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Manual para Matrimonios Comprometidos y Victoriosos

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Estudiante: José Ernesto Martínez Tarquino

Manual para matrimonios comprometidos y victoriosos


El diseño del presente Manual está concebido de forma amplia para
beneficiar a las parejas contemporáneas de mi comunidad, cuyas
características culturales, su situación económica y el área geográfica
donde residen, aplican perfectamente a esta guía que contiene
respuestas claras, directas y concisas al común de los problemas que
afectan a los matrimonios.
Sabemos que el matrimonio es la relación más compleja que se vive
dentro de la sociedad, a lo que se agrega que vivimos en un tiempo en
el que hay presiones que ponen en peligro los valores, el carácter y los
principios de las personas; y de que esta institución del matrimonio, es
blanco de ataques constantes.
Parto de la base de que el mejor Manual de amor, sexo y matrimonio es
la Biblia, el cual, es presentado por parte de un Dios que quiere que
cada uno de nosotros tenga el máximo de alegría, paz y bienestar.
I. ¿Cómo establecer relaciones saludables y duraderas?
Lo primero es poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas. Él nos
creó para vivir en el amor y el entusiasmo de las relaciones armoniosas,
libres de contienda, confusión y dolor. Él quiere que nuestras vidas estén
libres de división y que vivamos en paz.
La Palabra de Dios contiene maravillosas promesas para los
pacificadores, dentro de las cuales, el Salmo 37,37: “…Porque hay un
final dichoso para el hombre de paz”. Si aprendemos a resistir el
conflicto, experimentaremos la felicidad. Dios dice que sus hijos
heredarán rectitud, paz y gozo.
El Señor nos ha mandado a ponernos toda la armadura de Dios, para
que podamos rechazar al enemigo en cualquiera de sus estrategias y
engaños. Si queremos experimentar las bendiciones y el poder de Dios
en nuestro matrimonio, debemos resistir el ataque del enemigo, que
suscita contiendas. Debemos estar en guardia, porque nuestro enemigo
el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar (1 Pedro
5,8).
En oposición, nuestro enemigo, el diablo, nos lleva al conflicto que causa
estragos en nuestras vidas, dejándonos heridos y apartados los unos de
los otros. Es decir, la división acaba con nuestros matrimonios; amarga a
nuestros hijos; afecta nuestras relaciones sociales; divide nuestras

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iglesias; quiebra nuestra salud y roba nuestra paz y tranquilidad
emocional.
Juan 10,10: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir, yo he venido para
que tengan vida, y la tengan en abundancia”.

Mi oración es para que los ojos de los cónyuges sean abiertos y puedan
ver claramente, los efectos destructivos que la contienda y la disensión
pueden tener en sus vidas, y que no nos equivoquemos negando el
conflicto o no confrontándolo. Por el contario, debemos permitir que la
paz de Dios gobierne nuestros corazones.
De manera que cuando se presenta el conflicto, el reto es reconocerlo y
luego enfrentarlo. Además, identificar las raíces y síntomas de la
contienda y luego sanar las relaciones problemáticas, para finalmente
aprender a desatar el poder y la bendición de Dios en cada una de
nuestras vidas.

II. ¿Cómo debemos atender las necesidades de nuestro


cónyuge?
Lo primero es tener el suficiente interés para aprender acerca de su
personalidad e intereses.
Imaginemos a una pareja de pie ante el altar, pronunciando los votos,
prometiendo hacer todas las cosas apropiadas. Cuando terminan, quien
preside la ceremonia les pide que saquen sus manuales. Con solemne
reverencia, la novia y el novio se entregan el uno al otro un manual.
Estos manuales contienen instrucciones acerca de cómo operan el novio
y la novia. Cada capítulo tiene un título: Temperamento, instrucciones
para la alimentación, procedimiento para emergencias, temores,
sensibilidad, ideas de diversión, puntos fuertes, puntos débiles, altibajos,
creencias, malos entendidos, prejuicios, sentido del humor, etc.
Es razonable que las parejas casadas tengan instrucciones acerca del
mantenimiento, piezas, recambios y lubricación como tienen los
aparatos electrodomésticos. Las madres no van a dar a los novios un
libro de instrucciones apropiado, sino que tienen que hacerlo los
cónyuges. Debemos estudiar de manera consciente a nuestro esposo(a)
y aprender qué es lo que motiva su vida. Sufriremos menos
quebrantamientos y menos disfunciones si comprendemos cómo
funciona “su maquinaria”. Por lo demás, nadie tiene por qué excusarse
por ser sensible a las necesidades de su cónyuge. Por el contrario, las
personas inteligentes saben cuándo han de confrontar, cuándo han de
apoyar y cuándo han de dejar que la otra persona vuele a solas.

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Precisamente, la sensibilidad es tener el suficiente sentido común para
reconocer que todos tenemos puntos débiles y fuertes.
Las personas somos distintas. Eso es lo que nos hace individuos. La
persona con la que estamos casados es una fascinante creación de Dios.
Parte de la mayor aventura de la vida es llegar a conocer a esta singular
persona.
Por otra parte, cualquier pareja que vivan juntos tendrán que aplicar el
perdón en dosis generosas, porque negar el perdón y el amor, disminuye
presión innecesaria y dolorosa. Hay que permitir que el Espíritu Santo
llene nuestro corazón con un nuevo amor, porque Dios nos suple un
amor adicional.
Hay matrimonios en constante tensión debido a una relación en la que
han guardado centenares de pequeñeces, cicatrices, insultos, promesas
rotas y abolladuras. Al ir recogiendo más y más de esas malas
experiencias, nos cargamos de lamentaciones y cuentas pendientes. Si
nunca hemos tirado esa carga de “basura”, nuestro matrimonio se
vuelve demasiado pesado para llevarlo.
Afortunadamente, el Espíritu Santo nos suple con suficiente amor para
limpiar la basura que se ha acumulado en nuestras relaciones. El amor
me permite echar la basura y no echarla nunca en falta.

III. ¿Cómo aplicar íntegramente el concepto Bíblico del amor?


El concepto Bíblico del amor es lo suficientemente amplio para cubrir
todas las situaciones. A las parejas se les ha de enseñar tanto el amor
eros como el amor ágape. El amor eros se basa en la atracción.
Queremos amar a alguien porque nos atrae. La atracción sexual, es una
válida forma de amor. No debemos sentir ninguna culpa por dar
satisfacción a ese deseo en el contexto del matrimonio. Nuestra pareja
nos debe llevar a un amor ardiente.
¡Pero qué sucede cuando la pareja no parece tan arrebatadora? Ahí es
cuando ponernos en funcionamiento el amor ágape de Dios. Este es el
amor que Dios tiene para con nosotros a pesar de nuestras
inconsecuencias, fracasos y pecado. Él sigue dándonos su ágape, su
amor y nos capacita para amar a nuestro cónyuge cuanto se está
portando de manera absolutamente frustrante. El fruto del Espíritu es
amor, un amor que no depende del encanto de la persona, sino de la
intención del que ama.

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Cada pareja puede ser fortalecida por ambos tipos de amor. La Biblia
está repleta de enseñanzas y de excelentes ejemplos de amor
relacional.
El punto central debe ser nuestro cónyuge. Pedimos conducción acerca
de cómo podemos mostrar armonía, amistad, utilidad, fidelidad, alegría
y otros atributos para con la persona con la que nos hemos casado.
Estar llenos con el Espíritu Santo es estar llenos con Jesucristo. Su
control significa que Él controla también nuestro amor. Incluso si una
pareja dice: “Ya no nos amamos”, la situación está muy lejos de ser
desesperada. Es posible levantarse de las cenizas y mostrar una enorme
energía y vitalidad.
Ocurre que en las relaciones matrimoniales es normal que se caiga en
puntos bajos en varias ocasiones. Si se tiene un fuerte control sobre el
amor, serán menos sensibles a sufrir bajones, y los bajones que sufran
tenderán a ser de menor duración. Encontramos que el amor es un
recurso renovable. Y si el amor es “pedido” a Dios, podemos sentirnos
confiados que el amor reinará de nuevo en su relación.
Siempre que el matrimonio sufre un bajón, sea simple o severo, el
mensaje es el mismo: el matrimonio puede volver a vivir. Nuestra
relación con Jesucristo suple los recursos tan vitales para una relación
duradera.
La tolerancia, el perdón, la empatía y la atención son todas ellas virtudes
energizadas por Jesucristo.

IV. ¿Cómo comprender, asimilar y salir airosos de cada etapa


del matrimonio?
Las etapas del matrimonio son:
(Tomado de las enseñanzas del presente curso)

Transición y Adaptación
Comprende aproximadamente los tres primeros años de casados. Es una
etapa fundamental puesto que en ésta se establecen los fundamentos o
bases de la relación. Durante este tiempo la pareja se adapta a un
nuevo sistema de vida, por eso las claves de esta fase son la
comunicación. la negociación y los limites. Es importante que los
cónyuges realicen un proyecto familiar, en el cual se visualicen a futuro
y establezcan las metas que quieran lograr. Los aspectos más
importantes para resolver en este período de ajuste son:

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- Independizarse de las familias de origen, con el fin de lograr la
autonomía que toda pareja necesita para llegar preparada a las
siguientes etapas.
- Puesto que es un aprendizaje en un rol hasta entonces desconocido, se
requiere paciencia, confianza, tolerancia y apoyo entre los cónyuges.
- Es una etapa para establecer las reglas de intimidad, sobre los gustos y
preferencias, y aquellos momentos o situaciones que a cada uno le es
desagradable.
- La pareja se prueba en el manejo y administración del dinero, del
tiempo, así como en la distribución de tareas del hogar, entre otros. Es
momento de decisiones y acuerdos.
Establecimiento e Hijos
Esta etapa ocurre entre los tres y los diez años de casados
aproximadamente. Ya ha finalizado la luna de miel y el proceso de
adaptación, ahora hay un mayor conocimiento del cónyuge y es
probable que las desavenencias sean más frecuentes; o lo contrario
sean menos, producto de la madurez adquirida en la primera etapa de
convivencia.
En esta fase los cónyuges aterrizan; el amor va acompañado más de la
razón que del sentimentalismo. La voluntad juega un papel importante
en el binomio compromiso entendimiento.
En esta época la mayoría de las parejas se convierten en padres; hecho
que implica retos diferentes y una nueva organización de roles. Los
cónyuges deben evitar que la dedicación que requieren los hijos, no
desplace la relación de pareja. También hay que velar para que los
compromisos del trabajo, y las demandas de la vida diaria, no inicien un
gradual distanciamiento.
Realización y Definición
Suele acontecer entre los diez y veinte años de casados, puede coincidir
con la pubertad de los hijos y la edad mediana de los cónyuges. Esta
última marca un período de reflexión y renovación en la vida del ser
humano; por lo que es importante que el matrimonio se encuentre en un
estado saludable y que individualmente se afronte de la mejor manera.
Así no se convertirá en una amenaza para la estabilidad matrimonial.
Del mismo modo, los esposos deben procurar que las dificultades que
surjan por la crianza de los hijos, no afecten la unión conyugal. La
unidad en la autoridad y el trabajo conjunto, deben ser la prioridad.

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En esta etapa los cónyuges deben ser bastante creativos, no caer en la
rutina (fácil y silenciosa) redescubrirse otra vez como pareja y
conectarse nuevamente. Deben recuperar los detalles -si los han
perdido-, también compartir hobbies y actividades que ambos disfruten.
El tiempo a solas, sin los hijos, es determinante en esta etapa.
Estabilización y Nido Vacío
Se presenta entre los veinte y los treinta y cinco años de unión. “Cuando
las parejas han sido capaces de resolver conflictos y crisis en las etapas
anteriores, este es un período de estabilización y una oportunidad para
lograr un mayor desarrollo y realización personal, y como pareja.” afirma
el autor Francisco Castañera en su artículo "Ciclo de vida del
matrimonio".
En esta etapa por lo general se da lugar al síndrome del “nido vacío”, lo
que sitúa a la pareja en una nueva forma de vida; ahora están el uno
para el otro. Para algunas personas, esta puede ser una situación
penosa, pues conlleva al desprendimiento de los hijos, y consigo el
sentimiento de soledad. No obstante, es algo que los padres terminan
asumiendo y lo superan al cabo del tiempo.
Lo valioso de esta etapa es la solidez y el conocimiento pleno de la
pareja: la capacidad de dialogar, de tolerar mejor las diferencias, de
reírse de los mutuos errores, de hacer las críticas de un modo amable,
de iniciar juntos alguna actividad. Es la ocasión para reafirmar más la
creatividad y encontrar nuevos desafíos a la vida matrimonial.
Vejez y Perdida
Esta etapa es a partir de los treinta y cinco años de matrimonio. Algunas
personas optan por la jubilación, así surge algo muy positivo y es que se
dispone de más tiempo para disfrutar el uno del otro. Se realizan
actividades antes imposibles por las ocupaciones laborales, y surge una
gran motivación: los nietos. Estos pequeños le dan luz y felicidad al
matrimonio en esta etapa.
Los cónyuges en este tiempo, tienen mucha necesidad de apoyo y
cariño uno del otro. Los conflictos en esta fase son bastante menos
frecuentes; la mayoría de las parejas se han estabilizado en líneas de
poder e intimidad.
Por otro lado, también encontramos la perdida de salud, capacidades
físicas o mentales, el distanciamiento de familiares, la soledad o perdida
de seres queridos y amigos.

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V. ¿Cómo crear hábitos de conducta que conduzcan a la
armonía matrimonial?
(Tomado de las enseñanzas del presente curso)

Estas son algunas de las pautas a tener en cuenta:

1. Mantenimiento y cultivo del respeto mutuo


2. Madurez emocional
3. Comprensión de las diferencias entre el sexo y rol
4. Comunicación
5. Acuerdos en relación a la finanza y demás componentes de la vida en
familia
6. Cultivo de interés en común
7. Relación y límites con parientes externos
8. Entendimiento del lenguaje de amor de cada uno y necesidades
9. Unión en la vida espiritual.

VI. ¿Cómo luchar por un matrimonio exitoso?


(Tomado del libro “12 Principios para matrimonios victoriosos” del Pastor Jaime Gómez
y su esposa María Eugenia Caicedo. Año 2016. Iglesia Casa sobre la Roca. Bogotá)

Establecer el modelo de Cristo.


Esposo y esposa deben tener claro que la primera relación en la cual
debe haber una armonía continua es en su relación con Cristo, invitando
al Señor a entrar en su hogar, para poder llevar una vida victoriosa.
¿Cómo hacerlo?: A través de disciplinas espirituales como: la oración, el
ayuno, la lectura de la Palabra de Dios, la sanidad interior, entre otras;
las cuales, nos permitirá renovar nuestras mentes y nos da herramientas
para que seamos imitadores de Cristo.
Tomar buenas decisiones en pareja.
La principal decisión de nuestra vida es permitir a nuestro Señor
Jesucristo, ser el Señor de nuestras vidas, y depender totalmente de Él.
A partir de esta primera decisión, decidimos someter cada una de
nuestras decisiones de nuestra vida a la voluntad de Cristo.

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La toma de decisiones en acuerdo y unidad con el Señor trae al hogar
beneficios como: prosperidad, creación de solidaridad, alimenta el amor,
afirma la victoria, ratifica la presencia de Dios y asegura el camino.

Eliminar el odio en la relación.


El odio produce en los matrimonios heridas en el corazón, amargura y
sentimientos oscuros de venganza, genera división y destrucción. ¿Cómo
puedo eliminar el sentimiento de odio?: Reconocer el pecado del odio,
arrepentirse y pedir perdón al Señor. Debe perdonar y pedir perdón al
cónyuge. Poner en práctica el amor y ganar la batalla de la mente.
No juzgar a mi esposo (a).
El esposo(a) tiende a juzgar a su cónyuge por sus acciones, pero así
mismo por sus intenciones. Hay varias situaciones o actitudes en las
cuales se manifiesta cómo un esposo(a) puede juzgar al otro: rebatir
(cuando constantemente está refutando y corrigiendo todo lo que hace o
dice el otro; minimizar (cuando le quita importancia a los temas,
experiencias y comentarios del otro); mofar (cuando hace chistes o
comentarios jocosos o de mal gusto para hacer sentir mal, ridiculizar o
avergonzar al otro); desviar (cuando direcciona los temas de
conversación a su conveniencia); acusar y culpar (cuando saca a relucir
los defectos del otro o busca hacerlo sentir culpable); criticar (cuando
critica todo el tiempo bajo la excusa de que es para mejorar, pero en
realidad está expresando su falta de aceptación); cero apoyo emocional
(cuando es experto en aplastar cualquier idea o sugerencia de su
esposo(a); amenazar (cuando manipula al otro haciéndole surgir
temores; insultar (cuando habla al otro en términos despectivos);
ordenar (cuando no acostumbra a pedir el favor, y sólo da órdenes).
¿Qué consecuencias trae el juzgar al cónyuge?: Debilita la comunicación
en el matrimonio: quebranta la comunicación con Dios, afecta la
autoestima del esposo(a); produce manipulación y control; no permite
solucionar los conflictos en el matrimonio; puede llegar hasta la
violencia física.
¿Cómo puedo dejar de juzgar?: Reconociendo que estás pecando;
decidiendo perdonar a tu esposo(a) y a quienes te han agredido;
bendiciendo a tu cónyuge; orando por tu esposo(a); poniéndose en los
zapatos del otro; comunicándose para que haya relación; siendo
humilde.
Huir a los arrebatos de ira que destruyen el matrimonio.

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Los arrebatos de ira son pecado. ¿Cómo se manifiestan?: responder con
palabas agresivas y en tono alto al otro; atacando física y
emocionalmente al otro; maltratándose física y mentalmente a sí
mismo; tirando objetos o destruyéndolos; con miradas, gestos o
actitudes; reprimiéndose.
¿Qué consecuencias trae?: Se rompe la comunicación con Dios; trae
dolor; maltrato físico y psicológico; pierdes las bendiciones de Dios para
tu matrimonio; se convierte en una adicción. ¿Cómo puedo dejar de
tener arrebatos de ira?: Reconociéndolos como un pecado,
arrepintiéndose, pidiendo perdón al Señor y restaurando la
comunicación con Él; perdonando y pidiendo perdón al cónyuge;
pasando por alto las ofensas; renunciando a su deseo de venganza;
ocupándote del enojo en el momento oportuno; controlando la lengua.
Perseguir el fruto del Espíritu Santo en el matrimonio.
El fruto del Espíritu Santo es la expectación divina en nuestras vidas; es
lo que Dios espera que mostremos en nuestro actuar diario con nuestros
semejantes. Es en medio de las dificultades y privaciones cuando más
necesitamos el fruto del Espíritu Santo manifiesto en nuestras vidas.
¿Cómo lograr desarrollar ese fruto en nuestras vidas?: En primer lugar,
se debe expulsar el pecado de nosotros, aceptando la mano victoriosa
de Cristo. En segundo lugar, se debe permitir que el Espíritu Santo llene
nuestra existencia, para producir su fruto. Podemos lograrlo al unirnos
con nuestro cónyuge en las disciplinas espirituales día a día.

VII. ¿Cómo construir juntos matrimonios comprometidos?


(Tomado del libro de Josh MacDowell, “Matrimonios comprometidos” Año 2015)

Se trata de hacer los siguientes compromisos para construir matrimonios


según la voluntad de Dios:

Número 1: Decido amarte al poner a Dios en primer lugar en mi vida.


El matrimonio es una relación entre un hombre, una mujer y Dios. Desde
el principio Dios quiso que el matrimonio fuera una relación de tres vías.
Dios creó un varón a su imagen. Dios creó una mujer a su imagen. Y
luego los invitó a unirse con Él, en su círculo perfecto de relación. Su
propósito siempre fue que los humanos pudiéramos disfrutar la relación
íntima con él. Dios es el agente unificador en el matrimonio.
Si aceptas a Dios como parte de tu matrimonio, entonces ¿qué es lo que
Dios quiere de esa relación?: Quiere que lo obedezcas y que sigas los

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mandamientos de las Escrituras, las cuales, nos ofrece una lista de
factores positivos, como los que se indican a continuación:
Ser pacientes (Santiago 1:2-4); buscar el bien de otros (1 Corintios 13,5),
dar (Lucas 6,38), Ser desinteresados (Filipenses 2: 3-8), Ser verdaderos
(Colosenses 3,9), humildes (Filipenses 2:3-8), bondadosos (1 Corintios
13,3) confiados (Prov. 27,4), con visión realistas de sí mismos (1
Corintios 4,6), responsables (Lucas 16:10-12), protector de los demás (1
Corintios 13: 5,6), perdonador (Colosenses 3,139, contento (Judas
15,18), auto controlado y ecuánime (Prov. 16,32), diligente (Santiago
4,17), amable (Gálatas 5,23), compasivo (Colosenses 3,12), sensible,
cortés, educado (1 Corintios 13,5), fiel (Gálatas 5,22).
Número 2: Decido amarte al amarme y aceptarme como la persona que
soy.
Jesucristo dijo que debemos amar a Dios con todo el ser y luego
“amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22, 39). Como ser
humano creado por Dios eres digno de amor debido a varias razones: 1.
Dios te creó con la capacidad de ser amado. 2. Dios te creó valioso. 3.
Dios te creó competente.
Mientras más claramente te veas a ti mismo como capaz de ser amado,
valioso y competente, estarás mejor equipado para amarte
desinteresadamente y aceptarte a ti mismo como la persona que eres.
Número 3: Decido amarte al ser un amante fantástico.
El Señor Jesús identificó el factor motivador cunado dijo: “…todo lo que
quieran que hagan los hombres por ustedes, así también hagan por
ellos” (Matero 7,12). El amor real siempre está enfocado en el otro. Para
ayudar a entender esto, consideremos con atención las palabras
sustenta y cuida en Efesios 5. Sustentar significa llevar hasta la
madurez. Significa atender a la persona de manera integral: en lo
racional, físico, espiritual y social. El amor es proveedor. Cuidar significa
proteger de las inclemencias.
De manera que cuando un esposo ama a su esposa como se ama a sí
mismo, eso significa que él hace todo lo que puede para proveer
(sustentar) la seguridad, la felicidad y el bienestar de su esposa en lo
racional, físico, espiritual y social, del mismo modo que lo haría por sí
mismo.
Número 4: Decido amarte al perfeccionar mi habilidad de escuchar.
La comunicación sana es el mejor vaticinador de una relación sana. Y la
piedra angular de la comunicación sana es la habilidad de escuchar bien.

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Más allá del mero oír, está el escuchar. Un corazón que cuida busca el
contacto por medio del oído atento. Y eso debe incluir algo de
retroalimentación verbal o de lenguaje corporal.
Hay unas sugerencias útiles para mostrar que estás escuchando lo que
está diciendo tu ser amado: reacciona físicamente, solicita más
información, reflexiona sobre lo que te ha dicho, repite o parafrasea las
aseveraciones con sentimiento, quédate en silencio cuando te esté
relatando algo, refrena el concéntrate en tu respuesta, y expresa tu
apoyo y aprecio.
Número 5: Decido amarte al aprender el arte de la comunicación.
Hay diez principios de la comunicación ingeniosa: Trabaja en tu
comunicación, aprende a negociar, procura entender, afirma el valor y la
dignidad de tu cónyuge, sé una persona positiva y alentadora, practica
la confidencialidad, espera el momento adecuado, comparte tus
sentimientos de sensibilidad, evita leer la mente y sé una persona
honesta.
Número 6: Decido amarte al demostrarte un amor tolerante, leal y
permanente.
Las relaciones más inseguras ocurren entre parejas que siempre están
tratando de cumplir las expectativas del otro en su desempeño. En
cambio, imagina la seguridad que otorga saber que tú y tu cónyuge van
a seguir amándose mutuamente sin importar nada.
Cuando reservas tu amor y devoción exclusivamente para tu cónyuge, la
relación se profundiza.
Lealtad significa pureza. Mantener la relación conyugal pura significa
que el esposo y la esposa van a guardar sus relaciones emocionales y
físicas exclusivamente entre ellos. El matrimonio debe ser puro: sin
aventuras extramatrimoniales. Un amor leal también es fiel.
Tu cónyuge necesita tener la seguridad de que tu amor continuará toda
la vida. Dios es el modelo de esta clase de amor.
Número 7: Decido amarte al resolver rápidamente los conflictos.
La resolución de los conflictos relacionales debe ser con: un borrón y
cuenta nueva, reconociendo nuestra imperfección, haciéndose
responsable de tus relaciones emocionales negativas, poniéndome en el
lugar del otro y resolviendo así no esté de acuerdo.
Número 8: Decido amarte al perdonarte siempre.

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Perdonar significa borrar, renunciar a lo que se debe, abandonar el
resentimiento, poner la cuenta en cero, liberar de una deuda, cancelar
un castigo, aceptar el precio de la reconciliación, renunciar a todo
derecho sobre la persona que te ha lastimado y desprenderse de las
consecuencias emocionales de esa herida. También significa renunciar o
soltar. Significa dar misericordia, no exigir justicia.
Nuestro modelo y estándar para perdonar a otros es la misericordia y la
gracia de Dios hacia nosotros expresadas en la muerte sacrificial y
amorosa de Jesucristo.
Sin embargo, surgen razones para no perdonar como: la inseguridad, el
guardar rencor, la auto conmiseración, trasladar la culpa, enojo, y
juzgamiento al ofensor.
Número 9: Decido amarte al darle al dinero su importancia debida.
La unión relacional no está completa a menos que los dos estén de
acuerdo sobre las posesiones materiales y las cuestiones de dinero.
La Biblia indica que Dios es el dueño de todo, y para ser seguidores de
Cristo debemos renunciar a nuestro derecho de posesión egoísta y ser
solo administradores fieles.
Se deben establecer prioridades financieras, saber administrar el
presupuesto, planear juntos y mantenerse centrados, planificar y
esquivar las deudas, y hacer un registro de cuentas
Número 10: Decido amarte al mantener mi vida amorosa, fresca y
renovada.
Una relación amorosa no es estática. Para que una relación se mantenga
viva, crezca y madure, debe cultivarse continuamente. Hay algunas
cosas que ayudan a mantener fresca y renovada la relación como p ej.:
dejar ir lo que queda sin resolverse, ser agradecido, disfrutar el humor y
tratar de ser espontáneo.

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