Una Genealogía Al Concepto de Dignidad Humana
Una Genealogía Al Concepto de Dignidad Humana
Una Genealogía Al Concepto de Dignidad Humana
Los
derechos
E l principio de la dignidad humana juega un papel fundamental en la teora de los derechos humanos, que se justifican con
base en el valor intrnseco atribuido a todo ser humano, independientemente de las diferencias de raza, nacionaHdad, sexo,
status, etc. E n el texto de la Declaracin Universal de la O N U ,
la fe en la dignidad y el valor de la persona humana constituye el fundamento moral de los derechos concretos, impensables por fuera de la idea moderna de una igual dignidad reconocida a todos los seres humanos'. De manera similar, la mayor parte de los textos constitucionales actuales incluyen la
dignidad humana como un principio rector o uil valor superior^. L o que parecera justificar la tesis de Dworkin: para tomar en serio la defensa de los derechos sera indispensable acep-
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tar la idea, vaga pero poderosa, de la dignidad humana, asociada en principio con la filosofa kantiana pero defendida por
filsofos de diferentes escuelas."Este ideal, anota el autor, supone que hay maneras de tratar a un hombre que son incongruentes con el hecho de reconocerlo cabalmente como miembro de la comunidad humana'.
A pesar de esta funcin fundante ampHamente reconocida"*, no faltan las voces crticas. Algunos llaman la atencin acerca de la ambigedad y vaguedad de un concepto desgastado
por el uso siempre ms generalizado, que acaba por transformarlo en un tpico retrico inofensivo'. Otros denuncian el
formalismo vaco de un ideal que resultara de escasa utilidad a
la hora de decidir, en cuestiones concretas como el aborto, la
eutanasia, el suicidio o la pena de muerte, qu clase de conduc-
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E s sta sostiene C i c e r n la sociedad ms extendida que une a los hombres entre ellos: en ella deben ser comunes a todos las cosas que la naturaleza
ha destinado al uso c o m n (>ia!., p. 121).
11., L a naturaleza anota Cicern^ prescribe que un hombre, quienquiera que
sea, por la sola razn de que es hombre, provea a cualquier otro h o m b r e (i',
p. 334). E n trminos similares se expresa Sneca, al afirmar que la naturaleza
me ordena ser til a los hombres; sean esclavos o libres, de padres libres o
hbertos, de libertad legal o dada entre amigos, { q u importa? Dondequiera que
haya un hombre, all hay lugar para un beneficio ( S N E C A . Sobre l a f e l i c i d a d .
Alianza, Madrid, 1988, pp. 95T96).
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Ernst B L O C H . Derecho
n a t u r a l y d i g n i d a d h u m a n a , Aguilar, Madrid, 1980, p. 15.
E s necesario sostiene C i c e r n tratar con justicia incluso a los ms humildes. Sin duda, la condicin ms humilde es la de los esclavos, que por consiguiente
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ter ficticio de una dignidad reconocida exclusivamente en presencia de Dios, pero perfectamente compatible con la degradacin y el sometimiento en la esfera profana y en la vida cotidiana. A l tiempo que la esclavitud, dependencia y discriminacin en la dimensin fenomnica y temporal se hacen ms llevar
deras gracias a la espera de una liberacin total en el ms all, y
con el consuelo de una igual dignidad frente a Dios. Esclavo
es el cuerpo deca el misionero Juan Perpia a los esclavos
negros pero tenis libre el alma para volar un da a la feliz
mansin de los escogidos. Otros crticos subrayan las consecuencias discriminatorias derivadas, a lo largo de la historia
del cristianismo, de la idea de dignidad como semejanza con la
divinidades o las tesis relativas a la esclavitud profesadas por
san Agustn, quien lleg a considerarla una excelente oportunidad para ejercer virtudes como la modestia, la obediencia
y la paciencia, al tiempo que recomendaba la aceptacin resignada de las desigualdades e injusticias, que a su juicio deban
ser aceptadas como parte de una estrategia divina para la regeneracin de la especie humana. Sin embargo, una breve mirada
a la historia de los derechos pone de manifiesto una influencia
innegable de la cosmovisin cristiana. Si bien Europa no invent los derechos humanos, como tampoco invent la idea
de dignidad humana, puesto que es posible encontrar stas
nociones y reividicaciiies en las ms diversas tradiciones
culturales, es indiscutible el hecho de que los redactores de la
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L a libertad del hombre sostiene Hegel entr al mundo por obra dei cristianismo, para el cual el individuo como tal posee un valor infinito [...] Esta
idea era extraa a los pensadores del mundo griego y romano, para quienes el
hombre es verdaderamente libre slo gracias al nacimiento (como ciudadano
ateniense, espartano, etc.), a la fuerza de carcter, a la educacin o a la filosofa ( G . W. E H E G E L . Enzyklpddie der p h i l o s o p h i s c h e n W i s s e n s c h a f t e n , I I I ,
W e r k e 1 0 , Suhrkamp, Frankfurt, 1986, pp. 301-302). E l filsofo indica tambin las razones de esta valoracin de la dignidad individual: E l hombre, considerado como ser finito, es tambin al mismo tiempo imagen de Dios y fuente
de infinitud en s mismo; l es fin en s, tiene en s un valor infinito y est
destinado a la eternidad ( V o r l e s u n g e n ber d i e P h i l o s o p h i e der G e s c h i c h t e ,
W e r k e 1 2 , ed. cit., pp. 403-404).
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exaltan la estratificacin y jerarquizacin sociales, queda relegada en;segundo plano la idea cristiana relativa a la igualdad
originaria entre los hombres: la dignitas, ligada con el cargo y
el status, desplaza o deja en la sombra la dignidad reconocida a
cada individuo en razn de su simple humanidad. Las. corrientes humanistas, expresin de una renovada confianza en el
hornbre y en sus posibilidades^', empiezan a cuestionar esta
manera estrecha y reductiva de pensar la dignidad y vuelven a
recuperar, en un nuevo contexto cultural, muchos temas propios de la edad clsica y del cristianismo primigenio;.El documento ms significativo es sin duda la "Oratio de hominis
dignitate", redactada por Pico della Mirndola, que se ha transformado en el manifiesto del humanismo^^
A juicio del filsofo humanista, el hombre es el nico ente
con el poder y la capacidad de llegar a ser lo que puede, quiere
y debe ser. A diferencia de los animales, atados a las leyes del
instinto, el hombre se caracteriza por su libertad, concebida
no. como simple albedro, sino en un sentido ms originario
como posibilidad de elegir y forjarsu propia naturaleza y su
destino. E l hombre se crea a s mismo: es el protagonista activo de su propia historia y se hace.actuando. El ser humano
comenta Garin es todo porque puede ser todo, animal, planta, piedra; pero tambin "ngel" e "hijo de Dios". Y la imagen
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/ O s u m m u m D e i p a t r i s l i b e r a l i t a t e m , s u m m a m h o m i n i s felicitatemcui
datum
i d h a b e r e q u o d o p t a t , i d esse q u o d v e l i t * (Qu generosidad sin igual la de
Dios padre y qu suerte tan grande la del ser humano, a quien se le ha concedido obtener lo que desea y llegar a ser lo qu quiere: G A R I N . " L a prima redazione
dell' O r a t i o de h o m i n i s d i g n i t a t e ' , en: L a c u l t u r a filosfica d e l r i n a s c i m e n t o
jtdino, Sansoni, Florencia, 1 9 7 9 , p. 2 3 4 ) .
'I t
E n cambio, el abuso de la libertad lo rebaja y degrada a una condicin inferior
a la de los mismos animales. Recordemos otro texto famoso acerca de la exaltacin de lo humano, que se encuentra en el coro de Antgorut: ...muchas cosas
hay admirables, pero ninguna es ms admirable que el h o m b r e . Para sustentar
este primado o valor de lo humano, Sfocles evoca la capacidad de surcar los
mares, el podero sobre los animales, la capacidad de defenderse de la naturaleza y de la lluvia, el arte de la palabra y el arte poltico. E l ser humano ha logrado
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descubrir incluso remedios frente a las enfermedades, a pesar de que se encuentra pobre y desvalido frente a la muerte {cfr. S F O C L E S . T r a g e d i a s , Edaf, Madrid, 1 9 8 1 , pp. 3 1 0 - 3 1 1 ) .
Suelen quexarse los hombres de la flaqueza de su entendimiento, por la cual
no pueden comprehender las cosas, como son en la verdad. Pero quien bien
considerase los daos de la vida, y los males por do el hombre passa del nacimiento a la muerte, parecerle ha, que el mayor bien que tenemos es la ignorancia de las cosas humanas, con la qual biuimos los pocos das que duramos,
como quien en sueo passa, el tiempo de su d o l o r (Fernn PREZ D E O L I V A .
Dilogo de l a d i g n i d a d d e l h o m b r e . Editora Nacional, Madrid, 1 9 8 2 , p. 7 9 ) .
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D e todo el mundo y de su grandeza, estamos nosotros retraydos en muy chico espacio, en la ms vil parte del: donde nacemos desproueydos de todos los
dones, que a los otros animales p r o u e y naturaleza. A unos cubri de pelos, a
otros de pluma, a otros de escama, y otros nacen en conchas cerrados: mas el
hombre tan desamparado, que el primer don natural que en l hallan el fro y el
calor, es la carne. A s s sale al mimdo, como a lugar extrao, llorando y gimiendo, como quien da seal de las miserias que viene a padecer { i b i d . , p. 8 1 ) .
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Es interesante anotar que en estas exaltaciones humanistas de la dignidad se destaca el valor del hombre en general. Sin
embargo, de esta idea se derivarn pronto consecuencias interesantes paira cada uno de los componentes del gnero hurnano: esclavos, infieles, mujeres, habitantes del nuevo mundo,
etc.-**. L o que parecera un gnero literario y una disquisicin
retrica acaba por tener efectos prcticos significativos. Conviene destacar tambin el desplazamiento de sentido del trmino "dignidad": en la edad feudal, la dignitas estaba ligada
con el desempeo de un cargo o con la ubicacin del individuo
en la escala social. L a idea de una dignidad peculiar del gnero
humano ahmenta en cambio la conviccin de que, ms all y
por encima del reconocirniento ligado con el status, existe una
dignidad sustentada simple y llanamente en la pertenencia al
gnero humano.
4. Aplicacin de la idea de dignidad en el problema de la conquista. E l encuentro con los habitantes del niievo mundo est
marcado por la voluntad de explotacin, la barbarie y la violencia. Sin embargo, entre los mismos conquistadores se levantan voces de protesta, que cuestionan la legitimidad de la
conquista y sobre todo de los mtodos empleados para lograrla^''. E n el intenso debate poltico y moral que acompa las
E l propio Prez de Oliva asume una actitud favorable a los habitantes del nuevo mundo. A l escribir sobre la Conquista escribe Mana Luisa Cerrn al
referirse a otra obra del terico espaol el orgullo imperial est constantemente refrenado por la reflexin sobre el hombre como humanidad y no como
perteneciente a una patria o comunidad: as el conquistador es dibujado con
los trazos de una crueldad genricamente humana (opuesta, como en el Dilogo, a la nobleza animal); y el indio como vctima, humana tambin, de sus
propios hermanos ( i h i d , " I n t r o d u c c i n " , p. 25).
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hazaas guerreras, salen a relucir los temas relativos a la igualdad originaria entre los hombres y la dignidad inherente a todos ellos, incluyendo a los habitantes de las tierras recin descubiertas..Particular relieve adquiere la protesta airada de
Bartolom de Las Casas, el fraile dominico que denuncia los
horrores de la conquista y llega a tildar de brbaros a quienes
atropellan, con actos atroces nunca antes vistos, a unos indios
pacficos e indefensos. Se ha vuelto merecidamente famosa la
poliiica sostenida con Gins de Seplveda, quin"HaKa intentado utilizar la teora aristotlica acerca, de la existencia de
esclavos por naturaleza para legitimar el sornetimiento y la
explotacin de los indios. Seplveda, defensor hbil y culto de
los intereses de los conquistadores, trataba.de justificar con
"buenas razones", es decir, con argumentos teolgicos o ticos, la violencia de la conquista, las matanzas y expoHaciones
de los indios y su sometimiento. Anticipndose a las teoras
colonialistas del siglo xix, el croista.de Carlos V rechaza de
manera radical cualquier posibilidad de reconocerles a esos
hombrecillos en los cuales apenas encontramos vestigios de
humanidad una dignidad y un respeto lejanamente comparables con los que se merecan los conquistadores espaoles. Con
qu derecho estos seres incultos, carentes de escritura, sin pasado y sin leyes, entregados a aberraciones sexuales de toda
clase y a prcticas brbaras como los sacrificios humanos o la
antropofagia, podran reivindicar un respeto similar al que se
merecen los europeos ? Seplveda no tiene ninguna duda acerca de la legitimidad de la conquista, por medio de la cual una
nacin humansima y excelente en todo gnero de,virtudes
somete a gentes tan incultas y brbaras para llevarles el don
entorpeciendo la accin de exterminio emprendida por los enviados de la corona espaola. Los aventureros que buscaban un enriquecimiento rpido, a cualquier precio, tuvieron queenfrentar la resistencia y lasprotestas airadas de
muchos hombres de Iglesia, quienes levantaron su voz para condenar la. violacin de la vida y los innumerables atropellos de que fueronpbjeto los indgenas y los esclavos negros; hombres como Montesinos o Las,Casas tuvieron el
coraje y la valenta de recordarles a los colonizadores y a Iqs.mismos Reyes de
E s p a a que tales prcticas coiitradecan los principios elementales de la tica
cristiana.
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Los indgenas, sostiene Seplveda, n o conocen las letras ni conservan monumento alguno de su historia salvo cierta oscura y vaga reminiscencia de algunas
cosas consignadas en ciertas pinturas... carecen de leyes escritas y slo tienen
instituciones y costumbres brbaras (Lewis H A N K E . X< l u c h a espaola p o r l a ^
j u s t i c i a en l a c o n q u i s t a de Amrica, Aguilar, Madrid, 1959, p. 210)..
-"-y :.
Brevsima relacin de l a destruccin de las I n d i a s . T r a t a d o s de fray.Bartolom
^0
de L a s C a s a s , Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1965, p.lJL. Prlogo ^e,,
L. Hanke.
.
g-
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Todos tienen entendimiento y voluntad, todos tienen cinco sentidos exteriores y cuatro interiores, y se mueven por los objetos de ellos; todos huelgan con
el bien y sienten placer con lo sabroso y alegre; todos desechan y aborrecen el
mal { i b i d . , pp. xviii-xix).
T o d o linaje de los hombres es uno, y todos los hombres en cuanto a su creacin y a las cosas naturales son semejantes, y ninguno nace enseado (Las
Casas, citado por: H A N K E . E l p r e j u i c i o r a c i a l en el n u e v o m n o . Editorial
Universitaria, Santiago de Chile, 1 9 5 8 , p. 1 1 4 ) . Sobre la idea de dignidad humana en Las Casasi cfr. Mauricio B E U C H O T . L o s f u n d a m e n t o s de los derechos
h u m a n o s en Bartolom de L a s C a s a s , Anthropos, Barcelona, 1 9 9 4 .
Francisco de V I T O R I A . Relctio de i n d i s o l i b e r t a d de los i n d i o s . Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid, 1 9 6 7 , p. 1 0 .
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E l discurso de los detractores de Las Casas y Vitoria parece sugerir que los
mtodos persuasivos, adems de justos y humanitarios, son mil veces m s eficaces que el recurso i la violencia y el sometimiento ppr medio de la fuerza.
La sumisin y la colonizacin escribe Todorov tienen que ser conservadas, pero gestadas d otra manera: ganarn los indios (que no sern torturados
o exterminados), pero tambin el rey de E s p a a (TzvetaH T O D O R O V . L a c o n q u i s t a d e l l ' A m e r i c a , f l p r o b l e m a d e l l ' a l t r o , Einaudi, Turn, 1982, p. 208). Ante
el d e s a f o de la alteridad inquietante. L a s Casas sugiere el camino del
sometimiento por medio de la persuasin, una forma m's rentable de explotar
a los indgenas q u la violencia y las matanzas indiscriniiriadas. Si en lugar de
reducir al otro al rango de objeto s e lo considera como un sujeto capaz de
producir objetos susceptibles de apropiacic>n, su utilidad se incrementa
significativamente { i b i d . , p. 213).
44.
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45.
A los indios se les reconoce la racionalidad m n i m a indispensable para realizarse como seres humanos y aceptar el cristianismo; pero serrata de una racionalidad deficiente, oscurecida por la ignorancia y las pasiones, y por consiguiente
incapaz de una autntica'mayora de edad.
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(en los comienzos del siglo xvil), relativa al valor independiente de la ley natural, que conservara su validez incluso si se
llegase a demostrar la no existencia de Dios, es un claro
indicador de la tendencia irresistible e irreversible hacia la soberana y autonoma de la razn, que desemboca en la reivindicacin, por parte de filsofos como Rousseau y Kant, de la
autonoma moral y poltica del ser humano y de su derecho a
obedecer solamente a las leyes emanadas de su voluntad racional, responsable y libre. E n la medida en que todos los seres
humanos tienen acceso, en principio, al ejercicio de la
racionalidad, el reconocimiento de la dignidad y autonoma de
la razn jevierte en la valoracin de quienes estn en capacidad de ejercerla. A l tiempo que la "recta razn" descubre en la
ley natural indicaciones inequvocas acerca de la igualdad natural originaria entre todos los seres humanos, que se transforma en una verdad autoevidente, que no necesita de mayores
argumentaciones. Como lo anota Bloch, la idea de que los hombres nacen libres e iguales aparece ya en el derecho romano,
pero slo en los comienzos de la Modernidad empieza a ser
tomada en serio hasta sus ltimas consecuencias.
La confianza optimista en la capacidad reguladora de la
razn y la evidencia de los dictados de la ley natural en cuanto
al respeto debido a todo ser humano suponen adems una nueva
concepcin de la naturaleza y los fines del poder poltico, que
slo se legitima en la medida en que respeta y garantiza los
derechos y. las Hbertades bsicas de los ciudadanos. L a dignidad y el valor de la libertad individual se transforman as en el
eje alrededor del cual s articulan la organizacin j)oltica y el
ejercicio del poder: el orden poltico aparece como el producto de una decisin libre y de un contrato entre individuos esencialmente independientes, instaurado para garantizar y proteger la Hbertad originaria recibida de la naturaleza/-Esta funcin fundante de la dignidad aparece con especial claridad en
la obra de Samuel Pufendorf, uno de los exponentes ms destacados del iusnaturaHsmo moderno. E n la teora elaborada
por el filsofo alemn, que anticipa en muchos aspectos la reflexin kantiana, la. libertad humana juega un papel central como
fundamento de la dignidad: es la capacidad de autodeterminacin
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