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TEMA 19: LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. COMPORTAMIENTO DEMOGRÁFICO.

FENÓMENOS MIGRATORIOS.

1. FUENTES DEMOGRÁFICAS

La Geografía de la población es una disciplina relativamente reciente, aunque tiene


precedentes bastante antiguos en el siglo XVIII y aún antes. Los cronistas de Indias se
encargaron de levantar una especie de censos de población indígena con el fin de establecer
los repartimientos de tierra y las encomiendas de indígenas: las encomiendas más ricas eran
las que mayor número de indígenas tenían. En el siglo XVIII aparecieron numerosas
enciclopedias geográficas que sólo servían para incorporar datos diversos fuera de la
población de cada zona, región o ciudad, o bien de las características de dicha población: tal es
el caso de la obra cumbre de Antonio José Cavanilles, las Observaciones sobre la Historia Natural,
Geografía, Población y Frutos del Reino de Valencia. Son dignos de mencionar el Catastro de
Ensenada (iniciado en 1749 en 15.000 lugares de la Corona de Castilla) y el Censo de
Floridablanca (realizado entre 1785-87 y considerado el primer censo español de población
siguiendo estadísticas modernas).

En el siglo XIX es especialmente importante la obra de Madoz. La idea de que el país


más rico era el más poblado continuó hasta finales del siglo XIX, como puede verse en la Gaceta
de Madrid —la precursora del Boletín Oficial del Estado (BOE)— cuando se refiere a la
población de Cuba, destacándose su superioridad con respecto a algunos estados
norteamericanos por el hecho de tener una densidad de población superior a estos en uno o
dos habitantes por milla cuadrada.

En los años 40 del siglo XX encontramos estudios de médicos y sociólogos en los que
predominaba la temática natural (nacimientos y defunciones). Son muy representativos los
estudios sobre la mortalidad infantil, aunque sin componente espacial, y los estudios de
natalidad de Ros Gimeno con tendencia pronatalista, que se convirtió en uno de los precursores
del estudio de la geografía de la población en la España. También destaca Perpiñá con estudios
sobre la distribución de la población. En los años 50 aparecen estudios regionales derivados
de la geografía regional —con carácter descriptivo y explicativo— de autores como José
Manuel Casas Torres y Manuel de Terán. En los años 60 destacaron otras temáticas, como la
geografía histórica, con estudios como los de Livi Bacci y Nadex que analizaban la población
española desde el s. XVI al XX. Los estudios de Cartelux y García Barbancho se concentraron
en las corrientes espaciales de moda, dado que España iniciaba su ciclo demográfico
migratorio a Europa y también del campo a la ciudad. En los años 70 predominaron los
estudios conjuntos de la población, siendo la fecundidad su principal temática. En los años 80
se consolidó la investigación de geografía de la población, tratando temas muy diversos.

Actualmente en España el Instituto Nacional de Estadística (INE) organiza las fuentes


demográficas con la función de recoger, elaborar, analizar y publicar la mayoría de las
estadísticas españolas. Se encarga del censo, la encuesta de población activa, las migraciones,
etc. desde 1945. El Censo de población es la principal fuente de información, que también se
elabora a nivel mundial. La ONU define el censo como un conjunto de operaciones
encaminadas a reunir, resumir, valorar y publicar los datos de tipo demográfico, cultural,
económico y social de todos los habitantes de un país en un momento concreto. En España no
se hizo hasta 1857, aunque hubo otros precedentes de recuento demográfico, como el censo de
la población de las provincias y partidas de la corona de Castilla en 1591, con finalidad muy
diferente al actual; era de tipo fiscal y militar. Desde 1857 se han realizado 16 censos. El censo
de población es a nivel estatal y sus divisiones administrativas, tiene una periodicidad de 10
años y un fin exclusivamente estadístico, siendo además los resultados públicos. Las cuestiones
que aborda el censo se agrupan en varias categorías: la primera hace mención a las
características geográficas, lugar de nacimiento y de residencia; la segunda categoría nos habla

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FENÓMENOS MIGRATORIOS.

de las características personales y familiares (las personales hacen referencia al sexo, estado
civil, fecha de nacimiento y nacionalidad); el tercer bloque son las características culturales, de
las que la variable que más destaca es el nivel de instrucción; el cuarto bloque son las
características económicas, en las que prima el elemento de la población activa y otras variables
como la población ocupada y en paro, etc.

Otra fuente es el Padrón municipal el cual es un registro de competencia local en el


que se contiene la relación de los habitantes de los municipios; al ser local, esta función
depende de los ayuntamientos. Se registra la población de un municipio, nombre, apellidos,
domicilio, estado civil y profesión. Tiene carácter nominal. Se renueva cada 5 años y se ratifica
anualmente. Es un documento dinámico, contabiliza los nacimientos, defunciones y los
cambios de residencia y la municipalidad. Una de las diferencias es que el censo cuenta con más
información que el padrón, aparte los datos del censo son numéricos, en cambio los del padrón
son nominales. El censo tiene un alcance nacional y es realizado bajo la responsabilidad del
Estado, en cambio el padrón está bajo la responsabilidad del ayuntamiento y tiene un alcance
municipal. El Registro Civil es la herramienta para elaborar las estadísticas del movimiento
natural de la población, las cuales nos proporcionan información sobre los acontecimientos
vitales de la población, nacimientos, defunciones y matrimonios. Nomenclátor es una relación
de entidades de población que tienen los municipios, forma parte del censo y constituye una
de sus publicaciones que recoge pedanías, villas y aldeas que dependen de un municipio. Se
suele utilizar en estudios de carácter local. Los anuarios estadísticos recopilan datos
demográficos y sociales que normalmente tienen referencias al resultado de los censos,
seleccionan datos del censo y los publican. En cuanto a las encuestas, la más importante es la
de población activa (EPA), que contiene la información recogida en el censo y el padrón y a
partir de ahí ofrece datos sobre la población activa, ocupada, desempleo, etc., todo ello para el
conjunto nacional, regional o provincial. Ha sido muy criticada porque no responde a analizar
poblaciones laborales como la economía sumergida, subempleo, paro, etc.

2. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN. LA DINÁMICA ACTUAL

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN

En opinión de Gil Olcina, en su obra Geografía de España (2001), nuestro país ha vivido
un modelo de transición demográfica semejante al del resto de los países de Europa
Occidental, pero con retraso, que se ha basado en el paso de una población con altos índices
de natalidad y fecundidad a otra con tasas muy bajas. Este modelo presenta las siguientes
etapas: etapa primitiva, que muestra altas tasas de natalidad y mortalidad con débil
crecimiento vegetativo; etapa de transición, la cual se subdivide en una primera fase donde
empiezan a desaparecer las sobremortalidades debidas a la mortalidad ordinaria con una
natalidad todavía alta, y una segunda fase donde la mortalidad continúa en descenso y la
natalidad empieza a recortarse; etapa evolucionada con bajas tasas de natalidad y mortalidad
y crecimiento moderado.

Etapa primitiva demográfica. Duración: alcanza hasta mediados del siglo XVIII,
aunque todavía a finales del XIX padezcamos grandes epidemias. En los diecisiete primeros
siglos de nuestra era España pasó de 5,3 millones de habitantes a 7,5 millones, un crecimiento
menor al de muchos países europeos. Causas: altas tasas de natalidad y mortalidad con débil
crecimiento vegetativo, el largo período de la Reconquista, la colonización americana y la
política de hegemonía europea con la consecuente sobremortalidad bélica. Siglo XVI:
superadas las guerras interiores y a pesar de las pérdidas de población de la primera
colonización, es un siglo expansivo demográficamente gracias a las grandes posibilidades
económicas brindadas por la conquista de América y la expansión en Europa. Sin embargo, a

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finales de siglo la crisis económica y social era ya patente. Siglo XVII: nuestra población pasó
de 8 a 7,5 millones por causas como las tres epidemias de peste, la emigración a América, la
expulsión de los moriscos, la sobremortalidad bélica, y las malas cosechas con sus hambrunas.
Siglo XVIII: la población española experimentó una expansión importante, de 7,5 a 11 millones
de habitantes, por lo que se habla de un crecimiento "hacia adentro" debido a la mejora de la
economía y de la dieta del español.

Etapa de transición demográfica. La población española cambia cuando la Revolución


Industrial transforma sus estructuras demográficas tradicionales para adaptarlas a otras más
acordes con los nuevos tiempos. La primera etapa de transición llega hasta principios del siglo
XX, la segunda etapa hasta 1970. La mortalidad disminuye cuando se pone fin a las grandes
guerras de siglos anteriores, y cuando los monarcas ilustrados reforman la agricultura. Así
sucede a mediados del siglo XVIII, cuando la introducción del maíz y de la patata como
cultivos populares hace reducir los índices de mortalidad por hambre. Sin embargo, siguieron
existiendo grandes epidemias, la viruela sustituyó a la peste de siglos anteriores; el cólera se
dejó sentir en los años 1834, 1853, 1865 y 1885; y la tuberculosis pasó a ser la enfermedad de
los hacinamientos urbanos de fines del siglo XIX y afectó fundamentalmente al proletariado.
Causas: es a principios del siglo XX cuando empezaron a desaparecer las sobremortalidades,
debidas a la mortalidad ordinaria, mientras se mantenía una natalidad todavía alta. Desde
entonces la mortalidad continuó en descenso y la natalidad empezó a recortarse. Primera
mitad del siglo XIX: la población española siguió creciendo a un ritmo similar al europeo-
occidental, a pesar de la Guerra de la Independencia, la emancipación americana y de algunos
períodos de hambre y de epidemias. Segunda mitad del XIX: se recortó el crecimiento anual
acumulativo, quedando reducido casi a la mitad del europeo. Esto se debió a las oleadas
migratorias hacia a América y a las todavía fuertes mortalidades, como la del cólera de 1885.
Primer decenio del XX: la mayoría de las regiones españolas se incorporaron ya a la transición
demográfica, recortándose la mortalidad y empezando el recorte de la natalidad. La población
alcanzó los 18 millones en 1900. Años 20: se produjo un cierto recorte en el crecimiento anual
acumulativo provocado por la epidemia de gripe de 1918 y por la fuerte migración exterior.
Veinte años siguientes del siglo XX: la crisis económica del 29, la guerra civil y la posguerra
redujeron el crecimiento acumulativo. Sin embargo, el conjunto de la primera mitad del siglo
XX supuso un crecimiento anual superior al europeo, azotado por las dos Guerras Mundiales.
1950-1970: la natalidad, muy por encima de la europea, consiguió situar la tasa anual de
crecimiento en valores altísimos, en 1950 éramos 28 millones de españoles y en 1970
alcanzamos la cifra de 33 millones.

Etapa evolucionada demográfica. El aspecto quizás más relevante de esta fase es que
en ella se inicia el control de la natalidad. El tipo de vida, que imponen la ciudad y las nuevas
condiciones de trabajo de la industria, obliga a replantear el concepto tradicional de familia
numerosa. Ahora, un menor número de hijos es más apropiado para la vida urbana, pues las
casas son pequeñas, las necesidades de formación y de manutención de los niños son mayores,
y los trabajos en la industria, limitados. En consecuencia, la población se mentaliza y controla
su natalidad. Cuando la industria química aporte los anticonceptivos, este control se hará más
efectivo. Ante el descenso de la natalidad, la población frena su espectacular subida y entra en
una situación de equilibrio. Duración: fue en los años 60 cuando se produjo la modernización
de la sociedad española, siendo a lo largo de esta década cuando finalizó la etapa de transición
demográfica. Causas: bajas tasas de natalidad y mortalidad y crecimiento moderado. 1970-80:
la crisis del petróleo de 1973 provoca un colapso en la economía industrial, frena el bienestar
recortó la natalidad y todavía la mortalidad. Regresaron los emigrantes entre 1970-75. En 1975,
la muerte de Franco hace cambiar los comportamientos natalistas ante los nuevos
planteamientos ideológicos de la transición demográfica (secularización de la sociedad, nueva
legislación sobre métodos anticonceptivos, etc.). En 1980 éramos cerca de 38 millones de

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españoles. 1980-1990: se redujo a la mitad el crecimiento acumulativo anual y alcanzamos los


39 millones de habitantes en 1990. 1990-2000: en esta década el comportamiento demográfico
español era muy semejante al del resto de los países desarrollados de Europa; la natalidad bajó
completamente y alcanzamos el crecimiento cero. En 2000 llegamos a los 40 millones de
españoles. Primera década del siglo XXI: a lo largo de esta década el crecimiento acumulativo
aumentó debido a la llegada masiva de población inmigrante, superando los 47 millones en
2010, que ha sido hasta el momento el techo de la población nacional. 2010-2015: a partir de
2012 se empezó a notar el descenso de la población española, ocasionado por un descenso del
número de nacimientos y un aumento de la emigración provocado por la crisis económica. En
2015 la cifra de españoles ronda los 46,6 millones.

LA DINÁMICA ACTUAL

Actualmente, para Veyret-Verner, España presenta un régimen demográfico viejo,


donde la división entre la población de más de 60 años entre la de menos de 20 años es igual o
superior a 0,5. Nuestra dinámica actual se caracteriza por un crecimiento vegetativo débil
consecuencia de la baja natalidad y elevada tasa de mortalidad por una población envejecida,
típico de los países desarrollados. Entre sus ventajas: crecen los recursos más que la población;
la población activa no tiene que sostener una base ancha de jóvenes; la población elige los
mejores puestos de trabajo. Inconvenientes: debido al aumento de la esperanza de vida ante las
mejoras sanitarias tiene lugar un consecuente aumento de la población anciana. El principal
inconveniente de este hecho radica en los elevados costes sociales al tener que mantener un
elevado porcentaje de población mayor de 65 años que no trabaja y que representa un elevado
gasto en políticas sociales y sanitarias, en particular el mantenimiento del sistema de
pensiones, cuya balanza de pagos queda seriamente dañada cuando el número de pensionistas
supera al de trabajadores; al tener menos hijos disminuye la población activa y algunos
gobiernos han decidido apoyar la inmigración en épocas de bonanza económica para ocupar
los peores puestos de trabajo, lo que se traduce en actitudes de xenofobia y problemas de
integración; a largo plazo el país pierde vitalidad, es un rasgo que supone una menor
innovación en todas las sociedades envejecidas, afectando especialmente a los cuadros de
mando ocupados por trabajadores cualificados sexagenarios, fenómeno conocido por el
nombre de gerontocracia.

3. LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN

Se denomina estructura de la población a la clasificación de los componentes de una


determinada población atendiendo a diferentes variables. Si clasificamos a la población según
la edad y el sexo estaríamos realizando una estructura demográfica, si clasificamos a la
población según el trabajo que realiza, tendríamos una estructura profesional, y así podemos
hacer con otros muchos factores como la religión, el idioma, el origen étnico, etc.

La estructura demográfica de la población española es su distribución por edad y sexo.


Esta distribución suele representarse en un gráfico de barras horizontales (histograma) —
denominado pirámide de población— en la que quedan reflejados las proporciones respecto
al total de la población, de hombres (a la izquierda del gráfico) y mujeres (a la derecha del
gráfico), y los diferentes grupos de edad (de cinco en cinco años), representados en forma
barras. Para analizar una pirámide debemos tener en cuenta no sólo los acontecimientos
demográficos, sino también los económicos, sociales, políticos, catastróficos, sanitarios, etc. A
fecha de 2015 nuestra pirámide pone de manifiesto los siguientes fenómenos: la distribución por
sexos es desigual en la base y en la cumbre. Mientras que en la base existen más hombres que
mujeres, la esperanza de vida de las mujeres es más alta, por lo que en los tramos intermedios

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se equilibran y en los tramos altos el número de mujeres supera tres veces al de los hombres.
Los estratos de edades más jóvenes decrecen de forma progresiva hasta estancarse, aunque en
los últimos años se ha registrado un ligero aumento debido a la mayor natalidad de la
población inmigrante; los menores de 15 años oscilan en torno al 15% de la población. Es
patente un crecimiento de los estratos de edades adultas y viejas como consecuencia del
aumento de la esperanza de vida, alcanzando el 22% del total. En la pirámide se detecta un
ensanchamiento importante producido por el crecimiento demográfico de los años de 1950-70,
pero todavía se perciben huellas del conflicto civil y del déficit natalista de postguerra.

ESTRUCTURA PROFESIONAL

Se entiende por población activa aquella que está en edad (igual o más de 16 años) y
en disposición de trabajar. La población activa se subdivide en población ocupada (la que tiene
un empleo retribuido) y población parada (la que no trabaja, aunque desearía hacerlo —busca
empleo y no lo encuentra—). La población inactiva es la que ni tiene ni busca trabajo
remunerado; incluye a los jubilados, los estudiantes, las amas de casa, los incapacitados,
rentistas, retirados, etc. En los momentos actuales se pueden señalar dos rasgos significativos
en relación con la población activa: uno es el crecimiento de la misma desde los años 70 y el
otro es el considerable y acelerado incremento que las cifras de paro están viviendo en la
actualidad. La tasa de actividad en España se sitúa en el 60%, aunque es todavía inferior a la
de los países europeos (65%). Este crecimiento es debido en buena parte a la incorporación
creciente de la mujer al mercado laboral y a los recientes aportes de la inmigración. Por sexos,
existe un predominio de la tasa de actividad masculina (58,5% frente a un 41,5% de las
mujeres). La tasa de paro relaciona la población en paro y la población activa. El paro
evoluciona según los ciclos económicos, ya que depende preferentemente de la marcha de la
economía. Hasta 1975, la tasa de paro en España era muy baja, en torno al 3%, debido a la
emigración a Europa y a la débil incorporación de la mujer al mercado laboral. Esta tasa se
dispara desde la segunda mitad de los setenta, alcanzando el 20% en 1985 debido a la
disminución de los puestos de trabajo durante la crisis económica y posterior reconversión
industrial. La fase de recuperación económica posterior (1986-1990) hizo disminuir el paro,
pero no de forma substancial, pues no desciende del 15% en 1990. El paro vuelve a repuntar
con la recesión económica reiniciada en 1991, elevándose de nuevo las cifras de paro a cotas
más altas en 1994 (25%). A partir de 1995, la conjunción de desarrollo económico y descenso de
la población que accede por primera vez al mercado laboral lleva la tasa de paro a sus mínimos
de los últimos treinta años, siendo del 8% a comienzos de 2007. Desde mediados del 2007 se
produjo un gran deterioro del mercado laboral como consecuencia de la crisis económica, la
cual colocó a España al frente de la UE con una tasa de paro superior al 26% en 2013. Según la
EPA, 2015 ha sido el primer año en reducir ligeramente la tasa de desempleo (por debajo del
24%), queriéndolo considerar un síntoma de recuperación económica.

La composición de la población activa española por sectores económicos presenta


características similares a las de nuestro entorno europeo (terciarización), aunque se haya
incorporado a ellas con cierto retraso. En estos momentos el sector primario ocupa una parte
ínfima de la población activa —por debajo del 5% de la población—, en un umbral que se
acerca ya mucho a los países europeos más avanzados. Nos encontramos, por tanto, en una
sociedad urbana que ya no es industrial, sino posindustrial, donde el 68% de la población
activa se encuentra empleada en el sector servicios.

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4. LOS MOVIMIENTOS NATURALES DE LA POBLACIÓN. DISTRIBUCIÓN DE LA


POBLACIÓN

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN

España está habitada por más de 46,5 millones de habitantes, según el Instituto Nacional
de Estadística (INE) en 2016. La densidad de población es de 92 hab/𝑘𝑚2, inferior a la de la
media de la Unión Europea de 114 hab/𝑘𝑚2. Esta población se encuentra repartida de forma
desigual por el territorio nacional encontrando grandes vacíos y grandes concentraciones
humanas. Vacíos: son áreas correspondientes a climas fríos, duros y secos, propios de la
Meseta, parte del Valle del Ebro y zonas de montaña como el Sistema Ibérico y los Pirineos.
Además de estos factores físicos indeseables, coinciden con ser áreas de escasas posibilidades
económicas. Concentraciones: tanto en nuestro país como a nivel mundial existe una
tendencia a la concentración de población en el litoral, siendo las provincias con proximidad al
mar las más habitadas tanto en el norte como en el sur de España, salvo el caso de Madrid,
Valladolid y Zaragoza, grandes ciudades situadas en el interior que han crecido por factores
humanos. El litoral español atrae a la población por su benevolencia climática y otras
condiciones físicas favorables, pero también por sus grandes actividades económicas
industriales, agrícolas con regadíos, pesca y turismo.

MOVIMIENTOS NATURALES DE LA POBLACIÓN

La natalidad y la mortalidad vienen condicionadas por un conjunto de causas de tipo


social y económico. Las causas de la disminución de la natalidad son diversas: destacamos los
cambios culturales como la relajación de creencias religiosas y los cambios de costumbres,
aunque también los cambios educativos que permiten conocer los mecanismos de control de
la natalidad, y los cambios socioeconómicos como la incorporación de la mujer al mundo
laboral. Otras cusas son el incremento del nivel de vida, los elevados costes que supone tener
un hijo, la crisis económica que ha generado paro e incertidumbre, la introducción del aborto
legal en 1985, el descenso de la mortalidad infantil, el incremento de la soltería, el retraso del
matrimonio, la postergación del primer hijo, la expansión de las uniones consensuales, la
expansión de los nacimientos fuera de matrimonio, el alza de las rupturas matrimoniales, y la
diversificación de las modalidades de estructuración familiar. También existen otros factores
históricos y religiosos que tienden a mantener una actitud populacionista manteniendo alta la
natalidad. La disminución de la mortalidad es siempre consecuencia de las mejoras
alimentarias, higiénicas y sanitarias. En los últimos años se ha producido una pérdida de
importancia de la mortalidad exógena ligada a enfermedades infeccioso-contagiosas, aunque
el relevo lo ha tomado una mortalidad endógena y degenerativa, estando las principales
causas de muerte asociadas a la triple c: corazón, cáncer y carretera.

El crecimiento natural. El crecimiento natural español se ha mantenido históricamente


bajo; empezó a aumentar a mediados del siglo XVIII, pero a finales del XIX todavía había
etapas en las que se mantiene negativo (año del cólera en 1885). A lo largo del siglo XX el
crecimiento de la población española supera el de Europa Occidental —aunque fue menor que
el de Europa Oriental—, consecuencia de una natalidad mayor que la europeo-occidental y de
una mortalidad no muy superior. Nuestro crecimiento se situó a principios de siglo en el 5,5‰;
la época de mayor crecimiento se produjo durante el desarrollismo de los 60 (baby boom),
alcanzando el 13‰. Solo ha habido dos momentos en que el crecimiento ha sido negativo en el
siglo XX, con la epidemia de gripe "española" de 1918 y la Guerra Civil. España ofreció en los
años 90 un crecimiento natural de 0,2‰ próximo al crecimiento cero. A principios del siglo
XXI se produjo un aumento como consecuencia de la mayor natalidad de la población
inmigrante, pero la crisis económica ha detenido ese aumento, dando lugar a un crecimiento
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nulo. La España con mayor crecimiento natural es la España con mayor natalidad, el sur
(Andalucía), el litoral Mediterráneo (en especial Murcia), los archipiélagos (Baleares y
Canarias), Ceuta y Melilla. La España con menor crecimiento vegetativo es la España con
menor natalidad y más envejecida (Castilla León, Asturias, Aragón y algunas provincias como
Lugo). Las ciudades han aportado históricamente una tasa más alta de crecimiento natural que
las zonas rurales, aunque siguen siendo más natalistas, actualmente se tiende a la uniformidad.

La natalidad. La natalidad española se ha mantenido históricamente alta, en torno al


35-40‰. Las tasas empezaron a descender en la última década del siglo XIX hasta situarse en
una posición intermedia (35‰) entre los países de Europa Occidental y los de Europa Oriental.
En el primer tercio del siglo XX se produjo un descenso suave de la natalidad, y la mayoría de
las regiones españolas se incorporaron a la transición demográfica. En los veinte años
siguientes el hundimiento es claro (16‰) debido a la crisis económica del 29, la Guerra Civil y
la postguerra, pues la política natalista del régimen de Franco no consiguió levantar las tasas
por la coyuntura económica negativa. Entre 1950-70 la natalidad española alcanzó el 21‰ —
muy por encima de la europea— debido a la apertura a Occidente y la estabilización de 1959.
Desde 1970 hasta el siglo XXI la natalidad no ha dejado de descender, con tasas de 10‰ a
finales de los 90 y 2011. España ofreció la tasa de fecundidad más baja del mundo en 1998 de
1,15 hijos/mujer; en 2014 la tasa de fecundidad era de 1,3 hijos/mujer. La España con menor
natalidad ofrece tasas inferiores al 8‰ y se sitúa en el Sistema Ibérico, la Meseta y provincias
como Lugo. La España con mayor natalidad es Andalucía, Murcia, Canarias, Baleares, Ceuta
y Melilla, es decir, aquellas que tienen población más joven pero también con la costumbre de
matrimonios más jóvenes. Las ciudades han aportado históricamente una tasa más alta de
crecimiento natural que las zonas rurales, aunque siguen siendo más natalistas por el
envejecimiento de la población rural y porque los partos se realizan en núcleos urbanos,
actualmente se tiende a la uniformidad.

La mortalidad. La mortalidad española se ha mantenido históricamente alta,


empezando a descender a mediados del XVIII, aunque a mediados del XIX todavía se situaba
en torno al 30‰, siendo las causas las malas cosechas (hambrunas), las epidemias y las guerras
tanto civiles como coloniales. Las tasas empezaron a descender en la última década del siglo
XIX. A lo largo del siglo XX se produjo un descenso continuado de la mortalidad, en 1900 era
del 28‰, y en 1930 del 17‰. Sólo ha habido dos momentos en que aumentó la mortalidad: la
epidemia de gripe "española" de 1918 y la Guerra Civil. España ofreció la tasa de mortalidad
más baja de Europa, un 8‰ en 1990, aunque el progresivo envejecimiento de nuestra población
ha provocado una ligera elevación a principios del siglo XXI. La esperanza de vida en 2015 era
de 82 años, figurando entre las más altas del mundo. La España con mayor mortalidad son las
provincias más envejecidas como la Galicia Oriental (Lugo, Orense), Sistema Ibérico (Soria,
Teruel y Cuenca), la Meseta y Asturias. La España con menor mortalidad son provincias de
mayor desarrollo económico y con población más joven como Andalucía, Murcia, Madrid,
Cataluña y los archipiélagos. Se observa cierto equilibrio entre la mortalidad en la ciudad y en
el campo, sin embargo, teniendo en cuenta el mayor envejecimiento de las áreas rurales, hoy
mueren más gente en los pueblos.

5. LA INCIDENCIA DE LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS

El geógrafo Rafael Puyol, catedrático de Geografía Humana de la Universidad


Complutense de Madrid, en su obra Demografía y políticas demográficas para una nueva década,
considera que a lo largo del siglo XX y principios del XXI España ha pasado de ser un país
migratorio de gran movilidad interior a ser un país receptor de inmigración con escasos
desplazamientos internos.

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FENÓMENOS MIGRATORIOS.

MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EXTERIORES

La emigración tradicional del siglo XIX a la primera mitad del XX. El destino estaba
centrado en ultramar, en particular Argentina, Brasil, Cuba, Venezuela y México. La mayor
parte del contingente migratorio procedía de la cornisa cantábrica, en concreto de Galicia,
también de Canarias (hasta la llegada del turismo a esta región en los años 60). Las causas de
esta migración eran: el superávit de mano de obra causado por la revolución demográfica; la
incapacidad de la economía española para absorber este excedente de mano de obra; la
vecindad del océano; cierto espíritu de aventura. La corriente emigratoria se fue intensificando
durante la segunda mitad del XIX, aumentando de manera progresiva a finales del XIX y
principios del XX hasta alcanzar su paroxismo en vísperas de la Primera Guerra Mundial.
Desde 1919 se reanudó la corriente emigratoria, pero con menos fuerza, consecuencia de la
Gran Depresión y el establecimiento de leyes de cuota en las Repúblicas sudamericanas. A
principios de siglo se incorporaron nuevos destinos como Francia y Argelia. Tras la guerra
civil, el carácter de la emigración española a América es muy distinto: para empezar, los
motivos eran esencialmente políticos y no económicos, sirva de ejemplo los 30.000 emigrantes
de buena cualificación (médicos, profesores, escritores...) a México y Argentina. En 1946 se
restablece la Ley que autoriza la libre salida de España, pero la emigración solo cobrará fuerza
a partir de 1949 con la superación del bloqueo de la ONU. La tradicional emigración a América
era ahora muy difícil, porque en América Latina no se recibía para poblar, sino para
promocionar su economía, y España no estaba en condiciones de suministrar contingentes de
mano de obra cualificada. Los únicos emigrantes a América se fueron a Venezuela para trabajar
en la industria petrolífera, seguido de Argentina y Brasil.

La emigración moderna. El destino era Europa Occidental, Francia, Alemania, Suiza y


el Benelux (en particular Bélgica). El perfil del emigrante es el de varón adulto (25-45 años)
soltero y sin cualificar, procedente de provincias con mayor excedente de población rural y
menor desarrollo económico (Andalucía, Galicia y región central). Las causas fueron: las altas
tasas de crecimiento de la población, la incapacidad del desarrollismo para absorber el
excedente de mano de obra, y el Plan de Estabilización de 1959 por el que sufrieron sus
consecuencias los trabajadores con un descenso de su nivel de renta y desempleo que forzó a
la migración. La atracción inmigracional de Europa Occidental se dio porque la
industrialización exigía para los puestos de trabajo más duros mano de obra extranjera, ya que
la nacional ocupaba los puestos mejores. La crisis del 73 puso fin a las corrientes migratorias
exteriores. Las consecuencias de esta emigración fueron: el desarrollo económico de España,
la equilibrada balanza de pagos con las remesas de divisas enviadas por los emigrantes, la
reducción del paro, el aumento de los salarios en el medio rural, y la mejora de la formación
profesional.

La migración actual. España se configuró como un país receptor de inmigrantes desde


nuestra entrada en la CEE en 1986. En el año 2000 fuimos el país con mayor recepción de
inmigrantes del mundo. El número de inmigrantes en España ronda los 4,5 millones de
habitantes en 2015, según datos del INE; dentro de este espectro tan amplio existe una mínima
porción de profesionales cualificados y jubilados provenientes de la UE y una mayor
proporción de trabajadores menos cualificados provenientes del Magreb, Iberoamérica y
Europa del Este, con un mayor número de rumanos, marroquíes y ecuatorianos. En los últimos
años España ha presentado una considerable disminución de crecimiento en la tasa de
inmigración neta, dejando de poseer una de las mayores tasas de inmigración de Europa. La
inmigración ha traído grandes consecuencias; a nivel demográfico ha supuesto la
revitalización de la población española —aumentando el porcentaje de jóvenes—, ha
aumentado la cantidad de población en términos absolutos y ha aumentado la tasa de
natalidad. A nivel económico han aumentado las afiliaciones a la Seguridad Social —
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TEMA 19: LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. COMPORTAMIENTO DEMOGRÁFICO.
FENÓMENOS MIGRATORIOS.

contribuyendo al aumento del PIB— y han aportado una considerable mano de obra barata que
ocupa los peores puestos de trabajo. En el lado negativo hay que destacar que el aumento de la
mano de obra barata ha provocado un estancamiento de los salarios. A nivel sociocultural se
han registrado problemas de xenofobia, aunque menos importantes que en otros países
desarrollados debido a la conexión cultural con Latinoamérica. En la actualidad, ante la escasez
de oferta de empleo en el actual mercado laboral español, existe una emigración de
profesionales cualificados —jóvenes licenciados y graduados universitarios— hacia países de
la UE (Alemania, Reino Unido fundamentalmente) y otros países desarrollados y emergentes
como Brasil.

MOVIMIENTOS MIGRATORIOS INTERIORES

El destino de la migración interior son las regiones de la periferia y el medio urbano.


La procedencia de estos emigrantes es de regiones del interior y del medio rural. Las causas
son los desequilibrios socioeconómicos campo-ciudad e interregionales. Desde el siglo XVI, y
de forma más intensiva a partir del siglo XVIII, se puede hablar de una migración desde el
interior a la periferia, pero se hizo más intensa a partir de la Guerra Civil, entre 1941-60 el
aislamiento y la autarquía económica propiciaron un escaso volumen migratorio, si bien hubo
excepciones significativas, como las grandes oleadas migratorias de mano de obra minera y
siderúrgica llegadas a Asturias durante toda la década de los 50, al calor de la autarquía y la
consideración de estos sectores como estratégicos, dado el aislamiento internacional del
régimen y la escasez de petróleo. Entre 1960-70 se vive el éxodo rural por excelencia; entre 1970-
80 se produce una disminución progresiva de la emigración por agotamiento del modelo
económico anterior, y desde 1981 hasta la actualidad se observa una desurbanización del
medio urbano y también una urbanización del medio rural debido a los nuevos modelos de
ciudades laxas, los movimientos pendulares de los trabajadores, la conversión de pueblos en
espacios turísticos y la edificación de residencias secundarias.

Las consecuencias de estas migraciones interiores son: desequilibrios


geodemográficos, quedando despoblado el interior peninsular con excepción de Madrid,
Zaragoza, Valladolid; desequilibrios demográficos-estructurales, imposibilitándose la
formación de nuevas familias y produciéndose el envejecimiento de la población en las áreas
expulsoras; en el plano económico en las áreas expulsoras aumentan los recursos per cápita,
pero como la gente que sale es joven desciende la productividad y en las áreas receptoras
aparecen problemas de vivienda y de empleo; en el plano social en las áreas expulsoras las
comunidades rurales quedan desamparadas al perder sus mejores efectivos y su aliento vital,
mientras que en las áreas receptoras el individuo que emigra a la ciudad no se integra a la
comunidad, ni a una subcomunidad de la ciudad, sino que vive en aislamiento social y en
anonimato personal; en el plano ecológico quedan abandonados ecosistemas antrópicos
milenarios.

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TEMA 19: LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. COMPORTAMIENTO DEMOGRÁFICO.
FENÓMENOS MIGRATORIOS.

CONCLUSIÓN

España está habitada por más de 46 millones de españoles en 2017. Esta población se
encuentra heterogéneamente repartida por el territorio nacional, concentrándose en
determinados núcleos del interior y, en particular, en la periferia. Nuestro modelo de transición
demográfico, por el cual hemos pasado de altas tasas de natalidad y mortalidad, a una tasa baja
de crecimiento vegetativo, recuerda al de Europa Occidental (salvo que con 70 años de retardo).
Actualmente, nuestro país manifiesta un régimen demográfico viejo, con una pirámide de
población en retroceso, y escasos movimientos interiores. En la última década, España ha visto
crecer la cantidad de población inmigrante a un ritmo espectacular, que se ha frenado con la
llegada de la crisis económica. En la actualidad, ante la falta de oportunidades que ofrece el
mercado laboral español, muchas personas preparadas (licenciados, graduados universitarios y
profesionales con dilatada trayectoria profesional en determinados sectores) se han visto
obligados a emigrar hacia países en los que hubiera ofertas de trabajo que se correspondían con
su nivel académico. Sus destinos principales son Europa y Latinoamérica.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

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Proyectos Córydon, Madrid.
• FRANCO ALIAGA, T. (2004): Atlas Temático de España. Proyectos Córydon, Madrid.
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UNED, Madrid.
• PUYOL, R (2011): Demografía y políticas demográficas para una nueva década.
Instituto Asturiano de Estadística.
• www.ign.es Instituto Geográfico Nacional
• www.ine.es Instituto Nacional de Estadística

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