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CULTURAS TEMPRANAS DEL JADE EN LAS

CIVILIZACIONES DE CHINA Y MESOAMÉRICA:


ECONOMÍA DE UNA PIEDRA ‘PRECIOSA’ EN LAS
ETAPAS FORMATIVAS DE SU DESARROLLO

Walburga Wiesheu
Escuela Nacional de Antropología e Historia
Centro de Estudios de la Diversidad Cultural
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Museo Nacional de las Culturas

China y Mesoamérica constituyeron las dos grandes civilizaciones antiguas del


jade, en las cuales se desarrolló una significativa tradición lapidaria de esta piedra
considerada más preciosa que el oro o la plata en Occidente. La talla de objetos en
este material tan valorado se desarrolló en ambas civilizaciones desde sus etapas
formativas, justamente en correlación con el surgimiento de los más tempranos
grupos de elite en las primeras sociedades complejas. Al lado de un uso
predominantemente suntuario y ritual de tales objetos de valor, en éstas se puede
delinear una conexión directa entre esta industria intensiva en trabajo y la
conformación de un liderazgo central con eminentes funciones religiosas, para así
dar lugar a un patrón político-económico que en fechas recientes se ha visualizado
como configurando esquemas de una “economía ritual”.
Cabe hacer notar que en ambos complejos civilizatorios la palabra usada para
referirse al jade constituye un término genérico que en realidad abarca no sólo los
minerales del jade propiamente dichos, sino que también incluye a otras piedras
de aspectos análogos que comparten un mismo simbolismo referido en un sentido
antropológico a un “jade cultural”. De manera significativa, el término chino yu
玉 para designar al jade, al igual que el de chalchihuitl en lengua náhuatl, poseen
la misma connotación básica de “piedra preciosa”.
En cuanto a los minerales distintivos del jade, es decir la jadeita y la nefrita,
en las sociedades prehispánicas de Mesoamérica se empleó la primera y cuya
única fuente comprobada hasta ahora es la descubierta en 1954 cerca de
Manzanotal en el Valle del Motagua en Guatemala. Con los embates del huracán
Walburga Wiesheu

Mitch en 1998 quedaron expuestos nuevos afloramientos y canteras de este


mineral semi-precioso en el mismo valle, y recientemente allí se han identificado
depósitos de un jade translúcido azul, coloración altamente apreciada por los
olmecas del Formativo en Mesoamérica.1
En China, en cambio, fue la nefrita el mineral del jade utilizado de manera
exclusiva hasta el siglo XVIII, cuando se empezó a importar la jadeita desde
Birmania. Denominada de hecho como “jade verdadero” (zhenyu), la nefrita ha
sido considerada por los chinos antiguos en esencia como un material sagrado
(shenwu) al que se han atribuido especiales poderes mágicos y espirituales,
dándole más que nada un uso religioso como “Piedra del Cielo” en lo que se
refiere a las etapas prehistóricas e históricas tempranas de esta civilización
milenaria.
Los objetos de nefrita más tempranos de China datan por lo menos de hace
unos ocho mil años, puestos al descubierto en sitios arqueológicos de culturas del
periodo del Neolítico Medio (7000-5000 a.C.). Estos objetos que pudieran incluso
representar los jades más antiguos a nivel mundial, consisten en algunos
instrumentos hechos aún con una tecnología compartida con la lítica ordinaria así
como sencillos adornos confeccionados ya con la técnica lapidaria de corte y
abrasión de la piedra. Pero es en el cuarto milenio a.C., es decir en la etapa tardía
de la Era Yangshao del Neolítico Tardío (3500-3000 a.C.), cuando diversas
culturas prehistóricas de zonas costeras tanto del norte como del sur de China
progresaron hacia una verdadera industria especializada en la talla de jades, la
cual es más difícil, compleja e intensiva en trabajo, a la vez que dada la naturaleza
preciosa y escasa del material natural, ésta implica una utilización economizada
por parte de los artesanos2. La cristalización de tal lapidaria especializada en la
producción de jades de manera sugerente coincide con la conformación de
sociedades jerarquizadas y, en particular, la aparición de jefaturas teocráticas que
se distinguen por un empleo prevaleciente de tales objetos suntuosos como
marcadores del prestigio social de las elites emergentes y como parafernalia ritual
para la celebración de importantes ceremonias religiosas y mortuorias.
Pasando a la Era Longshan del Neolítico Terminal (3000-2000 a.C.), se
generó un notorio florecimiento de diversas “culturas del jade” a lo largo y ancho

1
Russel Seitz et al., “’Olmec Blue Jade’ and Formative Jade Sources: New Discoveries in
Guatemala”, Antiquity, núm.75, pp. 687-688, 2001.
2
Mou Yongkang y Wu Ruzuo, “A Discusión of Jade Age”, Exploring China’s Past. New
Discoveries and Studies in Archaeology and Art, Roderick Whitfield y Wang Tao (trad. y eds.),
London, Saffron, pp. 41-44, 1999. La naturaleza escasa de este material también ha implicado que
en su elaboración, tanto en China como en Mesoamérica, con frecuencia se hayan reutilizado
objetos anteriores y que también en varias culturas éstos han constituido “reliquias” atesoradas en
periodos posteriores o heredadas a generaciones sucesivas.

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Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

del territorio chino a la par que se consolidan tales entidades políticas de jefaturas
predinásticas en que el liderazgo político centralizado estuvo íntimamente
asociado a críticas funciones rituales. Varias culturas regionales del jade que
surgieron primero a lo largo de las regiones costeras del Este de China,
probablemente gracias a que en sus cercanías estaban disponibles importantes
fuentes locales de esta materia prima tan apreciada, llegaron a desarrollarse
durante este tercer milenio a.C. también en zonas interiores de China, aunque allí
los objetos de jade eran menos numerosos y de menor calidad. A pesar de que
existen algunas formas de jades compartidas a un nivel interregional, cada una de
estas culturas regionales muestra una tradición artística local aunado quizás a una
asociación simbólica particular respecto de determinadas piezas3, a diferencia de
lo que encontramos al otro lado de la Cuenca del Pacífico donde en la etapa del
Formativo se plasmó todo un estilo de arte pan-mesoamericano que conocemos
como “estilo olmeca” y que incluso tuvo una importante presencia o influencia en
amplias partes de Centroamérica.
En la China de finales del Neolítico, la distribución de artefactos y culturas
de jade llegó a abarcar las siguientes regiones: el Río Liao en el noreste del país;
las regiones de los cursos inferior, medio y superior del Río Amarillo; las regiones
del curso inferior y medio del Río Yangtsé, y probablemente también la cuenca de
Sichuan en el curso superior del mismo río; la cuenca del Río Perla en la costa
sureste, e incluso se puede agregar el área correspondiente a la cultura Beinan en
Taiwán (véase la Figura 1).
A raíz de los cuantiosos descubrimientos arqueológicos hechos en las últimas
décadas en China, de diferentes culturas neolíticas regionales distribuidas en un
amplio territorio y en los que por demás se siguen sacando a la luz significativos
“tesoros” consistentes en miles de objetos elaborados en jade, desde los 1990’s se
ha desatado un acalorado debate acerca de una presunta existencia de toda una
“Edad del Jade” respecto a esta etapa del NeolíticoTerminal, anterior al
surgimiento de las primeras dinastías de la Edad del Bronce a partir del segundo
milenio a.C., para lo cual los defensores de esta polémica idea se apoyan en
menciones contenidas en fuentes del período de Zhou Oriental, como es el
Yuejueshu o Registro Perdido del Estado de Yue, según el cual previo a la
fundición de metales los antiguos chinos usaron instrumentos y armas de jade. Si
bien los numerosos hallazgos arqueológicos han llegado a confirmar un uso
abundante de jades en esta última etapa prehistórica de China, es patente que más

3
Li Liu, “’The Products of Minds as Well as of Hands’: Production of Prestige Goods in the
Neolithic and Early State Periods of China”, Asian Perspectives, vol. 42, núm. 1, 2003, pp. 1-19.

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Walburga Wiesheu

que para propósitos utilitarios, estos objetos ‘preciosos’ estuvieron destinados en


primer lugar para servir de insignias sociales e implementos rituales4.
Entre los centros primarios de la producción y el uso de jades figura la región
del Río Liao en el noreste de China, en que las culturas Xinglongwa/Chahai
(6200-5400 a.C.) no solamente han arrojado los objetos de jade más antiguos de
China, sino también sus más tempranas representaciones de dragón plasmadas en
este mismo material; dicho desarrollo local de una precoz industria del jade
alcanzaría su primer auge en la fase tardía (3500-2900) de la Cultura Hongshan.
Esta temprana sociedad jerarquizada destaca por sus complejos ceremoniales de
altares y templos, y si bien aquí todavía no encontramos una producción masiva
de jades, en varias tumbas suntuosas de piedra características de esta cultura se
han recuperado objetos de jade consistentes en adornos personales, figuritas de
aves y tortugas, pero resalta ante todo un tipo de pendientes denominado “Cerdo-
dragón” (zhulong), que según autoras como Childs-Johnson más bien deberían de
ser considerados como representando a un “jabalí-dragón.5
Además de las destacadas culturas de Dawenkou y Longshan del área costera
del curso inferior del Río Amarillo, la más prominente de todas las culturas del
jade prehistóricas de China fue la de Liangzhu (ca. 3200-2200 a.C.) que floreció
en la zona del Lago Taihu y entre las ciudades actuales de Hangzhou y Shanghai
en la cuenca del Río Yangtsé. En esta cultura costera del Sur de China, la
industria del jade llegó a prosperar a tal grado que se generó una producción
masiva de una gran cantidad y variedad de objetos de jade muy refinados que los
lapidarios tallaron con una gran destreza técnica y artística. Ello en particular a
partir de la fase de Liangzhu medio (2800-2400 a.C.), cuando los artesanos
empezaron a experimentar con complicadas técnicas decorativas que incluyen
desde incisiones con líneas, espirales y triángulos hasta intrincados trabajos
hechos en relieve y calado. Varios de los jades del amplio repertorio de objetos de
esta cultura neolítica exhiben intrigantes diseños muy recurrentes de un “motivo

4
Véase para una discusión detallada de este concepto recientemente resucitado de una Edad del
Jade para esta última etapa del Neolítico en China, a Paola Dematté, “The Chinese Jade Age:
Between antiquarianism and archaeology”, Journal of Social Archaeology, núm. 6, pp. 202-226,
2006; Mou Yongkang y Wu Ruzuo, op.cit.; Walburga Wiesheu, “La reintroducción de una noción
antigua: ¿existió una Edad del Jade en la trayectoria cultural del surgimiento de la civilización
china?”, en un volumen a publicarse en México, El Colegio de México, 2009, en prensa; y
Walburga Wiesheu, “Culturas e industria lapidaria del jade en el Neolítico terminal en China.
Consideraciones en torno al debate sobre una “Edad del Jade”, en El jade y otras piedras verdes:
Perspectivas interdisciplinarias e interculturales, Walburga Wiesheu y Gabriela Guzzy (coords.),
México, INAH, 2010, en preparación.
5
Elizabeth Childs-Johnson, “Dragons, Masks, Axes and Blades from Four Newly-documented
Jade-working Cultures of Ancient China”, Chinese Jade. Selected Articles from Orientations
1983-2003, Hongkong, pp. 50-61, 2005[1998].

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Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

de máscara” que ha sido relacionado con prácticas mágico-religiosas del tipo


chamánico, en cuyo contexto las sofisticadas piezas de jade deben de haber
servido en gran medida de parafernalia ritual.
Analizando a este respecto las categorías de jades empleadas en esta etapa de
una hipotética Edad del Jade en China6, podemos percatarnos que además de
diversos tipos de adornos usados como ornamentos suntuosos de personas de un
alto estatus social, en efecto predominan en los contextos excavados objetos
ceremoniales o rituales, y aun cuando encontramos algunos instrumentos o armas
como hachas, entre varios otros más, muchas de las hachas finamente pulidas
parecen no haber tenido ningún carácter utilitario, puesto que carecen de huellas
de uso y ostentan en ocasiones elaboradas decoraciones7, de modo que deben
haber representado insignias del poder o del rango social o más bien haber
funcionado como armas simbólicas.
En cuanto a la categoría predominante de los jades rituales en las culturas
neolíticas de la última etapa predinástica destacan algunos tipos de hojas u cetros
ceremoniales (gui y zhang), los discos (bi) y una especie de objeto tubular o
cilíndrico conocido como cong. Los primeros, que parecen tener su origen en la
cultura Longshan del área costera del curso inferior del Río Amarillo, podrían
haber representado emblemas de autoridad o del rango social, mientras que los
discos y las piezas cilíndricas, desarrollados precisamente en la Cultura Liangzhu
de la cuenca del Yangtsé, constituyeron implementos rituales por excelencia,
probablemente usados, tal como ya se mencionó, en rituales de tintes chamánicos
en que especialistas religiosos fungieron como interlocutores entre los seres
humanos y entidades sobrenaturales o en actos de comunicación mágica entre los
diferentes niveles del cosmos. En el contexto de un marcado ceremonialismo
desarrollado en las jefaturas teocrácticas del jade en el Neolítico, los discos
podrían haber simbolizado el cielo redondo y así servido de instrumento ritual
para su veneración. Por su parte, los cong que con su forma tubular interior y
prismática al exterior encarnaba a la tierra cuadrada, con frecuencia estaban
armado en varios niveles luciendo paneles decorativos de hasta 13 capas
diferentes, en que de manera recurrente fueron tallados los tan socorridos motivos
de máscara pero que en etapas tardías aparecen en forma estilizada y
simplificada, sobre todo en las esquinas del prisma, mismas que pudieran aludir a
los cuatro rumbos cardinales. Por lo tanto, los bi y los cong en combinación,

6
Dichas categorías distintivas de jades abarcan: 1. adornos; 2. objetos utilitarios como armas e
herramientas; 3. objetos rituales, y 4. objetos funerarios (últimos que se desarrollan en las dinastías
Zhou y Han). Véase a Li Liu, op.cit.; Hua Wen, Zhongguo Yu (Chinese Jade), Beijing,
Contemporary China Publishing House, 2009.
7
Mou Yongkang y Wu Ruzuo, op.cit.

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Walburga Wiesheu

habrían representado ya desde tiempos neolíticos los conceptos esenciales de la


tradicional cosmovisión de la antigua China y llegaron a constituir la parafernalia
ritual esencial empleada por los chamanes prehistóricos o los tempranos lideres
con sus eminentes funciones religiosas, para la veneración del cielo y la tierra y
las vitales ceremonias de comunicación entre estos niveles del universo.8
En donde es más patente el uso suntuario y ceremonial de los objetos de jade
a finales del Neolítico en China, es en la ya destacada Cultura Liangzhu en que los
lapidarios de este valioso material elaboraron una gran cantidad de tales piezas
destinadas a un consumo predominantemente ritual. Cada entierro en cementerios
Liangzhu, localizados éstos sobre colinas naturales o montículos artificiales de
tierra, contenía entre algunas docenas hasta varios cientos de piezas de jade. En el
cementerio del sitio de Fanshan, ubicado sobre un montículo de siete metros de
alto, más de 3200 piezas de jade muy refinadas que representaban el 90 % de los
bienes funerarios allí recuperados, venían de 11 tumbas grandes excavadas desde
el año de 1986. Entierros como el M 23 del mismo cementerio contenían 54
discos bi y tan sólo la Tumba M 20 ostentaba un total de 547 objetos de los que
511 eran de jade, mientras que el bautizado como “Rey de los Cong” de la Tumba
M12 pesaba hasta 6.5 kilogramos, pieza hecha con una gran maestría técnica entre
2600 y 2400 a.C. y que muestra el tan señalado motivo de la máscara, en este caso
de una imagen doble compuesta de un ser humano con un tocado de plumas
agarrando o montando un monstruo fantástico retratado con una especie de
anteojeras, nariz chata y boca ancha con colmillos9, diseño que incluso nos evoca

8
Entre aquellos autores que en cuanto al uso de tales objetos rituales infieren la existencia de
prácticas chamánicas en estas culturas del jade neolíticas, figuran K.C. Chang, “An Essay on
Cong”, en Orientations, vol. 20, núm. 6., 1989, pp. 7-43; James, Jean M., Images of Power:
Masks of the Liangzhu Culture”, Chinese Jade. Selected Articles from Orientations 1983-2003,
Hongkong, pp. 101-110, 2005 [1991]; Teng Shu-ping, “A Theory of the Three Origins of Jade
Culture in Ancient China”, Chinese Jade, Rosemary Scott (ed.), London, Percival Foundation of
Chinese Art, pp. 9-24, 1997; Wang Mingda, “A Study of Jades of the Liangzhu Culture”, Chinese
Jade, Rosemary Scott (ed.), London, Percival Foundation of Chinese Art, pp. 37-47, 1997;
Ruzuo Wu y Jijun Xu, Liangzhu wenhua xingluoshi (The Rise and Fall of Liangzhu Culture),
Beijing, Social Sciences Academic Press, 2009, Capítulo 6.
9
Cabe aquí aclarar que en los jades Liangzhu en realidad se pueden distinguir tres tipos diferentes
del motivo de la máscara: la máscara zoomorfa de un monstruo animal (shoumian); el rostro
antropomorfo de un ser humano o divino (shenren); y por último, una imagen doble o compuesta
en que se combinan los rostros de hombre y animal y la cual pudiera representar por excelencia el
elemento chamánico de la transformación mágica de hombre en animal. Para una delineación
puntual de este sobresaliente motivo iconográfico de la máscara en los jades Liangzhu que en su
etapa tardía es representado en formas bastante simplificadas, véase a Filippo Salviati, “Decorated
Pottery and Jade Carving of the Liangzhu culture”, en Explorating China’s Past. New Discoveries
and Studies in Archaeology and Art, Roderick Whitfield y Wang Tao (trad. y eds.), London,
Saffron, pp. 213-226, 1999.

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Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

representaciones prehispánicas de deidades como Tlaloc, el Dios de la Lluvia


mesoamericano10 (Figura 2). Cabe también enfatizar que la gran mayoría de los
numerosos objetos de jade encontrados en entierros Liangzhu consistían en
nefritas, de manera que tan sólo en pocos casos se empleaban otros minerales
sustitutos para su elaboración.11
Por su parte, los 128 objetos funerarios desenterrados en la Tumba del sitio
de Sidun, cerca del Lago Taihu en la provincia de Jiangsu, contenida en un
montículo de unos 20 m de alto y excavada en 1982, revelaron un determinado
patrón en la distribución de las piezas allí localizadas. En este entierro de un
adulto masculino joven y del que se piensa fue la tumba de un chamán, entre los
objetos de jade recuperados figuran, además de 49 adornos, 24 discos, 33 objetos
cilíndricos incisos con el motivo de la máscara y 3 hachas sin huellas de uso así
como una especie de punzón usado al parecer para fines ornamentales. Aparte de
un probablemente muy significativo simbolismo reflejado en la colocación
particular de tales objetos de jade en la tumba, resalta que 21 discos y cinco piezas
cilíndricas estaban rotos en pedazos y muchos objetos además mostraban huellas
de haber sido quemados por lo cual habían adoptado un color blanquecino, e
indicando que la ceremonia mortuoria incluía quizás algún ritual de fuego.12
Cabe hacer notar que el color blanquecino y los matices amarillentos que
poseen muchos jades Liangzhu son objeto de una serie de investigaciones aparte,
según las cuales geólogos chinos como Wen y Jing han sugerido que dicha
coloración resulta de un tratamiento de superficie que los lapidarios aplicaron para
facilitar el refinado trabajo decorativo sobre las piezas que aparece a partir de
Liangzhu medio, en que mejoraron de manera sustancial las técnicas de la talla de
jades y surgen precisamente los intrigantes diseños sobre las piezas que aparte ya
no muestran marcas del trabajo artesanal. De esta manera se ha planteado que el
“blanqueamiento” de tales piezas en los que todavía se pueden apreciar los colores

10
Para una descripción de éstas y otras aparentes semejanzas en el arte decorativo en las
tempranas culturas mesoamericanas y las de China, véase a Walburga Wiesheu, “El debate sobre
las ancestrales vinculaciones sino-americanas”, La Nueva Nao: de Formosa a América Latina.
Intercambios culturales, económicos y políticos entre vecinos distantes, Lucía Chen y Alberto
Saladino (comp.), Taipei, Universidad de Tamkang, pp. 23-38, 2008.
11
Tsui-Mei Huang, The role of jade in the Late Neolithic Culture of Ancient China: The case of
Liangzhu, Tesis de Doctorado, Univeristy of Pittsburgh, 1992b. Wen Guang y Zhichun Jing, “A
Geoarchaeological Study of Chinese Archaic Jade”, Chinese Jade, Rosemary Scott (ed.), London,
Percival Foundation of Chinese Art, pp. 105-122, 1997.
12
Tsui-Mei Huang, op.cit, y “Liangzhu – A Late Neolithic jade-yielding culture in southeastern
coastal China, Antiquity, núm. 66, pp. 75-83, 1992a.

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Walburga Wiesheu

originalmente verdes debajo de su superficie, derivan de la exposición de las


piedras a temperaturas mayores a los 900 grados.13
Resulta también interesante agregar que aparte de los bi y cong como vitales
implementos mágico-religiosos utilizados en ceremonias de un carácter
posiblemente chamánico, se ha sugerido que algunas placas muy elaboradas como
las de formas triangular al igual que figuritas de animales que poseen agujeros,
podrían haber sido cosidas sobre las vestimentas rituales de los chamanes, además
de que por su ubicación en los entierros, otras piezas como las trapezoides y
tridentes junto con un tipo de “coronas” y los punzones, podrían haber sido
amarrados sobre una base de piel y tela para formar parte de los tocados, a la
manera de aquellos portados aún en tiempos recientes por los chamanes
siberianos14.
Ahora bien, los lapidarios del Neolítico chino no solamente sabían distinguir
entre el jade verdadero y otros minerales de jades impuros y pseudo-jades como la
serpentina o la bowenita, sino también hacían ya una selección explícita entre
diferentes calidades de la nefrita y tales otros materiales sustitutivos
correspondientes a la categoría más amplia de los “jades culturales”; de esta
manera se usaban piedras de diferentes calidades físicas para formas y funciones
distintas, y la naturaleza sagrada que éstas poseían podía haber dependido
directamente de las propiedades intrínsecas del material natural.15 Así, mientras
que los discos no decorados se confeccionaban con nefritas de menor calidad o
semi-nefritas, aquellas piezas que ostentaban intrincados diseños, en particular los
objetos cilíndricos, diversos tipos de pendientes y algunas hachas finamente
pulidas, se manufacturaban con nefritas de gran calidad. Destaca que en
cementerios Liangzhu importantes como Fanshan, alrededor del 90 % de los
objetos funerarios recuperados por los arqueólogos, eran elaborados en minerales
de nefrita.
Tal como se pudo inferir del entierro del joven “chamán” de la Tumba 3 de
Sidun descrito arriba, es notorio que además existió un orden fijo en cuanto a la
colocación o disposición de tales objetos de jade exquisitos en los entierros más
suntuosos, lo cual parece haber estado directamente relacionado con el estatus
social de los individuos sepultados y posiblemente también con las esenciales
funciones religiosas a que estaban asociados los miembros de la elite Liangzhu.
Entierros en cementerios como Yaoshan o Fanshan inclusive estuvieron
acompañados con víctimas humanas sacrificadas que junto con la sofisticada

13
Wen Guang y Zhichun Jing, op.cit., y “Chinese Neolithic Jades”: A Preliminary
Geoarchaeological Study”, Geoarchaeology, vol. 7, núm. 3, pp. 251-275, 1992.
14
Jean M. James, op.cit.
15
Tsui-Mei Huang, 1992b, op.cit.

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Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

parafernalia ritual en que sobresalen los bi y los cong, de seguro dotaron de un


poder místico y espiritual excepcional a los jefes de dichas sociedades complejas
tempranas y que deben de haber constituido componentes esenciales de
impresionantes ceremonias mortuorias en que se depositaron tales lujosos
ajuares16. Por su parte, la existencia de determinados patrones funerarios hace
suponer que en estas ceremonias se siguieron reglas suntuarias o normas rituales
explícitas, patentes en la distribución particular de los objetos de jade en los
entierros, así como en el número, la calidad y el tipo de jades ofrendados en tanto
insignias del rango social y el poder ritual, e incluso en relación con la ubicación
de cada entierro en hileras determinadas dentro de los cementerios localizados
sobre colinas o plataformas ceremoniales. Para varios investigadores chinos, el
uso codificado de los objetos de jade en los ritos funerarios de entierros Liangzhu
atestigua el origen del característico sistema ritual chino (li), 17 tal como se
encuentra documentado en fuentes históricas posteriores de los periodos de las
dinastías Zhou y Han.
La estrecha interrelación entre aspectos políticos, religiosos y económicos
que nos revela el uso suntuoso de jades como marcadores de distinción social y
como implementos rituales para importantes ceremonias religiosas en estas
tempranas culturas teocráticas del Neolítico chino, además nos lleva a inferir la
conformación de determinados esquemas de la especialización artesanal. A este
respecto, expertos en el estudio de jades chinos como Wang Mingda 18 han
postulado que estas piezas valiosas eran hechas por los propios chamanes quienes
usaban objetos de este material preciado para realizar determinados rituales, lo
cual a la par les permitió sustentar un monopolio sobre la comunicación con las
entidades sobrenaturales, de manera que se configuró una relación estrecha entre
el liderazgo religioso y el control de la producción artesanal de dichos artículos
críticos. Tal como reiteran investigadores taiwaneses: “Los chamanes, figuras
religiosas con ritos exclusivos para conducir rituales de veneración también eran
los maestros únicos de las técnicas de cortar el jade y que los facultaban para
interactuar como intermediarios entre los mortales y el mundo sobrenatural.”19
Al llamar la atención sobre una significativa conexión que debe de haber
existido entre el conocimiento cosmológico y el jade u otros materiales
privilegiados empleados en primer lugar para propósitos rituales,20 autoras como

16
Ibid.
17
Sistema que consiste en determinados protocolos rituales que norman el tipo y la cantidad de
objetos funerarios de acuerdo con la posición social de los individuos.
18
Wang Mingda, Kaogu núm. 6, 1992, apud. Paola Dematté, op.cit., p. 220.
19
“Introduction”, en Collectors’ Exhibition of Archaic Chinese Jades, Ch’in Hsiao-I (director),
Taipei, National Palace Museum, 1995, p. 32.
20
Jing, 1999 apud. Paola Dematté, op.cit.

367
Walburga Wiesheu

Li Liu 21 han entonces sugerido que las propias elites podrían haber estado
directamente involucradas en la producción de bienes de prestigio, o al menos en
lo que se refiere a las etapas finales de la cadena productiva. Argumentando que
tales bienes son producto tanto de “mentes como de manos”, ella hace notar que
de modo sugerente en entierros Liangzhu figuraban piezas de jade no terminadas
y no pulidas, o con marcas del trabajo artesanal en diferentes etapas del proceso
de manufactura, y que en ocasiones tales piezas incluso estaban colocadas en
grandes cantidades en las tumbas de los miembros de la elite, lo cual en efecto
llevó a dicha arqueóloga a conjeturar que:

[…] pueden haber sido los mismos grupos de elite que poseían el
conocimiento cosmológico, que tenían acceso a la materia prima y que
controlaban la producción y distribución de los productos terminados. De
este modo, individuos de la elite podrían haber construido redes de poder al
monopolizar diferentes etapas de la producción de bienes de prestigio. […]
Las formas de arte compartidas pueden haber sido el resultado de la
interacción entre practicantes rituales que eran tanto artesanos como
22
personajes de líderes o jefes.

A través de tales redes del poder centradas en el estatus individual y el


intercambio a larga distancia de bienes de alta valoración social, las elites
emergentes podrían haber cimentado vitales alianzas estratégicas a un nivel
interregional. La patente articulación entre sistemas de creencias, prácticas
religiosas y sistemas político-económicos en que líderes o grupos de elite
asumieron el control sobre el trabajo artesanal y la circulación restringida de
objetos de “carga ideológica”, y al mismo tiempo manipulaban ritualmente el
conocimiento cosmológico, refleja no sólo la existencia de estrategias de redes23
apuntaladas en tales artículos clave en tanto importante base del poder
centralizado en dichas jefaturas neolíticas de evidentes matices teocráticos sino
también permite inferir esquemas de organización de una “economía ritual”, tal
como se ha propuesto para culturas como la olmeca y la maya en el área de las
civilizaciones mesoamericanas.24

21
Li Liu, op.cit.
22
Ibid., p. 14.
23
El predominio de este tipo de “estrategias de redes” focalizadas en el status individual de
miembros de elite, como claramente opuestas a “estrategias corporativas” con esquemas colectivos
de organización, se infiere para las sociedades jerárquicas de las etapas formativas tanto de la
civilización china como del área mesoamericana.
24
Véase para más detalles respecto a este nuevo marco interpretativo formulado con base en la
economía prehispánica en Mesoamérica, a Christian E. Wells, “Recent Trends in Theorizing

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Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

A una gran escala geográfica, en la última etapa prehistórica de China,


objetos de jades rituales como los discos, los objetos cilíndricos, los cetros
ceremoniales, así como numerosas figuritas de animales de aves y tortugas,
claramente representan formas transregionales sujetas a una amplia circulación en
varias culturas del jade de la Era Longshan.25 Empero no sabemos cuál fue el
mecanismo específico que llevó a tan vasta difusión y distribución interregional
de dichas piedras ‘preciosas’, ya que éstas también pudieron haberse
manufacturado localmente, tratando de emular tales bienes de elite originados por
sobre todo en las brillantes culturas del jade de las áreas costeras de China; por lo
tanto, no está claro aún si los objetos de jade de culturas neolíticas terminales
desarrolladas en áreas interiores del país se producían a nivel local o si en efecto
eran importados a través de extensos intercambios recíprocos y procedían pues de
las mismas fuentes que los jades Liangzhu 26. En cuanto a éstos últimos, estudios
arqueométricos puntuales nos indican que las materias primas para las tan
variadas y exquisitas piezas talladas quizás por los propios miembros del sector de
la elite, eran extraídas de yacimientos locales y que por consiguiente no venían de
fuentes como las localizadas en Asia Central, Rusia, Corea o Taiwán, ni tampoco
de otros depósitos existentes en las provincias chinas de Sichuan, Henan y
Liaoning.27
La distribución de insignias distinctivas y objetos de uso ceremonial, sugiere
por otro lado que durante el tercer milenio a.C. se estableció una esfera de
interacción que vinculó a varias sociedades regionales jerarquizadas, misma que
coincide aproximadamente con el área trazada en cuanto a un “Horizonte
Longshanoide”, propuesto originalmente por K.C. Chang con base en artefactos
líticos y cerámicos diagnósticos de la Costa Oriental de China.28 Pero la actual
evidencia arqueológica también muestra que la intensa interacción cultural entre
jefaturas regionales adquirió un carácter cada vez más conflictivo, al punto que al
terminar el Neolítico las frágiles e inestables redes del poder apuntaladas en el
intercambio de bienes suntuosos se desintegraron y que la otrora próspera
industria de jades declinó, lo cual en parte podría deberse a que las fuentes locales
de nefritas se hayan agotado. 29 Aún así, el extenso arte mágico-ceremonial

Prehispanic Mesoamerican Economies”, Journal of Archaeological Research, vol. 14, pp. 265-312,
2006.
25
Li Liu, op.cit.
26
Tsui-Mei Huang, 1992b, op.cit.
27
Tsui-Mei Huang, ibid..; Guang Wen y Zhichun Jing, “A Geological Study of Chinese Archaic
Jade”, op.cit.
28
Tsui-Mei, Huang, ibid.
29
A lo que se debe agregar la incidencia de severos desastres naturales; véase para una discusión
de los posibles factores que llevaron al colapso de las otrora florecientes teocracias del jade en la
etapa de transición a la Edad del Bronce en China, a Tsui-Mei Huang, ibid. y Li Liu, op.cit.

369
Walburga Wiesheu

manifiesto en los jades característicos de las culturas neolíticas terminales junto


con el incipiente sistema ritual que reflejan, influyeron de un modo significativo
en la matriz cultural de la civilización china que se cristalizó en la siguiente etapa
de la Edad del Bronce.
De manera semejante, al otro lado de la Cuenca del Pacífico, las nacientes
elites mesoamericanas de finales del Formativo Temprano (1600-900 a.C.) y
sobre todo en el Formativo Medio (900-400 a.C.), interactuaron a través de
estrategias de red e impulsaron el trabajo lapidario junto con el intercambio de
bienes suntuosos como lo fueron en gran medida los objetos elaborados en jadeíta
y otras piedras verdes30, lo cual dio lugar a un estilo pan-regional y una extensa
escala de interacción manifiestos en una iconografía compartida que a la vez
pudiera expresar valores sociales e ideológicos comunes que prevalecieron en
amplias partes del área mesoamericana. Puesto que su uso y simbolismo
prevalecientes nos indican la existencia de un mismo marcado ceremonialismo
manejado en el marco de patrones de una economía ritual, tal como lo hemos
tratado de ilustrar en este trabajo más que nada con el ejemplo de las culturas del
jade de la última etapa predinástica de China, podemos aquí inferir esquemas
parecidos de un control central sobre artículos críticos manufacturados en la
piedra verde preciosa, el cual vino aparejado de un poder monopólico sobre el
conocimiento sagrado. Como apunta en este sentido David Freidel, además de un
tesoro económico, los mesoamericanos consideraban al jade: “…como un material
intrínsecamente dotado de un gran potencial mágico, que es poder político y
social, a través de su talla y manipulación ritual.”31
En el Horizonte Olmeca del Formativo Medio, destacan entre los objetos de
valor confeccionados en este material, las celtas, hachas votivas y cetros
ceremoniales empleados como insignias del poder y para fines rituales; figuran
además numerosas estatuillas y máscaras o mascarillas con motivos felinos,
ofrendas masivas de bloques de serpentina con mosaicos simulando mascarones
con el rostro estilizado de jaguar. Pero llaman nuestra atención en particular las
llamadas “figurillas de la transformación chámanica” que revelan la importancia

30
En Mesoamérica, las jadeítas y otras piedras de coloración verde, se encontraban
simbólicamente asociadas a lo verde y lo perenne, y con ello a la vegetación, el maíz, la
fertilidad, la vida, la cosmovisión y los cuatro rumbos cardinales; veáse a Karl Taube, Olmec Art
at Dumbarton Oaks, Washington D.C., Dumbarton Oaks Research Library and Collection, No.2,
2004; y Karl Taube, “The Symbolism of Jade in Classic Maya Religion”, Ancient Mesoamerica,
núm. 16, pp. 23-50, 2005.
31
David A. Freidel, “The Jade Ahau. Toward a Theory of Commodity Value in Maya
Civilization”, Precolumbian Jade, Frederick Lange (ed.), Salt Lake City, University of Utah, pp.
149-165, 1993.

370
Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

del elemento de la transformación mágica de hombre en jaguar en el contexto de


prácticas mágico-religiosas del tipo chamánico (Figura 3).32
Cabe menionar que la jadeíta utilizada en Mesoamérica y proveniente de la
única fuente hasta ahora comprobada, la de los ya mencionados depósitos
localizados en el Valle de Motagua en Guatemala33, debe de haber sido un
material preciado bastante escaso que quizás circulaba en forma de celtas y que a
menudo fuera reutilizado como es el caso también de las celtas estilizadas de la
famosa Ofrenda 4 del sitio de La Venta en Tabasco, el principal centro ceremonial
en el área metropolitana de los olmecas en la Costa del Golfo, y las cuales parecen
haber sido reelaboradas a partir de pectorales o mitades de hachas que
originalmente habrían representado la imagen de una figura olmeca voladora.34
En la elaboración de dichas piezas de jade y otras piedras verdes colocadas
en tumbas como parte del ajuar funerario, en cistas, en plazas o en la base de
edificios sagrados en calidad de ofrendas de construcción, así como acomodadas
en ocasiones para conformar complejos mosaicos, los artesanos del Formativo
mesoamericano asimismo hicieron una selección específica de las piedras de
acuerdo con la calidad y los colores de la materia prima.35 Con base en un
análisis realizado de las celtas descubiertas en los sitios de El Manatí en Veracruz
y Cantón Corralito en Chiapas, Olaf Jaime-Riverón infiere que en el Formativo
Temprano se prefirieron tonos obscuros como el jade negro y azul así como
serpentinas obscuras en tanto que en el siguiente periodo del Formativo Medio, se
escogieron materiales más claros 36 . El mismo autor ha determinado que las
serpentinas provenían de Cuicatlán en el Estado de Oaxaca y de Tehuitzingo
ubicado en la parte Sur del Estado de Puebla. 37 En el transporte de estos

32
Karl Taube, Olmec Art at Dumbarton Oaks, op.cit.; Peter T. Furst, “Shamanism,
Transformation, and Olmec Art”, en The Olmec World. Ritual and Rulership, Michael Coe et al.
(ed.), Princeton, The Art Museum, Princeton University, pp. 69-81, 1995.
33
Se piensa que quizás hayan existido otros yacimientos de la jadeíta en el Estado mexicano de
Guerrero, en Costa Rica o en Cuba. Décadas atrás, Michael Coe había planteado la existencia de
una posible “Ruta del Jade” que conectaba el área nuclear olmeca en la Costa del Golfo, con
Guerrero.
34
Olaf Jaime-Riverón, “Entre saurios y felinos. Nuevos invitados llegan a las tierras bajas”, en
Tabasco Prehispánico, Lorenzo Ochoa (coord.), Villahermosa, Gobierno de Tabasco, pp. 46-73,
2001; Karl Taube, “La jadeíta y la cosmovisión de los olmecas, Arqueología Mexicana, vol. XV,
núm. 87, pp. 43-48, 2007.
35
Richard G. Lesure, op.cit.; Olaf Jaime-Riverón, “Olmec Greenstone in Early Formative
Mesoamérica: exchange and process of production”, Ancient Mesoamerica, pp. 1-14, 2010, en
prensa.
36
Olaf Jaime-Riverón, ibid.
37
Ibid.; y Olaf Jaime-Riverón et al., “Estudio de la serpentina olmeca: extracción, producción y
consumo de piedra verde durante los periodos Formativo Temprano y Medio en el sur de la Costa

371
Walburga Wiesheu

materiales las vías fluviales deben de haber jugado un papel relevante, lo cual
también fue el caso las culturas del jade costeras de China, en que asimismo el
transporte marítimo pudo haber sido importante.
A manera de conclusión, en ambas culturas y eminentes civilizaciones del
jade, el control sobre la producción y circulación restringida de bienes de valor
como lo fueron en particular los objetos de jade en las etapas formativas de su
desarrollo, representaba una vital fuente del poder político, religioso y económico
ejercido por los incipientes grupos de elite que encabezaban las primeras
sociedades complejas a ambos lados de la Cuenca del Pacífico. En estas
tempranas “teocracias del jade”, estos objetos materializaban valores sociales
críticos así como creencias y actos rituales excluyentes. En el marco de la
constitución de sistemas de una economía ritual, el control sobre esta tecnología
del prestigio que representó la talla de dichas piedras “preciosas”, permitía a los
miembros de la elite una estratégica movilización de tales bienes exóticos a través
de amplias redes de intercambio e interacción, a la par de una manipulación
exclusiva del conocimiento sagrado y esotérico que ellos mismos aplicaban en el
excelso trabajo lapidario de estas “gemas” utilizadas en primer lugar como
insignias del poder social y como parafernalia ceremonial en vitales prácticas
mágicas y religiosas de una naturaleza esencialmente chamánica.

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Figura 1: Principales regiones y culturas del jades de finales del Neolítico en China, con
objetos representativos. Fuente: Tsui-Mei Huang, 1992b, p. 45.

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Walburga Wiesheu

Figura 2: Objeto cílindrico (cong) de la Cultura Liangzhu, y detalle del motivo chamánico
de la máscara doble de hombre y animal. Fuente: K.C. Chang, 1989, p. 43.

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Culturas Tempranas del Jade en las Civilizaciones de China y Mesoamérica:
Economía de una Piedra ‘Preciosa’ en las Etapas Formativas de su Desarrollo

Figura 3: Figurilla olmeca de la transformación chamánica de hombre en jaguar. Fuente:


Karl Taube, 2004, Lámina 6.

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