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Faustino Parra

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


Universidad Politécnica Territorial de Yaracuy “Arístides Bastidas”
(UPTYAB)
Guama - Yaracuy

Faustino Parra

Estudiante:
Ricardo Barrios
Faustino Parra, nació en las Pavas, Guama, Estado Yaracuy, Venezuela; en el
año 1858 durante la Guerra Federal y muere el 04 de junio de 1904. Nunca
conoció a su padre, su madre Casta Parra era muy humilde. Pasó su niñez en el
fundo “La Moreña” de Don Rafael Moro, ubicado muy cerca de Guama, su
progenitora, trabajaba en los oficios domésticos y como deshojadora de maíz
durante la cosecha. Faustino ayudaba en los trabajos del campo para ganarse la
comida y tuvo la oportunidad de conocer mucha gente del pueblo.
Nunca asistió a la escuela porque se lo impedían los quehaceres del campo.
Aprendió los números y las letras de una manera rudimentaria, su única maestra
fue la propia vida. Faustino era un hombre alto, moreno, con rasgos indios, cuerpo
bien definido y siempre vestía su liquilique blanco. También se dedicaba a cuidar
las poblaciones y socorrer a los necesitados.
Por su misma condición (hombre de guerra), nunca conformó un hogar, no se
comprometió ni tuvo hijos. Pero a pesar de lo antes mencionado, andaba
acompañado por 12 fieles hombres con los mismos ideales. Siempre andaba
armado hasta los dientes, nunca dejaba la carabina que le regaló Don Eureano
Lugo, quien la compró en un viaje que hizo a Curazao. Y por si acaso, llevaba
consigo un revólver Smith & Wesson y un cuchillo de 18 pulgadas. Faustino Parra
fue un rebelde, un “guerrillero” de su tiempo que abrazó con gran pasión el
liberalismo.
Luchó por los humildes y buscaba la redención de su gente, se identificó con los
problemas populares y exigía víveres a los más poderosos para entregárselos a
los necesitados. Como su vida, la muerte de este guerrillero está llena de
misterios.
Faustino Parra representa en el Yaracuy la universalidad del mito de Robin Hood,
esto es, el bandido rural que ha sido empujado fuera de la ley por la injusticia y se
ha erigido en héroe de los pobres, no tanto por la razón de que hace una
redistribución de la riqueza les quita a los ricos para dar a los pobres sino porque
golpea a los opresores de los campesinos, lo cual brinda a los oprimidos una
gratificación psicológica. Pero, la leyenda no se queda solo allí, a Faustino Parra
se le atribuyen cualidades sobrehumanas que infinidad de testigos juran haber
constatado. La gente dice:  No. Es imposible matarlo. Él tiene la protección divina,
y estoy seguro que por más que le disparemos, las balas no le van a entrar.
Ustedes saben que el caporal Taylhardat le vació su revólver, por la espalda, a
traición, como suelen hacer ellos, en esa familia y no hubo caso.
Las versiones sobre su muerte son muchas, una de ellas resalta que Adolfo
Blasco fue quien avisó a la comisión de gobierno que Faustino Parra se
encontraba durmiendo en la población las Pavas, oportunidad para que la
comisión se trasladara hasta el lugar, donde lo asesinaron a machetazos dentro
de la casa. Cuentan los pobladores que luego lo sacaron, corriente abajo por la
quebrada el
Hatico, donde lo descuartizaron y posteriormente dieron la novedad a las
autoridades del pueblo, quienes lo trasladaron hasta el recién construido
cementerio municipal.
Es muy poco lo que los hechos históricos nos informan acerca de Faustino Parra,
nació en las inmediaciones del Cerro de las Pavas en 1858, una zona boscosa en
el corazón del Yaracuy, con multitud de árboles, plantas ornamentales, orquídeas
y flores propias de los bosques húmedos, con bandadas de pájaros que cruzan los
cielos, son los predios de la Reina María Lionza. Tal vez allí la diosa nativa le
regaló los dos amuletos que lo protegerían de por vida. El pueblo de Guama fue el
escenario donde se movió con soltura y donde llevó a cabo sus más graves
hechos de sangre y de robo a mano armada. Pero, si Faustino era invencible, su
enemigo más encarnizado Adolfo Blasco, le andaba buscando la vuelta y en
efecto, le preparó una emboscada ayudado por la traición. Con el personaje mítico
yaracuyano ocurrió algo similar que con el héroe bíblico Sansón, a quién Dalila le
cortó los cabellos, fuente de su extraordinaria fuerza, también a Faustino Parra
una mujer le quitó su cruz de palo santo y su morral bordado en oro, mientras
dormía con ella en una casa en Las Pavas, entonces una comisión del gobierno
les entró a machetazos. Se cuenta que, aún desprovisto de sus amuletos, logró
mal herido ponerse de pie y salió al patio para hacer frente a sus numerosos
enemigos, murió al pie de un árbol, en desigual batalla, el 4 de julio de 1904, para
esa fecha contaba 46 años. Para algunos fue un caudillo asesino, asaltador de
caminos y vengador de los andinos para otros siempre exhibió valor y espíritu por
lo más débiles y necesitados, quienes justificaban sus horribles actos, cuenta la
leyenda que cualquier persona que se le acercara con palabras y frases silbantes
llenas de refranes y localismo andino tenía las horas contadas, amanecían llenos
de balas por los caminos del pueblo, “así castigo yo a los que quieren cogerse a
este país” decía con aires.

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