El documento define la epistemología como la teoría del conocimiento y discute sus diferentes interpretaciones en diferentes contextos lingüísticos. También explora los orígenes de la epistemología en filósofos como Descartes y Locke, y cómo Kant sentó las bases para una reflexión filosófica sobre el conocimiento científico. Finalmente, analiza cómo científicos del siglo XIX como Mach, Poincaré y Duhem comenzaron a explorar problemas filosóficos surgidos en el seno de las disciplinas científicas, dando inicio a
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El documento define la epistemología como la teoría del conocimiento y discute sus diferentes interpretaciones en diferentes contextos lingüísticos. También explora los orígenes de la epistemología en filósofos como Descartes y Locke, y cómo Kant sentó las bases para una reflexión filosófica sobre el conocimiento científico. Finalmente, analiza cómo científicos del siglo XIX como Mach, Poincaré y Duhem comenzaron a explorar problemas filosóficos surgidos en el seno de las disciplinas científicas, dando inicio a
El documento define la epistemología como la teoría del conocimiento y discute sus diferentes interpretaciones en diferentes contextos lingüísticos. También explora los orígenes de la epistemología en filósofos como Descartes y Locke, y cómo Kant sentó las bases para una reflexión filosófica sobre el conocimiento científico. Finalmente, analiza cómo científicos del siglo XIX como Mach, Poincaré y Duhem comenzaron a explorar problemas filosóficos surgidos en el seno de las disciplinas científicas, dando inicio a
El documento define la epistemología como la teoría del conocimiento y discute sus diferentes interpretaciones en diferentes contextos lingüísticos. También explora los orígenes de la epistemología en filósofos como Descartes y Locke, y cómo Kant sentó las bases para una reflexión filosófica sobre el conocimiento científico. Finalmente, analiza cómo científicos del siglo XIX como Mach, Poincaré y Duhem comenzaron a explorar problemas filosóficos surgidos en el seno de las disciplinas científicas, dando inicio a
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Capítulo 1. Una introducción a la epistemología y sus principales corrientes Marina Camejo 1.1.
¿Qué es la epistemología? Preguntarnos qué es la epistemología resulta pertinente sobre todo
cuando este término parece filtrarse en diversos ámbitos. De ahí que nos enfrentemos en algunos casos a una epistemología a secas, mientras que en otros nos enfrentamos, por ejemplo, a epistemología de las ciencias de la educación o de las ciencias de la información, sin olvidarnos de filosofía de la química o de la biología. En esta oportunidad pretendemos develar de qué hablamos cuando hablamos de epistemología, develamiento necesario puesto que el término induce a ambigüedad. Decir qué es la epistemología de forma concluyente resulta una tarea sumamente difícil si no imposible, propiedad que comparte con el resto de las disciplinas filosóficas. Si nos atenemos a su sentido etimológico, la palabra epistemología deriva del griego episteme que significa conocimiento, y de logía que significa teoría, por lo que epistemología resultaría una teoría del conocimiento.1 Es interesante realizar los siguientes apuntes: en el mundo angloparlante, por epistemology entienden teoría del conocimiento, es decir, rama de la filosofía (conocida por nosotros incluso como gnoseología) que se ocupa del conocimiento en general. Así, la epistemología se ocuparía de estudiar: a) qué es el conocimiento, sus límites y posibilidades (qué podemos saber, cuál es el alcance de nuestro saber y, por ende, si es posible alcanzar la certeza); b) qué conocemos (lo real o la apariencia); c) el objeto del conocimiento (qué es un objeto, qué o quién lo define) y d) la relación o relaciones entre el conocimiento y las circunstancias vitales del investigador (la historia, la cultura, el individuo e incluso sus presupuestos metafísicos). En el mundo de habla francesa por épistémologie se entiende filosofía de la ciencia, término que fue introducido en Francia desde Inglaterra por Emile Meyerson.2 Su introducción y cambio de connotación se debe a la lucha de Meyerson contra las ideas positivistas de Auguste Comte, quien hablaba de filosofía de las ciencias. Este segundo sentido de la palabra epistemología es el que subsiste en nuestro medio, influencia ejercida por los maestros y profesores franceses del siglo XIX que ha calado hondo en la cultura y, por qué no decirlo, en la intelectualidad uruguaya. En consecuencia, en estos lares cuando hablamos de epistemología, nos referimos a una reflexión respecto del conocimiento científico, que debe ser diferenciada de la filosofía de la ciencia. Si bien encontramos autores que toman como sinónimos a la epistemología y a la filosofía de la ciencia, hay otros que entienden que la primera es un capítulo de la segunda, en tanto esta aborda la ciencia desde diferentes perspectivas mientras la epistemología solo se atendría al conocimiento, por lo que el epistemólogo se preguntaría por el origen, sentido, alcance y limitaciones del conocimiento científico. 3 En cuanto a filosofía de la ciencia se entiende que es aquella rama de la filosofía que estudia la investigación científica y su producto, el conocimiento científico junto a la práctica científica. En este sentido, la filosofía de la ciencia sería un campo más amplio que la epistemología, por lo que la incluiría. En un intento por caracterizarla, plantearemos que esta en sus orígenes era filosofía del conocimiento científico, pero que a partir de la década del setenta, aproximadamente, sufre cambios que llevan a caracterizarla como filosofía de la actividad científica, que aun siendo complementaria a la filosofía del conocimiento científico, comienza a interesarse por la práctica de los científicos y no solo por las teorías científicas (Echeverría, 1995: 7). Desde esta perspectiva, más allá de reflexionar sobre los métodos y el lenguaje científico, las teorías y los hechos, los conceptos y las leyes científicas, la predicción y la explicación, la racionalidad y el realismo, la filosofía de la ciencia ha empezado a reflexionar respecto a muchos otros temas: las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad, la contraposición entre paradigmas rivales, el progreso científico y su influencia sobre el entorno, las comunidades y las instituciones científicas, la construcción de hechos y de las representaciones científicas, etc. (Echeverría, 1995: 7). Resumiendo, si entendemos a la epistemología como teoría del conocimiento, debemos reconocer a René Descartes y John Locke como los primeros epistemólogos. Desde la filosofía se entiende que la modernidad da comienzo con el pensamiento de Descartes, quien a su vez da inicio a la teoría del conocimiento como ámbito de reflexión. Descartes, desde filas racionalistas, sentó a la razón como origen y por ende fuente del conocimiento certero. Prontamente llegaría una respuesta contraria desde filas empiristas de la mano de John Locke, quien defendería a los sentidos como origen y límite del conocimiento humano, es decir, el conocimiento se originaría en los sentidos, pero más allá de ellos no es posible conocer nada. Más allá de estas divergencias presentadas escuetamente, ambos filósofos coincidirían en que no conocemos a los objetos en sí mismos, sino que ideas presentes en nuestra mente acerca de los objetos. Ambos filósofos sembraron las semillas para posteriores indagaciones llevadas a cabo por autores como David Hume, George Berkeley, Emanuel Kant, entre otros, quienes intentaron responder al desafío escéptico. Me interesa detenerme brevemente en Immanuel Kant, quien puede ser considerado un teórico del conocimiento en tanto el objeto de reflexión que le ocupa a lo largo de la Crítica de la razón pura es el conocimiento, aun cuando parte de él como un hecho (por lo menos en un primer acercamiento en tanto entiende que los hombres pueden conocer), debe demostrar cómo este conocimiento se da. Explicar cómo es posible que el conocimiento se produzca, lo que supone indagar por sus condiciones de posibilidad, es una de las estrategias asumida por el autor para responder al escepticismo. Pero también podemos considerarlo un antecedente de la epistemología, en tanto en la misma obra, parte de su argumentación consiste en fundamentar a la ciencia, fundamento que reside en dar cuenta de las características que posee el conocimiento científico —entiéndase matemáticas y física— y que no poseería la metafísica. No es de extrañar que Kant haya emprendido como tarea la fundamentación filosófica de la ciencia si tenemos en cuenta que la ciencia moderna, ciencia que fue dada a luz entre los siglos XVI y XVII, supuso una forma revolucionaria de ver, comprender y también de modificar el mundo. Uno de los aspectos que forma parte de la revolución científica y contribuyó a forjar una nueva identidad a la ciencia moderna fue la matematización de la realidad, junto a la observación y la experimentación. Galileo Galilei, considerado pionero de la ciencia moderna, despoja a los fenómenos o hechos naturales de sus características secundarias, la ciencia ha de centrarse en aquellos aspectos o características que son objetivas y por tanto cuantificables; a saber, velocidad, aceleración, etc. A través de lo cuantificable pueden determinarse las leyes que regulan los fenómenos de la naturaleza. La naturaleza no es caótica, sino que posee un orden racional que puede ser descubierto y plasmado en leyes que explican la regularidad. Recordar sus palabras de honda inspiración pitagórica: La filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos, quiero decir, el universo, pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a conocer los caracteres en lo que está escrito. Está escrita en lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin los cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto. (Galilei, 1984: 61). En definitiva, el éxito de la ciencia reposa en su capacidad explicativa y predictiva, que se encuentra sustentada en la posesión de un método, lo que aseguraría que la ciencia obtenga, a diferencia de otros saberes, buenos resultados. Alimentados por el éxito de la ciencia moderna, cuyo mejor ejemplo es la teoría newtoniana, resultado de la conciliación de los aportes de Johannes Kepler y Galileo Galilei, emergen pensadores del siglo XIX tales como Ernst Mach, Henri Poincaré, Pierre Duhem o Heinrich Hertz, preocupados por aspectos puntuales de las ciencias, que pueden ser considerados, al igual que Kant, antecedentes de la epistemología. Más allá de las contribuciones que cada uno de ellos realizó a la rama de la ciencia de que eran partícipes, estaban interesados por los problemas filosóficos surgidos en el seno de las disciplinas científicas. Predominaba una preocupación por la naturaleza y el alcance del conocimiento científico por oposición al conocimiento vulgar, así como por la clasificación de las ciencias y por la posibilidad de edificar la ciencia inductiva a partir de observaciones. Se estaba gestando así una proto-epistemología, que era cultivada por matemáticos o científicos con preocupaciones filosóficas y por filósofos sin formación científica. Estos científicos y filósofos reconocidos y admirados en sus respectivas especialidades, en sus horas de ocio o a la hora de dictar conferencias de divulgación, encontraban necesario discutir en detalle ciertos axiomas que los propios hombres de ciencia y el público no docto daban por supuestos. Por ejemplo, la «objetividad» de la ciencia, su «independencia», la «libertad» de la investigación, la función «social» de la ciencia, la «ética» de la ciencia, el valor de los procesos inductivos y deductivos, etc. Los pensadores ya mencionados y otros, como Alexander von Humboldt, Auguste Comte, Bertrand Russell, Alfred North Whitehead, Charles Peirce, se ocuparon de problemas auténticos, originales y de envergadura dando comienzo a una tradición de reflexión que asume una identidad propia a partir de 1927. 1.2. La profesionalización de la epistemología La situación de epistemólogos ocasionales sufrió un cambio radical a partir de 1927, año en que se establece el Círculo de Viena (Wiener Kreis). En él se reunió un grupo de pensadores provenientes de diferentes disciplinas (físicos, filósofos, matemáticos, biólogos, sociólogos, historiadores, psicólogos…), con el fin de elaborar colectivamente un programa de lo que se puede llamar epistemología profesional. El Círculo de Viena se organizó como tal en torno a la Cátedra de Filosofía de las Ciencias Inductivas que Moritz Schlick ganó en la Universidad de Viena en 1922. Schlick prontamente congregó a diversos científicos y filósofos, entre los que podemos contar a Rudolf Carnap, Otto Neurath, Hans Reichenbach, Vicktor Kraft, Herbert Feigl y, si bien no formaron parte del Círculo, a Karl Popper y Ferdinand Gonseth. La actividad de este grupo fue breve ya que duró menos de una década, aunque intensa y muy influyente. Se reunía semanalmente, inspiraba a grupos afines en Alemania, Francia, Checoslovaquia y Suiza, organizó el primer congreso internacional de Epistemología (París, 1935) y fundó la revista Erkenntnis. La aparición de este grupo responde, entre otros factores, al proceso de transformación que a principios del siglo XX había sufrido la ciencia con la emergencia de la teoría de la relatividad de Einstein, así como al desarrollo de la lógica matemática ligada a la teoría de conjuntos y a la aparición de la mecánica cuántica. El propósito de este grupo fue elaborar una filosofía científica que rompiera con la Wissenschaftstheorie y con la metafísica desarrollada en los países germánicos como las de George Wilhelm Hegel y Martin Heidegger. Urgía para este grupo el planteamiento de un criterio que permitiera distinguir con claridad el conocimiento científico de aquel que no lo era pero tenía pretensiones de serlo. Para ello propusieron el criterio empirista de significado. La aplicación de este criterio permite concluir que solo serán considerados científicos aquellos enunciados que puedan ser verificados, por lo que la metafísica y otras áreas de saber con pretensiones de cientificidad no pueden ser consideradas ciencia. Esto se debe a que sus enunciados son pseudoenunciados, ya que no refieren a nada que pueda ser verificado (ni siquiera en principio). Las obras metafísicas no son estériles, falsas o incorrectas, sino que sin sentido, porque están construidas sobre pseudoenunciados que no poseen correlato empírico. Se trata de ámbitos en el que el hombre expresa su sentir frente a la existencia, pero no son ámbitos de carácter cognitivo. Como apunta Bunge (1997: 23), el Círculo cambió la faz técnica de la filosofía, al poner en práctica y desarrollar el programa de Bertrand Russell, de hacer filosofía more geométrico, y en este caso con ayuda de la lógica matemática. Tomando estos aportes y teniendo en cuenta la revolución relativista de Einstein, sus miembros pretendieron llevar adelante una auténtica revolución filosófica, apelando al proyecto de Auguste Comte de la unificación de las ciencias, junto a las epistemologías empiristas de Mach y del Wittgenstein del Tractatus. Los diversos miembros del Círculo se sentían compelidos a discutir y reflexionar sobre la unidad de la ciencia y sobre la manera de lograr tal unidad, a través de la elaboración de la Enciclopedia para la ciencia unificada y, de esta forma, los problemas lógico-sintácticos, la inducción y la probabilidad, la teoría del conocimiento y las aplicaciones de la lógica a otras disciplinas fueron sus temas de investigación. La elaboración de la Enciclopedia requería de una filosofía científica, tarea que asumieron Carnap y Reichenbach. Así, en la convocatoria de la Preconferencia de Praga en 1934 (que tenía como objetivo preparar el Primer Congreso Internacional sobre ciencia unificada), tal objetivo se señala como general para todas las ciencias. Hay que tratar sobre los fundamentos lógicos de todos los ámbitos científicos, y no solo de la matemática y de la física. (Carnap, 1935: 1; en Echeverría, 1999: 22). Hubo distintas tendencias dentro del Círculo respecto a cómo lograr tal unificación, entre ellas el fisicalismo, que terminó imponiéndose, formulado por Neurath y aceptado al final por Carnap. La reducción de todos los enunciados científicos a lenguaje fisicalista era la forma de llevar a cabo la unificación de la ciencia, para lo cual había que partir siempre de enunciados empíricos atómicos, estrictamente observacionales. La inducción como método de la ciencia junto a la lógica matemática permitiría la construcción de teorías y leyes. Los enunciados observacionales son la base de la ciencia positiva para el fisicalismo. Al comparar la forma lógica de dichos enunciados, por ejemplo, «Marina piensa» y «La tostadora hace tostadas», se comprueba que es la misma. Ante esto la unificación de la ciencia debe llevarse a cabo reduciendo todas las proposiciones observacionales a lenguaje fisicalista, con lo que se mostraría que existe un núcleo común a todas las ciencias positivas. No obstante, la distinción teórico-observacional acarreó problemas importantes, sobre todo en el caso de las ciencias empíricas. El fisicalismo pretendía basarse en proposiciones atómicas expresadas en lenguaje observacional y con la misma forma lógica para todas las ciencias empíricas.4 En el seno del Círculo de Viena se gestó la identificación entre la filosofía de la ciencia y la epistemología, de la mano de Reichenbach. Desde su perspectiva, cuando se analizan los diversos procesos científicos «la epistemología considera un sustituto lógico, más bien que los procesos reales» (Reichenbach, 1938: 5; en Echeverría, 1999: 32). Reichenbach instauró como tarea de la epistemología lo que se conoce como reconstrucción lógica: Podríamos decir que una reconstrucción lógica se corresponde con la forma en que los procesos de pensamiento son comunicados a otras personas, en lugar de la forma en que son subjetivamente conformados (Reichenbach, 1938: 5; en Echeverría, 1999: 32). Lo que resulta de su propuesta es que el epistemólogo no tiene que ocuparse de los procesos a través de los cuales se gesta o se produce un descubrimiento científico, sino que debe interesarle el resultado final, el producto de la investigación que suele presentarse bajo la forma de artículo. Detenerse en el proceso sería hacer psicología o incluso sociología del conocimiento, mientras lo que interesa es someter el producto a una reconstrucción lógica del conocimiento. En definitiva, al filósofo de la ciencia lo que le interesa es el conocimiento científico, su estructura lógica y metodología interna, y no cómo se logró o cómo se difunde. El positivismo lógico desarrollado por este grupo y sus continuadores tuvo una enorme influencia hasta entrados los años sesenta, a pesar de las críticas que Karl Popper había desarrollado a algunas de las tesis (inductivismo, confirmacionismo, entre otras). Para hacer justicia se ha de señalar que el Círculo de Viena tuvo el mérito de presentar un proyecto que pretendía hacer de la filosofía de la ciencia una filosofía científica, es decir, una ciencia de la ciencia, en torno a la búsqueda de su unidad apoyada en el fisicalismo, la lógica y el empirismo. Si bien en la actualidad podemos decir que la mayoría de sus tesis no son aceptables o no son defendidas desde diferentes filas eso no es suficiente para dejar de reconocer que sentaron las bases para una nueva disciplina que ha realizado progresos extraordinarios en torno al conocimiento científico.