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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES


CARRERA DE PSICOLOGÍA

LAS VIVENCIAS PERSONALES DE LOS/AS PSICOTERAPEUTAS


QUE TRATAN CASOS DE AGRESIÓN SEXUAL EN VÍCTIMAS
INFANTILES

Tesis para optar el Grado Académico de Licenciado en Psicología


y al Título Profesional de Psicológico(a)

AUTORES: CARLOS IGNACIO CANALES REYES


NATHALIA PAZ CONTRERAS MARTÍNEZ
CAMILA FERNANDA NAVARRO FLORES

Profesor guía: Daniela Águila Manríquez

SANTIAGO – CHILE
SEDE SANTIAGO, CAMPUS EL LLANO SUBERCASEAUX

Junio, 2018

1

DEDICATORIA

Para todos los profesionales, que han sido víctimas


del prejuicio y la ignorancia.
Carlos

Para mis compañeros de tesis, que han soportado mi


mal humor durante todo el proceso (aunque
generalmente ellos lo provocaron).
Nathalia

Para mi familia, compañeros y profesores que han


sido incondicionales durante este proceso.
Camila

2

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer a las personas que aceptaron ser parte de esta investigación, pues gracias a
ellas y ellos hemos logrado generar este estudio. Por su tiempo y disponibilidad, por la valiosa
información que nos entregaron tan generosamente.
A nuestra profesora guía, Daniela Águila, por su profundo compromiso, paciencia, confianza y
disposición. Por entregarnos los conocimientos necesarios, pero también por mostrarnos el lado
más humanitario que puede tener una persona. Gracias, de todo corazón.

Carlos, Nathalia y Camila,


Junio, 2018

Agradezco a mis compañeras de tesis, que a pesar de todas las dificultades que se nos
presentaron durante el desarrollo de la investigación, estuvieron ahí para brindar apoyo.
Agradezco a mis amigas/os por su amabilidad, compañía y alegría. Tanto al padre y la madre
de mi pareja, que me consideraron como un hijo y me brindaron todo su apoyo, muchas gracias
por todo. Pero, sobre todo, gracias a mi pareja por su comprensión, afecto y solidaridad.
Carlos
Agradezco a mis padres, hermana y sobrina, que me dieron su apoyo incondicional durante todo
el proceso, ya sea con palabras, con bajarle el sonido al televisor, o con tener un plato de comida
caliente al llegar a casa. Infinitas gracias. Agradezco a Carlitos, por ser una mezcla de alegría,
comprensión y contención. Por rebatirme siempre y expandir mis perspectivas. Gracias por todo.
Nathalia

Agradezco a los profesores de la universidad que me han nutrido de conocimiento, en especial


a la profesora Daniela Águila que nos ha brindado su conocimiento, apoyo y comprensión. De
forma especial, agradezco a mis compañeros de tesis quienes han sido fundamentales durante
todo el proceso, brindando un espacio de contención y apoyo. Finalmente doy gracias a mi
familia y personas significativas que me han acompañado durante este largo y difícil proceso,
entregándome su apoyo incondicional, afecto y comprensión.
Camila

3

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................................ 8

2. OBJETIVOS ............................................................................................................... 16

2.1 OBJETIVO GENERAL ............................................................................................... 16


2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS ......................................................................................... 16

3. MARCO TEÓRICO ................................................................................................... 17

3.1 FENÓMENO DE LAS AGRESIONES SEXUALES ............................................................ 17


3.1.1 Conceptualización legal y psicosocial de la agresión sexual infantil. ................... 17
3.1.2 Características del fenómeno de la agresión sexual infantil. ................................. 20
3.1.3 Consecuencias del abuso sexual infantil. .............................................................. 25
3.2 PSICOTERAPIA Y SUPERACIÓN EN VÍCTIMAS DE AGRESIÓN SEXUAL INFANTIL .......... 27
3.2.1 Consideraciones generales. .................................................................................. 27
3.2.2 La importancia de la psicoterapia y sus objetivos. ................................................ 29
3.2.3 Superación. .......................................................................................................... 33
3.3 PERSONA DEL TERAPEUTA...................................................................................... 36
3.3.1 Aspectos generales. .............................................................................................. 36
3.3.2 Repercusiones para el psicoterapeuta................................................................... 38
3.3.3 Autocuidado y cuidado de equipo. ........................................................................ 41

4. MARCO METODOLÓGICO .................................................................................... 45

4.1 ENFOQUE, TIPO Y DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN .................................................... 45


4.2 PARTICIPANTES Y PROCESOS DE SELECCIÓN............................................................ 46
4.2.1 Procedimiento y caracterización de la muestra. ................................................... 48
4.3 INSTRUMENTOS ...................................................................................................... 50
4.4 RIGOR Y CALIDAD EN LA INVESTIGACIÓN ............................................................... 51
4.5 PROCEDIMIENTO DE ANÁLISIS DE DATOS ................................................................ 52
4.6 CONSIDERACIONES ÉTICAS ..................................................................................... 55

5. RESULTADOS. .......................................................................................................... 58

4

5.1 VISIÓN DE CUIDADO PERSONAL Y DE EQUIPO POR PARTE DEL PSICOTERAPEUTA QUE
TRABAJA EN A.S.I. ............................................................................................................ 60
5.1.1 Estrategias de autocuidado del terapeuta. ......................................................... 60
5.1.2 Estrategias de cuidado de equipo ...................................................................... 61
5.2 CARACTERÍSTICAS DEL PSICOTERAPEUTA EN LA TERAPIA DE A.S.I. ......................... 62
5.2.1 Motivación del psicoterapeuta en la temática. ...................................................... 62
5.2.2 Ansiedad del terapeuta en los primeros casos de la temática. ............................... 62
5.2.3 Características del terapeuta que facilitan la psicoterapia. .................................. 63
5.2.4 Características del terapeuta que dificultan la terapia. ........................................ 65
5.3 VIVENCIA EMOCIONAL DEL PSICOTERAPEUTA EN LA TERAPIA DE A.S.I. .................. 67
5.4.1 Impacto emocional positivo del terapeuta. ............................................................ 67
5.4.2 Impacto emocional negativo del terapeuta............................................................ 68
5.4 FACTORES QUE INFLUENCIAN LA TERAPIA EN ASI ................................................... 71
5.4.1 Factores de la víctima que facilitan la psicoterapia. ............................................. 72
5.4.2 Factores de la víctima que dificultan la psicoterapia. ........................................... 72
5.4.3 Factores familiares que facilitan la psicoterapia. ................................................. 73
5.4.4 Factores familiares que dificultan la psicoterapia. ............................................... 73
5.4.5 Factores judiciales que facilitan la psicoterapia. .................................................. 74
5.4.6. Factores judiciales que dificultan la psicoterapia. ............................................... 74
5.4.7 Factores institucionales que dificultan la psicoterapia. ........................................ 75
5.4.8 Factores educacionales que dificultan la psicoterapia. ......................................... 75
5.4.9 Factores socioeconómicos que dificultan la psicoterapia...................................... 76
5.5 CONSIDERACIONES DE LOS/AS PSICOTERAPEUTAS EN LA TERAPIA DE A.S.I. ............. 76
5.5.1 Aprendizajes del psicoterapeuta al trabajar en la temática. .................................. 76
5.5.2 Terapia de resignificación vs terapia de reparación. ............................................ 78
5.5.3 Vínculo terapéutico. ............................................................................................. 78
5.5.4 Superación en agresión sexual infantil. ................................................................ 79
5.5.5 Implicancia del trabajo terapéutico con niños/as que han sido víctimas de agresión
sexual infantil................................................................................................................ 80
5.6 DISTINCIONES EVOLUTIVAS EN LA TERAPIA DE A.S.I. ............................................. 80
5.6.1 Distinciones evolutivas en la terapia con adolescentes. ..................................... 80

5

5.6.2 Distinciones evolutivas en la terapia con adultos.................................................. 81
5.6.3 Distinciones evolutivas en la terapia con niños/as en situación de discapacidad. . 81

6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN ................................................................................. 82

6.1 EXPLORAR LAS ESTRATEGIAS DE AUTOCUIDADO QUE REALIZAN LOS/LAS


PSICOTERAPEUTAS QUE TRATAN CASOS DE AGRESIÓN SEXUAL EN VÍCTIMAS INFANTILES ... 83
6.2 IDENTIFICAR FACTORES PERSONALES DE LOS/LAS PSICOTERAPEUTAS QUE PUEDAN
INFLUIR EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA CON NIÑOS/AS QUE HAN SIDO VÍCTIMAS DE
AGRESIONES SEXUALES ..................................................................................................... 86
6.3 DESCRIBIR CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN RELACIÓN A LAS VIVENCIAS
PERSONALES DE LOS/LAS PSICOTERAPEUTAS QUE TRATAN CASOS DE AGRESIÓN SEXUAL EN
VÍCTIMAS INFANTILES ....................................................................................................... 91
6.4 RESULTADOS EMERGENTES .................................................................................... 97
6.5 CONTRIBUCIONES................................................................................................. 108
6.6 LIMITACIONES DEL ESTUDIO................................................................................. 110
6.7 PROYECCIONES DE LA INVESTIGACIÓN .................................................................. 110

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. .................................................................... 112

8. ANEXOS ................................................................................................................... 118

8.1 GUIÓN DE ENTREVISTAS A PSICÓLOGOS/AS ........................................................... 118


8.2 CONSENTIMIENTO INFORMADO DE ENTREVISTA A PSICÓLOGO/A. .......................... 120

6

RESUMEN
La presente investigación da cuenta de las vivencias personales de los/as psicoterapeutas que
tratan casos de agresión sexual en víctimas infantiles. A lo largo de la historia se ha dejado de
lado a la persona del terapeuta, enfocándose en la víctima generalmente, por esta razón se ha
realizado una investigación de tipo exploratoria, ya que no se ha profundizado anteriormente en
la vivencia del terapeuta como eje central. De este modo la investigación es cualitativa, en donde
se realizaron entrevistas semiestructuradas a nueve terapeutas que trabajan o trabajaron en el
área. Los resultados dan cuenta de las siguientes categorías; visión de cuidado personal y de
equipo, características del terapeuta, factores que influencian la terapia, vivencia emocional del
psicoterapeuta, consideración de los/as psicoterapeutas y distinciones evolutivas en la terapia.
Estas categorías responden a los objetivos específicos respecto a explorar las estrategias de
autocuidado del terapeuta, identificar factores personales de los/as psicoterapeutas y describir
las convergencias y divergencias de las vivencias de los/as psicoterapeutas. Dentro de los
resultados de la investigación encontramos resultados emergentes, que dan cuenta de aquellos
elementos que no estaban contemplados en los objetivos de la investigación, los cuales refieren
a los factores externos del terapeuta que influencian la terapia, las características personales del
niño/a que pueden facilitar o dificultar la terapia. Y finalmente como la ausencia/presencia de
la familia puede influir positiva o negativamente. Esta investigación tiene como finalidad abrir
la puerta a nuevos debates respecto a la vivencia del terapeuta en diversos contextos de
psicoterapia.

ABSTRACT

The present investigation accounts for the personal experiences of psychotherapists who treat
cases of sexual assault in child victims. Throughout the history, the person of the therapist has
been left aside, focusing on the victim generally, for this reason an exploratory research has
been carried out, since the experience of the therapist as the central axis has not been previously
studied. In this way, the research is qualitative, where semi-structured interviews were
conducted with nine therapists who work or worked in the area. The results account for the
following categories; vision of personal care and equipment, characteristics of the therapist.
Factors that influence the therapy, emotional experience of the psychotherapist, consideration
of psychotherapists, evolutionary distinctions in therapy. These categories respond to the
specific objectives with respect to exploring the therapist's self-care strategies, identifying
personal factors of the psychotherapists and describing the convergences and divergences of the
psychotherapists’ experiences. Within the results of the research, we found emerging results,
which account for those elements that were not included in the research objectives, which refer
to the external factors of the therapist that influence the therapy, the personal characteristics of
the child that can facilitate or hinder therapy. And finally how the absence / presence of the
family can influence positively or negatively. The purpose of this research is to open the door
to new debates regarding the experience of the therapist in different psychotherapy contexts.

7

1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad, los temas referentes a los delitos sexuales han comenzado a tomar una mayor
relevancia, sobre todo en aquellos casos que involucran a los niños y adolescentes. Es por ello
que, en nuestro país, a principios del año 2004, se hizo necesario un cambio en los términos y
redacciones referentes a lo tipificado en el código penal, en el código de procedimiento penal,
en el código procesal penal. Esto, debido a que la mayoría de los delitos sexuales ni siquiera
estaban definidos. Por ello, se tenía que recurrir a la jurisprudencia para su interpretación, lo
que de una u otra forma terminaba a criterio de cada juez, por lo que su lectura podía causar
disparidad entre éstos. Así fue como se creó la ley 19.927, que hace referencia a estas
modificaciones que giran en torno a materias de pornografía (Centro de Asistencia a Víctimas
de Atentados Sexuales [CAVAS], 2011). Sin embargo, lo anterior es solo un ejemplo del peso
e interés que ha comenzado a gestarse desde ese tiempo y la enorme cantidad de investigaciones
que se han realizado referente a las agresiones sexuales 1 en niños, tanto en Chile como en el
extranjero, donde una de las razones principales – como se vio anteriormente – es la de mejorar
la comprensión y establecimiento de este tipo de delitos, dado a que algunos autores como
Rodríguez Collao (como se citó en Ramírez, 2007), que establece que no deberían existir atisbos
de subjetividad, así como Sierra Contreras (2011) que afirma que dada a la ambivalencia del
delito, es complicado valorarlo solo con criterios objetivos como subjetivos. Por ello la
importancia de la clarificación del delito en sí mismo.

Ahora bien, según Preudergast (1995, como se citó en CAVAS, 2011) existirían tres factores
comunes a todo tipo de agresión sexual. El primer factor se refiere netamente al abuso de poder
de parte del victimario sobre la víctima, el segundo factor hace referencia al uso de este poder
por sobre la víctima de manera que ésta es manipulada para someterse al victimario, y
finalmente, el tercer factor hace referencia a las consecuencias de los factores anteriores,
repercutiendo en la víctima de tal manera que ésta se encuentre en un círculo vicioso del cual
no pueda salir.

1
El término agresión sexual en esta investigación hará referencia a experiencias de transgresión de los límites
corporales, incluyendo los diferentes delitos sexuales tipificados en la legislación chilena. En este estudio se
connotará de manera indistinta a agresión sexual y abuso sexual, debido a que este último concepto es usualmente
utilizado en el ámbito psicosocial nacional e internacional.

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Así mismo, para entender mejor a la víctima, la victimología estudia a ésta como persona
que sufre las consecuencias de un hecho delictivo, por lo que abarca tanto el análisis de su
relación con el delito, así como la prevención y la intervención sobre la víctima una vez padecido
el daño. En materia de este ámbito, los niños son considerados un grupo especialmente
vulnerable, ya que son sujetos más indefensos (Gutiérrez, 2013).

Cuando un menor es víctima de agresión sexual, se encuentra aún más desprotegido, ya que
en muchas ocasiones estos delitos se producen en el ambiente familiar, dando como resultado
el quebramiento de la confianza familiar, por lo que el niño no logra encontrar a alguien que
pueda contenerlo. Además, en los casos donde la víctima tiene el suficiente uso de razón, ésta,
por un lado, no se atreve a contar lo que está ocurriendo, ya que se puede encontrar amenazado
por sus propios familiares. Y, por otra parte, los más pequeños podrían no entender lo que está
ocurriendo, causándoles un trauma que necesita ser tratado (Gutiérrez, 2013).

Por lo que, una vez que se tiene la certeza de que existió esta agresión sexual, ¿qué es lo
sigue? Por supuesto, además del procedimiento legal - y dejando de lado al victimario - una de
las preguntas más importantes es: ¿qué es lo que pasará con la víctima?

Las víctimas de abuso sexual sufren de secuelas que se manifiestan en una desestructuración
a nivel psíquico y emocional. Se altera la orientación emocional y de pensamiento del niño hacia
el mundo, distorsionando la visión de sí mismo, del mundo y de la capacidad afectiva (Raffaele,
2013). Es aquí, pues, donde entran todos los procesos de psicoterapia, donde su objetivo más
básico es que el menor pueda elaborar y superar el trauma, de modo que pueda continuar con su
vida, tal como lo establecen algunos metaanálisis (Cortés, Cantón-Cortés y Cantón, 2011;
Echeburúa y Guerricaechevarría, 2011) y estudios relacionados a la efectividad de estas terapias
(Altimir, et al., 2010).

Con respecto al trauma como tal, existen cuatro dinámicas distintas con respecto a éste, y que
fueron propuestas en el año 1985 por Finkelhor y Browne (como se citó en Raffaele, 2013)
dentro de las cuales encontramos la Sexualización Traumática, la Traición, la Indefensión y la
Estigmatización. En la Sexualidad Traumática, la sexualidad del niño se desarrolla en forma

9

disfuncional, existiendo una mayor sexualización en los niños abusados, donde se pueden
observar conductas como la masturbación, el conocimiento sexual precoz y/o una confusión de
la identidad. Por otra parte, está la Traición, en donde el niño comprende que la figura que le
debe brindar protección es la misma que le ha causado daño, por lo cual lo ha traicionado, de
manera que puede presentar hostilidad, angustia, aislamiento y aversión a las relaciones
interpersonales. Con respecto a la Indefensión, en ésta se observa que la voluntad y deseos del
niño han sido coartados. Esto ocurre cuando el cuerpo del niño ha sido invadido repetidas veces,
sin que él pudiera negarse, observándose pesadillas, fobias, miedo y ansiedad. Finalmente, la
Estigmatización se refiere a los comportamientos autodestructivos que se observan en el menor,
las consecuencias que sufre el/la niño/a por guardar silencio y que podrían desencadenar a la
formación de una bajo autoestima. En esta última dinámica, el dolor del/la niño/a solo podría
disminuirse cuando éste/a decida comentar su experiencia y se de cuenta de que hay otros/as
niños/as que han pasado por la misma situación.

Por todo lo anterior dicho, el foco de intervención en agresiones sexuales es el trauma


relacional, ya que los niños y adolescentes víctimas de agresiones sexuales, han sido expuestos
a eventos traumáticos en las relaciones interpersonales que han formado, más aún cuando la
agresión proviene de conocidos y familiares. Además, considerando la develación de la
experiencia abusiva, existen diferentes reacciones por parte del adulto, tales como la no
credibilidad, escaso apoyo, falta de contención y culpabilización, existiendo una pérdida de
confianza en el niño (Águila, et al., 2016).

En cualquier caso, en lo que se refieren a porcentajes de estas agresiones, se debe establecer


que, a nivel de estadísticas del Servicio Médico Legal, según Nahuelpan, (como se citó en
CAVAS, 2011) “se revelan que alrededor de un 78% de los casos de agresiones sexuales
atendidos entre los años 1991 y 2001 son cometidos a menores de 18 años” (p. 37).

Por otra parte, según los resultados de la Encuesta Nacional de Opinión Pública (como se
citó en Maffioletti y Huerta, 2011) que se aplicó en Chile, en el año 2005, ubica los delitos
sexuales como uno de los considerados más graves, con un 29%. Además, según las estadísticas

10

nacionales respecto a los delitos sexuales, se considera que las denuncias en relación a este tema
se concentran entre los 7 y 13 años de edad.

Con respecto a una comparación a nivel internacional, según los análisis los análisis más
recientes de Finkelhor, Shattuck, Turner y Hamby (como se citó en Martínez-Catena y Redondo,
2016), la prevalencia de la victimización sexual en relación a adolescentes menores de 17 años
tiene un promedio de 26,6% en mujeres, mientras que en hombres es de un 5,1% (2014).
Además, en este mismo metaanálisis, se estableció que, en contexto europeo, España ocuparía
una de las posiciones más bajas con respecto a los delitos sexuales, en relación al promedio
internacional y europeo (Martínez-Catena y Redondo, 2016).

Ya visto lo referente a la víctima propiamente tal, queda referirse a otro de los protagonistas
de las agresiones sexuales; uno que generalmente se deja olvidado y que está inserto de principio
a fin en el proceso y que, por lo mismo, es una herramienta sumamente importante para ayudar
a superar el trauma de la víctima: el psicoterapeuta.

Para ponerlo en contexto, en el área clínica, la labor de los psicoterapeutas en muchos casos
es la de acompañar al niño, por lo que deben aceptar todo lo que implica este proceso. Sin
embargo, desde esta perspectiva, el psicoterapeuta, al tratar con niños/as, también se ve
enfrentado contra sí mismo, tanto psicológica como emocionalmente. Al respecto, en aquellos
casos donde se genere un impacto negativo en el terapeuta, éste podría llegar a presentar el
síndrome de burnout. En relación con esto, un estudio sobre los niveles de Burnout en psicólogas
especialistas en Abuso Sexual Infantil del Centro de Niños RISE (López, 2007), según
Cunningham “una inadecuada contratransferencia y/o un desarrollo del síndrome de burnout
por sí solo, pueden causar un impacto en el profesional, causado por las experiencias que el
cliente le transmite” (p.28, 2002).

Otro problema relacionado con la persona del terapeuta, y que puede llegar a presentarse a la
hora de intervenir estos pacientes, son los sentimientos que puedan ir generándose en el
psicoterapeuta al momento de que el niño relate su historia frente a estas agresiones sexuales y
sus detalles, que, partiendo por ser difíciles de relatar para la víctima, estos pueden afectar

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negativamente al terapeuta si no se poseen las habilidades necesarias o incluso si el mismo
terapeuta no se encuentra preparado y supervisado para poder atender este tipo de casos tan
delicados (CAVAS, 2011).

Lo anterior es solo una muestra de los inconvenientes que puedan producirse en la


intervención, por lo que es de vital importancia que la persona del terapeuta se encuentre sana
y adecuada para trabajar estos casos, lo que en un ambiente adecuado puede evitar un posible
burnout por los niveles de estrés presentados al tratar con pacientes de esta índole. Igualmente,
Valent (como se citó en López, 2007), establece que algunas repercusiones en este trabajo
pueden ser “síntomas psicofisiológicos, en los cuales se incluyen problemas al dormir, dolores
de cabeza, irritabilidad, agresión, cansancio físico y mental… Este síndrome puede resultar de
un ambiente laboral tenso que produce muchos factores estresantes.” (p.28).

Ahora bien, al ya existir tanto la víctima que necesita ayuda, así como el psicoterapeuta que
debe contenerlo, en psicoterapia se da un espacio para el cambio y cómo, a través de ese cambio,
se logra una mejoría en la víctima. En relación al cambio, éste se puede entender como la
perspectiva subjetiva del paciente acerca de sí mismo y del mundo, el cual se desarrolla en fases
sucesivas que se van construyendo unas sobre otras y de este modo la complejidad de los
patrones psicológicos de interpretación y explicación van incrementando. Se ha propuesto una
jerarquía de indicadores genéricos de cambio, que se organizan en tres fases diferentes; en la
fase inicial, existe una consolidación inicial de la estructura de la relación terapéutica; en la fase
intermedia existe una permeabilidad hacia nuevos significados, siendo posible el insight; en la
fase final se observa una consolidación de los nuevos significados, construyendo una nueva
teoría sobre sí mismo (Águila, et al., 2016).

La intervención comienza desde el momento de la develación, por lo tanto, es importante que


el niño esté tranquilo y sienta que puede confiar en los profesionales. Dentro de esta fase de
descubrimiento de lo sucedido, nos encontramos con que los más pequeños podrían tener
dificultades para expresar exactamente los hechos debido a su limitación del lenguaje, dando
lugar a confusiones y diversas interpretaciones, no dejando en claro si el abuso tuvo lugar o no.
Por otro lado, los adolescentes suelen verse amenazados si llegasen a contar lo ocurrido,

12

sintiendo miedo y vergüenza. Una vez descubierto el hecho es importante tener al niño apartado
del autor de los abusos, para evitar que estos vuelvan a ocurrir (Gutiérrez, 2013).

Se han considerado los factores inespecíficos o comunes a la psicoterapia como esenciales


en el cambio terapéutico, los cuales se dividen en: factores del cliente y eventos extra-
terapéuticos (40%), factores de la alianza terapéutica (30%), expectativas y efecto placebo
(15%) y factores relacionados con las técnicas y modelos teóricos (15%). La alianza terapéutica,
refiere a la calidad e intensidad de la relación paciente-terapeuta, la cual se caracteriza
principalmente por la colaboración mutua, confianza, respeto, cuidado y preocupación por el
otro. De este modo, se ha considerado la alianza terapéutica uno de los componentes principales
en el proceso de cambio, ya que no solo facilita la disminución de la sintomatología, sino que
además permite la construcción de nuevas representaciones de sí mismo y el mundo (Águila, et
al., 2016).

Dentro de la modalidad del proceso terapéutico, ésta puede ser tanto individual como grupal,
sin embargo, para una terapia más integrativa, idealmente se establece que debe ser de ambas
modalidades. En la individual hay que darle énfasis a los sentimientos de desorientación que
podría experimentar el niño por haber sido alejado de su hogar y su familia, los sentimientos de
culpa, la depresión y la falta de autoestima. Se les debe enseñar a expresar sus sentimientos,
ayudarles a superar el trauma mediante el juego para que no asocien las terapias a algo negativo.
Además, necesitan ser motivados con actividades atrayentes para que recuperen las ganas de
hacer lo que les gusta y de compartir con otras personas, permitiéndoles sentirse útiles y mejorar
su estado anímico. En cuanto al tratamiento colectivo, es positivo el trato con iguales y de verse
capaces de ayudar a otras personas que se encuentran en la misma situación. En el grupo de
padres es importante concientizar a estos de que, si el abuso viene de afuera, no son los
responsables, ya que podrían existir sentimientos de culpa, por sentir que han dejado al niño
solo o por no haberse dado cuenta antes de la situación. Es por ello que estas intervenciones
apuntan a evitar que el niño tenga traumas en el futuro (Gutiérrez, 2013).

Con respecto al enfoque de las psicoterapias, en esta investigación se a elegido el modelo


contructivista como base debido a que éste permite la aceptación de los sentimientos del

13

psicoterapeuta y de la co-construcción de la realidad, por lo que cada interacción, según las
características personales del terapeuta, cómo se encuentre en ese momento o sus propias
experiencias anteriores, podrían hacer que tenga vivencias personales distintas en cada situación
(Szmulewicz, 2013). En cualquier caso, este modelo será abordado mayor mente en los
siguientes apartados.

Después de todo lo anterior expuesto, y con ello la importancia que tiene la alianza y vínculo
terapéutico en todo el desarrollo del proceso de recuperación, cabe preguntarse nuevamente;
¿Qué pasa con el psicólogo a cargo de la terapia? Además del desgaste profesional y los
síntomas relacionados a éste, es escaso el reconocimiento del psicoterapeuta como alguien que
puede quedar involucrado emocionalmente, pues, como se estableció con anterioridad, el
terapeuta es visto como una herramienta que acompaña y contiene, pero no como un agente que,
según sea el caso, pueda presentar síntomas que interfieran tanto en su vida profesional como
personal. Sin embargo también es importante considerar las vivencias positivas que este mismo
profesional pueda tener en el proceso psicoterapéutico con niños/as que han sido víctima de
agresiones sexuales.

Es por ello que nuestra pregunta de investigación sea: “¿Cuáles son las vivencias personales
de los/as psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual en víctimas infantiles?”

Entonces, dado que, a pesar de que si bien existen investigaciones en torno a la persona del
terapeuta, éstas no están enfocadas a las vivencias personales que tiene un terapeuta que trata
casos de agresión sexual infantil. De esta forma, la realización de esta investigación es
significativa tanto a nivel teórico como práctico.

Con respecto al nivel teórico, como se ha dicho anteriormente, existe una amplia cantidad de
investigaciones relativas al abuso sexual infantil, sin embargo éstas están mayormente
enfocadas a la víctima, ya sea en sus recursos, en el trauma generado, en las consecuencias a
partir del abuso, e incluso a sus estadísticas, como el porcentaje del género, la frecuencia con la
que se dan estas agresiones, las edades y otros datos de caracterización. Sin embargo, no se
enfocan en las vivencias personales de los terapeutas como tal, y los aspectos que influyen en

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estas vivencias, como sus estrategias de autocuidado, sus factores personales y, en general, sus
experiencias de vida, tanto fuera como dentro de la terapia con niños agredidos sexualmente.
De esta forma, la importancia radica en conocer sus vivencias personales, a través de lo dicho
anteriormente, y así dar a conocer la relación que pueden tener las estrategias de autocuidado y
cuidado de equipo, los factores personales de los psicoterapeutas y si existen convergencias y
divergencias en sus vivencias emocionales, recordando que todo lo anteriormente dicho se
encuentra inserto en el contexto de psicoterapia con niños y niñas que han sido víctimas de
agresiones sexuales.

Por otra parte, a nivel práctico, debido a que las investigaciones relacionadas al tema de
agresiones sexuales en niños se centran mayoritariamente en los resultados de las terapias, existe
escasez de investigaciones referentes a este proceso y por lo que puede llegar a experimentar el
terapeuta frente a estos casos, ya sea en los que han tenido un proceso exitoso, como aquellos
en donde el paciente a abandonado la terapia. De esta forma, esta investigación puede llegar a
repercutir en los futuros psicólogos que quieran dedicarse a esta área, ya sea con lo dicho por la
literatura, los mismos psicoterapeutas que serán parte de este estudio o la formación de su propia
opinión en torno a esto.
Por lo mismo, es relevante realizar estudios en los cuales se analicen las vivencias
emocionales de los terapeutas, debido a su enorme transcendencia en el desarrollo de la
psicoterapia orientada a niños y niñas que han sido víctima de agresiones sexuales.

Para concluir, en relación a todo lo señalado anteriormente, se espera contribuir con una
mirada más integral del proceso de psicoterapia en niños que han sido víctimas de abuso sexual,
poniendo énfasis en el importante papel que ocupa el psicoterapeuta a cargo de estos casos, y
cómo éstos pueden llegar a afectarlo.

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2. OBJETIVOS

2.1 Objetivo General


- Comprender las vivencias personales de los/as psicoterapeutas que tratan casos de agresión
sexual en víctimas infantiles.

2.2 Objetivos Específicos


- Explorar las estrategias de autocuidado que realizan los/as psicoterapeutas que tratan casos
de agresión sexual en víctimas infantiles.
- Identificar factores personales de los/as psicoterapeutas que puedan influir el proceso de la
psicoterapia con niños/as que han sido víctimas de agresiones sexuales.
- Describir convergencias y divergencias en relación a las vivencias personales de los/as
psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual en víctimas infantiles.

16

3. MARCO TEÓRICO

En este capítulo de la investigación se darán a conocer las principales bases históricas, así como
los argumentos y referentes teóricos que permiten delimitar y contextualizar a la pregunta de
investigación. Desde ese aspecto, un primer apartado dará a conocer el aspecto fenomenológico
de las agresiones sexuales, comprendiendo su conceptualización, características y
consecuencias. Consiguientemente, se abordarán las distintas teorías en relación a los
tratamientos y técnicas que se aplican en niños/as que han sido víctimas de agresiones sexuales,
tomando en cuenta las consideraciones generales, los objetivos y la superación de los mismos.

Finalmente, se pondrá énfasis en la persona del terapeuta como tal, con el objetivo de conocer
los aspectos generales que pueden producir al trabajar casos de agresiones sexuales infantiles,
así como del autocuidado, y la importancia de la supervisión.

3.1 Fenómeno de las Agresiones Sexuales

3.1.1 Conceptualización legal y psicosocial de la agresión sexual infantil.

En este, así como en otros temas de relevancia psicosocial, existen definiciones que se
encuentran en el marco legal y que son tipificados en el código penal, así como definiciones que
se crean temporal y contextualmente, y que son compartidas por la mayoría de la población. En
ese sentido, es menester aclarar que, en ocasiones, estas definiciones son distintas para el
entendimiento del mismo delito y que no necesariamente se correlacionan entre sí (CAVAS,
2011; Echeburúa y Guerricaechevarría, 2005).

Por ello, en primera instancia, se definirá lo que es la agresión sexual y los componentes que
se encuentran en ésta, principalmente según el Código Penal Chileno (entre otras definiciones),
para posteriormente, ir adentrándose a mayor profundidad en la conceptualización psicosocial
de la agresión sexual infantil, que es la definición por la que se guiará este estudio.

17

Según la RAE (s.f.), el concepto de ‘agresiones sexuales’ se entiende como “delito
consistente en la realización de actos atentatorios contra la libertad sexual de una persona
empleando violencia o intimidación”. En el caso del Código Penal Chileno, incluso el mismo
término cambia para establecer el delito, pues, como se dijo en CAVAS (2011), el concepto
utilizado para lo que comúnmente se conoce como ‘agresiones sexuales’, es reemplazado por el
término de ‘abuso sexual’, y más específicamente, para el caso de las víctimas menores de 14
años, se le conoce como ‘abuso sexual impropio’. En ese sentido, éste, según el artículo 366 ter
del Código Penal, se define a través del término de Acción Sexual, la cual se describe como:
“Cualquier acto de significación sexual y de relevancia realizado mediante contacto corporal
con la víctima, o que haya afectado los genitales, el ano o la boca de la víctima, aun cuando no
hubiere contacto corporal con ella” (p. 29). Por otro lado, el abuso sexual impropio también
hace referencia a “una acción distinta del acceso carnal con una persona menor de catorce años”
(p.29), por lo que no se incluyen los delitos de violación ni de estupro, dado a que el primero de
ellos es penado cuando la víctima es mayor de 18 años, mientras que el segundo es penado
cuando la víctima se encuentra entre los 14 y 17 años de edad, además de que en éstos existe un
acceso carnal directo (CAVAS, 2011).

Ahora, a modo de comparación, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (2010), de


Estados Unidos, define abuso sexual en dos indicadores:

A. el empleo, la utilización, la persuasión, la inducción, la seducción o coacción de cualquier


niño para realizar o ayudar a cualquier otra persona a participar en cualquier conducta sexual
explícita, o la simulación de tal conducta con el fin de producir una representación visual de
éstas; o
B. la violación y, en los casos de relaciones interfamiliares, violación legal, molestias,
prostitución u otra forma de explotación sexual de niños, o incesto (p. 31).

Desde este aspecto, a diferencia del código penal chileno, la definición dada por Estados
Unidos se acerca más a la conceptualización que se tiene comúnmente de lo que significa
‘agresión sexual’, puesto que incluye delitos como la violación, la prostitución o el incesto.

18

Esto, como se vio anteriormente, no se incluyen en el delito de abuso sexual impropio debido
a su mayor especificidad y limitación.

Ahora bien, vista la definición legal de la agresión sexual, corresponde darle una mirada
psicosocial a este fenómeno.

En este ámbito, es relevante recordar que, a lo largo de la historia, en una primera instancia,
los niños eran vistos como objetos sexuales que servían para satisfacer los deseos carnales de
los adultos, y que, en la época del cristianismo, esta visión comenzó a modificarse por una en
donde los niños se comenzaron a alejar de las temáticas de índole sexual, hasta llegar a ser vistos
como seres asexuados, que no son capaces de sentir placer o que son incapaces de entenderlo
(Ballester y Gill, 2006; Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2015).

Actualmente, desde una mirada psicosocial, se incluyen una serie de características que
definen las agresiones sexuales hacia niños, y que son compartidas por diversos estudios al
respecto. En ese sentido, los contenidos más relevantes son: que sea una relación impropia entre
un adulto y un niño, donde el primero puede acceder al contacto físico (que implica un acto
sexual que no hace alusión exclusivamente al contacto genital) a través de la coerción, donde se
puede utilizar tanto la violencia directa (la fuerza física), como la seducción y el engaño. Esto,
considerando que el niño está en una posición de vulnerabilidad, donde el adulto obtiene
gratificación sexual, y los niños son inmaduros y dependientes, lo que significa que en muchas
ocasiones no van a comprender todo lo que implica este abuso, y, por lo tanto, no están en
condiciones de dar su consentimiento. Además, estas agresiones pueden ser de carácter
repetitivo, donde el abusador puede formar parte de la familia del niño, dando como resultado
la mantención de un secreto durante años. Así mismo, también pueden ser producidas por un
agente externo al niño y de episodio único, pero finalmente todo depende del contexto en el que
se den las agresiones sexuales. Por último, estas conceptualizaciones hacen énfasis en que toda
agresión sexual puede conllevar consecuencias físicas, emocionales y/o psicosociales que
podrían perjudicar el desarrollo normal del niño y que, de no ser tratadas, estas consecuencias
podrían empeorar en su vida adulta (Arruabarrena y De Paúl, 1999; Ballester y Gil, 2006;
Barudy, 1998; Echeburúa y Corral, 2006; Echeburúa y Guerricaechevarría, 2005).

19

Las agresiones sexuales, además de lo mencionado anteriormente, son una grave vulneración
de los Derechos del Niño, específicamente del artículo 34 establecido en la Convención sobre
los Derechos del Niño (1990), que dicta sobre la Explotación sexual, en donde establece que:

Los Estados Partes se comprometen a proteger al niño contra todas las formas de explotación
y abuso sexuales. Con este fin, los Estados Partes tomarán, en particular, todas las medidas
de carácter nacional, bilateral y multilateral que sean necesarias para impedir:
a) La incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual ilegal;
b) La explotación del niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales;
c) La explotación del niño en espectáculos o materiales pornográficos (p. 19).

En conclusión, las agresiones sexuales infantiles son un fenómeno que cada vez ha ido
ganando más importancia en la sociedad, y que ésta, a su vez, da un mayor énfasis al resguardo
del bienestar de los niños y a la penalidad justa de sus abusadores.

3.1.2 Características del fenómeno de la agresión sexual infantil.

Con respecto a las víctimas, la población mayormente afectada es la de niños y adolescentes,


que, según la Encuesta Nacional de Opinión Pública (como se citó en Maffioletti y Huerta, 2011)
se encuentran entre los 7 y los 13 años. Sumado a esto, según las Pericias Clínicas de Sexología
Forense realizadas en Santiago, entre los años 2000 y 2010, se amplía un poco el rango etario,
siendo entre los 5 y los 14 años la población más vulnerable. En ese sentido, estas mismas
pericias establecen que existe una diferenciación etaria en cuanto al género de la víctima, siendo
entre los 5 y los 9 años para los niños, y entre los 10 y 14 años para las niñas (Nahuelpan y
Varas, 2011).

En relación a los porcentajes de estas agresiones, las cifras de la realidad nacional refieren
que, según los casos registrados de menores de 18 años, entre los años 2007 y 2010, la mayor
cantidad de víctimas son las mujeres con un 81%, a diferencia de los hombres que son el 19%
de los agredidos (Mafiioletti y Huerta, 2011).

20

Un dato ciertamente preocupante hace referencia al vínculo que tiene el niño con el abusador,
puesto que, según el 4º Estudio de Maltrato Infantil, realizado por la UNICEF (2012), el 88,5%
de los abusadores son conocidos de las víctimas, mientras que el 50,4% de los abusadores son
familiares de estas víctimas. Sin embargo, no es una cifra que cause sorpresa, considerando que
desde la época de los 90’ y según diversos estudios, éstos ya arrojaban que aproximadamente,
entre el 65% y el 85%, se daban en contextos cercanos a la víctima o que directamente eran
parte de su familia (Barudy, 1998; CAVAS, 2011; Finkelhor, como se citó en Echeburúa y
Corral, 2006).

Correspondiendo con lo anterior, en relación a que existe un elevado porcentaje de niños que
han tenido un contacto inadecuado de carácter sexual con un adulto perteneciente a su familia,
en un estudio realizado por Ballester y Gil (2006) sobre la sexualidad en los niños de entre 9 y
14 años, el 1,4% de los varones afirmaba haber tenido relaciones con un miembro de su familia,
frente a un 4,3% de las niñas, de un total de 470 niños entrevistados.

Ahora bien, considerando las agresiones sexuales que son cometidas por un familiar, se da
otro dato alarmante, puesto que el principal abusador que aparece, es el “padre”. Desde ese
aspecto, el agresor tiene un lazo vinculante que no necesariamente debe ser consanguíneo, pero
donde irremediablemente se distorsionan los lazos de confianza, cercanía y dependencia.
Además, estos mismos casos son los que se mantienen en el tiempo de manera reiterada y en
secreto (Maffioletti y Huerta, 2011; Nahuelpan y Varas, 2011).

Siguiendo esta misma línea, en donde el victimario es parte de la familia o es perteneciente


al círculo cercano de ésta, existe un sistema llamado Proceso Familiar del Incesto, que fue
propuesto en 1998 por Jorge Barudy. En éste, se explican las fases que conforman este proceso
y que se divide en dos secciones, que, a su vez, se subdividen en cinco fases. La primera sección
es el “Sistema Familiar en Equilibrio” que contiene las tres primeras fases: la Seducción, la
Interacción Sexual Abusiva, y la Del Secreto. La segunda sección es la “Crisis Familiar”, que
contiene las siguientes dos fases: la Divulgación y la Represiva.

Relativo a la primera sección (el Sistema Familiar en Equilibrio), la primera fase denominada
la Seducción, trata sobre la manipulación que ejerce ejerce el/la agresor/a con el niño/a,

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proponiéndole actos de índole sexual, los cuales se los explica al niño como si fuera un juego o
algo que es normal. La segunda fase, la Interacción Sexual Abusiva, comienza de parte del
adulto, donde éste comienza a acercarse progresivamente al niño con miradas o interacciones
que van desde los manoseos en las zonas erógenas de la víctima, hasta la felación y/o
penetración con los dedos del orificio anal y/o vaginal. Además, puede hacer que el niño también
lo toque a él. Con respecto a la tercera fase, la Del Secreto, ésta comienza al mismo tiempo que
la segunda, puesto que el abusador hace que el niño prometa que va a mantenerse callado y que
todo su ‘juego’ debe mantenerse en secreto. Para ello, el victimario puede utilizar la extorsión,
la coerción y/o la culpa. Esto, finalmente hace que el niño acepte su situación y se adapte a ella,
debido a que siente que no puede contarle a nadie y, por ende, no tiene escapatoria (Barudy,
1998; UNICEF, FOSIS y Programa Puente, 2007).

Posterior a esto, se entra en la segunda sección (la Crisis Familiar), donde la cuarta fase; la
Divulgación, ocurre cuando las agresiones sexuales se descubren; o por accidente, o porque el
niño lo devela. En el primero de los casos, generalmente se da que es un tercero el que descubre
esta situación, mientras que, en el segundo, el niño es quien confiesa debido al dolor que implica
ser víctima de agresiones sexuales. En cualquiera de los dos casos, esto dará inicio a una crisis
en el interior de la familia y un sentimiento de culpa en el niño (Barudy, 1998; CAVAS, 2011;
UNICEF et al., 2007).

Finalmente, la quinta y última fase, la Represiva, hace referencia al shock en el que se


encuentra la familia después del descubrimiento de las agresiones sexuales, por lo que, debido
a estos acontecimientos, puede darse que en algunos casos la familia o la víctima intenten negar
lo que ha sucedido y hacer como que nada ha pasado (Barudy, 1998).

Ahora bien, hay que tener en cuenta que los porcentajes arrojados en los diversos estudios
son aquellos datos que se han registrado hasta ese momento, por lo que son solo aproximaciones
a la realidad. Sin embargo, siempre van a existir razones para no denunciar estos delitos, por lo
que simplemente muchos permanecerán ocultos (Martínez-Catena y Redondo, 2016). Incluso,
dentro de este mismo metaanálisis, según un estudio realizado por Mayhew, Elliot y Dowds en
1989, “sólo uno de cada cinco delitos sexuales cometidos llegaría a denunciarse” (p. 20).

22

Ahora bien, según cifras del SENAME (2015), durante el año 2014 se registró un alto número
de denuncias de abuso sexual que afectaron a niños, niñas y adolescentes a nivel nacional, siendo
éstas un total de 15.530, mientras que solo en región Metropolitaba se detectaron un total de
5.015 denuncias, siendo así, un tercerio de las denuncias a nivel del país. Al respecto, es el
mismo SENAME quien establece que estas cifras no son equiparables a los abusos sexuales
ocurridos en el país, puesto que no todos estos abusos han sido denunciados, indicando:

Hacer un llamado de atención sobre la cifra de denuncia de delitos sexuales infligidos a niños
y adolescentes de ambos sexos, porque ésta esconde una cifra negra bastante abultada, que
señala en muchos casos la no denuncia de este delito, de lo que se colige que la magnitud del
abuso sexual infantil se multiplica varias veces por la cifra sacada a luz pública a través de
la denuncia de este tipo de delitos (SENAME, 2015, p.74).

Asimismo, en los casos de los niños/as donde el victimario forma parte de su propia familia,
el tema de la develación y el secreto dentro de ésta se vuelve aún más complejo (Maffioletti y
Huerta, 2011; Nahuelpan y Varas, 2011).

Con respecto a este último punto, la develación también es un tema importante en las
agresiones sexuales infantiles, pues plantea interrogantes como ¿en qué momento devela el
abuso?, ¿cómo lo cuenta? o ¿hacia quién va dirigida la develación?, y es que esto va a depender
principalmente de quién ha sido el abusador, la edad de la víctima, entre otras (UNICEF, 2015).

Entonces, ¿qué es la develación? Ésta, hace referencia al descubrimiento de las agresiones


sexuales y, según diversos estudios, siendo el más conocido el de Sorensen y Snow, en el año
1991 (como se citó en UNICEF, 2015), donde se afirma que existen dos tipos de develaciones
concretas; la accidental y la intencional. El primero de ellos, el Develamiento Accidental, es
donde las agresiones sexuales son reveladas sin la intención o deseo concreto del niño en
contarlo. Según este mismo estudio hecho de 630 casos, el 74% de las víctimas hicieron este
develamiento, en donde existen tres formas básicas de darlo a conocer: la explosión reciente del
abusador, la aparición de conductas hipersexualizadas y de verbalizaciones inadecuadas, y que

23

el niño se lo haya contado a un amigo, y que éste no haya guardado el secreto y se lo contase a
un adulto cercano.

Con respecto al segundo tipo, el Develamiento intencional, se da cuando el niño tiene la


intención de dar a conocer lo que está sucediendo, y, a diferencia del develamiento accidental
(que se da más en niños pequeños), éste suele darse más en preadolescentes y adolescentes
propiamente tal. Las principales razones son, por ejemplo: el enojo con el perpetrador, la
preocupación por otros (como por un hermano o un primo menor, donde la víctima tiene miedo
de que las agresiones sexuales se repliquen en ellos) y la presencia oportuna para el
develamiento.

Además, Sorensen y Snow (1991, como se citó en UNICEF, 2015) se propusieron las fases
del proceso de develamiento y que se dividen en cinco fases: la Negación, el Develamiento
Tentativo, el Develamiento Activo, la Retractación y finalmente, la Reafirmación.

En cualquier caso, todas las investigaciones coinciden en señalar que el develamiento suele
ser tardío debido a diversos motivos, siendo uno de los más destacados, el sentimiento de
incertidumbre del niño, donde éste se encuentra preocupado por sí mismo, por lo que puede
tener sentimientos de tristeza, vergüenza o temor (Capella, 2010; UNICEF, 2015). En ese
sentido, según un estudio realizado por Elliott y Briere en 1994 (como se citó en UNICEF,
2015), de una muestra de 399 niños, el 17,8% había esperado más de cinco años para confesarlo.
Este mismo hecho puede perjudicar el proceso judicial, debido a que la mayor parte de las veces,
los tiempos que necesita el niño para sentirse en confianza y con protección para poder develar
el abuso, no suelen coincidir con los tiempos judiciales, por lo que no se puede llevar a cabo
una valoración pericial eficaz (Echeburúa y Subijana, 2008).

A pesar de la tremenda importancia que tiene el tema de la develación, en Chile no existen


estudios que investiguen estas temáticas a fondo, siendo los mayores estudios por parte de
Estados Unidos y España. De esta forma, se entiende que la develación por parte de la población
de niños y niñas chilenas puede contribuir positivamente a la investigación de posibles
tratamientos reparatorios, en relación a cómo se da a conocer la develación, y así poder
compararlas con la literatura internacional (Gutiérrez y Steinberg, 2012).

24

3.1.3 Consecuencias del abuso sexual infantil.

Según las estadísticas, al menos un 80% de las víctimas sufren consecuencias psicológicas
negativas, lo cual varía dependiendo del impacto psicológico que se haya producido en la
víctima, así como el grado de culpabilización del niño y del apoyo que pueda tener por parte de
sus padres, además de sus propias estrategias y habilidades para afrontar los problemas
(Echeburúa y Guerricaechevarría, 2005).

En general, las consecuencias para las víctimas de abusos sexuales pueden dividirse en dos
tipos: las de corto y las de largo plazo. Las primeras son las que aparecen inmediatamente
después de la agresión, con una duración máxima de dos años. Pasado ese tiempo, ya se les
considera de largo plazo (Carrera, Failde y Lameiras, 2008). En ese sentido, estas mismas
consecuencias pueden presentarse en al menos tres indicadores que alerten a la familia que el
niño ha sido o está siendo abusado; los indicadores físicos, los indicadores comportamentales y
los indicadores en la esfera sexual (Echeburúa y Corral, 2006). En el primer indicador, se pueden
presentar dolores, golpes y maltrato en la zona genital o anal, la ropa interior rasgada, manchada
y ensangrentada, enuresis o encopresis. En el segundo indicador, se puede presentar pérdida del
apetito, llantos frecuentes e incontrolables, el miedo a la soledad, la resistencia desnudarse y/o
las autolesiones o intentos de suicidio. Por último, en el tercer indicador puede presentarse un
rechazo a las caricias o al contacto físico, conductas seductoras y niños hipersexualizados
(Echeburúa y Corral, 2006).

En conjunto con esto y retomando el tema de las consecuencias a corto y largo plazo, éstas,
a su vez, pueden subdividirse en cinco criterios o síntomas; los Físicos, los Conductuales, los
Emocionales, los Sexuales y los Sociales. En las consecuencias a corto plazo, en el primer
criterio, los síntomas Físicos pueden mostrarse como pesadillas, cambios en los hábitos de
comida y pérdida del control de esfínteres. En el segundo criterio, los síntomas Conductuales,
éstos pueden presentarse como huidas del hogar, conductas suicidas, hiperactividad, bajo
rendimiento académico y, por ende, fracaso escolar. El tercer criterio, los síntomas Emocionales,
pueden presentarse como miedo generalizado, culpa y vergüenza, ansiedad, depresión, baja
autoestima, desconfianza hacia los adultos y trastornos de estrés postraumático. El cuarto
criterio, los síntomas Sexuales, puede manifestarse como masturbación compulsiva, problemas
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de identidad sexual y conocimiento sexual precoz. Finalmente, el último criterio, los síntomas
Sociales, se presentan generalmente con conductas antisociales, retraimiento social y dificultad
inespecíficas de socialización (Carrera et al., 2008; CAVAS, 2011; Echeburúa y Corral, 2006;
Echeburúa y Guerricaechevarría, 2011; Schäfer, Ross y Read, 2008, como se citó en Baita,
2012).

Con respecto a estas consecuencias a corto plazo, se da que pueden llegar a ser
significativamente negativas para el funcionamiento psicológico del niño, sobre todo cuando el
agresor es un miembro de su familia (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2011).

En relación a las consecuencias a largo plazo, éstas pueden presentarse en adultos que
cumplan los mismos criterios anteriormente mencionados. Al respecto, el primer criterio, los
síntomas Físicos, pueden ser dolores crónicos generales, alteraciones del sueño, problemas
gastrointestinales y bulimia. El segundo criterio, los síntomas Conductuales, pueden presentarse
como intentos de suicidio, consumos de drogas y/o alcohol y trastorno disociativo de identidad.
El tercer criterio, los síntomas Emocionales, además de los ya vistos en las consecuencias a
corto plazo, se le suman los trastornos de personalidad y la dificultad para expresar o recibir
sentimientos de ternura e intimidad. El cuarto criterio, los síntomas Sexuales, puede presentarse
como fobias o aversiones sexuales, falta de satisfacción sexual y trastornos de la activación
sexual y del orgasmo. Por último, el quinto criterio, los síntomas Sociales, pueden presentarse
con aislamiento y dificultades en la educación de sus hijos (Carrera et al., 2008; CAVAS, 2011;
Echeburúa y Corral, 2006; Echeburúa y Guerricaechevarría, 2011).

Según un estudio realizado por Aderhold, Goodman, Morrison, Read y Ross en el año 2006
(como se citó en Baita, 2012), algunos adultos que fueron víctimas de agresiones sexuales en
su infancia, tuvieron un ingreso psiquiátrico temprano, con una mayor permanencia en los
hospitales, y una mayor tendencia a la autoflagelación.

Un dato importante que hay que tomar en cuenta, es que el 25% de los niños que han sido
víctimas de agresiones sexuales, pueden llegar a repetir estas conductas cuando ellos sean
adultos, convirtiéndose pues, ellos mismos en abusadores (Echeburúa y Guerricaechevarría,
2011).

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Finalmente, cabe destacar que se observan diferencias significativas entre los sujetos que
fueron víctimas de agresiones sexuales, en comparación con los que no lo fueron. Entre estas
diferencias, las que más destacan son la dificultad para las relaciones de amistad y de familia,
así como de tener dificultades en su vida sexual. Además, estos sujetos generalmente presentan
menores niveles de autoestima y de satisfacción con la vida (Carrera et al., 2008).

3.2 Psicoterapia y Superación en Víctimas de Agresión Sexual Infantil

3.2.1 Consideraciones generales.

La agresión sexual infantil es un problema que afecta a todas las sociedades del mundo sin
importar su cultura, organización ni estratos sociales. Es por ello que, actualmente, es una
realidad ante la cual los adultos no pueden permanecer indiferentes. Sin embargo, de forma
paradójica, y como se mencionó en el apartado anterior, hay un alto porcentaje de adultos que
han cometido delitos de abusos/agresiones sexuales hacia niños, y un importante porcentaje de
padres/ figuras paternas que han cometido estas agresiones con sus propios hijos. En ese sentido
y solo para recordar, los abusos cometidos por miembros de la familia del niño pueden llegar a
ser aún más traumáticos que si lo hiciera un desconocido, puesto que este tipo de agresión afecta
las relaciones vinculares más esenciales, así como la producción de sentimientos de
desprotección, inseguridad y desconfianza, hacia sus, en ese entonces, figuras de apego
(CAVAS, 2011).

En función de lo anteriormente expuesto, cabe resaltar la importancia que tiene los casos
donde los niños y niñas han sido agredidos sexualmente por algún miembro cercano o
perteneciente a su familia, debido a que son los casos donde existe una mayor frecuencia de
abuso (Maffioletti y Huerta, 2011; Nahuelpan y Varas, 2011). Sin embargo, antes de presentar
este objetivo principal, es menester, en primera instancia, hablar desde una perspectiva
constructivista evolutiva, así como dar a conocer y discutir los conceptos de ‘reparación’,
‘resignificación’ y ‘superación’, que son elementos claves de la psicoterapia.

27

Pero, ¿por qué desde un modelo constructivista evolutivo? ¿qué tiene que ver con la
psicoterapia con niños que han sido agredidos sexualmente? y principalmente, ¿qué es el modelo
constructivista evolutivo?

El modelo constructivista evolutivo ha sido uno de los paradigmas que ha ido tomado una
mayor relevancia a la hora de trabajar con niños que han sido agredidos de esta manera, puesto
que pone énfasis en la forma en la que el niño construye la realidad. En ese sentido, el niño
establece la realidad a través de los significados personales, en los cuales él interpreta y explica
su experiencia desde su propia subjetividad. Sin embargo, esta construcción de significados
dependerá de los procesos de transformación y cambio por los que está pasando el niño, por lo
tanto, este modelo considera esencialmente las variables evolutivas, integrando el paradigma de
Piaget (Capella y Gutiérrez, 2014; Coca, 2005). Y estos son, justamente, los aspectos principales
del porqué la psicoterapia estaría orientada a un modelo constructivista; el cómo el niño
construye la realidad de esta agresión a través de su experiencia y su contexto, tomando en
consideración la etapa del desarrollo en la que se encuentra, así como su edad cronológica.

Esto último quiere decir que el aspecto principal que se trabaja en este modelo es a nivel
psicológico, donde la base está puesta en el trauma que ha dejado este evento en el niño. Por lo
tanto, para entender el trauma y tratarlo, es esencial visualizar las características particulares de
esa agresión sexual, así como comprender la subjetividad y la vivencia particular del niño que
ha sido agredido. Por esta razón, los eventos traumáticos no se pueden concebir de manera
absoluta ni general para todos los niños, puesto que se deben considerar como un evento
disruptivo externo que, dependiendo de las vivencias y de los significados que la víctima le haya
otorgado a la agresión, se podría considerar como traumático o no. En el caso de que el evento
finalmente se procese como traumático, significará para el niño una pérdida de control de sus
propias capacidades de afrontamiento, así como de una superación de su límite de tolerancia
(Capella y Gutiérrez, 2014).

Con respecto al psicoterapeuta, este modelo contructivista establece que lo dicho por el/la
niño/a impactará al terapeuta, y todo lo dicho por éste, impactará al/a niño/a. Al respecto, autores
como Aron (1996) y Stolorow y Atwood (2004, como se citaron en Szmulewicz, 2013),

28

establecen que no existe un terapeuta que sea neutral, por lo que éste interviene desde sus propia
subjetividad, de sus prejuicios y convicciones, siendo alguien que se presenta con sus propios
pensamientos, historia vital y que en forma continua autodevela su realidad al paciente, por lo
que la relación terapéutica termina siendo una relación que transforma no solo su realidad, sino
que también, la realidad del paciente.

Por todo lo anterior expuesto, es menester indicar que este estudio está sobre la base de un
modelo contructivista, puesto que se acepta la realidad del terapeuta y de como cada paciente
puede llegar a formar parte de sus vivencias personales.

Ahora bien, en Chile, la institución responsable del tratamiento de víctimas infanto-juveniles


de agresiones sexuales es El Servicio Nacional de Menores (SENAME), cuyo objetivo general
es “Contribuir al proceso reparatorio del niño, niña o adolescente que ha sufrido maltrato físico
o psicológico grave, constitutivo de delito, y/o agresión sexual infantil” (2015, p.2). Sin
embargo, se ha cuestionado la idea de reparación, ya que éste no responde a la claridad,
especificidad o profundidad que requiere el concepto de reparación. Es por esta razón, que
autores como Capella y Gutiérrez (2014), plantean que el concepto de reparación no debería
utilizarse, ya que se asocia a una visión de trauma y daño, asociado a la idea de “arreglar algo
que está roto” (Real Academia Española, s.f.). De este modo, se han introducido los conceptos
de resignificación y superación de la experiencia abusiva (Capella y Gutiérrez, 2014), los cuales
se describirán más adelante, en el apartado de ‘Superación’.

3.2.2 La importancia de la psicoterapia y sus objetivos.

Considerando lo expuesto en el apartado anterior, en el contexto psicoterapéutico es esencial


comprender que el hecho abusivo es relevante, y da cuenta de que es una vivencia que el sujeto
tiene que integrar. De este modo, para trabajar en la resignificación, es importante la vivencia
particular del niño, cómo ha significado esta situación y si la ha configurado o no como
experiencia traumática, considerando así la realidad subjetiva del niño, sin olvidar la realidad
de los hechos (Capella y Gutiérrez, 2014). Sin embargo, ¿qué es la resignificación? En
psicoterapia, el acto de resignificación, según Vergara (2011) “se realiza cuando el significado

29

que se otorga a un acontecimiento no permite lograr la coherencia interna y por ende, el sujeto
permanece en un estado de desequilibrio” (p.87). De ahí a que la resignificación se considere
como una forma de ‘darle otro sentido u otra comprensión’ al fenómeno que ha superado su
estado de equilibrio. En ese sentido, desde la teoría de Piaget (como se citó en Capella y
Gutiérrez, 2014), el equilibrio se entiende como:

la compensación debida a las actividades del sujeto como respuesta a las perturbaciones
externas, en que juegan un papel central la asimilación y la acomodación. La asimilación se
refiere a la incorporación de estímulos externos a esquemas de conocimiento previos del
sujeto y la acomodación a la modificación de esquemas a partir de situaciones nuevas (p.95).

Por ello, cuando el niño pasa a un estado de desequilibrio y se genera el trauma (que, a modo
de recuerdo, éste no se genera en todos los niños que han sido víctima de estas agresiones), la
vivencia de éste pasa a ser considerado como un componente central de la identidad personal,
teniendo efectos perjudiciales en el bienestar de ese futuro adulto, destacando una visión
negativa del sí mismo y del mundo, resultando imposible crear una historia de sí mismo
coherente (Capella y Gutiérrez, 2014).

Por lo tanto, la experiencia traumática no podrá ser asimilada por el sujeto, mientras no logre
incorporar el evento a sus esquemas personales. Sin embargo, esta incorporación no se logra
debido a que resulta disruptivo a sus esquemas previos. Entonces, para lograr esto se requieren
cambios en los esquemas del sujeto para que la situación pueda ser integrada y así lograr el
equilibrio (Capella y Gutiérrez, 2014; Vergara, 2011).

Las personas que han sido víctimas de agresiones sexuales, como se describió en los
apartados anteriores, tienden a establecer relaciones interpersonales basadas en la lógica del
abuso, ya sea exponiéndose a nuevas victimizaciones, o bien abusando de otros (Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2011). Desde esta perspectiva, el abordaje terapéutico se basa en ayudar a
la persona a protegerse de nuevas victimizaciones, considerando los siguientes aspectos: la
recuperación de claves de confiabilidad en otros que les permita discriminar relaciones
agresoras de no agresoras, conciencia y valoración de las propias necesidades y derechos, y

30

finalmente un manejo adecuado de los límites interpersonales en distintos ámbitos de relación
(Llanos y Sinclair, 2001).

Por esta razón, el trabajo terapéutico va orientado a la restauración, el restablecimiento y la


creación de nuevos vínculos de confianza (Martínez y Aguilar, 2002). Dentro de los objetivos
de la terapia con sobrevivientes de agresiones sexuales 2 podemos encontrar: el establecimiento
de una alianza terapéutica, el reconocimiento y aceptación de la ocurrencia de la agresión sexual,
la exploración acerca de temas de responsabilidad y complicidad, el rompimiento de los
sentimientos de aislamiento, el reconocimiento y la expresión de emociones, catarsis y duelo, la
reestructuración cognoscitiva de creencias falsas, insight y cambio de conducta, proveer
educación e información, prevención de la revictimización, separación e individuación y
finamente, la integración personal en cuanto a aptitudes y metas en una identidad positiva
(Rojas, 2002).

Además, en cuando al victimario, debido a que éste justifica la agresión sexual (provocando
así una distorsión de la agresión en la víctima), corresponde al terapeuta la deconstrucción del
discurso del agresor, lo cual supone hablar las cosas por su nombre. Esto quiere decir que, de
esta forma, la persona logrará reconocerse como víctima y no como cómplice del agresor. Una
técnica que puede facilitar hablar de la agresión, es poder referirse en tercera persona, como si
se estuviera hablando de otro (Llanos y Sinclair, 2001).

Sin embargo, debido a que en todo proceso psicoterapéutico es inherente la existencia de un


contexto relacional que se caracteriza principalmente por la asimetría terapeuta-paciente, puede
existir la posibilidad de que la víctima se sitúe en una postura de sumisión, y con ello, que el
niño asimile esta relación terapéutica como una situación de agresión sexual, reproduciéndose
así, dinámicas similares de victimización. Por lo tanto, es tarea del terapeuta establecer una
relación humana caracterizada por el buen trato e igualdad. Por otra parte, dado a que la agresión
implica una transgresión de los límites, se enfatiza que el contexto terapéutico resulte seguro y
confiable para el niño, lo cual solo es posible estableciendo un encuadre con límites claros y

2
“Reconocerse como sobreviviente en el aquí y ahora supone considerar que el haber sido víctima de agresión
sexual en el pasado no significa estar condenado toda la vida” (Llanos y Sinclair, 2001, p4).

31

explícitos, previniendo así conductas de agresión por parte del terapeuta o del niño (Llanos y
Sinclair, 2001).

A su vez, después de todo lo que ha pasado el niño, el hecho de tener a alguien que los
escuche y les muestre interés genuino, resulta muy reparador. En las dinámicas de agresión
sexual son comunes los mensajes ambiguos y confusos, por esta razón es importante fijar de
forma clara y explícita los objetivos y características de la terapia. Es importante establecer una
relación cooperativa, otorgándole al paciente su derecho de elección, permitiéndole tomar un
rol activo en la terapia de acuerdo a sus prioridades. Es relevante poder anticipar la resistencia
del paciente y el riesgo de deserción para así lograr asegurar la continuidad del vínculo. También
es importante que exista una flexibilidad terapéutica, en donde el terapeuta se acomode a lo que
requiera el paciente, aun cuando su motivo de consulta no se relacione con la situación de
agresión, ya que el niño no se encuentra preparado para abordar el tema (Llanos y Sinclair,
2001). Por ello, en estos casos es importante realizar una terapia basada en un enfoque indirecto,
que se centre más bien en la superación de los efectos presentes de la agresión. El secreto
respecto a la agresión cumple una función de autoprotección por el temor a ser rechazado o
culpado, por lo tanto, el hecho de creer en la persona y mantener una aceptación incondicional
hacia ella, resulta terapéutico. Además, una característica terapéutica fundamental en estos casos
es la disposición del terapeuta a escuchar los aspectos más terribles de la agresión sexual y su
capacidad para tolerar el impacto que genera este contenido. Finalmente, el paciente debe
sentirse con total libertad de decidir que considera conveniente contar, por lo que corresponde
al terapeuta generar sentimientos de seguridad y protección al paciente (Delgadillo, González y
Velázquez, 2013; Llanos y Sinclair, 2001).

Igualmente, se debe tomar en consideración que el proceso de psicoterapia de las agresiones


sexuales puede ser muy doloroso e intenso, por lo que el terapeuta debe saber mantener en
equilibrio al niño. Hablar excesivamente de la agresión, por ejemplo, amplifica el daño
emocional. Por esta razón es que se debe mantener un equilibrio entre las dos estrategias
terapéuticas: hablar de lo que pasa y dejar de hablar para focalizarse en otros temas (Llanos y
Sinclair, 2001).

32

Ahora, con respecto al proceso de intervención especializada en agresión sexual infantil, ésta
considera al menos cinco fases, las cuales son: fase de Evaluación de ingreso, Diseño de plan
de tratamiento individualizado, Ejecución del plan de intervención individual, Egreso y
Seguimiento (SENAME, 2015). De este modo, la psicoterapia colabora en la recuperación del
sobreviviente a través de cinco niveles: la Seguridad y contención de la relación terapéutica, el
Establecimiento de un tiempo y espacio para contar sus secretos (experiencias traumáticas), la
Exploración de sus efectos, educación y reestructuración cognitiva, la Reelaboración emocional
de las experiencias de agresión y reintegración personal, y finalmente el Desarrollo de la
capacidad para auto sostenerse (Rojas, 2002).

Finalmente, es importante identificar los esfuerzos realizados por la persona para superar el
daño de la agresión y ejercer control sobre su vida, de esta forma, la persona se logrará contactar
con sus propios recursos para enfrentar los problemas y superar las dificultades. Sumado a esto,
es importante puntualizar las áreas de la persona que funcionan adaptativamente, rescatando los
recursos, áreas de competencia y experiencias protectoras (Llanos y Sinclair, 2001).

3.2.3 Superación.

Considerando las consecuencias de las agresiones sexuales y el trauma asociado, resulta esencial
la necesidad de un tratamiento psicológico para quienes hayan sido víctimas. En primera
instancia es importante realizar una evaluación particular de cada caso para evaluar las
consecuencias de la situación del niño, así como conocer la significación que le ha otorgado a
esta experiencia. Por ello, en estos casos, son dos los conceptos que se utilizan en psicoterapia
con víctimas de agresión sexual; el de Reparación y Resignificación (Capella y Gutiérrez, 2014).

El concepto de reparación tiene como objetivo la superación de las secuelas socioafectivas,


refiriéndose a la reparación del daño causado por la agresión sexual que limita el desarrollo
integral y el bienestar, sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, el concepto de
reparación, si bien se sigue utilizando en la actualidad, algunos profesionales orientados a las
agresiones sexuales infantiles, ha comenzado a utilizar el término de regisnificación. Esto,
debido a que, como se dio a conocer, también implica que la persona que ha sido víctima, desde

33

un rol activo, pueda elaborar la experiencia de agresión, integrándose a su historia vital al darle
un nuevo significado a ésta, de una manera más adaptativa. De este modo, la terapia se orienta
a que la persona pueda expresar, explorar y elaborar los conflictos asociados a la experiencia de
agresión, lo que implica poner la experiencia de agresión sexual en perspectiva, es decir; ponerlo
como una experiencia negativa de vida, pero no como toda la experiencia de vida. Por ende,
debe entenderse que esta experiencia no determina el futuro ni la visión de sí mismo. Sin
embargo, esto no implica eliminar lo sucedido, sino más bien, incorporar la experiencia
traumática como una experiencia dentro de muchas otras. En ese sentido, la terapia psicológica
posibilitará que el sujeto pudiera continuar con el logro de sus tareas evolutivas del desarrollo,
conformando una identidad positiva e integrada (Capella y Gutiérrez, 2014).

En cuanto a las estrategias de prevención de la agresión sexual, es importante hablar de


resiliencia, la cual se utiliza en la psicología con el fin de identificar y desarrollar recursos
internos y externos, así como también los aspectos sanos que posee la persona, facilitando, de
esta manera, la recuperación y la evitación de cualquier situación de violencia (Delgadillo, et
al., 2013; Martínez y Aguilar, 2002).

Para fomentar y generar la resiliencia infantil se mencionan cinco ámbitos: Redes de apoyo
social y la aceptación incondicional del niño como persona, la Capacidad para averiguar el
significado y sentido de la vida, Aptitudes y sentimientos de tener algún tipo de control sobre la
vida propia, Autoestima (valoración y aceptación de sí mismo) y Sentido del humor. Por lo
tanto, la resiliencia se desarrolla en la interacción entre el niño y su entorno, por lo cual existen
niños que aun estando en situaciones adversas, logran sobreponerse a la situación debido a los
recursos resilientes con los que cuentan. Finalmente, como factor protector de la resiliencia,
tenemos el rol de los adultos y educadores para promover ésta en los niños (Martínez y Aguilar,
2002).

Otras estrategias para evitar o interrumpir la agresión sexual son: sensibilización y


concientización a los adultos acerca de los derechos de los niños, concientizar acerca del
ejercicio de la autoridad y uso de poder que tienen los adultos sobre los niños, difundir y

34

promocionar informaciones sobre sexualidad dirigidas a la población general, promoción hacia
el buen trato, entre otros (Martínez y Aguilar, 2002).

Las etapas dentro de un proceso de superación son: Reconocerse como víctima, que implica
reconocer la situación de agresión a la cual estuvo sometida en el pasado; Reconocerse como
sobreviviente, lo cual implica identificar los recursos personales que le permiten protegerse de
la agresión a largo plazo. Y finalmente; Celebrar la vida, que implica la posibilidad de imaginar
un futuro libre de la influencia del abuso (Águila, et al., 2016).

En este punto, Reconocerse como víctima es fundamental para superar la culpa respecto a la
agresión sexual, lo que conlleva a reconocerlo como tal y legitimar el sufrimiento vivido. Aquí,
la persona necesita considerar que en su infancia estuvo sometida a una situación de agresión
de la cual no tenía posibilidad de controlar o detener. Es importante tener sumo cuidado con el
concepto de víctima, ya que éste conlleva la autopercepción de persona dañada, limitada de
recursos e incompetente para dirigir su propia vida (Águila, et al., 2016). Desde ese punto, ese
término 3 podría llevar a interpretar que las dificultades son imposibles de superar. Por lo tanto,
Reconocerse como sobreviviente en el aquí y ahora supone considerar que el haber sido víctima
de agresión sexual en el pasado no significa estar condenado toda la vida. Es aquí donde la
persona puede contactarse con sus propios recursos y fortalezas, lo cual facilita el enfrentarse
con los aspectos más dolorosos del episodio. Finalmente, el Celebrar la vida, implica la
sensación de control de la propia vida y la posibilidad de desarrollarla de forma constructiva y
satisfactoria. Es, en este punto, en donde la persona logra independizarse de la experiencia
abusiva (Llanos y Sinclair, 2001).

Por ello, es fundamental poner énfasis en que el niño logre aprender a confiar nuevamente,
siendo un punto central en la superación de la experiencia. Por ello, se hace hincapié en la
relevancia de establecer una relación terapeuta-paciente basada en el buen trato, validando al
niño como sujeto legítimo de ser valorado, favoreciendo así la resignificación afectiva,

3
En este punto se aclara que el concepto de víctima utilizado en esta tesis, hace alusión exclusivamente a personas
que han sufrido de agresiones en general, pero que no están imposibilitadas o limitadas en recursos, sino todo lo
contrario; son personas que poseen recursos y que, con la ayuda adecuada, pueden aprender a dirigir su vida.

35

constituyéndose la relación como “correctora”, en donde el terapeuta entregaría contención,
consistencia y fiabilidad (Águila, et al., 2016; Delgadillo et al., 2013).

Por otro lado, si bien la psicoterapia permite una superación de los efectos de las agresiones
sexuales en un momento específico de la vida, no implica que no pueda haber significaciones
desadaptativas en etapas posteriores, por lo cual es importante contar con programas de atención
para víctimas en diferentes momentos del desarrollo, poniendo énfasis en que esto no implica
necesariamente una recaída o retroceso (Capella y Gutiérrez, 2014; Delgadillo, et al., 2013;
Echeburúa y Guerricaechevarría, 2011).

Finalmente, en lo que respecta a la superación, es un proceso complejo, donde se requieren


importantes esfuerzos de quienes han sido víctimas, lo que implica aceptar lo ocurrido y poder
hablar de la experiencia y que las personas se sientan capaces de vivir vidas sanas y plenas. En
esta etapa, es esencial poder hablar y romper el silencio de la experiencia de agresión. Es
importante considerar que, si bien no se puede borrar lo sucedido ni volver a atrás, sí se puede
revisar los recursos que permitieron sobrellevar la experiencia, lo cual implicaría directamente
que el niño que ha vivido la experiencia se sienta como un sujeto activo, actor de su propia vida
(Capella y Gutiérrez, 2014).

3.3 Persona del Terapeuta

3.3.1 Aspectos generales.

En esta área de la psicoterapia, los estudios en Chile son de carácter limitado, existiendo mayor
presencia de este tipo de estudios a nivel internacional, como lo indica Carvajal (2012), estos
estudios se basan en la variable del terapeuta, como el estudio de Norcross y Farber (2005), que
se centra en la razón del porqué las personas eligen ser terapeutas y cómo esto consta de aspectos
tanto positivos como negativos.

Otro estudio realizado por Orlinksy y Rønnestad en el año 2005 (como se citó en Carvajal,
2012), apunta al cómo se desarrollan los terapeutas, mientras que otros como Arón y Llanos

36

(2004), hablan sobre el desgaste profesional y cuidado de los equipos que trabajan con violencia,
y cómo la persona puede presentar malestar por medio del agotamiento o incluso llegar a
desarrollar burnout.

Dichas investigaciones están enfocadas netamente en el proceso por el cual pasan las víctimas
de agresión sexual infantil, en conjunto con las repercusiones que presentan y de qué manera se
lleva a cabo la terapia en sus casos. Sin embargo, no se tiene en cuenta de que forma repercuten
dichos casos en los psicoterapeutas, los cuales se encuentran trabajando en esta área específica
constantemente, dejando, de esta forma, a un lado las consecuencias psicológicas y emocionales
que pueden llegar a afectar a los psicoterapeutas (Carvajal, 2012; López, 2007). Además, según
Saakvitne y Pearlman (como se citó en López, 2007) este tipo de repercusiones son
consecuencia de la preocupación y el hecho de tener que enfrentar la realidad del trauma en
conjunto con la víctima, sobrepasando en ocasiones la capacidad empática del psicoterapeuta,
poniendo en riesgo la calidad de la terapia, y por supuesto, la misma salud del profesional
(Amigo y Arriagada, 2013).

Al respecto, según un estudio realizado por Rey, Martínez y Guerrero en el año 2009 (como
se citó en Moncada, 2014), se encontraron que las variables que se encuentran en mayor cantidad
en revistas sobre psicología clínica serían sobre psicoterapia, evaluación psicológica y
psicopatología, al contrario de la persona del terapeuta en la cual existe un escaso interés. La
revisión realizada por estos autores fue de 2961 artículos concernientes de psicología clínica y
de éstos solo 15 artículos poseen relación en cuanto a la persona del terapeuta. Así mismo, un
estudio realizado por Riffo (2011), titulado como “tendencia de los artículos de psicología
clínica en Chile, Latinoamérica y España”, en el apartado de distribución de artículos según área
de conocimiento en la revista latinoamericana de psicología entre 2004 y 2010 determina que
solo existe un artículo publicado en el año 2008 sobre persona del terapeuta, de un total de 143
artículos entre los años mencionados anteriormente. Esto refleja el bajo interés por la variable
de persona del terapeuta, sobre todo en Latinoamérica.

Es justamente, por estos motivos que es menester comprender la importancia de esta variable
en un proceso psicoterapéutico, debido a como ésta puede afectar el rumbo de una psicoterapia.

37

Al respecto, un estudio realizado por Isaza y Ocampo (2015) sobre las características de
personalidad y las competencias del terapeuta, declaran que son factores determinantes al
momento de establecer una alianza terapéutica, de manera que el proceso resulte de manera
confiable, efectivo y que perdure en el tiempo. En ese sentido, cuando ocurre que el
psicoterapeuta no posee dichas competencias o cuando no previene las repercusiones que
generan estos casos, como consecuencia de esto, según lo planteado por Phelan en el año 2002
(como se citó en Corrales, 2007) se genera un agotamiento emocional e incluso, una dicotomía
del estrés postraumático. Así mismo, Carvajal (2012), concluye que la persona del terapeuta
influye de manera directa en la psicoterapia, puesto que se manifiesta la experiencia de vida y
la formación que el terapeuta ha recibido.

3.3.2 Repercusiones para el psicoterapeuta.

Como se mencionó anteriormente, existen una serie de repercusiones y consecuencias que


pueden afectar al psicoterapeuta si es que el proceso psicoterapéutico lo llegase a sobrepasar
(Arón y Llanos, 2004; Avendaño, Bustos, Espinoza, García y Pierart, 2009). En ese sentido, la
consecuencia más notoria y trascendental es el síndrome de Burnout.

El origen del término Burnout fue acuñado en los años 60 por Herbert Freudenberger, quien
fue un psicoanalista que, por su uso en el área de profesionales encargados de la ayuda de un
otro, Freudenberger diferenció como, en un principio, el carisma y el compromiso social, a largo
plazo (a través del mismo burnout), terminaban transformándose en agotamiento u otros
malestares psicosomáticos (Arón y Llanos, 2004).

Desde esta premisa, una de las definiciones del burnout está dada por el Modelo Operativo
de los autores Maslach y Jackson (como se citó en Avendaño et al., 2009), que lo definen como
una respuesta al estrés laboral crónico y que se encuentra presente principalmente en profesiones
que ofrecen servicios de atención. Sin embargo, el burnout es un síndrome que también afecta
a trabajadores de áreas que son ajenas a la psicología, pero que pueden manifestarse de manera
similar. Además, este síndrome se caracteriza por la presencia de Cansancio emocional,
Despersonalización y baja Realización personal.

38

A su vez, este síndrome puede presentarse con síntomas variados en el sujeto, y que, en los
casos más extremos, pueden llegar a interponerse en su labor del profesional de manera negativa
(Benevides, Moreno, Garrosa y González, 2002). Continuando con las dimensiones
identificadas por Maslach y Jackson (como se citó en Avendaño et al., 2009) el Cansancio
emocional abarca una pérdida de energía y fatiga, tanto física como psíquica; la
Despersonalización abarca una actitud negativa hacia otras personas (especialmente los
beneficiarios del propio trabajo), además de presentar irritabilidad y falta de motivación;
finalmente, la baja Realización personal, abarca, como se mencionó anteriormente, una
presencia de negatividad hacia uno mismo y el trabajo, donde podría presentarse baja
autoestima, baja productividad e incapacidad para soportar la presión (Pinto y Roth, 2010).

Por otra parte, existe la teoría que plantea que el burnout proviene del constructivismo
comportamental, señalada por Saakvitne y Pearlman (como se citó en López, 2007), que se
refiere a que un evento traumático impacta a un sujeto y que en la fase del trauma cada sujeto
se adapta según su contexto y vivencias personales, por lo que, tanto el sobreviviente de ese
evento traumático como su terapeuta, se verán afectados mutuamente. Algunos ejemplos de las
áreas que se pueden ver afectadas por este fenómeno son: Modo de ver el mundo,
complicaciones al momento de tomar decisiones, sentido de identidad, entre otras.

Cuando se menciona este cansancio, irritabilidad, baja motivación e incluso estrés, como lo
mencionan Arón y Llanos (2004), esto no significa que el profesional a cargo de la atención de
ayuda de víctimas, ya sea de violencia, o en este caso de agresión sexual, sea un mal profesional
o que tenga problemas de trastornos psicológicos individuales. Al contrario, se trata de
reacciones comunes, sobre todo por el área en específico que se está trabajando.

El hecho de trabajar en temas tan complejos puede traer consigo consecuencias negativas, tal
como lo definen Arón y Llanos (2004) “la contaminación temática se refiere al efecto que tiene
sobre las personas y los equipos el trabajar con temas de alto impacto emocional, como son el
daño y la violencia en todas sus formas” (p. 4). Por ello, esta es una manera silenciosa que afecta
a las personas a nivel individual y a la vez como equipo.

39

Esto se manifiesta en las dos áreas principalmente; por un lado, la Traumatización vicaria se
refiere “al efecto de reproducir en uno mismo los síntomas y sufrimientos de las víctimas de
cualquier forma de violencia nos reportan, al trabajar profesionalmente con ellas o con los
victimarios” (Arón y Llanos, 2004, p. 5). El efecto que esto causa, es que el operador (en este
caso el psicólogo), se contacte con sus propias experiencias de maltrato, ya sea de manera
consciente o inconsciente, actuales o pasadas y estas experiencias pueden relacionarse el haber
sido víctima o incluso victimario, lo que puede traer consecuencia que puedan causar una híper-
sensibilidad de parte del psicólogo frente a estos casos, donde se ven reflejados en el paciente,
teniendo que vivir de alguna manera esta experiencia de abuso nuevamente. A su vez, esto
genera en el psicólogo una híper-reactividad al enfrentar este tipo de situaciones o en casos
donde exista el mismo conflicto que impacta la objetividad del profesional en estos casos (Arón
y Llanos, 2004).

Es menester indicar que, a pesar de todas las repercusiones negativas que puedan afectar al
psicoterapeuta, también existen repercusiones de índole positiva, y es que el término
recuperación vicaria es uno de ellos, y se define como “el proceso de sanación y/o recuperación
del impacto emocional que pudo haber provocado la vivencia de victimización sexual del/a
niño/a” (Águila, 2015, p.141). Sumado a lo anterior, otro concepto presente es el de resiliencia
vicaria, el cual explica como los terapeutas pueden fortalecer su propio bienestar al incorporar
lo aprendido de los pacientes que pasan por los procesos de curación de manera exitosa. Desde
esta premisa, como lo mencionan Hernández, Gangsei, y Engstrom (2010), la resiliencia vicaria
es un proceso que se caracteriza por un efecto único y positivo que transforma a los terapeutas
en respuesta al trauma del cual sobreviven los clientes (en este caso niños) con su propia
resiliencia. De esta forma, a pesar de que todo lo relacionado con esta temática en primera
instancia da para reflexionar y enfocarse solo en las repercusiones negativas que puede generar
en los terapeutas que constantemente trabajan estos casos, se ha demostrado que aun así existen
efectos positivos que se generan en los terapeutas, y aun cuando el tema tiene poco interés en
cuanto a investigaciones sobre éste, existen estudios como los de Hernández, Gangsei y
Engstrom, que fueron realizados en los años 2007, 2008 y 2010 (como se citó en Hernández,
Gangsei y Engstrom, 2010), los cuales encontraron como resultado que la mayoría de los
terapeutas entrevistados tanto en Estados Unidos como en Colombia fueron capaces de

40

identificar los efectos positivos dentro de sí mismos de la interacción con clientes que superaron
la adversidad en sus propias vidas.

Por último, cabe destacar que el burnout se ve disminuido cuando en el ambiente laboral
existen relaciones de apoyo social, ya sea, por compañeros o de superiores, lo que disminuirá
significativamente las dimensiones del burnout (Avendaño et al., 2009).

3.3.3 Autocuidado y cuidado de equipo.

El autocuidado debe ser un tema importante para el psicoterapeuta, puesto que es algo
sumamente primordial a la hora de hacer terapia, sobre todo en casos de esta índole, debido a la
repercusión tanto emocional como psicológica que se pueden llegar a generar. En ese sentido,
se debe aclarar que es fundamental que los psicoterapeutas sean responsables con el
autocuidado, comenzando principalmente con el reconocimiento, toma de conciencia y además
el evitar incurrir en normalizar o invisibilizar la fatiga que pueden presentar los profesionales y
equipos. De esta forma, los establecimientos que cuentan con equipos de trabajo que trabajen
en esta área de la psicología, deben fomentar la continua capacitación y formación de sus
miembros, permitiendo de esta manera, generar instancias de crecimiento como profesionales,
y con esto, construir y constituir conocimientos. Además, otra de las metas es que existe un
mejor dominio y una mejor autopercepción de la eficacia. Por ello, se busca que estos
profesionales tengan tiempos de descanso adecuados entre sesiones, y constar con procesos de
inducción para que aquellos profesionales que inician su labor como psicoterapeutas posean las
herramientas necesarias, guías y apoyo, con el fin de prevenir el posible desarrollo de
agotamiento laboral, y como consecuencia generar burnout. También, los profesionales deberán
tener en conocimiento las estrategias para evaluar la posible existencia de burnout, contando
con los instrumentos adecuados para ello (Inventario Maslasch) con el objetivo de tener
constancia y un registro (CAVAS, 2011; López, 2007; Águila, 2015).

Estos son, pues, uno de los factores protectores más importantes, sobre todo en trabajo con
violencia, ya que éstos poseen un gran impacto emocional. A su vez, un estudio realizado por
López (2007) que trata sobre los niveles de burnout en psicólogas especialistas en abuso sexual

41

infantil del centro de niños, establece algunas recomendaciones a modo de estrategias de
autocuidado frente a este tipo de situaciones:

- Implicarse en actividades externas al trabajo.


- Tener tiempo y espacio para el juego y la recreación.
- No postergar los periodos de vacaciones.
- Desarrollar actividad física, deportiva y recreacional.
- Realizar una psicoterapia focalizada en el problema, para prevenir una cronicidad del
síndrome.

Como sugerencia, indican que se deben llevar a cabo programas preventivos y de


autocuidado, que sean ajustadas claramente a las necesidades específicas de cada institución y
organización laboral, lo que como consecuencia aumentaría la satisfacción del cuerpo
profesional, y esto, a su vez, se reflejaría en cómo realizan su trabajo, junto a la calidad de éste
(López, 2007).

Otra forma de autocuidado, según Garden (como se citó en López, 2007) es que una vez que
se conozca la naturaleza precisa de lo que provoca inconscientemente el burnout, se deberá
acudir a terapia de manera similar a como se iría con cualquier otro problema de categoría
psicológica, y a su vez, generar una retroalimentación de este proceso con el objetivo de
entrenar, por sobre todo en las áreas que pueden generar conflictos, como lo es el trauma vicario,
la idiosincrasia y por supuesto el mismo síndrome de burnout.

Es importante pues, que de parte del centro, empresa o lugar de trabajo donde operen los
profesionales encargados de la terapia de estos pacientes, exista una adecuada rotación de
personal que, según Hiscott y Connop (como se citó en López, 2007), hace alusión a que no
exista una sobrecarga laboral que pueda perjudicar tanto emocional como físicamente a los
terapeutas, causando o agravando el desarrollo del síndrome.

Es sumamente importante que todo terapeuta pase por el proceso de una supervisión de su
desempeño profesional, tanto de manera técnica como administrativa, y que de esta manera se

42

puedan evaluar las dificultades que se presentan (CAVAS, 2011). Desde esta premisa existen
aspectos pertenecientes al psicoterapeuta que influyen en el cambio y la recuperación de las
víctimas infantiles de agresiones sexuales, uno de ellos es la intervención brindada por los
psicoterapeutas, lo contado por algunos de ellos entrevistados en (Águila, 2015) mencionan que,
factores como la experiencia del terapeuta y el equipo técnico con el que cuentan, privilegian la
calidad de las intervenciones, por el hecho, de que el equipo técnico está encargado de la
supervisión constante de los casos a los que se atienden, por otra parte se dan instancias para la
expresión de los sentimientos negativos, que se puedan generar en el contexto de terapia. Así
mismo, se destaca la importancia del vínculo terapéutico que se forja entre terapeuta y el niño,
de modo que este facilita el cambio psicoterapéutico y por supuesto la recuperación, en medida
que se compone como incondicional y como soporte de las expresiones, vivencias emocionales
y afectivas del niño, de esta forma se permite generar una relación genuina, de cariño y
satisfacción. De esta manera, mediante este vínculo forjado durante la terapia, el niño lograra
visualizar a otros adultos como protectores y ampliar la confianza a espacios de restitución.
(Águila, 2015)

La retroalimentación en este ámbito, se puede manifestar como la realización de


capacitaciones y que, justamente, se han diseñado procedimientos que permitan supervisar y
evaluar a los profesionales. De esta manera, a modo de ejemplo, el CAVAS (2011), utiliza dos
instrumentos que hacen alusión a la supervisión: las Plantillas de control de intervenciones y los
Sistemas de registro técnico administrativo. El primero de ellos consta de actividades de
evaluación mensual, con el objetivo de monitorear el desempeño profesional y colectivo, donde
la información se sistematiza de manera semestral y anual. En cambio, el segundo consta de
pautas de registro manual, en donde se realiza un registro de las acciones efectuadas por los
terapeutas.

Finalmente, es primordial que el terapeuta solicite ser evaluado por un tercero profesional,
de esta forma se tendrá una mirada objetiva de lo que está sucediendo entre el terapeuta y su
relación con el paciente (Szmulewicz, 2013). Además, tal como plantea el Colegio de
Psicólogos de Chile, es un deber del psicólogo supervisarse para enfrentar la situación

43

adecuadamente, y de esta forma, ayudar al paciente a recuperarse de la mejor forma posible
(1999).

44

4. MARCO METODOLÓGICO

4.1 Enfoque, Tipo y Diseño de la investigación

La presente tesis tiene un enfoque netamente cualitativo, debido a que como se señala en el
objetivo, éste está orientado a conocer y comprender las experiencias de los/as psicoterapeutas
que han trabajado casos de niños/as que han sido víctimas de agresiones sexuales, por lo tanto,
y dado a que la experiencia de cada psicoterapeuta será diferente o lo vivirá de manera única,
este enfoque es el más adecuado para el desarrollo de esta investigación.

La peculiaridad de este enfoque hace referencia al carácter inductivo con el que se maneja,
debido a que, a medida que se logran avances en la investigación, ésta comienza a tener un
camino más definido y más claro, además de que todos los procesos (la construcción del marco
teórico-referencial, los objetivos, la muestra y/o la recolección de datos) pueden volver a
retomarse y redefinirse si así lo requiriera la investigación y los nuevos datos e información
recogidos (Hernández, Fernández y Baptista, 2010).

El enfoque cualitativo cuenta con una serie de características que son fundamentales tanto
para la recopilación de información, así como para el desarrollo mismo de la investigación.
Tales características hacen alusión a la exploración de fenómenos en profundidad, donde éstos,
además de contextualizarse, no necesitan ser comprobados, por lo que tampoco se busca
necesariamente responder a una hipótesis de trabajo y, a su vez, tampoco está basada ni
fundamentada en las estadísticas. En ese sentido, es importante aclarar que los significados se
extraen de esta información recogida, por lo que existe una mayor riqueza interpretativa (Flick,
2004; Hernández et al., 2010; Taylor y Bodgan, 1998).

Bajo esta mirada, este enfoque también sirve para obtener otras perspectivas y puntos de vista
de los participantes, ya sea sus emociones, experiencias, significados y/o aspectos subjetivos
(Flick, 2004; Hernández et al., 2010), que, para efectos de esta investigación, son la base misma
de lo que se busca averiguar. A su vez, retomando los temas estadísticos, este enfoque tampoco
pretende analizar de manera probabilística los resultados, puesto que se asume que hay una

45

realidad por descubrir, construir, analizar e interpretar (Taylor y Bodgan, 1998). Por ello, un
aspecto importante que existe en este enfoque y que es necesario tenerlo presente, es que los
investigadores estuvieron presentes en todo el proceso de desarrollo de la investigación,
principalmente en la recopilación de información y, por lo tanto, se tiene claro y se admite la
subjetividad, puesto que se asume que ésta es inseparable del carácter humano. Es por esto que
la subjetividad del investigador y de las personas investigadas se encuentran y se da una co-
construcción del conocimiento (Flick, 2004; Hernández et al., 2010; Taylor y Bodgan,1998).

Ahora, con respecto al tipo de investigación, ésta tiene una base de carácter Exploratorio,
debido a que se utiliza cuando no se cuenta con demasiada información del tema a investigar
(Hernández et al., 2010; Taylor y Bodgan, 1998). En este caso, no hay suficiente información
en relación a la propia experiencia de los/as psicoterapeutas que han tratado a niños/as víctimas
de agresiones sexuales, debido a que los estudios están mayormente orientados al resultado de
los tratamientos que tienen estos niños/as, más que a lo que siente el terapeuta en sí. Sin
embargo, se considera que, además de que esta investigación es Exploratoria, la estructura, el
contenido, la recogida de datos y su análisis tienen un carácter Descriptivo en su totalidad, por
lo tanto, este tipo de investigación es el enfoque principal. En ese sentido, el enfoque Descriptivo
hace referencia a la descripción detallada de los distintos elementos de la investigación, además
de buscar la caracterización y la profundización en la información recogida (Flick, 2004;
Hernández et al., 2010; Taylor y Bodgan, 1998), cosa que, en esta investigación, se busca
especificar, describir e interpretar los contenidos de las experiencias de estos psicoterapeutas
que tratan este tipo de casos.

Finalmente, en relación al diseño de investigación, ésta fue de carácter no experimental de


tipo transversal, debido a que la información fue recabada en un momento específico y en un
tiempo determinado (Hernández et al., 2010).

4.2 Participantes y Procesos de Selección

Para efectos de esta tesis, no hay que olvidar que, como el enfoque utilizado es el cualitativo, la
muestra que se utilizó tuvo un carácter no probabilístico, pues cabe recordar que esta

46

investigación no está interesada en la generalización de la investigación, sino más bien, en la
profundización de ésta (Hernández et al., 2010).

Ahora, pasando a la muestra propiamente tal, este estudio utilizó dos tipos de muestra; la
muestra de Expertos y las muestras por Cadena o por Redes. En el caso de la primera, ésta es la
básica que se utilizó en la investigación, debido a que, como dice el nombre, la persona
entrevistada cumplió con una serie de características correspondientes a su expertiz en el área
(Hernández et al., 2010) que, en el caso de esta tesis, hace referencia a sus experiencias como
psicoterapeutas que han tratado niños que han sido víctimas de agresión sexual. En el caso del
segundo muestreo, se le conoce comúnmente como ‘bola de nieve’, y se desarrolló a través de
unos pasos claves; primeramente, a través de la muestra inicial por expertos, se les preguntó a
ellos mismos si conocen a otra persona que cumpla con los mismos criterios de inclusión que él
o ella, y que estime que puede cooperar en la recolección de información. Una vez que se
contactó con ellos, éstos, al aceptar, también fueron incluidos como parte de la muestra (Miles
y Huberman, 1994 como se citó en Hernández et al., 2010).

Como se mencionó anteriormente, existen criterios de inclusión y exclusión. Con respecto a


los primeros, se seleccionaron psicólogos/as de ambos sexos para obtener ambas perspectivas
relativas a sus vivencias y porque, según un estudio realiazado por el psicólogo Nicolás
González (2016), existiría una diferencia en la terapia según el género del terapeuta, lo que
tendría efectos directamente en el vínculo terapéutico, haciendo que cada experiencia sea
distinta.

A su vez, que estos psicoterapeutas fuera de la Región Metropolitana, y que, además de haber
trabajado con niños/as que han sido víctimas de agresión sexual, que cuente con al menos dos
casos en donde el tratamiento/psicoterapia haya finalizado ‘exitosamente’ o se les haya dado el
alta terapéutica, esto, exclusivamente para que puedan contar con mínimo de experiencias y así
compararlas. Ahora bien, con respecto a la duración que haya tenido esta psicoterapia, según el
SENAME (2015), una intervención puede durar hasta 12 meses en el caso de que exista un
adulto responsable, mientras que, si este adulto no existe, se puede extender hasta los 24 meses.
Sin embargo, en uno de los estudios más recientes sobre este tema, realizado por Capella et al.

47

(2016), se señala que un proceso terapéutico exitoso puede durar entre 10 y 48 meses, con un
promedio de 24 meses. Desde estas dos fuentes, el criterio de inclusión será que la terapia de
casos exitosos haya durado entre 12 y 24 meses.

En otro sentido, según las diversas estadísticas recopiladas, se considera como otro criterio
de inclusión que los/as niños/as atendidos/as por estos psicoterapeutas tengan entre 7 y 13 años,
debido a que es la población con mayor vulnerabilidad (Encuesta Nacional de Opinión Pública,
como se citó en Maffioletti y Huerta, 2011). Además, otro criterio de inclusión hace referencia
a que el agresor haya sido un conocido cercano a la familia, o un adulto perteneciente a ésta,
debido al alto porcentaje de estos agresores en este tipo de casos (Barudy, 1998; CAVAS, 2011;
Nahuelpan y Varas, 2011; Finkelhor, como se citó en Echeburúa y Corral, 2006).

Por otra parte, con respecto a los criterios de exclusión, se excluyeron los casos de niños/as
menores de 6 años y mayores de 14, debido a lo anteriormente mencionado, donde el abuso
sexual tiene una mayor frecuencia entre los 7 y 13 años de edad (Encuesta Nacional de Opinión
Pública, como se citó en Maffioletti y Huerta, 2011) . También, se excluyeron previo a la
entrevista, los casos de niños/as en situación de discapacidad, ya sea de tipo intelectual y/o
conductual, puesto que, dentro de los procesos terapéuticos, este tipo de casos requieren otras
habilidades de los terapeutas, como la capacidad de comunicación frente a los niños que tienen
algún tipo de discapacidad.

Finalmente, con respecto a la cantidad de estos psicólogos y psicólogas, éstos son un total de
nueve, y a su vez, son pertenecientes de distintos centros o clínicas. Cabe mencionar que al
principio se esperaba que sean de diversas orientaciones teóricas, para que existiera una mayor
variabilidad en la muestra, sin embargo, las orientaciones fueron mayormente del enfoque
sistémico, seguido del enfoque psicoanalítico.

4.2.1 Procedimiento y caracterización de la muestra.

En una primera instancia, se envió un mensaje vía correo electrónico en el cual se invitaba
formalmente a los/as psicoterapeutas para que participaran de esta investigación. Posterior a la

48

aceptación de éstos, los investigadores y los entrevistados concordaron un lugar de encuentro
en donde se realizó la entrevista, la cual fue registrada auditivamente. Una vez que la entrevista
finalizaba, se le preguntaba si conocían a otro psicoterapeuta que quisiera participar en la
investigación, por lo que comenzó el muestreo por bola de nieve, y así sucesivamente, tal como
se resume en la siguiente figura:

Figura 1
Procedimiento del reclutamiento de los participantes

Finalmente, los participaron resultaron ser nueve terapeutas en total, de los cuales fueron seis
mujeres y tres hombres, con una orientación teórica mayormente sistémica y con una
experiencia en la temática de entre 5 y 18 años. En la tabla número 1, se presenta esta
caracterización, donde se han utilizado pseudónimos para identificar a los terapeutas
participantes:

Tabla 1
Caracterización de la muestra
Nº Pseudónimo Orientación teórica Años de experiencia Continuidad
en la temática en la temática
1 Vanessa Enfoque integrativo 17 años Sí
(sistémico, psicoanálisis,
Gestalt)
2 Pamela Enfoque sistémico vincular 8 años Sí
3 Rodolfo Enfoque sistémico 10 años No
relacional

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4 Catalina Enfoque sistémico 19 años Sí
narrativo
5 Ana Enfoque constructivista 5 años Sí
evolutivo, narrativo
6 Emma Enfoque sistémico vincular 18 años Sí
7 Javier Enfoque psicoanalítico 11 años Sí
8 Fernando Enfoque psicoanalítico 3 años Sí
9 María Enfoque integrativo 14 años Sí
(sistémico y psicoanálisis)

4.3 Instrumentos

Cuando se habla sobre los instrumentos que se utilizarán en la investigación cualitativa, éstos
tienen como objetivo primordial la profundización de la información y, por lo tanto, no están
enfocados en la generalización de ésta. La importancia radica en la capacidad de flexibilización
que tiene un instrumento, puesto que éste, si bien debe ser capaz de seguir una pauta, también
debe asumir que ésta pueda tomar caminos diferentes de lo planteado en un principio. Es por
esta razón que la metodología cualitativa puede escribir sus pasos al mismo tiempo o ir editando
y modificando los contenidos a medida que progrese la investigación, cosa que, en el caso del
instrumento, y dependiendo del curso que siga la entrevista, los investigadores podrían estar
modificando sus objetivos si así hiciera falta (Hernández et al., 2010; Valles, 2003).

Para efectos de esta investigación, el instrumento específico es la conocida entrevista


cualitativa semiestructurada. Ésta, como bien se dijo anteriormente, tiene un carácter íntimo,
flexible y abierta (King y Horrocks, 2009, como se citó en Hernández et al., 2010; Valles, 2003).
El objetivo primordial de esta entrevista fue la co-construcción de los distintos significados
asociados a la temática.

En el caso de la entrevista semiestructurada y como se adelantó anteriormente, ésta fue


constituida por unas preguntas o patrones que guiaron la entrevista. Sin embargo, a medida que

50

ésta avanzó, se agregaron más preguntas, con el fin de lograr una mayor profundización en la
información. Por ello, las preguntas fueron abiertas y neutrales, debido a que se pretendía
obtener las distintas experiencias y perspectivas detalladas de parte de los participantes,
contadas a través de sus propias palabras (Canales, 2006; Cuevas, 2009, como se citó en
Hernández et al., 2010; Taylor y Bogdan, 1998; Vargas, 2012), recordando a su vez, que la idea
principal es apreciar la particularidad de cada caso.

Ahora, con respecto a esta investigación, las entrevistas están basadas en un guión que fue
construido por los investigadores de esta tesis, en relación al objetivo de investigación y de
acuerdo con la revisión bibliográfica referente a los factores personales del terapeuta y sus
estrategias de autocuidado, siendo estos dos los ejes temáticos por los que se guiará la entrevista.

En anexo 8.1 se adjunta guión final para psicólogos/as.

4.4 Rigor y Calidad en la Investigación

Estos conceptos comienzan a tener un mayor interés e importancia cuando se trata de una
investigación cualitativa, puesto que finalmente todo radica en la pregunta de ¿cómo sabe el
lector que todo lo escrito y analizado por estos investigadores es así y no forma parte de su
propia subjetividad? Y es que lo más importante en relación al rigor y la calidad de la
investigación hace referencia al reconocimiento de los investigadores encargados tanto del
proceso, como de la recolección y el análisis de la información (Flick, 2012). Esto se resume en
la incógnita que tiene la posición de los investigadores a cargo, y que, como se mencionó en los
apartados anteriores, éstos hacen referencia a la cualidad de la investigación cualitativa, la cual
acepta la subjetividad por parte del investigador y, por lo tanto, asume que existe una
construcción conjunta de los significados (Cornejo y Salas, 2011).

Sin embargo, una vez aclarada la posición del investigador, surge otra incógnita relacionada
con este tema y es que, ¿cómo el lector va a estar seguro de que esa subjetividad del investigador
no va a distorsionar la investigación? Es pues, a través de esta interrogante que surge un
concepto sumamente importante y utilizado en las investigaciones cualitativas debido a su

51

enorme éxito y accesibilidad: la Triangulación de la información (Calderón 2002; Hernández et
al., 2010; Flick, 2012).

Esta es una técnica que consiste en que todos los investigadores involucrados en la entrevista
puedan compartir sus datos y sus propios significados e interpretaciones, de tal manera que sus
compañeros lo escuchen y puedan, entre todos, formar o dar pie a una nueva interpretación
conjunta de aquella información. Esto, debido a que, si los datos provienen de distintos
actores/investigadores del proceso, se pueden obtener nuevos puntos de vista, y una mayor
reflexión y profundización de la información (Calderón, 2002; Hernández et al., 2010). Sin
embargo, la verdadera utilidad de la triangulación, además de lo dicho anteriormente, es que, al
aumentar la profundización y las distintas perspectivas, se aumenta también el grado de
proximidad del fenómeno a estudiar, por lo que se pueden abrir nuevos campos de investigación
y conocimiento (Flick, 2012).

Finalmente, en relación al rigor y la calidad de investigación, lo importante del proceso es


“reflejar transparencia y detallar el por qué y el para qué de cada decisión tomada desde la idea
inicial sobre qué investigar, hasta la difusión final de los resultados obtenidos” (Cornejo y Salas,
2011, p.22).

4.5 Procedimiento de Análisis de Datos

Posterior a la recolección de la información obtenida de los psicólogos/as entrevistados/as, se


realizó un plan que dictaminaron los procedimientos a seguir para la interpretación y el análisis
de estos datos. Bajo esa mirada, tampoco hay que olvidar que los procesos de recolección y
análisis de datos se dieron en paralelo, y que el proceso de investigación es cíclico, por lo que
ésta resultó ser la etapa más dinámica e interactiva de la investigación (Rodríguez y
Valldeoriola, 2009).

Por cierto, cabe destacar que el esquema formulado para el análisis de datos no es estándar,
por lo que, si bien existían sugerencias para realizarlo, tal como menciona Andréu (2000), cada
investigación tiene su propia forma de organizar sus contenidos.

52

En cualquier caso, posterior a la realización de las entrevistas, se procedió a revisar todo el
material recopilado, por lo que el primer paso fue verificar que este material estuviera en
condiciones de ser analizado (que no existieran distorsiones en el sonido y que se entendiera
claramente). Seguidamente de eso, los investigadores procedieron a transcribir el audio a texto,
con la intención de que posteriormente se comenzaran a sistematizar estos contenidos. Cuando
se tuvo listo este material, se procedió a analizar la información a través de la técnica de Análisis
de Contenido, la cual debe realizarse siguiendo un método científico, por lo que debe ser
objetivo, sistemático, replicable y valido. En ese sentido, según Berelson (como se citó en
Andréu, 2000), la objetividad hace referencia a que los resultados puedan ser susceptibles de
verificación, mientras que la sistematización se refiere a que se abarca lo más estructuradamente
posible el total del contenido recogido.

Por ello, en una primera instancia se analizaron las entrevistas, una por una, haciendo de esta
forma, un análisis intra-caso. El objetivo principal de este primer análisis fue la codificación de
las entrevistas, realizando posteriormente la creación de subcategorías y categorías.

En ese sentido, las categorías se crean cuando se toma el contenido dicho por el entrevistador,
para posteriormente analizarlo y caracterizarlo, formándose así la categoría. En un segundo
proceso de análisis, se analizaron/categorizaron otras frases dichas en la entrevista y se
compararon con las categorías anteriores, de tal forma que, al encontrar contenido similar, se
agruparon en la misma categoría, formándose así las subcategorías. O en los casos donde el
significado era prácticamente el mismo, el cual indujo a una categoría en común. En los casos
donde esto no ocurrió, se formaron categorías diferentes. De esta forma, este proceso se repitió
a lo largo del texto transcrito, en donde se fueron creando las categorías y subcategorías, las
cuales se les asignó una palabra clave para su entendimiento (Hernández et al., 2010).

Posterior a esta sistematización de categorías y subcategorías intra-casos, se dio comienzo a


la Triangulación de la información, que como se informó en el apartado anterior, hace referencia
básicamente a compartir la información analizada, donde los demás investigadores dieron sus

53

observaciones al respecto (Calderón, 2012; Cornejo y Salas, 2011) y, a su vez, contando con la
supervisión de la docente a cargo.

Una vez que se obtuvieron las observaciones de los demás investigadores, se procedió a un
nuevo análisis, solo que esta vez, un análisis inter-caso, en donde se compararon las diferentes
categorías y subcategorías. Luego de esto, y ya casi en el final de este largo procedimiento, se
analizaron de manera global todas las entrevistas, por lo que se sistematizó nuevamente la
información, permitiendo así la integración y la diferenciación de los distintos temas
(categorías) y subtemas (subcategorías).

Finalmente, se procedió a la creación final de todas las categorías y subcategorías que dieron
paso a las conclusiones y reflexiones de esta investigación.

A continuación, se mostrará un esquema explicativo con el objetivo de clarificar el


procedimiento que se utilizó en esta tesis.

54

Figura 2
Procedimiento de Análisis de Datos

Fuente: creación original para fines de esta investigación

4.6 Consideraciones Éticas

Para efectos de esta tesis, se consideró totalmente el Código de Ética Profesional (1999),
partiendo de la base del Artículo 1, que hace referencia al compromiso (en este caso de los
investigadores) a respetar la dignidad de las personas entrevistadas, así como su derecho a la
privacidad, confidencialidad, diversidad y autonomía, y por, sobre todo, a respetar sus
diferencias individuales. Con respecto a este último punto, es menester destacar que, a su vez,
la investigación cualitativa reconoce y acepta completamente estas diferencias de los individuos

55

como parte del proceso de la investigación y la recolección de la información (Gonzáles, 2002;
Parra y Briceño, 2013).

Así mismo, se les informó a los participantes lo que implicaba formar parte de esta tesis,
presentándose el consentimiento informado, el cual contó con otras consideraciones dichas por
el Código de Ética (1999), así como de un artículo realizado por Rueda en el año 2004. Tales
consideraciones fueron: el derecho del participante a estar totalmente informado a la hora de
tomar una decisión (si participa finalmente o no), el resguardo de su anonimato, así como su
derecho de confidencialidad. También se le informó acerca de qué trataba la investigación,
mencionando su objetivo general.

En otros aspectos, se le informó de cuánto tiempo duraría la entrevista (45 minutos), y los
beneficios y riesgos que conllevaba. Con respectos a los beneficios, se esperaba que los/as
psicoterapeutas participantes pudieran reflexionar respecto de esta temática (su persona del
terapeuta) con otros colegas, de forma que les ayudará a seguir desarrollándose, mientras que,
con respecto a los riesgos, se les informó que no existían riesgos de ningún tipo.

También, se puso énfasis en que la participación sería total y completamente voluntaria, y


que, en caso de aceptar y que luego desistiese de participar, podría retirarse en cualquier
momento sin ninguna consecuencia.

Con respecto a la recolección de datos en sí mismo, se les explicó que las entrevistas serían
grabadas en audio, y que dicha información sería usada exclusivamente para los fines de esta
investigación, y que, una vez que estas entrevistas fueran transcritas, los audios serían
destruidos. A su vez, esta información recogida (y respetando la confidencialidad) fue
identificada con un pseudónimo, por lo que no se podrán reconocer de ninguna manera ni los
nombres ni los datos de los participantes.

Finalmente, se les explicó que se le darían dos consentimientos, y que, en caso de estar de
acuerdo, debía firmar ambos. Uno de ellos, quedó para el participante y para su resguardo,
mientras que el otro quedó para el investigador con el mismo fin. Antes de que el participante

56

firmara, se le preguntó si tenía alguna duda que resolver en ese momento, o que, en el caso de
que surjan dudas con respecto al resultado de la investigación, se podría comunicar con los
investigadores a cargo, vía el correo que se puso en el mismo consentimiento.

57

5. RESULTADOS.

En este apartado se darán a conocer los resultados obtenidos a partir de la información entregada
por los participantes de esta investigación, los cuales, de manera íntegra, hacen alusión a su
experiencia como psicólogos que han tratado casos de agresión sexual infantil4.

Asimismo, es importante destacar que estos resultados son producto de la examinación,


codificación, análisis, comparación y posterior categorización de la información recopilada,
además del proceso de triangulación. Por lo demás, éstos resultados han sido organizados según
los objetivos específicos de esta investigación, los cuales permiten responder a la pregunta
planteada en el comienzo de este estudio. Posteriormente, también se dará a conocer la
incorporación de los resultados emergentes.

En ese sentido, todos los/as psicólogos/as entrevistados/as hacen hincapié en nuevas


temáticas que no se encontraban contempladas en esta investigación, las cuales hacen referencia
a todos aquellos factores (excluyendo al psicoterapeuta) que pueden influir directa o
indirectamente en la psicoterapia. Asimismo, emergen también las consideraciones que tienen
los terapeutas acerca de la temática, y finalmente, la experiencia con otro tipo de pacientes que
han sufrido de agresión sexual infantil.

Primeramente, se presentarán las categorías, las cuales son el resultado final del análisis y
que engloban las demás, y posteriormente, las subcategorías, que son las ideas específicas. A
esta descripción de resultados, además de los dos elementos mencionados anteriormente,
también se incluirán las viñetas específicas de los/las psicólogos/as participantes, las cuales
podrán identificarse a lo largo del texto por estar entre comillas, con cursivas y el pseudónimo
del participante del cual proviene la viñeta.

A continuación, las figuras 3 y 4 muestran tales categorías con sus respectivas subcategorías:

4
A partir de este apartado, agresión sexual infantil se abreviará como ASI.

58

Figura 3
Categorías y subcategorías resultantes del proceso de análisis de resultados que se vinculan directamente con los
objetivos específicos.

Figura 4

Categorías y subcategorías emergentes resultantes del proceso de análisis de resultados.

Tal como se observa en las figuras Nº 3 y 4, los resultados de esta investigación se han
organizado en base a 6 categorías, siendo las 3 primeras las que están directamente relacionadas
con los objetivos de este estudio, mientras que las últimas tres, son parte de los resultados
emergentes. A continuación, se procede a la descripción de estas categorías.

59

5.1 Visión de Cuidado Personal y de Equipo por parte del Psicoterapeuta que Trabaja en
A.S.I.

Esta primera categoría es la que corresponde al primer objetivo específico, el cual hace
referencia a las estrategias de autocuidado de los/as psicoterapeutas. En ese sentido, todos los
terapeutas hacían hincapié en la importancia de estas estrategias, las cuales se dividen en dos
grandes aristas; las estrategias de autocuidado y las estrategias de cuidado de equipo.

5.1.1 Estrategias de autocuidado del terapeuta.



Dentro de esta subcategoría, la mayoría de los terapeutas percibía el autocuidado como una
estrategia que debía ser utilizada independiente del área en la que trabajara el psicólogo, pero
teniendo un carácter más importante si este psicólogo se dedicaba a la temática de agresiones
sexuales infantiles. En ese sentido, una de las estrategias que utilizan dos terapeutas hace
referencia al alejamiento y/o distanciamiento de la temática, manifestando “disminuir las horas,
o tener la posibilidad de poder escuchar a otros pacientes, con otros temas, no solamente con
agresores sexuales” (Javier); “cuando siento que está muy fuerte el trabajo (…) necesito
atender menos pacientes de agresión sexual por día (…) los distribuyo en dosis (jaja) por la
semana” (María). Sumado a esto, otra de las terapeutas entrevistadas menciona que una de sus
estrategias de autocuidado era no hablar de la temática en contextos distintos a la clínica, como
se evidencia en esta viñeta: “cuando yo empecé a trabajar, yo creo que mi primer autocuidado
era no hablar de mi pega fuera de mi pega.” (Pamela).

Por otro lado, existen estrategias que todos los entrevistados mencionaron, y que consideran
como “básicas” para poder trabajar en el área clínica. La primera de ellas hace referencia a la
terapia individual, tal como se representa en las siguientes viñetas: “implica también tener un
acto de responsabilidad consigo mismo, ser yo paciente de una terapia psicoanalítica (…) me
permite tener una neutralidad suficiente para tomar estos casos sin quedar comprometido
emocionalmente” ( ), y “sí encuentro que estoy topando con alguna cosa, también he vuelto
a terapia yo, personal.” (Pamela). La segunda estrategia utilizada es la supervisión clínica, la
cual consideran como una orientación para el trabajo en la temática, lo cual queda plasmado en
las siguientes viñetas: “Supervisarse, que en el fondo es ir con un psicólogo que tiene vasta

60

experiencia en el tema de la psicoterapia con niños, e ir revisando los casos con un profesional
que ya tiene mucha más experiencia que uno, como una forma de formación y aprendizaje (…)”
(Ana), y “me fui dejando llevar por las historias, por el contenido emocional …y eso apareció
en las supervisiones que me hizo poder trabajar mejor, sirvió como autocuidado también”
(Rodolfo). La tercera y última estrategia que los terapeutas consideran como básica, es la
autoexploración constante del terapeuta, la cual es representada en las siguientes viñetas: “Yo
pienso que es detenerse a mirar como estas, detenerse a escuchar lo que dice tu corazón (…)
que uno se mire, que mire lo que necesita en este momento, que mire lo que está haciendo y que
revalúe, encuentro que eso es fundamental como profesional.” (María), y “Lo más responsable
es ir y siempre estar psicoanalizándose, estar relativamente estable” (Fernando).

Asimismo, como los terapeutas establecieron que existían formas generales y básicas de
autocuidado, también hicieron hincapié en las estrategias personales, las cuales consideraban
como “terapias alternativas”. En ese sentido, se encontraron una diversidad de estrategias, entre
las que se encuentran la arteterapia y la biodanza: “para mí fue súper útil hacer varios años de
biodanza (…) Hago lo que en arteterapia se llaman obras de descarga; tomar lo que ocurrió
en la sesión y poder vaciarlo en el papel.“ (Vanessa); los hábitos saludables como comer y
dormir adecuadamente, además de realizar ejercicio físico: “Lo que he empezado a hacer es que
tengo que alimentarme bien, que tengo que tomar vitaminas (…)” (Emma), “Tratar de dormir
lo más posible, no saltarme mis almuerzo ni mis comidas (…) eso como autocuidado” (Pamela),
y ”yo creo que las cosas que hago son, actividad física (..)”(María).

5.1.2 Estrategias de cuidado de equipo

Como se mencionó en la introducción de esta categoría, los terapeutas también consideran que
es importante contar con el apoyo y comprensión del equipo de trabajo, pues, como se
mencionará más adelante, una de las causas del burnout, según los terapeutas, es la deficiente
interacción entre colegas. Ahora bien, respecto de las estrategias y la importancia del cuidado
de equipo, se pueden evidenciar en las siguientes dos viñetas: “El autocuidado también está con
el mantener buenas relaciones con tu equipo de trabajo. (Pamela)”, y “estamos siempre
dispuestos a escuchar al otro como en equipo de contención y de cuidado.” (Vanessa)

61

5.2 Características del Psicoterapeuta en la Terapia de A.S.I.

Esta segunda categoría es la que corresponde al segundo objetivo específico, el cual hace
referencia a la identificación de los factores personales de los/las psicoterapeutas que puedan
influir en la psicoterapia con niños/as que han sido víctimas de agresiones sexuales. En ese
sentido, se puede reconocer cuatro ejes temáticos; la motivación de psicoterapeuta en la
temática, la ansiedad del terapeuta en los primeros casos de la temática, las características del
terapeuta que facilitan la psicoterapia y las características del terapeuta que dificultan la
psicoterapia.

5.2.1 Motivación del psicoterapeuta en la temática.


Dentro de esta subcategoría, todos los terapeutas hablaron acerca de lo que los motivó a ingresar
y posteriormente a mantenerse trabajando en la temática, siendo correspondiente con su
personalidad y forma de ver la vida. En ese sentido, tres participantes manifestaron haber llegado
por casualidad, mientras que cuatro de ellos habían ingresado conscientemente, con la
convicción de que tuvieron, según refieren, “una buena infancia”. Una viñeta representativa que
engloba a estos ocho terapeutas es la siguiente: “primero, llegué por casualidad, desde ahí tengo
motivaciones personales (…) creo que yo tuve una infancia privilegiada, y desde ahí la infancia
es algo que a mí me gusta mucho (…) de poder hablar desde el lenguaje de los niños, poder
validar el mundo de los niños” (Catalina). Sin embargo, uno de los participantes manifestó
haber ingresado a la temática por otra razón, tal como se expresa en la siguiente viñeta: “ya, ok,
vamos a meternos a esos programas de abuso sexual, maltrato, negligencia, vulneración grave,
pa’ hacerme este cuero de chancho, esa fue como la primera motivación”. (Rodolfo). Es así
pues, que estas viñetas dan cuenta de una polaridad en tanto la mayoría se refiere a “una deuda
con la infancia”, y uno de ellos como el fortalecimiento de la experiencia del terapeuta en casos
vulnerables.

5.2.2 Ansiedad del terapeuta en los primeros casos de la temática.

Así como en la subcategoría anterior, la mayoría de los participantes manifestaron sus temores,
ansiedades e inseguridades en los primeros casos referentes a la temática, tal como se expresa

62

en las siguientes viñetas: “¿Me la voy a poder con este caso que es tan brutal?, ¿me la voy a
poder?, con esto de ser terapeuta joven, pero si en ese caso presente esas dificultades, pero a
cuestionarme yo en mi calidad como profesional y también mi aguante emocional profesional”
(…) (Ana); “yo estaba bastante asustada al comienzo, sobre todo yo sentía que me faltaban
herramientas porque yo llegue como medio de casualidad (…)” (Emma); “Eran como
ansiedades del tipo (…) no me quiero quebrar, quiero poder como aguantar cosas heavy
(Rodolfo)”.

5.2.3 Características del terapeuta que facilitan la psicoterapia.

Con respecto a la tercera subcategoría, ésta ya contiene todo lo directamente relacionado con la
personalidad del terapeuta, la cual, según refieren los entrevistados, han sido producto de sus
experiencias tanto en la temática, como en su vida en general, y que servirían como un apoyo
en la psicoterapia. Al respecto, tal como señalan las viñetas, la mayoría de los terapeutas
considera que sus experiencias e historias de vida son herramientas que pueden facilitar la
psicoterapia: “hoy día cuando yo veo un caso (…) tengo la posibilidad de anticiparme a algunas
situaciones (…) entonces eso hoy día a mí me da un poco más de tranquilidad (…) siento que
tengo más herramientas, y eso para mí es positivo” (Emma); “O sea, de las propias
experiencias también personales, incluso de uno como niño (…) mi subjetividad está puesta en
el trabajo con el niño directamente, entonces si claramente está puesto ahí la persona” (…)
(Ana); “Hay temas personales que se ven con los pacientes, entonces la idea es poder usar eso
como una herramienta para no mezclarlo con el paciente” (Pamela).

Otra de las características mencionadas refiere a que el terapeuta debe tener la capacidad de
escuchar y comprender a los/as niños/as, y que éstos, a su vez, puedan sentirse escuchados, tal
como se expresa en estas viñetas: “Les transmites siempre a los pacientes que uno es capaz de
escuchar todo, o sea incluso las historias más brutales, más groseras, historias que muchas
veces nos llegan con lujo de detalles” (Fernando); “También un terapeuta que esté dispuesto
a escuchar” (Rodolfo); “integrar este mundo que traen los niños (…) escuchar harto las
presiones y los temores y la angustias que tienen los niños” (Pamela). Asimismo, los terapeutas
reconocen la importancia de tener la capacidad de poder adaptarse a las necesidades del niño,

63

lo cual se visualiza en las siguientes viñetas “hay veces que uno puede estimar determinados
objetivos terapéuticos, para con un paciente, pero la realidad, y los timing del paciente,
implican que son otros los tiempos de él o de ella, y que uno debe respetarlos también” (Javier);
“tuve que ajustarme al tiempo, siendo más, viendo los tiempos de un niño, no apurarlos tanto,
no exigirles tanto, ir entendiendo lo que necesitan en este momento y que tomen lo que
necesitan” (María).También, ligado a la comprensión por parte de los terapeutas hacia el
paciente, los entrevistados mencionan la completa aceptación del niño/a, lo cual refieren como
algo imprescindible en la terapia: “hay pacientes que siempre van a ser ambivalentes (…)
porque está bien sentir lo que uno siente, no tienen por qué modificar su emoción para
adecuarse a la que yo espero de ellos” (Vanessa); “la cajita de dolor de un niño es mucho más
pequeña que la de un adulto, entonces… hay temas (…) que uno considera que no es tanto, para
un niño puede ser súper abrumador, entonces aprender a empatizar” (María) ,“Y poder tolerar
incluso el amor del niño hacia el agresor o hacia la agresora, sabiendo que son agresiones que
ocurren sobre todo dentro de la familia (…) y la conflictiva está ahí, en la locura (…) entonces
implica tolerar la ambivalencia, la (…) contradicción” (Javier). Y así como la escucha, la
comprensión y la aceptación del niño/a, los terapeutas refieren valorar cada logro y/o cambios,
por más “pequeños” que puedan ser, tal como se ve reflejado en las siguientes viñetas; “y yo
creo que algo que aprendí en el camino es que pueda estar súper atenta y valorar los pequeños
logros” (Vanessa), y “valorando por supuesto los pequeños cambios, los pequeños avances que
se pudieron haber hecho” (Rodolfo).

También, dos de los entrevistados hicieron hincapié en una de sus características personales,
la cual hace referencia a un carácter maternal dentro de la terapia: “algo muy mío que influye en
la terapia es que (…) tiendo a ser muy maternal (…) creo que es lo positivo” (Vanessa); “y
despierta en uno también, un maternaje (…) de contener, de sostener a otro. Y eso ayuda en la
clínica” (Javier). Sumado a esto, todos los terapeutas manifestaron reconocer sus recursos y
habilidades, lo cual consideran como características facilitadoras en el trabajo de esta temática:
“soy pésima dibujando, pero hago todo el esfuerzo lúdico y creativo y mis pacientes se mueren
de la risa, pero hago el esfuerzo creativo” (Catalina); “si trabajas en esto, poder tolerar, que
es poder tolerar el asco, el horror, esa angustia más primitiva, la rabia contra el agresor o la
agresora” (Javier).

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Finalmente, esta subcategoría finaliza con los terapeutas mencionando que la aceptación de
estas habilidades propias pueden llevarlos a ser un mayor aporte en la temática, tal como se
indica en estas viñetas: “pa’ meterse acá se requieren también recursos personales particulares
que yo los tengo para esto, pero que no los tengo pa’ otra cosa (…) uno tiene que tener súper
claro para que sirve, sus límites y sus capacidades, (…) creo que soy un aporte en el
tema”(Vanessa); “Como el aporte de uno en el trabajo como tú a tú con los niños y su familia,
cómo que a mí me es súper lindo, a mí me gusta mucho”(Pamela); “puedes ser capaz de
afrontarlo sin que te perturbe, eres capaz de acompañar ese dolor sintiéndote un aporte”
(María)

5.2.4 Características del terapeuta que dificultan la terapia.

Así como los terapeutas reconocen sus características que facilitan la psicoterapia en esta
temática, también son capaces de reconocer las que la dificultan. En ese sentido, todos los
participantes refirieron tener algunos aspectos personales que resultaron siendo “verdaderos
obstaculizadores” en la terapia. Al respecto, algunas de estas características se ven reflejadas en
las siguientes viñetas: “tenía yo la tendencia a (…) adultizarlos, intentando que a través del
juego ellos hablaran. (…) finalmente me doy cuenta de que era puro temor, y pura resistencia
y defensa personal y propia, al tener una distancia con el mundo infantil” (Javier); “Y a veces
que también yo soy corazón de abuelita, con algunos papás, con algunos pacientes, entonces
quizás suelo ser muy flexible en algunas cosas que quizás no debería tan flexible, entonces yo
creo que eso podría influir de manera negativa en algún momento” (Ana); “Para un paciente
la sensación de que el terapeuta está frágil o que no está capacitado para escuchar muchas
cosas, también es muy frustrante (para uno) y también debilita cualquier confianza en la que
se pueda basar una terapia posterior” (Fernando).

Otra característica del terapeuta que dificulta y obstaculiza la terapia, es la relativa a la rabia
que puede llegar a sentir el terapeuta por las circunstancias de la agresión sexual, tal como
refieren las siguientes viñetas: “estoy leyendo todo desde la rabia, sin ver otras alternativas en
la terapia, otras cosas que puede haber en la terapia, otros recursos (…) eso evidentemente que
te rigidiza en la sesión, entonces estás funcionando desde la rabia.” (Rodolfo); “algo que he
aprendido es a tolerar la ambivalencia de los pacientes con sus agresores, porque (..) yo

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esperaba que los pacientes lograran sentir la misma rabia que yo sentía por los agresores
“(Vanessa); “que a veces me enojo mucho con algunas cosas, (…) Por ejemplo, con algunas
negligencias, entonces yo creo que cierta impotencia, rabia que da, es algo que pueda influir
quizás negativamente” (Ana).

Por otra parte, así como algunos psicoterapeutas reconocían la importancia de adaptarse a los
tiempos de la víctima, hubo un participante que menciona un concepto que significa todo lo
contrario, y que puede afectar tanto al/a niño/a, que es el “furor sanandis”. Al respecto, su
significado queda impreso en la siguiente viñeta: “Algo negativo en lo cual influye es el furor
sanandis (…) esta idea de querer rápidamente poder curar al niño (…) las cosas toman tiempo
y uno tiene que ser respetuoso en los tiempos del niño, porque cuando uno lo puede apresurar
en el logro de ese bienestar, puede incluso traumatizarlo secundariamente” (Javier).

Con respecto a la formación teórica y profesional, algunos terapeutas, los que precisamente
llegaron por casualidad a trabajar en la temática, hacen referencia al desconocimiento del mundo
infantil como un obstaculizador que puede afectar negativamente a la psicoterapia, tal como se
visualiza en las siguientes viñetas: “el no tener conocimientos en desarrollo infantil, en no saber
cómo funciona un niño de “manera normal”, de su ciclo vital de desarrollo y que, si tú no tienes
claro eso, puedes cometer errores que son garrafales” (María); “porque uno en el fondo conoce
teoría; lo que pasa, cómo es y lo que debería pasar, pero cuando uno se enfrente a un caso de
verdad, la teoría (…) no te da herramientas totales y definitivas para poder abordar y tratar un
caso” (Ana). Ligado a esto, la mayoría de los terapeutas hacen referencia a la falta de enseñanza
en la educación universitaria acerca de los aspectos específicos de trauma, violencia y/o
momentos negativos y de impacto emocional, de lo que, según perciben, puede ser visto como
un obstaculizador: “porque la universidad lamentablemente no te enseña mucho respecto de
trauma, violencia (…) o la psicopatología infantil” (María); “Cuando uno está en la
universidad (…) nunca te enseñan que es lo que pasa cuando eso no se cumple, entonces yo
creo que eso es una de las grandes dificultades.” (Pamela); “las primeras experiencias (…) al
menos en mi caso, tiene que ver con el impacto emocional (…) la universidad no te prepara
como para poder conllevar eso (…)” (Ana).

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Finalmente, según uno de los entrevistados se refirió al tema del género del terapeuta, y que,
en el caso de ser de género masculino, esto podría generar dificultades a la hora de establecer
una alianza terapéutica: “los niños llegan con un vínculo súper pervertido, o sea, personas que
eran de su confianza, el papá, el padrastro, el vecino, el tío, que los vulnero de alguna forma, o
sea para un niño la pega es volver a confiar en alguien, eso es súper duro, mas en el caso de
que “soy hombre y la mayoría de los agresores sexuales en particular son hombres” (…) pero
yo he visto que para mi es mas fácil hacer el vinculo (Fernando). Si bien el mismo entrevistado
comentó que esto parecía no afectarlo en el proceso del vínculo terapéutico, se tomó la
determinación de ponerlo en las características que podrían dificultar la terapia debido a que es
un tema que se ha estudiado en la literatura, donde efectivamente se establece que podría llegar
a ser una dificultad extra a la hora de establecer un vínculo con los/as niños/as que han sido
agredidos sexualmente.

5.3 Vivencia Emocional del Psicoterapeuta en la Terapia de A.S.I.

Esta cuarta categoría es la que corresponde al tercer y último objetivo específico planteado en
esta investigación, el cual hace referencia a las convergencias y divergencias vividas por los/as
psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual infantil. En ese sentido, esta categoría se
encuentra orientada hacia dos aspectos generales: el impacto emocional positivo y el impacto
emocional negativo del terapeuta:

5.4.1 Impacto emocional positivo del terapeuta.

Dentro de esta subcategoría, la mayoría de los terapeutas, en algún momento, se refirieron al


júbilo que sentían al tratar este tipo de casos, tal como se representa en estas viñetas: “Sí, a mí
me encanta, me gusta mucho, por eso me he mantenido un poco en esto. Imagínate si yo había
pensado dedicarme a algo absolutamente distinto.” (Pamela); “Es muy bonito este trabajo, es
muy bonito y que te paguen por ayudar a gente, no puede ser mejor aún. (Javier)”.

A su vez, esa gratificación que siente la mayoría de los terapeutas, se extiende hacia dos tipos
de satisfacción, siendo la primera, la satisfacción del terapeuta al mostrarle al/a niño/a maneras

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positivas de relacionarse con adultos, donde daban por hecho la ayuda que eso significaba tanto
para ellos como para el paciente, tal como representan estas viñetas: “por mucho que un proceso
terapéutico se caiga; que un niño haya tenido la posibilidad de tener UNA relación respetuosa,
cariñosa y adecuada con un adulto, le da la posibilidad de saber que eso existe” (Vanessa); ”y
lo que siempre nos decíamos (…) que tengan a alguien que al menos sí les creyó, que sí estuvo
dispuesto a escuchar (..) al menos se fueron con la experiencia de alguien que sí pudo escuchar
(…) que hayan tenido una experiencia diferente. Un adulto que no los transgredió (…) que
estuvo ahí. (Rodolfo)”; “lo que aspiramos nosotros (...) es a ver un modelo distinto de adulto,
a que el niño pueda ver que no todos los adultos te transgreden, no todos los adultos abusan de
tu confianza, no todos los adultos te ven como un objeto, aportas a que las relaciones sociales
interpersonales después cambien, que ya no piense que todos son iguales” (María). Y la
segunda, donde todos los entrevistados daban cuenta de su satisfacción con sus casos exitosos:
“Sí, sí, contento, es un trabajo con mucho amor, y me gusta mucho lo que amo, entonces cuando
uno se forma y se prepara lo trata de hacer lo mejor posible. (Javier)”; “yo me siento satisfecha
de la pega que hemos hecho tantos años, significa que el trabajo que hemos hecho ha tenido
efectos. Y yo creo que desde ahí es mi mayor logro. (María)”

5.4.2 Impacto emocional negativo del terapeuta.

Dentro de esta subcategoría, se lograron identificar una serie de emociones y sentimientos que
los mismos terapeutas referían sobre sus primeros casos, incluso sobre las consecuencias físicas
y psicológicas por las que han tenido que pasar al trabajar en la temática.

En un principio, ocho de los terapeutas hicieron hincapié en las primeras sensaciones


negativas que sintieron al trabajar en la temática, tal como representan las siguientes viñetas:
“Hay un desgaste emocional, psíquico, porque claro, no puedes ser indiferente de lo que ocurre
no más (Rodolfo)”; “Si, siempre está esta frustración más a nivel social de que la violencia sea
tan invisibilizada en todo aspecto y que dentro de las condiciones de poder los niños sean tan
vulnerables, entonces desde ahí es difícil a veces manejarlo (María)” “obviamente que hay
períodos de más tensión, hay casos que me quitan el sueño, hay cosas que me angustian
muchísimo, pero antes me hacía un poco la loca, como no escucho, no escucho (Emma)”.

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De la mano con lo anterior, algunos terapeutas hacían énfasis en lo que significaba para ellos
el tener que tratar este tipo de casos, donde intentaban ponerse desde una postura donde no les
afectaran las historias de estos/as niños/as, tal como se muestra en las siguientes viñetas: “fue
una experiencia fuerte al principio, pero no me había dado cuenta de lo fuerte que era, tendía
como a ponerlo afuera, era algo que le pasaba a los otros y trataba como de mostrarme más
“desafectado”, era un mecanismo de defensa súper burdo no más, para que no me dolieran
tanto estas historias.” (Rodolfo); “cuando estás tan cerca del dolor, un aspecto negativo puede
hacer que no te importa lo que te pasa. Casi esquizoidemente pareciera no afectarte” (María),
mientras que tres de los entrevistados se refiere a la frustración que provocaban el sentirse
involucrado en la terapia: “uno siempre se encuentra con la frustración de que uno hace un
trabajo reparatorio, trata de hacer la terapia, pero en verdad los agresores sexuales o los que
hacen maltrato están, más del 90% libres, entonces si uno se queda muy comprometido en lo
personal es mucho el costo” (Fernando).

Con respecto a las consecuencias negativas que han sufrido los terapeutas, éstas han sido de
una gran variedad, tanto a nivel físico como a nivel psicológico, llegando incluso hasta
problemas de adicción. Sin embargo, la mayoría de los terapeutas considera que estas
consecuencias son producto del síndrome de burnout y de las nulas y/o escasas estrategias de
autocuidado, aludiendo específicamente a que no existe una contención en el lugar de trabajo,
donde, por una parte, una de las terapeutas considera que, al no tener este espacio de vaciamiento
en su institución, tampoco puede comentarlo fuera de ésta, por lo que señala: “Porque yo pienso
que unos de los síntomas o de los más complejos del burnout es el vacío emocional, esto de que
vives y convives con tanto dolor que no puedes poner afuera en cualquier ambiente (María)”.
Algo parecido ocurre con otra terapeuta cuando expresa que los colegas con los que trabajaba
se veían envueltos en conflictos, por lo que tampoco existía este grato ambiente laboral, lo que
terminaba en un desgaste emocional con consecuencias que se presentaban directamente en su
cuerpo: “me empecé a sentir rara, y terminé con un cuadro estrés, y ahí vi como la relación
como mi cuerpo se había anquilosado (…) en el primer programa que trabajé (…) terminaron
todos peleados. Y yo subí 20 kilos, (…) ahí se evidenció en mi cuerpo el burnout, cansancio.”
(Catalina). De manera similar, otra psicoterapeuta comenta: “he subido de peso y por ansiedad

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digamos, porque en el fondo me ha generado insomnio, me ha generado malestares físicos, me
ha dado lumbago, me ha dado colon (…)” (Emma).

Sumado a lo anterior, otro de los terapeutas que menciona: “He visto a terapeutas con
grados de alcoholismo importantes por el burnout, y que terminan con licencias médicas (…)
también las personas más comprometidas en el trabajo (…) tienen una mayor probabilidad de
mantener burnout” (Javier). En ese sentido y a diferencia de lo que comentan los terapeutas
anteriormente mencionados, Javier menciona, además de que el alcohol es consecuencia del
burnout, también lo menciona como una vía de escape (dañina) que tienen algunos terapeutas.

Con respecto a lo anterior, una de las terapeutas también considera, de cierta forma, que aquel
profesional que se encuentre comprometido en exceso con su trabajo, podría llegar a tener
repercusiones que, en el caso de Emma, se explican como una homologación de las relaciones
conflictivas entre los colegas, lo cual también es considerado como traumatización vicaria,
ejemplificándolo de la siguiente manera: “dicen que (…) los equipos que trabajan en abuso,
abusan entre ellos (…) yo trabajé mucho tiempo en jardines infantiles y llega un momento en
que tú ves que son todos súper infantiles (…) entonces uno se empieza a empapar en exceso de
su trabajo (…) (Emma)”.

Sin embargo, si bien los terapeutas mencionados anteriormente manifiestan que el burnout
es una de las consecuencias directas del trabajo en la temática, dos terapeutas consideran que
esto no es producto de trabajar en casos de agresión sexual infantil, sino más bien, los terapeutas
señalan que tiene que ver con la poca/deficiente validación profesional, las condiciones
laborales, las limitaciones institucionales en cuanto a la innovación, y las dificultades para
perfeccionarse en la temática. Al respecto, comentan los siguiente: “ El burnout no tiene que
ver con el trabajo en sí, sino que tiene que ver (…) con el desgaste ya de la relación (…) porque
no validan o porque no nos dan permisos para hacer tal tipo de actividad, o no nos prestan
lucas para la formación profesional (Pamela)”; “ (...) En el mediano y largo plazo que un
trabajador contratado, mal desempeño laboral, estrés laboral (...) licencia psiquiátrica
laborales, estoy hablando de depresión, estrés y otros fenómenos, mucha rotación (...)
(Fernando)”.

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Por otra parte, una de las terapeutas entrevistadas, además de estar de acuerdo en que la
temática es causa directa del burnout, también considera que éste ocurre debido a la nulidad de
estrategias de cuidado de equipo, tal como se expresa en la siguiente viñeta: “los equipos se
queman básicamente porque es muy duro el tema, pero, además, porque tienen malas
estrategias de autocuidado de equipo” (Vanessa). Es así pues, como otra de las terapeutas hace
referencia a la escasez de espacios para la descarga emocional, que se relaciona directamente
con la psicoterapeuta anterior: “esto de estarte guardando, compartirlo en muy pocos espacios,
que son crudos, realidades crudas, que son gente chiquitita que están sufriendo tanto, hacen
que se produzca este síntoma, que es como este vacío emocional, que te afecta y que necesitas
depositar en un espacio, donde tenga comprensión, más que genere más estrés” (María).

Finalmente, dentro de las consecuencias psicológicas de trabajar en la temática, 5 de los


terapeutas hicieron hincapié en que éstas fueron directamente de trabajar en temáticas de ASI
(no por consecuencias del burnout), manifestando cambios en sus propias actitudes y
percepciones frente a distintas situaciones, comentando que actualmente son más hiperalertas,
asustadizas, desconfiazas e incluso comparándolo con la paranoia. Al respecto, algunas viñetas
son: “Yo soy media sobre alerta, tengo dos niños, un niño y una niña, y los pobres desde que
nacieron que les pido permiso para ponerles la ropa, para hacerles cariño, decirles nadie te
puede tocar, (...) en términos coloquiales más psicosiada, onda cualquier cosa que pasara me
asustaba" (Emma), "yo lo que más he notado del impacto de trabajar en este tema es un poco
la posición de paranoia que uno se posiciona para algunas cosas (…) entonces frente a eso yo
creo que la desconfianza es como un efecto como negativo bien potente (...) eso es parte un
poco del daño que genera esto, del impacto” (Ana), “yo creo que ha influido (...) probablemente
uno es mucho más paranoide, más hiperalerta que el resto del mundo" (Vanessa).

5.4 Factores que influencian la Terapia en ASI

Esta cuarta categoría es la primera de las tres que son consideradas como emergentes, debido a
que no estaban contempladas en los objetivos de esta investigación. En ese sentido, ésta hace
alusión a todos aquellos factores (excluyendo al psicoterapeuta) que se encuentran en el contexto
de la psicoterapia y que pueden influenciarla, ya sea positiva o negativamente. Al respecto, esta
categoría ha sido añadida debido a que estos factores, de una u otra forma, han contribuido en
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las vivencias personales de los terapeutas, por lo que, según lo arrojado en los resultados, son
elementos importantes de este proceso, así como su propia forma de contemplar las situaciones.
En ese sentido, fue posible subdividir esta categoría en 9 subcategorías:

5.4.1 Factores de la víctima que facilitan la psicoterapia.

En esta subcategoría, tal como lo indica su nombre, fue construida exclusivamente en relación
al rol protagónico del niño/a víctima de agresión sexual. En relación a esto, este concepto toma
fuerza según es el paciente quien, con ayuda del terapeuta y de su familia -principalmente-, logra
empoderar su proceso de superación. Esta temática se ve reforzada por las siguientes viñetas:
“Sí, fue exitoso (…) para ella mucho rato fue un esfuerzo también, venir a la terapia, estar en
la terapia, venir por los motivos por los cuales llegó, pero siguió viniendo igual (Pamela)”,
“hay muchos factores que influyen, el terapeuta es uno de ellos, pero también en el fondo como
terapeuta no es que haces las cosas, son ellos y uno va como acompañando o ayudando en ese
proceso (….) y muchas veces resultan exitosos (Emma)”.

5.4.2 Factores de la víctima que dificultan la psicoterapia.

Así como existen factores de la víctima que facilitan la terapia, también, según los entrevistados,
existen factores de ellos que la dificultan. En ese sentido y según dos psicoterapeutas, dentro de
esta subcategoría se encuentra el silencio del niño en la terapia como un obstáculo, debido a
que, como indican estas terapeutas, dificulta la terapia: “el mayor obstáculo ahí se presenta
cuando uno lo que espera es que ellos hablen y no lo hacen” (Vanessa); y “uy pero es hay un
montón de casos, recuerdo una chica que nunca hablo, entonces el trabajo fue super difícil
porque fue en silencio, 2 años y medio” (Catalina). Cabe destacar que, si bien esto es
considerado como un obstáculo, según las entrevistadas, una vez que se comprende el porqué
del silencio, es cuando se puede comenzar a trabajar desde otras temáticas.

Otro factor relacionado a la víctima hace referencia a las características psicológicas de ésta,
tal como se muestra en las siguientes viñetas: “En ese caso en particular, fue que había un daño
emocional tremendo y empezó a emerger sintomatología muy grave, episodios disociativos,
ideación suicida, hartos cortes, habían algunos fenómenos alucinatorios también, entonces

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evidentemente que complejizaban un poco más el trabajo que pudiéramos hacer con ella”
(Rodolfo); “mi paciente estaba muy dañado, y tenía cosas bien perversas también él. Había
agredido a una niña ya, había una identificación con el agresor importante, era un niño muy
frágil (…) que mi paciente había agredido a su sobrina, si, a una guagua” (Javier).

5.4.3 Factores familiares que facilitan la psicoterapia.

Esta subcategoría hace referencia a la importancia que tiene la familia de la víctima en el proceso
de su superación del/a niño/a, y cómo el terapeuta puede potenciar estas redes y lograr que el/la
niño/a se sienta seguro/a con su familia, tal como lo demuestran las siguientes viñetas: “uno
tiene que poder potenciar las redes familiares (Vanessa)”; “Mis casos exitosos, yo creo que se
dan (…) cuando logras armar un contexto donde los niños se sienten seguros, se sienten
tranquilos, se habilita un espacio para que puedan ir superando las experiencias de
vulneración. (Rodolfo)”;” Una relación terapéutica entre el padre y el terapeuta, entre el
terapeuta y el niño, condiciones familiares que en el fondo permitan que el niño pueda venir a
terapia, es un mix, es una mezcla de cosas (Ana)”. Ligado a esto se encuentra la importancia
que le otorgan los terapeutas al trabajo y a la psicoeducación dirigida hacia los padres de las
víctimas, así como también la comprensión de la agresión en el entorno familiar, tal como
muestran las siguientes viñetas: “aprender a mirar las historias que hay detrás y cómo, más
que terminar culpabilizando(...) poder construir con ella y que vea lo que ocurrió, y que él
pueda acompañar a su hijo, nieto o lo que sea en eso, y darle herramientas” (Vanessa); “No
puedo intervenir con un niño si la familia no apoya (…) de alguna forma yo me tengo que aliar
con esta familia, para poder juntos apoyar (…) poder entender desde dónde ellos funcionan,
cómo funcionan (…)” (Catalina); “Desde el enfoque que yo trabajo es súper común que te
encuentres con abusos que han traspasado generaciones (..) entonces cuando tú empezai a
abordar eso para que corte ahí y no siga para abajo (…)” (Emma).

5.4.4 Factores familiares que dificultan la psicoterapia.

En esta subcategoría, todos los terapeutas hacen referencia hacia el otro extremo de la
participación de la familia en la recuperación del/a niño/a, en donde, más que ayudarla, terminan

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complejizándola, tal como se evidencia en las siguientes viñetas: “A los papás se les olvida la
sesión de la niña y uno llama “Sí, sí voy a ir”, después no llegan. De nuevo uno vuelve a llamar
y así, y dejan de ir (Pamela)”; “la dificultad que hubo para que ella tuviera el apoyo que
necesitaba, y tuviera, de nuevo, un entorno que permitiera que ese tipo de cosas no ocurrieran.
(Rodolfo)”; “las terapias a veces que finalizan abruptamente no depende de mí, 99,9% de los
casos dependen de la red, dependen de lo que el adulto responsable este consciente que el niño
necesita (María)”. En ese sentido, la mayoría de los terapeutas considera este tipo de acciones
como una falta de compromiso con el niño, lo cual afirmar especialmente cuando los padres no
dan credibilidad al abuso, tal como se presenta en la siguiente viñeta: “la mamá no daba
credibilidad y hacía que el agresor estuviera en la casa (Rodolfo)” y “si hay padres que no
prestan credibilidad al niño entonces, muchas veces más bien las resistencias vienen de los
padres, no tanto de los niños. (Javier)”

5.4.5 Factores judiciales que facilitan la psicoterapia.

Dentro de esta subcategoría, hubo una entrevistada que hacían referencia a la resolución del
juicio propiamente tal, y cómo este podía afectar positivamente en la motivación de la víctima,
así como de su familia:”Se llegó a un juicio abreviado, eso quiere decir de que a la persona a
la que se le imputo el delito reconoció el hecho (…)los papás en verdad quedaron también súper
satisfechos (Pamela)”. Esto es considerado importante en cuanto a la vivencia personal del
terapeuta puesto que, la disposición con la que el/la niño/a llegue a terapia va a ser distinta según
sea el fallo del juicio.

5.4.6. Factores judiciales que dificultan la psicoterapia.

En el caso de esta subcategoría, dos de los participantes tienen una percepción de injusticia en
el sistema judicial chileno, tal como expresan en la siguiente viñeta: “la rabia estaba puesto en
lo judicial, lo injusto, y se empezaba a crear como esta desesperanza aprendida, que no importa
lo que nosotros hagamos, que nos esforcemos, que trabajemos con los niños, con la familia; el
sistema siempre está por sobre nosotros (Rodolfo)”; “las dificultades tienen que ver con el
sistema judicial (…) en el fondo te dicen “está claro que la niña fue víctima de abuso, no hay

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ninguna duda, presenta un gran daño, pero no es posible decir que fue ese señor”, entonces el
tipo queda libre, y es el papá, y entonces la niña queda desamparada total (…) (Emma)”.

5.4.7 Factores institucionales que dificultan la psicoterapia.

Con respecto a esta sub categoría, dos de los terapeutas consideraron como “malas” las
condiciones laborales en la cual se deben desempeñar, tal como se ve en la siguiente viñeta: “el
modelo de trabajo es elicitar los programas del estado o los que son del estado pasarlos a
privado y eso se presta a un montón de vulneraciones laborales, como flexibilidad laboral,
desigualdad en el trato entre trabajadores, malas remuneraciones, malos incentivos, malas
capacitaciones (…) (Fernando)”; “esta es una pega bien desgraciada (…);son mal pagadas,
no te financian estudios, no sé, yo creo que los malos tratos, que te ningunean. (…) el lugar es
como feo, precario, que no le destinan lucas. Políticamente tampoco se le estima muchas lucas
a esto.” (Pamela).
Finalmente, uno de los participantes refirió como obstaculizador a la constante rotación de
personal que ocurre en este tipo de instituciones, como se ve en la siguiente viñeta: “Mucha
rotación, es muy raro un programa del SENAME donde los profesionales duren más de un año”
(Fernando).

5.4.8 Factores educacionales que dificultan la psicoterapia.

En este caso, hubo un participante que se refería a los colegios y a la ignorancia frente a las
consecuencias de la agresión sexual, indicando: “Incluso los mismos colegios que tienen
matriculados a los niños que han sido víctimas, por ejemplo, en algunas situaciones tampoco
entienden, empiezan a bajar las notas o tienen algún otro problema y le empiezan a echar la
culpa altiro a un montón de factores sin incluir el tema del maltrato y el abuso como factores
importantes (Fernando)”. Es, así pues, como este factor se considera como obstaculizador en
tanto los colegios no sepan reconocer o tener una adecuada política para tratar este tipo de casos.

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5.4.9 Factores socioeconómicos que dificultan la psicoterapia.

Finalmente, en el caso de esta subcategoría, hubo un participante que mencionó un tema


referente al nivel socioeconómico que tendrían las víctimas, la cual se considera como un
obstáculo en cuanto, según el estatus de la familia, el niño/a no puede recibir una atención
integrada, tal como indica la siguiente viñeta “en agresiones sexuales, los niños más
desprotegidos, son los niños ABC1, no son los niños pobres, los niños pobres si el colegio sabe
que el niño está siendo agredido, van y se meten a la casa una trabajadora social, porque son
pobres, ninguna trabajadora social, ninguno van a hacer denuncia a la Dehesa, porque si no
te llega la contrademanda de esas familias y de esos padres con plata, entonces, a que me
refiero con esto, me refiero al hecho de que, el abuso sexual infantil ocurre en todas las familias,
y eso también implica para la familia de uno po’ ¿Porque no? Si esas cosas ocurren (Javier).

5.5 Consideraciones de los/as Psicoterapeutas en la Terapia de A.S.I.

Esta quinta categoría es la segunda de las tres que son consideradas como emergentes, debido a
que no estaban contempladas en los objetivos de esta investigación. En ese sentido, ésta hace
alusión a todos los aprendizajes y significados que han podido ir construyendo los terapeutas al
trabajar en la temática. Al respecto, esta categoría ha sido añadida debido a las distintas
consideraciones que tiene los psicoterapetas en la terapia, estan directamente relacionadas con
sus factores personales, por lo que, lo que consideren importante también contribuirá a sus
vivencias personales.

En este caso, fue posible subdividir esta categoría en cuatro subcategorías:

5.5.1 Aprendizajes del psicoterapeuta al trabajar en la temática.

Dentro de esta subcategoría, una de las temáticas abordadas al menos por un tercio de los
participantes, hacen alusión al ajuste de expectativas frente a los casos de agresión sexual
infantil, y es que justamente, son ellas quienes establecen que entraron a la temática teniendo
altas expectativas en los resultados, pero que con el tiempo, debieron ajustarlas, tal como se
evidencia en las siguientes viñetas: “yo he aprendido a ajustar mis expectativas también (…)

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yo creo que uno entra a trabajar en esto esperando grandes logros (…) como que uno parte
esperando fuegos artificiales (…) esa cuestión yo lo he visto muy poquitas veces” (Vanessa);
“los terapeutas trabajan más en función de lo que ellos esperan que pase, a lo que de verdad
debería pasar, y por eso uno siempre espera más, más cambios (…) (Catalina)”; “Los casos
que desertan son la mayoría (…) cuando uno es joven tiene expectativas súper idealizadas y
cuando uno entra a trabajar se da cuenta de que esa idealización y esa hiper energía que uno
tiene cuando empieza a trabajar, tiene que aprender a dosificarla.” (Pamela).

Por otra parte, y a diferencia de las vivencias emocionales negativas, hay una terapeuta que
comenta que, al trabajar en la temática se ha vuelto más sobre alerta con su hija, algo que
atribuye como una aprendizaje personal: " mi hija (...) tiene claro que nadie puede hacer eso
sin pedirle permiso, entonces tienen que decirle, ¿te puedo hacer cariño?, entonces yo creo que
en ese tipo de cosas claro que ha influido, así como de estar sobre alerta, pero también he ido
aprendiendo que no por eso no los voy a dejar andar solos, que tengo que enseñarles en el
fondo" (Ana).

Otro de los aprendizajes que señala uno de los entrevistados, hace referencia a cómo sus
pacientes le han enseñado cosas y como él las considera como aprendizajes significativos, tal
como se señala en la siguiente viñeta: “En la medida que fui trabajando con más niños, fui
aprendiendo de ellos y ellos me fueron enseñando, me fueron enseñando a reencontrarme con
mi infancia, a reencontrarme con el juego, reencontrarme con la espontaneidad, a
reencontrarme con dejar la mente, con la intelectualidad y la racionalidad al lado y poder
disfrutar de jugar y de la espontaneidad” (Javier).

Finalmente, tres de los terapeutas consideran que uno de los aprendizajes más valiosos que
han tenido al trabajar en la temática, es la de saber que el terapeuta no es un “súper héroe”, y
que tiene límites como cualquier ser humano, tal como lo evidencias en las siguientes viñetas:
“otro aprendizaje que he tenido en estos años, es que esta pega es sin capa y es en equipo, o
sea, yo no estoy salvando niños, yo estoy haciendo mi pega, no soy un súper superhéroe
(Catalina)”; “¿Aprendizajes? aprender que uno no es superhéroe, que a veces tienes muchos
límites (Rodolfo)” ; “Y también como te decía, si alguien quiere trabajar en esto, diría que dos

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cosas más; uno, sin capa de súper héroe, acá no vamos a salvar a nadie, vamos a acompañar
el proceso.” (Vanessa).

5.5.2 Terapia de resignificación vs terapia de reparación.

Esta subcategoría está orientada directamente al significado que le otorgan los terapeutas al
utilizar las palabras “resignificación” y “reparación”, siendo complementario al análisis en tanto
tienen una visión concreta del tipo de terapia que realizan, lo que podría influir en sus vivencias
personales.

Al respecto, dos de los terapeutas se refieren expresamente a su significado: “pero yo no


hablo mucho de terapia de reparación, sino que a mí me gusta llamarle terapia de
resignificación, lo encuentro como más bonito porque no es reparar algo roto, es resignificarlo.
(Pamela)”; “Soy más de la idea de poder construir un nuevo significado, poder escribir la
historia de uno de otra manera, los problemas que nos afectan, las situaciones de violencia,
traumáticas de otra manera, que sean menos dolorosas y eso puede tener efectos de cambio
(Rodolfo)”.

5.5.3 Vínculo terapéutico.

En relación a esta subcategoría, la percepción de los terapeutas está puesta directamente en la


consideración del vínculo terapéutico como una de las mayores estrategias de cambio y
superación que puede tener la víctima. En ese sentido, la mayoría de los terapeutas refieren la
importancia de este vínculo, tal como se representan en las siguientes viñetas: “uno de los
principales elementos que ayuda al tratamiento es la generación de un vínculo con el terapeuta,
obvio (…) (Emma)”; “el vínculo es fundamental a la hora del proceso terapéutico, como lo que
más repara, sana, cura, hace que uno se supere, corrige patrones, es el vínculo (Catalina)”.
Sin embargo, uno de los entrevistados pone en duda que el vínculo sea el último agente de
cambio, tal como se evidencia en la siguiente viñeta: “Yo creo que…el vínculo es (…) para que
se puedan abrir más fácilmente… pero no lo sé, hay personas que hacen vínculos, pero no sé si
siempre sea el último de agente de cambio (Rodolfo) “.

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5.5.4 Superación en agresión sexual infantil.

En esta subcategoría, la mayoría de los terapeutas refieren que un/a niño/a víctima de agresión
sexual infantil no podrá olvidar lo sucedido, pero sí podrá superar el trauma y no quedarse
estancados en éste, tal como refieren las siguientes viñetas: “el abuso sexual es algo que uno
nunca olvida (…) va a quedar una cicatriz, y la idea es que cuando esa cicatriz se vuelva a ver,
duela, pero se pueda seguir adelante (Pamela)”; “la superación además implica poder sentir
que esto ya no es el eje de mi vida entonces la terapia en eso es súper aportador, porque cuando
ya deja de ser el eje de la vida, yo puedo seguir viviendo, entonces las agresiones sexuales si se
superan (…) (Catalina)”; “En el fondo la veo como dar un significado a la situación,
pensándolo como una experiencia compleja, pero como una experiencia más en la vida, o sea,
que la experiencia no los determina ,y si soy una fiel creedora de que eso es posible, porque o
si no, no estaría trabajando en esto(…)” (Ana).

Al respecto, una de las terapeutas refiere en que la creencia en la superación de los/as niños/as
del evento traumática es fundamental para trabajar en la temática, tal como lo expresa en la
siguiente viñeta: “Por supuesto, si no creyera en la reparación, si no creyera en que este no
pueda ser modificado de alguna forma, no podrías trabajar en esto si no lo crees, es parte de
tu plataforma ideológica (María)”.

Sumado a lo anterior, una de las terapeutas puntualizó en que según las características del/a
niño/a es cómo va a procesar el trauma, pero que finalmente lo superaran de todos modos, tal
como indica la siguiente viñeta: “lo que pasa es que no todos somos iguales, pero claramente
se superan los eventos post traumáticos (…) justamente para que tu superes un evento
traumático no te puedes olvidar del evento traumático, tení que entender lo que pasó,
procesarlo y re significarlo (…).” (Emma). Por el lado contrario, uno de los psicoterapeutas
posee una visión contraria a los demás terapeutas frente a la superación, indicando que ésta
puede ser parcial y dependería del grado traumático de cada caso, tal como manifiesta en la
siguiente viñeta: “yo creo que alguno de ellos lo superarán en parte … en distintos grados (…)
yo creo que, quizá varios de ellos pudieron superar y resignificar esta experiencia, y otros no
tanto (Rodolfo)”.

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5.5.5 Implicancia del trabajo terapéutico con niños/as que han sido víctimas de agresión sexual
infantil.

Finalmente, uno de los entrevistados refirió a lo que significaba trabajar en la temática de


agresión sexual infantil, y lo negativo que puede implicar, tal como se evidencia en la siguiente
viñeta: “Trabajar en la clínica de la violencia te violenta inevitablemente, porque uno es testigo
de la violencia vivida y el dolor vivido y del daño asociado, y esos pacientes dañados
inevitablemente te agreden, es parte de la clínica, es parte del trabajo en esto, y uno tiene que
sobrevivir a esa agresión, para poder restituir el daño” (Javier).

5.6 Distinciones Evolutivas en la Terapia de A.S.I.

Finalmente, la sexta categoría que corresponde a la última de las tres categorías que son
consideradas como emergentes. En ese sentido, las subcategorías que conforman este último
resultado emergente, son las distinciones evolutivas en la terapia con adolescentes, con adultos
y con niños/as en situación de discapacidad.

Antes de comenzar con la descripción de resultados, es menester indicar que, si bien es cierto
que al principio de esta investigación este tipo de casos habían sido excluidos, fueron los mismos
terapeutas quienes lo mencionaron, puesto que, cuando realizaron sus comentarios, éstos iban
orientados a la comparación que tenía el proceso terapéutico, ya sea en algunos casos con
adolescentes, en otros con adultos y finalmente con niños con discapacidad. A partir de esto, y
teniendo en cuenta el enfoque constructivista por el que se guía este estudio, es importante
conocer estas aristas, puesto que las vivencias personales también son distintas.

5.6.1 Distinciones evolutivas en la terapia con adolescentes.



Dentro de esta subcategoría, dos de los terapeutas hicieron mención en que la terapia con
adolescentes es distinta a la tratada con niños/as, pues, según refieren, se debe llevar con una
mayor cautela, además de que el impacto tiende a ser mayor: “Entonces el impacto del abuso
es mucho mayor, o son adolescentes que vivieron un abuso sexual más de episodio único, que
no develaron, entonces igual todo ese periodo de silenciamiento genera un impacto en la
estructura muy potente (Vanessa)”; “y con los adolescentes también hay que tener harto ojo,
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porque (…) digamos con síntomas bien graves que llevan arrastrando el tema del abuso año
tras año (Pamela)”.

5.6.2 Distinciones evolutivas en la terapia con adultos.

En el caso de esta subcategoría, dos de los terapeutas hicieron énfasis en la distinción que existe
en el trabajo con adultos: “De hecho es una razón por la que me gusta más hablar con niños
que con los adultos, porque los adultos están como más encapsulados, ya tení como que entrar
a picar más fuerte y con los niños no (…)” (Emma);”(...) En un niño la permeabilidad, la
posibilidad de plasticidad, es tan grande que hay una gran posibilidad de que supere el evento
traumático.” por lo que, en estos casos, el trabajo y el avance en la terapia tiene mayores
probabilidades de éxito, debido a esta permeabilidad y capacidad presente en los niños/as,
haciendo una importante distinción en el trabajo con adultos.

5.6.3 Distinciones evolutivas en la terapia con niños/as en situación de discapacidad.

Finalmente, la última subcategoría de este estudio refiere a las complejidades que puede ser el
trabajo con niños/as en situación de discapacidad, en donde dos de los terapeutas refiere haber
trabajado en algún momento. En ese sentido, la mayor complicación que existía estaba en el
ámbito de la comunicación, tanto de los niños/as como del terapeuta, tal como se evidencia en
las siguientes viñetas: “niños con discapacidad (…) estaba la dificultad de los niños de poder
significar de alguna manera esto y significarlo de una manera que lo puedan comunicar.
(Rodolfo)”; “Otros casos se podrían obstaculizar por problemas en los canales de
comunicación, en los niños con discapacidad o con algún tipo de discapacidad, donde el
problema no era ellos, el problema era mío” (Rodolfo).

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6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN

A lo largo del desarrollo de esta investigación, y ya en la instancia final, es interesante pensar


en la cantidad de información que puede entregar un grupo que, aparentemente, lo único que
tienen en común es la profesión y/u orientación temática; porque sí, hay temas que se asemejan,
que pueden parecerse en ciertos aspectos, pero la riqueza que existe en la diversidad e
individualidad de cada psicoterapeuta es lo que, finalmente, nutre esta investigación.

Es así pues, como los hallazgos de esta investigación no solo permiten dar respuesta a la
pregunta que inició este estudio y a sus objetivos, sino que también, permite, en gran medida,
dar pie a nuevas investigaciones. De esta manera, ha sido posible comprender las vivencias
personales de los/as psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual en víctimas Infanto
juveniles, a través de la información entregada por los/as psicólogos/as participantes. Para dar
cuenta de esto, los resultados serán discutidos y relacionados con los referentes teóricos
expuestos a lo largo de esta investigación.

Las conclusiones de esta investigación se encuentran organizadas en base a los objetivos


específicos, es decir: 1) explorar las estrategias de autocuidado que realizan los/as
psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual en víctimas infantiles; 2) Identificar factores
personales de los/as psicoterapeutas que puedan influir el proceso de la psicoterapia con niños/as
que han sido víctimas de agresiones sexuales; 3) describir convergencias y divergencias en
relación a las vivencias personales de los/as psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual
en víctimas infantiles. Mientras que los resultados emergentes se apreciaran posterior a la
presentación de los objetivos.

Finalmente, se plantean las contribuciones, limitaciones y proyecciones de la investigación.

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6.1 Explorar las Estrategias de Autocuidado que Realizan los/las Psicoterapeutas que
Tratan Casos de Agresión Sexual en Víctimas Infantiles

Partiendo de la premisa en la que cada terapeuta tiene su propia manera de enfrentar las
situaciones, no deja de llamar la atención el cómo algunas estrategias se generalizan e incluso
llegan a ser consideradas como básicas y esenciales a la hora de inmiscuirse en el mundo de la
psicoterapia orientada a niños/as víctimas de agresión sexual. En ese sentido, es importante
recordar que la categoría utilizada para dar respuesta a este objetivo, es justamente, la “visión
de cuidado personal y de equipo por parte de los terapeutas que trabajan en la temática de
agresiones sexuales infantiles”.

Antes de explorar las estrategias utilizadas por los entrevistados, en una primera instancia y
según la literatura, el autocuidado es definido como una forma de responsabilizarse de sí
mismos, con el concepto general de que, al estar “sanos” y con los “temas personales resueltos”,
el terapeuta podrá ser un mayor aporte en la psicoterapia (CAVAS, 2011; López, 2007; Arón y
Llanos, 2004). En ese sentido, la mayoría de los terapeutas orientaron sus respuestas hacia esa
definición, sin embargo, Rodolfo realiza una analogía entre las estrategias de autocuidado y ‘el
tomar una pastilla para el resfriado0, aludiendo que no cree que al aplicar el autocuidado, el
terapeuta se sentirá mejor, porque hay temáticas que no pueden evitarse y que cuando llegan,
hay que vivirlas. En ese sentido, el aporte que realiza Rodolfo pone en duda si la
conceptualización que se tiene sobre las estrategias de autocuidado hace referencia a aplicarlas
en situaciones específicas para evitar que éstas lo afecten negativamente, o si más bien, son
parte de un proceso sanador y potenciador en el desarrollo del terapeuta. Como se verá más
adelante, es posible que, según la estrategia de autocuidado que se utilice, podría servir en una
u otra situación, o incluso ambas.

Con respecto al autocuidado, los terapeutas entrevistados concordaron en que existían tres
estrategias básicas; la terapia individual, la supervisión clínica y la autoexploración constante.
Con respecto a la primera, según la literatura, los terapeutas deben someterse a un proceso de
psicoterapia individual en el cual puedan focalizarse en el problema que detecten (López, 2007),
algo que los terapeutas describen como un acto de responsabilidad consigo mismos, donde, si

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analizan, se darán cuenta de que es un tema complejo que necesita psicoterapia. Con respecto a
la segunda estrategia, los entrevistados mencionan que es importante tener un supervisor
externo, pues esto les permite evaluar una situación y actuar de forma adecuada. En ese sentido,
también existe una concordancia con la literatura (Águila, 2015; CAVAS, 2015; Szmulewicz,
2013; Colegio de Psicólogos de Chile, 1999). Finalmente, en relación a la autoexploración
constante, algunos terapeutas se refieren a éste literalmente, mientras que otros daban a conocer
su proceso de autoexploración y cómo esto los ayudó a enfrentar las situaciones, e incluso, en
algunos casos, de decidir comenzar un proceso de psicoterapia individual. Al respecto y según
la literatura (CAVAS, 2011; López, 2007; Águila, 2015), los pasos a seguir son el
reconocimiento y la toma de consciencia, con la intención de evitar incurrir en normalizar o
invisibilizar las situaciones. En ese sentido, algunos de los terapeutas, además de lo mencionado
anteriormente, reconocen que al comenzar a trabajar en la temática tendían a bloquear sus
emociones, con la intención de mostrarse desafectados, sin que nada les importara.

Continuando con las estrategias utilizadas por los/as psicoterapeutas, algunos de ellos
mencionaron que, en cuanto se sentían sobrecargados por la temática, decidían distanciarse de
ésta, ya sea tomando casos de otra índole, o no hablar de ella fuera de su trabajo. Al respecto,
existe una congruencia con la literatura en tanto se afirma que una estrategia sana es la de generar
tiempos de descansos adecuados entre las sesiones y los casos, para evitar el agotamiento mental
(López, 2007).

Por otra parte, de manera más individual, los terapeutas hicieron referencia a terapias
alternativas, las que son entendidas como las que no forman parte del discurso común entre los
terapeutas y que ellos se refieren a éstas como estrategias personales que no son básicas en el
autocuidado, pero que a ellos les funciona. En ese sentido y según López (2007), algunas de
estas estrategias son: tener tiempo y espacio para el juego y la recreación y desarrollar actividad
física. Al respecto, las estrategias utilizadas por los terapeutas hacen referencia a dormir las
horas correspondientes, alimentarse a las horas adecuadas, hacer ejercicio y terapias como
arteterapia y biodanza.

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Ahora bien, con respecto a las estrategias de cuidado de equipo, los terapeutas hacen hincapié
en la importancia de mantener buenas relaciones entre sus colegas y de escuchar y contener al
otro como equipo. Sin embargo, algunos terapeutas también comentan que, en general, en los
centros en los cuales trabajaron no tienen políticas de cuidado de equipo, por lo que debieron
adaptarse desarrollando estrategias propias de autocuidado. En ese sentido, si bien existe una
congruencia con la literatura (en la función de cuidado de equipo), también se aprecia la
diferencia entre lo que debería ser y lo que sucede en realidad. Esto, debido a que la literatura
establece que los establecimientos que cuentan con equipos que trabajen en esta área de la
psicología, deben fomentar las estrategias de autocuidado y llevar a cabo programas preventivos
(por el síndrome de burnout) (CAVAS, 2011; López, 2007; Águila, 2015).

Al comparar las estrategias utilizadas por los terapeutas y lo averiguado en la literatura, cabe
destacar que, como se estableció en un principio, los terapeutas son conscientes de cuáles son
las estrategias básicas que se deben utilizar, no solo para el trabajo en la temática, sino que
también en la clínica en general, considerando, además, que los/as terapeutas aplican en sí
mismos estas estrategias.

Por otra parte, además de estas estrategias genéricas, resulta interesante cómo la
particularidad del terapeuta influye en su decisión por ejercer un tipo de estrategia en específico,
pero ¿qué clase de particularidad influye en su decisión? Según lo dicho por los distintos
entrevistados, la respuesta podría estar relacionada con el sentido que le asigna a la agresión
sexual y la relación que tiene ésta con el cuerpo. Con respecto a esto y a modo de ejemplo, una
de las estrategias que utiliza una de las entrevistadas es la biodanza, debido a que, según refiere
al trabajo que se hace con el cuerpo, mencionando además, de que la agresión sexual se produce
a través de la extralimitación del cuerpo, concluyendo finalmente en que esto también afecta a
la corporalidad de los profesionales que trabajan en la temática. En ese sentido, lo anterior podría
formar parte del porqué la mayoría de los terapeutas entrevistados, además de realizar el
autocuidado básico, tienen estrategias particulares enfocadas en hábitos saludables, tales como
la realización de actividad física, tomar vitaminas y alimentarse adecuadamente.

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Tanto el autocuidado como el cuidado de equipo se correlacionan entre sí pues, si bien el
psicoterapeuta puede utilizar estrategias personales para sobrellevar el proceso terapéutico con
los/as niños/as agredidos sexualmente, requiere, necesariamente, de un ambiente grato de
trabajo. En ese sentido y como se verá más adelante, los propios terapeutas refieren como las
malas condiciones de trabajo y la inexistencia de cuidado de equipo puede llevar a padecer del
síndrome de burnout, el cual trae como consecuencias un desgaste emocional severo en el
terapeuta, por lo que podría perjudicar y/o estancar el proceso terapéutico.

Ahora bien, debido a los resultados arrojados, los psicoterapeutas que realizan estrategias de
autocuidado alternativas y que generalmente van ligadas a la salud física y mental, y el
entendimiento del cuerpo, tienen a tener una mayor cantidad de vivencias personales positivas
que aquellos que solo realizan las estrategias que ellos mismos describían como comunes
(psicoterapia individual, supervisión clínica y autoexploración). Al respecto, es posible señalar
la importancia de tener una estrategia de autocuidado propia y que se acomode a las necesidades
y características personales del psicoterapeuta, con la intención de que, al realizar el
autocuidado, éste sea más por interés propio que solo por cumplir con lo necesario para ser
psicoterapeuta, teniendo estrategias básicas y generales. Sin embargo, lo anteriormente
establecido tampoco niega que a otros terapeutas efectivamente les acomode este tipo de
estrategias, por lo que estos resultados hacen alusión únicamente a los participantes.

6.2 Identificar Factores Personales de los/las Psicoterapeutas que puedan Influir el


Proceso de la Psicoterapia con Niños/as que han sido Víctimas de Agresiones Sexuales

En respuesta a este segundo objetivo, se ha utilizado justamente, la categoría de “factores


personales de los/las psicoterapeutas que puedan influir en la psicoterapia”. Al respecto, en la
literatura, los estudios apuntan a que la personalidad del terapeuta influirá en la psicoterapia, del
mismo modo que se establece que es imposible desligarse de ésta, por lo que, a razón de
beneficiar la terapia, los terapeutas deben tener conciencia de cómo estas características propias
influyen en la psicoterapia, tanto positiva como negativamente (CAVAS, 2011; López, 2007).

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Al respecto, como bien se mencionó anteriormente, existe la afirmación de que el terapeuta
no puede separar su personalidad al momento de realizar la terapia, sin embargo, de lo que no
se tiene sustento teórico es cómo estas características pueden influir en los casos de agresión
sexual infantil.

Ahora bien, dentro de las características del terapeuta que influyen en la terapia, se encuentra
la motivación que tiene éste en la temática. En ese sentido, cinco de los terapeutas comenta
haber llegado conscientemente a la temática, mientras que tres de ellos comentaron haber
entrado por casualidad. En relación a los primeros cinco, en cuatro de ellos se observa una
disposición distinta en la temática pues su motivación se encontraba puesta desde el inicio en
tratar este tipo de casos por una razón en particular, la cual justifican como “haber tenido una
infancia privilegiada, donde sentían que debían devolverlo al mundo”, mientras que, el quinto
de esos terapeutas (Rodolfo), tenía como motivación inicial “escuchar historias fuertes, con el
objetivo de lograr una resistencia para, valga la redundancia, escuchar cualquier tipo de
historia”. Por otra parte, los otros tres terapeutas, si bien al ingresar al mundo laboral tenían una
motivación diferente, una vez que llegaron a la temática, decidieron estudiar por sí mismos para
conocer “a qué se enfrentaban”. Lo que resulta curioso de esta aclaración es que actualmente,
todos los terapeutas entrevistados, exceptuando a Rodolfo, continúan trabajando en la temática.
Al respecto y como bien dijo el entrevistado, cuando se cambió de temática fue porque, con los
años, se había dado cuenta de que no era algo que quisiera hacer toda su vida.

Otra de las características del terapeuta hacen referencia a las ansiedades, temores e
inseguridades que presentan en los primeros meses de su ingreso a la temática, las cuales están
orientadas principalmente a la inexperiencia y al desconocimiento teórico en cuanto suceden
situaciones distintas a las que alguna vez le enseñaron en su proceso formativo. En ese sentido
y como se hablará más adelante, una de las grandes dificultades que conciben los terapeutas es
que, si bien la universidad los prepara teóricamente para enfrentar cualquier tipo de casos, las
enseñanzas están orientadas hacia “el cumplimiento ideal de un proceso terapéutico”, por lo que,
según describen los terapeutas, estas inseguridades se producen cuando reconocen que el caso
no actúa como se lo enseñaron en la universidad, por lo que no saben si lo que pretenden hacer
con su paciente es pertinente o no. En cualquier caso, este conjunto de ansiedades e

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inseguridades no se considera como un factor negativo propiamente tal, en tanto ocurre al inicio
de su inserción en la temática.

Ahora bien, con respecto a los factores positivos del terapeuta, según la literatura (Delgadillo,
González y Velázquez, 2013; Rojas, 2002; Llanos y Sinclair, 2001), éste debe ser un profesional
que esté dispuesto a escuchar a la víctima, contenerla, ser abierta y flexible, y, por supuesto,
aceptarla en todo momento. En ese sentido, todos los terapeutas hicieron hincapié en que son
actitudes que se encuentran en la base de todo proceso psicoterapéutico, agregando además, las
capacidades de adaptarse a sus necesidades y saber jugar, de modo que el terapeuta pueda
desplegar toda su capacidad creativa con la víctima, por lo que refuerzan que son estas
características las que resultan ser muy reparadoras para el/la niño/a, algo que también se
visualiza en el marco teórico.

Por otra parte, dos de los terapeutas mencionaron que, personalmente, una de sus
características positivas que influían en la psicoterapia era su lado “maternal”, entiéndase esto
como la capacidad de crear un espacio seguro de contención y cuidado, lo cual tampoco se
menciona en la literatura, no con esa terminología al menos.

Y por supuesto, otra de las características personales del terapeuta, que es donde se encuentra
una mayor variedad de respuestas, hace alusión a su historia y experiencias de vida. En ese
sentido, algunos terapeutas mencionan que, gracias a su infancia (la cual califican como grata),
tienen una visión singular del mundo infantil, y esto se correlaciona en algunos, con su
motivación inicial a la hora de entrar a trabajar en la temática. De forma paralela, la experiencias
vividas tanto fuera como dentro de la terapia, en el caso de los terapeutas que se sentían
inseguros en un principio, comentan que estas vivencias les ayudaron a tener más confianza en
sí mismos, lo que les reforzaba su sentido de pertenencia en la temática.

Por otro lado, con respecto a las características personales de los terapeutas que dificultan la
terapia, éstos concordaron en la tendencia a adultizar el mundo de los niños/as, olvidando, en
ocasiones, que los niños/as no tienen la misma lógica que los adultos. Esto, en un ejemplo más

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concreto que se desarrollará más adelante, se referirá a que “el sentido común” puede ser una
de las dificultades en la psicoterapia, pues cada niño/a tiene su lógica y su forma de pensar.

Por otra parte, Javier, uno de los terapeutas, mencionó un concepto que, si bien puede tener
una intención de sanación, lo que hace finalmente es todo lo contrario. Este concepto es el “Furor
Sanandis”, el cual explica como “los deseos del terapeuta que tiene acerca de la rápida sanación
y recuperación de su paciente, en tanto no respeta los ritmos de éste”. Esta concepción del Furor
Sanandis no es más que el término opuesto a la “flexibilidad terapéutica”, pues, como su nombre
lo indica, el terapeuta debe ser capaz de adaptarse a las necesidades del paciente y respetar sus
ritmos.

De este modo, y cómo se ha mencionado anteriormente en el marco teórico, es importante


establecer una relación cooperativa con el niño/a, otorgándole el derecho a la libertad de
elección, permitiéndole tomar un rol activo dentro de la terapia, de acuerdo a sus prioridades, y
de esta manera visibilizar el mundo de los niños/as.

Finalmente, los/as terapeutas relatan que otra de las características que dificultan y/o
obstaculizan la psicoterapia, es la rabia que les genera algunos casos de agresión sexual infantil.
En ese sentido, va a depender del terapeuta en qué estará puesta la rabia y cómo es que ésta
afectará a la terapia. Por ejemplo, tres de los terapeutas mencionaron que la rabia estaba puesta
en los familiares de la víctima, al no darse cuenta de que el/la niño/a estaba siendo agredido.
Considerando esto y como dice la literatura, los niños que han sido víctimas de agresiones
sexuales, han sido expuestos a eventos traumáticos en las relaciones interpersonales, más aún
cuando esta agresión proviene de conocidos y familiares (Barudy; 1998; Finkelhor, como se citó
en Echeburúa y Corral, 2006; CAVAS, 2011). Además, cuando suceden estos eventos en la
familia, dependiendo del adulto que esté a cargo, éste puede tener diversas reacciones, tales
como la no credibilidad del relato del/a niño/a, escaso apoyo familiar y/o social, falta de
contención y seguridad en el niño, lo que termina con la pérdida de confianza en la víctima
(Barudy, 1998; Maffioletti y Huerta, 2001; Nahuelpan y Varas, 2011). En este último caso, otro
de los terapeutas menciona que la rabia también se encontraba puesta en los familiares que no

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creían en la situación del abuso y que, en algunos casos, la víctima debía seguir conviviendo
con el agresor.

Lo realmente importante de esta comparación entre las características positivas y negativas


del terapeuta que influyen en la terapia, es que, si bien pueden existir más características
orientadas hacia las dificultades, éstas no dejan de ser un primer aviso para el crecimiento y
desarrollo tanto personal como profesional del terapeuta, en el sentido de que éste, al darse
cuenta y reconocer sus dificultades, puede darle un giro al proceso terapéutico. Por ejemplo y
para finalizar, si bien los terapeutas hablan de la rabia hacia los familiares, una vez que la
reconocen, son conscientes de que igualmente, la víctima necesita de ellos para poder superar
el evento traumático, por lo que el terapeuta se enfoca en la construcción de una alianza
terapéutica con la familia, de tal modo que convierte esta rabia en una oportunidad para la
psicoeducación de éstos, lo cual también se respalda en la literatura (Echeburúa y
Guerricaecheverría, 2005; Gutiérrez, 2013).

Por último, como una conclusión sobre la caracterización de los entrevistados, con respecto
a las variables de género del terapeuta y sus años de experiencia, fue posible indicar que, con
respecto a la primera (género), solo uno de los terapeutas hizo alusión a que éste era importante
para la formación del vínculo terapéutico y, concordando con la literatura (González, 2016),
donde, en el caso de que el abusador haya sido de género masculino, y el terapeuta también lo
sea, sería más complejo formar el vínculo. Sin embargo, en su caso en particular, éste manifesto
que para él era fácil establecerlo, por lo que, si bien no se descarta la posibilidad de que otros
terapeutas sientan lo mismo que él, tampoco se establece que una relación determinante entre el
éxito de la psicoterapia con el género, y por lo tanto, de que se tenga una mayor cantidad de
vivencias personales positivas que negativas.

Con respecto a sus años de experiencia, tampoco existió una relación entre mayor cantidad
de años de experiencia con una mayor cantidad de vivencias personales positivas, ni al contrario,
que con una menor cantidad de años de experiencia, los terapeutas tendrían una mayor cantidad
de vivencias negativas.

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6.3 Describir Convergencias y Divergencias en Relación a las Vivencias Personales de
los/las Psicoterapeutas que Tratan Casos de Agresión Sexual en Víctimas Infantiles

Finalmente, es este objetivo -el último con el que se pretendía cumplir al principio de esta
investigación-, el que da cuenta sobre la emocionalidad que siente el psicoterapeuta en su paso
por la clínica de las agresiones sexuales infantiles. En ese sentido, y sin que los participantes lo
supieran, dieron a conocer una serie de vivencias que, según el caso, apuntaron en la misma
dirección, o tomaron un camino completamente distinto.

Antes de describir estas convergencias y divergencias, es menester recordar que la categoría


utilizada en la respuesta a este objetivo es, justamente, las vivencias emocionales de los/as
psicoterapeutas, las cuales toman dos caminos diferentes: las positivas y las negativas. Al
respecto, y como un anticipo de lo que viene más adelante, las convergencias resultaron estar
más orientadas a las vivencias positivas del terapeuta, mientras que las divergencias, hacia las
vivencias negativas.

A continuación, la figura Nº 5 muestra un resumen de tales conclusiones:

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Figura 5
Conclusiones obtenidas a partir del análisis de convergencias y divergencias en las vivencias emocionales de
los/as psicoterapeutas

Con respecto a las convergencias, la mayor parte de los terapeutas hace referencia a tres
aspectos positivos fundamentales; el júbilo que sienten al trabajar en la temática, la satisfacción
que sienten con sus casos exitosos, y finalmente, la satisfacción que sienten al mostrarle al/a
niño/a nuevas formas de relacionarse con un adulto. En ese sentido, al contrastarlo con la
literatura utilizada en este estudio, se retoma un concepto sumamente importante; la
Recuperación Vicaria, la cual menciona la sanación y/o recuperación del impacto emocional
que vive el terapeuta al tratar este tipo de casos (Águila, 2015), refiriendo “al amor y dedicación
en algo que les gusta, en hacer lo mejor posible, en disfrutar los éxitos y en sentirse valiosos y
un aporte en la temática”.

Sin embargo, donde sí es posible compararlo con la literatura, es en la satisfacción del


terapeuta al mostrarle a la víctima nuevas formas de relacionarse con un adulto, donde expresan
abiertamente su regocijo, describiendo que, lo mínimo para ellos es “que el niño haya tenido la

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posibilidad de tener al menos una relación respetuosa, de tener a alguien que si les creyó, que sí
los escuchó, un adulto que los contuvo, una nueva experiencia donde un adulto no los
transgredió”. En ese sentido, autores como Llanos y Sinclair (2001), Martínez y Aguilar (2002),
Delgadillo et al. (2013) y Águila, et al. (2016), hacen referencia, justamente, a que la tarea del
terapeuta es establecer una relación humana de buen trato e igualdad, sin transgresión de límites,
brindando un contexto seguro y confiable donde se pueda potenciar la creación de vínculos de
confianza para el niño. Lo que se logra apreciar en esto último, es que, según la literatura, esas
son tareas básicas de la psicoterapia, sin embargo no se hace mención a cómo el terapeuta
concibe estas actividades, lo que en la práctica resulta en una plena satisfacción para él/ella.

Por otro lado, si bien al principio se mencionó que las convergencias apuntaban hacia las
vivencias positivas, hubo una vivencia negativa en especial en donde 8 de los 9 terapeutas
entrevistados estuvieron de acuerdo; las primeras sensaciones negativas que sintieron al trabajar
en la temática. Al respecto, sus comentarios estuvieron orientados al desgaste emocional,
psíquico, la tensión y la angustia, sin embargo, en relación a la literatura utilizada, no existe un
apartado que mencionara de manera especial cómo se sentían los terapeutas al inicio del trabajo
en la temática; lo que sí existe y se menciona en el marco teórico de esta investigación, son las
posibles consecuencias negativas para el terapeuta en el mantenimiento en la temática, lo cual
se verá más adelante.

Pasando a las divergencias, exceptuando las primeras sensaciones negativas, todos los demás
aspectos relacionados con la vivencia emocional negativa se ubican aquí, y es que, según la
información recogida, cada terapeuta tiene su propia forma de enfrentar el impacto emocional
negativo, pues depende de sus propios recursos, lo cual concuerda con lo dicho por Saakvitne y
Pearlman (citado en López, 2007), que hace alusión a que el trauma que sufre el terapeuta se
adapta según su contexto y vivencias personales. En ese sentido, dos terapeutas mencionan que,
en los primeros años que llevaban trabajando en la temática, se da un bloqueo emocional, en el
que describían “mostrarse desinteresados o hacer como si no les importaran las historias de
los/as niños/as”.

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Por otra parte, los terapeutas también hablaban de las repercusiones físicas y psicológicas
que generaba en ellos el trabajar con este tipo de víctimas, tales como “el vacio emocional,
estrés, aumento de peso, cansancio, ansiedad, insomnio, lumbago y síndrome de intestino
irritable”. Al respecto, lo contrastado con la literatura efectivamente hace alusión a estos
síntomas, específicamente los que son producidos por el síndrome de burnout, tal como
establecieron Arón y Llanos (2004), Valent (citado en López, 2007), Maslach y Jackson (citado
en Avendaño et al., 2009) y Pinto y Roth (2010). Sin embargo, lo que no se dio cuenta en la
teoría utilizada en esta investigación, es lo referente a lo que menciona Fernando sobre “haber
visto a terapeutas con grados de alcoholismo y que terminan con licencias médicas”.

Además de esto, y continuando con el síndrome de burnout, Emma establece que “los equipos
que trabajan en abuso, abusan entre ellos”, siendo esto respaldado por Arón y Llanos (2004),
que afirman que “la contaminación temática se refiere, justamente, al efecto que tiene sobre las
personas el trabajar con temas de alto impacto emocional”.

Sin embargo, otro de los resultados divergentes sobre el impacto emocional negativo y que
contrasta con la literatura utilizada, es que el burnout no es producto del trabajo en la temática,
sino que más bien, según Pamela, tiene que ver con “la nula validación del terapeuta, las
limitaciones laborales, y el poco apoyo financiero en la formación profesional”, mientras que,
según Fernando, con “el mal desempeño laboral y la excesiva rotación de personal”. Al
contrario, Vanessa menciona que el burnout sí es causa directa del trabajo en la temática, pero
principalmente se desarrolla debido a la nulidad de estrategias de cuidado de equipo, lo que,
nuevamente es respaldado por la literatura en cuanto se establece que el burnout es producto del
trabajo en ambientes de violencia de todo tipo y que afecta tanto al terapeuta en solitario como
al equipo de trabajo.

Por otra parte, según María, otra vivencia negativa sufrida en la temática es la escasez de
espacios para la descarga emocional, en la que hace referencia a que “el dolor vivido por el
terapeuta se mantiene dentro de él/ella, sin tener un equipo que pueda escucharlo o contenerlo”.
Al respecto, tampoco se visualiza en la literatura utilizada algo similar.

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Finalmente y después de todas estas comparaciones entre lo dicho por los terapeutas y lo
averiguado en la literatura, el lector se preguntará ¿por qué el esquema utilizado anteriormente
muestra un desequilibrio entre las convergencias y divergencias, siendo que tienen el mismo
número? ¿qué tiene de especial que en el impacto positivo existan mayores convergencias,
mientras que en el impacto negativo se encuentren las divergencias? Es aquí pues, donde
comienza lo interesante de este objetivo.

La literatura utilizada da cuenta de las acciones que debe realizar el psicoterapeuta en la


terapia con niños/as víctimas de agresiones sexuales, al igual que la recuperación vicaria, que
es el concepto que se designa cuando el terapeuta logra recuperarse del impacto emocional
(Águila, 2015), sin embargo, ¿qué es lo que siente el terapeuta?, ¿cómo se siente? O ¿qué es lo
que hace para sentirse así? Según los entrevistados, al realizar las acciones esperadas que
establece la literatura, el estado emocional del terapeuta tiende hacia lo positivo; hacia la
realización y satisfacción personal. De igual forma con las primeras sensaciones negativas,
debido al contraste entre su fantasía al entrar a la clínica, y la realidad a la que se enfrentan.
Mientras que, en el otro polo se ubican las divergencias; el impacto negativo propiamente tal,
aquel donde los terapeutas sufren en su mente y en su cuerpo las consecuencias de tratar este
tipo de casos, y al describir ambas vivencias, éstas tienen una mayor cantidad y variedad en las
negativas. Lo que realmente resulta curioso de este pequeño análisis, es que, al parecer, lo
descrito en la literatura es lo que los terapeutas tienen en común, mientras que aquello que no
se registra, es donde existe una mayor cantidad de contrastes. Sin embargo, esto puede ser
producto de, como se mencionó anteriormente, el estado en el que se encuentre el terapeuta en
ese momento y de sus recursos y habilidades. Lo que no deja en claro, es ¿por qué existe una
convergencia en el impacto positivo y en las primeras sensaciones negativas, siendo que la
premisa es la misma “el impacto emocional se dará según el contexto en el que se encuentre el
terapeuta”?

Aquí es donde se abre el siguiente debate; por un lado ¿las vivencias emocionales positivas
del terapeuta son similares en cuanto cumplen con lo establecido en la literatura? Y de igual
forma, ¿el impacto emocional es distinto pues, según la literatura depende del estado en el que
el terapeuta se encuentre?, o, por otra parte, debido a que solo se establece que el terapeuta

95

podría vivir tales consecuencias negativas, pero no lo toma como un síntoma único asociado a
una acción única, ¿los terapeutas podrían llegar a desarrollar tales consecuencias porque no
existe una guía de las cuales apoyarse? Esto, en pocas palabras, hace referencia a que, si el
terapeuta cumple con una serie de acciones que son consideradas como positivas en la clínica,
éste tenderá al impacto positivo que lo vivirán de manera similar, mientras que, por el contrario,
si el terapeuta realiza lo contrario a estas acciones, tenderá al impacto negativo, sumando la
situación en la que se encuentre en ese momento.

Es por ello que es posible concluir que los psicoterapeutas tienden a sentir satisfacción
al cumplir con lo dictado en la literatura, sin embargo, cuando se enfrenten a situaciones
desconocidas para ellos, sus vivencias personales tienden más hacia la desesperación y
frustración. Al respecto y ligándolo con las conclusiones anteriores sobre sus características
personales orientadas hacia las ansiedades e inseguridades, ellos mismos mencionan que en su
educación universitaria solo tenían casos generales, por lo que cuando el caso era distinto, no
sabía como actuar y en ocasiones terminaban frustrados. En ese sentido, a pesar de que la
temática sigue estando enfocada a las agresiones sexuales infantiles, cada caso es distinto y se
manifiesta de manera distinta, por la propia naturaleza humana. Desde ahí, al ser
cada manifestación distinta e específica, no existe una guía y/o una pauta establecida de cómo
debe actuar el terapeuta ni menos de cómo puede llegar a sentirse en ese momento, lo que a
termina implicando un mayor desgaste para el terapeuta y por ello el impacto negativo en los
terapeutas suele ser tan disperso y divergente. Si a esto además, se le suman los factores que
influyen en la psicoterapia, como la misma víctima, cuando el/la niño/a llega con el terapeuta,
puede manifestar sus emociones a través de la pena, la rabia, la negación, la invisibilización y/o
minimización, lo cual podría incidir en el impacto negativo del terapeuta, y por ende, en sus
vivencias personales.

Otra de las conclusiones derivadas por parte de los objetivos propuestos en el inicio, es que
también podría existir una relación entre el impacto positivo/negativo al trabajar en la temática,
y las características personales de los/as psicoterapeutas. En ese sentido, y según los
participantes, es posible concluir que a mayor cantidad de recursos personales, de motivaciones
propias orientadas hacia el trabajo en la temática y de su historia vital, sus vivencias personales

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tienen hacia el impacto positivo, mientras que aquellos que tienen una mirada más
desesperanzadora de los casos, tienen hacia el impacto negativo. A modo de ejemplo con lo
anterior, una de las cacterísticas personales de algunas entrevistadas hacían alusión a su carácter
maternal dentro de la terapia, conjuntamente con una historias de vidas satisfactorias en la
infancia, y a lo largo de la entrevista, mencionaron tener mayor cantidad de vivencias positivas
que negativas. Por otra parte, otro de los terapeutas comentó tener como característica personal
la rabia y/o enojo que sentía cuando no se encontraban las condiciones necesarias para poder
tratar un caso (una familia que no apoyaba a la víctima, injusticias a nivel judicial, burnout de
parte de él y el equipo de trabajo), y que por lo tanto, la rabia tendía a cegarlo sin dejarle ver
otras opciones. En este caso, a pesar de que él no considerada esto como un obstáculo
propiamente tal, a lo largo de la entrevista se dejó ver como sus respuestas estaban orientadas
más hacía el impacto negativo que el positivo.

Finalmente, las mismas motivaciones iniciales con las que el psicoterapeuta decide insertarse
en la temática también podrían llegar a insidir en sus vivencias personales. En este caso, los/as
psicoterapeutas que descríban que su motivación para entrar en la temática estaba estrechamente
relacionada con haber tenido una buena infancia y en el interés directo de tratar a niños/as
víctimas de agresiones sexuales, tendían hacia el impacto positivo, mientras que, si la
motivación era personal e instrumental, éste, al tiempo, tendía a tener un impacto más negativo.
Sin embargo, en aquellos casos donde los psicoterapeutas describen que entraron a la temática
por ‘casualidad’, la motivación se encontró puesta en el descubrimiento de sus recursos
personales y en la satisfacción que les daba mantenerse trabajando en la temática.

6.4 Resultados Emergentes

En este punto, y al ya cumplir con la respuesta a los objetivos de esta investigación, cabe realizar
la siguiente pregunta: ¿existe algo más que pueda agregarse a este estudio? ¿podrán ser, tal vez,
aquellos elementos que surgen por motivación propia de los entrevistados? La verdad es que no
existe nada más enriquecedor que aquella información que no se contempla al principio de un
estudio, pero que finalmente termina expandiendo aún más las diversas perspectivas de un
fenómeno.

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En ese sentido y a modo de recordatorio, en esta investigación se categorizaron tres temáticas
que no estaban contempladas en esta investigación, siendo los factores que influyen en la
psicoterapia, las consideraciones de los/las psicoterapeutas al trabajar en la temática y las
distinciones evolutivas en la terapia.

Con respecto al primer resultado, éste hace referencia a todos aquellos factores (excluyendo
al psicoterapeuta) que se encuentran en el contexto de la psicoterapia y pueden influenciarla, ya
sea positiva o negativamente. En ese sentido, como ya se mencionó en los resultados, consta de
9 factores, estando los primeros tres divididos entre lo positivo y negativo de su influencia.

Con respecto al primer y segundo factor, la víctima, ésta hace referencia a cómo las
características personales del/la niño/a puede llegar a facilitar o dificultar el proceso terapéutico.
En ese sentido, los terapeutas establecen que hay víctimas que tienen un grado de compromiso
mayor con la terapia, -lo cual también dependerá de la etapa y/o edad en la que se encuentre la
víctima (Coca, 2005)-, en la que ellos toman un rol de empoderamiento en la terapia y en los
esfuerzos propios para poder asistir a ésta. Al contrastarlo con la literatura, la motivación y
percepción de la víctima con respecto a su proceso terapéutico está dado principalmente por sus
esquemas cognitivos (y un sinfín de factores que se mencionaran más adelante), los cuales son
distintos en cada niño/a, por lo que, mientras que para uno la agresión sexual pudo significar en
la elaboración de un evento traumático, para otros no (Capella y Gutiérrez, 2014; Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2005). Del mismo modo, esto sucede con la percepción que tienen acerca
del proceso terapéutico.

Ahora bien, por otra parte, en caso de que el/la niño/a tenga un esquema cognitivo dañino,
éste podría pasar a ser un componente central de su identidad, resultando en una serie de
consecuencias que podrían llegar a repercutir durante su historia vital (Capella y Gutiérrez,
2014). Al respecto, uno de los terapeutas menciona uno de sus casos en los cuales la terapia se
vio dificultada por las características psicológicas de la víctima, en la cual describe que “empezó
a emerger sintomatología grave, episodios disociativos, ideación suicida, autolesiones”;
consecuencias que, como bien se mencionó en la literatura, pueden ser causas directas de la

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agresión sexual (Carrera et al., 2008; CAVAS, 2011; Echeburúa y Corral, 2006; Echeburúa y
Guerricaechevarría, 2011; Schäfer, Ross y Read, 2008, como se citó en Baita, 2012).

Por otra parte, en relación al tercer y cuarto factor, la familia, al igual que las subcategorías
anteriores, éstas también se dividen en la influencia positiva y negativa que puede ser la
presencia/ausencia de una red de apoyo. En ese sentido, tanto la literatura como los terapeutas
mencionan la importancia de la participación de la familia de la víctima en el proceso
terapéutico, indicando que sus procesos exitosos son cuando el/la niño/a se encuentra en
condiciones familiares aptas, llenas de protección y contención. Sin embargo, en aquellos casos
donde el propio círculo familiar de la víctima no da credibilidad al relato o no quieren llevar
al/la niño/a terapia, como se vio en el objetivo anterior, es ahí donde el terapeuta siente la
satisfacción personal al mostrarle un nuevo tipo de relación, donde un adulto les cree, no los
transgrede, los contiene, los escucha y los apoya. Aún así, nuevamente, tanto en la literatura
como en lo dicho por los terapeutas, es de vital importancia realizar psicoeducación a los padres
en los temas referentes a la agresión (Rojas, 2002), debido a que muchos de ellos tienen
prejuicios y dudas con respecto a qué es lo que pasará, desde las consecuencias que podrá tener
su hijo/a hasta cómo será el proceso judicial.

El quinto y sexto factor, el judicial, también posee dos aristas contrarias como los factores
anteriores. En el caso de cómo influye positivamente, se encuentra el caso de Pamela, en la cual
comenta que el autor del delito reconoció el hecho, por lo que tanto la familia como la víctima
quedaron satisfechos ante el juicio. Esto, según lo dicho por la terapeuta, ayuda en la adherencia
al proceso terapéutico, en tanto la credibilidad del relato funciona como un motivador extrínseco
en la víctima, sobre todo en los casos donde es el juez quien decide que el relato de la víctima
es creíble (y el autor no asume el delito). En caso contrario, en cómo influye negativamente, los
terapeutas mencionaron tener una percepción de injusticia con el sistema judicial chileno, el
cual describían como “no importa las acciones que realicen, el sistema siempre estará por sobre
ellos (los agentes participantes del proceso terapéutico)”, o “puede estar claro que el/la niño/a
fue abusado/a, pero no existen pruebas suficientes para determinar la culpa del imputado”, lo
cual trae consigo las consecuencias contrarias a las positivas mencionadas anteriormente.

99

Cabe tener en consideración que en esta última situación (donde el fallo jurídico determina
la no credibilidad de la víctima y la inocencia del agresor), el terapeuta tiene un papel
sumamente importante pues, debe lograr una contención aún mayor tanto con la víctima como
con su familia, pues sería esperable que estos se desmotivaran completamente en la asistencia
al proceso terapéutico, creándose una suerte de “desesperanza aprendida” en torno a la
develación y la propia confianza que tiene la víctima en los hechos descritos, que, como se
mencionó en la categoría anterior, puede llevar, en los casos más extremos, que el/la niño/a lo
internalice y termine siendo un patrón en su vida adulta (Capella y Gutiérrez, 2014).

Finalmente, con respecto a los últimos tres factores, el institucional, educacional y


socioeconómico, los terapeutas conciben en que éstos influirían negativamente en la
psicoterapia.

En el factor institucional, algunos terapeutas mencionan que el lugar destinado a la


realización de la psicoterapia es “precario, sin preocupación por la continua formación
profesional ni estrategias de cuidado de equipo”. En ese caso y retomando la literatura utilizada
en la categoría de autocuidado y cuidado de equipo (CAVAS, 2011; López, 2007; Águila,
2015)., las instituciones deben fomentar la continua capacitación y formación profesional,
donde se generen instancias de crecimiento y estrategias de prevención del síndrome de burnout,
algo que, al menos en el caso de algunos de estos terapeutas que trabajan en instituciones tanto
públicas como privadas, no sucede así en la realidad.

En el caso del factor educacional, uno de los terapeutas refiere que la mayor parte de los
colegios, al no contar con programas de prevención ni protección de agresiones sexuales, no
logran reconocer a un/a niño/a que ha sido víctima, por lo que, por ejemplo, no comprenden por
qué comenzó a bajar las notas, o se lo atribuyen a otros factores sin considerar la posibilidad de
que la causa sea un abuso. Al respecto y al no contar con esto en la literatura utilizada, se
averiguó acerca de la existencia de programas de prevención del abuso sexual en Chile, y cómo
estos pueden llegar a tener una tremenda importancia cuando se realizan adecuadamente. En ese
sentido, según Josefina Martínez, quien realiza un análisis crítico de los programas escolares
destinados a la prevención del abuso sexual infantil (2000), determina que estos programas

100

resultan insuficientes en cuanto a su objetivo principal, que es la disminución en la tasa de
victimizaciones sufridas por los/las niños/as, pudiendo incluso llegar a tener efectos negativos,
debido a que estas intervenciones están dirigidas exclusivamente a los niños/as. Sumado a esto
y como se ha apreciado a lo largo de las conclusiones, los factores son múltiples, por lo que una
intervención con mayores probabilidades de éxito podría estar orientada también a los
padres/cuidadores de los/las niñas, pues, también como se ha mencionado, ellos son un agente
importante en el éxito de la psicoterapia.

En el caso del último factor, el socioeconómico, al contrastarlo con la literatura, si bien se


menciona que las agresiones sexuales no discrimina estratos sociales (CAVAS, 2011), Javier,
uno de los terapeutas, establece que los niños/as más desprotegidos son los del clase social alta,
puesto que, al compararlo con el estrato social medio bajo/ bajo, él afirma que, en cuanto el
colegio al que asiste se dé cuenta de la agresión, se envía ayuda inmediata (trabajadora social),
para que intervenga y de cuenta de la agresión, sin embargo, si esta misma situación ocurre en
el estrato social alto, se puede esperar una contrademanda de la familia si un trabajador quisiera
indagar en la situación.

Fue posible establecer los factores que tienen una mayor incidencia en las vivencias
personales de los psicoterapeutas a través de los temas con mayor recurrencia en la entrevista a
los distintos terapeutas, siguiendo un orden descendente de importancia, tal como se muestra en
la siguiente figura:

101

Figura 6
Factores que influyen en la psicoterapia en orden descendente de importancia.

De esta forma, los factores de la víctima y los de la familia de ésta, inciden en gran medida
en las vivencias personales del psicoterapeuta, seguido del factor judicial. En estos tres factores,
según el caso, pueden contribuir a que se genere un impacto positivo en el terapeuta, o uno
negativo. Mientras que, el factor institucional, educacional y socioeconómico solo contribuyen
a que los terapeutas que mencionaron el factor, lo asocien a una vivencia más negativa.

Finalizando con este emergente, estos factores resultan un complemento a la hora de entender
los contextos en los que los terapeutas se ven inmersos y así poder comprender el porqué algunos
tienen vivencias personales que tienden hacia lo positivo, mientras que en otros, tienen hacia lo
negativo. Esto, debido a que la psicoterapia no es un proceso aislado, sino que uno en el que
influyen estos factores, además de las propias características del psicoterapeuta. En este punto
resulta importante recordar que el enfoque por el que se guió esta investigación es el
constructivista, y por lo tanto, se admite y acepta la emocionalidad y las experiencias del
psicoterapeuta en torno a la temática, por lo que se podría explicar porqué a algunos terapeutas
les influye más un factor que otro.

102

Pasando al segundo resultado emergente, éste hace referencia a cinco consideraciones que
tienen los terapeutas en torno a trabajar en la temática; los aprendizajes, la diferencia entre la
terapia de reparación vs la terapia de resignificación, el vínculo terapéutico, la superación de la
agresión sexual infantil y, por último, las implicancias del trabajo en la temática.

Con respecto a la primera consideración - los aprendizajes- , los terapeutas hace alusión a las
expectativas de sanación/superación que tienen con la víctima, creyendo que, si seguían paso a
paso el programa, la terapia podría contemplar algunas complicaciones esperadas, pero que
igualmente avanzaría y que finalizaría exitosamente, algo que los terapeutas describen como:
“casi que todos serán felices para siempre” (Vanessa). Sin embargo, comentan que al pasar los
años y vivir distintas experiencias con los/as niños/as, el terapeuta comienza a ajustar sus
expectativas a la realidad de cada paciente, llegando, de esta forma a la siguiente subcategoría
de esta temática, la cual está asociada a la valoración de cualquier logro en la psicoterapia,
argumentando que por muy pequeño que sea el logro para el terapeuta, para el/ niño/a, puede
ser un logro gigantesco. En ese sentido cabe resaltar la importancia de retomar la flexibilidad y
aceptación del terapeuta como parte fundamental del proceso.

Continuando con los aprendizajes, Javier indicó que sus pacientes también le enseñaban
aspectos importantesm como el reencuentro con su infancia con el juego y con la espontaneidad,
algo que asegura, se va perdiendo con los años, pues, además de estos aprendizajes, comenta
que evita así la rigidez, el intelectualismo y la racionalidad. En ese sentido, tanto su criterio
como la literatura anteriormente mencionada en el tercer objetivo de esta investigación,
establecen que estas características podrían obstaculizar la terapia. Por esta razón, él indica que
ha obtenido mayores beneficios que costos personales en el trabajo con los/las niños/as.

De esta forma, en paralelo a las recompensas que se pueden obtener al trabajar en esta
temática, también se puede destacar la vocación e incluso la satisfacción laboral, pues, a pesar
de todas las repercusiones negativas que puedan generar malestar en el psicoterapeuta, también
existen repercusiones positivas, donde, por ejemplo, al contrastarlo con la literatura emerge el
término resiliencia vicaria, el cual aclara cómo los terapeutas pueden fortalecer su propio
bienestar al integrar lo que se puede aprender de pacientes que egresan exitosamente de la

103

terapia de reparación. Tal como lo mencionan Hernández, Gangsei, y Engstrom (2010), esta
resiliencia vicaria, se caracteriza por el efecto único y positivo, el cual causa una transformación
en los terapeutas, respondiendo al trauma del cual los/las niños/as sobreviven mediante su propia
resiliencia.

Posterior a esto, los terapeutas también consideran un aprendizaje fundamental el tener una
plena consciencia sobre sus propias limitaciones y habilidades, pues, por ejemplo, como se
mencionó en las características del terapeuta, el furor sanandis puede llegar a generar un daño
mayor e incluso revictimizar a los/las niños/as. En ese sentido, a pesar de que las intenciones de
algunos psicoterapeutas puedan estar orientadas a una mejora rápida del/a niño/a, éste debe
saber adaptarse y respetar los ritmos de la víctima.

Pasando a una nueva consideración, los terapeutas hacen referencia a los conceptos que se
utilizan en la terapia de abuso; reparación y/o resignificación. Al respecto, la mayoría de los
entrevistados se refiere a la utilización del término “resignificación” en vez de “reparación”,
puesto que en el primer concepto están de acuerdo en que el terapeuta y el/la niño/a pueden
reconstruir y darle un nuevo significado al abuso (Capella y Gutiérrez, 2014; Coca, 2005),
mientras que la segundo concepto, tal como lo describen los terapeutas y la literatura, ésta crea
la analogía basada en el objeto que se encuentra deteriorado y que debe ser reparado. Esto
permite vislumbrar cómo el lenguaje es capaz de construir realidades, puesto que, a juicio de
los investigadores, el considerar que el/la niño/a está “roto/a” y que el terapeuta debe repararlo,
éste cierra la posibilidad de lograr llegar a un consenso con el/la niño/a, delimitando el proceso
terapéutico solo a la restauración de los daños (consecuencias) asociados. Por lo tanto, el fin de
usar un correcto lenguaje, otorga la posibilidad de que tanto el/la niño/a como el terapeuta
puedan adquirir múltiples formas de enfrentar la agresión, de manera que evitaran enfocarse en
los daños y/o consecuencias.

Por otra parte, en la subcategoría relacionada con el vínculo terapéutico, tanto la literatura
(Águila, 2015; Martínez y Aguilar, 2002; Rojas, 2002; Llanos y Sinclair, 2001) como la mayoría
de los/as psicoterapeutas están de acuerdo en que éste es una de las mayores estrategias de
cambio. Sin embargo uno de los entrevistados no se encuentra de acuerdo, debido a que éste

104

interpreta este “vínculo terapéutico” como una herramienta para que el paciente ‘se pueda abrir
más fácilmente’. Aun así, éste no está de acuerdo en que el vínculo sea considerado como el
ultimo agente de cambio, pues comenta que no está seguro que necesariamente se busque un
cambio en la terapia.

En cuanto a la subcategoría relacionada con la superación de la agresión sexual infantil, cabe


destacar que la mayoría de los terapeutas refiere que si bien, un/a niño/a víctima de ASI, no
podrá olvidar lo sucedido, sí podrá ser capaz de superar el trauma. En relación a esto último
sobre la superación, según la literatura investigada, la mayoría de los terapeutas entrevistados
tanto en Estados Unidos como en Colombia fueron capaces de identificar los efectos positivos
dentro de sí mismos de la interacción con clientes que superaron la adversidad en sus propias
vidas (Hernández, Gangsei y Engstrom, 2010), los cuales encontraron como resultado que la
mayoría de los terapeutas entrevistados tanto en Estados Unidos como en Colombia fueron
capaces de identificar los efectos positivos dentro de sí mismos de la interacción con clientes
que superaron la adversidad en sus propias vidas. Sin embargo, uno de los terapeutas
entrevistados discrepa ante la mención de que todos los/as niños/as podían superar el trauma,
por lo que prefiere comentar que si bien algunos/as niños/as pueden superarlo, esto dependerá
de varios factores (como los vistos a lo largo de estas conclusiones), además de que la superación
propiamente tal puede ser parcial en algunos casos, por lo que el hecho de que el/la niño/a asista
a terapia y tenga el alta terapéutica, no significa necesariamente que la superación sea completa.

La última subcategoría asociada a las implicancias que conlleva el trabajo en la temática, un


entrevistado refiere que el trabajar en el área clínica relacionada con violencia, inevitablemente
“te violenta”, algo muy similar a lo que estableció otra de las entrevistadas anteriormente con
respecto a que el trabajar en una temática de abuso, “los colegas abusan entre ellos”.
Evidentemente y como el mismo entrevistado lo menciona en otro apartado, esto conlleva todo
un proceso, desde la supervisión hasta la terapia personal, debido a que, como se ha visto a lo
largo de la investigación, la influencia del terapeuta puede tener consecuencias negativas en la
psicoterapia.

105

Todas estas consideración también son consideradas como un complemento en la respuesta
a la pregunta de investigación, debido a que es en esta sección donde los psicoterapeutas dan a
conocer qué temáticas son relevantes para ellos y cómo éstas pueden afectar en sus vivencias
personales. Por ejemplo, tanto el término sobre la psicoterapia en ASI (reparación o
resignificación), la percepción que tienen acerca de la superación del evento traumático, como
la percepción que tienen sobre el vínculo terapéutico como agente de cambio, podrían ser causa
directa de su historia de vida, así como de sus características personales, haciendo que la misma
perpeción que tiene acerca del proceso psicoterapéutico tuviera un sentido único especial para
cada terapeuta, constituyendo, de esta forma, sus vivencias personales. En el caso donde los
terapeutas preferían utilizar el término resignificación, creer que los/as niños/as víctimas de ASI
podría llegar a superar la agresión y creer que el vínculo terapéutico era uno de los agentes más
importantes de la psicoterapia, demostraron tener una mayor cantidad de vivencias e impacto
positivo, que aquellos que no lo mencionaron, o que en cualquier caso no estaban del todo de
acuerdo con lo anteriormente mencionado.

Asimismo, el terapeuta que mencionó que había aprendido mucho de sus pacientes y que al
estar en contacto con ellos le daba la oportunidad de desarrollarse como persona, tendía a tener
una mayor cantidad de vivencias positivas.

Ahora bien, las psicoterapeutas que comentaron sobre ‘trabajar en un ambiente con violencia
te violenta’, también es posible concluir que si bien es cierto que el ambiente de trabajo y la
temática influyen en las vivencias personales del terapeuta, es éste quien, en base a sus
características personales, se volverá parte de un grupo de ambiente de trabajo hostil, o más
bien, intentará recurrir a sus propias estrategias de autocuidado como se ha visto a lo largo de
este estudio.

Finalmente, el tercer y último resultado emergente, las “distinciones evolutivas”, hacen


referencia a que, cuando se tratan casos de agresión sexual, los pacientes que acuden a
psicoterapia, pueden variar según la etapa por la cual están pasando, y a su vez, la etapa en la
que sufrieron la agresión. Pueden ser niños/as, adolescentes, adultos, o incluso aquellos niños/as
que poseen una situación de discapacidad.

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Al momento de generar distinciones entre estas variaciones o etapas de cada paciente, los
terapeutas comentaron que, en el caso de los adolescentes debían tener mayores precauciones
y/o cautela, puesto que, en general, los adolescentes se demoraban más en develar el abuso,
tanto el que ha sido como episodio único o reiterado. Siendo además conscientes de que la propia
adolescencia significa un proceso de cambios tanto a nivel mental como físico.

Continuando con lo anterior, si bien el psicoterapeuta debe ser cauteloso en pacientes


adolescentes, en el caso de los adultos, la psicoterapia se ve dificultada muchas veces, puesto
que con los adultos el proceso de superación del trauma es más complejo, debido a las propias
resistencias generadas por el paciente, y lo doloroso del proceso. En los resultados se enfatiza
en que, en el caso de los niños/as, la superación tiene mejores resultados debido a la plasticidad
presente en éstos, y cómo logran superar estos eventos traumáticos con una resignificación del
trauma a través de la psicoterapia.

En relación con los pacientes que son niños/as en situación de discapacidad, uno de los
entrevistados mencionó las dificultades que se le presentaron al tratar con estos pacientes,
debido a la complejidad en los canales de comunicación, además de la poca literatura que existe
al respecto.

Estas distinciones evolutivas también son consideradas importantes en esta investigación


pues, si bien en un principio se determinó que este tipo de casos quedarían fuera de la
investigación, lo cierto es que fueron los mismos psicoterapeutas quienes inevitablemente
comparaban sus casos, comentando que en una situación se sentían de una manera, mientras que
en las que implicaban estas distinciones, se sentían de otra forma.

Las conclusiones finales en relación a este resultado hace referencia que, efectivamente, las
vivencias personales de los psicoterapeutas varían según el tipo de paciente al que deban
atender, entendiendo que lo único que tienen en común es que sufrieron de agresiones sexuales
en algún momento de su infancia y/o adolescencia. En ese aspecto, en el caso de los adolescentes
y los adultos, los terapeutas refirieron que se necesita una mayor cantidad de recursos personales
para establecer un vínculo terapéutico puesto que, con los adolescentes, éstos en algunos casos

107

ni siquiera había develado el abuso, además de que debían tener un mayor cuidado a la hora de
abordar el trauma. Mientras que con los adultos, éstos tendían más al encapsulamiento, debido
a que sus características personales ya estaban establecidas, por lo que tendían a la rigidez (en
los casos donde efectivamente el paciente tenga ese tipo de rasgos de personalidad). En estos
casos, las terapeutas lo comparaban con la flexibilidad y plasticidad de los/as niños/as,
concordando que era más cómodo para ellas trabajar en esa área, por lo que sus vivencias
personales estaban orientadas más hacia lo positivo cuando trataban casos donde las víctimas
eran niños/as, a cuando trataban casos con adolescentes y/o adultos.

En los casos de niños con discapacidad, el tema era distinto, debido a que el terapeuta que
mencionó estos casos, hablaba sobre su frustración al trabajar con ellos, pero desde su propia
dificultad para encontrar canales de comunicación y así poder comprender y que los/as niños/as
comprendieran lo que él decía. Desde ese aspecto, la frustración generada aquí es distinta y por
ende, ésta podría ser tomada como una oportunidad para seguir incrementando sus
conocimientos en torno a estos casos con este tipo de víctimas en particular.

6.5 Contribuciones

La presente investigación constituye un aporte teórico y práctico en los estudios relacionados al


ámbito del terapeuta, siendo el primer estudio, desde la literatura revisada, que ha podido
explorar las vivencias personales de los/las psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual
infantil, considerando a éste como otro protagonista de la psicoterapia, y no como una
herramienta que acompaña el proceso siguiendo distintos pasos sin considerar lo que ellos están
sintiendo.

Al respecto, el aporte se encuentra en la contribución a las escasas publicaciones existentes


sobre la emocionalidad del terapeuta, contemplando además en los resultados emergentes, las
distintas consideraciones que éstos tienen en todo lo que involucra el proceso terapéutico.

En ese sentido, al ver los resultados del estudio, es menester que se visibilice al
psicoterapeuta, que se entienda que al igual que en toda profesión, existe una persona detrás, la

108

cual también presenta dificultades, complicaciones e incluso periodos donde debe existir una
pausa relacionada con el trabajo en esta temática, pero esto no escapa de la realidad de cualquier
psicólogo, sino que el énfasis está puesto dar a conocer cómo se siente el terapeuta al respecto,
sus emociones, sus percepciones, qué es lo que les sucede cuando cumplen con lo dicho por la
literatura, y cuando no, y cómo lo afectan las distintas situaciones que involucra el trabajo con
niños/as agredidos/as sexualmente.

Asimismo, esta investigación constituye un aporte orientado hacia las políticas públicas, pues
es un sistema donde las condiciones laborales de los/as psicoterapeutas deben mejorar, desde la
orientación en las estrategias de autocuidado y cuidado de equipo, pasando por las
capacitaciones, hasta las mismas instituciones públicas en las que se desarrollan las terapias.

En términos prácticos, la presente investigación entrega aportes en tanto favorece la


concientización de la ardua labor que tiene los/as psicoterapeutas que trabajan en la temática y
cómo esto puede llegar a afectarlos física y psicológicamente, además de las relaciones que
existen entre colegas. Es así pues, como la visibilización del terapeuta tanto en las vivencias
positivas como en las negativas puede repercutir en los futuros psicólogos que se dediquen a
esta área, dando la oportunidad de aplicar lo entregado por los terapeutas, sobre todo en las
estrategias de autocuidado y cuidado de equipo, y que tenga consideración en que existe una
preocupación por su persona que va más allá de su rol como psicoterapeuta.

Otro aporte práctico es que, según los resultados, podría ser que el terapeuta, al tener una
mejor relación con su propia infancia o una mayor resolución de conflictos con ésta, y una
mayor resiliencia, o la propia motivación de continuar insertos en la temática, podría tener una
mayor cantidad de vivencias personales positivas. Por ello, el aporte radica en la importancia de
analizar la propia historia, de ser conscientes de que es un área en donde se requieren
competencias y recursos personales, donde también se deben reconocer los propios límites.
Estos factores podría afectar positivamente en la relación psicoterapéutica, y por ende, en el
aumento de vivencias personales positivas en el terapeuta.

109

6.6 Limitaciones del Estudio

En relación a estas, una primera limitación tiene que ver con la escasa diversidad de la muestra,
debido a que la mayoría de psicoterapeutas son mujeres (dos tercios del total), por lo que pudiese
afectar los resultados de esta investigación, puesto que en un momento, uno de los
psicoterapeutas acotó que en el caso de formar un vínculo en la psicoterapia, podía llegar a ser
un tanto más complejo, debido a que, en general la mayoría de los agresores eran de sexo
masculino, por lo que, si ya era complejo que la víctima pueda retomar la confianza con un
adulto (si es que en algún momento existió), es aún más complejo lograr que confíe en un
hombre nuevamente. Sin embargo y dado a esta inquietud, se averiguó en la literatura que
autores como Mondaca, Olivos y Rojas (2013), mencionan que el sexo no es determinante de la
influencia que pueda tener en la temática.

Una segunda limitación que se encuentra es la escasa variabilidad de orientación teórica que
tienen los terapeutas, variando desde una orientación sistémica a una psicoanalítica,
principalmente. Al respecto, pudiese haber sido interesante, por ejemplo, conocer la mirada de
un terapeuta con enfoque cognitivo conductual o humanista.

6.7 Proyecciones de la Investigación

Finalmente, toda esta investigación no hace más que volver hacia la importancia de la literatura
y de la inclusión que debería hacerse sobre la emocionalidad del terapeuta porque, a pesar de
que es el/la niño/a víctima sea el protagonista de la terapia, igualmente necesita de un terapeuta
que crea que su emocionalidad cuenta, que sepa que, de cualquier forma, a pesar de ser
considerado como una herramienta en la terapia y que por lo tanto debe mostrar contención
hacia un otro, ellos también viven el proceso de superación del paciente, a pesar de no haberlo
vivido realmente. Es tanto así, como se vio en los resultados, todos los terapeutas se definieron
como una herramienta y/o acompañante del proceso terapéutico, que eran conscientes de que su
personalidad influía en la terapia y que ninguno de ellos había llegado para “salvar el mundo”,
lo cual es totalmente válido, sin embargo, dentro de lo dicho, no solo dan cuenta del rol
establecido que tienen y que la literatura les ha asignado, sino que también, del disminuido
interés en ser tomados como los segundos protagonistas del proceso terapéutico.
110

Al respecto, y como se dijo anteriormente, esto abre la puerta hacia nuevos debates, y es que
el lector podrá estar de acuerdo o no con lo planteado, sin embargo, la primera entrada hacia la
investigación comienza con el planteamiento de nuevos contenidos, que fue, justamente, uno de
los objetivos implícitos de esta investigación.

111

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

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117

8. ANEXOS

8.1 Guión de Entrevistas a Psicólogos/as

Tal como se plantea en la carta de consentimiento, junto a mis compañeros, me encuentro


realizando mi tesis, la cual tiene por objeto comprender las vivencias personas de los/las
psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual con víctimas infantiles.

Antes de comenzar, le entregaré el consentimiento informado, y le pediré que pueda leerlo antes
de partir esta entrevista. Le voy a pedir que pueda firmar dos copias, una será para usted, y otra
será para mí. Le recuerdo que la entrevista será grabada en audio para posteriormente ser
transcrita, resguardando todos los antecedentes de manera confidencial y anónima.
Consigna: Firmar consentimiento informado.

Bien, ahora daré paso a la entrevista. Para ir comenzando, me gustaría que me pueda contar un
poco de su experiencia profesional en esta área.

PREGUNTAS INTRODUCTORIAS

1- ¿Qué lo motivó a trabajar en esta temática?


2- ¿Cuánto tiempo ha trabajado en esta área? ¿Y en el área clínica?
3- ¿Ha requerido especializarse en esta temática? ¿De qué manera?
4- ¿Reconoce algún enfoque teórico que más le haga sentido? ¿Y por qué?
5- ¿Recuerda cómo fueron sus primeras experiencias en esta área?

FACTORES PERSONALES DE LOS/AS PSICOTERAPEUTAS

6- ¿Considera que usted como persona influye en la terapia que se lleva a cabo con niños/as
que han sido víctimas de agresión sexual? ¿De qué manera?
7- ¿Cuáles cree son los aspectos personales que pueden influir de manera positiva en la
terapia con niños/as que han sido víctimas de agresión sexual?

118

8- ¿Cuáles cree son los aspectos personales que pueden influir de manera negativa en la
terapia con niños/as que han sido víctimas de agresión sexual? ¿Evalúa que durante la
terapia con niños/as ésta se ha encontrado obstaculizada por aspectos relacionados con
usted como terapeuta? (incluir dentro de esta pregunta).

ESTRATEGIAS DE AUTOCUIDADO

9- ¿Para usted es importante preocuparse del cuidado/autocuidado?


10- ¿De qué manera se preocupa de sí mismo? ¿Qué Estrategias de autocuidado utiliza?
11- ¿Como combatiría usted el burnout en terapeutas que atienden a pacientes por agresión
sexual?
12- ¿Su trabajo le ha causado malestar (De cualquier tipo/Burnout)?
¿Considera usted que su trabajo lo ha impactado positivamente? ¿cómo? ¿cuáles?

PREGUNTAS PARA CONCLUIR

13- ¿Existe algún caso, en el cual haya presentado dificultades? ¿Cuál? ¿Por qué?
14- ¿Por otro lado existe algún caso el cual haya resultado exitoso? ¿Cuál? ¿Por qué?
15- ¿Ha ocurrido que la terapia quede estancada por complicaciones del paciente?
16- ¿Cree que los pacientes logran superar los eventos traumáticos que vivieron durante las
agresiones?
17- ¿Qué aprendizajes obtuvo mediante su experiencia en este tipo de psicoterapia?
18- ¿Se siente satisfecho/a con el trabajo realizado con estos casos en la actualidad?
19- ¿Podría discriminar su experiencia ante el abordaje de casos que finalizan abruptamente
(desertan) de casos que finalizan su proceso de psicoterapia de manera exitosa?
20- ¿Cómo ha influido su trabajo en esta temática respecto de su vida personal?
21- ¿Cómo evaluaría su experiencia en esta temática? ¿Cree que el trabajar en esta área
satisface sus expectativas laborales y personales?

Agradecer participación.

119

8.2 Consentimiento Informado de Entrevista a Psicólogo/a.

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades


Psicología
Universidad Autónoma de Chile

CARTA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO

Estimado/a psicólogo/a:

Mediante esta carta nos dirigimos a usted con la intención de solicitar su colaboración en la
realización de un estudio que está siendo desarrollado por los estudiantes de pregrado de
psicología: Carlos Canales, Nathalia Contreras y Camila Navarro, y que están siendo
supervisados por la Psicóloga Mg. Daniela Águila. A través de esta carta queremos informales
de las características de la investigación con el propósito de ayudarlo/a a tomar una decisión
respecto de la investigación a participar.

El estudio tiene como objetivo general “Comprender las vivencias personales de los/as
psicoterapeutas que tratan casos de agresión sexual en víctimas infantiles”.

Este busca conocer la experiencia de los/as psicoterapeutas que han trabajado con niños/as que
han sido agredidos sexualmente.

Para esto, requerimos de su colaboración. Su participación implicaría la realización de una


entrevista semi estructurada con una duración de alrededor de 45 minutos aproximadamente,
la cual se realizaría en un lugar por convenir entre los participantes y el/la investigador/a que
corresponda para ese caso.

120

Se espera que las entrevistas tengan un efecto beneficioso, en la medida que permitan reflexionar
respecto de este tema con otros colegas. Ninguna de estas actividades conlleva riesgos para
usted.

Su participación es totalmente voluntaria, puede negarse a participar o incluso decidir en


cualquier momento dejar de participar, sin tener que dar explicaciones de ningún tipo y sin que
esto tenga consecuencia para usted.

Las entrevistas serán grabadas en audio, y dicha información será usada exclusivamente para
los fines de esta investigación, cuyos resultados serán publicados y/o presentados. Si accede a
participar se resguardará estrictamente el anonimato y la absoluta confidencialidad de la
información, la que será manejada exclusivamente por los investigadores. La información
obtenida será almacenada e identificada con números, por lo cual no se podrán reconocer de
ninguna manera, ni los nombres ni otros datos que comprometieran a los participantes. La
información será resguardada por los investigadores responsables, evitando que personas ajenas
a la investigación tengan acceso a ella.

Los resultados finales de esta investigación estarán a su disposición, para lo cual usted podrá
contactar a cualquiera de los investigadores responsables de dicho estudio y acordar el
procedimiento mediante el cual se le haga llegar la información.

Cualquier consulta que pudiese tener sobre estos aspectos y sobre los derechos que le competen
a Ud. Como participante del estudio, puede formularse directamente a los investigadores o a la
docente responsable Daniela Águila. Cuya dirección es: Ricardo Morales 3369, San Miguel,
Santiago. Y el número de teléfono es: +(56) (2) 2 303 6500.

Del mismo modo, en caso que usted tenga alguna duda o pregunta respecto de esta investigación,
previa a decidir su participación o posteriormente en cualquier momento durante el proceso, o
que quiera recibir los resultados de la investigación, se puede comunicar con los investigadores.
Carlos Canales, correo electrónico: c.canales.ua@gmail.com, Nathalia Contreras, correo

121

electrónico: natho.contreras.m@gmail.com y/o Camila Navarro, correo electrónico:
camila.navarro.f@hotmail.cl

En caso que su respuesta sea positiva, y con el fin de completar los datos de la investigación, le
solicitamos que por favor firme el Formulario de Consentimiento que se adjunta. Se le entregará
una copia impresa idéntica de este documento.
Desde ya agradecemos su disposición.
Saludan atentamente,

Carlos Canales
Nathalia Contreras
Camila Navarro
Los investigadores responsables

122

CONSENTIMIENTO INFORMADO

Yo, ___________________________________________________, he sido invitado/a a


participar en la investigación “La vivencia personal de los/as psicoterapeutas que tratan casos
de agresión sexual en víctimas infantiles”, que desarrollan los estudiantes de pregrado de
psicología, Carlos Canales, Nathalia Contreras y Camila Navarro. He leído y comprendido la
información del documento de consentimiento y mis dudas al respecto han sido aclaradas.

Acepto voluntariamente participar en dicha investigación, sabiendo que puedo terminar mi


participación en cualquier momento sin dar explicaciones y sin consecuencias para mí persona.

_________________________ _________________________
Firma participante Firma Investigador

Santiago, _____________________________, 2017


Fecha

123

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