Álvaro García Linera - Conferencia en Sociales
Álvaro García Linera - Conferencia en Sociales
Álvaro García Linera - Conferencia en Sociales
Viernes 27/05/2016
Muy buenas tardes a todos, muy buenas tardes a todas. Como buen populista, voy
a hablar de pie. Quiero agradecer a cada uno de ustedes que se han tomado el tiempo
para hacerse presentes en este hermoso escenario, para venir a dialogar y compartir las
lecturas que tenemos sobre lo que está pasando en nuestro continente. Agradecer
infinitamente a los compañeros de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. También a
Carlos, que cuando fue a Bolivia me dijo: tienes que venir Álvaro, y acá estamos,
cumpliendo con nuestro compromiso. Gracias por la invitación. Saludar también al
compañero Eduardo por sus reflexiones sobre el papel del Estado y su propuesta de este
republicanismo popular, plebeyo. Y al profesor Emir Sader, de quien hemos aprendido
mucho y de quien seguramente seguiremos aprendiendo más en el porvenir.
No cabe duda que hay una limitación o una contracción territorial de este
avance de los gobiernos progresistas. Allá donde han triunfado las fuerzas
conservadoras, hay un acelerado proceso de reconstitución de las viejas elites de los años
80 y 90, que nuevamente quieren asumir el control de la gestión estatal, el control de la
función estatal. En términos culturales, hay un esfuerzo denodado desde los medios de
comunicación, desde las ONG, desde intelectuales orgánicos de la derecha, por devaluar,
por poner en duda, por cuestionar la idea y el proyecto de cambio y de revolución.
Todo esto dirige su ataque haciaa lo que podemos considerar como la década
dorada, la década virtuosa de América Latina. Son más de diez años que el
Continente, de manera plural y diversa, unos más radicales que otros, unos más
urbanos, otros más rurales, con distintos lenguajes muy diversos, pero de una
manera muy convergente, América latina, dese los años 2000, ha vivido los años
de mayor autonomía y de mayor construcción de soberanía que uno pueda
recordar desde la fundación de los Estados en el siglo XIX.
En lo económico, con mayor o menor intensidad cada uno de los gobiernos de estos
Estados va a ensayar propuestas post-neoliberales en la gestión económica. No
estamos hablando todavía de propuestas socialistas. Estamos hablando de propuestas
post-neoliberales, que permiten que el Estado retome un fuerte protagonismo. Algunos
países llevarán adelante procesos de nacionalización de empresas privadas o llevarán
adelante la creación de empresas públicas, la ampliación del aparato estatal, la ampliación
de la participación del Estado en la economía, para generar formas post-neoliberales de la
gestión de la economía, recuperando la importancia del mercado interno, recuperando la
importancia del Estado como distribuidor de la riqueza, recuperando la participación del
Estado en áreas estratégicas de la economía.
Igualmente, la solidaridad entre los gobiernos y entre los países para consolidar una
política y externa se llevará adelante. Recordaba el compañero Carlos Ghiroti, cuando él
estuvo en Santa Cruz cuando había un golpe de Estado en Bolivia. En ese entonces, 5 de
los 9 departamentos que tiene Bolivia, estaban bajo control de la derecha. El Presidente
Evo, ni este Vicepresidente, podíamos aterrizar en esos departamentos, no podíamos
controlar las autoridades en esos departamentos, no podíamos hacer gestión ahí, el país
estaba dividido, la derecha había asumido el control político, había dualizado el poder,
amenazaba y llevaba adelante un golpe de Estado, amenazaba con guerra civil. Y en estos
tiempos, fue la UNASUR, fue el Presidente Kirchner, fue el Presiente Chávez, fue el
Presidente Correa, fue el Presidente Lula, que nos ayudaron para restablecer el orden.
Sin embargo, y hay que asumir de frente el debate, en los últimos meses este
proceso de irradiación y de expansión territorial de gobiernos progresistas y
revolucionarios, se ha estancado. Hay un regreso de sectores de la derecha, en algunos
países importantísimos y decisivos del continente, hay amenaza de que la derecha retome
el control en otros países, es importante que nos preguntemos por qué. ¿qué ha sucedido
para que hemos llegado a esta situación? Evidentemente la derecha siempre va a intentar
y buscar sabotear los procesos progresistas. Es un tema de sobrevivencia política de ellos,
es un tema de control y disputa por el excedente económico. La derecha en el mundo
entero, y en el continente es derecha y se vuelve empresarial, se vuelve millonaria,
usufructuando los recursos públicos. Está claro que la derecha siempre va a buscar
conspirar y ese es un dato de la realidad. Pero es importante que evaluemos qué cosas
nosotros no hemos hecho bien, dónde hemos tenido límites, tropiezos, que ha permitido
o quieren permitir que la derecha retome la iniciativa. Porque si nos damos cuenta dónde
está nuestra debilidad, está claro que podemos superar esa debilidad e impedir ese
regreso de la derecha o retomar nuevamente la iniciativa, para sustituir a esa
derecha nuevamente con la movilización democrática del pueblo.
Yo marcaría cinco límites y cinco contradicciones que se han hecho presentes, que han
aflorado en esta década virtuosa continental. No voy a marcar por orden de importancia
sino simplemente por orden lógico.
Una primera debilidad, una primera falencia, que hemos tenido o podemos tener
son las contradicciones al interior de la economía. Es como si le hubiésemos dado
poca importancia al tema económico al interior de los procesos revolucionarios. Y
ese es un peligro porque no se olviden que Lenin decía: la política es economía
concentrada. Claro, en oposición, cuando uno es opositor no gestiona nada. Lanza un
proyecto de país, irradia una propuesta económica, pero no gestiona. Su convocatoria
hacia el pueblo es en función de propuestas, iniciativas, sugerencias, pero no todavía en
función de gestión. Entonces, cuando uno es opositor importa más la política, la
organización, las ideas, la movilización, acompañada de propuestas de economía
más o menos atractivas, creíbles, articuladoras. Pero cuando uno es gestión de
gobierno, cuando uno se vuelve Estado, la economía es decisiva. Y no siempre los
gobiernos progresistas y los líderes revolucionarios han asumido la importancia decisiva
de la economía cuando se está en gestión de gobierno. La base económica de cualquier
proceso revolucionario es la economía. Cuidar la economía, ampliar los procesos de
redistribución, ampliar el crecimiento, eran también las preocupaciones de Lenin allá en
1919, 20, 21, 22, cuando pasado el comunismo de guerra tiene que afrontar la realidad de
su país destrozado. Ha resistido la invasión de siete países, ha derrotado a la derecha,
pero hay siete millones de personas que han muerto de hambre. ¿Qué hace un
revolucionario, qué hace Lenin? La economía. Todos los textos de Lenin después del
comunismo de guerra es la búsqueda de un lado y del otro de cómo restablecer la
confianza de los sectores populares, obreros y campesinos, a partir de la gestión
económica, del desarrollo de la producción, de la distribución e la riqueza, del despliegue
de iniciativas autónomas de campesinos, de obreros, de pequeños empresarios, incluso
de empresarios, para garantizar una base económica que de estabilidad, que de bienestar
a su población, habida cuenta que no se puede construir socialismo ni comunismo desde
un solo país, habida cuenta que hay mercado mundial que regula las relaciones, que el
mercado y la moneda no desaparecen por decreto, habida cuenta que la moneda y el
mercado no desaparecen estatizando los medios de producción, habida cuenta que la
economía social y comunitaria solamente podrán surgir en un contexto de avance
mundial y continental como es el mercado, como es la moneda, y mientras tanto le toca a
cada país resistir, crear condiciones básicas de sobrevivencia, crear condiciones básicas
de bienestar para su población, pero eso sí, manteniendo el poder político en manos de
los trabajadores. Se puede hacer cualquier concesión, se puede dialogar con quien
sea que permita ayudar al crecimiento económico, pero siempre garantizando el
poder político en manos de los trabajadores y los revolucionarios.
Hay quienes dicen desde el lado de una supuesta izquierda, más izquierda, que el
problema fue que los gobiernos progresistas no tomaron medidas más duras de
socialización y de levantar el comunismo y de acabar con el mercado y disolverlo, como si
el problema fuera un tema de voluntad o de decreto. Se puede sacar un decreto que diga
que no hay mercado, sin embargo, el mercado va a seguir. Podemos sacar un decreto que
diga acabar con las compañías extranjeras, sin embargo, las herramientas para los
celulares y para las máquinas, van a requerir el conocimiento universal y planterio que los
envuelve a todos. Un país no puede volverse autárquico. Ninguna revolución ha
aguantado ni va a sobrevivir en la autarquía ni en el aislamiento. O la revolución es
mundial y continental o es caricatura de revolución.
Por último, una quinta debilidad que quiero mencionar de manera autocrítica pero
propositiva, es la débil integración económica y continental. Hemos avanzado muy
bien en integración política. Y los bolivianos somos los primeros en agradecer la
solidaridad de esta Argentina, de Brasil, de Ecuador, de Venezuela, de Cuba, cuando
hemos tenido que enfrentar problemas políticos. Y gracias a ellos estamos donde
estamos. El Presidente Evo está donde está gracias a la solidaridad política de Presidentes
y de los pueblos latinoamericanos. Pero integración económica. Esto es mucho más difícil.
Porque cada gobierno está viendo su espacio geográfico, su economía, su mercado, y
cuando tenemos que leer los otros mercados, ahí surgen limitaciones. No es una cosa
fácil la integración económica. Uno habla, pero cuando tienes que ver la balanza de pagos,
inversiones, tecnología, las cosas se ralentizan. Este es el gran tema. Soy un convencido
que América Latina solo va a poder convertirse en dueña de su destino en el siglo XIX, si
logra constituirse en una especie de Estado continental, plurinacional, que respete las
estructuras nacionales de los Estados, pero que la vez con ese respeto de las estructurales
locales y nacionales, tenga un segundo piso de instituciones continentales en lo
financiero, en lo económico, en lo cultural, en lo político y en lo comercial. ¿Se imaginan si
somos 450 millones de personas? Las mayores reservas de minerales, de litio, de agua, de
gas, de petróleo, de agricultura. Nosotros podemos direccionar los procesos de
mundialización de la economía continental. Solos, somos presas de la angurria y el abuso
de empresas y países del Norte. Unidos, América Latina, vamos a poder pisar fuerte en el
siglo XXI y marcar nuestro destino.
Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles es su aire. De eso
vivimos, de los tiempos difíciles, de eso nos alimentamos, de los tiempos difíciles. ¿Acaso
no venimos de abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados, de
los tiempos neoliberales? La década de oro del continente no ha sido gratis. Ha sido la
lucha de ustedes, desde abajo, desde los sindicatos, desde la universidad, de los barrios,
la que ha dado lugar al ciclo revolucionario. No ha caído del cielo esta primera oleada.
Traemos en el cuerpo las huellas y las heridas de luchas de los años 80 y 90. Y si hoy
provisionalmente, temporalmente, tenemos que volver a esas luchas de los 80, de los 90,
de los 2000, bienvenido. Para eso es un revolucionario.
Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se
acabe la vida, ese es nuestro destino.
Algo que cuenta en nuestro favor: el tiempo histórico está de nuestro lado. Ellos, lo
decía el profesor Emir Sader, no tienen alternativa, no son portadores de un proyecto de
superación de lo nuestro. Ellos simplemente se anidan en los errores, en las envidias, de
lo pasado. Ellos son restauradores. Ya conocemos lo que hicieron con el continente.
Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, sabemos lo que hicieron ellos, porque gobernaron en
los años 80 y 90. Y nos convirtieron en países miserables, dependientes, nos llevaron a
situaciones de extrema pobreza, de vergüenza colectiva. Ya conocemos lo que ellos
quieren hacer. No representan el futuro. Ellos son zombis, muertes vivientes
electoralmente. Nosotros somos el futuro. Somos la esperanza. Hemos hecho en diez
años lo que ni en cien años se atrevieron a hacer ni dictadores ni gobiernos, porque
nosotros hemos recuperado la Patria, la dignidad, la esperanza, la movilización y la
sociedad civil. Entonces ellos tienen eso en contra. Son el pasado. Ellos son el pasado.
Ellos son el retroceso. Nosotros estamos con el tiempo histórico. Pero hay que ser ahí
muy cuidadosos. Aprender lo que aprendimos en los 80 y 90, cuando todo complotaba
contra nosotros. Acumular fuerzas, saber acumular fuerzas. Saber que cuando uno se
lanza a una batalla y la pierde, nuestra fuerza va hacia el enemigo y se potencia y nosotros
nos debilitamos. Que cuando hay que dar una batalla, saber calcularla bien, saber obtener
legitimidad, saber explicar a la gente, saber conquistar nuevamente la esperanza, el
apoyo, la sensibilidad, y el espíritu emotivo de las personas en cada nueva pelea que
hagamos. Saber que nuevamente tenemos que entrar a la batalla minúscula y gigantesca
de ideas, en los medios de comunicación grandes, en los periódicos, en los pequeños
panfletos, en la Universidad, en los colegios, en lo sindicatos. Que hay que volver a
reconstruir nuevo sentido común de la esperanza, de la mística. Ideas, organización,
movilización.
No sabemos cuánto durará esta batalla. Pero preparémosnos por si dura un año, dos, tres
cuatro. Cuando nos tocó soportar los tiempos neoliberales, la trinchera que estuvimos,
soportamos más de 20 años. Y los que vienen desde la dictadura, soportaron 40 años.
Pero en esos tiempos, la derecha se presentaba como portadora del cambio. Nosotros
somos los abanderados del cambio. Nosotros, la derecha son los abanderados del
pasado.