Confiando en Dios Int - JR
Confiando en Dios Int - JR
Confiando en Dios Int - JR
EDITORIAL CLC
Diagonal 61D Bis No. 24-50
Bogotá, D.C., Colombia
editorial@clccolombia.com
www.clccolombia.com
Edición 2011. Copyright © (1995). Todos los derechos reservados por Centro de Literatura
Cristiana. Copyright © (1998). Todos los derechos reservados por Jerry Bridges.
Editado y publicado originalmente en inglés con el título Trusting God, por Navpress, un
ministerio de Los Navegantes, USA.
Prohibida la reproducción total o parcial por sistemas, impresión, audiovisuales, grabaciones
o cualquier medio, sin permiso de la casa editora.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la Santa Biblia, Versión
Reina Valera, 1960 © por las Sociedades Bíblicas Unidas.
Edición y Diseño Técnico: Editorial CLC
Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Somos miembros de la Red Letraviva: www.letraviva.com
Contenido
Autor 7
Prefacio 9
1. ¿Puede confiar en Dios? 13
2. ¿Está Dios en control? 23
La providencia de Dios 24
Dios sustenta 27
Dios gobierna 29
¿Dios o el azar? 30
Bueno pero no soberano 33
3. La soberanía de Dios 35
El control absoluto de Dios 36
No siempre la soberanía de Dios es manifiesta 42
Dios hace lo que a Él le place 45
Una palabra de precaución 54
4. La soberanía de Dios sobre las personas 55
Dios impulsa al pueblo 56
Dios refrena a las personas 62
¿Permite Dios el mal? 65
El problema de la soberanía de Dios 68
Nuestra respuesta 70
Palabras de precaución 73
5. El gobierno de Dios sobre las naciones 75
Un aspecto importante 76
La soberanía no siempre es manifiesta 78
Dios elige a los gobernantes 81
Dios controla las decisiones 83
Dios determina las victorias militares 87
Ampliando nuestros horizontes 92
6. El poder de Dios sobre la naturaleza 95
Dios controla el estado del tiempo 96
Quejándose o dando gracias 98
Desastres naturales 100
Aflicciones físicas 102
Esterilidad 104
7. La soberanía de Dios y nuestra responsabilidad 107
Soberanía y oración 108
Oración y prudencia 113
Nuestras fallas y la soberanía de Dios 117
8. La sabiduría de Dios 119
Belleza de entre las cenizas 121
Santidad en la adversidad 123
Dios nunca explica 125
Los caminos de Dios son incomprensibles 129
¡No interprete, sino aprenda! 131
La sabiduría es superior a nuestros adversarios 133
La sabiduría de Dios en los asuntos del mundo 135
9. Conocer el amor de Dios 139
El amor de Dios en el Calvario 142
El amor de la familia de Dios 147
El amor de Dios en Cristo 148
El amor soberano de Dios 149
10. Experimentando el amor de Dios 153
El amor de Dios en la disciplina 156
La misericordia del amor de Dios 159
La presencia de Dios con nosotros 161
11. Confiar en Dios, quien es la razón de su existencia 165
Dios me hizo como soy 167
Confiar en Dios por lo que soy 171
Confiando en la guía de Dios 177
12. Creciendo a través de la adversidad 181
Dios obra a través de la adversidad 184
Aprendemos de la adversidad 186
La poda 190
Santidad 191
Dependencia 193
Perseverancia 195
Servicio 198
El compañerismo del sufrimiento 200
Relación con Dios 202
13. Escogiendo confiar en Dios 205
Estar dispuesto a creer 207
Dios es digno de confianza 210
Trampas en la confianza 213
14. Dando siempre gracias 219
Acción de gracias 220
Adoración 223
Humildad 225
Perdón 226
Oración por liberación 228
Buscando la gloria de Dios 229
¿Puede confiar en Dios? 230
Notas 233
Autor
Jerry Bridges es el vicepresidente para Asuntos Corporativos de
Los Navegantes.
Creció en Tyier, Texas, y se graduó en la Universidad de Oklahoma.
Mientras prestaba su servicio militar en la Marina de los Estados
Unidos, Jerry conoció a Los Navegantes y pronto sintió el
llamado de Dios para ese ministerio al cual ha pertenecido desde
1955. Jerry combina el ministerio de enseñanza bíblica con sus
responsabilidades dentro de la organización de Los Navegantes.
También es autor de los libros En Pos de la Santidad, La
Disciplina de la Gracia y La Gracia Transformadora.
Prefacio
Cuando tenía catorce años, mi madre falleció de forma repentina.
Me encontraba en la habitación contigua y llegué justo a
tiempo para verla exhalar su último aliento. Yo estaba aturdido
y desconsolado. Mi hermano mayor se hallaba en el colegio, y
mi padre, agobiado por el dolor, no podía ayudarme. Pero, lo
peor de todo es que no conocía la forma de dirigirme a Dios en
momentos de adversidad. Estaba solo con mi dolor.
Esa no era la primera vez que la adversidad me había golpeado, y
seguramente no sería la última. Como dice la Escritura: «con todo,
el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan»
(Job 5:7). En algún momento, durante diferentes circunstancias y
grados todos, experimentamos la adversidad en nuestras vidas.
Ejercitar la confianza en Dios en medio de la prueba, ha sido
para mí un proceso paulatino y difícil, en el cual todavía estoy
perseverando. Hace varios años, en un esfuerzo por fortalecer mi
propia confianza en Dios, inicié un extenso estudio sobre el tema
de la soberanía de Dios en los asuntos de Su pueblo, el cual ha
sido de gran ayuda, y ahora lo comparto con ustedes en este libro
que es el fruto de tal análisis.
Invertí aproximadamente cuatro años en este estudio y pude
observar que otros creyentes estaban enfrentados a las mismas
inquietudes que yo había tenido. Surgían entonces algunos
interrogantes: ¿En realidad controla Dios las circunstancias de
nuestras vidas, o las cosas «malas» tan sólo ocurren porque vivimos
en un mundo condenado por el pecado? Si en verdad Dios
controla las eventualidades de nuestras vidas, ¿por qué permitió
que mi amigo tuviera cáncer? ¿Puedo confiar en Dios cuando se
presentan contratiempos en las diferentes áreas de mi vida?
Este libro surgió como resultado de buscar solución a mis
dificultades, y de observar que gran cantidad de creyentes tenían
preguntas y dudas similares. Está escrito desde la perspectiva de
un hermano y compañero, para aquellos que se preguntan en
muchas ocasiones: «¿En realidad, puedo confiar en Dios?»
Confiando en Dios, ha sido un libro difícil de escribir, y por lo
mismo soy consciente de las situaciones dolorosas en mi propia
vida. No había observado de manera tan clara como ahora, la
penetrante naturaleza del sufrimiento y el dolor, especialmente
entre los creyentes. Como consecuencia de mi profunda percepción
del sufrimiento en torno a mí, me pregunto con frecuencia: «¿Creo
verdaderamente en lo que estoy escribiendo?»
También he podido observar que algunos de mis amigos han
pasado por adversidades peores que las mías. ¿Quién soy yo para
pretender escribirles palabras de aliento e instrucción cuando en
realidad no he sufrido el mismo grado de dolor que ellos han
experimentado? Mi respuesta a esa pregunta es saber que la
verdad de la Palabra de Dios y la seguridad que da, no dependen
de mi experiencia. No he escrito este libro confiado en mis
conocimientos, que no son nada del otro mundo; lo he hecho
como un estudio bíblico acerca de Dios, Su soberanía, sabiduría
y amor para el momento en que nos afligen las adversidades.
Confiando en Dios, está escrito para el cristiano común, que no
necesariamente ha experimentado un problema muy grande pero
que, con frecuencia, se encuentra con las dificultades y angustias
propias de la vida tales como embarazo frustrado, pérdida del
trabajo, accidentes automovilísticos, hijos rebeldes, el profesor
injusto en la universidad, etc. Estas circunstancias no son muy
notorias en nuestras vidas; en realidad, muchas veces se albergan
en un corazón quebrantado y confundido. Estas situaciones son
frecuentes en la vida de las personas, aun así no son recordadas
cuando estamos en oración.
Anhelo sinceramente, que en ninguna de las observaciones
que hago en los siguientes capítulos se encuentren respuestas
superficiales y facilistas a los difíciles problemas que subyacen de
la adversidad y del sufrimiento. No existen respuestas fáciles; la
adversidad es difícil aunque sepamos que Dios tiene el control de
lo que pasa a nuestro alrededor. En efecto, ese conocimiento tiende
algunas veces a agravar el dolor, y entonces nos preguntamos: «Si
Dios tiene el control de todas las cosas, ¿por qué permitió que
esto sucediera?»
Este libro tiene una doble finalidad: Primero, el anhelo de glorificar
a Dios, reconociendo Su soberanía y Su bondad. Segundo, el deseo
de animar al pueblo de Dios al demostrar, basado en la Escritura,
que Él tiene el control de sus vidas, que Él los ama y que obra en
todas las situaciones de la vida para nuestro bien.
El lector observará que he incluido abundantes citas de otros
autores. Sin embargo, este libro no es solamente un resumen
de las opiniones de otras personas. Las convicciones básicas que
se establecen en estos capítulos son el resultado de mi propio
estudio bíblico, realizado durante un largo período de tiempo. No
obstante, expreso mi gratitud a otros autores por la reafirmación
y, en varias ocasiones, aclaración de mis conceptos acerca de estas
verdades.
Igualmente, quiero expresar mi agradecimiento a las personas que
han colaborado en la elaboración de este libro. Don Simpson,
mi amigo y editor, me animó, ayudó y algunas veces, desafió mis
conclusiones mientras trabajábamos en el proyecto. El doctor J.
I. Packer, amablemente revisó algunos de los capítulos claves para
verificar su exactitud teológica, aunque no fue el responsable de
los resultados finales. Jessie Halsell, colaboró en la muy necesaria
y exigente tarea de digitar mi manuscrito.
Tengo para Grace Peterson una palabra especial de aprecio por
su apoyo en oración. Aunque muchos amigos oraron por mí
durante los once meses que duré escribiendo, ella siempre estaba
dispuesta cuando sentía la necesidad de hacer una oración extra
para superar algún obstáculo. A mi esposa Eleanor, quien ha
vivido situaciones adversas, incluso cuando estaba escribiendo el
libro, mi más profundo amor y agradecimiento por los sacrificios
que hace al permitirme tener el tiempo de estudiar y escribir.
Confiando en Dios aunque la vida duela
14
Confiando en Dios aunque la vida duela
16
Confiando en Dios aunque la vida duela
18
Confiando en Dios aunque la vida duela
19
¿Puede confiar en Dios?
22
Confiando en Dios aunque la vida duela
23
¿Está Dios en control?
La providencia de Dios
La Biblia nos enseña que encontramos a Dios en dos formas:
Dios es soberano (Todopoderoso) y es bueno. La instrucción
de la Biblia en este aspecto es reafirmada bajo el tema que los
teólogos llaman la providencia de Dios. Este es un término que
con frecuencia usamos los creyentes para reconocer Su aparente
intervención en nuestros asuntos. Por ejemplo, cuando doy mi
testimonio, siempre digo algo como: Cuando reconocí que no
podía vivir la vida cristiana sólo, estando en la Armada, Dios en
Su providencia, me permitió conocer a Los Navegantes. Al hacer
esta afirmación quiero enfatizar que Dios controló y arregló
ciertas circunstancias de mi vida, de tal manera que un resultado
específico, en este caso, ponerme en contacto con Los Navegantes,
era inevitable que sucediera.
No obstante, hay dos procedimientos erróneos en la forma en
que nos referimos a la providencia de Dios. Por un lado, casi
siempre la relacionamos con acontecimientos aparentemente
buenos. Fue bueno para mí conocer a Los Navegantes, y por lo
24
Confiando en Dios aunque la vida duela
25
¿Está Dios en control?
26
Confiando en Dios aunque la vida duela
Dios sustenta
La Biblia enseña que Dios, no sólo creó el universo, sino que
lo sustenta y mantiene día tras día, hora tras hora. La Escritura
afirma: El Hijo... quien sustenta todas las cosas con la palabra de su
poder... (Hebreos 1:3) y todas las cosas en él subsisten... (Colosenses
1:17).
El teólogo A. H. Strong dijo:
Cristo es el originador y sustentador del universo en Él,
éste se sostiene y se mantiene unido hora tras hora.
La firme voluntad de Cristo constituye la ley del universo,
y lo hace un cosmos y no un caos,
así como su voluntad lo hizo existir desde el principio.4
Todas las cosas le deben su existencia a la continua acción
sustentadora de Dios ejercida por medio de Su Hijo. Nada
subsiste por sí mismo. Nada en toda la creación permanece o
actúa independientemente de la voluntad del Señor. Las llamadas
leyes de la naturaleza no son otra cosa que la física expresión de
la firme voluntad del Señor. La ley de la gravedad opera con
incesante exactitud porque Cristo continuamente hace que
así sea. La silla en la que estoy sentado mientras escribo estas
palabras, se mantiene unida porque los átomos y moléculas de la
madera están en su lugar por Su activa voluntad.
Las estrellas continúan su curso porque Él las mantiene allí. La
Escritura dice que (El Señor) ordena la multitud de estrellas una
por una, y llama a cada una por su nombre. ¡Es tan grande su
poder, y tan poderosa su fuerza, que no falta ninguna de ellas! (Isaías
40:26).
27
¿Está Dios en control?
28
Confiando en Dios aunque la vida duela
Dios gobierna
La Biblia también enseña que Dios gobierna el universo, es decir,
no sólo a la creación inanimada, sino también las acciones de
todas las criaturas, tanto hombres como animales.
Él es llamado el gobernante de todas las cosas (1º Crónicas 29:12).
único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores.
(1ª Timoteo 6:15)
¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno
de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre. (Mateo 10:29)
Jeremías pregunta: ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad
sin que el Señor dé la orden?. (Lamentaciones 3:37)
Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de
la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas
de sus actos. (Daniel 4:35)
el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se
los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde
de los hombres. (Daniel 4:17)
Nadie puede obrar fuera o en contra de la soberana voluntad de
Dios. Hace muchos siglos, Agustín dijo: Por lo tanto, nada sucede
a menos que el Omnipotente quiera que suceda; Él permite que pase
o hace que ocurra.5 Phillip Hughes dice: Sin embargo, bajo Dios,
todas las cosas sin excepción, están absolutamente controladas, aunque
parezca todo lo contrario.6 Nada es tan grande o tan pequeño para
escapar de la mano soberana de Dios. La araña construyendo su
red en el rincón, y Napoleón guiando a su ejército a través de
Europa, están bajo el control de Dios.
29
¿Está Dios en control?
¿Dios o el azar?
Entonces, esto es divina providencia: Dios sosteniendo y
gobernando Su universo; Dios trayendo todos los eventos al fin
indicado. Sin embargo, hoy esta doctrina es poco aceptada. El no
cristiano, por lo general, ha excluido el acto creador de Dios y Su
providencia, puesto que para él, todos los eventos están en manos
del destino o el azar.
Esta opinión se encuentra, a propósito, en un libro que trata
acerca de cómo manejar las crisis, cuyo autor dice: Usted debería
ver y planear lo inevitable de la crisis... fuera de la fortaleza que da
saber que está preparado para enfrentar la vida y jugarle una pasada
al destino... El destino me jugó una pasada a principios de 1979.7
En el libro del rabino Kushner, titulado Cuando las Cosas Malas le
Suceden a la Gente Buena, él formula la siguiente pregunta: ¿Puede
usted aceptar la idea de que algunas cosas ocurran sin ninguna razón,
y que el azar existe en el universo? Hablando de la dirección que
toma un incendio forestal, él pregunta: ¿Existe una explicación
de por qué el viento y el clima se combinan para dirigir el fuego en
un día determinado hacia algunas casas y no a otras, atrapando a
algunas personas y dejando a otras? O ¿Es pura cuestión de suerte? 8
30
Confiando en Dios aunque la vida duela
31
¿Está Dios en control?
32
Confiando en Dios aunque la vida duela
33
¿Está Dios en control?
34
Confiando en Dios aunque la vida duela
La soberanía de Dios
El Señor frustra los planes de las naciones;
desbarata los designios de los pueblos.
Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre;
los designios de su mente son eternos
Salmo 33:10-11
En 1902, un joven inglés bajó a desayunar y se encontró con que
su padre estaba leyendo en la prensa la noticia de los preparativos
para la primera coronación británica en sesenta y cuatro años.
Durante el desayuno el esposo se volvió hacia su esposa y le dijo:
Oh, siento ver esto expresado así. Ella le preguntó: ¿De qué se trata?
Él le respondió: Aquí hay una proclamación de que en una fecha
determinada el príncipe Eduardo será coronado rey en Westminster,
y no hay Deo volente, es decir, no expresa si es la voluntad de Dios.
Las palabras impactaron al joven porque en la fecha indicada el
futuro Eduardo VII se enfermó de apendicitis y la coronación se
tuvo que posponer.1
En esa época, a finales del mandato de la reina Victoria, el poder
político, económico y militar del imperio británico estaba en
todo su apogeo, pero a pesar de eso Gran Bretaña no pudo llevar
a cabo su planeada coronación en la fecha indicada.
35
La soberanía de Dios
El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el
Señor. (Proverbios 16:9).
El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen
los designios del Señor. ( Proverbios 19:21).
De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo.
(Proverbios 21:30).
Contempla las obras de Dios: ¿quién puede enderezar lo que él ha
torcido?. (Eclesiastés 7:13).
¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad sin que el Señor dé
la orden?. (Lamentaciones 3:37).
Más bien, debieran decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos
esto o aquello”. (Santiago 4:15).
Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el
Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede
cerrar, el que cierra y nadie puede abrir. (Apocalipsis 3:7).
38
Confiando en Dios aunque la vida duela
Hacemos planes, pero éstos sólo pueden tener éxito cuando están
de acuerdo con el propósito de Dios. Ningún plan en contra
de Su propósito puede tener éxito. Nadie puede enderezar lo
que Él ha torcido o torcer lo que Él ha hecho derecho. Ningún
emperador, rey, supervisor, profesor o entrenador, puede hablar
y hacer que algo suceda si el Señor primero no lo ha decretado
o permitido. Nadie puede decir, haré esto o aquello, y hacer que
suceda si no es parte de la voluntad soberana de Dios.
¡Qué desafío, qué estímulo para confiar en Dios debería ser
para nosotros este aspecto de Su soberanía! ¿Alguien te quiere
hacer daño? Esa persona no puede absolutamente ejecutar su
malicioso plan, a menos que Dios lo haya ordenado primero.
En una ocasión hablé con un capellán militar quien tuvo un
enfrentamiento con un supervisor por un acto ilegal que éste le
propuso que realizaran. Como resultado, el capellán supervisor
escribió una carta muy crítica al jefe de capellanes, lo cual puso
en peligro la carrera de mi amigo. ¿Es él simplemente la víctima
de un acto de venganza cruel? De acuerdo con la Escritura, no.
El perverso capellán puede escribir docenas de cartas, pero no
puede en absoluto terminar con la carrera militar de mi amigo a
menos que Dios lo permita. Y si lo permite, es porque la acción
perversa, es parte del plan de Dios para él. Nadie puede hablar y
hacer que suceda si el Señor no lo ha ordenado (Lamentaciones
3:37).
La experiencia de mi amigo no es la única. Miles de cristianos
han experimentado injusticias similares en manos de profesores,
entrenadores, compañeros y supervisores en el trabajo. Tal vez
usted también las ha experimentado, y cuando esas cosas ocurren
siempre causan dolor. No podemos descartarlas con la expresión
facilista de Dios tiene el control. Dios tiene el control pero Él
permite que experimentemos el dolor, el cual es muy real. Nos
sentimos heridos y sufrimos; pero en medio de nuestro sufrimiento
debemos creer que Él tiene el control y que es soberano.
39
La soberanía de Dios
41
La soberanía de Dios
42
Confiando en Dios aunque la vida duela
43
La soberanía de Dios
45
La soberanía de Dios
49
La soberanía de Dios
50
Confiando en Dios aunque la vida duela
51
La soberanía de Dios
52
Confiando en Dios aunque la vida duela
53
La soberanía de Dios
La soberanía de Dios
sobre las personas
En las manos del Señor el corazón del rey es como un río:
sigue el curso que el Señor le ha trazado.
Proverbios 21:1
58
Confiando en Dios aunque la vida duela
59
La soberanía de Dios sobre las personas
61
La soberanía de Dios sobre las personas
62
Confiando en Dios aunque la vida duela
63
La soberanía de Dios sobre las personas
66
Confiando en Dios aunque la vida duela
67
La soberanía de Dios sobre las personas
Nuestra respuesta
¿Cómo podemos responder al hecho de que Dios puede y, en efecto
se mueve en las mentes y corazones de las personas para ejercer
Su dominio? La primera respuesta debería ser confianza. Nuestras
carreras y destinos y todo en general están en Sus manos; no en las
de los jefes, oficiales, profesores, entrenadores y todos los demás
que, humanamente hablando, están en posición de afectar en
alguna forma nuestro futuro. Nadie, aparte de la soberana voluntad
de Dios, puede dañar o poner en peligro su porvenir. Además, Él
puede y desea que reciba el aprecio de las personas que están en
posición de hacerle bien. Usted puede confiarle su futuro a Él.
70
Confiando en Dios aunque la vida duela
71
La soberanía de Dios sobre las personas
Palabras de precaución
Antes de ver este tema, hay algunas advertencias que necesitamos
tener en cuenta para que no empleemos erradamente la doctrina
de la soberanía de Dios sobre las personas.
Primero: Nunca debemos usar la doctrina como excusa para
nuestras fallas. Si no obtiene el ascenso que esperaba, o peor
aún, es despedido de su trabajo o pierde un examen importante,
primero necesita examinar su vida, para ver si la razón está en
su desempeño. Aunque Dios rescató a Abraham y a Sara de la
insensatez del pecado de Abraham, no estaba obligado a hacerlo.
Dios no ha prometido que obrará en los corazones de otras
personas para encubrir nuestros errores.
Segundo: No debemos permitir que la doctrina de la soberanía
de Dios nos haga responder con pasividad ante las acciones de
otros que nos afectan. Debemos seguir todos los pasos aceptables
dentro de la voluntad de Dios para proteger y avanzar en nuestra
situación. Digo dentro de la voluntad de Dios, porque hay
muchas otras razones para buscar Su reino, por las cuales no
deberíamos seguir estos pasos. Pero la doctrina de la soberanía de
Dios, nunca se debe usar para promover la pasividad.
Tercero: Nunca debemos emplear la doctrina de la soberanía de
Dios para excusar acciones o decisiones pecaminosas que hieran
a los demás. No debemos decir: Bien, cometí un error, pero está
bien, porque Dios es soberano. Dios sí es soberano en la vida de la
otra persona, y puede usar nuestras transgresiones para cumplir
73
La soberanía de Dios sobre las personas
74
Confiando en Dios aunque la vida duela
El gobierno de Dios
sobre las naciones
Señor, Dios de nuestros antepasados,
¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna
a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder
que no hay quien pueda resistirte!
2º Crónicas 20:6
como dijo Pablo en Efesios 1:11 según el plan de aquel que hace
todas las cosas conforme al designio de su voluntad. Es decir, Dios
realiza todos los eventos de la historia. Todas las decisiones de
los gobernantes, reyes y parlamentos; todos los actos de sus
gobiernos, ejércitos y marina sirven a Su voluntad.
Un aspecto importante
En términos de confianza en Dios acerca de Su soberanía sobre
las naciones, ésta puede, a primera vista, parecer teórica, y
estar lejos de nosotros. Hoy en día, por lo general, no estamos
conscientes de las acciones del gobierno afectando nuestras vidas
día a día. Las leyes de la tierra, en su mayoría son razonables y
nos favorecen. Vivimos cada día ajeno a la gran cantidad de leyes
y decisiones gubernamentales que nos afectan.
Sin embargo, para la mayoría del mundo, la soberanía de Dios
sobre los poderes que nos gobiernan es un aspecto crucial. Es
común decir que más cristianos han sido martirizados por su
fe en el siglo XX, que durante todo el resto de la historia de
la Iglesia. Hoy los cristianos son vistos desfavorablemente en
gran parte del mundo, y en muchos países enfrentan una abierta
persecución de los gobiernos hostiles. La libertad de practicar
públicamente el cristianismo bíblico, siendo algo normal en
muchos países de occidente, no es accesible para más de la mitad
de la población mundial. Para los cristianos que viven en esos
países, la seguridad de que Dios manda sobre los gobiernos que
los rigen les debería dar valor y confianza en los momentos de
hostigamiento y persecución.
Los que vivimos en países donde hay libertad religiosa, con
frecuencia deberíamos dar gracias a Dios por esa libertad, puesto
que no es un accidente de la historia debido solamente a la
previsión de nuestros padres fundadores, sino la mano soberana
76
Confiando en Dios aunque la vida duela
77
El gobierno de Dios sobre las naciones
83
El gobierno de Dios sobre las naciones
84
Confiando en Dios aunque la vida duela
85
El gobierno de Dios sobre las naciones
86
Confiando en Dios aunque la vida duela
88
Confiando en Dios aunque la vida duela
89
El gobierno de Dios sobre las naciones
91
El gobierno de Dios sobre las naciones
93
El gobierno de Dios sobre las naciones
94
Confiando en Dios aunque la vida duela
El poder de Dios
sobre la naturaleza
¿Acaso hay entre los ídolos falsos alguno que pueda hacer
llover? Señor y Dios nuestro, ¿acaso no eres tú,
y no el cielo mismo, el que manda los aguaceros?
Tú has hecho todas estas cosas; por eso esperamos en ti.
Jeremías 14:22
99
El poder de Dios sobre la naturaleza
Desastres naturales
¿Qué pasa con los desastres naturales que con frecuencia ocurren
en varias partes del mundo? Muchos cristianos sensibles luchan
contra los innumerables desastres naturales de gran magnitud que
ocurren. Un terremoto en algún lugar, una hambruna, tifones y
sequías en otros; miles de personas muertas y otras agonizando
lentamente por el hambre; regiones enteras devastadas, cosechas
arruinadas, y hogares destruidos. ¿Por qué permite Dios todo esto?;
¿por qué permite que niños inocentes tengan hambre?.
No está mal cuestionarse acerca de todos estos aspectos, siempre
y cuando lo hagamos con actitud reverente y sumisa hacia Dios.
En efecto, el dejar de cuestionar acerca de estas grandes tragedias,
podría indicar una falta de compasión de nuestra parte hacia los
demás. Sin embargo, debemos tener cuidado de ni siquiera en
pensamiento bajar a Dios de Su trono de absoluta soberanía, y
llevarlo al estrado de nuestros juicios.
Mientras trabajaba en este capítulo, una de las principales noticias
en la televisión hablaba de varios poderosos tornados que pasaron
por el centro de Misisipi, matando a 7 personas, hiriendo por lo
menos a 145, y dejando cerca de 500 familias sin hogar.
Mientras veía las escenas de la gente buscando entre los escombros
de sus casas, mi corazón estaba con ellos. Pensé dentro de mí:
Muchas de estas personas sin duda son creyentes, ¿qué les podría
decir acerca de la soberanía de Dios sobre la naturaleza? ¿Creo yo
realmente en un momento como este? ¿No sería más fácil aceptar
únicamente la afirmación del rabino Kushner de que es simplemente
un acto de la naturaleza? ¿Una naturaleza moralmente ciega que se
agita con violencia siguiendo sus propias leyes? ¿Por qué involucrar a
Dios en un caos y sufrimiento como éste?.
100
Confiando en Dios aunque la vida duela
101
El poder de Dios sobre la naturaleza
Aflicciones físicas
La enfermedad y las aflicciones físicas son otra área en la cual nos
cuestionamos acerca de Dios. Nacen bebés con grandes defectos,
y el cáncer golpea personas que aparentemente, han hecho todo
lo posible para evitarlo, y otros experimentan dolores continuos
durante años, sin ningún alivio médico. Incluso aquellos que
tienen una salud normal y fuerte, algunas veces se enferman en
los momentos más inoportunos. ¿Es Dios soberano sobre este
aspecto de la naturaleza? ¿Tiene el control de las enfermedades y
las dolencias físicas que nos afectan?
Cuando Dios llamó a Moisés para que sacara a los israelitas de
Egipto, éste discutió su ineptitud argumentando ser lento para
hablar. La respuesta de Dios es muy instructiva para nosotros en
este aspecto de aflicción física, porque Él dijo: —¿Y quién le puso
la boca al hombre? —Le respondió el Señor—. ¿Acaso no soy yo, el
Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita?
(Éxodo 4:11). Notemos que aquí Dios atribuye específicamente
a Su accionar las aflicciones físicas de sordera, mudez y ceguera,
las cuales no son sólo el producto de genes defectuosos o de
accidentes de nacimiento. Estas cosas pueden en efecto, ser las
causas inmediatas, pero detrás de ellas se encuentra el propósito
soberano de Dios. El doctor Donald Grey Barnhouse, uno de los
grandes maestros de la Biblia de mediados del siglo XX, dijo una
vez: No hay persona ciega o sorda en este mundo que Dios no haya
planeado que lo fuera. Si no lo cree, tiene un Dios extraño con un
universo que se ha salido de Su dirección y que no puede controlar.6
Cuando Jesús encontró a un hombre ciego de nacimiento,
Sus discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre
haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? (Juan 9:2). Jesús
respondió: —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que
esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida
(v. 3). Jesús no dijo que la causa de la ceguera de este hombre,
102
Confiando en Dios aunque la vida duela
103
El poder de Dios sobre la naturaleza
Esterilidad
Otra área de conflicto, cuando confiamos en Dios, es la de la
esterilidad. Muchas parejas oran durante años para tener hijos, sin
ningún resultado. Sin embargo, aquí una vez más la Biblia afirma
de manera insistente que Dios tiene el control. De Ana se dijo que
el Señor la había hecho estéril (1º Samuel 1:5), mientras le dio hijos
a Lea (Génesis 29:31). Sara, la esposa de Abraham, dijo El Señor me
ha hecho estéril (Génesis 16:2). El ángel del Señor le dijo a la madre
de Sansón antes de su nacimiento: Eres estéril y no tienes hijos, pero
vas a concebir y tendrás un hijo (Jueces 13:3). El ángel del Señor
también le dijo a Zacarías: El ángel le dijo: —No tengas miedo,
Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará
un hijo, y le pondrás por nombre Juan (Lucas 1:13).
Todos estos pasajes de las Escrituras nos enseñan que Dios controla
la concepción de los niños. En efecto, el Salmo 139:13 va un paso
más allá cuando dice: Tú (Señor) creaste mis entrañas; me formaste
en el vientre de mi madre. Es decir que Dios no sólo controla la
concepción, sino que también supervisa la formación del pequeño
en el vientre de su madre. Dios verdaderamente ejerce un control
soberano y amoroso sobre todas las obras de Su creación, incluyendo
lo concerniente a nuestros cuerpos físicos.
¿Cómo podemos entonces confiar en Dios en medio del dolor, la
aflicción, la enfermedad, el dolor de la esterilidad o de un niño que
nace con un grave defecto físico? Si Él tiene el control, ¿por qué
permite que sucedan estas cosas? En el primer capítulo dije que con
el fin de confiar en Dios en medio de la adversidad debemos creer
que es soberano absoluto, perfecto en amor e infinito en sabiduría.
Todavía no hemos estudiado el amor y la sabiduría de Dios, pero
por ahora sólo consideraremos un pasaje de las Escrituras:
104
Confiando en Dios aunque la vida duela
El Señor nos ha rechazado, pero no será para siempre. Nos hace sufrir,
pero también nos compadece, porque es muy grande su amor. El Señor
nos hiere y nos aflige, pero no porque sea de su agrado (Lamentaciones
3: 31–33).
Dios no desea causarnos aflicción o dolor, y no se deleita al causarnos
sufrimiento o pena en el corazón. Él siempre tiene un propósito
para traer o permitir que el dolor llegue a nuestras vidas. La mayoría
de veces no conocemos ese propósito, pero es suficiente saber que
Su infinita sabiduría y amor perfecto han determinado que ese
dolor particular es lo mejor para nosotros. Dios nunca desperdicia
el sufrimiento, sino que lo usa para lograr Su propósito, el cual
es Su gloria y nuestro bien. Por lo tanto, podemos confiar en Él
aun cuando nuestros corazones estén dolidos o nuestros cuerpos
atormentados por el dolor.
Confiar en Dios en medio de nuestro dolor y aflicción significa
que aceptamos esas circunstancias permitidas por Él. Hay una
gran diferencia entre la aceptación y la resignación o sumisión.
Nos podemos resignar en las situaciones difíciles simplemente
porque no vemos otra alternativa, y muchas personas lo hacen
todo el tiempo. También nos podemos someter a la soberanía de
Dios en nuestras circunstancias con un cierto grado de renuencia.
Pero el aceptar verdaderamente nuestro dolor y aflicción tiene la
connotación de la disposición. Una actitud de aceptación dice que
confiamos en Dios, que Él nos ama y sabe qué es lo mejor para
nosotros, aun en medio del dolor.
La aceptación no significa que no oremos por una sanidad física
o por la concepción y nacimiento de un pequeño en nuestro
matrimonio. Por supuesto, tenemos que orar por estas cosas, pero
debemos hacerlo con fe. Entendamos que aunque Dios puede
hacer todas las cosas por Su infinita sabiduría y amorosas razones,
puede no hacer lo que le pedimos. ¿Cómo sabemos cuánto tiempo
debemos orar? Tanto como podamos con fe, con actitud de aceptar
105
El poder de Dios sobre la naturaleza
106
Confiando en Dios aunque la vida duela
La soberanía de Dios y
nuestra responsabilidad
Oramos entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia
día y noche para defendernos de ellos.
Nehemías 4:9
107
La soberanía de Dios y nuestra responsabilidad
Soberanía y oración
En el capítulo anterior analizamos el control soberano de Dios
sobre el estado del tiempo y otras fuerzas de la naturaleza. Como
persona que con frecuencia viaja en avión, me he visto afectado
en varias oportunidades por un tiempo inadecuado para volar.
Una tarde, manejando a casa en medio de una tormenta de nieve,
reflexionaba sobre el hecho de que el aeropuerto estaba cerrado,
y que tenía programado salir a la mañana siguiente para hablar
en una conferencia de fin de semana. Pero, me dije: “Dios, yo
sé que tú tienes el control de esta tormenta y también el de la
conferencia en la que debo hablar. Si deseas que esté allí mañana
en la noche, te llevarás la tormenta para que el aeropuerto pueda
reabrirse temprano; así que no voy a preocuparme por esto”.
Ahora, debo admitir que esta actitud de negación a preocuparme
fue un progreso mío en hacer frente al mal tiempo para volar.
Después de llegar a casa, le comenté a mi esposa la decisión de no
intranquilizarme acerca de si podría salir a tiempo a la mañana
siguiente; ella me miró, sonrió y me dijo: “No te preocupes, pero
ora”.
Pensé: Qué tonto fui. Me he estado concentrando tanto en la
soberanía de Dios sobre el estado del tiempo, que he ignorado su
mandato expreso de orar. En efecto, Él nos dice: No se inquieten
por nada, pero inmediatamente sigue con, más bien, en toda
ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle
gracias (Filipenses 4:6).
108
Confiando en Dios aunque la vida duela
110
Confiando en Dios aunque la vida duela
Oración y prudencia
Anteriormente, me referí al uso de la oración, a la prudencia
de Nehemías, y a la forma en que empleó la oración: Oramos
entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia día y
noche para defendernos de ellos (Nehemías 4:9). La oración
es el reconocimiento de la soberanía de Dios y de nuestra
dependencia de su actuar para nuestro bienestar. La prudencia es
reconocer nuestra responsabilidad para poder emplear todos los
medios legítimos, los cuales no podemos separar. Esto lo vemos
bellamente ilustrado en el siguiente pasaje de las Escrituras:
113
La soberanía de Dios y nuestra responsabilidad
115
La soberanía de Dios y nuestra responsabilidad
116
Confiando en Dios aunque la vida duela
La sabiduría de Dios
¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del
conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e
impenetrables sus caminos!
Romanos 11:33
122
Confiando en Dios aunque la vida duela
Santidad en la adversidad
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas
para el bien de quienes lo aman,
los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
(Romanos 8:28)
Este es un versículo frecuentemente citado, sin notar que el
siguiente nos ayuda a entender lo que significa bien. El versículo
29 empieza con la palabra porque, indicando que es una
continuación y ampliación del pensamiento expresado en el 28.
Este dice: Porque a los que Dios conoció de antemano, también los
predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que
él sea el primogénito entre muchos hermanos.
El bien que Dios obra en nuestras vidas es conforme a la
semejanza de Su hijo. No es necesariamente bienestar o felicidad
sino conformidad a Cristo en una medida creciente en esta vida,
y lo será en Su plenitud en la eternidad.
Vemos este mismo pensamiento en Hebreos 12:10 En efecto,
nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como
mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que
participemos de su santidad. Compartir la santidad de Dios es
una expresión equivalente a ser conformado a la semejanza de
Cristo. Dios sabe exactamente lo que quiere que seamos y qué
circunstancias, buenas y malas, son necesarias para producir ese
resultado en nuestras vidas.
Observe el contraste que hace el autor de Hebreos entre la
sabiduría finita y falible de los padres humanos y la sabiduría
infinita e infalible de Dios. Dice de nuestros padres: nuestros
padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les
parecía. Como padre puedo identificarme con la frase como
mejor les parecía. Algunas veces, cuando educamos a nuestros
123
La sabiduría de Dios
125
La sabiduría de Dios
necesitaba saber por qué estas cosas sucedieron así, sino quién era el
responsable y quién tenía el control. Él solamente necesitaba conocer
a Dios.7
Al usar a Job como ejemplo de preguntar “¿por qué?” en un
sentido malo o pecador, no quiero denigrarlo. Yo sé que muchas
veces he hecho esa pregunta en circunstancias obviamente mucho
menos difíciles que las que le sobrevinieron a él. Dios mismo nos
recomendó la rectitud de Job; pero Él no sólo estaba tratando con
Job, sino que registró esos hechos para nuestro beneficio y para
que aprendamos de ellos. Parece claro que una de las lecciones
que Dios quiere que aprendamos de la experiencia de Job es la
que el pastor Baker aprendió: Dejar de preguntar “¿por qué?”
Así como Dios ha usado durante siglos el Salmo 51, siendo
la oración de confesión y arrepentimiento de David por su
adulterio, para enseñar a Su pueblo, también ha usado las luchas
de Job con la duda acerca de la bondad de Dios, para el mismo
propósito. Todavía recuerdo mi primera lucha consciente con la
bondad de Dios casi treinta y cuatro años antes de escribir este
libro. El pasaje que satisfizo mi necesidad en el momento fue
uno del libro de Job, donde Dios lo confronta por su osadía, a
través de Eliú. Este hizo que me diera cuenta y me arrepintiera
de mis acusaciones contra Dios. Así que no queremos criticar a
Job, sino aprender de él acerca de lo pecaminoso de exigir a Dios
“¿por qué?”
Pero, aunque nunca deberíamos exigir un “¿por qué?”, podemos
y debemos pedirle a Dios que nos capacite para comprender lo
que nos puede estar enseñando por medio de una experiencia
particular. Pero inclusive aquí, debemos ser cuidadosos de no
estar buscando satisfacer nuestras almas al encontrar algún
“bien” espiritual en la adversidad. Más bien, debemos confiar en
que Dios está obrando en esa experiencia para nuestro beneficio,
aunque no veamos resultados positivos. Debemos aprender
128
Confiando en Dios aunque la vida duela
129
La sabiduría de Dios
130
Confiando en Dios aunque la vida duela
131
La sabiduría de Dios
134
Confiando en Dios aunque la vida duela
135
La sabiduría de Dios
136
Confiando en Dios aunque la vida duela
137
Confiando en Dios aunque la vida duela
Un amigo mío que dedica gran parte del tiempo a animar a otros,
estaba confundido por las luchas espirituales de uno de sus hijos,
y desesperado clamó: “Dios, pienso que estoy haciendo un mejor
trabajo cuidando de tus hijos que el que tú estás haciendo con el
mío”. Un día él me comentó: “Tan pronto dije eso, me arrepentí
ante el Señor”. No obstante, su frustrante experiencia ilustra un
aspecto: muchos de nosotros somos tentados, de vez en cuando,
a cuestionar el amor de Dios.
Me identifico con mi amigo, pues una vez, cuando una de
nuestras hijas estaba atravesando por una serie de experiencias
difíciles, dije: “Señor, no trataría a mi hija en la forma como Tú
la estás tratando”.
139
Conocer el amor de Dios
142
Confiando en Dios aunque la vida duela
Por lo tanto, cuando Juan dijo que Dios mostró Su amor al enviar
a Su Hijo, estaba diciendo que lo mostró al suplir nuestra mayor
necesidad, la cual es tan grande que ninguna otra puede siquiera
comparársele de cerca. Si queremos una prueba del amor de Dios
por nosotros, entonces debemos mirar primero a la cruz donde
ofreció a Su Hijo en sacrificio por nuestros pecados. El Calvario
es la prueba concreta, absoluta e irrefutable del amor de Dios por
nosotros.
El alcance del amor de Dios en el Calvario se observa en el
costo infinito de entregar a Su Hijo unigénito y en la condición
desdichada y miserable de aquellos que amaba. Dios no podía
librarnos de nuestros pecados sin un costo inmensurable para Él
y Su Hijo. Y por Su gran amor hacia nosotros, ambos quisieron,
más que sólo por buena voluntad, pagar ese alto costo, al dar
el Padre a Su Hijo unigénito, y el Hijo al entregar Su vida por
nosotros. Una de las características esenciales del amor es el
sacrificio propio, y éste nos fue demostrado hasta el máximo en
el amor de Dios en el Calvario.
Considere también la condición miserable y desdichada de
aquellos que Dios amaba. Pablo dijo: Pero Dios demuestra su amor
por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo
murió por nosotros (Romanos 5:8). Algunas veces es difícil, para
quienes hemos sido educados en hogares cristianos o moralmente
rectos, apreciar el peso de la afirmación de Pablo cuando todavía
éramos pecadores. Ya que éramos personas generalmente rectas, y
moralmente decentes a los ojos de nuestra sociedad y de nosotros
mismos, es difícil vernos como Dios nos vio, como infelices,
miserables y rebeldes pecadores.
Pero Pablo nos describe como muertos en nuestras transgresiones
y pecados (Efesios 2:1). La visión de Ezequiel de Israel como
un valle de huesos secos (Ezequiel 37), sería una descripción
adecuada de todos nosotros antes de nuestra salvación. Una
143
Conocer el amor de Dios
144
Confiando en Dios aunque la vida duela
146
Confiando en Dios aunque la vida duela
147
Conocer el amor de Dios
150
Confiando en Dios aunque la vida duela
152
Confiando en Dios aunque la vida duela
Experimentando el
amor de Dios
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida,
ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir,
ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en
toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos
ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 8: 38–39
153
Experimentando el amor de Dios
155
Experimentando el amor de Dios
157
Experimentando el amor de Dios
158
Confiando en Dios aunque la vida duela
160
Confiando en Dios aunque la vida duela
161
Experimentando el amor de Dios
162
Confiando en Dios aunque la vida duela
163
Experimentando el amor de Dios
164
Confiando en Dios aunque la vida duela
165
Confiar en Dios, quien es la razón de su existencia
166
Confiando en Dios aunque la vida duela
169
Confiar en Dios, quien es la razón de su existencia
170
Confiando en Dios aunque la vida duela
175
Confiar en Dios, quien es la razón de su existencia
176
Confiando en Dios aunque la vida duela
177
Confiar en Dios, quien es la razón de su existencia
178
Confiando en Dios aunque la vida duela
179
Confiar en Dios, quien es la razón de su existencia
180
Confiando en Dios aunque la vida duela
Creciendo a través
de la adversidad
Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que
enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba
de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar
a feliz término la obra, para que sean perfectos
e íntegros, sin que les falte nada.
Santiago 1:2–4
183
Creciendo a través de la adversidad
185
Creciendo a través de la adversidad
Aprendemos de la adversidad
Debido a que Dios trabaja en nuestras vidas a través de la
adversidad, debemos aprender a responder a aquello que Él
está haciendo. Como ya lo hemos visto en capítulos anteriores,
Su plan soberano no niega nuestra responsabilidad. Así como
nos enseña a través de la adversidad, debemos esforzarnos por
aprender de ella. Hay varias cosas que podemos hacer con el fin
de obtener una enseñanza de la adversidad y lograr los beneficios
que Dios quiere para nosotros:
Primero, podemos someternos a ésta, no a disgusto como el
general que se rinde ante su conquistador, sino voluntariamente
como se somete el paciente en la mesa de operaciones ante la
experta mano del cirujano, mientras éste trabaja con el bisturí.
No trate de impedir el grato propósito de Dios al oponerse a Su
providencia en su vida. Más bien, al momento en que pueda ver
lo que está haciendo en usted, haga de éste su propósito.
Esto no significa que no usemos todos los medios legítimos
a nuestra disposición, para minimizar las consecuencias de
la adversidad, sino que debemos aceptar de la mano de Dios
el éxito o el fracaso de aquellos medios como Él lo desea, y
buscando siempre aprender lo que Él esté enseñándonos.
186
Confiando en Dios aunque la vida duela
187
Creciendo a través de la adversidad
189
Creciendo a través de la adversidad
La poda
Jesús dijo que Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero
toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía
(Juan 15:2). En el reino natural, podar es importante para
producir más fruto. Un viñedo sin podar generará un enorme
creci-miento pero improductivo, es decir con muy poco fruto.
El cortar aquellos elementos no deseados e inservibles obliga a
la planta a producir fruto.
En el reino espiritual, Dios tiene que podarnos. Debido a que,
aun como creyentes tenemos naturaleza pecaminosa, tendemos
a derramar nuestras energías espirituales en aquello que no es el
fruto verdadero, a buscar posición, éxito y notoriedad, incluso
en el cuerpo de Cristo, y tratamos de depender de los talentos
naturales y el conocimiento humano. Así, con facilidad somos
cautivados y atraídos por las cosas del mundo –sus placeres y
sus riquezas.
Dios usa la adversidad para aclarar nuestras ideas sobre aquellas
cosas que no son el fruto verdadero. Una enfermedad grave o
la muerte de un ser querido, la pérdida de cosas materiales o
la mancha de nuestra reputación, el abandono de los amigos
o el choque de nuestros sueños más deseados contra la roca
de la desilusión, nos hacen pensar acerca de qué es en realidad
importante en la vida. La posición o las riquezas, e incluso
la reputación dejan de ser importantes, empezamos a relegar
nuestros gustos y expectativas, aun las buenas, frente a la
voluntad soberana de Dios. Poco a poco empezamos a depender
más de Él, y a desear sólo lo que servirá para la eternidad. Él nos
poda para que seamos más fructíferos.
190
Confiando en Dios aunque la vida duela
Santidad
En un capítulo anterior vimos que otro resultado de la adversidad
es el crecimiento en santidad: pero Dios (nos disciplina a través de
la adversidad y) lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos
de su santidad (Hebreos 12:10). Pero, ¿Cuál es la conexión entre
la adversidad y la santidad?
Para empezar, la adversidad revela la corrupción de nuestra
naturaleza pecaminosa, pues no nos conocemos ni sabemos la
profundidad del pecado que permanece en nosotros. Estamos
de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras y creemos que
su aceptación significa obediencia. Por lo menos intentamos
obedecer. ¿Quién de nosotros no lee la lista de las virtudes
cristianas llamadas fruto del Espíritu: amor, alegría, paz,
paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio
propio (Gálatas 5:22– 23) y está de acuerdo en que las queremos
en nuestras vidas? Incluso empezamos a pensar que estamos
logrando un gran avance en el crecimiento de ellas.
Pero entonces llega la adversidad; descubrimos que no podemos
amar desde lo profundo de nuestro corazón, a la persona que
es el instrumento de la adversidad; vemos que no queremos
perdonarla, nos damos cuenta de que no estamos dispuestos
a confiar en Dios. La incredulidad y el resentimiento surgen
en nuestro interior; nos derrumbamos ante la situación; el
crecimiento de carácter cristiano que creíamos haber alcanzado
en nuestras vidas parece evaporarse, y nos sentimos como si
hubiéramos vuelto al kínder espiritual. Pero a través de esta
vivencia, Dios nos ha dado a conocer la corrupción que aún
permanece en nosotros.
Jesús dijo: Dichosos los pobres en espíritu... Dichosos los que
lloran... Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia (Mateo
5:3–4, 6). Todas estas descripciones se refieren al creyente que
ha sido humillado ante su pecado, sufre por él, y anhela de todo
191
Creciendo a través de la adversidad
corazón que Dios le cambie. Pero nadie adopta esta actitud, sin
ser expuesto a la maldad y corrupción de su propio corazón. Es
con este propósito que Dios utiliza la adversidad.
Para santificarnos Él va más allá de los pecados que conocemos,
y desea llegar a la raíz del problema:
La corrupción de la naturaleza pecaminosa, expresada en la
rebeldía de los deseos, la perversidad de los afectos y la ignorancia
espiritual de nuestras mentes.
Él usa la adversidad, así como las enseñanzas de la Escritura para
iluminarnos acerca de nuestras propias necesidades. Él también
usa la adversidad para reinar en nuestros afectos que han sido
arrastrados a deseos insanos, y para someter nuestra terca y
rebelde voluntad.
Pero a menudo nos resistimos a la obra de Dios en nuestras
vidas, alejándonos de Su vara de disciplina en lugar de buscar
provecho de ella. Anhelamos más descansar de la adversidad que
obtener el beneficio que nos lleve a la santidad. Pero a medida
que observemos que Dios emplea Su disciplina en nuestras
vidas, podemos estar seguros de que a su tiempo producirá:
Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece
agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una
cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella
(Hebreos 12:11).
192
Confiando en Dios aunque la vida duela
Dependencia
Otra área de nuestras vidas en la que Dios tiene que trabajar constantemente,
es en nuestra tendencia a depender de nosotros mismos y no
de Él. Jesús dijo: separados de mí no pueden ustedes hacer nada
(Juan 15:5). Lejos de nuestra unión con Cristo y sin una total
dependencia de Él, no podemos hacer nada que glorifique a
Dios. Vivimos en un mundo que rinde culto a la independencia
y la autosuficiencia. Soy el dueño de mi destino: Soy el capitán de
mi alma es el lema de la sociedad a nuestro alrededor.
Podemos caer fácilmente en el patrón de pensamiento del
mundo, debido a nuestra propia naturaleza pecaminosa.
Tendemos a confiar en nuestro conocimiento de la Escritura,
nuestra habilidad comercial, nuestra experiencia en el ministerio,
e incluso en nuestra bondad y moralidad.
Dios debe enseñarnos, a través de la adversidad, a confiar en
Él, y no en nosotros mismos. Incluso, el apóstol Pablo dijo que
sus dificultades, cuando estaban agobiados bajo tanta presión se
dieron para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios,
que resucita a los muertos (2ª Corintios 1:8–9). Dios permitió
que Pablo y sus colaboradores llegaran a una situación tan
desesperada, que perdieron incluso la esperanza de vivir. No
tenían nadie más a quien acudir sino a Dios.
Pablo tuvo que aprender dependencia de Dios tanto en la parte
espiritual como en la física. Cualquiera fuera el aguijón en su
carne, era una adversidad de la que él desesperadamente quería
deshacerse. Pero Dios hizo que éste permaneciera, no sólo para
reprimir cualquier asomo de orgullo en su corazón, sino también
para enseñarle a confiar en Su poder. Pablo tuvo que aprender
que debía depender de la gracia de Dios –el poder de Dios que
nos da capacidad, y no de su fuerza; él fue uno de los hombres
más brillantes en la historia, más de un teólogo ha dicho que si no
se hubiera convertido en cristiano y tal vez hubiese sido filósofo,
193
Creciendo a través de la adversidad
194
Confiando en Dios aunque la vida duela
Perseverancia
Los receptores de la carta a los Hebreos pasaban por gran adversidad.
El autor sabía que tenían mucha resistencia al sufrimiento, que a
veces eran públicamente expuestos a los insultos y la persecución,
y que aceptaban con gozo la confiscación de sus pertenencias
porque sabían que poseían mejores y más duraderas posesiones
(Hebreos 10:32–34).
Para ellos, que estaban experimentando tal persecución y suplicio
por su fe en Cristo, el autor escribió: Ustedes necesitan perseverar
para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo
que él ha prometido (Hebreos 10:36). Además les dijo: corramos con
perseverancia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1).
La perseverancia es la cualidad de carácter que nos permite
lograr una meta por encima de obstáculos y dificultades. Una
cosa es, sencillamente sobrellevar la adversidad, y esto en sí,
es recomendable, pero Dios nos pide más que simplemente
soportarla, perseverar (presionar hacia adelante). Observe cómo
el autor de Hebreos se centra en el logro del objetivo: Cuando
haya hecho la voluntad de Dios y corrido... la carrera que tenemos
por delante. Se supone que la vida cristiana ha de ser activa, no
pasiva. Al cristiano se le pide seguir con diligencia la voluntad de
Dios, y hacerlo requiere perseverancia.
195
Creciendo a través de la adversidad
196
Confiando en Dios aunque la vida duela
Servicio
Dios también trae adversidad a nuestras vidas para equiparnos
para un servicio más efectivo. Todo lo que hemos considerado
hasta ahora: poda, santidad, dependencia y perseverancia,
contribuye a hacernos instrumentos útiles en el servicio de Dios.
Él pudo haber llevado a José directamente al palacio del faraón
sin pasar por la prisión. Y ciertamente no necesitaba dejarlo en
angustia por dos años más, después de haber interpretado el
sueño del copero. Las difíciles circunstancias no eran necesarias
sólo para que estuviera en el lugar correcto en el momento
correcto, sino para convertirlo en la persona adecuada para las
responsabilidades que Dios le daría.
198
Confiando en Dios aunque la vida duela
200
Confiando en Dios aunque la vida duela
201
Creciendo a través de la adversidad
202
Confiando en Dios aunque la vida duela
203
Creciendo a través de la adversidad
204
Confiando en Dios aunque la vida duela
Escogiendo
confiar en Dios
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento
miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
Salmo 56:3–4
Volviendo al salmo 42:11 ese día, ella dijo: Señor, escojo no estar
desanimada, escojo no estar perturbada, escojo poner toda mi
esperanza en ti. Después, cuando me relataba esto, me dijo que
sus sentimientos no cambiaron inmediatamente sino un rato
después. Su corazón recobró la paz una vez que decidió confiar
en Dios.
David también decidió confiar en Dios en sus momentos de
angustia. En el salmo 56:3–4, nuestro texto para este capítulo,
admitió que tenía miedo, y no fue presumido ni arrogante, pues
a pesar de ser un guerrero muy hábil y valiente, hubo momentos
en que sintió miedo. El título del salmo 56 nos muestra la ocasión
cuando David escribió: Cuando los filisteos lo apresaron en Gat.
La narración histórica de este incidente nos muestra que él tuvo
mucho miedo de Aquis, rey de Gat (1º Samuel 21:12).
Pero, a pesar del temor, David le dijo a Dios: confío en Dios y no
siento miedo. En los salmos encontramos varias veces la decisión
de confiar en Dios, escogiendo descansar en Él, a pesar de las
apariencias. La declaración de David en el salmo 23:4: no temo
peligro alguno, es equivalente a, confiaré en Dios en presencia del
mal. En el Salmo 16:8 dice: tengo presente al Señor; con él a mi
derecha, nada me hará caer. Anteponer a Dios es reconocer su
presencia y su constante ayuda, pero esto es algo que nosotros
debemos escoger hacer.
Dios está siempre con nosotros. Él ha dicho: Nunca te dejaré; jamás
te abandonaré (Hebreos 13:5). No hay duda de Su presencia con
nosotros, pero tenemos que reconocerla, debemos anteponerlo
a Él ante nosotros mismos. Es nuestro deber decidir si vamos a
creer o no en Sus promesas de protección y amor constantes.
Margaret Clarkson, hablando de cómo debemos llegar al punto
de aceptar la adversidad en nuestras vidas, dijo: Esta siempre
comienza con un acto de voluntad de parte nuestra, cuando nos
disponemos a creer en la bondad del Dios Todopoderoso, en su
206
Confiando en Dios aunque la vida duela
209
Escogiendo confiar en Dios
211
Escogiendo confiar en Dios
212
Confiando en Dios aunque la vida duela
Trampas en la confianza
Así como es difícil confiar en Dios en tiempos de adversidad,
hay otros en los que parece ser aún más difícil. Son esos tiempos
en los cuales las cosas van bien, cuando, usando las palabras de
David: Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia
me ha correspondido! (Salmo 16:6). Durante estos momentos de
bendiciones y prosperidad temporales, tendemos a depositar
nuestra confianza en ellas, o peor aún, a considerarnos como los
autores de tales bendiciones.
Durante los períodos de prosperidad y circunstancias favorables,
demostramos nuestra confianza en Dios reconociéndolo como el
Proveedor de tales bendiciones. Ya hemos visto cómo Dios hizo
que el pueblo de Israel pasara hambre en el desierto, y luego lo
alimentó con maná que cayó del cielo con el fin de enseñarle: que
no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del
Señor (Deuteronomio 8:3).
¿Qué pasa entonces con nosotros que tenemos nuestras alacenas
y refrigeradores llenos de alimentos para las comidas de mañana?
¡Somos tan dependientes de Dios como lo fueron los israelitas!
Él hizo llover maná para ellos todos los días. A nosotros nos hace
213
Escogiendo confiar en Dios
214
Confiando en Dios aunque la vida duela
216
Confiando en Dios aunque la vida duela
217
Confiando en Dios aunque la vida duela
219
Dando siempre gracias
Acción de gracias
En el texto de nuestro capítulo, Pablo dijo: Den gracias a Dios
en toda situación. Debemos ser agradecidos en buenos y malos
momentos, por las adversidades y las bendiciones.
Todas las circunstancias, sean favorables o no, a nuestros deseos,
deben ser ocasiones para dar gracias.
El agradecimiento no es una virtud natural, sino fruto del
Espíritu dado por Él. La persona no creyente no se siente
inclinada a dar gracias. Da la bienvenida a las situaciones que
están de acuerdo con sus deseos y se queja de aquellas que no
lo están, pero nunca, en ninguno de los dos casos, se le ocurre
agradecer en estas circunstancias. Ve la vida como algo que va
más allá del azar, se felicita a sí mismo por su éxito y acusa a los
demás por sus fracasos, pero nunca ve la mano de Dios en su
vida. Una de las afirmaciones más notables en la Biblia acerca
del hombre natural es la acusación de Pablo que dice: A pesar de
haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron
gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se
les oscureció su insensato corazón (Romanos 1:21).
El agradecimiento es admitir la dependencia. Por medio de él,
aceptamos que en la realidad física Dios Por el contrario, es quien
da a todos la vida, el aliento y todas las cosas (Hechos 17:25) y que
en lo espiritual, es Él quien nos dio vida en Jesucristo, cuando
murió por nuestras transgresiones y pecados. Todo lo que somos
y tenemos se lo debemos a Su generosa gracia, ¿Quién te distingue
de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste,
¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado? (1ª Corintios
4:7).
Como hijos de Dios debemos agradecerle en toda circunstancia,
sea buena o mala. En el evangelio de Lucas se cuenta la historia de
los diez leprosos que fueron curados por Jesús (Lucas 17:11–19).
220
Confiando en Dios aunque la vida duela
221
Dando siempre gracias
Adoración
Otra respuesta a la dignidad de confianza de Dios es adorarle en
los momentos de adversidad. Cuando el desastre inicial golpeó
a Job las Escrituras dicen:
Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras,
se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud
de adoración. Entonces dijo: “Desnudo salí del vientre de mi
madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha
quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”
(Job 1:20–21)
Job en lugar de reaccionar contra Dios en los momentos de
calamidad, lo adoró. En lugar de levantar el puño frente al
Señor, se arrodilló ante Él, y en lugar de desafiarlo, reconoció
humildemente la soberanía de Dios, quien en Su soberanía le
había dado, y en Su soberanía tenía el derecho de quitarle.
La adoración involucra una consideración en dos direcciones.
Al mirar hacia arriba vemos toda Su majestad, poder, gloria
y soberanía, así como Su misericordia, bondad y gracia. Al
mirarnos reconocemos nuestra total dependencia de Dios y
nuestra pecaminosidad. Lo vemos como el Creador soberano,
digno de adoración, servicio y obediencia, y nos vemos como
simples criaturas, indignos pecadores, que hemos fallado en
adorarle, servirle y obedecerle como debiéramos.
223
Dando siempre gracias
Humildad
La relación de pensamientos en 1ª Pedro 5:6–7 debe animarnos
en los momentos de adversidad. Los dos versículos dicen:
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios,
para que él los exalte a su debido tiempo.
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
Por un lado, hemos de humillarnos bajo la poderosa mano de
Dios, lo cual equivale a someternos con espíritu de humildad, a
los tratos soberanos de Él con nosotros. Por otro lado, debemos
echar nuestras ansiedades sobre Él, sabiendo que cuida de
nosotros. Las ansiedades, por supuesto, surgen de las adversidades
que la mano poderosa de Dios trae a nuestras vidas. Debemos
aceptar las adversidades, pero no las ansiedades.
Pero nuestra tendencia es totalmente lo opuesto. Buscamos
escapar o resistir las adversidades, pero al mismo tiempo
aferramos a las ansiedades que éstas nos producen. La forma de
echar nuestras ansiedades sobre el Señor es humillándonos ante
Su soberanía, y luego confiando en Su sabiduría y amor.
225
Dando siempre gracias
Perdón
La adversidad nos llega muchas veces a través de las acciones
de otras personas. A veces, estas acciones hirientes son dirigidas
intencionalmente a nosotros. Otras, podemos ser víctimas
de las acciones irresponsables de los demás, que aunque no
son dirigidas deliberadamente hacia nosotros, nos afectan
seriamente. ¿Cómo debemos responder a aquellos que son los
instrumentos de nuestra adversidad? La única respuesta, claro
está, es con amor y perdón.
226
Confiando en Dios aunque la vida duela
227
Dando siempre gracias
229
Dando siempre gracias
230
Confiando en Dios aunque la vida duela
231
Notas
Capítulo Dos
1. Harold S. Kushner, When Bad Things Happen to Good People
(New York: Avon Books, 1983), págs. 42–43. 2. Kushner, When
Bad Things Happen to Good People, pág. 43. 3. Del artículo
escrito por J. I. Packer sobre «Providencia» publicado en The
New Bible Dictionary (Londres: The InterVarsity Fellowship,
1962), págs. 1050–1051. 4. Citado por Dallas Willard, In
Search of Guidance (Ventura, Calif.: Regal Books, 1984), Pág.
91. 5. Citado por John Blanchard, Gathered Gold (Welwyn,
Hertfordshire, England: Evangelical Press, 1984), pág. 332. 6.
Philip E. Hughes, Hope for a Despairing World (Grand Rapids:
Baker Book House, 1977), págs 40–41. 7. Steven Fink, Crisis
Management: Planning for the Inevitable (New York: American
Management Association, 1986) págs. 1–2. 8. Kushner, When
Bad Things Happen to Good People, Págs. 46– 48. 9. Kushner,
When Bad Things Happen to Good People, pág. 59. 10. Alvera
Mickelson, «Why Did God Let It Happen?», Christianity Today
(Marzo 16, 1984), Págs. 22–24. 11. Margaret Clarkson, Destined
for Glory (Grand Rapids: Eerdmans Publishing Company, 1983),
Pág. 6. 12. G. C. Berkouwer, The Providence of God (Grand
Rapids: Eerdmans Publishing Company, 1983), pág. 23.
Capítulo Tres
1. Iain H. Murray, The Life of Arthur W. Pink (Edinburgh: The
Banner of Truth, 1981), pdg. 4. 2. Andrew Murray, Every–Day
with Andrew Murray, como fue citado por Christianity Today
(marzo 6, 1987), päg. 41. 3. Margaret Clarkson, Grace Grows
Best in Winter (Grand Rapids: Eerdmans Publishing Company,
1984), pdgs. 40–41. 4. Alexander Carson, Confidence in God in
Times of Danger (Swengel, Pa.: Reiner Publications, 1975), päg.
25. 5. Quiero expresar mi agradecimiento a Alexander Carson
por algunas de las ideas de su libro Confidence in God in Times
of Danger, en este análisis de Ester capítulo 6.
Capítulo Cuatro
1. Charles Bridges, An Exposition of the Book of Proverbs
(Evansville, Ind.: The Sovereign Grace Book Club, 1959), pág.
364. 2. Berkouwer, The Providence ofGod, pág. 90–91. 3.
Carson, The History of Providence (Grand Rapids: Baker Book
House, n.d.), págs. 96–97. 4. Basil Manly, Sr., en Southern Baptist
Sermons on Sovereignty and Responsability (Harrisonburg, Va.:
Sprinkle Publications, 1984), págs. 15–16. Manley fue pastor
y educador, presidente de la Universidad de Alabama de 1838
a 1855, y también uno de los fundadores de la Convención
Bautista del Sur. 5. Richard Fuller, en Southern Baptist Sermons
on Sovereignty and Responsability, pág. 112. 6. Berkouwer, The
Providence of God, págs. 140– 141. 7. Carson, Confidence in
God in Times of Danger, pág. 55.
Capítulo Cinco
1. C. H. Spurgeon, God’s Providence (Choteau, Mont.: Gospel
Mission, n.d.), pág. 18. 2. Carson, Confidence in God in Times
of Danger, pág. 41. 3. H. B. Dehqani–Tafti, Design of My World
(New York: The Seabury Press, 1982) päg. 30. 4. Clarkson, Grace
Grows Best in Winter, pág. 41. 5. John Newton, The Works of
John Newton (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1985),
Volume 4, pág. 429. 6. Berkouwer, The Providence of God,
págs. 91–92. 7. Carson, The History of Providence, pág. 154.
Capítulo Seis
1. Mike Nichols, ¿How’s the weather? Christian Herald (julio/
agosto 1984), pág. 33. 2. Berkouwer, The Providence of God,
pág. 85. 3. Carson, The History of Providence, pág. v. 4. Carson,
Confidence in God in Times of Danger, págs. 4–5 5. Edward J.
Young, The Book of Isaiah (Grand Rapids: Eerdmans Publishing
Company, 1984), Tòmo 3, pàg. 201. 6. Citado de una copia
impresa de un mensaje, “The sovereignty of God”, predicado por
el doctor Donald G. Barnhouse, n.d., pág. 2.
Capítulo Siete
1. Puritan Sermons 1659–1689, una colección de sermones por
75 predicadores puritanos, originalmente publicados a intervalos
irregulares entre 1660 y 1691, en Londres (wheaton, IlL:
Richard Owen Roberts, Publisher, 1981), Tomo 1, Pág 374. 2.
John Flavel, The Works of John Flavel (Edinburgh: The Banner
of Truth Trust, 1982), Tomo IV, págs. 336–497. 3. Puritan
Sermons 1659–1689, Tomo 1, pág. 374. 4. Carson, Confidence
in God in Times of Danger, (Confianza en Dios en tiempos de
peligro).
Capítulo Ocho
1. Brian H. Edwards, Not by Chance (Hertfordshire, England:
Evangelical Press, 1982), pag. 14. 2. J.L. Dagg, Manual of
Theology (Harrisonburg, Va.: Gano Books, 1982 edición del
original 1857, publicada por The Southern Baptist Publication
Society), págs. 86–87. 3. John Piper, Desiring God (Portland,
Oreg.: Multnomah Press, 1986), pág. 23. 4. Citado de un
artículo muy antiguo, sin fecha y sin firma, en el archivo de
autores de una publicación británica, A Witness and a Testimony.
5. Clarkson, Destined for Glory, pág. 19. 6. Don Baker, Pain’s
Hidden Purpose (Portland, Ore.: Multnomah Press, 1984), pág.
103. 7. Baker, Pain’s Hidden Purpose, pág. 103. 8. Young,
The Book of Isaiah, tomo 3, pág. 383. 9. Charles B. Williams,
The New Testament in the Language of the People (Nashville:
Holman Bible Publishers, 1986), pág. 351. 10. Spurgeon, God’s
Providence, pág. 19. 11. Berkouwer, The Providence of God,
pág. 88. 12. Flavel, The Works of John Flavel, Tomo 3, pág. 361.
13. Dagg, Manual of Theology, pág. 91
Capítulo Nueve
1. Hughes, Hope for a Despairing World, pág. 14. 2. Los teólogos,
hablando de la bondad de Dios, generalmente distinguen entre
su bondad de excelencia (como en: Es un buen ingeniero), y
su bondad de benevolencia (como en: Es bueno con sus hijos).
En este y el siguiente capítulo uso la bondad de Dios como la
benevolencia hacia su pueblo, e intercambiablemente con su
amor. 3. Hughes, Hope for a Despairing World, pág. 18. 4.
William Hendriksen, New Testament Commentary, Exposition
of Ephesians (Grand Rapids: Baker Book House, 1967), págs.
102–103. 5. Carson, The History of Providence, págs. 313–
314. 6. Berkouwer, The Providence of God, págs. 47 y 180.
Capítulo Diez
1. Young, The Book of Isaiah, Tbmo 3, päg. 285. 2. Philip E.
Hughes, A Commentary on the Epistle to the Hebrews (Grand
Rapids: Eerdmans Pulishing Company, 1977), päg. 528. 3. Lina
Sandell Berg, “Dia en Dia”, traducido por Roberto C. Savage.
4. John Brown, Analytical Exposition of the Epistle of Paul the
Apostle to the Romans (Grand Rapids: Baker Book House,
1981, reimpreso de la edición 1857), pág. 269.
Capítulo Once
1. James Hufstetler, “On Knowing Oneself ’, The Banner of Truth,
Issue 280 (enero 1987), pag. 13. 2. Citado por J. R. Miller en un
mensaje impreso, “Finding One’s Mission” (Swengel Pa:Peiner
Publications, n.d.), pag. 2. 3. Hufstetler, “On Knowing Oneself ’,
pag 14. 4. Miller, “Finding One’s Mission”, pag. 2. 5. James I.
Packer, Your Father Loves You (Whea– ton, 111. Harold Shaw
Publishers, 1986), lectura devocional para octubre 13. 6. Fanny
J. Crosby, «Cristo es la guía de mi vida».
Capítulo Doce
1. Horatius Bonar, When God’s Children Suffer (New Canaan,
Conn.: Keats Publishing, Inc., 1981, originalmente publicado
como Night of Weeping), pág. 30. 2. Bonar, When God’s
Children Suffer, pág. 31. 3. Bonar, When Gods’s Children
Suffer, págs. 28– 29. 4. Citado por C. S. Spurgeon, The Treasury
of David (Grand Rapids: Baker Book House, 1984), Tomo 4,
pág. 306. 5. Un método que nos ayuda a recordar las lecciones
de Dios a través de la adversidad es mantener un registro de ellas
y repasarlas periódicamente.
Capítulo Trece
1. Clarkson, Grace Grows Best in Winter, pag. 21. 2. Newton,
The Works of John Newton, Tomo 5, pags. 621–622. 3. Newton,
The Works of John Newton, Tomo 5, pags. 622–623. 4. Newton,
The Works of John Newton, Tomo 5, pags. 623–624. 5. Puritan
Sermons 1659–1689, Tomo 1, pag. 378. 6. Newton, The Works
of John Newton, Tomo 5, pag. 624. 7. Brown, Expository
Discourses on 1 Peter (Edim– burgo: The Banner of Truth
Trust, 1975, publi– cado en 1.848), Tomo 2, pag. 539. 8. Philip
Bennett Power, The «I Wills» of The Psalms (Edimburgo: The
Banner of Truth Trust, 1985, publicado en 1858), págs. 10 y 8.
9. Power, The«I Wills» of the Psalms, pág.63.
Capítulo Catorce
1. Hay una discusión entre los comentaristas sobre si son
preferibles las palabras en la versión King James «todas las cosas
trabajan para bien» en la cual todas las cosas es el sujeto del
verbo trabajan o las de la Nueva Versión Internacional en inglés
en la cual el sujeto es Dios– «en todas las cosas Dios trabaja».
Cualquiera sea la que prefiramos, el resultado es el mismo. Si
todas las cosas trabajan juntas para nuestro bien es porque Dios
ha causado que lo hagan. De hecho, La Biblia de las Américas
la traduce como sigue: «Todas las cosas cooperan para bien». 2.
Carson, The History of Providence, Págs. 168– 169.
EDITORIAL CLC
Diagonal 61D Bis No. 24-50
Bogotá, D.C., Colombia
www.clccolombia.com