Ayer36 ItaliaEspana ViejosNuevosProblemas GayArmenteros PDF
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Introducción
-El debate sobre la identidad nacional en Italia, Ernesto Galli della Loggia
-La historia social y económica del régimen franquista. Una breve noticia
historiográfica, Francisco Cobo Romero
AYER 36*1999
JUAN C. GAY ARMENTEROS, ed.
ITALIA·ESPANA.
VIEJOS y NUEVOS
PROBLEMAS HISTORICOS
Pedro Ruiz Torres
Alfio Signorelli
Manuel Pérez Ledesma
Raffaele Romanelli
Salvador Cruz Artacho
Miguel Gómez üliver y Manuel González de Molina Navarro
Ernesto Galli della Loggia
Juan Sisinio Pérez Garzón
Francesco Traniello
Ismael Saz
Francisco Cobo Romero
Dianella Gagliani
Manuel Redero San Román
Giovanni Sabbatucci
Traducción del italiano:
Andrea de Benedetti
Anna La FerIa
MARCIAL PONS
Madrid, 1999
© Asociación de Historia Contemporánea
Marcial Pons. Librero
ISBN: 84-7248-747-4
Depósito legal: M. 2.616-2000
ISSN: 1134-2227
Fotocomposición: INFoRTEx, S. L.
Impresión: S. L.
Polígono Igarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid)
Indice
La burguesía , ,. 45
Alfio Signorelli
El Estado unitario 95
Raffaele RomaneIli
La República 283
Giovanni Sabbatucci
Italia-España. Viejos y nuevos
problemas históricos
Juan C. Gay Armenteros
AYER 36*1999
12 luan C. Gay Arrnenteros
I De este asunto trató hace tiempo Adam SCHAFF, véase su libro Historia y verdad,
Barcelona, Crítica, 1976, pero no hay muchos ejemplos de problemas historiográficos como
el que aparece tratado en la introducción de dicho libro (las causas de la Revolución
francesa) que hayan sido estudiados con un enfoque histórico similar. No me refiero,
como es lógico, a estudios que tratan de historia de la ciencia histórica en general o
los histOl;adores como gmpo profesional a lo largo de un período determinado, como
es el caso del reciente libro de Gérard NOllm:L, Sobre la crisis de la historia, Madrid,
Frónesis, Cátedra-Universitat de Valencia, 1997, aunque pueden ser muy útiles para situar
la historia de algunos de esos problemas en una perspectiva epistemológica, metodológica
o socioprofesional más amplia. Tampoco estoy pensando en el tipo de estudio que contiene
el libro de Manuel MOHENO ALONSO, La Revolución Francesa en la Historiografía Española
Contemporánea del siglo Universidad de Sevilla, 1979, en el que el objeto no es
un problema sino un acontecimiento, en este caso la Revolución fi-ancesa, y las referencias
que hay de dicho acontecimiento en textos de carácter muy diverso.
AYER 36*1999
16 Pedro Ruiz Torres
a los historiadores. Todo lo cual resulta muy útil para diferenciar las
formas de pensar que conducen a la obtención de conocimientos nuevos,
de aquella otras que, por el contrario, se limitan a reiterar o a empobrecer
lo sabido.
En este sentido, podemos comenzar con un breve esbozo de la
historia en que se inserta el problema que nos ocupa. A principios
de la década de 1970, José María Jover fue capaz de proporcionarnos
una imagen bastante ilustrativa de la trayectoria de la historiografía
sobre la España del ochocientos durante los años de la dictadura de
Franco 2. Los años cincuenta y sesenta, nos decía el citado historiador,
habían puesto fin a una historia del siglo XIX fuertemente ideologizada,
dividida en dos bloques ilTeconciliables: los partidarios de la condena
neotradicionalista del «nefasto» siglo XIX, con quienes plenamente se
identificaba el régimen de Franco, y los partidarios de un enfoque
liberal procedente del mismo siglo XIX que hubo de sufrir las desastrosas
consecuencias de la guerra civil. Tenía razón Jover al poner de relieve
la novedad radical que representaba entonces el surgimiento de un
nuevo tipo de historia sobre la España del siglo XIX, un nuevo tipo
de historia que combinaba el rigor profesional con la renovación en
los métodos y en la concepción misma de la disciplina, al modo que
se practicaba entonces en otros países de Europa, especialmente en
Francia. No había, en ese sentido, exageración en sus palabras, pues,
como veremos, las grandes cuestiones que motivaron una expansión
y un desarrollo sin precedentes de la historiografía sobre la España
ochocentista surgieron entonces. Con todo, si tenemos en cuenta lo
poco que se sabía a principios de los setenta de la historiografía española
anterior a la guelTa civil, quizás sea conveniente, antes de nada, pre-
guntarse hasta qué punto la ruptura con la tradición historiográfica
anterior fue tan radical como pensaba Jover. Hoyes un hecho evidente
que el triunfo del régimen de Franco bOlTÓ en la universidad española,
durante muchos años, el recuerdo del intento de renovación y acer-
camiento a Europa que se había iniciado a principios de nuestro siglo,
también en el telTeno historiográfico. ¿Qué había habido antes de la
renovación de los años cincuenta y sesenta?
6 lbidem, p.
Revolución, Estado y Nación en la España del siglo XIX 19
7 José M.a JOVER, «Caracteres del nacionalismo españoh>, op. cit., p. 13.
20 Pedro RIÚZ Torres
lihro de Gregorio MOl< \"i, El maestro en el erial. Ortega y Casset y la cultura delfranquisTno,
Barcelona, Tusquets, 1998.
') Alfonso BO'ITI, Cielo ,Y dinero. El Ilacionalcatolicisnw en EspaTla, 188/-/975,
Madrid, Alianza Universidad, 1992.
lo En el que colahoraron, entrf' otros muchos, Jos~ PEN'>UBTíN, Fray Justo P'::BEZ
In: UI<BEI., Manuel MACHADO, GeranIo DIEeo, Camilo Jos~ CEU, Víctor DE LA SEltN\ y
Juan Ignacio LIC\ 11E TEN \.
22 Pedro Ruiz Torres
Vives también veía la España del siglo XIX desde la óptica propia del
modelo occidental, con un punto de vista radicalmente opuesto a la
falacia de la «España diferente)), punto de vista, el de Vicens, que
era compartido igualmente por Jover, aunque éste le reprochara a aquél
haber caído en el extremo opuesto de elaborar una explicación forjada
sobre la experiencia histórica de Cataluña, con referencia a modelos
y métodos procedentes de la historiografía francesa que resultaban insu-
ficientes «para apresar la complejidad geográfica, social, cultural, de
la totalidad de los pueblos españoles, de los pueblos peninsulares)) 18.
Por ello, contrariamente a lo que algunos opinan, no creo que las visiones
de la historia contemporánea de España que empiezan a considerar
a España como un «país normah y no admiten la «excepcionalidad
española)) sean, al menos por lo que al siglo XIX se refiere, nada recientes,
ni deban remontarse al libro España, 1808-1939, de Raymond Carr,
publicado en inglés en 1966, como han escrito Juan Pablo Fusi y Jordi
Palafox ¡'J. Bastante antes, en la obra de Artola, Jover y la escuela
de Vicens, había ya un planteamiento en ese sentido, que ponía de
relieve lo mucho que tenía en común la historia de España del siglo XIX
con la del resto de los países del occidente de Europa.
Sin embargo, ver la historia del ochocientos español como una
historia encuadrable en moldes occidentales no significa que hubiera
de hacerse poco hincapié en las peculiaridades específicas de la
misma. Un planteamiento de este tipo no debe producir extrañeza
ni ser por sí mismo objeto de crítica. Después de todo, cualquier
trayectoria histórica tiene rasgos espeeíficos que los historiadores
tienen la obligación de percibir y analizar, al mismo tiempo que se
preocupan por poner de relieve las semejanzas con otras trayectorias,
y no de otro modo cabe entender la historia comparada. «España
es diferente)) o «España es un país normah son las dos caras, bien
que opuestas, de una misma falacia que tiene muy poco interés his-
tórico explicativo. Ahora bien, aceptada una premisa tan evidente,
¿qué peculiaridades y semejanzas muestra la historia contemporánea
de España?, ¿,respecto a qué otro tipo de evolución histórica? Es
aquí donde aparece el rasgo más característico de la historiografía
de los años cincuenta y sesenta sobre la España del siglo XIX, por
111José M.a JOVEH, «El siglo XIX ... », op. cit., p. 70.
1'1Eso es lo que afirman Juan Pablo Fusl y Jm'di PALAFOX en su libro Espa-
l1a:1808-1996. El desafío de la modernidad, Madrid, Espasa-Calpe, 1997, véase la
introducción yel comentario bibliográfico del final.
Revolución, Estado y Nación en la España del siglo XIX 25
cuanto todavía en esos años sigue siendo Francia (la Francia que
conoce la Revolución por antonomasia, la «revolución burguesa» pro-
piamente dicha, la revolución que, de un modo u otro, modifica radi-
calmente la evolución de las sociedades en la mayor parte de Europa)
el punto de referencia y de comparación que tienen en cuenta la
inmensa mayoría de los historiadores.
También en España, como en el resto de Europa, se habla de
la época de la Revolución francesa y hay una recuperación de la
valoración en positivo propia, también en nuestro país, de la his-
toriografía de corte liberal, para la cual estábamos ante una época
de cambios trascendentales que alumbraron un nuevo tipo de sociedad.
La opinión de historiadores como Vicente Rodríguez Casado, que
llegó incluso a defender la existencia de una revolución propiamente
española, anterior a la francesa, durante la época del despotismo
ilustrado :W, apenas si tuvo partidarios. La historia de España, escribe
Vicens Vives, no era muy distinta de la historia de Europa, pero
la comparación con Francia producía una imagen muy poco dinámica
en relación con el cambio social que experimenta el vecino país:
no hubo una revolución de similar intensidad, sino a lo sumo un
cambio político en sentido liberal. La razón última, en opinión de
Vicens, había que buscarla en el atraso económico y en la ausencia,
en la mayor parte de España, de una burguesía capaz de encabezar
la transformación como en Francia. En la verdadera acepción de la
palabra, nos dice el citado historiador, «los únicos estamentos bur-
gueses de España correspondían a los comerciantes gaditanos y a
los comerciantes y fabricantes catalanes» 21. En España, según Vicens,
no encontramos una auténtica revolución burguesa. Frente al ascenso
tímido y lento de la burguesía en los países más avanzados de Europa,
la España del siglo XIX se caracterizaba por la influencia y el pre-
dominio de la nobleza durante buena parte del siglo XIX 22. En esta
misma línea, José María Jover consideraba que la sociedad española
que había salido de la crisis del Antiguo Régimen y de la revolución
liberal, la sociedad de la época del reinado de Isabel 11, participaba
20 Vicente ROIJHíClIEZ CASAIJO, «La revolución burguesa del siglo HIII», Arbor,
numo 61, 1951, pp. 5-30.
21 Jaume VICENS VIVES, Coyuntura económica y reformismo burgué.~, Barcelona, Arie],
1968.
22 Jaume VICENS VIVES, Historia económica y social de Espaiia y América, Barcelona,
196], ed. de 1972,1. V, pp. 112-114.
26 Pedro Ruiz Torres
:l:I josé María jOVEB, «Situación social y poder político en la España de Isabel 11»,
recogido posteriormente en Política, diplomacia y humanismo popular en la España
del .~iglo m, Madrid, Tumer, 1976. En el mismo sentido que jO\EB, F. C~NOVAS SANCHEZ,
El partido moderado, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1982.
:21 Miguel ABTOU, Los orígenes... , op. cit., p. 17.
Revolución, Estado J Nación en la España del siglo X/X 27
2., Juan Sisinio P(.:HEZ GAHZÚN, «La revolución burguesa en España. Los llllCIOS
21> Josep FOYrA "A, Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo HI,
Barcelona, Ariel, 2." ed. rev., 1975, p. 1:3.
27 Enric S¡':IIASTI~, La transición de la cuestión señorial a la cuestión social, tesis
doctoral inédita, vol. 1, pp. 23-24, según la cita de J. S. P~:H¡':Z GAHZÚN, «La revolución
burguesa en Espaíla: los inicios de un debate científico, 1966-1979», Historiogn4'í(l
española contemporánea, p. 13l.
211 Manuel Tl'<ÚN m: LAHA, Estudios sobre el sigloHl español, Madrid, Siglo XXI,
1971, pp. 78-79; «(,Qué historia'?», Sistema, num. 9, 1975, pp. 20-21; «Sociedad seílorial,
revolución burguesa y sociedad capitalista (l8:~4-1860)>>, en el libro Estudios de historia
contemporánea, Barcelona, Nova Tena, 1977, pp. 93-109.
2') BAlrrOI.O~lI;: CL\\ EHO, «Para un conceplo de revolución burguesa», Sistema,
núm. l ;~, abril de 1976, pp. 48-52.
Revolución, Estado y Nación en la España del siglo XIX 29
;\0 En el primero de los tres volúmenes sobre Antiguo Régimen y liberalismo coor-
:\:! Apareeido en la revista Neue Politische Literatur, Jg. 40, núm. 3, 199.'), Vedag
+0 Este desconocimiento llega al extremo de afirmar, como hace Fidel G(¡MEZ OCHOA
en «La crisis final de la Restauración (1917-1923) en la historiografía española», en
G. m: RUElJA, Doce Estudios de Historiografía Contemporánea, Madrid, Servicio de Publi-
caciones de la Universidad de Cantabria, 1991, p. 205, que «la nueva historia política
ha supuesto una recuperación del factor político como elemento explicativo sobre todo
en los períodos de crisis de las formaciones sociales. Frente a la visión infraestructuralista
de la historia que ve en la política un simple epifenómeno -por la que atravesó a
historiografía española sobre todo durante la década de los setenta por el predominio
del paradigma marxista- se cuestiona el determinismo socioeconómico y se establece
la autonomía de lo político dentro de su propia esfera». Aparte de que no se entiende
muy bien qué recuperación historiográfica es esa que establece <<la autonomía de los
políticos dentro de su propia esfera», es evidente que no se conoce el «paradigma
marxista que atravesó la historiografía española durante la década de los setenta».
ti Studi Storici, numo 1,1995, pp. 127-161.
34 Pedro Ruiz Torres
AYER, coordinado por Ismael Saz. Me remito, pues, a lo que allí escribieron
Jean-René Aymes e Irene Castells sobre el hispanismo francés, Sebastián
Balfour y Enrique Moradielos sobre el británico y Adrián Shubert y Rafael
Sánchez Mantero sobre el norteamericano.
Entre el hispanismo que dirigió su atención hacia el estudio de
la historia contemporánea de España destaca sin lugar a dudas la figura
de Raymond Carro Conviene recordar, como él mismo lo hacía en el
número 10 de la revista AYER, de qué modo se originó su interés por
la historia de España. Carr abandonó «un estudio profesionalmente res-
petable sobre los precios del cobre sueco en el mercado de Amsterdam»
al leer El laberino español, de Brenan, para «intentar una explicación
del por qué la que fue en su día una gran potencia, el país de Cervantes
y de Velázquez, se había convertido, bajo la jefatura de Franco, para
emplear la memorables frase de V. S. Pritchet, en una "nación pobre
de cuerpo y abatida de espíritu"». Fue Vicens Vives en la década de
1950, señala Raymond Carr, quien le enseñó a abandonar los estereotipos
de Brenan. «España no era un caso especial, una especie de fenómeno
exótico...; había que estudiarla como cualquier otra sociedad occidental.»
De este modo, la confluencia de ciertos desarrollos autóctonos (de
nuevo el magisterio de Vicens, al que hay que añadir también la obra
de Artola y de Jover) con la indudable importancia que en el terreno
historiográfico tuvo el libro de Raymond Carr, España, 1808-1939, apa-
recido en inglés en 1966 y en español tres años después, hizo que
surgiera una nueva historia política de la España del período com-
prendido entre la Restauración de 1874 y la crisis que condujo a la
dictadura de Primo de Rivera y a la Segunda República. Algunos his-
toriadores, orientados por Jover hacia los procesos electorales del período
de la Restauración, como J. Varela Ortega y J. Tusell, empezaron en
la década de los setenta, en sus investigaciones sobre Castilla y Anda-
lucía respectivamente, a destacar otros rasgos del sistema político de
la Restauración que no habían sido tomados en consideración hasta
entonces. Las relaciones de patronazgo, que sustentaban también en
España el régimen de los «amigos políticos», serán definidas por Varela
Ortega de un modo que no se correspondía, como él mismo señalaba
entonces, con la imagen de una sociedad rural atrasada 49. Javier Tusell,
por su parte, en un artículo publicado a principios de la década de
el') José VAHELA ()HTECA, Los amigos políticos. Partidos, elecciones JI caciquismo en
«El caciquismo: tí'ntativa dt' conct'ptualización», Revista de Occidenll~, nÍtm. 127, 197;3,
pp. 15-44.
.,() Javit'r TI¡~EI.I., «El sufragio uniVt'rsal t'n España (1891-1936)>>, AYER, núm. :3,
1991, p. 22.
., 1 Ejemplo de ello, J de los distintos enfoqut's que caban en esa rt'llOvación, son
oos síntesis rt'cientes: Angt'! B\H \\10i\IJI-: y JesÍts A. M.\HTíNEZ, Historia de Esp(úla.
Siglo m, Maorid, Cútt'ora, 1994, y el volunwn XXX de la Historia de España dt'
MENI;:NllEZ Plll\l., coordinado por Antonio MOIL\I.E~ MoYA, Las bases políticas, económicas
y sociales de un régimen en tran~forrnación (/759-1834), Madrio, Espasa-Calpe, 1998.
:>2 «Quizús -ha escrito rt'cientemt'ntt' Isabel BUHIHEI.- la característica mús so-
bresaliente dt' la historiografía t'spañola e hispanista de los años noventa haya sido
la sistemática, y en IHwna medida convincente, rt'visión del mito del fracaso como
leitmotiv de la historia contemporúrlt'a dt' Espaiia. La vieja imagen de t'stancamiento
y/o anomalía espaiiola ha sido sustituida por la identificación de LPndencias de cambio
a largo plazo que, tanto desde el punto de vista socioeconómico como político, siguit'ron
pautas dvolutivas europeas aunque con diversos graoos de atraso relativo y con difi-
cultades específicas. La vieja teleología negativa, que buscaba en el siglo XIX las raíces
mús cercanas y evidentes de las traumúticas experiencias dí' la guerra civil y del fran-
quismo, ha ido perdiendo consistencia al tiempo que se revisaba el mito historiogrMico
clásico oe la revolución burguesa fracasada corno pieza angular dd paradigma del fracaso
y la anomalía de Espaiia», «Morir de éxito: El péndulo liberal y la revolución española
del siglo XIX», Historia y Política, num. 1, 1999, p. 181. Resulta, en estt' sentido,
muy significativo el libro dt' David RINLIW~E, Esp(úla, 1700-/900. FJ mito del fracaso,
Madrio, Alianza, 1996, y el a1tículo antt'riornlt'nte citado de S\i\T()~ JI'L1.í, «Anomalía,
dolor y fracaso de Espaiia».
Revolución, Estado y Nación en la España del siglo XIX 39
.,4 Francisco TmiL~s y VAI.IE~TE, «Lo que no sabemos acerca del Estado liberal
(1808-]868)>>, en Antiguo Régimen y liberalismo. Homenaje a Miguel Artola, vol. 1,
pp. 137-145. Con posterioridad, véase las interesantes contribuciones de FUSI, MBCUELLO,
P¡:;BEZ LEIlESMA, MOHAU:S y BOB.lA IlE RI<)UES al estudio del Estado en la primera parte
del volumen que recoge las actas del Primer Congreso de Historia Contemporánea,
celebrado en Salamanca: Antonio MOBALES y Mariano ESTEBAN IlE Vn;A, La historia
contemporánea de España, Ediciones Universidad de Salamanca, 1996, pp. 15-89.
:,., María Esther MABTíNEZ QlIl~TEIIW, «Del Antiguo Régimen al Régimen Liberal.
En tomo al supuesto del "fi-acaso" de la Revolución Liberal», La historia contemporánea
de España... , op. cit., p. 99.
;)(¡ Cristian WI~IlLEH, «Clienteles royales et dienteles seigneuriales vers la fin de
l'ancien régime. Un dossier espagnoh, pp. 293-319. En gran medida esas ideas proceden
de una bien fundamentada investigación, en su origen una tesis doctoral, publicada
en ] 992 en alemán con el título Lokale Eliten, seigneurialer Adel uns Reformabsolutismu.~
in Spanien (1760- ] 808). Das Beispiel Niderandalusíen y en español con otro algo diferente:
Revolución, Estado y Nación en la España del siglo x/x 41
Élites locales, señores, reformistas. Redes clientelares y Monarquía hacia finales del Antiguo
Régimen, Universidad de Sevilla y Universidad de Córdoba, 1997.
:;7 En uno de los capítulos del libro de Antonio ROBI.ES ECEA, comp., Política
en penumbra. Patronazgo y clietelismo políticos en la España contemporánea, Madrid,
Siglo XXI, 1996, pp. 74-75.
42 Pedro Ruiz Torres
',!! Manuel MAHTí, Del triunf de la Restauració al ascens de la nova politica: politica
fracaso (¡O, que no es otro que el del liberalismo español al haber sido
incapaz de vertebrar una comunidad nacional que se extendiera por
el conjunto del nuevo Estado. El hecho, que hoy en día resulta muy
evidente para los historiadores que estudian la formación de las iden-
tidades nacionales, de que éstas sean una creación y que el verdadero
nacimiento de una nación comienza en el momento en que un puñado
de individuos dedara que existe y se empeña en probarlo, inscribe
el problema en un ámbito, valga la paradoja «internacional» 6[, que
trasciende los aspectos políticos, económicos y sociales del período
que estamos tratando y obliga de nuevo a una historia comparada. El
concepto de nación en sentido moderno, esto es político, forma parte
de una revolución ideológica que tuvo distintas manifestaciones en Euro-
pa y siguió un desarrollo en diversas etapas. Por lo que a España
se refiere, hay que esperar a finales del siglo XIX para que surja (en
pleno impacto de la pérdida, en 1898, de los últimos restos del imperio
colonial) una cultura nacionalista española plenamente inserta en la
revolución ideológica a que acabamos de hacer referencia 62, pero eso
no significa que no podamos hablar de un nacionalismo liberal anterior
a esa fecha. Un nacionalismo, sin embargo, que predominó en su vertiente
más tradicional y que quedó durante gran parte del siglo XIX unido
a la defensa a ultranza del poder político de la Corona y del poder
ideológico de la Iglesia y se desentendió, con ello, de la reforma en
profundidad de la educación, que sólo podía hacerse desde el Estado,
con el fin de inculcar de un modo laico los nuevos valores nacionales.
A ello cabe añadir, como ha señalado recientemente Josep María
cultura nacionalista española de finales del siglo XIX», Los 98 ibéricos y el mar, Torre
do Tombo, Lisboa, 27-29 de abril de 1998, vol. 2, pp. 137-161.
44 Pedro Ruiz Torres
(,;1 José María FHAIlEHA, «La política liberal y el descubrimiento de una identidad
I R. ROMANELLI, «Political Debate, Social History, ami the ltalian Borghesia: Chan-
ging Perspectives in Historical Researcil», en The journal (lj' Modern History, 1991/4,
pp. 717-7:~9; íd., «In Search of an ltalian Bourgeoisie: Trends in Social History», comu-
nicacion en el 181h InternalÍonal Congress ol Historical Sciences, Montréal, 1995, Round
table n. 1, print-out.
AYER 36*1999
46 A(fio Signorelli
() Ibidem. p. 238.
48 Aljio Signorelli
7 P. SYl.OS LABINI, Saggio sulle classi sociali, Roma-Bari, Laterza, 1974, p. 26.
8 Ibidem, p. 19.
9 A. CAIlACCIOLO, «Innovazione e stagnazione nella storia sociale durante gli ultimi
decenni in Italia», en II Mulino, 306, 1986, pp. 602-616.
10 P. MACHY, «Sulla storia sociale dell'Italia liberale: per una ricerca sul "ceto
di frontiera"», en Quaderni Storici, 3.5, 1977, pp. .521-.5.50.
1I Ibidem, pp. .522, .539.
La burguesía 49
en Quaderni Storici, núm. 48, 1981, pp. 922-94:3; A. M. BANTI, Alla ricerca della «Borg-
hesia immobile»: le classi medie TWn imprenditoriali del XIX secolo, ivi, 50, 1982,
pp. 629-651.
J:l E. LAIIHOUSSE, «Voies nouvelles vers une histoire de la bourgeoisie occidentale
Patrimonios
CAKET (bajo la dirección de), Grands notables du Premier Empire, Paris, ed. de CNRS,
1978-1995.
1:> P. MAClIY Y R. ROMANELIJ, «Premessa, en Borghesie urbane dell'OUocento», en
Quaderni Storici, 56, 1984, p. 335.
1(, Ibidem, pp. :n9-516; cfr. también "Les bourgeoisies urbaines en ltalie au XIX'-'III<'
lB Para una análisis de las fuentes sucesorias, véase A. M. BANTI, «Una fonte
per lo studio delle élites ottocentesehe: le dichiarazioni di successione dell'Ufficio del
Registro, en Rassegna degli Archivi di Slalo, 198:3/1, pp. 8:3-118.
J') E. GIH:NIJI, «11 "daumardismo": una via senza uscita», en Quaderni Slorici, 29-:30,
monios constituye tan sólo el punto de arranque para «capire [...] quale
fosse la gerarchia delle rilevanze, il mondo dei valori, in base al quale
dei soggetti sociali orientavano le loro scelte in una direzione anziché
in un'altra)) 21. Es el caso, también, de la investigación conducida por
Paolo Macry sobre la transmisión de los patrimonios en Nápoles en
la segunda mitad del siglo XIX, en la que se pone el acento sobre
la familia, para averiguar en qué medida «le scelte ereditarie [ne] svelano
relazioni, gerarchie e valori)) 22.
Este género de estudios ha mostrado cuánto sea difícil distinguir
con precisión los elementos de modernidad de los tradicionales, cómo,
en los valores y en las acciones concretas, la racionalidad individualista
pueda juntarse con una fuerte resistencia a las innovaciones, o, final-
mente, cómo la lógica del beneficio económico pueda convivir con una
cultura paternalista de la familia tan pendiente de los aspeetos simbólicos
como de las cuestiones económicas del patrimonio.
Relacionado con el tema de las posesiones patrimoniales es, en
cierto sentido, el estudio de la nobleza. A través de los patrimonios,
de hecho, se puede individuar una élite de la riqueza, que está formada,
a lo largo de todo el siglo XIX, principalmente por nobles. Resulta bastante
natural, pues, no solamente que los trabajos sobre las riquezas patri-
moniales dediquen mucha atención a la componente nobiliaria, sino
también que, a partir del interés para el mundo burgués, se hayan
ido desarrollando varios estudios que se ocupan de manera específica
del tema de la nobleza. Investigar sobre la nobleza en el siglo de las
burguesías conlleva la inevitable pregunta de cuánto permanezca, a
lo largo del siglo, de la identidad nobiliaria, de cuánto los valores
de la nobleza hayan influido en los modelos de vida de las élites bur-
guesas, y cuánto, por el contrario, las viejas aristocracias fundadas
en los títulos y en los privilegios se hayan ido integrando en las nuevas
aristocracias del dinero, de la cultura y del poder.
Los trabajos conducidos en este campo han evidenciado el carácter
fragmentario de la nobleza italiana y el fuerte arraigamiento local, ya
sea por una larga tradición de ejercicio de poder en ámbito urbano,
ya sea por las relaciones con las cortes en los Estados preunitarios 2:1.
La opinión corriente entre los investigadores que se han acercado a
este tema es que, en el Estado unitario, la nobleza ya no representa
un grupo social muy bien definido, y que por eso no se le puede atribuir
un peso significativo en la formación de una clase dirigente nacional 24.
2;\ Véanse, en particular, los ensayos del volumen Les noblesses européennes au
\/X"'IU' úecle, Collection de l'École Fran.,;aise, Roma, 1988, y los ensayos del fascículo
monográfico de Meridiana, 19, 1994, dedicado a la NobiltlL; dI'. además G. MONTHONI,
Gli uomini del re. La nobiltlL napoletana nell'Ottocento, Roma, Meridiana Libri, 1996;
G. C1vII.E, G. MONTHoNI, Tra il nobile e il borghese. Storia di una famiglia di notabili
meridionali, Dante & Descm1es U. O., Napoli, 1996.
24 A. M. BANTI, «Note sulle nobilta nell'Italia dell'Üttocento», en Meridiana, 19,
1994, pp. 13-27; R. ROMANEI.L1, «La nobilta nella costituzione dell'Italia contemporanea,
en ."toria Amministrazione Costituzione, Annale Isap, 3, 1995, pp. 247-267.
2:; Entre los trabajos más impOItantes, véanse F. LEVI, L 'idea del buon padre. TI
lento declino di un 'industria familiare, Torino, Rosenberg & Sellier, 1984; R. ROMANO,
1 Crespi. Origini, fortuna e tramonto di una dinastia lombarda, Milano, 1985; G. FIOCCA
(bajo la dirección de), Borghesi e imprenditori a Milano dal/'Unita al/a prima guerra
mondiale, Roma-Bari, Lalerza, 1985; P. RAIHATI, Sul filo di lana. Cinque generazioni
di imprenditori. 1 Marzotto, Bologna, 11 Mulino, 1986; R. ROMANO, 1 Caprotti. L 'avventura
economica e umana di una dinastia industriale del/a Brianza, Milano, Ange1i, ] 990;
C. FUMIAN, La cittrI del lavoro. Un'utopia agroindustriale nel Veneto contemporaneo,
Venezia, Marsilio, 1990, Y P. RUCAFIOHl, Ferdinando Maria Perrone. Da Casa Savoia
al/'An.mldo, Torino, Ulet, 1992.
54 A(jio Signorelli
2(, S. U:\ATI, La nobiltrl del lavoro. Negozianti e banchieri a Milano tra Ancient
como grupos sociales. Así pues, se han estado investigando las etapas
a través de las cuales las síngulas profesiones llegaron a ser legitimadas
y reconocidas por el Estado; la constitución de los colegios profesionales,
la formación de la identidad de grupo en los ámbitos locales de ejercicio
de la profesión; la relación con la política a distintos niveles (desde
el nivel de las clientelas a las administraciones periféricas hasta el
parlamento); la posición de los varios grupos profesionales en el universo
burgués desde el punto de vista de la extracción social, de la renta,
de los matrimonios y acciones patrimoniales, de las alianzas, de la
sociabilidad, de los estilos de vida :28.
Asociaciones
211 H. SIECIlIST, «Gli avvocati nell'ltalia del XIX secolo. Provenienza e matrimoni,
titolo e prestigio, en Meridiana, 14, 1992, pp. 145-181; A. M. nANT!, «Borghesie deHe
"professioni". Avvocati e mediei nell'Europa dell'Üuocento», en Meridiana, 18, 1993,
pp. :10-36; M. MALATESTA (bajo la direecion de), Staria d'/talia, Annali, X: 1 professiOlústi,
Torino, Einaudi, 1996, y M. SANTOIW, Notai: storia sociale di una professíone in /talia,
1861-1940, Bologna, 11 Mulino, 1998.
29 G. GEMELLI Y M. MALATISI'A (bajo la direccion de), Forme di sociabilita nella
;\1 M. ACUI.HON, Le cercle dans la France bourgeoise. Étude d'une mutation de socia-
bilité, Paris, A. COLlN, 1977: trad. it. II salotto, il circolo e il caffi. 1 luoghi della
sociabilitd nella Francia borghese (1810-1848), Roma, Donzelli, 1993.
:\2 J. HABEHMAS, Strukturwandel der O.ffentlichkeit, H. Luchterhand V., Neuwied,
1962: trad. it. Storia e critica dell'opinione pubblica, Bari, Laterza, 1971.
:\:\ M. Mml(;(;I, «Assoeiazionismo borghese tra 700 e 800. Sonderweg tedesco e
caso francese», en Quaderni Storici, 71, 1989, pp. 589-627, Y M. MAI.ATESTA (bajo
la direccion de), «Sociabilita nobiliare, sociabilita borghese. Francia, Italia, Germania,
Svizzera XVIII-XX secolo», en Cheiron, 9-10,1988.
:\4 M. MEHICCI, Milano borghese. Circoli ed élites nell'Ottocento, Venezia, Marsilio,
1992.
:\5 A. M. BANTI y M. MEHICCI (bajo la direccion de), «Élites e associazioni nell'Italia
dell'OUocento», en Quaderni Storici, 77, 1991.
La burguesía 57
;\<. M. MEHICCI, Milano borghese... , cit., pp. 87 ss.; C. OCCHII'INTI, «Il Casino dei
nobili fra ancien régime e liberalismo», en II Risorgimento, 1992/1, pp. 101-120.
;\7 A. C.~IWOZA, «Tra casta e classe. Clubs maschili dell'élite torinese, ] 840-1914»,
en Élites e a.~.meiazioni nell'ltalia dell'()ttocento, cit., p. :385.
;\g R. ROMANELI.I, "Il casino, l'accademia e il circolo. Forme e tendenze dell'as-
Elecciones
~2 A. POL:-I, «Per 10 studio dei ceti proprietari ottocenteschi: le liste Piettorali nel
circondario c1i Pisa», en Quaderni Slorici, 42, 1979, pp. 1101-112S.
¡;\ Una amplia reseña de los estudios electorales en S. NOIHET, «Cli studi sui collegi
* * *
En esta conferencia he tratado de centrar mi atención en los filones
más importantes del estudio de las burguesías del siglo XIX. Asimismo
se podrían indicar otros caminos, y añadir muchos más detalles sobre
cada uno de los filones mencionados.
El mérito de haber realizado una síntesis satisfaetoria de todo este
material se debe adscribir a Alberto Banti, que en una reciente Storia
en Ch. CHABLE (bajo la dirección de), Histoire sociale, Histoire globale?, Paris, De la
MSH, 199.3, p. 210.
.>0 M. MEBICCI, «Societa, istituzioni e ceti dirigenti», en G. SAIIIIATl!CCI y V. VIIIOTI'O
(bajo la dirección de), Storia d'ltalia, vol. 1: Le premesse dell'Unitá, Roma-Bari, Laterza,
1994, pp. 190-217; G. MONTllONI, Le strutture sociali e le condizioni di /Jita, ibidem,
vol. 11: Il nuovo Stato e la societá civile. 1861-1887, Roma-Bari, Laterza, 1995,
pp. 329-426 (en pmticular pp. 352-399), Y F. SOCHATE, Borghesie e stili (ü vita, ibídem,
vol. lB: Liberalismo e democrazia. 1887-1914, Roma-l3ari, Laterza, 1995, pp. :363-442.
Protagonismo de la burguesía,
debilidad de los burgueses
Manuel Pérez Ledesma
Universidad Autónoma de Madrid
AYER 36*1999
66 Manuel Pérez Ledesma
:1 Como este trabajo no pretende ser un «estado de la cuestión», sino que se limita
a recoger los comentarios de un lector que, además. no ha seguido con total dedicación
la abundante bibliografía sobre el tema, sólo se mencionarán en notas, a modo de
ejemplos, los libros o artículos directamente citados en el texto.
~. La primera cita. en G. CHOSSIK. «La bourgeoisie britanique au 19(' siede. Recher-
ches, approehes. problématiques», Annales HSS, noviembre-diciembre de 1998, p. 1089.
El comentario de J. CANAL, en «Alberto M. Banti e la storia delle borghesie italiana
e spagnola». Societii e storia, núm. 79. 1998, p. 108.
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 67
de la modernidad, Madrid, 1988, p. 95. Las otras proceden del capítulo 1 (<<Burgueses
y proletarios») del Manifiesto Comunista.
70 ManueL Pérez Ledesma
Palafox). Pero no parece que en el asunto que nos ocupa se haya pro-
ducido una transmutación tan espectacular. En uno de los libros que
mejor reflejan ese cambio de actitud, Fusi y Palafox reconocen que
«España no tuvo una burguesía fuerte, al menos en comparación con
algunos países europeos». «El tema crucial, quizá el factor determinante
en el proceso de modernización tardío e incompleto de la España del
XIX, fue la debilidad de burguesía/clases medias», ha escrito por su
parte Antonio Férnandez en la síntesis más reciente sobre el tema 12.
Los estudios sobre los «nombres de los burgueses» más reafirman
que alteran las viejas convicciones. Para empezar, porque en ellos no
se detecta la presencia de una clase burguesa unitaria o nacional, al
menos durante el siglo XIX. Sólo aparecen unas «burguesías regionales»,
diferenciadas tanto por su ubicación como por sus actividades eco-
nómicas: burguesía industrial catalana, y más tarde asturiana o vasca;
burguesías comerciales o comercial-financieras en ciudades como Cádiz,
Bilbao, Santander o Valencia; burguesía agraria en muy diversas zonas
del país; gran burguesía madrileña de rentistas, comerciantes, tenedores
de Deuda Pública o banqueros; burguesía dedicada al comercio y los
negocios en Ultramar. .. Sólo la burguesía madrileña, por su vinculación
con las necesidades del Estado y su patrimonio geográficamente disperso,
parece merecer el nombre de «burguesía nacional», o de «burguesía
española con intereses nacionales», que le han atribuido dos síntesis
recientes. Para el resto de los grupos burgueses vale la caracterización
de Serna y Pons: «más que una clase burguesa con un proyecto político
definido, existen distintas burguesías o agrupamientos formales o infor-
males de intereses burgueses que persiguen objetivos sectoriales, se
reúnen o se representan en asociaciones locales o regionales y elaboran
estrategias políticas que se centran preferentemente en este ámbito».
De lo que da prueba la propia trayectoria de la burguesía comercial-fi-
nanciera valenciana, interesada sobre todo en adueñarse de la cor-
poración local para disfrutar de las posibilidades de negocio que ofrecía
el control de los recursos municipales 1:\.
A. BAHAMONIJE y J. A. MAHTíNEZ, Historia de Esparia. Siglo \1\, Madrid, 1994, pp. 456-458.
La cita, en SEHNA-PON~, «El nombre de! burgués» ... , p. 120. Y e! caso de Valencia,
en A. PON~ y J. SEHNA, La ciudad extensa. La burguesía comercial-jinanciera en la
Valencia de mediados del siglo \1\, Valencia, 1992, pp. 76-92.
l.". Las posturas políticas, en P. RLlz TOHHE~, «Liberalisme i revolució a Espanya»,
Recerques, núm. 28, 1994, p. 6:3.
1:> Los primeros datos, en M. AHTOI.A, La burguesía revolucionaria (/808-1874),
Madrid, 1990, p. 155; Y en BAHM10NIJE-MAHTíNEZ, Historia de España... , p. 449 Y 457.
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 73
de la cuestión señorial a la cuestión social (Valencia, 1970-71), citada por P(.:BEZ GABZ(¡N,
«La revolución burguesa... », p. 13J.
21> Las primeras citas, en J. MILL~N, «Burgesia i canvi social a l'Espanya del segle XIX,
1843-1875», Recerques, núm. 28, pp. 75-76. La última, en RlJlZ TOBlH:S, «Del Antiguo
al Nuevo Régimen ... », p. 186.
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 79
La" (·ila,.;. t'll HlJI TOI:I:I>. ,(1),,1 :\llligllo al :\IIt'\O H('gillwlI ... ». pp. ISS-IB I ).
\iLa,.; ('ila..;. I'll F. Tml í..;) V 1111:\'11. ilfl/lllwl de Hi.\/orill del f)ereclw r"·s/iIliíIJI.
\LHlrid. 11)1)0 (1.' "d.). pp. HU-I()(¡.
:1 La rallHha o!J";"l'\at'iúll d,' E. P. TIIOIII''';O\. t'll "La,.; ¡w(,IJiiaridad,'''; dI' lo illgll''';».
flis/orill Socilll. lll·llll. ]B. illli,'mo 11)1)1. p.l2. La ('ita. "ll ~I\U¡¡'/ ~í\UlIl koord.l.
Cllstillll-f.1I 1I1II/cl/(/ .... p. In. El prillwr grado dI' alltropoIIIOl'riza('i,íll ,.;" ('Il<'lIt'lllra. t'lltrl'
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses
Un rosario de dudas
otros muchos casos, en la frase siguiente del mismo texto: «La opción de la burguesía
española, es evidente, fue la vía agraria.»
:1., Las citas, en RlIlZ TOIlIlES, «Del Antiguo al Nuevo Régimen ... », pp. 187 Y 192.
al
vez Ill'nlido" lo" pri\ il,'gios aeal16 fOl'llwlldo par\<" d(' la "Illlt'\il (·{({Sl'
./illu!IlIlWI¡II/{» , «No dt>ja dt' "t'r grave moti\o dt, I'dlt',i61l'" ('st'rihi(,
t'n su día 'l'UI-161l dt' I.ara. <¡ut' «el du<¡u(' dt' MediIl<H"('li. t'l d,'1 Illfalltado
o el dt, FeJ'lláll NúíÍt'Z St' at'ostarall una Ilo..llt' sit'ndo ('Ilt'rpO y alma
df' la Ilohlt'za feudal (>spaíiola y "e Inantell al díil siguil'llt(' sielldo
hurguest's por<¡ue "us "e 1-10 ríos !t'rriloriale" (y t"ITitorial.,s + jnrisdic-
ciolwl(',,) hall pasado a "er propi,'dad dt'''\ illculada (aull<¡11t' t'll IllIlJW-
roH'" ca"o" hall guardado "dt'rechos" sohw lo" camlJt'sinos ... )>>. Es \('r-
dad <¡Ut' ('''a lranslllutaci61l 1'f'"u1ta llt't'('"aria de"dt, (,1 punto dI> lisIa
t'OIH'eptual para (',plicar la ilH'Orporaci(lIl. ca"i sin n'si"klH'ia". dt' lo"
alltiguo" Ilol"t''' al 1l1lt'IO si"(('lIla "t)('ial y polílico «hul'gllt:s»: 1ll'1"O sill
duda t'hoca ('011 el Iwcho dt' que la aristocracia cOIl"enú "U 1llt'lltal idad.
"U pn'dolllillio políti('o v "t)('ial y SU" '(lI'IlIas allkrion's dt' \ ida. sin
má" ('allIhio <¡lit' algullo" rt'ajustf's ('11 la gt'sti()n d., "U patrilllonio. Ik
IlWIWra «lit' las It'si" sohre la trallslllutw,i()n podríall sel' ohjt'lo d., la"
misma,.; nítit'a" qut' algullos historiadort,s inglt'"t'" km dirigido a la
te,.;i,.;. "illlt:trica aUllllllt' en st'ntido ('olltrario. del «"Illlol"et'illli('nto" (;':1'11-
Irijil'lllÍlIlI) dt' la 11Ilrgut'sía hritállica: <¡ut' por t'1 IwcllO de ,1"lJlllir lUlO
dt, lo" rasgos dt' l'omportamit'llto df' ulla cla,.;t' ,,()('ial H' "UPOllt' <¡ue
talllhit:n ,.;e hall a,.;umido lodos los delllás (aull<¡ll(' no Sl' hayan t'll('olltrado
jUlltos t'lI Ull solo indi\ iduo) \7.
y ;,<¡up decir d(' la idt'lltificat'i6n "Iltn> la Illll'gllt'sía \ 1,1" cIaS(~S
Illt'diast Hahría sorprelldido tallto a los ('olltt'IIlPOl'ál](,OS ('01110 e"a ('arat'-
,1, Por ('.1"1111'10. .1. -\1.\ \1:1-./ JI \Lll. ".\ \Ul·IL:b ('1111 la l{t>\olncil'1l1 BLlrgllf''''''». XOJlfr
~hi(·rt({. IllJlI1. ;:;(l-:r;. jlilin-dit'i¡'lnhn' jt>H."). pp. BI-IO(): 11 \\. \1. HIIIII'l. l/n/liT uutl
lilH'rl.1 in l/!Of/"UI FIJFnlw.1 (f!'¡Újflf' f~rf¡islo,.;c(/llifldr't.\lulitIJug.(:alldlt"i.I~(·. l(nr7. ("<q). l.
- 1.,1 l"iLI.I'1l \1. TI \f)\ Il! 1,\1;\. "~ll("íf,dad ~1'fl(lritlL n'\Ollll'i¡'¡1! Illlt"~lIl''''¡¡ ~ ..,(leí,·.]"c!
capiLdi·..ta II g;) 1-1 HI,O, ". ,'Ii ':.\t!ltli/J,~· (/f- llisfllrill ("Olltr'flll,oníllf'If, Bal'ct'lwl<l. 1<)i'. 11. I)B.
1.:1 críli.·'l ;¡ Id ,!!.('l/t,i¡fl(IIUJlI. t'll L. CI:O...."III-. ... La ll(lllrgl'oj~i(' lnil,ltlllill'lt,. p. 11:2:L
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 85
has la las sílllesis 11Iás reeit'lI!t's: pit'llSo adt·mú,.; t'1l lo,.; JIlás rt'('ollO('idos
('xl)('rlo,., ('urOIWOS t'1l la hi,.,toria so('ial dt, la c1a,.,t' IlIlr~Ut·s,1. Ha,.;t('
w,'ordar la limita('i(1Il a la "hur~Lwsía dI> Iw~o('io,.," y la <'¡lIlr~ut',.;ía
de forma('i(¡Il'" d('jalldo dt, lado a la,.; ('apa,.; 1lH',lia"" qu(' apan'('e "11
los (''''nitos d('1 prill('ipal promotor dt' ('slos e,.;ludios • .IiilP'1l KO('Ka:
o la iIIíll Illiís n',.;lridila defilli('i(¡1l de ,\II)('rto \1. Hallli: el tprlnillo
hurglwsía «si;lo pllt'd(' st'r legítinl<lmellt(· ulilizado si y ('ualldo lo,.; 1I1isUlO";
sujdo,.; d"('idi('roll adoplarlo ('01110 rasgo distilltilo. "01110 partt' .1" su
('stratt'gia glokd dI' idt'lll ifi('a('i(¡1l ,.;(wiaJ" :''',
Ahora hit'll. ('oUIO la historia 110 se rig(' por ,'Iprill('ipio dt' autoridad.
lli ('S Iw('(',.,ario 11('lar hasta ,,' exlrt'JIlo (,1 ~iro lill~¡iísti('o. 110 hasta
('011 ('slas ('itas para poller t'1l ('lwsli(¡1l el argullH'lltO. Lo qlH'. al llWIlOs
a mi jui('io. n'sldta pO('O satisfadorio es la rt'ia('i(1I1 qut' ilH'1 ilahl('IlH'Il!<'
Itay <¡u .. ('slahl(','('r ('llln' 1,1 It~rsi(1I1 ampliada del prota¡.!:tlllislllO rt'IO-
Irwiollario. por LIlI lado. 1 lo,.; a('ollte('iJllielltos I rt'sldtado,.; .1.. las n'lo-
lu('iolle,.;. por olro. ;,C(¡mo expli('ar que ('11 1'1 1I101lH'llto .1(' 100llar (,1
poder ('sa 1111 rl';Llt'sía idt'lll ifi('ada ('Oll la (' las(' Illed ia d("'idit'l'a "llIargi llar"
dI' los Ililelt,,,, sllllt'rion's dI' la I ida políli(,a a la ('a,.,i totHlidad dI'
los mi"JIlhros dI' la ('Iasl"r (una paradoja <¡lit' ) a st'I-¡alaroll ('11 su día
.Imer o Vlurillo h·rrol). ;,C(lIll0 expli('ar. ad"lllá". que lo" ,.,('('ton'" polí-
t i('alllt'lIl(' ad i lOS dI' la "llt'qllt'I-¡a hurgllt'sía ... o ('la"" Illedia haja. "t'
siluarall al lado dt' la" ('1,1"('" populan',.,. 1 de los parlido,., qu .. trata"'lI!
de n-'prt's'>1I1arla". I t'llfrentt' de la "hurguesía (,t'lbiILlI'ia."r Para n',,-
pOlld('[' a t'stt' último inlt'ITO~allll'. "e ha utilizado hahitualllwnt(' la rt·ft,-
n'lwia a las frLlI't' iollt,,, de la (' las.. hur~u(',.;a. dd'inidas 110 ('11 Iprm ino"
s(wiol(¡gi('o,., ,.,illo políti('o,., (la hurglw,.,ía progrt',.,i,.,ta. moderada. radi-
('¡d ... ); pero ('St' ('aso. ;.('(lIllO S(' pLH'd(' expli('ar que la llIisllla c1as('
('stuliera a la \f'Z unida. a la hora d .. tOlllar y ('olls(~nar .. 1 podt'r.
) dil id ida IJa"la t,l I'xlrt'IlIO de que Ulla" frLw('iolH's ,,(' dedi('ahall a
orgallizar rt'lolu('iolles (,olltra otras'( ;,0 e" qLW ('ada fnl('('i(¡1l t'ra a
la lez ('xln'lltad"'lIt'lllt' dphil. ell ('llanto par1l' dt' ulla c1as.. d .. ('uya
d('hi I idad la "Oll!OS ('omwielltl's. I tan frlt'rte ('omo para ('ollqul"tar I
\'1 L¡¡.~ dífen'lIcias. l-II J. \ IU.\" \ 1\1·:". Ihs!oria social .\ ('(,(}lhJIIl/('(/ •.•. \01. :),
pp. I;~:)-I;~I: la di~till('i{1I1. f\1I J. \1 . .IU\ !. 1( 1\\lOH\. "El :-.iglo \1\ 1'11 la hislol'io~l"<ln¡¡ ... ".
p. 1:t). Ej(,llIplo:-- I'c'('it'lllt'S lit, dil~'n'lJ('iil('íÚIL ('11 B \11 \\111\1ll-:- \1 \1;'1'1\1:/. /I;slo,-;o d,' ¡','-'¡ifI-
'la. Sip.-/o \1\ .... pp_ lú7-J71~ o FU:\I.\IWI (;\lif:Í\-HII-:Il\ 1.\¡:Hl\lJ. «1,<1 ~o('ií'll¡¡d (11:
Lo~ ~nlj)(b ". pp. l~t-1.)(1. La defilli.-iúlI dt~ J. K(H_I\\. {'Il ,·I·:,.:,lrw·ll1ra ¡cultura d(·
L1lHlrgl':.;,j<l ('L1I'0P('(l ('1 :.;,qde \1\. 1{I'f1(',iolh <'olllpaI'Hli\(''':' dt>~ tI"llll plllll dt· Illira ;t1('III;ltl~ ".
/i,'('('u/",'.,. I1tíl1l. :W, t.)() 1. PI', t 0- t t: la d.. \, \L B\ \11. "11 S{o, i" rI,'//u /"'fg/",siu
i{,,/iulI,/. /. '"trÍ /i/w,.,,/,'. HOI"'l. !()()(¡. 1'1'.1\-\,
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 87
11 l.,,, 1";1,,, d<, 1). HI\LlliJ"·. <'11 f;"/'(///(I. / '7()()-/c)()(): ,,/ /l/i/" d,,/ .fi'(I('([WJ. Madrid.
I,)r)c>. pp. ·U'. 2.,;\, 1')'). L"" dl""I"" \ la ""rlllati'<I 1('¡(a 1. "" L. HII:II\. "La "",,;,·dad
rural ~ la dt'~atllOl"liza("i{IIl". t'll \'lo!: \I.¡':~ \10) \ koord.J. I.u ... /)([,'\(','; IUJlíLicas. ('cOnÚI1';CflS
y socia/f's.... pp. ();~.)-7()2. La ('ita df' VI. T. PI::HI1 Pie \/0. PI] ,d .a~ (·~Inlt'tllras agrarias,...
i¡'id('/I/. p..,11.
~2 I.a 1)1"°1 HH-'sta dt, Al ,(: \l. \-(; \1.1 \ \1). t'fl 1.('CáOf"'S de t/('I'f'c!lo IJOlíti('(J ('ofI...liluciollfll.
\ladrid. IRn. pp. 1'n- t 'H (<';Iad" p"r.l. \1. .111\ Ll{. "S;lua,,;tÍl1 '",,;al , p"dl'r P"líl;""......
pp.2V)-L';()j.
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 89
1I [)" "'II"liÍtoril"" kil,l" <'011 lllií,.; dd"ll,- \\. \1. lü 1'11\. 1{"'/f" K liI/f'rlL._. 1'1" :: 1-:\2
~ Iq7-()B. Lit d.'!"illi¡-júll .• '11 F. 1': \(; 1: L"',. Principio.. . dt" ('o/llflfÚ.'ifJlO IIBI~): (·il.:ulo c'tI
J. . .\ l.\\lllj JI \{ (l.«\ \Iwlta ....... ». PI'. H-l-B;-). Las 11"1':-; halalla ..... i'll 1'1 "Pn'Jlo~(J ~I Ll
t·dic¡'-111 ill~ll'~a" dé' Ih·{ ,\ocl(JIi:'iIllO ul¡í,únf u/ sor/oli... lIIo ('jl'lIfí/in! tO!nas /','i("O¡':"Ú/fI:': d,'
11111.1.\ {-'-lIgrls. \Ll<lrid. 1')7.,.1'1'. ')2-t 171.
Protagonismo de la burguesía, debilidad de los burgueses 91
;.1'01' qué ulla metáfora Ull talllo espúrt'a se ,'ollvirtió para JIIuchos
hi~toriadorl's I'Il ulla cale~oría t'i"lllífica( EIl el ca~o I'~paííol. al «ue
~e refi,'re e"te trabajo, la respue"la tiene IllLH'110 «ut' \ 1'1', al mt'no"
t'1l mi opiniúll, COII raZOlle" t'xll'l'Ilas a la disciplina hi~lóril'a. EIl lo~
aiío~ sdellta, tallto la situaci{1I1 política espal-lOla -rnan'ada por la~
espnanzas dt' un pronto fillal del frallqu i"mo- ('omo la ('uroJH'a -ca-
raderizada por el sur~imil'llto, aunqul' fuera efíllwro. de opciont's poi í-
licas aulodefillidas ('(11110 re\olllt'iollaria,,- eslimularon la apari"iún d('
Ull JIIarXiSlllo acadéfllit·o. dd «Lit' las ('OIH'('f)('iont's hasta ahora ('Ofllell-
tadas fUt'roll t'l IIlt'jor n,nejo en ,,1 terreno hi"lorio~ráfico, Se rtTUperú
t'lllolll't'S la IHwi.)n de «revollH'i()n hur~uesa», mlll'ho más adecuada
por su ('ar~a política «ue olra~ forlllulaciollt'S altt'l'IIali\as (('omo n'vo-
Itll'ión lilwral o dI' .da" {·Iast·" medias» j. Y no ~{)Io t'"O; ,'n a«ud contexto
fue IW('t's,lrio aiíadir que t'l"il'lo revolucionario burgllés había ('olH'luido
ya (y n,dwzar, por tanto, las "on('el){'iOlws antt'riort's sohn' una n'vo-
Illl'i()1l "frusl rada o "i lH'ofllplt,ta»), COIl d fill .1,' aselltar sol m' UIUI base
úcielllífi('a» las expedalivas ell torno a la proximidad dt, una n'\oluciúlI
proletaria. Lo n'('OIHwi¡Í pocos allOS de~pués .Juall Sisillio Pt'-rez Carzón:
('11 la coyuntura política t' inlt'ledual dt'1 (¡B, "jos \t'rnas d.. la rt'voltll'i{II1
'" La .. ila. c'/) J. l.. H',,:<;I:'. .. La IIH'tMora ... "" /lls/o/i" d,· 1" "/"mi,/"tI. \Iadrid.
11)()7. p. BO. ~i!llljl'lldll ('Oll BllHLI· ...:. llIiÍ:-- qLlt' d., 1IH'Ii.íl~lf·a"" Il,dJl"ía qllj' kddar elf' UII
It·Il~llajt· {':">I)f'('ial. :-;illlilar al <¡lit' t'n 1I110 de :-;11 . . n·lato.. . 1I1ilizall lo~ \ahoo..;: "(:,1<1a
p;¡lalll"a ('l)lTf'~pOlldl' a lllla ¡df'a ~!FIH·I'<II. qlle ~t· dd"irw por (·1 ('lIlll("\lo 4) lo~ \ ¡..... jl·";.
1,;:1 p.dal,..a nr:, por .·jt·1l1plo..... llf!:.iert~ la di:--lH'r:-..il'm II Ia:-- tll¡ull'I¡<i:--: I lllf'l 1(· "i!!ltifi('ar
(·1 cielo t·... ln-·ILldo. lJll leopardo. ulla l.andada dt' d\{· ..... la \ inlt·!a. lo "alpi('<I<!o, (·1 ado
df' df'~';V¡lIT':lI11ill' () la fllf!i.l q!le "if!llf' a 1.1 d.·nola. JlrI. 1'11 {·<lIllI,i4l. "i~lIifjl'a lo aprf-'lado
lJ lo d('lIso: IHlt·dt· significar la ll'illtl. UIl InHlt'Il. lllld pit'dra. lIn 1llOlllúIl dt' l'if·c1ra..;.
f·1 11l'l'!J" d.· apilar!....... t,1 t'ollgn·:-'.o di' 10:-'. ('ualro Iw(·lJip·ln.... 1.. Illlitlll f·<.U"II,d : UIl I.o:-'.qllt'.
PrOIIlJlH'¡~((I'-1
dt' nlr,¡ IlIallcra 1) ('01) 011"0"; \i...;ajt·...,. ('ada palaf1nl pllede tt'IWI" 1I1J ..... ·Illido
l'ollll'ario" IJ. L. BOllc,,,. 1';/ il//ilm/(' dI' Ilrodi,', \Iadrid. Il¡(j<). pp. 1I 7-IIB). !Jl'l 111;'1110
modo. la ('\I"'C:-'.iúlI "n'\oltlt'i{lll hllr~lIt·..;,a» -BB, f'/1 alglllHh lt·\.!o.... p¡II'¡¡ (pli' el pal'a-
... II~Ót·n· ('alld.io:,
It·li"';llw :-il',:( cOlllpldo--..... _ cit' c1i\t·I":...a Ilalllr.:dl'za .'1111'1' ('1 f111llHlo "felldal·.
~ el (·apilali~la. ~ IHw<l(' :'wr utilizada ('''11 tanlas ':H'qH'iOlw~ dispan'''; l'olllo los lIIolll)~íla"(l"';
dI' lo~ )¡¡llOo,..;,
Raffaele Romanelli
11
2 lbidern, p. 258.
I(H)
111
distinto:-; de 1<1 historia d(' las illstitlH'ioll(,s v dt' 1<1 hi"tori<l "oci<ll \
política. Lit ohr<l IlI<ís significativa dt' estt' t's('IIt'I<I t'" 1<1 :-lltlria ¡f"I(wn-
/lIinislmzioll" ilaliono. /86/-/fJfJ:r dt, Cuido ¡\h'lis. <¡lit' rt>prt's(,lIta IIl1a
surna d(' Illlll'llO'; trah<ljo,; antt'riort,s y 1111 illlport,mtt' pllllto d(' Ilq!;ada:.
Otros \<lrios t,,;tudio~ t'Slwl'Ífico,; ~('Olllo lo,; <¡ue St' ('('nlran ('11 lo,;
prt>f('t'lo~. ('11 di~tinta~ prt'fl,(·tur<l:-i. o ('n la~ di:-;tint<l.'-' <ldlllilli,;tntciollt'';
local('s-- h<lll pt'rlllitido adelll<ís profulldiZilr :- n'\ i"iollar t'l lr<ldicional
jllicio ('!'íti¡,o sohn' t,1 ('I'ntralislllo adlllini~trali\o. c'oll,;idt'ralldo "'Ql" ('lIa-
lidad('s I)('ro tallll)it~n sus lílllitt'" ) dehilidadt'" l. \:-;í IIII('S. ';(' h,1 pllt',;to
1'11 ('\id('IH'ia la fragilidad d('1 Estado flll'rt(' :- la 1H'(T"idad para la:-;
alltoridad('s ('('lItnt!('s dI' t'llt'Olltrar fOrlllas d(' Illl'dial'i{¡1l \ aC'llt'rdo I'OIl
lo,; podt'n'~ prmillt'ialt's y llIunicipalt's. En ('"t(' st'lItido. y gracias <1
t'stos t'studios. hahlaha poco anl(',; dt> Estado fu('rt(' ('Oll lo~ d{'hilt's
:- d('.llil ('on lo" l'tlt'rl('s. Ha) <¡Ut' dt'~tal'ar <¡Ut' t'"ta l't'\isi(111 dt·1 (,,,tati,,llIo
no aft'l"I<I ~Olalllt'llt(' al pníodo lilwral. ~illo t<llldlit'-n a 1<1 t~pOC<l ra~('i"ta.
CU)O illdisl'lItild(' <lutorit<lrislllo oculta ft'n{¡lllt'n(h. l'olllplt'lalllt'lIt(' part'-
cidos. dI' cOlllprollli"i(ln COIl podl,rt,,; fUt'rlt>,;.
J)('lall!e dt' ('~to~ pmhlt'lllas podría resultar t'\lrt'IIJadcllllt'l1!e l'¡til
1111 p<lraleli~lIlo ('l1tn' Italia) ESP<lI-I'1. No ha('I' falta 1'('l'onl:1r la 1lI1H'\Ja"
difel'('llt'ias <¡lit' ('\i"II'1l 1'1111'1' los dos paí"t>~: ('Il ('llItotlwnto dt' la I'rt'a('i('ln
d('1 E"lado. a llIediado" del siglo \1\. Italia 110 \ it'llt' de lln pron'"o
d(' di,;grt'gaci{¡n d('1 ~i"tt,tlW illqwrial ('OIllO E"parw: por otra parlt'. n'"ultcl
IIIU:- dift'l'('l1te 1<1 r('l('va!H'ia de las «IJal'iOllt,,;,, <¡II(, pn'('\i"t('n al E,;tado.
('OIIlO Catalullya: nllll'\1O llIás inlelha ) ('!'ul'nta. fil1altlH'nt('. es la "U('('"i(11l
d(' I'alllllio" d(' rtgitll('ll t'l1 1'1 ca"o de Espal-Ja. ~in (,llIllL1rgo. los aspt'('to"
s('nwjalltt's son 1llll(' hos. En prilll('r lugar. lln<l t'''I)('('it' dt' silll'!'onía.
ya <¡lit' t'n E~p,ll-Ia la ('l'eaci{¡n dt, lo" apar<lto:-i ('('ntralt'" ~t' pon(, ('n
lllardw dt'"put'.s dt, 1B,,)4, t'S decir t'n IIna ppo('a IIllI) (Tn',IIW <1 la
llnifiecH'i(1I1 italiana. ~t'(·ulldarialllt'lltt'. t" hel'ho <¡II(, la ('OlhtrlllTi{¡n
del ¡':"t<ldo llnitario St' prodlH'e t'n amhos I'a"o" [¡ajo UIl rt~ginlt'n liheral.
<¡lit' lit'nd(' por su llIi"llla natural('za a garalltizar la autollomía d(' lo"
podt,rt,~ d(' lo" St'llore" 10I'alt'". En alllllo" países. pllt''', los aparatos
del ¡':"tado ('11 fase de ('on"tl"lltTi{¡1l at'lúan ('01ll0 illlt'rtllt'diario" t'ntrt'
; TaIlJi)i<"11 \(;a,.;'·. d,·¡ 11li"'I110 aulor.•·I:allllllilli ... lraziClII("·. "11 I{. HII\1 \\1111 . .'i/nl"/(/
de/In .'i/u/n .... ,·íl.: ""'Ia ol"'a 11 lit'. ('11 ,· ... la IIli.";llI~1 dil't'(Ti<"1l illl''I'di ... ('iplill~lria. iJi ... [ClriadClJ"(' ....
jllri,.;ta,.; \ poi i"'llo~Il"',
I L 11 "-¡(,lllplll "11 (·,.;t(·"('l1lido ""Ieí (,1l11."tilllidll pOI' \. 1{ \\1011: \ \11. {Jn:/i'I/S ill \I'or.)/
111' /.i/wr/\, \11]-;1('1".1.1111. 1l)'H. 11'. il. ('1l11 (·1 lílldo 11I/(lr;lrI ill (1'/('(1 d; IIfI/IIIlO/l1/11. /
1}/'(~/;'lIi 111'11"1101/(/ li/iI'm/l'. Hllll1il. 1'J')".
El estado unitario
Qué duda cabe que el interés suscitado por las prácticas asociadas
al fenómeno del caciquismo restauracionista sobrepasa con mucho a
la historiografía más reciente. Desde el mismo momento de la ejecución
dt, a<¡uplla~, es¡)('cialllwlI!t' desde los al-lOS finales dt'l ~if!:lo \1\. la",
mismas f!:í'lwraron toda llna corrit'ntt' dt, crít ica ~ n'clwzo qllt' 111'\ Ú
al caci<¡uislllO Cll fnuellOs casos a uhicarse ell t'l ('('litro de la pol('.mica
IlIant('nida por lIIuchos inll'lt,('tuales d(,1 molllt'nío. La j~'s/)(l/I(/ sifl/mfso.
10sllufe'\ de fu j)(Ilriu ... ) un larf!:o f'l('('.!t'ra dt, St'lI!<'llcias silllilan's
jcdonaron los alllhielltes críticos nO\t'lItcl\ochista" en los ('!lides el fCIlt',-
Ilwno del caciquislllo St' \t'ía. t'll!t'lIdía ~ n'kltÍcl la mayor part(' de
las V('('CS desde posiciollcs <¡U(' rozahan III<1S t'I Illllndo \Olllntaristcl dc
la t'-tica y la 1II0ral qlle el dd allálisis propiall\t'nll' hi~t(írico) /0 ci('ntífico.
I'uhli('istas. políticos, lill'ratos ...• inteltTtllal('s ('11 f!:ellt'ritl disclltÍall )
niticahall 1111 fenÚIIH'ilO --el Cc\('iqllisfllo,-- aprdwndido las más d('
las \tT('S dt, fOrllla a!listt')rica. considt'lado ('01110 IIn /l/of al>~ollltO. redu-
(,ido él residuo ps('udof('lIdal y l'iaralllt'llt(' \ illt'ldado il 1H'r1l1cllH'lH'iilS
de lIlla tradicit'lll d(' atraso reilt'radalllellt(' id('lltificadil COII t'l 1I1l111l10
rllral \ la ('IJitllra oral. \Jo 1'11 vallo. ell un ('ontt''\to túpico dt' t'<¡uiparaci(ín
dt'l f('llIíllH'1I0 d('1 atraso y el ruralislIlo ('011 t'l sur pellinsular, illtelt'ctuales
dd 1II01l1t'IIto ('OJllO t'l propio Ortq;a ) Casst'l lI('f!:aron a ('ari.H'terizar
el I1Ulf def c(/Cú/lli,'ifllO ('011I0 (~l resultado final de la injncl\('ia y adolH'i(íll
dt' pr;Ícticas políticas alldaluzas -1IIt'ridiollales sí se (Illiere- ell la
eS(Tlla pllhlica nacional. AfirlllaciolH's ('011I0 las expuestas por Orlt'ga
) (,asseL I)('ro no solallwll!t' por ('.\ l. dieron lugar a toda Ulla ('OlTi(~II!<'
nílica --frudificada ell partt' t'n la ('Il('Uesta realizada por .Ioaqllíll
Costa desde el f\tt'IH'O dt' Madrid t'll lIlarzo dc \ t)() \ - t'll la <¡lit' ('clt'i-
quismo ) clit'lltelismo político St' ligalJan ilH''\orahlt'l\wnll' ('011 allal-
I~dwtislllo. atraso soCiOt'('OIlÚlIli('o ) ruralidad. igualada t'sta últillw la
Ilwyor partt' de las Vt~ces a UII fe 11 t'l/II e IlO. el latiflllldislIlo. identificado
por 1I111('hos COfllO silllplt, vt~stigio ft~lIdal ) \asallático.
¡':jefrieios dc cOfllparaciúll (' illtt'rpretaciúll de tradi('i('lIl l't'gt'llera-
cionista <¡lit' ll'rlllinaroll fillalJllellte por dejar una profunda 11I1t'1"1 el1
(,1 IlIan'o d(' la historiografía t'spaíio!a a lH'sar d('1 canít'l('r lllClllifies-
tallH'III(' ahi,..,túrico d(' hlll'lIel parte de los miSIIl()-';. EII ('f('(,to. lid y colllo
IWlllOS st'l-liIlado la \('rlielll(' propiClIIH'lIlt' hi~t/lri('a del j't'1I{1l1j('1I0 1I1)('lIas
si oscun'('íil la IIlOli\aci(íll n'<d dt,l discurso 1't'f!:t'llt'raCiollista. ('slo ('s.
Lt \idori[('i/lIl /'Ijca.\ crílica dt, lo qut' cOllsid('rakul ('llllid ('011 11laYl'lsclda
I \ 1;.1,,(, "" (',,!<, "t'lilitl" "l'illi"II"" dI' i l l l i " l r " d,'1 111ll1l1('liI() ""\JI" (oIII1l1T"illd" 111
\/111(111 ¡Igg,)). \ilid Fillllg<)()). T"I\J¿["; (;1\11\1/ \ 111'1\11."1\ (I!)O!)). ElJri'lIIí' IJIII,"
\11111: \/11 ( I !)(H¡. ¡,II('¿["; \1 \11 1I11 1I g<)OI. Ki<'¿[nl" \11'11" 1'11 11:11 fU:!)!)¡ " \ i""llll' \ 111 1
1"1'1<" \ <: \1 1 I( 111. ( I !)Ug¡,
Clientes, clientelas y política en la España de la Restauración (1875-1923) 107
('11 "1 Ill<m'O dI' Illla Espw-w I'llIilll'll!t'lIlt'llt!' rural (\. Halllos Oli\(·!ra.
I ().")(l). a"'í ('umu ('11 prueha fl'ha(·jl'llt" d,·1 ,,1,,\ adu ¡..':radu dI' dl'srno-
\ i1iZiWi('11l di' la so('iedad ('spailola. I'sl)('('iallllt'llk \ isil"l' Iras la illlplall-
1H()O d(·1 sufra¡..':iu 1IIli\('rsal lIws('ltlillO (J. \1. ./u\l'r /':;1 11 lOra.
ta('ir'lll ('11
I()gll. Expn'siulll':-- y pnlt'has q\J1' ('ull\t'rgíall lo(Lt:-- I'll 1I1lil IIlislllil idea.
1" del./i'(/('(/slI. Fra('asu "11 lu qlll' t'()Jlsliluíil ulla illll"allla('itlll arl ifi('iid
d(,¡ parlillllt'lllarislllu (H. (~ar<'Ía Cotarl'lo. I (m.')): friH'a:--o 1'11 la IlIod,'r-
lliZiWi('1I1 dt' los kíl,ilos y ('olllporlallliel1lo:-- polílit'(l:-; dI' lus t'SPill-lOl('s:
frat·aso. ('11 ...;llIlIa. ('11 lo qul' dt'hit. (,ollslilllir 1111 prOtTSU d(' IllOd('rllizi)('itlll
rt'~tI dI' las (·...;ln)('lllra'" políti(,as llill'iollitl .. S ~ Sil 110rtllctliza('itlll ('011 las
d(·1 ('OIIll'xlo I'llrol)('O LI../. I.im. I (fi()l. El (',Wi(PlisIIIO polílit'o ill'n'dilitllil.
pIWS. t'! 1lt'c11O del allldido fra('aso \ ,:slt' k(('íil lo ProlIjo ('011 la :--Ilpllt'sta
(''''I)('('ifi('idad d(' la historia pulíli('" ('spaiíol<l (:-; . .Il1ki. 1<)<)(1).
Pn'scllI;wiúl1 dl'l f"lltlltlI'1l0 d(·1 ('ill'iqllislllo ('Ollll' ('xpn'sit.1l d(, 1"
('sl'('t'ili('idwl d(' la Iradi('itll\ l' hi:--loria políti(,a (,,,,pill-10Li d,' la qul'.
:--illl'lltllal'¡..':o. ;'1)('l1as:--i qllt'dall 11O~ r('("l('los "11 la hisloriografía espal-IO!;1.
I.a \ i:--il"ll n '¡..':t'llI'riWioll isla. "11 :--11 \arialll(' ('Ibli:--LI (1(' «o/igUJ'lIII[U l
(([([(IIIISIIIO" (plt' Iwllía ",ido "sulIIida ('11 11I1I'1l;l 11I(,did;1 por Illla park
"'i¡..':lliri(';\l!;1 dI' 1;\ historiugrafía ,'spal-Io!;l ('11 la:-- r'tltilllilS d(~(',I(Lt:-- .1('1
Irallt¡uislll!l. slllrit, 1111 dllro n·\(·'s. por lialllilrlo .1(' idgUIW lorttl", desd('
IlIs ('Olllit'IIZlh dI' la Trilllsi(,júll 1)l'lIlO('I"iÍli(,,1 (':--1';1110(;1. (:oiIJ('idl'lwia de
('illlll,j(h ('11 la P('I"('('IH'itlll hiciloriogr,íri('il .1('1 r('11(1I1It'IIO \ ('11 el rl~¡..':illll'll
polílj(,o--- qlle 1'/1 Illodo algllllo dl·11t' alrihllir:--(' (·\('lrlsi\iIIllt'lItl' ill azar.
",11 I':--t(' :--('lIlido !t<l: 1111 1lt't'l1O ('i('rlo a lodir:-- Iu('(':--: 1;\ OIH'iúlI Illolliírqlli('a
.1(' lit Trilll:--i(,i('1I1 IkllIOt'l"iÍli(',1 n·su('itt,. ('11 lo qlll' I'oll:--titll~(') Illlil ('Lira
"PIII'sl,1 dI' rt'('lil'l'r,wi('1I1 d(' 1IIt'IlI0riil Ilisl(.ri('il. (,1 illl('I'(:s 1'01' LI (t11illlil
('xl)('ri('llt'i<l dt' 1Il0llilnl'Iía Iwrialllt'lltilriil prl'S('lltl' t'll 1<1 hi:--Ioriil (':--llLlI-IOLI
Ili,í~; n't'i(,llll'. ('ir('lllhliIJl('ia t¡11(' ('oilH'idit. tilllíl,il"Il. ('11 otro Ord('ll dI'
(·O~il:--. ('011 t'! 1ll't'l1O de ('Olhlitllir I ()i.> 1'1 ('elltl'llilrio dI' ;1l1'll'ILI prilll(Til
n':--LIlIriU'it'1I1 Illolliírqlli(',l, Er('llll~rid(' ~ I'j('r('j('io Ilislorio¡..':riÍri('q <¡IW 1('1'-
:1 Estudios de dimensión general como los de John DI NLX" POWEI\, (1970) así
~1. 110 re:,polldían sin Imí:, a f/mllulas dt' f~ITt'a dominaci6n políliea
de las oligarquías y los gralHIt's inlt'rt'ses e('OIH)lllicos. I.a propia coll-
:,id('!'<wi6n funcional ya reft'rida hizo ('nlt'rger IIW'\O" punlo" d(' vista
qlW lrasladallan (,1 cenlro del dehate (' illlt'n~" hi"loriográfico de los
tlle('alli"nlO" políticos de dominaci6n SO('jO('('OIH"lllica al (',;('elwrio de
la g('stiúlI ) fUIll'ionanliento de la adlllinislrw'iún (J, HOlllero i\lama.
1()"¡:~). Lo" ('aciqut'''. y su mundo. no s610 no li('Ill'1I por qlj(~ id('1I1 ificar,,('
si('lllprt' ('on el ámhilo dt' los grandt's inll're"e" e('OIlÚlllico". "ino qUf'.
('n la lIIa y or parle d(, las o('asiolws. no lo IW('«'II. Trallajos ('OnIO (·1
d(· ./avi('r Tu,,('11 C()llleZ (1 (J7(») para Andaltwía o (·1 de .I0S(~ Lm'la
Or!t'ga (1 (J7i) para Ca"lilla la Vieja y L('()/l no hicieron sino ini('iar
) liderar ulla líllea interprt'lali\a soh/'(' el ('<wiqui:'IIlO re"lauraciollisla
focalizada ('11 la ('onsideraci611 dt' aqu~1 ('OtlIO Illt'('a11ismo d(' lIaluraleza
t'lllilWlIlellwntt' adlllilli"lraliva. Iweho que propici6 t'n oca"iOIH'" la ela-
horaci{¡n de ulla "úl/agell de la /"ealid{/(//Jlíbli('(l ('11 lo (Illl' la l's{ruduru
dl' /)()der 1 ,,1 sislellla /)()/[!ico apa/"el'Íall /lítidalllell{l' dl'sligw/os de las
/"ealid{/(/es sociales 1 Ilwleriales del cOll;jUlllo de la ,\(icil'dw/ l's/wl/ola
del 1IU11/Wlllo', (S. Cruz \rtadlO. l ()()4: .')77). Lo" oligarcas \ propit'lario"
dí' anlaflO flWroll :,uslituido" por huní(T<llas. fUIH'iollario" y prof('"ional('"
lilwralt's. ('onH'rtidos ('sto:, Últilllo" ell lo:' IWlwficiario" din'<'to" de un
si"lellla político-instilll<'ional ('on('('hido ('01110 Iln lodo en sí Inislllo. des-
ligado de ('Iwlqui('r olro (,S('t'twrio ) rt'alidad. ) ('11 (,1 qut' la ('sf('ra
propiallwlI!t' admilli"trati\a suplantaha a aqut'lla otra políti('a ('n lo que
se refería a lo:' ('au('('s de ('Otlllllli('w'i6n ellln' el ('(lIljulllo de la s()('i<'dad
y la estnl<'tura del Estado (M. Zafra Ví('[or, I()()ú). El "is!t'IlW caciquil
no" apan'('t' ahora COlllo un vasto) cOlllplejo 1II('('allistllo de adlllilli,,-
lraci6n y distrilllH'i6n d('fál'O/"l's. La capacidad) Iwhilidad ell la W':,li611
y 11l<lllejo d(' favort's -privados y pt'lhlicos- S(' ('oll\ierlt'n ell requisitos
indislH'lIsal>les para enlender lanlo (·1 ascenso ('OnlO (,1 liderazgo político
en la i{estauraci()n (J. A. Cano Carda. 1()()(); VI. Sinra Alonso. 1<)()2
) l ()()ú; H. Zurita Aldeguer, l ()()(»). l/e('(lllisIlUl delj(¡m/" qllt'. en lodo
caso, sielllpl'<' no" apan'('e en estos esludios ('ulllplit']Hlo una dol>l('
flllH'iún política: de una parle. ('OI1t'dando lIIediante lazos clientelares
las aisladas rt'al idades IO('ales y provilll'ia!es del podn ('on la "clase
dirigelll" I/aciollal. illslal(/(/a po/" Iurno ell el Cobierno» (VI. Si('ITa Alonso.
1()()O: l.)/~): de otra. proporcionando estahilidad al si"lt'ma político rt',,-
tauraeionista a tra\t~s de las COllse('lleneias que a lal efe('[o se d('ri\allan
de la general izaci()n d(' la estru('[llra d ienlt'lar. La suplwsta dímensi6n
Jlwdiadora d('1 llle('<lIlismo del favor. v con ~I en últillla in:,talll'ia del
Clientes, clientelas y política en la España de la Restauración (1875-1923) 111
-1 Todo ello en cierta consonancia con aquellas teorías funcionalistas de raíz par-
i> Tal y como postula Xosé Ramón VUCA ALONSO (1997: 356) «non debe considerarse
a realidade local corno un cheque en branco (li.~posto para a súa negociación polo rnellor
postor m:n corno un espacio virxe da ú~fluencia que o goberno pode /11anexar Ó seu antollo.
Nada rnáis lonxe da realidade. A nivel dos pobos e vilas que conforman o distrito electoral,
atopamos unha realidade política e socioeconómica que dista rnoito de aparecer como
pasiva no sentido de pregarse sen rnáis ás ordes que chegan do exterior. Pola contra,
d(:fínense na me.mw uns espacios de poder que teñen as súas raigarnes rnesta realidade
local e que van a demostrar capacidade dabondo como para j()rza-la negociación cos
poderes supralocais».
7 En este sentido, destaca en el panorama historiográfico español la labor de difusión
científica desempeñada al respecto por la revista Noticiario de Historia Agraria (ac-
tualmente Historia Agraria), en cuyas páginas y números han ido plasmando y des-
granándose una buena parte del debate suscitado en torno a esta interpretación del
caciquismo restauracionista y los poderes locales. Como botón de muestra bien pudieran
valer mtículos como los citados de Manuel COl\úu:z In: MOLlNA (l99:~), Jesús MILI.\I\
GAHcíA-VAHELA (1993 y 1998) o Grupo de Estudios Agrarios (1995).
Ili)
g Manuel Cm.¡zAu·:z /lE MOI.li\~ (199:3: 20) se preguntaba en este sentido si «podríamos
stl!o las lúgit'as dt' at'luiwiúll dt, las oligarquías. sillo lalld,if>lI. l' illlt'r-
dl-'pt'lIdit'llt(,S ('on at¡u(~lIas. las propias dI' sus t'ii('ntt's ~. ('lielltt'las.
I'sto t's. los (',ulI¡wsiIlOS y dt'lIlás set'!oJ'('s populan's d('1 Illlllldo rural.
Para ello, Iltl('\allH-'lItt-' se re('urriú al andallliajt-' l(-'(íri(,o-Illl'todol()gi('o
qllt' propol't'ionaha id so('iología rural) la alltropologÍa sOl'ial. .\uton's
('01110 A. \. Cha)anov (] 98ú), Tlwodor ~hallin (1 (n(»). HalllZa Alavi
( I ()7Ú) o .lollll Davis l limO) irnllllpíall en 1'1 t's('t'llario dt' ulla inlt'r-
preta('iúll hist(íri('a dt,l ('aciquislllo ell el que cOllwllzaha a ('ollsiderarst-'
la apart'lItt' pasividad ('allllwsilla hajo ('1 prisllla d(' la fUllciollalidad
políti(,a (E..I. HohshawllI, ]97Ú). FUII('iollalidad política de la acllliwiúll
t'i.lIlllwsina qllt', 1'11 últilllo t'xtrelllO, SI' ('ollt'<'Ial,a sit'llIl'rt' ('011 l-'stralt'gias
de n'sist('Ilt'ia y/o adapta('itÍn de aquf>lIos a la n'alidad qllt' I('s Illar('alli.l
la ('ollsol ida('itÍll dt-'I Illt'r('ado, de los pro(,esos dt' IIwrt'ilnt i I iza('itÍn )
salariw('i.)n y la sociedad capitalista (S. Cruz :\rla('llO. 1()()Ü). Aprt-'-
('ial'iollt,s ('OIllO las IlJalltenidas por Jallws c. S('olt (1 (JH:): 47-+8) sohn'
la din'('ta rl-'\a('itÍn t'xist(,ll!l-' entre ('olldi('iOllt-'s dt' prodll(Ti(ín y sllh-
sist('llt'ia ) IlJaIl!t'nillli(,llto l)(l('(!ic() dl-' las re\a('iOllt's dt' c1it-'ntela no
Clientes, clientelas y política en la España de la Restauración (1875-1923) 119
Referencias bibliográficas
AYER 36*1999
1.i2 Miguel GlÍmez Oliver y Manuel GOllzález de k!olilla
la señal más evidente del final de un ciclo histórico del que es posible
entonces trazar panorama definitivo.
No es ninguna casualidad que entre 1991 y 199:-3 se publiquen
hasta tres historias generales de Italia a partir de 1945: el libro de
Pietro Scoppola, significativamente intitulado La Repubblica dei partiti.
Profilo storico della democrazia italiana (1945-1990) (1991); la Storia
dell'Italia repubblicana, de Silvio Lanaro (1992), y, finalmente, de Aure-
lio Lepre la Storia della Prima Repubblica. L 'Italia dal 1942 al 1992
(1993), donde la expresión de matriz periodista «Prima Repubblica»
llega a ser oficialmente una definición y escansión cronológica his-
toriográficamente acreditada.
El libro de Scoppola es el que, tanto en las premisas como en
las conclusiones, parece, de forma más profunda, dirigir su enfoque
hacia la dirección que nos interesa. La democracia italiana, escribe
el historiador católico, nació y se desanolló a pesar de un fuerte déficit
de cultura cívica debido, por un lado, a la «cultura della rivoluzione»,
y por el otro, a la «assenza storica di uno sfondo religioso della sfera
politica». «La cittadinanza in Italia» -continúa el autor- «e una
nozione giuridica, priva di quella valenza sociologica, culturale e morale,
che ha assunto in altri paesi», como demuestra precisamente la escasa
«coscienza di un'identita nazionale». Es interesante -ya que este tema
ocuparía un gran espacio en las discusiones de los años siguientes-
recordar una de las razones que, según el propio Scoppola, hacen difícil
en Italia «la coscienza di un'identita nazionale», es decir «l'uso politico
della storia». De hecho, este uso -como comprobaría precisamente
el debate sobre la identidad nacional- parece encontrar en Italia un
teneno de aplicación especialmente amplio y un tono particularmente
exasperado, y esto es el efecto, por un lado, de la adhesión a ideologías
y partidos políticos (muy fuerte y difusa en la cultura italiana); por
el otro, del relieve central que ya a partir de 1861 tuvo en la historia
política italiana el problema de que algunas fuerzas políticas no pudieran
gobernar el país; esta exclusión, que se fundaba esencialmente en razo-
nes de tipo histórico, podía (y puede) ser confirmada o rechazada pre-
cisamente gracias a la historiografía.
Ya he dicho cómo al redescubrimiento del tema de la identidad
nacional se acompañó en Italia el manifestarse de una grave crisis
institucional y una fuerte deterioración no solamente de la imagen de
la vida pública del país, sino de su propio tejido social. Los grandes
escándalos (P2, Banco Ambrosiano, Fondi Iri, soborno de las cumbres
El debate sobre la identidad nacional en Italia
:! El repaso esquemático que se realiza desde el siglo XVI al XVIII sólo se plantea
a título de hipótesis de trabajo para entender los contenidos y los soportes sobre los
que se organizó la historiografía nacional española en el siglo XIX. Por supuesto, no
tiene pretensiones de exhaustividad ni de tesis definitiva.
:\ Es lo que afirma R. C,\HCÍ\ C\HU:L, La Leyenda negra. Historia y opinión. Madrid,
Alianza, 1992, p. 104, un libro que, por otra parte, es imprescindible para conocer
la detallada evolución tanto de la leyenda negra como de la rosa y amarilla, acuñadas
sobre el caso español.
162 Juan Sisinio Pérez Garzón
Los tópicos que se fraguaron en las décadas centrales del siglo XIX,
con el predominio de los liberales moderados, en las décadas de la
Restauración canovista y en los años del cambio de siglo recibieron
su definitiva configuración. Ante todo, desde las filas conservadoras,
cuyo líder no sólo político sino historiográfico, Cánovas del Castillo,
senteI1(~iaba en 1882 que la «nación es cosa de Dios o de la naturaleza,
Para detallar las características de la historiografía del siglo \1\ ver P. CIIW.I.\NO,
¡
T. y J. S. P(:IlEZ G,\IlZÚI\, Historiogf(~/ía y nacionalismo espario[, 1834-1868,
ELOIlIO \LA
Madrid, CSTe, J 98;).
:; !bid., p. 20
166 Juan Sisinio Pérez Garzón
(¡ Para tales cuestiones ver Francisco VIIL\COHT.\, « Pensamiento social y crisis del
sistema canovista, 1890-1898», en J. P. Fl:-;I y A. Nl"O (eds.), Vísperas del 98. Orígenes
y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Bibliote('a Nueva, 1997, pp. 2:31-2;")6.
El debate nacional en Espa'-ia: ataduras y ataderos 167
10 Es cierto que hay otra historiografía dentro de la España actual, por ejemplo
la catalana, que no considera de igual modo el reinado de los Reyes Católicos, pero
desde la perspectiva española -o españolista- no se tiene en cuenta el criterio de
esos otros historiadores. Como si no existieran sus investigaciones ni sus interpretaciones.
Un ejemplo más de que el nacionalismo español no se caracteriza precisamente por
su apertura...
El debate nacional en Espaiia: ataduras y ataderos 171
I(¡ ¡bid., p. S.
17 ¡bid., p. 18.
176 Juan Sisinio Pérez Garzón
AYER 36*1999
178 Francesco Traniello
I Cfr., Z.
Sn:HNHI:U., The Birth qf Fascist ldeology, Prineelon, 1994, pp. 250-258.
:2Véase, Ph. RLHHI'<, «Politique el société: les estructures du pouvoir dans l'ltalie
fasciste el l' Allemugne nazi», Annales, 1998 (:3), pp. 615-6:31.
El primerfranquismo
punto de vista, sin embargo, tan importante como apuntar los men-
cionados supuestos generales es incidir en sus elementos específicos
y diferenciales. Así, entiendo, en primer lugar, que la «función social»
del fascismo, si es que tiene alguna predeterminada, no puede reducirse,
como quería la Tercera Internacional, a la de simple reacción anti-
proletaria o mero salvador del capitalismo. En segundo lugar, la seme-
janza en cuanto a los integrantes del compromiso autoritario no debe
obviar en modo alguno el estudio individualizado de sus componentes,
las diferencias en cuanto a los objetivos que persiguen, el peso relativo
de cada uno de ellos, la localización del elemento dinámico de la coa-
lición ni, en fin, la evolución del propio régimen como resultante. Final-
mente, creo que estudios como los de G. Mosse, Z. Sternhell, R. Griffin
o E. Gentile, entre otros, han permitido restituir a la ideología el papel
central que le corresponde en la formación y desarrollo de los movi-
mientos y regímenes fascistas.
¿Cómo caracterizar entonces a este tipo de regímenes en general
y al franquismo en particular? Como se sabe, la conceptualización que
ha recogido un mayor consenso en oposición a la aplicación generalizada
del concepto de fascismo es la de los regímenes autoritarios de J. J.
Linz. Sin embargo, esta aproximación es tan genérica e indiferenciada
como la anterior. Dice mucho acerca de lo que estos regímenes no
fueron, pero poco acerca de lo que fueron. Es ahistórica en el mismo
sentido que puede serlo la de «bonapartismo» y descansa en un una
teoría, la del totalitarismo, sumamente discutible :1. Como se sabe tam-
bién, éste fue el punto de arranque de un largo y enconado debate
sobre la naturaleza del franquismo.
Lo que me interesa subrayar ahora, sin embargo, es que en lo
relativo al franquismo mismo los elementos de acuerdo son mayores
de lo que con frecuencia se supone. Así, el mismo Linz puede aludir
a los regímenes franquista, rumano o el de Vichy como «autoritarios
con componente fascista» 1. Desde una perspectiva similar, S. Payne
apunta la existencia de una fase semifascista (1936-1945), y Tusell
habla de «tentación fascista» para ese mismo período, aunque dife-
renciando dentro de él una primera fase «semifascista» y otra sucesiva
1) 1. SAZ, «El franquisrno ... », op. cito, y, del mismo, «Les peculiarilats del ff'ixisflle
espallyoh,,1/i',-s, núm. 2S, ]996, pp. 62:~-6;n.
El primer/i"Wlquisllw 205
Las mejores sínlesis recientes del proCf'SO de unificación política se hallan f'n
1:1
J. Franco en la guerra civil, Barcelona, 1992; P. PHESTON, Franco. "Caudillo
TUSELI,
de España», Barcelona, 1994; S. G. PAYNE, Franco y José Antonio, Barcelona, 1997,
y J. M. THOMAs, Lo que .lile la Falange, Ban'dona, 1999. Me he ocupado de esta
cuestión en «Salamanca, ] 9:37: los fundamentos de un régimen», Revista de Extremadura,
núm. 21,1996, pp. 81-J07.
I~ Cfr. J. M.a THOMAS, Falange, guerra civil.franquisme, Barcelona, 1992.
212 Ismael Saz
Este proeeso se producía por arriba, donde los choques con los militares
y la Iglesia se multiplicaban, pero también por abajo, donde Falange
concentraba la hostilidad de la inmensa mayoría de la población; de
la antifranquista, por supuesto, pero también de la franquista. El rechazo
a la omnipresencia falangista y a su voluntad de entrar en guerra del
lado de Alemania se combinaban para explicar la magnitud de tal
hostilidad.
Los falangistas eran, si cabe, más conscientes que nadie de todo
ello. Sabían además que en la guerra mundial se estaba jugando su
futuro, que su revolución sólo podría llevarse a cabo sobre la base
de la intervención en dicha guerra. De ahí sus campañas a favor del
«imperio real» y contra el «imperio retórico o espiritual» de los con-
servadores. Pero de ahí también su reconocimiento implícito de que
su posición no era tan sólida como podría parecer, de que el régimen
distaba enormemente de ser auténticamente fascista, de que en realidad
estaban más a la defensiva que a la ofensiva, de que la guerra era,
en fin, su última oportunidad.
Se trataba de un reeonoeimiento que se haría explíeito en la erisis
de mayo de 1941. Es entonces cuando los falangistas lanzan su última,
aunque de hecho úniea, ofensiva. Los datos fundamentales de ésta los
conocemos: campaña en la prensa y en sucesivos ados públicos recla-
mando más poder para Falange y el primado de lo político sobre lo
técnico; intento de eximir de la censura a la prensa del Partido; dimi-
siones de jerarcas, ministros y jefes provinciales ¡Ú. Se trataba, pues,
de una especie de ofensiva en todos los frentes combinando todas las
medidas de presión disponibles. Pero no era ésta la ofensiva del vencedor
dispuesto a culminar su obra, sino la de aquellos que veían que la
fachada ocultaba una realidad bien distinta. El tono de las cartas de
dimisión de los hermanos del fundador es en este sentido clarificador.
ASÍ, Miguel Primo de Rivera dibujará la situación de un partido des-
provisto de «medios y posibilidades mínimas», con un Consejo Nacional
que no se reúne, una Junta Política que sería una «desgraciada simu-
lación», unas milicias que sólo existirían sobre el papel, un Frente
de Juventudes sin mando designado, unos Sindicatos sin rumbo y, en
fin, un partido que por carecer, carecería hasta de secretario general l/.
El escrito de su hennana, en la misma dirección, era incluso más patético:
en la Falange, lánguida y desorganizada, sólo funcionaría la Sección
Femenina, lo que, ciertamente, no diría mucho en favor de un movimiento
como el falangista definido por su carácter «total, arriesgado, varonil
y difícil...» 13.
Como se sabe, esta crisis se saldará con un nuevo reequilibrio
del que aparentemente habrían salido reforzados los falangistas. De
hecho, Pilar Primo de Rivera retiraría su dimisión, su hermano sería
promocionado a ministro y junto a él otros dos falangistas alcanzaron
el gobierno, Girón en Trabajo y Arrese como secretario general del
Movimiento. La realidad sería, sin embargo, más compleja. Primero,
porque el partido perdía el control de Gobernación y de Prensa y Pro-
paganda, los dos grandes soportes de la España totalitaria ]<). Segundo,
porque el declive de Serrano iba acompañado del inicio del ascenso
de su sucesor como valido de Franco, el católico integrista Carrero
Blanco. Tercero, porque los falangistas recuperados por Franco serían
ya, y definitivamente, falangistas franquistas, sin proyecto político autó-
nomo alguno. Finalmente, porque los acontecimientos sucesivos con-
firmaron que ésa era la línea que se imponía: GeranIo Salvador Merino
fue destituido y los Sindicatos purgados de sus elementos más radicales;
con los sucesos de Begoña de agosto de 1942 se consumaría la caída
de Serrano y de sus adláteres fascistas.
De este modo el partido volvía a ganar en presencia pública e
institucional lo que perdía en claves de subordinación, ahora ya absoluta,
directa y sin molestas interferencias, a la figura de Franco. Pero esta
subordinación incluía una operación aún más decisiva: la renuncia explí-
cita al propio carácter fascista del partido. En efecto, a partir de 1941
los nuevos líderes de la falange franquista, los Arrese y compañía,
5. A modo de conclusión
de autonomía al poder local que el italiano. Cfr. M. MABí:'-l, «Franquisme i poder local.
Construcció i consoIidació deIs ajuntamnents feixislps a Catalunya, 1938-] 949», Recer-
ques, núm. :H, 199;'), pp. :37-52.
218 Ismael Saz
:!:I A. J. IJE ClnNIJ, Fascist [taly and Nazi GermallY. The «Fascist» Sf.yle f!l Rule,
Londres y Nueva York, 1995.
El primerlranquismo 219
blemente esto tenga algo que ver con la Vieja tendencia a reCUHlr
a los grandes modelos historiográficos para explicar lo que no fue o
lo que no pasó, en lugar de construirlos, confrontarlos y modificarlos
en tanto que instrumentos imprescindibles para explicar lo que sí fue
o sí pasó. Es posible que tenga que ver también con la notable propensión
a confundir comparación con homologación. Pero esto empieza a ser
ya, tal vez, otra historia.
La historia social y económica
del régimen franquista. Una breve
noticia historiográfica
Francisco Coba Romero
Universidad de Granada
I Cfr. J. J. LI'<Z, «An authoritarian regime: the case 01" Spain», en Erik AI.I.AIWT
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catolicismo español», en Anales de Sociología, 1, 1966. pp . .s6-67; R. DlJOLA~TELL.I
y otros, Análisis suciológico del catolicismo español, Barcelona, Nova Terra, 1966.
1 Cfr. J. M. MAIL\\ALL, Trabqjo y conflicto social. Madrid, Edicusa, 1967.
La historia social y económica del régimen franquista 225
g Merecen ser citados, entre otros, los siguientes trabajos: E. BAHHANl,Il:E1W TE\Elln,
Málaga entre la guerra y la posguerra. El franquismo, Arguval, 1994; Julián CASAi\O\ /\
et alii, El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939), Madrid, 1992;
Francisco COBO, La guerra civil y la represión franquista en la provincia de jaén
(1936-1950), Jaén, 1994, y Conflicto rural y Vl:olencia política. El largo camino hacia
la dictadura. jaén, 1917-/950, Jaén, Universidad de Jaén, 1998; Francisco MOHENo,
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al País Valencúl (1938-/956), Valencia, Edicions Alfons el Magnanim, 1993.
() Cfr. Santos JULIA (coord.), Víctimas de la guerra civil, Madrid, Ed. Temas de
Hoy, 1999.
10 En la actualidad contamos con un buen número de rigurosos estudios en torno
1:, Cfr. J. BABIANO, «(.Un aparato fundamental para el control de la mano de obra'?
(Reconsideraciones sobre el sindicato veltical fi'anquista»>, en Historia Social, núm..30,
1998 (1), pp. 2;~-38. Del mismo autor: Emigrantes, cronómetros y huelgas. Un estudio
sobre el trab(~io y los trab(~iadores durante el franqtúsmo (Madrid J 95/- J977), Madrid,
Siglo XXI, 1995.
La historia social y económica del régimen franquista 231
1(, Cfr. C. BE"rro DEI. Pozo, La clase obrera asturiana durante eLfranquismo, Madrid,
Siglo XXI, 199:~; J. Tli~EI.I., A. AI:n:1J y A. M.\TE<b (f'ds.), ',a oposición a/ Régimen
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obrero en Gij(Jn l}(~io elfranquisrtlo ( /9.'17-/(62), Gijón, Ayulltamif'nto, 1998.
La historia social y económica del régimen franquista 233
19 Cfr. M. CASTELLS, Crisis urbana y camhio social, Madrid, Siglo XXI, 1981, Y
A. ALABAllT, Rls barris de Barcelona i el moviment associatiu vánal, Tesis Doctoral,
Universidad de Barcelona, 1982.
20 Debo agradecer a Teresa María OHTECA Illl'EZ la valiosa información que me
ha proporcionado para la elaboración del presente epígrafe.
21 Cfr. Fabián ESTA!"::, «Prólogo», en Jacint Ros HO:\lBHA\EI.I.A, Política económica
española (1959-1973), Barcelona, Blume~ 1979, p. 8. Los trabajos que incluimos dentro
de este primer grupo son los correspondientes a Charles W. ANDEHSON, The Political
Economy of Modern Spain. Policy-making in an Authoritarian System, Wisconsin Press,
1970; Joan CI.AVEHA, Joan M. ESTEBAN, M. Antonia MONI::s y Jacint Ros HOMBHAVELLA,
Capitalismo español: De la autarquía a la estabilización (/939-1959), 2 tomos, Madrid,
Edicusa, 197:~, libro que tuvo su continuación en Jacint Ros HOMBHAVEI.I.A, Política
económica española (1959-1973), Barcelona, Blume, 1979; Luis CAMII{, Política eco-
nómica de España, Madrid, Biblioteca Universitaria Cuadiana, ] 975; Juergen B. DONcl':s,
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La Segunda Guerra Mundial y la Resistencia
<J Las ('itas pertenecen a Pieter I. \(;1:0[', «I.'amnesia del gellO('idio ndle mefllorie
nazionali ('u rope('», en P\CCI (1)ajo la dire('ción de), La memoria del nazismo, cit., pp.
;~;)2-;~5S, t· íd .. «Vil'litlls 01' (;enocide ami National MenlOry: Belgium, Frmwe and tlJe
NetlJerlands 194,S-196;)>>, en Past & Presellt, núm. IS4, (ébhraio 1997, p. \lB.
/0 ElIllllt'nl<ítico t'S el ('aso de Lidia Be('caria Hol1'i, quien debido a sutilezas buro-
cráticas se vio negar por parle de las institu('iolles del Estado el n'grt'so a su antigua
O('upación C0l110 profesora.
246 Dianella GagLiani
RAI por parte del gobierno- como una encrucijada entre memOria
política oficial y memoria pública 14.
Salvo unas cuantas excepciones, hasta 1961-1962 dominan «olvido
y censura», o se difunden programas que animan a la izquierda a denun-
ciar la apología del fascismo, al menos la equiparación del gobierno
del sur con el gobierno de Mussolini, de las brigadas negras con los
grupos partisanos; asimismo, ciertos intelectuales de izquierda (es el
caso de Paolo Gobetti) critican el conformismo y la actitud conservadora
de algunas clases sociales que tratan de reconciliarse con su propio
pasado mediante la atenuación del carácter violento del fascismo italiano
y la atribución de las responsabilidades de la Segunda Guerra Mundial
al aliado nazista. A partir de los sesenta la Resistencia adquiere su
legitimación institl'cional gracias al 20 aniversario de la Liberación
(1965), al que, entre otras cosas, la televisión dedica muchas horas
de programación. Sin embargo, legitimación y banalización retórica se
convierten en las dos facetas de un único proceso capaz de producir
«un "cortocircuito", un passaggio tanto rapido quanto di duraturo effetto, dalla
rimozione ad una "ufficializzazione" della Resistenza che ne banalizza contenuti
e ragioni, contraddizioni e lacerazioni. Dall'''oblio'' alla costruzione di una
"memoria pubblica" astrattamente apologetica che si sovrappone alle molteplici
e differenti, talora opposte, "memorie private" senza riuscire a risolverle in
sé, senza aiutarle a riconoscersi come parte di un processo; e restando, rispetto
ad esse, esterna e distante» l.,.
20 Cabe recordar que en ]974 se publicó el 2." tomo del volumen de Renzo DE
FELlCE sobre Mussolini il duce, dedicado a Gli anni del consenso 1929-1936 (Torino,
Einaudi).
21 Véase, con respecto a la constmcción de un nuevo mito de Mussolini en la
27 Sobre el proceso de remoción del fascismo italiano, ya sea el del bienio 1943-1945,
del settembre 1943, Roma, Ministero per i beni culturali e amhientali, Ufficio centrale
per i heni archivistici, 1993 (Pubhlicazioni degli archivi di Stato, Fonti XVI), y K\IJ.,
Una nazione alto sbarulo. L 'armistizio italiano del settembre 1943, Bologna, II Mulino,
199:3. Por contra, ocurrieron episodios de resistencia contra los alemanes por parte
de grupos periféricos y de sÍngulos oficiales: en este sentido, Aga R 0:-;:-; I ha invitado
PA\ONE a no subestimar el valor de la Resistencia como guerra patriota. Se trata de
un relevo condivisible, puesto que la Resistencia se configura, al principio, como guerra
de liberacion riaeional y como guerra civil europea, para conveltirse, finalmente, en
guerra civil italiana solamente después de que los fascistas volvieran al poder y de
que se creara la Rsi. Seguramente para algunos ella siguió siendo hasta el final una
La Segunda Guerra Mundial y la Resistencia 255
pp. 413-514).
:\1 Para un análisis de los caracteres de la violencia en contextos de guelTa civil
véase otro trabajo en G. R-\NZATO (bajo la dirección de), Guerre fratriáde. Le guerre
civili in etá contemporanea, Torino, Bollati Boringhieri, 1994. Sobre el estudio de las
memorias véase L. PACCI (bajo la dirección de), Ston:a e memoria di un massacro ordinario,
Roma, Manifestolíbrí, 1996; G. CONTlNI. La memoria divisa, Milano, Rizzolí, 1997; P.
PEZZI"<O, Anatomia di un massacro. Controversia sopra una strage tedesca, Bologna, TI
Mulino, 1997; L. PACCI (bajo la dirección de), La memoria del nazismo nell'EuTopa
di oggi, Firenze, La Nuova Italia, 1997; L. PACCI (bajo la dirección de), Le mernorie
della Repubblica, Firenze, La Nuova Italia, 1999: en particular, además de la introducción
de PACC;I, véanse los ensayos de M. N. CASAL!, de G. CHIANESE, de G. CO.'<TINI y rte
G. VALIIEVIT, respectivamente, pp. 51-88, 155-189, 191-220,379-395.
256 Dianella Gagliani
:12 Sobre Alemania cabe mencionar el grupo de trabajo que llevó a caho la exposición
de 1()95 sobre Verniehtllngskrieg. Verbreehen da Wehrmaeht 1941 bis 1944, organizada
por parte del Hamburger Institut für Sozialforshung; en cuanto a Francia, recordemos
el congreso internacional La violenee de gllerre. Approches comparées des dellx eO'~flits
monr1iallx del 27-29 de mayo de 1999, organizado por palie del Institut d'histoire
du temps présent y por el Historial de la Grande CuelTe.
:\:\ Las aetas del congreso han sido publicadas en el núm. 2 (julio-diciembre 1997)
de Arenal.
:H A. M. l3BlIZZONE Y R. F\BIN.\ (bajo la dirección de), La Resistenza tacillta. Dodiá
vite di partigiane piemontesi, Milano, La Pielra, 1976; A. BB.W() y A. M. BIH'zzoi\E,
In gllerra senza ([rmi. Storie di donne. 1940-1945, Roma-Bari, Laterza, 1995.
La Segunda Guerra Mundial y la Resistencia 257
la popolazione civile 1943-1945 (ed. mig.: 1995), Roma, Editori Riuniti, 1997, pp. 58
Y ss. Véase también L. KI.INKHAMMEH, Stragi naziste in Italia. La guerra contro i civili
(1943-1944), Roma, Donzelli, 1997.
:17 Lo compmeba el número de mueltos: a nivel internacional, según los cálculos
más prudentes, 28.475.000 militm'es (el 55 por 100), 22.:380.000 civiles (el 45 por
100); sin emhargo, en algunos países europeos los muertos civiles sohrepasan -y de
mucho-- los militares: así es para Francia (400.000 contra 200.000, el doble), para
Yugoslavia (1.200.000 contra :~OO.OOO, el cuádmplo), para Italia (380.000 contra 75.000,
más del quíntuplo).
258 Dianella GagLiani
III J,as investigaciones -cabe señalar- han interesado a una joven generaclOn
l. Introducción
por el Consejo Nacional del Movimiento fue aprobado por las Cortes
orgánicas el18 de noviembre de 1976 y ratificado por el pueblo español
en el referéndum del 15 de diciembre. La Ley para la Reforma Política
reconocía la soberanía popular y los derechos fundamentales de la per-
sona y creaba unas Cortes democráticas que podían modificar las Leyes
Fundamentales en aquello que la propia ley no hubiera derogado; en
todo caso, podían establecer una nueva legalidad siempre a través del
procedimiento contemplado en el mismo texto 1:1. El Gobierno había
conseguido por vía legal la desvinculación del régimen en un «pacto»
con la mayoría de las fuerzas franquistas. Por lo demás, dado el camino
que había tomado entraba dentro de la lógica política que la oposición
no se hubiera prestado a recorrer el trayecto andado hasta aquí. La
fuerte institucionalización del régimen franquista reforzó su capacidad
para resistir la presión rupturista de la oposición democrática e hizo
prácticamente ineludible la participación de las autoridades de la dic-
tadura en el proceso de desmantelamiento de la misma 14.
Así las cosas, la aprobación de la Ley para la Reforma Política
desbloqueaba el sistema cerrado que configuraban las Leyes Funda-
mentales y propiciaba la apertura de un proceso constituyente sumamente
atípico, lleno de ambigüedades legales e inexistente en el Derecho
constitucional comparado. Con la nueva ley en vigor, la reforma política
era todavía muy limitada y apenas había superado la fase de reforma
otorgada, pero cumplía los requisitos mínimos para avanzar hacia la
democracia. Desde comienzos de 1977 el Gobierno desmontaría algunas
de las instituciones esenciales de la dictadura y sentaría las bases
jurídico-políticas mínimas para que se pudieran celebrar las elecciones
del 15 de junio de 1977. En este sentido, la legalización del PCE
supuso la eliminación de un obstáculo importante e inyectó una buena
dosis de credibilidad al proceso de transición política.
El resultado del referéndum del 15 de diciembre de 1976 fue un
gran éxito político del gobierno Suárez, que supo administrar con cierta
mesura. La oposición democrática salió sin embargo bastante debilitada,
y la opinión pública y el Gobierno pen~ibieron daramente esta situación.
Pero en la misma estrategia gubernamental se había incubado la nece-
sidad de contar con la oposición a partir de un punto determinado
en el recorrido de la reforma. La fase de construcción del nuevo sistema
1:1 R. MOlwlJo, La transición Política, Madrid, Temos, 1993, pp. 117 ss.
Il 1. CASAI\O\\, «(,España como modelo de cambio?», en J. UCAllTE (ed.), op. cit.,
p.44.
272 Manuel ReJero San Román
2;, Y. p,::tn:z DíAZ, d,os empresarios y la clase política», Papeles de Economía Espa-
5. Conclusiones
:21) J. R. IVI O'<T1':1 t(), «Los f"racasos políticos y electorales de la derecha espafíola:
;\1 ianza Popular, 197ú-1986", Renisla ('S¡HlIlOla de Investigaciolles Sociológicas, núm. :~9,
jlllio-septiellllm' 1987, p. lO.
Apuntes para una interpretación de la transición política en Espaíia 281
Desde hace algunos años está en acto en Italia una discusión apa-
rentemente fútil entre los que piensan que todavía estamos viviendo
en la primera República (dado que aún sigue vigente la Constitución
del 48), los que creen que ya hemos pasado a la segunda (siendo
el sistema político, y no solamente ello, indiscutiblemente cambiado,
al igual que sus protagonistas), y los que están convencidos de que
estamos atravesando una larga fase de transición (no se sabe hacia
qué) que algunos llaman «Primera República y medio». Sin embargo,
si es que la Primera República ya está acabada, ¿cuándo se produjo
su conclusión? ¿,En 89 (caída del muro de Berlín), en 92 ("Tangentopoli"
y crisis del "Pentapartito") o en 94 (primeras elecciones políticas con
el sistema mayoritario y triunfo del "Polo")?
No me voy a detener en estas controversias, que de momento no
tienen ninguna dignidad historiográfica. Simplemente quiero subrayar
que la idea de la crisis (o de la conclusión) de la primera República
(una crisis que coincide con la rotura del marco internacional que
había acompañado y condicionado de manera evidente el sistema político
italiano a lo largo del período que va del final de la guerra al principio
de los noventa), dio un fortísimo estímulo a la reconstrucción histórica
de los últimos cincuenta años y a una reflexión sobre la totalidad de
la experiencia republicana. Tal vez sea excesivo afirmar que la his-
toriografía sobre la República nació contextualmente a la crisis de la
República en sí misma. Sin embargo, es cierto que hasta la segunda
mitad de los ochenta la literatura sobre la Italia republicana era muy
pobre y lagunosa, pudiendo contar solamente con dos obras generales
Referencias bibliográficas