agente" de nuestras imágenes.
Cuando este intelecto "finalmente se une a nosotros", las imágenes ya no tienen
ningún valor, se consumen.
Tomás de Aquino, como muchos otros, sostiene según la fe que el mundo
después del juicio "será finalmente purificado por el fuego", que "puesto que el
fuego es el más activo de todos los elementos que destruyen todo lo que es
corruptible, es totalmente apropiado que la destrucción de todo lo que no debe
permanecer en el estado futuro se lleve a cabo por el fuego". 65Averroes, por su
parte, utiliza esta metáfora común para ilustrar la adquisición del intelecto del
hombre. Cuando el intelecto mueve nuestra mente, la atrae a sí misma, a su
propia forma, la transmuta en su propia naturaleza, como lo hace una llama
que, al acercarse al combustible, la incendia, la devora y la cambia en su propia
naturaleza.66El fantasma arde, debe arder. Esto es lo que deberíamos escuchar.
IV.
¿Por qué esta abolición de la imagen? Tiene que ver con lo que uno
piensa, al final, y lo que significa pensar. Lo que pensamos es lo eterno, la
verdad total en su eternidad, y pensar significa identificarse con el objeto
por homogeneización formal. Ahora las imágenes, como realidades
contingentes y fugaces, no pueden ser ilimitadas para hacer que el
intelecto físico que depende de ellas devenga en la eterna inteligencia
metafísica. Aunque su contribución fuera necesaria y tuviéramos que
ampliarlas, las imágenes deben desaparecer porque nuestro intelecto
actual, el del pensamiento abstracto, liberado del mundo, nunca se
transmutará. No hay un gran trabajo en la inteligencia individual, no hay
alquimia. Lo posible no se convierte en necesario, lo transitorio en
incorruptible, y el intelecto en hábito debe corromperse en última instancia
64
Maître Eckhart, Le Commentaire de l'évangile selon Jean. Le Prologue (chap. I, 1-18), éd. A.
de Libera, É. Wéber, É. Zum Brunn, Paris, Cerf, 1989, p. 280-283
65
Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles. Libro sobre la verdad de la fe católica contra los
errores de los incrédulos, trans. V. Aubin, C. Michon, D. Moreau, París, GF Flammarion, 1999, IV, 97, § 6,
p. 425.
66Ver Averroès, 7ª Epístola sobre la posibilidad de unión con el intelecto activo, op. cit., sección 9, p. 52
para dejar, bajo el derrumbe, sólo el poder universal e intemporal del
pensar en sí mismo, que es el llamado intelecto material.
67
Vér Averrois Cordubensis Commentarium Magnum en Aristoteles De anima libros, op. cit., I,
com. 66, pp. 89, 23. La expresión se utiliza para designar el "intelecto pasible" de De anima, III, 4,
430a24 , que, para Averroes (y ya para Themistius), designa la imaginación
68
Averroes, Gran Comentario sobre la Metafísica de Aristóteles (Tafirmaba'd at-tabï'at). Libro
läm-lambda, trans. A. Martin, París La BellesLettres, 1984, XII, com. 17 (1070a24-27), pág. 126; para
IbnRušd, Tafsïrmäba'd at-tabïCat [Tafirmaba'd at-tabï'at], ed. M., véase ibnRušd, Tafsïrmäba'd at-tabïCat
ese despojamiento. El intelecto debe deshacerse de su potencia
actualizándose en el pensar del mundo, y luego ver la obliteración de esta
actualización solidaria de las imágenes de las cosas. Destructionis destructio,
en resumen, como una ley del psiquismo feliz. El hombre destruye su
potencia, luego destruye el acto que destruye su potencia, y de este
nihilismo intencional del que la imagen es el operador paradójico, es la
felicidad de la que depende.69
[Tafirmaba'd at-tabï'at], ed. Bouyges, Beirut, 1973 (zeéd-), pág. 1490; en cuanto al latín, en Aristotelis
Metaphysicorum Venetiisa pud lunctas, 1562 (repr. Frankfurt am Main. 1962, vol. VIII), lib. XII, com. 17,
f0 303 c.
69
Véase "la extinción de la extinción" (fanä' al-fanä') a la que se refiere al-Gazälï para describir el
estado de "identificación" con el Dios de los sufíes en su Miškät al-anwär - Le Tabernacle des R.
Deladrière, París, Le Seuil, 1981, págs. 54-55.
V.
70
Aristóteles, Del alma, III, 7, 431 b 17-19, trans. P. Thillet, París,
«Elementos llamados «materiales» que en la doctrina filosófica de Anaxagoras se unen para
formar los diferentes cuerpos (...) cada uno de los elementos es idéntico tanto a cada uno de los demás
como al cuerpo que constituye» (Legrand 1972).
nada más. Esta forma cerrada es el intelecto agente, y es a él a quien, una
vez que estos escalones han sido subidos y luego derrumbados, el
intelecto material, llevado el máximo de su potencia por la imagen abolida,
vendrá directamente a unirse.
71
S. Freud, «Note sur le "Bloc magique"», trad. J. Laplanche J.-3Pontalis, Obras completas, XVII
(1923-1925), París, PUF, 1992, p-
Si Averroes hubiera sido capaz de tomar un Wunderblock en su mano,
probablemente habría reaccionado como Freud. Pues la combinación psíquica de
lleno y vacío, de lo ya hecho y aún todavía posible, de recepción (el acto) y de
receptividad constante (la potencia), es una de las dificultades centrales del
averroísmo. Si existe un único intelecto eterno también para la eterna especie
humana, el problema es, en efecto, explicar cómo este intelecto en acción, que
siempre ha estado en acción de manera global (es decir, en relación con toda la
humanidad), puede convertirse en pura potencia en cada individuo nacido. ¿Qué
queda como intelectualmente posible, abierto, novedoso, si todo el mundo tiene
mentalmente desde el principio la edad de la humanidad omnisciente? ¿Por qué
no todos los individuos ya han pensado "en" el intelecto pensante como Agustín
afirma que todos los hombres han pecado en Adán? La solución está de nuevo
en la imagen. El intelecto único y eterno es como el libro de la humanidad,
escrito ab aeterno, el texto fijo e ininterrumpido, sin lagunas, sin espacios, de la
comunidad de los hombres. Pero aunque está saturado en sí mismo y conserva,
como un patrimonio mundial, las huellas de todo el pensar, es el intelecto
"material", es decir, en potencia, que viene a constituir a cada uno de nosotros,
en la medida en que se ofrece a la actualización singular provocada por las
imágenes propias (y aquí tenemos, tal vez, una forma de entender lo que Borges
adivina cuando dice del libro que es "la memoria de la humanidad[…] y algo
más: su imaginación").72 El intelecto de Averroes es una pizarra mágica, y la
magia está en la imagen, que renueva su superficie marcada. La imagen crea la
inocencia del individuo.
Hay otra manera, sin embargo, de considerar esta dimensión mágica, si
se piensa en el aumento de potencia producido, hasta su desaparición, por la
imagen. Se ha dicho que el hombre tiene dos disposiciones a pensar. La primera
es la que proporcionan sus imágenes, equivale a la disposición de la tabla virgen
para ser inscrita. La segunda es la legibilidad que sigue, y la recompensa es la
disposición a lo supremo pensable, que surge cuando el intelecto ha sido llevado
al límite de su capacidad por el efecto acumulativo de todo tipo de imágenes; y
si damos vuelta a la metáfora, diremos que esta disposición es la de la tabla, ya
no virgen, sino enteramente grabada, toda cubierta de escritura, la de la página,
ya no blanca, sino negra, o más bien, ya que las imágenes se desvanecen y
terminan siendo abolidas, que es la disposición de la página llevada, por su
mismo ennegrecimiento, a su más profunda blancura. El intelecto es esa pizarra
mágica. No sólo porque, para el individuo, a pesar de la actualidad de la
especie, acude cada vez como una nueva facultad para pensar el mundo, sino
72
J. L. Borges, "El Libro", Conferencias, trans. F. Rosset, París, Gallimard, 1985, p. 147.
porque, para el filósofo, al final de su actualización fantasmagórica, las huellas
de esta experiencia se desvanecen, porque la negritud de su primera escritura se
suprime y libera su potencia. Hic cecidit albedo in scriptura: aquí -sobre el
texto mismo la blancura, como dicen de la noche, ha caído.
VI.
73
IbnBayyah, Discurso sobre la conjunción del intelecto con el hombre op. cit. § 36, p. 195.
74
Ibid., § 41, p. 196
Por otro lado, se supone que, como señaló Giorgio Agamben, hay
que matar al fantasma. ¿Pero qué es el cuerpo que se ha convertido en
esta tumba, el cuerpo de las imágenes que se cruzan y luego se destruyen,
el cuerpo del fantasma quemado? ¿Cuál es el cuerpo del filósofo en la
unión, el cuerpo perfecto pero inútil, cuyo intelecto se ha arrastrado una y
otra vez? Está vivo, sin duda, porque si llega tarde, la unión con el intelecto
tiene éxito en este mundo, y el cuerpo del pensar consumado, que todavía
habla, que se mueve, que vive su vida como un cuerpo, es en efecto el que
solíamos ver.
75
Véase ibíd. 40, pág. 196 - obsérvese que esto complica la idea del filósofo-rey , imán, profeta
o legislador en tanto que filósofo
76
Ver Aristóteles, De Anima, II, 4, 415 b3 ss; Generación de los animales, II, 1, 731b31 ss
en sí misma y en términos de quiddité, es una en todos los demás, aunque
numéricamente distinta en cada uno de ellos. Como es una de esta
manera, es la primera perfección del intelecto material, y como tal, no es -
si se habla de una singularidad determinada dentro de una especie-
numerosa ni singular: se puede decir que es singular, pero de una
singularidad vaga.”77
La esencia de una cosa, lo que hace que una cosa sea lo que es. Leibniz es sublime, cuando,
despojando al ser de toda calidad (...), encuentra no la quietud vacía de los escolásticos, sino la actividad
viva y real, y reconstruye a todos con átomos de voluntad (Michelet,Journal, 1842, p. 384). La quieddité,
la esencia misma del acto de existir (Gilson,Espr. Philos. medievo., 1932, p. 60). El cambio no es el
movimiento. El cambio es alteración de la calidad de esto; se produce, lo hemos visto, de un bloque por
surgimiento o disgregación de una forma. El movimiento supone, por el contrario, la permanencia de la
quietud (Sartre, Être et Néant, 1943, p. 260).
77
Thomas Wylton, L'Ame intellective, § 120, citado en J.-B. Brenet, Les Possibilités de jonction.
Averroès-Thomas Wylton, Berlín, de Gruyter, 2013, p. 267.