1) Diez hombres leprosos se acercaron a Jesús mientras entraba a un pueblo y le pidieron compasión. Jesús les dijo que fueran a presentarse ante los sacerdotes y mientras iban fueron sanados.
2) Solo uno de los diez, un samaritano, regresó a agradecer a Jesús. Jesús preguntó dónde estaban los otros nueve.
3) Jesús sanó al samaritano y le dijo que su fe lo había salvado.
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1) Diez hombres leprosos se acercaron a Jesús mientras entraba a un pueblo y le pidieron compasión. Jesús les dijo que fueran a presentarse ante los sacerdotes y mientras iban fueron sanados.
2) Solo uno de los diez, un samaritano, regresó a agradecer a Jesús. Jesús preguntó dónde estaban los otros nueve.
3) Jesús sanó al samaritano y le dijo que su fe lo había salvado.
1) Diez hombres leprosos se acercaron a Jesús mientras entraba a un pueblo y le pidieron compasión. Jesús les dijo que fueran a presentarse ante los sacerdotes y mientras iban fueron sanados.
2) Solo uno de los diez, un samaritano, regresó a agradecer a Jesús. Jesús preguntó dónde estaban los otros nueve.
3) Jesús sanó al samaritano y le dijo que su fe lo había salvado.
1) Diez hombres leprosos se acercaron a Jesús mientras entraba a un pueblo y le pidieron compasión. Jesús les dijo que fueran a presentarse ante los sacerdotes y mientras iban fueron sanados.
2) Solo uno de los diez, un samaritano, regresó a agradecer a Jesús. Jesús preguntó dónde estaban los otros nueve.
3) Jesús sanó al samaritano y le dijo que su fe lo había salvado.
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Jess y los Diez Leprosos
A punto de entrar a un pueblo, un grupo de
diez hombres sali a su encuentro. Eran diez leprosos; segn las leyes, no se podan acercar a nadie. Deban guardar la distancia. De lejos, le gritaron a Jess: Jess! Maestro! Ten compasin de nosotros! Jesus sana a un leproso Jess haba comenzado el largo viaje a Jerusaln. Saba lo que le esperaba all - la traicin, el abandono por sus compaeros ms cercanos, y al fin, una muerte cruel en la cruz. En el camino, pas por la frontera entre las provincias de Samaria y Galilea. Era en Galilea que Jess se haba criado. Samaria era una provincia despreciada; los judos consideraban que sus habitantes eran de baja calidad racial y religiosa.
Seor! Dnde estn los otros nueve? Diez
fueron los sanados, pero slo uno regres para expresar su gratitud por lo que Jess haba hecho por l. Qu dir Jess acerca de nosotros? Qu pregunta har de nosotros? Leamos la historia de los diez leprosos, y meditemos sobre nuestra respuesta a los milagros que Dios ha hecho en nosotros. Esta historia se encuentra en Lucas 17:11-19 17:11 Yendo Jess a Jerusaln, pasaba entre Samaria y Galilea. 17:12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 17:13 y alzaron la voz, diciendo: Jess, Maestro, ten misericordia de nosotros!
A punto de entrar a un pueblo, un grupo de
diez hombres sali a su encuentro. Eran diez leprosos; segn las leyes, no se podan acercar a nadie. Deban guardar la distancia. De lejos, le gritaron a Jess: "Jess! Maestro! Ten compasin de nosotros!" Cuando los vio, Jess les respondi: "Vayan a presentarse ante los sacerdotes."
17:14 Cuando l los vio, les dijo: Id, mostraos a los
sacerdotes. Y aconteci que mientras iban, fueron limpiados.
Segn la ley de Dios, cuando una persona era
sanada de la lepra, deba presentarse ante los sacerdotes para que lo declararan limpio. Por lo tanto, si estos leprosos obedecan lo que Jess les deca, con esa accin demostraran su fe de que los iba a sanar. Los diez obedecieron y agarraron rumbo hacia Jerusaln, donde estaban los sacerdotes.
17:17 Respondiendo Jess, dijo: No son diez los
que fueron limpiados? Y los nueve, dnde estn?
Mientras iban caminando, se les desapareci
la lepra! Quedaron totalmente limpios. Su piel volvi a quedar libre de toda mancha. Uno de ellos, al ver lo que le haba sucedido, empez a toda voz a alabar a Dios. "Gloria a Dios!" gritaba, "Alabado sea el Seor!" Y regres corriendo a Jess y se ech a sus pies, dndole las gracias. Era un samaritano.
Lucas nos dice que Jess iba siguiendo su viaje
a Jerusaln. En esta seccin del libro de Lucas, unos diez captulos, Jess va camino a Jerusaln. Para esto haba venido al mundo: para dar su vida en la cruz en pago de los pecados de todos nosotros. Jess podra haberse apurado para llegar, pues lo que hara en la cruz ya era un gran sacrificio. Pero El se tom el tiempo para mostrar compasin hacia estos diez hombres que encontr en el camino. Es muy bondadoso el corazn de nuestro Seor.
Jess lo mir, y luego observ: "No fueron
diez los que quedaron sanos? Dnde estn los otros nueve? Slo este extranjero regres para dar gloria a Dios?" Luego, le dijo al hombre: "Levntate y vete. Tu fe te ha salvado." Qu buena pregunta hizo nuestro
17:15 Entonces uno de ellos, viendo que haba sido
sanado, volvi, glorificando a Dios a gran voz, 17:16 y se postr rostro en tierra a sus pies, dndole gracias; y ste era samaritano.
17:18 No hubo quien volviese y diese gloria a
Dios sino este extranjero? 17:19 Y le dijo: Levntate, vete; tu fe te ha salvado.
La obra de Dios siempre viene en respuesta a
la fe, as que Jess les puso una pequea prueba de fe a ellos. En lugar de sanarlos de inmediato, les mand ir a presentarse ante los
sacerdotes. Podran haber contestado: "Para
qu? No hemos sido sanados todava!" Pero ellos confiaron en lo que Jess les haba dicho, y empezaron el viaje. Cuando Dios obra en tu vida, El tambin te pedir fe. En otras palabras, El te llamar a confiar en sus promesas. La manera de mostrar esa fe es en obediencia. En esa prueba de fe, Dios te est llamando a obedecer lo que El te ha mandado. Eso es todo. Si t confas en su Palabra, quizs tengas dudas; quizs tengas temores; pero la medida de tu fe est en la obediencia. Mientras iban por el camino, los diez leprosos quedaron sanados. En ese instante, su vida fue transformada. Haban tenido que vivir afuera del pueblo, comiendo lo que pudieran encontrar, con slo la compaa de otros leprosos. Ahora podran regresar a sus casas, a sus familias, a la vida! Qu gran bendicin! Como ellos, muchos hemos sido bendecidos grandemente por Dios. Cules son algunas de las cosas que Dios ha hecho por ti? Considera las bendiciones que te ha dado: la vida misma, tu familia, el trabajo, los lugares que has podido conocer, los momentos de diversin y de alegra que has pasado y que pasars en el futuro - todas estas cosas son bendiciones de Dios. A veces nos fijamos tanto en las cosas que no tenemos, que se nos olvida lo que Dios nos ha dado. En lugar de estar agradecidos porque tenemos donde vivir, nos quejamos porque no es la casa de nuestros sueos. En lugar de estar agradecidos porque tenemos vida y salud, nos quejamos porque otros estn ms jvenes o ms atractivos que nosotros. Pero todos hemos sido bendecidos en esta vida que llevamos. La bendicin ms grande que nos ha dado Dios es la bendicin de la vida eterna por medio de la fe en Jesucristo. Como aquellos leprosos, t y yo suframos de una enfermedad incurable. El pecado nos desfigura, nos separa de las relaciones sanas y abiertas con los dems y nos aleja de Dios. Nos condena a una muerte segura. Pero Jess vino a sanarnos de esta enfermedad. La medicina ya ha encontrado un tratamiento para la lepra, pero para el pecado, slo hay una
cura. Es la fe en Jesucristo. El llam a los
leprosos a mostrar su fe yendo a los sacerdotes. As fueron sanados. El nos llama a nosotros a tener fe en El tambin, y as ser sanados. En el camino de la fe, encontramos el perdn. Pero cuntos volvemos a Cristo para darle las gracias? Cuntos simplemente siguen su camino? Hay algo del leproso que regres que me llama la atencin. El verso 15 dice: "Uno de ellos, al verse ya sano, regres alabando a Dios a grandes voces." A l no le import quin lo escuchaba o quin lo vea. Estaba tan contento por haber sido sanado que no pudo contenerse. Empez a gritar de alegra, dndole toda la gloria a Dios. Si lo puedo expresar as, su gratitud fue extrema. El no vino a Cristo simplemente con un "Gracias, Seor" en voz baja. No se expres de una manera tranquila y calmada. Grit! No le import que todo el mundo lo escuchara! La gratitud que llen su corazn no se poda contener. Cmo le expresas tu gratitud a Jesucristo? Te quedas callado por temor a lo que otros podrn decir? Quizs no quieres causar un espectculo. Sabes que no es de gente decente causar mucho alboroto. No quieres que los dems te miren de reojo. Prefieres guardar silencio. De cuntos de nosotros dir Jess: dnde estn? Dnde estn los que yo salv? Dnde estn los que yo san? Imagina, por un momento, que t cras un hijo. Le das todo lo que necesita: alimento, educacin, amor. Por fin, llega a ser adulto. Con la crianza que le has dado, se convierte en una persona de bien, un trabajador exitoso y bien pagado. Pero ahora que no te necesita, nunca te visita. No te llama. No te pregunta si necesitas algo. Para l, es como si dejaras de existir. Qu diras de tu hijo? Es un malagradecido, verdad? Yo estoy seguro que ninguno de nosotros queremos ser malagradecidos con nuestro Padre celestial. Le queremos mostrar nuestra gratitud por todo lo que El nos ha dado. Cmo podemos mostrarle nuestra gratitud al Padre que nos ha amado, al Salvador que nos ha rescatado, al Espritu que nos ha transformado? Para empezar, podemos
mostrarle en la alabanza cunto le amamos.
Hebreos 13:15 dice as: "Por lo tanto, por medio de Jess, ofrezcamos un sacrificio continuo de alabanza a Dios, mediante el cual proclamamos nuestra lealtad a su nombre" (NTV). Cuando le cantamos a Dios, cuando le ofrecemos nuestras alabanzas, es un sacrificio que le agrada. Cmo le ofrecemos ese sacrificio? Lo hacemos distrados, sin prestar atencin a lo que estamos cantando? Lo hacemos de mala gana o por obligacin? Cuando sea hora de alabar a Dios, preparemos nuestro corazn para darle un sacrificio de alabanza grato y agradable ante El. Tambin le mostramos gratitud a Dios cuando le damos el crdito por las cosas buenas que nos suceden o que logramos. Digamos que nos han dado un ascenso en el trabajo. Un amigo se
acerca para felicitarnos. "Qu bueno que lo
lograste!" - nos dice. Me imagino que pocos de nosotros le diramos: "Claro! Ya ves que me lo mereca! Ya era hora de que reconocieran mi grandeza." No diramos esto; seramos muy credos. Pero cuntos le damos las gracias a Dios en ese momento, con sinceridad de corazn? Cuntos diramos: Gracias a Dios que me ha dado esta oportunidad? Cuntos lo alabaramos con alegra, expresando nuestra gratitud al Seor sin pena? Que Cristo nunca diga de nosotros: Dnde estn? Seamos como aquel humilde samaritano, que regres alegre para adorar al Seor. Vivamos agradecidos, cada da de nuestra vida, porque nuestro Dios se lo merece. El se lo merece