CELEBRACION Mariana
CELEBRACION Mariana
CELEBRACION Mariana
Símbolos: Un icono de María de Nazaret, una vela, un cántaro de agua, un trozo de tejido,
unas espigas de trigo.
En un lugar: Nazaret. Aldea de Galilea, de poco prestigio. Sus gentes se reúnen en la
sinagoga para orar. Viven del trabajo del campo.¡Ahí va a poner Dios sus ojos! ¡Las
promesas están a punto de brotar! En ese lugar desconocido proclamará, un día, Jesús el
Jubileo de la Salvación.
En una mujer: María. Muy de su tiempo y de su pueblo. Su corazón acaricia esperanzas de
salvación para la humanidad. Sufre la marginación de todas las mujeres: por la sociedad, la
religión y la ley. Forma parte de los pobres de Yahvé. Su vida es pura transparencia. Vive
abierta a los planes de Dios. ¡Ahí pone Dios sus ojos!
Dios entra en la vida de María de Nazaret. Busca un corazón abierto para derramar su
amor. Busca unas manos vacías para ser acogido. Busca unos oídos atentos para poner en
ellos su palabra. Busca unos ojos limpios para mostrarse en ellos. (Mientras se escucha de
fondo el "Ave María" de Schubert cada joven reflexiona con la siguiente ficha)
(Ambientado con diapositivas).
María se levanta y nosotros con ella. Lleva en su vida una presencia, en su vientre un
fruto, en sus labios una canción. La experiencia de Dios la ha hecho libre y capaz de
liberar. A su alrededor se extiende el gozo. ¡La nueva Arca de la Alianza va de camino!
Canto: Alégrate. Link:https://www.youtube.com/watch?v=0OVec-zxMis
Mientas se va escuchando el canto se van dirigiendo al lugar donde está el letrero:
“Caminos que recorre María”.
Al llegar a este espacio los/las jóvenes encontrarán la imagen de un camino. Allí reciben 3
símbolos: sol, árbol, corazón. Se les van entregando uno por uno y se va explicando que lo
deben hacer con cada signo.
El sol:(Se les entrega el sol) Dentro de él escribirán el compromiso que quieren asumir en
este mes para vivirlo como peregrinas de la fe en busca de luz.
El árbol: (Se les entrega el árbol) escribirán en él lo que quieren sembrar en su vida en
este mes de mayo para ser signo de esperanza.
Corazón: (Se les entrega el corazón) dentro de él escribirán los gestos que como jóvenes
quieren brindar a sus compañeras/os. (Gestos de cercanía, solidaridad, ternura, etc.).
Animadora:
¡Al ir junto a ella brota la intimidad! Es hora de mirarla de cerca, de preguntarle qué es lo
que lleva dentro, qué es lo que guarda en su corazón. Su belleza puede despertar la
nuestra, tan dormida. Su gracia puede recrearnos. (Se les entrega el siguiente escrito, unos
jóvenes salen de diferentes partes vestidos con túnicas blancas y proclaman el texto)
¡Alégrate! ¡Qué saludo el de aquella mañana de gracia! Quedé llena, llena del amor de un
Dios que llegaba hasta mi pequeño ser de mujer.
¡Alégrate! Así me dijo el ángel del Señor, y el gozo del Espíritu saltó en mi interior como
una cascada de agua fresca que brota de una profunda montaña.
¡Alégrate! Y el gozo del Espíritu se plasmó en mi interior para siempre.
¡Llena de gracia! Era el nuevo nombre que Dios Padre me ponía. Quería expresar con él la
fuerza de su mirar, su amor eterno y desbordante, su obra de salvación.
¡El Señor está contigo! Era el aviso para la misión que me confiaba: Ser madre-virgen. El
estaría siempre en mí. Juntos andaríamos el camino de la Nueva Humanidad.
Bendita tú entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Estas palabras de
Isabel sonaron en mí como buena noticia. Estaba llegando el tiempo nuevo, el nuevo
amanecer de la salvación.
Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte de
Señor. Él me invadía totalmente, sentía ya los latidos del amor en mi fe de peregrina. Mi
Hijo se iba agrandando en mi vientre. Esperaba gozosa su nacimiento.
Una espada te atravesará el alma. Así me habló el anciano Simeón. Estas palabras de
dolor llegaron a mí ser abierto y disponible con tanta fuerza que permanecí esperando
que, en cualquier momento, se hicieran realidad.
¿Por qué me buscabais? Nuestro Hijo fue creciendo, y nos fue creciendo dentro. Se perdió
y lo buscamos con el amor del alma. Su padre y yo lo buscamos angustiados. Un día se
marchó a los caminos. Tenía pasión por anunciar el Reino.
Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Pero yo tenía prisa. Por eso intercedí por
los novios. Estábamos en Caná. Había llegado la hora de indicarles que el Vino nuevo de la
vida era mi Hijo, que creyeran en su Palabra, que se pusieran en sus manos.
¡Dichosos los pobres, dichosos los limpios, dichosos los pacificadores...! ¡Qué gozo al
escuchar el anuncio del Reino de labios de mi Hijo! ¡Qué alegría oírle decir a Él estas
cosas! Sus palabras iban cayendo dentro de mí como semilla en tierra fértil, que espera,
un día, romperse para dar fruto.
¡Ahí tienes a tu Hijo! Llegó también la hora esperada de la cruz, la que tantas veces
aguardé en silencio confiado, abandonada totalmente a su querer. Llegó la hora de repetir
nuevamente la palabra de la mañana primera: ¡Hágase en mí tu Palabra! Llegó la hora de
estar de pie y serena ante el dolor incomprensible y los gritos de los seres humanos. Llegó
la hora de ser nuevamente madre, madre universal, madre.