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El Director Coral Como Educador Musical

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EL DIRECTOR CORAL COMO EDUCADOR MUSICAL

Por GUILLERMO ROSABAL

El reto de la dirección coral en la época contemporánea

Quizás siguiendo el patrón del director orquestal virtuoso1 heredado desde el siglo XIX, a menudo
los directores corales contemporáneos parecen tener como único objetivo de su trabajo preparar
minuciosamente la ejecución artística de una obra musical. Por ello, a primera vista, parece
razonable que los jóvenes estudiantes de dirección coral acostumbren invertir una cantidad de
tiempo considerable en el perfeccionamiento de su técnica del gesto, análisis exhaustivo, y
memorización de la partitura que tienen en sus manos.

Lo anterior no parece objetable desde el punto de vista estricto de la responsabilidad de un


director como intermediario entre la partitura y el instrumento para darla a conocer al público: el
ensamble coral. Sin embargo, en vista de la gran diversidad de ensambles corales en la sociedad
contemporánea (escolares, juveniles, universitarios, comunales, entre otros), la amplia gama de
bagajes y expectativas de los coristas (músicos profesionales o aficionados), es coherente
replantear el papel del director coral en función de este panorama. Más que un virtuoso, o si se
quiere, un dictador, o líder autoritario que maneja una masa coral en función de un montaje
artístico, parece más coherente que el director se desempeñe también como un educador que
promueve el crecimiento vocal y musical individual y del ensamble, al mismo tiempo que da
forma, junto a sus coristas, a una obra musical.

Sea cual sea el enfoque de la profesión del director, su responsabilidad es crucial. De hecho, una
presentación pública de un coro reflejará la efectividad del director tanto como maestro y como
técnico de ensayos. Según el director coral estadounidense Lloyd Pfautsch, “los sonidos de su coro
serán un testimonio de su capacidad de transferir su conocimiento, aumentar y refinar sus
técnicas pedagógicas, generar y mantener en los cantantes la dedicación a las disciplinas vocal y
musical, dar forma a las sutilezas silábicas y melódicas, expandir el conocimiento y destrezas
técnicas del coro, y de guiar al grupo a la ejecución artística” (Decker y Herford, p. 91). Por lo
tanto, es válido pensar en el concierto, no debe ser un fin en sí mismo, sino más bien una fase
dentro de un proceso que es tanto educativo como artístico.

Naturaleza y valor del canto coral

No se quiere afirmar aquí que el ensamble coral no haya sido hasta ahora un contexto de
aprendizaje. Por el contrario, éste provee a las personas la oportunidad de involucrarse en el
proceso de hacer música de acuerdo con estándares y tradiciones de diversas prácticas musicales,
así como la oportunidad de auto realizarse dentro de esta participación, por medio del desarrollo
de destrezas vocales, auditivas, cognitivas, psicológicas, y sociales. Más específicamente, podemos
formular el valor del canto coral como experiencia que implica beneficios en diferentes ámbitos:
Primero, la experiencia coral es un fenómeno fisiológico, que depende, en primera instancia, del
instrumento musical de viento, íntimo y personal, que se encuentra dentro de cada persona -la voz
2 - y del sentido de la audición. El canto coral también involucra cambios físicos y psicológicos que
responden a eventos emocionales: se presentan cambios en el pulso, la respiración, la adrenalina,
así como el flujo 3. (Robinson y Winold, p. 4).

En segundo lugar, hacer música por medio del canto coral es una forma de ser en el mundo 4, de
relacionarse por medio de la voz con otros hacedores de música, y con la audiencia. En el acto de
hacer música coral, personas que son aparentemente diferentes, se relacionan con otras personas
por medio de sonidos y desarrollan una conciencia participatoria, un sentimiento de unidad. En
este sentido, la experiencia coral es un fenómeno sociológico.

Tercero, por medio de la recreación sonora de una partitura, el director, así como los cantantes,
participan con el compositor en el acto creativo. Interactúan con una obra musical que a su vez
refleja estándares y tradiciones de prácticas musicales que están histórica y socialmente
enraizadas.

Finalmente, la experiencia coral puede ser el escenario de retos musicales. Al resolver dichos
retos, la musicalidad del cantante se incrementa, y esto eleva el autoconocimiento y la
autoestima.5

¿Adoctrinar o educar?

Si se define literalmente el papel del director coral según el significado del término en latín
educare, que quiere decir “conducir hacia”, entonces la responsabilidad del director implica
capacitar a sus cantantes para descubrir y aprender por sí mismos, en lugar de seguir instrucciones
mecánicamente, a modo de adoctrinamiento. Esto significa que el director debe propiciar el
pensamiento independiente por medio de técnicas de ensayo que sean efectivas y tengan
propósitos específicos que vayan más allá que simplemente preparar al coro para presentarse en
público.

Con el fin de llevar a cabo sus responsabilidades como educador, el director debe aspirar a: (a)
comportarse como un líder, guía, y facilitador, dispuesto a utilizar su bagaje y carisma para
trabajar con una diversidad de seres humanos, (b) encontrarse con el vasto repertorio de la
literatura coral y preparar y manejar las partituras a ser ejecutadas, (c) desarrollar técnicas
vocales y corales que estimulen el desarrollo vocal individual y colectivo, (d) cultivar en los
cantantes la flexibilidad y versatilidad comparable a la de los solistas, (e) propiciar la
responsabilidad individual y el mejoramiento de sus destrezas musicales, y (f) comunicarse
expresiva y efectivamente con el coro, promoviendo, de esta forma, la capacidad de respuesta de
éste (Decker y Herford, p. 70).

Como educador, el director debe ser capaz de describir, explicar, ejemplificar y hasta corregir lo
que desea que sus coristas canten, dándoles retroalimentación inmediata. Nunca debe dar por
sentado que lo que le sea obvio para él, también será obvio para los coristas. Ellos merecen una
explicación de por qué algo es objetable, y por otra parte, cómo producir lo aceptable.
Cuando sea necesario, el director debe servir como modelo, brindando demostraciones auditivas o
musicales, mientras motiva a los coristas a aplicar las enseñanzas en situaciones o contextos
similares. La transferencia de conocimiento debe ser hecha en forma creativa, es decir, no
dictando recetas o meras fórmulas, sino transmitiendo herramientas adaptables y accesibles para
inducir en los cantantes ciertas conductas fisiológicas, y mentales. Los cantantes, en cambio,
deben ser creativos al aplicar lo que se ha aprendido por medio de retos vocales y musicales
específicos, ante obras, y directores diferentes.

Enseñar creativamente también implica experimentar con nuevas maneras de explicar, demostrar,
y compartir. Las reacciones y respuestas de los cantantes ayudarán al director a decidir cuál de los
nuevos métodos deben ser mantenidos para ser refinados, y cuáles deben ser descartados como
inconsecuentes (Decker y Herford, p. 91). Lloyd Pfautsh nos recuerda que cualquier cosa que el
director presente al coro, debe ser expuesto con entusiasmo y buena actitud, buscando
desarrollar la imaginación activa, de forma que se pueda comunicar con el ensamble en diferentes
formas (p. 91).

A continuación, se tratan elementos cruciales implícitos en el reto de educar a los coristas.

1.Fundamentos de buen canto

Para algunos cantantes, la experiencia coral puede ser el único entrenamiento vocal, e incluso
musical, que reciban en su vida. Por ello, estar bajo la tutela de un director, cada semana, durante
un período considerablemente largo, permite una importante influencia vocal y musical de parte
del director en los coristas.

El director debe enseñar a sus coristas los elementos del buen canto para propiciar una
contribución vocal positiva al ensamble, a la vez que se promueven los buenos hábitos vocales a
nivel individual. Debe concebirse a sí mismo como un maestro de técnica vocal, aunque en una
situación coral es casi siempre imposible enseñar técnica vocal de uno a uno. Por otra parte, la
gran diversidad de bagajes vocales que poseen los coristas, es un reto para nada complejo. Por
ello, el director tiene la responsabilidad de dar los fundamentos de canto para el principiante
mientras expande o refuerza el conocimiento de la voz de aquellos con más experiencia vocal.
Recuérdese que aunque algunos coristas estudien canto privadamente, no siempre son capaces de
escuchar sus propias deficiencias vocales. Debe enseñarse a los coristas a escuchar internamente y
pensar antes de cantar, y a escuchar críticamente los resultados.

2.Respiración y apoyo

El director coral debe enseñar a sus cantantes a utilizar y ampliar su capacidad respiratoria, y a
buscar apoyo vital para emitir el sonido con buena afinación. Idealmente, debe enseñarse la
relación que existe entre los buenos hábitos respiratorios, la postura saludable, y la correcta
emisión vocal. Los coristas también deben aprender que el uso correcto de la resonancia está
relacionado con el uso correcto de la respiración. Por otra parte, es responsabilidad del director
buscar en el ensamble la uniformidad en la formación de vocales, lo cual conduce a la mezcla de
las voces, mejor emisión y calidad del sonido, belleza de color, y afinación exacta. También es
importante enseñar la articulación de las consonantes, con el fin de conseguir claridad en el canto,
ritmo más preciso y exacto y afinación más segura. Para conseguir esto, el director debe entender
los sonidos como tales y ser capaz de comunicarlos y modelarlos al coro. Otro aspecto del canto
coral que los coristas deben entender es cómo la emisión y el timbre del sonido varían de acuerdo
con el repertorio que se canta.

3.El calentamiento

La sesión de calentamiento al inicio del ensayo coral es un poderoso medio para preparar el
cuerpo, la mente, y el mecanismo vocal para enfrentar los retos del canto coral. Más que una
tradicional o inevitable rutina, es un ritual necesario para inducir en los coristas la atención a la
postura relajada y enérgica, respiración y apoyo, emisión, y otros aspectos cruciales del quehacer
coral. Por medio del calentamiento, se prepara el cuerpo y conciencia de individuos
aparentemente diferentes para trabajar en conjunto hacia metas vocales y musicales comunes.

Si se desea un calentamiento provechoso, éste debe ser corto e intenso, pero no demasiado
demandante, aunque sí dinámico, variado, y con fines específicos. La cantidad de tiempo que se
destine al calentamiento depende de factores como el material vocal y necesidades vocales de los
coristas, la hora del día, las actividades de los integrantes antes del ensayo, y los retos vocales,
técnicos y estilísticos específicos de cada estilo: color, textura, intervalos, patrones rítmicos,
articulación, dicción, formación y modificación de vocales, expansión de registro, entre otros. El
director puede preparar, y si es necesario, diseñar ejercicios que aborden retos vocales o
musicales específicos presentes en el repertorio. De esta forma, los cantantes podrán remitirse a
los ejercicios cuando se encuentren retos semejantes en la música en estudio.6

4.Destrezas musicales

Cualquiera que sea el contexto o nivel del coro, el director debe darle importancia al desarrollo de
la musicalidad de sus coristas. El contribuir a la formación de sus coristas en este sentido, implica
enseñar los rudimentos de lectura, afinación, mezcla y balance de partes, balance dentro de los
acordes, exactitud y precisión rítmica, dinámicas y fraseo (Decker y Herford, p. 94). Aunque es un
reto considerable, el director puede intentar compensar poco a poco los rudimentos de música
que sus coristas no aprendieron durante la escuela primaria y secundaria.

5.Historia de la música y estilos

Al ser la música una práctica esencialmente diversa y cambiante, debemos reconocer la existencia
de “músicas” enraizadas en interacciones socioculturales concretas historizadas y
contextualizadas. Como producto social, un estilo particular de música trata de la identidad de
pueblos específicos, de sus sentimientos, necesidades, intereses y su manera de ser en el mundo.
Es así como el estudio de las músicas nos puede arrojar conocimiento de constructos sociales,
políticos y culturales, así como de valores morales y religiosos.

Un aspecto a menudo descuidado por directores corales es la enseñanza de aspectos relevantes


de la historia de la música. El uso de una amplia variedad de repertorio es esencial y puede
incrementar el interés de los coristas por apreciar la gran gama de literatura coral de todos los
períodos. Esto puede llevarse a cabo mediante explicaciones breves y atractivas, pero nunca
mediante largas disertaciones. Se debe explicar las diferencias estilísticas y estándares de las
tradiciones, la práctica de interpretación, en relación con las influencias sociales, económicas,
políticas y eclesiásticas que han tenido y tienen los compositores y ejecutantes. El director debe
ser capaz de ofrecer información bibliográfica acerca de los compositores y autores de los textos,
así como aclarar el significado de los textos, cuando sea necesario.

6.Responsabilidad individual y colectiva

El contexto coral supone una red de interacción, entre director y secciones, entre director y cada
corista, director y acompañante, entre una sección y otra, y entre cada persona dentro de las
secciones; esta red determinará el proceso y producto final del trabajo coral. El director debe, por
lo tanto, inculcar la responsabilidad individual y grupal en los miembros de su ensamble. Cada
corista depende de otros coristas para contribuir a la calidad vocal del grupo, así como cada corista
es responsable, en el ámbito individual, de dar esa misma calidad. El corista debe estar anuente a
la guía del director durante los ensayos y presentaciones. Sin embargo, el director debe estar
abierto a las sugerencias de sus coristas, fomentando así respuestas individuales a la música y el
texto y a estímulos verbales, locales y no verbales. Los estímulos verbales incluyen correcciones,
instrucciones, explicaciones y demostraciones que da el director. La comunicación no verbal
comprende lenguaje corporal, expresiones faciales y gestos de dirección; cada uno debe tener un
propósito, estar relacionado con la música, y no ser excesivo o irrelevante, de forma que nunca
distraiga la atención de la música.

7.El amor por la música coral

El director coral debe compartir con sus coristas y en última instancia inculcar en ellos el amor por
el canto y por trabajar en conjunto por el arte coral. Pfautsch nos recuerda que compartir ese
amor y los resultados de ese trabajo durante una presentación pública o un servicio religioso,
añade satisfacción y realización tanto a quien dirige como a los coristas. Todos se unen en la
responsabilidad de educar y entretener a una audiencia, así como elevar el sentido de
participación, en el caso de un culto religioso (Decker y Herford, p. 95).

Reflexión final

En el proceso de aprendizaje que tiene lugar en un contexto coral, un director puede ser un
promotor de comportamientos fisiológicos, emocionales y sociales, y de pensamiento
independiente y creativo. Por medio de técnicas de ensayo efectivas, apoyadas en una
musicalidad sólida y conocimiento en muchos materias musicales y no musicales, y una actitud
inteligente y abierta hacia cada individuo, el grupo y la música, el director puede presidir el acto de
recrear una obra coral, acto en el cual los cantantes crecen musical, vocal, social y
psicológicamente.7

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REFERENCIAS

Burrows, David. Sound, Speech, and Music. [Sonido, Habla, y Música]. Massachusetts: University
of Massachusetts Press, 1990.

Decker, H. A. & Herford, Julius. Choral Conducting: A Symposium. [Dirección Coral: Un Simposio].
2nd ed. Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1988.

Elliott, David. Music Matters: A New Philosphy of Music Education. [La Música Importa: Una Nueva
Filosofía de la Educación Musical]. Nueva York: Oxford University Press, 1995.

Pfautsch, Lloyd. (1988). Coming Alive: Choral Directing. [Cobrando Vida: Dirección Coral].
(Grabación en vídeo). Augsburg Fortress Video.

Robinson, Ray & Winold, Allen The Choral Experience. [La Experiencia Coral]. Nueva York: Harper
& Row, 1976.

Rosabal-Coto, Guillermo. Meaningful Vocal Development Through Purposeful Choral Warm-


ups(“Desarrollo Vocal Significativo por Medio de Calentamientos Corales”) en Canadian Music
Educator (“Educador Musical Canadiense”), vol. 48, No. 2, Invierno, 2006.

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