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Nuevos Datos para Un Viejo Problema. Ardila Calderon y Gustavo Politis. 1989.

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NUEVOS DATOS
PARA UN VIEJO PROBLEMA
Investigacin y discusiones en torno del poblamiento
de Amrica del Sur

GERARDO l. ARDILA CALDERN


Universidad Nacional de Co lo mbia
G USTAVO G . POLITIS
CON/ CET, Argentina

Introduccin

En el ltimo decenio se han producido en Amrica del Sur nuevos y


espectaculares hallazgos, en especial los de Monte Verde en Chile y
Toca do Boqueirao da Pedra Furada, e n Brasil, que han modificado
las ideas acerca de la edad y las caractersticas del poblamiento ms
antiguo del co ntinente. Se han escrito numerosos artculos referentes
al tem a, apoyando, cuestionando o di sc utiendo estos nuevos hallazgos
(entre muchos otros Brya n, 1986; Dincauze, 1984; Owen , 1984; Dille-
hay, 1988). Sin embargo, a pesa r de los nuevos desc ubrimientos y de
las intensas di sc usio nes , este proble ma relev a nte para la arqueologa
americana es t an lejos de reso lve rse .
Ex isten va ri os as pectos que prese ntan dific ultades es peciales
pa ra el tratamiento del hombre temprano e n Amrica . Por un lado , los
hallazgos no son muy numerosos y est n distribuidos e n ex ten sas
reas . Muc has de las co nsideracio nes efectu adas so bre esas bases se
deben ge ne rali zar a partir de informacin mu y puntual y adquieren
carcter con tine nt al aun cua nd o la escasez del registro no permite
efectu ar comparaciones a largad i ta ncia . De otra pa rte se observa una
clase di stint a de dat os entre Amrica del orte y Centro y Sur Am-
rica. En efecto , en Norteamrica e cuenta co n una cantidad impor-
tante de sitios que, con base en mltiples fechas de C 14 se ubican entre
aprox. 12.000 y 9.000 aos A.P. Su locali zac in ocurre en reas
prximas y e n muchos casos comparten rasgos si milares (ej. Plain-
view, Lake Lubbock, etc.) . En Amrica Central y del Sur la cantidad
d e siti os , e n relaci n co n la superficie en la que se di stribuyen , es
mucho menor y aque ll os con abundantes fechados radiocarbnico s,
so n an mucho ms escasos (ej . El Abra , Tequend ama, T aima-Taima ,
Mo nte Verde). Un tercer problema que surge es la incorporacin
diferen cial de la informacin segn esta provenga de Amrica del
Norte, o de autores norteam e ricano s, o haya sido producida en Am-
rica Cent ral o del Sur por investigadores locales . Esta ltima, gene-

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NUEVOS D ATOS PA R A UN V I EJO PR OBLE M A

ralmente ingresa con ms dificultad o en forma incompleta a la discu-


sin del problema del poblamiento debido a que no siempre es
publicada en ingls o en revistas de amplia difusin.
En este artculo estamos presentando informacin actuali zada
sobre los ms antiguos pobladores de Amrica del Sur, discutiendo la
calidad de los datos y evaluando su relevancia para discutir la antige-
dad y caractersticas del poblamiento del continente.

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GE RA RDO l. ARDI LA CAL D ERON - GUST A VO G. POLITI S

El noroccidente de Amrica del Sur

El noroccidente de Amrica del Sur est constituid o por los territorios


de las actuales repblicas de Colombia y Venezuela. Tambin inclui-
mos Ecuador, puesto que las caractersticas de los conjunto arqueo-
lgicos estudiados y su ubicacin geogrfica as lo permiten.
La investigacin arqueolgica sobre los grupos humanos que
ocuparon el rea durante el Pleistoceno es escasa. En Colombia,
Correal y van der H ammen han conducid o las ms significativas
investigaciones. Se han explorad o grandes regiones sobre los valles de
los ros Magdalena, Cauca, Sin, algunos afluentes del Ocano Pac-
fico , y las tierras bajas del Caribe. Sin embargo, las excavaciones se
han concentrad o en las tierras altas de la Cordillera Oriental, en los
alrededores de Bogot. En Venezuela nicamente se han hecho traba-
jos en las tierras ridas del Caribe en inmediaciones de la ciudad de
Coro y en la Pennsula de Paraguan. En Ecuador, aunque la investi-
gacin ha sido ms abundante (Santiana, Carluci , Mayer-Oakes , Bell,
Margan , Stother, Salazar, Lynch , Lanning, Temme y Sacma, entre
otros), tampoco existe mucha informacin, an permanecen extensas
regiones sin explorar y se sabe muy poco sobre paleogeografa y los
ecosistemas del Pleistoceno. Las investigaciones se han desarrollad o
en especial en el cerro Ilal (Lmina 8), cerca de Quito (Provincia de
Pichincha), en donde se encuentra el conocido yacimiento de El Inga.
Ms al sur, sobre los Andes , en las Provincias de Azuay y Loja
(Lmina 9) se han hallado yacimientos , de los que han sido excavados
la Cueva de Chobshi (Lynch y Pollock , 1981) y Cubiln (Temme ,
1982). En la costa, al occidente de la Pennsula de Santa Elena, se
iniciaron investigaciones desde comienzos de los sesenta s (Lanning,
1967) pero tan slo se ha empezado a escribir en los ltimo s aos
(Stothert, 1985).
Como puede observarse , la informacin disponible es fragmen-
taria y muy localizada, lo que dificulta cualquier intento de generaliza-
ci n. Una evaluacin de la evidencia arqueolgica en el norte de
Suramrica es bien difcil por cuanto existen grandes reas completa-
mente desconocidas para el rcord arqueolgico y las zonas conocidas
poseen en s mismas enormes vacos e importantes preguntas irre uel-
tas . A la vez, hallazgos aislados u ocasionales, fuera de contextos
arqueolgicos o provenientes de sitios superficiales o colecciones par-
ticulares no sistemticas, tienden a aparecer ante nuestros ojos como
ms importantes de lo que realmente son, por aquella sentencia que" ...
se han encontrado tan raras veces restos culturales pertenecientes a la
poca paleoindia que cada hallazgo , cada pedacito de e idencia
merece considerarse" (Bird and Cooke, 1979: 7).
Lejos de ser una regin homognea, caracterizada por una flora
abundante, alta humedad y una fauna limitada - como algunas veces
se plantea (ver Barrero, 1988)- el norte de Suramrica posee una gran
variedad de medio ambientes , climas y recursos que ofrecen miles de
posibilidades diferentes a grupos de colonizadores tempranos. La
temperatura y los conjuntos faunsticos y florsticos cambian con la
altitud sobre el nivel del mar formando franjas o "cinturones" biticos

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UE VOS DATOS PARA N VIEJO PR O BL EMA

bien diferenciados pero, a la vez, la variada distribucin de las lluvias y


la insolacin y radiacin solar sobre las vertientes andinas y las tierras
bajas, conducen a la formacin de zonas ms o menos hmedas o secas
que configuran un mosaico de diferencias , acrecentadas por las carac-
tersticas geolgicas y edafolgicas.
Al sur del rea, Ecuador est dividido en tres grandes franjas.
Una estrecha faja costera sobre el Pacfico , que en la actualidad tiene
bajos promedios de pluviosidad distribuida en forma muy variable
durante el ao , pero que hasta hace pocos aos estaba cubierta por
esteros y manglares y una vegetacin boscosa semiabierta (ver Sto-
thert , 1985); en el centro se encuentra la Cordillera de los Andes con
grandes alturas y una extensa rea de pramos ; al oriente de los Andes
est la selva del Amazonas, que en esta parte corresponde al "Refugio
Napo" (ver Haffer, 1974: 147).
Una vez en Colombia, los Andes se dividen en tres ramales de
diferente origen, que forman las cordilleras Occidental, Central y
Oriental; la ltima alcanza la costa central de Venezuela. Al norte se
levanta el macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta (con ms de
5.000 metros de altitud), y algunas alturas menores como las serranas
de San Jacinto, San Jernimo y San Luis (en Venezuela) y al sur la
Sierra de la Macarena. Entre estas elevaciones se extienden las plani-
cies. Entre las cordilleras Occidental y Central se encuentra el Valle del
ro Cauca que desemboca en el Magdalena, el cual a su vez corre de sur
a norte entre las cordilleras Central y Oriental formando un ancho
valle . Los ros Ca u ca y M agd ale na reciben todos los caudales de las
vertientes internas de los Andes, mientras al norte en territorio de
Venezuela, el Lago de Maracaibo es el receptor de innumerables
corrientes originadas en la Cordillera de Mrida, el Nudo de Pam-
plona y la Sierra de Perij. Al oriente de los Andes yacen las sabanas
del Orinoco y las selvas del Amazonas que ocupan un inmenso territo-
rio . Al norte de lo s Andes las tierras bajas del Caribe, clidas y secas en
general y al occidente , desde el piedemonte de la Cordillera Occiden-
tal de Colombia, una estrecha y muy hmeda franja costera so bre el
Ocano Pacfico .
La llanura costera del Atlntico y los valles interandinos so n
relativamente secos, con promedios anuales de lluvia entre 1.000 y
2.000 milmetros, aunque grandes reas en esta zona no alcanzan los
1.000 mm anuales, con temporadas secas de once meses y un solo mes
lluvioso ; generalmente, estn cubiertas por sabanas y pajonales. En
cambio , el piedemonte y las vertientes exteriores alcanzan anualmente
promedios superiores a 3.000 milmetros. La parte norte del Choc, al
occidente de los Andes, y las selvas del Amazonas , al oriente, constitu-
yen algunos de los lugares ms lluviosos del mundo (ver Monasterio ,
1980, Ochsenius en Ochsenius y Gruhn , 1979 ; Oster, 1979). Aunque es
claro que la regin que tratamos posee una muy variada gama de
ambientes, las mayores diferencias se producen entre las tierras bajas
tropicales (alrededor de O a 1.000 m de altitud y un promedio de 250
centgrados de temperatura) y las tierras altas andinas (por encima de
2.000 m y con temperatura promedio entre f60 y oo centgrados).

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La idea de una "estabilidad de los trpicos" durante el Pleisto-


ceno es insostenible a la luz de los datos recientes (ver Salgado-
Labouriau, 1980: 159-169). Las transformaciones ambientales ocurri-
das al final del Pleistoceno fueron complejas. Thomas van der
Hammen escribe que "los cambios de vegetacin en los Andes, causa-
dos por oscilaciones climticas, no fueron simplemente movimientos
verticales de zonas o cinturones altitudinales sino que hubo un fre-
cuente reordenamiento de especies y tipos de vegetacin, lo cual pudo
conducir a un ordenamiento y zonacin diferente a los de hoy en da en
esta rea" (van der Hammen, 1986: 261).
Hasta el momento no se han publicado estudios paleoecolgicos
de los valles interandinos. El conocimiento de algunos sectores de las
vertientes interiores de los Andes procede principalmente de la exten-
sin del estudio de las zonas altas andinas . Por el contrario, las tierras
altas y, en particular, la Cordillera Oriental de Colombia, han sido
profusamente estudiadas y es bastante bien conocida la historia de su
clima y vegetacin durante el ltimo milln de aos (ver Th. van der
Hammen, 1985, 1986b, 1986d; van der Hammen y Correal , 1978;
Correal, van der Hammen y Hurt, 1977; Ardila, 1985, 1986).
U na buena parte de los estudios ha sido hecha en el Altiplano de
Bogot (a 2.600 m de altitud) , que durante casi todo el Pleistoceno fue
un lago, en el que se depositaron varios centenares de metros de
sedimentos. Adems de los estudios sobre la historia de los cambios de
temperatura y vegetacin, ha sido posible estudiar las fluctuaciones
del nivel de las lagunas , debidas principalmente a cambios en la
precipitacin efectiva, la evaporacin y, obviamente, la temperatura.
Durante el Peniglacial Medio , entre 45.000 y 25.000 aos antes
del presente, existi un clima fro pero bastante lluvioso . Los glaciares
descendieron hasta cerca de 3.000 metros sobre el nivel del mar y
estuvieron en contacto con el bosque altoandino . Esta situacin fue
posible gracias a temperaturas muy bajas con una precipitacin efec-
tiva mucho ms alta que la actual (ver van der Hammen , 1986c).
El Tardiglacial , entre 21.000 y 14.000 ao s A. P . fu e e l per od o
ms seco del Pleniglacial , hasta el punto que cas i todas las lagunas
desaparecieron o sus niveles bajaron al mximo . Durante este tiempo
los glaciares llegaron a su mxima extensin en el hemisferio norte y el
nivel del mar baj mucho. Las tierras altas de la Cordillera Ori e ntal , la
vertiente occidental y sectores del Valle del Magdalena se cubrieron
con una vegetacin baja y abierta que permiti el contacto directo
entre las tierras bajas y altas , puesto que tambin se formaron "puen-
tes" con los llanos a travs de valles secos tran sversales como e l de
Ubaque (van der Hammen , 1985 : 7; 1986c : 250) . En este tiempo se
desarrollaron poblaciones grandes de herbvoros como mastodontes y
caballos que, junto con venados y muchas especies de roedores pudie-
ron moverse con facilidad entre las sabanas tropicales abiertas con
vegetacin xeroftica y los pramos.
Entre 14.000 y 12.000 aos A. P . hubo un aumento de la humedad y
una disminucin del fro , que alcanzaron un momento "ptimo" entre
12.000 y 11 .000 aos, conocido como ellnterestadial de Guantiva. Antes
de la iniciacin del Holoceno, entre 11.000 y 10.000 aos A.P. an se
present un ltimo fuerte descenso de la temperatura (Estadial del Abra) .

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NUEVOS DATOS PARA UN VIEJO PROBLEMA

El aumento de la temperatura y de la humedad signific la


eliminacin de los contactos directos entre tierras bajas y altas y la
reduccin de las reas de vegetacin abierta a unas pequeas zonas
aisladas. Thomas van der Hammen las ubica en el valle medio / alto del
Magdalena, en enclaves secos de la parte occidental / meridional de la
Sabana de Bogot, en algunos otros altiplanos, valles interandinos y
pramos altos.
Como las zonas de vegetacin abierta constituyen el ecotono de
los grandes herbvoros, su reduccin desempe un importante papel
en la extincin de las grandes poblaciones, aunque es probable que
algunos individuos hubieran podido persistir hasta bien entrado el
Holoceno en sectores secos del Valle del Magdalena. (Th . van der
Hammen, 1986d ; 1981).
Algunos huesos de mastodontes han sido fechados (van der
Hammen, 1981 ; 1985; 1986d) . Los resultados entre 21.000 y 10.000
aos A .P ., concuerdan muy bien con la poca de iniciacin de los
"puentes" de vegetacin abierta y con las fechas de la disminucin de
las reas no boscosas y el consecuente cierre de las vertientes.
Con la iniciacin del Holoceno el Bosque Andino denso predo-
min , aunque en algunos momentos incluso el Bosque Subandino
ocup las partes bajas del altiplano . La fauna cambi y muchos
animales pequeos reemplazaron los grandes herbvoros pleistoc ni-
cos, aunque fueron muy importantes los venados ( Odocoileus y
Mazama) para los grupos de pobladores tempranos de las altiplanicies.
El noroeste de Suramrica tiene costas en el Pacfico y en el
Atlntico. De la costa pacfica no se han publicado estudios paleoeco-
lgicos que nos sean de utilidad (ver Stothert , 1985) . En el Atlntico
hay muy poco. Especial importancia tienen los trabajos de Thomas
van der Hammen y Wijmstra en Guyana , Surinam y Guyana Fran-
cesa (ver van der Hammen , 1986b: 44-46). Otro tipo de informacin,
recurriendo a anlisis taxonmicos, biogrficos y paleoclimticos es
reseada por Ochsenius ( 1980a: 8-20) para la regin rida del
extremo norte suramericano. En los ltimos aos , van der Hammen y
sus colaboradores han estudiado secuencias de turberas en la cuenca
inundable del Bajo Magdalena - Cauca - San Jorge (ver van der
H ammen, 1986a; 1986b: 48-50) .
En la selva hmeda del Amazonas apenas comienza la investiga-
cin sistemtica de la historia climtica, aunque ya se han hecho
avances de importancia (Absy, 1979; Meggers, 1976; van der Ham-
men , 1986b) ; a su vez, Wijmstra y van der Hammen ( 1966) elaboraron
diagramas de polen de lagos localizados en las sa banas de los Llanos
orientales de Colombia y Rupununi de Guyana.
De los datos aportados por las investigaciones en las tierras
bajas del norte de Suramrica se puede concluir que existe correspon-
dencia con los eventos climticos detectados en los Andes. Durante las
fases ms fras del Pleistoceno hubo una expansin muy significativa
de las reas con vegetacin abierta o semiabierta y las sa banas herb-
ceas y durante los perodos clidos hubo predominancia de los bos-
ques densos . No obstante, si bien las fases secas y hmedas se relacio-
nan con lo s principales cambios en la temperatura , la precipitacin

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efectiva y las variaciones en los niveles del ocano, en las diferentes


regiones el efecto de estas fases fue de diferente intensidad y de impacto
variado sobre la flora y la fauna (ver van der Hammen , 1986b: 48 ,
52-53; Meggers s.f.: 9; Absy 1979a: 73).
En Colombia y Venezuela las puntas de proyectil que podran
corresponder a fechas pleistocnicas proceden todas de recolecciones
superficiales y de hallazgos ocasionales sin asociaciones claras . En
Ecuador, por el contrario, cantidad de ejemplares han sido excavados
y fechados. No obstante, desde finales del siglo XIX se empezaron a
reportar encuentros aislados a Jo largo de casi todo el callejn interan-
dino (Salazar, 1988: 94) . En Venezuela han sido descritos dos tipos
diferentes de puntas (Lminas 4 y 5) . El primero corresponde a las
puntas lanceoladas de El Jobo, que Cruxent ha hecho muy conocidas
desde Jos alrededores de la ciudad de Coro y a lo largo del ro Pedregal
(ver Krieger, 1974: 96; Cruxent en Ochsenius y Gruhn, 1979 : 77-89).
Aunque el conjunto de artefactos asociados no ha sido bien descrito
puesto que la mayor cantidad de los hallazgos procede de sitios super-
ficiales, en el sitio de matanza de Taima-taima se hall una seccin
media de una de estas puntas en la cavidad pbica de un joven
mastodonte excavado en 1976, cuya fecha oscila entre 14.000 y 12.000
aos A.P. En una excavacin anterior, en el mismo lugar, un frag-
mento se haban reportado en la cavidad plvica de otro mastodonte.
El segundo tipo corresponde a puntas acanaladas similares a las del
Lago Madden , en Panam (Bird, 1969; Bird y Cooke, 1978, 1979).
Todos los hallazgos de estos artefactos han sido hechos en superficies
erodadas y sin asociaciones de ninguna clase. En Colombia un ejem-
plar similar, sin la secc in basal (Lmina 2: 1) fue hallado por Correal
en la margen izquierda del Golfo de Urab, en Baha Gloria (Correal,
1983). Otra punta colombiana que podra mencionarse aqu, aunque
su morfologa permite clasificarla como "cola de pescado " (Bird,
1969), fue publicada hace aos por Emilio Robledo (1955: 217-230).
Tallada en cuarcita, es de procedencia desconocida, aunque Robledo
la adquiri en Manizales. o obstante, la mayor cantidad de artefac-
tos completo s y varios fragmentos se han encontrado en el rea del
Jobo, en el sitio de El Cayude (Oiiver, comunicacin personal), al sur
de la Pennsu la de Paraguan (Lmina 4). El establecimiento de una
cronologa para estas puntas es por ahora imposible pues no han sido
halladas en contextos arqueolgicos claros, aunque por su morfologa
se les ha asignado una edad de finales del Pleistoceno y comienzos del
Holoceno.
Otro tipo de puntas ha sido reconocido en Colombia. Se trata de
especmenes pedunculados con acanaladura intencional , aletas recor-
tadas y bordes ligeramente curvos, fabricadas so bre chert (Lmina 2).
Hasta ahora se conocen cuatro ejemplares de estas puntas que hemos
denominado Tipo Restrepo: El primer ejemplar procede de Restrepo ,
en el departamento del Valle, y pertenece a las colecciones del Museo
del Oro de Colombia (Reichel-Dolmatoff, 1986); el segundo fue
encontrado en 1955 en los suburbios de Medelln y se encuentra en el
Museo de la Universidad de Antioquia (Ardila, 1985); el tercero fue
excavado por Correal en la Cueva de los Murcilagos, en Baha Gloria

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NUE VOS D \ l OS PA R/\ N V lr.I O I'R O BLI M A

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L mina 2. Puntas de proyectil de Colombia l . Ba ha G loria, Go lfo de Ura b (tipo Lago Mad den).
2. Cueva de los Mu rci lagos, Ba ha G lo ri a, Go lfo de Ura b (tipo Res trepo).
3. Niq ua, Medelln (tipo Res trepo). Co lecci n U. de Ant ioqu ia.
4. Res trepo, Va ll e (tip o Restrepo). Co lecc i n del Museo del Oro.

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ERAR DO l. A RD I LA CA LD ERON- G STAV O G. PO LITI S

(Correal, 1983: 80) y el ltimo procede de la desembocadura del ro La


Miel en el Medio Magdalena. Para estas puntas tampoco se puede
establecer cronologa_ Bray ( 1984: 309) establece una similitud en la
forma de estas puntas con una punta de Belice, que a su vez ha sido
comparada con las paijanenses de la costa norte del Per y el Alto
Ecuador, fechadas alrededor de 8.000 aos antes de Cristo. Sin
embargo, comparando entre s todos estos ejemplares nos parece que
el establecimiento de relaciones formales entre ellos es difcil.
Otro grupo de puntas del suroccidente de Colombia estn muy
relacionadas con los conjuntos arqueolgicos de Ecuador. Nos referi-
remos a ellas ms tarde. Es importante resaltar que en el Altiplano de
Bogot, donde se han estudiado varios yacimientos estratificados no
se han encontrado puntas de proyectil. En Tibit, interpretado como
un sitio de matanza de mastodontes y caballos, no aparece ninguno de
estos artefactos. Quizs la nica excepcin la podra constituir un
pequeo fragmento bifacial recuperado en los niveles profundos del
Tequendama, que sus descubridores explican como un fragmento de
punta de proyectil reacondicionado como raspador despus de
haberse roto (Correal y van der H ammen, 1977: 68).
En el rea noroccidental de Suramrica no son muchos los
yacimientos importantes excavados. Continuando con nuestra divi-
sin bsica de tierras altas y bajas en el rea , encontramos los sitios de
Taima-taima, en Venezuela , y OGSE-80, en Ecuador, como nicos
yacimiento excavados en las tierras bajas; en las tierras altas estn El
lnga, San Jos , Chobshi y los dos yacimientos de Cubiln, en Ecuador;
El Abra, Tequendama y Tibit , en Colombia.
El primer bosquejo articulado sobre los hallazgos de estaciones
lticas superficiales en las tierras bajas fue hecho en 1965 por Gerardo
Reichel-Dolmatoff, quien durante sus exploraciones en las costas
Atlntica y Pacfica de Colombia, localiz varias zonas con abundan-
tes artefactos lticos desperdigados sobre la superficie (ver Reichel-
Dolmatoff, 1986: 47). Al norte de la costa Pacfica, en el alto ro
Baud , en los ros Juruvid y Chor y en la Baha de Utra fueron
hallado artefactos de apariencia muy tosca , trabajados por percusin
sobre grandes ncleos cuarcticos . Estos hallazgos llevaron a Krieger a
incluir al Choc entre los sitios pertenecientes a su "Pre-proyectil point
Stage", en 1964 (Krieger, 1974: 84). En la costa Caribe, sobre una
colina erosionada en el bajo ro Sin y sobre el Canal del Dique , en el
departamento de Bolvar, Reichel-Dolmatoff encontr varios cientos
de artefactos lticos en los sitios de San Nicols y Pomares, respecti-
vamente. Raspadores , hojas cortantes y piedras modificadas por per-
cusin conforman el conjunto de instrumentos.
Aos ms tarde , Gonzalo Correal realiz una gigantesca cam-
paa exploratoria durante cerca de dos aos, tendiente a localizar
yacimientos precermicos tempranos a lo largo del Valle del ro Mag-
dalena y la costa Atlntica. Como resultado de este trabajo Correal
describi alrededor de 25 localidades (Correal, 1977) con artefactos.
Sin embargo, no fue posible detectar ningn yacimiento estratificado
con excepcin, quizs, de El Espejo, sobre el ro Minas, en el departa-
mento del Cesar. Todos los lugares reseados son estaciones superfi-

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UE VOS DATOS PA RA U VI EJO PR O BL EMA

ciales sobre viejas terrazas erosionadas cerca de las cinagas y con-


fluencias de los ros. Este patrn de hallazgos se explica si se considera
que durante el Holoceno se han formado depsitos de sedimentos
sobre los valles bajos de los ros que generalmente sobrepasan los 30m
de espesor. As , los sectores de los yacimientos que han podido detec-
tarse corresponden a aquellos que se localizaron sobre terrazas altas
que hoy en da se erosionan. Despus de esta campaa no se han
emprendido planes articulados de investigacin.
Los sitios descubiertos por Correal se concentran principal-
mente en el alto y medio-bajo valle del ro Magdalena donde , junto con
toscos y simples instrumentos adaptados por percusin, aparecen
grandes y pesados chopper y chopping tools acompaados casi siem-
pre de raspadores plano-convexos cuidadosamente terminados sobre
grandes lascas con plataforma de percusin preparada y, ocasional-
mente , retocados por presin (Lmina 3). Las localidades donde estos
conjuntos son ms tpicos, reportadas por Correal son Boulder, El
Hotel y La Argentina en el alto valle del ro Magdalena, cerca de Neiva
y Villa Vieja, y las cinagas de San Silvestre y Chucur en el Medio
Magdalena (Correal, 1977).
Correal tambin explor un trayecto del alto ro Cauca, entre
Ansermanueva y Cali . En las terrazas aluviales cercanas a la desembo-
cadura del ro La Vieja encontr artefactos lticos superficiales y
algunos fragmentos aislados de Stegomastodon, pero sin ninguna
asociacin entre ellos.
En los Llanos del Orinoco y la selva amaznica no se han
adelantado investigaciones sobre perodos tempranos, aunque tcita-
mente algunos autores aceptan la presencia de una gran poblacin
humana en el territorio amaznico anterior a 10.000 aos (Meggers ,
1976: 18-19; 1979 : 255) . Meggers, citando a varios autores , estima que
la primera diversificacin de los grandes grupos lingsticos (Macro-
chibcha, Ge-Pano-Caribe, Andino-Ecuatorial) debi ocurrir durante
una fase de contraccin forestal y formacin de refugios , un poco antes
de 10.000 ao s (ver Meggers, 1976: Fig. 6) . Sin embargo, hasta el
momento no se conocen datos de ninguna naturaleza sobre los tem-
pranos pobladores de estas extensas regiones .
Como puede observarse, los datos ms confiables utilizables
para las tierras bajas del rea proceden de dos excavaciones , una en
Ecuador y otra en Venezuela.
Taima-taima.
Para el ao de 1966, Cruxent reportaba localizados ms de 45 sitios y
20.000 artefactos, en un rea de unos mil kilmetros en el valle del ro
Pedregal, cerca de la ciudad venezolana de Coro (Rouse y Cruxent,
1966: 35).
La regin en donde se encuentran los principales yacimientos se
conoce con el nombre de El Jobo (Lminas 6 y 7) . En 1959-1960,
Cruxent excav el sitio de Muaco, al este de la desembocadura del ro
Pedregal , descubierto en 1952 por Royo y Gmez ( 1960: 154-155). All
se obtuvo una primera fecha , sobre placas de Gliptodon, que arroj
una edad de 16.375 400 A. P . para la serie joboide (Ro use y Cruxent,
1966; 191; Royo y Gmez, 1960: 157). En 1962, Cruxent descubri el

12

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GERARDO LA RO l LA CALDERON - G USTAVO G. PO LI T IS


4.

.3.

---~ ......

L m ina 3. Artefactos de Colombia l. Ras pad or pl a no-co nvexo . Pu e rt o Be rr o , ro Magd a le na .


2. C hopper. Puerto Berr o, r o Magd a le na.
3. Punta d e pr oyec til ( Pa ij n-C ubil n?). Pu ert o Be rro, r o Magd a len a .
4. Artefactos a brie nses del Altipl a no de Bogot.

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NUFVOS DA 1O~ PA RA V il JO I'R OBL F M A

sitio de Taima-taima, cerca de dos kilmetros al este de Muaco . Por la


zona pasa la quebrada Guadalupe, en cuya cuenca son comunes
manantiales ascenentes que poseen agua permanentemente; por ello ,
el sitio de Taima-taima fue bautizado inicialmente ::on el nombre de
Los Pozos de Royo y Gmez. Las primeras excavaciones en Taima-
taima fueron realizadas entre 1962 y 1967 por Cruxent, quien culmin
los trabajos en 1970, excavando cerca de 150m 2 En 1969, el mismo
investigador localiz en los alrededores un nuevo sitio, libre de las
posibles alteraciones de las fuentes ascendentes, conocido como Cucu-
ruch, en donde excav un rea superior a los 100m2 . En 1976 un
equipo de investigadores compuesto por Alan Bryan , Rodolfo Casa-
miquela, J . M . Cruxent, Ruth Gruhn y Claudio Ochsenius excavaron
de nuevo en Taima-taima. El informe final de su trabajo solo vio la luz
diez aos despus (Ardila 1987). Mientras tanto , la definicin de una
serie joboide (Rouse y Cruxent, 1966: 37-38) y su establecimiento a
partir de la relacin de los diferentes complejos que la conforman con
las distintas terrazas del ro Pedregal (Lmina 6), generaron polmicas
y desconfianza de especialistas hacia todos los hallazgos provenientes
de esta regin (ver Lynch , 1983). Esa posicin , muchas veces exage-
rada , ha negad o la posibilidad de aprovechar muy importantes datos
obtenidos durante tantos aos de trabajos (Ochsenius y Gruhn , 1979;
Rodrguez , 1985 ; Oliver y Alexander, 1989).
Bryan (en Ochsenius y Gruhn, 1979 : 41) diferencia cuatro uni -
dades estratigrficas en el sitio, de las cuales la Unidad 1 es la nica que
contiene evidencias de la accin humana. En esta unidad , restos de
varios grandes animales extinguidos y un joven mastodonte pueden
tener una edad alrededor de 13.000 ao s; las fechas referentes a la
actividad cultural en el lugar oscilan entre 12.600 y 13.400 ao s antes
del presente. En total se cuenta con veintisiete fechas de radiocarbn
que le dan seguridad a la cronologa (ver Bryan y Gruhn en Ochsenius
y Gruhn , 1979: 56-57).
En el estrato que reposa s obre la Unidad 1 se encuentran
huesos d e Equus, Ma crauchenia, Glypt odon y algunos otros diferen -
te s a ma stodonte s, que no fueron cazados por el hombre . Esta
segunda unidad ha sido fechada entre 11 .000 y 10.000 aos ant es del
presente . Bryan sugiere que existieron do s biofases , di stinguidas por
la au sencia de mastodontes en la segunda y por diferencias de hume-
dad entre una y otra (Och senius y Gruhn , 1979: 49) . Los autores
creen que durante la segunda biofase los mastodontes emigraron
hacia regione s m s hmedas . Lo s in strumentos de piedra y hueso no
son abundante s y s u ordenamiento en categoras tipo es difcil ;
adems su descripcin ha sido incompleta y poco clara . Los artefac-
tos de piedra que describe Cruxent son puntas de proyectil , artefac-
tos de lasca y una categora que l designa como "tools of expe-
diency". Solo dos , de los cuatro fragmento s de puntas de proyectil
mencionado s, proceden de la excavacin , ambos hallados en la
cavidad plvica de dos mastodontes excavados en diferentes tempo-
radas de campo (1974, 1976), lo que puede sugerir un especial
mtodo de cacera de estos animales. Cruxent analiza los ejemplares
recon struyendo hipotticamente las partes faltantes , sobre la base de

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GERARDO l . ARD ILA CALDERON - G STAVO G. POLITIS

Lmina 4. Puntas de pro yec til (tipo Lago Madden) d e la Penn sula de Paraguan, Venezue la. (Cortesa de J .
R. Oliver) .

liiiC 114''ollno 1001


l Coodl

t.w.'-'-~--~--

LAS CASITAS COMPLEX

Lmina 5. Regi n del J o bo. Venezuela (cortesa de J . R. Oliver).

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N U FVOS Di\ l OS f> A Ri\ V I EJO PR O BL EM A

su conocimiento de mucho s objetos simila res completos , y los clasi-


fica dentro del tipo Joboide. Manifiesta su conocimiento de que la
mayora de instrumentos de Taima-taima, so n artefactos circuns-
tanciales y atpicos , que co rresponden si n duda a "artefactos de
ocasin" (Cruxent en Ochsenius y Gruhn , 1979 : 85). El equipo
instrumental inclu ye seis piezas de hueso de mastodonte , una de las
cuales sirvi como yunque y cinco astillas utilizad as para desprender
carne de los huesos o para el desollado de las presas .
Las excavaciones en Taima-taima han dado claridad so bre la
cronologa y han permitido establecer la relacin de las puntas joboi-
des con la megafa una. An hay as pectos que merecen ms estudio,
como es el caso de los artefactos . Muchos miles de objetos lticos
procedentes de la regin del Jobo reposan en las colecciones si n haber
sido atendidos .
Lmina 6. Geomorfologa
de la regin del Jobo , OGSE- 80
segn los tr abajos de
Alexander y Oliver hasta La Expedicin Arqueolgica de la Universidad de Columbia, en
1989 . (Cortesa de J. R. 1964, permiti encontrar 33 sitios precermicos en la parte occidental
Oliver) . de la Pennsula de Santa Elena, en Ecuador (Salazar, 1988 : 98). Ms

GEOMORPHIC SURFACES
Pedregal Valley , Falcon Reg lon Venezuela

3 Sol p1t

o 2. 3
kllometers

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GERARDO l. A R D ILA C ALDERON - GUSTAVO G . POLIT IS

tarde Karen Stothert ha encontrado nuevos yacimientos y dirigido


excavaciones en la regin. El sitio ms conocido , OGSE-80, se halla
en un pequeo cerro a unos 2.5 km de la Baha de Santa Elena. A
partir de diferencias estratigrficas, distinciones entre los conjuntos
de fauna y 16 fechas de radiocarbono , se han establecido dos fases
diferentes : Las Vegas Temprano , entre 10.000 y 8.000 aos antes del
presente, y Las Vegas Tardo, con fechas entre 8.000 y 6.000 aos A. P.
(Stothert, 1985 : 3) .

Lmina 7. Sitio de Taima- La fase ms tarda del Complejo Las Vegas es mucho mejor
taima (cortesa de J. R . conocida que la fase temprana. Los artefactos lticos, fabricados sobre
Oliver) .
horsteno , no son tpicos y las diferencias entre los artefactos de las dos
fases so n mnimas .
El anlisis de los restos vegetales y animales del sitio permiti a
Stothert enfatizar sobre la adaptacin de la gente de Las Vegas a la
explotacin sincrnica de varios ambientes. Adems del sitio epnimo
OGSE-80, en La Puntilla se conocen ms de 30 sitios que correspon-
den al complejo, ubicados en la baha, los esteros, cerca de los lechos
de las quebradas y en pequeos cerros tierra adentro. Esta gente
explot una variedad amplia de recursos , con una tecnologa sencilla
pero adecuada, en un medio algo seco pero provisto de muchos

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N UEVOS DATOS PARA UN VI EJO PROBL EMA

ambientes diferentes que incluyeron una zona marina productiva.


Fueron cazadores , pescadores y recolectores; la falta de una especiali-
zacin tecnolgica es interpretada como una prueba de que no llega-
ron a depender de ningn recurso en particular.
Stothert ( 1985: 11-12) opina que no hay motivo para pensar que
los restos de Las Vegas representan un aspecto temporal de alguna
adaptacin serrana y vincula el complejo con aquellos sin puntas de
proyectil fuera del Ecuador, tales como los de la costa pacfica de
Colombia; San Nicols y Pomares, en la costa atlntica colombiana;
las fases de Talamanca y Boquete de Panam central y occidental; los
complejos Amotape y Siches en el norte del Per y los niveles profun-
dos de El Abra, en Colombia. Para reforzar su interpretacin Stothert
escribe: "La idea de una Tradicin Temprana de Bosque Tropical
ayuda a explicar similitudes entre las culturas de la Tradicin Noroc-
cidental Sudamericana. Ahora, creo que Vegas tena sus races en esta
tradicin del bosque tropical. Aunque la pennsula jams estuvo com-
pletamente poblada de rboles, estaba bordeada de manglares y es
geogrficamente adyacente a los bosques tropicales de la zona occi-
dental ecuatoriana" (Stothert, 1985: 12).
Conociendo bien los sitios mencionados por Stothert en Colom-
bia no creemos posible compararlos entre s. Por el contrario, las
diferencias entre ellos son notables y, an ms, los yacimientos coste-
ros son superficiales y los conjuntos lticos que les corresponden no
han sido bien definidos. Tampoco encontramos motivo para no pen-
sar que la forma de vida de la gente de Vegas sea una adaptacin a la
diversidad ambiental de la costa de Santa Elena, surgida hacia finales
del Pleistoceno.
Las investigaciones arqueolgicas en las tierras altas de Colom-
bia se han concentrado en los suburbios de Bogot, en el altiplano de la
Cordillera Oriental. A diferencia de lo que ocurre en otras regiones , las
excavaciones en estos lugares han sido muy cuidadosas y llevadas con
rigor, las dataciones son claras, abundantes y confiables, la descrip-
cin de los artefactos y las clasificaciones precisas y bien documenta-
das. Solo aparecen algunas preguntas que merecen abordarse.
Tequendama
En 1970, tres aos despus de la iniciacin de los primeros trabajos
sobre el hombre antiguo en Colombia, una vez concluidas las excava-
ciones en El Abra, Correal y van der Hammen ubicaron sitios bajo
abrigos rocosos en Madrid, Ubat, Bojac y Soacha. Escogieron un
complejo de rocas areniscas al suroccidente del altiplano de Bogot, en
el borde exterior de la altiplanicie, sobre el camino natural entre el
Valle del Magdalena y las tierras altas de Bogot, a 2.570 m sobre el
nivel del mar. En este sitio se encontr una secuencia estratigrfica y
cultural de casi tres metros de espesor, en la que se reconocieron nueve
unidades estratigrficas, cuya cronologa de deposicin se pudo preci-
sar con ms de 16 fechas de radiocarbono (Correal y van der Hammen,
1977: 35). Muy abundante material ltico y seo permiti establecer
tres ocupaciones precermicas del sitio, separad as entre si por peque-
os perodos de abandono de los abrigos. Estos niveles arqueolgicos
se denominaron "zonas de ocupacin". La Zona 1, durante el Tardi-

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G ERARDO l. A ROlLA C ALD ERON - G USTAV O G. POLITIS

glacial, se fech entre 12.500 y 10.100 aos A. P., poca dellnterstadial


de Guantiva y el Estada! de El Abra; La Zona II, entre 9.500 y 8.500
aos A . P., corresponde al comienzo del Holoceno y la Zona III entre
7.000 y 6.000 aos A.P., ocurrida hacia los comienzos del ptimo
climtico. Nos ocuparemos de las dos primeras.
En este sitio fue posible identificar claramente dos diferentes
conjuntos de artefactos. El primero , denominado "Clase Tequenda-
miense" por los excavadores, se limita nicamente a la Zona 1; es decir,
a fechas pleistocnicas. Est constituido por artefactos cuidadosa-
mente trabajados, en los que se utiliz la tcnica de presin para
aplicar delicados retoques marginales sobre los bordes de uso. El
material base empleado es casi siempre "lidita" de excelente compac-
tacin y fractura concoidea, pero tambin se us diorita o basalto . Este
tipo de rocas no aparece en el altiplano; es posible que provenga desde
el valle del Magdalena. En esta "Clase Tequendamiense" son tpicos
los raspadores plano-convexos y los artefactos unifaciales; los descu-
bridores mencionan el hallazgo de tres instrumentos bifaciales readap-
tados para cortar o raspar.
El segundo conjunto de artefactos ha sido denominad o "Clase
Abriense" (Lmina 3), la cual aparece desde el Pleistoceno hasta el
siglo XVI, poca de la conquista europea. En estos instrumentos no se
us nunca la tcnica de presin, sino que fueron fabricados mediante
percusin directa; no hay plataformas de percusin preparadas de
antemano. No aparecen bifaces y si se quiere ser precisos tampoco
existen unifaces, puesto que no se trabaja una cara completa del
artefacto sino nicamente se remueven algunas lascas para lograr el
borde deseado. Esta clase de artefactos, definida en el sitio de El Abra,
ha sido incluida en la tradicin de artefactos con borde arreglado
(Edge-trimmed Too! Tradition), caracterizada por raspadores sim-
ples, cuchillos, lminas cortantes , cuyos bordes han sido logrados por
el lascado por percusin . Los artefactos se obtienen removiendo lascas
de ncleos sin preparar; tanto lascas como ncleos se convierten en
instrumentos (Hurt , van der Hammen y Correal , 1976: 14).
Durante la Zona 1 los alrededores del abrigo estaban dentro del
rea de pramo abierto. En el piso del abrigo se reconocieron dos
fogones rodeados de huesos de mamferos y dos reas delimitadas de
concentracin de artefactos que fueron interpretados como talleres.
Los huesos de los animales indican la preferencia por los venados
( Odo coileus y Mazama, 40%), ratones (Sigmodon) y cur (Cavia, 30%)
y el 30% restante compuesto por conejos (Sylvilagus), armadillo
(Dasypus) y perro de monte (Potas). Los artefactos de piedra pertene-
cen a las clases "tequendamiense" y "abriense", aunque los segundos
son ms frecuentes. Los artefactos "abrienses" fueron fabricados en el
sitio usando materias primas (chert) locales, mientras que los "tequen-
damienses" fueron transportados probablemente desde el valle del ro
Magdalena. Los autores estiman que "el porcentaje de instrumentos
cortantes es ms de 50%, el de raspadores 30% y de perforadores 7%.
Entre los raspadores son ms abundantes los laterales . El promedio de
raspadores cncavos es bajo . Los raspadores aquillados y cuchillos
laminares se encuentran slo en esta zona y la siguiente. Artefactos de

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UEVOS DATOS PARA UN VIEJO PROBLEMA

hueso , aunque se hallaron unos pocos, en la parte alta de la zona,


faltan casi por completo"(Correal y van der Hammen, 1977: 168 ; ver
107-108).
Durante la Zona II, varios cambios haban ocurrido con res-
pecto a la anterior. La iniciacin del Holoceno haba colocado el sitio
en el Bosque Andino; la precipitacin era mucho mayor que en el
perodo precedente, formando reas pantanosas en el altiplano, aun-
que en las inmediaciones del sitio las condiciones fueron ms secas.
Dentro del abrigo se encuentran varios fogones alrededor de los cuales
se acumulan grandes cantidades de huesos mamferos ; al centro , pero
en el exterior y a los lados de los fogones se observan reas de talleres,
indicando un incremento en la confeccin local de los artefactos. Tan
slo un objeto est fabricado sobre basalto , mientras que para los
dems se utiliz chert local, de menor calidad y dureza que el material
base utilizado en la zona anterior. Los restos seos muestran un
cambio en las preferencias alimenticias : los venados so lo alcanzan
cerca del 15%, mientras que los roedores constituyen el 75 %, en
especial ratones (Sigmodon) , cur (Cavia), paca (Stictomys), conejo
(Sylvilagus), armadillo (Dasypus), topo (Cryptotis), fara (Didelphis),
comadreja (Mustela) y puma (Felis) . Los artefactos "tequendamien-
ses" desaparecen del registro arqueo! gico y nicamente se encuentran
los de la clase "abriense" de tcnica simple. Hay un a umento de
raspadores terminales y cncavos que podra relacion arse con una
mayor dedicacin al trabajo con madera. Entre lo s desech os alrededor
de los fogones se encuentran restos de caracoles (Drymaeus y Pleko-
cheilus) , que pueden recolectarse en los bosques vecinos al yacimiento.
El Abra
La sec uencia continua y la abundante informacin brindad a por el
si tio Tequendama aclar e incorpor en sus explicaciones los resulta-
dos logrados anteriormente en El Abra , un sitio ubicado cerca de la
poblacin de Zipaquir, al centro-oeste del altiplano, un poco por
encima del nivel del antiguo lago pleistocnico de Bogot. El Abra fue
el primer sitio estratificado que se estudi en las tierras alta de
Colombia y Venezuela. En 1967- 1969 fueron excavados parcialmente
tres abrigos en la pared occide nta 1 del corredor formado por dos
escarpes paralelos cuyo can se dirige hacia el altiplano d e Bogo t.
En este si tio se reconocieron cinco unidades estratigrficas prin-
cipales cuya formacin se extiende desde el Pleniglacial Medio hasta el
Holoceno . Se cuenta con 15 fechas de radiocarbn que permiten
conocer los lmites cronolgicos de cada ca pa sedimentaria. Los restos
arq ueolgicos proceden de las unidaces C3 , C4, D 1, D2 , D3 , co n
fechas lmite entre 12.400 160 ao A. P . y 7.250 100 aos A. P.,
que corresponden al Tardiglacial (lnterestadial de Guantiva y Estadial
de El Abra) y Holoceno Temprano . Sin embargo los investigadores
tienen dudas sobre la verdadera antigedad de la ocupacin de los
a brigos : "La poca de la primera ocupacin humana de lo s abrigos
rocosos de El Abra permanece sin aclarar. Antes de las excavaciones
de 1969 se haban hecho cortes de prueba en reas crticas de los
abrigos rocosos 2 y 3 por parte de Thomas van der Hammen y Correal ;
posteriormente, guaqueros (buscadores de teso ros) perturbaron seria-

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GE RARDO l. ARD ILA CA LDERON- GUSTAVO G. POUTI S

mente la tierra de relleno del a brigo 3. E n este ltimo se encontraron 29


lascas pequeas de chert en lo que parecan ser estratos no alterados
inferiores a la base de 2 metros de la c uadrculc de prueba hecha en
1967. Los estratos asoci ados correspon dan aparentemente a los de la
unidad sedimentaria C2. A juzgar por las fechas de Carbn-14 toma-
d as en el nive l C3 superestante (Ca. 13.000 - 10.000 aos A.P.) , estos
artefactos , si en efecto se enco ntraban en estratos no alterados, ten-
dran un a edad superior a los 12.500 aos"(Co rreal , van der Hammen
y Hurt , 1977: 90). En otra publicacin, refirindose al mismo tema,
va n der H ammen y Correal esc riben : " unas pocas lascas y artefactos
(e ntre ellos dos choppers) fuero n enco ntrados en los abrigos rocosos
de El Abra en estratos corres pondientes al Pleniglacial Superior. Sin
embargo, mientras no se pueda encont rar material ms abundante y
directa mente fechado por C- 14 , no se puede decir mucho sobre la
presencia del hombr e en el rea de la Sabana de Bogot".
" Hall azgos extremadamente interesantes incluyen grandes chop-
per y chopping-tools sobre terrazas del valle del Magdalena que
podran representar un a tradicin temprana, pero nada definitivo se
puede decir sobre su edad ; podran represe ntar adaptaciones locales o
so brev ivencias de una cultura del Tardiglacial o de edad holocnica.
No obstan te, la perspect iva de artefactos fechados satisfactoriamente
en el Pleniglac ial Tardo en Co lombia parece ser favorable" (van der
H ammen y Correal, 1978: 183).
Thomas van der Ham men ha sido ms categrico al afirmar:
" las primeras indicaci ones de la presencia del hombre en el rea
provienen del estrato Cl / 2 de lo s abrigos de El Abra : dos "c hoppers"
y alg unas lascas. Este estrato (material limo so- loessico) corresponde
en s u mayora al estada! de Fquene (aprox. 21.000 - 13 / 14.000
aos A. P .... " (van der Hamme n, 1985: 12).
Otro problema pl anteado desde El Abra consiste en las caracte-
r sticas de la ocupacin de los abrigos. Todo parece indicar que se
t rataba de ocupaciones de co rt a duracin por parte de pocos indivi-
duo que so lo eve ntu almente fabricaban sus artefactos a ll.
Los artefactos de El Abra perte necen a la Clase Abriense o
"Edgetrim med too! Traditio n ". Instru mentos relacionados con la
Clase Teque nd a miense, o atpicos , solamente son los dos choppers
me ncionad os y un raspador plano-convexo fabricado en lid ita negra y,
por tanto , tran s portad o desde fuera del a ltipl a no. La fauna co rres-
p on de a la ya desc rita para Tequendama, aunque se puede mencio nar
que e n es te sitio se pudo co nstatar la do mes ticaci n in situ del cur
(Cavia ), un poc o antes del comie nzo de nuest ra era.
Tibit
En el ao de 1980 el arquelogo Gonzalo Correal excav un si tio
donde la interve ncin del hombre en la formacin de varios depsitos
con huesos quemados de fauna extinguida es incontrovertible _ Es un
lu gar a cie lo abierto a l centro-oeste del a ltiplano (cerca de El Abra) , al
borde de un pantan o extinguido . Muy cerca del lugar de los hallazgos
hay terrazas sobre las cuales se han hecho recolecciones de instrumen-
to s lticos s up e rficial~s, pero en las que nunca han aparecido huesos de
megafauna ni puntas de proyectil.

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VI EJO PROBL EMA

Con el precedente que en 1953 Thomas van der Hammen haba


recuperado en el rea una pieza dentaria de mastodonte, y haba hecho
un diagrama de polen junto con el estudio de un perfil estratigrfico en
Tibit (al norte de Bogot) , Correal explor el rea hasta localizar un
depsito de huesos de mastodontes y caballos (Cuvieronius hy odon.
Haplomastodon y Equus A.). Asociados estrechamente con ellos
recuper algunos artefactos, huesos de venados , restos de cremaciones
y carbn, en un estrato sellado por sedimentos recientes e inalterado ,
que arroj una edad de 11.740 110 aos A. P. (GrN - 9375) (Correal
1981). Es decir, dentro dellnterestadial de Guantiva y en correspon-
dencia con la Zona 1 del Tequendama y las ocupaciones ms claras de
El Abra.
Los huesos corresponden a varios individuos de diferentes espe-
cies, lo que lleva a Correal a interpretar el sitio de Tibit como un lugar
de matanza y faenad o, pero enfatizando en la "disposicin selectiva de
los restos en los depsitos 1-2-3, sitios en donde es evidente la asocia-
cin de molares (principalmente) y algunos restos de esqueleto post-
craneal (caballo y mastodonte) .. . Esta nueva situacin, as como la
ausencia total de extremidades de mastodonte, nos obliga a considerar
el carcter de los depsitos 1-2-3 dentro de un contexto cultural mucho
ms amplio que trasciende de la simple acti vidad de matanza y despre-
samiento de piezas de cacera" (Correal , 1981: 129-1 30).
Los artefactos asociados son algunos raspad ores sobre ncleo ,
lascas acondicionadas para cortar y unos cuantos perforadores en
hueso. Todos estos instrumentos se pueden incluir dentro de la Clase
Abriense con excepcin de un raspador plano-convexo elaborado con
cuidado ("tequendamiense"), similar a los mencionados en Tequen-
dama, El Abra, las tierras bajas del Magdalena y algunos asociados a
los conjuntos de la serie Joboide. Parece que algunos huesos de venado
y mastodonte tambin fueron utilizados como instrumentos . Una vez
ms , las puntas de proyectil estn ausentes.
Chobshi y Cubiln
La cueva negra de Chobshi se encuentra en el Cantn de Sigsig,
provincia de Azuay , un poco por encima de los 2.400 m de altitud y los
si t ios de C ubiln , 3. 100 m sobre el nivel del mar , en el lmite entre las
provincias d e Azuay y Loja, sobre la Cordillera Oriental de Ecuador,
al sur del pas (Lmina 9).
Gustavo Reinoso excav durante muchos ao s en la Cueva de
Chobshi, reuniendo una buena coleccin de artefactos de piedra y
hueso y muestras de carbn . En 1970, Reinoso entreg a Bell algunas
muestras que analizadas en el laboratorio de la Universidad de Texas
arrojaron fechas entre 10.000 y 8.000 aos antes del presente (Lynch y
Pollock, 1981 : 95). Dos fragmentos de hueso sin quemar fueron data-
dos luego en el Smithsonian Institution alrededor de 8.600 aos A. P .
(Lynch y Pollock , 1981 : 99).
Los restos animales corresponden a venados ( Odocoileus virgi-
nianus), conejo , paca y puercoespn ( Coendu bicolor) . Lynch escribe
que: " .. . los sudamericanos tempranos pronto comenzaron a orientar
su adaptacin ms hacia los recursos vegetales, particularmente en los
Andes Centrales donde existe evidencia de una agricultura postglacial

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GERARDO l. ARD I LA CALDE RO N- GUSTAVO G. PO L IT IS

temprana , y hacia una gran variedad d e alimentos de origen animal.


La cueva de Chobshi evidentemente re presenta un estadio temprano
e n este proceso de diversificacin y apo rta nuevos dato s en la riqueza
de animales d e presa disponib les, aun fue ra del hbitat alto y fro de los
cam lidos andino s"(Lynch y Pollock , 1981 : 101).
Poll ock clasific 46 tipos de artefactos fabricado s sobre diversas
rocas ; la obsidiana es escasa y el chert de bandas , las rocas volcnicas
metamrfi cas y criptocristalinas son co mnes (Ibd: 116). Las puntas
de proyectil fueron di vidid as en 15 tipos, dentro de los cuales Pollock
clasifica "implement os lanceolados y al mohadillados" (Ibd: 113) que
corresponden a los que otros a ut ores deno minan "puntas Aya mpitn ".
Al respecto , Lynch escribe en el mismo artculo: "El artefacto ms
claramente asociado co n la tradicin andina de caza y recoleccin es
aquella lanceo lada y almohadill ada o punta Aya mpitn con cuyo
nombre a veces se reconoce este comp lejo cultural" (Lynch y Pollock ,
1981: 1O1-1 02). Los autores co nclu yen q ue Chobshi tuvo lazos cultura-
les con el Per y con el rea de El Inga a unque las puntas "cola de pez"
tpicas de El Inga no se encuentran aq u y la obsidiana es muy rara.
Mathild e Temme excav lo sitios de Cubiln (Cu-26 y Cu-27) a
comienzos de los ochenta. C u-26 es un campamento fechado alrededor
de 9.000 aos A. P . Raspadores, perforadores , desechos de talla, puntas
de proyectil (foliceas y ped unculadas) y varios fogones asociados fueron
encontrados; no se hallaron restos de fa una (Temme, 1982: 136-164).
Cu-27 fue interpretado como un taller, fec hado ca. 10.500 aos antes del
prese nte. Temme encontr una gran cantidad de desechos de talla,
abundantes ncleos y lascas , percutores, raspadores y algunos cuchillos
bifaciales. Tampoco hubo re tos de fauna. Ernesto Salazar escribe:
"Te mme no ha reali zado un exhaustivo estudio comparativo de los
materiales de C ubil n, pero es bastante claro que los sitios son ms afines
a Chobshi y Ellnga, que a los co mplejos lticos que se ala la mencionada
investigadora" (Salazar, 1988: 98).

Lmina 8. Cerro del ll a l, en Ecuador Lmina 9. Cueva egra de C hob. hi en Ec uador


(cortesa E. Salazar) . (cortesa E. Sa la7ar).

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UEVOS DATOS PA RA U VI EJO PR O BLE MA

Ellnga y San Jos


El yacimiento de Ellnga se encuentra entre el cerro llal y la Cordi-
llera Oriental , al oriente de Quito (Lmina 8) . En la base oriental del
cerro llal se encuentran los sitios de Lozn, San Cayetano , San Juan
y San Jos (Salazar, 1988: 95) . El lnga, a 2.550 m de altura, fue
descubierto en 1947 por Kaplan y excavado en 1960-1961 por R . Bell.
La coleccin de artefactos de superficie en los alrededores del sitio fue
iniciada por W. Mayer- Oakes en la misma poca. En 1965 , 1967 y
1968 Mayer - Oakes hizo extensas colecciones superficiales en San
Jos , sitio que excav en 1971 (Mayer-Oakes , 1984: 134).
A pesar de la popularidad de El Inga en la literatura arqueol-
gica y de la enorme cantidad de objetos provenientes de all (ms de
80.000), la cronologa no es consistente y la estratigrafa aparece
disturbada por labores agrcolas . Un anlisis de radiocarbn de este
lugar dio un resultado de 9.030 144 aos antes del prese nte.
En San Jos, Mayer-Oakes intent fechar los cinco niveles reco-
nocidos valindose de muestras de C-14 y utilizando anlisis de hidra-
tacin de obsidiana. Los resultados obtenidos con las muestras de
carbn son mucho ms recientes que los logrados con las lascas de
obsidiana. Estos ltimos oscilan entre 9.32 1 y 11.248 aos antes del
presente (Mayer-Oakes 1984: 134) .
Es de resaltar la diferencia entre el conjunto de artefactos de San
Jo s y El Inga. En el primero no aparecen bifaces y no hay puntas de
proyectil mientras que el segundo es bien conocido por la variedad de
puntas que posee. Maye r-Oakes ha dividido los hallazgos entre puntas
pedunculadas y lanceoladas . La primera clase, presente en todos los
niveles de El Inga, llamada por Mayer-Oakes Fel/'s Cave Stemmed, es
el tipo conocido como "fishtail" o "cola de pez", al que se le atribuye
una distribucin mu y grande desde Centroamrica hasta el extremo
sur del continente. Una segunda clase corresponde, segn Mayer-
Oakes, a una variante de las puntas peruanas de Paij n, fechadas
alrededor de 1O.000 aos A. P . (El lnga long Stemmed). En tercer lugar
agrupa puntas que casi no han aparecido completas en El Inga y cuya
caracte r stica es su pednculo ancho (Eilnga Broad Stemmed). Varios
ejemplares se reportan para otros si tios del cerro Ilal y para el rea
cercana a Otavalo . Por ltimo , una cuarta clase est compuesta por las
puntas lanceoladas de Ayampitn (El Inga Shouldered Lanceo/ate)
que en El Inga constituyen el 12% del total de puntas encontradas.
Desde luego, de todos estos artefactos hay variantes locales.
De el suroccidente de Colombia se han publicado seis interesan-
tes ejemplares , hallados en superficie en contextos poco claros en el
Valle de Popayn , en el alto ro Cauca (!llera y Gnecco , 1986). La
constancia del adelgazamiento y la escotadura basal y la morfologa
general de tres de ellas - al menos- las relacionan con las tercera y
cuarta clase de Mayer-Oakes para El Inga. Anteriores estudios de
conjuntos de artefactos trabajados sobre obsidiana en la regin de
Popayn tambin han recalcado el parentesco tecnolgico con El 1nga
(Gnecco, 1982) .

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Per y el norte de Brasil

En 1958 Augusto Cardich p ublic los resultados de sus trabajos en


Lauricocha, en un sitio a ms de 4.000 m de altitud, en donde obtuvo
una fecha de 9.500 aos antes del presente para las primeras manifes-
taciones culturales . Desde entonces se han hecho bastantes investiga-
ciones en la sierra y la costa peruanas. En los ltimos aos se han
publicado extensos resme nes e interpretaciones de los ms significa-
tivos trabajos hechos en el Per (Lynch, 1980; Lavalle, 1985 ; Cardich,
1988). Se pueden mencionar en la sierra el Complejo 1 de Guitarrero ,
excavado por Lynch y fechado entre 12.000 y 9.000 aos A. P. (Lynch,
1980); la Fase Puente de Jaywamachay, excavada por MacNeish y
fechada alrededor de 10.000 aos (Lavalle, 1985); Pachamachay,
fechado entre 11 .000 y 9.000 aos por Ramiro Matos Mendieta;
Toquepala, estudiada por Emilio Gonzlez y despus por Muelle y
Ravines y con fechas alrededor de 9.500 aos antes del presente; la fase
7 de Telarmachay, con fechas entre 12.000 y 7.000 aos A. P. (Lavalle,
1985: 429); Tres Ventanas, datado por Engel en 10.000 aos A.P.
(Cardich, 1988: 18); las fases Pacaicasa (20.000 - 15.000 aos A. P .),
Ayacucho (14.000 - 13.000 aos A. P .) y Huanta (13.000 - 11.000
aos A. P.) de Pikimachay, excavado por MacNeish y muy conocidas y
discutidas desde su publicacin . La mayora de autores no se niega a
aceptar la fase Ayacucho , pero existe mucha reticencia hacia la fase
Pacaicasa por considerrsele poco definida y mal representad a en
Per (ver Lavalle, 1985: 415).
En la costa norte se conocen los sitios de Pampa de los Fsiles,
Cupisnique, Huarmey y Paijn, a los que se asignan edades entre
11.000 y 10.000 aos A.P . (Cardich , 1988 : 18). Tambin se debe
mencionar la fase Amotape de la regin Chira- Talara fechada entre
11.500 y 8.000 aos A. P ., donde grupos de cazadores explotaron con
intensidad los recursos de los manglares (Richardson 111, 1978 : 274-
289). En la actualidad Cardich trabaja en el norte de la sierra, en
cavernas de Cajamarca, sob re un conjunto ltico que denomina Com-
plejo Cumbe (Cardich , comunicacin personal) . El sur de Per se ha
visto desde el norte de Chile (Nez, 1983 : 55-60; Lavalle, 1985: 417;
Santoro, 1989: 40-41) . Santoro incluye los sitios de Toquepala, Tojo-
Tojone, Las Cuevas , Hakenasa, Caru, Patapatane, Tuina y San
Lorenzo , en un Perodo Arcaico Temprano , con fechas entre 11 .000 y
8.000 aos antes del prese nte , que divide en dos fases . Sugiere que en la
puna (seca y salada) el Arcaico Temprano debe contemplarse "como
herencia del Paleoindio " del que no hay registros (Santoro, 1989: 54) .
Estos grupos se caracterizaran por un patrn de movilidad interam-
biental en la fase ms temprana y por su establecimiento regularizado
en los ambientes de altura, en la fase final.
En general, las ocupaciones ms antiguas conocidas desde los
yacimientos arqueolgicos precermicos de Per, muestran cazadores
de grandes mamferos con un equipo instrumental compuesto por
diversos bifaces y variados tipos de puntas de proyectil, casi siempre
foliceas y pedunculadas . El amplio conocimiento y la cantidad de
publicaciones sobre los primeros pobladores peruanos nos exime de
descripciones ms detallad as .

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UE VOS DATOS PAR A UN VI EJO PROBL EMA

L mina 10. Area del Bo- En el nororiente de Brasil , en la reg10n de So Raimundo


queirao da Pedra Fu rad a, Nonato , en el estado de Piau , un equipo dirigido por la arqueloga
Es tad o de Piau , en Bras il. franco-brasilera Niede Guidon ha estudiado una serie de abrigos bajo
roca , en tres de los cuales se han obtenido fechas para ocupacione
anteriores a 11 .500 aos A . P .: La Toca do Boqueirao da Pedra
Furada, la Toca do Sitio do Meio y la Toca do Caldeirao dos Rodr-
guez 1 (Lmina 10). Aunque en los dos ltimos se han logrado fechas
entre 18.000 y 12.000 aos antes del presente , el sitio de La Toca do
Boqueirao da Pedra Furada ha permitido a los excavadores obtener
fechas hasta cerca de 50.000 aos antes del presente. No obstante , los
niveles mejor estudiados y publicad os tienen fechas entre 32 . 160
1.000 ao A. P . (GIF 6653) y 17 .000 400 aos A.P . (GIF 5397)
(Guidon , 1984: 157-171 ; Guid on y Delibrias , 1986: 769- 771 ). Guidon
ha establecido dos fases llamadas Pedra Furada y Serra Talhada ; la
primera de ellas con lmites cronolgicos entre 32.000 y 17.400 aos
A. P. Durante esta fase los artefactos son cuchillos , ras padores, lasca
" utilizadas tal cual o con algunos retoques" (Guidon, 1984: 171) y
ncleos , todos sobre rocas de cuarzo o cuarcita.

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CGERARDO J. ARD ILA CALDE RON - G STAVO G. POLITIS

Hasta el presente no se ha publicado nada sobre fauna asociada


y restos vegetales , aunque las paredes rocosas de la regin estn
adornadas con pictografas y represen taciones naturalistas de anima-
les. "La inexisten cia de pun tas, aun en madera o hueso ( ... ) y la
representacin en el arte rupest re de propulsores y dardos , pero nunca
de arcos y flechas , so n indicios que podran ser caractersticos de estos
cazadores de la regin sem i-rida del nordeste del Brasil" (Guidon,
1984: 170).

El Cono Sur

El Cono Sur de Amrica est formado por el territorio que ocupan


Chile, Uruguay, Argentina y Sur de Brasil, ubicndose en la porcin
meridional del continente . Este territorio presenta una variedad
importante de ambientes influidos no slo por la latitud sino tambin
por la altura sobre el nivel del mar. La parte noroeste est dominada
por la Cordillera de los Andes y forma una extensa planicie denomi-
nada Puna, que se ubica por encima de los 3.000 m.s.n.m. Sobre sta se
levantan picos nevados que llegan a los 6.000 m.s.n.m. y recortan este
paisaje plano y extremadamente rido . Desde la Puna se desprenden
valles y quebradas que bajan por las vertientes del Atlntico y del
Pacfico . Hacia el sur, la Cordillera de los Andes se vuelve ms
estrecha hasta sumergirse en el Pacfico, formando innumerables fior-
dos en la porcin meridional de Chile. En la parte central de este pas,
se extiende un angosto valle de clima templado y hmedo. Hacia el
este, en las latitude s medias de Argentina, se encuentra la regin
pampeana; una amplia llanura con abundantes pastizales y con un
clima templado hmedo sobre el Atlntico y templado seco en su
porcin ms prxima a la cordi llera . Al sur de la pampa, entre los
Andes y la costa Atlntica, est la regin patagnica, una gran meseta
rida y fra, cubierta slo por pastizales duros y arbustos achaparra-
dos. Al este y al norte de la pampa, la llanura hmeda y templada llega
hasta Uruguay y el sur de Bra il. Entre sta y la cordillera, se encuentra
una llanura de clima rido y clido, cubierta en parte por un bosque
xerfilo , denominado regin chaquea. Las regiones selvticas del
norte de Paraguay y de la Provincia de Misiones de Argentina, limitan
el sector septentrional del Cono Sur.
El Cono Sur americano aport las primeras informaciones sobre
el poblamiento tempran o de Amrica. A pesar de que esta regin haba
atraido el inters de la comunidad cientfica a fines del siglo pasado y a
comienzos de este, debido a los hallazgos e hiptesis de Florentino
Ameghino ( 18 8 1), recin en 19361os descubrimientos de Junius Bird ,
en el extremo sur de la Patagonia, entregaron los primeros datos sobre
una ocupacin temprana del continente (Lmina 13). Las cuevas de
Fell y Palli Aike contenan un componente datado entre ca. 10.000 y
11.000 aos A. P. que evidenciaba una tecnologa bifacial elaborada,
con la produccin de puntas de proyectil del tipo "cola de pescado", y
una economa que, en lo referente a sus componentes faunsticos, se
basa ba en el guanaco (Lama guanicoe) y como recurso ocasional o
complementario, eo el caballo americano (Mengoni Goalons, 1986).

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UE VOS DATOS PARA U V I EJO PROBL EMA

L mina 12. Estructura ceremoni al desc ubierta


en el sitio Monte Verde (cortesa de T. Di llehay).

Lmina 11 . Perfi l del sitio M on te Verde Lmina 13. Vista de la excavacin en la Cueva
antes de empezar la excavacin Fell durante la expedicin de Bird , en 1972
(co rtesa de T. Dillehay). (cortesa de J. Hyslop).

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GERA RDO l. ARDILA CALDERON - G STAVO G. POI IT IS

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UEVOS DATOS PAR A UN VIEJO PROBLEMA

Las excavaciones efectuadas por Laming Emperaire (1968) y por Bird


( 1983) en 1972 confirmaron esta caracterizacin inicial y precisaro n la
cronologa de las primeras ocupaciones. Ambos sitios se han trans-
formado en una de las evidencias ms fuertes sobre la ocupacin
humana del sub-continente a fines del Pleistoceno , debido a la calidad
de la asociacin , las escasas evidencias de perturbaciones post-
depositacionales y la clara secuencia estratigrfica en donde se encuen-
tran los niveles culturales.
Hace poco se ha descubierto en la Cueva Medio (Provincia de
Ultima Esperanza, Chile) un contexto similar al de los ni ve les inferio-
res de las Cuevas Fell y Palli Aike (N ami, 1985-1986, 1987 , 1989). En
este sitio, ubicado slo a 1 km de la Cueva del Milodon , aparece un
componente Fell 1 al que pertenecen dos puntas completas del tipo
"cola de pescado", en asociacin con huesos de caballo americano
(Hippidium sp.), guanaco y probablemente un felino extinto (Felis
listai). El material ltico recobrado en este componente incluye tam-
bin una variedad de instrumentos confeccionados en tufa, calcedonia
y vulcanita: raspadores, roederas y cuchillos. La asociacin faunstica
est compuesta por restos de milodon (Mylodon listai) , cnidos
(Dusicyon cu/paeus) y crvidos. Los huesos ms abundantes corres-
ponden a caballo americano sugiriendo que este mamfero fue la presa
principal. Cuatro fechas de Cl4 provenientes de muestras d e fogn,
dieron como resultado: 9.595 115 aos A. P.; 10.310 70 aos A. P. ;
10.550 120 aos A.P. y 12.390 180 aos A. P . Estas dataciones
coinciden con la edad estimada a partir de la asociacin faunstica. Sin
embargo, debe destacarse que las dos ltimas fechas provienen del
mismo fogn , siendo la de 12.390 un poco ms antigua que las dems.
Por eso, y hasta que no se efecten nuevas dataciones, d e be conside-
rarse la de 10.550 como la ms probable. Los primeros informes de
esta investigacin indican una clara asociacin, con pocas evidencias
de perturbacin ; las estructuras (tales como fogones) en posicin
original, indican que este sitio est ofreciendo informacin de alta
calidad para el problema del poblamiento americano .
Fuera del continente, en la parte occidental de la Isla de Tierra
del Fuego, los recientes hallazgos efectuados en el alero rocoso de Tres
Arroyos (Massone, 1984) ofrecen pruebas de una colonizacin tem-
prana de la isla. En los niveles inferiores de este sitio se ha registrado un
contexto de lascas e instrumentos con retoque marginal, asociados a
restos seos de caballo americano y guanaco, fechad os entre 11.900 y
10.300 aos A. P.
Hacia el norte , en la meseta patagnica, los sitios de los Toldos y
El Ceibo evidencian la ocupacin de esta regin a fines del Pleistoceno .
El primero est formado por una serie de cuevas y abrigos ubicados en
un caadn en la Provincia de Santa Cruz, en Argentina (Lmina 20),
que fueron inicialmente excavados por Menghin ( 1952) y en la dcada
pasada por A. Cardich (1977) . En la cueva 3 se ha recuperado una
secuencia de ocupaciones, cuyos niveles inferiores contienen dos com-
ponentes culturales. El ms antiguo ha sido denominad o Nivel 11 y
est caracterizado por instrumentos confeccionados por retoque mar-
ginal unifacial sobre lascas grandes y espesas de diferentes forma s. El

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GE RARDO l. A RO l LA CAL DERON - GUSTAVO G. POLIT IS

contenido faunstico de este nivel indica un intenso consumo del guanaco


y la presencia de pocos restos de fauna pleistocnica: un caballo ameri-
cano (Parahipparion) y un camlido extinguido (Lama gracilis). Un
fechado radiocarbnico de este nivel dio 12.600 aos A. P. , convirtin-
dolo en la datacin ms temprana del territorio argentino. En los niveles
que yacen encima de este se han registrado evidencias del componente
"Toldense" con una asociacin faunstica similar pero con una tecnolo-
ga diferente caracterizada por raspadores y raed eras ms planas y mejor
formatizadas, puntas triangulares y cuchillos bifaciales , y otros elemen-
tos similares al Perodo 1 de la cueva Fell. Este componente ha sido
datado entre ca. 9.000 y 11.000 aos A.P . (Cardich, 1977). En un
caadn cercano se ha descubierto recientemente la cueva de El Ceibo
donde se ha registrado una secuencia similar a la de Los Toldos , pero an
no ha sido fechada (Cardich et. al. , 1982).

En el presente decenio se han hallado en la regin pampeana


nuevos sitios referentes al poblamiento temprano de Amrica. Esta
regin haba sido ya estudiada desde fines del siglo pasado cuando F.
Ameghino reuni una serie de restos lticos y seos y les asign una
gran antigedad , a pesar de que la gran mayora de estas evidencias
carecan de informacin estratigrfica y contextua!. En consecuencia
no pueden ser consideradas se riamente en la actualidad. Algunos sitios
no han sido evaluados con detalle ; hallazgos tales como el crneo
humano del puerto de Buenos Aires (Diprotomo), o el de Arroyo
Siasgo, podran efectivamente representar evidencias d e ocupacin
humana en la regin en el Pleistoceno Tardo (Politis , 1985).
Los sitios hallados en los ltimos aos en la regin son La
Moderna , Arroyo Seco, Cerro La China y Cerro El Sombrero. El sitio
1 de Cerro La China, una cueva poco profunda en el sistema serrano de
Tandilia , contiene restos de la ocupacin ms antigua, bien fechada ,
en la regin pampeana. En este sit io se ha recuperado un contexto
ltico con bifaces que incluyen una preforma y un fragmento de punta
"cola de pescado", asociados a una placa de gliptodonte (Eutatus
seguim) en un nivel fechado en 10.720 300 y 10.790 120 aos A . P .
En el itio 2, localizado a cielo abierto cerca del siti o 1, se recobraron
tambin do s puntas completas del tipo "cola de pescado" (Lmina 14)
junto con abundantes desechos lticos de reduccin bifacial ( Flegen-
heim er, 1986, 1987). El sitio 3, tambin a cielo abierto, prese nta un
perfil estratigrfico sim ilar al2; en l se han hallado algunos artefactos
unifaciales y abundantes lascas y esquirlas fechadas en 10.6 10 180
aos A .P . Aunque los desechos lticos indican que hubo reduccin
bifacial en el si tio , no se han encontrado puntas de proyectil ni otros
artefactos confeccionados mediante esta tcnica. Con base en los datos
radiocarbnicos, la situacin estratigrfica y las caractersticas del
co njunto ltico, Flegenheimer concluye que la ocupaciones tempra-
nas de los tres sitios estaran estrechamente correlacionad as.
Desde los trabajos iniciales de Madrazo ( 1972) un gran nmero
de puntas de proyectil "cola de pescado", completas y fragmentadas,
fueron halladas en la cima del Cerro El Sombrero, y en el sistema
serrano de Tandilia, a pocos kilmetros de los sitios de Cerro La China
(Fiegenheimer, 1987). La coleccin ltica procedente del Cerro El

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N UE VOS DATOS PARA UN VI EJO PROBLEMA

Lmina 14. Puntas


de proyectil "cola de
pescado " del Cerro
La China (cortesa
de N. Flegenheimer).

Sombrero est formada por 29 fragmentos de puntas halladas en


superficie. En un sedimento muy delgado y compacto que cubre
algunas depresiones en la cima del cerro tambin se recuperaron
algunos fragmento s y dos ejemplares completos (Flegenheimer,
comunicacin perso nal). Recientemente, en una excavacin poco pro-
funda de un alero de la falda del cerro , se hallaron nuevos ejemplares
de puntas del mismo tipo . La in u ualmente alta densidad de artefactos
y las caractersticas del contexto , en el cual estn representados todos
los pasos de manufactura de puntas, sugiere que Cerro El Sombrero
fue un sitio cuya principal actividad fue la confeccin y reemplazo de
puntas lticas (Flegenheimer, 1987).
La Moderna es un sitio multicomponente localizado en las
barrancas del arroyo Azul (Lmina 19) en la Provincia de Buenos
Aires . La primera investigacin del sitio fue llevad a a cabo en 1972 y
1973 (Palanca et. a/.1972 ; Palanca y Politis , 1979), mientras que una
segunda etapa de excavaciones se desarroll entre 1982 y 1983 (Politis
1984; 1985). El componente temprano de La Moderna ha sido inter-
pretado como un sitio de caza de un gliptodonte (Doedicuris clavicau-
datus) localizado en los bordes de un pantano del Pleistoceno Finai-
Holoceno Tardo. Adems de los restos de Doedicurus se han

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GERARDO l. ARDILA CALDERON - GUSTAVO G. POLITI S

registrado en este nivel huesos de otras especies de gliptodonte


(G/yptodon y Sclerocalyptus) , guanaco, and (Rhea americana) y
coipo (Myocastor coypus). Slo el Doedicurus se relaciona con la
ocupacin humana. El conjunto ltico est formado por lascas y
esquirlas de cuarzo cristalino de tamao variado. En las excavaciones
de 1972-1973 se recuperaron 258 lascas, 690 esquirlas y ms de mil
microesquirlas . Aunque es difcil determinar cules son las lascas que
representan un estado de reduccin primaria o secundaria, se ha
observado que 12 de ellas muestran algunas evidencias de retoque
(Palanca e t. al. , 1979). En la temporada 1982-1984 se recupera ron muy
pocos restos lticos (39 lascas y esquirlas de cuarzo cristalino, dos de
cuarcita y uno de ftanita / dolomita silicificada). La cronologa de este
componente permanece an poco clara. Mientras que la posicin
geolgica y la asociacin faunstica sugieren una edad del Pleistoceno
Final, un fechado radiocarbnico obtenido sobre un resto de Doedi-
curus dio como resultado 6.550 160 aos A . P . Esta muestra podra
haber sido contaminada por la napa fretica que afecta el nivel cultural
y en consecuencia debe considerarse como una "edad mnima" (Poli-
tis , 1985).
El sitio 2 de Arroyo Seco es multicomponente , a cielo abierto y
est ubicado en la llanura pampeana, en la Provincia de Buenos Aires
a orillas del Primer Brazo de los Tres Arroyos (Lmina 15). El compo-
nente temprano del sitio est caracterizado por instrumentos unifacia-
les sobre lascas con retoque marginal (Lmina 16) , que incluyen tipos
tales como raspadores frontales , raederas laterales simples y dobles ,
"Pieces esquielle" y la mitad de una piedra de bolead ora. La asociacin
faunstica esta compuesta por abundantes restos de guanaco, lo que
sugiere que esta presa fue el principal recurso de carne, mientras que el
venado de las pampas (Blastoceros bezoarticus), los caballos america-
nos (Hippidion onohippidium) y el megaterio (Megacherium america-
num) fueron recursos complementarios (Fidalgo et. al., 1986; Politis ,
1984; Politis e t. al., 1987). Un fechado de C 14 efectuad o so bre hueso de
megaterio dio como re ultado 8.390 240 aos A.P. ubicando este
componente hacia los inicios del Holoceno . Es importante destacar
que, adems de los mamferos mencionados, tambin se hallaron en
este nivel restos de otras siete especies extinguidas , lo que indica un
conjunto faunstico tpico del Pleistoceno Final, ms que la s upervi-
vencia ocasional de algunas especies hasta los inicios del Holoceno . En
consecuencia, es probable que la antigedad del Componente Inferior
del sitio sea un poco mayor que la indicada por la datacin . U na de las
caractersticas destacables del sitio es la presencia de 18 esqueletos
humanos, la mayor parte de ellos completos, hallados en entierros
simples y mltiples , debajo del Componente Inferior (Lmina 17) .
Este conjunto de entierros corresponden a episodios de inhumacin
diacrnicos que segn dos fechados radiocarbnicos se ubicaran
entre ca. 6.500 y 8.560 aos A. P. Esto indica que por lo menos parte de
los entierros corresponden al Componente Inferior. El entierro mlti-
ple nmero 10 fue hallado a mayor profundidad que las inhumaciones
fechadas y presenta caractersticas particulares que sugieren una
mayor antigedad (Lmina 18).

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l i FVOS DA lOS 1' 1\ Rt\ U V l r.IO I'ROBLI Mt\

Lmina 15. Vi sta parcial


de la excavac i n d e Arro-
yo Seco 2.

Lmina 16. Ma te ri al ltico


del com r o ncn tc inferior
del Arr oyo Seco 2.

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GE RARD O l. A RDI L A CA L DE RON - GUSTA VO G. PO LI T IS

En los valles centrales y meridionales de Chile se destaca el


hallazgo de dos sitios tempranos: TaguaTagua y Monte Verde. El
primero ha sido citado abundantemente en la literatura sobre el
poblamiento de Amrica, pero an no se ha publicado un informe
completo. Este sitio representara una ocupacin temprana de grupos
cazadores recolectores que explotaron algunos mamferos extinguidos
(mastodonte, ciervo extinguido, etc.), y que posean una tecnologa de
lascas con retoque unifacial marginaL La ocupacin temprana de
TaguaTagua fue datada en 1 1.300 aos A. P. (Mon tan, 1976). La otra
evidencia proviene de Monte Verde, un sitio a cielo abierto ubicado a
orillas del arroyo Chinchihuapi (Lmina 11), en el sur de Chile. Este
Lmin a 17 . Arrib a. ce n- sitio presenta un nivel de ocupacin datado entre 13 .000 y 12.500 aos
tr o. Enti e rr o infa ntil
A.P . (Dillehay, 1984) que ofreci una coleccin sin precedentes de
descubi e rt o e n Arr oyo
instrumentos de piedra y hueso escasamente formatizados . Entre los
Seco 2.
primeros se cuentan los basamentos de estructuras de vivienda de
planta rectangular y uno de planta circular (Lmina 12). Distintas
Lmina 18. Arriba, dere- evidencias sealan que los ocupantes de este nivel tenan una rica y
cha. Ajuar funerario de variada dieta basada en las plantas silvestres y complementada con
un entierro de Arroyo
Seco 2. distintos tipos de carne (mastodonte y pequeas presas). En un
informe completo recientemente editado por Dillehay ( 1989) se ha
publicado la primera parte de la informacin arqueolgica obtenida
en el sitio y los informes de las disciplinas auxiliares. Debajo de este
completo nivel de ocupacin fechado entre 13 .000 y 12.500 aos A. P .,
se ha registrado un fogn de asociacin con una decena de instrumen-
tos (cantos rodados con uno o dos lascados) de donde proviene una
fecha de 33.000 aos A. P. (Dillehay, 1989). La escasez de las eviden-
cias no permite an realizar mayores consideraciones sobre este nivel
temprano de ocupacin que deber explorarse ms intensamente para
evaluar su aporte al problema del poblamiento americano .

Discusin y conclusiones

La evidencia resumida en los apartados anteriores permite abordar el


proceso de ocupacin humana del continente a travs de nuevas
perspectivas.

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UEVOS DATOS PARA U VIEJO PROBL EMA

En la revisin que hemos intentado, hacemos nfasis en datos


nuevos o en aspectos poco con oc id os de trabajos que se suponen
publicados en extenso. Sitios o hallazgos que podran tener inters ,
como en el caso del alero Quirihuac, en Per , o las probables puntas
acanaladas de La H undicin , en Venezuela, entre muchos otros, no
son mencionados porque no han sido publicados con detalle y porque
la informacin di sponible sobre ellos es mnima.
Muchos investigadores (Krieger, MacNeish , Bryan) propusie-
ron un poblamiento americano por grupos que carecan de puntas de
proyectil bifaciales , anteriores a Clovis. Sin embargo, los sitios que
utilizaron como evidencia de la existencia de estos grupos o eran
superficiales - y por tanto no ofrecan posibilidades de una estimacin
cronolgica confiable- o permitan discusiones sobre el carcter
antrpico de los artefactos, la confiabilidad de los fechados o las
caractersticas de las asociaciones faunsticas . Muchos trabajos crti-
cos tambin se han publicado (Lynch, 1974; Vance-Haynes , 1969;
Owen, 1984 y otros) . Estos autores discutiero n el carcter antrpico de
los componentes de la fase Pacaicasa d e Pikimachay o la falta de
rigurosidad en la utilizacin de criterios geomorfolgicos para el
establecimiento de las secuencias de la regin del ro Pedregal, en
Venezuela. Otros an llevaron sus dudas so bre la secuencia de Cerro
Chivateros en el Per , los sitios " tandilien ses" de Margarita, El Oro y
Laguna Blanca Grande o de Atuel IV , en Argentina, la Cueva de
Eberhardt o del Milodn, en el extremo austral de Chile e, incluso ,
so bre la capa V del sitio Alice Boer, en Brasi l (ver Bate 1985: 3).
Los ni ve les inferiores de Monte Verd e y La Toca do Boqueirao
da Pedra Furada proporcionaron informacin so bre restos culturales
con fechas alrededor de 30.000 aos. En Monte Verde apenas se
empiezan a obtener los primeros d atos y la informacin es escasa
todava . Por ello, este nivel se puede considerar como una evidencia
que debe ser ex plorada, profundizada y analizada con cuidado , antes
que como una prueba de la prese ncia del hombre hace 30.000 aos en
Chile. El co nte xto , la interpretacin est ratigrfica y las fechas radio-
carbnicas de Pedra Furada so n ms completas y firmes . No se han
planteado problemas so bre los artefactos ni so bre el mtodo de exca-
vaci n, aunque las fechas so n muy antiguas. Desde este yac imiento se
han ofrecido evidencias que permiten defe nder una ocupacin humana
de Amrica del Sur 20.000 ao s antes de la expansin de Clovis en las
llanuras norteamericanas. Aun no es posible conocer otros aspectos
culturales de los grupos ms antiguos , pues los restos faunsticos son
escasos y el contexto arqueolgico es pobre en informacin.
Las ocupaciones posteriores al nive l ms antiguo de Pedra
Furada ocurrieron en momento s mucho ms recientes. Con excepcin
de una fecha en este lugar de 17.000 aos A . P . y de la edad presumible
alrededor de 20 .000 aos del nivel ms profundo de El Abra, datos
libres de controversia se agrupan entre 14.000 y 12.000 aos antes del
prese nte . La fase Ayacucho de Pikimachay, el componente superior de
Monte Verde, El Abra, Taima-taima, y quizs el nivel 11 de Los
Toldos y El Ceibo, sealan una ocupacin efectiva de los diferentes
ambientes sudamericanos y una notable diversidad en la tecnologa y

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GERARDO l. ARD ILA CALDERO - G STAVO G. POLITIS

Lmi na 19. A la d erec ha d e l Arro yo Azul se hacen las excavacio nes del sitio La M oderna.

la explotacin de los recursos. La variacin en las estrategias adaptati-


vas va desde la explotacin intensiva d e las plantas , como es el caso en
Monte Verde , hasta la caza y consumo de mastodontes como ocurre en
Taima-taima.
A partir de 12.000 aos se cuenta con claras pruebas de la
ocupacin human a de casi todos los ambientes ms importantes en
Amrica del Sur. Inmedi atame nte despus de la retirad a de los glacia-
res los grupos cazadores recolectores te mprano s ya ocupaban el
ex tremo suramericano e in cluso llegaban hasta Tierra de Fuego .
Durante este perodo la caza del guanaco y del caballo americano
parecen haber sido la base de la dieta, por lo menos durante algunas
pocas del ao; la tecnologa ltica se diversific , apareciendo una
mayor capacidad en la reduccin bifacial. Las puntas "cola de pes-
cado" provenientes de los sitios del extremo sur y de la regin pam-
peana indican la estandarizacin de estos instrumentos y sugieren su
eficacia para las actividades de caza. Extensas regiones del sur de
Brasil desarrollaron una tecnologa de lascas y lminas y una econo-
ma que se basa en la explotacin de fauna aun viviente.
En el sur de Brasil y en Uruguay tambin se han registrado
algunas puntas "cola de pescado", similares a las del extremo sur y a las
pampeanas , pero e n yacimientos superficiales. Con base en la morfo-
loga, la tecnologa y las relaciones mtricas de las puntas, Politis ha
propuesto que los ejemplares provenientes de estas cuatro regiones
pertenecen al mi smo modelo de punta de proyectil. No se ha explicado

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N UEVOS DATOS PARA U VIEJO PROBLEMA

el significado de la distribucin espacial discontnua junto con unas


fechas restringid as , ni cmo funcionaban estas puntas dentro de cada
sistema cultural. Con excepcin de los sitios del extremo sur y Cerro
La China, los hallazgos han sido hecho s en superficie, por lo que es
difcil considerar la posicin de estos artefactos en los sistemas de
tecnologa y subsistencia de cada una de estas regiones. Se debe
recalcar que los cazadores-recolectores que las habitaban compartan
algunos conceptos tecnolgicos y morfolgicos a finales del Pleisto-
ceno , lo que no significa que fueran los mismos grupos o que compar-
tieran otros rasgos culturales, sino tan solo aquellos conceptos involu-
crados en la produccin de un modelo especfico de punta de proyectil.

L min a 20. El ca ad n Al otro extremo , en el norte de Amrica del Sur, al final del
de Los Toldos (co rt esa Pleistoceno se observa una gran diversidad . Al mismo tiempo , el
de A. a rdi ch). Tardiglacial y el Holoceno Temprano se pueden caracterizar por una
gran estabilidad cultural , si se tiene en cuenta que no se prese ntan
cambios notables en la tecnologa ni en la relacin de las frecuencias
porcentuales de artefactos durante perodos mayores de 2.000 aos en
los sitios excavados, como ya lo han hecho notar otros autores (Bray
1984: 308). La diversidad y la estabilidad pueden interpretarse como
una amplia diferenciacin de estrategias adaptativas acomodadas a la
ex plotacin de medioambientes distintos . Casi todos los autores han
postulado la utilizacin de distintos ecosistemas por parte de un
mismo grupo. En tal sentido son las propuestas de Stothert ( 1985) para
la costa ecuatoriana y Sal azar ( 1988) para la sierra, Lynch ( 1971) para
plantear sus modelos de transhumancia, Correal y van der Hammen

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GERARDO l. ARDILA CALDERON - GUSTAVO G. POLITIS

( 1977) para el altiplano de Bogot, vario autores en Ochsenius y


Gruhn ( 1979) para Taima-taima, T homas van der Hammen ( 1981)
para hablar de las relaciones entre el Magdalena y los Andes en
Colombia, Ardila ( 1988) al intentar explicar la dinmica del pobla-
miento temprano en el rea.
Lynch ( 1971 , 1973 , 1980, 198 1) ha llamado la atencin sobre la
antigedad del manejo de plantas , dndole importancia al papel de los
cazadores recolectores transhumantes en la seleccin, manipulacin y
traslado de especies vegetales como paso previo a la domesticacin.
Ha escrito que "Sea como fuere, los sudamericanos tempranos pronto
comenzaron a orientar su adaptacin ms hacia los recursos vegetales,
particularmente en los Andes Centrales donde existe evidencia de una
agricultura postglacial temprana, y hacia una gran variedad de alimen-
tos de origen animal"(Lynch 1981: 101).
La diversidad de estrategias adaptativas estables al final del
Pleistoceno y la agricultura postglacial temprana abogan por una
antigedad de la ocupacin de Amrica del Sur mucho mayor que
12.000 aos.
Varios investigadores se han referido a la importancia de las
transformaciones ocasionadas sobre el litoral por las oscilaciones del
nivel del mar , con el consecuente incremento o disminucin de las
reas costeras (Ortiz-Troncoso , 1989; Bryan , 1983, Gruhn, 1988) y
algunos han propuesto un "modelo de entrada costera temprana" (ver
Gruhn , 1988: 1989). Dentro de este modelo Gruhn plantea la posibili-
dad de que poblacio nes adaptadas al litoral , con tradiciones lticas no
especializadas , hayan ingresado en Suramrica mucho antes que al
interior continental de Norteamrica (Gruhn , 1989: 7) . A su ingreso en
Suramrica los grupos de inmigran tes habran tomad o tres rutas hacia
el interior: una a lo largo de la costa atlntica, una siguiendo la costa
pacfica y, la tercera , siguiendo el piedemonte oriental de los Andes
hasta Patagonia (Gruhn, 1988 : 89). Ms tard e se movilizaran cazado-
res recolectores en la conquista de los territori os del interior andino.
Esta vi in favorece hiptesis como la planteada por Rouse
(p ued e verse Brya n, 1983: 139) quie n sugiere que una tradicin de
puntas acanaladas "co la de pe z" se origin en el sur de Suramrica
alrededor de 11.000 A.P . y luego se expa nd i hac ia el norte , hasta
alcanzar Ecuador. o o bstante , es ta visin tambin da cab ida a la
propuesta del desa rroll o independie nte de grupos ocu pantes de
medioambientes con diferencias marcadas (M ayer-Oakes , 1985 ; Brya n,
1983; Ardila, 1989).
De todas maneras, ho y no es posible exp licar el poblamiento de
Suramrica sin aceptar una antigedad mayor de 12.000 aos . La
diversidad , el de sarrollo independiente o la adecuacin de elementos
tecnolgicos "en expansin" a condicio nes locales so lo so n el producto
de un lento proceso de ex ploracin , colonizacin y co nqui sta de
nuevos espacios, de crecimiento y formacin de band as, de saturacin
del espacio conocido disponible (vase Ranere , 1980 ; Borrero, 1988) .
An es necesario estudiar mucho los ecosistemas del final del Pleisto-
ceno , enco ntrar ms yaci mientos arqueo lgicos, ensayar nuevas hip-
tesis y utilizar y desarrollar mucho ms las te oras so bre adaptacin y

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NUEVOS DATOS PARA N V IEJO PROBL EMA

cambio cultural que construye la antropologa, antes de tener una


explicacin definitiva del poblamiento americano, en general, y de
Suramrica en particular. Pueda ser que nuestro artculo motive la
ejecucin de trabajos en las regiones que aun permanecen desconoci-
das y que genere la necesidad de intensificar la investigacin en los
diferentes aspectos del apasionante problema del poblamiento de
Amrica del Sur.

AGRADECIMIE TOS

Debemos gratitud a los Drs. A. Cardich, T. Dillehay, . Flegenheimer, J . H ys lop , J. R. Olive r, E.


Salazar por permitirnos utilizar sus fotografas , algunas sin publicar. Tambin agradecemos a
Fernando Urbina por fotografiar los objetos de las lminas 1 y 2, a Guillermo Melo por la lmina
3 y a Julio Ariza por el dibujo de la lmina 2.

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