Alfonzo - 1892 - A Venezuela en El Centenario Del Libertador - Unknown PDF
Alfonzo - 1892 - A Venezuela en El Centenario Del Libertador - Unknown PDF
Alfonzo - 1892 - A Venezuela en El Centenario Del Libertador - Unknown PDF
VENEZUELA
BN Kt,
CENTENARIO
PEfc
LIBERTADOR.
CARACAS
IMPRENTA DE LA 1'A'iKlA
1392
A
i
VENEZUELA
EN HL
CENTENARIO
DEL
LIBERTADOR
CARACAS
IMPRENTA DE LA PATRIA
1892
!
Señor
Acepto con placer i agradecimiento la excitación que
usted se dignó dirigirme con fecha 27 del mes último,
como presidente de la comisión para solicitar i reunir las
publicaciones oficiales y las obras de escritores venezolanos
que han de servir de base a la formación de la Biblioteca
Americana a que se refiere el programa de las fiestas del
Centenario; i en verdad que como usted supone, no dejaré
de contribuir con lo poco que esté a mi alcance.
Soi de usted atento S. S.
Luis Jerónimo Alfonzo.
Señor Vicente Coronado.
!
dome " con que veré libre al general " ? " por su-
: ;
— 10 —
puesto que sí," le contesté, con aparente seguridad, i
tan grande, como grande era mi ignorancia de aque-
llas cosas, para juzgar acertadamente de su definitivo
resultado pero era palpable que al descubrir la menor
;
aceptado.
Al día siguiente los revolucionarios, ya provis-
tos de recursos, recibieron las órdenes de ocupar sus
puestos, i por la noche intentaron sorprender las
fuerzas de La Guaira. Posteriormente Comprendí
«pie habían contado como infalible tomar aquella
plaza, para constituir en ella un gobierno que re-
conocido por los ministros de Francia e Inglaterra,
sirviera de centro a la reacción de hecho, ya que
ia de ideas la creían consumada; pero si estériles son
siempie o las mas veces los primeros esfuerzos de
toda gran causa, que tiende á corregir el orden
social existente, por el empeño que en sostenerlo
ponen naturalmente todos los bien hallados con él,
íjue corriese igual suerte aquella tentativa, ¿cómo
estrañarip.? I pasó efectivamente sin que se hiciera
sentir, tan desairada, que en las plazas ó las es-
quinas de esta capital se agrupaban las gentes atraídas
por los que miraban fijamente hacia Galipáu, se-
ñalando a los que por asalto se habían adueñado
de aquel puerto venían para la casa de gobierno.
i
II
tira.
III
— 16 —
Másj ¿para cuándo dejo consignar la pro-
el
funda estima en que todos excepción teníamos
sin
a José de Jesús Martínez Juan Aguerrevere, cuya
i
mando
Tal era, pues, aquel círculo, que en esta capital
empujaba fuertemente i con sujeción a un plan, la
común tendencia revolucionaria, como lo prueba que
a él hacían presentar cuantos llegaran de las
se
provincias,deseosos de obraren combinación; i yo
aunque el último de los que lo formaban, fui en-
cargado del ejecutivo, seguramente porque se reu-
nía en mi casa, i porque de atrás como secretario
venía figurando, i todo lo expongo en acatamiento
a la verdad i por el provecho que acaso traiga, no
por vano alarde, que tal no cabe, indudablemente,
ante su resultado final, el más triste, por cierto.
IV
Cuando ya nos pareció bien organizado el centro,
seguros como estábamos del oriente i del occideute
por la acción acertada de Sotillo i de Zamora,
acordamos que fuese a Curacao a entenderse con
•el señor general Falcón un comisionado, ofreciendo
expohtáneamente las dos morocotas necesarias al
efecto, el s«ñor Ibarra tan fino caballero como buen
coopartidario: amenazado por lesión orgánica, de muer-
te repentina, exánime con frecuencia lo ponían sus
accesos, sorprendiéndolo a las veces allí mismo, en
medio de nosotros, sus amigos, i al volver en sí,
ni aún consentía que nos preocupáramos de su es-
— 17 —
tado, excitándonos a uo interrumpir por él* nuestra
labor. Oómo arrastran las ideas hasta en el borde
¡
— 18 —
muchísimo por lo mismo en aparecer ante ella con ét
identificado plenamente, i en fin que celebraría infinito
acojiera mi excitación en tal sentido.
Al día siguiente el señor general fué a vernos, y
me entregó esta carta, en la que negó cabida a lo
que me permití recomendarle respecto de Zamora.
— 25 —
datarlo: de ¿cómoseguro no?, que habría con
tal programa dominado la situación, si el señor
general Castro no hubiera conservado como resto
de su delirio, una ciega confianza en un partido
que creía tener, formado por una sección del oligar-
ca, pues mu en eso, dejó el mando de las fuerzas
i
— 34 —
s«speto ;
pero no basta ser para satisfacer a
tales,
todas previo sobre
las exijencias del Estado, ni juicio
asi lo son o no, es tampoco necesario para !a completa
validez de su elección, la cual de suyo lo envuelve,
magnificando a aquellos en quienes recaiga. Lo con-
trario sería subordinar las mayorías a los pocos que
«obtuviesen, o mejor, que se arrogaran esa calificación,
mnica efectiva soberanía, claro está, tanto que a ella
i
lles de Barlovento.
lante.
IX
Informado a poco de que no habían ido ni una
sola vez siquiera a registrar mi casa, para llevarme
a la rotunda, perdí todo temor a residir en ella,
i como se agregara mi apego a la tierna compañía
de mi madre mis hermanas, me les uní cuando
i
— 54 —
Imcer el entierro de uno sus niños, recien nacido,
xaos dimos a exitar a todos nuestros coopartidarios a
asistir a él, como manifestación trascendental, lo
que produjo que aquel inocente, de humilde cuna,
fuese acompañado en su última jornada, la que con-
duce al. lugar del eterno reposo, por un concurso tal
«que acaso ninguna notabilidad lo atraería en tiempos
«orinales, i por supuesto que no prescindimos de for-
jar erwtre los doloridos, los que habíamos promo-
vido dicha manifestación,
Beligiosa de suyo mi madre, aun mas lo fué,
%ajo aquel fatal golpe que le había partido elalma.
«Su único refugio, la oración, a la que a todos nos
atraía para lanzarla en concierto de suave i acom-
pasada voz, desde fondo de nuestra tristeza com-
el
— 55 —
cutar, sacando siempre victoriosos a los federales.
En. si hubiera continuado
fin, bajo semejantes con-
diciones, habría perdido el juicio.
Un aviso de Curasao de que mi padre estaba
mui malo, obligó a mi madre, a solicitar del titu-
lado gobierno pasaporte para mí, a fln de que me
fuera a asistirlo, sin dificultad lo obtuvo, i lo que
i
XII
Volverme a esta capital en pos de algún aveni-
miento, ya que tan adversas habían sido las armas,
ni aún remotamente alhagaban tampoco, según todas
las probabilidades, se hizo mi anhelo del momento,
i lopuse en práctica, gracias a que el gobierno,
después de Copié, entró en algunas concesiones,
aunque mezquinas a lo que exijían las circunstancias,
sí lo bastante para ampararme en ellas i solicitar
que se extendieran todo lo preciso para su eficacia.
]STo solicité el consentimiento de mis compañeros
asilados, porque me pareció más seguro, por supuesto
sobre bases sólidas, que el de los adueñados del
poder público, ni el de estos mismos se me repre-
sentó mui difícil, i menos imposible, pues así no
lo habría procurado.
— 70 —
vuestros, de vuestro partido. En
popular que pre-
el
cisa las cosas como son en Jas llama por
sí, que
sus propios nombres, que descansa, en fin, en la
conciencia de su fuerza, sin temor a clase alguna
social, porque no quiere sino lo que todas en con-
cierto, rechazando juntamente toda esclusión i to-
da preferencia; en el partido popular, sí, estaríais
perfectamente bien: no incurriríais en contradic-
ción, i se elevaría a mas altas regiones vues-
tro espíritu, i
Qué lazos, señor, os detienen? De-
jaríais de tener talento, de tener golpes de vista,
cualidades de hombre de Estado, si os retuviera un
aJistamiento hecho impremeditadamente, en filas que
lió alcanzan a conteneros. A
la arena sin trabas, pues.
í^d popular i seréis grande. Tal vez volvamos a
escribiros: dependerá de la acogida que nos diereis.
E&tre tanto, adiós señor, i sed feliz ".
"El silencio, señor con que habéis correspon-
dido a nuestra anterior carta, nos hace dudar de
la analogía que, con el más vivo placer, creímos
notar entre vuestros escritos nuestras opiniones
i
-71-'
que las sociedades tienen destino impuesto por
Dios, i que es impío contrariárselo : olvidad que
en ellas hai otra fuerza, la opinión, distinta del
gobierno i cuando se desarrolla, superior a él, pues
nunca logra comprimirla ; i olvidad, por último,
que esa os acompañaría en la oposición, si os
decidierais a hacerla, i ni siquiera la mencionéis
más, seguid antes bien las trazas
i de vuestros
amigos, a quienes estáis sirvierdo, aunque así torzáis
vuestra carrera, que en cambio defenderéis entonces
bien la de ellos. ¿Qué más tendréis que
causa
hacer, sino acusar de vandalaje a las dos terceras
partes de vuestros compatriotas, los federales? Ello
es mui sencillo, en cuanto a la revolución, ¿para
i
— 74 —
que la partido que traicionó^ aquel mo-
preferís al
vimiento, uo obstaDte los lazos que con él os
ligan: prueba que reconocéis que a ella le toca,
lo que escritores merceuarios le niegan, dirigir sus
negocios por sí misma, independientemente de men-
tores, ya que pretendan algunos convertirse en tales :
— 82 —
las sociedades; i ésta de guerra con los dos
cansada
años que la viene sufriendo, desechará cuando
os
menos penséis, siu que alcancen a impedirlo los po-
cos que os queden fieles. Evitad ese violento cam-
bio, i preparadlo para que no traiga nuevas cala-
midades, haciendo mas mas doloroso este lamentable
i
-87-
" Conciudadanos
— 8S —
do a mantener en ella el equilibrio, porque debo
aquí decirlo una vez por todas i para siempre
entro con la conciencia de la legitimidad a ejercer el
mando, como me asistía también el 2r de agosto,
pues sin ella nunca habría asumido tamaña res-
ponsabilidad, cuando al contrario me pesaba que
sobre mí recayese.
Algunos lian pretendido que no bai constitu-
ción, i que el gobierno es de hecho, nacido de
horrorosa doble felonía, arguyendo que en el 1? de
dicho mes se depuso al Presidente, señor general
Castro, i se proclamó la federación pero esos ;
— 91 —
para unos ipara otros. Proponiéndose implantar
otro sistema, que se está haciendo en verdad,
lo
no es sino destruir la República i para que no
;
— 92 —
neral Castro, en 21 de junio del año anterior, llamó
al ministerio a entidades del partido liberal; pero
esa concesión en nada se tuvo, í siguió aquella
adelante, importando fusiles i pertrechos, jefes i
do el de los odios i de
olvido de las calificaciones,
las venganzas, i en resumen, el olvido de los mez-
quinos intereses de partido, generadores de esta la-
mentable situación, situación imposible de remediar,
mientras subsistan sus causas. El bien de todos solo
por esfuezos de todos puede alcanzarse, i de ellos
el primero es ahogar las malas pasiones. ¿ Hasta
cuándo se oirán los toques del clarín i las detonacio-
nes del cañón, en vez de las enseñanzas de la prensa ?
I Hasta cuándo prevalecerán sobre las sanas ideas
de reforma legal, para cualquier conquista a que se
aspire, las perniciosas de cambios violentos que solo
traen estagnación i desaparecimiento súbito de una
jeneración completa ? I muy distante estoi de atri-
buir tanto mal a alguno solo de los dos partidos, sino
que creo que de él son ambos responsables, i así a
ambos me dirijo, exijiéndoles en común el sacrificio.
Al consumarlo, bajo el amparo del gobierno, que se
atendía a su misión de mantener entre ellos el equili-
brio, garantizando los derechos individuales, vendrán
el orden, el progreso i la gloria de la patria, i en fin,
la contemplación del mundo, de que gozó Colombia.
— 94 —
¡
Gónio me ha asaltado ese recuerdo recuerdo
!
,
— 96 —
¡*eorto, comorecto, se destacan la verdad i el bien
el dédalo que forman aquellas, el error i el mal no
más ofrece. El cielo nos libre de vernos encerrados
en él, sin encontrar salida. Practiquemos la república:
no más guerra. A nombre del pesar que ya nos de-
vora a todos, a nombre de la conveniencia i de la
lionra de la patria, pido a los odios tregua. Cesen
los combates principie la discusión, i ella nos sacará
:
— 97 —
los dos encontramos la única eñcaz para esta situa-
ción I" "Eso no, porque me constituiría responsable
del mal que le trajesen los errores que acaso come-
tiera", me replicó, explanándolo así "influye por mu-
:
7
;
— 98 —
de", pues no en esa, sino en la del número 9 oeste
1, pasó lo que dejo narrado.
A
puerta cerrada de la pieza cita al norte del za-
guán, i a solas me escuchó el señor Tovar, por
dos veces seguidas, a la misma hora que me seña-
ló cuando le fui presentado. Qué de cosas no le
¡
— 102 —
tivas i negativas, que al eliminarse entonces el querer
de losmenos, constará palpablemente el de los mas ;
— 103 —
que en su penuria no halla cómo hacerse, para los
inmensos, extraordinarios gastos de la guerra.
La prensa misma, que pudiera tomarse como órga-
no del partido que manda, pronunciada contra la
política del presidente, señor Tovar, lo exita a que
imite al sabio i virtuoso Vargas, renunciando; i él
a su vez no se cuida de ella, pues si satisficiera sus
pretensiones, lo alabaría por demás, i aunque indu-
dablemente estaríamos peor, ella afirmaría lo contra-
rio. Pero no menos desprecia el primer magistrado
seria !
— 105 —
Lloramos, en fin, todos a todos, que en verdad
todos somos una sola gran familia, ciertamente nada
mas que mía sola, por la solidaridad de la patria.
Preciso es confesarlo: tantísimos sacrificios son
superiores a la debilidad i lo jieor que no
humana,
han producido seguramente su fin, la
ni producirán
deseada salud publica. Pero ni ella tampoco afortuna-
"
— 108 —
había caído, para cuando nos venimos refiriendo, en
profundo marasmo, consecuencia de su esperanza en-
gañada pues si en los años anteriores al 48, había
;
si la había roto
pisoteado era evidente la ineficacia
i
yen i qué
recurso entonces f el único, las armas. La
revolución es de ideas. Cómo desconocerlo
¡ !
— 114 —
fin i la suerte cruel que cupo a su familia, conmo-
vida la posteridad lo eximiera de toda culpa más ;
De ahí su valimiento.
En tanto, ¿ qué es de aquel rei, de su dinastía
i de los nobles, que también rechazaban las refor-
mas 1 La historia es el mejor consejero del poder
consultémosla. Trájico fin tuvieron corrió a torren-
;
— 123 —
miserables intereses de partido o del fanatismo por
las luces condenado, no ventila las cuestiones socia-
les para decidirlas en justicia, sino que las falla a
priori, como más conviene a sus fines particulares,
o a sus teorías concebidas en la exaltación. I no
hablamos de esos libelos que al exhibirse de vez
en cuando virtiendo hiél, mantienen vivos los odios
dé ellos seguramente no vendrá el buen consejo,
ni de esos periódicos tampoco que no usan otro
lenguaje que acabar con los bandidos. Escribir así
es muí fácil pero no menos pernicioso.
;
— 125 —
inedidas aplicadas incesantemente en su contra,
| cuánto no dilataron su resistencia 1 El general
Turreau, batía las partidas fugitivas, i cuando no,
conforme al decreto de la Convención, quemaba
bosques i aldeas i recogía la población para trasla-
darla a otra parte, I la Bretaña, antes reducida
a grupos de treinta o cincuenta hombres, que de-
tenían a los correos i diligencias i asesinaban a
los jueces, i especialmente a los compradores de
bienes nacionales, luego que incrementó con los
fugitivos vendeanos, i sobre todo con la dirección
de Puissaye, que reuniendo extraordinaria habilidad
para congregar partidarios, a una desmedida am-
bición i mucha actividad de cuerpo i alma, no
podía menos que aprovecharse de la configuración
del terreno, de la extensión de sus costas i del
fanatismo de sus habitantes, atrajo por fin el auxilio
de la Inglaterra. I sucedía eso como ocho meses
después de aquel desastre, ante el cual, como ya
dijimos, pudo considerarse ahogada la guerra civil
i la de la Yendee, si no mui viva i peligrosa, por
— 126 —
nimatar Cuando la expedición de Inglaterra otorga-
!
— 128 —
la contraríen, no tienen en su apoyo las circunstan-
cias que favorecieron al genio militar del siglo, i no
alcanzarán siquiera lo que él, apenas detenerla, que
«n cuanto a dominarla absolutamente nadie, puesto
que a él mismo lo arrastró. Solo las nuevas ideas
reinarán en lo sucesivo, que han penetrado ya en
Alemania, la cual si dilata emprender, persevera
hasta concluir ella, sin la iniciativa de la Francia,
:
¿ Qué
ristóteles, o a la de Platón ? moral, que no?
concuerde en sus principios con la de Sócrates?
¿ Qué derecho que no tenga por fuente el de Justi-
niano? El buen gusto, hasta la sublimidad, ¿dón-
de lo han desplegado las artes como en Italia 1 í
¿ por qué negársenos entonces nuestra participado»
en tal herencia, inestimable ? ¿ Por qué habriamos
de ser legatarios solamente, i algunos querrían que?
ni eso fuésemos, i sucesores los extraños?. Pue-
ril rivalidad!
La civilización no es, no, para alguno que otro»
pueblo, sino para todos por igual, ni más ni menos,
que la caridad, la inteligencia, la tolerancia, la jus-
ticia, los mares, la tierra, el vapor, la electricidad-, ,. . ~
Como hecho múltiple, que exije el concurso de innu-
merables circunstancias, ella, en una sola rejión no
podría desenvolverse, pues tanto necesita de la ima-
ginación ardiente de la zona tórrida, como de 1*
— 132 —
íria razón de la templada, i de la industria inglesa,
por ejemplo, como de nuestra agricultura i aban- ;
— 134 —
phiaz, que "los i siembran do-
que obran iniquidad
lores i los de Dios, consu-
siegan, perecen al soplo
iirMios por el aliento de su ira". He allí lo que nun-
ca debieran olvidar los hombres, verdades eternas
<que libros sagrados encierran i que oportunamente
pesan sobre los pueblos que las desprecian!
¿ Sería posible que la Infinita Sabiduría no de-
jase otro camino para ir a la paz, que el de la
.¡guerra! Entonces esta seria necesaria i no lo es:
el cielo la condena, i desde luego los que apesar de eso
la emplean o la aconsejan, como indispensable, exi-
jan aquella ira. I tiene de extraño
tras ella, qué
«1 triste cuadro de la desolación, sentidos lamentos
«de Jeremías, "cuado no encontraba penas que igua-
lasen a las d^ la luja de Sión, sin límites, como
las aguas del mar "? I tales nuetras penas también !
'
con su propio impulso sobre dicho movimiento va
creando, según la mayor o menor buena acogida que
se le dispense, o la resistencia mas o menos fuerte
que se le oponga, todo de difícil apreciación, así que
coloca mni en alto la ciencia administrativa i hace
merecer muchísimo al que sabe aplicarla. Decir que
gobernar no es mas que imponer, no ya la voluntad
del mandatario, sino de la lei misma, pero conforme
solo a su letra muda, es un error, pues nada sería
entonces mas fácil, i las sociedades ofrecerían sin
alteración, aquel risueño aspecto de las familias pa-
triarcales; i lejos de eso se agitan sin cesar, com-
!
— 136 —
baten i caen a la veces en salvajerías. ! Cómo evita
todo eso el don de mando
I lo que aqní decimos, es verdad irrecusable,
no menos que lo que expresamos en números ante-
riores, a saber, que el ciudadano puede ejecutar todo
aquello que no le prohiba la lei, i el magistrado en su
calidad de tal, lo que le ordene solamente, sin que haya
contradi cci ón pero nuestros artículos aunque acusados
;
— 142 —
&iii jefe; pues sea cual fuere el juicio que forme-
mos de ese hecho, al pesarlo como uno de tantos
ordinarios de la vida, sin atender a los tiempos ni
a otras circustancias, en la balanza de nuestra de-
purada justicia, que condena matar con perfidia*, al
general de las tropas enemigas, no podremos menos
de reconocer que es resultado de una gran fuerza
moral, superior a cualquiera física, como lo revela
a cada uno su propia conciencia; sin hablar, pues,
repetiremos, de ese valor, aunque provenga de la
misma fuente, nos referimos ahora a ese otro no
menos grande, que mostraban los cristianos en medio
del martirio, sufriéndolo con tal fruición, que se
sobrecogían sus verdugos. I penetrando en la esfera
de la filosofía antigua, nos referimos a aquella su-
blime resolución, hija sin duda de convencimiento
mui profundo, que lleva a Sócrates a beber la cicuta,
antes que abjurar de sus creencias; nos referimos
a la lealtad de Temístocles que prefiere envenenarse,
a marchar contra su patria, al frente del ejército
del rei, que le acogió en su corte, cuando aquella
lo perseguía; nos referimos a la altivez de Catón,
que despedaza sus entrañas, por no someterse a la .
— 145 —
«ion i al deseo de ser felices que todos abrigamos,
instinto i deseo que se alarman instantáneamente,
sin nombre
previo discurrir, cuando se nos exije en
de la patria, más de lo que estamos obligados, a
consagrarle. Por eso, lo hemos dicho antes, la salud
de ella no demanda tales sacrificios. Estos nos
llevarían a un estado todavía más incierto que el
natural, nos liarían maldecir nuestra vida i ansiar
i
lismo aun mas pesado que los propios reyes del de-
recho divino, i la inquisición, por sobre todo odiosa,
«orno que ataca la conciencia, que nunca cede a
ninguna intervención violenta. Sí, todo eso ha ter-
minado, i no en paz, sino en sucesiva guerra, sos-
tenida por los que buscaban justicia, sin arredrarse
porque les faltaran elementos, conñados en.su éxito,
contra los que poseyéndolos, sus explotadores, que-
rían conservarse privilegiados. ¿ Que habría sido del
eme hubiera dicho al rei que se tenía por el Estado,
que. estaba acumulando odios, que llegarían a estallar
algún día, sobre sus hijos i sus cortesanos, hasta
proscribirlos o decapitarlos? I al que bajo el impe-
rio de la inquisición, hubiera invocado la tolerancia
hoi proclamada sin contradicción, ¡
cómo no lo ha-
brían arrastrado al fuego a todo escape !
fee i la lógica
derivan, de ellos, en ellos la razón
puede leerla, como lee en sí misma la suya, que
esta en verdad de nada le serviría, si no. pudiera
determinar también aquella, i la lógica de la vida
— 149 —
social no es sino de la naturaleza sobre
la sanción
1
_ 156 —
aun cuando se la considere errada, aunque se juzgue
de vándalos. A eso solo nos hemos contraído, advir-
tiendo que estamos al borde de un abismo, con. el
más ardiente deseo de que lo evitemos. Pero ¿ qué
efecto han causado nuestras observaciones 1 Ninguno,
bien lo palpamos, i no por eso sentirnos haberlas he-
cho. Serán siempre una constancia de que no faltó
quien señalara la senda en que cabíamos todos, con
opiniones contrarias i opuestos intereses, conteniendo
aquellas en los límites que prescribe la tolerancia i
no sacrificando jamás por estos, los de la patria. A
pesar de ello, la lucha sigue adelante i un mismo
sentimiento parece animar a ambos- combatientes, ex-
hibiéndose a cual más decididos, a vencer o morir l
— 158 —
que el único natural que de ellos cabía esperarse, a
saber: que perdieran aquellos su influencia i se les
calificara en adelante de traidores. Mirabeau, Barna-
be, Lafayete i otros, impotentes a pesar de su genio
i su prestigio, o por lo menos de este último, i acu-
sados antes de desplegar sus intenciones, nos dicen,
.
— 101 —
cuidan de abusar, i eso solo basta para que la vida,
por humilde que sea, ofrezca dulces encantos. . .
— 162 —
causa propia, con simio interés, revelando a las
claras deseos de convencer, i aún me insinuaron que
eso era contribuir a la justificación de nuestros
enemigos pero no fué bastante tal reprobación, para
;
XIII
. — 168 —
otros,prescindiendo de lo que hayan sido después,
que no lo sé, .estaban aun entonces inmaculados, í
podían reputarse ornato de la comunidad en que for-
maran.
A
más del citado, componían aquel los señores licen-
ciado Francisco Aranda, vicepresidente; vocales, Car-
los Félix Bigot, Tito Alfaro, Benito Urdaneta i Juan
Bautista Arismendi, i secretario Zacarías Briceño
todos los cuales tuvieron sesión en la mañana de ,
— 100 —
que por fin al dea"—- t „; j, w f/ que
<unV*lHose
^ / Medirnos ms Il prologo 1 S1 1
de los. nombres, i %
p>ra c óncl%se la del folleto,
recibí esta nota, por supuesto oficial, que si no lo
fuera, ¿cuál otra lo s^ría 1, eu las -^paciones entre
un agente revolucionario, i el centro de que depen-
da, como autoridad moral reconocida:
"Comité revolucionario federal de Venezuela.
Curagao : 22 de febrero de 1861.
Señor Luis Gerónimo Atfónzo, comisionado cerca de los
gobiernos de la Nueva Granada.
Impuesto el comité de la nota de usted fecha
28 de enero en Oartajena, y de lo que usted agre-
gó con fecha 4 del actual, ha acordado contestarle
dando a usted las gracias por su actividad en los
pasos que informa haber dado en desempeño de su
comisión, i comunicándole lo siguiente
El vapor de Santhomas, según los datos que
tenemos, se conseguirá ya sin nuestra cooperación. . .
_ 170 — j
Ojalá que esta espectatrva Io dure más d e un
,
172 — —
para mí el más chico, i el ir^ diau0 P ara el g uía r
i poniéndonos en marcha, af todo andar en orden >
v— 173 —
to campo, revelarnos.
'.', •-,
_-<-
. +íl „,„ 1Siciei
. fcon traías leyes eterna*
.
i i í>l Ciria- ^
dór. Misión jamas faii.
]lhli án hombre, que ca-
a a
,.
— 174 —
cuerpo, para restituirlo a
la
cuenten ^/onde
los suyos que repose 68 odlos0 eiisimisma -
tranquilo/
iniento, que de no cuspen sárs¿ le lo <l ue se le anto e
J >
rechaza lo que se le haya ¿oncedido. La muerte,
bajo impresiones como aquel/as que experimenté en
el Gualí, se asemeja al suicido, vergonzosa deserción,
i de qué puesto
j del señalado por el! Criador.
Gracias infinitas a El, que no obstante haberle yo
despreciado el primero de sus dones, el que permite
la consecusión de los otros o sea el desenvolvimien-
to, me lo permitiéndome así llegar a la
conservó,
enmienda de mis yerros. Pasado el primer efecto
de las decepciones, si no debilitan la fe, que situa- ¡
V 1
- 175 -
"Desde enero vu,. ^„/ it ,.poi a ^^
nr ii<* cre-
.^ímo, como veréis
,
•
•
/
— 176 — 1
Pero,
no nronnran
iau piocuian Jl
su -ii
seguridad enV)•unión'?
, así
^
habrá de ser,tarde o tempram/' ?
qU mmCa i
ai
^
deja de ejercer su imperio laj razón, i la razón
prescribe revivir a Colombia. )
Presiento que os tocará e^e lionor, qué satis- ¡
— 177 — • .
— 178 —
" Convenidos los venezolanos residentes en esta
capital, en qne nos reuniríamos ayer para felicitaros
por el espléndido triunfo del 18, no habia querido
yo hacerlo aisladamente; mas como la indisposición
de vuestra salud, nos aplaza deber tan grato, no puedo
menos entre tanto que dirijiros esta nota.
Espléndido triunfo, he dicho, i ¿ cómo no ? efecto :
— 179 —
presenta a Venezuela ese gobierno, ¿ cómo han de en-
trar en combinación con él, los que se propongan
identificarse con ella, para correr una misma suerte,
aspirando a unos mismos destinos ? ¿ Fijaría así Colom-
bia una nueva era de paz i de progreso ? Pues que no
despierte ella de su sueño, hasta que no se vean libres
los hijos de Bolívar, por su triunfo en su guerra civil.
Estas son las ideas, i también si queréis, las pasio-
nes de mis compatriotas correlijiouarios políticos, sin
exageración, que por el contrariotemo no alcanzar a ex-
hibirlas bien pero al menos, haciendo cuanto esté
;
— 181 —
autoridad de la experiencia ni de la ilustración, pero
sí tanto amor a la causa a que estoi consagrado, que
— 184 —
lunación en el centro, para que penetrase al país el
señor general Falcón, como en efecto penetró por
Palma Sola con mil doscientos fusiles, al favor del
alzamiento que, a unas en el mayor grado de fuerza
i
— 185 —
dos, los del horrible atentado del 2 de agosto, pu-
dieron sin embargo sobreponerse a la Dación; i cómo í
gracias a los puertos, por los cuales introducían opor-
tunamente, cuantos elementos de guerra necesitaran ;
a la vez que los federales no contaron nunca con
otros que los escasísimos o nulos que les brinda-
ba el interior del país, diferencia notable en su
contra, i otra más que provino de reducirse ellos
a guerrillas, pues tal sistema relaja la disciplina,,
mientras que se bailaban sujetos a la rígida de los
cuarteles los que defendían, aunque fuera a su pe-
sar, al titulado gobierno, i la prueba está en los re-
sultados palpables, resaltantes, para nosotros siem-
pre adversos i que no podremos corregir, sino logran-
do dominar nuestros mares. Dominados, deberían los
Llanos atacar por Guanare o Calabozo, i cuando el
gobierno concentrara todas sus fuerzas a hacerles fren-
te, los desterrados ocuparían a Barlovento, La Guai-
ra i Puerto Cabello, o por lo menos llevarían a las
facciones los elementos de que carecen, i al tenerlos
ellas ocuparían la capital.
— 188 —
partes de las otras, sino todas las tres íntegras,
compactas 1 Pues todas tres compactas, íntegras,
deben entrar en la nueva organización, so pena de?
viciarla, al admitirlas fraccionadas, aumentando las.
— 190 —
coopartidarios de Curacao no hubiesen contado con
él; en verdad que yo se ia habría dejado ejercer
i
13
— 194 —
fijado ya en otro. El mundo lo conocerá después.
Por ahora, lo hemos recomendado secretamente a los-
bravos campeones de la libertad i esperamos que
;
merecerá su aceptación".
¡
Qué propios para la historia, exclusivamente,
esos pasajes que La Exposición registra !
— 195 —
buen módico, médico dotado de acierto, escusaba
escribir para la prensa, ocurriendo cuando le fuera
preciso a algún amigo i en efecto, yo mismo le
;
— 197 — ^
contrario lo quiero que conste, i aun
evitaría, como
para alegarlo, me he limitado cual bien se deja ver,
a lo absolutamente indispensable, en grandes pince-
ladas, al pues a la par del que más reco-
escape,
nozco que solo para aprovecharse de sus lecciones,
debe traerse a relación el pasado como en este es-
crito, sin que ni a unos ni a otros quepa resentir-
se de él ya que cede en provecho común, y tiene
por base, en su abono, la confesión de mis propias
faltas.
I — 198 —
I)erlo, so pena de ignominia, mientras que es hon-
ra la habilidad en manejarlo, i todavía más, título
i de los mas distinguidos, de hombre de Estado.
El funesto error a que he tenido absoluta nece-
sidad de referirme varias veces, como causa de todos
nuestros males, desde que se dejó arrastrar por él, aca-
so de buena fe, el gran núcleo principal, bajo todos
respectos, lo mas notable ciertamente del partido
adueñado del poder, orgulloso de su distinguida po-
sición privada i consiguiente respetabilidad, hasta el
punto de atenerse a sus intenciones, que buenas de-
bían ser, siendo las suyas, aunque sus hechos, ma-
nifestaciones de ellas, fuesen pésimos, abominables?
odiosos, extremo a que lo arrastró el miedo de que
la plebe destruyera el orden social, hasta en sus
fundamentos, la propiedad, la familia miedo si
fingido, criminal, tomado por pretexto; i sincero, más
que ridículo, en todo caso injurioso, digno de cas-
tigo sí, ese error se extendía hasta ver como efec-
;
— 199 —
die absolutamente deja de poseerlas, como necesaria
luz natural, dado que apenas pocos poseen el saber,
i que esos mismos pocos no lo acumulan sino so-
bre esa propia base, a fuerza de trabajo i- con el trans-
curso del tiem po i entre tanto, pues, ¿ cómo se guia-
;
— 201 —
mente las que ellos misinos pudieron hacer de pa-
ja i incapaces para guarecerlos de la lmvia v
trapos, -
— 203 —
reputación de hombre de bien, se indignaba de que
no se le sometieran todos, contando nada más que con
su bondad; pero la bondad debe ser humilde, i sobre to-
do, cuando presida un país libre, un país republicano.
¿Por qué el señor Tovar, si no antes, siquiera en el mo-
mento de la resolución del ejército en guerrillas, mo-
mento ese el más crítico de todos cuantos pudo en
su gobierno atrevesar, crítico no por el peligro in-
mediato, sino por la inmensa responsabilidad moraV
que le atraía; crítico, porque un hecho semejante
revelaba la firme resolución, inconmovible, de una
parte mui considerable del país de no someterse ja-
más a su gobierno, aunque hubiera de prolongar-
se indefinidamente la guerra; por qué el señor To-
var, decimos, se olvidó en aquel momento solemne
de la obligación que tenia de dar la paz al país, la
paz antes que todo, la paz supremo bien, suprema
aspiración de los pueblos, de darla, sí, por medio de la
paz misma, ya que por el de las armas era eviden-
te que no podría hacerlo? La obcecación personi-
ficada, eso fué el señor Tovar en el poder : guerra i
siempre guerra á los federales hasta vencerlos, esa
.su política.
— 205 —
hasta la arbitrariedad que para él, en su numera de
pensar, era uno de tantos recursos, como contribu-
yese a su objeto el señor Tovar, decimos, orgulloso
;
— 206 —
suponiéndola capaz de tal monstruosidad malvado*
:
— 208 —
mentó de que se sirven según sus intereses. Abatid
los malos instintos que abrigáis como hombre ele-
:
— 210 —
el modo como lo hacían, desde que no se corrigió
ese modo no podía suspender la guerra: siguióla,
pues, en su curso gastóse el nuevo encargado del
i
— 211 —
ellas i a los hombres, a la República, en cpn fin,
— 216 —
lia de dar el triunfo ;
pero eso es del todo absoluta-
mente imposible, señor.
Admitimos, con todo, que os lo diera, ¿ cambia-
rian por eso las ideas de los federales ? Recibirían la
lei del vencedor, mientras no pudieran otra vez opo-
— 220 — .
224
te oprimidas, Marat, esencia, podemos decir, esen-
cia concentrada i corrosiva de esos odios contra la
opresora,escribía liará dos tercios de siglo en Pa-
centro de la civilización moderna i focns entonces
rís,
— 225 —
Muchos han dicho "grato es el placer de la
venganza ", i algunos lo han cantado La filosofía
!
— 226 —
ISTo nos sorprenden, pnes, los escritos de Marat,
ni las ejecuciones que hizo el pueblo francés, exci-
tados como estaban aquellos i estas por el absolutis-
mo tenaz ui nos sorprenderían tampoco que iguales
;
— 234 —
i que le prestarán indudablemente, gracias al pacto i a
la incompetencia para apreciar la cuestión de que se
trate. El centralismo mata la libertad e impide el pro-
greso subyugando, estanca, fatal condición suya.
:
— 236 —
reservándose por supuesto cada una los que le intere-
sen a ella sola.
De ahí el de la federa-
principio fundamental
ción : los soberanos i el gobierno ge-
Estados son
neral nada más que una delegación de ellos, principio-
de que se desprende todo el sistema; i en efecto,
como soberanos que son, por sí propios respectiva-
mente se constituyen, se dan sus leyes i eligen sus
funcionarios; i pues la unión, hechura de ellos, pa-
ra satisfacer su recíproca conveniencia, es a expensas
suyas, eligen también el gobierno general, sin suge-
ción a fórmulas que las que ellos mismos
otras
tengan a bien adoptar i le asignan sus atribucio-
nes. ¿Puede acaso el mandatario imponerle a su
mandante la extensión de su poder ni el modo de
conferírselo ? Pasando ahora a la aplicación, resulta
que en sana lógica, severa, inflexible, son de la
exclusiva competencia de los Estados su Constitu- :
t
_ 239 —
cruelmente, como entonces del poder jmblico; des-
caro sin igual !, concluyente de
irrecusable prueba i
viremos ?
Si la nación, como íbamos diciendo, dejó de
existir desde que la condenaron las provincias que la
componían, estas por el contrario conservan su ple-
nitud de vida, toda vez que han llevado a efecto lo que
manifestaron querer. Pues bien, de pié ellas sola-
mente, libres por igual entre sí, i libres de que las
domine aquel centro absor vente, avasallador, ni de
que sea capaz siquiera de intentarlo, independien-
tes unas de otras, idólatras de su confraternidad,
pero enemigas de toda preponderancia de cualquie-
ra sobre las demás, es evidente, que a ellas toca
iniciar la reorganización del país, principiando por
la de ellas mismas.
De no atenernos a ellas, habría que dividirlas,
para hacer de cada una, dos o más, o bien juntar
dos o más, para constituir una; pero como tínica i
exclusivamente ellas mismas tienen derecho para ha-
eer eso, es a todas luces forzoso aceptarlas por lo que
en sí son; i al tender a fijar así su verdadero ca-
rácter, nada ciertamente les damos, que no supieran
.
,
_ 241 —
ellas perfectamente, desde sus primeros pronunciamien-
tos, que les correspondía, como lo patentiza el pro-
ceder de Coro, Harinas i Aragua, seguido después
por Maracaibo i Margarita, ignoramos si también al-
gunas otras.
Que los Estados deban reducirse a cinco u
ocho, seis a nueve, como algunos piensan, no intere-
sa por ahora, sino para cuando se instale la cons-
tituyente, que representándolos a todos, i pesando
con calma i cordura, por interés recíproco, así la nece-
sidad de que sean, cuanto se pueda, iguales, condición
de equilibrio entre ellos, como las inclinaciones o re-
pugnancias que sientan unos pueblos a formar con
otros, i cuantas más circunstancias merezcan ser
atendidas para resolver con tino, semejante punto, ar-
duo de suyo, desde que entremos a alterar linderos
consagrados por los años, trace la división territorial
definitiva, a mas de que podría mui bien suceder
que prevaleciese la opinión de que romper an-
tiguos vínculos estrechados por el tiempo i de los
cuales han provenido muchos hábitos de solidaridad,
sustituyéndolos con otros que acaso desagraden, con-
viene menos que dejar subsistentes aquellos, i bien
podria eso suceder realmente, porque se ganaría ex-
tendiendo la independencia al mayor número de las
secciones, conforme al espíritu del sistema.
Quisieran las provincias, las provincias que son
el pueblo en su forma de entidades políticas, qui-
sieran, sí, aprovecharse de la capacidad en que
están, cuando va a reconstituirse el país, de no de-
pender sino de sí mismas, única i exclusivamente, o
sea de ejercer su soberanía, que de ellas en verdad es,
según todo lo expuesto, i refundiéndolo, por ia ra-
zón i la fuerza la razón, su derecho natural, inhe-
:
a la nacional
constituyente deba mandar cada Es-
tado, no cabe a nuestro juicio más solución sino
que sean tantos como la provincia o provincias que
lo formen, enviaban a los congresos durante el cen-
tralismo.
que se derivan.
Nuestras excitaciones parten de nuestra fe in-
quebrantable en los principios, sin desconocer que pa-
recen condenados a su violación, por más que se
trate de ampararlos, apelando á las instituciones que
más garantías en ese sentido brinden. Respetáramos
las que vamos a fundar, así en las secciones como
en la unión, i pues nos contraemos a aquellas actual-
mente, declaramos que no se nos oculta, que ape-
sar de cuanto se predique, las constituciones de los
Estados dependerán en mucho de sus presidentes:
sean ellos i buenas serán ellas.
patriotas Ahoguen,
pues, toda aspiración personal i toda deferencia i
antipatía, i dejen a los ciudadanos veriticar sus elec-
ciones con entera libertad. Digámoslo todo en un so-
lo concepto respeten su honor comprometido en la
:
— 250 —
creerlo Ahogáronles sí, evidentemente, sus afeccio-
?
nes, como
tiene que ser siempre en ese sistema de
reunir los votos de toda una provincia, para que el
escrutinio general designe sus Representantes : basta
que combinen unos pueblos que hagan mayoría,
se
para dejar a los otros completamente burlados. Fatal
sistema, propio del centralismo pugna desde luego ;
— 251 —
que al conquistarla, habrán recuperado todos sus de-
rechos", derivaciones de ella.
Pero | será la libertad ilimitada ? El hombre debe
ejercerla, sin que nadie absolutamente tenga facul-
tad liara impedírselo; debe sí ejercerla, en cuanto
lo exija el cumplimiento de sn misión pero no más
;
— 255 —
a este periódico, el cual continuará saliendo, si fuere
buena la acogida que se le dispeuse ".
Pero me encontré sin el menor apoyo, i más
aún, completamente aislado. Como si perjudicara el
roce conmigo, lo excusaban todos, reduciéndose los
más consecuentes, con quienes me tropezara por
casualidad en las calles, a un simple saludo, de paso
mismo; circunstancia queme probó debía mantener
el anónimo para seguir escribiendo, escribiendo sin
probabilidad de aceptación, comparadas mis ideas
con las de los que eran ídolos del día, i mucho
menos desde que principiasen a señalarme como
parapetado tras dicho anónimo, lo cual me repugna-
ba extraordinariamente, así que preferí en consecuen-
cia apartarme enteramente de la política; i me fui a
cuidar ganados ágenos en un potrero, i puse en él cuan-
tos lechónos pude, más o menos a un fuerte cada uno,
procurándolos de la mejor cría posible, pues me dije
que desarrollados libremente en las sabanas, al cabo
de un año se venderían después de cebarlos un
poco, a $ 10, igual utilidad, más o menos, a la
que dejaba un novillo, pero con diferencia grande
de lo invertido en uno u otro i también cuando en
;
— 267 —
•tantospara el gobierno del país, i que la división
solo liaaprovechado a la tiranía, siempre levantada
por sobré vencidos i vencedores, sacrificados igual-
mente, i cuando menos aquellos a nombre de estos 5
i concluyó pidiendo
sentando ;
— 209 —
derarse como regulador de
la revolución, por los sa-
crificios de otros géneros que le había
pecuniarios i
— 272 — '
podríamos alimentar?
Convengo en que se ha abusado tanto de e#a
razón de ser que cada partido tiene, que ella ha
podido venir a quedar confundida en el caos espan-
toso de la actualidad pero de él no saldremos, mien-
;
— 279 —
la historia, cuando falle, no atribuirá, no, sus faltas
a Falcón, porque hombres, quienes lo ejercían, de ca-
rácter propio, habían hecho concebir esperanzas, i
para que las realizaran se apartó él i los puso en su
lugar, no para que continuasen su propia obra. El
empeño, por tanto, en suponerlo sometido a la influen-
cia del odiado régimen personal anterior, no pasa de
ser la explotación de un sistema demasiado conocido,
con de que es nuevo ese caballo de ba-
la diferencia
talla, no aquel
viejo de los godos, ni unos gobiernos
de falsos liberales los que tal caballo manejan, sino
algunos que se titulan órganos de la opinión.
I 4 cuál será el gobierno que nos venga en cam-
bio de ese que tales esperanzas despierta ? Uno, se
dice, que provisionalmente presidirá la reorganización
del país, alegándose que leyes i hombres, todo debe
ser nuevo, pues todo lo viejo está viciado. I la con-
quista que tanta sangre i desastres costó al pueblo
en una guerra de cinco años, i que al fin fue asegu-
da en 1864, aunque para su descrédito, ¿ entrará tam-
bién en lo viciado ? En otros términos ¿ volveremos
al centralismo o continuará la federación? I si con-
tinúa, ¿joaraqué someternos a las graves dificultades
'
— 281 —
entonces. Mis opiniones de nuii atrás, no rae liarían
extraño entre los que gritan tanto contra éí, después
que se gastó; pero antes que seguir ese torrente, le-
vanto la voz para protestar contra el rumbo que lle-
va, i acaso mañana cuando otro venga a reaccionar,
contra él también proteste, i lo haré seguramente, tes-
tigo el Cielo, si el deber me lo impusiere ".
I no obra de gracia, sino de la justicia, esas
era, no,
defensa, pues gobierno Bruzual-Urrutia había pro-
el
bado suficientemente su respeto a los derechos del
ciudadano había suprimido multitud de empleos in-
;
— 283 —
«ante, aunque apareciese como la de la jeñeralidad,
gracias al empeño con que se exaj eraba a sí misma
i a la falta de entusiasmo en sus contrarios para
combatirla. Locura era pensar que un pueblo que
había sufrido las consecuencias de la unióu de marzo,
volviera al cabo de tan corto tiempo a fijarse en
ella para curar sus males, males que ella misma le
había ocasionado. El entusiasmo en sus contrarios,
que no existía por aquel momento, podía más luego
despertarse, i entonces. .. .sí, entonces, ¿que tendría-
mos sino otra vez la guerra,como en los cinco años?
Por demás, esto no es intentar poner coto al des-
lo
envolvimiento del espíritu público, que debe ser tan
libre como el aire que respiramos, sí que no dejarse
engañar por los que interpretan a su antojo ese de-
senvolvimiento. No pretendemos que del seno de
nuestros partidos no puedan salir otros; antes bien
opinamos que de salir tienen, si los actuales dejaren
sin satisfacer las tejítiinas aspiraciones del país. Pero
esos nuevos partidos, para que como tales de ver-
dad, merezcan aparecer i alcancen larga vida, i ha-
gan esa vida provechosa, deben tener su programa
clara i terminantemente definido. La identificación
de los hombres en principios trae su i tendencias,
solidaridad en intereses hasta en pasiones, i liga-
i
eso !
", dijo al oírnos el señor general, " Urrutia, pri-
mer como el gobierno mismo, i quedaría
ministro es
este dasautorizado completamente, si él volviese sin
haber conseguido su objeto ". El señor doctor Urrutia
no insistió, aunque nada más fácil que haber des-
vanecido aquellos humos de vanidad, qué lástima !,
¡
— 285 —
<?nbreve, sí, que en breve la capital fué ocupada
por el señor general Monagas, reduciéndose a
Puerto Cabello el señor general Bruzual.
XV
Aquel, como Supremo director de la guerra,
dio a la Bepública un gobierno compuesto de
los señores Mateo Guerra Marcano, Marcos San-
tana, doctores Guillermo Tell Villegas, Nicanor Bor-
ges i Antonio Parejo i general Domingo Monagas,
designando a cada uno la cartera que debía desem-
peñar, i dejáudoles la elección del que debía dirigir
el debate en sus consejos, única atribución especial,
pues por lo demás todo había de resolverse por
mayoría de votos, sin distinción alguna entre ellos,
proceder que fué objeto de los más grandes encomios
de los suyos.
Entonces publiqué el folleto "La revolución de
lS67al868", en el cual expuse que el señor doctor
Becerra se liabía hecho enemigo personal del señor
doctor Urrutia, en aquellos días de su efímero gobierno,
i negarlo no pudo él en su contestación que tituló
" Historia de un incidente " i sin embargo, aprove-
;
el de la lagalidud.
mas, i
qué es lo que vemos 1
Que señor doctor Becerra, satisfecho de sí, e
el
identificado con el gobierno i la titulada buena so-
ciedad, fía solo en su plan curativo, i no quiere ni
siquiera oir que se pueda asomar otro, i si se asoma,
remite su consideración para después, o sea para
cuando haya pasado el peligro, i con él la necesi-
dad de remediarlo. Que se consienta eso en la Ee-
¡
:
— 289 —
pública, en medio de una revolución para estable-
i
— 290 —
quen sus nombres, en un círculo que aprovechándose
de todo, hasta de la traición, se adueña del poder pu-
blico para imponer su voluntad a la nación, burlán-
dose de sus justas quejas i sus legítimos deseos. ISTo
está eso, no, conforme con el espíritu de la época,
con la democracia, que tiende a ensanchar, cuanto
sea posible, el círculo de las libertades individuales,
limitando proporcionalmente la acción del gobierno.
Cuidado La mejor impugnación contra ese sis-
!
— 291 — ,
me Su voz se apagó ya
cueste decirlo! „jio
puede responder a mis consultas pero sus máximas ;
— 292 —
característica del ridículo. .... Como si fuera lícito,
¡jugar con la causa de los pueblos Responder así
! ¡
— 293 —
apreciar acertadamente sus deberes i conveniencias.
Sin embargo, qné miedo tan grande habían inspira-
¡
do !
¡
Cuando menos se pensara ocuparían la capital
para reponer a Falcón, que ni siquiera obtuvo de
su ciudad natal, la debida correspondencia a los
señalados bienes que le dispensó Al regresar a Puerto
!
— 295 —
Dolor causan i desaliento, desesperación, los
excesos a que se entregó aquel ejército ; inunca
deben olvidarse,si es que se quiere evitar que
vayamos a caer en ellos, ya que todas nuestras
trasformaciones son violentas, debidas a las bayone-
tas no más.
Avisado de que ocurre un alboroto en el cam-
pamento, Sulpiciano, suegro del Emperador Pertinaz,
i gobernador de la ciudad, dirígese a refrenarlo;
más ve a poco que traen la cabeza de aquel en
una pica i convierte entonces su misión en negocio,
;
perio espirante
— 297 —
Mica; antes de la elección constitucional del primer
magistrado, debe hacerse una provisional de este
mismo por un Congreso de representantes de todo*
los Estados, que así ni Guayana, ahora obstinada en
separarse de la Unión, ni ninguno otro, dejarán de
volver inmediatamente a ella.
Querer la federación, i empeñarse al mismo*
tiempo en someter los Estados a un gobierno que
no han concurrido a elegir, es contradicción tan fla-
grante que implica mala fe; i cabe decir lo propio-
de la condenación tan decantada del personalismo,
a la vez que se eleva a un hombre, i de su volun-
tad todo se hace depender; siendo lo más extraño
en todo eso, el que los más entusiastas de ese hom-
bre ahora, sean los que más le maltrataron antes r .
— 298 —
3io Mendoza, que provisionalmente la ejercía, i Do-
mingo Monagas que era en el gobierno provisorio
nacional el Ministro de la Guerra mas ninguno de ;
— 299 —
gando tamaña imperdonable ofensa a todos juntamente,
pues se ignoraba cuáles, derrotados, habrían de ser. I
no se crea que son susceptibilidades mías exclusiva-
mente, cuando al contrario corresponden al sentir
común del j enero humano i tan cierto es esto, que
;
— 302 —
era que se abstuviesen de tomar parte en las eleccio-
nes los liberales, i como quiera que no hai síntoma
más fatal para un 'partido que esté gobernando, que
ver a su contrario abstenerse de combatirlo en el campo
de la lei, los miembros del gobierno provisorio na-
cional debieron ejercer toda su influencia sobre los
suyos, no a de gobierno, sino de comprome-
título
tidos como que más, comx^rometidos en primer
los
término, para que resultaran elegidos algunos de
aquellos, aun a su despecho, o sea, no obstante su
abstención i así lo propuse anticipadamente a los
;
— 305 —
<?oino empieza por A estaba en primer término ; i
— .308 —
quedaba su nombre para atribuir vida a un cadáver.
El Congreso elijió al señor general Buperto Mo-
nagas. He ahí a un nombre sin antecedentes, conver-
tido de la noche a la mañana en entidad del país
Hai tiempos en que es mejor quien menos valga.
Depuesto el presidente de Aragua lo sustituyó
un gobierno provisorio del cual fué miembro un her-
mano mío mas, eso no impidió que contra ta-
;
período de Falcón.
I qué se pretende ? ¿ qué se repita ese pasado con
diferencia de hombres únicamente? JSTo quiero crerlo,
pues para mí son sagrados los sacrificios que ha he-
cho el pueblo en aras de su libertad, como terrible
su desprecio hacia los que lo han engañado, i me pa-
rece imposible que haya todavía quienes pretendan
burlarse otra vez de él.
— 311 —
para sostenerse contra el querer de sus pueblos, que
convertirse, repito, en órgano de esos mismos pueblos,
so pena de caer a impulso de ellos, que son el único
juez competente en sus propios negocios. Los que
se anticipan a él, empleando la fuerza pública, le
ofenden creyéndole incapaz de conducirse por sí
mismo, creyéndole en el caso de que deba someterse
a tutores impuestos pero se engañan.
;
_ 313 —
llegaba a vma transacción, en virtud de la cual
resultara elegido presidente de la República, un
ciudadano en quien tuvieran ambos partidos con-
fianza. Preguntáronme cómo opinaba en el particular
el señor general Guzmán Blanco, i ofrecí llevarles
la mismo -
contestación, luego que la recogiese de él
Vi en seguida a aquel señor general, i una vez
dueño de su palabra, no tardé en trasmitarla a
aquellos señores que la querían conocer. El señor
general Guzmán Blanco, les dije, desea como el
que más un avenimiento que asegure la paz, i a
tal avenimiento está dispuesto a contribuir con todos
sus esfuerzos. Ellos entonces manifestaron que me
comunicarían en oportunidad el resultado que obtu-
viesen pero por el giro que tomaron las cosas, bien
;
— 314 —
no obstante que estuviera entonces tan reciente su
caída del gobierno f
Las guerrillas no se hicieron esperar, i lejos de
perder terreno lo ganaban diariamente, i los anónimos
satíricos,insultantes, rebeldes en fin, a la altura
de las circusn tandas, abundaban periódica u ocasio-
nalmente excitando a las armas i para moverme ;
— 317 —
jefes,caudillos ni directores. Si con el fervoroso con-
curso de mis compañeros algo pudiera yo hacer en
bien de la República, nada sin su apoyo valdría
i consultados muchos de ellos, manifestaron unáni-
memente qne debía conservar mi condición de sim-
ple ciudadano, aduciéndome razones poderosas que
no es indispensable especificar".
Esta publicación me sujiere exactamente las mis-
mas reflexiones que la anterior, pues sintiendo que
no expresara el señor general Lander las causas de su
negativa, pláceme que se doliera de la guerra, sin
prescindir de indicar el verdadero responsable de
ella.
Y
luego yo, que como los citados señores ha-
bía tabién sufrido la censura, ocurrí a presentar al
público los hechos que me concernían, exactamente,
como habían pasado.
"Cuando me propuso el señor doctor Cadenas
un Ministerio, le respondí que mi partido contaba
con muchos hombres de mayor significación que yo,
i en ese convencimiento no podía menos que agra-
decerle altamente el honor que me dispensaba, descen-
diendo hasta mí. Figuróse él que por lo menos contri-
buiría a que así me expresara, el temor de aparecer en
choque con mi partido pero le aseguré con calma, bas-
;
En
segunda vez que presenté el plan o sea en
la
la conferencia con el señor general Monagas, dije:
que los presidentes al separarse, podían conservar
su carácter, para que pudieran asumirlo, caso de al-
guna traiciÓD, lo cual probará a los conservadores la
buena fe con que lie procedido ; i como debo al mismo
tiempo satisfacer a mis coopartidarios, alegaré que
las circunstancias no i^odian ser más idénticas a aque-
llas en que se exijía la renuncia del general Fal-
cón i sin incurrir en inconsecuencias, yo que tanto
;
do para con ellos mas que buena fe, así también he que-
rido contar con la de ellos, en absoluto, por completo.
Si esa es una virtud necesaria en las relaciones priva-
das, no lo es menos en la vida política. La buena fe
— 320 —
trae la confianza ; i luego que esta reine, tendrán fácil
solución todas nuestras divisiones.
Así, \me&, apenas he estado próximo a iniciar al-
go, cuando he procurado basarlo en la práctica de
aquella virtud tan fecunda. I no es obstáculo para
lili el ípie esa buena fe haya sido burlada, en oca-
siones en que también ha estado empeñada, no : que
venga ella, es necesario, a dirigir todos los actos del
gobierno, no menos que los de la op'osición, como
lo mui bien nuestro pasado. Si a pesar de
acredita
sus lecciones elocuentes hubiere aun quienes no las
hayan aprovechado, ello será de lamentarse mas ;
dome •
esforzado desde ese alto puesto en prestarle
algún servicio, tal vez lo habría conseguido, al favor
de mi buen deseo i cuando no, a lo menos sí, de
;
pasado.
Alhágame que la revolución desva-
la idea de
necerá bien pronto, luego que triunfe, los serios te-
mores que a algunos inspira, i quiero dejarlo con-
signado aquí como un testimonio de la fe que tengo
en que no desmentirá su nobleza de carácter la ma-
yoría nacional así, mi anterior protesta está fundada
:
21
:
— 322 —
Leal i resuelto como soi, he hecho una relación
minuciosa i exacta, que esclarece lo que usted indica,
i sea, que fueron aceptados ios cambios que propuse,
radicales, aunque por la vía de las leyes, en la reor-
ganización interior de ciertos Estados. ¿ Quiere usted
una confesión más explícita de mi parte ? I no de-
jaría de hacerla, faltando a la verdad, aunque cre-
yera tan tremendo el cargo que de ahí se desprende ;
tan tremendo, digo, que en vano intentara desvane-
cerlo. Pero no es así, señor doctor una multitud
:
deber.
Desarrollada que sea por ese medio i conocida
la opinión, tengo gusto en repetirlo, la obedeceré
gustoso.
Si por el contrario fuere despreciado i siguiere la
guerra.... entonces, ¿dónde está el patriotismo de
los hijos de aquella generación de héroes que nos
dio independencia I Qué martirio el mío estar con-
¡
!
— 325 —
denado a verlos, desde esta altura, devorándose en-
tre sí!»
Ahora ¿ será preciso probar que mi proceder con-
cuerda exactamente con los principios que vengo
sosteniendo ?
Al gobierno, amenazado por una formidable re-
volución armada, no le quedaba otro recurso, que brin-
darle completas garantías de su imparcialidad, para
atraerla al terreno de la paz, al terreno legal; i
— 328 —
mente a pesar de que se le combata desde el nacer ^
ientonces la política del gobierno debe consistir en
dominar la opinión que tienda a escapársele, ade-
lantándose a ella hasta realizar sus reclamaciones,
jamás oponiéndole tenaz resistencia, so pena de la-
brar él mismo su propia ruina, inevitable en ese caso,
por más que logre prolongar la lucha, con lo cual
no haría más que constituirse responsable de todos,
sus estragos.
La guerra apenas es aceptable en último extre-
mo, como que siempre es un recurso fatal, i más para
un país como el nuestro postrado por todas nues-
tras pasadas luchas, i cuan bueno sería que no la
¡
— 330 —
el móvil que guiara a todo un pueblo, ui un capri-
cho tampoco !
go el soberano.
Por demás, el pueblo aunque no conozca la
lo
doctrina de un instinto siempre certero, a veces
es
más que la sabiduría de los hombres de letras. ,
— 331 —
ciudibles sobreponen a todos los demás. ¿A
i se
quién no hiere la desigualdad i choca la injusticia ?
Así como i a quién no interesa la desgracia i em-
peña la benevolencia ? Sentimientos tan pronuncia-
dos marcan el camino que el hombre ha de seguir,
para llegar al bien que tanto desea, i que lo
agita tanto, como que anda sin cesar tras él
señalan, mejor dicho, el bien mismo, esos senti-
mientos. En efecto, tolerancia, justicia i caridad son
condiciones de Ja asociación, sin las cuales no
puede progresar ui conservarse; mientras que a
favor de ellas se consolida i desarrolla. Inspiró
aquellos sentimientos a los hombres la Providencia?
.siempre consecuente, siempre sabia, para que fuera
más de realizarse el desenvolvimiento del in-
fácil
dividuo de la sociedad
i i por eso a ello tienden
;
— 337 —
el mando de un ejército,pronto va a tener el de
i
— 338 —
i la sociedad de las facciones que los amenazan.
Tenemos la más profunda convicción, de que en breve
habremos debelado esas facciones i restablecido la
paz del Estado, ayudando poderosamente a alcanzar
la de todo el país.
Entiéndase bien : que están bajo nues-
las fuerzas
tro mando inmediato no aceptarán otro arreglo con
las facciones, que su sometimiento al gobierno i mien- ;
— 340 —
facciosos de fusil, no queden los urbanos en capa-
cidad de denunciar nuestros movimientos, proveer las
cartucheras de nuestros contrarios, i hasta celebrar
nuestro sacrificios". También a eso objeté en mi
opúsculo varias veces citado
" Imperfectas serán enhorabuena nuestras institu-
ciones, pero nunca hasta presentar el absurdo que
les atribuye señor doctor Becerra, de establecer
el
la autoridad con solemnes al par que multiplicados
deberes, sin conferirle las facultades indispensables
al cumplimiento de ellos i a su conservación. ¡ Hasta
dónde despecho Esas instituciones tan
arrastra el !
mosle :
— 341 —
conspirador o presunto conspirador, porque al punto
se oirá gritar en coro, salvajería, arbitrariedad, dic-
tadura !
— 342 —
uno la deposición del otro, poco nos importa ; i mu-
cho sí que la satisfacción interior es propia linica-
anente del deber cumplido. imponía al se-
I el deber
ñor doctor Nicanor Borjes, esperar a que se hiciese su
elección, a ver si podía servir en aquella crisis a su
patria. Su renuncia prematura demostraba que era
impracticable el cambio legal en el gobierno, por
falta de un alma bien templada, capaz de acometer
la noble empresa. I tanto anonadamiento de los hom-
bres de lei, la fuerza naturalmente debía explotarlo.
Así fué que el Congreso, bajo la presión de ella,
«lijió para primer Designado al señor general Este-
ban Palacios, no obstante que tan mal se había ex-
hibido como presidente de Aragua. I ¿cabría por
ventura esperar más de él, que de sus antecesores?
Persuadidos, pues, de ser ya imposibles nuestros de-
deos de que tuviera pacífica entrada la revolución en
el gobierno, la buena fó nos obligó a publicarlo en
los términos que rejistra El Federalista número 19G3 :
— 343 —
sin motivarlo, como siempre se acostumbra. 1 el
infraescrito que se ha trazado una línea de conducta
de la cual no quiere en ningún caso, ni por ningún
motivo apartarse, se ha creído en el deber de publi-
car el razonamiento que presentó por escrito a sus
compañeros, con excepción del señor general Antonio
Armas que no asistió al acto, ya que ellos no se
dignaron siquiera oirlo, sino que le pidieron que
suspendiera su lectura, apenas terminó la del tercer
párrafo. Dice así
" Necesario le ha sido a la comisión, para cum-
plir mejor su encargo, invertir el orden con que fue-
ron sometidos a la Cámara, los dos asuntos a que
se contrae este informe i la Cámara sin duda que
;
,
pretendió que lo retiraran sus autores, pero en vano,
i tuvo al fin que considerarlo, siendo el resultado
no admitirlo a discusión. En- el acto nosotros, po-
niéndonos de pió, hicimos nuestra renuncia, i solici-
tamos licencia para apartarnos, licencia que nos fué
acordada". Al otro día dije en La Opinión Nacional:
"Ayer renunció ante la Legislatura del Estado
el puesto que ocupaba en ella por el Distrito Gua-
tire
; i aunque no sean pocas las pruebas que he
dado de querer un nuevo orden de cosas, que no
sea ni el actual, vicioso como el que más, ni el que
pueda imponer la violencia, por temor de que haya
de ser también vicioso pruebas que convencerán a
;
-= 34& —
el vulgo liberal, en su demencia, pero a su vez tam-
bién cuando menos piense, principiará a sufrir; en
una palabra, las libertades públicas peligran".
Focos días después cayó en disolución la Legis-
latura, i Congreso no bacía nada, ni podía hacer.
el
La presión de la fuerza era cada vez más grande.
El reclutamiento amenazaba a todo el mundo, puesta
en vigor la lei de milicia del tiempo del centralismo,
como si pudiera considerarse subsistente, dada que
fué la constitución federal; pues si el ciudadano,
quisiera o no, había de alistarse para servir, al exi-
gírselo el gobierno, i caso de faltar, quedaba sujeto
a alguna pena, ¿a qué entonces la garantía cons-
titucional i la lei del Estado contra el reclutamiento f
¿ Qué otra cosa, sino ese reclutamiento mismo sería
la convocatoria de tal milicia, puesto que a ella se-
guiría siempre, de grado o por fuerza, la prestación
del servicio í Cuántas inconsecuencias
¡ I que pre-
!
¡
XVI
Entonces me manifestó el señor Perozo que te-
nía encargo de ofrecerme una sección eu el Ministe-
rio del Interior, i le contesté que yo prefería acom-
pañarlo a él, en clase de escribiente en el correo,
i así lo hice en efecto. A poco se cruzó conmigo
^n la esquina del Conde, el señor Gutiérrez, i me
excitó a que le indicase un destino de aduana que
me conviniera, pues tenía orden del presidente de
colocarme a mi gusto a hombres como yo se les
:
— 350 —
sus contrarios que condenaban aquellos procederes?
Por lo que a mí hace, confieso que bien que desde
raui atrás temía trajesen postración tantas guerra*
estériles, por lo cual me empeñé tantísimo en cor-
tarlas oportunamente, jamás supuse que llegase al
extremo a que se lia visto, i cuando alguno que otro,
aunque con aire burlón, lleno de tristeza, me hablaba
en aquel sentido, me le exhibía, con la mejor buena
fé, seguro de un cambio favorable, probablemente
pacífico, impuesto por la opinión combinada de los
mismos caídos i de todos los liberales que guardaran
lealtad a sus principios pero ¡pobre de mí! qué
;
— 351 —
común es indiferente, que algunos discurran mal lo- :
— 354 —
se obtiene por medio de la conciliación de todos los
intereses, jamás hiriendo ni ann los que más des-
preciables parezcan. ¿ A
qué, pues, la violencia, cuan-
do solo enjendra la lucha o la disolución?; i en
efecto, apenas se la soporta mientras no se le pue-
da oponer resistencia, o al menos escaparse de ella.
Una. aberración sería por tanto, sostener que sea ne-
cesario, para que reine la paz, aniquilar a alguna
parte de la sociedad, por criminal que se la consi-
dere mientras que sí es seguro que se obtendrá lo
;
— 357 —
consulto derrocamiento del gobierno Bruzual-Urrutia,
lo mismo que para él pedíamos entonces, pidamos
hoi para el actual: vida, descanso, libertad para
poder desenvolverse libertad, sí, que también los
:
minación.
En julio de 1868, al jefe del mismo gobierno
del cual nos mostrábamos decididos partidarios,
después que perdió la capital i hubo de reducirse
a Puerto Cabello, le decíamos en un folleto que
— 358 —
vio la luz :
"
Más, llegada esta
pública entonces
oportunidad no dejaré de prevenirte contra la obceca-
ción no bastan el derecho al poder, ni el mejor
:
— 359 —
se haga la república, en fia, que no es siuo una
:
— 360 —
tanto hemos menester, se verifique en realidad: no
la forjemos más.
Pues bien, cuando ella expontáneaniemte venga,
aparecerá aquel partido, si fuere necesario, quiere
decir, si las administraciones liberales, que oligarcas
no habrá ya más, dejaren sin satisfacer las lejítimas
aspiraciones del país. I ese partido, inspirado de un
mismo pensamiento, no estará sujeto a esas rup-
turas, por las cualeshan pasado los que hasta ahora
precipitadamente se han hecho, con la bandera de
u íión se formará por las convicciones, no por Ios-
:
— 363 —
tomar en cuenta esos abusos, puede también llegarse
a demostrar lo mismo, i todavía más, a fijar con
precisión esos límites, cuya necesidad aunque inde-
terminadamente quetla comprobada i para ello apela-;
— 366 —
ciedád para que pueda, cuando quiera, negarlas, no
al establecerlas, ella no ba hecho más que acertar
a constituirse sobre base sólida: sujetarse a las leyes
de la naturaleza, que son eternas, inmutables; po-
ner en fin, un freno a las pasiones políticas, para
evitaf los estragos que causan siempre cuando llegan
a imperar.
Acaso hemos insistido sobre este punto dema-
siado, pero eso mismo probará la sinceridad de nues-
tras opiniones. Una pena sentimos, i es la de que nues-
tra mala pluma no acierte a esclarecer la materia
'muchísimas otras podrían hacerlo con mejor éxito, i nos
hemos resuelto a emprenderlo sin embargo, dición-
donos que para esos que saben inás que nosotros no
escribimos, sino para aquellos que sepan menos, que
nunca faltarán, por poco que sea lo que nosotros
sepamos. I en efecto, a falta de conocimiento de la
verdadera doctrina liberal, no más atribuimos que haya,
como hai i por desgracia no pocos, que se llamen
liberales, i no condenen la intolerancia, el exclusivis-
mo i la arbitrariedad. Pues bien, dirijámonos a esos
particularmente, nos hemos dicho, i advirtamos que
si no es ese el error de algunos, sino el carácter do-
— 3Ü9 —
Si a nuestra moderación habitual, agregásemos
ahora nada deberíamos temer de
el silencio siquiera,
la resistencia, caso que triunfara más, aunque haya-;
— 370 —
nuestro mal, procurando el bien común. No nos
amagan los altos puestos, antes bien los vemos con
tanto miedo, que no nos atreveríamos a desempe-
ñarlos, aunque solo fuese porque no se nos creyera
comprometidos a satisfacer las exigencias de aquellos
que hubieran cooperado a elevarnos, conforme a las
ideas comunes de la época, que por más amigos nues-
tros, decididos i leales que los reputásemos, no sa-
bríamos anteponerlos a la República. Sí, pues, a nada
aspiramos, ni nada tememos, claro está que deter-
mina nuestra conducta el afecto que tenemos a nues-
tro partido, el popular: vencido, sufrimos con él, i
vencedor le aconsejamos; pero con palabra siempre res-
petuosa, humilde i suplicante, aunque para ól sea
el bien que nuestros esfuerzos produzcan, si alguno
produjeren i eso porque tenemos el convencimiento
;
— 371 —
ientonces también nosotros, llevados de nuestra cons-
tante idea, escribimos en El Federalista número 1925
estos conceptos
"Más, admitiendo que nos viéramos en realidad
obligados a combatir algunas exageraciones, porque
en ellas ciertamente la revolución incurriese, ya desde
el poder, ya como particubir, no lo haríamos jamás
valiéndonos de medios que lejos de vencer dificul-
tades, vinieran a acrecerlas por decoro i por con-
:
— -37(í —
tamente lasospecha de semejante cambio en su ca-
rácter. Después se ha visto que ha avasallado com-
pletamente la Bepública, hasta herirla a más no po-
der, en su honor i en sus intereses. ¿ Será así feliz t
De seguro que no, por más que lo parezca, i aun-
que él jnismo se crea tal, ofuscado por el buen éxito ;
i con aquel cariño que contraído en el compañerismo
de la Universidad, eu mí no se ha borrado, lamento
de todo corazón, que él haya preferido las groseras
satisfacciones terrenales, a los inefables goces del
alma, que eternos, la siguen más allá de la tumba r
i los cuales no se encuentran jamás sino practicando
desinteresadamente el bien. Por lo demás, entre mis
condiscípulos, fuera del peor de todos, el citado, que
para asir el mando i ejercerlo dictatorial mente, eu su
provecho ño más, alhagó la vanidad ajena, impo-
niéndose aunque soberbio, como ninguno, humillacio-
nes indecibles, había en formación otros personajes
ciertamente, ti|)OS también odiosos, del servil, del hi-
pócrita, del avaro; todos los cuales han llegado al
colmo do sus deseos. Este, jamás tuvo otra íé que
en el gobierno a que le sazón sir-
estuviese a la
viendo, para negarlo eso sí, inmediatamente después
*
de que nos hemos ocupado comprende dos períodos
uno, de completa indiferencia de la generalidad, i
otro que a la vez nos encanta i contrista, pues si bien
— 378 —
en último cou la conciencia ya de sus derechos,
el
el pueblo, quiso ser el soberano y ostentó virtudes re-
publicanas, por el contrario el gobierno se exhibió
pequeño, poseído de vulgar ambición, i desde lue-
go de todas cuantas bajas pasiones trae ella siem-
pre cotí sigo. I | podrá ser tal época la edad de oro
de Venezuela, como pretenden algunos ?
Para llamarla así, no pudiéndose argüir que se
hubiera promovido progreso del país, pues nunca
el
más que entonces fué desatendido, se ha alegado
que reinó el orden, suprema necesidad social; i va-
mos a examinar si es cierto.
Lo hai indudablemente en un conjunto cualquiera,
cuando cada una de sus partes ocupa su respectivo
lugar i de la misma manera se entiende que exis-
;
— 379 —
al soberado su delegado. Mas, sieudo, ¿habríamos
de convenir en que reinó el orden en aquella épo-'
cal Convendríamos eu ello enhorabuena, si el or-
den pudiera ser privar al pueblo de su pensamiento
i de su voluntad. Es bien peregrino, verdaderamen-
te, (pie teniendo derecho a imperar la mayoría, sea
— 384 —
mo, dándose por tan hábil i eficaz, que solo al
ser de mal carácter aquellas, pueden amenazarlo,
i ¿han sido siempre acaso tan verídicos los gobier-
nos, tan fieles cumplidores de su palabra, que deba
absolutamente pasar por ella la nación, o una parte,
cualquiera que sea su número ? Cuan fácil nos
¡
Contados están sus días, por pocos que sean los que
levanten el estandarte revolucionario ; i si en de-
unitiva a voluntad de la opinión, única i exclusiva-
mente termina la lacha, ¿ a qué entonces conduce
que el gobierno se anticipe a calificarla 1 Después
de eso, para ello ¿ cuál sería la regia que hubiera él
de seguir, sin riesgo de caer en apreciaciones arbi-
trarias, apasionadas? Pues qué!, ¿ será por siempre
tan puro que nunca represente mezquinos intereses %
1 al representarlos alguna vez, ¿ no dirá que la gene-
ralidad, lejos de acoger el alzamiento contra él i
ayudarlo, lo rechaza como que ataca las bases del
*
— 385 —
orden social, que son la vida, la propiedad i la
familia? Sí que lo -dirá, para hacerlo odioso i con-
denarlo como "rebelión", ya que los caracteres de
esta son aquellos, según el escritor que nos ocupa,
cuando se le autorizo para ello, como lo autorizaba
con esa doctrina el mismo escritor. Tales caracteres
se le atribuyeron a la guerra federal, i duró todo
un con grave', inmenso i>erjuicio de la patria,
lustro,
sin que de ello el gobierno se doliera, i procurase
ponerle término, cediendo como era de su deber,
a las legítimas exijencias de la mayoría i ; ¡
aún
se pretende que no era justa, que no llenaba las
condiciones de guerra civil !, traído el caso como
ejemplo, en comprobación de aquella doctrina: "los
que se levantaron", copiémoslo textualmente, "en cinco
años de lucha por una i otra pacte, después de
establecida la dictadura, inclusive esta, no fueron
sino facciones o rebeliones, porque atacaron todas
o algunas de aquellas bases". ¡Como venda el
interés, personal o de partido, a los mismos espíri-
tus despejados, haciéndolos incurrir en las más
chocantes contradicciones ! Ninguna causa ha tenido
tanto prestigio en esta tierra, como la de la federa-
ción, en términos que sin faltar a la verdad, puede
decirse que lo era de casi toda la nación, en abierta
pugna con su gobierno, hasta que al fin lo apartó ;
35
— 386 —
no se le acuerde, porque no lo tiene, el derecho
de calificar la oposición, ni ¿ cómo habría de tenerlo
cuando es contra él que ella se levanta ? ¿ Cómo
otorgar al acusado que se pueda absolver a sí
niismo ? Déjese al pueblo soberano que falle en :
labras, ha continuado
la odiosa práctica, ¿ qué tie-
ne de extraño que de ella misma, se agarre la sofiste-
ría, para hacer dudoso un derecho no reconocido ex-
— 388 —
los compromisos que aquel título abraza.
. Cómo
¡
l
quién corrige la mala voluntad de gobernantes eri-
gidos en señores? Para su objeto lejos de herir la
constitución, debió el señor doctor Becerra demandar
su cumplimiento ; debió sostener la necesidad de res-
petar los derechos del hombre, la opinión nacional
i la soberanía de los Estados, i oponerse a las inva-
ner gratos, los alhagaba con títulos del uno por ciento.
¡Qué diferencias, como si las consintiera la justicia,
i de esta no fuera encarnación la república Mas, !
— 396 —
tarde, permaneció en el Despacho hasta pasada la
hora en que ordinariamente lo llamaban al gabinete, i
creyendo que no lo habría por esa vez, se retiró
pero a poco de haberse ido, vinieron por él i al
imponerse el señor general Guzmán de que no lo
habían' encontrado, mandó a buscarme. Sin la menor
idea de para qué sería, ninguna prevención llevé
i me detuve a la puerta de la sala, a esperar órde-
nes pero el señor general me dijo " entre i siéntese ",
;
:
así :
"
no es gracia preveerlo, después que bemos asegu-
rado una situación que tan a las claras lo revela:
gracia, sí, desde el 27 de abril, en plena relajación de
todos los resortes propios para la regularidad, baber
acertado con la política única adecuada para crear
semejante situación, i de eso sí me precio, porque tal
política fué mía exclusivamente, nacida de mí e im-
puesta por mí, pues no babía ni entre los más enér-
jicos que me secundaban, quienes no la encontrasen
excesivamente dura i cruel, i me instaban que la mo-
derase, como si temieran las represalias; pero yo
me mantuve firme en mi propósito de guerra a fuego
i sangre, guerra basta concluir completamente con el
enemigo, o ser exterminado por él; en fin, guerra
basta quedar solo el vencedor de pié en todo el vas-
to campo de la patria, para que pudiera tranquila
i reposadamente entregarse a bacer el bien, sin re-
— 402 —
sonreía al amo que la maltrataba ; i les argüí : pero,
"¿a qué repetir eso tau_ ajado, que no. hai quien no
lo diga ? ¿ No estaría mejor felicitarlo por su' ascen-
sión, que lo capacidad de desplegar sus
puso en
facultades f ", i como convinieron
eu ello, a ello
reduje todo mi discurso, único que pronuncié, i
tan menguado que no merecía los honores de la
publicación, i por lo cual seguramente no la tuvo.
I no dejará de confirmar mi aserción este hecho.
Al abrirse la campaña eleccionaria, que se resolvió
en la elevación del señor general Alcántara al
poder, estuvo a verme en el ministerio de Hacien-
da una mañanaseñor Meólas Gil, i me dijo
el
" usted encargarse de la redacción del
% querría
periódico que vamos a crear para sostener la can-
didatura del señor general Zavarse % Debo advertirle,
que antes de dar este paso, creí necesario, por
sus antecendentes, obtener primero el consentimiento
del señor general Guzmán i tengo la satisfacción
;
4Í
}
qué ! le respondí, ¿ se figura usted que me preste
al ludibrio, a que me corran i me llamen, listo a
todo, cual uno de tantos miserables, comunes por
desgracia"? Como desagrado el señor doctor Urbaneja,
iae dijo: "sin discusión, sí o no, bastaba". "Ya
lo creo, le advertí, para el que no estuviera ofen-
dido ".
Sin duda que al encargado del poder le dijeron
que yo, enemigo decidido de hablaba las reformas,
contra ellas fuertemente en la propia oficina en que
servía, i él, aunque se titule liberal, lo mismo que el
señor Guzmán, al mandar, se erije en amo, i nie-
ga a los otros el derecho de discurrir. I ¿ cómo el que
procure de buena fe el triunfo de sanas ideas, acepta la
— 407 —
cooperación de los que 'hayan sido traidores a ellas?
Pues así no lo conseguiremos nunca, porque cuando
más seguro lo creamos, no faltará entre esos
traidores quien se lo coja. Que los haya enmascara-
dos, enhorabuena pero descubiertos
;
ya, ¿ cómo ?
— 408 —
que atrás cité del señor general Giiznián. Este así
lcómo hubiera
se vuelto necesario más tarde ? I en
cuanto al Septenio, habria figurado como un puentes
para pasar de la anarquía a la regularidad. Humi-
llante i ruinoso i todo cuanto malo se quiera, como
fué, olvidarlo era lo mejor, consagrándose solo a ase-
gurar el porvenir, por el placer de legarlo, i al pro-
meterse recompensa, esperarla confiadamente de la
generosidad de la patria. Hicieron sin embargo todo
lo contrario: una reforma inconstitucional, atropella-
da, violenta, para extender al señor general Alcántara
por cuatro años más el mando, como si les atormen-
tara su corto período, después de otro tan largo i a ;
^- 410 —
en Venezuela creía que pudiera volver, tanto así re-
sintió a todos su torpe, insolente i criminal conducta.
1 1cómo se reduciría a nada, toda aquella sorda formi-
dable oposición! No cabe aquí exponerlo pero por ;
— 412 —
que, con elejemplo de la suya, en extremo funesta,
haya despertado I Así ha de ser, naturalmente, sin
empeños, al no haber cambio administrativo que ase-
gure una solución pacífica, ni reacción popular sim-
ple i pura, esfuerzo espontáneo de la ciudadanía, que
la ponga a cubierto de presión militar; pero, si por
ahora parece imposible la revolución popular, i hai
que desistir de ella en consecuencia, i tardía bien
que inevitable, la que consumarán los militares en
servicio, si no cambiare su política el gobierno, ¿ no
sería bueno entre tanto advertir a este del peligro
que forzosamente corre, e insinuarle el medio de
evitarlo
I Oh si lo acojiese de buena fé
!
— 415 —
que en realidad lo sea, va a quedar inevitablemente
limitada por Consejo Federal i los poderes locales ?
el
Mas, a esto también comunmente se responde, que.
ni aquel ni estos le estorbarán absolutamente conti-
nuar haciendo lo que se le antoje, como no se lo
lian estorbado Basta ahora pero se olvida, por una
;
— 421 —
ataques mismos que por la prensa había recibí if
en época anterior, rudísimos, infamatorios, capaces,
si los hai, de producir eterno alejamiento de vahas
— 423 —
cuando sobrevino muerte de aquel, de quien
la
entre paréntesis en confirmación de lo
sea dicho,
que deduje poco lia, lejos de pensar que fatalmente
por su pésima política había de restituirle el man-
do, lo creía, por el contrario, como consta de su
folleto de París, capaz de consumar la usurpación,
porque tenía personalidad, elementos, poder i estaba
admirablemente dotado para cautivar a los hombres
como a los pueblos por el engaño; solo entonces,
repito, se le vio tomar a empeño, pero cómo ¡
¡febrilmente intervenir
!, en aquella crisis que el
destino, i nadie mis absolutamente había producido
pero esta es sobre todas la oportunidad de hacer
resaltar palpablemente, de bulto, que el señor ge-
neral Guznián, como he dicho, debe lo que ha
sido, menos que a su propio impulso, al de los
demás. «
Asume el señor Jacinto Gutiérrez el poder,
como presidente de
Alta Corte Federal, e in-
la
mediatamente que lo sabe el señor general Guzmán,
por kalograma, previene por otro a sus amigos más
influyentes a la sazón, que todos, partido en masa,
compactos, reconozcan la legitimidad de aquel, se
pongan a sus órdenes, i lo sostengan, caso de
atacarlo los alcantaristas más el señor Gutiérrez que
;
— 424 —
dos o tres batallones cuando más, a la constitución^
i si no a ella, porque se la iba a reformar, siquiera
— 426 —
grande, no satisface a sn ambición ni a su vanidad
í si quisiera mantenerse en el ejecutivo federal, no
lo delibitaría casi hasta anularlo ; e increíble a más
no que apele a las instituciones en pro-
poder,*
yecto, contando con que a su planteamiento se
anarquise el país, i vuelva a clamar por él para
salvarse pues obra exclusiva suya tales institu-
;
— 430 —
imperio de las ideas, o someterse a la muerte, an-
tes que abjurar de ellas en breves términos, basta
;
— 432 —
no : hacer, como en efecto hicieron, dueño de sus
destinos al país, destruyendo las trabas que a sus hi-
jos, para usar de sus imprescriptibles derechos natura-
les, impuso i conservaba la fuerza del conquistador. ¿A
qué más pruebas f I ver, empero, que esto al alcance
de todos, solo se escape a los que ciega la ambición,
cuando están gobernando. Insisto, pues, en que es ne-
cesario hablar al señor General Guzmán. A él, con
las nuevas instituciones, no le quedan más que dos
caminos
Uno, urdir
i que urda enhorabuena, cuantas tra-
mas supera su inventiva: hágase a un mismo
le
tiempo presidente de la Unión i de cada uno de los
grandes Estados, i sean los vicepresidentes, todos de
su mayor confianza; constituya a su gusto el Consejo
federal, en mayoría sus amigos, que no tengan ab-
solutamente ningunas aspiraciones propias, para que
le sirvan en él de instrumento a las suyas, i le ase-
guren en todo caso, el triunfo i lo complete con
. ;
— 439 —
llevara mi misma dirección, me honré acompa^
ñándolo. Expontáneamente, como si necesitara des-
ahogarse, porque le pesara muchísimo el silencio
que su posición le imponía entre los suyos, tras
ligero saludo, me dijo: "muí
amigo, mui triste,
mal : el país se perdió " ! " Como va
a ser eso, doctor,
le respondí creo lo contrario, i probablemente a
;
— 442 —
xtiente i necesario para tocios, inclusive niui par-
ticularmente dicho amigo ¿ a quién desagradaría ?
Buenos deseos, noble ambición, energía, pero con
tacto, indispensables para llevarlo a cabo, ¿ cómo
— 445 —
porqué" contraerme aquí, i me apresuré a despedir-
me, lleno de pesar.
Pero aunque yo creía, según manifesté, que ce-
saba el señor general Guzmán, todos generalmente ya
lo veían como reo, prosiguiendo, i no pude menos, cual
si realmente lo fuese, que clamar contra él, por respeto
a la voz pública i en el campo a que vivía consagra-
;
— 447 —
Sabéis mui bien abatir a vuestros amigos, le insinúa
Lisandro al imponerse de ello, i a esa queja, des-
garradora para un corazón sensible, por delicada aun-
que altiva, lejos de minutarse Ajesilas, le contesta
con el mayor descaro: sí, cuando quieren ser más
que yo pero también sé, como es justo, honrar a
;
— 454 —
«emplee en irrogarles toda especie de daño, bien
e«a su fama, tan mala, es la que merece pero min- ;
— 455 —
cida la democracia, toda la asociación no constituya
sino una sola gran familia, i para el ejercicio del
poder no exije otro título que el más grande de to-
dos, ante la sana razón, la confianza que alguno de
sus miembros, sea quien fuere, haya logrado inspirar,
por sus luces i su patriotismo, a todos los demás,
¿ en qué podría fundar alguno su privilejio? Antes se-
guramente la patria, en cada una de sus jeneraciones,
desde aquella que unida a la de las otras secciones
de Colombia, proclamó la independencia, i la que
después separándola de esa Bepública, constituyó otra
con ella sola, i la que más tarde dividióse en par-
tidos, que se disputaron esforzadamente el poder, se
cuidaba con maternal esmero, de llenar los moldes
que plugo a la Divina Providencia concederle para es-
píritus sobresalientes en virtud, intelijencia i valor; pero
acaso luego plenamente satisfecha de uno de ellos,
tan fecundo que haría a cualquiera otro no solo inútil
sino perjudicial porque le embarazaría, ha despeda-
zado esos moldes, para no producir más que com-
pletas nulidades, de ahí que no haya absolutamente
entre todos sus contemporáneos, alguno digno de
sucederle, ni tampoco lo habrá nunca i tras él
— 458 —
serable egoísta suponer conveniente a todos e impo-
nérselo como tal, solo porque redunde en provecho
particular suyo, lo que evidentemente les envuelva
su completa ruina, empleando para prevenir toda
oposición, aun la de ideas, el terror, empleando, digo,
dilatadísima prisión, que liaya de traer la muerte
una, más dura que ella, cruel enfermedad; i el
destierro, agonía prolongada para los que aman a
su patria, con ese amor sublime que crece en razón
misma de los dolores, que se aceptan con gusto por
.servirla ? ¡M al vanidoso llenarse de condecoracio-
nes hasta que más en su ancho pecho no le quepan,
i hacerse adular de palabra i en escritos por su círculo
— 4tG0 —
cuando ejercen el poder, sin ostentación de cortes
ni aparatos de fuerza armada para imponerse, por
el contrario, cnal es la policía su único resorte pira-
mantener el orden, así su vida privada ni aun se
distingue de la coman a todos, luego bajan a la
i
— 4G5 -
cuanto tuvieran, los hace pasar en prueba de reco-
nocerse vencidos debajo del yugo, formado de tres
astas a manera de horca, clavadas dos a distancia, per--
pendicularmente, i la otra arriba a ellas adherida, en lí-
nea horizontal reparte toda la presa a los suyos, sin
;
— 466 —
son el resultado, o mejor, la encarnación de las idease-
las cuales como los líquidos buscan con gravitación irre-
sistiblesu nivel i si se encuentra alguno que aun
;
— 468 —
vamente le tocase, reconociendo la suya a los de-
más en
i efecto, sobre el botín recogido después de
la que obtuvo a orillan dal Grauico, puso esta ins-
ericción despojos que Alejandro, hijo de Filipo, i
:
— 469 —
del carácter,con el vencido, i dejándole su reino,
le colma de honores i presentes, i de él hace el más
fiel de sus aliados. Gloria, pues, a Alejandro, sí,
gloria inmortal
Pero, ¡
oh ! debilidad humana, en medio de su
mayor grandeza ! El mismo que dotado de los
mejores instintos, i dirigido por un sabio sobre-
saliente, ostentó tan bellas acciones, al contacto que
tuvo con los persas, apegóse a sus vicios, i no pudo
prescindir de ellos. Su lujo extiaordinario i sus
costumbres reprensibles fueron, por supuesto, mo-
tivos de censura para los macedonios, pero también
víctimas los que la ejercían del furor a que él se
entregaba al saberlo, sin exceptuar a Olito, que en
el combate del Granico le libertó de perecer, acer-
tando a cortar el brazo que ya se había* levantado
para descargarle el golpe; i aun rumores hubo de
que fraguaban una conspiración, pero nada serios
eran los tales, i bien que los llegase a conocer
Pilotas, hijo del ilustre Parmenión, los juzgó in-
dignos de elevarlos a la alta consideración de
Alejandro, de quien era oficial adicto, i de los más,
sin figurarse que al callar, no por complicidad, sino
desprecio, se atraía la muerte, impuesta por la
cólera irritada, que ahoga completamente la voz de
la justicia ;crimen horrible que engendró el otro de
la misma especie, más espantoso todavía, cometido
en el inconsolable padre, solo por el temor que
concibió la asustada conciencia del reo, de que
intentara vengarse. Pobre Alejandro ¡ i | por qué ! ;
— 470 —
debió sentir, por la inseguridad de la suerte que
pudiera caber a su familia, o más bien la fun-
dada sospecha de que hubiera de serle fatal, expues-
ta como quedaba necesariamente, a los tremendos
resultados de la guerra de rivalidad que había
previsto, i que efectivamente estalló sin hacerse
esperar, destruyendo la integridad del imperio, pues
aunque unos m'ui pocos se empeñaron en man-
tenerla, se decidieron en su contra los más, ani-
mados del deseo de independizarse, en las provin-
cias de cuyo gobierno estaban respectivamente en-
cargados; i por fin, ni faltó el pernicioso ejemplo
de que se derramara la regia sangre, siendo Olim-
pias, la madre misma de Alejandro, quien lo dio
eu ambos consortes Arrhideo i Eurídice, hermano
i tía de él ejemplo que debiendo cundir trajo en
;
— 473 —
Chipre, que muchos se lo pedían con'
diciéndole
en carecimiento, pero que solo a él consideraba
digno, i como le contestase que eso para él una
injuria más bien era que una gracia, le replicó i-
pues iréis a pesar vuestro, ya que os negáis volun-
tariamente ; libre de esos dos hombres
i una vez
que le César se marchó inmediata-
inquietaban,
mente para las Galias en pos de victorias, como
título para imponerse.
— 478 —
las otras potencias deEuropa; guerra, en fin, tenaz,
para correr de su suelo al invasor i continuar persi-
guiéndolo dentro del propio suyo, sin pararse hasta
que los aliados ocuparon a París, i guerra por con-
siguiente que contribuyó más que nada a la caída
del coloso.
Su caída hedicho, porque tal no más podía pa-
recerle al que necesitaba el vasallaje de los reyes,
-contemplarse por ellos reducido a la isla de Elva
pero por haber intentado rehacerse, partiendo de ella,
aun descendió a completa anulación en Santa Elena,
anulación de su ser activo, no del pensante, aislado
allí enteramente del gran mundo, de cuyos destinos
— 479 —
ñor; fuerza, pero no porque do se debilita
física,
como que por el contrario crece
ella al aplicarla, sino
en intensidad, a medida que avanza en el espacio
fuerza inmensurable que se dilata por toda la tierra
i se extiende hasta los cielos, como que dirije las
relaciones de todo jen ero de los hombres entre sí i
de ellos con Dios; fuerza en fin eficaz, que con-
duce a la humanidad a la realización de sus altos
destinos, el amor, ha penetrado ya al réjimen ijoIí-
tico i producido la democracia tal como es humilde,
:
— 483 —
armonía con el sentimiento público i siendo este emi-
;
— 484 —
en otra tierra, al dejar oportunamente la suya, sin dolor
alguno, porque de ella solo quiere sus favores. Pre-
ferible mil veces, he dicho que es el poder vitalicio
i hasta el iuismo hereditario, i | cómo no ! Por su
indefinida duración, acaso o probablemente larga, i
— 485 —
negación i caridad. La república i la dictadura se
excluyen, que ella no existe donde imperan el egot-
ismo i la arbitrariedad, i cuidado que parece condi-
ción inherente al poder publico ofuscar i envanecer *
i si se le deja a rienda suelta. . .% cómo así! ¿ por qué
ni para qué?, cuando aun sujetándolo a las leyes y
lia de cuidarse incesantemente que las observe, so
pena de que las anule, sustituyéndose a ellas.... La
república de verdad, o genuina, por el contrario, su-
blime encarnación de la igualdad racioual, conse-
cuencia forzosa de la unidad de la especie humana
brillante emanación del cielo para señora impersonal
de las naciones, cuya magestad ante ninguna otra y
que la suya misma, debía inclinarse, i por eso a
ella tienden todas sin cesar ungida del Señor, con
;
— 487 —
segundo, i debe siempre existir. Sin él a todo se-
— 489 — ,
de su nombre, es mi deber por el momento, díjose
a sí misma, i cayó inerte. . .
— 497 —
a las leyes i sometido a efectiva responsabilidad por
todas sus infracciones.
Siquiera en pago de mi buen deseo, debería
acojer con induljencia este alerta dejarme tranquilo,
i
— 500 —
slones, quienes lo formamos, convinimos en tener ca-
da uno un sustituto de su entera confianza, para que
lo reemplace llegado el caso, i el mío es usted, co-
ano lo saben los compañeros, de modo que al estar
vo impedido, por cualquiera causa de servir en
mi puesto, espero que usted lo ocupe. Acepté, pero
.sin saber nada de tal revolución, i al consagrarme
sl ella, que fué allí a poco, porque dicho señor doc-
— 507 —
el haberse ensanchado hasta enlazarse con ellas el
barrio de Santa Rosalía, del cual forman parte.
Agrega, por adyacente, a su hacienda de " El
Conde", el cementerio que hasta ahora poco fué
el único de esta ciudad, en el cual reposan los
restos de nuestros antepasados, i lo explota sem-
brándolo, con escarnio de la profunda veneración que
a todos inspira, i por no decir más sobre esto,
reglamenta de modo que vaya a parar a él toda
negociación que considere lucrativa, pues mono-
polizándola le facilita acrecer su tesoro, su principal
fin en todo, i para cuya consecución nada encuen-
tra despreciable, ni aún indigno de su altísima po-
sición, ejemplo el ganado, que solo el suyo se con-
sume en esta plaza, i no cabe extrañar todo eso
ni más que fuera, desde que con el mayor descaro
confesó paladinamente, que le era imposible sujetarse
a. las leyes para gobernar ; i bien que aún quede
mucho que argüir contra él todavía, ¿ logrará, sin
embargo de lo expuesto, prolongar su abominable
dictadura !
Al asumir el poder, impone a los Estados los
presidentes que tiene a bien, i excita a estos en se-
guidas, a nombrar plenipotenciarios que ajusten el
pacto de unión, protestando obedecerlo, como si he-
churas de él no fuesen, desde que lo eran de las
suyas, i luego con dar a las facultades de que lo
invistieron una amplitud que no tienen, en uso de
ellas nada hai de que no se crea capaz, por inicuo
que sea viola toda garantía
: asalaria la pren-
;
— 508 —
el santuario de la conciencia relijiosa de los pueblos,
reduciendo al divino Jesús a la simple condición de
filósofo avanzado; más apenas consigue el aparta-
miento de aquel, al nuevo que escoje no apasible
sino débil, dado a la .vil lisonja que envuelve la pro-
pia degradación, aparenta reverenciarlo para dispo-
ner por su medio del sacerdocio, que desde ese mo-
mento finje mirar como sagrado ministerio del Se-
ñor. Fuera de eso, destruye los partidos, los par-
tidos que son los obreros de la república, los salva-
guardias del derecho, los sujetos en política, sujetos
colectivos, porque los individuales sin coheción, en
aislamiento, nada significan, ni pueden, ni quieren;
i al entrar en elecciones los Estados, cuantas veces
tienen que practicarlas, vuelve siempre a sujetarlos
a ios Delegados que a la sazón sean de su agrado,
alegando imparcialidad, para su mejor acierto, li-
bres de toda presión, como si la de él no lo fuera,
i de todas la menos admisible, según el sistema fe-
deral. En fin, todo lo conculca, lo abate o aniqui-
la, i solo queda él en pié colosalmente destacado,
en medio de tanta ruina, para dirigir a su antojo
la hacienda pública, i cómo recargando las con-
¡
!
&
.
— 510 —
general Gcúzmán!; pero no estará sin duda mili se
guro de esa superioridad que se atribuye sobre los
demás, puesto que apenas teme que pueda alguno
descollar, se empeña inmediatamente en suprimirlo,
sin pararse en los medios. Que amenace la anar-
quía tras él, esa su táctica para gobernar mientras
viva, i como que piensa vivir eternamente. ..
I ¿habrá de ser así, como guste a este pueblo
que lo manden, a patadas, gritos i latigazos, i con
peculado i malversación, destierros i prisiones perdu-
rables, no de simples ciudadanos, solamente, sino
de senadores i diputados, cuyos crímenes se reducen
a haberse exhibidos independientes en el seno del con-
greso? No i mil veces no: hijos de libertadores de
cinco naciones, que al sospechar que se fraguaba en
las altas rej iones del poder de la inmortal Colom-
bia, aunque sin el expreso consentimiento, por lo me-
nos firme i constante, de su jefe, un plan de mo-
narquía, i bien que nunca eso pasó de amenaza re-
mota, antes que exponerse a su consumación, pre-
firieron que desapareciese aquella patria común, gran-
de i heroica, de esclarecida fama, justo orgullo de
los que le habían dado el ser, no menos que de los
que lo habían recibido de ella, i proclamaron sepa-
ración, para formar la suya aparte, a cubierto de
tal peligro i
; que de entonces acá han venido sien-
do no solo altivos, sino brabos por demás, hasta
sostener a impulso de sus respectivas convicciones
horrible lucha, durante todo un lustro, imposible que
estén satisfechos de esta dictadura, que si bien los
oprime i explota, no menos los humilla con sus va-
nidosas pretensiones. I ¿ por qué entonces la apatía,
o más bien anonadamiento en que han caído ? Na-
da de eso : lo que li'ai es que no se prestan más
a largas guerras, que corten por millares los hilos
de inapreciables existencias, que unas i otras de am-
bas filas de combatientes son de hermanos no se
:
p¡
— 511 —
victoria que no impida al a disfrutar en
tirano, irse
Europa, del gran caudal que les ha extraído, por-
que su impunidad alentando la ambición, los expon-
dría a otro yugo igual o acaso, peor, quedando des-
de luego la preciosa sangre vertida, condenada a la-
esterilidad. Cristos de la democracia por ideal, i de
la república genuina, como medio de realizarla, no
se niegan al martirio necesario i fecundo, pero se
resisten con justicia al que nada bueno haya de pro-
ducir; en términos precisos, querrían ganar su li-
bertad, más no en prolongada desastrosa lid, siuo
violenta, con sorpresas, golpes de mano, i todo otro
recurso aceptable, aun trágico, que cause espanto,
horror, prometiéndose así i solo así romper esa serie
continua de escandalosos abusos del poder, que vie-
nen degradándolos. Pero aunque firmes, desde atrás
en esa resolución, prefirieron esperar, no creyendo
que se atreviera el señor a cometer el atentado de
servirse del cambio de las instituciones, para seguir
mandando, i más, después de sus repetidas protestas
de que al ocurrir a ellas, procuraba únicamente ha-
cer imposibles tales abusos, decidido por su parte,
ya cumplida su providencial misión, a restituirse a
la dulce vida-privada, para atender con el ángel de
su hogar a la educación de sus idolatrados hijos,
agregando además con expontaneidad que lo obli-
gaba a mantenerse consecuente, que se reconocía
el menos apropósito para ensayarlas, por su carácter
propenso a la cruel dictadura, i por la costumbre que
había contraído en practicarla más, apenas desmen-
;
— 513 —
tema el peor de todos, pues a la larga trae im-
prescindible!] ¡"ii te consecuencias, "que com-
funestas
plican, aún lo imposibilitan todo, nada
dificultan i
derme demasiado
A la tentativa que se le note de ostentar
aires de superioridad sobre, los otros, que individual-
33
— 514 —
mente valen tanto como él, i reunidos valen más ;
— 516 —
de cierto que no asistían al mismo que asi las
"prodigaba. El Congreso no es, no, poder absoluto ;
— 519 —
peñados en atraer el mayor número de hombres im-
portantes, hasta que no lo hnbimos logrado, reco-
giendo la palabra de cada cual de ellos i verlos
comprometidos a hacer lo que del plan respectiva-
mente les tocara, no fijamos el día de llevarlo a
cabo; i entonces, seguros de todos, contando con su
movimiento, dilatado al par que simultáneo, creímos
servir cumplidamente a la patria, elevando nuestra
voz a nombre de ella, para revelar como lo hicimos,
su firme inquebrantable propósito de abatir al tirano,
i establecer la verdadera república, declaración in-
dispensable para ante el juicio imparcial de las na-
ciones i el acertado fallo de la historia. Pero bien
que incuestionablemente conviniese exhibir como era
esa revolución, el directorio se habría guardado de
hacerlo, si no le hubiera asistido el profundo con-
vencimiento de que ella aun en el peor caso, corres-
pondería por su extensa ramificación, a la dignidad
nacional, ya que no por la abundancia de sus armas,
mientras ingresasen las del exterior, adquiridas como
estaban no menos que un buque de vapor para impor-
tarlas oportunamente. Eso, como natural, es lo creíble,
sin que fuera preciso decirlo, salvo solo que hubiera
de complacerse el directorio en ajar aquella i ponerse el
mismo en ridiculo. Su lijereza i su odio, por más
que de una i otro se encuentre él enteramente exento,
¿habrían podido arrastrarlo hasta atribuir el rango
de general, a esa revolución, sin que lo tuviera real-
mente ? No i mil veces no penoso será martenerlo
:
— 525 —
Celebraría infinito, con indecible placer, qne aco-
jiese usted esta advertencia, sin dudar en ningún
caso de la buena intención a qne obedezco, i sobra
todo, quiera el cielo favorecerlo en esta dura prueba
que usted está sufriendo.
Por lo demás, como estorbase a mis propósitos,
que de la nmi atenía carta que usted se sirvió dirijir
al apreeiabie Julio, con encargo de hacerla conocer
de sus amigos, se impusiesen los otros, le he supli-
cado suspenda llevarlo acabo, yaque tuve la satis-
facción de ser el primero a quien él se dirijiera, a
reserva por supuesto de segunda orden de usted".
Ignoro que impresión le causarían i aun si lle-
garon a sus manos, pero no falté al deber que me
imponían nuestras relaciones i eso me basta.
Luego aparecieron en periódicos, esquinas i puer-
tas de teatros de circos, algunas excitaciones así:
i
dos!
Tendría sus defectos el uno, pero también mu-
chos méritos. Confieso que me repugna qne se hu-
biera ofrecido al Concejo municipal, para reclamarle
el millón del Perú, i luego lo hubiera llevado a
efecto para la familia Bolívar, i también que hubie-
se depuesto sn carácter natural de hombre de Esta-
do, para percibir como Eegistrador, sin trabajo nin-
guno propio de él, crecidísimos sueldos, gracias a
disposiciones dictadas a ese fin, como a beneficio
suyo, arisque en pugna con la justicia, pues de los
destinos en comisión, bastará siempre tomar como an-
tes, nota en las oficinas de Hacienda ; eso por una
parte, i por la otra, que pudiendo constantemente
de momento a momento, pasar a otras manos, no
deberían estar sujetos al pago del tanto por ciento,
correspondiente a su asignación anual, i al ofrecér-
sele esos gajes, debió por delicadeza rechazarlos. En
compensación, de talento extraordinario, teórico i prác-
tico bastante en administración pública, capaz de
referirse con lucidez i tino repentinamente a cual-
quiera asunto, sin que lo encontrara desprevenido,
tenía principios fijos i nobles sentimientos. Del todo
extraño a las venganzas, prodigaba antes bien su de-
ferencia a los que lo persiguieron, en términos que
sus coopartidarios sospechaban que valían para él
menos que ellos. Cuando fué a su entrevista con
el señor general Páez en la Victoria, se opuso abier-
tamente a que se apelase a las armas, i si las em-
puñaron algunos, fué a despecho de él. Eechazaba
lo complicado, que trae consigo dificultades e injus-
ticias, i más si las envuelve, cual nuestro sistema
aduanero, i proponía en cambió el ádvalorem. Ko doy -
— 530 —
sustraída del correo, contestando despreciativamente
al que fuese a llamarlo, digaalia que no entro en
esas cosas. No
habría sido, ño, un mal presidente
pero debió haber reservado su candidatura para des-
pués, asomando entonces otra que inspirase menos
desconfianza a tos contrarios, hasta escojerla entre
ellos mismos, si en alguno cabía fijarse," por su mo-
deración i rectitud, i me inclino a creer que sí, se-
ñor Santos Michelena, quien movido de esos sus na-
turales sentimientos i además por semejante prueba,
que lo obligaba a la lealtad, de seguro que la ha-
bría guardado, permitiendo avanzar poco a poco, li-
bres de violencias, a un triunfo completo. Postergán-
dose así prudentemente, en respeto a las preocupaciones
en su contra, no obstante que se sintiera fuerte con el
favor de todo su pjÉftido, habría ganado muchísima
i con él su patria. Desgracia inmensa, pues, que
hubiera caído en tal error, extraño sobre todo des-
pués, que a propuesta de él mismo i de los señores
doctores J. M. García i M. M. Echandía, había de-
clarado la sociedad liberal, que su mayor empeño era
sacar el congreso. Funesto error, pero error al fin,
¿ i quién es infalible ?
más qué él, los ha tratado así, solo por dar la re-
presentación a ciertos generales. I se contienen es-
tos en vez de precipitarse contra él, que así también
los ofende, probando en nada tenerlos, desde que á
su vista, despreciando las reglas de la buena socie-
dad, se desata en improperios sea contra quien fuere,
aun de los mismos que, por su triste condición de
domésticos, estén acaso condenados a sufrirlos, pero
reservadamente, no en público, con mayor razón si
fueren dignos de respeto i consideraciones. El senti-
miento de la solidaridad es indispensable absolutamen-
te, para hacer efectiva la república.
— 535 —
do de alas de Icaro, por cierto, a las realidades del
país, completamente perdido, según una de ellas,
precisamente el justo, se hubiera roto el velo que guar-
daba sus secretos, adiós entonces satisfacción. . . .se
ahoga en el pecho, como aquel en el mar. . .
— 538 —
apenas uno que otro como el de Tinaquillo. .Glo- . .
— 539 —
Cuantas son de descubrimiento; pero
reciente
no por eso menos antiguas que las demás, pues
si puede señalarse dejsde cuando cayeron bajo el
dominio de la filosofía, evidentemente que ellas,
en sí, se remontan hasta la eternidad en que las
dictó la Sabiduría Infinita. ¿ Acaso tuvo esta jamás
que descender a completar su obra, que fué perfecta
al mismo sacarla del caos, sin más esfuerzo que el
fíat de su eficaz palabra ?
Al poseer esas leyes el liombre, aplica sin
oposición las que rigen la materia, porque redun-
dando en provecho común el perfeccionamiento que
engendran, sigue este fácilmente de donde brote a
todas partes, buscando su nivel mientras que en-
;
— 540 —
aión de toda otra criatura, ofrece ninguna sino él :
— 541 —
blanco, la verdad, el bien, tan patente a la vista,
que no cupiera error alguno sobre él, con la atrac-
ción que ejerce sobre el género humano, este lo
habría alcanzado de un salto, i desde ese momento
permanecería estacionario, extraño a esa labor in-
cesante, a que está entregado hacia la perfección, i
de la cual indudablemente deriva todo su mérito.-
La la voluntad, aunque a
inteligencia, pues,
i
extraviarse expuestas,
señoras de sí mismas, imprimen sagrada condición
al nombre, elevándolo a imagen de El que infi-
nitamente bueno, sabio i poderoso formó de la nada
el Universo i si El mismo, sin embargo de haberlo
;
— 542 —
Pero lo es Dios, i plenamente, i no le es dado
hacer el mal, ni se aviene a las perfecciones de
El, que lo haga el hombre, ni tampoco a la con-
dición misma de éste, i por tanto no debe hacerlo,
i su razón así se lo prescribe claramente, pues aun-
que criado para su felicidad, como que la desea
sin cesar, su poder para conseguirla, está limitado
por el de su semejante, que deseándola igualmente,
también es capaz de alcanzarla e impedírselo es
;
— 544 —
da vía mis,. Justicia, caridad .... vanas
tolerancia,
palabras, sin para los que quieren domina-
sentido,
ción a todo trance: muerte, ruina, devastación, triste
realidad, que exhiben ante el mundo.
v
Pero no percibo el estruendo de las armas....
| Vencieron los libres o perecerían unos i otros com-
batientes? ¿Ostenta Venezuela su pabellón estrella-
do o ha desaparecido de entre las naciones I Que
no pueda responderme a esas preguntas, yo que la amo
tanto, i deliro con verla feliz, i me lamento de mi
nulidad, porque me impide servirle, aunque fuese a
costa de los mayores sacrificios más ¿ qué digo ?, si
;
mente.
v
La luz vuelve. Qué preciosa,
la luna Se la ve !
de frente, no hiere
i como el sol
i por eso es con-
;
l
Hai algo acaso en absoluto reposo ?
El sol de dorada luz i calor vivificante asoma
en el Oriente, i se va la noche; mas esta se pre-
senta luego con su negro manto, i aquel entonces
desparece en el ocaso.
Cada estación cede su puesto a otra que la em-
puja pero para empujar oportunamente a su vez.
;
— 549 —
pesó en el alma i a Bruzual i Urrutia, a quienes
;
— 5á3 —
es nuestro,de lo contrario, no, i entonces veremos
en élun instrumento de Guzmán, a quien es preci-
so suprimir". "Pero yo concibo, le dije, que sin locar
a ese extremo, podríamos muí bien al amparo de la
escasa regularidad que se establezca, i prescindiendo
absolutamente de toda reacción personal, contraer-
nos a una revolución de ideas, persuadidos de que
en poco tiempo se consumaría, en fuerza de la pre-
disposición a ella, por los inmensos males de toda
j enero que lia causado la prolongada dictadura'''. "Esa
— 554 —
envolviendo con más i más a medida que
energía,
las circunstancias lo permitiesen, i la cual después de
bien extendida, ejercería irresistible atracción sobre
todos sus creyentes, para impedirles fatales extra-
víos". " Yo creo, me dijo, que el fin único que debe-
mos buscar, sin distraernos por aspiraciones que, irrea-
lizables ahora, se alcanzarán después,' es destruir
basta en sus raíces el guzmaneismo, qu® a más de
su jefe, encierra fuertes i poderosos elementos, en
todos los gremios sociales, por el mando conserva-
do en sus manos tantos años, i por las riquezas en
consecuencia acumuladas ". " Por supuesto que mui
honroso nos habría sido, sacudir el yugo desde mu-
cho antes, le respondí, i a usted le consta que for-
mé decididamente entre los que en oportunidad lo
intentaron pero como por desgracia nada absoluta-
;
— 555 —
mente por el principio de que solo el soldado de
la razón i del derecho se arma voluntariamente,
resuelto a vencer o morir. Por último, ya usted sabe
de que se trata : piénselo bien, i cuando nos volva-
mos a reunir, tendrá ocasión seguramente de darme
golpe de gracia, i se lo agradeceré, para acomodar-
me a la realidad". "No, no: me respondió qué gol*- :
— 559 —
mente, al caer en mi espíritu, siempre dispuesto fer-
vientemente a optar por la prédica de las ideas, como
único fundamento sólido de los partidos, ya que no-
existen con programas precisos a que hayan de su-
jetarse, i sin pena de ver al
los cuales sufriremos la
que nos parece tal, disuelto inmediatamente después
del triunfo, conforme a lo que registra nuestro pa-
sado ". "Observo, me dijo, que extraordinariamente se
preocupa usted con los partidos". "Ali! sí, le contesté,
porque para la efectividad de la república, los re-
puto absolutamente indispensables pero no quiero,,
;
— 5G1 —
presor fango de la más oprobiosa dictadura ? ]Sr o se
concibe cómo haya podido abatirse tanto i de re-
pente, una raza hasta ayer no más altiva, belicosa,,
heroica. Allá donde la servidumbre haya sido di]a r
tada i constante, nada tiene de extraño que se vuel-
va a caer' en ella, tras de lij era libertad, borrascosa,
alcanzada con esfuerzos supremos, capaces de' postrar
pero aquí, parecería increíble, si no se palpara. Mi-
re usted :en años atrás, cualquiera de nuestros pre-
sidentes que se hubiese reservado su palco en el
teatro, con distintivos odiosos para ante la igualdad
republicana, habría excitado la risa, i con ella, se-
ñal inequívoca del desprecio con que se recibía la inju-
ria, lo habrían hecho inmediatamente trizas. I es de
lo más insignificante eso en que me he fijado, al
propósito, para que resalte jnás i más el contraste ".
3
— 564 —
piano restituya su puesto al que lo agració cou él,
;
i a que sea uno de sus hijos el vicepresidente, como
.
para que en ningún caso saliera de la familia el
poder.
Así pues, en todo ese pasado, de más de dos
lustros,'ningún buen precedente por cierto, sienta
el partido liberal i cuando vuelve al gobierno,
;
— 565 —
de la jenerosa república, i porque
tolerante, justa i
sus recursos.
Acepta señor redactor como prueba de alta
el
estima, por la independencia i rectitud de que da
muestras, esta lijera expansión, i haga de ella el uso
que a bien tenga, inclusive publicarla, si la juzgare
adecuada a sus propósitos".
El señor O bregón Silva prefirió no insertar en
su periódico mis observaciones, i contestármelas a la
voz aprovechando la oportunidad, para hacerme las
suyas, en sentido de que los enemigos del señor ge-
neral Guzmáu lo habíamos más bien afianzado i yo ;
PROSPECTO .
— 568 —
felicitando,por el inmenso bien que se desaprenderá
de ella, a todos nuestros compatriotas, i mui parti-
cularmente al mismo benemérito general, cuya satis-
facción será indecible, al ver convertidas en realidad,
las legítimas esperanzas que en él se fundaron ; tras
lo cual, t
sin más retardo, Como reconocemos que alta
estima i distinguida consideración merece la hono-
rable falanje a que, sin título, nos incorporamos, in-
clinándonos mai respetuosamente ante ella, le pro-
ponemos el canje, seguros de que en su caballerosidad
no advierte la pérdida a que por ese hecho se so-
mete.
Nueva era hemos dicho, i lo es en efecto. Si
no, recorramos lij eminente elpasado.
Allá, en su. de un go-
orijen, ai exclusivismo
bierno extremadamente pretensioso, la mayoría opuso?
su derecho a imperar, i en breve entraron las ar-
mas a resolver esa cuestión, a la cual se redujeron
tosías las (lemas, entonces continuas luchas,
i desde,
desastrosas, más o menos cada, una de
sangrientas,
ellas prolongada, i alguna hasta por cinco años, ab-
sorvieron en mucho tiempo toda nuestra actividad.
Habrá cosa más triste Pero, ¿ cómo no confesarlo, !
— 571 —
blemeute, adusta, sin que asome alguna objeción
ahora, que se contuviera o no en el mejor término,
por cuestionable qile parezca, debe confesarse que a
más de inútil contraerse hoi a dilucidarlo, lejos de
toda oportunidad, la dé su acción, para modificarla,
si cabía, i la de su historia, para incluirla, con en-
dado !
— 572 —
| siguiendo ruin ejemplo, romper sin men-
Podría,
gua de mismo con un orden político de que ha-
sí
— 570 —
ííoiuo está por la referida fórmula, desde que uo
tiende absolutamente a conspirar. E insistiendo so-
bre esto, para ser bien explícito, como importa en
verdad, a más de abstenernos de toda manifesta-
ción que provoque a rompimientos, también conse-
cuentemente la condenaremos en los demás, con
mesura desde luego, si por desgracia la hubiere i ;
— 578 —
Cuántas condiciones, empero, se requieren para
¡
— 579 —
Aprovechando la oportunidad, traída exprofeso,
advertimos que sin suscriciones bastantes a cubrir
los de este periódico, nos será imposible
gastos
sostenenk). sin embargo, reúne muchas circuns-
I
tancias favorables: ¡argüiría mui mal el dejarlo morir
Nace al calor de la nueva era, i espontáneamente,
de entre las masas populares, como uno de tantos
órganos suyos, que obedece a generosas inspiracio-
nes. jSTo viene de atrás, ni cuenta con apoyo alguno
oficial: sin compromisos- de ninguna especie hasta
ayer, ni por para mañana, defiende la le-
hoi, ni
. gaiidad como áncora de salvación, fiado en la rectitud
del supremo magistrado i en la cordura de sus
conciudadanos encarece la conservación de la paz
:
AL PUBLICO
Nos place en sumo grado someter a la consi-
deración pública el artículo prospecto que precede,,
con el cual inicia sus tareas El Amigo del Pueblo,
periódico que estamos organizando bajo nuestra in-
mediata responsabilidad, que empezará pronto a
i
— 580 —
redacción deja explicados i que serán constan teniente
sn tema de preferencia.
En cuanto a las condiciones del periódico, serán
las más equitativas posibles, procurando por todos
respectos las mayores ventajas para el suscritor".
Todos los esfuerzos del editor, señor Salas, fueron
inútiles, i también los míos, llevados hasta suplicar al
ministro a quien entonces se atribuía mayor in-
fluencia, decisiva, señor Amengual, una pequeña sub-
vención, que nos sirviera de base.
Exagerada la lealtad que el señor general Crespo
protestaba con frecuencia al señor general Guzmán,
continuó muda la prensa independiente, exceptuando
apenas La Nación, cuyo redactor, resintiéndose al fin
de la maléfica influencia del señor general Guzmán,
no dejó de saherirlo, i eso le costó salir del país,
procederes uno i otro que justifican mi desprecio a
su referido cargo contra los enemigos declarados de
aquel.
Al terminar en junio, el año económico en que
entre a servir de archivero supernumerario, dejé de
serlo pero a fines del próximo noviembre, fui nom-
;
— 581 —
de sus destinos i esa adhesión es tanta, que con
;
— 583 —
me las iras del señor, aquélla franqueza brutal con
que todo de mentira, menos él, i aquellos
califiqué
beneficios que su predominio nos traería: su identi-
ficación con el país, buena fe en las relaciones ofi-
ciales, moralidad en las costumbres públicas i gran-
dísimos ahorros en el tesoro, pues evidentemente que
nada de eso había, desde que todo estaba por venir.
¡
Por venir semejantes condiciones, esenciales en un
orden cualquiera, i él se jactaba de haber regene-
rado a su patria! I después de eso, alhagarlo así,
¿ no sería atraerlo a un abismo ? ¿ Corno escaparse
aquello i esto a su penetración!. . . .¡ Parece increíble,
que no diera ía fiecha en el ojo derecho de Filipo I
— 587 —
bando la reacción de ideas, impediría la personal, que
con ciego entusiasmo la multitud procuraba. Guardé
silencio favoreciendo mi causa, sin cuidarme de se-
mejante imputación e hize además lo que pude.
A una carta que el señor general Guzmán di-
rigió a los redactores del citado periódico La Rege-
neración, contesté así
" Sirvióse pocos días ha el señor doctor Anibal
Domínicci pasarme la mui apreciable que con
carta,
fecha 7 del mes ultimó, se dignó usted dirigir, desde
París, a los redactores de La Regeneración, entre los
cuales tengo a honra figurar ; i consideró al mismo
verla, no de conveniencia sino de necesidad,
solo
que colectivamente le fuese contestada i como ;
como i puesto
fuere, que ellos tardan en decidirse,
me anticipo yo, en cumplimiento de mi deber.
Aficionado a escribir, he permanecido sin embargo
mudo, por no cantar alabanzas al éxito; pero he
continuado, sí, mis apuntes para la historia, 2?
tomo de mi Breve Análisis del pasado de Venezuela ;
i celebraría infinito, que en ellos figurase usted
poniendo término a su carrera pública, de acuerdo
con mis indicaciones".
"Los infraescritos, redactores de La Regeneración,
han recibido con la más alta complacencia, la inte-
resante carta que con fecha 7 del mes último, os
dignasteis dirijirles desde París. Ella les persuade
de lleno i a lo íntimo que veis en todos ellos, sepa-
rada i colectivamente, leales amigos vuestros i deci-
didos sostenedores de la causa liberal.
En
verdad, señor, que entre vos i esa causa,;
lejos de haber oposición, como pretenden algunos,
existe actualmente estrecha alianza. Las reacciones-
personales son por demás temibles, puesto que obe-
decen ciegamente a las más ruines pasiones, que
caben por desgracia en el corazón humano ; i coma
:
— 592 —
estas sin freno, así también aquellas se precipitan atro-
pelladamente, sin que nada pueda contenerlas ¿ qué :
sable en política.
Puesta en limpio mi carta, se la entregué al
propio señor doctor Itojas Paúl, para que él mismo
la remitiera con toda seguridad i a poco me vino ;
Con
él !. .El no tiene personalidad, ni esa per-
. .
í
progreso radicados en él solo, para que su mando de
veinte años se destaque refulgente, entre dos épocas
de instabilidades, sangre e infortunios. El que habla así
es cínico sin igual o está rematadamente loco, i
— coi —
y agente fiscal de la República en
pleni poten ci ario
Europa, por todo el tiempo que él quiso desempeñar
tan elevadas funciones: que su renuncia no fué consi-
derada por el gabinete sino después de meses, dán-
dole así tiempo a que la retirase, si lo tenía a bien,
i aun excitándolo a ello, indirectamente, el jefe del
Ejecutivo que en su carácter de ministro, él con-
:
— 604 —
ción personal, si que se la impusieron arrastrándolo,,
— 007 -
jas debió proponerse nada más que proscribir los abu-
sos i fundar el imperio de los principios, participándolo
así inmediatamente al general Guzmán, en carta respe-
tuosa, pero que revelara su firme inquebrantable reso-
lución, para que no pretendiera sujetarlo a sus imposi-
ciones; escojer sus agentes entre los que más segu-
ridad le brindasen, de estar con él completamente iden-
tificados en su plan, i presentar este ante el país, con
mucho tacto, hábilmente, sin valerse de palabras cu-
yos significados pudieran comprometerlo a más de la
que realmente quería i estaba a su alcance. Que no-
satisficiera esto de pronto a la oposición intransigente^
poco importaba. Lo habría sostenido con el mismo
guzmancismo, a excepción de los que, por demasiado
conocido apego a su ídolo, supusiera capaces de infi-
dencia pero del resto en masa, no debió dudar, pue&
;
— G09 —
morías de esta época, se dejen contra él, para que ella
los tenga en cuenta, de que fué como primer conse-
jero, cómplice inmediato de la usurpación, i por tanto
absolutamente incapacitado de asumir el poder legal,
que de hecho i solo con apoyo de la fuerza, ejerce
i a ese solo respecto, porque resalta 'i es irrechazable,
— G10 —
Ta, vuelvo a decir,
que esa guerra sea efecto inmedia-
to de otro, que del señor doctor Boj as ? Yo, como
el que más, reconozcoi lo lie declarado varias veces,
— 614 —
que tal había desaparecido, me lamenté
existencia
del chasco con un amigo. Pero este, cuyo nombre
omito, porque ignoro si querría que lo diese al pú-
blico, me dijo " pues eso podríamos tratarlo con un
:
— 615 —
pañías ferrocarrileras, para conducirlas a rebajar el
siete por ciento, que se les lia prometido en sus
respectivos contratos
Tres millones, a la redención de los títulos del
uno por ciento i ;
inmigrantes.
Complemento provechoso de estas ideas, habría
de ser un plan general de reformas en nuestro Có-
digo de Hacienda, que asegure la fiel recaudación
de las rentas, i unificándolas economice en los gastos
de su percepción, a la vez que liberte al comercio
de multitud de trabas innecesarias de que están lle-
nas las leyes aduaneras. I no hai que temer que
falte tiempo en un período presidencial, para hacer
esas reformas. Acométalas con firme voluntad de
realizarlas el señor doctor Andueza, i las llevará a
cabo, pues la nación lo ayudará seguramente".
A cuantas otras más consideraciones habríamos
— 616 —
podido extendernos pero a qué ?, acreditado de ta-
;
— 617 —
aquél á quien yo había puesto, como nombre, rnf.
seudónimo. .; Cuánta esperanza engañada
. . qué sú- !
¡
— 618 —
-pascua, en las dos del período del señor doctor Ro-
jas, de quien confieso haberlos recibido, a razón de
cien pesos cada uno más algunos amistosos prés-
;
¡
Qué situación tan deplorable ! I ¿ qué valdría excitar
al perdón i olvido, ala tolerancia i concordia, ala justi-
cia i benevolencia, a la caridad i unión 1 Si el país estu-
Tiese a esa altura, ¿ ocurriría acaso a las matanzas ?