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Cuentos Trabajo Guia IV Taller 1

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EJERCICIO DE TRABAJO PARA JORNADA N° 7 UNIDAD N° 4

Nombre del contenido: Secuencias didácticas Fecha: 15 enero 2019.

TALLER N° 1

La carta robada

Tema: El robo de una carta, el cual tenía unos datos muy importantes para el beneficio de Sr. Ministro y
acción fue realizada por esta persona.

Argumento:
Un día normal se encontraba conversando el Sr. Dupin, Germain y Edgar, hablaban acerca de un homicidio que
había ocurrido la semana atrás, cuando golpearon a la puerta, era un detective de la policía tocó allí para pedir
la ayuda a su amigo Dupin en un caso oficial.

El caso era la desaparición de una carta la cual poseía información política importante fue tomada de las casas
reales y se sabe el hombre que la toma la tiene en su poder y lo vieron tomarla.
Todos preguntaron por qué se sabe esto y el perfecto respondió que si esa carta la hubiese tomado otra
persona diferente a la que implica la misma poco a poco irían apareciendo datos que pondría al descubierto
que la carta está en manos de terceros y se iría a pique la identidad de personas de la alta esfera en la política.
Todos empezaron a analizar y llegaron a la conclusión de que el ladro era el ministro el cual lo nombraban en
la carta.

Todos estos hombres empezaron con el operativo de entra a la casa del ministro sin sospecha alguna. Entro
Dupin debido a que el tenia una amistad con el ministro se le dio el diseño de la carta para que la buscara pero
que no fuera a actuar, ese día busco muchos lugares en donde el creía la hubiera podido esconder, no
encontró nada y se reunió con sus amigos, esa noche.

Todos pensaron en donde habían podido esconder la carta y el prefecto dijo que el lugar más difícil de
encontrar algo es no esconderlo y dejarlo en un lugar donde la gente lo vea y ahí nadie lo va a buscar,
entonces ellos planearon como hacer que el ministro se distrajera un minuto y poder cambiar la carta por la
imitación del sobre que habían realizado. Dupin a la mañana siguiente se dirigió a la casa del ministro
conversaron, un poco cundo de pronto se escucharon unos disparos de un hombre que poseía un rifle,
inmediatamente el ministro se asomo a la ventana a observar lo que había sucedido, Dupin sin pensarlo dos
veces cambio las cartas obviamente el hombre del rifle era contratado por Dupin, después de coger la carta la
policía tuvo pruebas contundentes para culpar al ministro y de inmediato fue arrestado.
Corazón delator (Edgar Allan Poe)

Es la historia de un hombre muy nervioso, del cual no se conoce su nombre, un hombre que se declara como
un hombre cuerdo, aunque piensa que la gente lo cree loco, pero el dice que esta tan cuerdo que empieza a
contar lo que le paso y porque se piesa de su locura.
Este hombre vivía con un anciano, que tenía un ojo, el cual fue el motivo de todo el asunto, este ojo era el que
lo atormentaba cuando lo miraba, según este hombre era de color azul intenso, pero tenía una paño que lo
nublaba, el hecho de que el viejo lo mirara con ese ojo lo atormentaba, el hombre lo describía como una
mirada de buitre. Fue tanto el tormento, que empezó a levantarse por siete noches para observar al viejo, lo
hacía con tanta cautela a la media noche, abría la puerta con mucho cuidado, tan despacio hasta que podía
meter la cabeza y también introducía una linterna y allí se quedaba por un tiempo, luego dejaba que un
pequeño rayo de luz saliera por su linterna y apuntaba al ojo del viejo, pero en esas siete noches siempre
encontró el ojo cerrado. En la octava noche, ya estaba tan hábil para hacer estos movimientos, que sentía que
cada vez más lo hacía con más perfección, hasta el mismo se sorprendía de como se había vuelto hábil para no
hacer ruido, pero esta vez al abrir la puerta, la percha resbalo de su mano, y escucho el movimiento del cuerpo
del viejo cuando se sentó en la cama, el hombre, sin embargo se quedo inmóvil y noto que el viejo no volvió a
costarse, éste tampoco se movió de la puerta y después de un tiempo empezó a sentir el latido del corazón del
viejo, el viejo estaba lleno de miedo, miedo que ya el había experimentado durante las noches anteriores,
cuando se levantaba a observar al viejo y miedo que sentía cuando lo observaba el ojo del viejo, y pasada una
hora, más o menos, y atormentado porque no dejaba e escuchar el latido del corazón del viejo, dejó salir un
haz de luz de su linterna y la coloco directamente sobre el ojo de buitre, pero esta vez estaba abierto, este fue
como una premonición de la muerte y lo que hizo que el hombre sin pensarlo dos veces se le echara encima al
viejo, lo tirara al piso y le sobre él el colchón, allí se quedo hasta que dejó de escuchar el corazón del viejo,
luego le quito el colchón de encima le puso la mano sobre el corazón del viejo y no latía más, así supo que
estaba muerto, luego lo descuartizó, le quito la cabeza, los brazos las pernas, levantó tres tablas del piso, hizo
un huevo y hecho todo allí, después limpió todo que no quedo ni rastro de sangre y terminó a las cuatro de la
mañana, nadie podía sospechar que el viejo estaba muerto, ni las paredes podrían haber traspasado ruido
alguno porque él había sido muy cauteloso, de pronto escucho el timbre y cuando abrió la puerta se encontró
con tres policías que habían sido enviados porque algún vecino había escuchado un alarido y ellos querían
saber sino habría algún ladrón por ahí, él los hizo seguir para que recorrieran la casa y luego los llevó al cuarto
del viejo, incluso les puso sillas sobre las tablas donde estaba enterrado el viejo y se sentaron juntos a
conversar, pero de pronto, el empezó a sentir nuevamente los latidos del corazón, inicialmente fue algo suave,
que él pensó que era cosa de su oído, luego empezó a ser más fuerte, a lo cual él empezó a hablar más duro,
pero él veía que los policías no se inmutaba y seguían tan tranquilos, el hombre aún se levantó de sus silla y se
movía de un lado para otro, siempre hablando fuertemente como para alejar el sonido de los latidos, pero
nada, aún pensó que los policías, también lo escuchaban pero disimulaban, porque seguían conversando como
si no escucharan nada; el tormento fue tanto que terminó por confesarle a los policías que debajo de ellos
estaba el cuerpo del viejo que él había matado.
El almohadón de plumas

El almohadón de pluma La luna de miel de Alicia y Jordán no fue todo lo que ella hubiese deseado; resultó ser un largo
escalofrío. Se habían casado en abril y durante tres meses, vivieron una dicha especial Mientras él la amaba
profundamente pero siempre en silencio, de forma parca y austera, ella lo quería de una manera trémula y hasta
impaciente, especialmente cuando regresaban a la casa, después del paseo de casi todas las noches, y percibía a Jordán
demasiado callado, notándolo ausente. Alicia pasaba todo el tiempo en la casa fría y eternamente otoñal, lo que
ayudaba sobremanera a sumar incomodidades y desventuras a esa sensación de complaciente disgusto. Así pasaba sus
largos días, habiendo echado por tierra sus inescrutables sueños de niña romántica, contentándose con sólo esperar a
que su marido regresara. Algunas noches lo esperaba despierta, aunque casi siempre el sueño la vencía quedándose
dormida acurrucada en uno de los sillones, en medio de esa casa que siempre le pareció hostil.“Alicia –apunta el autor-
hubiese deseado menos severidad bajo ese cielo azul”; tanto rigor acabó por asfixiar a la pobre Alicia. Una incontenible
sensación de desdicha fue apoderándose de la mujer. No resultó extraño que comenzara a adelgazar. Soportó un leve
ataque de influenza que traicionero, se prolongó indefinidamente. Sólo los primeros días pudo mantenerse levantada
hasta que una rápida debilidad la llevó a la cama para siempre, hasta el último día. Comenzó a sufrir alucinaciones y
temblores, y a pesar de las visitas inútiles de los médicos, se desangraba irremediablemente sin explicación. Durante el
día la enfermedad no progresaba, pero por las noches la vida se le escapaba a través de incontables oleadas de sangre.
Desde el tercer día Alicia se desmoronó sin remedio. A duras penas, si conseguía mover la cabeza; no quería que le
arreglaran la cama, muchísimo menos el almohadón de plumas .Sus terrores avanzaron en forma de engendros que
subían hasta la cama y trepaban apuradamente por el cobertor. No pasó mucho tiempo hasta entrar en estado de sopor,
del cual nunca se repuso. Los dos días finales desvarió sin parar balbuceando cosas inteligibles. Alicia murió finalmente.
La sirvienta, entró después a deshacer la cama, y sola ya en el cuarto, miró un rato extrañada el almohadón. Decidió
echarle un vistazo porque algo en él terminó llamándole la atención; encontró manchas de sangre que se asemejaban a
picaduras. La mucama llamó a Jordán en voz baja. Este se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre
la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras. Por pedido de
Jordán la mucama levantó el almohadón a la luz pero de inmediato lo dejó caer; pesaba asombrosamente. El hombre
apesadumbrado, al levantarlo tuvo la misma sensación Sobre la mesa del comedor, en mano Jordán rasgó cubierta y
fondo del almohadón de una sola tajadura; una vez que las plumas volaron, sobre el fondo del cojín encontraron un
animal atroz, una bola con vida y pegajosa, tan deformado que apenas si se le dejaba ver la boca Cada noche, todas las
noches, la bestia había aplicado su hocico a las sienes de la mujer chupándole la sangre hasta dejarla exangüe. Cinco
noches le bastaron a la bestia para acabar con la vida de Alicia, vaciándola por completo. La picadura era casi
imperceptible. Con haber removido diariamente el almohadón hubiera impedido su desarrollo devastador, pero desde
el momento que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco noches, había vaciado a Alicia por
completo. <Estos parásitos de las aves, -cita el autor- diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas
condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable y no es raro hallarlos en
los almohadones de pluma>. Pero cuando la enfermedad sorprendió a la desdichada mujer, la encontró sin fuerzas y sin
deseo de seguir viviendo, y terminó dándose por vencida Alicia se obstinó a no permitir que le reacomodarán ni una sola
vez el almohadón de plumas como si hubiera intuido vaya uno a saber de que modo que esa incómoda situación
terminaría llevándola irremediablemente a la muerte segura, y después de tantos sueños resquebrajados y realizaciones
frustradas, eso fue lo que terminó eligiendo.

Autor:(Horacio Quiroga)
El viaje a Marte y la piedra roja

Sara ya no recordaba cuánto tiempo hacía que había salido de la tierra. Debían haber pasado meses, pues su
cabello estaba largo, y las provisiones de alimento comenzaban a escasear. No conseguía entender muy bien en
qué momento todo había salido mal.

Todo había comenzado como una aventura. Se había sumado a la tripulación del Omega 21, pues quería ser la
primera mujer en la historia de la humanidad que encontrase agua en Marte.

Al principio todo había salido bien. Sara era la mejor de su tripulación, superando records históricos en
resistencia a la falta de gravedad y condiciones adversas. Con cada triunfo, Sara sentía que su lugar era en el
espacio y no en la tierra.

Pasaron meses de preparación. Todo estaba planeado. Despegarían rumbo a Marte para encontrar el precioso
recurso que en la tierra faltaba: el agua.

Llegado el día de la partida, cada miembro de la tripulación se ubicó en su cápsula. Este cohete no era como los
que tradicionalmente se envían al espacio. Este cohete parecía el cuerpo de una oruga, segmentado y orgánico,
lleno de capsulas individuales que buscaban proteger a la tripulación en caso de que algo saliera mal.

Como si dicha prevención se tratase de una maldición, una vez el cohete alcanzó el espacio no soportó el
cambio de presión y todas las capsulas volaron en pedazos. Todas menos una: la cápsula de Sara.

Tal vez ya habían pasado meses desde su despegue y en la cabeza de Sara sólo cabían dos opciones: cortar el
suministro de oxígeno de la cápsula y acabar con su angustia o gastar el poco combustible que le quedaba
tratando de llegar a Marte.
Sin meditarlo demasiado, Sara presionó el temido botón. La nave empezó a moverse a toda velocidad hacia el
planeta rojo. Después de horas que parecieron años, la cápsula de Sara se encontraba frente a Marte. Éste
parecía menos amenazador de lo que ella creía.

Siguiendo su instinto, realizó el descenso a la superficie marciana. Un poco temerosa, vistió su traje espacial y
se aventuró a salir de la cápsula.

Al bajar, agarró una piedrita roja y la empuñó. Tan sólo tuvo que dar tres pasos para ser absorbida por la
superficie del planeta y perder la conciencia después de una estrepitosa caída.

Al abrir los ojos, Sara se dio cuenta de que estaba en lo que parecía ser un hospital. Sus compañeros de
tripulación, junto a ella sostenían flores. A penas abrió los ojos, estos comenzaron a gritar de alegría.

No sabía exactamente hace cuantos meses estaba en coma, ni cómo había llegado allí. Pero esto parecía no
importarle, ya que lo que más la desconcertaba no era saber que jamás había salido de la tierra, sino la razón por
la cual mientras yacía en la cama del hospital, continuaba sujetando la piedrita roja en la mano.

Un loco extraño (realista)

Iba radiante de alegría, lo esperaba toda clase de aventuras y no podía aguardar a estar allí. Caminó
varios kilómetros hasta un pueblo vecino, donde había una estación de tren y aguardó a que pasara el
tren que lo llevaría a la gran ciudad.

Subió al tren saludando a todos, contento como siempre y emocionado porque era la primera vez que
abandonaba su pueblo. Pero lo sorprendió la cara seria y malhumorada de las personas que viajaban en
el tren. Ellos se dirigían a sus trabajos, a visitar parientes o para realizar trámites en la ciudad, no los
conmovía el viaje como a Pablo.

El paisaje maravilloso distrajo a nuestro viajero, que pronto se olvidó de sus compañeros y retomó su
sonrisa cálida.

Al llegar a la ciudad, apenas bajado del tren, unos policías lo detuvieron por sospechoso. Tras muchos
interrogatorios, se vino a enterar que lo que despertaba sospecha, era que anduviera tan alegre si tenía
tan pocas pertenencias. Pablo les explicó sus razones. Aunque no los convencieron, no tenían motivos
para retenerlo y lo dejaron salir.

A Pablo le quedó una impresión desagradable de la experiencia, pero decidió olvidarla y dedicarse a
buscar las maravillas que tenía la ciudad.

Al estar en la calle, pudo notar que todos corrían, dirigiéndose a alguna parte. Seguramente tendrían
algo muy importante que los aguardaba. Por ello fue que Pablo se dedicó a seguir a un hombre que
parecía saber bien lo que hacía. Al cabo del día, sólo habían caminado de un sitio a otro, sin hacer nada
trascendente. Pablo se sintió desilusionado y se fue a dormir a un parque.

Allí pudo ver que los jardines y caminos, estaban cubiertos por papeles y artículos de plástico, mientras
que los cestos estaban vacíos. Pablo no comprendió las razones para aquello. Intentó juntar toda aquella
basura, pero la tarea era imposible. Por cada papel o envase que él juntaba, algún paseante arrojaba otro
al suelo. Aquello parecía de locos.
Se fue entonces, buscando alguien que estuviera haciendo algo importante. Hasta que dio con unos niños
que jugaban alegres. Ellos sabrían el valor de la alegría. Se acercó a los niños y trató de jugar con ellos.
Fue inútil, los niños se molestaron por la intromisión del desconocido y comenzaron a arrojarle piedras y
a perseguirlo. Eran pequeños, veloces y muchos, pronto lo atraparon y le dieron una golpiza terrible.

Como pudo escapó y trató de pedir ayuda a un policía que pasaba por el parque. Cuando le contó lo
sucedido, el policía comenzó a correrlo con su macana, por molestar a unos pobres niños.

Pabló corrió tan rápido como pudo y salió de la ciudad. Tomó el camino que conducía de regreso a su
pueblo y mientras caminaba, no dejaba de preguntarse qué le ocurría a la gente de la ciudad. Todos
parecían estar locos y habían olvidado el valor de una sonrisa.

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