Jose Miguel Odero PDF
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GUARDINI
MOELLER
4. Pero -y ello prueba su honradez inrelecrual- afirmará también la pobre calidad li-
teraria de buena parte de esta novela: «Desgraciadamente, las descripciones de la conver-
sión (del protagonista) son radicalmente falsas, como hechas desde el exteriOr» (ibídem).
Ahora bien, cuando una obra de ficción resulta susceptible de suscitar las sospechas del lec-
tor acerca de su coherencia o acerca de lo que podría denominarse su veracidad antropológi-
ca, entonces dicha novela carece de eficacia para orientar la vida real del lector (dimensión
pragmática).
TEOLOCfA y LITERATURA 135
5. «Estos novelistas se encuentran con el drama del sufrimiento y de la muerte del hom-
bre y del mundo, y descubren, por una notable profundización en la noción de providen-
cia, su significación oculta, la de una marcha hacia la alegría pascual ( ... ): Dios intervi-
niendo en el drama del hombre, individual y cósmico, y conduciéndolo, por medio de la
pedagogía del sufrimiento, hacia la mañana de la pascua. Es Jesucristo, el Dios vivo de las
Escrituras y hombre como nosotros, el que aparece en el horizonte de la literatura moder-
na»: Mentalidad moderna y evangelizaci6n (1955), Barcelona 1964, p. 40.
6. Cfr. también, El hombre moderno ante la salvaci6n (1961), Barcelona 1969. En esta
obra MoeHer se muestra algo escéptico sobre la capacidad de la literatura moderna para
desvelar o apuntar aspectos esenciales del misterio cristiano, concretamente sobre la natu-
raleza de la salvación: «Las aproximaciones literarias no pasan de ser, por su contenido, hu-
manas, demasiado humanas. Las incidencias teológicas parecen periféricas. Ciertos ele-
mentos parecerán demasiado destacados por el reflector, mientras que otros que brillan en
el zenit de la Biblia quedarán demasiado en la sombra» (Prólogo). A nuestro parecer, este
escepticismo revela dos elementos: 1) la diferencia esencial entre literatura profana y litera-
tura inspirada por Dios; sólo esta última es palabra de salvaci6n; 2) la dificultad hermenéu-
tica que existe para unir una narración literaria y una verdad salvífica.
TEOLOGIA y LITERATURA 137
9. efr. A. LÓPEZ QUINTAS, Análisis estético de obras literarias, Madrid 1992; Análisis li-
terario y formación humanistica, Madrid 1986; Estética de la creatividad, Barcelona 1987;
Para comprender la experiencia estética y su poder formativo, Estella 1991; La formación por
el arte y la literatura, Madrid 1993.
TEOLOG(A Y LITERATURA 139
nacer una realidad hay que entrar en juego con ella con actitud de
agradecimiento y fe; actuando de esta forma, se está interpretando la
obra literaria «genéticamente». Lo característico de la hermenéutica
genética consiste en ir «adivinando el trasfondo intencional de las
obras, el reducto primario donde se fragua el mundo del escritor»; Ló-
pez Quintás está persuadido de que «la verdadera fidelidad a los textos
concretos se gana bajando al nivel de las experiencias fundamentales
que los inspiran»lO. Una lectura genética «nos permite comprender por
dentro la vida en sus procesos de edificación y destrucción»lI. La me-
todología de López Quintás es sumamente sugerente y alcanza resul-
tados teológicamente satisfactorios; por ejemplo, afirma con atino:
«No hay posiblemente un libro de Moral o de ética que acierte a seña-
lar la necesidad de ser creativos en las relaciones conyugales con la in-
tensidad que logra Carda Larca en Yerma. Es difícil encontrar un es-
crito filosófico que delate la peligrosidad del vértigo con la fuerza
persuasiva con que lo hace Fernando de Rojas en La Celestina»12.
Este autor comparte con Moeller la convicción de que la novela
posee un carácter testimonial, pero advierte además el valor ético y
axiológico de la misma -como medio para el aprendizaje existencial
de los valores éticos y cristianos-, todo lo cual la constituye en lugar
teológico: «A través de diversos argumentos las grandes obras dan
cuerpo expresivo a los temas decisivos de la vida del hombre: el amor,
el odio, la fidelidad, el encuentro, la separación, las diversas formas
de fascinación, los diversos modos de éxtasis, el dolor y la alegría en
sus múltiples formas ... ». Además «se deja al descubierto, si bien casi
siempre de modo oblicuo, la lógica que rige los procesos humanos de
creatividad y de destrucción, los que llevan al hombre a la madurez y
los que lo precipitan en el vado, la desesperación y la tragedia»I3. La
condición de posibilidad para realizar este aprendizaje -resalta- es
adoptar lúcidamente un determinado prejuicio subjetivo: captar los
procesos creadores. Dicho de otro modo, es preciso abandonar el obje-
tivismo en la lectura de un relato para adoptar una actitud creativa;
sólo de este modo la obra literaria no es manipuladora sino «cola-
boradora en la tarea incesante de entreverarse para fundar ámbitos de
mayor envergadura», lo cual supone que el lector lea la novela en
contraste con su propia vida. Una lectura de este género exonera al
teólogo del prejuicio de escapismo, como si leer ficción sólo tuviera
como finalidad olvidarse del mundo real -del hombre y de sus pro-
NARRATIVA DE FICCI6N
14. Cfr. ibídem. pp. 15-22. Lo ficticio o irreal es sólo el argumento de la obra. pero no
su tema, porque «el tema profundo de una obra da expresión luminosa a acontecimientos
relevantes de la vida humana». El lector debe descubrirlo por sí mismo. Los temas de las
obras cldsicas son siempre reales: sólo por esta razón se explica que sigan interesando (cfr.
pp. 184-188).
15. Cfr. P. RlCOEUR, Temps et récit, III: «Le temps raconté», Paris 1985. p. 232. Deci-
didamente López Quintás no es psicologista, pues es consciente del papel apelador propio
del texto, al cual concede suficiente autonomía respecto a su autor literario. Por eso insiste
en la «relación lúdica» que debe mediar entre texto y lector. una relación de libertad; ade-
más advierte expresamente que la interpretación del texto puede y debe ir más allá de las
intenciones explícitas de su autor (cfr. A. LÚPEZ QUINTAS, AndLisis estético .... op. cit.. pp.
26 ss.; especialmente p. 44).
16. Ibídem, p 235.
TEOLOGfA Y LITERATURA 141
17. K. SPANG, Géneros literarios, Madrid 1993, p. 19. «La ficcionalidad es una condi-
ción presente en toda obra literaria, pero no es específica»: M.a Carmen BOYES, La novela,
Madrid 1993, p. 187
18. J. ORTEGA y GASSET, La deshumanización del arte e ideas sobre la novela (1927), Ma-
drid 1936, p. 1.016. David Jaspers sugiere en uno de sus libros que lo propio de la literatu-
142 JOS!: MIGUEL ODERO
ra es ofrecernos más bien ideales de humanidad: «En literatura vislumbramos a veces la re-
alización de nuestra naturaleza, aprehendida en el genio imaginativo del gran arte, lo cual
insiste en persuadirnos de que la tarea teológica posee un valor y una verdad radical, en
cuanto consiste en la búsqueda y aplicación del misterio divino tal como es conocido y ex-
perimentado» (D. ]ASPER, The Study 01 Literature and Religion: A n Introduction, London
1989, p. 138). Sin embargo, parece discutible que -como apunta este mismo autor- la
poesía sea siempre la guía del teólogo en la inteligencia de lo divino absconditum.
19. Acerca de estos prejuicios: cfr. María ZAMBRANO, Filosofia y poesía, Madrid 1987.
«Es difícil -afirmaba Platón- hacer comprensibles las cosas superiores sin una imagen
sensible; nos ocurre como al que en el sueño lo ha sabido todo y cuando despierta ya no
sabe nada» (El Político, 277 d). Pieper comenta al respecto: «¿No podía ocurrir además que
la realidad con verdadero alcance para el hombre no posea la estructura de contenido objeti-
vo sino más bien la de suceso, y que en consecuencia no se pueda captar adecuadamente
justo en una tesis, sino en una práxeos mímesis, en la imitación de una acción, para decirlo
con el lenguaje de Aristóteles (Poética 1451 a 31); o lo que es lo mismo, en una historia?»
O. PIEPER, Sobre los mitos platónicos, Barcelona 1984, p. 15). Se defiende, pues, la posibili-
dad de que en algún caso una tesis objetivamente enunciada sea incapaz de traducir ade-
cuadamente lo mentado en una historia, en una ficción.
20. V. BALAGUER, La teología narrativa, «ScrTh» 28 (1996) 711.
21. Cfr. ibidem, 695; L.O. MINK, History and Fiction as Modes olComprehension, en
«Historical Understanding» (Ithaca 1987) 42-60. Por supuesto la Ciencia divina es eterna:
ni es adquirida mediante proceso alguno ni es un acto ptocesual; en este sentido puede re-
sultar equívoco relacionar dicha Ciencia con la narración -que sólo puede realizarse me-
TEOLOGIA Y LlTERATURA 143
diante una actividad diacrónica como es el narrar (también su percepción sólo es posible
leyendo u oyendo, lo cual requiere tiempo) y dentro de la cual el tiempo es una categoría
estrucrurante-. Pero, según explica el Prof. Balaguer, la analogía propuesta no pretende
ilustrar cómo conoce Dios sino acentuar que nuestra comprensión de la realidad a través
de narraciones comporta alcanzar una visión de conjunto, en la cual se sitúan simultánea-
mente: 1) el presente, 2) el presente del pasado, 3) el presente del foturo -por parafrasear la
fórmula agustiniana-, 4) el sujeto, S) las circunstancias, 6) los efectos no queridos, etc.
Ahora bien, este modo de comprensión humano -comprensión narrativ~ es el que pre-
senta una analogia con lo que la teología enseña que es la Ciencia divina: así es como Dios
ve nuestras vidas; y ello es lo que expresa la fórmula de Boecio: tota simuL
22. BOYES, La novela, op. cit., p. 20.
23. Ciertamente "P. Ricoeur habla de intersección entre el mundo del texto yel mundo
de los lectores y podría hablarse también de intersección en referencia a los mundos del au-
tor y del texto» (BOYES, La novela, op. cit., p. 192). Pero esta intersección es más bien una
categoría pragmática de la novela -se refiere a su aplicación o aplicabilidad- y no pro-
piamente semántica.
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24. P. R1coEuR, Temps et récit. III: Le temps raconté, Paris 1985, p. 255.
25. Cfr. ].R.R. TOLKIEN, Carta n.O 203, en H. CARPENTER, The Letten ofIR.R. Tol-
kien, Londres, 1981, p. 262.
26. Cfr. R. CHASE, Notes on the Study of Myth: «Partisan Review» XIII, 3 (Summer
1946) 346.