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MACHEREY, Pierre, ALTHUSSER, Louis, BALIBAR, Etienne, Filosofía y Cambio Social

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FILOSOFIA Y CAMBIO SOCIAL

Althusser •Macherey • Balibar


Althusser- Macherey - Balibar ~
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......
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De la misma forma que en la historia se pueden ob- ·. r:a
servar empírkamente las condiciones de existencia 1
impuestas a la filosofía, de igual manera se pueden ~

observar empíricamente los efectos de la filosofía ~


11)

,·., sobre ideologías y las prácticas sociales. Baste pen- ..e:


~
sar en el racionalismo del siglo XVII y en la filoso- ~
fía de 1as luces, donde los resultados del trabajo de 1
elaboración filosófica se dan en la ideología y en los ~
comportamientos sociales. Estas dos etapas de la fi- · 00·
m
losofía burguesa son otros de dos momentos consti-
tutivos de la ideología burguesa ~n dominante. Esta
·~
constitución se ha hecho en la lucha y la filosofía <
ha jugado en ella. su papel de cimiento teórico para
la unidad de esta ideología.
Si todo lo que acaba de decirse ha sido posible decir-
~
lo por el descubrimiento que Marx nos hizo de la
naturaleza de una sociedad de clases, del papel del <
.• 1-1
, Estado y de las ideologías en la superestructura, la Q
cuestión de la filosofía marxista se convierte enton- o
ces en más paradógica todavía. Porque si la filosofía m
juega, en última instancia, el papel de laboratorio o
de unificación y de cimiento teórico para la ideolo- '"""·
. ¡
gía dominante ¿cuál es el papel de los filósofos que r:a
se niegan a servir a la ideología dominan:te? Cuál es ~
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el papel de un hombre como Marx, que declara en . < .· ·
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el Postfacio la segunda. edición alemana de EL CA- u¡,.
PITAL que su libro es "una crítica que representa
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a una clase cuya misión es la· de derribar a la clase
dominante .y.la.de.suprimir todas las clases"? <
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FILOSOFIA
YCAMBIO SOCIAL

© by .Ediciones Metropolitanas, 1984


Queda hecho el depósito que previene la ley 11 ,723.

Prohibida su reproducción total o parcial sin previa


autorización escrita de la Editorial

PRINTED IN ARGENTINA
IMPRESO EN LA ARGENTINA
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LA TRANSFORMACIÚN DE LA FILOSOFIA (*)
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Louis Althusser ¡
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Con vuestro permiso, quisiera presentaros algunas


reflexiones sobre la filosofía marxista.
Vivimos un período histórico, en el que el marxismo,
la teoría marxista forma parte de nuestra cultura. Lo
cual no quiere decir que esté integrada en ella. Por el
contrario, el marxismo (dis)funciona en nuestra cultura,
como un elemento y una fuerza de división. Que el mar-
xismo sea un objeto de conflicto, una doctrina defendida
por unos y violentamente atacada y deformada por
otros, a nadie puede extrañar. Porque el marxismo, su
teoría y su filosofía, ponen sobre el tapete la cuestión de
la lucha de clases. Y todos sabemos muy bien que detras
de las opciones teóricas abiertas por el marxismo late
siempre la realidad de unas opciones políticas y de una
lucha política.
Sin embargo, y a pesar de su gran interés, dejaré a un
lado este aspecto de la cuestión y cóncretaré mi exposi-
ción en las características paradójicas de la filosofía mar-
1:--
xista. ¡;.::.>
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(*) Conferencia pronunciada en la Universidad de Granada, :.~.: .


Facultad de Filosofía y Letras, el 26 de marzo de 1976.

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L3. filosofía marxista presenté¡ efectivamente una para- se trata de una exhortación moral) un sermón rdigioso o
. doja en si misma que, e:r pdncipio, nos deja estupefacto~ una novela. La filosofía. se produce asi, distinguiéndose
y cuya lucidación resu.!t<?. muy com.pleja. Se pued12: enun- radicalmente de los restantes géneros morales~ políticos,
ciar esa paradoja diciendo simplemente: la filosofía mar- religiosos o literarios. Pero lo que resulta más importante
x1sta existe Y1 sin emba:rgc, nunca h::. sido produci.da co- es que la filosofía se produce, como tal «filosofía», dis-
mo tal dilosofia». ¿Qué quiere decir esto? Somos cons·· .tinguiéndose de las ciencias. Aquí se plantea uno de los
dentes de que todas las filosofías que conocemoss desde aspectos más decisivos de la cuestión. Parece como si el
Plutón a H.us&eri, Wittg~nsh:;in y Heidegger han sido pro- destino de la filosofía estuviese profundamente ligado a
ducidas come «filosofi~,s:>> y han aportado ella~ mismas la existencia de las ciencias, ya que es necesario que exista
las pruebas de su existencia filosófica, mediante sistemas una ciencia para que (al igual que ocurre en Grecia con
te6ricos racionales, generando discursos, tratados y Platón, al surgir la geometría) se provoque la aparición
otros escritos sistemáticos, perfectamente aislables e de la filosofía. Y esta vinculación, dentro de un destino
identificr.~bles como <:<filosóficos» en ia historia de la cul- común, es tanto más profunda cuanto que la existencia
tura. Esto no es todo; tales sistemas teóricos racionales y de la filosofía no puede producirse sin contar previamen-
sistemáticos han producido siempre la prueba de su exis- te con la existencia del discurso racional de una ciencia
tencia filosófica, mediante el conocimiento o mediante ei pura (como .la geometría en el caso de Platón, la
descubrimiento de un objeto pwpio (ya se trate de la idea geometría analítica y la física en el de Descartes, Iá física
del todo, del Ser, de la Verdad, de las condiciones a newtoniana en el de Kant, etc.). Prueba de ello es que la
priori de cualquier conocimiento o de cualquier acción filosofía no existe (y no puede apartarse de los mitos, de
posible, del Origen, del Sentido o del Ser, del Ente). To- la religión, de la exhortación moral o política y de la sen-
das las filosofías conocidas, por tanto, se han presentado sualidad estética) más. que con la condición absoluta de
en la historia de nuestra cultura corno «filosofía», y en el poder ofrecer ella misma un discurso racional, cuyo mo-
campo de la «historia de la filosofía», bajo la forma de delo la filosofía sólo puede encontrarlo en el discurso ri-
discursos, de tratados o de sistemas racionales que com- guroso de las ciencias existentes. Pero en este punto las
·. : portan el conocimiento de un objeto propio. cosas sufren una sorprendente inversión: la misma
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Pero es necesario ir más ailá. Al constituirse como «fi- filosofía, que toma de las ciencias puras existentes el mo-
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losofías», dentro del campo de la cultur~. todas las deÍo de. su propio discurso racional puro (pensemos en la
filosofías conocidas se han autodiferenciado siempre, tradición que va desde el «que nadie entre en la filosofía
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cuidadosamente, de las demás formas de discursos o de si no es geómetra», a la filosofía expuesta «more geo-
.-..,~ cualquiera de las otras obras escritas. Cuando Platón metrico» de Spinoza y a <da filosofía como ciencia rigu-
escribe sus diálogos o sus obras didácticas, tiene buen rosa)) de Husserl), invierte completamente en el interior
cuidado de diferenciarse de cualquier discurso literario, de su discurso su relación con las ciencias. Es decir, la
:::.! retórico o sofístico. Cuando Descartes o Spinoza escri- filosofía se separa rigurosamente de las ciencias reales y
ben, es evidente para todo el mundo que lo que ellos ha- de sus objetos y declara que es cienCia, pero no en el sen-
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cen no es «literatura». Cuando .Kant o Hegel escriben, no tido de las ciencias ordinarias (que no saben de lo que
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de la religión, de la exhortación moral y de la oratoria
hablan), sino que asegura que ella es la ciencia suprema, política o de la poesía y la literatura) y la segunda demar-
la ciencia de las ciencias, la ciencia de las condiciones a cación que acabamos de indicar, la que se refiere a las
priori de cualquier ciencia, la ciencia de la lógica dialécti- ciencias, existe una profunda relación de parentesco.
ca, que convierte a todas las ciencias reales en meras de- Porque si observamos de cerca la cuestión, podremos
terminaciones del entendimiento, etc. En otras palabras: · darnos cuenta de que la filosofía no se contenta ni con
la filosofía toma prestado de las ciencias existentes el mo- dominar a las ciencias_ ni .con «decir» la verdad de las
delo. de.un. discurso racional puro. Está, pues, «someti- ciencias. La filosofía impone su dominio igualmente res-
da» a las «ciencias reales>;~- q~e-sor1 su condíd6ri de posi- pecto de la religión y la moral, respecto de la política y la
bilidad. Sin embargo, en el interior del propio discurso estética, e incluso sobre lo económico (desde Platón, en el
filosófico, se produce una inversión del problema: el dis- que enc~ntramos una sorprendente teoría del salario, y
curso filosófico convierte esta sumisión ante las ciencias Aristóteles, con sus apreciaciones sobre el «valor» y el
en una relación de dominio sobre las ciencias. La «sistema esclavista»). La filosofía aparece así como la
filosofía se sitúa, en tanto que tal filosofía, por encima ciencia del todo, es decir, de todas las cosas. La filosofía <·-
de las ciencias, toma el poder sobre ellas. enuncia la verdad de todos los objetos exteriores, revela \o:::
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Así es como en Platón las matemáticas se relegan al or- lo que tales objetos son incapaces de decir sobre ellos
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de~ subordinado de la «dianoia». disciplinas hipotéticas mismos: le.s «dice», les revela su esencia. Y es legítimo .-
sometidas a las anhipotéticas, que son el objeto de la pensar que la fórmula que se utiliza para las ciencias 'l.·.
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filosofía. Así es también cómo en Descartes las ciencias («que. nadie entre en la filosofía si no es geómetra») re- r.::.:
son sólo ramas salidas del tronco de la metafísica. Así es sulta igualmente válida para los demás temas: para poder
como en Kant y Hegel y Husserl la filosofía es la. que hablar cie religión, el filósofo debe ser religioso, para po-
tiene la última palabra con respecto a las ciencias, es de- der hablar de moral el filósofo debe ser moral, para po-
cir, su criterio de justeza, su sentido, en la dialéctica de la der hablar de política debe ser político, para poder
lógica pura, en el origen del sujeto trascendental concre- hablar de arte debe ser «esteta», etc. El mismo tipo de in-
to. Ese vínculo singular y altamente contradictorio, que versión que hemos visto actuar en el terreno de la ciencia,
liga a la filosofía con las ciencias, esa operación que actúa igualmente, sólo que en silencio, respecto a todos
transforma las condiciones de existencia de la filosofía (y los demás objetos. «Objetos» que habitan, de una mane-
por consiguiente de las ciencias) en determinaciones su- ra específica, el espacio de la filosofía: sólo que la
bordinadas a la propia filmofía, esa operación por la que filosofía no les deja acceder a tal espacio sino a condición
la propia -filosofía se sitúa a sí misma en el poder, decla- de imponer previamente su poder sobre ellos. En una pa-
rando que sólo ella posee la verdad de y sobre las ciencias labra: la producción de la filosofía, en tanto que tal . :;

que le proporcionan el modelo de su propio discurso ra- «filosofía», concierne a todas las ideas y a todas las prác-
cional y sistemático, forma parte de la producción de la ticas humanas, pero siempre subordinando todas éstas a
filosofía como «filosofía». Y ello nos permite sospechar la «filosofía»,es decir, sometiéndolas a una «forma filo- t:
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que entre la primera demarcación que hemos señalado sófica» radical. Y es este proceso de «subordinación» de
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(aquella por la que la filosofía se distingue de los mitos y ~!_,,.'__•
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las prácticas e ideas humanas a la «forma filosófica» lo filosofía marxista. La filosofía marxistá existe y, sin em-
que vemos realizarse en .los diálogos, los tratados y los bargo, no ha'sido producida como filosofía en el sentido
que acabamos de analizar. No hay que ir demasiado lejos
:;;' sistemas filosóficos.
En el fondo, podría resultar ingenioso plantear la cues- para convencerse. Dejando aparte las breves frases, ful-
tión siguiente: ¿por qué siente la filosofía .esa necesidad gurantes y enigmáticas, de las Tesis sobre Feuerbach, que
de hablar tomando todas las precauciones, para desmar- anunciaban una filosofía que no ha llegado jamás; de-
carse de las ciencias y de cualquier otra idea o práctica jando aparte las me>~.~.a.~~~ ..~ríti~él:s.. filosófica~ ci.i.rigi4ª~
social? ¡Si lafilosofía sólo habla de ellas! Digamos que la contra los neohegelianos en La Ideología alemana, que se
cuestión no es tan simple. Si la filosofía experimenta la limitaban ·a zambullir a toda la filosofía en la nada vapo-
necesidad, o mejor aún,. se encarga de hablar y de consig- rosa de la ideología, y al margen de las célebres alusiones
·... ~ nar lo que tiene que decir en tratados separados identifi- a Hegel en el prefacio a la segunda edición alemana de El
cables, es porque considera -en su íntima convicción Capital, Marx no nos ha dejado ningún tratado, ningún .
histórica- que tiene una tarea irremplazable que discurso de filosofía. Por dos veces, en dos cartas, Marx
cumplir. Esta tarea es la de decir la Verdad sobre todas nos prometió una veintena de páginas sobre la dialéctica,
las prácticas e ideas humanas. La filosofía considera, en pero tales páginas no nos llegaron nunca. Podemos pre-
su íntima convicción histórica, que nadie ni nada puede sumir que no eran nada fáciles de escribir. Es verdad que
hablar en su nombre, y que si ella no existiera, al mundo Engels nos· ha dejado su crítica filosófica de Dühring, y
le faltaría su Verdad. Porque para que el mundo exista es que Lenin nos dejó Materialismo y Empiriocriticismo, de
preciso que tal Verdad sea dicha. Esta Verdad es ellogos, nuevo otra crítica. Igualmente cierto que de una crítica se
o el origen, o el sentido. Y como existe una identidad ori- pueden extraer muchos elementos, pero ¿cómo «pen-
ginaria entre ellogos y el decir (entre logos y legein, entre sarlos»?, ¿cómo «estructurar teóricamente» tales ele-
la Verdad ·y el discurso), dicho de otra manera, como la mentos?, ¿se trataría de elementos de un todo, aun
existencia específica dellogos no es la materialidad o la ausenres, aun sin presencia efectiva, elementos, pues,
práctiea o cualquier otra forma, sino el decir, la voz, la que bastaría con reelaborar según los moldes tradi-
palabra, por esto, para hacer conocer el logos, consi- cionales, como suelen hacer los filósofos marxistas
guientemente, la Verdad, sólo hay un medio: la forma que siguen aún inmersos en la «ontología>>? . .¡.o se
del discurso. Esta intimidad entre ellogos y el decir hace trataría por el contrario de elementos a los que es preciso
., que la Verdad, ellogos, sólo pueda ser encerrado o reco- interrogar y descifrar e'l sí mismos, «preguntándoles»
l precisamente por qué siguen siendo sólo y únicamente
.' ~ : gido y ofrecido enteramente en el discurso de la filosofía.
Por eso la filosofía no puede sobrepasar de ningún modo «elementos»? Cierto que contamos también con los
su propio discurso. Por lo tanto, ~~tá claro que su discur- «cuadernos» de Lenin sobre Hegel, pero también aquí
so no es un medio ni un intermediario entre ella y la ver- nos surgen necesariamente las mismas rregunta:-,: ¿qué
dad, sino que es la presencia misma de la Verdad como sentido puede darse a e~as simples notas de lectura, a esas
indicaciones brillantes pero enigmáticas? Fn suma, resul-
logos.
Pero ahora nos sale al paso la extrañ.a paradoja de la ta forzoso concluir que en ninguno de esos casm, Engels
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o Lenin nos han dejado nada que sea comparable, aun de tica, de manera subjetiva», emplea sin duda fórmulas r::
lejos, a las formas clásicas del discurso de la filosofía. que pueden interpretarse en el sentido de una filosofía ¡.;
Ahora bien: el colmo de la paradoja radica más allá. trascendental de la praxis; y algunos no han dejado de •"

Radica en que esta ausencia de un discurso filosófico en ampararse en esta subjetividad activa para pensarla co-
el interior del marxismo ha producido, sin embargo, pro- . mo legitimante de una filosofía humanista, cuando Marx
digiosos efectos filosóficos. Nadie puede negar que la habla de algo muy diferente, ya que declara expresamen-
filosofía que hemos heredado, la gran filosofía clásica te que esa filosofía es «crítica» y «revolucionaria». Pero ·.
·(de Platón a Descartes, de Kant a Hegel y Husserl) se ha .. · . en.esta.frase enigmática, al oponer de modo muy preciso
tambaleado desde sus mismas raíces (Y en todas sus pre-
..
la práctica a «la forma-objeto» y a la «forma-intuición», ;·,.

tensiones) por el impacto de ese algo inGoncreto, casi in- Marx no hizo intervenir otra noción filosófica que estaría
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definido, que le llegó de pronto con la presencia de en el mismo plano que la forma-objeto o la forma-·
Marx. Algo que, sin embargo, no se presentó nunca bajo intuición y que estaría, por tanto, destinada a reempla-
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la forma directa de un discurso filosófico sino, muy al zarlas para fundar. una nueva filosofía, para inaugurar
contrario, bajo la forma de un texto como El Capital, o un nuevo discurso filosófico, sino que hizo intervenir
sea, no un texto «filosófico», sino un texto donde se po- una realidad que posee la particularidad de estar a
ne en cuestión el modo de producción capitalista (y a tra- la vez presupuesta en todos los discursos filosóficos
vés de él las estructuras de las formaciones sociales), don- tradicionales y, por su naturaleza, excluida de tales dis-
de de lo que se trata es sólo de un conocimiento científico cursos. Esto que digo aquí no se deduce sólo de la prime-
ligado a la lucha de clases (ese conocimiento científico ra Tesis sobre Feuerbach, sino de toda la obra de Marx,
q-ue, de esta forma, se nos ofrece lo de un conocimiento de El Capital y de todas las obras que tratan de la lucha
como siendo a la vez parte de esta misma lucha de cla- de clases del movimiento obrero. Esta irrupción de la
ses proletaria, es decir, de lo que a partir de Marx mis- práctica en la tradición filosófica, incluso materialista
mo está representado en El Capital). Entonces: ¿cómo (ya que el materialismo del siglo XVIII no era un mate-
comprender tal paradoja? rialismo de la práctica), constituye en su base una crítica ;: ::
Quisiera aclararla tomando el camino más corto, aun radical de esa forma de existencia clásica de la filosofía,
cuando este camino no sea exactamente el de la historia que yo definía como «producida en tanto que filosofía».
real. ¿Qué s.on, en efecto, la «forma-objeto» o la «forma-
Así, diría de entrada que, pese a toda su brevedad y intuición»? Son, bajo las especies esta vez de la metáfora ·::
r:·

conformación inacabada, las Tesis sobre Feuerbach con- de la visión (metáfora que es intercambiable con la de la
tienen el esbozo de una indicación capital. Cuando Marx presencia o la de la palabra del logos), la condensación
escribe en la Tesis 1: «El defecto fundamental de todo el misma de la pretensión. Para la filosofía, los hombres vi- ,. ...::.
materialismo anterior (incluyendo el de Feuerbach) es ven y actúan sometidos a las leyes de sus propias prácti-
que sólo concibe el objeto, la realidad, el mundo sen- cas sociales: no saben lo que hacen. Creen estar en pose- ,.
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sible, bajo la forma de objeto, de intuición, pero no en sión de verdades, pero no conocen lo que saben. Gracias ::-:
tanto que actividad humana concreta, en tanto que prác- a Dios, la filosofía está ahí, ve por ellos y habla por ellos, t):
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para decirles lo que hacen y lo que no saben. Ahora bien, tica, proceso sin sujeto ni fin, según Marx, hay que afir-
>j
·. í la irrupción de la práctica va a hacer tambalearse este mar que no hay Verdad de la práctica.
edificio, estas evidencias y e~ta pretensión. La irrupción
No hay, por tanto, problema en asignar a la práctica,
de la práctica es la denuncia de la filosofía producida co-
momentáneamente, el papel de la Verdad, del fundamen-
mo tal filosofía. Es decir, contra la pretensión de la
to, del origen, de una nueva filosofía, que sería una
filosofía de abarcar el conjunto de las prácticas sociales
filosofía de la praxis (si cito esta expresión no es en
(y las ideas), de ver el «todo», como decía Platón, para
contra de Gramsci, que nunca ·tuvo esto en cuenta). La _
establecer- -su -dominio .. sobre estas mismas prácticas;
práctica no es .·un sustituto de la Verdad para una
contra la pretensión de la filosofía de no tener «un espa-
filosofía inmutable; es, por el contrario, lo que hace tam-
cio exterior»,- el marxismo afirma que ciertamente la
balearse a la filosofía. La práctica es aquello que la
filosofía tiene «un exterior» o por decirlo con mejores
filosofía, a lo largo de toda su historia, ya sea bajo la for-
palabras: que la filosofía no existe más que por ese «exte-
ma de la causa errante de la materia como la lucha de da-
rior>> y para éL Este exterior (que la filosofía quiere ha- ~

ses, no ha podido nunca asumir. La práctica es aquella


cerse la ilusión de someter~o a la Verdad) es la práctica,
otra cosa a partir de la cual, no sólo se puede hacer tam-
las prácticas sociales.
Hay que aceptar la radicalidad de esta crítica para en-
¡ balear a la filosofía sino más aún, gracias a la cual pode-
·1 mos empezar a verclaro en el interior de la filosofía.
tender sus consecuencias.
D~ forma contraria allogos (es decir, a una representa- Decía ántes: «la práctica obliga a la filosofía a recono-
ción de algo supremo a lo que se llama <da Verdad» y cu- cer que ésta tiene un exterior». Conocemos la afirmación
ya esencia se reduce al «decir» -o la inmediata presencia ¡¡ de Hegel: la conciencia de sí tiene un envés, y no lo sabe.
de la vista o·de la voz-), la práctica, que es ajena por .JI A eso responde la confidencia de Fran~ois Mauriac cuan-
comp'leto allogos, no es la Verdad y no se reduce, nó se f do recuerda que, de niño, él creía que las personas
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realiza, en· el Decir o en el Ver. !' ilustres no tenían culo: La irrupción de la práctica coge a
La práctica es un proceso de transformación sometido la filosofía por la retaguardia y fijémonos como ocurre
,'.·r siempre a sus propias condiciones de existencia y que esto.
;..
produce, no la Verdad, sino «Verdades» (o la Verdad, Tener un espacio exterior y tener un trasero se dirá que
digamos, de los resultados o de los conocimientos, todo es lo mismo. Pero tener «un detrás» es tener un exterior
ello en el interior del campo cie sus propias condiciones inesperado. Y la filosofía, desde luego, cuenta con esto.
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de existencia). ¿Acaso la filosofía no ha introducido en el dominio de su
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Y si la práctica tiene agentes, no tiene, sin embargo, un pensamiento la totalidad misma de todo lo que existe,
.:· j_,
sujeto como origen trascendental u ontológico de su ob- incluso el fango del que habla Sócrates, o el esclavo del
jetivo, de su proyecto, como tampoco tiene el fin como que habla Aristóteles o incluso de la acumulación de ri-
Verdad de su proceso. Es un proceso sin sujeto ni fin. quezas en un polo y de la miseria en el otro de que habla-
.;,!' · Si aceptamos el término de Verdad en su sentido filo- ba Hegel? Para Platón, el filósofo observa el todo; para
Oc
sófico, de Platón a Hegel, y si lo confrontamos a la prác- Hegel, el filósofo piensa el todo; de hecho, todas las
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prácticas sociales están ahí, en la filosofía, y no sólo la [<


de las grandes maniobras de Platón y Hegel sobre la mo-
fabricación de zapatos y de barcos, no sólo el dinero, el ,,f·i
ral, la política o la economía. La filosofía, cuando se le V
salario, la política y la familia, sino también todas las 4, objeta que tiene un espacio exterior, tiene razón al pro- i<·
¡::
ideas sociales, la moral, la religión, las ciencias y las ar- testar y responder que no lo tiene, puesto que ella se hace ~~~:
tes, del mismo modo que están las estrellas en el cielo. Si cargo de todo. Ciertamente, su espacio exterior hay que f;
todo está ahí, si todo está perfectamente recogido y f:
reunido en el interior de la filosofía, ¿dónde está el espa- ..
buscarlo y encontrarlo dentro de ella misma, en esa apro-
piación.del espacio exterior filosófico que se realiza sobre
¡ ::
¡·:

cio exterior? ¿Acaso el mundo real, el mundo material, t·as prácticas sociales, en esa-operación-de explo~ación.y, ----·
no existe para todas las filosofías, incluso para la t:.
por tanto, de deformación de las prácticas sociales que le r··'
filosofía idealista? Berkeley, por ejemplo, era un obispo permite a la filosofía unificar tales prácticas bajo la Ver- V
-

para el cual, según la frase de Alaín, «la comida estaba ! .'


dad.- - '
' -'.
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ya cocinada»; sin embargo, este obispo era también un El verdadero espacio exterior de la filosofía está :::
hombre como cualquier otro, que no se equivocaba en ''
[·'
dentro de la propia filosofía, o sea, en esta separación, ~ .
absoluto sobre la existencia de la «carne asada», es decir, i
esta distancia de la deformación y de la explotación. Por [.>
sobre la existencia del mundo exterior. el contrario, la práctica es el empeño de existir por enci- '.
¿En qué consiste, entonces, este proceso maligno que ma de tal explotación y de tal transformación, es la resis-
se da en la filosofía? Para ser precisos, hay un pequeño tencia a esa violencia filosófica.
matiz sobre el cual es necesario detenerse. A fin de hacer Pero queda por decir lo más importante. Porque_ lo
entrar a todas las prácticas y a las ideas sociales en el do- dicho hasta ahora podría interpretarse en términos de vo-
minio de su pensamiento, y para imponerse ella misma luntad de poder, contando la historia de la filosofía un
sobre todas estas prácticas e ideas sociales para decirles poco a la manera de Nietzsche: existieron en un determi-
su verdad, la filosofía hace trampas: es decir,' cuando la nado momento hombres movidos por el· resentimiento
filosofía las absorbe y las reelabora de acuerdo con su que, heridos por el mundo, emprendieron la tarea de do-
propia forma filosófica, en absoluto hace esto respetan- minarlo mediante el pensamiento y concibiéndolo exclu- ~ :·
do escrupulosamente la realidad (la propia naturaleza) de sivamente a través de éste. Los filósofos fueron precisa-
tales prácticas e ideas sociales. Al contrario, al afirmar su mente estos especialistas de la violencia del concepto, del
poder de Verdad sobre ellas, la filosofía ha tenido que Begriff, de la apropiación, y, además, afirmaron su ::;"
obligarlas a sufrjr una verdadera transformación, aun- :-··
potencia sometiendo a la ley de la Verdad (de su verdad)
que ésta suela ser imperceptible. ¿Qué hacer si no para todas las prácticas sociales de los hombres, que seguían
ajustarlas y pensarlas bajo la unidad de una única y mis- entristeciendo y viviendo en la noche. Sabemos que tal
ma Verdad? Tampoco hay necesidad de ir demasiado le- perspectiva no es del todo extraña a algunos de nuestros
. jos para entender esto: ahí están, por ejemplo, el impulso contemporáneos, que de forma natural buscan y en-
de Descartes a la física de Galileo -¡que es, sin duda, al- cuentran en la filosofía el arquetipo de la potencia, el
go más que experimentación!-, o la pequeña operación modelo de cualquier poder. Ellos mismos escriben la
de Kant sobre la química y la psicología, para no hablar ecuación saber= poder, y a la manera de los modernos
18 19

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F
anarquistas cultivados, dicen que la violencia, la tiranía, pequeño complemento de estética, lo Bello y lo bueno,
el despotismo de Estado 'es culpa de Platón, lo mismo que en nuestra historia tienen la costumbre de salir en fa-
que hace tienpo se decía que la revolución es culpa de milia para hacerse notar por la buena sociedad. Pero és-
Rousseau. La mejor manera de responderles es la de ir tas son las pequeñas debilidades de los filósofos, y no se
más lejos que ellos, introduciendo la fractura escandalo- debe juzgar a la filosofía a partír de ellas, como tampoco
sa dela práctica dentro de la naturaleza de la filosofía. se debe juzgar a las matemáticas por la elegancia de los
Aquí es quizá donde se aprecia de forma más profunda la matemáticos.
influencia de Marx.· La Verdad es otra cosa: para verla no sólo hay que
Hemos hecho creer hasta ahora que la filosofía se con- despreciar la psicología de los filósofos, sino también esa
tentaba con introducir en su pensamiento el conjunto de ilusión en la que la filosofía se encuentra a gusto: la ilu-
prácticas y de ideas humanas, para enunciar con ello la sión de su propio poder sobre las prácticas sociales. Por-
Verdad. Y hemos supuesto a título provisional que si la que -y aquí es donde se decide toao- lo importante no
filosofía (que absorbía el conjunto de las prácticas so- es que la filosofía tome el poder sobre las prácticas y las
·1
ciales en su pensamiento) las deformaba era, en cierta ideas.sociales. Estas no son más que formas de ejercicio
medida, por razones lógicas y técnicas; en definitiva, pa- de su poder y de sus resultados, sino que la filosofía no
ra poder unificarlas. Si queremos introducir un cierto nú- incorpora de modo gratuito las prácticas sociales bajo la
:!
mero de objetos en una maleta llena, será necesario ple- unidad de·su pensamiento. Lo hace quitando su propio
garlos y deformarlos. Si queremos imaginar las prácticas - espacio a las prácticas sociales y .estableciendo una
sociales bajo la unidad del Bien, harán falta muchas de- jerarquía interna entre la práctica y las ideas sociales, lo
formaciones para llegar a plegarlas bajo esta unidad. En-·. hace sometiendo esta jerarquía a un orden interno que
gels dijo en algún sitio algo parecido cuando afirmaba constituye su verdadera unificación·.
que toda filosofía era sistemática en función de la «eter- Por decirlo con otras palabras: el mundo que piensa la
1 na necesidad del espíritu humano de superar las contra- filosofía es un mundo unificado, en tanto que desarticu-
dicciones». Pues bien, pienso que esto no es totalmente lado y rearticulado, es decir, reordenado por la filosofía.
exacto, que estas deformaciones de la unidad de la Es un mundo en el que las diferentes prácticas sociales
contradicción no son más que deformaciones formales y descompuestas y recompuestas se distribuyen en un cier-
conciernen únicamente a la peculiar lógica del discurso to orden de distinción y jerarquías que es significativo.
filosófico. Lo que le hace ser significativo no es que la filosofía do-
Sé perfectamente que en todo filósofo, como en todo mine sus objetos, sino que ella los descomponga y los re-
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matemático que sabe apreciar la elegancia de una de- componga ·para distribuirlos en un orden especial de
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mostración, hay dormido también un amante de las jerarquía y de distinción internas, orden que es precisa-
: -' bellas artes, y no faltan filósofos que creyeron, como mente el que da su signific,ación a toda la operación de la
:-:1
Kant, que la realización de un sistema era cuestión no so- filosofía. Es evidente que para realizar toda esta opera-
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lamente de lógica, sino también de estética. Cuando no ción, para distribuir sus objetos· en este orden, la
basta la lógica (o para hacerla digerible) se le añade un filosofía
. ,. debe dominarlos, o dicho de otro modo: es por
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esta necesidad por lo que la filosofía está obligada a «to- sa, recomponiendo luego tales prácticas a partir de esos
mar el poden> sobre ellos. elementos. Así,· cadá filósofo se fabrica, a partir de la
Pero tengamos siempre en cuenta que el «poden> no realidad de la práctica científica, una idea de la cjencia; a
significa nunca un «poder» por el «poden>, ni siquiera en partir de la realidad de la práctica moral, una idea de la ~--·

el ámbito político. Muy al contrario, el poder no es otra r::


moral, etcétera.
cosa que lo que se hace con él, esto es, lo que produce co- Esta deformación sistemática (en el sentido fuerte)
mo resultado. Y si la filosofía es «aquella que ve el provocada por el sistema (entendiendo éste no como sis- ..
. todo.»., noJo ve más que para reordenado, para imponer tema lógico, sino como sistema de dominación, como sis- i·:-
a los diversos elementos.del todo un orden d_eterminado. tema que impone una significación, una Verdad, a las
No puedo entrar aquí en detalles. Es indudable que prácticas sociales) produce objetos filosóficos que se ase-
habría miles de ejemplos muy fáciles de desarrollar, pero mejan a los objetos reales, pero que son diferentes de
se me permitirá atenerme a uno bien claro: el «lugar» res-
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ellos. Sólo que hay algo más importante aún. Esto: para i>
pectivo que Descartes, Kant y Hegel éonceden cada uno a hacer aparecer en el interior de todas las prácticas o ideas
lo que ellos conciben como la moral y la religión. Eviden- sociales la Verdad que ella les quiere imponer, y para po- ,··:;

temente, este «lugar» (que no es nunca el mismo en la der mantener al todo en un bloque único, la filosofía se
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1~ •

unidad de cada uno. de estos sistemas) repercute profun- ve obligada a inventar lo que yo llamaría objetos filosófi-
damente sobre la significación de cada una de las doctri- cos, sin referente real y empírico, y que son, por ejemplo,
nas. O, para tomar otro ejemplo más abstracto, recorde-. los objetos de la filosofía como objetos filosóficos: la
mos cómo la presencia de una teoría del conocimiento en Verdad, el Uno, el Todo, el cogito, el sujeto trascenden-
Descartes y su ausencia en Spinoza y Hegel son hechos tal y muchas otras categorías del mismo género que no
que demuestran la .existenCia de tratamientos c;liferentes existen más que.en la filosofía. Hace años escribí que la
de la práctica científica, hechos que son ellos mismos filosofía no tiene objeto en el sentido en que una ciencia
efectos de la orientación global de cada una de estas · o una práctica social tienen un objeto, pero que existen
doctrinas. . objetos filosóficos. La filosofía tiene sus objetos en ella
No puedo ahora profundizar más en este tipo de acla- misma, y trabaja sobre ellos continuamente, los modifi-
raciones. Pero sí quisiera que se prestara mucha atención ca, los retoma, no puede prescindir de ellos, porque tales
a una de las consecuencias de lo que acabamos de decir. objetos filosóficos (que no son más que el objeto de la
Cuando se avanza la hipótesis de que la filosofía se sirve filosofía) son los medios a través de"los cuales ésta alcan-
de las prácticas y de las ideas sociales para imponerles un za los objetivos de su misión: imponer a las prácticas y a ' ..
sentido específiCo en el interior de su sistema, está claro las ideas sociales que figuran en su sistema, la deforma- :·-:
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que la filosofía debe «descomponen> primero y «recom- ción impuesta por el orden determinado de ese sistema.
1.·,

poner» luego tales prácticas. Es decir, que la filosofía ne- Hablaba hace un instante de la teoría del conocimiento, y \<
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cesita recortar de un modo específico a las prácticas so- decía que su presencia en Descartes y Kant, lo mismo que
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ciales para retener de ellas sólo aquellos elemento_s que la su ausencia en Spinoza y Hegel, tienen un sentido; en l
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filosofía considera los más significativos para su empre- efecto. la teoría del conocimiento es uno de esos objetos
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de la filosofía que no pertenecen más que a la filosofía y Nadie negará que, al menos en ciertos campos, la his-
a propósito del cual los filósofos pueden enfrentarse, toria no sabe seleccionar demasiado bien y ·reconocer a
desde el momento en que con este objeto estamos en el los suyos. Y seguramente no es un azar que este hecho
corazón de lo que constituye lo propio de la filosofía, los .haya consagrado la existencia. histórica de la filosofía; no
·objetos que son suyos y sólo de ella y en los que se juega es un azar que la filosofía siga con vida, que esos sagra-
todo el destino de su actividad. dO$ textos abstr'actos, interminablemente leídos y
Si se acepta seguir este camino, se podrá comprender releídos por generaciones de estudiantes, interminable-
.. ''
mejor en qué viene a irrumpir la práctica para tomar a la mente comentados y glosados·; se mantengan: contra vien-
filosofía a la inversa y mostrar qué tiene en su exter.ior. to y marea en nuestro universo cultural y jueguen en él su
Su espacio exterior, una vez más, es lo que sucede dentro papeL Y como lo que inspira su lectura no es el amor al
·:·:
·,' de ella; no sólo las deformaciones lógicas de las prácticas arte o la fidelidad a su historia, si· tales textos subsisten,
sociales para someterlas a la unidad formal no contradic- por paradójico que parezca, es por los resultados que
toria de un pensamiento sistemático que abarca a la tota- producen, y si producen resultados es que esos resultados
lidad, sino el desmembramiento y la reconstrucción, la los exigen las sociedades de nuestra historia; Toda la
puesta en orden de esas mismas prácticas sociales defor- cuestión consiste exactament~ en saber cuáles y· de qué
madas; una doble deformación, pues, requerida por las orden son esos resultados: Quiero prevenir al auditorio
exigencias de esa puesta en orden que, en definitiva, do- de que lo que voy a d~~ir no pretende agotar el tema. Al
mina todo y da a la filosofía su sentido. igual que cualquier.;- otra realidad social y cultural, la
¿Cuál puede ser, entonces, ese sentido? Porque hasta filosofía, por exc.elencia, está sobredeterminad~. Pero
aquí todo tiene lugar en textos escritos, en discursos abs- quisiera hacer ~-~altar lo que considero su determinació¡:
tractos, que parecen muy lejanos a las prácticas sociales esencial, su determinación en última instancia.
reales, que no aparecen en la filosofía más que bajo la Porque hasta ahora hemos olvidado una realidad de
forma de categorías y nociones. Se comprende que toda una importancia fundamental. En efecto: la filosofía,
esta operación mental pueda satisfacer al autor de una que pretende dejar enunciada para siempre la Verdad de
bella unidad conceptual, responder a su necesidad de las cosas, presenta esta característica -de hecho
«búsqueda de la verdad». Después de todo, son muchos paradóji~a- de ser, por esencia, conflictiva, y ello per-
los coleccionistas y los jugadores de ajedrez. Pero ¿qué petuamente. Kant dijo de la filosofía -la artterior a la
puede tener que ver con la historia este pequeño affaire suya, claro- gue era un campo de batalla. Y todos los fi-
conceptual privado, una vez desenmascarados sus pe- lósofos que han venido al mundo, antes y después de él,
queños procedimientos, una vez que ya no se cree que le han dado la razón, puesto qqe jamás escribieron nada
tenga vocación alguna de decir la verdad? En realidad, sino a condición de guerrear con tal o cual de sus prede-
aquí es donde las cosas empiezan a ser serias -y esto se cesores. La filosofía, por tanto (y con una insistenCia y
lo debemos a Marx. Es evidente que lo que voy a decir no una constancia tan impresionantes que esta condición
está con todas sus letras en Marx, pero sin él no expresa su naturaleza), es una guerra perpetua entre las
podríamos decirlo. · ideas. ¿Por qué esta guerra? No pueden ser neurastenias

24 25
entre personas susceptibles. Los innumerables sub- r
filósofos, filósofos-uña, filósofos-cabellos, como decía ciones de la reproducción de las relaciones de la produc~
Marx, que entraron en guerra por simple espíritu de ción. Pero las condiciones económicas y políticas de la
contradicción, como autores fracasados que buscaban reproducción están aseguradas por el Derecho y el Esta-
pelea, no han dejado huella en la historia. Pero en cam- do. En cuanto a las ideologías, participan en las rela-
bio, todos los que han quedado en la historia no hicieron ciones de producción y en el conjunto de las relaciones
más que pelearse entre sí, y como combatientes verdade- sociales, asegurando la hegemonía ideal o cult~ral de la
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ramente astutos sabían buscar apoyos contra el adversa- clase dominante. Entre estas ideologías se encuentran, en
rio p.rincipal etilos argumentos de los adve"fsáfiós ·secün;;· general, la ideología jurídica, la ideología política, la
darios, hacerse aliados de éstos distribuyendo los insultos ideología moral, la ideología religiosa, y lo que Marx lla-
"y los elogios, tomando, en suma, posiciones, y posiciones ma la ideología filosófica.
beligerantes, sin equívoco posibl~. Sobre el fondo de esta Al hablar de estas ideologías, dice Marx que en ellas
lucha general hay que intentar comprender los resultados los hombres toman conciencia de sus conflictos de clase y
producidos por la existencia de una filosofía histórica. Y «los llevan hasta el final>>. Dejo a un lado la cuestión de
es aquí donde el pensamiento de Marx resulta decisivo. saber si la denominación de Marx -«ideología filosófi-
En efecto: Marx lanzó la idea, en el Prefacio a la ca>>- cubre exactamente lo que hasta aquí hemos desig-
Contribución del 59, de que una formación social des- nado con la palabra «filosofía». Pero retendré dos indi-
cansa sobre su infraestructura económica, es decir, sobre caciones esenciales: 1~a) lo que ocurre dentro de la ::·:·

la unidad de las fuerzas productivas y lás- relaciones de filosofía guarda una relación estrecha con lo que ocurre
producción. En la infraestructura es donde está enraiza- en las ideologías; 2. a) lo que ocurre dentro de las
da la lucha de clases, que enfrenta a los poseedores de los ideologías guarda una relación estrecha con la lucha de
medios de producción con los trabajadores inmediatos clases.
explotados. Y Marx añadió que sobre esta infraestructu- Hasta ahora, y con el único fin de simplificar, he
ra se elevaba toda una superestructura que comprendía el hablado, sobre todo, de las prácticas sociales, diciendo
Derecho y el Estado de una parte, y las ideologías de que la filosofía se proponía enunciar su Verdad, puesto
otra. La superestructura no hace más que reflejar la que se consideraba a sí misma como la única capaz de ha-
infrae~tructura. Porque, evidentemente, hay que dar vi- cerlo. Pero simultáneamente he hablado de las prácticas
da a esta tópica, que se presenta como un corte en la his- y de las ideas sociales, para subrayar claramente el hecho
toria de una formación soeial, y pensar que si una forma- de que la filosofía no se interesa únicamente por la pro-
ción social existe en el sentido fuerte, es que es capaz, co- ducción de un objeto fabricado, como se observa en Pla-
mo todo ser vivo, de reproducirse, pero a dife- tón, en Aristóteles y en Hegel, a propósito de la produc- ~~
rencia de los otros seres vivos, reproduciendo sus propias ción de camas, de barcos o de mercancías. También he
condiciones .de existencia. Las condiciones materiales de intent~do subrayar que la filosofía tampoco se interesa
la reproducción estan aseguradas por la propia produc- exclusivamente por la práctica de la producción de cono-
ción, que asegura también una gran parte de las conqi- cimientos (científico_s o de .cualquier otro tipo), como se
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cbserva en todos· los autores; ni tampoco se interesa ,.' .


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exclusivamente por la práctica jurídica, moral o política, prácticas sociales, a las que confiere cierta unidad y cier-
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ni por cualquier otra práctica que tienda a transformar o ta orientación en una fase dada de las luchas de clases. Si
a conservar algo en el mundo. He señalado todo esto el conjunto de las ideologías es capaz de esta acción, y si
porque, al mismo tiempo que se interesa por las prácticas lo peculiar de la filosofía consiste en actuar sobre las
sociales, la filosofía se interesa por las ideas que los hom- ideologías y, a través de ellas, sobre el conjunto de las
:: .¡ bres se hacen de tales prácticas: ideas que en unos casos prácticas sociales y su orientación, se comprenderá mejor
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servirán para condenar y criticar y en otros para aprobar, entonces la razón de ser de la filosofía y de su alcance.
pero que a fin de cuentas sirven para proponer una nueva Pero quiero insistir sobre este punto: sólo formalmente
interpretación, una nueva Verdad. Esto ocurre porque, es comprensible su razón de ser, porque hasta ahora no
en realidad, las prácticas sociales y la idea que los se comprende en absoluto por qué es imprescindible que
hombres se hacen de ellas están ligadas estrechamente. el conjunto de las ideologías reciban de la filosofía, bajo
Puede decirse que no hay práctica sin ideología, y que las categorías de la Verdad, esta unidad y su orientación.
cualquier práctica, incluso científica, se realiza a través de Para comprenderlo es necesario, en la perspectiva de
una ideología. En todas las prácticas sociales (ya corres- Marx, hacer intervenir lo que yo llamaría la forma
pondan al dominio de la producción económica, al de la polftica de la existencia de las ideologías en el conjunto
ciencia, el arte o el derecho, al de la moral o al de la políti- de las prácticas sociales. Hay que sacar a relucir la -lucha
ca), los hombres que actúan están sometidos a las ideolo- de clases y el concepto de ideología dominante. Si la so-
gías correspondientes, independientemente de su volunt~d ciedad a éonsiderar es una sociedad de clases, el poder
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y, por lo general, con una total ignorancia de ello. político, el del Estado, estará detentado por la clase
Llegados a este punto, creo poder avanzar la idea de explotadora. Para que su poder sea duradero (y esto lo
que la filosofía sólo _se satisface actuando sobre el con- sabemos mucho antes que Marx, desde que Maquiavelo
junto contradictorio de las ideologías existentes, actuan- estableciera la teoría política) es preciso que la clase do-
do sobre el fondo de la lucha de clases y su protagonismo minante transforme su poder violento en un poder con-
histórico. Tal acción en absoluto es estéril. Ningún mar- sentido. Es preciso que dicha clase dominante obtenga,
xista podrá defender la idea de que la acción que la mediante el consentimiento libre y consuetudinario de
ideología ejerce sobre las prácticas basta para cambiar la sus sujetos, una obediencia que con la sola fuerza no
naturaleza y la orientación general de esas prácticas. Y podría mantener. Para esto es para lo que sirve el siste-
esto porque no es la ideología lo determinante en última ma, contradictorio, de las ideologías.
instancia. Sin emb(l~go, la eficacia de la ideología no es Es lo que, siguiendo en esto a Gramsci, he llamado el
ni mucho menos nula; por el contrario, puede ser bastan..: sistema de los Aparatos Ideológicos de Estado, entendi-
te grande, y en ese sentido Marx le reconoció (de acuerdo dos como el conjunto de las instituciones ideológicas, re-
con la experiencia de la historia real) un papel muy im- ligiosas, morales, familiares, jurídicas, política~, estéti-
.
.·.·. portante en la reproducción y la transformación de las cas, etc., mediante las cuales la clase en el poder, al mis-
relaciones sociales. Puede concebirse, pues, formalmente mo tiempo que se unifica, logra imponer a las masas
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la posibilidad de una acción de la ideología s~bre las explotadas su ideología peculiar como la ideología pro-
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pia de dichas masas. Cuando esto ha tenido lugar, lama- la lucha de clases y sus contradicciones (sobre la base de
sa del pueblo, penetrada por la Verdad de la ideología de los elementos ideológicos contradictorios legados por el
la clase dominante, acepta sus valores (dando así consen- . pasado), de lo que se trata es de constituir una ideología
timiento al orden existente) y la violencia siempre necesa- que supere todas esas contradicciones, una ideología que
ria puede ser, o bien dejada a un lado, o bien utilizada esté unificada en torno a los intereses esenciales de la cla-
como último recurso. se dominante para asegurarles lo que Gramsci llamaba su
Pero este estado de cosas, que en la historia, salvo hegemonía.
períodos excepcionales, se ha alcanzado sólo tendtmcial- ...... ~~. ~ntendem~~.~~í l~..~.~l!Ji41:l4. 4~11:1 Jdeología dóminan-
mente, supone lo que, al contrario de lo que se cree, no es te, podemos .-al menos es la hipótesis que quisiera
tan evidente, o sea, la existencia de una ideología domi- · plantear- captar la función propia de la filos0fía. La
nante. La ideología dominante, decía Marx, es· la filosofía no es ni una operación gratuita ni una actividad
especulativa. La pureza, las manos limpias y la especula-
t··
ideología de la clase dominante. Pero esta situación es el
resultado de una lucha extraordinariamente complicada. ción contemplan su conciencia de sí. Pero los grandes fi-
Y la experiencia histórica muestra que hace falta tiempo, lósofos tenían ya una conciencia muy distinta de su mi- ~-.::
:.
a veces mucho tiempo, para que una clase dominante que sión: sabían que respondían a las grandes cuestiones
ha tomado el poder, llegue a forjarse una ideología que prácticas y políticas: ¿cómo orientarse en el pensamiento
. finalmente se convierta en dominante. Mirad la y en la poJítica?, ¿qué hacer?, ¿en qué dirección ir?
burguesía: ha necesitado nada menos que cinco siglos, Sabían incluso que estas cuestiones políticas eran históri-
del XIV al XIX, para lograrlo. E incluso en el XIX, cas; es decir, auñque las viesen como temas eternos,
cuando tenía gue afrontar las primeras luchas del prole- sabían que estaban planteadas por los intereses vitales de
tariado, se batía aún contra la ideología de la aristocracia la sociedad para la que pensaban. Pero seguramente no
terrateniente, hered.era de la feudalidad. De· esta disgre- sabían lo que Marx nos permite comprender y que yo
sión hay que retener que la constitución de una ideología quisiera decir con pocas palabras. Me parece, en efecto,
dominante es, para la clase dominante, un problema de que no se puede comprender la tarea determinante en úl-
lucha de clases: en el caso de la burguesía del siglo XIX, tima instancia de la filosofí;;t más que en relación con las
un asunto de lucha de clases en dos frentes. Ahora bien, exigencias de la lucha de clases en la ideología, o sea, la
esto no es todo. Porque no se trata solamente de fabricar cu.estión central de la hegemonía, de la constitución de la
una ideología dominante porque haga falta una, por ideologJa dominante ante todo. Lo que hemos visto que
decreto, no se trata solamente de constituirla en una lar- ocurre en la filosofía, esa reorganización y esa p~esta en
ga historia de lucha de clases. Hay que constituirla a par- orden de las prácticas y de las ideas sociales dentro de
··;:.
tir de lo que existe, a partir de los elementos, de las re- una unidad sistemática bajo su Verdad (algo que ocurre
giones de la ideología existente, a partir de lo que el pasa- aparentemente muy lejos de lo real, en la abstracción fi- ¡·::
1 .'

do ha legado, que es diverso y contradictorio, y también losófica), podemos verlo producirse, de forma por su- 1'
1. .

a través de los acontecimientos inesperados que surgen puesto comparable y casi superponible -pero no ~::.


continuamente tanto en la ciencia como en la política. En simultánea-, en la lucha de clases ideológica. En los dos

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.:;¡ casos se trata de reorganizar, desmembrar, recomponer y filosofía produce unos esquemas teóricos, unas figuras
J unificar, bajo una orientación definida; toda una serie de teóricas que sirven de mediadoras para" «superar» las
. j prácticas sociales y sus ideologías correspondientes, para contradicciones y de lazo pa~a religar los diferentes ele-
::.[ llevar al poder, por encima de los elementos subordina- mentos de la ideología. Además, al actuar como domina-
1
:i dos,. una determinada Verdad que les imponga una de- :.1
dora de las prácticas sociales, así reordenadas, la
}! terminada orientación. garantizando esta orientación filosofía garantiza la Verdad de este orden, enunciado
:l
:] por aquella Verdad. Si esta correspondencia es exacta, i bajo la forma de la garantía de un discurso racional.
:! ··· · ·· ·· · · · podemos inducir de ella que la filosofía, que continúa a 1 Creo que, entonces,· puede representarse la filosofía de
¡. la manera siguiente. No está fuera del mundo, fuera de
su manera la lucha de clases en la teoría, que es lucha de l
·, .. clases en la teoría, responde a una exigencia fundamen- los conflictos y de los acontecimientos históricos. En su
.: -~¡
:·:·\ talmente política" La tarea que le está asignada y delega- forma concentrada, la más abstracta, la de las obras de
da por la lucha de clases en general, y más directamente los grandes filósofos,_es algo que está al lado de las
por la lucha de clases ideológica, es la de con!ribuir a la ideologías, como una especie de laboratorio ideológico
unificación de las ideologías en una ideología dominante donde experimentalmente se pone a punto, en la abstrac-
y a garantizar esta ideología dominante como Verdad ción, el problema fundamentalmente político de la
¿Cómo contribuye a ello? Pues justamente proponiéndo- hegemonía ideológica, es decir, de la constitución de la
se pensar las condiciones teóricas de posibilidad de redu- ideología dominante. Ahí es donde se ponen a punto las
···:·-: cir las contradicciones exístentes y, por tanto, de unificar categorías ylas técnicas teóri<;as que harán posible la uni-
'·>i las prácticas sociales y sus ideologías. Se trata de un tra- ficación ideológica, que es un aspecto esencial de la
···:¡
:.·; bajo abstracto, de un trabajo de pensamiento puro, de hegemonía ideológica. Porque el trabajo efectuado por
<1
una teorización pura, a priori por tanto. Y s11 resultado los filósofos más abstractos no queda en letra muerta; lo
;-__ , es pensar, bajo la unidad y la garantía de una misma que la filosofía ha recibido dé la lucha de clases como
:j orientación, la diversidad de las diferentes prácticas y de exigencia, lo devuelve bajo la forma de pensamientos 'que
sus ideologías. Al satisfacer esta exigencia que ella vive van a actuar sobre las ideologías ·para transformarlas y
>j
·.··-! como una exigencia interna, pero que le viene de los unificarlas. De la misma forma que en la historia se
grandes conflictos de clase y de los grandes aconteci- pueden observar empíricamente las condiciones de exis-
mientos de la historia ¿qué hace la filosofía? Produce to- tencia impuestas a la filosofía, de igual manera se pueden
_do un dispositivo de categorías que permiten pensar y observar empíricamente los efectos d¡;: la filosofía sobre
que colocan en un lugar determinado las diferentes prác-· las ideologías y las prácticas sociales. Baste pensar en el
ticas sociales bajo las ideologías, es decir, en el lugar que racionalismo del siglo XVII y en la filosofía de las Luces,
deben inexcusablemente ocupar para que jueguen el pa- por utilizar dos ejemplos conocidos; los result?dos del
pel que, en la constitución de la ideología dominante, se trabajo de elaboración filosófica se dan en la ideología y
espera de ellos. La filosofía produce una problemática en las prácticas sociales. Estas dos etapas de la filosofía
general, es.decir,·una manera de plantear y, por tanto, de burguesa son otros dos momentos .constitutivos de la
resolver los problemas· que puedan surgir. En fin, la ideología burguesa en ideología dominante. Esta consti-

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tución se ha hecho en la lucha, y la filosofía ha jugado en
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la clase dominada. Tal oposición volvemos a encontrarla
ella· su papel de cimiento teórico para la unidad de esta en el interior mismo de la filosofía como uno de los ele-
ideología. . { mentos del problema hegemónico que la filosofía debe
Pero si todo lo que acaba de decirse puede ser manteni- teso/ver. Por eso encontramos en la filosofía esa guerra
do, y sobre todo, si todo lo que acaba de decirse ha sido de todos contra todos, esa guerra perpetua que es el efec-
posible decirlo por el descubrimiento que Marx nos hizo to y el eco que la lucha de clases provoca en la filosofía, y
de la naturaleza de una sociedad de clases, del papel del por eso las posiciones antagónicas de las ideologías anta-
Estado y de las ideologías en la superestructura, la cues- gónicas están representadas en el interior. ri:üsm<L,d~.Ja.
tión de la filosofía marxista se convierte entonces en más filosofía. La filosofía, que trabajó en su propio laborato-
paradójica todavía. Porque si la filosofía juega, en últi- rio teórico por la hegemonía ideológica de la clase ascen-
ma instancia, el papel de laboratorio de unificación y de dente o dominante, sin darse cuenta de ello, afronta a sus
cimiento teórico para laideología dominante, ¿cuál es el propios adversarios, generalmente en nombre del mate-
papel de los filósofos que se niegan a servir a la ideología rialismo. En principio, ocurre con la filosofía algo seme-
dominante? ¿Cuál es el papel de un hombre como Marx, jante a lo que ocurre en una sociedad de clases: al igual
que declara en el Postfacio a la segunda edición alemana quela unidad y la lucha de clase explotada se organiza
de El Capital, que su libro es <<Una crítica que representa bajo la dominación de clase, las formas del partido filo- ¡·

a una clase cuya misión es la de derribar a la clase domi- sófico que; representan a la clase dominada se constituyen ¡.
nante y la de suprimir todas las clases»? Dicho de otra en las. formas que constituyen a ia filosofía en filosofía,
manera: si lo que he propuesto puede ser pensado, ¿có- y: por tanto, bajo las formas de la cuestión de la
r

mo puede pensarse como posible una filosofía marxista? hegemonía ideológica. Así es como toda la historia de la i :..

)·:.
Para comprender esa posibilidad, basta. con refle- filosofía resuena sordamente con el eco de los explotados i'::

xionar sobre el hecho de que la expresión <<ideología do- o de los oponentes. Algunos, como los materialistas del 1~ :· : •

minante» no tiene sentido si no se ·contrapone con otra siglo XVIII, llegaron a oponer su propio sistema de la
:
.~ .: '
expresión: la ideología dominada. Y esto resulta de ·la verdad a los representantes de la clase dominante. Pero
cuestión misma de la hegemonía ideológica. El hecho de más que los materialistas del siglo XVIII (que no repre- ..

que, en una sociedad dividida en clases, la clase domi- sentaban a los explotados, sino a una nueva clase explo- '.·.·

nantedeba forjarse una ideología que sea dominante (pa- tadora, tratando entonces la burguesía de realizar una
ra un'ificarse a sí misma e imponerse a su vez a las clases alianza con la aristocracia, según el modelo inglés), lo
dominadas) es un proceso que se desarrolla con bastante que quizá debe interesarnos son aquellos que no lograron·
resistencia. En particular porque, más allá de la ideología más que a medias (o que apenas lo lograron) dar a su :.<;

de la antigua clase dominante, qtie subsiste todavía, en la oposición la forma de una filosofía producida como tal
sociedad de clas~s existen lo que Lenin llamaba «elemen- «filosofía». En mi caso, yo investigaría de buen grado en
tos» de otra ideología distinta, la de la clase explotada. torno a Epicuro o en torno a Maquiavelo, por no citar
La ideología de la clase dominante no se constituye como más que a dos de ellos; pero si hago esto es sólo para tra-
dominante más que contra los elementos ideológicos de tar de comprender a Marx: es decir, su silencio.
' 35
34
En el fondo, toda la paradoja de Marx radica aquí. El, movimiento, ~ubre las <<leyes de la dialéctica» como «h;,-
que había recibido una formación de filósofo, rehusó yes del movimiento», etc., y al orientar la filosofía ma'r-
escribir una filosofía. El, que casi nunca habló de xista por la vía de una ontología o una metafísica mate-
filosofía (pero que había hecho tambalearse a toda la rialista en la que las tesis de la filosofía estarían realizadas
filosofía tradicional al escribir en la XI tesis sobre -Feuet- a través de la materia. Está claro Que Stalin no tuvo la
bach la palabra «práctica>>), practicó, sin embargo, la extremada prudencia de Marx, Lenin y Gramsci, y por
'. 1
filosofía que nunca había escrito al escribir El Capital. Y eso se fue al extremo opuesto. Sería absurdo considerar
al escribir EtCapita/Marx nos ha dado, como nadie hi- que las posiciones filosóficas de Stalin estuvieron en el
..
ciera antes, las claves para empezar a comprender lo que origen de su línea política y de sus prácticas terroristas,
se juega en el interior de la filosofía, es decir, para poder aunque no es difícil mostrar que esas posiciones filosófi-
empezar 'a escribir algo así como una teoría de la cas de Stalin, no sólo eran extrañas ala línea política del
•,•
filosofía. Y tras él, tanto Engels como Lenin, no han stalinismo, sino que, mejor aún, le fueron perfectamente
escrito ~ás que críticas o fragmentos aislados. De nuevo útiles. Pero tampoco sería difícil mostrar cómo, en el in-
_:·:·;,
entonces: ¿cómo comprender esta paradoja?; terior de la profunda crisis stalinista (de la que apenas
¿podríamos comprenderla a partir de las propuestas que empezamos ahora a recuperarnos), las posiciones filosó-
hemos venido haciendo? ficas de Stalin fueron las que pusieron en marcha lai
Voy a intentar exponer lo que yo creo al respecto, sin «filosofía» marxista.
ocultar que con ello me arriesgo a enunciar una hipótesis Todo ocurré, pues, como si la historia del movimiento
muy aventurada. Pero creo que merece la pena correr es- obrero marxista hubiera dado, en un punto todavía oscu-
te riesgo. ro, la razón a Marx, Lenin y Gramsci, contradiciendo a
Cuando observamos la historia del movimiento obrero Plejanov, Bogdanov y, sobre todo, a Stalin. Todo ocurre
',
marxista, desde el prisma de las formas filosófi~as en que como si (debido a la extrema cerrazón, a la vez que gran
él se ha reconocido, nos encontramos frente a dos si- discreción, de sus intervenciones directamente filosófi-
tuacion~s perfectamente típicas. En la primera nos en- cas, junto a su constante práctica de_ una filosofía que
i
1
contramos con Marx, 1: ngels, Lenin, Gramsci y Mao, nunca quisieron escribir) Marx, Lenin y Gramsci hu-
i bieran sugerido que la filosofía que necesitaba el marxis-
;
'1 que, de un modo u otro, Sltmpre dan la impresión de des-
confiar, como de la peste, de todo lo que pueda parecerse mo no era en absoluto una filosofía producida como
a una filosofía producida como tal «filosofía» en las for- «filosofía» sino una nueva práctica de la filosofía.
'·. mas de la hegemonía ideológica que hemos analizado. Para comprender la razón de fondo de todo esto, se
~! ' Por el contrario, en la segunda situación nos encontra- puede partir de la nota de Marx en el Postfacio de la se-
mos con hombres como Lukacs, aunque no sea determi- gunda edición alemana, que opone dos concepciones de
nante, y sobre todo Stalin (que sí que lo ha sido, al abrir la dialéctica y da a entender que es fácil pasar de la se-
todas las grandes vías para una filosofía marxista produ- gunda a la primera. En la primera concepción, la dialéc-
cida como «filosofía»). Stalin hizo esto al retomar algu- tica sirve -es cita- «para glorificar el orden de cosas
·.., nas desdichadas frases de Engels sobre la materia y el existente»; se trata, pues, de algo apologético y al serví-
. -~-~·
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36 37
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cio de la clase dominante. En la segunda, la dialéctica es
«crítica y revolucionaria». Esta última concepción es la célebre- son los profesores de la filosofía)~ No pensaba
¡-.:...
única que puede servir al proletariado. Simplificando, solamente en el Estado burgués, «la primera potencia
podría decirse que es correcto pensar que Stalin cayó en ideológica», como decía Engels, capaz de imponer la for-
la primera concepción y que, para guardarse en este pe- ma de su ideolo_gía a toda producción filosófic;a. Marx
.:·;.
ligroso extremo, Marx se atuvo firmemente a la segunda veía mucho más lejos. Pensaba en· la forma del Estado
y no escribió nunca de filosofía como «filosofía». futuro, la que tendría que construirse después de la Re-
Para Marx, evidentemente, producir una filosofía co- - volución, de la que la experiencia de la Comuna le había
mo «filosofía» era una forma·-ct-e ·entraren el juego· del" ----- ------·--- dado una primera idea, y que debía ser no un Estado sino
adversario; incluso bajo la forma de oposición, era una «comunidad>> o, según la expresión de Engels, «un
entrar en el juego de la cuestión hegemónica y contribuir, Estado que sea un no-Estado». Dicho brevemente: una
indirectamente, a forzar a la ideología burguesa, dan- forma totalmente nueva que produciría su propia desa-
do por válida su forma de expresión filosófica; se parición, sú extinción. Naturalmente, este punto de vista
comprometía el futuro -y por tanto también el estratégico de Marx, que subvertía toda la idea. que era
presente- de la ideología proletaria, al revestirla de for- normal hacerse (y que aún hoy se hace) del Estado, no
mas exigidas por la cuestión de la hegemonía ideológica era una quimera, sino que se apoyaba en una profunda
burguesa; en suma, era arriesgarse a caer, en filosofía, en convicción de Marx: la de que el proletariado, tal como
el partido del Estado. había sido producido y concentrado por el modo de pro-
Porque la historia de las relaciones de la filosofía y del ducción capitalista, tal como era educado por sus gran-
Estado, que tan bien ha captado el filósofo francés P. des luchas de clases, poseía en sí mismo recursos total-
Nizan, es una larga historia. De ella hablaba yo, por otra mente extraños al mundo burgués, y, ante todo, el recur-
parte, cuando aludía a la cuestión de la ideología domi- so de inventar formas de organización salidas de la base,
nante. La ideología dominante es la de la clase dominan- tales como la Comuna de París y los Soviets de 1905 y
te, por tanto de la clase que detenta el poder del Estado. 1917, que son buenos ejemplos de formas de organiza-
De Platón a Descartes, Spinoza, Kant, Hegel e incluso ción adecuadas para hacer existir al proletariado al mar-
Husserl, la cuestión del Estado obsesiona a la filosofía, gen del Estado. Naturalmente, esta visión estratégica de
por lo general bajo la forma de una llamada nostálgica Marx, que apuntaba a la destrucción dd Estado, afecta-
que el filósofo dirige al Estado para que tenga a bien es- ba a toda la superestructura, incluidas las ideologías (y,
éucharlo, cuando no es bajo la forma del sueño del por tanto, a la ideología dominante, totalmente insepara-
filósofo-jefe-de-Estado. ble del Estado). No se excluye (por las razones que entre-
De- otro lado, con un instinto político muy seguro, lazaban ·a la filosofía tradicional con el Estado y por las
razones que hacían prever a Marx la abolición del Esta- i
Marx tenía bien clara la importancia de la cuestión '

política y filosófica del Estado. No pensaba solamente en do) que Marx haya tenido siempre la misma desconfian- .-
'¡;.'

el Estado b-urgués existente (cuyos lacayos -decía Dietz- za respecto de la filosofía y respecto del Estado. No se :~. ~:
gen, con la aprobación de Engels, en una frase dura y trataba en absoluto de un rechazo anarquizante del Esta- l.:-~: :
~·. '
do, a pesar de ciertas afinidades de Marx con los anar-
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:;1 sión), podemos decir que las nuevas formas de existencia
.·, i quistas, del mismo modo que tampoco se trataba de un
:i de la filosofía ligadas al futuro de estas libres aso-
rechazo de la filosofía; sino que se trataba, por el contra-
ciaciones dejarán de tener como función esencial la cons-
rio, de una profunda desconfianza contra un~ institu-
:.· 1
titución de la ideología dominante, con todos los
ción; el Estado, y una forma de unificación de la
compromisos y las explotaciones que le están unidos, pa-
:! ideología dominante, la filosofía. Ambas le parecían
ra contribuir en cambio a la liberación y ~llibre ejercicio
;¡ 1
profundamente ligadas entre sí, en tanto que comprome-
de las prácticas sociales y de las ideas humanas ..
tidas en el mismo mecanismo de dominación de la clase
-1
Y al'igual que las perspectivas sobre el Estado, esta.ta~ ..... .
burguesa. Por mi parte, creo que es aquí donde radica la
rea de la filosofía marxista no es una tarea para el futuro
razón por la que Marx se abstuvo de toda filosofía pro-
lejano. Es una empresa de ahora mismo para la que los
ducida como tal «filosofía»: para no caer en la «glorifi-
marxistas deben formarse. Marx fue el primero en dar
cación del estado de cosas existentes».
ejemplo al poner en prá~tica la filosofía de una forma
Si esto es verdad, Marx ha legado a los marxistas
desconcertante · y nueva, rechazando producir una
(::ruelmente instruidos por la contraexperiencia de ·la
filosofía en tanto que «filosofía», pero practicándola en
ontología staliniana) una tarea especialmente difícil. Ya
su obra. científica, crítica y política, inaugurando, en su-
.
que, del mismo modo que legó al movimiento obrero la
ma, una nueva relación, «crítica y revolucionaria» -son
tarea de encontrar nuevas formas de comunidad que
sus palabras-:-, entre la filosofía y las prácticas sociales,
convertirían al Estado .en algo superfluo, igualmente
que son a la vez lo que está en juego· y el lugar privile-
Marx ha legado a los filósofos marxistas la tarea de in--
giado de la lucha de clases. Esta nueva práctica de· la
ventar nuevas formas de intervención filosófica que ace-
filosofía sirve a la lucha de clases proletaria, no impo-
leren el fin de ~a hegemonía ideológica burguesa. En su-
niéndole una unidad ideológica opresiva (sabemos donde
ma: la tarea de inventar una nueva práctica de .la
radica esa opresión), sino creándole las condiciones ideo-
filosofía.
lógicas para la liberación y libre desarrollo de las prácti-
Para apoyarnos, por comparación, en el Estado revo-
cas sociales.
lucionario, que debe ser un Estado que sea un «no-
Estado», es decir, un Estado que tienda a su aniquila-
ción, a ser reemplazado por formas libres de asociación,
puede decirse, de igual modo, que la filosofía que obse-
siona a Marx, Lenin y Gramsci, debeser una filosofía
que sea una «no-filosofía», es decir, que deje de ser pro-
ducida en la forma de una filosofía y cuya función de
hegemonía teórica desaparezca para dejar el sitio a
nuevas formas de existencia filosófica. Y lo mismo que la
· libre asociación de trabajadores debe, según Marx, to-
mar el lugar del Estado para jugar un papel totalmente
·. ~ distinto del del Estado (no un papel de violencia y repre-
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::1 41
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.;;:
LA HISTORIA DE LA FILOSOFIA CONSIDERADA
COMO .LUCHA DE TENDENCIAS*
Pierre Macherey

«No se acaba con una filosofía,


iriTili~ilctosea.dedariria.taisa))
. ENGELS
; __ ::

Para el marxismo, la historia de la filosofía es una his--


toria objetiva: un proceso, una lucha, lucha de tenden-
cias, lucha entre dos tendencias dicen precisamente En-
gels y después Lenin. Estas formulaciones modifican la
representación de la historia de la filosofía en dos pun-
tos:

l. Desde el ángulo del materialismo, ia historia de la


filosofía aparece como un proceso concreto, que depen-
de siempre de una coyuntura singular y de las formas
específica-s de la práctica filosófica que ésta requiere.
Contra las interpretaciones formalistas o finalistas de la
historia de la filosofía, que circulan normalmente, hay
que decir que dicha historia está determinada por condi-
ciones materiales, históricas, ·que no dependen de la
coherencia de un si~tema o de la intención de un autor. :·;,
2. Desde el ángulo de la dialéctica, inseparable por lo
demás del anterior, la lucha filosófica .se presenta como
,.. ,
el desarrollo de una contradicción o de un conjunto ;_:,-:·
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complejo de contradicciones: por tanto, pone en juego a ~ ·. , .

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* Versión castellana de Mariano Maresca. Publicado en «La
Pensée», n;o 185, febrero de 1976. [J
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mada y explotada en una operación que modifica por
contrarios que hay que identificar y cuya relación hay
completo su contenido.
que medir con toda exactitud. Así, pues, una categoría filosófica jamás tiene un sen-
La pregunta que intentaremos responder aquí, es la si- tido dado, fijado de una vez por todas y que llevará
guiente: la intervención conjunta del materialismo y la siempre consigo, sino que funciona como el elemento o
dialéctica, materializada en el concepto de «lucha de ten- la trama de una contradicción determinada siempre por
dencias», ¿en qué sentido permite desarrollar de una condiciones objetivas particulares. Por tanto, sólo pode-
II1aQ~r::t. ~.f~~tiya. .nuestro COQº~iiP:i_~J:}tº d~l~.historia de la
mos explicar la noción de real poniéndola en relación con
filosofía? Decimos bien: desarrollar, es decir, añadirle
sus dos aspectos, con las dos tendencias que tiran de ella,
conocimientos nuevos; y no solamente doblarla de una
cada una desde su lado:
\· interpretación general, teoría abstracta de la historia de
l. El materialismo pone de relieve la malversación
··;.
la filosofía, que no haría más que añadir una más a la ya
idealista de la categoría de real y la transforma imponien-
demasiado larga lista de sus fantasma~orías.
do un uso rectificado de la misma (en lugar de lo real, po-
Tomaremos de inmediato un ejemplo que nos volvere-
ne la realidad material objetiva, independiente del pensa-
mos a encontrar: la categoría de «real», que atraviesa to-
miento y que le preexiste, lo cual es bien distinto de loan-
: da la historia de la filosofía. Comprender esta categoría
. ~·
terior.
desde el punto de vista marxista, implica mostrar cuál es
2. El idealismo, por el contrario, al renovar su explo-
la lucha concreta que ahí se desarrolla. Muy suma-
tación de la categoría de real, viene a sustituir la realidad
riamente: lo «reah> parece designar en principio un con-
material objetiva por el pensamiento mismo y disimula
tenido objetivo, independiente de la iniciativa de un suje-
así la verdadera naturaleza de la filosofía como lucha de
to, algo muy parecido a la idea de realidad material obje- .
tendencias; como es sabido, el idealismo está «por enci-
tiva que está en la base de todo materialismo. ¿Por qué
ma» de las tendencias, pues no quiere ni admitir su exis-
entonces el materialismo no es un realismo? ,¿Por qué el
tencia .
. realismo es un materialismo inconsecuente? Porque, co-
Aquí es donde las cosas empiezan a ser bastante intere-
mo demuestra la historia de la filo-.ofía en su desarrollo
santes: si el idealismo necesita, bajo la especie del realis-
concreto, el idealismo no cesa de reivindicar esa
mo, por ejemplo, tomar prestadas sus propias armas
·.':···'··-: categoría, interpretándola a su ma\tera: en efecto, hace
al materiali~mo, recuperando una de sus palabras (en
de lo real una abstracción, una entidad ideal a la que de-
filosofía, las palabras son armas), es porque él, por sí
finen características tomadas pres! adas del pensamiento
·.... ~ mismo, no existe; y, sin embargo, si respetamos el senti-
mismo (identidad, formalidad, rerennidad); o bien lo
do exacto de esta fórmula, veremos que no es más que la
real, asociado a la experiencia -categoría más ambigua
fórmula del materialismo invertida. Tengamos aquí
aun-, aparece como inseparable de la intención consti-
-:: mucho cuidado con lo que decimos:/ si el idealismo es lo
tutiva de un sujeto (trascendental o empírico) que le otor-
:::~ inverso del materialismo, lo recíproco no es verdad nece-
:::1 ga sus condiciones de posibilidad. Bajo formas muy di-
sariamente.
versas, que van del idealismo objetivo al idealismo subje-
El idealismo es la negación del materialismo, y. vere-
. ·~
tivo, una categoría aparentemente materialista 'es reto-
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.. ·,
....
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mos que no es más que eso: el rechazo, a veces explícito,
normalmente inconfeso, del hecho materialista funda-
mental que existe fuera del pensamiento, fuera de la
'
-~

~::.
-::. filosofía es -y sólo eso- una lucha de tendencias, lucha
de clases en filosofía, o más aun, para retomar la defini-
ción dada por L. Althusser, lucha de clases en la teoría.
:;'

:<
~:
-;.

filosofía. Pero el materialismo no es la negación del La lucha en cuestión no es un combate· cualquiera, un


idealismo: negación de una negación, resolución de una enfrentamiento abstracto, un debate de ideas, o el ren-
contradicción fundamental, sería un buen calificativo cuentro fortuito de dos luchadores que hubieran crecido
i'

que llevaría ... ¿a dónde? A un retroceso del hecho mate- el uno aliado del otro antes de descubrir. que sus intereses
rialista fundamental a su posición inicial. Hay que decir, son incompatibles y hubieran resuelto recurrir a la lucha
por el contrario, que en el terreno de la lucha filosófica, para resolver sus diferencias. La lucha de tendencias ei1.
el materialismo sólo puede derrotar al idealismo de una filosofía es una contradicción en el sentido exacto que el
manera efectiva (es decir, concretamente, prácticamente) materialismo dialéctico da a este término. Ese sentido lo
encontramos indicado en un texto de Lenin muy conoci- ,-·.
desarrollándose, o sea, transformándose en materialista (:
consecuente, materialismo dialéctico que ~uprime la ten- do: «El desdoblamiento de lo uno y el movimiento de sus
dencia idealista hasta en su propio punto _de vista. Pre- partes contradictorias ... es el fondo (una de las «esen- t.-.:·
sentar esta transformación como negación de una nega- cias», una de las particularidades o rasgos fundamenta- [;, -~

les, si no el fundamental) de la dialéctica ... La identidad


ción, inversión de una inversión, es convertirla en una
de los cont_rarios (su ·<<Unidad», podría quizá decirse más
!!
operación mecánica: o bien, por el artificiode una reso-
lución (que es todo lo contrario de una revolución), en el exactamente, aunque la distinción entre los términos
sentido hegeliano, se hace desaparecer la contradicción identidad y únidad no sea aquí particularmente esencial. t:~::
en la síntesis de los dos puntos de vista que provisional- En un cierto sentido, los dos son adecuados) es el recono-
mente enfrentó,, y entonce~ es el idealismo el qu~ gana; o cimiento (el descubrimiento) de tendencias contradicto-
bieii, se vuelve pura y simplemente al punto de partida, al rias, mutuamente excluyentes, opuestas, en todos los fe-
materialismo de base tal y como fue invertido por el nómenos y procesos de la naturaleza (los del espíritu y la
idealismo. En 1845, Marx y Engels pensaron algo pareci- sociedad, por tanto) ... >> (2). Mao Tse-Tung resumió esas
do a esto con la categoría de «vuelta a los hechos». Pero, indicaciones en la consigna filosófica «Uno se divide en ....

como Lenin demostró claramente, la filosofía no es un dos». ¿Qué utilidad tiene para nuestro conocimiento de
nuevo materialismo, sino un «materialismo que va más la histbria de la filosofía esta· definición de la dialéctica?
lejos» (1); un materialismo que se ha transformado en
.dialéctico y por tanto no c_oincide en absoluto con su po-
sición inicial, de la cual el idealismo no es efectivamente La contradicción entre materialismo e idealismo
más _que la negación, o la denegación.
Por eso es por lo que tomar en serio la idea de que la Planteemos inmediatamente la cuestión esencial: ¿qué
forma toma en la histori~ de la filosofía la unidad de los

(1) Oeuvres, t. 15, p. 435. (2) A propos de la dialectique, «Qeuvres», t. .38, pp. 343-344.

46· 47 ··'

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·-d ).

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·~ contrarios? Evidentemente, no la de su reconciliación fi- su contradicción, y sólo ella. La lucha de clases en:
.)
nal, ni tampoco la de su fusión circunstancial en uno de filosofía determina las posiciones antagónicas, les asigna
;-~]

q
·~
esos compromisos equívocos continuamente denun- un lugar y condiciona su relación. La unidad del idealis-
·.:
~!
ciados por Engels y Lenin y que, bajo un disfraz tomado mo y el materialismo no es más que su lucha; así, cada
'' del materialismo, siempre aseguran el triunfo final del una de las tendencias está implidtda por y en la tendencia
'
.1. idealismo. La pretensión de «superar» la oposición del antagónica.
materialismo y el idealismo, de trazar una tercera vía en Vemos así cómo el proceso real de la historia de la
filosofía, neutra, obJetiva, «verdadera», la. de la paz filo- filosofía no puede confundirse con los conflictos de ideas
sófica universal, es una constante de la histoi'ia del que aparecen en su superficie, esos debates de opiniones,
idealismo, que siempre intenta presentar un nuevo rostro esos dilemas tradicionales en los que ella reconoce sus
:-:·'
para despistar mejor a sus adversarios y también para di- verdaderos p~oblemas: libertad o necesidad, verdad o
·:-¡ simular su naturaleza material. Ejemplo típico de este error, individuo o sociedad ... Tomemos un ejemplo: la
"' proyecto es la filosofía crítica de Kant. Pero el contenido conocida oposición, perfectamente catalogada, de razón
objetivo de esta voluntad manifiesta de no detenerse ante y experiencia. Este conflicto ¿es una contradicción obje-
nada, de sacar a la filosofía de sus viejos senderos, es la
. . tiva, reveladora del proceso material de la historia de la
negadón Jel papel determinante de las cont~<J.dicciones filosofía? ¿Aparecen en él como tal-:;s las tendencias filo-
en el desarrollo de la filosofía, y por ello ta1 voluntad sóficas fundamentales, materialismo o idealismo? ¿Y
equivale siempre a una regresión; es, de manera muy cuáles_son sus posiciones en ese debate'?
característica, la forma oblicua y retorcida que la posi- Señalemos de entrada cómo el dilema «¡experiencia o
ción idealista tiene de reafirmar su oposición al mate- razón.!» se presenta como un círcülo de nociones confu-
rialismo. Esta es la gran lección de Materialismo y_Empi- sas, cuya única función es clara: eliminar, manteniéndola
riócriticismo, y no debería hacer falta volver ~obre ello: fuera del círculo, la realidad material objetiva.
el idealismó, a la vez que rechaza el materialismo, recha- El materialismo, en efecto, no puede reconocerse en
za también su propia oposición al materialismo. ninguna de las dos soluciones que pueden ser utilizadas,
¿Qué e~, entonces, la unidad del materialismo y el cada una a su manera, para afirmar el primado del pen-
·.;·:
idealismo? Es, en primer lugar, el hecho de que las ten- samiento sobre lo real: ingenuo el materialista que con-
dencias filos6fic~s son inseparables porque son los dos funda sus intereses con los del mero racionalismo o los
.·.. ,. aspectos, los dos lados de una misma contradicción. Si- del empirismo, o que intente realizar la síntesis de am-
-:· ¡

Ii.:l guiendo una fórmula de L. Athusser, para '"' dialéctica bos. Un materialista consecuente sabe que no puede lla-
·,' materialista existe «el primado de la contradicción sobre marse racionalista o empirista más que bajo determina-
los contrarios» (3), ~, esto es justamente lo que constituye das ·condiciones que señalen, en una coyuntiua muy pre-
su unidad: lo que unifica a los contrarios es únicamente cisa, justamente lo que le separa de esas dos actitudes.
,.·¡ Pero si en el problema que le plantean, el materialista de-
::~: nuncia un problema falso porque no puede admitir como
(3) Réponse a J. Lewis, not. p. 29. (Para una <:rítica de lapráctica
·:-'r teórica. Respuesta a J. Lewis, Madrid. Siglo XXI. 1974, p. 34). suyas ninguna de las soluciones que el planteamiento per-
,•.
-:-·
·:··:
': ~ 48 49
.·,

-.:
·\f ~ '
t."'·
l-::·

mite, ¿podrá dejar de interesarse por él en la práctica? porque es grande la tentación de ceder al chantaje (¡si es- '-·:·
El materialista, aunque deba denunciar sin descanso el táis en contra del irracionalismo, quiere decir que estáis a
retorno de la posición idealista en filosofía, y hasta en el favor del racionalismo, y viceversa!) y dejarse coger en la
materialismo mismo, debe guardarse de meter en el mis- trampa, dejarse arrastrar a las mismas posiciones idealis~
mo saco a todos los «idealistas», de confundirlospor el · tas y hacer el juego· del adversario «adaptando» la con-
procedimiento de la amalgama, lo cual sería, en definiti- cepción materialista, «revisándola>>, es decir, suprimién-
:-:::
1~ ::;
va, hacerles el juego; por el contrario, debe explotar dola. Pero la filosofía, que es una lucha, no es ni fácil ni
~i~~pre sus de~.í:l~l:l~~-~g~ •. ..J(l~ ~2mr.él.~icciones que inevi- inocente.
tablemente minan desde el.interior la posición idealista. La contradicción del materialismo y el idealismo toma,
Como indica (enin en sus Cuadernos filosóficos, cuando en la historia concreta de la filosofía, formas bastante pa-
dos idealismos se estorban uno a otro, Hegel y Kant por radójicas: en la oposición de racionalismo y empirismo,
ejemplo, el mat~rialismo siempre tiene algo que ganar en lo mismo que en la de racionalismo e irracionalismo, el
esa crisis: y por eso es absolutamente indispensable to- materialismo no puede reconocerse: hablaremos, pues,
mar partido en favor de Hegel y contra Kant, no porque de contradicciones internas del idealismo mismo. Un ma-
aquél fuera menos idealista y por tanto más materialista, teri~dista, sin embargo, no puede permanecer ajeno a •.·

sinO al revés, porque Hegel va más lejos aun en la afirma~ esas contnidicciones, que por el contrario debe saber
ción de la posición idealista (4); sorprendente: ¡al final identificar y utilizar. En el fondo, la idea de contradic-
del delirio idealista es dond~ volvemos a encontrar el ma- ciones internas propias del idealismo, es peligrosa, insu-
terialismo! ficiente, porque sugiere la existencia de una separación
En efecto, la crisis del idealismo en estado de descom- · mecánica, de una frontera muy clara entre el materialis-
posición toma, de manera especialmente espectacular, la -mo y el idealismo. Y ~sta concepción, en efecto, hace ::' ....'
forma de un conflicto entre racionalismo e iiracionalis- retroceder la contradicción entre las tendencias filosófi- '·

mo: de una parte, la destrucción de la razón, por reto- .cas a una simple oposición e ignora el primado de la
mar la expresión de Lukacs, y de otra la exaltación de la contradicción sobre los contrarios.
razón. No es difícil mostrar cómo también este debate se Si el materialismo puede apropiarse las contradic-
instaura y se desarrolla en el terreno del idealismo, en la ciones de la posición idealista es porque, de alguna mane~
medida en que presupone que queda fuera de juego la ra, está ya implicado en ella: no hay una historia inde- ~:::

realidad material objetiva. Sin embargo, el debate no de- pendiente del idealismo (o del materialismo) en la cual la
ja indiferentes a los materialistas, que deben intervenir - posiCión antagónica interviniera de forma exterior, pura-
en ése conflicto (representativo, por otra parte, de la
problemática del idealismo) para desarrollar en él su pro- i-~ merite ajena; hay que decir, por el contrario, que el mate-
rialismo' está objetivamente comprometido, personal-
pia posición: operación -llena de riesgos, evidentemente, '-~
mente o no, en la propia historia del idealismo, •según :;;:
(:
unas condiciones materiales que determinan la relación );·;:
--..---
real de fuerza entre las instancias. Nada hay de extraño, :;::;
(4) Oeuvres, t. 28, p. 159. ¡_:,.'

pues, en que esa intervención pueda, en determinadas

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51
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'"'p; ~' :
'.
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·.-~
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~ ocasiones, convertirse en algo consciente y sistemático,
la transformación interminable de un contenido. Por
· · ·~ mediante una adecuada explotación de las dificultades
~
.·:~
del idealismo, que llegan a volverlo en contra suya. Por
consiguiente, de alguna manera y bajo ciertas condi-
otra parte, la necesidad de la desaparición del idealismo
no es una fatalidad: el idealismo no encontrará su fin so-
;~J
.. ' ciones; podemos decir: hay materialismo en el idealismo, lo ni por sí mismo; y en la historia pretérita de la
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···~
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lo mismo que también hay idealismo en el materialismo. filosofía, que ha sido la de la lucha del materialismo y el
'i
':1 Lo cual no significa más que esto: el idealismo y el mate- idealismo, nada nos permite comprender aún, ni por tan-
:'•, ~

rialismo no tienen historias independientes, distintas, si- to prometer, lo que pueda ser la historia de un materialis-
no que dependen de una sola y misma historia. mo liberado de la negación .. que ·re- impOne la tendei1dá · ·
En cualquier caso, el hecho de que para caracterizar ideali_sta. Desde· ese punto de vista, sucede igual en la
las contradicciones filosóficas, no se puedan superar la lucha de clases en filosofía y en la lucha de clases sin más:
luéha y la unidad de ambas posiciones, plantea un nuevo la existencia de la sociedad sin clases es una necesidad ac-
problema. tual de la historia, pero no constituye ciertamente un fin,
· ..·. Si la lucha del materialismo y el idealismo es la clave y y nada nos permite describir sus formas sino a la manera
la condición de su unidad, ¿es por tanto esa lucha algo de una predicción utópica.
inevitable y sin un final? ¿Carece por completo de senti- Hay que recordar, en fin, que la lucha de clases en
do la idea de una desaparición total del idealismo y de un filosofía no es un principio separado, autónomo, en-
.. desarrollo autónomo del materialismo? cerradó en la autosuficiencia de su propio círculo: eso es
Responder afirmativamente a esta pregunta supone· lo· que expresa claramente aquí el término lucha de da-
caer de lleno bajo una importante objeción: ¡en ese ca- ses. La lucha de clases en filosofía no es una lucha de cla-
so, el idealismo sería necesario para el materialismo, por- ses distinta, independiente, metafórica de la otra, sino
que determinaría su misma existencia! PerÓ tal reciproci- que desarrolla en la filosofía los efectos de la lucha de
dad de las posiciones antagónicas, dentro de la contra- clases mediante la producción de efectos filosóficos, el
dicción, es puramente aparente: el idealismo, como vere- principal de los cuales es, por lo demás, la existencia mis-
mos, es realmente inseparable del materialismo: no ma de la filosofía. La filosofía, como la guerra, continúa
podría existir en él, porque .en él encuentra su razón de la política a su manera, por otros medios.
ser: pero lo contrario no es verdad. Para señalar mejor Sin embargo, es imposible quedarse ahí, en la ~un­
esta disimetría de las dos posiciones, arriesgaría la si- cia de los compromisos, en la determinación de las posi-
guiente fórmula: el materialismo es eterno, pero -el idea- ciones filosóficas por la lucha de clases .. En ej;tcto, la uni-
lismo no: la desaparición del idealismo es necesaria, dad de los contrarios toma en la filosofía u4 forma muy
·~:
particular, porque la lucha· _de clases · se desarrolla
' mientras que la del materialismo no es pensable ni, sobre
todo .:_esto es lo esencial-, realizable. Pero todavía hay
1
~ condiciones que no se parecen a ningunas otras; y si
.. ' que ponerse de acuerdo sobre el sentido de las palabras. no alcanzamos a comprender y :malizar esas particulari-
:-1
... .': La eternidad del materialismo es muy particular: no· es la dades, nos quedaremos en el nivel preliminar de las gene-
identidad de una esencia que se perpetúa, sino la historia, ralidades y las metáforas. En la lucha de clases económi-
ca y política, los contrarios son clases reales que contro-
52
53
\,
.,_
que le confiere su singularidad. Toda contradicción plan- ~ <·
Jan y dirigen individuos concretos, y que aseguran el de- tea entre sus contrarios, como mínimo, una diferencia: 1;:

sarrollo de las fuerzas productivas en unas relaciones de pues _bien-, la diferencia que separa a los contrarios en
producción. En la lucha de clases en filosofía, los contra- filosofía no se presenta en ella de la misma forma que en ¡:·
rios son posiciones filosóficas, tendencias que se presen- otros terrenos. ¿Cuál es la diferencia entre el materialis- ¡:

tan en discursos y en ideas: esos contenidos..son absoluta- mo y el idealismo? Algo parecido a la variación que sepa- ;O:

mente reales, tanto como las clases sociales, aunque no ni a un hecho de su disfraz. La tendencia materialista se
de la misma forma: no existen en un ciclo de las ideas que :t?a.~l:l. ~_11. una posición fundamental, infinitamente más
duplicara la realidad material subjetiva y estuvie-ra· SUF simple, comprobada en la práctica, y que es la afirma-
pendido sobre ella; forman parte de esa realidad mate- ción de que existe·una realidad material objetiva inde-
rial, en la que tienen su lugar, que no es ni el primero ni el pendiente del pensamiento. En este sentido es en el que :.
último. Esos contrarios son algo que existe y que produce puede hablarse de un hecho materialista fundamental, de
'.
sus efectos en el «todo complejo con dominancia» que es un materialismo práctico, que es la práctica elemental del
;_..

una formación social. Esta condición material es lo que materialismo, y que todos los hombres la experimentan
se representa diciendo que los efectos filosóficos son de una manera elemental en su existencia natural y so-
efectos determinados; toda determinación es material. cial: en ese sentido; hasta el Papa es fundamentalmente, if:
Por tanto, hay que llegar a decir que las posiciones filo- prácticamente materialista, un materialista involuntario,
sóficas, incluso si se presentan bajo la forma de ideas, naturalmente (5). No olvidemos que este «hecho» funda-
como ideas, son realidades materiales; con la condición 1-:
,.
mental no es, sin embargo, ni un «origen» ni un «funda-
de no caer en ese materialismo ingenuo, o socarronamen- mento», sino una determinación universal: lo mismo
te sustancialista, para el que todo es materia de la misma que, como dice Engels, «la unidad real del mundo consis-
(
forma; en ese caso, en lugar de conocer la realidad obje- te en su materialidad» (6). -
tiva y de reconocerla, se confundirían las formas reab- El idealismo, ante todo, no es otra cosa que el oculta-
sorbiéndolas en esa entidad metafísica que sería, efecti- miento de ese hecho; su negación por medios muy diver-
vamente, un mito: la Materia; y la categoría de materia
jugaría entonces el papel, muy poco materialista, de un
(5) Como elijo muy claramente Lenin: «El "realismo ingenuo" de
principio de indeterminación. todo hombre de buen sentido, que no haya pasado por un manicomio o
Así pues, las posiciones filosóficas están doblemente por la escuela de los filósofos idealistas, consiste en admitir que lasco-
determinadas y son, por tanto, de alguna manera, doble-_ sas, el medio, el rriundo existen independientemente de nuestra sensa-
ción, de nuestra conciencia, de nuestro YO y del hombre en general. La
mente materiales. Están determinadas como efectos (ma- misma experiencia (en el sentido humano de la palabra y no en el que le
teriales) de condiciones materiales: lucha por la produc-
ción, lúcha de clases, experimentación científica. Tam-
1 adju<;lican los discípulos de Mach) ha creado en nosotros la convicción,
inquebrantable convicción de que existen, independientemente de no-

~
sotros, otros hombres y no simples complejos de mis sensaciones de lo
bién están determinadas como posiciones filosóficas por alto, de lo bajo, de lo amarillo, de los sólido, etc ... , esta misma expe- '.·

la propia naturaleza de esos efectos. Y así es cómo hay riencia crea nuestra convicción de que las cosas, el mundo, el medio,
existen independientemente de nosotros. Nuestras sensaciones, nuestr~
k:
~.
que hacer intervenir aquí una consideración totalmente conciencia son sólo la imagen del mundo exterior, y de suyo se
nueva, que pertenece únicamente al terreno filosófico y
55 :?<

54 r
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sos, los más representativos de los cuales son el rechazo recidos: «No niego los hechos, sino las interpretacienes
puro y simple, el desplazamiento, la ficción. En este sen- que se dan de· ellos» (8). También el idealismo es un
tido, y solamente en éste, puede decirse que la posición hecho, pero· de forma distinta al materialismo: está
idealista, al contrario que la materialista, siempre rs for- siempre determinado por sus condiciones materiales; se
mal; porque se resume en la forma en que recubre, escon- presenta como una realidad que hay .que encarar en su
de un contenido inconfesable para ella. Y también en ese propio terreno, .que no es el de lo verdadero y lo falso; un
·,
sentido -no hay que tener miedo a decir las cosas con hecho no se refuta, o al menos no basta con refutarlo pa-
toda su-crudeza- el materialismo es .verdadero y el ra que, desaparezca. No hay en filosofía ni una revelación
idealismo falso; falso, no en el sentido de un error parti- ni una buena nueva materialista que restablezca el hecho
cular que conseguiríamos rechazar o deshacer con una fundamental en su verdad y suprima la~ apariencias idea-
demostración, sino en el sentido de una mentira que esca- listas. Hecha esta reserva, queda todavía, sin embargo, el
motea un hecho fundamental para sustituirlo . por hecho de que el idealismo depende de una determinación
«teorías» infinitamente variadas, infinitamente comple-: universal y simple, común a todos los idealismos: se defi-
jas, lo cual constituye una manjobra de dispersión inter- ne, en primer lugar, por la negación del materialismo ..
,, ..
minable, fraudulenta y, en su propio terreno, imparable. Y aquí es donde el principio de la unidad de los contra-
:~ l Esto es lo que Lenin quiere decir cuando, de forma pro- rios toma un giro muy extrañ.o. Si el idealismo es «idénti-
vocadora, escribe: «El idealismo filosófico no es más que co» al 'materialismo, es porque no es otra cosa que mate-
1
una historia de aparecidos disimulada y disfrazada» (7). rialismo, pero materialismo negado. En el fondo del
1 Pero para reducir el simulacro no basta con denunciarlo:, idealismo subsiste la posición materialista, sin la cual
j porque la mentira idealista que, por lo demás puede ser simplemente no existiría. Podemos llegar incluso a decir
una «buena mentira» e incluso una mentira muy bella, que el idealismo no es más que otra forma de materialis-
no es -éste sería su último refugio- una simpie ilusión mo, una expresión perversa y excesiva, invertida, del
que bastaría con nombrar para disiparla, cómo decía hecho materialista fundamental. Podemos, por ello,, re-
Spinoza precisamente a propósito de una historia de apa- petir una proposición ya conocida: el idealismo no
:,.¡ podría existir si no' fuese por ese mínimo de materialis-
:d.,, comprende que el reflejo no puede existir sin lo reflejado, mientras que
'.,
lo reflejadó existe independientemente de lo que lo refleja. El mate- mo, su causa íntima, su secreto, que siempre lo socava en
rialismo peine, conscientemente, en la base de su teoría del conocimien- alguna parte. ¡Pero cuidado! No se trata de post1iladina
·,,;
,··¡ to, la 'convicción «ingenua» de la humanidad (Materialismo y Empi- unidad originaria, e imaginaria; del materialismo y el
•'··j riocriticismo, cap.l, par. 3 (citamos según Lenin, Obras completas, to-
.' mo XV, Madrid, Akal, 1977; en este caso pp: 60-61) . idealismo, que constituiría su genealogía esencial; esta-
Este texto de Lenin merece ser leido con detenimiento: dice que el Jllate- .i mos hablando únicamente de la necesaria determinación
rialismo filosófico se basa en una ·evidencia cuyas consecuencias de-
del mismo idealismo por el materialismo fundamental.
sarrolla «conscientemente»; no dice que el materialismo filosófico
coincida con esta evidencia, que, como tal, tiene un caráctet esponta- 1 Primado del materialismo sobre el idealismo: extrañ.apa-
..
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' neo, «ingenuo», inconsciente, de un hecho.
·(6) Anti-Dahring, l. • part., cap. 4, p. 52 de la trád. de J. Verdes
M.ontenegro, Ed. Ciencia Nueva, Madrid, 1968.
i
(7) M y E, cap. 4, p. S (p. 173 de la ed. cit.). (8) Carta 54 a Hugo Boxel.
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ésta, sólo que desplazándola. De igual forma que Dios ;.,


radoja pOrque, hasta ahora, toda la historia real de la invertido es siempre un Dios, un Dios que se ha hecho ·

filosofia, en lo esencial, se ha desarrollado en el sentido Hombre (pero la ideología religiosa, que no es tan burda,
·contrario a esa determinación, aplastando al materialis- había previsto esto desde hace tiempo), un idealismo in-
mo bajo la dominación del idealismo y, la mayoría de las vertido es siempre un idealismo, porque la inversión es el
. veces, sin dejarle a aquél más lenguaje para expresarse medio peculiar por el que el idealismo se constituye y se
que el que, coyunturalmente, -le conceden determinadas conserva. El materialismo que se obtiene invirtiendo el >(
,.·
formas del idealismo. ·Llegados aquí, hay que recordar idealismo es un falso materialismo, tanto más falso cuan-
que no se puede confundir determinación y dominación;
:,•'•
to más se presente· como ·un materialismo·: ·· ··· · · ···· · :.::
que el idealismo haya jugado en la lucha filosófica un pa- Hay que decirlo: el idealismo es idéntico al materialis- :·~: ~
¡::·
~·,
pel dominante, casi siempre, no significa que ocupara en mo, en tanto que el idealismo es materialismo, y en cali-.
ella la posición determinante; por el contrario, desde ese dad de tal es como está unido a~l; pero el materialismo e·,.
punto de vista, está abocado por su naturaleza, por el en absoluto es idéntico al idealismo, sino que, por el
secreto de su naCimiento, a desempeflar papeles secunda- contrario, se distingue esencialmente de él por el lugar
'
rios, a no ser más que el reflejo deformado de una reali- que ocupa en la contradicción fil~sófica, lugar original '.
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dad que es imprescindible ocultar. en el que no puede ser reemplazado y que le asegura su
Pero no han acabado todavía nuestros -problemas: posición determinante en la contradicción. La contradic-
queda por decir algo esencial de lo que depende todo lo ción filosófica, como todas las contradicciones reales,
demás. Si nuestra argumentación se detuviera aquí, pero a su manera, es una contradicción desiguah.que asig-
quedaría cogida en la ilusión, la mentira, del idealismo, na a los contrarios posiciones imposibles de 'conciliar,
bajo la forma muy precisa de la ficción de la inversión. justamente porque son distintos y no. pueden ser inter-
La «teoría» de esa ficción es bien conocida: si el idealis- cambiadas. Esta contradicción no se desarrolla en un me-
mo es materialismo invertido, basta con invertir el idea- dio neutro y homogéneo, un cielo de las ideas en el que
lismo (¡negación de la negación!) para volver a encontrar pudiese haber reciprocidad de los contrarios, sustitución
el materialismo inicial. El círculo queda cerrado, como de las posiciones e inversión: está determinada ante todo
en la crítica feuerbachiana de la religión, en la que el por su condición material, por su naturaleza de lucha de
Hombre que se perdió en Dios se reencuentra haciendo clases en filosofía, que impone una absoluta disimetría
de sí mismo su propio Dios. El Hombre de la inversión es entre las tendencias antagónicas. Así, ya lo he dicho, si el
para sí mismo un Dios; es decir, que de ese corto viaje idealismo es lo inverso del materialismo, el materialismo
que momentáneamente lo alejó de su esencia, ha sacado no es lo inverso del idealismo; es su contrario directo,
algo que realmente lo ha cambiado, aunque eso que ha que no es lo mismo.
sacado lo cambie en sí mismo; se ha convertido en Dios. Primera consecuencia: para reducir la posición idealis-
Como Marx había comprendido muy bien en 1845, la ta no basta con interpretarla en sentido contrario. Esta
critica feuerbachiana de la religión es una crítica reli- i operación, que tiene un apoyo en el idealismo, en la lite-
~·'
giosa. So pretexto de disipar una "ilusiÓn, de suprimir una ralidad de su discurso, queda encerrada en los límites de
forma ideológica, conserva la caracter~stica esencial de
59 ,;•

58 ·:·-:

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la problemática idealhta. Ser materialista no es tomar el senta la posición materialista en lo que tiene de funda-
contrapié del idealismo;· el idealismo, que no se de- mental) y el materialismo consecuente. En Materialismo
sarrolla más que en las formas de sus propias contradic- y Empiriocriticismo, Lenin empleó con mucha frecuen-
ciones, no dice mentiras acerca detodo, y nunca las dice cia las expresiones «idealismo consecuente», «materialis-
de la misma manera; son desigualdades internas que hay mo consecuente»; y en esta ocasión la disimetría del ma-
que tener en cuenta para coger al idealismo en su propia terialismo y del idealismo, y la imposibilidad de una con-
trampa. La lucha contra el idealismo no puede ser lleva- versión pura y simple del uno en el otro aparecen de for-
da de forma conse¡::t:l~.I1~~-~ª~ q:t:l~.a partir dt:.Jª._pº~.i.<::.i(>J1 ma muy clara. ·
materialista fundamental, concreta, explicitada y formu- ¿Qué es, en efecto, un idealismo consecuente? No se
lada. Esta saca todas sus consecuencias del hecho mate- trata en absoluto de una doctrina que, coherentemente, ·
. rialista comprobado en la práctica y desarrolla sus efec- ha llevado hasta sus últimas consecuencias su principio
tos en la filosofía. Tal operación debe acompañarse de inicial, porque el idealismo no tiene un principio en sí
una crítica interna del idealismo, pero no se limita a ello. mismo, sino que en el fondo no es más que un materialis-
Donde va a buscar sus armas esenci~les, las que decidirán mo inconsecuente; y si intenta desarrollar los efectos de
el resultado de la lucha, es en el exterior de la posición «SU» principio, se compromete inevitablemente en sus in-
idealista y de la misma filosofía. Armas del materialismo terminables contradicciones, que necesita disimular há-
en su lucha filosófica, que son la lucha por la produc- bilmente bajo el sabio y complicado edificio de sus siste-
ción, la lucha de clases, la experimentación científica. El mas. Un idealismo consecuente es un idealismo explícito
idealismo filosófico, con sus diversas formas de explota- que reconoce, formulándolo claramente, su principio ini-
ción, ha intentado apropiarse de esas armás, naturalmen- cial: la existencia, primera e independiente, del pensa-
te, pero se le escapan o se vuelven contra él. Por eso, su miento. Para Lenin, por tanto, un idealismo consecuente
dominio, que comenzó en unas condiciones históricas es un idealismo franco, que confiesa su verdadero conte-
concretas, se acabará también en otras condiciones. nido, la negación del materialismo, y que excluye todo
Segúnda consecuencia: asegurar el dominio del mate- compromiso con la posición contraria; se presenta en la
rialismo no es retroceder al materialismo inicial, funda- «desnudez idealista».
mental y casi espontáneo, lo que hasta aquí he llamado el El idealista consecuente no es el que lleva el principio
hecho materialista. El materialismo no debe interpretar idealista fundamental hasta sus últimas consecuencias,
la historia de la filosofía, dominada hasta ahora por el 1~ sino, por el. contrario, el qu~ lo reconduce a su posición
idealismo, de forma recurrente,-como si se tratase de una elemental: es un idealistaingenuo. Por eso escogió Lenin
historia que hubiera que reconducir a su punto de parti- 1 a Berkeley para representar esta forma extrema y rara
da, del que desgraciadamente se separó. Porque el mate- del idealismo: «¡El obispo Berkeley razonaba de un·a
rialismo, además de no ser idéntico al idealismo, no es · manera franca, de una manera simplista! En nuestra
idéntico a sí mismo, no puede sobrevivir más que trans- 1 época, las mismas ideas sobre lo "económico" que sería
formándose. Aquí es donde hay que hacer intervenir una eliminar la "materia" de la filosofía se presentan de una
distinción esencial entre el hecho materialista (que repre- forma mucho más artificiosa y embrollada por el empleo

._,_, 60 61
' :~
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,._

de una terminología '.'nueva", destinada a hacerlas apa- ,:··


recer ante 'las gentes ingenuas ¡como una filosofí~ porque ha sabido asimilar las lecciones de la dialéctica e
"novísima"!» (9). Si Berkeley es consecuente no es por- incorporárselas. Un· materialismo consecuente (o «cons- :~·

que sea más coherente que otros o porque su sistema po- ciente», como dice Lenin a veces) no es un materialismo
sea esa lógic~ interna que lo haría estar racionalmente de formalmente coherente.
acuerdo en todos los puntos con su principio central. Asegurar ·el dominio del materialismo no significa~
Tiene gran interés ·leer un estudio sobre las dificultades pues, volver al materialismo práct~co, que constituye su
internas del sistema ·de Berkeley, el de Gueroult (Berke- posición inicial, no es v9lver de nuevo al hecho mate-
. · le}i, ed. Aubier), que en absoluto recomendamosdesde el rialista enmascarado por el disfraz que le impone el i:¡'•'
punto de vista materialista, pero que, sin saberlo, ~;:onfir­ idealismo, sino plantear la lucha en un terreno nuevo, en r,•,,·

ma en algunos puntos los análisis de Lenin. Como ya el cual las lecciones de la experiencia inmediata aparecen
hemos constatado, una coherencia de ese tipo es impo- efectivamente como algo realmente débil e insuficiente.
sible, a causa de la naturaleza del idealismo,que implica, ASí, el materialismo di_fiere fundamentalmente del idea-
en su misma existencia, la posición materialista. lismo (y de ninguna manera se agota en su negación)
¿Qué es, por el contrario, un materialismo consecuen- porque utiliza conscientemente las armas que le dan la
te? Para Lenin, es un materialismo que ha sabido de- lucha por la producción, la lucha de clases, la experiencia
sarrollar su posición inicial de forma que ha unido el ma~ científica.
terialismo con la dialéctica; es un materialismo que deja
de ser ingenuo, espontáneo y expuesto, por tanto, a la
amenaza del idealismo, que siempre puede invertirlo, Para uit estudio dialéctico ,·.:·

desviarlo de su verdadero sentido, prestarle (con usura) de la historia de la filosofía ,,,:.

sus formas y sus razones, transformarlo en su contrario.


Por eso, el verdadero nombre de la filosofía marxista, Las consideraciones generales que acabamos de propo-
que es un materialismo consecuente es el de materialismo ner sobre la relación contradictoria del materialismo y el
dialéctico. Esto no significa que ese materialismo expon.- idealismo, ¿nos permiten avanzar efectivamente en el es-
ga, a partir de su principio inicial, un sistema completo tudio concreto de la historia de la filosofía? Esto es lo
de consecuencias: la dialéctica, que es el arma por exce- que vamos a ver a continuación, examinando el fun-
lencia del materialismo, excluye precisamente tal presen- cionamiento de las categorías de lo real y de experiencia.
tación sistemática bajo la forma de una «doctrina» o de Estas categorías se presentan (nos son presentadas) co-
una «ciencia>); la dialéctica, en su forma correcta, mo nociones simples, evidentes, inmediatas: pretenden,
prohibe una presentación de ese tipo. El materialismo así, ser las categorías de lo inmediato. A menos que, por
consecuente, que es un efecto de la lucha de clases en artificio de la crítica, sean devueltas al laberinto de su
filosofía, es un materialismo que se ha transformado «problema»; pero entonces lo simple, lo·inmediato, es el
hecho del problema; y lo complejo, mediatizado, oscuro
(9) M y E, Introducción (p. 19 ed. cit.). la mayoría de las veces, es el sistema de !)US soluciones.
En todos los casos, esas categorías pretender dar, si no la
62
63

.; ;; ' ~:' ¡ \: ~ 1 -.
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,.:!'
·::. presentación, al menos el índice de un hecho,/ hecho los tres sistemas hacen intervenir, por lo demás, un mis-
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reflejado en un espejb, porque el hecho de la experiencia mo argumento que, a través de sus divergencias, es su
-~
. , es el hecho del hecho, etc. Ahora bfen -y doy a conti- punto en común: el materialismo, que pretende conocer
··¡ nuación el resultado del análisis materialista-, la
.'' la existencia de una realidad en sí, desde fuera de toda ex-
~1
.
.·: ..:
. categoría de experiencia no es ni (infinitamente) simple ni
(infinitamente) compleja, es doble porque asocia y con-
periencia, no es más que una «metafísica», y la «creen-
cia» en la existencia de la materia es indigna tanto del
;:·,i
..
... 1'
' funde sistemáticamente dos aspectos que, por el contra- buen sentido como de la razón .
.ti o, será preciso diso.c.iar~ u.n .a.mec.to idealistª Y..PtrQ_ mª-~. Sin embargo, en ninguno de los tres casos aparece el
. '1
.. '
.;_¡
terialista. . ·· idealismo bajo la misma forma, en la misma composi-
Retomemos~ en primer lugar, el estudio de las ción, diríamos. A través de ese espectro tan curioso de
filosofías idealistas, es decir, de los sistemas en que do- doctrinas idealistas, la posición idealista no se presenta
mina la posición idealista (por ser esta presentación de la en la misma proporción, la misma composición, con la
filosofía, bajo la forma de un sistema, la forma por exce- . posición materialista, de la que, corno hemos mostrado,
lencia de la dominación del idealismo). Esas filosofhis, es inseparable. Puede, por ejemplo, decirse que Hume es
por todas las razones que hemos visto, son complejos «menos» idealista que Berkeley, pero «más» que Kant.
::: frutos de combinaciones. Jamás presentan la posición Por supuesto, es posible hacer otras ·combinaciones, co-
-: ~- :
idealista en el estado puro, lo cual, en el fondo, es impo- mo irónicatp.ente -¿hay que decirlo?- señala Lenin:
·> ..
sible, sino variedades del idealismo en las que éste está «Es de notar que la unión, ecléctica en el fondo, de Kant
>
asociado al materialismo de distintas formas. -Recojo a con Hume, o de Hume con Berkeley, es posible, por de-
continuación los ejemplos analizados por Lenin en Mate- cirlo así, en proporciones diferentes, acentuando bien a
rialismo y Empiriocriticismo, en los cuales reduce a'su te- uno, bien a otro elemento de la mezcla» (10).
sis central las doctrinas características del idealismo clási- Asombrosa farmacia de la flusión, en la que las drogas
·:-.:1
.q co: se dosifican sabiamente, porque esos filósofos son ya
Berkel~y.-No hay nada más acá de la sensación yde «mezclas», o, más rigurosamente, compromisos que in-
H la experiencia. tentan unir el materialismo· con el idealismo, sometiendo
~ .j Hume.-No podemos saber si hay algo más acá de la el primero al segundo; unión fatal para el idealismo, por-
:l sensación y de la experiencia. que no puede escapar a ella (es la condición misma de
::1
-:_-:.: Kant.-Hay algo más acá de la sensación y de la expe- existencia de una filosofía idealista) y también porque la
a
.·:¡ riencia (la «cosa en sí»), pero esta cosa en sí es incognos- mina desde dentro (aquella _lo presenta en una forma
... l
~
cible. siempre ·imposible de sostener; el siste111a se deshace al
·,·l
.··: Con su simple presentación se ve claro desde el princi- mismo tiempo que se hace). El mismo Berkeley, que dala
:':1
pio cómo, en efecto, estos tres casos representan, através versión más consecuente del idealismo, no consigue puri-
·) de la variedad de doctrinas, una misma tendencia idealis- ficar su mezcla hasta el punto de expulsar de ella todo
1 ta. Su función principal es la de denunciar, impedir o
.~.·¡'.
. 1 excluir el materialismo; en este punto concreto y esencial, (10) M y E, cap. 4, p. 2 (p. 197 ed. cit.),
• 1
~ ..1
·-.: 64 65
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rastro de materialismo. Esto es lo que Lenin subraya en lucha de tendencias en filosofía, y que esta lucha tiene
su Introducción: «Berkeley no -sólo hablaba con toda sus condiciones materiales fuera de la filosofía; analizar
franqueza de las tendencias de su filosofía, sino que se un sistema es conocerlo como tal efecto contradictorio,
esforzaba también en cubrir su desnudez idealista, en es, especialmente, tomarlo a contrapié de sus preten-
presentarla como exenta de todo absurdo y aceptable por siones de unidad y coherencia para encoptrar en él el tra-
.el "buen sentido")) (11). El mínimo de materialismo que zado de una línea de demarcación, a partir del cual se ;·_..

i
requiere en este caso la exposición del idealismo es el re- construye la particular unidad de_ materialismo e idealis- 1
!.
curso al sentido común, «la intención de Berkeley de mo, que es su verdadero contenido.
aparentar estar adscrito al realismm) (12): el criterio de --ita:Y; pues, dos <dedúias».posiblés de· una filosofía,
verdad que se reserva el idealista (el sentido común, la que se refieren por principio a uno u otro de los flancos i:, ..
sensación) en una cierta medida s·e le escapa, porque que esa filosofía reúne provisionalmente. Hay, literal- (:.
,._

puede volverse contra él y denunciar el absurdo (schwar- mente, una lectura de derechas, que reduce toda filosofía '

merei, Schurulle) de su posición fundamental. Digamos al idealismo que domina en ella. Hay también una lectu- i
1.
que el idealismo, todo idealismo, lleva su negación en sí ra de izquierdas, que no es la inversa de la anterior, que r
mismo, pero no olvidemos que se alimenta de esa contra- no busca a cualquier precio ver en la doctrina que estudia 1

dicción, sin la cual él mismo sería imposible. un materialismo completo, sino que se interesa por las r
Las doctrinas idealistas, por consiguiente, siempre pre- contradi~ciones que constituyen su orden real; descubre
sentan, al que sabe leerlas, dos flancos. Privilegiar uno ese fenómeno tan especial, y a menudo imperceptible,
de ellos -reducir, por ejemplo, un sistema idealista a la que es el retorno del-materialismo dentro del idealismo
tendencia dominante en él y confundirlo con todos los mismo, o mejor -no tengamos miedo de la palabra-, el
demás sistemas-, como hacen los críticos de la «razón retorno de lo rechazado. Hacer una lectura «de izquier-
occidentab), es acabar haciéndole el juego al idealismo das» o «por la izquierda)), o sea, materialista, es recono-
por el procedimiento de la amalgama; es creer en su cer el .conflicto esencial que atraviesa no sólo toda la his-
triunfo, e incluso el hecho de reducir nna filosofía a la toria de la filosofía sino incluso cada uno de sus sistemas;
tendencia materialista que dormita en ella -forjar, por también es separar los dos aspectos de esta contradic-
ejemplo, la ficción de un Descartes o un Spinoza pura- ción, e interesarse por principio por el aspecto que en ella
mente materialistas- supone, al precio de mil acrobacias es el dominado. Por tanto, conocer una filosofía es reco-
que a fin de cuentas no son más que ignorancias, ignorar nocer en ella y medir una determinada relación entre las
la realidad de la lucha filosófica y buscar en un pasado tendeHcias fundamentales: «Los machistas critican a
imaginario las formas de un materialismo consecuente Kant porque es demasiado materialista, y nosotros lo cri-
¡; ::
aún por construir. Por el contrario, hay que comprender ticamos porque no es bastante materialista. Los machis- l'- .·
que una filos~fía es siempre un efecto determinado de la f:
tas critican a Kant desde la derecha y nosotros desde la i :

izquierda)) (13). :.

(11) M y E, Introducción (p. 19 de la ed. cit.). t


(12) M y E, Introducción (p. 20 de la ed. cit.). (13) M y E, cap. 4, p. 1 (p. 190 de la ed. cit.). ~i
.:::.
66 67
r
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·.".1

:!J
"::';:
Los Cuadernos filosóficos de 1914 aplican, esta vez a herencia, ni condenarlo, sino apreciar la realidad objeti-
-::·:)
.": ~J Hegel, el mismo método, que consiste, en primer lugar, va de su relación con el materialismo y utilizar ese cono-
:'·:-:1
·.;·: en una discriminació!l, en una separación. Desarrollan, cimiento para desarrollar un materialismo consecuente.
de una forma a menudo oscura y mal comprendida (¿hay La referencia a Hegel no debe desviarnos en este.punto:
que recordar que se trata de notas de lectura, borradores, notemos, sin embargo, lo extraño de esta declaración,
.que evidentemente no pueden utilizarse de la misma ma- ¡Hegel más materialista que Feuerbach, al que se mete en
nera que un libro acabado, en el que las posiciones filo- el mismo saco que a Büchner! Estamos muy lejos de una
sóficas están conscientemente desarrolladas?), ese pro·- edificante leyenda según la cual Feuerbach, «in,.virtien-
grama de lectura materialista de una filosofía idealis- · do». a Hegel, habría . proCiúddo a· revelada· el materialis-
ta. De esta forma, el materialismo también puede, cir- mo. La dialéctica que se aplica aquí al análfsis de los sis-
cunstancialmente, unirse al idealismo, no para contraer tem·as filosóficos es una dialéctica materialista. Nos pro-
-;.: con él un compromiso, sino para, de alguna forma, ri::en- tege de la tentación que nos llevaría a dar una nueva «in-
contrarse en sus contradicciones. Tomemos estos dos terpretación>} de las filosofías del pasado, aunque fuese ·
«aforismos» de los Cuadernos sobre la Lógica de Hegel: bajo la forma de su- denuncia. El problema que Lenin
1) «Plejanov critica el Kantismo (y·el agnosticismo en plantea aquí no es interpretar las doctrinas para conser-
general), más desde el punto de vista del materialismo varlas o rechazarlas, sino transformarlas apoyándose en
vulgar que desde el del materialismo dialéctico, en la me- las contradicciones y las determinaciones materiales, no
dida en que no hace más que rechazar a limine sus razo- sólo para· producir una filosofía nueva sino para dar un
namientos, pero no los rectifica (como Hegel rectificaba nuevo estatuto a la filos-ofía misma. Las «transiciones» y
a Kant) profundizándolos, generalizándolos y amplián- las «conexiones>} de los conceptos que definen aquí el ob-
dolos, mostrando las conexiones y las transiciones de to- jeto de la lectura materialista, evidentemente no tienen
dos y cada uno de los conceptos. · nada que ver con las concatenaciones puramente ra-
2) Los marxistas han criticado, al principio del siglo cionales inventadas por los críticos idealistas de la
XX, a los kantianos y a los discípulos de Hume, más a la filosofía. Aquí se trata de pensar ias doctrinas filosófi-
manera de Feuerbach (y a la de Büchner) que a la de He- cas, no como sistemas acabados sino como procesos, co-
~ .!
.;-~! gel» (14) . mo los elementos de un movimiento de transformación
···'
Esto nos recuerda que la crítica de Lenin a Bogdanov («transición») que hay que continuar, extendiéndolo o
en 1908 no tenía nada que ver con la que Plejanov, ese dándole una nueva orientación.
gran mecánico del marxismo, hacía en la misma época Pero hay que añadir una reserva esencial a lo que ante-
(15). El verdadero problema no es salvar a Kant y a su cede: esa demarcación, esa discriminación de los dos as-
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pectos que una doctrina filosófica concreta reúne oca-
sionalmente pero que no sólo yuxtapone, no es una ope-
(14) Cuadernos filosóficos (pp. 167-168 de la ed. en castellano de ración fácil, automática, como lo sería una simple sepa-
.: ~! Ayuso, Madrid, 1974) .
{15) Véanse los textos recogidos en Le materialisme militante, ed. i ración o un simple reparto. Si la filosofía, según la defi-
Sociales, París. ~
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¡ nición propuesta por Althusser, procede esencialmente al
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trazado de líneas de demarcación, no hay que entender ta que hasta ahora tuvo encerrado por la fuerza que lo i}-
ese trazado como una ·operación mecánica que tuviera produjo y que lo habita, eso es sencillamente imposible. t,}
por simple función «reconocen> una frontera, la línea Lectura materialista, lectura de izquierdas, significa tam-
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bien clara que separa dos regiones absolutamente exte- bién, y en primer lugar, una lectura dialéctica, no una
riores la una a la otra, cada una de las cuales existiría lectura que conserva, sino una lectura que transforma; 1:.

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dentro de sus propios límites. Esto sería trasladar al aná- no una lectura que reconoce un hecho olvidado o escon- ¡:
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lisis de la filosofía, so pretexto de «politizarla>>, una con- dido y se queda con él, sino una lectura que produce
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cepción liquidacionista. La lucha de clases, desde un nuevas tesis, imposibles, impensables antes de que h~y~~L __ .
punto de vista materialista, no es un enfrentamiento sido explícitamente formuladas. De la misma forma, y a
entre dos clases independientes, preexistentes a su cho- decir verdad, el materialismo de Hegei no se encuentra
qu~; en absoluto hay en filosofía, por una parte, el idea-
dentro de Hegel, como si fuese un simple depósito, una
lismo, la «filosofía burguesa», y por otra, el materialis- herencia que bastaría recoger. Las tesis materialistas que
mo, la «filosofía del proletariado». ¿Por qué no habría Marx, Engels y Lenin supieron leer en Hegel no se en-
de aplicarse también a la filosofía la concepción dialécti- contraban en él literalmente y tal cuales; son resultado
ca de la contradicción? ¿Y por qué no aplicarla, señalé- del trabajo de elaboración, no una metamorfosis instan-
mosto de paso, a la misma dialéctica? tánea, sino la laboriosa producción de un saber nuevo a
¿Qué es, pues, una «lectura de izquierdas»? No es sólo que Marx, Lenin y Engels obligaron a la dialéctica hege-
una lectura que reparta, que separe y que se quede con un liana.
elemento materialista, que se contenta con deducir un
elemento de un tipo determinado para conservarlo tal Volvamos ahora a la presentación de la filosofía como
cual es. En efecto, no vemos cómo un elemento mate- un compromiso. El ejemplo más característico de ello, ':.'

rialista dominado -por su contexto idealista podría, gra-. puesto por Lenin, es el de Kant: :·-·.
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cias únicamente a su extracción, a su aislamiento, con- «El carácter esencial de la filosofía de Kant es que con-
vertirse en un elemento dominante; tal y como está cons- cilia el materialismo y el idealismo, instaura un compro-
tituido, está materialmente cogido por su propio discur- miso entre el uno y el otro, reúne en un sistema único dos
so, por su contenido determinado, en la contradicción corrientes diferentes y opuestas de la filosofía. Cuando
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que lo opone al otro elemento, idealista, y no puede ser !_, admite que una cosa en sí, exterior a nosotros, corres-
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simplemente desenganchado de él. Me referiré al famoso ponde a nuestras representaciones, Kant habla en mate-
problema del «núcleo racional». Que por encima de todo rialista. Cuando a esa cosa en sí la declara incognoscible,
hay en Hégel un elemento materialista, o elementos de trascendente, situada en el más allá, se comporta como
materialismo, y que esos elementos sean la clave de su ra~ un idealista. Al reconocer en las experiencias, en las sen-
cionalidad, desde un punto de vista materialista, no cabe saciones, la fuente única de nuestro saber, Kant orienta
duda de ello; pero que este elemento, por el simple mi- su filosofía hacia el sensualismo, y a través del sensualis- t' :::
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lagro de su extracción, empiece a valer por sí mismo, a mo, bajo ciertas condiciones, hacia el materialismo. Al 1.•;
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hablar en su propio nombre, a decir el secreto materiali~- reconocer el carácter a priori del espacio1 del tiempo, la [;:,.
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causalidad, etc., Kant orienta sujilosojfa hacia etidealis- · periencia no es más o menos materialista en Kant que la
mo ... » (16). · cosa en sí; como mucho, podría decirse que no lo es de ia
Para empezar, hay que seííalar un error, de alguna ma- misma manera.
nera literal. En ningún caso hace Kant de la experiencia Para que se nos entienda bien, voy a intentar, o iniciar,
la fuente única del conocimiento; volveré sobre ello en . el análisis de un ejemplo ilustre y elemental a la vez, bas-
seguida. Pero si se mira atentamente se verá que Lenin tante complejo si, como se verá, se intentan abarcar to-
dice aquí dos cosas: primero, que el sistema de Kant es das sus implicaciones. Se trata de una frase, mil veces ci-
_ ~®Jrªc;li<:t.QJi.9 _p9rque reúne a dos eler11entos irreconci- tada y comentada, que abre la Crítica a la razón pura:
liables (pero hay que volver a repetirlo: la contradicción «Todo-: nuestro conocimiento comienza con la experien-
prima sobre los contrarios, los elementos no preexisten a cia, pero esto no prueba que todos nuestros conocimien-
su oposición, y por eso es por lo que no pueden ser sepa- tos procedan de ia experiencia» (17). Armados con los
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rados mecánicamente). Después, y es entonces cuando principios de explicación que acabo de indicar, encontra-
las cosas empiezan a ser apasionantes, que esa contradic- remos en esta frase un terreno de excepción en el que ha-
ción no se encuentra sólo en el nivel dei conjunto siste- cerlos funcionar. Pero, como veremos en seguida, ello no
ma, sino que también rige la constitución de cada una de estará libre de dificultades y sorpresas.
sus partes. Y la reencontramos incluso en sus categorías. A primera vista, la división entre los dos aspectos, las
;i La doctrina de la experiencia representa el materialismo dos tendencias, se ofrece po'r sí misma en la composición
<l··: en la fiiosofía de Kant~ pero «bajo eiertas condiciones>}, gramatical de la frase. «La ciencia comenzó con la expe-
- y la precisión es aquí capitaL La misma categoría presen- riencia», parte materialista. «No toda la ciencia procede
.i:¡ ta dos rostros en Kant, mira a ambos iados a la vez, al del de la experiencia», pa~te idealista. Y entre los dos, esa
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materialismo y al del idealismo. Por tanto, no puede se~ pequeña palabra esencial sobre la cual está construido to-
simplemente «descontada», extraída del sistema y' consi- do el «sistema»: «pero», signo legible de la oposición de
der¡:¡da en sí misma, ser separada de ia otra categoría fun~ los dos aspectos. Empecemos pOr comentar, desarrollán-
damental opuesta a ella, la de la cosa en sí incognoscible; dolo un poco, esta primera lectura.
tomada en sí misma, la categoría de experiencia también «La ciencia comienza con la experiencia»: esta fórmu-
es el resultado de un compromiso, es una mezcla de idea- la, tomada en sí misma, puede ser realmente entendida
lismo y materialismo. En este sentido, la filosofía de en un sentido materialista. Al presentar la ciencia como
Kant es, en efecto, un sistema: todas sus partes están or- inseparable de la experiencia, reconoce de una forma
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gánicamente ligadas y sometidas a una misma ley, per(J muy particular el hecho materialista fundamental: todo
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'·i esta ley no es una ley racional o lógica de coherencia, es pensamiento es inseparable de la realidad material dada,
::J._, el principio dialéctico de contradicción que se aplica al independientemente del pensamiento que se le presenta
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sistema en su totalidad, es decir, también a cada uno de en la experiencia. Dicha fórmula lo reconoce, no de buen
sus elementos. Por eso es por lo que la «teoría» de la ex-
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::; ~ (17) Ed. de la Crftica de la razón pura, en Losada, Buenos Aires,
.'. -~ 1967 (5." ed.), t. l, p. 147.
(16) M y E, cap. 4, p. l (p. 188 de la ed. cit.); subrayados P. M.
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grado, pero justamente como un hecho imposible de número de facultades (doce: es el número de los a prion) :·-·
suprimir y que, de una u otra forma, le interesa admitir. en una (o unas) relación (es) determinada (s), etc., cosas
Pensemos en la irritación de Descartes leyendo a Galileo ¡;;::
como éstas que no pueden ser deducidas a priori, sino 11•·

y descubriendo que éste descubrió y publicó antes que él que remiten al orden de un decreto o de una constata-
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elementos esenciales del nuevo conocimiento de la natu- cióll:: ¡esto es así!.
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·raleza sin tener derecho a ello porque era incapaz de de- La frase «la ciencia comienza con la experiencia» tiene
ducirlos de los verdaderos principios dados a priori por que ser también entendida en el sentido de un reconoci-
la metafísica y de reunirlos en.un orden necesario.deJas_ miento previo que en seguida será objeto de una limita-
razones (Descartes, carta a Mersenne, 11 de octubre de ción, incluso de una refutadón: la ciencia sólo comienza
1638: «... sin haber considerado las primeras causas de la con la experiencia, y ésta no representa la realidad mate-
naturaleza, ha buscado solamente las razones de algunos rial más que de una manera indirecta. Aquí el elemento ;;..

efectos particulares, y así ha construido sin cimientos»). materialista, si existe, no es, por tanto, más que un _punto
Irritación que se vuelve lamento en el primer discurso de de partida, un trampolín, un pretexto para la formula- '
la Dióptrica, cuando Descartes descubre que los progre- ción de una tesis diferente que aparentemente mira en la
sos de las ciencias en el campo de la astronomía depen- dirección del idealismo: la necesaria relación de la ciencia
dieron no de una deducción precisa de los efectos a partir con la experiencia es negada al mismo tiempo que afir- ! ;:
de sus causas, como, sin embargo, lo exige el principio mada; a poco que se conozca la doctrina en su conjunto, ]/.

fundamental del mecanicismo, sino del azar que puso los se verá cómo esa negación es lo principal. La relación po-
«maravillosos anteojos» en manos de ignorantes: «Al lle- sitiva del conocimiento con la experiencia, pensada a tra-
var nuestra mirada mucho más lejos de lo que solía ir la vés de la categoría <<comienzo», no es más que una forma
imaginación de nuestros padres, (los anteoj~s) parecen de privilegiar la proposición _siguiente, que la deforma.
haber dejado expeditd el camino para un conocimiento «No toda la ciencia procede de la experiencia»; por con-
de la naturaleza mucho más grande y nfás perfecto que el siguiente, procede de algo distinto de la experiencia, de
que ellos tuvieron nunca. Pero para vergüenza de nuestra algo que no está dado en (o con) la experiencia, y procede
ciencia, no fue hallado por primera vez sino por la expe- de algo únicamente para «comenzar». La ciencia procede
riencia y la fortuna.» de la razón; como poder de derecho y como complejo de
El conocimiento científico de lo real empieza con facultades distintas que, por el orden legítimo en que ella
hechos; es un escándalo que realmente hay que reconocer dispone sus propios elementos, conoce la experiencia
para poder reducirlo, para sometér el hecho al derecho, apropiándosela, amoldándola a sus propias leyes y, en el
que es la manera de afirmar aquí el primado del pensa- f<;mdo, incluso produciéndola.
miento sobre lo real. Fijémonos en que el derecho, De ahí una sorprendente definición de la ciencia como
categoría filosófica esencial del sistema kantiano, queda conocimiento de la experiencia, que vuelve a mezclar dos
sometido en éste a un hecho irreductible: el hecho de la aspectos. Al tener en cuenta el hecho histórico de la me-
Razón misma (ein Faktum des Vernunft), el hecho de cánica newtoniana, señala de nuevo la necesaria relación
que hay una razón, de que ésta coordirta un determinado de la ciencia con la experiencia, pero para «invertirla» in-
74
75

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;,. mediatamente, subordinando la experiencia a la razón gorial que se superpone a la primera, que la sobrecarga
con la distinción de la cosa en sí y el fenómeno; se pasa con todo su peso: se trata de la distinción entre comienzo
l entonces de la limitación del hecho por el derecho a la li- y origen. «No toda la ciencia procede de la experiencia»,
4
:.· j mitación del conocimiento mismo; si la ciencia depende, es algo que también es verdad, sobre todo para un mate-
_:~;j en todo o en parte, de la razón, no es ella todo lo que rialista, bajo ciertas condiciones. En efecto, y éste es su
procede de la razón. Se comprende así cómo en el sistema primer sentido, la fórmula de Kant significa menos «La
de Kant, el idealismo domina al materialismo: aparen- ciencia procede de larazón y no de la experiencia», que
:~: - tando aceptar su hecho básico, lo subordina a la ley de la esto otro: «la ciencia procede de algo»; y la pregunta fi-
razón, reservando para el trabajo de las categorías de co- losófica por excelencia, pregunta obligada, pregunta
mienzo y origen, posiciones diferentes y desiguales en la crítica, es la que busca fuentes, orígenes (del conocimien-
ciencia y en la experiencia. to, pero también de cualquier otra cosa). El aspecto idea-
En cualquier caso, y si se miran más de cerca las cosas, lista de la filosofía kantiana reside, pues, en primer lü- ·
no son tan simples. Prosigamos. «No toda la ciencia pro- gar _:_el análisis ·de esta frase elemental lo demostrará
cede de la experiencia»: en la reflexión, esta misma fór- claramente-, en la forma de plantear la cuestión (delco-
---íñ~la presenta un aspecto materialista, si no se confun- nocimiento, pero también de cualquier otra cosa): cues-
den el materialismo y el empirismo. Kant da incluso al tión de origen. La ciencia no procede de la experiencia,
materialista, sin saberlo, un argumento muy impor- pero podría procede~ de ella, en la medida en que se ad-
tante para luchar contra la ilusión empirista: ilusión mitió desde el principio (y sin demostración) que procede
metafísica,. puesto que presupone que la ciencia está ya de alguna cosa; esto es lo que piensan los materialistas .
dada en lo real, totalmente construida pero encerrada, y -Kant lo piensa al menos; y que esta interpretación sea
que basta con darle los medios de expresarse, o sea, un sincera o sea solamente un simulacro tiene un interés
lenguaje, liberarla, para que aparezca. La ciencia no está muy secundario. Pues el materialismo consecuente no
«dentro de>> la experiencia, esto también es un hecho; si busca en el conocimiento otro origen distinto de la razón,
no, si lo contrario estuviera comprobado, hace mucho que le vendría dado, por ejemplo, por la experiencia,
tiempo que lo real habría sido obligado a liberar lo ver- porque no se plantea una cuestión de origen, sino que al
·:': dadero que se supone que contiene. Pero, como acaba- contrario la elimina. La realidad material objetiva, inde-
mos de ver, este argumento también se vuelve contra la pendiente del pensamiento, no puede ser pensada, en el
argumentació!l de Kant. marco de un materialismo consecuente, como un origen
En Kant, por tanto, la categoría de experiencia no (o un principio, o un fundamento), sino como un con-
represe¡llta ella sola al materialismo, como, por otra par- junto de condiciones materiales determinadas, sin co-
te, la categoría de razón no representa al idealismo. La . mienzo ni fin que se puedan precisar, en el que los efeetos
oposición de esas dos nociones no permite trazar. una existen dentro de sus causas, sin que sea necesario atri-
línea de demarcación clara entre el materialismo y el buirles un principio de explicación distinto, es decir' una
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idealismo. ·Lo que ocurre es que en la frase de Kant, la justifícación. _Desde el punto de· vista materialista, la idea
~~1! de que el conocimiento (o cualquier otra cosa) puede pro-
:;:} contradicción fundamental pasa por otra distinción cate-

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ceder de lo que sea, no tiene estrictamente ningún senti- y nos obliga a pensar como origen algo distinto de un co-
do. En este sentido, la declaración según la cual la ciencia
no hace más que comenzar con la experiencia, pero no
1 mienzo: un fundamento, o sea, un principio distinto, da-
do independiente de la realidad objetiva, o mezclado con
procede de ella, es perfectamente materialista, pero no ella pero arrancándola de su propio movimiento, en últi-
evidentemente en el sentidD que esa declaración toma en ma instancia, una idea.
la filosofía de Kant. Esto debe confirmarnos en la idea de Si no resulta sencillo aislar la categoría de experiencia,
que no basta con sacar los elementos materiaJjstas depo- . es porque en su misma literalidad está marcada por la
sitados aquí y allá en las doctrinas idealistas; hay que so~ contradicción fundamental de las tendencias filosóficas. :-.;:-

·pfesehüf un doble ·aspecto: ·es incluso su característica ,:·-~·'..


meter estos elementos a todo un trabajo de transforpüt-
ción que los erradique de su problemática anterior, los esencial en toda la historia de la filosofía dominada por f:
haga funcionar en un contexto diferente y les arranque li- el idealismo: «La "experiencia" abarca tanto la línea
teralmente una verdad nueva. materialista como la línea idealista en filosofía, con-
Para acabar rápidamente con este análisis, sin preten- sagrando siempre la confusión entre una y otra ... Por la
der, evidentemente, terminarlo, hay que subrayar que la historia de la filosofía es sabido que la interpretación del
partida está truncada desde el principio: el objeto sobre concepto de experiencia ha dividido a los materialistas y
el que trabaja el razonamiento de Kant es el par a los idealistas clasicos» (18).
«ciencia/ experienCia», es decir., esa trasposición interesa- Por consiguiente, hay dos usos de una misma noción,
¡·
da de las ciencias, del proceso de desarrollo de los cono- usos que es absolutamente necesario desenredar. ¿Cuál i
cimientos y del conjunto de las determinaciones que es el uso materialista de la categoría de experiencia? El
constituyen la realidad objetiva, en categorías filosóficas que empieza por ponerla en relación con su contenido
generales gracias a las cuales se da ya, por supuesto, el re- material y objetivo, experiencia de algo,· que la determina
sultado de una argumentación idealista. Con el simple como tal experiencia. El uso idealista de la misma noción
examen de esos términos, característicos de la explota- insiste_, por el contrario, en las condiciones no materiales
ción de las ciencias por el idealismo filosófico, podemos de la experiencia; experiencia de un sujeto o de un pensa-
sentar de antemano esta consecuencia esencial de que los miento, condiciones abstractas que dibujan los límites de
elementos materialistas, incontestablemente presentes en la experiencia en general. Por ese doble uso que puede
la filosofía de Kant,· son, tal cuales, inseparables de su hacerse de ella, la categoría de experiencia es el instru-
contexto idealista. Creer que podemos producir un mate- mento por excelencia de los juegos de palabras, de los
rialismo «invirtiendo» el idealismo, diciendo, por disfraces idealistas: «No merecen otra cosa que compa-
ejemplo, «la ciencia no hace más que comenzar con la ex- sión quienes han dado crédito a Avenarius y Cía., cuan-
periencia, también procedé de ella, y de ella deriva . do éstos afirman que con ayuda de la palabreja "expe-
todo», es caer en la peor de las ilusiones, sustituir el idea- riencia", es posible superar la "anticuada" distinción
lismo de la razón por el idealismo de la experiencia. Es
dejarnos coger en la trampa de una problemática idealis-
ta que enfrenta fraudulentamente orígenes y comienzos, (18) M y E, cap. 3, p. l (p. 139 de la ed. cit.).
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• 1
entre el materialismo y el idealismo» (19). «Así pues, ba dones o constitutiva de la fuente de las sensaciones hu-
:.·,:!:¡ jo la palabra experiencia pueden, indudablemente, cobi- manas. A partir de las sensaciones, se puede uno orientar
··..:. jarse tanto la línea materialista como la idealista de la ¡· hacia el subjetivismo que lleva al solipsismo (l_os cuerpos
J
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filosofía, igual que la de Hume y Kant, pero ni la defini- son comp_lejos o elementos de sensaciones), y también se
ción de la experiencia como objeto de investigación ni su puede orientar hacia el objetivismo que lleva al mate-
h) definición como medio de conocimiento, resuelven nada riaiismo ('las sensaciones ~on imágenes del cuerpo, del
';:
.-t:l en este sentido» (20). Tampoco Lenin se alinea ni con los mundo exterior'). Desde el primer punto de vista -el del
.J~!~q-~_<lmigQ~ de la exp~Ü~JlGi.ª nLcooJos q1,1~ pretenden agnosticismo o, yendo más lejos, el del idealismo
condenarla; se contenta con analizar la contradicción subjetivo-, no -podría haber verdad objetiva. El segun-
que habita a esta categoría y explotar esa contradicción do punto de vista -el del materialismo- reconoce esen-
para desarrollar el punto de vista materialista sobre la · . cialmente la verdad objetiva» (21). Los que tienen o fin-
• • .2 •~
cuestión. gen tener a Lenin por un sensualista, es evidente que des-
Hay que añadir que, en Lenin, este análisis de la conocen esta página; para un desarrollo más amplio de
categoría de experiencia sigue al de la categoría de sensa- esta situación, nos remitimos a los análisis de D. Lecourt
<·- ción, y que continúa sus grandes líneas: «Avenarius y en «Une crise et son enjew> (22). Para ser completo,
Mach admiten que las sensaciones son la fuente de añadiría, sin embargo, a este largo texto de Lenin que he
· ' nuestros· conocimientos. Se sitúan, por consiguiente, en tenido qt;te citar entero, una simple observación. Aunque
el punto de vista del empirismo (todo saber procede de la su idea fundamental esté absolutamente clara, en su vo-
experiencia) o del sensualismo (todo saber procede de la cabulario el texto todavía deja subsistir un equívoco, al
sensación). Pero esta concepción, lejos de eliminar la di- conservar la noción de «fuente». También esta noción
ferencia entre las corrientes filosóficas fundamentales, mi~.a a ambos lados: para un idealista, significa princi-
idealismo y materialismo, lleva a dicha diferencia, cual- pio, origen o fundamento; para un matérialista, determi-
quiera que sea la nueva 'vestimenta' verbal (los 'elemen- nación material objetiva .
tos') con que se recubra: El solipsista, es decir, el idealis- .Para terminar, indiquemos algunas conclusiones pro-
ta subjetivo, puede, lo mismo que el materialista, reco- visionales:
nocer en las s.ensaciones la fuente de nuestros conoci-
mientos. Berkeley y Diderot dependen ambos de Locke. l. La lucha de tendencias en filosofía es universal:
El primer principio de la teoría del conocimiento es, sin determina en todos sus aspectos la existencia de todos
duda alguna, que las sensaciones son la única fuente de los sistemas filosóficos.
nuestros conocimientos. Admitid9 el primer principio, 2. Esta contradicción es una contradicción material,
Mach embrolla el segundo principio importante: el de la que se realiza siempre en contradicciones determinadas:
realidad objetiva, dada al hombre a través de sus sensa-
(21) M y E, cap. 2, p. 4 (p. 117 de la ed. cit.).
(19) M y E, cap. 3, p. 1 (p. 140 de la ed. cit.). (22) Hay versión castellana, Ensayo sobre la posición de Lenin en
(20) M y E, cap. 3, p. 2 (p. 143 de la ed. cit.).· filosofía, Siglo XXI de Argentina, 1974.
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así permite dar cuenta de efectos filosóficos singulares, ¿EN NOMBRE. DE LA RAZON?
inseparables de la coyuntura, teórica y práctica, en que
MARXISMO, RACIONALISMO, i.
tales efectos se producen;
~ IRRACIONALISMO
3. Esta contradicción es también una contradicción
dialéctica: los elementos que disocia y asocia no pueden Etienne Balibar
ser aislados inmediatamente y vueltos a tomar «tal cual»,
con independencia del contexto antagónico en. el que es-
tán inmersos; lo significativo es la relación de esos ele-
mentos, 6 sea, la unidad contradictoria que les asigna,
concretamente, su posición: ·
4. Por últjmo, esta contradicción es ella misma el
.. ~
efecto en la filosofía de una lucha de clases específica: de
ahí la necesidad, para estudiar el proceso de la filosofía
¿Cómo luchar contra las filosofías de la crisis? Desde
en su historia, de una toma de partido: sólo desde este
hace al~ún tiempo, los comunistas se han visto obligados
punto de vista pueden ser identificadas y aclaradas esas
a conceder una atención cada vez más sostenida a temas
contradicciones reales.
ideológicos sobre los que si hoy s~ insiste no es por azar:
temas como, en el terreno económico, los «límites del
crecimiento», el «crecimiento cero», los «riesgos» y
«perjuicios» (para el «hombre», para la «naturaleza») de
la industrialización intensiva, etc ... ; en el terreno social,
';.:
una renovación de las teorías anarquistas que toma como
blanco <<las instituciones», «los poderes», y proclama la
necesidad de la «abolición» inmediata de la Familia, la
Escuela, la Medicina, los tribunales; en el terreno filosó-
fico, un cuestíonamiento del «valor de la ciencia» como
conocjmiento y como fuente del progreso social, bien en
beneficio de temas de religiosos (Illich) o místico- </-
naturalistas (la «gnosis de Princeton» ), bien en beneficio
de temas nihilistas e irracionalistas (Deleuze-Guattari).
Precisamos que para nosotros, el problema no está en
saber si hay que combatir estos temas en las prácticas y

* Versión castellana de Mariano Maresca. Publicado en «La


Nouvelle Critique», n. 0 99, diciembre de 1976.
82
83
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n
:;~ en las ideas. El problema está en saber cómo hay que quiere ahogar a su perro, lo acusa de tener la rabia» co-
:¿ combatirlos, desde qué punto de vista. Es un problema mo bien dice la sabiduría popular.
. ' filosófico. Es un problema político. En gran medida, estos .tenias ideológicos son inver-
siones mecánicas, en pro o en contra, de otros que, en el
período precedente, habían sido formulados a menudo
Algunas consideraciones por los mismos profesionales de la ideología: el mito del
«crecimientO>) como ideal de los tiempos modernos, se
De entrada, se imponen algunas consideraciones·; · ··-·······convi"erte·en·eJ·del «crecimiento cero»; el mito del poder
Aquellos temas ideológicos, por muy diferentes que y el valor en sí de la ciencia y de la técnica, se convierte en
sean unos de otros, coinciden en apoyar y facilitar los in- el de su impotencia, su nocividad, ~te. A las mismas no-
tentos de la gran burguesía de «resolver>> en su provecho ciones -«civilización industrial», «SOciedad de Consu-
y a su manera la crisis económica, es decir, presentando mo», «automación»- se les atribuye un signo opuesto.
ésta como inevitable, proclamando la necesidad de la Por último, los mismos temas ideológicos son suscep-
austeridad, sustituyendo las causas sociales reales por tibles de una variante «de derechas» y otra «de izquier-
causas imaginarias, por abstracciones como la Técnica y das», a través de la cual se efectúa, al menos a este nivel,
la Ciencia, que cargan con todas las culpas. De forma la «recuperación» o la marginadón de una parte de la
·' igualmente clara, buena parte de .esta ofensiva está arti- oposición al régimen actual. El resultado objetivo de ello
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culada, concertada con objetivos inmediatos que podrían es que las luchas de los trabajadores se debilitan, al tiem-
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tener sobre los trabajadores manuales e intelectuales po que se multiplican los obstáculos de la unidad, en la
-::··; efectos que es preciso ocultar: «reestructuración» de la lucha, de obreros, campesinos, empleados, intelectuales.
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producción capitalista, quizá la tentación de u.n desplaza- Si la física nuclear es «responsable» del peligro de las
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miento de los centros de acumulación de capital hacia centrales atómicas, hay que denunciarla a ella, y no a una
otras regiones del mundo hasta hace poco «subde- política energética e industrial al servicio exclusivo de al-
~arrolladas» y que aparecen como los nuevos paraísos de gunos monopolios franco-americanos. Si la medicina,
·,
la libre empresa, con su mano de obra barata y sus exceptuando la de los «médicos descalzos», es la «causa»
regímenes «fuertes». Por tanto, y son cosas que van jun- social y «psicosociah> de las enfermedades, es a ella a la
tas, ·frenazo, limitación selectiva de los gastos de educa- que hay que atacar, y no a su organización discriminato-
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ción, de investigación científica y técnica (1). «Quien
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(l) En esta nueva coyuntura, bien diferente de la de los años 1950- clase obrera. De otro, le es absolutamente imprescindible suprimir todo
1960, en que las tasas de beneficio sostuvieron en Francia un proceso lo que desde el punto· de vista del capital representa, bien gigantescos
continuo de ampliación de la acumulación de capital, la gran burguesía «despilfarros», bien «privilegios» de esas mismas capas; es decir, que
se ve cogida en una terrible contradicción. De un lado, necesita conser- hoy resulta indispensable, como empieza ya a verse, acelerar suproleta-
:··¡ var -porque el mantenimiento de su poder político depende de ella- rización, empezando por atacar a su seguridad (seguridad social~ segu-
su alianza (hegemónica, desigual) con las capas sociales «intermedias», ridad en el empleo) y a su cualificación (de la que es parte integrante el
incluidos los intelectuales asalariados, y también con una fracción de la nivel cultural general). Esta contradicción es, a la larga, explosiva.

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ria, si a la miseria de hospitales y dispensarios o a la om- contra el cual Politzer, · Maurice Thorez -entre
nipotencia de los truts farmacéuticos. Si el crecimiento y nosotros- levantaron la bandera de Descartes!).
la mayor duración de la escolaridad,_ la investigación Efectivamente, esta cuestión es importante en la teoría '.
'.
científica, el progreso técnico, son en cuanto tales y en la práctica. Pero como también sabemos, es indis- ! :.
contradictorios y opresivos, la lucha por una transforma- pensable ajustar nuestras ideas y nuestras tesis, porque
ción revolucionaria de la sociedad, por el socialismo, no en materia de lucha ideológica, como en cualquier otro
es más que una ilúsión ... campo político, ninguna posición es espontaneamente
Conscientes... de. estos -hechos;- ilustrados por experien- correcta y eficaz al cien por cien. La combinación del ·.·:
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1

cias anteriores, los comunistas se han asignado como ta- :


análisis concreto del presente y las lecciones teóricas del
¡::
rea urgente una lucha sin concesiones contra estos temas marxismo es lo que nos permitirá realizar aquel ajuste,
ideológicos, lucha que es parte integrante de su combate por medio de la discusión y la confrontación de experien-
contra la política de austeridad, contra la explotación de cias. De ahí, algunos elementos de reflexión sobre la ¡:
la crisis por el gran capital, y por el desarrollo del movi- cuestión del racionalismo y el irracionalismo, que pro-
miento popular. pongo para ser dfscutidos. ..
En esta réplica de los comunistas, es frecuente que una
idea, la de irracionalis.mo, ocupe un lugar importante. Se r~·
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estada produciendo, de forma más o menos deliberada, ¿Qué es el irracionalismo? r::;

un desarrollo 9e1 irracionalismo, o más bien un desliza-


miento tendencia/ de la ideología (burguesa) dominante En alguna medida, el irracionalismo, por una necesi-
hacia el irracionalismo. Esquemáticamente, se podría ha- dad interna, escapa a una definición unificada, sistemáti-
cer por tanto el siguiente razonamiento: mientras que en ca .. Su importancia y su influencia no provienen de que se
todo el período histórico de su ascensión económica y de constituya en un sistema coherente, capaz de proporcio-
su dominación política, la burguesía desarrolló ante todo nar un entramado ideológico e institucional a toda la
una ideología y unas filosofías racionalistas que exalta- sociedad. Hablar de. irracionalismo es designar un con-
ban el progreso del conocimiento, el progreso por el co- junto de tendencias reactivas que, bajo diversas formas,
noci~.iento, esta tendencia se invertiría en el período his- se presentan como «críticas» de la Razón, de la ra~ionali­ : ..
,··
tórico de su crisis y decadencia. La burguesía se dad (científica, política, económica) y se inspiran para
onvertiría, quiéralo o no, en una clase presa del irra- ello en un pasado ideológico de cuya persistencia ellas :· <

- cionalismo. Por el contrario, la clase obrera, que repre- mismas constituyen una prueba.
senta el porvenir de la sociedad humana, se presentaría Pero es enormemente importante no confundir el irra-
en lo sucesivo como portadora del racionalismo filosófi- cionalismo, fenómeno esencialmente moderno, con las
co que ella· defiende y hace progresar, y al que abre un ideologías anteriores al racionalismo, especialmente con
nuevo campo de acción. Se inscribiría así, hoy, en una la religión, ideología dominante en las sociedades feuda-
'1

tradición cuyo carácter correcto demostraron las luchas les precapitalistas. Lo que hay que comprendd· es la rela-
del pasado
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(¡esp·ecialmente
. én la época del fascismo, ción del irracionalismo moderno con el mito y la religión,

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que hoy «sobreviven» bajo formas profundamente trans- al mismo tiempo, pese a las apariencias, un compromiso
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formadas . histórico con la ideología religiosa: este compromiso no


.;:'' Relación muy desigual que, a su vez, impone distin- significa que la lucha se detenga, sino que está acantona-
ciones de una gran importancia práctica. da dentro de unos límites («Al maestro su escw;la, al cura
Es indiscutible que, especialmente en Francia, hay un su iglesia», «a cada cual su verdad»). La idea burguesa
irracionalismo «vulgar» pero, por Jo mismo, nada desde- de laicidad, específicamente positivista (volveremos
·..;·J ñable: mezcla más o menos homogénea de creencias su- sobre esto) significa que, en lo esencial, al haber sido re-
perticiosas, pseudo-científicas y para-científicas (que absorbidos y reprimidos los ·«excesos» del racionalismo-
tienen sus profetas, de Albert Ducrocq a Uri Geller), de militante de los maestros, la escuela no se asigna ninguna
naturismo, de religión (¡Lourdes!). Fenómeno muy im- tarea abiertamente critica con respecto a la religións nin-
portante. ¿E.s cualitativamente nuevo? En el fondo, no, guna labor «antirreligiosa». Precisemos: no se asigna co·-
sea cual sea la distinta publicidad que le de la política mo tarea explicar el contenido, las bases sociales yla fun-
ideológica de la prensa y la radio burguesas. Por el ción histórica (contradictoria) de la religión. Así, la igno-
contrario, es uri fenómeno ya antiguo. rancia de lo que es la religión sirve finalmente a la reli-
¿Cuáles son sus causas? No basta con invocar ahora la gión, a sus resurgimientos «supersticiosos» y a sus suce-
ignorancia de las masas, venida desde la noche de los dáneos, que imitan a la ciencia y la envuelven en misticis-
tiempos, porque esta «ignorancia» no es de ninguna ma- mo. Abre el campo a ese monstruo aparente, la religiosi-
.' ~ nera un fenómeno natural, un fenómeno absoluto. En dad· paracientífica .
último análisis, hay que recordar cuáles son aún hoy las Aparentemente en el extremo opuesto de este irra-
..,¡ contradicciones y los límites de la enseñanza que se im- cionalismo de las masas, hay un irracionalisnio refinado
··''
·; parte a las masas en una sociedad de clases como la
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y relativamente esotérico, propio de filósofos profe-
nuestra. Puede decirse que el fondo tenaz del1rraciona- sionales (incluidos los teóricos de las diferentes «ciencias
Iismo vulgar sobre el cual se apoyan todas las empresas humanas» y de las humanidades literarias). Las masas
de mistificación ideológica a que nos estamos refiriendo, son más o menos sensibles al irracionalismo, que en ellas
es al mismo tiempo el residuo y el subproducto de la edu- cumple la función de cubrir las lagunas de su sentido co-
: cación burguesa, sobre. todo de la misma escolarización, mún. Pero algunos filósofos viven (en todos los sentidos
primaria «laica», y nos remite, querámoslo o no, a sus de la palabra) de y para el irracionalismo. Los orígenes
contradicciones históricas .. Porque esta escolarización,a históricos del irracionalismo filo&ófico son, por otra par-
la vez que realiza una extensión sin precedentes de la en- te, lejanos, si se recuerda que la misma «filosofia de las
señanza popular, no supera la desigualdad ante el cono- luces», el racionalismo burgués del siglo XVIII, tenía ya
cimiento: en ei fondo tiende a reproducirla, a reforzarla, su contrapunto (y esto se olvida con demasiada frecuen-
aislando la- ciencia (de la que hace un «misterio» apenas cia) en una corriente de misticismo, pietismo, «mesmeris-
entrevisto) de la práctica de las masas, con el doble resul- mo» e «iluminismo» q1ya tendencia se continúa en el
tado de explotación ideológica sobre las masas populares siglo XIX con la vasta constelación de las «filosofías de
Ysobre los científicos y otros intelectuales. Y representa la naturaleza» (Schelling), de la «filosofía romántica»
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(Novalis), del existencialismo cristiano (a partir de Kier- cada ve~ más sensibles a las contradicciones sociales. Lo ¡;::
kegaard), etc. Aliado de esta corriente religiosa, hay una nuevo y específico no son tanto _los temas de este irra-
corriente irracionalista atea y anarquista, desde Stirner y cionalismo, que hace que algunos científicos declaren
Nietzche. En cualquier caso, son filosofías que se presen- ellos mismos que «no creen en la ciencia» ni como insti-
tan como «críticas» contra el «imperialismo» de la Ra- tución (la ciencia sería un simple instrumento de poder,
zón, del Concepto, del «sistema» (¡el horrible sistema he- un instrumento del poder. .. ) ni como conocimiento (la
geliano!), contra la teología racional o contra esa «nueva ciencia sería una «ideología>> es decir, la ideología por ex-
teología» que sería la denGia, y que llevan directamente, 5~~~.11~~~~ .. ). Estos temas son realmente, ·como decía Le-
a través de Bergson o Heidegger, a las actuales filosofías nin en otros tiempos, «antiguallas filosóficas». No, lo
del Deseo, de la Vida, de la Rebelión metafísica, de la nuevo es, de una parte, el hecho de que estos temas se
Violencia y de la «transgresión», etc. (de Reich, Marcu- presenten la mayoría de las veces con la terminología del
se, Bataille a Deleuze, Edgar Morin, etc.). Son filosofías marxismo, que ellos manipulan y a cuyas tesis dan la
bien anti-científicas, bien para-científicas (especialmente vuelta, y de otra parte, el hecho de que penetren
por la explotación de las contradicciones de la biología, ampliamente, a través de múltiples variantes, el medio
el psicoanálisis, la tecnología). Un síntoma muy impor- científico, y a veces se materialicen en prácticas, verdade-
tante a tener en Cl.J.enta es el hecho de que, mientras el ros «actos ideológicos» a menudo abortados pero
irracionalismo de las masas es, la mayoría de las veces, siempre r~nacientes, en busca de condiciones favorables:
abiertamente conservador, reaccionario en política, el prácticas como , la contestación individual de las estructu-
irracionalismo de los filósofos, en las condiciones pro- ras administrativas de la investigación y la ~nseñanza, o ! ;-

pias de la Francia actual, las del «antes» y el «después de como la lucha «ecológica», y las acciones políticas «mar-
Mayo del 68», de momento es anarquizartte: más que la ginales». ¿Cuáles son las bases históricas de esta tenden-
negación pura y simple de la lucha de las clases explota- cia? ¿Cuál puede ser su significado a los ojos de los co-
das, lo que está a la orden del día es su superación, su munistas? ¿Qué pregunta no formulada se deja oir ahí,
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anegamiento en los conflictos imaginarios entre el Poder pregunta a la que los marxistas deben dar una «respues-
y el Sexo. ta» adecuada? Volveré sobre ello, después de haber dado . ~. <.

Pero esto no es todo. En esta filosofía profesional, y un rodeo por la evocación histórica de algunas luchas de
pese a las interferencias que pueden producirse, creemos la generación precedente.
necesario distinguir cuidadosamente lo que hay que lla-
mar irraciona/ismo de los científicos. Tocamos aquí,
efectivamente, un fenómeno nuevo que debe retener toda Las luchas del marxismo contra el irracionalismo :. :·.
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nuestra atención, pues se refiere a las formas espe-
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cíficamente actuales de la filosofía «espontánea» de
los científicos: es decir, las formas, en la práctica, del do- No es, en efecto, la primera vez que nos enfrentamos
minio de la ideología dominante sobre los trabajadores con una coyuntura en la cual se apunta la fusión relativa
científicos en una época en la que éstos, como grupo,son de diferentes formas del irracionalismo. En ·los años

90 91
treinta y cuarenta, el marxismo (y singulamente los filó- del proletariado y, por tanto, contra la filosofía marxis-
sofos comunistas), llevaron a cabo una lucha sistemática ta, el materialismo dialéctico.
contra el irracionalismo, y lo hicieron en nombre del ra- A este respecto, es revelador ese «paso de contradan-
cionalismo. En nuestro país, Politzer se dedicó a ello con za» que hace que, mientras ese inefable irracionalismo
éxito, con el apoyo de científicos eminentes como Lange- denuncia a «Descartes» (o Kant) como los ancestros y los
vin~ Marcel Prenant, Henry Wallon. Por su parte, Lu- responsables teóricos del «materialismo» y del marxis-
kacs consagró al problema toda una parte de su obra. Se mo, los filósofos racionalistas de la Universi~ad bur-
trataba ent<J.Il.~~~--- ~-~ ...l':lch.~r, tambiéJ!. ~!1 . ~-S.~~- . ~e.r.~~!l.C?•...... . guesa (Benda, Koiré, etc.), denuncien en el marxismo
contra el fascismo, con el cu~lla burguesía había estable- una forma del irracionalismo en ei mismo sentido que el
cido su defensa contra la revolución proletaria, su arma nazismo (sic) (2) y contrapongan aquel a los mismísimos
ofensiva contra los trabajadores europeos, al objeto de Platón, Descartes o Kant. La burguesía se bate en dos
superar la más grande crisis que hasta entonces había co- frentes. Los marxistas también. Y la cuestión nodal en la
nocido el sistema capitalista. Sin rehacer toda la historia lucha de ide;1s resulta ser esta: en favor o en contra de
de esta lucha~ podemos recoger de ella experiencias im- Descartes. ¿Cuál es el verdadero Descartes, el verdadero
portantes y también problemas . que plantear. Kant: el progresista o el reaccionario, el materialista o el
Politzer y Lukacs demostraron que la ideología oficial idealista?
del nazismo (la ideología de la sangre y de la raza, del Curiosa alternativa. Y no se puede comprender su im-
«espacio vital») no es un fenómeno aislado, una inven- portancia sin tener en cuenta que, en el campo marxistas
:::...;
'' ción artificial. Viene de lejos, preparada- por la corriente y en las condiciones de la época, esta lucha no pasó de ser
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del irracionalismo filosófico (aquí, Bergson; Nietzsche y fundamentalmente defensiva. Ciertamente, contribuyó
·:.: Heidegger allí) progresivamente remozada en los medios mucho a asegurar la unidad de las fuerzas populares,
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··.:: intelectuales por la «inversión de los valores» del progre- incluidos los trabajadores intelectuales que, reunidos en
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so científico y de la democracia política burguesa, torno a la clase obrera, se ievantaron cont.ra el
. · .
estrechamente unidos al racionalismo clásico . fascismo, participando luego en la Resistencia y en la
Demostraron que la expansión del irracionalismo lucha por la paz y contra la «guerra fría». ¿Se consiguió
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:: corresponde a un período de crisis abierta, en la que los desplazar de forma duradera el frente ideológico para
límites históricos y la barbarie del capitalismo resultaban hacer progresar la lucha del marxismo contra la ideología
.'
. 1

" evidentes a los ojos de masas ingentes de hombres y mu- burguesa en su conjunto? Esta es otra cuestión. Al
jeres~ a causa de los efectos de las guerras imperialistas y reivindicar contra el irracionalismo la herencia del ra-
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de la revolución soviética. La democracia burguesa apa- cionalismo filosófico, y al concluir sobre esta base una
rece entonces como lo que es: una forma de dictadura de «alianza» con los intelectuales y los científicos, el marxis-
. ~ :J una clase poseedora, del «dinero», y que siempre puede, mo puso freno a una de las formas de la ideología bur-
::.!
.·. ·~ si las circunstancias lo exigen, bascular hacia la violencia .
• j ' Demostraron, en: fin, que se trata fundamentalmente,
>l (2) Prepara así los caminos a la teoría del «totalitarismo», que será
de un medio de lucha contra la ideología revolucionaria la ideología recurrente del «mundo libre» de posguerra .
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guesa; pero en contrapartida, se vióllevado a presentarse filosofía anticientífica sólo en «teoría», es decir, en la su-
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él mismo (y a pensarse) bien como un «racionalismo», perficie: bajo ningún concepto tenían como fin práctico ~
bien como la prolongación, la «forma moderna» del ra- limitar o estancar el desarrollo científico y técnico de
cionalismo, bien como una filosofía de la que el raciona- Alemania al servicio de la gran industria y el militarismo :1 ~:-
J::
lismo es una «parte constitutiva».
Pues no podemos olvidar hoy lo que la historia poste-
-¡todo lo contrario!- ni, sobre todo, limitar o estancar K
la «racionalidad» y la «racionalización» de la explota- i,;
'·' .
rior nos ha enseñado, ~anto en el plano social como en el ción, de la propaganda polltica «científica», o sea, del :··'
de las «ideas». Por decirlo sin mayores precisiones: nos ~<$.istema» de c;QrJC:.~nfTJlf.ión,.Es.t~ e_~ el aspecto contradic- ''
ha enseñado que el fascismo es una forma político- torio del irracionalismo que pudo entonces pasar desa- r'
ideológica de excepción (lo que no quiere decir «casual») percibido (4).
en la historia del imperialismo; que la defensa del marxis- De ahí la necesidad, para ver hoy más claro en todo es-
mo como racionalismo estaba llena de contradicciones to, de plantear una cuestión doble:
internas: porque junto a Politzer o Lukacs, también mo- l. ¿Qué representa históricamente el racionalismo fi-
vilizaba «en defensa de la razón» una tendencia ultrare- losófico?
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'··'
visionista (la escuela de Frankfurt: Horkheimer, Ador- 2. ¿Qué conexión hay, en nuestra época, entre una ,.
no) que ha podido autoinvertirse en irracionalismo (Mar- crisis económica y social del capitalismo, en d contexto i
cuse); que esa defensa coincidía en el tiempo con una pa- general de. la crisis del imperialismo, y las contradic-
ralización teórica y una deformación mecanicista del ciones de la ideología dominante?
marxismo (Stalin); que, por último, en su misma forma
de apoyarse en el conocimiento científico, el marxismo se
vió entonces arrastrado a errores graves, o al menos a la ¿Qué es el racionalismo?
·~:
~ . ..
...

incapacidad de prevenirlos y de reconocer claramente su '·.


r,·.

raíz: prueba de ello, la «condena» caída sobre el psico- No tratamos aquí de rehacer toda la historia del ra- 1 :-·

análisis («ideología sin futuro», «regresión al inconscien- cionalismo filosófico, cuyos orígenes, tan antiguos como .'
1 .- •

.. ··
te» «más acá de la racionalidad científica»), y prueba de los de la filosofía misma, pueden remontarse a la anti-
ello también, entre otras cosas similares, la influencia del güedad (Demócrito, Aristóteles). Lo que nos interesa es
lyssenkismo (sostenido por la ecuación «genética mende- la estructura del racionalismo constituido en filosofía do- ::-:
liana = misticismo vitalista de Weissmann = racismo» minante en la época moderna, y el sentido de su evolu-
(3). -ción tendencia!, la relación dialéctica que se establece en
Lo que en gran medida quedaba así oculto, es que el él entre las dos tendencias filosóficas determinantes, ma- :-::
irracionalismo y el oscurantismo del nazismo eran una terialismo e idealismo, en función de unas condiciones
históricas dadas.
(3) Sobre este punto decisivo, y obstinadamente rechazado, remito
al libro de Dominique Lecourt, Lyssenko, Histoire réele d'une science (4) Léase sobre este tema un famoso texto de Brecht, de 1937: «Dis-
proletarienne, prólogo de L. Althusser, Fran~ois Maspero, col. «Théo- curso sobre la capacidad de resistencia de la razón», en Ecrits sur lapo-
rie» (Versión castellana: Barcelona, Laia, 1978). litique et la societé~ ed. de L' Arche, pp. 194-196

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El racionalismo, como toda filosofía, es una forma- dio de la ciencia de la naturaleza: tomando de ella, para·
ción de compromiso, un producto de la lucha del mate- «refutan> la religión, los conceptos y los «métodos» cuya
rialismo y del idealismo que queda bajo el dominio del generalización filósofica permite la crítica de la teología,
idealismo (5). Cuestión decisiva: «en» el racionalismo, o el milagro, la revelación, la providencia, etc. En favor de
más bien, en su desarrollo y proceso de evolución, hay la ciencia de la naturaleza: porque, a cambio de lo ante-
ciertamente un elemento de materialismo tendencia! que, rior, esta crítica tiene siempre como objetivo hacer saltar
bajo una forma especifica, le es constitutivo. Y correlati- los obstáculos ideológicos que traban el progreso de la
.. ······ · vamente; durante todo un período, ese materialismo no ciencia de la naturaleza y de su aplicación productiva, o
ha tenido otra existencia que la forma que toma en tanto al menos algunos de ellos.
que componente del racionalismo, en el terreno del ra- A este nivel, podemos ver ya cómo, según las variantes
cionalismo que él mismo contribuye a crear (no existe, históricas del racionalismo, su componente materialista
por un lado, el materialismo, intemporal, presente pero debe ser desigualmente fuerte: no sólo en razón del nivel
escondido, y por otro iado su «expresión» en formara- de desarrollo de los conocimientos científicos y de la
cionalistas dentro de los «límites» del racionalismo). fuerza de la articulación establecida entre ciencia y
¿Cuál es, por tanto, esta forma específica· que corres- filosofía, sino también en razón de la posición más o me-
ponde a. las condiciones históricas de la clase burguesa y nos consecuente que tal o cual filosofía puede ocupar en
del desarrollo del capitalismo a expensas de los modos de esta lucha que se desenvuelve en su propio terreno. Algu-
·.. ]
producción de vasallaje y de su superestructura feudal y nas variantes son totalmente paradójicas. El racionalis-
<. ' despótica? Es ei materialismo de la lucha anti-religiosa, mo puede, tomar la forma de una «teología racional». Y
::·.:
de la critica de la religión, de la teología, y por tanto, en simultáneamente, la lucha contra la teología puede to-
el plano filosófico; del espiritualismo. La ten,dencia .ma- mar otra forma distinta de compromiso, que opone a la
terialista, en tanto ·que tendencia anti-religiosa, subtiende Fe, no la razón, sino su «contrario», la Experiencia, el
el conjunto de las diversas formas del racionalismo clási- Sentimiento, la Vida. Primer índice del par simétrico que
co «metafísico» o «empirista». El racionalismo es mate- van a -constituir racionalismo e irracionalismo y cuya
rialista en tanto que se opone a la religión y al espiri- función cambia según las estructuras.
tualismo (en diversos grados). Pero esta característica es todavía insuficiente para dar
·!
' Pero esta característica es insuficiente. El elemento cuenta de las variantes, las contradicciones del raciona-
.•.'i
:: . ~ típico del racionalismo es la lucha contra la religión por lismo, y de la desigualdad de su relación con el mate-
~
-: :·1
medio de y a favor de la ciencia de la naturaleza. Por me- rialismo. Para comprenderlas, hay que. ver cómo el re-
>:
curso a la ciencia de la naturaleza en contra de la religión
(5) Remito para este punto al artículo de Pierre Macherey, «L'his- en absoluto tiene su fuente en la simple confrontación de
t-.l
.:·.1 toire de la philosophie considerée conune lutte de tendences» (versión ambos. Es el mismo racionalismo el que imagina· y
··' castellana en este mismo volumen) y a mi conferencia en el CERM,
,' i
'l ciclo sobre la dialéctica, Sobre la contradicción, a aparecer en Editions
proclama una incompatibilidad ·inmediata entre ciencia y
Sociales {versión castellana en el vohimen Teorfa y praxis, Fernando religión, susceptible de hacer jugar una contra la otra,
Torres editor, Vruencia, 1977). bajo las especies de la incompatibilidad entre luz natural
96 97
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y revelación, entre razón y mito (o mística), entendimien- se efectúa bajo la dominación i,nterna: de otro idealismo,
to y fe (o superstición, prejuicios), la naturaleza .y <<lo el idealismo jurídico,· (del sújeto individual libre y del de-
' sob!enatural», verdad y error (o ilusión). Pero esta rela- recho natural).
ción, de hecho, es una relación producida bajo el efecto
Puede comprenderse entonces esta situación a primera
de otra «causa» de la posición racionalista, por una me-
vista paradójica de la que aún hoy somos tributarios: el
diación de orden práctico, «político».
racionalismo es tanto más «consecuente» en tanto que
La causa más profunda de la lucha del racionalismo lucha antireligiosa,_ es tanto más puro y se desmarca me-
contra el espiritualismo es, en efecto, la oposiciÓn prácti- . jor ·del espiritualismo y de su «otro» congénito,. eLirra-
ca entre la concepción religiosa del mundo y el derecho eionalismo, en tanto en cuanto es también más conse-
burgués. Es el desarrollo de la ideología jurídica, bajo la cuente como realización filosófica del idealismo jurídico
cual y gracias a la cual el derecho burgués puede de- burgués. La «racionalidad» científica representa la «ra-
sarrollarse de acuerdo con el proceso histórico que exige 1 cionálidad>> jurídica. Así su forma fuerte, típica, es la
el desarrollo de las relaciones de producción y el Estado elaboración de la categoría de Razón bajo una concep-
nacional, porque sólo dicha ideología le suministra la 1
l ción de la sociedad como naturaleza, como realización de
garantía teórica de su práctica cotidiana (6). El análisis la naturaleza pumana (y no de los designios y las leyes de
histórico del racionalismo (y de la misma categoría de ra- la divina providencia), como sistema mecánico y armóni-
zón, de racionalidad) muestra cómo la lucha contra la re- co de las relaciones «naturales» entre los individuos razo-
ligión para y por la ciencia de la naturaleza tiene en sí nables (7).
misma como condición la lucha contra la religión para y
Solamente si nos remontamos a esta estructura interna
por el desarrollo del derecho y de la ideología jurídica
del racionalismo filosófico podremos comprender las
burguesa.
De ahí una consecuencia fundamental: el elemento de
materialismo constitutivo del racionalismo no se ve afec-
l formas de la ideología filosófica dominante que se de-
sarrollan desde que el capitalismo vence definitivamente
al feudalismo y desde que, simultáneamente, se de-
tado solamente desde dentro por los grados desiguales de sarrolla la lucha de la clase proletaria, cuyo efecto filosó-
la lucha y del compromiso entre religión y ciencia de la fico es una forma radicalmente nueva del materialismo,
naturaleza. No puede bastar con «desprenderlo» de esta
· limitación para hacerlo surgir «en persona»; sino que es-
tá afectado sobre todo por el hecho de que su puesta en (7) El mito filosófico burgués de la razón, esa diosa revolucionaria,
expresa siempre la unidad de una facultad humana universal de·la Na-
práctica depende de la ideología jurídica y, por tanto, turaleza, que puede así discernir soberanamente el campo del error y el
por el hecho de que la lucha contra el idealismo religioso de la verdad, y encarnarse en el progreso de las ciencias. Remito a los
análisis deL Althusser en Philosophie et philosophie spontanée des sa-
vants, Maspero, 1974 (versión castellana: Barcelona, Laia, 1965), Ele- :'.;.
ments d'autocritique, Hachette Littérature, 1974 (versión castellana: •',

1~~:.:
(6) Reléase sobre este tema el famoso artículo de Engels y Kautsky, Barcelona, Laia, 1975) y Positions (el texto de la defensa de tesis en ¡.:.
«Socialismo de los juristas», de 1887, traducción francesa en la Amiens), Editions Sociales, 1976 (versión castellana: Barcelona, ¡:
f<.
antología de Editions Sociales, Marx-Engels, Sur la religion, 1960. Anagrama, 1977). (-··

L. -
98 99
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,·.· ..
. :;1 el materialismo diaifctico investido en la ciencia revolu-
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cionaria de las formaciones sociales. ¿Cuáles son esas
:!t Al admitir de esta manera el carácter «irracional» de la
_·¡-;¡ religión, el positivismo brinda a ésta una buena coartada
:j formas? Ante todo, las formas del positivismo y del neo- de la que no ha dejado de sacar provecho con el pretexto
.. ;.1
•,; positivismo actuales (8). El positivismo es todavía un de completar el conocimiento científico, siempre carente
\j racionalismo que, combinando la herencia del empirismo de un «complemento espiritual». El positivismo es una
·.. ,
-:.::) (Hume) y la del formalismo (Leibniz), tiende a presentar base mucho más sólida que todas las forlJ!aS anterio-
::: todos los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad co- res del racionalismo para el desarrollo del par racio-
mo explicables por la lógica y la observación, por el <<ra- nalismo/irracionalismo y para la formación de filo-
:-"
. zonamiento» o el «cálculo» y el «método experimental», ······-~---·-·-
! sofias . irracionalistas. y es que, en el fondo, la oposi-
y que, sobre esta base, proclama el «fin» del irracionalís- ción ciencia/religión (o ciencia/mística) ha cambiado de

mo, el «fetichismo», el ·misticismo, etc. Pero eLpositivis- sentido: la función de combatir la religión tiene ah orasó-
mo es un racionalismo cuyo resorte interno, en lo que se i lo un carácter secundario y se tiende en primer lugar a
::;.-: refiere a su período clásico, está singulamente debilitado ¡
~ oponer a la ciencia la concepción-materialista de la histo- .
y en el que, correlativamente, el elemento materialista j- ria y la dialéctica, presentadas como modernos avatares
¡
(siempre presente, corrio en toda filosofía) es cada vez \ de la religión, el animismo etc. Y correlativamente, la ba-
más el elemento dominado. Porque en el positivismo (9), ¡
i se ideológica jurídica del racionalismo sufre un impor-
pese a las reiteradas proclamaciones, la lucha contra el
espiritualismo y la ideología religiosa se vuelve totalmen-
te formal: su figura no es más que la de una división: de
¡ '?
tante desplazamiento: .en vez de tratar de «fundament?n>
una política y una forma de Estado sobre el derecho y la
Razón, cuyos principios universales emanan de la natu-
un lado, el lenguaje y las operaciones racionales, técni- raleza humana, la tendencia es la inversa: fundar una in-
cas, de la ciencia; de otro, el lenguaje y los ritos «irra- \¡ terpretación y una práctica del derecho, es· decir, de la
cionales» de la religión, la metafísica, el «ll,lÍtO». De un i'. «razón de Estado», sobre la oposición política· de dos ti-
lado, las necesidades del conocimiento y sus progresos; i pos de sociedades, las sociedades «libres» y las socieda-
de otro, el residuo, imposible de eliminar, del sentimien- des «totalitarias>> que, por la fuerza, realizarían e
to, de la patología.
1
impondrían al individuo una determinada «ideología»
t (véase el Este ... ).
(8) Cuidado: la relativa debilidad del positivismo en la tradición fi-
losófica Universitaria francesa durante toda una época, no debe ocul-
tarnos el hecho de que es la forma dominante del idealismo filosófico
1a Llegados a este punto, estamos en condiciones de
l
en el mundo capitalista moderno. No hay que seguir dejándose-engañar !
comprender que el positivismo pueda ser, para el capita-
por el hecho de que el positivismo actual sea incapaz de organizarse en ·~'
:::
«sistemas» al modo del racionalismo metafísico clásico: una forma de · !)
lismo moderno, la forma dominante de la ideología do-
A
sistema como esa es relativa en la historia de la filosofía. Y después de· ~ minante (en filosofía) y, como en seguida veremos con
~?; Hegel, el santo horror que inspira el sistema, impone a toda la filosofía

'
' ' '
'
idealista la forma de antisistema ...
(9) Y más aún en el neo-positivismo actual, de Mach a Carnap, y en
los «herejes>> como sir Karl Popper, cuyo discípulo y defensor más co-
i~ más precisión, la base interna del irracionalismo mismo.
Pero se plantea entonces la pregunta siguiente: ¿cómo
afecta a esta configuración ideológica la apertura de la
nocido en Francia es el famoso biólogo Jacques Monod. ¡ crisis histórica del capitalismo?
!
~hi 100 i~ 101
·. :.:
~-.

i
r• i::.
por la misma ideología que ella impone históricamente a ;,.

. «Crisis social» y «Crisis ideológica» '.


,,
la sociedad. No tiene el poder sobrenatural de inventar y :.-
,,.,
cambiar «libremente» su ideología, de adaptarla como ;.:··
t; ,·

un instrumento a las «necesidades» de las distintas co- '


Me he referido más arriba, presentándola de forma ne-
yunturas, mas o menos duraderas y contradictorias.
cesariamente esquemática, a la· interpretación que hi-
cieron muchos comunistas de las relaciones entre crisis . Ciertamente, hay una política iqeológica de la bur- :;.·

i
económico-política y crisis ideológica, ante las tenden- ' guesía, e incluso de determinada fracción de la bur-
.:··.;·

. ciªs.irrªcio.nalistas actuales: la burguesía se vería forza- guesía (elgran capital y el Estado) que tiende a de- :;::

da, por sus propias dificultades, a recurrir al irracionalis- sarrollar y difundir, por la edición, la prensa, los medios
mo, a invertir su tendencia ideológica y utilizar el irra- audiovisuales-, temas ideológicos y filosóficos. Hay tam-
cionalismo como un instrumento de su estrategia política bién una «gestión ideológica» concertada de la clase do- :.:
!::'•
.. ,

defensiva. minante. Pero esta política no puede existir más que


Vayamos un poco más despacio. Me parece que, toma- dentro de determinadas condiciones materiales y bajo ¡··
•.·

da al pie de la letra, esa interpretación es a la vez idealista contradicciones que no está en su poder eludir.
y mecanicista. ¿Qué es lo que sucede en la práctica?
Idealista, porque tiende a hacer creer que la burguesía Primera explicación posible: para actuar en el plano
de ayer y de hoy sería todopoderosa respecto de «SUS» ideológico, a la burguesía le hacen falta,hombres, y espe-
propias ideas, que ella las inventa, las «fabrica>> según las cialmente ideólogos «activos», «funcionarios de la
- necesidades de su causa y las impone a toda la sociedad, ideología». No sólo individualidades creadoras de temas
con más o menos éxito según su poder material y las re-. filosóficos, económicos, sociológicos, sino sobre todo
sistencias que encuentra. _ una masa deintelectuales diversos, reconocidos o no co-
Mecanicista, porque la evolución del «instrumento» mo tales. Además, éstos no «maniobran» como un ejér-
ideológico se reduce entonces a un esquema (demasiado) cito cuando desfila. No se trata si!llplemente de pasar
simple, no dialéctico: en el período de auge del capitalis- «órdenes» que se cumplen al ser «ejecutadas». Su «res-
mo, la ciencia (en general) es «útil» al capital, le sirve y puesta», es decir, sus iniciativas y su receptividad, depen- >.•;.

por tanto es un valor ideológico positivo; inversamente, den ellas mismas de _la coyuntura, del estado de las
en el período de crisis, de decadencia, la ciencia (en gene- luchas, de una correlación de fuerzas y de la manera en
ral) no es ya útil al capital, se vuelve contra suya, se con- que aquellos han sido «formados».
vierte por tanto. en un valor ideológico negativo.
Pero esta explicación resulta todavía insuficiente. Es . <·
Pero este no es el sentido de la tesis marxista funda- ';::- •'

circular. Lo decisivo no son los hombres, es decir, los


mental según la cual «la ideología dominante. es la :.:
«espíritus», incluso tomados en masa. Lo decisivo son ~. ;
ideología de la clase dominante». La ideología dominan- ;~- :.:
las exigencias materiales de la práctica ideológica, las re·· i:.:<
te no se constituye ni automáticamente ni por una deci- i,''
ladones sociales en las que aquellas se desenvuelven y r>·:
sión de la clase dominante. La burguesía está material- .

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por tanto los aparatos ideológicos del Estado y sus ¡::'
¡,,··.:.
mente cogida en «SU» ideología dominante, determinada
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102 (
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contradicCiones (10). Para poder analizar {y prever, e'itla tenútbilidad, de su «utilidad» (~ue, sin embargo1Ia
medida de lo posible) los efectos ideológicos d~JÜ crisis mayoría: de las veces es imprevis!Ple). ·.
económica y política del capitalismo, hay que tener en Históricamente, el racionalismo clásico corresponde
cuenta esas condiciones materiales. también, desd~ este punto de '¡vista, a una fase de transi-
se
ción en la cual busca, .a tieptas, un <<equilibrio» ines-
Y puesto que se trata aquí del racionalismo, del irra.:. table entre el trabajo den tífico «individual», abandona-
cionalismo y, por tanto, de las relaciones entre las cien- do al azar del «talento» de cada uno, y la intervención di-
cias, la filosofia y la sociedad burguesa, esbocemos un recta del Estado,.oon.sus.subvencionesysus--academias; ·
último rodeo, que es imprescindible. Desde su constitu- Es también el período en que la enseñ.anza (superior) si-
ción, el racionalismo surgió ligado a una determinada or- .gue siendo un privilegio restringido, en que la educación
ganización -con la que forma un todo- ·del trabajo in- de las masas es un asunto de curas y frailes. El positivis-
telectual (por tanto, del trabajo sin. más) y especialmente mo, por el contrario, está orgánicamente ligado a la so-
del trabajo científico, de la erisei'Umza y de las modalida~ cialización de la enseñanza, la investigación científica, la
des de aplicación de las ciencias a la producción. Las medicina. Está orgánicamente ligado al desarrollo de las
'. ·;
contradicciones teóricas del racionalismo reflejan, en instituciones «públicas» o «privadas» (principalmente
una pa~e esencial, las contradicciones de' esa organiza- universitarias) de investigación, que cop, sus medios ma-
ción social que el desarrollo del capitalismo hace ineluc- teriales a gran escala, aportan al trabajo intelectual una
tables. Autonomía y omnipotencia de la Razón, implica- doble y necesaria ilusión: la ilusión de UIJO organización
ción mútua de la Razón y la Libertad (la libertad funda- científica de la investigación científica, de la enseñanza y
da en la libertad de pensar), oposición normativa de la la aplicación tecnológica («racional», «óptima»), y la
Razón y la Sinrazón, 4e la Verdad y el Error: estos temas ilusión de su autonomfa, de estar al servicio, rio del capi-
tipicos del racionalismo filosófico son al mismo tiempo de
tal, sino la Ciencia, la Sociedad, la Humanidad; de es-
la expresión y la negación de un estatuto social del traba- tar al lado del poder político, en un intercambio de servi-
·,·,

·1
jo intelectual y de la investigación· cientifica. Porque el cios recíprocos, ·en una igualdad de rango, y de estar por
.1
·1
1
capitalismo, cuya base técnica es, como dijo Marx, «re- encima del pueblo, de los t~abajadores de las ciudades y
volucionaria», determina una extensión sin precedentes e del campo, pero únicamente al final de una jerarquía de-
ininterrumpida del trabajo intelectual, que en la produc- mocrática de· méritos e instrucción y para pagarle pater-
ción es separado y elevado por encima del trabajo «ma- nalmente lo que se le debe en saber y servicios tecnológi-
nual». Pero al mismo ti.empo, debe controlar ese trabajo cos accesibles a todos. Gárante de esta autonomía iluso-
- intelectual y subordinarlo: seleccionar a los depositados ria, el positivismo es la filosofía «orgánica» de la división
de ia ciencia y la tecnología', escalonar severamente su burguesa del trabajo.
formación y orientar la investigación eri función de su Para comprender los efectos ideológicos de la crisis
histórica del capitalismo, es necesario, por consiguiente,
.¡ tener en cuenta el desarrollo de las contradicciones en la
(10) El articulo de L. Althusser, «ldéologie ,et Appareils idéologi- división social del trabajo y el funcionamiento de los
. >;
.·¡
ques d'Etat>>, puede leerse ahora en Positions, ed. cit. ('ler nota 7) .
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• to muy claro para no provocar equívocos. Admitir que el
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aparatos ideológicos de Estado. Que estas contradic- irraciOnalismo es un adversario ideológico secundario no
.·,

ciones se agraven, no significa la ruptura con las formas puede implicar ningún compromiso con él por parte del
!:

burguesas de la división del trabajo; en realidad, sabe- marxismo, de los comunistas. No hay que·subestimarlo. ;<~
mos que ésta supone una transformación revolucionaria Pero sí hay que hacer una identificación precisa de las
de las relaciones de producción y de la superestructura modalidades de la lucha contra el irracionalismo y que se
capitalista, y que no puede precederla. En la época del puede enunciar así: en el adversario secundario (el irra- ;:''
imperialismo, el desarrollo de las fuerzas produ~tivas es cionalismo) detectar y combatir al adversario principal
cada vez más desigual; pero-también cada vez más rápi- ~ ..
propiamente dicho (el positivismo). Llevar, por tanto, no
~·:'

do: su contradicción es interl'la (interna a la «revolución t::


una lucha defensiva, sino una lucha ofensiva, que alcan- •,
científiCa y técnica») y repercute a la vez sobre la investi- ce a la base misma de la relación de fuerzas y la haga, por i·''

gación científica y sobre su relación con la producción fin, «tambalearse».


1 ..

[···
social. Al capitalismo le hace falta simultáneamente ace- Digamos esquemáticamente por qué.
¡:··

~ ~ ::
lerar el proceso de innovación tecnológica y someterlo En las condiciones mismas de crisis del capitalismo, la
más estrechamente a la rentabilidad inmediata del gran fusión relativa de las diferentes formas del irracionalis-
·.::;

capital, extender la formación científica y técnica y gene- m:o que habíamos distinguido más arriba (irracionalismo
ralizar la descualificación relativa de la fuerza de traba- vulgar, irracionalismo filosófico, irracionalismo de los ,, :;
jo, desarrollar la asistencia pública, la conservación científicos) y que le aporta los medios de darse a conocer
física del trabajador y las formas de su desgaste_, de su n
como tal (para apuntar la conjunción de una filosofía
explotación intensiva. Por eso, la crisis del capitalismo esotérica y de una amplia concepción del mundo, llena
engendra efectivamente el irracionalismo, que presenta incluso de lagunas), es mi fenómeno de coyuntura 1
sus contradicciones como si no tuvieran salida (salvo en política (11). ¿Por qué asistiriws precisamente hoy en
!

la modalidad de la utopía, de la regresión o de lo imagi- Francia a una ascensión del irracionalismo hasta la pri-
nario individual). pero siempre sobre la base del positi- mera línea? Desde los años ·cincuenta y sesenta, la
vismo, como su complemento y su aparente inversión. El burguesía francesa intentaba adaptar a las necesidades
irracionalismo no es ni puede nunca llegar a ser. la forma del capitalismo «moderno» su superestructrura de apara-
dominante a escala social de la ideología burguesa; sólo tos ideológicos (escolar-cultural, familiar, político), y de- '"
puede se_ñalar la agudeza de unas contradicciones a las sarrollar para ello las variantes del positivismo, según el ·¡:::
que el positivismo dominante da una solución imagina-
. " modelo anglo-americano y alemán, a expensás de la vieja
na. tradición espiritualista-moral del idealismo francés; pero
Con todo esto llegamos ya a nuestra última pregunta.
(11) Creo que seria necesario retomar de forma crítica la cuestión
¿Cuál es hoy el adversario principal? de las relaciones entre el irraciQna.lismo y el fascismo, del cual tende-
mos a hacer la forma politico-económica del capitalismo en descomposi-
ción -al tiempo, durante la revolución rusa, que subestimamos las po-
El adversariq principal no es el irracionalismo (en sibilidades de expansión del imperialismo y su capacidad de resistencia.
filosofía), por ml,ly insistente que sea. Debemos tener es-
107
106
'

..
'
··:1'
_;. .. esta ofensiva frontal ha sido frenada en seco. Mayo-
~~ siempre traiciona abiertamente su determinación positi-
~~~ junio de 1968 (y como telón de fondo las d~rrotas delim- vista -y es justamente eso lo que permite a la gran
. ~

perialismo en el mundo), al exponer a la luz del día las


~~ burguesía «flirtear» con él para reforzar el tecnocratismo
·..l
." contradicciones de los aparatos ideológicos, al suscitar la ¡ y defender el capitalismo monopolista y el capitalismo de
1
! revuelta ideológica de las masas de jóvenes contra la divi- Estado; Si critica los efectos nocivos del «crecimiento»,
-·~¡ sión social del trabajo en que el gran capital encierra el 1
<· i
. ! ¡lo hace en nombre de las estadísticas y las prescripciones
futuro de estos, obligó a la ideología dominante a un i
'
-cambio de frente, a presentarse (¿por cuánto tiempo?)
¡ de los ordenadores de :harvard! Si recurre a la· utopía, ¡lo
...
·.. hace en nombre de los «hechos objetivos», las «eviden-
bajo la máscara de su aparente contrario. El irracionalis- .,1
cias experimentales» de la crisis social! Si denuncia ·la
mo es la figura inestable· del compromiso impuesto por
las circunstancias: máscara· del positivismo Oo mismo
l «ciencia pura», ¡lo hace en nombre de la «eficacia supe-
rior» del «saber popular», de la «medicina descalza»! Si
que la ecología y el «crecimiento cero» son máscaras lo- acusa al Saber como institución, como represión, como
!
::··
cales, provisionales, de la acumulación capitalista (12), y 1
ideología, etc., ¡lo haée en nombre de la misma concep-
al mismo tiempo, síntoma de la resistencia con la que ción positivista del poder de la ciencia y de la ciencia co-
choca. mo procedimiento técnico administrativo (lógico y so-
Luchar contra el irracionalismo de forma consecuente
es luchar contra su misma raíz, que lo dirige desde cial, «soci~lógicm>)! (13). A esta determinación es a la
dentro. Pero para ello no hay que tomarlo al pie de la que hay que atacar para desenmascarar las raíces del irra-
letra de su «consciencia de sí». En laS formas más signifk cionalismo.
Si las cosas son así, nuestra lucha contra el irraciona-
cativas del irracionalismo moderno, que son también las
lismo no puede hacerse otra vez en nombre de la Razón y
más influyentes -lás formas para-científicas y pseudo-
del racionalismo. Ni en nombre de un (utópico) retorno
científicas-, el positivismo está más presente que nunca.
-~: .: : al racionalismo anterior a su «desviación positivista>>, ni
En realidad, el irracionalismo est~ en lucha contra la
;,_.1
en nombre de un racionalismo «nuevo». Esto llevaría a
:::; «ciencia» y la «técnica» sólo de forma ficticia, porque si
désarrollar, no el materialismo de los trabajadores
,·.··· , aporta un medio de limitarlas, es, a expensas de su capa-
científicos, sino su idealismo, no lo que su conciencia
cidad de utilizarlas, de controlarlas, y el capitalismo no
:::.1 tiene de revolucionario, sino lo que le impide convertirse
·,,_,
.. puede renunciar a ello .. El irracionaljsmo actual (y singu-
, en tal. Ante todo, produciría un temible efecto de «bo-
larmenté el irracionalismo de los científicos, en el que se
omerang» en el campo mismo del marxismo, que no goza
apresan a la vez su rebelión profunda y la influencia
-:·- de ninguna «inmunidad» natural en su propio de-
., persistente de las relaciones ideológicas dominantes, casi
' ;~ sarrollo. Esa defensa, reforzando aparentemente la
alianza del marxismo con las ciencias de la naturaleza y
(12) Ya empiezan a explicárnoslo: la lucha contra la polución, en las técnicas productivas, lo debilitaría ante la ideología
favor de la naturaleza, es un «lujo» que los países <<subdesarrollados»
no pueden pagarse, que sería «injusto» imponerles ... Entendámonos:
·j nada de obstáculos artifiCiales a la industrialización del «tercer mun-
do», es decir, ¡a la exportación de capitales! · (13) Para este tema, ver el libro de Michel Pecheux, Les Vérités de
la Palice, París, Maspero, 1975. ·
·. -~
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., 108
., 109
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burguesa de las «ciencias humanas», de la economía acertadamente en nuestra opinión, que no es un huma-
política y de la política sin más. El marxismo no debe ad- nismo teórico. El marxismo ha surgido y se desarrolla a
mitir a ningún precio, como hemos podido ver reciente- partir del racionalismo y también contra él, como una
mente, el planteamiento (común a la gran burguesía y a nueva forma del materialismo, la primera que invierte de
la socialdemocracia) de los problemas económicos y una manera efectiva la relación de dominio idealismo-
·,
políticos en términos de opciones lógicas entre dos «mo- materialismo que el racionalismo, por el contrario, pre-
delos» de gestión racional .de la sociedad, en vez. de plan~ serva. Porque en la raíz del marxismo hay una doble rup-
tearlos en términos de lucha de clases. ....... .tura .. revolucionaria en . relación con eLracionalismo: la 1
'
••
'

El marxismo debe intentar combinar. efectivamente constitución como objeto de ciencia de la historia de las
dbs perspectivas, tanto más indisociables cuanto más de- sociedades (cosa imposible con la «generalización» ra-
cisiva nos parece la crisis del capitalismo, cuanto más cionalista de las «leyes de la naturaleza·»), y la ruptura
af~cte a la naturaleza de las relaciones sociales actuales. con el punto de vista, de la ideología jurídica sobre las
Una perspectiva «táctica» (responder inmediatamente a relaciones sociales, que secretamente ordena esa generali-
la inflexión de la ideología burguesa) y una perspectiva zación.
«estratégica», preparar las condiciones de la hegemonía ¿Debe decirse, por tanto, que la lucha filosófica del
ideológica del proletariado, en la perspectiva de la revo- ¡,,. marxismo es, en la misma medida, una «lucha contra el '...
'
1
i'
lución socialista. Porque la revolución socialista es, en irracionalismo» y una «lucha contra el racionalismo»,
efecto, la única verdadera «solución»· a las contradic- como si se tratara de un par simétrico, igual? Es evidente
ciones sociales de cuyo desarrollo el irracionalismo es un que no. Eso sería precisamente ignorar la contradicción
síntoma ideológico; no una solución-milagro, automáti- interná de la historia de la filosofía (¡y no haber aprendi-
ca, sino una solución a construir por la acción histórica do nada de la manera en que especialmente Lenin trata y ¡-:

del proletariado y de todos los trabajadores en torno a él, utiliza a Diderot, Feuerbach, Hegel, e incluso a Duhem y
una solución cuyas bases se preparan hoy en la práctica Abel Rey!). El materialismo marxista, precisamente por- :-".;

política del proletariado. Pero esta perspectiva no es un que nó es un racionalismo y porque éste es, en cierto sen-
problema de Razón, de racionalidad, una simple alterna- tido, como hemos visto, su adversario principal en el par :
tiva a la «razón» o a la «sinrazón» del capital monopolis- racionalismo/irracionalismo, puede y debe sacar del es-
ta y de la división tecnocrática del trabajo: es, ante todo, tudio atento del racionalismo elementos muy valiosos pa-
un problema de lucha, de lucha de clases. ra su lucha ideológica. Pero esta alianza, este apuntalarse
Fundamentalmente, por tanto, el marxismo no es un en otro,·está sometida a dos condiciones imperativas.
«racionalismo», y precisamente por eso puede, si está y La primera condición es que esos elementos, es deCir,
sigue éstanto vivo -lo cual no puede darse por esas tesis y esas categorías filosóficas, sean extraid9s, por
supuesto- oponerse victoriosamente al irracionalismo. medio de un trabajo filosófico nuevo (que no sea una ,··.;

Más-concretamente, el marxismo, como filosofía en po- «selección» mecánica, sino una verdadera transforma- ,.
1~ •

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sesión de una ciencia y de una política, no es un raciona- ción), de la forma bajo la cual han sido producidos, para 1
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lismo teórico, en el mismo sentido en que puede decirse, que aparezca la contradiccíón fundamental de la que son ~-;:
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resultado y para que su tendencia materialista pueda ser ción, las relaciones sociales, los aparatos ideológicos del
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retomada, prolongada, ajustada. Es obvio que, en este Es~ado, y las formas correspondientes de la lucha de da-
::: trabajo, algunas tesis y categorías jugarán. un papel ses, en la época del imperialismo. Por último, elementos
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mucho más fundamental que otras, en particular cuando
representan los «excesos» del racionalismo clásico, de los
'·' políticos de la política proletaria, referentes a la cultura,
la enseñanza popular, la ciencia y su lugar en la división
-~
·-·~ que el positivismo ha intentado desembarazarse. En pri- social del trabajo.
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:; ~¡ mer lugar, todas las categorías que expresan la universa- Sobre estas bases, a los marxistas, a los comunistas, no
•,''¡
lidad objetiva y la realidad «absoluta» de la causalidad les falta trabajo; su urgencia misma prueba que existen
----- natútál~-así como la interiicdóhi:riaterhüde los fenóme- condiciones para llevarlo a buen fin.
nos en tanto que causa determinante de su «movimiento»
(14). Otras categorías deberán ser desarticuladas y
desplazadas (experiencia, totalidad, ·etc.). Otras, en fin,
tendencia/mente eliminadas (Razón, Naturaleza huma-
na, Armonía preestablecida, Fundamento del conoci-
miento -«a primi» o «sensible»-, Verdad de Hecho y
de Razón, Sujeto de Derecho y de Hecho, etc.),
Pero esta primera condición depende de otra segunda:
esos «elementos» filosóficos tienen que ser completados,
o má,s bien subordinados a otros que no tienen nada que
ver con la filosofía racionalista y que proporcionan la ba-
se sobre la cual podemos valernos de ella. Elementos filo-
sóficos, es decir, las categorías y las tesis del materialis-
mo dialéCtico: proceso, contmdicción, Elementos
científicos del materialismo histórico, incluidos, sobre
todo, elementos inéditos, todavia por desarrollar en su
misma utilización y referentes a las relaciones de produc-

(14) Este es el sentido en que Althusser, en una serie de textos re-


cientes, y también en otros más anti1, ~os, ha llamado la atención repeti-
darnetite sobre la importancia de la filosofía de Spinoza para el marxis-
- '
;·_¡ mo. Porque Spinoza, con gran escándalo de sus contemporáneos y de
._:1
- 1 la posteridad, invierte la estructura interna del racionalismo clásico: en
M lugar de fundamentar, abierta o secretamente, el reconocimiento de la
:~1
objetividad de la ciencia de la naturaleza en la_ ideología del sujeto
::~
jurídico y de su libertad, explica cómo solamente la libertad real es uná
-:;·j
;::·j potencia natural, finita, determinada ... Es interesante la lectura del
.::} breve libro de P. F. Moreau Spinoza, Seuil, col. «Microcosme» .
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Sobre algunas condiciones de la lucha ideológica


::-i en el «campo de la filosofía» *
1

.·· .,
'., l. El texto que sigue no pretende decir cosas nuevas
! acerca de lo que ocurre en el «campo de la filosofía». Su
propósito es tan sencillo como recordar que la misma
existencia de ese campo no es ajena a la lucha de clases y
''
';
que, por tanto, nos interpela para producir una interven-
ción como lucha ideológica. Pero habrá que matizar
cuidadosamente que esa lucha ideológica no puede ser
;. confundida con ninguna suerte de «guerra de discursos>>.
.:·:_;j
.... ~
Esta -clarificación sólo se logra, sin embargo, en el marco
. "-~ de lo que este texto propone: el anáiisis de las condi-
:"':~~
.. -¡
ciones <;le una intervención revolucionaria en el «campo
·:J de la filosofía».
:¡ El «texto» se detiene en este punto, y no por conside-
~.--~J
:..:
::1 • Los autores del texto que sigue (Rosa Jiménez Asensio,
-::1
:- :.~ Sergio Hinojosa y Mariano Maresca) lo redactaron para utili-
.·::\ zarlo como introducción a un debate sobre los filósofos y la
:i filosofíacon losmismos profesionales encargados de su ense-
:-1
·.; ñanza. De ahí el carácter abierto del texto, que pretendía sobre
todo enunciar y situar los problemas fundamentales del debate.
. '
_·j
117
1
,:4:_.·

rara las «prácticas discursivas», a la «escritura», inefica-


ces o irrelevantes para la lucha política directa, sino por- vo. Con ello, la filosofía niega, vela, desconoce su propia
que el punto en que nos quedamos debiera ser el inicio de organicidad política. D_os son los modos fundamentales
un debate con y entre los mismos profesionales 'de la de explicar la propia filosofía su existencia yde identifi·· ¡··
filosofía. Para ese debate era preciso interpelados antes car ese «campo»: ¡·:

desde un punto de vista presuntamente exterior a sus -'- Según el modelo del positivismo tecnidsta, la pro-
prácticas, precisamente el punto de vista de la práctica. ducción de la filosofía ocurre en el contraste continuo de '.
Situados ya en el terreno del análisis político en sentido los diferentes discursos contemporáneos; ese contraste se
estricto, úúiddaii ·e¡ue ·aefhiifse ante «objetos nuevos», da en un campo cuyos límites vienen definidos "por las i::'

«ajenos» a su campo: el sindicato, el partido, el «conven- reglas de juego («criterios de validez>>) de la«comunidad
to». de científicos>>. Si se entendiera la lucha ideológica como >
¡:··:;
2. Los términos del problema son los siguientes. Nos un intento de establecer la hegemonía del marxismo en el :·:.
~- ·.;

proponemos un objetivo que hay que conseguir intervi- «campo de la filosofía», aceptando así la existencia de }.:·:
~:···

niendo en un medio. Pero ambas cuestiones hay que con- éste tal y como lo co~stituye el positivismo tecnicista, lo t::
que se lograría sería bien distinto: reformular el marxis- ~::
siderarlas en orden inverso, pues, en efecto: ~=· .

---: El objetivo es el establecimiento de una lucha mo en los términos del propio positivismo tecnicista. f_:

r::
ideológica por la hegemonía del marxismo en el «campo D1cho de otra forma: equivaldría a sustituir la lucha
de la filosofía»; y desde el punto de vista marxista, el es- (ideológica) de clases por la colaboración (ideológica: el
tablecimiento de esa hegemonía no puede suponer sino· el diálogo interminable de los discursos) de clases. Y está
final de la existencia de ese campo, su ruina política (que claro el señuelo que se utiliza: el marxismo ganaría «pre- t''

¡·:-·
no es la ruina de sus discursos, sino de sus soportes). Pe- cisión técnica» en sus enunciados. ;·_·.·

ro esto es algo que habrá que demostrar. - Según el modelo del historicismo evolucionista, la ~·::

. - La cuestión básica, por tanto, es designar con pre- producción de la filosofía ocurre y consiste en un proceso
:··
cisión el medio en el que debe producirse la intervenCión: interminable, que va integrando los sucesivos discursos
identificar el «campo de la filosofía» y examinar sus como conquistas parciales en el camino hacia la Verdad 1

contradicciones y determinaciones. Esta será nuestra de su «campo». Si el marxismo acepta lá validez de ese
principal tarea. «campo (histórico) de la filosofía», lo que hace es quedar
comprometido con el objetivo ilusorio, con la finalidad y
el fin impuestos por aquella Verdad al proceso histórico
Redefinir (negar) el «campo de la jilosojia» de la filosofía. Y quedaría prendido en ese compromiso,
porque en el «campo (histórico) de la filosofía», todo ,.

3. La denominación «campo de la filosofía» forma discurso tiene que aceptar ser superado por otro que lo
parte de la autodefinición de la filosofía misma. Esta se salva y lo recupera en parte, inscribiéndolo así en el pro- t'

presenta como existente con una especificidad propia, ceso hacia aquel objetivo ilusorio.
Por tanto, una propuesta de lucha ideológica necesita
t(
como un campo autosuficiente, autoregulado y exhausti-
1 negar el «campo de la filosofía» en sus dos vertientes bá-
118 1
,-.:
1 119 ..... ·
f·.
~-
k·"
1
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.. ,i

sicas: como espacio definido por el diálogo de los discur-


1
-~
sos, y como espacio definido por la historia de la
filosofía.
que es justamente el que suministra ail:.l•tlOS tópicos fun-
damentales de la «filosofía política» a producir; de

J..
,·;¡
~
4. Si el «campo de la filosofía» no es eso que ella
misma pretende mostrarnos, sólo puede ser otra cosa: un
hecho, la izquierda -que necesita legitimar -en este nivel
los resultados de la transición para «salvar» ahí su falta
de iniciativa en el proceso- sólo habla del carácter de fu-
:·;¡

. .
. ' lugar ideológico. Con esta afirmación se quiere signifi- turo de lo alcanzado: la Constitución es «abierta»,
::.]
, car, primero, que al hablar de «campode.la filosofía», se
·..
., , .. ·«progresista», etc; En este sentido, la propia izquierda
·.. ~! está aludiendo a un conjunto de dispositivos que es el in- está enunciando lo que; como veremos, seránlostérmi'-'
terior al nivel ideológico de una formación social concre- nos básiCos de futuros planteamientos y prácticas de la
ta, y segundo, que, por tanto, ese conjunto de dispositi- rernodelación de la filosofía.
vos se constituye, articula y transforma según las deter"' La izquierda no habla del pasado, del proceso y de sus
minaciones específicas en él de la lucha de clases. Conse- términos. Lo importante de ello no es la calificación mo·
cuentemente, si queremos saber algo acerca del «campo ral q{le pueda merecer tal sileneio, sino el hecho de que,
de la filosofía», sólo lo lograrem<?s mediante el análisis gracias a él, algo se desconoce, algo queda oculto. Lo ve-
polftico que dé cuenta de sus condiciones actuales -su lado es, sin embargo, lo fundamental, pu~s cualquier to-
«situación concreta»- como lugar ideológico. En ma de posición debe partir de su reconocimiento: del re-
nuestro caso, ello quiere decir que para poder plantear conocimiento de que, en la transición, se ha producido
una intervención marxista en el «campo de la filosofía», una reordenación del conjunto del dispositivo ideológico
necesitamos conocer los efectos políticos de la transición (de los discursos, las instituciones y las prácticas) que
·.·, en filosofía y las claves de la remodelación de ésta. modifica de forma sustancial lo anteriormente existente.
'
·.··¡
..,
:~ El problema es básico por lo que se refiere al «campo de
la filosofía», y hay que ocuparse de él antes de que se nos
Del «filósofo-definido-por-la-política» (o «nos lo») conviertan en prehistoria tratable úniCamen-
JI.;;! al «filósofo-de-la-politica» te por la arqueología académica (la historia de la
·,:;;:
:..:2
•,'i
filosofía) y se nos huri.da en ese indescifrable e irrecono-
5. La transición se acompaña necesariamente de una cible caos propio del «estado de naturaleza·». No se tr~ta
:;¡ legitimación .que se busca argumentando sobre dos extre- sólo de discutir directamente los «discursos de la transi-
mos: los términos en que ese proceso de transición se ha ción.>>, que la legitiman para r~producir sus condiciones
;:i producido, y ·el resultado de dicho proceso, que puede . políticas e ideológicas. La cuestión es, además, histórica,
considerarse cristalizado én la Constitución. La argu- política. La transición no se establece como dominante
mentación sobre las distintas vicisitudes de la transición (como una «evidencia» de la que el «consenso» aparece a
'
·:,1,' tiene, obviamente, un carácter más coyuntural, definible la vez como causa y efecto) por la coherencia o por la ca-
por la naturaleza de «hechos consumados» de todos los pacidad de persuasión de los discursos que la argumen-
momentos del proceso. La argumentación sobre los re- tan, sino por sus efectos prácticos, políticos, y en lo que a
sultados se sitúa, sin embargo, a un nivel más general, la filosofía (como al resto de las acepciones del trabajo
120
... 121
: ~ 1
J
intelectual) se refiere, estos efectos sori detectables sólo tos y en sus prácticas, han sustituido por cualquier suerte
mediante el reconocimiento e identificación del nuevo es- de «forma pura». Aquel paradigmático «no hay estética
pacio ilusorio ofertado a los intelectuales para sus prácti- sin ética» de Valverde resulta transparente: al margen de
cas. la integración, la única alternativa posible para quien es- ~.,

cogió el retiro en la estética o en la skepsis es la militancia :e


En este sentido, cabe enunciar los efectos políticos de 1
f·:;
'

la transición en el «campo de la filosofía» como el proce- en la ética. Pero este «compromiso» es una situación !
límite: se abraza cuando resulta demasiado escandalosa
L

so que va desde el «filósofo-definido-por-la-política» al ~


. <<filósOfo-de-la iJOlitica» ..
6. Una de las características de la formación social·
la complicidad que supone el retiro. De una u otra for-
ma, pues, toda posición alternativa a la legitimación del
~
,•
,,
~-­
poder político tiene necesariamente que tener un carácter t···
española durante el fascismo, consiste en que el nivel ~- :· ..
...
ideológico de dicha formación social viene inmediata- . economicista, que' es precisamente el que convierte a ~

mente definido por una determinada relación con el nivel · aquellos «resistentes» en antifascistas. Esto explica, por t<·
~::­
político. Inmediatamente: pues no se trata de una eviden- lo demás, que al abrirse las puertas de esos espacios pri- ~ :-
r·:·.
cia directa de la politicidad global de toda formación so- vados que antes eran núcleos de resistencia economicista, ~;·;
cial, ni tampoco, por tanto, de que en el nivel ideológico lo que haya salido a la luz sean sagaces antimarxistas, .
aparezca como directamente reconocible y reconocida cuando no destemplados y furibundos conservadores. ~·:

Ellos no han cambiado; pero antes su posición era homo- t-::


una posición política de clase. Lo que sucede es que hay ''

~ '
una referencia directa, y, en este sentido, inmediata, logable (falsamente homologable) con otras muchas que ( \

entre esos dos niveles de la superestructura, referencia se proponían como igualmente alternativas y que impli- f:i:
que consiste en la imposibilidad de definir una posición caban siempre las «libertades democráticas» como obje- ~ :; :
1·-:-
en el nivel ideológico, sin que ello suponga al mismo tivo a cualquier nivel {y también, por tanto, en el nivel de ¡.::
tiempo definir directa e inmediatamente una posición fa- los discursos): desde las argumentaciones contra la legiti- ''.

vorable o contraria a la legitimidad y reproducción del mación escolástica del orden y el poder establecidos
''<·
nivel político. (con toda la ambigüedad de un Ruiz-Jiménez, más
Esto es válido incluso para el caso de coartadas cui- nítidamente en Aranguren), hasta la democratización del :·
dadosamente montadas, pero condenadas al fracaso. El «campo de la fi/osofia», que introducía la hermenéutica
filosofo no escalafonado en el aparato escolar y que tam- (Lledó, por ejemplo).
poco se incluía en cualquiera de los grupos extracadémi-, · 7. En cualquier caso, lo evidente es que, en ese mo-
cos reunidos en torno a maestros, editoriales o revistas, mento, el discurso filosófico carece de una especificidad
el «filósofo-retirado-de» la adhesión o la crítica explí- profesion'al y técnica (que luego pasará a ser fundamen-
citas, adquiere, incluso a su pesar y automáticamen- tal), en tal medida en que su funcionamiento no escapa a
te, una cierta condición de «resistente». El «silencio» del la lógica general del economicismo. Así, mientras por un
escepticismo, lo mismo que el «juego vacío» del esteticis- lado se reproduce un discurso torpe y brutalmente esco-
mo, se resisten a ser definidos inmediatamente por la re~ lástico, por el otro, en las zonas del «pensamiento

'
f~:
ferencia a ese nivel político que ellos, en sus planteamien- crítico», la filosofía funciona como un arma arrojadiza
122 123 :.:

~-j;
i:'·
)
contra la politización apologética, que se pretende de ella Sin embargo, aunque la crítica pueda y deba poner hoy
y en favor de una reivindicación que consiste básicamen- de relieve tales insuficiencias de la «izquierda filosófica»,
te en resistirse a que las posiciones intelectuales vengan también hay que recordar algo fundamental. El filósofo
inmediatamente definidas por lo político. Esto hace que no se define en esos añ.os como filósofo, sino como inte-
se configure una pr~ctica de la filosofía caracterizada por lectual político que, en el caso de esa «izquierda filosót'i-
dos notas: ca», está además ligado a una organización obrera. Esto
- La evidencia, la naturalidad con la que se presenta es básico para entender la transición, pues así como se
el carácter eminentemente discursivo de cuanto ocurre en · puede hablar de un deslizamiento casi insensible. en el
·· ··et <<campo de la filosofía»; éste aparece naturalmente campo de los discursos, eri el campo de las vinculaciones
configurado como sede única de múltiples acepciones de sociales del intelectual, por el contrario, asistimos a, un
una sola búsqueda, cuyo objetivo no puede ser definido cambio de. perspectivas prácticamente absoluto, y, sobre
con precisión (salvo que se corra el riesgo de destruir las todo, escasamente encubierto. Bieu cierto es que aquella
alianzas, y excepción hecha de toda propuesta directa- vinculación de los intelectuales a unas reivindicaciones
mente feudal, fascista). democráticas tenía que ver más con su adhesión a una
- El predominio racionalista: también en el caso es-
pañol, los tópicos básicos de la ideología burguesa (suje-
to, razón, libertad, tolerancia, crítica, etc.) funcionan homenaje a dicho filósofo. Ese homenaje reincidía en lo señalado en el
texto desde su mis1110 planteamiento. Cada mes aparecían trabajos
como ejes de uh discurso que pretende oponerse a una escritos desde las más diversas perspectivas, incluida la t~:ológica, por~
forma de excepción de la política burguesa. Hay que se- que -¡sagaz hallazgo!-, «la pluralidad de las concepciones del mun-
do, la pluralidad de las corrientes del pensamiento, de los modos de vi-
ñalar la importancia de que el marxismo españ.ol de ese da, es un dato objetivo de la Francia de nuestro tiempo» (LNC, núme-
momento se inscribiera de lleno en la corriente (paradig- 1
• 1
ro 109, pp. 33-35). El espíritu que animaba la conmemoración spinozis-
máticamente representada por «La Pensée»~ revista del ta queda claro ell. las dos afirmaciones siguientes: Primera: « ... en el
curso de la historia de la penetración de las ideas marxistas en Francia,
«racionalismo moderno»), que concibe el marxismo co- la actitud positiva del Partido Comunista Francés ante la herencia ra-
mo «heredero universal de todos los racionalismos», le- cipnalista ha enriquecido el patrimonio revolucionario específicamente
gitimando así el mismo economicismo que está en su ba- francés>>. La segunda afirmación no es menos tajante: «Es legítimo, sin
embargo, preguntarse si el materialismo dialéctico -al afirmar al mis-
se. La representación del nivel político como lugar de mo tiempo que la realidad en su conjunto es cognoscible y que el cono-
una alienación que oprime la autenticidad de la Sociedad cimiento de lo real es un proceso sin fin- no debe ser. considerado co-
mo el racionalismo moderno, heredero universal de todos los raciona-
civil, tenía virtualidades antifascistas; pero su indefini- lismos pasados». Quien escribe es A. Spire, que, por cierto, deja bien
ción como punto de vista de clase acabará produciendo claro qué entiende él por «legitimidad» a la hora de hacer una pregunta
unos efectos que, cuando menos, debieran ·estimular la filosófica: sencillamente, se trata de la legitimidad que otorga el prece-
dente, sentado esta vez por G. Cogniot, que en 1937, al defender en
autocrítica (1). nombre del PCF la propuesta de celebración del tricentenario de Des-
cartes, proclamaba que «la democracia francesa ... reconoce los argu-
·. ..-,, (1) No estará de más aportar una prueba evidente de que este no es mentos de la razón como criterio de la verdad ... ». A mayor abundancia
un tic del pasado, propio de la guerra fría (de la .«otra» guerra fría, se cita a M. Thorez, que en 1946, y de nuevo a propósito de Descartes,
habrá que empezar a decir ya). El año de Spinoza llevó a «La Nouvelle intentaba «... desprender de su obra una enseñanza vivifican te y tonifi-
Critique» -revista del Partido Comunista Francés- a promover un cadora para el presente».

124 125
.<

J
política democrátic.a interclasista, que con una política acuerdo básico. sobre la necesidad de alcanzar como ob-
revolucionaria de clase. Pero el proceso de transición ha jetivo esencial una racionalidad en el funcionamiento de :,;:

clarificado suficientemente estas ambigüedades, y a los dicho aparato, que permite establecer un control
efectos de lucha ideológica importa tanto desvelar la fa- mínimamente eficaz sobre sus contradicciones más '
r
lacia economicista como comprender que todo . ello flagrantes. (Silenciosamente, ha ido desapareciendo del
ocurría en un <<campo» en el que las posiciones se legiti- mapa de las alternativas una de las propuestas más clara-
maban mutuamente sobre la base de su común economi- mente rupturistas avanzadas por la izquierda en el
cismo, al tiempo que, por otra parte, y no sin contradic;- período anterior: el contrato laboral. Silencio culpable,
ción con lo anterior, parecía en cierta medida evidente la porqüéiodos..erari cOnscientes de··q:ué seguir defendiendo
naturalidad de la existencia de unos vínculos más o me- ese punto significaba, en la nueva etapa, una reconver- ~::::
nos directos entre el intelectual, las prácticas sociales, la sión política del movimiento de los PNNs, que intervi- ¡·,·.

política y el Estado. Pero en este punto, es preciso dar un niera directamente sobre su contradicción de base: .el eco- ..:.;:

corto rodeo. nomicismo de sus prácticas y el carácter político de lo


que, .sin embargo, habían llegado a enunciar como
reivindicación fundamental. Pero esa.intervención resul-
taba incompatible -además de con «dogmas» de la talla
Racionalizar, profesionalizar de 1~ Revolución Científico-Técnica y la Alianza de las
Fuerzas del Trabajo y la Cultura- con los ejes básicos '··.·
¡:::·
de la política reformista: organización de los enseñantes ;:··

9. La transición tiene una naturaleza y unos efectos según el modelo del sindicato de afiliación, y democ~ati­
'

políticos que pueden definirse por dos hechos fundamen- zación del aparato escolar como único horizonte posible
tales: primero, ha sido un proceso dirigido por los refor- de cualquier práctica alternativa.)
mistas del franquismo, y, segundo, esa dirección no ha Este proyecto racionalizador es, por lo que se refiere el
sido contestada en lo esenCial por la izquierda, al menos profesorado, proyecto projesionalizador. Como vere-
en la etapa fundamental que va del referéndum de la Ley mos, no es inocua la obsesiva argumentación de la iz-
de Reforma Política al de la Constitución de 1978. La quierda en el sentido de que habría que conseguir mayo- ''.
;.:·:.
política de consenso cuenta con un buen arsenal de argu- res cotas de competencia profesional para los' docentes e ::· .. :.
mentos en su favor que no vamos a discutir aquí, sobre intelectuales españoles. Pero ese proyecto profesionaliza-
1 ~.·.

todo porque ninguno de ellos conseguiría barrer una evi:.. dar, además de no haber logrado para la enseñanza y la
dencia: el consenso ha supuesto que en la práctica se investigación ese prometido esplendor científico, lo que
aceptaran como las condicione,s inesquivables de la tran- ha conseguido es vaciar un movimiento que había alcan-
sición los postulados de la reforma propuestos desde el zado una fuerza real, filtrar sus componentes a través de
franquismo. un intacto sistema de oposiciones y, como contrapartida,
Por lo que se refiere al conjunto del aparato escolar, crear expectativas para los intelectuales ya situados. Este
las fricciones (ciertamente tibias) no han empañado el último aspecto es el fundamental. Una de sus facetas

126 127

~;-" '. ,·,··.


alternativas (2); pero también otras posiciones margina-
-que nos limitamos a enunCiar- es fa de convertir los (Z) Aun incidentalmente, hay que dejar constancia de una «nueva»
problemas de estabilidad en problemas de desempleo; pe- versión del impacto del economicismo en el interior del marxismo. La
profesionalización es tan indiscutible {tan hegemónica), que no pocos
ro tampoco el paro profesional recibe -de momento'- marxistas, incluso «radicales», aceptan de lleno la necesidad de esa
de la izquierda el oportuno tratamiento político ... «competencia técnica)) del «trabajo científicO)). Este pendant del
«suplement d'ame)) por el que clamaba la filosofía idealista cuando se
10. Pues la creación de expectativas tiene, sin embar- declaró la «bancarrota de las ciencias)), no tendría mayor importancia
si no implicara dos cosas: l . ._ se cede al horizonte tecnicista-positivista
go, otro aspecto que puede enunciarse así: las prácticas un terreno de gran importancia estratégica, pues cuando esa «compe-
.del in ielectual-. son -codificadas como . pr.ácticas. proje..,._ __- tencia técnica)) se traduce en la necesidad de una rigurosa «teoría del
_sionales. Para nosotros, esto quiere decir dos cosas: conocimientO)), que se beneficie de las ganancias de un Popper o un
Kuhn, lo que se hace es aceptar como dominante aquel horizonte y so-
·::·
En primer lugar, que la funcionarización masiva, con meter la elaboración del marxismo a las leyes prescritas desde él
::;:::: -además, naturalmente, de todo lo que significa definir y legitimar a
lo que implica de estabilidad en un status con e~pectati­ 2:
la filosofía como «teoría del conocimiento»-; a como también _hay
vas, produce de forma inexcusable la «despolitización» que legitimar la necesidad de una militancia política en el sentido de la
revolución, la única salida que queda es aceptar que teoría i praxis, ra-
-a nivel ideológico, claro está-'- de las ~bndidones en zón y voluntad, son campos escindidos. En efecto, mientras en el cam-
que se desarrolla la práctica intelectual. En efecto, desa- po de la «teoría del conqcimiento)) las cosas sucederían según una lega-
parecen las motivaciones ~<sindicales». que fueron el mo- lidad científica que situaría a esa «teoría» en un punto exterior a las
luchas políticas, en el campo de la «práctica)) lo que se afirma es la «VO-
tor de la politización economicista de otro momento. Pe- luntad política)), desprovista incluso del menor apoyo teórico (el
·.;
·::·.:
ro, sobre todo, la estabilización de{ puesto de trabajo no programa comunista -se dice-_ es «enumerable», pero no
puede dejar de suponer estabilizaCión de las prácticas del «defínible»). Quien acepta «dedicarse-a-la-filosofía» tiene que aceptar
las leyes propias de ese «campo»: si además quiere hacer la revolución,
intelectual. El estatuto de funcionario señala al intelec- ésta será una práctica escindida de aquel «trabajo teórico», a fin de
tual una ubicación institucional detallada y precisa que -cuentas un lujo o un hobby -perdón: una «profesión»-. No deja de
ser curioso que ese voiuntarismo, que se desgarra tan fácilmente en los
lleva consigo, además de un régimen disciplinario, una · mil retales del desencanto, sea la pareja obligada de un teoricismo al
jerarquización pretendidamente racional a todos los ni- que se dice odiar -y al que se culpa de los mayores males del movi-
: miento obrero (sic}. Nótese que en tal planteamiento no se cuestiona la
,,
'"•'] veles (económico, funcional, de prestigio). Y esa jerar-
existencia del «campo de la filosofía»: Simplemente; y para ser revolú-
quización vierie establecida precisamente por la profe- cionarios, se yuxtapone «un campo de la práctiCa», circuito de la «vo-
sionalidad, que, por consiguiente, opera como el expe- luntad política» respecto del cual aquel otro es irrelevante. La impor-
diente justificador y legitimador de los límites prescritos tancia política y la sagacidad táctica de la polémica provocada por Nor-
·.¡
berto Bobbio -en absoluto ajena a la «operación Craxi» y a otras más
al estatuto d_el intelectual y a sus prácticas. La profe- cercanas- radica precisamente en haber acertado con lo que muchos
sionalidad guarda los límites del aparato y distribuye en querían oír: la mutua irrelevancia de «socialismo» y «ciencia». En cual-
quier caso, lo que subyace en todo ello es un viejo lugar común: si en el
·. su interior a los funcionarios de las distintas regiones «campo de la filosofía» las cuestiones son técnicas, es porque no es
ideológicas. Y permite, finalmente, segregar «posiciones ideología, porque en él no hay lucha ideológica ni cabe, por tanto,
marginales» de diverso 'signo: unas, las que realmente plantearse la propia posición en él como posición de lucha. La clave,
.,'' pues, está en la noción de ideología: si ésta es un mero reflejo ilusorio e
-~ quedan excluidas por motivos de lucha ideológica en sen- invertido de una «realidad-real>) aliemida, es obvio que la alternativa
:·1
tido estricto-, es decir, de clase- (casos en los que la sólo podrá ser la «ciencia» en el sentido del positivismo y la «práctica>)
·.: en el sentido del voluntarismo.
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exclusión se basará, no ya en la motivación política direc-
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- 1 ta, sino en la descalificación dentífica de las posiciones
129
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les, que cristalizan en los «conventos» que reúnen, fuera tY aquí la exclusión se realiza sin trascender el plantea-
1
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del aparato, a los «buscadores de alguna forma pura» (3) 1 miento ideológico de la cuestión: los «marginados» ar-
·---- gumentan contra el «poder» que se ejerce detentando el (::
(3) El 15 de diciembre de 1870 escribía Nietzsche a Erwin Rohde:
discurso académico, con lo cual se establece una si- ¡_: •.

«Mi querido amigo: No ha transcurrido aún un minuto desde la lectura tuación de aparente desprecio mutuo, que no impide a i··:
r::::
de tu carta y ya me dispongo a responderte. Sólo quería decirte que tales marginales tener una incidencia muy concreta en el ;.;·
,. ..·.
comparto plenamente tus sentimientos y que consideraría infame que
no saliéramos de esa anhelante espera con uri acto enérgico. Escucha lo propio aparato y para tareas de «primera línea de fuego»
que agit'\mi ánimo: arrastrémonos aún un par de ai\os más por esa -como la provisión de libros de texto-).
existencia universitaria, asumámosla como una pena instructiva, que En segundo lugar, lo que en todo este proceso se ha ju-
debe soportarse seriamente y con asombro. Esta debe de ser, junto a
otros, una época de aprendizaje para la enseñanza, cuyo perfecciona- gado -la fijación política de los intelectuales y la
miento me he impuesto como tarea. Sólo que he puesto mi objetivo en prescripción de límites intelectuales a sus . prácticas-
zonas más elevadas. Con el tiempo, he ido viviendo lo acertado de la queda sancionado ideológicamente como efecto de una
concepción de Schopenhauer a propósito del saber universitario. Una
veracidad radical es aquí sencillamente imposible. Y en particular, algo jerarqu.ización que obedeciera exclusivamente a la com-
que fuera auténticamente innovador no podría tener aquí su punto de petencia profesional.- Pero con esto sólo se ha hecho la
a
partida. Es por eso que no podremos llegar ser maestros reales más
mitad del trabajo, la que consiste en borrar la naturaleza
. que utilizando las palancas que nos puedan elevar fuera. de esta atmós-
fera y·siendo no sólo más sabios, sino también mejores. También a este política del problema sobre el que se actúa. El discurso
respecto siento la necesidad de ser, ante todo, sincero. Y esa es otra de ausente -el que excluye la política- es el que, como dis-
las razones por las que no llegaré a soportar por mucho tiempo el am- ·
biente académico. Así que en la mejor ocasión arrojaremos este yugo: curso positivo, afirmativo, sefiaÍa el lugar social (no ya el
para mf esto constituye una decisión irrevocable. Y posteriormente, institucional) del intelectual y de la filosofía, el que los ::.. ·

fundaremos una nueva Academia griega(; .. ) En silencio, he estado me- presenta como instancias internas a la sociedad civil.
ditando si acaso, simultáneamente, no deberíámos romper por nuestra
parte con toda la filología precedente y su perspectiva cultural (... ). Veamos esto.
Aunque obtengamos pocos adeptos, no dejo de creer que podremos
desprendernos algo de esta corriente -cierto que con algunas Estrategia de la dispersión
pérdidas- y alcanzar así una pequ'ei\a isla en la que ya no tengamos
que taparnos los oídos con cera. Seremos entonces nuestros mutuos 11. La exclusión de la política sólo puede realizarse
maestros y nuestros libros constituirán solamente el cebo para granje- -en un horizonte burgués- sobre la base de distinguir
arnos de nuevo algunos hombres en nuestra comunidad artístico-
conventual. Viviremos, trabajaremos y gozaremos los unos para los como instancias autónomas el Estado y la Sociedad civil.
otros -y acaso sea esta la única manera en que debemos trabajar para Desde esa distinción, son infinitas las variantes de la :,·:·,
el todo. Para mostrarte hasta qué punto creo sinceramente en esto, te ideología burguesa (si bien, para ser más precisos, habrá
diré que he comenzado a limitar mis necesidades, a fin de preservar una
pequei\a cantidad de mis medios pecuniarios. También debemos pro- que sefialar que este trabajo corre a cargo del kantismo
bar nuestra «suerte» en las loterías: si escribimos libros, hemos de pedir pequefio-burgués), que, por uno u otro camino, llegarán
en el futuro los honorarios más elevados. En síntesis, hemos de utilizar
todos los medios lícitos que nos posibiliten materialmente la fundación a la conclusión que realmente importa: la identificación
de nuestro convento. Tenemos, pues, una tarea que cumplir en los pró- de Estado y política enajena el espacio político en un
ximos dos ai\os ( ... ). ¿Acaso no estamos en condiciones de fundar en el
mundo una nueva forma de Academia? ¿Y acaso yo, ardiente potencia, histórica ni una quimera insensata -¿no es una necesidad la que nos
no podré dar vida a la forma única?, como dice Fausto de Helena( ... ). lleva por ese camino?». F. Nietzsche, Correspondencia, trad. de E. Su-
Sin lugar a dudas, nuestra escuela de filósofos no es una reminiscencia birats, Barcelona, 1974.

130 131

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doble sentido: por un lado, es dominio reservado de unas
prácticas específicas que requieren un nivel técnico en sus
operadores (el espacio político es un espacio tecnificado, del nuevo ejercicio de la filosofía definida por la política.
tecnocratizado, profesionalizado), y, por dtro, lo que no Pero ocurre que, lejos de ser un espejismo de la falsa
es ese espacio político, lo otro que el.Estado, la Sociedad conciencia, la separación Estado-Sociedad civil tiene un
civil, es sede de todo lo demás (sede, por tanto, de las carácter real en el proceso histórico, y ese carácter real
_prácticas intelectuales), pero sede ajena a la política, de- requiere, para ser efectivo, la intervención del nivel de la
forma que las prácticas intelectuales nunca podrán ser ideologfa que interpela. al individuo como ciudadano.
políticas·(es·decir;· nunca podránafectar·al Estado};·por- Nueva tarea, por tanto, para los intelectuales: proveer de
que son internas a la Sociedad civil, porque no producen legitimidad a una determinada forma política (esta de-
efectos fuera de su «campo», en lo político. mocracia), y, en todo caso, sostener discursos homologa-
Como decimos, este discurso falta enunciado como dos con el ·nivel ideológico adecuado para la reproduc-
tal, pero el que sí está presente -y con Hotable .be- ción de dicha forma política (así, las críticas «radicales»
ligerancia- es ese otro discurso. negativo, que tiene co- a la reforma penitenciaria, hechas desde ... ¡la «ética de
mo misión luchar contra la argumentación contraria, o la liberación»!).
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sea, contra la posición que haría presente la política, la Así, pues, lo que se prescribe es que toda intervención
·., que empezaría detectando como esencial la fijación insti- . del iHtelectual en la política debe realizarse desde una po-
.)
:¡ tucional de los agentes. Los temas de ese discurso son sición individual alojada en discursos y polémicas relega-
.
··.·j
' bien conocidos: superación del marxismo y desprestigio dos por la anterior politización, y que ahora deben ser re-
·. ·~ de la organización. No siempre ni necesariamente, se tomados (este es el enjeu de la competencia profesional).
':1 trata de un discurso directo, expresamente antimarxista, . Si la ·ideología; al situar al intelectual en la Sociedad civil,
., sino que puede trabajar de muy diversas fonp.as y, sobre lo que hace es aludir-para-eludir su fijación ·en el aparato
''
todo, sin abandonar su propio terreno, el «campo de la del Estado, ahora, cuando prescribe al filósofo el discur-
j filosofía». No otra cosa hacen los que tematizan en clave so filosófico como habitat de todas sus prácticas, re-
l
1
' filosófica prácticas dispersas en el tejido social, con el duplica el ocultamiento de la organicidad política de és-
propósito de exorcizar el contenido político de dichas tas y le suministra los materiales con los que debe servir a
prácticas (he ahí, por ejemplo, el caso de cierto «ecolo- la reproducción del conjugto social. El intelectual es va-
gismo romántico» de implantación masiva, que, en plena ciado de su historia política y situado en un nivel de ho-
recuperación de la~ fuentes del existencialismo, reivindi- mologación competente: la política lo interpela como
ca a Heidegger para «superan> a Marx: aquél permitiría apolítico y lo dedica a·la reproducción técnica del conoci-
pensar el momento de la Naturaleza, desdefiado por la mieffto, a interpretar el mundo.
dialéctica marxiana). Lo político emerge así en el «cam-
po de la filosofía», según un orden disperso, carente pre- La «filosofía de la política»
cisamente de organicidad política, que permite contro-
larlo y neutralizarlo. He aquí, pues, una de las variantes 12. Así es como todo queda dispuesto para esa
::.¡ «filosofía de la política» que se ejerce y se nos presenta
132
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como filosofía crítica, pensamiento crítico.
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:j 133
·.1
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La «filosofía crítica» se plantea como una posición de ahora como postura religiosa-tanto o más alienante que
competencia ideológica frente al anquilosamiento de la el mismo fascismo.
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filosofía académica, incapaz de pensar la «realidad; acti- 13. Esta es la respuesta implícita que se dispone para
¡.-;
va a5í su necesidad de «renovación». Esta competencia un nuevo interpelado: no el intelectual politizado, sino el r)
ideológica aparece como lucha política, tanto frente a la intelectual consciente de su derrota. Lo real (tematizada 1'·

desde cualquier noción central organizadora del discurso ¡::


incapacidad de la academia, como frente a la situación
filosófico: lenguaje, poder, eros, civilización) aparece 1~
del compromiso militante, el cual, desde esta filosofía, es ~~
pensado como una pasada e irrepetible alienación," es de- connotado··de irrealidad e·inautenticidad, es decir, dis- 1• •
¡::
cir, como discurso pensado desde el poder, y ello· en dos puesto desde el pensar filosófico como un límite abstrac- t:~
1 •
~-~

to del que jamás se podrá librar el «individuo»; las dis- ¡·:.


sentidos: en tanto que el sujeto comprometido se entre- !.:
gaba al poder de una organización que lo sometía irreme- tintas trampas ontológicas (lenguaje, eros ... ) son censti- 1~
tutivas del sujeto. Pero realmente nunca se dice de dónde f:
diablemente al consignismo y en tanto que el sujeto esta- 1:.
1;
ba absorto en una estructura acrítica de carácter místico proceden, sino que es su mismo planteamiento filosófico i:
í
que chocaba profundamente con las exigencias raciona- lo que,· por una parte, realiza la constitución de esa indi- f::
>
les y críticas que se ((piden» ahora desde. la libertad vualidad del intelectual puesta en peligro y, por otra, 1
1 .

oculta la estructura social concreta. Lo que se hace, por rf


«auténtica». 1

tanto; es situar la procedencia de estos límites en un obs- 1

táculo .móvil. Lo que se define como enemigo, son las l


Estas elaboraciones críticas, producidas desde cual- r::-
quier lugar del tejido social, son dispositivos organizados claves del poder como discurso alienante, y no la realidad i<
funcional y represivame~te concreta del Estado. Y este
¡:;
,·.
para intervenir en el mantenjmiento del «nuevo objeto
político» creado. Es decir, posiciones que se·mantienen y enemigo, este obstáculo, puede presentarse a cualquier
se dejan reconocer únicamente como internas a la So- interpelado desde el ámbito nacional del lenguaje o •:

. ciedad civil y, por tanto, como soportes de legitimación desplazado en el eros, en la política, etc.; en este sentido, .' . '
i ;·
de un práctica entendjda como profesionalización. Tales es, como decíamos, móvil.
elaboraciones están destinadas a curar las heridas de cier- La función más clara de toda esta disposición dispersa <:
1 ':

¡·:;
tos sectores de la pequeña burguesía intelectual, que, con es la de exorcizar el contenido político de su objeto, (.•,'

el fascismo y la transición, tuvieron oportunidad de to- controlar la posibilidad de que surjan contradicciones,
mar tierra política (militancia, organización, etc;) y que reivindicaciones y soluciones sociopolíticas en el terreno ·-;:-:

ahora se reconocen como fracasados, incapaces de parti- del int~lectual. Gracias a este vaciado político, dichas
. cipar en una transformación social. Puesto que los contradicciones quedan ligadas a la problemática del i··
i;
¡.::
«hombre». «Hombre>>, aquí, es igual a cuálquier interpe-
¡/: ;
ideales eran eso, ideales, ahora se inspecciona el pasad'<> 1:
como el intento de una salvación que no pudo ser; la or- lado que ha sido marginado de la participación política y
ganización y la entrega a un trabajo politieo quedan bajo que busca «SUS» soluciones en un aparente ámbito gené-
,¡1
¡:·
.
Ja barrera de la prohibición que le impone su anrerior in- rico, en el ámbito de las intersubjetividades. Los proble-
competencia, y bajo la condena que Supone concebirlos mas reales aparecen invertidos y dirigidos a todo ciuda- <-

!
134 135
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::.
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dano que se p~ecie de intelectual inquieto: alienación cias entre los «críticos» y la clase académica, todo se re-
por el lenguaje, la tecnología, la organización, la ma- ~::.~:
duce a lo mismo: el mantenimiento del espacio político
quinaria de lo cotidiano, con sus correspondientes solu-: que se le concede desde la democracia a la filosofía.
ciones: placer, posición poética ...

Para el debate
Sin embargo, coincidencia orgánica
15. El propósito inicial era examinar algunas condi-
14. Las posiciones que se asumen dentro del «campo ciones bajo las cuales debe establecerse una lucha ideoló-
de la filosofía» y que se presentan como discursos en- gica en el «campo de la filosofía». Esa lucha ideológica
contrados, aparentemente opuestos en su forma de ·«fi- no puede consistir, por lo ya dicho, en una oposición dis-
. ·' gurar lógicamente», encierran unas realidades institu- cursiva. Entendámonos: el marxismo no puede recono-
cionales orgánicas bien distintas. El recambio disciplinar cerse como una ideología más, que busca su estatuto
~ ;~ ~
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~ ' ;.
en el Aparato Escolar era necesario: había que recons- científico detectando los errores de las homólogas. Tam-
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truir pacíficamente toda la conflictividad latente, que poco puede consistir aquella lucha en una continua posi-
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había desbordado su propio marco. Los textos tenían ne- ción en la línea de «enriquecimiento» de la cultura huma-
cesidad de reconocer una historia que había quedado nista. La lqcha ideológica es reposición de las fuerzas de
~; : marginada y no podían seguir siendo ciegos a las malin- clase diseminadas por los nuevos diseños de medidas im-
tencionadas miradas que soportaban. La renovación tex- puestos a los AIE por la política reformista. Es decir, re-
tual en el seno del Aparato Escolar viene a no d,ejar fuera organización. Pero también es la conquista de posiciones
·;:¡ de sí ninguna manifestación que lo pueda poner en pe- ideológicas producto de la detectación de la ofensiva
:'1 ligro. No es extraño, por tanto, que los «filósofos rebel- ideológica reformista. Y por tanto, labor de poner sobre
:j
~ ::.i des» o «heréticos» refuercen hoy la vida académica desde sus pies lo que al profesional le aparece invertido: su pro-
:~ ·]
::J posiciones, más que ilustres, carismáticas. pia práctica profesional.
:·1
• 1 El diálogo de la filosofía ha quedado hermético, nada Lo que ofrece esta lucha a los agentes sociales son
~: '!
:~ ::: queda fuera de sí, y está en condiciones de formar nuevas «sedes» de prácticas (incluso de prácticas discur-
;;)
«corrientes de opinión» en el seno de las ideologías que sivas) alternativas. Y es aquí donde tiene lugar la pregun-
.'.1
recorren todas las arterias del intelectual. Por supuesto, tapara un debate que sea ya intervención en el medio:
:"1 la estrategia es clara: la división imaginaria de las ¿qué ofrecer a los filósofos: un «convento», un sindicatJ
...::.¡i ideologías que inciden en el ámbito intelectual, para que o un partido?
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sus posiciones permanezcan en «confrontación intelec-
':1 tual» y no en enfrentamientos de clase. . Granada, abril de 19N
J:1 La coincidencia no $Ólo se da en el terreno de los
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problemas, sino también en el de las soluciones. Puec;
.:¡ aunque la letra escrita pueda hacer ~reer que hay diferen-
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LOUIS ALTHUSSER
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La transformación de la filosofía ........................ . 7

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La historia de la filosofía considerada como lucha de 1••


t.·-::.

tendencias ................................................... .. 43

ETIENl'IE BALIBAR
¿En nombre de la razón? Marxismo, racionalismo,
irracionalismo :. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

Apéndice .. . . . .. . . . .. . . .. . .. .. . . . . .. . .. .. .. .. .. .. . .. . . . . . .. . . .. . 117

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