Portadas Barroco
Portadas Barroco
Portadas Barroco
En sus comienzos se dio una arquitectura ecléctica y experimental, sin tener claro que
novedades debía de aportar o a que fin debía de llegar.
Se establece el 1600 como el comienzo del barroco con el consecuente fin del renacimiento.
Roma se convirtió en el máximo exponente de este arte, muchos artistas se congregaron en
esta ciudad, gracias sobre todo al protectorado, financiación y patrocinio del papado, que
continuaba intentando hacer de Roma la “Caput Mundi”, no solo en materia política, también
en la religiosa, ello desemboco en su reforma urbanística, cuyo espíritu esta inmerso en las
directrices de la contrarreforma frente al protestantismo triunfante en la mayoría de países del
norte.
Los juegos espaciales, su apuesta firme en los adornos, y el sentido de un espacio en continuo
movimiento hacia el el todo o la nada, justifica la visión de la naturaleza como un engaño, pero
claro está, un engaño bello. En la iglesias esto calará muy profundamente, las naves
centralizadas tenderán al alargamiento y las longitudinales al centralismo.
Será Vigonola quien planteará la adaptación de ambas tipologías, sin apenas dudas, podemos
considerar que sea la portada de Il Gesú la primera barroca, aunque fue Giacomo della Porta
su ejecutor.
Elementos como frontones en el coronamiento, pilastras y nichos jugarán un papel esencial,
además de los alerones o volutas que serán usadas como nexo entre cuerpos, la arquitectura
mandará un mensaje claro de la influencia que Alberti ejercerá en los arquitectos de este
período.
Como anteriormente hemos comentado, Il Gesú tomará la iniciativa del nuevo estilo, Giacomo
della Porta proyecta en 1575 la fachada longitudinal. Pese al uso de los ligeros entrantes y
salientes y las hornacinas, nichos y pilastras corintias, esta obra genera un carácter de
“aplastamiento”, como si la fachada y sus elementos estuviesen comprimidos, debido a la
levedad de los salientes, casi planos. Vemos influencia de Alberti en esos grande aletones que
escoltan el segundo piso y a la vez lo conectan con el inferior, visible es también Miguel Ángel
en el doble frontón triangular y curvo que coloca sobre la puerta principal, nos remite este
elemento a la Biblioteca Laurenciana.
En 1597, Carlo Maderno traza la Iglesia de Santa Susana. Maderno es considerado por muchos
como el renovador de finales del XVI. Maderno sin duda refleja el modelo de Il Gesú pero lo
traduce y moldea ejecutando una composición mas vertical y estilizada que la anterior,
combina pilastras y columnas que junto a un mayor relieve de los elementos deja atrás la
sensación de aplastamiento de Il Gesú, creando un verdadero juego de luces y sombras que
contrastan de forma muy superior a la anterior.
Otro elemento a tener en cuenta es la reducción de los alerones de conexión, los hace mas
finos y elegantes, introduce además una bóveda como será la balaustrada sobre la cornisa y
dos pináculos que dan mayor verticalidad y acentúan el propósito de dirigir la mirada al cielo,
hacia la eternidad y la nada.
Entre 1658 y 1678, Bernini llevará a cabo la Iglesia de Sant´Andrea al Quirinale, es visible la
inspiración clásica que Bernini obtiene para la tercera iglesia jesuita de Roma, pero suma la
que será su mayor innovación, la planta elíptica.
En la fachada crea una portada que perfectamente y casi de inmediato nos remite a los Tholos
clásicos, un cuerpo semicircular sostenido únicamente por dos columnas que se adelanta al
resto de la fachada, la iglesia comienza a expandirse hacia la calle, pudiendo mostrar, además
,este pórtico como un símbolo de refugio.
Cabe especial mención a la escalinata de acceso que como si de una lengua se tratara, se
derrama por el pavimento urbano. Las grandes pilastras jónicas de orden gigante y el frontón
triangular que lo acogen todo como si de una sola planeta se tratara (ya sin alerones, ni
diferencias de plantas) sumado a la heráldica sobre el semicírculo y que se inclina sobre el
espectador, y las numerosas molduras curvas y rectas, crean un potencial juegos de luces y
sombras propio del estilo ya asentado en la ciudad.
Un salto sin parangón lo da Borromini con su estilo y empleo de la luz de forma mística y
esotérica, un cambio radical en comparación con Bernini quien gustaba de crear un modo más
escenográfico y teatral.
Borromini crea con la arquitectura espacios enclavados como un objetos existentes en el
espacio. El edificio para el será autónomo e independiente y no una representación del
espacio, por ello sus fachadas no tienen volumen. Crea motivos decorativos a los que les da
una jerarquía y “son engarzados como joyas en caprichosas cornisas en perspectiva” (Argan).
En San Carlo Alle Quattro Fontane, Borromini crea una fachada ondulante, donde la línea
recta solo le sirve para los elementos verticales, los elementos horizontales crean un
entramado de líneas cóncavas y convexas dando un sentido escultórico a la obra y sin duda
creando un espacio inestable pero equilibrado a la vez.
Rompe con el modelo establecido por della Porta, crea un tipo de fachada que asume una
función generadora de la luz y del espacio, con el gran elemento heráldico con el que rompe la
cornisa y añade verticalidad, asombra al espectador como si el edificio lo absorbiera o
devorara.
Como ultimo exponente que van dando forma a las fachada del barroco y crean además
escuela y elementos indispensables para las posteriores obras, hablaremos de Carlo Rainaldi,
quien en 1663 traza la Iglesia de Santa María in Campitelli.
Es curioso que tras San Carlo y Borromini, Rainaldi deja atrás la linea curva, se olvida de ella,
usa ángulos quebrados y unos entrantes y salientes muy pronunciados, dándole un especial
pronunciamiento y contraste al centro, potencia el eje central dandole al edificio mayor
verticalidad, vuelve al uso de frontones partidos, columnas y semicolumnas esbeltas que
sostiene un gran entablamento. Recupera los aletones anteriores pero de una forma casi
presencial, los estiliza y adelgaza de una forma muy sutil, como nunca antes se había visto,
pero que cumplen la importante función de tránsito entre la primera y segunda planta, de una
forma magistral y elegante.
Giacomo della Porta creará un modelo que será fuente de inspiración para artistas de todo el
mundo, poco a poco, con la aportación de cada uno de ellos, su modelo dejara paso a otros
que, aun inspirándose indirectamente en el, serán completamente diferentes.
Bibliografía:
-El Barroco. Istmo. Fernando Checa y José Miguel Morán.
-Atalas de la Arquitectura 2. Del románico a la actualidad. Werner Miller y Gunther Vogel.