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Biografia y Vocabulario de Sociales-Valeria Arenas-P2

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BIOGRAFIAS

Miguel Ángel
(Miguel Ángel Buonarroti, en italiano Michelangelo; Caprese, actual Italia, 1475 - Roma,
1564) Escultor, pintor y arquitecto italiano. Habitualmente se reconoce a Miguel Ángel
como la gran figura del Renacimiento italiano, un hombre cuya excepcional personalidad
artística dominó el panorama creativo del siglo XVI y cuya figura está en la base de la
concepción del artista como un ser excepcional, que rebasa ampliamente las convenciones
ordinarias.

Miguel Ángel Buonarroti


Durante los cerca de setenta años que duró su carrera, Miguel Ángel cultivó por igual la
pintura, la escultura y la arquitectura, con resultados extraordinarios en cada una de estas
facetas artísticas; en este sentido superó a los otros dos grandes maestros del
Cinquecento: Rafael Sanzio, centrado casi exclusivamente en la pintura, y Leonardo da
Vinci, tan polifacético y excelso como él pero parco en realizaciones efectivas. Sus
coetáneos vieron en las creaciones de Miguel Ángel una cualidad, denominada terribilità, a
la que puede atribuirse la grandeza de su genio; dicho término se refiere a aspectos como el
vigor físico, la intensidad emocional y el entusiasmo creativo, verdaderas constantes en las
obras de este artista que les confieren su grandeza y su personalidad inimitables.
La vida de Miguel Ángel transcurrió entre Florencia y Roma, ciudades en las que dejó sus
obras maestras. Aprendió pintura en el taller de Domenico Ghirlandaio y escultura en el
jardín de los Médici, que habían reunido una excepcional colección de estatuas antiguas.
Dio sus primeros pasos haciendo copias de frescos de Giotto o de Masaccio que le sirvieron
para definir su estilo.
En 1496 se trasladó a Roma, donde realizó dos esculturas que lo proyectaron a la fama:
el Baco y la Piedad de San Pedro. Esta última, su obra maestra de los años de juventud, es
una escultura de gran belleza y de un acabado impecable que refleja su maestría técnica. Al
cabo de cinco años regresó a Florencia, donde recibió diversos encargos, entre ellos
el David, el joven desnudo de cuatro metros de altura que representa la belleza perfecta y
sintetiza los valores del humanismo renacentista.
En 1505, cuando trabajaba en el cartón preparatorio de la Batalla de Cascina (inconclusa)
para el Palazzo Vecchio, el papa Julio II lo llamó a Roma para que esculpiera su tumba;
Miguel Ángel trabajó en esta obra hasta 1545 y sólo terminó tres estatuas, el Moisés y
dos Esclavos; dejó a medias varias estatuas de esclavos que se cuentan en la actualidad
entre sus realizaciones más admiradas, ya que permiten apreciar cómo extraía literalmente
de los bloques de mármol unas figuras que parecían estar ya contenidas en ellos.
Julio II le pidió también que decorase el techo de la Capilla Sixtina, encargo que Miguel
Ángel se resistió a aceptar, puesto que se consideraba ante todo un escultor, pero que se
convirtió finalmente en su creación más sublime. Alrededor de las escenas centrales, que
representan episodios del Génesis, se despliega un conjunto de profetas, sibilas y jóvenes
desnudos, en un todo unitario dominado por dos cualidades esenciales: belleza física y
energía dinámica.
En 1516 regresó a Florencia para ocuparse de la fachada de San Lorenzo, obra que le dio
muchos quebraderos de cabeza y que por último no se realizó; pero el artista proyectó para
San Lorenzo dos obras magistrales: la Biblioteca Laurenciana y la capilla Medicea o
Sacristía Nueva. Ambas realizaciones son en el aspecto arquitectónico herederas de la obra
de Brunelleschi, aunque la singular escalera de acceso a la biblioteca, capaz de crear un
particular efecto de monumentalidad en el escaso espacio existente, sólo puede ser obra del
genio de Miguel Ángel. La capilla Medicea alberga dos sepulturas que incluyen la estatua
del difunto y las figuras magistrales del Día, la Noche, la Aurora y el Crepúsculo.
En 1534, Miguel Ángel se estableció definitivamente en Roma, donde realizó el fresco del
Juicio Final en la capilla Sixtina y supervisó las obras de la basílica de San Pedro, en la que
modificó sustancialmente los planos y diseñó la cúpula, que es obra suya. Su otra gran
realización arquitectónica fue la finalización del Palacio Farnesio, comenzado por Antonio
da Sangallo el Joven.

Martín Lutero
Contrariando la voluntad de sus padres, Martín Lutero se hizo monje agustino en 1505 y
comenzó a estudiar teología en la Universidad de Wittenberg, en donde se doctoró en 1512.
Siendo ya profesor comenzó a criticar la situación en la que se encontraba la Iglesia
católica: Lutero protestaba por la frivolidad en la que vivía gran parte del clero
(especialmente las altas jerarquías, como había podido contemplar durante una visita a
Roma en 1510) y censuró también que las bulas eclesiásticas (documentos que
teóricamente concedían indulgencias a los creyentes por los pecados cometidos) fueran
objeto de un tráfico puramente mercantil.
Las críticas de Lutero reflejaban un clima bastante extendido de descontento por la
degradación de la Iglesia, expresado desde la Baja Edad Media por otros reformadores que
se pueden considerar predecesores del luteranismo, como el inglés John Wyclif (siglo XIV)
o el bohemio Jan Hus (siglo XV). Las protestas de Lutero fueron subiendo de tono hasta
que, a raíz de una campaña de venta de bulas eclesiásticas para reparar la basílica de San
Pedro, decidió hacer pública su protesta redactando sus célebres noventa y cinco tesis, que
clavó a la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg (1517) y que pronto serían
impresas bajo el título Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias.

La Iglesia hizo comparecer varias veces a Lutero para que se retractase de aquellas ideas
(en 1518 y 1519); pero en cada controversia Lutero fue más allá y rechazó la autoridad del
papa, de los concilios y de los «Padres de la Iglesia», remitiéndose en su lugar a la Biblia y
al uso de la razón. En 1520, Lutero completó el ciclo de su ruptura con Roma al desarrollar
sus ideas en tres grandes «escritos reformistas»: Llamamiento a la nobleza cristiana de la
nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y Sobre la libertad
cristiana. Finalmente, el papa León X le condenó y excomulgó como hereje en una bula que
Lutero quemó públicamente (1520); y el nuevo emperador, Carlos V, le declaró proscrito
tras escuchar sus razones en la Dieta de Worms (1521).
Lutero permaneció un año escondido bajo la protección del elector Federico de Sajonia;
pero sus ideas habían hallado eco entre el pueblo alemán, y también entre algunos príncipes
deseosos de afirmar su independencia frente al papa y frente al emperador, por lo que
Lutero no tardó en recibir apoyos que le convirtieron en dirigente del movimiento religioso
conocido como la Reforma protestante.
La teología luterana
Desligado de la obediencia romana, Martín Lutero emprendió la reforma de los sectores
eclesiásticos que le siguieron y que conformaron la primera Iglesia protestante, a la cual
dotó de una base teológica. El luteranismo se basa en la doctrina (inspirada en escritos
de San Pablo y de San Agustín de Hipona) de que el hombre puede salvarse sólo por su fe y
por la gracia de Dios, sin que las buenas obras sean necesarias ni mucho menos suficientes
para alcanzar la salvación del alma; en consecuencia, expedientes como las bulas que
vendía la Iglesia católica no sólo eran inmorales, sino también inútiles.
Lutero defendió la doctrina del «sacerdocio universal», que implicaba una relación personal
directa del individuo con Dios en la cual desaparecía el papel mediador de la Iglesia,
privando a ésta de su justificación tradicional; la interpretación de las Sagradas Escrituras
no tenía por qué ser un monopolio exclusivo del clero, sino que cualquier creyente podía
leer y examinar libremente la Biblia, la cual debía ser traducida, por consiguiente, a
idiomas que todos los creyentes pudieran entender. El propio Lutero la tradujo al alemán,
creando un monumento literario de gran repercusión sobre la lengua escrita en Alemania en
los siglos posteriores.
También negó otras ideas asumidas por la Iglesia a lo largo de la Edad Media, como la
existencia del Purgatorio o la necesidad de que los clérigos permanecieran célibes; para dar
ejemplo, él mismo contrajo matrimonio con una antigua monja convertida al luteranismo.
De los sacramentos católicos, Lutero sólo consideró válidos los dos que halló reflejados
en los Evangelios, es decir, el bautismo y la eucaristía, rechazando los demás.
Al rechazar la autoridad centralizadora de Roma, Lutero proclamó la independencia de las
Iglesias nacionales, cuya cabeza debía ser el príncipe legítimo de cada Estado; la
posibilidad de hacerse con el dominio de las Iglesias locales (tanto en su vertiente
patrimonial como en la de aparato propagandístico para el control de las conciencias) atrajo
a muchos príncipes alemanes y facilitó la extensión de la Reforma. Tanto más cuanto que
Lutero insistió en la obediencia al poder civil, contribuyendo a reforzar el absolutismo
monárquico y desautorizando movimientos populares inspirados en su doctrina, como el
que desencadenó la «guerra de los campesinos» (1524-25).
La extensión del luteranismo dio lugar a las «guerras de religión» que enfrentaron a
católicos y protestantes en Europa a lo largo de los siglos XVI y XVII, si bien las
diferencias religiosas fueron poco más que el pretexto para canalizar luchas de poder en las
que se mezclaban intereses políticos, económicos y estratégicos. El protestantismo acabó
por consolidarse como una religión cristiana separada del catolicismo romano; pero, a su
vez, también se dividió en múltiples corrientes, al aparecer disidentes radicales en la propia
Alemania (como Thomas Münzer) y al extenderse el protestantismo a otros países
europeos, en donde aparecieron reformadores locales que crearon sus propias Iglesias con
doctrinas teológicas diferenciadas (como en la Inglaterra de Enrique VIII o la Suiza
de Ulrico Zuinglio y Juan Calvino).
Juan Calvino
(Jean Cauvin o Calvin; Noyon, Francia, 1509 - Ginebra, 1564) Teólogo y reformador
protestante. Educado en el catolicismo, cursó estudios de teología, humanidades y derecho.
Con poco más de veinte años se convirtió al protestantismo, al adoptar los puntos de vista
de Lutero: negación de la autoridad de la Iglesia de Roma, importancia primordial de la
Biblia y doctrina de la salvación a través de la fe y no de las obras.
Tales convicciones le obligaron a abandonar París en 1534 y buscar refugio en Basilea
(Suiza). 1536 fue un año decisivo en su vida: por un lado, publicó un libro en el cual
sistematizaba la doctrina protestante -Las instituciones de la religión cristiana-, que
alcanzaría enseguida una gran difusión; y por otro, llegó a Ginebra, en donde la creciente
comunidad protestante le pidió que se quedara para ser su guía espiritual. Calvino se instaló
en Ginebra, pero sus autoridades le expulsaron de la ciudad en 1538 por el excesivo rigor
moral que había tratado de imponer a sus habitantes.
En 1541 los ginebrinos volvieron a llamarle y, esta vez, Calvino no se limitó a predicar y a
tratar de influir en las costumbres, sino que asumió un verdadero poder político, que
ejercería hasta su muerte. Aunque mantuvo formalmente las instituciones representativas
tradicionales, estableció un control de hecho sobre la vida pública, basado en la asimilación
de comunidad religiosa y comunidad civil.
Un Consistorio de ancianos y de pastores -dotado de amplios poderes para castigar-
vigilaba y reprimía las conductas para adaptarlas estrictamente a la que suponían voluntad
divina: fueron prohibidos y perseguidos el adulterio, la fornicación, el juego, la bebida, el
baile y las canciones obscenas; hizo obligatoria la asistencia regular a los servicios
religiosos; y fue intolerante con los que consideraba herejes (como Miguel Servet, al que
hizo quemar en la hoguera en 1553). El culto se simplificó, reduciéndolo a la oración y la
recitación de salmos, en templos extremadamente austeros de donde habían sido eliminados
los altares, santos, velas y órganos.
La lucha por imponer todas estas innovaciones se prolongó hasta 1555, con persecuciones
sangrientas, destierros y ejecuciones; después, Calvino reinó como un dictador
incontestado. Ginebra se convirtió así en uno de los más importantes focos protestantes de
Europa, desde donde irradiaba la Reforma. El propio Calvino se esforzó hasta el final de su
vida por hacer proselitismo, extendiendo su influencia religiosa, especialmente hacia
Francia.
Muerto Ulrico Zuinglio en 1531, Calvino se había erigido en el principal dirigente del
protestantismo europeo, capaz de hacer frente a la Contrarreforma católica. El calvinismo
superó pronto en influencia al luteranismo (limitado al norte de Alemania y los países
escandinavos): calvinista fue el protestantismo dominante en Suiza y en Holanda, así como
el de los hugonotes franceses, los presbiterianos escoceses o los puritanos ingleses (que
después emigraron a Norteamérica), y otras comunidades importantes de tendencia
calvinista surgieron en países como Hungría, Polonia y Alemania.
Calvino se opuso siempre a la fusión de las iglesias reformadas inspiradas por él con las de
inspiración luterana, alegando irreductibles diferencias teológicas. Entre éstas destaca la
doctrina de la predestinación: según Calvino, Dios ha decidido de antemano quiénes se
salvaran y quiénes no, con independencia de su comportamiento en la vida; el hombre se
salva si ha sido elegido para ese destino por Dios; y las buenas obras no constituyen
méritos relevantes a ese respecto, sino una conducta también prevista por el Creador.
Quienes han sido destinados a la salvación han sido también destinados a llevar una vida
recta; curiosamente, esta doctrina produjo entre los creyentes calvinistas un efecto
moralizante, caracterizándose dichas comunidades por un extremado rigor moral y una
dedicación sistemática al trabajo, como Calvino prescribió. Otras peculiaridades de su
doctrina, como la de admitir el préstamo con interés (en contraste con los católicos y con
los luteranos) han permitido que desde Max Weber algunos historiadores vieran en la ética
calvinista el «caldo de cultivo» más propicio para el desarrollo de la moderna economía
capitalista.
Isaac Newton
(Woolsthorpe, Lincolnshire, 1642 - Londres, 1727) Científico inglés. Fundador de la física
clásica, que mantendría plena vigencia hasta los tiempos de Einstein, la obra de Newton
representa la culminación de la revolución científica iniciada un siglo antes por Copérnico.
En sus Principios matemáticos de la filosofía natural (1687) estableció las tres leyes
fundamentales del movimiento y dedujo de ellas la cuarta ley o ley de gravitación
universal, que explicaba con total exactitud las órbitas de los planetas, logrando así la
unificación de la mecánica terrestre y celeste.

Isaac Newton
Hijo póstumo y prematuro, su madre preparó para él un destino de granjero; pero
finalmente se convenció del talento del muchacho y le envió a la Universidad de
Cambridge, en donde hubo de trabajar para pagarse los estudios. Allí Newton no destacó
especialmente, pero asimiló los conocimientos y principios científicos y filosóficos de
mediados del siglo XVII, con las innovaciones introducidas por Galileo Galilei, Johannes
Kepler, Francis Bacon, René Descartes y otros.
Tras su graduación en 1665, Isaac Newton se orientó hacia la investigación en física y
matemáticas, con tal acierto que a los 29 años ya había formulado teorías que señalarían el
camino de la ciencia moderna hasta el siglo XX; por entonces había ya obtenido una
cátedra en su universidad (1669). Protagonista fundamental de la «Revolución científica»
de los siglos XVI y XVII y padre de la mecánica clásica, Newton siempre fue remiso a dar
publicidad a sus descubrimientos, razón por la que muchos de ellos se conocieron con años
de retraso. Newton coincidió con Leibniz en el descubrimiento del cálculo integral, que
contribuiría a una profunda renovación de las matemáticas; también formuló el teorema del
binomio (binomio de Newton).
Las aportaciones esenciales de Isaac Newton se produjeron en el terreno de la física. Sus
primeras investigaciones giraron en torno a la óptica: explicando la composición de la luz
blanca como mezcla de los colores del arco iris, formuló una teoría sobre la naturaleza
corpuscular de la luz y diseñó en 1668 el primer telescopio de reflector, del tipo de los que
se usan actualmente en la mayoría de los observatorios astronómicos; más tarde recogió su
visión de esta materia en la obra Óptica (1703). También trabajó en otras áreas, como la
termodinámica y la acústica.
La mecánica newtoniana
Pero su lugar en la historia de la ciencia se lo debe sobre todo a su refundación de la
mecánica. En su obra más importante, Principios matemáticos de la filosofía natural (1687),
formuló rigurosamente las tres leyes fundamentales del movimiento, hoy llamadas Leyes de
Newton: la primera ley o ley de la inercia, según la cual todo cuerpo permanece en reposo o
en movimiento rectilíneo uniforme si no actúa sobre él ninguna fuerza; la segunda o
principio fundamental de la dinámica, según el cual la aceleración que experimenta un
cuerpo es igual a la fuerza ejercida sobre él dividida por su masa; y la tercera o ley de
acción y reacción, que explica que por cada fuerza o acción ejercida sobre un cuerpo existe
una reacción igual de sentido contrario.
De estas tres leyes dedujo una cuarta, que es la más conocida: la ley de la gravedad, que
según la leyenda le fue sugerida por la observación de la caída de una manzana del árbol.
Descubrió que la fuerza de atracción entre la Tierra y la Luna era directamente proporcional
al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las
separa, calculándose dicha fuerza mediante el producto de ese cociente por una
constante G; al extender ese principio general a todos los cuerpos del Universo lo convirtió
en la ley de gravitación universal.
La mayor parte de estas ideas circulaban ya en el ambiente científico de la época; pero
Newton les dio el carácter sistemático de una teoría general, capaz de sustentar la
concepción científica del Universo durante más de dos siglos. Si todavía en nuestros días
resulta admirable la elegancia y sencillez de la mecánica newtoniana, puede imaginarse el
deslumbramiento que produjo en sus contemporáneos aquella clarificación de un vasto
conjunto de fenómenos; así lo expresó un compatriota suyo, el poeta Alexander Pope: "La
Naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche, pero dijo Dios: ¡Hágase la luz!, y nació
Isaac Newton".
Hasta que terminó su trabajo científico propiamente dicho (hacia 1693), Newton se dedicó
a aplicar sus principios generales a la resolución de problemas concretos, como la
predicción de la posición exacta de los cuerpos celestes, convirtiéndose en el mayor
astrónomo del siglo. Sobre todos estos temas mantuvo agrios debates con otros científicos
(como Edmund Halley, Robert Hooke, John Flamsteed o el citado Leibniz), en los que
encajó mal las críticas y se mostró extremadamente celoso de sus posiciones.
Como profesor de Cambridge, Newton se enfrentó a los abusos de Jacobo II contra la
universidad, lo cual le llevó a aceptar un escaño en el Parlamento surgido de la «Gloriosa
Revolución» (1689-90). En 1696 el régimen le nombró director de la Casa de la Moneda,
buscando en él un administrador inteligente y honrado para poner coto a las falsificaciones.
Volvería a representar a su universidad en el Parlamento en 1701. En 1703 fue nombrado
presidente de la Royal Society de Londres. Y en 1705 culminó la ascensión de su prestigio
al ser nombrado caballero.
Denis Diderot
(Langre, Francia, 1713 - París, 1784) Filósofo y escritor francés que editó junto con
D'Alembert la célebre Enciclopedia, obra emblemática de la Ilustración. Fue el hijo mayor
de un acomodado cuchillero, cuyas virtudes burguesas de honradez y amor al trabajo había
de recordar más tarde con admiración.

Diderot
A los diez años ingresó en el colegio de los jesuitas en Langres y en 1726 recibió la tonsura
por imposición de su familia con el propósito -luego frustrado- de que sucediera como
canónigo a un tío materno. En 1728 marchó a París para continuar sus estudios; por la
universidad parisiense se licenció en artes en 1732, e inició entonces una década de vida
bohemia en la que se pierde el hilo de sus actividades.
En 1741 conoció a la costurera Antoinette Champion, que no tardó en convertirse en su
amante y con la cual se casaría dos años más tarde contra la voluntad de su padre, quien
trató de recluirlo en un convento para abortar sus planes. Fue un matrimonio desdichado,
marcado por la muerte de los tres primeros hijos en la infancia (sólo sobrevivió la cuarta
hija, más tarde autora de la biografía de su padre). En 1745 inició una relación amorosa con
Madame de Puisieux, la primera de una serie de amantes que terminaría con Sophie
Volland, de la que se enamoró en 1755 y con quien mantuvo un intercambio epistolar que
constituye la parte más notable de su correspondencia.
En 1746, la publicación de sus Pensamientos filosóficos, en los que proclama su deísmo
naturalista, le acarreó la condena del Parlamento de París. Ese mismo año entró en contacto
con el editor Le Breton, quien le encargó la dirección, compartida con D'Alembert, de
la Enciclopedia. Durante más de veinte años, Diderot dedicó sus energías a hacer realidad
la que fue, sin duda, la obra más emblemática de la Ilustración, a la cual contribuyó con la
redacción de más de mil artículos y, sobre todo, con sus esfuerzos por superar las múltiples
dificultades con que tropezó el proyecto.
En 1749, la aparición de su Carta sobre los ciegos para uso de los que pueden ver le valió
ser encarcelado durante un mes en Vincennes por «libertinaje intelectual», a causa del tono
escéptico del texto y sus tesis agnósticas; en la cárcel recibió la visita de Rousseau, a quien
conocía desde 1742 y que en 1758 acabó por distanciarse de él.
En 1750 apareció el prospecto divulgador destinado a captar suscriptores para la
Enciclopedia, redactado por Diderot; pero en enero de 1752 el Consejo Real prohibió que
continuara la publicación de la obra, cuando ya habían aparecido los dos primeros
volúmenes, aunque la intercesión de Madame de Pompadour facilitó la revocación tácita
del decreto.
En 1759 el Parlamento de París, sumándose a la condena de la Santa Sede, ordenó una
nueva suspensión; D'Alembert, intimidado, abandonó la empresa, pero el apoyo
de Malesherbes permitió que la impresión prosiguiera oficiosamente. En 1764, Diderot
comprobó que el editor censuraba sus escritos; tras conseguir que los diez últimos
volúmenes del texto se publicaran en 1765, abandonó las responsabilidades de la edición.
Inició entonces un período de intensa producción literaria, que había dado ya frutos
notables durante sus años de dedicación al proyecto enciclopédico. A finales de 1753
habían aparecido sus Pensamientos sobre la interpretación de la naturaleza, donde
proclamaba la superioridad de la filosofía experimental sobre el racionalismo cartesiano. Lo
más notable de su producción lo integraron obras que permanecieron inéditas hasta después
de su muerte, aunque fueron conocidas por sus amigos. Entre ellas destacan, sobre todo,
dos novelas filosóficas: La religiosa y Jacques el fatalista, así como el magistral diálogo El
sobrino de Rameau, traducido al alemán por Goethe en 1805.
Jean-Jacques Rousseau
(Ginebra, Suiza, 1712 - Ermenonville, Francia, 1778) Filósofo suizo. Junto
con Voltaire y Montesquieu, se le sitúa entre los grandes pensadores de la Ilustración en
Francia. Sin embargo, aunque compartió con los ilustrados el propósito de superar el
oscurantismo de los siglos precedentes, la obra de Jean-Jacques o Juan Jacobo Rousseau
presenta puntos divergentes, como su concepto de progreso, y en general más avanzados:
sus ideas políticas y sociales preludiaron la Revolución Francesa, su sensibilidad literaria se
anticipó al romanticismo y, por los nuevos y fecundos conceptos que introdujo en el campo
de la educación, se le considera el padre del pedagogía moderna.
Huérfano de madre desde temprana edad, Jean-Jacques Rousseau fue criado por su tía
materna y por su padre, un modesto relojero. Sin apenas haber recibido educación, trabajó
como aprendiz con un notario y con un grabador, quien lo sometió a un trato tan brutal que
acabó por abandonar Ginebra en 1728.
Jean-Jacques Rousseau (retrato de Maurice Quentin de La Tour, 1753)
Fue entonces acogido bajo la protección de la baronesa de Warens, quien le convenció de
que se convirtiese al catolicismo (su familia era calvinista). Ya como amante de la
baronesa, Jean-Jacques Rousseau se instaló en la residencia de ésta en Chambéry e inició
un período intenso de estudio autodidacto.
En 1742 Rousseau puso fin a una etapa que más tarde evocó como la única feliz de su vida
y partió hacia París, donde presentó a la Academia de la Ciencias un nuevo sistema de
notación musical ideado por él, con el que esperaba alcanzar una fama que, sin embargo,
tardó en llegar. Pasó un año (1743-1744) como secretario del embajador francés en
Venecia, pero un enfrentamiento con éste determinó su regreso a París, donde inició una
relación con una sirvienta inculta, Thérèse Levasseur, con quien acabó por casarse
civilmente en 1768 tras haber tenido con ella cinco hijos.
Rousseau trabó por entonces amistad con los ilustrados, y fue invitado a contribuir con
artículos de música a la Enciclopedia de D'Alembert y Diderot; este último lo impulsó a
presentarse en 1750 al concurso convocado por la Academia de Dijon, la cual otorgó el
primer premio a su Discurso sobre las ciencias y las artes, que marcó el inicio de su fama.
En 1754 visitó de nuevo Ginebra y retornó al protestantismo para readquirir sus derechos
como ciudadano ginebrino, entendiendo que se trataba de un puro trámite legislativo.
Apareció entonces su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, escrito
también para el concurso convocado en 1755 por la Academia de Dijon. Rousseau se opuso
en esta obra a la concepción ilustrada del progreso, considerando que los hombres en estado
natural son por definición inocentes y felices, y que son la cultura y la civilización las que
imponen la desigualdad entre ellos (en especial a partir del establecimiento de la propiedad)
y acarrean la infelicidad.
En 1756 se instaló en la residencia de su amiga Madame d'Épinay en Montmorency, donde
redactó algunas de sus obras más importantes. Julia o la nueva Eloísa (1761) es una novela
sentimental inspirada en su pasión -no correspondida- por la cuñada de Madame d'Épinay,
la cual fue motivo de disputa con esta última.
En El contrato social (1762), Rousseau intenta articular la integración de los individuos en
la comunidad; las exigencias de libertad del ciudadano han de verse garantizadas a través
de un contrato social ideal que estipule la entrega total de cada asociado a la comunidad, de
forma que su extrema dependencia respecto de la ciudad lo libere de aquella que tiene
respecto de otros ciudadanos y de su egoísmo particular. La voluntad general señala el
acuerdo de las distintas voluntades particulares, por lo que en ella se expresa la racionalidad
que les es común, de modo que aquella dependencia se convierte en la auténtica realización
de la libertad del individuo, en cuanto ser racional.
Finalmente, Emilio o De la educación (1762) es una novela pedagógica, cuya parte
religiosa le valió la condena inmediata por parte de las autoridades parisinas y su huida a
Neuchâtel, donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades locales, de modo que,
en 1766, aceptó la invitación de David Hume para refugiarse en Inglaterra, aunque al año
siguiente regresó al continente convencido de que Hume tan sólo pretendía difamarlo. A
partir de entonces Rousseau cambió sin cesar de residencia, acosado por una manía
persecutoria que lo llevó finalmente de regreso a París en 1770, donde transcurrieron los
últimos años de su vida, en los que redactó sus escritos autobiográficos.
La obra de Jean-Jacques Rousseau
Considerado unánimemente una de las máximas figuras de la Ilustración, Jean-Jacques
Rousseau aportó obras fundamentales a la teorización del deísmo (Profesión de fe del
vicario saboyano), la creación de una nueva pedagogía (Emilio), la crítica del absolutismo
(Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres, El contrato
social), la controversia sobre el sentido del progreso humano (Discurso sobre las ciencias y
las artes), el auge de la novela sentimental (Julia o la nueva Eloísa) y el desarrollo del
género autobiográfico (Confesiones). En suma, Rousseau abordó los grandes temas de su
época y participó activamente en todos los debates intelectuales que apasionaron al siglo.
Sin embargo, al tiempo que es un hombre representativo de la ideología ilustrada (con sus
presupuestos basados en la razón, la naturaleza, la tolerancia y la libertad), Rousseau
anuncia algunas corrientes que se difundirán a partir de la Revolución. Así, por un lado, el
pensador ginebrino puso en circulación determinadas ideas que cuestionaban el optimismo
radical de las Luces: la perfección del estado de naturaleza frente a la corrupción de la
sociedad comprometía la confianza en el progreso de los ilustrados; la idealización del buen
salvaje se enfrentaba a la del "innoble salvaje" de los economistas que estudiaban los
medios para el desarrollo material de la humanidad, y el énfasis sobre el sentimiento y la
voluntad podía mermar la confianza ilustrada en el imperio de la razón.
Por otro lado, sus propuestas políticas no sólo desbarataban las ilusiones puestas en el
reformismo benevolente de los déspotas ilustrados, sino que ofrecían un modo alternativo
de organización de la sociedad y lanzaban una inequívoca consigna contra el absolutismo
de derecho divino al defender el principio de la soberanía nacional y la voluntad general de
la comunidad de los ciudadanos, postulando en consecuencia como justas aquellas formas
de gobierno (como la democracia) en que dicha voluntad general puede expresarse.
De este modo, Rousseau se situaba en la encrucijada de la Ilustración, alimentando al
mismo tiempo las corrientes subterráneas que inspiraron el prerromanticismo y las fuentes
doctrinales de donde brotará pujante la Revolución. Pese a esgrimir argumentos no
demasiado sólidos, su primer texto importante, el Discurso sobre las ciencias y las
artes (1750), es la clave para entender su reticencia frente al optimismo racionalista que
creía firmemente en el progreso de la civilización.
Rousseau se alejaba ya en esta obra del pensamiento ilustrado al atribuir escasa importancia
al perfeccionamiento de las ciencias y conceder mayor valor a las facultades volitivas que a
la razón. Contestando la unilateralidad de una visión del progreso ceñida al ámbito técnico
y material, en detrimento del moral y cultural, denunció la incongruencia que suponía
denominar progreso humano a lo que era un mero desarrollo tecnológico. Aunque se había
avanzado en el dominio de la naturaleza y se había aumentado el patrimonio artístico, la
civilización no había hecho al hombre más libre, más feliz o más bondadoso. La empresa
de dilucidar los efectos de la organización social sobre la naturaleza humana la acometió en
el Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres (1755). Si
en escritos anteriores ya había teorizado sobre la bondad natural del hombre y el efecto
corruptor de la sociedad, ahora pasó a desarrollar la idea del buen salvaje. En un primitivo
estado de naturaleza no existían entre los humanos desigualdades relevantes (sólo las
derivadas de la biología) y los hombres no eran ni buenos ni malos, sino simplemente
"amorales". Una serie de causas externas empujaron a los hombres a agruparse y prestarse
ayuda mutua para determinadas empresas, y en el transcurso de esa asociación nacieron las
pasiones que transformaron su espíritu.
Ese "estado de naturaleza" era esencialmente un concepto teórico, pero ofrecía a Rousseau
la base para condenar las injusticias del mundo de su tiempo, advertir sobre la corrupción
reinante y desenmascarar el desorden de la sociedad civil. Así, partiendo de un estadio
asociativo primitivo e idílico, nucleado en torno a la familia y más tarde traspasado a la
comunidad (a la que inspiraba la solidaridad y guiaba la costumbre y no la ley,
repartiéndose el fruto de la caza), llegó a determinar el momento de la fractura: la aparición
de la agricultura, la minería y, por ende, la propiedad privada y la acumulación de riquezas
en manos de unos pocos.
El proceso continuaba con la aparición de la servidumbre, consistente en que los
desposeídos ofrecían su trabajo a cambio de la protección de los poderosos. Los abusos
propiciaron la desconfianza mutua y la necesidad de prevenir el crimen, por lo que se hizo
necesaria la instauración de un gobierno y la promulgación de leyes para la protección de la
propiedad privada. Si hasta aquí el esbozo de esta evolución no era nuevo (ya había sido
apuntado por John Locke), la originalidad consistía en matizar que el proceso se había
operado en defensa de la propiedad de los ricos; de ahí el carácter revolucionario de la
hipótesis.
Claro es que Rousseau no abogaba por la abolición de la propiedad privada, a la que
consideraba un hecho irreversible y por tanto inherente al estado de sociedad, sino que
apuntaba hacia la mejora de la situación a través del perfeccionamiento de la organización
política. En cuanto diagnosis del origen de la injusticia social y la infelicidad del hombre,
el Discurso tiene en efecto su necesario complemento en otra de sus obras
fundamentales, El contrato social (1762), con su propuesta de una nueva sociedad fundada
sobre un pacto libremente aceptado por los individuos, de los que emana una voluntad
general que se expresa en la ley y que concilia la libertad individual con un orden social
justo.
Si bien no es posible contraponer una Ilustración de la razón y otra del sentimiento (pues
precisamente entre los fenómenos más característicos de las Luces se encuentran la
exaltación de la naturaleza, la revolución de la afectividad o el triunfo de la privacidad), no
cabe duda de que el énfasis rousseauniano sobre la reivindicación del sentimiento frente a
la razón pura, la idealización arcádica de la naturaleza y la indagación obstinada en el
secreto reducto de la intimidad son elementos que preludian la aparición del nuevo clima
espiritual del prerromanticismo.
En este sentido, Rousseau colaboró decisivamente en la difusión de una estética del
sentimiento con la publicación de su novela La nueva Eloísa (1761), aunque no sea ni el
único escritor de novelas sentimentales ni el único responsable de los melodramas
lacrimógenos que siguieron (las denominadas pleurnicheries). La bondad del hombre en un
ideal estado de naturaleza es la base de una obra destinada a inaugurar la pedagogía
moderna: Emilio o De la educación (1762); por ello la labor educativa ha de llevarse a cabo
al margen de la sociedad y de sus instituciones y no consiste en imponer normas o dirigir
aprendizajes, sino en impulsar el desarrollo de las inclinaciones espontáneas del niño
facilitando su contacto con la naturaleza, que es sabia y educativa.
Por otro lado, sus Confesiones (publicadas póstumamente en 1782 y 1789) representan, en
un siglo inclinado a la autobiografía, un ejemplo excepcional de introspección personal y de
exhibición extremada de la propia intimidad, en un grado que no se alcanzaría hasta el
pleno romanticismo. Finalmente, no resulta extraño que la muerte le sorprendiera
meditando en la soledad de los jardines a la inglesa del castillo de Ermenonville, donde le
había invitado el marqués de Girardin, mientras se entregaba al ilustrado placer de la
herborización, tal como había dejado descrito en Las ensoñaciones del paseante solitario,
publicadas también póstumamente en 1782.
La dualidad de la figura y la obra de Rousseau no pasó desapercibida a sus coetáneos, como
demuestran las palabras de Goethe: "Con Voltaire termina un mundo, con Rousseau
comienza otro". Un mundo que, por un lado, conducía al romanticismo (debido al avance
del irracionalismo, la exacerbación del sentimentalismo, el auge de los nacionalismos y la
revalorización de las oscuras edades medievales) y, por otro, a la Revolución.
VOCABULARIO

Cristianismo:
El cristianismo es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas de
Jesús de Nazaret. Es la religión más extensa del mundo con 2400 millones de seguidores.El
cristianismo es una religión diversa tanto cultural como doctrinalmente.
Catolicismo:
Doctrina religiosa cristiana que tiene como jefe espiritual al Papa de Roma; se caracteriza
por seguir una disciplina, un ritual y un canon tradicional que se desarrolló desde los
primeros años del cristianismo; su unidad de organización fundamental es la diócesis.
Inquisición:
El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a
la supresión de la herejía, mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en
la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se
derivan todas las demás.
Capitalismo:
El capitalismo es un orden o sistema social y económico que se encuentra en constante
movimiento, derivado del usufructo de la propiedad privada sobre el capital como
herramienta de producción.
Circunnavegación:
Circunnavegar, es viajar alrededor de un lugar, como una isla, un continente, o un objeto
astronómico.
Luteranismo:
El luteranismo es una de las principales ramas del cristianismo, que se identifica con la
teología de Martín Lutero, un reformador doctrinario, teólogo y fraile alemán.
Absolutismo:
Absolutismo es la denominación de un régimen político, una parte de un periodo histórico,
una ideología y un sistema político, propios del llamado Antiguo Régimen, y caracterizados
por la pretensión.
Despotismo:
El despotismo fue una forma de gobierno que tenían algunas monarquías europeas del siglo
XVIII, en las que los reyes que seguían teniendo poder absoluto, trataron de aplicar
medidas ilustradas, es decir, trataron de educar al pueblo.

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