Rabade Romeo Sergio - Guillermo de Ockham - 1285 1349
Rabade Romeo Sergio - Guillermo de Ockham - 1285 1349
Rabade Romeo Sergio - Guillermo de Ockham - 1285 1349
G u il l e r m o de Ockham
( 12857- 1349)
Ediciones del O r to
Colección
Filósofos y Textos
Director
Luis Jiménez Moreno
I.S.B.N.: 84-7923-153-X
Depósito Legal: M-19820-I998
Impreso en España
Imprime: EDICLÁS
d San Máximo 3 1, 4” 8
28041 Madrid
Encuademación Cayetano
Mateo García, 29. Madrid
ÍNDICE
CUADRO CRONOLÓGICO....................................... 7
:: FILOSOFÍA DE GUILLERMO DE OCKHAM . . . 11
1. OCK.HAM EN SU CONTEXTO............................................ 12
2. A c t it u d d e O c k h a m ................................................... 16
3. P r i n c ip io s r e c t o r e s d e l p e n s a m i e n t o
DE O CK H A M ...........................................................................17
3.1. La omnipotencia de Dios..............................17
3.2. El principio de simplicidad o economía . . . . 19
3.3. El valor lógico del principio de
contradicción................................................... 20
4. LA L Ó G IC A ..............................................................................21
5. P s i c o l o g ía . T e o r ía d e l c o n o c i m i e n t o ...........24
5.1. Psicología......................................................... 25
5.2. El conocimiento. La intuición.........................27
5.3. La abstracción................................................. 29
5.4. La intuición de lo no existente.........................30
5.5. Los universales............................................... 33
5.6. Conocimiento del singular...............................36
6. M e t a f í s i c a ........................................................................ 37
6.1. Aplicación de los príncipos de
omnipotencia y simplidad............................... 38
6.2. Rechazo de las estructuras metafísicas.......... 40
6.3. Reducción del número de categorías...............41
6.4. La causalidad................................................... 44
6.5. Un mundo de realidades singulares................ 47
6.6.Teología racional........................................... 48
7. ÉTICA..........................................................................................5 0
8. A l g u n a s id e a s p o l í t i c a s ............................................ 53
9. P r o y e c c i ó n d e O c k h a m ...............................................56
III. SELECCIÓN DE TEXTOS........................................61
IV. BIBLIOGRAFÍA........................................................91
CUADRO CR O N O LÓ G IC O
A) D atos biográficos y biblio dieron ser en buena parte
gráficos de O ckham compuestas en Oxford, aun
que otros estudiosos esti
1285. Fecha más probable del man que su redacción sufre
nacimiento de Ockham, po retoques posteriores.
siblemente en una localidad 1325. Nombramiento de la Co
de nombre Ockham, en el misión que habrá de anali
condado de Surrey, cerca zar las acusaciones contra
de Londres. Ockham.
1306. Ordenado subdiácono. 1328. En abril se suma a la po
¿1310-1315? Fechas probables lémica sobre la pobreza de
de sus estudios de Teología los franciscanos contra el
en Oxford, habiendo estu Pontífice, en colaboración
diado antes Filosofía, espe con el General de la Orden
cialmente Lógica. Miguel Cesena y Bonagra-
1318. Hacia esa fecha, inicio de cia de Bérgamo. El 26 de
la redacción de! Comenta mayo de ese año se fugan
rio a las Sentencias'. La re de Avignon los tres francis
dacción de esta obra, espe canos. En setiembre se unen
cialmente de la Ordinario al Emperador Luis de Bavie-
del lib. 1 es probable que se ra en Pisa, desde donde le
continúe hasta 1323. acompañarán hasta Munich.
1320. Fecha aproximada de la 1330. Opus nonaginta dierum.
Expositio Aurea. 1333-34. Dialogas 1.
1323. Tractatus de Sacramento 1338. Compendium errorum p a-
AI taris, que se compone de p a e Johannis XXII. Allega-
dos opúsculos redactados tiones de potestate imperia-
hacia esa fecha. li. Se completa el Dialogus.
1324. Fecha aproximada de la 1340-1341. Octo quaestiones.
Expositio super Libros Phy- 1341. Breviloqium.
siconim. 1347. D e im peratomm et pon-
1324. Traslado a la corte papal tificum potestate.
de Avignon para responder 1348. Inicio de gestiones para
de las denuncias que había una reconciliación con el
presentado contra él Luterell. Papado y con la Iglesia.
1324-1328. Conclusión de la 1349. D e electione Caroli IV.
Su mina Logicae y de los Muere Ockham, víctima de
Quodlibetos, obras que pu la peste negra.
3. P r in c ip io s r e c t o r e s d e l p e n s a m ie n t o
de O ckham .
4. L a l ó g i c a .
5. P s i c o l o g ía . T e o r ía d e l c o n o c i m ie n t o .
5.1. Psicología.
Indudablemente, para un pensador medieval el ob
jeto básico de la psicología era el alma, de cuya natura
leza espiritual y racional no se dudaba, haciendo ade
más del alma, en conformidad con el aristotelismo, la
forma sustancial del compuesto humano. ¿Cuál es la
posición de Ockham en este tema fundamental? He
aquí su respuesta: «Entendiendo por el alma intelectiva
una forma inmaterial, incorruptible, que está toda en el
todo y toda en cada parte, no puede conocerse con evi
dencia por la razón o por la experiencia que tal forma
se dé en nosotros, ni que el entender sea en nosotros
propio de tal sustancia, ni que tal alma sea la forma del
cuerpo. Lo que Aristóteles haya pensado acerca de esto
me tiene sin cuidado, ya que en todas partes parece ha
blar dubitativamente; sino que estas tres cosas sólo las
afirmamos por fe» (Quodl. I, q. 10). Nos parece uno de
los textos más radicales del criticismo de Ockham, ya
que en él se niega que tengamos conocimiento de la
existencia del alma racional e inmaterial, así como que
el alma sea forma del cuerpo. Son verdades relegadas
al ámbito de la fe. Evidentemente, sin conocimiento
auténtico del alma, desaparece la posibilidad de una
auténtica psicología, tal como entonces se entendía
(Texto 5 A). A lo más, cabe hablar de psicología como
estudio de los hechos o fenómenos de la conciencia,
con lo que Ockham está iniciando rutas que van a lle
var a posturas tan conocidas como la de Hume.
Pero la poda de entidades psicológicas no acaba
aquí. La tradición aristotélica había dotado al alma de
un conjunto de facultades-accidentes-potencias, radica
das en el alma y que le servían como instrumentos o
principios de sus actos. Las dos potencias más impor
tantes eran el entendimiento y la voluntad. Ockham se
aparta manifiestamente de esta concepción: «...Enten
dimiento y voluntad se identifican realmente entre sí y
con la esencia del alma». En efecto, prescindiendo de
distinciones terminológicas o conceptuales, «el enten
dimiento no se distingue de la voluntad más que del
entendimiento, o que Dios se distingue de Dios, o Só
crates de Sócrates, porque no se distingue de la volun
tad realmente ni racionalmente» (In Sent., II, q. 24 K).
Sencillamente no hay más que la sustancia del alma
que puede realizar actos distintos, respecto de los que
caben denominaciones distintas, y así, en cuanto ejerce
un acto de entender, se llama entendimiento, y, en
cuanto ejerce un acto de querer, se llama voluntad
(Texto 5 B). La conclusión es que no hay más realidad
que la del alma, según nos asegura la fe. Y el alma ac
túa inmediatamente, sin necesidad de mediación algu
na de las facultades. En esto Ockham sigue la línea del
agustinismo, como es manifiesto.
Sin embargo, como sabe todo lector de Ockham. él
se sigue valiendo de la terminología de las facultades,
aunque sólo signifiquen diversidad de actos. Incluso
cabe decir que las jerarquiza y, como era de esperar por
la inspiración agustiniana, concede primacía a la vo
luntad. Merece citarse el caso de la intervención de la
voluntad en el dinamismo judicativo, en clara antece
dencia de lo que en su momento formulará Descartes:
«Para producir el acto con el que se aprehende un com
plejo al que se llama composición (juicio), concurre el
acto de la voluntad, intervenga o no el entendimiento...
Por ello afirmo que la causa de que más bien se forme
una proposición verdadera o falsa, afirmativa o negati
va, es la voluntad, ya que es la voluntad la que quiere
formar una y no otra» (In Sent., II, q. 25 K) (Texto 5 C).
Evidentemente, si las facultades carecían de reali
dad distinta del alma, ya no tiene sentido la distinción
de dos entendimientos -agente y paciente-, como tam
poco tiene sentido todo el entramado de «fantasmas» y
species que permitían remontarse desde el conocimien
to sensible hasta el conocimiento intelectual: basta con
el entendimiento y la cosa conocida. No verlo así es ir
directamente contra el principio de simplicidad (In
Sent., II, q. 25 A; In Sent., I, dist. 27, q. 2 K, etc.). Lo
que con todo esto busca y consigue Ockham es la más
radical simplificación de los procesos cognoscitivos
(Texto 5 D).
5.3. La abstracción.
La absoluta preferencia que concede a la intuición
no conlleva un destierro de la abstracción sin más, sino
sólo de la abstracción formal que desvelaba, a través
del entramado de «fantasma», species y doble entendi
miento, la forma de universal que estaba, al menos de
modo fundamental, en los singulares. Incluso admitirá
varias modalidades de abstracción. Vamos a hacer sólo
mención de las que consideramos más importantes
(Textos 2 y 4). La modalidad más característica de abs
tracción, en contraposición al conocimiento intuitivo,
es aquella en que se la entiende como precisión de la
existencia o no existencia del objeto: «Se entiende el
conocimiento abstractivo en cuanto abstrae de la exis
tencia y de la no existencia y de las otras condiciones
que acontecen contingentemente o se predican de la
cosa» (In Sent., I, Prologus, q. 1 Z). En diferencia de la
intuición, esta modalidad de conocimiento no nos dice
nada sobre la existencia ni sobre los datos contingentes
de la cosa. Admite también que se puede hablar de una
abstracción a partir de los singulares que lleve a la for
mación del universal. Obviamente, tal modalidad de
abstracción sólo cabe entenderla en Ockham como me
canismo que nos conduzca a la producción del concep
to universal en la mente. Por fin, habla de una abstrac
ción que resultaría de la corrupción o debilitación de la
intuición, la cual sería como una intuición imperfecta o
una especie de conocimiento de memoria.
Sin embargo, ninguna de estas modalidades de abs
tracción adquiere en la gnoseología de Ockham impor
tancia similar o cercana a la intuición. Se trata siempre
de conocimientos imperfectos y alejados de la singula
ridad existencial, al revés "de lo que acontece en la in
tuición.
6. M e t a f í s ic a .
6.4. La causalidad.
Eliminada la estructura de materia y forma, es de
por sí evidente que Ockham tiene que ignorar la causa
material y la causa formal. Su atención sólo se va a di
rigir a la causa eficiente y a la causa final. Y ambas
van a salir bastante malparadas en su metafísica.
Para la explicación de la causa eficiente (Texto 10),
nos encontramos con una grave dificultad en la nega
ción de relaciones reales que acabamos de reseñar. Si
la realidad está compuesta de cosas absolutas, ¿cómo
explicar el nexo causal como una relación de influjo de
una realidad en otra? Por eso no puede entender los
procesos de causalidad como un influjo por virtud del
cual la causa produce el ser en el efecto. Súmese a ello
que nuestro verdadero conocimiento de la realidad es
la intuición sensible o intelectual. Y nuestra intuición
no llega a captar influjo alguno, sino simplemente co
sas o fenómenos antecedentes y cosas y fenómenos
consiguientes. Los podemos ver en sucesiones con re
gularidad, pero nada más. De ahí que su definición de
causa se tenga que quedar en la afirmación de que
«puede llamarse causa a aquello, puesto lo cual, se
pone otra cosa, y que sin él no se pone la otra cosa» (In
Sent., /, dist.41, q. única F).
Prescindiendo de la indiscutible causalidad creante
de Dios, el tema se refiere básicamente a las causas se
gundas, a la causalidad en las cosas del mundo. En este
aspecto no faltan quienes quieren ver en él un antece
dente del ocasionalismo de Malebranche, donde las lla
madas causas segundas se reducen, en definitiva, a ser
la simple ocasión para que actúe Dios o la causa pri
mera. De nuevo interviene aquí la omnipotencia de
Dios. Debido a ella, no cabe demostrar que ningún
efecto sea producido por la causa segunda, «porque,
aunque siempre ante la aproximación del fuego a un
combustible se siga la combustión, esto es compatible
con que el fuego no sea la causa, porque Dios puede
ordenar que siempre, ante la presencia del fuego res
pecto de un objeto pasivo que le esté próximo, sea El
solo el que cause la combustión, del mismo modo que,
con la Iglesia, ordenó que, al pronunciar determinadas
palabras, sea causada la gracia en el alma» {In Sent., II,
q. 5 R). No está haciendo más que aplicar la omnipo
tencia, concretamente su conocida tesis de que «todo lo
que Dios puede hacer mediante una causa en el género
de la causa eficiente o de la causa final, lo puede hacer
inmediatamente por sí mismo» {Quodl. VI, q. 1).
No se trata de negar las causas eficientes, pero sí de
hacer muy difícil demostrar su existencia, ya que siem
pre cabe la interferencia de la omnipotencia divina.
Esto, como es obvio, imposibilita una auténtica demos
tración, con validez general, de la causalidad de las
causas segundas. Aunque sí cabe probar la existencia
de la causa eficiente en casos particulares de algunos
procesos causales, concretamente de aquellos de los
que tenemos experiencia y conocimiento intuitivo. En
varios lugares pone el ejemplo del conocimiento de la
causa de los eclipses de la luna por la interposición de
la tierra. Igualmente admite que se puede probar que el
objeto es la causa del conocimiento intuitivo, ya que,
dadas todas las demás circunstancias, basta la sola pre
sencia del objeto, para que se dé el conocimiento intui
tivo (ín Sent., I, dist. 1, q. 3 F). Obviamente, así acon
tece, si no interviene la omnipotencia que nos puede
hacer intuir lo no existente. Incluso, en el mismo pasa
je, admite que quepa, en algún caso, una prueba racio
nal, por ejemplo que la voluntad como potencia activa
sea la causa productora de sus actos, ya que, de no ser
así, sería una potencia necesaria y no libre.
La causa final inicia en el nominalismo del XIV el
calvario que va a acabar con su rechazo en el mecani
cismo del XVII. Sus expresiones se hacen más rotun
das que respecto de la causa eficiente. Nos recuerda
que hay que distinguir si nos situamos en atenencia a la
verdad de la fe, o nos situamos fuera de ella. Según la
fe, «todo efecto tiene una causa final» (Ouodl. IV, q.
1). Pero, como nos dice en el mismo lugar, «si no nos
atenemos a ninguna autoridad, afirmaría que no es po
sible probar ni a partir de proposiciones evidentes, ni
por experiencia, que todo efecto tiene una causa final,
ni que sea distinta de la eficiente, porque no es posible
probar suficientemente que todo efecto tiene alguna
causa final». No niega, por supuesto, la causa final en
la acción de Dios, ni tampoco en los agentes volunta
rios que no están determinados por su naturaleza a un
sólo efecto y que poseen conocimiento que les permite
elegir. Pero sí las niega en los agentes naturales que es
tán determinadas a un efecto, sin que les dirija un pre-
vio conocimiento o un guía. Ai menos -nos dice- ia
razón no ve que se requiera la causa final: «Por ejem
plo: el fuego aproximado a un leño, lo calienta, ya sea
que esto se intente por un cognoscente, ya no. Y si pre
guntas por qué entonces calienta más bien que enfría,
afirmo que es así por naturaleza» (Quodl. II, q. 2).
La conclusión es clara: imposibilidad de demostrar
tanto la causalidad eficiente como la final, aunque es
posible probar su existencia en casos particulares. Ca
bría decir que el mundo de cosas naturales, dejando de
lado al hombre, es un mundo mecanicista, donde se
dan procesos de causalidad eficiente, pero de una cau
salidad que no es una relación de influjo de la causa en
el efecto, sino que hay que ver la causalidad como una
sucesión de cosas o eventos: el antecedente es la causa,
y el consiguiente es el efecto. Ante esto, uno no puede
menos de evocar la concepción de la causalidad en
Hume y, por supuesto, el mecanicismo de la m oder
nidad.
7. ÉTICA.
8. A l g u n a s id e a s p o l ít ic a s .
9. P r o y e c c ió n d e O c i o í a m .
T exto 1
(El Comentario a las Sentencias, cir. ca. 1318 y 1323, sobre todo
en los tres primeros libros, trata problemas fundamentales no sólo
de teología sino también de filosofía)
T exto 2
T exto 4
Texto 5
9. Este texto, por uria parte, refleja fidelidad a la tradición agustiniana y, por
otra, es un claro ejemplo del principio de economía o de la navaja de Ock
ham.
más a formar una proposición verdadera que una falsa,
o una afirmativa más que una negativa, y por ello o
formaría una proposición neutra o formaría ambas al
mismo tiempo, lo que está en contra de la experiencia.
En efecto, el hombre no experimenta que forme simul
táneamente ambas partes de la contradicción, aunque
formalmente no haya contradicción en formar simultá
neamente ambas, porque no hay repugnancia o contra
dicción en aprehender contradictorios al mismo tiem
po. Sin embargo, en asentir simultáneamente y de una
sola vez a contradictorios hay contradicción, debido a
la repugnancia entre esos asentimientos. Por lo tanto,
afirmo que la causa de que se forme más bien una pro
posición verdadera o falsa, afirmativa o negativa, es la
voluntad, porque la voluntad quiere formar una y no otra.
Y por ello el acto que se aprehende tras el complejo se
forma tanto por las noticias incomplejas (simples) de
los términos de la proposición como por el acto de la
voluntad. Y esto de modo general. En efecto, puesto el
acto de la voluntad por el que quiere formar ese com
plejo, y puestos los conocimientos incomplejos de los
términos de ese complejo, se sigue el acto de aprehen
der o de formar ese complejo,.al igual que el efecto se
sigue necesariamente de su causa4. ( / Sent., //. q. 25 K).
Texto 7
Texto 8
A) El dictamen de la razón
T exto 9
T exto 10
[Sobre la causalidad]
A) Obras filosóñco-teoiógicas
Expositio aurea.
Expositio super ocio libm s physiconim . Otras veces se la cita
como Expositio super phvsicam Aristotelis.
Sum mulae in libros physicorum.
Comentario a las Sentencias. En esta obra hay que distingir el libro
I, que se debe llamar Ordinatio, mientras que los otros tres son
Reportado.
De sacramento altaris. Son dos opúsculos: Tractatus de corpoK
Christi y Tractatus de sacranento altaris.
Quodlibeta VII.
Summa logicae o Summa totius logicae.
Qaestiones in libros physicorum.
Tractatus de praedestinatione et de praescientia D ei et de futu ris
contingentibus.
Compendium logicae sive tractatus logicae minor.
Elementarium logicae.
B) Obras políticas
Opus nonaginta dierurn.
Octo quaestiones.
Dialogus I pars. Dialogus ¡11 pars.
De dogmatibus papae Johannis XXII.
Tractatus contra Johannem XXII.
Compendium erro ruin papae Johannis XXII.
Tractatus contra Benedictiini XII.
Allegaliones de potestate imperiali.
An princeps pro suo succursu, scilicet guerrae, possit recipere
bona eclesiarum, etiam invito papa.
Breviloqium de potestate papae.
De imperatorum et pontificum potestate.
Tractatus de iurisdictione imperatoris in causis matrimonialibus.
De electione Caroli IV
E) Traducciones
Ocho cuestiones sobre la potestad del Papa. Traducción, introduc
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Madrid ¡992.
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