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Mirada Contemplativa y Debilidad

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Centro Loyola Pamplona

En todas las cosas - 2013.11.20

LA MIRADA CONTEMPLATIVA
La mstica de ojos abiertos
Si descubrimos a Dios presente en nuestro propio corazn, ya sabemos como acta tambin en la
intimidad de toda persona, sin excluir absolutamente a nadie. El contemplativo sabe que Dios est
presente en toda realidad, amndola y liberndola desde dentro de ella misma con una discrecin
infinita; por eso su pasin es contemplar para descubrir de qu manera concreta e irrepetible acta
Dios ah. No se pregunta si Dios esta, sino como esta y que hace. Para el ojo contemplativo ninguna
realidad es profana. El contemplativo trata de descubrir como acta Dios, para sealarlo tambin a los
dems y unirse a su accin liberadora.
Existen situaciones de una dureza extrema que estremecen toda nuestra sensibilidad y que
parecen resistirse a toda contemplacin; pero no ha bajado Dios hasta la infamia de la cruz y la
situacin sin salida de la sepultura custodiada desde fuera por el mximo poder para que no saliese
nada nuevo de entre esas piedras estriles?
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento aparecen los contemplativos de los ojos
abiertos. El libro de los Nmeros (24,1-13), nos presenta al profeta Balaam, a quien llama el Rey Balac
para que profetice contra el pueblo judo que despliega sus tiendas en el valle. Balaam tiene una
mirada libre del oro que le promete el rey y de las amenazas de su poder: por eso es un hombre de
ojos perfectos, que tiene visiones del Todopoderoso con los ojos abiertos. Balaam dice lo que el
Seor le muestra. Como ve las tribus del pueblo judo bendecidas por Dios, el tambin las bendice
contra las expectativas y mandates del rey Balac.
Mientras Jerusaln est en fiesta, Jess deja las calles bulliciosas y sale al margen, a un espacio
pagano de dolor, a una piscina dedicada a Esculapio, dios griego de la medicina, donde se encontraba
una muchedumbre de enfermos. Se supone que aquel no era un espacio para contemplar a Dios, por
ser un lugar pagano, lleno de seres castigados por Dios con la enfermedad. Pero es ah donde Jess ve
como el Padre sigue trabajando en ese sbado festivo, y Jess tambin trabaja devolviendo la salud al
que ha estado enfermo durante 38 aos y que ahora sale caminando con el camastro de su pasado
vergonzoso y excluido bajo el brazo.
Jess y sus discpulos contemplan la belleza de las magnificas construcciones de Jerusaln
brillando al sol (Mc 13,1). A su sombra se refugian las instituciones que oprimen al pueblo con fuerza.
Los discpulos admiran la belleza y la solidez de las construcciones que les auguran un futuro
consistente. Pero la mirada de Jess no se queda en la superficie, en el esplendor de los edificios, sino
que los ve corrompidos en su entraa, situados dentro de un pueblo que avanza hacia su destruccin.
Por eso expresa dolorido la destruccin que los amenaza. De todos esos edificios no quedara piedra
sobre piedra, sern totalmente arrasados, y caern tambin las instituciones que ahora gobiernan al
pueblo con prepotencia y lo llevan al matadero.
Jess contempla la muchedumbre que acude a buscarlo de todas partes. Son los pobres
campesinos de las aldeas vecinas, cargados de trabajos, de incertidumbre y de impuestos, que buscan
una salida para su situacin oprimida. La primera mirada de Jess constata la realidad: se conmovi
por ellos, porque andaban maltrechos y postra- dos como ovejas sin pastor (Mt 9,36). Ve al pueblo
desconcertado, disperse, expuesto al hambre y a los lobes rapaces. Sin embargo, Jess tiene una
segunda mirada que no parece evidente en medio de ese rebano destruido: La mies es abundante, y
los braceros pocos. Rogad al amo de la mies que enve braceros a su mies (9,27-28). En medio de la
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dispersin del rebao ve la mies abundante, contempla el reino que crece en medio de ese pueblo, y
no se puede perder esa cosecha que el Padre cultiva. En ese contexto, escoge a los doce discpulos y
los enva para que anuncien que el reino de Dios esta all, en medio de ese rebao enfermo y
abandonado.
Jess contempla la naturaleza y se deja impactar por los bellos colores de las flores y el vuelo de
los pjaros. Sin que ellos tengan que preocuparse, el Padre los alimenta y los viste. Sus colores son ms
hermosos que los que inventan los artfices de la moda para vestir a los personajes poderosos de
aquella sociedad. Pero Jess no se detiene en esa sensacin placentera, sino que sita su
contemplacin en medio del pueblo empobrecido. Y saca la conclusin de que todos esos pobres que
viven agobiados al extremo por las necesidades ms elementales para subsistir, come la comida y el
vestido, son queridos por el Padre infinitamente ms que los lirios y los pjaros. Es necesario buscar el
reino de Dios y su justicia para que los pobres campesinos de Galilea y de todos los tiempos puedan
tener lo necesario para comer, vestir y llevar una vida digna. Los campesinos de Galilea no son pobres
por un castigo de Dios, sino porque falta la justicia del reino que es necesario construir
desprendindose del dinero, que se ha convertido en el amo de la vida los poderosos.
La mirada contemplativa de Jess ve la realidad que le salta a los ojos. l es profundamente
realista. Precisamente por eso, no se queda en el mero dato sociolgico, sino que atraviesa ese dato
para ver ms hondamente lo que no es evidente: en el mundo pagano de la piscina de Betesda, donde
el dolor se ha ido a refugiar, el Padre trabaja y crea vida; dentro de las construcciones fuertes y
hermosas que cobijan las instituciones opresoras judas y romanas se est gestando la muerte y la
destruccin; entre el pueblo disperse y saqueado, el reino de Dios crece por todas partes, la belleza
fascinante de la creacin revela que el Padre cuida a su pueblo mucho mejor que a pjaros y flores y
crea la justicia del reino que rehace la vida.
El mstico de ojos abiertos no es ciego sobre la realidad. La respeta como es, en su ternura o en su
dureza de piedra. Pero sabe que es amada por Dios y se sita ante cualquier espacio, situacin o
persona pidiendo al Padre que le haga difana y transparente la dura piedra. Ama y contempla, pues
solo el amor hace ver lo no evidente, para descubrir como el Padre trabaja y crea vida nueva y, de ese
modo, comprometerse con ese brote germinal que llega de Dios surgiendo desde el fondo de la
realidad, en las fronteras donde todo parece agotarse y morir. Esa contemplacin lo llena de una
esperanza que el ojo superficial considera irreal e insensata. En la medida en que se descubre a Dios
actuando en el mundo, el contemplativo va adquiriendo una sensibilidad nueva para percibir su accin.
La realidad profana se le llena de sacramentos, y su manera de sentirse en el mundo est dinamizada
por la presencia activa del Seor, que transforma todo lo creado.
El criterio para verificar la verdad del encuentro con Dios se mide por la capacidad de integramos
personalmente y de asumir el dolor de este mundo, de aquellos a quienes el evangelio llama los
ltimos, los pequeos, los perdidos... y que en la parbola del juicio final son los hambrientos,
sedientos, desnudos, extranjeros y presos. Es decir, la capacidad de construir una vida humana de
calidad absolutamente para toda persona. El desafo es ver a Dios en esas realidades de extrema
fragilidad. Cuando te vimos, Seor...? (Mt 25,37-44).
Benjamn Gonzlez Buelta sj, Polaridades evanglicas

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En todas las cosas - 2013.11.20

LA MUJER CANANEA, la que ve ms all de las fronteras


Un icono femenino en el Nuevo
Testamento, es la mujer cananea de las costas
de la ciudad de Tiro, donde habitaban filisteos y
fenicios, que no eran no judos, es decir
paganos.
El
evangelio
nos
describe
someramente la situacin de esta mujer:
Desde all se puso en camino y se dirigi a la
regin de Tiro. Entr en una casa con
intencin de pasar inadvertido pero no lo
logr. Una mujer que tena a su hija poseda
por un espritu inmundo se enter de su
llegada, acudi y se postr a sus pies. La
mujer era pagana, natural de la Fenicia siria.
Le peda que expulsase de su hija al demonio.
Jess le respondi: Deja que primero se
sacien los hijos. No est bien quitar el pan a
los hijos para echrselo a los perritos.
Ella replic: Seor, tambin los perritos,
debajo de la mesa, comen de las migas que
dejan caer los nios. Le dijo: Por eso que
has dicho, puedes irte, que el demonio ha
salido de tu hija.
Se volvi a casa y encontr a su hija tendida
en la cama; el demonio haba salido.
(Mc 7,24-30)

Un primer dato importante es que Jess


quiere pasar desapercibido; lo dice Marcos que
no es un evangelista profuso en detalles sino al
contrario ms bien escueto. Por tanto, si lo dice
es porque es significativo. Jess quiere pasar
desapercibido, es decir que nos es tan fcil
encontrarlo, pero la mujer sin embargo en
cuanto oye hablar de l, en seguida busca el
modo de conseguir la curacin de su hija. Esta
mujer est muy atenta a aquello que puede
curar a su hija. Qu madre no lo hara? Nos
parece algo normal, pero eso supone vivir
despierta y atenta. Y supone tambin ser
valiente y estar en una situacin lmite, porque
si no quiz no lo hubiera intentado. Se expona
a muchos rechazos, el primero el del mismo
Jess, que era un judo: No est bien coger el

pan de los hijos y tirarlo a los perros. La mujer


saba a qu se expona y estaba preparada.
Contesta con humildad, sin sentirse herida, sin
indignarse. A menudo los pobres tienen una
paciencia infinita porque lo tienen todo perdido
y ya no tienen nada que perder. Adems esta
mujer no est pensando en ella, sino en su hija.
Esta es la mirada despierta y atenta de la
mujer. Esto es vivir la mstica de ojos abiertos:
tener los ojos tan centrados en la necesidad de
otro que incluso los desprecios y los reproches
que nos hacen a nosotros no cuentan, porque
estamos mirando hacia otro lado, hacia donde
otro necesita algo. Por eso la osada de esta
mujer nos sorprende an ms.
Pero tambin los perros debajo de la
mesa, comen las migajas de los hijos. Jess era
judo y vea como natural que su misin de
hacer llegar el reino fuese dirigida a los judos,
al pueblo elegido por Yahveh. Pero Jess vivi
siempre con los ojos abiertos y descubri
pronto que no hay fronteras para Dios y su
misericordia. Esta mujer con su osada fue
capaz de cambiar sus esquemas o al menos sus
planes. De hacerle caer en la cuenta de que
para la fe no cuentan esas barreras que
nosotros hemos puesto polticas o territoriales.
Tambin antes le haba pasado lo mismo a
Jess con otra mujer en Can de Galilea. Va
abrindose a su misin y al reino
paulatinamente y en este caso es una mujer en
una situacin difcil la que es capaz de
empujarle a ir ms all de fronteras religiosas y
culturales.
A menudo el contacto con situaciones
lmite y con la pobreza y la exclusin social de
cualquier tipo nos ayudan a abrir los ojos. Se
nos caen las escamas y nos damos cuenta que
esas fronteras sociales que tan justas creamos
excluyen a mucha gente de los derechos
bsicos de toda persona. Y slo cuando
hacemos nuestras las situaciones de necesidad
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de los dems o cuando aceptamos compartir o


estar al menos cerca en los lmites, despiertos y
atentos a ellos, entonces comprendemos y
luchamos por derribar fronteras culturales
injustas. Pero esto slo ocurre si de verdad
dejamos que la vulnerabilidad nos envuelva, si
aceptamos sufrir con el otro el dolor, pisar el
mismo barro. Si nuestros pies no cambian de
lugar, es muy difcil que nuestros ojos vean otra
cosa, que cambie nuestra mirada. Este es otro
mbito que nos ayuda a mantener la mstica de
ojos abiertos que nos lleva de la mirada de Dios
a los ojos de los ms pobres y excluidos, a los
extranjeros a los que estn detrs de una
etiqueta de cualquier barrera cultural o
religiosa y viceversa, desde ellos a la mirada de
Dios. La cananea nos dice que cuando vivimos
atentos a las necesidades y a las situaciones
limite de otros, entonces despertamos y
podemos saltar por encima de esas barreras. La
osada nos la da la mirada, la visin de esas
situaciones de dolor, de soledad, de
enfermedad de vida en la calle Como nos dice
tambin el telogo Metz La primera mirada
de Jess no se dirige al pecado, sino al
sufrimiento de los otros. () Y as el cristianismo
se origin como comunidad de recuerdo y
narracin comprometida en el seguimiento de
Jess, cuya primera mirada se diriga al
sufrimiento ajeno. () La palabra que puede
expresar mejor la sensibilidad hacia ese
sufrimiento ajeno es la compasin: la
disposicin a asumir un cambio de perspectiva,
a mirarnos y evaluarnos a nosotros mismos con
los ojos de otros, sobre todo con los ojos de los
que sufren y estn amenazados. All donde
prospera esta compasin comienza lo que con
una palabra tan exigente como turbadora se
denomina mstica. La mstica de la compasin
es la mstica de ojos abiertos. () En este
espritu de la compasin se manifiesta la fuerza
que posee el cristianismo para conmover e
impregnar el mundo. Un cristianismo que enva
a los cristianos a la primera lnea de los

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conflictos polticos, sociales y culturales del


mundo actual1.
As pues la cananea es la mujer extranjera
que nos ayuda a despertar la visin, que est
atenta y en una situacin de sufrimiento y
necesidad y es capaz de mover el corazn de
Jess y el nuestro a una mstica de compasin y
ojos abiertos que se expresa en el compromiso
por transformar las estructuras y normas que
son injustas y excluyentes. Ojal sepamos
escuchar y acercarnos a tantas personas,
especialmente a tantos extranjeros como la
mujer cananea, que desde su sufrimiento y su
confianza nos ayudan como despertadores y
van cambiando nuestra mirada y nuestros
pasos de posicin.

J. B. METZ, Memoria Passionis, Sal Terrae, Santander


2007,164-168

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ACOGER LA DEBILIDAD
En este mundo, lbrenos Dios de los
perfectos, que generalmente lo nico que
consiguen es perfeccionar la paciencia del resto.
La debilidad es parte de nuestra
humanidad. Es ms, de muchas de nuestras
heridas puede nacer una fortaleza diferente,
ms humana, ms tranquila, ms humilde.
Muchas veces es desde nuestra propia
experiencia de fragilidad, de limitacin y de
vulnerabilidad desde donde somos capaces de

abrir la puerta al otro.


Si nos anclamos en una supuesta
perfeccin, caeremos fcilmente en la
intransigencia, el juicio y la condena del vecino
por sus manas, sus rarezas o sus flaquezas.
Sin embargo, cuando se ven las grietas
ajenas desde una realidad propia igualmente
fragmentada y frgil, resulta bastante ms fcil
aceptar al otro con sus aciertos y sus fallos, sus
estancias iluminadas y sus rincones oscuros.
Cinco claves de espiritualidad ignaciana

1. Qu debilidades o imperfecciones me cuesta aceptar o asumir?


2. Cmo afronto mi debilidad y fragilidad?
3. Qu pasos voy dando para vivir la debilidad como lugar de
encuentro con Dios?
4. Me dejo apoyar en mi debilidad y fragilidad?

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" LLENO DE DEBILIDAD O FLAQUEZA HUMANA..." (Texto adaptado)


Michael J. Buckley.
[] Qu entiendo por "debilidad"? -No la
experiencia del pecado-: casi todo lo contrario!
Debilidad es la experiencia de una peculiar
vulnerabilidad ante el sufrimiento, de un sentido
profundo de incapacidad tanto para actuar
como para proteger; una incapacidad -an
despus de un denodado esfuerzo- para ser uno
autor, de desempearse como uno quisiera, de
influir sobre lo que habamos decidido, de tener
xito con toda la plenitud que hubiramos
anhelado... Esta apertura al sufrimiento es la
que da por resultado esa incapacidad: de asegurar nuestro propio futuro, de protegernos
ante cualquiera adversidad, de vivir en una
holgada claridad y serenidad; o de evitar o
protegernos de la vergenza, del dolor, o an de
la angustia interior.
Si una persona es suficientemente hbil,
flexible, o confiada en s misma, puede ser capaz
de limitar sus horizontes y expectativas, y
alcanzar casi cuanto quisiera. Puede asegurar
sus mbitos de actuacin y vivir sin la sensacin
de esfuerzos ineficaces, evitando la percepcin
de fracaso, o la sensacin de incapacidad o de
vergenza... ante lo que pudiera haber sido.
Pero si no puede, bien por su historia personal,
o su temperamento o a sus ocupaciones,
entonces experimenta la debilidad en lo ms
recndito de su existencia. Y esta experiencia es
parte de la estructura esencial de todo seguidor
de Jess, ms que una lucha contra ella. Este
riesgo o tendencia al sufrimiento constituye una
indicacin de suma importancia para reconocer
que Dios le "llama": esa terrible y deprimente
sensacin de incapacidad ante la misin de
Moiss y la vocacin de Jeremas; esa honda
conviccin de pecaminosidad, cuando se alz
ante Isaas la visin de Dios que le exiga una
respuesta.

[] La debilidad nos relaciona hondamente


con los dems. Nos permite sentir con ellos la
condicin humana, la humana lucha y oscuridad
y angustia que claman pidiendo salvacin.
Porque, el ser un ser humano, equivale a
incorporar en la existencia una cierta cantidad
de sufrimiento. Cuesta captar una consideracin
como sta, ya que en la civilizacin occidental
son tantas las cosas que procuran disfrazarla o
que tienen inters en despreciarla. Uno de los
aspectos ms dbiles de la sociedad norteamericana consiste en que no admitimos sinceramente el costo que entraa una lucha y en
que casi nunca dejamos que el miedo real salga
a la superficie. Con todo, la mayora de nosotros
hemos de esforzarnos por ganarnos la vida;
hemos de preguntarnos cul ser nuestro
futuro y cul ser nuestro sentido de valor
personal en una economa de mercado?; hemos
de lidiar con los problemas, semi-clarificados y
semi-comprendidos, de nuestros hijos; tememos
al preguntarnos cmo ser nuestra muerte;
hemos de encarar la tentacin de creer que la
vida no tiene sentido, que todas las acciones son
egostas y carentes de trascendencia y que los
dems son para ser usados...
[] Dios nos invita a vivir para los dems, a
ayudar, Dios nos ha llamado para salvar, y no
hay salvacin sin encarnacin. Los medios de la
salvacin humana son las personas, como Cristo
fue humano, y podemos comprender y dar
respuesta en la medida en que nos sentimos
"llenos de debilidad". Si parte de nuestra vida se
convierte en un esfuerzo sutil, advertido slo
ocasionalmente, por conservar un sentido
cotidiano de esa vocacin, dentro de una cultura
que nos aleja de Dios..., recordemos entonces
que estamos llamados a ser personas; a
penetrar tan hondamente, como Cristo, en la
condicin humana, como para poder redimirla;
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que nuestras tentaciones y desolaciones son la


gracia de Dios que nos llama a una sensibilidad
ms honda para con los que estn batallando de
manera semejante... Como estamos tentados,
como personalmente tenemos dolores o sufrimientos..., por eso comprenderemos la llamada
que solicita nuestra compasin.

Esta noche y a travs de ella, es donde nos


unimos a Cristo, y aprendemos que podemos
fiarse del Seor, que podemos en la fe dirigir sus
clamores a Jess -aun en los casos en que hacer
esto parece la cosa ms inspida y sin vidadescubriendo o encontrando que Jesucristo
basta...

En segundo lugar, la debilidad nos relaciona


ms profundamente con Dios, porque
proporciona el mbito o el terreno donde puede
verse su gracia, donde su presencia que nos
sostiene puede revelarse, donde incluso su
poder puede llegar a hacerse patente. Es por
esto, que ella contradice expectativas y se
yergue casi como lo contrario del pecado. La
debilidad es el contexto para la epifana del
Seor, es la noche en que El aparece: no
siempre como una promesa tranquilizadora,
sino que ms a menudo como un poder de
seguir siendo fieles aun cuando nos sentimos sin
fuerzas, aun cuando la fidelidad simplemente
significa dar un paso ms. Pablo vio la historia de
su propia vida como esta letana de
contrariedades o sufrimientos, como momentos
sucesivos de debilidad, pero transformada
mediante el poder de Cristo que lo sostena: "...
con sumo gusto seguir glorindome sobre todo
en mis flaquezas, para que habite en m la fuerza
de Cristo. Por eso me complazco en mis
flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en
las persecuciones y las angustias sufridas por
Cristo; pues, cuando estoy dbil, entonces es
cuando soy fuerte". (2 Cor. 12,9-10).

La experiencia de la debilidad profundiza, a


la vez, nuestra sensibilidad para con las
necesidades religiosas de los hombres, y nuestra
experiencia de oracin.

A menudo descubrimos en momentos


semejantes lo que significa ser cristiano; cuando
el poder de Dios se hace evidente en la
continuidad de nuestra vida, una fidelidad que
nuestra debilidad parecera slo socavar pero
que, en realidad, es sostenida por ella, ya que
evoca la presencia del Seor. La debilidad se
convierte en la vocacin del Seor, la llamada, el
clamor que le lanzamos. Lo que nos lleva a l, es
esta noche, y el trabajo pesado de remar contra
la tormenta y las amenazantes olas...

De todo lo anterior fluye una consecuencia


colectiva. Tal tipo de existencia hemos de hacrnosla posible los unos a los otros. Hemos de
apoyarnos mutuamente en la debilidad,
perdonndonos recprocamente nuestras faltas
diarias y llevando mutuamente las cargas, unos
de otros. Sera absurdo si afirmramos que la
debilidad es esencialmente parte de nuestra
vocacin, y despreciramos despus, o le
diramos poca importancia, a los que son
mediocres; o si nos ofendiramos con los que
son insensibles, o que son torpes o no-sofisticados; o si prolongramos batallas y enojos por
causa de historias personales. Sera para
nosotros algo trgico si rechazramos, por un
criterio u otro, a aqul a quien Dios ha llamado...
Vivir de este modo, es vivir el misterio
pascual de Cristo, en debilidad y en amor:"... no
es dbil para con vosotros, sino poderoso entre
vosotros. Pues, ciertamente, fue crucificado en
razn de su flaqueza, pero est vivo por la fuerza
de Dios. As tambin nosotros: somos dbiles en
l, pero viviremos con l por la fuerza de Dios
sobre vosotros" (2 Cor. 13, 3-4).

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Jess: la debilidad de Dios (Extracto)


Benjamn GONZLEZ BUELTA, s.j.
Nosotros apetecemos las cumbres; para ser grandes aprendamos lo pequeo.
Quieres conocer la excelsitud de Dios? Comprende primero la humildad de Dios
(San Agustn)
En Jess, Dios se ha hecho uno de nosotros,
uno de tantos (Flp 2,7). Aparece entre nosotros
con la fragilidad con que brota la vida. A pesar de
todos los barnices superficiales y de todos los
consumismos que parecen envolver hoy la
Navidad en un gigantesco papel de regalo, el
nacimiento de Jess sigue ejerciendo una
fascinacin sin lmites.
Un Dios cercano y dbil sigue rompiendo, en
su silencio de recin nacido, lgicas y
organizaciones que nos alejan a ritmo electrnico
de las mayoras excluidas de nuestro mundo
entre las que nace Jess, lugar privilegiado para
contemplar este nacimiento.
La contemplacin de este nio, en medio de
la debilidad y de la noche, en el anonimato de lo
simple, en el olvido de lo irrelevante, en lo
huidizo de lo puntual, nos ofrece hoy lo indito
de su inagotable novedad: una fuerza de
salvacin que podemos acoger dentro de nosotros y ayudar a que crezca en nuestra tierra de
desencantos histricos, marcados por muchas
cicatrices, o de espiritualidades sin pobres y sin
historia.
No es en la debilidad solidaria de su
nacimiento donde se revela de manera
insuperable el amor solidario del Dios-connosotros? Ya antes nos haba hablado con la
sabidura y la fuerza deslumbrantes de la creacin
(1 Cor 1,21). Fue su primera palabra. Pero no la
reconocimos. Ahora nos habla desde la locura
y el escndalo (1 Cor 1,23) de la debilidad, de
un Mesas que es fuerza de Dios y sabidura de

Dios. Pues la locura de Dios es ms sabia que los


hombres, y la debilidad de Dios ms fuerte que los
hombres (1 Cor 1,25).
El vaco, la oquedad de la exclusin, puede
ser la cueva donde Jess nace hoy de mltiples
maneras.
Al verlo, dieron a conocer lo que les haban
dicho de aquel nio (Lc 2,17-18):
Comprometerse con el don descubierto
Los pastores se acercan a Jess y cuentan lo
que Dios les ha dado a conocer sobre ese nio y
lo que ellas mismos han visto. Y luego salen
alabando a Dios y provocando la admiracin en
todos los que escuchan lo sucedido.
La debilidad de Jess ya empieza a cambiar la
vida de esos hombres que viven al margen de la
ciudad, por los campos, y que religiosamente
figuraban en la lista de las profesiones impuras.
Su vida se llena de novedad. Ellos son los
escogidos para anunciar la encarnacin y el
nacimiento de Dios en Jess. Y al sentir pasar por
su persona la buena noticia, ellos mismos se
transforman. Ellos mismos son ya buena noticia.
Todava esta transformacin no es ms que
un rumor popular que corre de boca en boca por
los campos y entre los vecinos de la aldea,
confundida probablemente con tantas otras
narraciones que conmueven a la gente sencilla,
pero que no se sabe muy bien dnde tienen su
origen y a donde llegan, ni cunto durar ese
fuego que ahora calienta esas existencias
congeladas en las afueras. Pero, aunque ahora
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no se pueda medir si esa historia se apagar y


dejar de ser pronto un rumor, o si se afianzar
con los tiempos, lo importante es que el
encuentro con la debilidad de Dios ha llenado de
asombro y de alegra la noche de los pastores y
sus vecinos.
La debilidad de Dios se hace fuerte en los
pastores, y en el compromiso de stos se
extiende el brazo poderoso de Dios que empieza
a actuar en la historia, como ya Mara haba
cantado antes en su visita a Isabel (Lc 1,51).
Reconocer los signos pequeos de Dios en la
historia, acogerlos, dejarse asombrar y contar lo
sucedido a los dems, es darle un brazo a Dios
para que acte con su poder de liberacin en la
historia. Desde la debilidad de Dios, que es pura
propuesta en el respeto mximo de nuestras
libertades, entra en nosotros la novedad de Dios,
que inevitablemente nos hace nuevos, audaces y
fuertes para que su accin en la historia nazca de
nosotros y sea nuestra, aunque tenga su origen
en la inagotable fantasa liberadora de Dios.
Para nosotros es imposible separar la accin
de Dios y la nuestra. La debilidad de Dios se hace
fuerza en nosotros, y nuestra debilidad se hace
fuerte desde la debilidad de Dios.
La Palabra se hizo hombre (Jn 1,14):
La lentitud de crecer
Mientras guardaba en el corazn (Lc 2,19)
todo cuanto vea y oa, Mara iba preparando el
espacio clido para que aquel nio llegara a la
plenitud de su estatura humana, respetando los
ritmos interiores de su desarrollo y expuesto a los
imprevisibles choques con la realidad. Nosotros
tenemos una sensibilidad condicionada por el
vrtigo de lo repentino, de lo antojadizo y
seducido, de las imgenes y sonidos
deslumbrantes, y queremos un pago millonario y
tangible
como
respuesta
a
nuestros
compromisos.
Para que la Palabra se haga hombre, y para
que una persona humana concreta sea realmente

En todas las cosas - 2013.11.20

la Palabra definitiva de Dios, tendr Jess que


respetar el tiempo del crecimiento, la desazn de
las carencias que buscan ayuda, el aporte que lo
construye y slo puede llegar desde los otros. En
Jess, Dios se hace un aprendiz de la vida.
Jess tendr que aprender a vivir en el ahora,
en la cresta de la ola, sin dejarse caer
indolentemente hacia el ayer de las tradiciones y
costumbres que paralizaban a su pueblo, ni
tirndose de bruces, impaciente o fascinado por
falsos espejismos, en el hueco vaco del maana
inexistente
todava.
Tendr
que
vivir
permanentemente en la hora del Padre,
madurando lentamente dentro de s la novedad
que un da sorprender a todos, y esperando que
el pueblo tambin haga su camino hasta el punto
y la hora justa del encuentro, el lugar y la hora del
Reino.
Tendr Jess que poner sobre su mano las
tradiciones y leyes en las que ha sido formado, y
soplar con fuerza para separar la paja que se la
lleva el viento, y retener limpio en su palma el
grano limpio del pasado. Despus ser su
alimento, lo incorporar a su persona y lo llevar
a la plenitud, hecha ya de tiempo, carne y
geografa la definitiva Palabra de Dios en nuestro
mundo.
Primero la anunciar y la sembrar
generosamente en toda clase de terreno.
Finalmente, comprender que tendr que
sembrarse a s mismo y dejar que toda la tierra
hostil al Reino caiga sobre l y lo sepulte (Jn
12,24), hecho un fracaso enterrado por los
mecanismos del poder.
Al morir y bajar hasta la mxima debilidad, y
al vencer la muerte y llegar a la plenitud del
resucitado como parte de nosotros mismos, que
todava caminamos en la historia, habremos
comprendido definitivamente lo que significa ser
plenamente humanos desde el don pleno de Dios
que empieza su camino de comunin con
nosotros desde la debilidad de Nazaret y de
Beln.
Sesin 2: La mirada contemplativa acoger la debilidad / 9

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Jess en Beln: Una nueva forma de mirar la


debilidad
En la contemplacin de Jess en el misterio
de la Navidad se nos ensea a contemplar la
debilidad humana como una forma de presencia
de Dios. Dios est entre nosotros como debilidad
en los dbiles, en los excluidos, en los pobres, en
las carencias de todo tipo, en cada limitacin
nuestra.
En segundo lugar, Dios est en la debilidad,
llevada hasta sus ltimas consecuencias en la cruz
de Jess, para llevarla a la plenitud de la vida
resucitada.
En tercer lugar, tenemos que aprender a
mirar la debilidad humana, de cualquier signo
que sea (econmico, psicolgico, moral), como
llamada a la contemplacin, como palabra de
Dios que nos convoca para la comunin y el
compromiso con l.

En todas las cosas - 2013.11.20

Por eso mismo, salir, bajar al encuentro de la


carencia humana, es una forma de peregrinacin
hacia el santuario de Dios ms vivo y
sorprendente. Con los mismos pasos con que nos
acercamos a la debilidad, nos acercarnos a Dios.
La Navidad es la gran fiesta, porque Dios
nace en nuestra debilidad y porque somos
invitados a unirnos a l para llevarla a la plenitud
de la vida. Confundindose nuestro trabajo con el
suyo, sin saber dnde empieza l y dnde
empezamos nosotros.
Si Dios ha corrido la suerte de encarnarse,
nacer pobremente y crecer como salvacin desde
los excluidos de este mundo, ya no hay excluidos
para Dios, nadie queda fuera de Dios. Y el lugar
principal para la fiesta es all donde aparece: en
las afueras, donde no hay sitio, donde todo
parece agotarse y est condenado a crecer en la
amenaza y a la intemperie de las construcciones
humanas.

Sesin 2: La mirada contemplativa acoger la debilidad / 10

Centro Loyola Pamplona

En todas las cosas - 2013.11.20

CONTEMPLAR, NO IDEALIZAR
Aydame Seor, a contemplar.
Cuando yo idealizo la realidad,
no la respeto, no te respeto.
Le doy el barniz
de mi conveniencia.
Tal vez no la soporto
tan herida e imperfecta,
o quiero apresurar
el ritmo de los cambios.
Puede ser que intente
demostrarme
a m mismo o a los dems
una tesis previa,
o que pretenda encaminar
situaciones y personas
por los senderos que impone
la tirana de mi deseo.
Si miro lo real,
tal como se presenta
podr encontrarte a ti,
como la ltima dimensin
de todo lo que existe,
ms hondo que lo deforme
que no quiero ver,
y que las estridencias
que no quiero escuchar.

No permitas que idealice


situaciones y personas.
Con el mismo color
con el que escondo
todo lo sucio y herido,
te estoy ocultando tambin a ti,
y no puedo ver
cmo asumes todo lo real
y transformas todo ser.
Idealizar no es ms
que un maquillaje superficial
que es necesario rehacer
cada maana ante el espejo.
En la contemplacin de lo real,
abro el espacio necesario
vigilante y clido,
para ver cmo desde el caos
nace el futuro indito.

Benjamn Gonzlez Buelta

Sesin 2: La mirada contemplativa acoger la debilidad / 11

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