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Medicina Tradicional China para La Mujer

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Prólogo

Cuando entré por primera vez en la clínica de la doctora Xiaolan


Zhao, hace ya muchos años, tuve la hermosa sensación de que me
hallaba en un entorno medicinal donde reinaban los cuidados y la
compasión. Xiaolan me dio un masaje y me hizo acupuntura; fue un
tratamiento muy terapéutico. Desde entonces, muchos de mis ami-
gos, familiares y pacientes han pasado por su consulta; de hecho, es
el único médico al que vamos mi esposo y yo.
El nuevo libro de Xiaolan, Medicina tradicional china para la mu-
jer, es un acto de amor que transmite al mundo el entorno sanador
de su práctica médica. Este valioso y esclarecedor libro debería estar
en la mesilla de noche de todas las mujeres. Es una fascinante revi-
sión de las etapas de la vida de una mujer e incluye un montón de
sugerencias prácticas para vivirlas en armonía con los ciclos de la na-
turaleza, para conservar la salud y evitar la enfermedad.
En la medicina occidental, las etapas naturales y saludables de la
mujer se ven como un problema médico. Se recetan demasiadas píl-
doras anticonceptivas, tratamientos hormonales sustitutorios, tran-
quilizantes, antidepresivos y muchas otras medicaciones, que van en
detrimento de su salud. En la medicina china, por el contrario, las
etapas de la vida de las mujeres se honran y se celebran. La menstrua-
ción recibe el nombre de Agua Celestial; el embarazo, Madurar el
Fruto; el posparto se conoce como el Mes Dorado y la menopausia

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es la Segunda Primavera. El Mes Dorado, el período de descanso re-


comendado tras el parto, es uno de mis conceptos favoritos de la
medicina china. Durante dicho mes, la madre y el bebé están envuel-
tos en un círculo de amor y de cuidados que les proporciona la fami-
lia, están siempre atendidos, día y noche, para poder recuperar la
energía perdida durante el parto. Creo que las mujeres occidentales
padecerían muchas menos depresiones posparto y menos dificulta-
des si siguieran algunos de estos principios.
Las antiguas tradiciones de la medicina china son más necesarias
en nuestra sociedad actual, en la que las mujeres tienen cada vez más
presión para llegar a ser unas superwomen y su grado de cansancio,
estrés y falta de sueño alcanza un nivel alarmante. El cáncer de
mama, las enfermedades cardiovasculares y las autoinmunes (en las
que el cuerpo arremete contra sus propios tejidos) son cada vez más
comunes.
En el arte chino del feng shui, hacemos que nuestro entorno sea
más agradable para que fluya el Chi o energía vital. El cuerpo, nues-
tro más valioso tesoro, es nuestro habitáculo, y debe tener un buen
equilibrio para que podamos gozar de buena salud y de una Segunda
Primavera sana y radiante. Este libro te ayudará a cuidarte y a disfru-
tar del cuerpo en el que vives.

Carolyn DeMarco, doctora en Medicina


Autora de Take Charge of Your Body:
Women’s Health Advisor

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Introducción

En 1986, cuando trabajaba de cirujana en las urgencias del hospital


más grande de la ciudad de Kunming, en China, ingresó una mujer
de treinta y cuatro años llamada Jiayu. Presentaba un cuadro de vó-
mitos de sangre roja brillante, y por su color supuse que se trataba de
una hemorragia del tracto digestivo superior. Decidí, junto con mi
equipo médico, operarla de inmediato, pero no pudimos hallar la
causa del sangrado. A las tres horas, Jiayu volvía a vomitar sangre.
Desconcertada y perpleja, consultamos con el director del hos-
pital, que era también el médico jefe. Nos aconsejó que volviéramos
a intervenirla e hiciésemos una exploración más profunda, y revisá-
semos el intestino delgado, el páncreas y la vesícula biliar. Después
de una o dos horas en el quirófano, con toda la tecnología médica
en nuestras manos, seguíamos sin poder localizar la fuente de la he-
morragia. Todos estábamos perplejos. Habíamos realizado numero-
sas cirugías abdominales para tratar casos agudos, pero en aquella
ocasión estábamos perdidos. En cuestión de horas regresaron sus
vómitos.
Acordamos convocar una reunión urgente con los mejores ciru-
janos del hospital. Los cinco estaban durmiendo tranquilamente en
sus casas, puesto que era de noche cuando los llamó la enfermera.
Pero enseguida llegaron al centro y se pusieron sus batas de quiró-
fano. La intervinimos todos juntos por tercera vez, revisando cuida-

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dosamente todos los lugares que ya habíamos inspeccionado. Pero


no había ninguna herida, ni sangrado interno. Todo se veía limpio.
Habían transcurrido unas veinticuatro horas desde el ingreso en ur-
gencias de Jiayu y seguíamos en el mismo punto de partida con res-
pecto a su enfermedad. Nos sentíamos impotentes.
La familia de la paciente no se había movido del hospital, y aún
hoy puedo recordar a su esposo, quien, como es comprensible, estaba
consternado, y era incapaz de ponerse en pie o de articular palabra.
Lo único que hacía era balbucear cuánto amaba a su esposa. Tanto él
como su hermosa hija de ocho meses estaban perdiendo las esperan-
zas. El director me miró y me dijo: «Xiaolan, haz todo lo que puedas.
La estamos perdiendo». Él sabía que yo también era licenciada en
Medicina Tradicional China (MTC) y me estaba pidiendo que uti-
lizara todos mis conocimientos para salvar a Jiayu.
Estudié varias fórmulas de fitoterapia china que se suponía que
trataban las hemorragias. Recordé una de ellas en particular: la Fórmu-
la de la Tierra Amarilla. Fui a mi despacho y miré la fórmula en
uno de mis libros de consulta. Di a la familia una lista con los ingre-
dientes y las instrucciones correspondientes. Tenían que elaborar el
remedio en casa y llevarlo al hospital, puesto que carecíamos de ins-
talaciones para preparar las hierbas. Al cabo de cuatro horas, regresa-
ron con el remedio.
Por aquel entonces, Jiayu había perdido tanta sangre que estaba
inconsciente y muy débil. Permanecía con vida por los fluidos intra-
venosos que le estábamos inyectando y las transfusiones de sangre
que le habíamos hecho. Le administramos las hierbas a través de un
tubo que le habíamos puesto por la nariz, y esperamos. Habían trans-
currido dos horas y no vomitaba. Y después, tres horas más, seis,
doce y veinticuatro. Algún componente de la fórmula había dete-
nido la hemorragia.
Para mí, esta experiencia fue una increíble demostración de la
eficacia de la MTC. Había comprobado con anterioridad los efectos
de la fitoterapia para aliviar los síntomas de un resfriado, los de la acu-
puntura para tratar problemas de los senos nasales o los del tui na (ma-

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Introducción 15

saje chino) para aliviar el dolor de espalda. Pero nunca había visto
que la medicina china salvara la vida de una persona en una emer-
gencia en la que la medicina occidental había fracasado. Yo era una
médica tradicional, con una formación racional basada en las prue-
bas científicas. Pensaba que uno y uno eran dos, y que los problemas
tenían soluciones lógicas. Pero la medicina occidental no podía ex-
plicar la eficacia de la fórmula de la Tierra Amarilla. Por otro lado, la
causa de las hemorragias de Jiayu continúa siendo un misterio: nun-
ca llegamos a desvelarla.
Cuando tratamos de entender la MTC con los conceptos de la
medicina occidental entran en juego nuestras tendencias personales.
La MTC empezó a desarrollarse hace unos cinco mil años, cuatro
mil quinientos años antes que las tradiciones científicas occidentales,
en una cultura cuya visión del mundo era única y prohibía la disec-
ción de cuerpos humanos. Los terapeutas de la antigüedad tuvieron
que confiar en el poder de la observación y en el método de ensayo
y error para desarrollar una terminología y un sistema de medicina.
A raíz de ello, desarrollaron una comprensión del cuerpo humano y
de la enfermedad diferente de la que se tiene en Occidente. Tras si-
glos de valoraciones y evaluaciones, la MTC ha superado la prueba
del tiempo. Sigue formando parte integral del sistema de salud chino,
y en muchos hospitales se practica conjuntamente con la medicina
occidental. De hecho, los médicos de medicina occidental y los de
MTC reciben las mismas ayudas económicas estatales para su forma-
ción y son respetados por igual. Los pacientes recurren a una o a otra
medicina, según la naturaleza de su enfermedad. Para problemas
agudos, como los infartos de miocardio, se dirigen a las urgencias de
un hospital de medicina occidental. Para casos crónicos, como artritis
o migrañas, recurren a un médico de MTC. Cada disciplina tiene sus
puntos fuertes; por lo tanto, la combinación de ambas puede funcio-
nar muy bien. Los médicos de la medicina occidental suelen recurrir
a un médico de MTC para consultar algún caso en particular, y a la
inversa.
En Occidente, la MTC todavía se considera una medicina alter-

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nativa. No obstante, en las últimas décadas se han realizado cientos


de estudios con el fin de poder aportar una base científica más sólida
a la MTC. Por ejemplo, una serie de estudios sobre la acupuntura
han revelado su eficacia en el tratamiento de varias patologías, entre
las que se encuentran migrañas, lumbalgias, síndrome del túnel car-
piano, accidentes cerebrovasculares, adicciones y esterilidad, y como
paliativo para los efectos secundarios del tratamiento contra el cán-
cer. En 2004, los resultados de un estudio histórico patrocinado por
los institutos nacionales de salud de Estados Unidos, los National
Institutes of Health (NIH), demostraron que los pacientes con os-
teoartritis en las rodillas experimentaban una disminución del dolor
del 40 %, y un 40 % de mejora funcional cuando eran tratados con
acupuntura. La ciencia occidental ha demostrado que la acupuntura
funciona, pero no puede explicar cómo lo hace. No acepta la explica-
ción de la MTC, aparentemente irracional, de que clavando agujas
en ciertos puntos de nuestros meridianos se puede desbloquear el
Chi o energía vital. A veces hay fenómenos inexplicables, pero no por
ello con efectos menos poderosos.
En 1992 llegué a Canadá y abrí una clínica de MTC en Toronto,
donde hoy en día trato a más de siete mil pacientes que experimen-
tan los beneficios de la MTC. En general, no saben cómo explicar el
alivio o bienestar que sienten. Puede que no puedan aplicar la lógica
a lo que les está sucediendo, pero empiezan a creer que las prácticas
de la medicina china pueden ayudarlos.
Muchas de mis pacientes vienen con problemas de salud simila-
res. Me siento muy identificada con ellas. Veo mujeres que están
luchando contra fatiga, depresión, trastornos menstruales, esterili-
dad, dolor crónico y cáncer, especialmente de mama. Les hago trata-
mientos en los que combino acupuntura, tui na y plantas medicina-
les chinas, y, a medida que empiezan a experimentar su eficacia, la
mayoría de ellas quiere saber más sobre esta medicina. Pensé que un
libro como Medicina tradicional china para la mujer, que se centra en
la salud de la mujer y que pone esta medicina al alcance de cualquier
lector, sería una buena idea.

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Introducción 17

Para muchos occidentales, la medicina china puede parecer com-


plicada y esotérica. Les intimidan las explicaciones sobre el Yin y el
Yang o sobre la energía vital a la que llamamos Chi. En realidad, la
medicina china es muy directa y fácil de entender y de aplicar. Se
basa en la naturaleza, en el antiguo conocimiento de las plantas
medicinales y en los propios recursos autocurativos del cuerpo. A
veces, trataré un problema de sinusitis con eucalipto u otras plantas
populares, y me dirán: «¡Vaya, esto huele a los remedios de mi abue-
la!». Gran parte de la medicina china se basa en la intuición y el sen-
tido común.
Sé que la medicina china puede tratar las enfermedades, pero una
de las facetas en las que quería centrarme en este libro era la de la
prevención. Antiguamente, los médicos chinos sólo cobraban mien-
tras los pacientes estaban sanos. Al fin y al cabo, si enfermaban, no
podrían trabajar para ganar el dinero que necesitaban para pagar al
doctor. Por lo tanto, todos estaban interesados en que nadie enfer-
mara.
Este enfoque preventivo hace hincapié en la armonía y el equili-
brio en nuestra vida cotidiana; por lo tanto, debemos prestar atención
a lo que comemos, a cómo hacemos deporte, a cómo afrontamos
nuestras emociones, nuestra vida sexual, a cuánto trabajamos y dormi-
mos. El equilibrio que mantenemos entre estos diferentes aspectos es
lo que genera más energía y nos protege de las enfermedades. La MTC
nos pide que nos responsabilicemos de nuestra salud y nos apoya en
este proceso. Por esto me parece tan valioso este enfoque de la salud:
la MTC no es sólo una forma de tratar la enfermedad, sino una ma-
nera de vivir con mayor equilibrio, autoconciencia y vitalidad.
A muchas mujeres les cuesta confiar en su cuerpo y conectar con
los aspectos positivos de los ciclos femeninos. Independientemente
del país donde vivamos, nuestras experiencias en sociedades que to-
davía están centradas en lo masculino son similares: hay una falta de
apoyo cultural hacia las mujeres en las etapas de nuestra vida en las
que realizamos transiciones importantes. La consecuencia es que nos
cuesta confiar en nuestro cuerpo y conectar con los aspectos positi-

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vos de nuestros ciclos. En Occidente se suele contemplar la mens-


truación como un engorro o un fastidio («la maldición»), en lugar de
verla como una oportunidad para desarrollar una nueva relación con
nuestro cuerpo. Puede que el nacimiento de un hijo se contemple
como una interrupción en nuestra vida, en lugar de considerarlo una
experiencia que genera un nuevo sentimiento de conexión. Identifi-
camos de manera funesta la menopausia con el fin de la juventud, en
lugar de hacerlo con el comienzo de una etapa de crecimiento espiri-
tual y de nuevas libertades. En Occidente, la sexualidad femenina se
suele asociar a la juventud y a la imagen corporal. Se supone que to-
das debemos gastar una talla mediana hasta la vejez, y que, una vez
hemos llegado a ella, se nos ha acabado el sexo. Por otra parte, la me-
dicina china contempla la sexualidad como una práctica de por vida,
como un aspecto vital de nuestra salud y longevidad. La energía
sexual es una corriente de energía que fluye a través de nosotras y que
nos mantiene fuertes.
En mi clínica, muchas veces mis pacientes me abren sus corazo-
nes y me cuentan lo que les preocupa desde el punto de vista emo-
cional. Los sentimientos comienzan a aflorar a medida que la acu-
puntura va desbloqueando el flujo del Chi por todos sus cuerpos. En
la MTC, la mente y el cuerpo son inseparables, y los síntomas físicos
crónicos suelen estar relacionados con emociones no resueltas. Me
sorprenden los miedos y ansiedades que tienen las mujeres con rela-
ción a su cuerpo, su vida sexual, sus enfermedades y la perspectiva de
envejecer. Estos temores merman su salud y las deprimen. Según la
medicina china, los sentimientos negativos contribuyen al desarrollo
de las enfermedades.
¿Cómo vamos a cuidar de nuestra salud si no cultivamos un nivel
básico de amor y respeto por nuestro cuerpo y por las diferentes eta-
pas de nuestra vida? Al escribir este libro espero animar a las mujeres
a desarrollar una relación más amable y compasiva con ellas mismas.
Debemos ser conscientes de que existen nuevas formas de relacionar-
nos con nuestro cuerpo, corazón y mente, y de que esta forma de
recobrar el poder sobre nosotras mismas es una parte muy importan-

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te en mi práctica, en la que pido que las pacientes se planteen pre-


guntas como las siguientes: ¿Cómo podemos reconectar con nuestra
verdadera naturaleza? ¿Cómo podemos convencernos de que nues-
tros ritmos corporales son buenos y naturales?
Me encanta compartir los regalos de la MTC y quiero enseñar
a las mujeres a utilizarlos para prevenir las enfermedades, proteger su
vitalidad y que sean más conscientes de su propio poder de autocu-
ración y conservar la salud. La MTC colabora con la salud y nos pide
que conectemos con la naturaleza. Da por hecho que todos tenemos
la capacidad de autocurarnos, que no está sólo en las manos de los
expertos en Medicina. La medicina occidental convierte a veces en
patológicas las transiciones naturales de la vida de la mujer. Habla-
mos más del riesgo de la depresión posparto que de profundizar en la
emoción que acompaña la maternidad. Durante la menopausia, nos
preocupamos más de la necesidad de hacer una terapia hormonal
sustitutoria o de otras medicaciones que de la oportunidad de reali-
zar una búsqueda espiritual y de la evolución que se produce con la
edad. La MTC trata las fases de la vida de la mujer como transiciones
saludables y nos apoya en nuestro paso por las mismas.
En la MTC, la enfermedad es una expresión de toda la persona
—cuerpo, mente y espíritu— con relación a su entorno. La medici-
na china no trata sólo los síntomas aislados en ciertas partes del cuer-
po. Fomenta que tomemos conciencia de nosotras mismas como
entidades completas, lo que a su vez promueve la fortaleza y la cura-
ción. Por ello, he intentado organizar este libro utilizando los mis-
mos principios holísticos, en lugar de dividirlo en secciones que traten
las distintas partes del cuerpo y sus patologías. Empiezo el libro con
una breve introducción a los principios básicos de la MTC: los con-
ceptos del Yin y del Yang, el Chi, la teoría de los Órganos Zang-Fu y
la teoría de las Cinco Fases. Para distinguir entre los órganos y fluidos
de la medicina occidental y la versión de la MTC, he puesto en ma-
yúsculas los nombres de los órganos, fluidos y otros conceptos cuan-
do me estoy refiriendo a ellos según la medicina china. Os ruego que
tengáis un poco de paciencia conmigo. Estos conceptos pueden pa-

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receros nuevos e incluso difíciles de entender, pero es necesario tener


unos conocimientos mínimos sobre los mismos para comprender la
medicina china. No os preocupéis si no los entendéis a la primera;
los conceptos se irán aclarando a medida que vayáis leyendo los si-
guientes capítulos, y siempre podéis volver a la primera parte como
referencia. En el resto del libro, he intentado mantener mis explica-
ciones teóricas en el contexto de las anécdotas de mi propia vida y de
las experiencias de mis pacientes.
El libro sigue la narrativa normal de la vida de una mujer desde
su pubertad, embarazo y maternidad hasta la menopausia en adelan-
te. Para esto, he utilizado los términos tradicionales chinos, que son
poéticos y se basan en la naturaleza. Así pues, la segunda parte, que
trata sobre la menstruación, se denomina «Agua Celestial», y la quin-
ta parte, que aborda el embarazo, se titula «Madurar el Fruto». La
etapa después del parto se llama «Mes Dorado» (sexta parte). La me-
nopausia (séptima parte) es la «Segunda Primavera». También he
incluido una sección, «El Loto Florece» (tercera parte), dedicada a la
salud del pecho, que tan problemática es en Occidente —una de
cada nueve mujeres padece cáncer de mama— y eso está íntimamen-
te relacionado con cada una de las etapas de los ciclos de la mujer. La
cuarta parte, «Nubes y Lluvia», versa sobre la sexualidad, y explora
cómo podemos profundizar y dirigir nuestras energías sexuales a tra-
vés de la vida. Espero que este marco ayude a las lectoras a adquirir
una visión integrada y única de la MTC.
El título de esta obra en inglés no se correspondía con la traduc-
ción Medicina tradicional china para la mujer, sino con Reflejos de la
luna sobre el agua. Este título evoca los aspectos arquetípicos de lo
femenino que todas encarnamos. En la MTC, la Luna y el agua están
conectadas de manera simbólica con el Yin, lo femenino, y muchas
culturas comparan la evolución de la mujer desde su juventud hasta
que se convierte en madre y luego en matriarca con la transforma-
ción de la Luna y sus fases. El título inglés también estaba pensado
para sugerir las posibilidades que surgen cuando nos entregamos a
los demás y compartimos con ellos. Del mismo modo que he com-

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Introducción 21

partido mi conocimiento y experiencia de la medicina china con mis


pacientes, las maravillosas mujeres a quienes he conocido en Canadá
me han mostrado quiénes eran y con ello han iluminado partes de mí
que anteriormente estaban ocultas, como la cara oscura de la Luna.
La luminosa luz de nuestra totalidad se refleja en cada una de noso-
tras, para que todas la veamos. Espero que, al compartir mis conoci-
mientos y experiencia con la medicina tradicional china, así como
mis anécdotas personales y de las vidas de mis sabias y valientes pa-
cientes, consigas el conocimiento y las prácticas que te ayudarán en
tus transiciones. Deseo de todo corazón que este libro te ayude a re-
conectar con tu verdadera esencia interior en tu viaje terapéutico
hacia la plenitud.

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PRIMERA PARTE

Las orquídeas florecen en el universo

Estudiando el símbolo del Yin y del Yang.


Pergamino colgante (detalle).

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1
Como es arriba, es abajo

Cuando a un médico que practica la medicina occidental se le pre-


gunta sobre el cuerpo humano, lo más probable es que lo describa
como «un organismo formado por varios componentes. Es como
una máquina, en la que los distintos órganos y sistemas se pueden
separar, examinar y entender». No obstante, como practicante de
medicina tradicional china, yo diría lo siguiente: «La persona es una
entidad completa, que posee un cuerpo físico, una totalidad unifica-
da. Todos los aspectos de un individuo —físico, emocional, mental
y espiritual— están interconectados y son interdependientes, y nin-
guna parte puede ser comprendida si no es con relación al resto. To-
dos somos un organismo unificado de cuerpo, mente y espíritu».
Cuando viene una paciente a mi consulta, observo su expresión, el
brillo de sus ojos, su piel, su conducta, su constitución física, su pos-
tura y su olor. Le tomo el pulso y le examino la lengua. Le hago pre-
guntas para entablar un diálogo y escucho atentamente lo que me
dice. Utilizo todos mis sentidos para encontrar signos externos y sín-
tomas que reflejen la dinámica de lo que está sucediendo en su cuer-
po. Este método de diagnóstico, establecido por los médicos de la
antigüedad, ha sido transmitido de generación en generación. Su
forma de entender y de describir el funcionamiento del cuerpo hu-
mano se fundaba en el análisis y estaba determinado por la filosofía
taoísta, que sostiene que los seres humanos son un aspecto más de la

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naturaleza y, que como tales, se rigen por las mismas leyes naturales
del universo. Según ellos, cada individuo es un universo en miniatura
o microcosmos, y siempre lo comparaban con el gran universo. El
antiguo tratado de medicina china Huang Di Nei Jing (Canon de me-
dicina interna del emperador amarillo), dice lo siguiente: «El Cielo
tiene el sol y la luna, los humanos tienen dos ojos. [...] El Cielo tiene
el trueno y el relámpago, los humanos tienen el sonido y el habla. El
Cielo tiene el viento y la lluvia, los humanos tienen la dicha y la ira.
[...] El Cielo tiene el invierno y el verano, los humanos tienen calor
y frío. [...] El Cielo tiene la mañana y la tarde, los humanos tienen el
sueño y la vigilia».
Para los taoístas, el universo era organizado y armonioso. Creían
que, si vivíamos de acuerdo con sus leyes, también tendríamos ar-
monía. Una forma de hacerlo sería actuar de acuerdo con las esta-
ciones, yendo a dormir al anochecer y levantándonos al amanecer,
vistiéndonos de forma adecuada para cada temperatura y comiendo
los alimentos propios de cada estación. Los cambios en nuestra
conducta deben reflejar los cambios que se producen a nivel univer-
sal, porque lo que es bueno para el macrocosmos (la naturaleza en
su totalidad) es bueno para el individuo (el microcosmos), y vice-
versa.
Este concepto, visto desde otra perspectiva, contempla lo que
favorece el entorno y los organismos vivos. Por ejemplo, la lluvia
alimenta los árboles y las plantas y llena los lagos, ríos y arroyos, que
nos proporcionan el agua para beber. En el plano microcósmico,
todas las partes de nuestro cuerpo necesitan agua. Por consiguiente,
no es posible aislar una parte del cuerpo o un síntoma sin considerar
debidamente el resto. Tampoco podemos tratar una patología sin
tener en cuenta su posible impacto sobre el resto del organismo o la
causa probable de un síntoma específico. Si viniera alguien a mi
consulta con una erupción enrojecida y con prurito, no examinaría
su piel, sino que le preguntaría por síntomas gastrointestinales o
respiratorios, puesto que, en la MTC, estas tres cosas están conecta-
das. También averiguaría si ha padecido alguna pérdida importante

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en su vida, ya que la tristeza es un factor relevante en los trastornos


del Pulmón, que a su vez puede desencadenar una inflamación en la
piel.
Todos los trastornos y enfermedades son el resultado de un des-
equilibrio en el cuerpo. Los chinos de la antigüedad percibían todo
lo que existe en el universo, incluidos nosotros, como la interco-
nexión entre dos fuerzas opuestas, que están cambiando de manera
constante. Así pues, el frío del invierno se transforma en el calor del
verano, la oscuridad de la noche da paso a la luz del día, y el descan-
so es sustituido por la actividad. Estas dos fuerzas opuestas se cono-
cen como el Yin y el Yang.

El Yin y el Yang

Todo lo que hay en la naturaleza, así como las diversas actividades de


la vida cotidiana, tiene dos aspectos opuestos: uno es Yin y otro
es Yang. Yin significa «el lado oscuro de la montaña», mientras que
Yang se traduce como «el lado soleado de la montaña». El Yin se
asocia con la sombra, el frío, la contracción, la luna, el agua, la inac-
tividad, lo femenino y la materia. El Yang es el calor, la expansión, el
sol, el fuego, la actividad, lo masculino y la energía. Estos aspectos
aparentemente opuestos son las dos caras de la misma moneda. El
calor y el frío son dos características de la temperatura, así como
el día y la noche son aspectos relativos al tiempo. Existen sólo en re-
lación el uno con el otro, pues ¿cómo podrían existir la noche sin el
día o la parte posterior sin la parte frontal?
La tensión dinámica y la transformación constante que tienen lugar
entre el Yin y el Yang es lo que crea la energía que nutre la naturaleza
y la vida humana. El Ying y el Yang son como la tensión que existe en-
tre los polos positivo y negativo de la corriente eléctrica o la sencilla
verdad de que «los opuestos se atraen». El Yin es femenino, y el Yang,
masculino. Y, por supuesto, la unión de estos dos tipos de energía es lo
que crea la nueva vida. El Yin y el Yang hacen girar el mundo.

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El símbolo del Yin y del Yang es un círculo, medio negro (Yin),


medio blanco (Yang), dividido por una línea curva que representa el
incesante movimiento y la dinámica subyacente a toda forma de vida,
así como el armonioso equilibrio que existe entre las fuerzas opuestas
(véase la figura 1). Hay un punto negro en la zona blanca y uno blanco
en la negra, lo que ilustra que ningún fenómeno es exclusivamente Yin
o Yang. Por ejemplo, yo soy baja si me comparo con una persona
de 1,82 metros, pero soy alta si me comparo con una niña de 1,20 me-
tros. Los puntos también muestran que, en cualquier fenómeno, existe
el potencial para transformarse en su estado opuesto. Por ejemplo, en
cuanto nacemos, tenemos la posibilidad de morir. Este concepto del
Yin y del Yang refleja la visión oriental de que los opuestos no tienen
por qué competir, conquistarse o entrar en conflicto, ya que todo
aspecto contiene, complementa y equilibra su contrario.

Figura 1: Yin y Yang.

Al igual que todo lo que existe en el universo, los seres humanos


somos una combinación del Yin y del Yang. La cabeza está arriba
y es Yang, mientras que los pies están abajo y son Yin. La espalda es
Yang y la cara anterior de nuestro cuerpo es Yin. La MTC describe
todas las partes de nuestro cuerpo, incluidos los órganos y los flui-
dos, como Yin o Yang, y contempla la salud como la capacidad para
mantener el equilibrio interior entre ambos opuestos viviendo en
armonía con los principios naturales del universo. Si el Yin o el

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Como es arriba, es abajo 29

Yang no están equilibrados, puede aparecer la enfermedad. Si tene-


mos un exceso de Yin, hay una carencia de Yang, y podemos tener
las manos y los pies fríos, pulso lento y cansancio. Seguramente pre-
feriremos el yoga al aeróbic, o puede que nos cueste tomar decisio-
nes, pero sabemos escuchar. Lo más probable es que hablemos muy
suave o en voz baja. Si tenemos un exceso de Yang, se debe a que
tenemos una carencia de Yin, y algunos de nuestros síntomas pue-
den ser estreñimiento, labios secos y sudoración excesiva. Segura-
mente no nos costará entrar en calor, nos gustará mantenernos acti-
vas e iniciar la actividad de forma espontánea. No dudaremos en ir
detrás de lo que queremos.
La mayoría de mis pacientes de China tenían carencia de Yang.
En Canadá tengo muchas pacientes con insuficiencia de Yin. Creo que
esto es un reflejo de que, en la sociedad canadiense (y, en general, en
Occidente), impera el Yang. La actividad, el movimiento, la veloci-
dad, el crecimiento, la expansión, la juventud y el patriarcado resu-
men esta cultura. La sociedad occidental no es sólo Yang, pero sus
excesos se dejan ver en los desequilibrios que observo en mis pacien-
tes canadienses. Para compensar la cualidad Yang de la cultura occi-
dental, sugiero la actividad Yin, como los momentos de silencio in-
terior. Pasear entre los árboles, reflexionar sobre el atardecer, sentarse
en silencio o meditar sobre una roca son características Yin. Estas
actividades poseen cualidades de quiescencia que contrarrestan la ac-
tividad excesiva occidental.
Puede que te estés preguntando qué provoca estos excesos o ca-
rencias. Es el movimiento dinámico del Chi, concepto fundamental
de la medicina china.

Comprender el Chi

En Occidente no hay una palabra exacta para describir el Chi, aun-


que suele traducirse como «energía vital». No obstante, esta defini-
ción no abarca todo su significado. El Chi es la energía de vida natu-

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ral del universo que activa el cambio y el movimiento. Es la fuerza


creativa que lo impregna todo: desde las estrellas resplandecientes
y un riachuelo rumoroso hasta un organismo en proceso de descom-
posición, todo está bajo el poder de causa y efecto del Chi. Es como
el viento, dada su capacidad para influir en el cambio y conducir a la
actividad.
El Chi es la energía que crea vida, nuestra vitalidad, la fuerza
vital subyacente a nuestro cuerpo, mente, corazón y espíritu. Es in-
material e invisible; sin embargo, tiene la capacidad de producir
efectos materiales y visibles, como sucede en el momento de la con-
cepción, en que se crea un bebé. El Chi también posee un carácter
transformador. Da lugar a la materialidad de nuestro cuerpo. Por
ejemplo, el agua se transforma en hielo, y luego el hielo se funde
y se diluye para volver a convertirse en agua. Asimismo, al morir
puede que sintamos que volvemos a convertirnos en espíritu. Los dos
caracteres chinos que forman el ideograma del Chi (véase la figura 2)
significan «vapor» o «vaho» y «arroz crudo» o «grano». El vapor que
sale de la cocción del arroz representa el Chi en su estado amorfo,
mientras que el arroz simboliza el aspecto sustancial y material de la
materia. El sentido inherente de esta palabra es la Esencia trans-
formadora y cambiante del Chi de lo material a lo inmaterial y así
sucesivamente.
El movimiento del Chi en nuestro cuerpo afecta a todas nues-
tras actividades. De pequeña, cuando estaba en China, me enseña-
ron lo siguiente: «Cuando el Chi se
reúne, se forma el cuerpo físico; cuando
se dispersa, el cuerpo muere». El Chi es
la energía que estimula la actividad,
nuestra capacidad para digerir los ali-
mentos, mover las piernas o pensar. Esta
energía también se puede manifestar
como rencor o como ese nudo que se
nos pone en la garganta cuando estamos
Figura 2: Chi.
tristes. El Chi es una forma radicalmen-

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Como es arriba, es abajo 31

te diferente de contemplarnos. Pero en Occidente también hay


expresiones como «está llena de vida» para describir a la persona
enérgica y que se siente viva. En algún plano profundo, sentimos
que existe una conexión entre el movimiento de una fuerza vital y
la vida.
La ciencia occidental no ha demostrado la existencia del Chi,
pues no se puede ver con un microscopio, ni diseccionar o escanear
con un tac. Sin embargo, esto no significa que no podamos sentirlo.
He aquí un sencillo ejercicio para que hagas la prueba. Lleva las ma-
nos a la altura del vientre, con las palmas de las mismas mirándose
entre ellas. Ve juntando lentamente las manos sin que lleguen a to-
carse. Ahora aléjalas. Repite este movimiento poco a poco (véase la
figura 3). Notarás una leve tensión, calidez, cosquilleo, latido o pre-
sión en las palmas. El aire puede parecerte más denso en el espacio
que hay entre tus manos. Eso es el Chi. No intentes comprenderlo
con tu mente racional. Procura sentirlo.


Figura 3: Ejercicio para notar el Chi.

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Cuando acerques las palmas, estira lenta y suavemente los dedos


y curva las palmas (véase la figura 3). Cuando las separes, relaja las
manos. Ahora mueve suavemente los dedos de la mano derecha
sobre la palma izquierda. Acaríciala sin tocarla con las yemas de
tus dedos. Puede que notes un cosquilleo. Es el Chi que despren-
den tus dedos.
Aunque la ciencia occidental no reconozca el Chi, los terapeutas
chinos llevan más de tres mil años trabajando para armonizar este
flujo. El Chi recorre nuestro cuerpo a través de una red de senderos
o meridianos. Uno de los aspectos de la medicina china que más
cuesta entender a los occidentales es el de los meridianos, que son
canales invisibles que recorren todo nuestro cuerpo y conectan los
órganos vitales con sus diferentes partes. En la anatomía occidental,
los meridianos no existen. No obstante, estos conductos afloran a la
superficie en ciertos puntos específicos, y en la acupuntura se pin-
chan con agujas muy finas para estimular el flujo del Chi en el cuer-
po. Cuando el Chi fluye sin problemas, hay salud. Cuando se obstru-
ye en alguna parte, se producen las enfermedades. Las agujas de la
acupuntura sirven para aumentar el flujo de energía en ciertos meri-
dianos, o para reducirlos, restaurando el equilibrio energético en
nuestro organismo y favoreciendo el bienestar. Así explica la MTC el
funcionamiento de la acupuntura. Los médicos occidentales han
constatado los efectos de la acupuntura como anestésico en las ope-
raciones quirúrgicas y creen que su efecto se debe a que se estimulan
algunos nervios para que distribuyan narcóticos naturales. Puede que
no dispongamos de una explicación racional de cómo y por qué fun-
ciona, pero su eficacia no se puede poner en duda.
El Chi es esencial para que nuestro cuerpo produzca Sangre.
También es el Chi lo que hace circular la Sangre por los vasos sanguí-
neos y los meridianos. Entre la sangre y el Chi existe una relación de
interdependencia. En la misma medida en que se necesita el Chi para
la producción y la circulación de la Sangre, esta última alimenta
nuestros Órganos, que son los que generan y mantienen el Chi. Por
lo tanto, la Sangre y el Chi son inseparables. Sin la circulación de la

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Como es arriba, es abajo 33

Sangre, no habría ningún vehículo para transportar el energético


y amorfo Chi. A la inversa, el Chi es la fuerza motriz que mueve la
Sangre. Es evidente que el concepto de Sangre de la MTC es diferen-
te que en Occidente. La Sangre no es sólo el fluido que recorre nues-
tros vasos sanguíneos, sino el principio energético activo que la hace
circular y nutre el organismo. Puesto que la Sangre es Yin y el Chi es
Yang, la armonía entre ambos simboliza la totalidad que representa
la salud.
La Sangre se almacena en el Hígado y el Chi, en los Riñones. Yo
digo a mis pacientes: «Los practicantes de medicina china conoce-
mos bien los principales órganos de la anatomía de la medicina occi-
dental. Pero son muy diferentes, aunque tengan nombres parecidos».
La medicina china contempla los órganos como estructuras físicas
y anatómicas, con funciones similares a los órganos de la medicina
occidental, pero con unos ámbitos energéticos y de influencia más
amplios, que incluyen los meridianos que conectan los órganos con
otras partes del cuerpo. Estas redes pares de Órganos o sistemas son
lo que llamamos los Zang-Fu.

Los órganos Zang-Fu*

El término Zang-Fu se utiliza para describir el principio del Yin y del


Yang aplicado a los Órganos. Los Zang son Yin y los Fu son Yang. Cada
uno de los cinco Órganos Zang —Hígado, Corazón, Bazo, Pulmón
y Riñón— tiene sus correspondientes Órganos Fu —Vesícula Bi-
liar, Intestino Delgado, Estómago, Intestino Grueso y Vejiga, res-
pectivamente—. Cada par de Órganos se asocia a un órgano de los
sentidos, como los ojos y las orejas, y también a un tejido (véase la
tabla 1). El Hígado es el responsable de la correcta circulación del
Chi y de la Sangre, es el almacén de la Sangre, gobierna los tendones

* 
En castellano, solemos llamar «órganos» a los órganos Yin y «entrañas o
vísceras», a los Yang. (N. de la T.)

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y nutre los ojos. (Esto puede sonar raro hasta que recuerdas que las
enfermedades hepáticas, como la hepatitis, hacen que el blanco de
los ojos se tinte de amarillo.)
La teoría de los Zang-Fu describe nuestro cuerpo y las funciones
de sus Órganos basándose en el principio de interdependencia con el
resto de los sistemas de Órganos. El Bazo transforma los alimentos
que ingerimos en un Chi nutritivo que es imprescindible para que el
Corazón genere Sangre. Los Riñones proporcionan Chi al Corazón
para fabricar Sangre. Los Pulmones ayudan a transportar el Chi nu-
tritivo al Corazón para apoyar la producción de Sangre. La Sangre
circula a través de nuestros vasos sanguíneos gracias al Chi del Cora-
zón. El buen funcionamiento del Bazo sirve para asegurar que la
Sangre no salga de sus vasos sanguíneos. El Hígado gobierna la cir-
culación del Chi, almacena sangre y controla su volumen. Así pues,
cada uno de los sistemas de Órganos mantiene una estrecha relación
con el resto, y nuestra salud depende de su buen funcionamiento,
que a su vez dependerá de la fluidez con que el Chi y la Sangre circu-
len por dichos sistemas. Si se bloquea el flujo en alguno de los Órga-
nos, se produce un «Estancamiento» en el mismo. Si no hay suficien-
te Chi, tenemos una «Deficiencia». Si hay demasiado Chi, se trata de
un «Exceso». Puesto que cada uno de los sistemas de Órganos man-
tiene una estrecha relación con los demás, el desequilibrio en uno de
ellos tiene una profunda repercusión en los otros y, en última instan-
cia, conduce a la enfermedad.
Miles de años de observación y práctica clínica respaldan las des-
cripciones sintomáticas que da la medicina china de los desequilibrios
de los Órganos profundos o de los meridianos. Por ejemplo, el Estan-
camiento del Chi de Hígado se puede manifestar como migrañas
y menstruaciones irregulares. En su conjunto, los síntomas forman
patrones que nos indican cuál puede ser el desequilibrio subyacente
que está provocando los problemas. Las relaciones entre los Órganos
se explican mediante las clasificaciones y las leyes del movimiento que
aporta la teoría de las Cinco Fases. Ésta nos describe la interacción del
Chi y lo que debemos hacer para restablecer su armonía.

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TABLA 1: LOS ÓRGANOS ZANG-FU

ÓRGANO ZANG HÍGADO CORAZÓN BAZO PULMÓN RIÑÓN

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FUNCIÓN Almacena la san- Gobierna las trans- Gobierna la trans- Gobierna la respi- Almacena el Chi,
PRINCIPAL gre, gobierna la li- formaciones del Chi formación de los ración, la transfor- gobierna la repro-
bre circulación del de los alimentos alimentos en Chi mación del Chi del ducción, el desa-
Chi San­gre, controla el nutritivo y se en- aire, envía el Chi rrollo y el creci-
pensamiento, la carga de su trans- nutritivo al Cora- miento
conciencia y el Es- porte, retiene la zón
píritu (Shen) Sangre dentro de
sus vasos

ÓRGANO FU Vesícula Biliar Intestino Delgado Estómago Intestino Grueso Vejiga

Gobierna el alma- Recibe los alimen- Transforma los ali- Se encarga de la Se encarga de al-
cenamiento y la se- tos digeridos y se- mentos y los líqui- eliminación de las macenar y eliminar
creción de bilis para lo «puro» de lo dos heces la orina
«impuro»
ÓRGANO DE Ojos Lengua Boca Nariz Oídos
LOS SENTIDOS
TEJIDO Tendones, ligamen- Vasos sanguíneos Músculos, grasa Piel, cabello Hueso, médula, ce-
tos y uñas rebro

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