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Capítulo 1 Epistemologia

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Capítulo 1. Una introducción a la epistemología y sus principales corrientes Marina Camejo 1.1.

¿Qué es la epistemología? Preguntarnos qué es la epistemología resulta pertinente sobre todo


cuando este término parece filtrarse en diversos ámbitos. De ahí que nos enfrentemos en algunos
casos a una epistemología a secas, mientras que en otros nos enfrentamos, por ejemplo, a
epistemología de las ciencias de la educación o de las ciencias de la información, sin olvidarnos de
filosofía de la química o de la biología. En esta oportunidad pretendemos develar de qué hablamos
cuando hablamos de epistemología, develamiento necesario puesto que el término induce a
ambigüedad. Decir qué es la epistemología de forma concluyente resulta una tarea sumamente
difícil si no imposible, propiedad que comparte con el resto de las disciplinas filosóficas. Si nos
atenemos a su sentido etimológico, la palabra epistemología deriva del griego episteme que
significa conocimiento, y de logía que significa teoría, por lo que epistemología resultaría una
teoría del conocimiento.1 Es interesante realizar los siguientes apuntes: en el mundo
angloparlante, por epistemology entienden teoría del conocimiento, es decir, rama de la filosofía
(conocida por nosotros incluso como gnoseología) que se ocupa del conocimiento en general. Así,
la epistemología se ocuparía de estudiar: a) qué es el conocimiento, sus límites y posibilidades
(qué podemos saber, cuál es el alcance de nuestro saber y, por ende, si es posible alcanzar la
certeza); b) qué conocemos (lo real o la apariencia); c) el objeto del conocimiento (qué es un
objeto, qué o quién lo define) y d) la relación o relaciones entre el conocimiento y las
circunstancias vitales del investigador (la historia, la cultura, el individuo e incluso sus
presupuestos metafísicos). En el mundo de habla francesa por épistémologie se entiende filosofía
de la ciencia, término que fue introducido en Francia desde Inglaterra por Emile Meyerson.2 Su
introducción y cambio de connotación se debe a la lucha de Meyerson contra las ideas positivistas
de Auguste Comte, quien hablaba de filosofía de las ciencias. Este segundo sentido de la palabra
epistemología es el que subsiste en nuestro medio, influencia ejercida por los maestros y
profesores franceses del siglo XIX que ha calado hondo en la cultura y, por qué no decirlo, en la
intelectualidad uruguaya. En consecuencia, en estos lares cuando hablamos de epistemología, nos
referimos a una reflexión respecto del conocimiento científico, que debe ser diferenciada de la
filosofía de la ciencia. Si bien encontramos autores que toman como sinónimos a la epistemología
y a la filosofía de la ciencia, hay otros que entienden que la primera es un capítulo de la segunda,
en tanto esta aborda la ciencia desde diferentes perspectivas mientras la epistemología solo se
atendría al conocimiento, por lo que el epistemólogo se preguntaría por el origen, sentido, alcance
y limitaciones del conocimiento científico. 3 En cuanto a filosofía de la ciencia se entiende que es
aquella rama de la filosofía que estudia la investigación científica y su producto, el conocimiento
científico junto a la práctica científica. En este sentido, la filosofía de la ciencia sería un campo más
amplio que la epistemología, por lo que la incluiría. En un intento por caracterizarla, plantearemos
que esta en sus orígenes era filosofía del conocimiento científico, pero que a partir de la década
del setenta, aproximadamente, sufre cambios que llevan a caracterizarla como filosofía de la
actividad científica, que aun siendo complementaria a la filosofía del conocimiento científico,
comienza a interesarse por la práctica de los científicos y no solo por las teorías científicas
(Echeverría, 1995: 7). Desde esta perspectiva, más allá de reflexionar sobre los métodos y el
lenguaje científico, las teorías y los hechos, los conceptos y las leyes científicas, la predicción y la
explicación, la racionalidad y el realismo, la filosofía de la ciencia ha empezado a reflexionar
respecto a muchos otros temas: las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad, la
contraposición entre paradigmas rivales, el progreso científico y su influencia sobre el entorno, las
comunidades y las instituciones científicas, la construcción de hechos y de las representaciones
científicas, etc. (Echeverría, 1995: 7). Resumiendo, si entendemos a la epistemología como teoría
del conocimiento, debemos reconocer a René Descartes y John Locke como los primeros
epistemólogos. Desde la filosofía se entiende que la modernidad da comienzo con el pensamiento
de Descartes, quien a su vez da inicio a la teoría del conocimiento como ámbito de reflexión.
Descartes, desde filas racionalistas, sentó a la razón como origen y por ende fuente del
conocimiento certero. Prontamente llegaría una respuesta contraria desde filas empiristas de la
mano de John Locke, quien defendería a los sentidos como origen y límite del conocimiento
humano, es decir, el conocimiento se originaría en los sentidos, pero más allá de ellos no es
posible conocer nada. Más allá de estas divergencias presentadas escuetamente, ambos filósofos
coincidirían en que no conocemos a los objetos en sí mismos, sino que ideas presentes en nuestra
mente acerca de los objetos. Ambos filósofos sembraron las semillas para posteriores
indagaciones llevadas a cabo por autores como David Hume, George Berkeley, Emanuel Kant,
entre otros, quienes intentaron responder al desafío escéptico. Me interesa detenerme
brevemente en Immanuel Kant, quien puede ser considerado un teórico del conocimiento en
tanto el objeto de reflexión que le ocupa a lo largo de la Crítica de la razón pura es el
conocimiento, aun cuando parte de él como un hecho (por lo menos en un primer acercamiento
en tanto entiende que los hombres pueden conocer), debe demostrar cómo este conocimiento se
da. Explicar cómo es posible que el conocimiento se produzca, lo que supone indagar por sus
condiciones de posibilidad, es una de las estrategias asumida por el autor para responder al
escepticismo. Pero también podemos considerarlo un antecedente de la epistemología, en tanto
en la misma obra, parte de su argumentación consiste en fundamentar a la ciencia, fundamento
que reside en dar cuenta de las características que posee el conocimiento científico —entiéndase
matemáticas y física— y que no poseería la metafísica. No es de extrañar que Kant haya
emprendido como tarea la fundamentación filosófica de la ciencia si tenemos en cuenta que la
ciencia moderna, ciencia que fue dada a luz entre los siglos XVI y XVII, supuso una forma
revolucionaria de ver, comprender y también de modificar el mundo. Uno de los aspectos que
forma parte de la revolución científica y contribuyó a forjar una nueva identidad a la ciencia
moderna fue la matematización de la realidad, junto a la observación y la experimentación. Galileo
Galilei, considerado pionero de la ciencia moderna, despoja a los fenómenos o hechos naturales
de sus características secundarias, la ciencia ha de centrarse en aquellos aspectos o características
que son objetivas y por tanto cuantificables; a saber, velocidad, aceleración, etc. A través de lo
cuantificable pueden determinarse las leyes que regulan los fenómenos de la naturaleza. La
naturaleza no es caótica, sino que posee un orden racional que puede ser descubierto y plasmado
en leyes que explican la regularidad. Recordar sus palabras de honda inspiración pitagórica: La
filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos, quiero decir, el
universo, pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a conocer los
caracteres en lo que está escrito. Está escrita en lengua matemática y sus caracteres son
triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin los cuales es imposible entender ni una palabra;
sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto. (Galilei, 1984: 61). En definitiva, el éxito
de la ciencia reposa en su capacidad explicativa y predictiva, que se encuentra sustentada en la
posesión de un método, lo que aseguraría que la ciencia obtenga, a diferencia de otros saberes,
buenos resultados. Alimentados por el éxito de la ciencia moderna, cuyo mejor ejemplo es la
teoría newtoniana, resultado de la conciliación de los aportes de Johannes Kepler y Galileo Galilei,
emergen pensadores del siglo XIX tales como Ernst Mach, Henri Poincaré, Pierre Duhem o Heinrich
Hertz, preocupados por aspectos puntuales de las ciencias, que pueden ser considerados, al igual
que Kant, antecedentes de la epistemología. Más allá de las contribuciones que cada uno de ellos
realizó a la rama de la ciencia de que eran partícipes, estaban interesados por los problemas
filosóficos surgidos en el seno de las disciplinas científicas. Predominaba una preocupación por la
naturaleza y el alcance del conocimiento científico por oposición al conocimiento vulgar, así como
por la clasificación de las ciencias y por la posibilidad de edificar la ciencia inductiva a partir de
observaciones. Se estaba gestando así una proto-epistemología, que era cultivada por
matemáticos o científicos con preocupaciones filosóficas y por filósofos sin formación científica.
Estos científicos y filósofos reconocidos y admirados en sus respectivas especialidades, en sus
horas de ocio o a la hora de dictar conferencias de divulgación, encontraban necesario discutir en
detalle ciertos axiomas que los propios hombres de ciencia y el público no docto daban por
supuestos. Por ejemplo, la «objetividad» de la ciencia, su «independencia», la «libertad» de la
investigación, la función «social» de la ciencia, la «ética» de la ciencia, el valor de los procesos
inductivos y deductivos, etc. Los pensadores ya mencionados y otros, como Alexander von
Humboldt, Auguste Comte, Bertrand Russell, Alfred North Whitehead, Charles Peirce, se ocuparon
de problemas auténticos, originales y de envergadura dando comienzo a una tradición de reflexión
que asume una identidad propia a partir de 1927. 1.2. La profesionalización de la epistemología La
situación de epistemólogos ocasionales sufrió un cambio radical a partir de 1927, año en que se
establece el Círculo de Viena (Wiener Kreis). En él se reunió un grupo de pensadores provenientes
de diferentes disciplinas (físicos, filósofos, matemáticos, biólogos, sociólogos, historiadores,
psicólogos…), con el fin de elaborar colectivamente un programa de lo que se puede llamar
epistemología profesional. El Círculo de Viena se organizó como tal en torno a la Cátedra de
Filosofía de las Ciencias Inductivas que Moritz Schlick ganó en la Universidad de Viena en 1922.
Schlick prontamente congregó a diversos científicos y filósofos, entre los que podemos contar a
Rudolf Carnap, Otto Neurath, Hans Reichenbach, Vicktor Kraft, Herbert Feigl y, si bien no formaron
parte del Círculo, a Karl Popper y Ferdinand Gonseth. La actividad de este grupo fue breve ya que
duró menos de una década, aunque intensa y muy influyente. Se reunía semanalmente, inspiraba
a grupos afines en Alemania, Francia, Checoslovaquia y Suiza, organizó el primer congreso
internacional de Epistemología (París, 1935) y fundó la revista Erkenntnis. La aparición de este
grupo responde, entre otros factores, al proceso de transformación que a principios del siglo XX
había sufrido la ciencia con la emergencia de la teoría de la relatividad de Einstein, así como al
desarrollo de la lógica matemática ligada a la teoría de conjuntos y a la aparición de la mecánica
cuántica. El propósito de este grupo fue elaborar una filosofía científica que rompiera con la
Wissenschaftstheorie y con la metafísica desarrollada en los países germánicos como las de
George Wilhelm Hegel y Martin Heidegger. Urgía para este grupo el planteamiento de un criterio
que permitiera distinguir con claridad el conocimiento científico de aquel que no lo era pero tenía
pretensiones de serlo. Para ello propusieron el criterio empirista de significado. La aplicación de
este criterio permite concluir que solo serán considerados científicos aquellos enunciados que
puedan ser verificados, por lo que la metafísica y otras áreas de saber con pretensiones de
cientificidad no pueden ser consideradas ciencia. Esto se debe a que sus enunciados son
pseudoenunciados, ya que no refieren a nada que pueda ser verificado (ni siquiera en principio).
Las obras metafísicas no son estériles, falsas o incorrectas, sino que sin sentido, porque están
construidas sobre pseudoenunciados que no poseen correlato empírico. Se trata de ámbitos en el
que el hombre expresa su sentir frente a la existencia, pero no son ámbitos de carácter cognitivo.
Como apunta Bunge (1997: 23), el Círculo cambió la faz técnica de la filosofía, al poner en práctica
y desarrollar el programa de Bertrand Russell, de hacer filosofía more geométrico, y en este caso
con ayuda de la lógica matemática. Tomando estos aportes y teniendo en cuenta la revolución
relativista de Einstein, sus miembros pretendieron llevar adelante una auténtica revolución
filosófica, apelando al proyecto de Auguste Comte de la unificación de las ciencias, junto a las
epistemologías empiristas de Mach y del Wittgenstein del Tractatus. Los diversos miembros del
Círculo se sentían compelidos a discutir y reflexionar sobre la unidad de la ciencia y sobre la
manera de lograr tal unidad, a través de la elaboración de la Enciclopedia para la ciencia unificada
y, de esta forma, los problemas lógico-sintácticos, la inducción y la probabilidad, la teoría del
conocimiento y las aplicaciones de la lógica a otras disciplinas fueron sus temas de investigación.
La elaboración de la Enciclopedia requería de una filosofía científica, tarea que asumieron Carnap y
Reichenbach. Así, en la convocatoria de la Preconferencia de Praga en 1934 (que tenía como
objetivo preparar el Primer Congreso Internacional sobre ciencia unificada), tal objetivo se señala
como general para todas las ciencias. Hay que tratar sobre los fundamentos lógicos de todos los
ámbitos científicos, y no solo de la matemática y de la física. (Carnap, 1935: 1; en Echeverría, 1999:
22). Hubo distintas tendencias dentro del Círculo respecto a cómo lograr tal unificación, entre ellas
el fisicalismo, que terminó imponiéndose, formulado por Neurath y aceptado al final por Carnap.
La reducción de todos los enunciados científicos a lenguaje fisicalista era la forma de llevar a cabo
la unificación de la ciencia, para lo cual había que partir siempre de enunciados empíricos
atómicos, estrictamente observacionales. La inducción como método de la ciencia junto a la lógica
matemática permitiría la construcción de teorías y leyes. Los enunciados observacionales son la
base de la ciencia positiva para el fisicalismo. Al comparar la forma lógica de dichos enunciados,
por ejemplo, «Marina piensa» y «La tostadora hace tostadas», se comprueba que es la misma.
Ante esto la unificación de la ciencia debe llevarse a cabo reduciendo todas las proposiciones
observacionales a lenguaje fisicalista, con lo que se mostraría que existe un núcleo común a todas
las ciencias positivas. No obstante, la distinción teórico-observacional acarreó problemas
importantes, sobre todo en el caso de las ciencias empíricas. El fisicalismo pretendía basarse en
proposiciones atómicas expresadas en lenguaje observacional y con la misma forma lógica para
todas las ciencias empíricas.4 En el seno del Círculo de Viena se gestó la identificación entre la
filosofía de la ciencia y la epistemología, de la mano de Reichenbach. Desde su perspectiva,
cuando se analizan los diversos procesos científicos «la epistemología considera un sustituto
lógico, más bien que los procesos reales» (Reichenbach, 1938: 5; en Echeverría, 1999: 32).
Reichenbach instauró como tarea de la epistemología lo que se conoce como reconstrucción
lógica: Podríamos decir que una reconstrucción lógica se corresponde con la forma en que los
procesos de pensamiento son comunicados a otras personas, en lugar de la forma en que son
subjetivamente conformados (Reichenbach, 1938: 5; en Echeverría, 1999: 32). Lo que resulta de su
propuesta es que el epistemólogo no tiene que ocuparse de los procesos a través de los cuales se
gesta o se produce un descubrimiento científico, sino que debe interesarle el resultado final, el
producto de la investigación que suele presentarse bajo la forma de artículo. Detenerse en el
proceso sería hacer psicología o incluso sociología del conocimiento, mientras lo que interesa es
someter el producto a una reconstrucción lógica del conocimiento. En definitiva, al filósofo de la
ciencia lo que le interesa es el conocimiento científico, su estructura lógica y metodología interna,
y no cómo se logró o cómo se difunde. El positivismo lógico desarrollado por este grupo y sus
continuadores tuvo una enorme influencia hasta entrados los años sesenta, a pesar de las críticas
que Karl Popper había desarrollado a algunas de las tesis (inductivismo, confirmacionismo, entre
otras). Para hacer justicia se ha de señalar que el Círculo de Viena tuvo el mérito de presentar un
proyecto que pretendía hacer de la filosofía de la ciencia una filosofía científica, es decir, una
ciencia de la ciencia, en torno a la búsqueda de su unidad apoyada en el fisicalismo, la lógica y el
empirismo. Si bien en la actualidad podemos decir que la mayoría de sus tesis no son aceptables o
no son defendidas desde diferentes filas eso no es suficiente para dejar de reconocer que sentaron
las bases para una nueva disciplina que ha realizado progresos extraordinarios en torno al
conocimiento científico.

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