EPOPEYAS
EPOPEYAS
EPOPEYAS
LA BATALLA DE TERMOPILAS.
Aquella famosa batalla se ha convertido con el paso del tiempo en casi una
leyenda; en el valor y el coraje por defender su libertad ante una fuerza invasora
muy superior en nmeros. 300, el nmero de espartanos que al frente de un grupo
de otros 5.000 griegos llegados de otras ciudades, hubieron de enfrentarse a un
ejrcito de ms de 250.000 persas, comandados por Jerjes I, el dios de dioses,
como era conocido entre su pueblo.
Pareca una misin imposible, pero los espartanos eran famosos por su habilidad
tcnica y su valor en el combate. Lenidas, su rey, plante la batalla en el mejor
lugar posible: el paso de las Termpilas, un angosto desfiladero que separa al Sur
del Norte de Grecia. Corra el ao 480 a.C. 11 de Agosto. Jerjes I pretenda
expandir su imperio, invadiendo Grecia, por aquel entonces dividida en numerosas
polis. Sus arqueros eran temibles, y de ellos, Herdoto deca que "sus flechas
cubran el Sol". La victoria pareca fcil, pero tras cuatro das de asedio, los 300
espartanos no se retiraban. Apostados en el paso no retrocedan, y frente a ellos,
los soldados persas caan a centenares. Las bajas griegas eran mnimas.
Desesperado e impaciente, Jerjes I acudi a sus "10.000 inmortales", soldados de
lites conocidos as porque cada vez que caa uno, otro se incorporaba al grupo,
de modo que siempre haba ese nmero de soldados. An as, la batalla
permaneci inalterable, y Lenidas y sus espartanos segua aguantando el envite.
arrasada
por
los
descendientes
de
Perseo,
no
lo
es;
Pues al invasor no lo detendr la fuerza de los toros o de los leones, ya que posee
la fuerza de Zeus.
Proclamo, en fin, que no se detendr hasta haber devorado a una u otro hasta los
huesos.
Lenidas y sus 300 espartanos murieron poco despus en aquel pequeo
desfiladero, pero su muerte sirvi para que Atenas, Micenas y otras ciudades
griegas finalmente se unieran y decidieran ir la guerra contra Persia, a la que
finalmente detuvieron.
La Ilada
Homero en La Ilada de Homero de La Edad de Oro
CANTO I
Canta, oh diosa, la clera del Pelida Aquiles; clera funesta que caus
infinitos males a los aqueos y precipit al Hades muchas almas valerosas
de hroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves -cumplase la
voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de
hombres, y el divino Aquiles.
Cul de los dioses promovi entre ellos la contienda para que
pelearan? El hijo de Leto y de Zeus. Airado con el rey, suscit en el
ejrcito maligna peste, y los hombres perecan por el ultraje que el
Atrida infiriera al sacerdote Crises. ste, deseando redimir a su hija, se
haba presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y
las nfulas de Apolo, el que hiere de lejos, que pendan de ureo cetro,
en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas,
caudillos de pueblos, as les suplicaba:
Durante nueve das volaron por el ejrcito las flechas del dios. En el
dcimo, Aquiles convoc al pueblo al gora: se lo puso en el corazn
Hera, la diosa de los nveos brazos, que se interesaba por los dnaos, a
quienes vea morir. Acudieron stos y, una vez reunidos, Aquiles, el de
los pies ligeros, se levant y dijo:
-Atrida! Creo que tendremos que volver atrs, yendo otra vez errantes,
si escapamos de la muerte; pues, si no, la guerra y la peste unidas
acabarn con los aqueos. Mas, consultemos a un adivino, sacerdote o
intrprete de sueos -pues tambin el sueo procede de Zeus-, para que
nos diga por qu se irrit tanto Febo Apolo: si est quejoso con motivo
de algn voto o hecatombe, y si quemando en su obsequio grasa de
corderos y de cabras escogidas, querr libramos de la peste.
-No est el dios quejoso con motivo de algn voto o hecatombe, sino a
causa del ultraje que Agamenn ha inferido al sacerdote, a quien no
devolvi la hija ni admiti el rescate. Por esto el que hiere de lejos nos
caus males y todava nos causar otros. Y no librar a los dnaos de la
odiosa peste, hasta que sea restituida a su padre, sin premio ni rescate,
la joven de ojos vivos, y llevemos a Crisa una sagrada hecatombe.
Cuando as le hayamos aplacado, renacer nuestra esperanza.
[...]
La Odisea
CANTO I
EL RETORNO DE ODISEO