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Amor Eterno Autor Black Kymera Cap 13 Fin

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Amor Eterno Autor

Black Kymera

Capítulo 1

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.
Esto es tan sólo una
introducción para la
historia, no es
realmente el tema a
tratar, así que no verán
aquí ni violación ni non-
con. El tema se
desarrolla en un tiempo
más alejado al que
describo en el prólogo y
debo decir, con orgullo,
que esta es la primera
historia donde incluyo el
género romance como
principal, aunque tenga
algo de angst... así que
prepárense para el fluff.
Otra cosa que me
gustaría es que
Fanfiction permitiera
contestar los
comentarios en la
página de reviews y no
que amenace con no
permitir que los
contestemos en el
contenido de la
historia... ni modo.

El tubo de ensayo brilló


con la luz de las velas
mientras lo sostenía en
su mano que temblaba
suavemente. Podía
escuchar con claridad el
sonido del agua
proveniente del baño.
Sentía su cuerpo
estremecerse
involuntariamente al
pensar en lo que pronto
pasaría. La hermosa
pijama de seda que
tenía puesta le enfriaba
la piel a pesar que el
fuego de la amplia
habitación irradiaba un
grato calor.
A su mente regresaron
los terribles momentos
que hasta hacía poco
había pasado. Parecía
mentira que apenas
unos meses atrás
hubiera derrotado al
Señor Tenebroso. Todo
le parecía tan irreal que
aún no se explicaba
cómo había pasado.
Severus, el profesor
Snape, aquel hombre
del que tantas veces
habían desconfiado él y
sus amigos se había
salido con la suya. A
pesar de ser un
supuesto espía para la
Orden del Fénix de la
cual Dumbledore aún
era presidente, el
hombre había actuado
de la misma forma que
un verdadero
mortífago. Por los años
que había pasado
rindiendo servicio a la
Orden y al Ministerio
mismo le había exigido
a Dumbledore y al
propio Ministro,
Cornelius Fudge, un
precio que él
consideraba demasiado
alto y sin embargo
ambas instituciones
habían tenido a bien
acceder a la petición.
Había sido entregado a
Severus con el
consentimiento de casi
toda la comunidad
mágica. Cai porque era
obvio que sus amigos y
la familia Weasley
estaban en completo
desacuerdo.
Su temor se incrementó
cuando escuchó el ruido
del agua detenerse
anunciándole que su
tiempo como Harry
Potter, héroe del Mundo
Mágico, estaba por
concluir. Pronto se
convertiría en el esposo
de Severus en todo el
sentido de la palabra.
Apretó con fuerza la
poción que días atrás
había preparado
justamente para la
ocasión. El hombre no
le había dejado
alternativa. Había
firmado un pacto en el
cual detallaba las
condiciones de su
unión, las
responsabilidades como
esposo y las
penalidades si intentaba
escapar del mismo.
Podía recordar su
propio horror al
descubrir quiénes se
verían afectados si
decidía huir de
cualquier forma,
incluyendo el suicidio o
si se negaba a
consumar la unión de
alguna forma. No podía
permitir que sus amigos
sufrieran, Snape lo
sabía, pero eso los
había incluído en las
cláusulas. Destapó el
frasco de aquel líquido
que no tenía color, ni
sabor, ni olor y llevó el
cristal a sus labios.
Se sobresaltó al
escuchar ruido tras la
puerta y casi lo dejó
caer. Respiró
profundamente y cerró
los ojos con fuerza,
tenía que hacerlo, sería
el último sacrificio. Al
fin y al cabo no era
como si su vida fuera
de utilidad para alguien
más. Se decidió y con
una última mirada a su
alrededor apuró el
frasco. De inmediato
todo comenzó a darle
vueltas, cerró los ojos
mareado y se recostó
de las almohadas. Era
como si su mente se
separara de su cuerpo y
fuera encerrada en un
lugar donde podía ver y
escuchar de lejos pero
nada más. Pudo
desconectarse
completamente y sonrió
como no había podido
hacerlo en mucho
tiempo mientras su
cuerpo se llenaba de
falsa felicidad.
Severus se terminó de
vestir y sonrió para sus
adentros, finalmente le
enseñaría al mocoso de
James cómo ser un
verdadero hombre y no
simplemente el joven al
que todos adoraban y
que adoraba la fama de
ser el Salvador del
Mundo Mágico. Sí, iba a
disfrutar mucho
poniéndolo en su lugar
y se iba a cobrar todas
las veces que había sido
humillado, no sólo por
Harrry y sus amigos,
sino por los miembros
de la Orden, por los del
Ministerio... por los
Merodeadores... James.
Sí, aquella iba a ser una
noche fantástica.
Se acercó a la cama y
observó al joven
dormido, las
esmeraldas de sus ojos
apagadas tras los
parpados y los cabellos
negros revueltos. No
iba a negar que fuera
exquisito y eso iba a
ayudar mucho. "Potter."
Lo llamó y el joven
abrió los ojos asustado.
De inmediato se formó
en su rostro la sonrisa
torcida de siempre al
sentir el miedo que le
provocaba. Pero cuando
la mirada del joven se
posó en su figura el
miedo se tornó en algo
diferente. Una sonrisa
desnuda se posó en los
labios de Harry y le
extendió los brazos en
muda invitación.
Severus entrecerró los
ojos con desconfiana
pero no dijo nada. Se
acercó y los brazos lo
rodearon con presteza.
Esperó a que el joven
ejecutara lo que él
pensaba era una treta
para distraerlo pero
cuando las piernas
rodearon su cintura
dejándole sentir la
excitación entre ellas se
separó del cuerpo
bruscamente.
"¿Qué significa esto,
Potter?" Ante la
repentina furia el joven
retrocedió un poco
asustado y fue entonces
que Severus divisó el
frasco vacío sobre la
cama. Lo tomó con
presteza y lo estudió.
Como el maestro de
pociones que era supo
al poco tiempo lo que
había contenido el
frasco. Amor Eterno.
Sus efectos
practicamente
irreversibles y por lo
tanto considerada como
una pócima prohibida.
Maldijo amargamente,
el mocoso se había
salido con la suya de
todas formas. Ahora
quedaba de su parte
aceptar la situación. De
todas formas el joven
ya lo había visto y no
existía forma de que
pudiese sobrevivir los
efectos de la poción sin
su presencia. Se quitó
la ropa con ira para
luego quitársela de la
misma forma al joven
quien no se quejó. Si
iba a vivir con el
mocoso en aquel
estado, siquiera le
sacaría provecho a la
situación.

Capítulo 2
Los personajes de Harry
Potter pertenecen a J.
K. Rowling.
Gracias a...
Julia Sakura - Pues no
tienes por qué
desacostumbrarte,
Severus no es tan malo
como lo pinto en la
introducción. ¡Es un
romance! No te
preocupes y aún
cuando esté el amor en
el aire espero que que
los personajes no se
alejen demasiado de
sus caracteres
originales.
Asil Black - Yo sé que
son medidas... el
problema con las
medidas de Fanfiction
es que más de una vez
fastidian más de lo que
ayudan. Sí, el servicio
es gratis... pero hay
que ver la de gente que
tienen metida en esto y
cada vez lo hacen más
imposible para uno. Sip,
tengo ganas de hacer
huelga. Pero al fin y al
cabo, si esto se pone
demasiado pesado con
las tonterías de
Fanfiction pues me
quedaré
permanentemente en
Slasheaven, donde al
parecer hay un poco
más de tráfico para los
que escribimos en
español. Muchas gracias
por aguantarme mis
corajes, ejem... ya me
pongo tranquis. Gracias
por el comentario.

Severus se paseaba
nerviosamente de
arriba a abajo en el
pasillo de espera aún
vestido con las mismas
ropas con las que había
llevado a Harry a
celebrar su sexto
aniversario. Todo había
ido a pedir de boca, la
comida había sido
excelente y el joven no
perdía ni un sólo
movimiento suyo como
era usual
Pero a mitad de
celebración habían sido
atacados de forma
brutal por hijos de ex
mortífagos. Harry había
intentado protegerlo de
una maldición
imperdonable lanzada
en su dirección y había
terminado muy mal
herido. En esos
momentos los
medimagos intentaban
todo lo posible por
ayudarlo. No fue hasta
quince horas más tarde
del ataque que pudieron
estabilizarlo y que se le
permitió a Severus
entrar a la habitación.
Estaba sumamente
nervioso, tenía miedo.
Había temido durante
todos esos años y había
tenido horrendas
pesadillas al respecto. Y
es que Severus se había
enamorado...
realmente, del Joven
Que Había Vivido.
¿Cómo podía no haber
sucumbido al amor,
aunque falso, de
aquellos ojos verdes?
La noche de bodas
había sido un desastre
total y el simple
recuerdo le traía
escalosfríos. No lo había
tocado esa noche
aunque lo había
intentado, la rabia que
sentía era demasiado
grande. Lo que sí había
hecho era magullar
aquella hermosa piel.
Luego del amargo día
había pasado meses
escuchando aquel llanto
que no cesaba. Era un
sonido que lo perseguía
en cualquier parte de la
casa. Potter sollozaba,
a veces a lágrima viva a
veces calladamente.
Había perdido peso,
tenía oscuros círculos
bajo los ojos rojos y no
importaba cuántas
veces lo maltratara de
palabras aquel tímido
gesto seguía
inalterable, calando en
su consciencia. Porque
siempre que él se le
acercaba al joven,
Harry trataba de
acercarse de alguna
forma, de buscar su
calor, el contacto. Hasta
que se aborreció de no
corresponder.
Finalmente se decidió a
entrar a la habitación
donde descansaba su
esposo y no podía
controlar el temblor de
su cuerpo. Los cabellos
negros del joven
estaban tan revueltos
como siempre y aunque
el cuerpo presentaba
todavía algunas heridas
producto del ataque
todo lo demás estaba
completo y en su lugar.
Se acercó lentamente al
lecho, temiendo el
momento en que lo
encontrara despierto.
"¿Harry?" Susurró con
más temor que otra
cosa. Suspiró aliviado
cuando comprobó el
joven de veinticuatro
años permaneció
dormido aún. Arrastró
una silla hasta la cama
y se sentó a su lado,
dispuesto a esperar
todo lo que fuera
necesario y sin poder
detener su mano tomó
la del joven para
acariciarla con suavidad
en un acto que le era
tan familiar como
respirar.
Si tan sólo hubiera
meditado
detenidamente sus
acciones, sin tan sólo
no hubiera tenido
tantos deseos de
vengarse quizás las
cosas habrían sido muy
diferentes y
probablemente no
dormiría con sus
actuales temores. Los
seis años que había
pasado al lado de ese
joven enamorado, aún
cuando era por causa
de la poción, habían
hecho mella en su alma
y en su cuerpo.
Especialmente en su
cuerpo. Sonrió
ligeramente al recordar
algunas de las cosas
que se había permitido
hacía unos meses atrás.
Por Merlín, se había
arriesgado tanto.
El estremecimiento de
los dedos que aún
acariciaba lo hizo volver
a la realidad y su
corazón dio un vuelco al
comprender que se
acercaba el momento
de la verdad. De
inmediato se volteó, a
tiempo para ver cómo
las verdes
profundidades se abrían
algo nubladas pero cada
vez más claras.
"¿Harry?" Susurró lo
más suavemente
posible. Pero mientras
veía los ojos adquirir la
habilidad de
reconocerlo, también
vio crecer en ellos el
miedo y el horror.
"¿Dónde estoy?" Fue lo
primero que preguntó
Harry. Lo último que
recordaba con claridad
era estar esperando a
su profesor... no... a su
esposo, Severus Snape.
Reclinado en la cama a
punto de consumar la
unión. "¡Snape!"
Exclamó con temor
cuando pudo reconocer
finalmente al hombre
que estaba a su lado.
Severus se alejó como
si lo hubiera golpeado,
una expresión de dolor
en su rostro. Miró a su
alrededor y se dio
cuenta que estaba en
un lugar muy diferente.
Su esposo lo miraba
con algo parecido al
terror mientras parecía
respirar con dificultad,
debía haber pasado
algo terrible si Snape se
veía tan mal y eso lo
hizo ponerse nervioso,
nunca antes había visto
a su profesor tan
asustado. "¿Qué
sucede?" Sólo entonces
notó que su propia voz
sonaba ligeramente
diferente. Se tocó el
rostro y se miró las
manos extrañado para
notar que eran algo
más grandes de lo que
recordaba.
"Han pasado... seis
años desde que nos
casamos." Susurró
Snape con voz
temblorosa. "Estabamos
celebrando... nuestro
aniversario cuando
fuimos atacados." Harry
abrió los ojos
sorprendido.
"Oh." Fue lo que apenas
pudo decir mientras
continuaban
observándose. Severus
sintió que tenía que
salir de aquella
habitación. Ver el rostro
de su amado esposo sin
una pizca de aquel
amor que había
aprendido a
corresponder le era
insoportable. Qué le
importaba si el amor
había sido falso... en su
falsedad había sido
demasiado intenso
como para olvidarlo así
tan fácilmente y dolía
saber que lo había
perdido todo de golpe.
"Si no te molesta... voy
a estar afuera." Harry
asintió y Severus salió
al pasillo. Se recostó de
la pared y se llevó una
mano al pecho mientras
intentaba recuperar el
aliento. Sentía dolor,
punzante y constante,
tanto que sus manos se
crisparon sobre sus
ropas. Apretó los
dientes con fuerza y a
lo lejos escuchó que
alguien lo llamaba por
su nombre pero no
podía responder, era
demasiado el dolor.
Perdió el equilibrio y
sintió frío, mucho frío,
hasta que una
oscuridad piadosa selló
todos sus sentidos.
Severus Snape había
sufrido un colapso
nervioso, un pequeño
infarto si podía decirse.
Quien lo había visto
caer al suelo no era
otro que Draco Malfoy,
su ahijado y padrino de
bodas quien por suerte
había estado cerca para
dar la alarma y que no
pasara a mayores.
Sin embargo el
incidente no fue tan
grave y aunque pasó
unas horas siendo
atendido las medimaga
que lo atendió le dio de
alta en poco tiempo,
tanto así que cuando
Harry estuvo listo para
salir del hospital San
Mungo, él también
estuvo listo y fue el
primero en viajar a
través de la red para
esperar al otro lado a
su nuevo esposo.

Harry suspiró
profundamente antes
de gritar en el fuego el
nombre de la Mansión
Snape. Sin fallar se
halló del otro lado en la
chimenea de la mansión
justo frente a su
esposo. Trastabilló un
poco al salir del fuego y
no pudo menos que
darle una mirada de
disculpa al hombre que
tenía de frente. Sin
embargo sus ojos se
encontraron con la
espalda de su esposo.
Sólo entonces agradeció
que no lo hubiera visto
llegar tan torpemente,
no fuera a ganarse una
reprimenda.
Aunque no podía estar
tan seguro, Snape
siempre se las
ingeniaba para destacar
sus errores, no podía
estar seguro si sólo
estaba esperando el
momento preciso para
atacarlo
inmisericordemente. De
algo sí estaba seguro...
Snape había estado
evitándolo en el
hospital. Al principio
pensó que se trataba de
su imaginación
jugándole bromas por
su aturdimiento pero no
era un tonto. El hombre
lo evitaba y la
sensación que eso le
provocaba lo
incomodaba
enormemente por una
razón que no alcanzaba
a comprender.
Trató de todas formas
de no atraer la atención
del hombre, no deseaba
provocarlo tan
prontamente cuando
aún se sentía un poco
débil y sabía que
Severus también debía
estarlo. Se había
enterado del ataque al
corazón pero la verdad
no lo había asociado
con nada extraño, sólo
con la agitación que
pudo haberle provocado
el ataque.
Observó detenidamente
aquella espalda un
tanto angosta,
especialmente en la
cintura. Severus vestía
una túnica de azul
oscuro perfectamente
entallada a su cuerpo
con mínimos detalles en
azul celeste y broches
de plata en todo su
pecho... cinco broches,
los había contado. En
esos momentos se
quitaba los guantes de
cuero negro mate
mientras que sus
cabellos estaban
recogidos nítidamente
en una coleta baja que
le despejaba el rostro y
le daba una apariencia
para él que siempre lo
había visto con los
cabellos sueltos
cubriéndole el rostro.
Aún intentaba asimilar
los cambios de su
cuerpo y aunque no
recordaba mucho de
aquellos seis años tenía
el presentimiento de
que los recuerdos
estaban allí, prestos a
salir cuando él quisiera.
Severus comenzó a
moverse y él lo siguió.
Ahora le parecía
extraño que pudiera
mirar a su profesor de
pociones desde arriba.
También le parecía
extraño verlo con otras
ropas que no fueran la
túnica negra de la
escuela.
Vestía ropas similares a
las de su esposo en
corte pero en un color
café rojizo con cinco
broches de oro y
guantes en
combinación. Se sentía
y se veía mayor.
Encima de eso no sentía
que el mundo a su
alrededor lo asfixiaba
sino que él dominaba lo
que ocurría. Sus pasos
resonaban mucho más
fuertes, mucho más
seguros, su porte, su
cuerpo reclamaban
respeto. No estaba
seguro si su esposo
había sido quien le
enseñara pero alguien
tenía que ser el
responsable del cambio.
Y todo eso hacía que la
situación en que se
hallaba no le pareciera
tan desesperanzada
como en un principio le
había parecido cuando
tomarse la poción
aquella le había
parecido la única salida.
Su esposo comenzó a
caminar y él lo siguió,
moviéndose por los
pasillos extrañamente
conocidos, porque
aunque los viera por
primera vez su cuerpo
le decía dónde giraban
y a dónde llevaban y no
porque los recordara de
aquella primera vez en
la mansión. Finalmente
se detuvieron frente a
una habitación que
reconoció de inmediato
y que hizo que su piel
se erizara sin quererlo,
la habitación principal o
nupcial.
Snape abrió la puerta y
se puso a un lado para
dejarlo pasar. Por su
mente pasaron con
claridad las condiciones
del contrato que había
firmado el día de su
unión con el hombre.
Entró con paso lento,
cuidando de no rozar al
hombre y se detuvo
frente a la cama
dándole una larga
mirada. Se sobresaltó
levemente al escuchar
la voz de su esposo a
sus espaldas y se giró
de inmediato. "Que
descanses." Snape se
negaba a mirarlo a los
ojos. Lo vio salir y
cerrar la puerta con
suavidad. Dio un largo
suspiro intentando
entender qué había
sucedido en esos
instantes que segundos
antes le habían
parecido tan cruciales.
Era como si algo se
hubiera roto... en el
aire... en la
habitación... en su
corazón. Algo que no
sabía que existía hasta
que había dolido y que
Snape saliera de
aquella forma callada
de la habitación le había
dolido sin saber la
razón.
Por largo rato no supo
exactamente qué había
transpirado allí pero
logró calmarse lo
suficiente como para
explorar un poco la
habitación. Encontró
unas pijamas que le
parecieron familiares y
supuso que un baño le
haría bien, había visto
una puerta que sentía
daba al baño de la
habitación.
Descubrió un espejo en
el baño, uno que era lo
suficientemente grande
como para mostrar su
torso completo. Se
desnudó por completo
frente al espejo para
verse nuevamente por
primera vez. Aún tenía
las mismas cicatrices de
siempre pero su cuerpo
era definitivamente el
de un adulto. Había
crecido más de lo que
imaginaba y aún era
esbelto pero no con la
misma aparente
fragilidad juvenil que su
cuerpo había
presentado al estar al
cuidado de sus tíos en
la Calle Privet. Sonrió
levemente, al menos
esos seis años le habían
dado algunos
beneficios. Mirando a su
entrepierna sonrió
complacido. Sí... había
ganado algunos
beneficios.
Sus dedos fueron
automáticamente a un
cepillo de dientes sobre
el lavabo y no fue hasta
que fue a ponerlo en su
lugar que notó que
había otro cepillo. Era
obvio que compartían el
baño. Giró y comenzó a
notar pequeños detalles
de la presencia del
hombre. Una toalla, una
almohada adicional,
ropa en los cajones,
una capa
cuidadosamente
doblada sobre el
respaldo de una silla.
Se dijo a sí mismo que
no iba a pensar en nada
esa noche, si Snape le
había dado un respiro él
lo iba a utilizar antes de
tener que volver a lo
que fuera que había
entre ambos. Se
acomodó
automáticamente en el
lado derecho de la
cama y se cubrió con
las colchas. Volteó
varias veces antes de
encontrar una posición
adecuada y antes de
mucho ya estaba
dormido.
Severus Snape había
seguido hasta la
habitación de
huéspedes que le había
pedido a los elfos que
prepararan tan pronto
había salido de la
chimenea. No podía
creer que por primera
vez luego de que
aceptara realmente al
joven como su esposo
irían a dormir en camas
separadas sin siquiera
un beso de buenas
noches... era...
inconcebible.
La habitación de
huéspedes era
demasiado fría para su
gusto. Si alguna vez las
mazmorras de la
escuela de Hogwarts le
habían parecido
agradablemente
solitarias ahora el sólo
pensamiento de pasar
una noche solo y entre
frías sábanas lo hacían
querer gritar con
desesperación. Cerró
los ojos al cerrar la
puerta y sentir el
pesado silencio. Cruzó
los brazos sobre su
pecho por instinto
intentando conseguir un
poco de calor. No quiso
siquiera abrir los ojos
para ver la cama vacía
que le esperaba.
Aquello le parecía un
castigo demasiado
grande, demasiado
insoportable. Nunca se
había dado el lujo de
amar y ahora que lo
había hecho descubría
que era un amante
exigente aunque no
estaba seguro si era
causa y efecto de la
poción del joven que
hacía que tuviera que
lidiar con un joven
obsesionadamente
enamorado de su
cuerpo. Se había
acostumbrado a esa
ansiedad insaciable que
provocaba la poción, a
noches interminables de
amor. Lo necesitaba
ahora más que nunca.
Tenía que ser su
castigo. Se soltó los
cabellos de un tirón y
los revolvió
desesperado intentando
encontrar una solución
a todo aquel problema
pero la verdad era que
Potter no lo amaba...
nunca lo había amado y
ahora tendría que vivir
con esas consecuencias.
Si no había podido
apenas soportar aquella
mirada de temor menos
podría soportar el día
en que la poción
terminara de hacer su
efecto por completo y el
joven lo mirara
asqueado por su
cercanía, rechazándolo
de forma violenta.
No... no podía.
Sintió nuevamente la
necesidad de gritar su
dolor pero sólo
consiguió caer en un
asiento que había en la
habitación y taparse el
rostro con las manos.
Aquella iba a ser una
noche demasiado larga.
De a ratos sentía unas
horribles náuseas que
amenazaban con
asfixiarlo y de a ratos
las ganas de llorar le
quemaban la garganta.
Mientras más las
reprimía mayor era el
dolor de cabeza que se
le iba formando.
Pero tendría que
acostumbrarse
nuevamente a la
soledad... tenía que
hacerlo porque de
ahora en adelante no
iba a acercarse de
nuevo a Potter. No creía
tener la capacidad de
mantenerlo en aquella
dañada unión cuyo
contrato pesaba sobre
su corazón como una
sentencia de muerte.
Desde aquel momento
se separaría
emocionalmente del
joven tanto como
pudiera porque había
tomado una decisión.
Iba a anular el contrato,
así dejaría en libertad al
ser que más amaba. Le
daría lo que en un
principio le había
negado y quizás
entonces... si no moría
en el intento... podría
amistarse con el joven
o al menos estar seguro
de que no lo odiaba por
haberle arruinado la
vida.
"Te amo." Susurró lleno
de amargura. "Te amo,
eres lo mejor que ha
pasado en mi vida y no
voy a negarlo como un
cobarde. Eres, Harry, lo
mejor que he tenido,
aunque haya sido
mentira fue hermoso
mientras duró." Decirlo
en voz alta le daba un
poco de fuerzas.
Reconocer que el joven
había y continuaba
siendo parte integral en
su vida le permitía
continuar adelante de
una forma que negarlo
no le hubiera permitido.
Se quedó allí sentado,
recordando con detalle
las noches apasionadas
que apenas semanas
antes... días antes
habían estado
disfrutando en un
intento por consolar su
propio cuerpo. Entre
recuerdos y lágrimas se
fue quedando dormido
para soñar con aquellas
manos de seda
recorriendo cada
centímetro de su piel.

Harry despertó
sintiéndose cómodo.
Dio un enorme bostezo
y se removió bajo las
colchas. Arrugó las
cejas y miró lo que
abrazaba con tanta
fuerza. Estaba en el
mismo medio de la
cama con una
almohada enredada
entre sus piernas y otra
fuertemente agarrada
entre sus brazos... pero
la que tenía en sus
brazos no era cualquier
almohada, era su
almohada, la que
conservaba su olor. Se
sentó en la cama y
soltó la pieza rellena
levantándose más
pronto de lo que
hubiera querido y casi
yéndose de bruces al no
haber reparado en la
almohada que seguía
enredada en sus
piernas.
Se duchó y miró en el
armario sus ropas...
justo al lado de las de
Severus, su esposo.
Cerró los ojos unos
segundos y le pareció
ver a Severus con una
sonrisa, de pie frente al
armario escogiendo una
túnica beige muy clara
que chocaba demasiado
con la imagen que tenía
de su profesor de
pociones, haciéndole
más fácil reconocerlo
como lo que era... su
legítimo esposo.
Cuando abrió los ojos
sus manos estaban
sobre la túnica. La tomó
de su percha y la
observó. Los broches
tenían diamantes
incrustrados en ella y
los detalles de la misma
eran blancos. Era
hermosa y según lo que
había visto en sus
recuerdos le quedaba
muy bien al hombre.
Deseó poder verlo
alguna vez en ella.
Regresó la pieza a su
lugar y buscó una
túnica en su lado del
armario, una que no
fuera demasiado
formal, era obvio que
en aquella casa no
habían piezas de ropa
muggle como las que
había estado
acostumbrado. Cuando
estuvo listo bajó al
comedor para
desayunar sin embargo
el lugar estaba
completamente
desierto. Extrañado
miró el reloj sobre la
chimenea, eran las
sietes y media de la
mañana y algo le decía
que esa era la hora
justa para desayunar en
la mansión Snape.
Un elfo apareció para
servirle el desayuno y
aprovechó para
preguntarle por su
esposo. La criatura le
comentó que el hombre
no bajaría a desayunar,
que ya había pedido
que le llevaran un poco
de café a su habitación.
Frunció el ceño,
Severus nuevamente lo
estaba evitando. No lo
entendía, sus recuerdos
le decían que habían
sido muy unidos. Pero
Harry confiaba en que
el hombre no se
hubiera dado cuenta de
que la poción había
terminado su efecto. No
quería enfrentarse en
esos momentos a las
consecuencias que
acarrearía para sí
mismo si Snape
descubría que había
recuperado su
consciencia porque
seguramente se pondría
furioso. Tendría que
comenzar a reunir los
ingredientes para crear
nuevamente la poción y
tomarla, así nada
cambiaría, era obvio
que la vida que llevaba
como esposo de aquel
hombre no había sido
del todo mala.
No era tonto... sus
recuerdos le decían que
allí había sido amado y
querido, considerado e
incluso mimado.
También sabía que no
era maltratado, su
propio físico era testigo
de ello. En su mente no
podía mas que ver los
beneficios de
permanecer con el
hombre a como diera
lugar. Cerca, siempre
cerca.
Intentó recordar en
dónde podría encontrar
a su esposo en aquellas
horas y los recuerdos le
trajeron la habitación
de huéspedes muy
cerca de la suya. Era
algo solitaria pero era
del agrado de Severus,
más de una vez lo había
encontrado allí leyendo
o simplemente mirando
por la ventana.
Subió nuevamente y se
acercó a la puerta de la
habitación, abriéndola
con cuidado. Sin temor
a equivocarse allí
estaba Severus. Su
corazón dio un vuelco al
verlo sin saber por qué
y contuvo la
respiración. "Sn...
Severus." Susurró
intentando cubrir su
falta. Llamarlo por su
apellido sólo traería
sospechas. Pero el
hombre no se dio por
enterado y continuó
mirando por la ventana
cómo el sol continuaba
su camino hacia lo más
alto del cielo.
"Severus... buenos
días." Intentó
nuevamente. Esta vez
el hombre se volteó
levemente en su
dirección.
"¿Cómo te sientes,
Harry?" Las palabras
salieron algo forzadas
pero serenas. No le dio
el frente y sintió
nuevamente esa
extraña desolación que
le molestaba.
"Extraño." Respondió.
"No pude dormir bien
anoche." El hombre
volteó un poco más y
Harry pudo verle bien el
rostro. Estaba más
pálido que como lo
recordaba y sus ojos
tenían algunas ojeras
más. Sus cabellos,
aunque igual de negros
parecían más suaves...
menos grasosos.
"¿No?"
"Me faltabas tú." Se
atrevió a insinuar. Esta
vez Severus se volteó
completamente y lo
miró de pies a cabeza.
Notó enotnces los ojos
enrojecidos, el rostro
pálido y somnoloiento.
Era una mirada curiosa
la que le daba, como
aquellas que le daba en
clases cuando no le
creía lo que decía.
"Es por los efectos de la
poción que tomaste.
Aún te sentirás atraído
hacia la persona de
quien estabas
falsamente
enamorado." Harry se
quedó de una sola
pieza, el mundo roto a
sus pies y el corazón
congelado. "Extrañarás
lo que hacías a diario
pensando que me
amabas. Es por eso que
me parece más lógico
que nos demos algo de
espacio por el
momento, para evitar
situaciones
desagradables. Luego
podremos hablar con
calma sobre lo que
haremos para anular el
contrato..."
"¿Anular el contrato?"
Susurró sin poderlo
creer cuando recuperó
la voz. El hombre
asintió pero al ver la
cara de preocupación
suspiró. "Sin
consecuencias. No te
preocupes, no estoy
interesado en ninguno
de tus amigos. Ahora te
sentirás extraño pero
en unos días podrás
pensar con más
claridad."
Harry no podía creer lo
que escuchaba y se
preguntaba cuánto era
posible cambiar en seis
años. Al parecer mucho,
demasiado.
"Yo... no recuerdo
mucho de estos seis
años." Murmuró. "Pensé
que quizás podrías
ayudarme a recordar."
"No." Le interrumpió de
inmediato el hombre.
Lo cortante de la
contestación lo cegó y
no pudo leer el dolor
que aquella simple
palabra encerraba en la
voz de su esposo.
"¿Por qué no?" Se
acercó sin darse cuenta,
sintiéndo un poco del
antiguo coraje
Gryffindor que lo
caracterizaba. ¿Cómo
podía Snape negarle
sus recuerdos? "Quiero
saber." Severus se
volteó tercamente hacia
la ventana y Harry
sintió enojarse. Lo tomó
del brazo con una
fuerza que no sabía que
poseía y lo hizo voltear
con facilidad. "Quiero
saber." Exigió una vez
más pero se detuvo al
ver la expresión dolida
de su esposo.
Se sintió tan culpable,
no podía expresarlo con
palabras, tenía que
abrazarlo y confortarlo,
quería hacerlo y pedirle
perdón por ser un
bruto. Se acercó
atrapando el cuerpo
ahora más pequeño que
el suyo entre sus
brazos, tan pronto lo
hizo una sensación de
paz invadió todo su ser.
Por instinto ladeó la
cabeza y estuvo a
punto de cerrar el
espacio entre ambos
cuando Severus se
retorció débilmente
haciendo que ambos
cuerpos se separaran.
Harry notó que su
esposo emblaba
mientras se sujetaba de
la ventana donde
continuaba recostado.
Hizo ademán de
sostenerlo pero el
cuerpo se alejó más del
suyo y tuvo que dejarlo
ir, viendo con un dolor
apagado cómo
rechazaba sus brazos
dispuestos.
"Hablaremos después."
Susurró con voz ronca y
Harry asintió
quedamente demasiado
impresionado por la
imagen de Severus en
ese estado.
Severus esperó hasta
que Harry salió
completamente de la
habitación y cerró la
puerta. Esperó unos
minutos adicionales y
con pasos inseguros
llegó hasta la puerta y
le echó el cerrojo
sintiéndose desfallecer.
Por lo visto...
mantenerse alejado de
Harry iba a ser
demasiado dificil.
Quizás no sobreviviría
del todo.
Capítulo 3

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.
Notas de Autor: Es
horrible que hasta estén
quitando el derecho a
devolver los
comentarios de las
personas que toman su
tiempo para dejarlos.
Es por esa razón y otras
más que he decidido
que no seguiré
publicando en Fanficion.
Sin embargo, terminaré
las historias que ya
están publicadas. Pero
cualquier nuevo
material será publicado
en Slasheaven, los
detalles están en mis
detalles. Allí
encontrarán lo nuevo y
lo que aquí ha sido
"prohibido" publicar.
Besos a todos y espero
que comprendan mi
decisión.

Harry salió de la
habitación de
huéspedes con la
imagen de aquel
Severus tan vulnerable
grabada a fuego en su
consciencia. Trató de
comprender por qué... y
fue entonces que
algunos recuerdos del
hombre pasaron frente
a sus ojos de forma
fugaz. Tuvo que
apoyarse en la pared
del pasillo para no
perder el balance. Era
como si volviera a
escuchar a Severus
susurrándole al oído,
acariciando su cuerpo,
besando sus labios.
Volvió tras sus pasos
enceguecido y se
detuvo frente a la
puerta, respirando
fuerte mientras que la
mano que se sujetó a la
cerradura temblaba
descontrolada.
"Merlín¿qué me
sucede?" Susurró
trémulo al apoyar la
frente sobre la fría
superficie de madera.
Sin pensarlo acarició la
puerta y se sintió como
un demente. Adentro
estaba Severus y la
puerta era lo único que
lo separaba de aquel
hombre, si la acariciaba
era como acariciarlo a
él... "Estoy
enloqueciendo." Pero es
tu esposo, susurró una
voz en su interior.
Murmuró tonterías
antes de poder
despegarse de ella.
Apoyándose en la pared
nuevamente continuó
su camino en la misma
dirección que había
intentado en un
principio, el comedor.
Podía desde allí intentar
contactar a sus amigos,
Ron, Hermione, Neville,
Lupin, Albus, cualquiera
que lo distrajera de
aquella locura. Pero
Severus le había dicho
que eran efectos
secundarios de la
poción, que pronto
aquella necesidad de
estar cerca suyo
desaparecería. Rogó
porque así fuera pero el
dolor en su pecho se
rebelaba y lo desafiaba
violentamente, su
cuerpo no quería
olvidar.
Uno de los elfos lo vio y
se apresuró a servirle el
desayuno, todo muy
delicioso, a su gusto
pero no pudo comer
demasiado. Tan pronto
pudo se levantó de la
mesa y tanteó una
hermosa cajita de
madera. Eran los polvos
flu usados para
comunicarse a través
de la chimenea. Tomó
un puñado y con ellos
en la mano se detuvo a
pensar a quién iba a
llamar primero.
En esas estaba cuando
el fuego de la chimenea
comenzó a
chisporrotear. Con algo
de sorpresa se alejó y
de repente se encontró
con unos ojos grises
que recordaba con
pasmosa claridad.
"¡Malfoy!" Exclamó
dando un paso atrás.
"Tú y tus chistes, Harry.
Claro que soy Malfoy.
¿Dónde está Sev? Vine
tan pronto pude."
Exclamó el rubio
moviéndose con rapidez
de adentro de la
chimenea.
"Está arriba." Dijo algo
confundido por la
familiaridad y la sonrisa
con la que su ex
compañero, ex némesis
de escuela le hablaba.
Apenas tuvo tiempo
para observarlo porque
Draco ya iba escaleras
arriba.
"Niños, compórtense."
Exclamó una voz
profunda y autoritaria a
sus espaldas que no
reconoció de inmediato.
Volteó rapidamente y lo
primero que encontró
fue a dos niños de unos
cinco años con cabellos
rubios y ojos azules que
eran la misma imagen
de Draco. La voz salía
del interior de la
chimenea. "Recuerden
que tío Harry aún
necesita descanso." Una
hermosa visión se
presentó unos segundos
después saliendo de la
chimenea. Un joven de
cabellos blancos rizados
y ojos de un azul
intenso se hallaba
frente a la chimenea
con una niña en brazos
y otro niño de unos dos
años sujeto a sus
piernas. El pequeño se
chupaba el dedo
graciosamente.
"Pero papá." Gimoteó
uno de los mayores.
"Nada de peros. Lo
acordamos antes de
salir de la casa,
Andrew." El niño hizo
un puchero que el
hombre ignoró y se
acercó a Harry mientras
que el niño entre sus
vestimentas le
estorbaba un poco para
moverse. "No te
preocupes, Harry.
Andrew y Dereck
prometieron
comportarse. ¿Cómo te
sientes?" Le preguntó
con amabilidad.
"Muy bien." Comentó
con timidez, pero algo
le decía que los conocía
a todos. "Es
temprano¿quieren
desayunar?" Preguntó
automáticamente. Los
niños gritaron con
deleite y de repente se
sintió sonreír cuando la
atmósfera incómoda se
rompió con las
cristalinas risas. Los
llevó a la cocina donde
los elfos parecían
conocer los gustos de
cada uno. Volvió a
mirar al hombre y un
nombre le vino a la
mente.
Jovan Malfoy. Y la niña
en sus brazos era Sofía.
El pequeño que aún no
salía de entre las ropas
de su progenitor era el
pequeño Draco y los
dos mayores, Andrew y
Dereck, eran los
gemelos de los cuales
era padrino.
En esos momentos
Draco bajaba
acompañado de
Severus quien se veía
bastante renuente a
acompañarlos y Harry
sabía exactamente por
qué.
"Tonterías, Sev. Con
esa palidez lo mejor es
que tomes un buen
desayuno. ¿Verdad,
Harry?" Harry agradeció
no estar tan impactado
como la primera ve que
lo vio y asintió de
inmediato. "Tú también
debes desayunar bien."
Lo amonestó el rubio
con severidad y Harry
volvió a asentir callando
el hecho de que ya
había desayunado.
Draco sentó a Snape
justo a su lado y Harry
intentó sonreír de forma
convincente. Se
sobresaltó al sentir una
manita halarle el
pantalón. El pequeño
Draco le sonrió y le
tendió los brazos. Harry
lo levantó de inmediato
y se lo puso en las
rodillas. Varias
imagenes vinieron a su
mente donde él hacía lo
mismo en repetidas
ocasiones para deleite
del pequeño quien era
mucho más cariñoso
que sus demás
hermanos.
El resto del desayuno
transcurrió en
agradable charla y
Harry se preguntó
cuándo se había vuelto
tan amigo de Draco. El
joven parecía ser
agradable y le gustaba
sonreír, aparentemente
su personalidad había
influenciado en gran
manera al joven de
rubios cabellos.
La mañana continuó su
curso y la pareja se
despidió dejándole una
sensación de silencio y
vacío no muy agradable
en la casa. Snape se
volvió al cuarto
mientras que Harry
quedó en completo
silencio en la sala de
estar. Era extraño cómo
podía recordar, pensaba
que la poción crearía
una especie de amnesia
en vez de "endulzar"
sus recuerdos. Pero no
le molestaba, al
contrario, le daba cierta
seguridad el saber que
no iría por ahí como un
tonto sin conocer lo que
había hecho antes.
Lo que le preocupaba
era lo que Snape le
había dicho. Si iba a
volver a ser el de
siempre entonces esa
sensación de seguridad
y de alegría
desaparecería poco a
poco para convertirse
nuevamente en el
muchacho que odiaba a
su profesor de
pociones. Además,
Snape le había dicho
que iban a cancelar el
contrato pero no le
había dado ninguna
razón más que la obvia
terminación de los
efectos de la poción.
Hasta el momento no le
parecía que llevara una
vida triste o
desagradable. Decidió
inentar nuevamente
comunicarse con alguno
de sus amigos. Sólo
una duda le asaltó, el
no saber si estaban
bien o no. Los
recuerdos tardaron un
poco en aparecer. Vio a
Ron vestido de negro de
pie frente a una lápida
blanca que leía el
nombre de su amiga,
Hermione Granger.
Lágrimas frescas
brotaron de sus ojos y
cayó de rodillas
abrumado por el dolor
que parecía fresco.
Fueron sus lamentos los
que atrajeron a Severus
quien bajó a toda prisa
para ver qué sucedía
claramente preocupado.
"¿Harry, qué
sucede¿Qué tienes?"
Exclamó al verlo en el
suelo.
"Hermione." Susurró y
el hombre suspiró. Lo
ayudó a ponerse en pie
y lo llevó a uno de los
asientos mientras le
acariciaba la espalda a
modo de consuelo.
"Sí, la señorita Granger
falleció, sufrió una
hemorragia interna que
no pudo ser detectada a
tiempo. Aparentemente
una enfermedad
hereditaria que la atacó
repentinamente. Pero
eso sucedió hace cinco
años." Murmuró.
"¿Alguien más... que ya
no esté?" Logró hipar
entre sollozos.
"Todos los demás que
recuerdas están bien. El
señor Ronald Weasley
estará de regreso la
próxima semana,
podrás verlo entonces."
Harry asintió y
finalmente sucumbió a
la necesidad de abrazar
al hombre. Esta vez le
fue permitido el gesto y
se abrazó con fuerzas,
sintiendo esa
tranquilidad que
suponía era parte de la
poción. Pero se sentía
bien y no iba a
derrochar una de las
pocas ocasiones en que
se había sentido así,
poción o no.
La última vez que
recordaba sin la poción
habían sido momentos
llenos de dolor y temor,
especialmente al
sentirse traicionado por
aquellos en quienes
había confiado.
También había sentido
temor por no saber el
rumbo que tomaría su
vida en realidad luego
de salir de Hogwarts.
Antes de tomar la
poción estaba
completamente seguro
de que Snape se
encargaría de hacer que
su vida fuera un
infierno en aquella
unión detestable, pero
ahora que miraba a su
alrededor todo era muy
diferente a lo que
alguna vez había
imaginado. Quizás lo
que había sucedido no
había sido tan malo. Se
preguntó cómo había
llegado a su actual
posición y a su mente
llegaron recuerdos
confusos. Cerró los ojos
y dejó que las
memorias llenaran su
espacio.
Severus sintió el cambio
en el joven demasiado
tarde, pero tampoco era
como si hubiera podido
hacer algo ya que se
encontraba desde un
principio envuelto en los
brazos de Harry.
Cuando las manos
comenzaron a acariciar
su espalda entró en
pánico. Intentó soltarse
lo más cuidadosamente
posible pero cuando a
las manos se le unieron
los labios casi perdió la
fortaleza para intentar
alejarse. Después de
tres días sin su esposo
le era dificil negarse a
lo que le pedía el joven
cuerpo.
Se dijo a sí mismo que
sería sólo un momento,
que lo detendría en
unos segundos. Su
esposo continuó las
caricias y no fue hasta
que se escuchó a sí
mismo gemir que supo
que tenía que detenerlo
de inmediato. "Harry."
Pero la voz le salió en
un sensual susurro.
"Harry, por favor." Los
labios se apartaron sólo
para preguntar.
"¿Por favor?" Susurró
Harry para volver a
atacarlo.
"Sí, Harry, por favor.
Tienes que detenerte."
Musitó sin aliento y sin
convicción, cosa que
aquellos ojos verdes
captaron de inmediato.
"¿Por qué?" Lo
cuestionó con rebeldía.
¿Por qué tenía que ser
tan terco el
hombre¿Acaso en esos
seis años le había
nacido una consciencia
que le impidiera
aprovecharse de la
situación?
"Porque no está bien."
Aparentemente sí le
había nacido. ¡Pero en
qué mal momento!
Pensó Harry frustrado.
"Pero eres mi esposo."
Gimoteó
lastimeramente y
Severus sabía que tenía
razón, era su esposo,
de la misma forma que
una vez había pensado
que Harry le pertenecía
el matrimonio daba fe
de que él le pertenecía
a Harry. Su cuerpo
daba fe de ello... sus
sentimientos daban fe
de ello... le pertenecía,
le amaba...
"Es la poción la que te
hace actuar así." Trató
de protestar
débilmente.
"No es cierto." Gimió el
joven nuevamente al
sentir que el hombre
intentaba separarse de
su cuerpo. Intentó
retenerlo pero cada vez
se le alejaba más.
"Severus." Volvió a
llamarlo y el hombre se
dejó acercar al escuchar
el desespero en la voz
que conocía de
memoria como si fuera
el sonido de su propia
alma palpitando.
"¿Por qué me haces
esto, Harry? Sabes que
voy a perderte poco a
poco." Se quejó Snape
en un susurro contra su
cuello.
"Deja que suceda a su
tiempo. No me niegues
este poco de felicidad."
Imploró contra sus
negros cabellos. Olía a
Severus... a noches de
húmedas caricias y
pieles cálidas.
"En unos días no dirás
eso. En unos días no
querrás que te toque y
me vas a matar.
Déjame separarme
ahora." Insistió el
hombre con dolor en su
voz pero Harry nunca
se había caracterizado
por rendirse tan
fácilmente.
"Házlo mañana. Hoy
quédate conmigo, Sev."
Ante la imposibilidad de
razonar con el joven el
hombre se rindió y se
dejó envolver
nuevamente en los
brazos de Harry.
Mañana se alejaría, hoy
disfrutaría de los días
que le quedaban. ¿Por
qué su cuerpo le decía
que hacía bien en
dejarlo para otro día
cuando su mente le
indicaba que dolería
mucho más si
esperaba? Estaba
demente.
En todo ese día Harry
se mantuvo a su lado y
casi olvidó que pronto
perdería a su esposo
como lo había conocido.
Comieron juntos,
exploraron la casa
juntos, leyeron juntos,
todo por el miedo de
Harry de que se le
volviera a escapar.
Fue al momento de ir a
dormir que recordó su
realidad. Esperó
pacientemente hasta
que se confió y antes de
que el joven tuviera
tiempo de detenerlo
entró a la habitación
que había usado la
noche anterior y cerró
la puerta. Los golpes en
la puerta no se hicieron
esperar.
"¿Severus?" Lo llamó el
joven desde afuera pero
no quiso responder, le
dolía demasiado y no
quería amanecer al lado
de un compañero que
cada día lo amaría un
poco menos.
"Severus..." Volvió a
llamar Harry pero al no
recibir respuesta supo
que la terquedad de su
esposo no le cedería
esa noche.
Suspiró con melancolía,
había pasado uno de los
mejores días de su vida
al lado del hombre.
Había sido amable con
él, cariñoso y atento,
cosas que no muchos
habían sido con él.
Además, a pesar de no
recordar demasiado la
madurez que había
adquirido no la había
perdido y eso le decía
que Severus estaba
profundamente
enamorado aún tras la
seria fachada que
intentaba mostrarle.
Otra cosa que lo había
impresionado un tanto
era que sus recuerdos
le mostraban una
imagen algo confusa de
lo que había transpirado
entre ambos. Le daba la
sensación de que la
intimidad había fluido
de varias formas y
mientras la más de las
veces se recordaba de
espaldas sobre la cama,
en otras se recordaba
amando el cuerpo de
Severus, tomándolo con
infinita ternura y no
estaba seguro de que
esos recuerdos le
estuvieran diciendo la
verdad.
Con sólo recordarlo
podía sentir su cuerpo
responder y algo le
decía que el hombre no
se negaría si intentaba
esa clase de
acercamiento. Se
revolvió inquieto frente
a la puerta hasta que
tuvo una idea concreta
de lo que quería y podía
hacer. Sus ojos verdes
se oscurecieron al
pensar en lo que podía
acontecerle y sopesó
las desventajas contra
los beneficios. Su
afiebrada mente insistió
en que eran más los
beneficios por lo que
con paso decidido
regresó al cuarto para
darse un baño y hacer
"algunos preparativos".
Eran cerca de las doce y
media de la noche
cuando susurró un
alohomora en la puerta
de Severus quien no
había tomado en cuenta
la insistencia de Harry.
Se acercó en silencio a
la cama donde
descansaba el hombre,
ignorante de su
presencia, y sonrió
divertido al notar que
no tenía puesta
demasiada ropa bajo
las sábanas. Se deslizó
cual gato bajo las
mismas y se abrazó
desde atrás al cuerpo,
asegurándose de
acomodar su sexo en el
trasero de su esposo de
forma tal que no le
quedara duda al
respecto de lo que que
quería hacer, luego
procedió a morderle
suavemente el cuello y
la espalda. Severus no
tardó en responder a
pesar de estar aún
dormido y Harry sonrió
complacido.
El cuerpo complaciente
estiró el cuello para que
tuviera mejor acceso,
ofreciéndole los puntos
más sensibles que le
provocarían mayor
placer. Al cabo de un
rato el rostro de
Severus buscó el suyo
entre dormido y
despierto. "Harry..."
Susurró cargado de
deseo su esposo.
Recibió los labios que lo
llamaban con calidez y
ternura, permitiendo
que los recuerdos
bañaran sus sentidos y
le mostraran el camino
a seguir con Severus.
Su esposo se movió
para permitirle
voltearse hacia su
pecho y no bien lo hubo
hecho las piernas del
hombre se separaron
ligeramente
permitiéndole
acomodarse entre ellas
y halándolo
inconscientemente
hasta dejarlo sobre su
cuerpo.
Sintió la erección contra
su pelvis y la suya
respondió con ansiedad
volviendo a acomodarse
posesivamente en
donde minutos antes
había estado. Una
corriente de deseo y
ansiedad le electrificó la
piel sabiendo lo que
aquello significaba.
Había estado en lo
correcto, sus recuerdos
no habían mentido, él
ya había tomado a
Severus de aquella
forma. Buscó sobre la
cama un frasquito que
había llevado consigo y
que había encontrado
en el baño la noche
anterior abriéndolo y
untando su sexo con el
contenido. También se
aseguró de cubrir bien a
Severus.
Un gemido lo distrajo
de su tarea y su
garganta se secó ante
la visión que
presentaba su ex
maestro de pociones
dispuesto sobre la cama
con aquella expresión
de placer en su rostro y
jadeando levemente
mientras él lo
preparaba para
tomarlo. Se le ofrecía
deliciosamente y en ese
momento supo la
profundidad de lo que
había transpirado entre
ambos mientras su
mente había estado
adormecida con Amor
Eterno. "¿Severus?"
Un gemido fue su
respuesta y Harry puso
a un lado el frasco para
volver a colocarse en
aquella maravillosa
posición sobre su
esposo. "Severus...
díme cuánto me amas."
Dijo al tiempo que sus
labios devoraban el
cuello en aquel cálido
lugar donde palpitaba el
pulso acelerado del
hombre.
"¿Cuánto te amo?" Le
preguntó algo atontado
su esposo.
"Sí, Severus, díme
cuánto me amas."
"Moriría sin ti." Fue la
respuesta ahogada por
un suspiro mientras
intentaba que el sexo
de su esposo lo
acariciara donde lo
necesitaba más. "Si te
alejas de mí no soy
nada."
"Te amo, Severus." Le
respondió sin pensarlo.
"Te amo... te amo... te
amo..." Respiró
acentuando cada
palabra con un beso.
Más tarde recordía sus
palabras y pensaría en
ellas pero en ese
momento su cuerpo
decidió no permitirle
más retrasos.
Necesitaba estar dentro
de Severus, poseerlo,
hacerlo suyo y calmar
la sed de ambos.
Con ternura y cuidado
comenzó a entrar en su
cuerpo deleitándose con
cada jadeo y gemido de
placer que le arrancaba
mientras sus manos
recorrían con
experiencia cada curva,
depresión y ángulo de
aquel cuerpo que
conocía pero que volvía
a descubrir. Severus
bajo sus manos era
como arcilla para
modelar a su antojo y la
forma en que se
entregaba lo estaba
enloqueciendo. Gozó
hasta la más mínima
respiración perdiéndose
en el perfume
fuertemente almizclado
del sexo de su esposo y
el suyo cuando su
placer comenzó a
enroscarse fuertemente
en su vientre
alimentando los
movimientos de sus
caderas.
Levantó un poco más el
cuerpo bajo el suyo
para amarlo mejor y las
piernas de su esposo se
entrelazaron tras su
espalda para impedirle
alejarse demasiado.
Sabía que Severus
había despertado hacía
mucho pero no había
luchado ni un segundo
contra sus deseos,
aceptando de inmediato
el pedazo de cielo que
se le ofrecía por unos
segundos eternos.
"Mi Severus." Susurró
Harry
inconscientemente
cuando comenzó a
perder la noción de sus
alrededores por efecto
del placer que el cuerpo
bajo el suyo le
provocaba al contraerse
cada vez más sobre su
carne.
Sus manos se
deslizaron entre los
vientres de ambos
hasta encontrar el sexo
húmedo de su esposo y
comenzó a acariciarlo,
esparciendo el líquido
que lo cubría para darle
fricción.
No tardó mucho en
hacerlo gritar su placer,
momento que
aprovechó para
hundirse en la boca y
tragar aquel grito y los
subsiguientes hasta que
finalmente su propio
cuerpo no resistió más
el cadencioso embate.
Se introdujo tan
profundo como el
estrecho canal se lo
permitió y se descargó
en deliciosos espasmos
mientras se sujetaba
del cuerpo de su esposo
con desespero.
Severus gimió
nuevamente al sentirlo
llenar su interior con el
fuego líquido de su
simiente y lo sujetó
hasta que exahusto y
sonmoliento se dejó
caer sobre su pecho
jadeando
profundamente. Luego
de unos largos minutos
en aquella posición lo
sintió salir de su interior
y acomodarse sobre su
pecho murmurando
palabras amorosas y
cubriéndolo de suaves
besos.
Suspiró aliviado, como
si toda la tensión de
aquella semana se
hubiera esfumado en
segundos y se sintió en
paz con el mundo que
giraba sin control fuera
de aquellas cuatro
paredes.
"Te amo." Fue lo último
que se escuchó en la
habitación ahora
completamente
silenciosa, sin que
ninguno supiera cuál de
los dos lo había
susurrado.

Capítulo 4
Los personajes de Harry
Potter pertenecen a J.
K. Rowling.
Notas de Autor: Como
ya mencioné
anteriormente... voy a
dejar de publicar en
Fanfiction. Ahora lo
haré en la página de
Slasheaven, así que si
desean continuar
leyendo las historias,
pueden pasar por allá.
La dirección de la
página está en mis
detalles personales.
Besos a todos.

Severus se sentía en el
paraíso. Había soñado
algo tan real... tan
erótico... tan
satisfactorio que sabía a
la perfección que sus
sábanas estarían
húmedas donde su
deseo se había
derramado. Sueños así
no le venían con
frecuencia, de hecho,
apenas un par de
veces, ocasiones
especiales en las cuales
había dormido lejos de
su joven esposo.
"Harry." Fue la primera
palabra que escapó de
sus labios esa mañana
mientras su corazón
decaía al saber que sólo
había sido un hermoso
sueño.
"¿Mmhh...?" Un gruñido
adormilado le respondió
y los ojos de Severus se
abrieron cuan grandes
eran despertando de
golpe.
"¿Harry?"
"Ya... ya voy, sólo cinco
minutos más."
Ronroneó el joven
intentando abrir los ojos
para finalmente
acomodarse
nuevamente sobre la
calidez de su pecho.
Severus gruñó
suavemente y no puedo
evitar girar sus ojos
antes de llevarse una
mano al puente de su
nariz. Harry Potter lo
había engatuzado
nuevamente. No tuvo
que moverse
demasiado para saber
que bajo aquellas
sábanas ambos estaban
desnudos y...
"Por Merlín." Susurró al
sentir lo que sería en el
caso de Harry una
erección matutina. El
problema era que dicha
manifestación física
natural estaba aún muy
compenetrada con su
cuerpo. Tensó
levemente los músculos
de su trasero y dejó
escapar un ronco
gemido al que le hizo
eco el gemido de su
esposo. No era que se
sintiera desagradable...
de hecho... como ya
había notado antes de
despertar, se sentía en
el paraíso, sus piernas
levemente enroscadas
aún en las piernas de
Harry. El ojiverde
pareció cobrar vida
estirándose
suavemente sobre su
cuerpo y empujando
suavemente su erección
en reacción a la anterior
caricia. "No hagas eso."
Jadeó Severus sin voz.
"¿Por qué no?"
Preguntó Harry con
media sonrisa relajada
y procedió a besar su
pecho con tortuosa
lascitud, prestándole
atención endurecidos
pezones. Su cuerpo se
estremeció fuertemente
con oleadas de suave
placer matutino.
"No es... conveniente."
"Es demasiado
temprano para discutir
qué es conveniente y
qué no." Musitó Harry
con voz sedosa y algo
oscura. "Además, no
me siento inclinado a
dejar algo como esto a
mitad." Le comentó
señalando exactamente
a qué se refería al
retirarse unos
centímetros del cálido
cuerpo de Severus
antes de volver a
hundirse en su interior.
Severus volvió a
estremecerse, cerrando
los ojos y entreabriendo
los labios en un
silencioso gemido.
Sus sentidos decidieron
por él el camino a
seguir esa mañana.
Entre jadeos y gemidos
su joven esposo volvió
a poseerlo de aquella
misma forma en que le
era tan familiar
dejándole con una
extraña mezcla de
satisfecho placer y un
leve vacío en su pecho
que no lograba
concretarse cada vez
que sentía aquellos
suaves labios rozarle la
piel. ¿Cómo sentir que
perdía algo que todavía
tenía?
"Prométeme que
dormirás conmigo esta
noche, Severus." Jadeó
Harry mientras
continuaba haciéndolo
suyo. "Prométeme que
no te alejarás de mí
todavía." Gimió
aferrándose de su
cuello y sujetándose de
sus caderas para tener
un mejor ángulo
mientras le hacía el
amor y Severus no
pudo menos que
prometerle lo que le
pedía, entre gemidos y
sollozos de placer
prometió todo lo que
Harry le pidió sin poder
negarle absolutamente
nada.
Harry sonrió cuando al
salir de aquella cama
Severus le siguió y con
pasos algo torpes,
completamente
desnudos y aún
besándose, fueron
caminando hasta la la
recámara que por ley
les correspondía
compartir. "¿No piensas
dejarme desayunar?"
Murmuró Severus aún
resistiéndose a lo que
continuaba pensando
era un absoluto error.
"¿Y permitir que te me
escapes una vez más,
Severus Snape?
Jamás."
"Es la..." Pero Harry no
le dejó terminar.
"Ssshhhh... no quiero
que vuelvas a
mencionarla." Gruñó
Harry apoderándose de
sus labios de forma algo
salvaje. Lo llevó hasta
la cama y allí lo
aprisionó contra su
cuerpo dejando escapar
un largo suspiro de
bienestar que parecía
haber estado anidado
en su pecho por siglos.
"Prométeme que te
olvidarás de eso... y
que dejarás que todo
pase a su tiempo."
"¿Cómo puedo hacer
eso?" Susurró el
hombre con voz frágil.
"¿Cómo puedo soportar
despertar a tu lado sin
saber si ha llegado el
día en que te repugne
estar a mi lado?"
"Estoy dispuesto a
arriesgarme." Murmuró
Harry contra su pecho
mientras lo abrazaba
con ternura. Levantó el
rostro y los verdes ojos
capturaron los negros
de Severus. "Arriésgate
al amor, Severus."
Largos y pálidos dedos
acariciaron la mejilla de
Harry mientras el rostro
del hombre se llenaba
de una tristeza tangible
que desgarraba a Harry
con sólo verla.
"Prometo que lo
intentaré." Susurró
finalmente luego de
sacudir la cabeza con
resignación.
Esa mañana el elfo
doméstico de la
mansión les sirvió el
desayuno en la cama,
sin asombrarse ni un
poco de que ambos aún
estuvieran enredados
bajo las sábanas. Al
contrario, Harry podía
distinguir la amplia
sonrisa de la sonrisa
que le daba al bajar a
desayunar.
"Sabes que necesito
trabajar en algún
momento durante este
día." Le comentó su
esposo mientras
acariciaba sus crespos
cabellos.
"No trabajes hoy."
"Estaría relegando mis
resonsabilidades a un
segundo plano."
"No... estarías
disfrutando lo que
según tú, son los
últimos días que
pasarás conmigo así.
¿Por qué quieres
desperdiciarlos
trabajando?"
Severus masculló algo
que sonó muy parecido
a i>maldito mocoso del
demonio /i> pero en un
tono que carecía de
odio o maldad por lo
que Harry sonrió
apreciativamente
depositando un beso en
uno de los angulosos
hombros de su esposo.
"Ya tendrás tiempo para
trabajar en tus
pociones, amor."
Harry no supo de dónde
sacó el valor para el
cariñoso apelativo,
tampoco supo de dónde
sacó valor para
mantener imperturbable
la mirada curiosa que le
dio Severus y que
parecía meterse en su
interior en busca de
algo que él no sabía.
"Bien..." Dijo finalmente
el hombre. "Si no me
vas a dejar trabajar en
mis pociones, entonces
será mejor que
vayamos a recoger las
túnicas al Callejón
Diagon. Madame Malkin
debe tenerlas listas."
"¿Oh?"
"Esperaba que no
hubieras olvidado que
en dos días tendremos
que asistir a las bodas
de Lucius."
Harry abrió los ojos
verdes cuan grandes
eran. "¿Lucius Malfoy?"
Murmuró intentando
recordar el evento. Los
recuerdos del evento en
particular le llegaron
prestamente. Narcisa
Malfoy, asesinada por
un grupo de mortífagos
justo después de la
guerra en represalia por
la traición no sólo de
Lucius, sino de Draco.
Para ese tiempo aún
quedaban demasiados
mortífagos sin capturar.
Prueba de que aún
existía el odio que había
comenzado con
Voldemort era que seis
años más tarde él y su
esposo habían sido
atacados durante su
aniversario.
Lucius había
permanecido solo hasta
hacía unos seis meses
atrás cuando, para
sorpresa de todos,
Lucius había hecho
público su deseo de
unirse en matrimonio
con uno de sus
guardaespaldas. Un
joven auror apenas dos
años mayor que su
propio hijo y que, según
había salido a relucir
más tarde, resultó ser
mitad veela. El asunto
había tomado
proporciones
insospechadas cuando
se cuestionó la
sinceridad de las
intenciones del joven
dado el poder mágico y
sexual de su sangre y la
integridad del Ministerio
de Magia al permitir
que un joven con
sangre de criaturas
mágicas fungiera como
auror sin contar con
todas las insinuaciones
de cómo se habían
violado todas las
normas de ética en el
momento en que el
auror se había
permitido enamorarse
de su protegido.
Parte de los rumores
habían cesado
abruptamente cuando
el joven,
voluntariamente, se
sometió a un
interrogatorio público
por el Wizengamot bajo
los efectos del
veritaserum. El
interrogatorio sirvió no
sólo para aclarar las
dudas de Lucius sino
para convertir el caso,
de una forma
sorprendente, en un
evento que despertó las
simpatías del mundo
mágico y convirtó la
historia de ambos en
una de amantes
incomprendidos y
romances furtivos.
"Lucius." Volvió a
repetir saliendo de su
estado de ensoñación y
recuerdos. "Sí, lo
recuerdo." Severus hizo
un sonido de
asentimiento.
"¿Entonces te parece
bien que vayamos a
buscar nuestras túnicas
nuevas?" Harry asintió
y finalmente dejó ir a
Severus el tiempo
suficiente como para
prepararse para salir.
Llegaron al Callejón
Diagon sin problemas y
al entrar Madame
Malkin los recibió a
ambos con una sonrisa
y les hizo pasar de
inmediato. "Sólo
necesitan unos
ajustes." Les dijo
mostrándoles ambas
túnicas, hermosas,
decididamente con un
toque antiguo, en un
verde seco muy oscuro.
La de Severus casi
negra, la de Harry en
un tono más claro.
Severus fue el primero
en salir del probador
vestido con su túnica y
Harry no pudo más que
sentarse para apreciar
la forma en que la
prenda hacía lucir el
cuerpo de su esposo.
Severus tenía sus
brazos extendidos
mientras la mujer le
ajustaba levemente la
túnica a su torso y
Harry sonrió. Casi podía
sentir cómo su mirada
acariciaba aquel cuerpo
que no podía quitarse
de la mente. Severus
dio varias vueltas
cuando finalmente la
mujer estuvo
satisfecha, entonces fue
el turno de Harry. Se
subió al pequeño
redondel mientras la
mujer tomaba un par
de alfileres mágicos en
sus labios. Miró a su
esposo con el rabillo del
ojo cuando tuvo que
voltear, sonriéndole
encantadoramente y
para su satisfacción
Severus se sonrojó
levemente. Madame
Malkin le pidió que se
recogiera un poco los
cabellos, la sintió
sacudir la túnica y luego
unos leves ajustes aquí
y allá. "Listo, señor
Potter, ya puede
cambiarse."
Bajo un poco los brazos
y dio una breve vuelta
deteniéndose frente a
frente a Severus.
Aquellos ojos lo
miraban un poco
resguardados aún, pero
no podían ocultar el
deseo que sentían,
hermosos ojos negros
que no podían callar
cuánto lo amaban.
Dio un paso para bajar
del pequeño redondel y
perdió la fuerza de sus
piernas. Escuchó el
grito lejano de la mujer
y los pasos apresurados
de Severus hasta que
finalmente sus ojos
negros estuvieron en su
campo de visión.
"Severus." Susurró
sintiéndose desvanecer.
"Severus." Masculló con
urgencia antes de
cerrar los ojos y perder
la consciencia.
Despertó aún
aletargado y miró
lentamente a su
alrededor sin atreverse
a mover. El techo se le
hacía conocido pero no
estaba seguro.
"¿Harry?" Escuchó la
voz a su lado y al
voltear reconoció los
negros cabellos y el
rostro preocupado.
"Snape." Susurró sin
pensarlo dos veces. El
estremecimiento del
hombre fue visible a los
cuatro vientos y se
detuvo en su intento
por acercarse. Harry se
preguntó qué había
sucedido para que el
hombre se viera tan
pálido, más de lo usual.
"¿Qué sucedió?" Musitó
intentando recordar.
"Estabamos en el
Callejón Diagon,
perdiste el conocimiento
cuando te medías una
túnica." Harry hubiera
dado todo lo que tenía
por entender por qué
parecía que el rostro de
Severus estaba en
agonía pero sólo asintió
para darse por
enterado.
"Tengo sed." Susurró y
Severus vio ahí su
oportunidad de salir de
la habitación. Salió tan
rápido como su cuerpo
tembloroso se lo
permitía. Se dirigió al
cuarto de huéspedes y
desde allí llamó a un
elfo para que le llevara
agua a su esposo. No
perdió tiempo en
asegurar la puerta
antes de que su agitada
respiración le impidiera
pensar con claridad. La
falta de la poción había
hecho retroceder
nuevamente los
sentimientos falsos de
su esposo.
Era demasiado, no creía
poder soportar otro
retroceso pero sabía
que habría otro.
Comenzó a sacar
cuenta, desde el día del
ataque, una semana
exactamente.
Probablemente una
semana más y otro
suceso similar haría que
Harry estuviera mucho
más cerca del joven
que había conocido en
la escuela. El problema
era que ahora él no
tenía las fuerzas para
darle ese castigo, esta
vez no era el chiquillo
orgulloso al que tanto
detestaba sino el
hombre al que amaba
con toda su alma.
Harry, por su parte, se
extrañó cuando el elfo
fue a llevarle el agua.
Se enderezó con
lentitud, aún extrañado.
Era como si de repente
todo se viera un poco
más claro... un poco
menos... ¿rosa? No
estaba seguro, pero
sentía que algo se había
desgarrado un poco,
como la primera vez
que Severus lo había
dejado solo, justo como
ahora. Bebió el agua y
le agradeció a la
criatura.
Cuando finalmente
estuvo totalmente solo
se levantó y se pasó
una mano por los largos
cabellos para luego
estirar el cuello. Se
llevó una mano a la
sien, le dolía un poco.
Sintió la necesidad de
acercarse al ropero, no
sabía si para cambiarse
de ropa, no entendía
mucho, pero al abrirlo
sus manos supieron
primero que su cuerpo
lo que buscaba. Retiró
la túnica y como quien
rememora los más
hermosos recuerdos, la
llevó hasta la cama y la
tendió sobre ella.
Contó los broches de
diamantes, doce
broches blancos con
diamantes incrustados.
Estaba seguro que el
último broche quedaba
justo sobre el comienzo
de la garganta de
Severus y que los
pequeños ojales de
cordoncillo en los
hombros y mangas,
habían sujetado en su
momento un hermoso
collar de oro de
serpentinos eslabones.
i>Sí, acepto. /i>
Levantó su mano
derecha y sin
equivocarse, allí
encontró un discreto
aro con un diamante
incrustado en la banda
y dos pequeños a cada
lado. Lo miró por largo
rato hasta atreverse a
quitarlo y buscar la
inscripción. Era como si
fuera la primera vez
que la viera y para su
sorpresa descubrió dos
inscripciones.
i>Propiedad de S.S. /i>
Era la primera
inscripción
desapasionada pero en
el lado contrario había
una más nueva. i>Pase
lo que pase, por
siempre. /i>
Extraño, pensó. Pero
por en el momento la
sien le latía
dolorosamente. Se puso
el anillo y tomó la
túnica para guardarla
nuevamente pero algo
se resbaló sobre la
cama cuando la
levantó. Con curiosidad
tomó el tubo de ensayo.
Le costó un buen rato
reconocerlo, pero
cuando lo hizo casi se le
resbaló de las manos
como aquella primera
vez en que lo había
usado.
"Por Merlín." Susurró
perdiendo las fuerzas y
cayendo de rodillas
frente la amplia cama
no pudo evitar dejar
escapar un sollozo.
"Severus."
El carruaje que los
llevaría a la Mansión
Malfoy apareció a la
hora en punto.
Hermosos caballos
blancos de gran alzada
esperaban impacientes.
Harry tenía puesta la
túnica verde y la
complementaban un par
de intrincados anillos
además de su aro
matrimonial, una
pulsera en cada muñeca
que sólo se podía ver
cuando las mangas de
la túnica se levantaban
un poco y un medallón
con la cresta de los
Snape. Severus iba
también con su túnica,
además de llevar un
medallón idéntico al de
Harry sólo llevaba su
aro de matrimonio y
una pulsera de
intrincado diseño que al
igual que la del joven
funcionaba como
traslador.
Subieron al carruaje en
silencio, ambos con
rostros cansados y
levemente oscurecidos,
de pena, de dolor,
apenas podía saberse.
Al verlos Lucius arqueó
una ceja confundido de
la misma forma en que
lo haría también Draco
más tarde.
"¿Sucede
algo¿Severus¿Harry?"
Preguntó Lucius al notar
las miradas de
cansancio. Harry, por
su parte, no pudo evitar
darle una intensa
mirada al hombre. Era
la primera vez que lo
veía, realmente lo veía,
sin estar dentro de
aquella nube que le
provocaba la poción.
Lucius no había sido un
hombre de bien, que él
recordara y sin
embargo, el hombre y
su esposo eran
excelentes amigos, ya
fuera por sus antiguos
tratos, por haber
pertenecido a la misma
casa, por la forma de
ser algo parecida de
ambos. No estaba
seguro, pero tuvo que
recordarse a sí mismo
que quedársele viendo
era de mal gusto.
"No, Lucius, sólo
estamos algo cansados.
¿Cómo te sientes
estando tan cerca de tu
boda?" Preguntó
Severus esforzándose
por darle una media
sonrisa socarrona a la
que el hombre
respondió con una muy
amplia.
"Apenas puedo
esperar." Susurró el
rubio acercándose a
ambos para que nadie
más lo escuchara.
"Desde que se desató el
caos de los periodistas
no hemos podido estar
juntos más que en
contadas ocasiones, en
público y apenas
tomados de las manos.
Es... frustrante." Les
confesó de tal forma
que Harry no pudo
evitar sonreír.
Una hora más tarde se
llevaba a cabo la
ceremonia y seguida de
ella la celebración. Los
recién casados se veían
absolutamente
radiantes bailando
juntos y uno a uno, los
magos presentes, se
fueron acercando para
compartir esa primera
danza de casados con la
pareja.
Harry tomó la mano de
Severus y ambos
comenzaron a bailar
elegantemente hasta
que les llegó el turno
para bailar con los
recién casados. En el
primer intercambio a
Harry le tocó bailar con
el esposo de Lucius, el
joven, de cabellos
largos y rubios, vestido
con una túnica blanca
bordada con perlas le
sonrió
encantadoramente. Los
rasgos veela eran
bastante obvios en su
persona, ojos claros,
piel perfecta, exquisito
aroma. Cerró los ojos
brevemente y sonrió. El
joven no tenía la culpa
de exhudar sexualidad
y encanto, no cuando
era el día de su enlace.
Continuaron danzando
hasta que
intercambiaron parejas
nítidamente y sin
perder el paso,
entonces, por unos
instantes, tuvo que
bailar con Lucius
Malfoy. Los ojos grises
se entrecerraron en
concentración. "Te ves
diferente." Comentó el
rubio y Harry tuvo que
reprimir las ganas de
cerrar los ojos y llorar.
Desde que despertara
Severus no le había
permitido acercársele
otra vez y se sentía a
punto del colapso
nervioso. Ciertamente
no se había sentido
como esa primera
semana luego del
ataque, donde su
cuerpo le decía y le
exigía. Ahora su cuerpo
estaba más tranquilo
pero su memoria lo
seguía atacando y era
como un vacío en
medio del pecho cada
vez que Severus
rechazaba uno de sus
acercamientos. La
primera semana se
había sentido con
fuerzas para insistir,
ahora le costaba, no
porque no lo quisiera,
sino porque se sentía
inseguro, algo que no le
había pasado antes.
Lucius apretó con
dolorosa fuerza la mano
que sujetaba para
dirigirle y Harry apenas
pudo ocultar la sorpresa
cuando al mirar a esos
ojos grises los vio llenos
de la crueldad que
conocía. "Debí imaginar
que tarde o temprano
escaparías de la poción.
El Niño-Que-Vivió
siempre se sale con la
suya." Siseó con
resentimiento pero
Harry lo ignoró por
completo. Alguien más
sabía lo sucedido.
"Aún estoy de alguna
forma bajo los efectos
de la poción... pero sólo
me quedan dos
semanas como mucho."
Susurró bajando la
mirada. "Severus quiere
el divorcio."
"Y tú se lo darás sólo
para destruirlo."
Masculló el rubio
girando con algo de
violencia mal reprimida
pero algo en la postura
del joven, algo en su
rostro, ya fuera sus
ojeras, sus ojos verdes
semi enrojecidos aún o
la sensación de
desesperanza que
emanaba le dijo algo
muy distinto. Y Lucius
era lo suficientemente
perspicaz para
reconocer lo que
sucedía aún cuando su
corazón odiaba al joven
que había sido más listo
que su amigo y se
había salido con la
suya.
Que estaba aún bajo los
efectos de la poción...
eso significaba que aún
tenía ese falso sentido
de estar enamorado de
Severus y que sólo le
quedaban dos semanas
era una forma de decir
que tenía que hacer
algo antes de que eso
sucediera. Pero
entonces, eso sólo
podía significar que
Harry Potter le estaba
pidiendo ayuda. Miró de
soslayo buscando los
ojos negros de su
amigo y sin lugar a
dudas los encontró
observándolos con
demasiado interés...
casi con ansiedad.
"¿Qué es lo que quieres
hacer, Potter?"
"Quiero volver a ingerir
la poción. Severus sólo
confía en mi bajo los
efectos de la poción."
"¿Y qué te hace pensar
que estará mejor
contigo que sin ti?"
Preguntó con sarcasmo
el rubio.
"Estaré perdiendo su
amor... pero no he
perdido mis memorias.
Ellas no me engañan. Y
si la poción es la única
forma en que podemos
estar juntos... entonces
que así sea." Terminó
diciendo con dificultad.
"Creo que ya ha sido
suficiente baile por
hoy." Les llegó una voz
de bastante cerca que
los sobresaltó a ambos.
El flamante esposo de
Lucius venía de la mano
de Severus, quien con
algo de preocupación
observó a los dos
hombres y le tendió una
mano a Harry mientras
con la otra le entregaba
a Lucius su joven
esposo. Con una verde
mirada de súplica y
esperanza aún puesta
en su rostro Lucius se
volvió hacia su esposo
quien le sonrió como el
sol y por unos instantes
todo el problema se
desvaneció y se fundió
en un largo y lánguido
beso.
Los aplausos alrededor
de la pareja cubrieron
la retirada de Harry
quien iba del brazo de
Severus. "Podemos ir a
casa si quieres." Le
propuso Severus pero
Harry negó.
"¿Podemos quedarnos
un poco más?" Susurró
con timidez con lo que
esperaba fuera su voz
más suplicante y que
Severus no pudiera
resistirse a ella como en
los días pasados.
Severus tardó un poco
pero aceptó. Sólo para
acudir a la boda de su
amigo había aceptado
que ambos posaran
juntos como la pareja
que habían sido y Harry
no quería
desaprobechar la
ocasión.
"Entonces comamos
algo." Le sugirió el
hombre a lo que Harry
asintió con la mirada
algo perdida. Aún
tomados del brazo se
dirigieron a la mesa y
Harry intentó comer
algo. La verdad no
sentía hambre, con algo
de tomar se hubiera
conformado, prefería
concentrarse en la
presencia de Severus a
su lado.
La verdad era extraño
el sentimiento. Si antes
se había sentido
completamente
enamorado de Severus,
incapaz de alejarse de
su lado y deseándolo a
cada segundo de tal
forma que no podía
dejarlo en paz... ahora
se hallaba con un
revuelo de mariposas
en el estómago,
queriendo tocarlo sin
atreverse. Deseando
sentirlo, tocarlos,
besarlo pero sin
atreverse más que al
toque de brazos y al
calor adjunto que
Severus le permitía.
Claro que eso no
evitaba que le lanzara
miradas de cordero a
mdio degollar.
Supuso que el proceso
por el cual su cuerpo se
iba purificando del a
poción era el mismo
proceso de enamorarse
pero en retroceso. Si
tenía suerte la próxima
vez que perdiera el
conocimiento actuaría
como un jovenzuelo
que sufre de infatuación
crónico pero aún no le
dice nada al objeto de
su amor. Esos
pensamientos no le
hacían ninguna gracia...
pero no podía hacer
nada más excepto,
quizás, conseguir otra
dosis de la poción y
rogar porque trabajara
una segunda vez.
Generalmente ese tipo
de poción funcionaba
una única vez dado que
estaban supuestas a
durar hasta la muerte
del usuario y era por
esa razón que estaba
catalogada como una
poción de magia
oscura. No sólo por sus
efectos duraderos, sino
por lo fácil que era
manipular con ella a
otro individuo sin
posibilidad de
redención.
Suspiró pesadamente
ganándose una mirada
de Severus. Sonrió de
inmediato, la música
continuaba, la fiesta se
extendía y aquellos ojos
negros lo llamaban
como morenas sirenas
prometiendo placer
infinito.
"Harry..." La sedosa voz
lo sacó abruptamente
de su ensoñación. En
esos momentos
deseaba pedirle que
volvieran a bailar una
vez más, antes de que
esa noche terminara y
tuvieran que regresar y
Severus ya no quisiera
volver a tocarlo ni dejar
que le tocara. "Harry
yo..." Pero cuando
parecía que su esposo
iba a recordarle
nuevamente que no se
hiciera de ilusiones
unos invitados se
acercaron a la mesa y
solicitaron hablar con
él. Severus se disculpó
con Harry viendo en
esos momentos un
escape y le aseguró que
no tardaría mucho.
Dejó caer el rostro
pesadamente sobre una
mano apoyada en la
mesa viendo cómo se le
volvía a i>escapar /i>
su esposo. Tomando
una especie de panecillo
dulce y tostado
comenzó a
mordisquearlo mientras
esperaba que el hombre
regresara pero al cabo
de media hora sentado
ya había acabado con
todos los panecillos de
su mesa y comenaba a
sentirse intranquilo.
Y eso nunca había sido
una buena señal...
siempre que se sentía
intranquilo acerca de
algo no podía pasar
demasiado tiempo sin
idear algún plan para
obtener lo que deseaba
y en esos momentos
deseaba estar cerca de
Severus, sentir su calor,
su cuerpo pegado al
suyo. ¿Pero y si su
esposo se negaba?
Estaba a punto de
tomar la copa sobre la
mesa cuando una idea
le vino a la mente y una
amplia sonrisa se fue
dibujando en su rostro.
Se levantó prestamente
y se dirigió hacia el
lugar donde los
hechiceros encargados
de la música estaban
apostados,
secreteándole al
director sus deseos. El
hombre asintió con una
sonrisa llena de picardía
y Harry se dirigió al
centro del salón,
dándole una mirada
furtiva al director antes
de tomar un profundo
suspiro. Se enderezó
elegantemente cuando
una guitarra encantada
dejó escuchar sus
melancólicas notas
seguidos por el
magistral
acompañamiento de los
violines.
"Severus Snape... se
solicita su presencia en
el centro del salón."

Capítulo 5

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.
Ya saben... los errores
mios pueden estar
incrementados con los
signos que se come
Fanfiction. Así que por
favor, pido paciencia.
Gracias a todos por
esperar pacientemente.

Cuando Severus
escuchó que le
llamaban en voz alta se
le subieron los colores
levemente pero de
inmediato se acercó
para ver quién le
buscaba y de esa forma
tan escandalosa.
"Su esposo desea que
le conceda esta pieza."
Fue la respuesta cuando
el director de la
orquesta volvió a
hablar. En el momento
en que vio a Harry en el
medio del salón quiso
que se lo tragara la
tierra pero al ver los
ojos de los presentes
esperando
ansiosamente su
respuesta supo que el
chiquillo se había vuelto
a salir con la suya.
Supo que había dudado
demasiado cuando
Harry extendió una
mano en su dirección y
pudo leer claramente la
desesperación en sus
ojos verdes.
Con lentitud se fue
acercando, cada paso
haciéndole temblar
internamente, deseando
correr pero incapaz de
hacerlo hasta sentir que
su mano rozaba la de
Harry. Con frágil
delicadeza sus cuerpos
se acercaron aún
envueltos en las notas
de la guitarra y los
violines.
Sus dedos se enredaron
trémulamente con los
de Harry. Sintió a Harry
pasarle el brazo por la
cintura mientras que
veía, como si no fuera
suya, su mano subir
sensualmente por el
pecho de Harry hasta
posarse en su hombro.
En esos momentos, su
joven esposo dobló
grácilmente la cabeza,
inclinándola hasta que
su mejilla estuvo
descansando sobre la
suya.
Y en el siguiente acorde
de guitarra y violines
ambos cuerpos, en
perfecta sincronía, se
pusieron en
movimiento.
"Nada es para siempre,
amor, pero esta noche
aún podemos estar
juntos." Susurró en su
oído el joven tan bajo
que apenas podía
escucharle. "Nadie sabe
qué podrá pasar
mañana." Harry volvió a
pegar su mejilla a la de
Severus mientras
continuaban girando
suavemente.
En esos momentos
Harry aprovechó para
pegar sus caderas, las
túnicas de ambos
resguardando la imagen
privada de sus cuerpos
rozándose el uno al otro
en intimidad.
"¿Por qué no puedes
entender?" Musitó
Severus cerrando los
negros ojos. "Cometí un
error y lo estoy
pagando caro. Cuando
todo esto termine en
unos días la única
víctima seré yo."
"Nadie sabe qué podrá
pasar mañana." Insistió
Harry acercándolo a su
cuerpo e intentando
grabar y refrescar en su
mente cómo se sentía
el tener así a su esposo.
"Quiero amarte hoy..."
Quiero abrir todas las
puertas de mi alma...
Severus alejó un poco
su rostro para poder
mirar en aquellas
esmeraldas esclavas de
aquel rostro que de
repente se le antojaba
como la encarnación de
la ternura y el deseo,
sentimientos casi
opuestos unidos en un
alma visiblemente
torturada.
Cerró los ojos con
fuerza y volvió a
descansar su mejilla en
la de su esposo,
cambiando su mano del
hombro al torso y
devolviéndole el abrazo
hasta dejar resbalar su
rostro sobre el cuello de
Harry. El joven suspiró
quedamente y ladeó su
cabeza en un gesto
tierno cerrando también
los ojos para disfrutar
ese momento en que
Severus rendía algo de
su resistencia en ese
abrazo.
La música duró una
eternidad para Severus
y fue apenas un suspiro
para Harry, quien se
halló escuchando los
últimos acordes de
guitarra comenzaron su
descenso hasta
disiparse.
"Severus..." Susurró en
el oído de su esposo.
"Sev, por favor, hazme
el amor." Una lágrima
se escapó de los ojos
cerrados de Harry y su
voz se quebró
levemente.
Harry escuchó el
profundo suspiro de su
pareja pero no le dejó
hablar. "Sev, te lo
suplico, hazme el amor
antes que pueda
olvidarlo, aún duele que
me alejes de ti así."
Severus se enderezó y
sabiendo lo que vería
en los ojos de su joven
esposo se arriesgó a
mirarlos. Unos
segundos, sólo eso fue
suficiente para minar su
resolución y asentir.
Tomó a Harry de la
mano y sin darle
importancia a las
miradas que recibían e
incluso a uno que otro
comentario atrevido se
lo llevó del salón, de la
fiesta, del resto de
todos hasta la
habitación que solían
usar cuando se
quedaban en la Mansión
Malfoy.
A Harry el corazón le
latía desbocado y
cuando Severus lo
empujó con suavidad al
interior de la habitación
y cerró la puerta, se
quedó por unos
segundos de pie en
frente de la cama
mirando al hombre con
algo de ansiedad.
Severus se había
quedado recostado de
la puerta y lo observaba
atentamente con
aquellos ojos negros
tan penetrantes.
De repente su cuerpo
se puso en movimiento,
como si recordara lo
que había querido hacer
durante tanto tiempo y
despertara
abruptamente. Sus
dedos fueron a los
broches de su túnica
quitándose con algo de
nerviosismo la capa
externa. Le siguió la
camisa de fino material
junto con el chaleco que
tenía más botones que
la capa. Sentándose en
la cama se quitó las
botas y finalmente los
pantalones y la ropa
interior, quedando
únicamente con el
medallón que tenía la
cresta de los Snape, las
pulseras y el aro de
matrimonio.
Se trepó a la cama y se
arrastró hasta el centro,
quedando boca arriba
sobre los codos para no
perder la mirada de su
esposo.
Severus, que lo había
estado observando,
apenas podía reprimir
los deseos de acercarse
a la cama y saltarle
encima, literalmente.
Harry tenía un hermoso
rubor en las mejillas y
aunque intentaba
mostrarse sereno era
obvio que estaba
nervioso por la forma
en que se mordía los
labios y por la
expresión de ansiedad
en sus ojos. Casi...
como una primera vez.
Dudó antes de
acercarse. A pesar de
sus deseos su mente
continuaba
recordándole
inmisericorde que aquel
joven pronto dejaría de
amarlo completamente.
Ese conocimiento no
ayuda a quitarle el
dolor que sentía en el
pecho de forma tan
contundente. Pero en
esos momentos, el
deseo y el dolor que
aquellos ojos verdes
reflejaban lo movían a
olvidar su sentimiento
de pérdida inminente.
Con un movimiento de
su mano las luces
bajaron de intensidad y
cuando decidió ponerse
en movimiento lo hizo
sin titubear, sin dudas y
sin pensar en futuros
remordimientos.

De regreso en la casa
de ambos luego de la
boda de Lucius,
Severus había vuelto a
encerrarse lejos del
cuarto matrimonial.
Harry sabía que en un
par de días más sufriría
otro desvanecimiento
que haría retroceder el
falso enamoramiento de
Harry. Y luego, dos
semanas más y
practicamente sería el
mismo Harry Potter que
había firmado con
renuencia y disgusto los
papeles que lo
convertían en el esposo
de Severus Snape.
Necesitaría más que un
milagro para poder
evitarlo. Pero si como
había dicho su esposo y
Lucius, él siempre se
salía con la suya,
seguramente
encontraría un modo...
Sólo tenía que pensar.
Pero toda la mescolanza
de sentimientos en su
corazón no le permitían
pensar demasiado en
una forma que no fuera
ingerir nuevamente la
poción. Si al menos
Hermione estuviera
para ayudarlo, ella
siempre tenía la
respuesta correcta para
casi todo.
"¿Harry?" La voz de
Draco, quien le
acompañaba en esos
momentos a tomar el té
lo sacó abruptamente
de sus meditaciones.
"Ultimamente te noto
algo extraño¿te sientes
bien?"
"Sí... es sólo un poco de
cansancio." Draco le dio
una sonrisa ladeada
llena de picardía.
"Imagino lo cansado
que debes estar. Nunca
pensé que llegaría a
escucharte a ti y a
Severus, pero debieron
acordarse de poner un
hechizo de silencio en la
mansión de mi padre."
Harry enrojeció hasta la
raíz de sus cabellos.
"Oye, es broma. Sev
nunca olvida ponerlo."
Exclamó Draco de
buena gana al ver que
había logrado
abochornar al moreno
de ojos verdes.
"Draco... ¿crees que
tengas tiempo para
acompañarme al
Callejón Diagon?"
"Umhh... seguro. ¿Vas
a comprarle más ropa a
Sev?"
"Ahh... no. La verdad
quería ver si hallaba un
libro que intereso. Pero
no creo que lo
encuentre realmente en
el Callejón Diagon."
"¿Quieres ir a
Knocturn?" Preguntó
algo sorprendido el
rubio. Harry asintió un
poco cohibido. "¡Pensé
que nunca lo
preguntarías!" Exclamó
Draco de repente y
Harry dejó escapar un
suspiro aliviado.
"¿Cuándo podríamos
ir?"
"Hoy mismo, si quieres.
Tengo tiempo."
"Perfecto. Sólo dame
unos minutos." Le
respondió intentando
contener su ansiedad.
Draco simplemente
sonrió y arqueó una
ceja con divertida
curiosidad.
Se tomaron su tiempo
en llegar al Callejón
Diagon y luego, con
más calma, se
adentraron por el
oscuro callejón que era
Knocturn. Harry sabía a
qué tienda ir para
conseguir lo que
buscaba, al cabo ya
había ido antes, pero no
podía simplemente
entrar, Draco
sospecharía demasiado
y tenía la impresión que
de todos los que le
conocían durante el
tiempo que había
estado bajo la poción,
el rubio se había
convertido en uno de
sus más fieles amigos y
confidentes.
Seguramente se
extrañaría de su
comportamiento y su
preocupación podría
llegar a oídos de
Severus.
No, necesitaba ser
discreto, jugar un poco
más con su suerte y
dejar que el rubio
siguiera pensando que
era el mismo de
siempre cosa que al fin
y al cabo no se le
estaba haciendo tan
dificil. Draco era, para
su sorpresa, una
personalidad muy
agradable. Ciertamente
que su forma de actuar
frente a desconocidos
era algo altanera pero
estaba descubriendo
esa actitud era la que
usaba para todos
aquellos que no caían
en su círculo familiar.
Sólo pensarlo lo hacía
sentir extraño, era
como estar disfrutando
la confianza ajena y a la
misma vez era como
algo cálido
protegiéndolo. Porque
quién iba a atreverse a
cuestionar a Draco
Malfoy y a quién le
brindaba su confianza,
más aún si ese era
Harry Potter en
persona.
"¿De qué es esa
tienda?" Preguntó
fingiéndose interesado
cuando pasaron frente
a la puerta de la botica
que interesaba entrar.
"¿Esta? No lo recuerdo
bien. Creo que no he
entrado a ella con
anterioridad pero
seguramente tienen
ingredientes para
pociones. ¿Quieres
ver?" Harry asintió y
ambos entraron. El
lugar no había
cambiado mucho y la
misma mujer que le
había vendido el
ingrediente que
buscaba los recibió con
una sonrisa
desdentada.
"¿En qué puedo
servirles, caballeros?"
"Buscábamos libros,
pero mi amigo aquí
sintió curiosidad por ver
qué tipo de ingredientes
tiene. Posiblemente nos
interesemos en
ingredientes de
colección. Algo que
pueda hacer feliz a un
maestro de pociones."
"Oh, pero si es el joven
Malfoy y el joven
Potter." Exclamó con
admiración la mujer al
reconocerlos. Era
imposible no
reconocerlos. "Claro,
claro, les mostraré lo
que pueda
interesarles."
Desapareció tras unas
cortinas de cuentas
mientras Harry
observaba a su
alrededor. Las paredes
estaban cubiertas
completamente de
ingredientes en frascos,
en ramas secas sujetas
apretadamente. Aquí y
allá la forma de un
animalejo extraño,
largas ristras de
escarabajos ensartados
por el vientre aún
moviendo las patas,
mariposas negras, un
mazo de blancos
cabellos largos y
brillando suavemente
en la oscuridad.
"Aquí están." Musitó la
mujer colocando sobre
una mesa varios frascos
que brillaban
misteriosamente.
Levantando cada frasco
nombraba el
ingrediente. "Lágrimas
lunares... polvo de las
alas de un hada
dragón... veneno de un
áspid de plata... pétalos
de la flor del olvido
durante un eclipse... y
la canción de dos
unicornios azules
enamorados." El último
ingrediente brillaba con
una apariencia azul
metálica. Harry sabía
que si destapaba el
frasco podría escuchar
la más hermosa canción
de amor.
Harry contuvo la
respiración cuando la
mujer mencionó el
último ingrediente y le
miró directamente a los
ojos. "Creo que este
último lo compró un
joven hace cosa de seis
años. Estaba realmente
desesperado por amar a
alguien."
"Extraño. Las personas
siempre están
desesperadas porque
las amen y no de la otra
forma." Comentó Draco
mostrando sincera
curiosidad.
"Muy extraño en
verdad. Definitivamente
un ingrediente muy raro
ya que los unicornios
azules sólo se
enamoran una vez cada
siete años y sólo una
pareja lo hace... una
pareja muy especial.
Seguramente será un
regalo muy interesante
para un maestro de
pociones o un
coleccionista." La mujer
sonrió levemente y
Draco le dio una rápida
mirada a Harry como
diciéndole que era el
regalo perfecto para
Severus.
"Definitivamente un
regalo muy especial."
Comentó Harry.
"¿Podría empacarlo
junto con el veneno del
áspid?" Esta vez la
mujer le dio una mirada
sorprendida a Harry
pero asintió de todas
formas. Harry suspiró
aliviado y a su lado
Draco sonrió.
"Severus estará
encantado con la
adición a su colección."
"Sí, pero no se lo
menciones aún. Quiero
guardarla para su
cumpleaños." Comentó
el moreno con una
enorme sonrisa. La
mujer procedió
entonces a empacar lo
que habían pedido.
Harry la observó
atentamente mientras
Draco se alejaba un
poco para ver otros
ingredientes.
"¿Cómo es posible que
desee amar otra vez,
joven?" Preguntó la
mujer en voz baja
mientras se daba
puesto para empacar
los ingredientes.
"Tengo mala suerte, ya
sabe, siempre me salgo
con la mia y esta vez no
fue la excepción."
Susurró Harry en
respuesta. Los ojos
hundidos de la mujer lo
observaron como si
quisieran escrutarle el
alma y quizo poder salir
de allí.
"La poción del Amor
Eterno, joven, no puede
ser burlada. Lo amará
por toda la eternidad."
"Entonces por qué
pareciera que dejó de
surtir efecto?" Preguntó
con una mirada de
tristeza. Los ojos de la
mujer parecieron
iluminarse con velada
malicia.
"Eso, joven, es porque
su amor es
correspondido con
sinceridad. Ahora le
toca a usted
corresponderlo de la
misma forma. La poción
no ha dejado de surtir
efecto, simplemente le
está dando algo mejor."
"¿Harry?" Draco lo
llamó cuando la
tardanza comenzó a
impacientarlo y el
moreno tomó el
paquete que la mujer le
extendía dándole una
media sonrisa cargada
de inseguridad. Estaba
completamente seguro
que dejaría de amar a
Severus. Luego de seis
años de vivir en aquella
especie de nube rosada
había recuperado todos
sus sentidos y la
seguridad que lo había
envuelto se había
evaporado como bruma
bajo el sol de verano.
"¡En un segundo!"
Exclamó
apresurándose. Cuando
fue a agradecerle a la
mujer esta ya se había
vuelto a meter a la
parte posterior de la
tienda. Salió a prisa a
encontrarse con el rubio
que lo esperaba afuera.
"¿Estás cansado?
Podemos regresar al
Callejón Diagon y
comer algo.
Continuaremos
buscando más tarde."
Le ofreció Draco al
confundir su expresión
con una de cansancio.
Harry asintió
agradecido y con paso
sereno se regresaron al
callejón.
"Gracias por
acompañarme hoy,
pero creo que ya
encontré lo que
necesitaba." Le dijo
Harry mientras comían
en uno de los
restaurantes. El rubio
se limpió con una de las
servilletas y lo observó
detenidamente.
"Harry... ¿pasa algo
entre ustedes dos?"
Harry por poco se
atraganta con el bocado
de comida pero tuvo la
presencia suficiente
para mirar a Draco a los
ojos.
"¿Por qué lo
preguntas?" Intentó
decirle con naturalidad.
Esta vez los ojos grises
se entreceraron con
sospecha.
"Sé que no debiera
meterme, pero
últimamente no sé... es
como una nube de
tormenta flotando sobre
la cabeza de ambos. Sé
que mi padrino puede
ser dificil a veces..."
"No, no, para nada. No
tiene que ver con Sev."
Se apresuró a
interrumpirlo. "Es que
no me he sentido bien
desde el ataque el día
de nuestro
aniversario... sólo eso."
"Pues deberías ir a que
te revisen. Si aún te
sientes mal podría ser
algo más complicado de
lo que pareció al
principio."
"Sí... quizás debiera ir."
Y la comida continuó sin
mayores interrupciones.
A su regreso a la casa
se halló con alguien que
había pensado nunca
más volvería a ver.
"¡Ron!" Exclamó al
verlo, una enorme
sonrisa se dibujó en sus
labios y falló en notar
que a sus espaldas
Draco se tensaba
levemente poniendo
una cara de pocos
amigos. Ron por su
parte, había puesto la
misma expresión y
cuando Harry se acercó
con la clara intención de
abrazarlo el pelirojo dio
unos pasos atrás.
"Vine tan pronto pude.
A petición de Snape,
claro." Musitó con
extrañeza. Harry por su
parte se quedó algo
aturdido por el
comportamiento de su
amigo hasta que Draco
a sus espaldas se
disculpó.
"Nos vemos más tarde,
Harry. Supongo que tú
y el señor Weasley
tienen cosas que
hablar." Sin esperar
respuesta del moreno
se apresuró a la
chimenea tomando un
puñado de polvos floo y
pronunciando con
claridad la dirección de
su casa. La llama verde
lo consumió antes que
pudiera decirle nada.
"Ron..." Intentó
cuestionarle con la
mirada pero el pelirojo
se encaminó a la sala
de estar sin permitirle
otra palabra. Se
apresuró a seguirlo.
"¿Ron?"
"¿Qué es lo que sucede
ahora... Harry?"
Pronunció el nombre
con cierta ironía que no
pasó desapercibida.
Harry en esos
momentos se detuvo
frente a su amigo
tomando en
consideración lo que
había cambiado.
Ron Weasley se había
convertido en un
hombre de complexión
robusta y piel tostada.
Sus cabellos seguían
del mismo largo que
recordaba, acariciando
su cuello pero sus pecas
casi habían
desaparecido bajo el
color que el sol le había
dado. Tomó en
consideración las ropas
que le sentaban mucho
mejor que las que
recordaba haberle visto
alguna vez.
"Ron... yo..."
"Si es para una de tus
charlas acerca de Snape
será mejor que me lo
digas de una buena vez
para no perder mi
tiempo aquí. Pero antes
me gustaría saber cómo
es que ha sido él quien
me ha llamado aquí
esta vez pidiéndome
que viniera a verte."
Harry tragó gordo sin
saber qué pensar de la
actitud de Ron. Buscó
en sus recuerdos y supo
de inmediato la razón.
Ambos habían discutido
muchas veces en el
pasado, todas las
discusiones acerca de
Severus.
Ron no entendía cómo
era que de la noche a la
mañana Harry se había
enamorado de Severus,
su peor enemigo y un
cruel traidor en su
opinión.
"Fuimos atacados hace
un par de semanas
atrás." Susurró.
"Mortífagos."
"Ah, eso... sí, lo leí en
los diarios mientras
estaba en Egipto. Las
noticias vuelan,
especialmente una
como esa. Eso no te
impidió ir a la boda de
Lucius Malfoy, supongo
entonces que ya estás
mucho mejor."
"Sí... estamos... estoy
mucho mejor."
"Qué bueno. Entonces
puedo regresar a mi
trabajo. No tengo
mucho tiempo para
perderlo aquí." Hizo
ademán de alejarse y
Harry se interpuso con
algo de temor en su
camino pues el pelirojo
le llevaba
practicamente una
cabeza de alto.
"Espera." Exclamó con
dolor. "Ron... yo..."
Titubeó al ver los
inflexibles ojos azules.
"Yo te extrañé."
Ron casi se echó a reír
allí mismo pero se
controló a tiempo en
parte por la súbita
expresión de coraje.
Esta vez Harry se alejó
unos pasos. "¿Me
extrañaste? El ataque
realmente debió
afectarte. Hace seis
años que no extrañas a
nadie más que a
Severus Snape. Ahora
si me permites, debo
retirarme."
Demasiado confundido
por la actitud de su
amigo y sintiendo que
perdía otra parte de su
vida allí mismo se quitó
del camino del pelirojo
y con paso algo
apresurado se
encaminó hacia su
habitación.
Ron endureció el rostro
y se dirigió a la
chimenea donde para
su disgusto vio que el
maestro de pociones lo
esperaba.
"Nunca conocí a un
tonto más grande que
usted, señor Weasley.
Harry va a necesitar a
sus verdaderos amigos
muy pronto pero veo
que ya tiene uno menos
del cual preocuparse."
"No sé por qué se
molestó en llamarme,
Snape. Harry hace
mucho tiempo que lo
escogió a usted sobre
todos nosotros."
"Como ya dije... el
tonto más grande.
Después de
proclamarse el mejor
amigo de Harry Potter
al primer signo de
problemas lo abandonó
sin siquiera pensarlo
dos veces. Harry
siempre los escogió a
ustedes desde un
principio."
"¡Severus!" Se escuchó
claramente desde las
escaleras. Ambos
hombres se giraron en
dirección a la voz que
parecía desesperada.
"Severus, por favor..."
Esta vez el llamado se
escuchó débil y
desesperado. Severus
estuvo en movimiento
unos segundos antes
que Ron reaccionara y
se dirigía a toda prisa
hacia donde estaba su
esposo. Llegó justo a
tiempo para ver cómo
se desplomaba al suelo
en el pasillo de las
habitaciones cerca de
las escaleras que
acababa de subir.
"¡Harry!"
"No me dejes solo, por
favor, Sev. No quiero
que me dejes solo
cuando despierte."
Susurró antes de
desvanecerse por
completo en sus brazos.
"¿Qué es lo que le
sucede?" Preguntó el
pelirojo asustado al ver
a su antiguo amigo en
el suelo. Severus lo
ignoró por un rato en
favor de sujetar al
moreno y acariciar sus
cabellos.
"Le dije que pronto
tendría a su amigo de
vuelta, señor Weasley.
Parece que será mucho
antes de lo que
esperaba. ¿Podría
ayudarme a llevarlo a la
habitación?" Preguntó
con voz cansada el
antiguo profesor de
pociones. Ron lo ayudó
sin preguntar nada más
y pronto tuvieron a
Harry sobre la cama,
luego Severus se
acomodó en el borde de
la misma al lado de su
esposo sin apartar la
mirada del rostro en
reposo. El pelirojo
estuvo a punto de salir
de la habitación cuando
la voz de su antiguo
profesor lo detuvo.
"Señor Weasley. Si
puede recordar que no
soy el mismo bastardo
que obligó a Harry a
casarse hace ya seis
años puede que le diga
qué es lo que está
sucediendo."
"Señor Snape, usted
siempre será un
bastardo, pero puedo
intentar recordar que
no es el mismo si usted
tiene en mente que yo
tampoco soy el mismo
Ronald Weasley de hace
seis." Le contestó con
voz cruda pero curiosa.
Severus asintió y Ron
arrastró una silla hasta
el lado de la cama.
"Obligué a Harry a
casarse conmigo... le
puse condiciones al
contrato matrimonial
con las cuales me
aseguré de que no
pensara siquiera en
suicidarse para escapar
del matrimonio." Ron
enrojeció y apretó las
mandíbulas pero se
limitó a cambiar el
rostro unos segundos
para luego volver a
fijarse en el hombre.
Severus continuó con
una sonrisa amarga.
"Pero su amigo siempre
encontró una forma de
escapar..."
El pelirojo sonrió con
autosuficiencia, como
diciéndole que Harry
siempre sería más listo
que él pero Severus no
hizo caso y continuó.
"Harry tomó una poción
que lo hizo enamorarse
de mí. Yo estaba
furioso... pero ni
siquiera un bastardo
como yo puede ignorar
a una persona
enamorada
eternamente, aunque
estuviera enamorada
falsamente."
"¿Es por eso que Harry
cambió tanto?" Severus
asintió.
"Yo no le pedí que
alejara a sus amigos o
a su familia adoptiva.
¿Pero qué podían
esperar cuando
continuaban atacando
el honor de su amado
esposo en su presencia?
Yo en cambio me sentía
asfixiado, Harry no me
dejaba dar dos pasos
sin reclamar mi
presencia. Usted no
sabe, señor Weasley, lo
dificil que es caer en la
trampa que uno mismo
ha tendido." Severus
tomó la mano de Harry
y la acarició con
tristeza. "El día del
ataque la poción dejó
de funcionar, o mejor
dicho, comenzó a
desvanecerse su efecto
en el sistema de Harry."
"O sea, que Harry
volverá a odiarlo como
el día antes de la boda."
Ron pudo ver cómo sus
palabras, dichas sin
pensar en voz alta,
herían visiblemente al
hombre que cerró los
ojos y tardó en volver a
recuperar su presencia
de ánimo para seguirle
hablando con voz rota.
"En efecto. Harry
volverá a odiarme, pero
por el momento aún
está parcialmente bajo
los efectos de la poción,
por lo que se niega a
aceptar lo que sucederá
paulatinamente,
probablemente en cosa
de unos días más. No
ha olvidado lo que ha
vivido en estos seis
años, pero sus
sentimientos hacia mi
persona están
cambiando y como
entenderá no puedo
permitir que esta farsa
continúe."
"Pensé que se aferraría
al contrato ahora que
puede cumplir con lo
que tenía planeado en
un principio."
"Como le dije, no soy el
mismo bastardo."
"Ahora es un bastardo
enamorado." Comentó
con ironía el pelirojo.
"Le propuse el divorcio
pero aún no desea
escuchar de ese asunto.
Sin embargo, ya está
buscando nuevamente
a sus amistades y no
tardará mucho en
querer ver a su familia.
Si pudiera avisarles que
Harry... decirles de
alguna forma que no
fue su culpa..."
Ron entrecerró los ojos
con ira contenida.
"Podría decir que siento
lástima por usted, señor
Snape, pero ese nunca
ha sido mi estilo, menos
aún cuando no la siento
realmente."
"No esperaba menos."
Susurró el hombre.
"Le diré al resto. Lo
haré por Harry. Pero no
le perdonaré lo que le
hizo, aunque sienta por
él algo. Harry no le
perteneció nunca."
"Eso lo tengo claro.
Ahora, si me disculpa,
quisiera pasar el poco
tiempo que me resta
con lo que aún queda
de mi actual esposo en
soledad." Ron se
levantó sin esperar
más. Podía decir todo lo
que quisiera al hombre
para dejarle saber cuán
bajo había llegado en
su afán por herir a
Harry. Pero en su
interior no podría
sacarse la imagen de
aquel Snape perdida y
completamente
enamorado de su
amigo. Era totalmente
diferente y lo
impresionaba de una
forma que no podría
expresar ni en sus más
profundas peroratas.
Esta vez Severus no se
alejó de la cama, como
se lo había prometido a
Harry. Se atrevió a
dormitar sentado a su
lado, recostado de la
cabecera de la cama,
pero no se atrevió a
acercarse demasiado,
no feura a ser que
Harry despertara y se
sintiera amenazado por
su cercanía. La mañana
siguiente le trajo
calambres en la
espalda, en la cintura y
en el cuello, además de
un malhumor y una
depresión inmensas.
Harry parecía estar
despertando cuando
luego de ir al baño
regresó a su lado por lo
que se preparó para
cuando lo llamara por
su apellido con
sorpresa. "¿Harry?" El
joven abrió los ojos de
repente y casi quedó
sentado en la cama.
"Profesor Snape."
Exclamó al reconocerlo
y antes de dejarse caer
nuevamente en la cama
donde dio un gruñido
de descontento. "Parece
que dormí con la ropa
puesta." Comentó.
Severus se movió para
buscarle un vaso de
agua y Harry se fijó
realmente en quién era
el que le acompañaba.
"¿Severus?"
"¿Sí, Harry?"
"No quiero agua." Dijo
como si supiera a lo que
iba y Severus se detuvo
sorprendido.
"Siempre que
despiertas pides agua."
Le dijo como si eso
respondiera a sus
propias acciones.
"Siempre que sales a
buscarme agua te
alejas demasiado."
Harry extendió una
mano temblorosa
luchando contra el
temor a ser rechazado
que sentía fuerte en su
pecho y Severus dejó
escapar un suspiro
tembloroso.
"No me alejaré. Lo
prometo."
"Entonces no vayas,
quédate conmigo. Me
siento algo cansado."
Susurró Harry
suplicante y el hombre
pareció derrumbarse
frente a sus ojos. Movió
los dedos instándolo a
regresar y finalmente
Severus tomó su mano
y se sentó a su lado.
"No quiero olvidar... por
favor, no dejes que
olvide lo que sentía... lo
que siento."
"Voy a intentarlo." Y
aunque su voz quería
darle confianza a su
joven esposo en su
interior estaba seguro
que nada podría evitar
el funesto desenlace y
que pronto aquellos
ojos verdes no podrían
continuar albergando
aquel dulce sentimiento
que lo había mantenido
a su lado y que había
alimentado sus propias
esperanzas de felicidad.
Capítulo 6

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

Severus aceptó
quedarse al lado de
Harry esta vez y Harry
no soltó su mano aún
cuando volvió a
quedarse dormido al
poco rato de haber
despertado. No se
atrevía a tomarse la
confianza de cambiarle
de ropa pero al menos
le soltó los largos
cabellos para que
estuviera un poco más
cómodo.
No se sentía bien en
esos momentos. Estaba
cansado. Cansado de
ver cómo iba perdiendo
el amor de Harry,
cansado de no poder
hacer nada al respecto,
cansado en su cuerpo y
en su corazón.
Estaba volviendo a
quedarse dormido en el
silencio de la habitación
cuando la mano de
Harry se movió sobre la
suya. Abrió los ojos con
cautela, su esposo aún
los tenía cerrados pero
era obvio que pronto
despertaría. Bajo los
párpados había
movimiento y las cejas
se movían
nerviosamente.
"¡Severus!" Exclamó
Harry de repente
sobresaltándolo. El
joven se quedó quieto,
como intentando decidir
si era seguro hablarle o
no.
"Estoy aquí." Murmuró
apretando la mano que
sostenía aún. Los
hombros tensos se
relajaron y los ojos
verdes tomaron una
expresión más
tranquila.
"Te quedaste." Severus
se animó a sonreír un
poco y Harry haló su
mano hasta hacer que
el hombre descansara a
su lado completamente.
"Gracias."
"¿Cómo te sientes?"
"Extraño... como si me
faltara algo... aquí."
Puso la mano de su
esposo sobre su pecho
para intentar decirle lo
que sentía. Severus se
mantuvo callado. No
quería recordarle a
Harry que aquellos,
posiblemente, eran los
efectos del
desvanecimiento de la
poción, al menos no
todavía. "¿Dónde está
Ron?"
"El señor Weasley se
fue ya. Aunque estaba
un poco preocupado..."
"Y furioso." Añadió
Harry. "No lo culpo.
Ojalá me perdone."
"Lo hará. Es imposible
no hacerlo." Le aseguró
casi rayando en la
ternura pero
conteniéndose a
tiempo.
"¿Lo crees?" La duda en
la voz de su esposo lo
desconcertaba. Pero era
que en los seis años
que Harry había estado
bajo los efectos de la
poción nunca lo había
visto dudar. No se había
percatado de ello, pero
verlo con aquella
expresión se lo
recordaba y a la vez le
parecía extraño en él.
"No lo pongo en duda."
Sonrió levemente, como
si estuviera
preguntando por
segunda vez de qué
color era el cielo.
"¿Me perdonarás?"
Murmuró más bajo.
"¿Perdonarte qué?
Harry, si alguien tiene
que pedir perdón..."
Harry puso sus dedos
sobre los labios de
Severus impidiéndole
continuar. Su expresión
diciéndole a las claras
que no continuara con
esa línea de
pensamiento.
"No me siento muy
diferente de la última
vez, tan sólo por este
vacío..." Musitó
inseguro. "¿Cuánto
tiempo crees que
tengamos?"
"Pensé que al menos
una semana... pero
parece que serán unos
días más." Harry cerró
los ojos y con lentitud y
cuidado apretó al
hombre contra su
pecho. Severus por su
parte recostó su cabeza
allí, sobre las manos de
ambos aún
entrelazadas. Cuando
Harry volvió a hablar ya
comenzaba a pensar
que se había quedado
dormido de nuevo.
"¿Qué harás entonces?"
Susurró apenas. Un
susurro aún más quedo
fue la respuesta que le
dio su esposo.
"Ya te dije lo que haré."
"Severus..." Gimió con
voz suplicante pero el
hombre negó
enderezándose
levemente.
"No, Harry. Es lo
correcto."
"No me hables de lo
que es correcto ahora
cuando me hace daño
que lo hagas. ¿Por qué
no puedo tener lo que
quiero por una vez en
mi vida?" Sabía que se
comportaba como un
niño con un berrinche,
pero no hubiera podido
evitarlo por más que lo
deseara. Severus era
algo con lo cual se
sentía el ser más
egoísta del mundo. Era
suyo y no podía estar
lejos de él en ningún
momento. Era como si
la poción no hubiera
perdido su eficacia en
ese sentido.
"Pensé que siempre
habías tenido lo que
querías."
"Quería una familia...
tuve a los Weasley,
pero ahora mi familia
eres tú."
"¿Por qué mejor
dejamos esta charla
para otro momento?
Debes descansar."
"Ya no me siento tan
cansado."
"Entonces acompañame
a desayunar. Luego que
te des un baño, claro
está." Harry asintió y
Severus se levantó de
su lado permitiéndole
hacer lo propio.
"¿Me esperarás?" El
maestro de pociones
asintió y Harry pareció
animarse un poco.
Severus pensó que la
sonrisa en el rostro de
su esposo valía la pena
ese pequeño sacrificio.
Esa sonrisa sería algo
que extrañaría en los
años por venir.
Cuando hubo entrado a
la ducha Severus llamó
a uno de los elfos y le
informó que pronto
bajarían a desayunar.
Luego se sentó en la
cama a esperar.
Podía escuchar el agua
corriendo y le pareció
demasiado corto el
tiempo cuando Harry
apareció en la puerta
del baño envuelto en
una bata y con los
largos cabellos
húmedos y pegados a
su espalda y pecho.
Unos instantes
transcurrieron con
Harry parado en la
puerta del baño y
Severus observándolo
desde el centro de la
cama antes que Harry
se moviera en su
dirección. Le pareció
que sus mejillas
estaban algo rojas pero
no sabía si por efecto
del agua caliente. Los
movimientos de su
joven esposo parecían
tímidos y reservados
pero lo llevaron sin
tardanza hasta su lado.
"Severus... creo... creo
que ya sé qué es lo que
me falta, este vacío..."
El aludido le devolvió
una expresión curiosa
como sólo él sabía
darla, seria, en
apariencia cínica, de
labios brevemente
curvados entre una
mueca y una sonrisa de
autosuficiencia como si
ya supiera la respuesta.
Los labios de Harry
temblaron así como los
músculos de su pecho y
los de sus brazos
cuando los apoyó en la
cama para poder
acercar su rostro al de
su esposo.
Con las verdes pupilas
fijas en aquellas tan
negras se detuvo
inseguro, retrocedió un
poco pero finalmente
terminó de acercarse
para darle un beso
casto, apenas un roce
que lo hizo cerrarse a la
luz de la habitación
para poder sentir la
cálida piel de Severus
bajo sus labios.
Se separó apenas unos
segundos después y al
ver que el hombre no
se alejaba volvió a
repetirlo, esta vez por
un poco más de tiempo,
obteniendo el mismo
sentimiento. Pero
Severus aún no
respondía, no se
animaba a hacerlo,
estaba petrificado
queriendo que aquel
momento durara
eternamente como
había prometido la
poción.
No fue hasta que Harry
lo besó por quinta vez
que separó los labios
levemente
permitiéndole acceso al
interior de su boca. El
joven lo imitó,
deslizando sus labios
abiertos sobre los suyos
para después volver a
intentarlo. Cuando sus
lenguas se tocaron fue
como si el mundo se
detuviera junto con sus
cuerpos. Ambos tan
quietos, temiendo
continuar, temiendo
terminar pero
disfrutando de igual
forma de lo que
sentían.
La respiración de Harry
finalmente escapó de
sus pulmones con
suavidad y tomó aire,
como el que se prepara
para zambullirse bajo el
agua sin prisas antes de
pegar su pecho contra
el de Severus y
envolverlo en sus
brazos. Unió
nuevamente sus labios
y un leve gemido se
produjo en su garganta.
Un gemido complacido
y satisfecho. Severus
no podía rebelarse
contra tanto
sentimiento,
simplemente era
demasiado y sus brazos
se enredaron en la
cintura de Harry
mientras sus labios
comenzaron a besar el
rostro de su amado
esposo con ternura.
Besó sus labios, luego
sus mejillas, sus ojos,
su sien y finalmente
acurrucó la cabeza de
Harry, mejilla contra
mejilla suspirando
quédamente.
"Esto era lo que me
faltaba." Murmuró
Harry con una sonrisa
esperanzada. Severus
acarició sus largos
cabellos.
"¿Qué voy a hacer
contigo?" Le dijo
ocultando su propia
tristeza en la esperanza
de Harry.
"Amarme."
"¿Y cuando ya no me
ames?"
"Puede que nunca
amara al Severus
Snape que me obligó a
casarme bajo
amenaza... pero creo
que puedo amar al
Severus en que te has
convertido para mí. Tan
sólo necesito una
oportunidad."
No quiso responder. El
muchacho siempre se
salía con la suya...
siempre. Aunque esta
vez estaba seguro que
no le molestaría si el
hijo de James y Lily lo
lograba.

La tensión en la
Madriguera de los
Weasley era un peso
abrumador sobre la
mesa a la cual estaban
sentados pero Harry
parecía no notarla.
Estaba feliz de estar
nuevamente allí entre
aquellos que
consideraba su familia.
Los gemelos parecían
ser los menos
afectados, pero Ron
miraba a su antiguo
profesor de pociones
como el que mira a un
áspid venenoso
mientras sostiene una
lanza en su mano
analizando la mejor
forma de clavarla en
tierra. Molly intentaba
por todos los medios
que la cena fluyera con
normalidad mientras
Arthur miraba a sus
hijos como retándolos a
que dijeran algo fuera
de lugar en su casa.
Los había sentenciado
mucho antes de que
Harry y su esposo
llegaran. No quería bajo
ningún concepto que se
repitiera la misma
situación que había
transcurrido durante
seis años y que los
había mantenido
separados de Harry.
El moreno de ojos
verdes por su parte,
estaba feliz de poder
verlos nuevamente. Los
había extrañado
demasiado y ahora que
estaba en aquella dificil
situación los necesitaba
más que nunca. Los
había extrañado y se
sentía raro al verlos tan
cambiados... tan
crecidos. Ginny, por
ejemplo, se había
convertido en una
hermosa joven de
cuerpo redondeado, el
tipo de belleza
campesina de hermosas
curvas y cintura fina.
Los gemelos, aunque no
se habían convertido en
hombres de cuerpos
toscos como Ron, Bill o
Charlie, reflejaban en
sus rostros una
madurez cuajada de
picardía, la chispa
traviesa negándose a
dejarlos. Un par de
cicatrices adornaban
sus manos y sus brazos
aquí y allá, muestras
viva de algunos
experimentos fallidos
con sus propios
artículos de broma.
Severus intentaba
comportarse
civilizadamente hacia
sus anfitriones, lo que
significaba que estaba
totalmente callado y
concentrado en el plato
de comida que tenía
frente a sí mismo.
La cena era al aire libre,
bajo el cielo estrellado
ya que además de los
Weasley estaban
presentes sus
respectivas compañeras
y compañeros. Varios
niños correteaban
alrededor, pequeños
pelirojos mostrando la
herencia familiar con
orgullo. Harry, en
medio de todos,
conversaba
animadamente con los
gemelos, quienes a
ambos lados de la
pareja que formaba con
Severus hablaban de
varios de sus inventos
con Harry en un intento
por relajar el ambiente.
Pero cuando comenzó a
entrar la noche Severus
se levantó de la mesa y
se disculpó con todos
para irse a dormir.
"¿Sev?"
"No te preocupes,
Harry. Estoy un poco
cansado, sólo eso. ¿Por
qué no te quedas y
terminas de ponerte al
día con tu familia? No
quiero dañarte la noche
con mis achaques de
mazmorra." Luego de
discutir lo más
diplomáticamente
posible Severus lo
convenció de que no se
preocupara y se retiró a
una de las habitaciones.
Ya desde un principio
habían planeado pasar
la noche en la
Madriguera para que
Harry pudiera pasar
más tiempo con sus
amigos. No que Severus
fuera el hombre más
feliz del mundo por ello,
pero sentía que se lo
debía al joven.
Media hora más tarde
Molly se disculpó de la
mesa con la excusa de
ver que Severus
estuviera cómodo en su
habitación. Al tocar a la
puerta un Severus ya
en pijamas la recibió.
"¿Se le ofrece algo,
señora Weasley?" Su
expresión tan plácida
como podía, o sea,
como estatua de piedra.
"Molly, Severus,
llámame Molly, no es
como si no nos
conociéramos." El
hombre asintió
levemente intentando
evitar cualquier
malentendido con la
mujer. "Quería saber si
no necesitabas nada
adicional. No es mucho
lo que podemos ofrecer
pero..."
"No te disculpes, Molly,
no hay necesidad. Esta
es tu casa y yo soy el
que te agradece que
nos recibieras en tan
corto tiempo y en las
circunstancias
actuales."
"¿Circunstancias
actuales?"
"¿No te comentó nada
tu hijo Ronald?" Le
preguntó con aquella
calma que lo
caracterizaba, como
cuando daba clases en
Hogwarts.
"Sí... me comentó algo.
Pero es algo dificil de
creer. Sabes que Arthur
y yo te conocemos
desde hace mucho
tiempo y dudo que
realmente quisieras
dañar a Harry como
insinúa Ronald."
"Pues no dudes de la
palabra de tu hijo..."
"Pamplinas, Severus. Si
fueras el bastardo,
perdonando la
expresión, que dice mi
hijo que eres, entonces
no te habrías
enamorado de él. Y no
me pongas esa cara,
que Ronald también nos
comentó de ese
asunto." Severus la
miró confundido.
"¿Pensabas que no me
lo diría? Ron es un buen
chico y será todo lo
cascarrabias que pueda
ser pero su boca no
sabe mentirme. No, a
su madre no le puede
mentir. El tiene un
corazón demasiado
grande y sus labios no
pueden mantenerlo
callado por mucho
tiempo."
"Ese bocazas
malcriado..." Masculló
entre dientes apretados
provocando en la mujer
de regordetas mejillas
una expresión
maternal.
"Ah, ah, ah." Lo
amonestó la mujer con
media sonrisa. Severus
infló el pecho ofendido.
"Entonces también le
debe haber comentado
que pienso divorciarme
de Harry tan pronto me
lo permita." La mujer
miró a ambos lados del
pasillo asustada y
empujando a Severus al
interior de la habitación
cerró la puerta tras de
sí.
"Shhh¿quieres que te
escuche?" Severus
volteó los ojos y se
dirigió con pasos
apurados a la cama.
"Mujer, Harry ya lo
sabe."
"No me refiero a
Harry."
"¿Entonces a quién
demonios?"
"Ssshhh. No me digas
que un maestro de
pociones como tú no se
ha dado cuenta."
Replicó mirando con
insistencia a su vientre.
Claro que Ron le había
comentado lo... extraño
que se veía su ex
profesor. La vida
sedentaria con Harry le
ha sentado bien. Eso
había mascullado Ron
cuando le había
comentado a su madre
de la visita. Ya no se ve
tan pálido y no parece
un murciélago del
infierno. Está triste, sí,
pero aún así pareciera
como si brillara.
Demonios sangrientos,
si hasta pareciera tener
unas cuantas arrugas
menos.
"No sigas hablando
tonterías, Molly. No sé a
qué te refieres." Le dijo
algo nervioso.
"Claro que lo sabes...
claro que lo sabes,
Severus Snape. Y no se
lo has dicho a Harry.
¿Sabes cómo se pondrá
cuando lo sepa?"
"Tengo una leve idea."
Murmuró llevandose
una mano al puente de
la nariz y apretando los
ojos. "El disgusto será
fenomenal."
"¿Disgusto?"
"¡Disgusto!" "¿Acaso no
conoces a Harry?"
"¡Estará muerto de la
felicidad!" (Sorry, pero
si no es así me come
los símbolos de
interrogación y de
expresión.)
"Molly, te suplico que
no le digas nada aún."
"¿Por qué no? Debería
saberlo ya. Tiene
derecho a saberlo."
"Y mi derecho es poder
decírselo antes que
nadie más."
"Eres un tonto,
Severus. Antes te
comportaste como un
bastardo pero ahora
eres un supremo tonto.
Luchaste por una
venganza y ahora no
quieres luchar por el
amor." Le reclamó
llevándose las manos a
la cintura en pose
intimidante.
"No lo merezco."
Susurró el moreno tan
bajo que pensó que la
mujer no lo había
escuchado.
"Quizás no lo merezcas
pero Harry sí. Se
merece la familia que
quiere, tú se la puedes
dar y reparar el daño
que hiciste."
"¿Pero la querrá cuando
todo esto termine? No,
Molly, no puedo
arriesgarme aún."
"Ay, Severus. Ya verás
que con Harry,
arriesgarte es lo
primero que debieras
hacer." Terminó por
decirle la mujer
mientras sacudía la
cabeza en un gesto
maternal que no le
hacía mucha gracia a
Severus. "¿Quieres que
te traiga un chocolate
caliente? Puedo hacerlo
doble para ti."
Severus arqueó una
ceja ante el
atrevimiento de la
mujer de suponer lo
que le gustaba o no sin
conocerlo... "¿Cómo
sabes que me gustará
doble?"
"Mientras más
gruñones, más dulce
necesitan." El hombre
la miró con gesto
derrotado y asintió.
Molly sonrió y se dio la
vuelta para salir pero
antes que lo hiciera
escuchó nuevamente a
Severus.
"¿Tienes un poco de
crema?"
"Claro, Severus. Crema,
pastillas de altea y
galletas de mantequilla
recién horneadas."
Severus se fue a sentar
en la cama a esperar.
No pasaron mas que
nos cuantos minutos
que ya Molly estaba de
vuelta con una enorme
taza de chocolate bien
cargado, crema y
galletas que puso sobre
la mesa de noche en la
habitación de
huéspedes que habían
despejado sólo para
ellos.
"Gracias, Molly."
"Severus..." Comenzó a
decirle la mujer algo
cohibida, cosa que
sorpendió al hombre
puesto que la mujer era
todo menos tímida.
Levantó el rostro en su
dirección con una
expresión neutra. "...lo
que sea que pase... si
lo deseas, serás
bienvenido siempre.
Quizás no llegues a
considerarnos amigos
cercanos pero si para
algo te podemos ser
útiles estaremos
dispuestos."
"Hablas por toda tu
familia."
"Mis hijos no siempre
son los más comedidos
o amables, pero nunca
han dejado que sus
desacuerdos les
impidan hacer lo
correcto. Bueno...
quizás Percy se ha
desviado un poco, pero
creo que sabes a qué
me refiero. Si no fuera
así Ronald no te hubiera
dado una oportunidad y
él es el más terco de
todos mis hijos." Y sin
más la mujer lo dejó a
solas en la habitación a
la espera de Harry.
Su esposo entró cerca
de la una de la mañana
cuando finalmente sus
amigos pelirojos le
permitieron retirarse a
dormir por insistencia
de Molly. Sin hacer
ruidos cerró la puerta,
se cambió y se deslizó
bajo las sábanas a su
lado. Lo sintió darle un
suave beso antes de
recostarse a su lado.
"Aún te amo, Severus."
Susurró pensando que
dormía y sintió una
calidez en su pecho que
amenazó con aguarle
los ojos. ¿Cómo podía
simplemente olvidar al
joven que le había
robado el alma y el
corazón? Aunque no lo
amara él ya no podía
olvidarlo. Sabía que
sufriría y aún así se
aferraba tontamente a
una ilusión que pronto
se desvanecería.
Permitió que Harry se
durmiera a su lado y
cuando estuvo seguro
de que estaría
completamente dormido
se levantó de la cama.
No podía dormir
sabiendo que el día de
mañana podría ser el
último día en que los
ojos verdes lo miraran
con adoración.
Salió sigilosamente y
llegó hasta la cocina
donde se sirvió un vaso
de agua y se fue a
sentar en la sala, en
uno de los muebles
remendados que había
allí. Al hacerlo pudo
comprobar que a pesar
de estar remendados
eran posiblemente más
cómodos que un par de
muebles nuevos. Se
arropó con una de las
colchas que al parecer
había doblada sobre
uno de los brazos con el
propósito de alejar el
frío que se colaba.
No se percató de
cuándo comenzó a
cabecear pero al
escuchar una voz decir
su nombre despertó de
inmediato. No tenía su
varita, cosa que
lamentó de inmediato.
No podía darse el lujo
de simplemente bajar la
guardia nuevamente y
que se repitiera algo
como el último ataque
durante el aniversario
de Harry y suyo.
"Snape." El nombre le
trajo dolor, más del que
suponía. Tan sólo los
recuerdos de Harry
llamándolo por aquel
nombre le causaban
más dolor del que
hubiera imaginado
tener que soportar.
Distinguió tras la luz de
la varita el rostro del
menor de los Weasley,
menor en edad porque
su altura era
intimidante, al menos
para Severus. "¿Qué
hace levantado¿No
estaba Harry en la
habitación?" Preguntó
con cierta
preocupación.
"Todo está bien. Es sólo
un poco de insomnio."
Le aseguro sin
sentimiento en la voz y
queriendo que lo dejara
solo tan pronto fuera
posible.
"¿En serio? Pensé que
lo que en realidad no lo
dejaba dormir eran sus
acciones y no un simple
insomnio." El hombre
de rojos cabellos se
acercó hasta el sillón
que quedaba del otro
lado justo frente a él y
trepó los pies sobre la
mesita que quedaba en
el centro de la sala.
Severus le dio una
mirada incrédula al
verlo ponerse cómodo
en su presencia. Rodó
los ojos y pensó que lo
mejor sería buscarse
otro lugar para pasar la
preocupación. "Me
disculpa si no me siento
con ánimos de escuchar
su charla, señor
Weasley. No es como si
me ayudara a dormir."
"Uhhh, estamos algo
sensibles. ¿No?"
Severus se levantó
resuelto a devolverse a
la habitación pero el
pelirojo se levantó
préstamente y se
interpuso en su camino
con el suficiente
atrevimiento de ponerle
las manos encima para
detenerlo.
"Señor Weasley, retire
sus manos de mi
persona." Siseó
enojado.
"Ron, Ronald, como
sea, pero no me vuelva
a llamar señor Weasley.
Eso está bien para
cualquiera de mis
hermanos mayores. Y ni
piense que se me va a
escapar sin que
hablemos antes."
Severus se retiró unos
pasos logrando que el
amigo de Harry lo
soltara. Con todo le
sorprendía que el
hombre se tomara para
sí mismo la libertad de
tutearlo de aquella
forma.
"No tenemos nada de
qué hablar ya." Volvió a
sisear entre dientes.
Ron se cruzó de brazos
como si mirara a una
inofensiva serpiente
intentando estrangular
a un elefante.
"Claro que sí. Además,
no pierde nada, tiene
insomnio, no es como si
pudiera dormir de todas
formas." Severus
suspiró con la lógica del
hombre y luego de
analizar sus
posibilidades de escapar
a la habitación dio un
profundo suspiro y
procedió a sentarse
algo tenso en el sofá.
"¿De qué es lo que
quiere hablar?" Ron
rodó los ojos cuando el
hombre volvió a tratarlo
de usted pero no dijo
nada al respecto.
"Estuve hablando con
Harry hoy. Está muy
cambiado... pero a la
misma vez comienza a
ser el mismo de antes."
"Volverá a ser
exactamente el mismo
de antes."
"No lo creo." Severus
arqueó una ceja y el
pelirojo le dio una
mirada calculadora,
como si buscara algo. El
silencio se alargó hasta
que el moreno comenzó
a molestarse.
"Vaya al punto antes
que finalmente
comiencen a salirme
canas." Le dijo entre
dientes, lo que hizo
sonreír al hombre
nuevamente
infuriándolo por no
saber qué demonios le
causaba tanta
diversión.
"Harry está volviendo a
ser el mismo que era
antes... sí. Pero ahora
desea las cosas con
más fuerza, con más
pasión. Estuvimos
hablando sobre la
situación entre ustedes
dos."
"¿Y qué fue lo que
dijo?" El sentimiento en
su voz se escapó
desnudo, fácil de
reconocer. Al momento
reconoció su error y de
no haberlo hecho la
sonrisa de Ron
igualmente lo hubiera
acusado sin tener que
decir más, pero el
pelirojo se tomó la
satisfacción del mundo
en decirlo.
"Severus Snape...
realmente estás
enamorado de Harry.
¡Quién lo hubiera
creído! Al principio no lo
creí. Debo admitir que
me rehusé
rotundamente a creerlo.
Pero ahora..."
"Weasley..." Le dijo
rehusándose a llamarlo
por su nombre de pila.
"Si ya terminó de
vanagloriarse de sus
conocimientos podría
decirme qué fue lo que
dijo Harry."
La mirada de Ron se
volvió seria. Tan seria
como era capaz y
Severus arrugó el ceño
confundido. El pelirojo
se inclinó hacia
adelante en el asiento
con sus manos
firmemente plantadas
en sus rodillas y cara de
pocos amigos. "Dijo...
que primero muerto
antes que firmar los
papeles del divorcio."
Severus se dejó ir hacia
atrás en el sofá, con los
ojos como en blanco
intentando analizar lo
que quería decirle el
hombre. "Y yo le creo. Y
si algo le vuelve a pasar
a Harry por su culpa...
no me importará que
haya estado realmente
enamorado de él. Esta
vez las va a pagar."
"Nada saca con
amenazarme."
"Estoy siendo serio. No
me gustó para nada el
tono con el que Harry
me lo dijo y a pesar del
tiempo que estuvimos
lejos él sigue siendo
obstinado y obtendrá lo
que quiere. Si logró
burlarlo una vez, no
dudo que encuentre la
manera de cumplir con
este último deseo."
"¿Y qué es lo que me
aconseja¿Que espere
hasta el final para ver
cómo me rechaza¿O ver
cómo me repudia por lo
que le hice?" Siseó el
moreno con ira apenas
contenida. "No sé si
sobreviva eso."
"Harry sobrevivió cosas
peores que esas."
Severus se levantó
dispuesto a retirarse. La
charla no le hacía bien.
"Pero yo no soy Harry...
sólo soy Severus
Snape. Tan sólo un
slytherin. No tengo el
coraje para sobrevivirlo.
Nunca antes sentí
esto... y no existe en el
mundo nadie más
aparte de él que me
haga sentir de esta
forma. Y si él cambia no
me queda nada que
valga la pena." Sin
embargo, una voz en su
consciencia lo
contradijo firmemente.
Claro que tenía ya algo
por lo cual vivir... si es
que sobrevivía.
"Cuidado con lo que va
a hacer." Le advirtió el
pelirojo refiriéndose a lo
que haría de ahora en
adelante.
"Haré lo que sea
necesario." Severus se
alejó tan rápido como
pudo, escaleras arriba
en dirección a la
habitación de su esposo
mientras los ojos azules
de Ron lo seguían.
"No seas tonto,
Severus... no seas
tonto, por favor."
Capítulo 7

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

La mañana siguiente
halló a Harry solo en la
cama. Al notarlo se
levantó tan pronto pudo
intentando contener el
mareo que le causaba
moverse con tanta
celeridad. Se vistió y
casi rasgó el pantalón
que intentaba ponerse.
El corazón le latía
desbocado pensando en
que Severus lo había
dejado allí y se había
ido para la casa,
escapándosele de
nuevo. No se había
puesto bien las botas
cuando intentó ponerse
en pie y se fue de
bruces quedando
desparramado sobre el
suelo.
"¡Maldición!" Exclamó
dando con los puños
sobre el suelo de
madera. Justo en esos
momentos se abrió la
puerta y Severus lo
miró con una ceja
arqueada. Aquella
expresión de
contrariedad se parecía
tanto a la de aquel
jovenzuelo que tomaba
sus clases, justo en el
momento cuando
deducía puntos de su
casa por cualquier
tontería.
"¿Harry?" Le dijo con
cierto tono divertido.
"¿Qué pasa¿Se quema
algo?" Harry en el suelo
respiraba con fuerzas
pero entre dientes
porque los tenía tan
apretados y sus ojos
parecían dos llamas de
fuego esmeralda que
hizo que Severus
arqueara más si era
posible la ceja con la
que cuestionaba a su
esposo.
El ojiverde se puso en
pie cuan alto era y se
acercó a Severus unos
pasos, ceño fruncido y
aún respirando
forzadamente como si
estuviera a punto de
agredirlo. Por eso,
cuando levantó
rígidamente un dedo en
dirección a Severus
este último no pudo
evitar una levísima
reacción de pánico.
"Nunca. Jamás. Vuelvas
a dejarme así." Jadeó
apenas conteniendo las
lágrimas. Severus dejó
que la tensión en sus
hombros se esfumara y
tomó en consideración
el estado de su esposo.
Obviamente acababa de
levantarse, aún tenía
los cabellos
desordenados y las
marcas de las colchas
surcaban su rostro y
cuello en algunas
partes. Se había hallado
en la cama solo y
seguramente había
pensado que
aprovecharía la
oportunidad de estar en
casa de los pelirojos
para dejarlo en lo que
podría llamarse buenas
manos.
"Sólo fui por el
desayuno." Le
respondió mostrándole
la bandeja que traía en
las manos. Harry miró
la bandeja y luego miró
el rostro de su esposo
que mostraba algo de
preocupación pero
también alivio. Claro
que había notado la
forma en que el cuerpo
de Severus se había
alejado del suyo al
acercarse, a veces se
olvidaba que ya era un
hombre y no un
muchacho y que podía
si quisiera dominar a
Severus, quizás no con
magia pero sí
físicamente puesto que
la varita del hombre no
se veía por ninguna
parte y tenía las manos
ocupadas con la
bandeja.
Había reaccionado
histéricamente y no
entendía por qué.
Severus no había vuelto
a mencionar nada del
divorcio y le había
prometido quedarse a
su lado¿por qué
entonces había pensado
en que lo había
abandonado
nuevamente? Se sintió
sin fuerzas cuando
aquel temor de haber
perdido a su esposo
desapareció.
De pronto Severus se
vio sin bandeja y con su
esposo en brazos. A
dónde pudo
desaparecer el
desayuno no tenía idea
pero cuando sintió que
el cuerpo de Harry se
estremecía con
pequeños sollozos se
olvidó por completo de
la bandeja, del
desayuno, de lo tierno
que le había parecido
aquella expresión
enfurruñada al darse
cuenta de había
malentendido lo que
sucedía y de todo.
"¿Harry, qué sucede?"
Preguntó confundido.
"¿Harry?" Por un buen
rato no pudo sacarle
palabra pero cuando
finalmente su esposo lo
miró a los ojos supo
que jamás podría
soportar ser el causante
de aquella mirada tan
desolada.
"Lo siento, yo...
pensé..."
"Ssshhh... no fue nada.
Con todo lo que ha
pasado era de
esperarse que
reaccionarás así. Pero
te prometo que pase lo
que pase no voy a
desaparecer así sin
más. ¿Está claro?"
"¿Lo prometes?"
"Lo prometo. Palabra de
magos." Dijo llevándose
una mano al corazón. Al
parecer Harry se
tranquilizó con eso y
Severus suspiró
aliviado. "Le pediré a
Molly que te prepare un
té para que te
calmes¿está bien?"
Harry asintió pero
ambos se sobresaltaron
cuando la señora
Weasley apareció en la
puerta con la bandeja
del desayuno en las
manos.
"Pensé que te habías
llevado esto, Severus.
Parece que lo olvidaste
en la cocina. Buenos
días, Harry, querido.
¿Todo bien?" Preguntó
con instinto maternal
cuando vio los ojos y la
nariz levemente
enrojecidas.
"Sí, señora Weasley,
todo está bien, sólo fue
un malentendido. De mi
parte." Se apresuró a
agregar.
"Gracias por subir la
bandeja, Molly. Pero
creo que Harry necesita
un té también.
Pareciera que uno de
tus hijos le hizo una
broma y está algo
nervioso." La mujer los
miró con sospecha pero
finalmente asintió
dándole la bandeja a
Severus.
"Esos chicos nunca
aprenden." Murmuró la
mujer mientras iba
pasillo abajo.
El maestro de pociones
dejó la bandeja sobre la
cama y se giró para
mirar a su esposo que
parecía querer morir de
la verguenza por lo que
acababa de suceder. En
silencio le hizo señas
para que se acercara y
así lo hizo. Severus
entonces pasó una
mano por los cabellos
aún enredados
alisándolos un poco con
suavidad para luego
tomarlo con suavidad
de la nuca y bajarlo a
su hombro. Ni corto ni
perezoso Harry pasó
sus brazos por debajo
de los brazos de
Severus pegándolo a su
cuerpo con febril
ansiedad.
Severus continuó
acariciando los largos
cabellos hasta que Molly
regresó con el té para
Harry. Por Merlín... iba
a extrañar tanto tenerlo
así en sus brazos.
Cuando Severus y
Harry regresron a la
mansión Snape a través
de la red floo, Harry
casi se tropezó al salir,
como siempre pero
además de eso se sintió
levemente mareado.
Miró la chimenea con
recelo y se prometió
que la próxima vez
viajarían de forma
normal... bueno, que no
fuera a través ni de
chimeneas ni de
trasladores ni
apareciéndose.
Cualquier cosa que no
conllevara girar varias
veces en el aire para
luego intentar aterrizar
de pie. Ni siquiera bajo
los efectos de la poción
le había gustado
hacerlo y no entendía
por qué Severus
Una lechuza real
esperaba parada en el
perchero de la sala con
un rollo de pergamino
elegantemente atado a
su pata derecha.
Severus se acercó y le
quitó el pergamino pero
el ave se quedó
esperando respuesta.
"Lucius ya regresó de
su luna de miel al
parecer." Musitó
mientras leía la carta.
"Nos invita a tomar el
té mañana en la tarde."
Volvió a enrollar el
pergamino y se dirigió a
la mesa del comedor. A
una orden suya
aparecieron tintero,
pluma y pergamino.
"Pensé que querría
pasar más tiempo a
solas." Lo vio escribir
una respuesta y luego
atársela a la pata a la
lechuza.
"Iré a descansar un
rato." Musitó Harry
pensando en que era
muy pronto para volver
a hablar con Lucius.
"Los gemelos me
agotaron con el juego
de quidditch. Así no
estaré medio
adormilado mañana
durante el té."
"No hace falta que te
preocupes por eso,
Harry. Le escribí una
disculpa a Lucius. Yo
también estoy cansado.
Sobrevivir a los
Weasley no es una
tarea fácil para un viejo
profesor de pociones
como yo." Harry sonrió
con picardía.
"Si eres un viejo
maestro de pociones
entonces quiero
envejecer como tú.
Vamos arriba." Le
extendió la mano con
naturalidad y Severus la
tomó sin pensarlo
demasiado. El ojiverde
sintió un corrientazo de
alegría cuando su
esposo no lo rechazó
pero no comentó nada
por miedo a dañar el
momento o que
Severus recordara su
terquedad.
Se internaron en una de
las habitaciones de
descanso donde se
acostaron sobre un
majestuoso reclinatorio
de suave relleno.
Severus apoyando su
cabeza en el abdomen
de Harry mientras este
se dedicaba a enredar
sus dedos en sus
cabellos, disfrutando el
simple placer de
sentirse mimado aún
por su esposo.
Ya había cerrado los
ojos y Harry comenzaba
también a cerrarlos
cuando escucharon el
chisporroteo de la
chimenea. Fue Harry
quien levantó un poco
la cabeza al ver un
rostro entre las llamas.
"¿Severus?" Musitó
adormilado. "Creo que
alguien está en la red
flu." Severus abrió los
ojos y se volteó a ver
hacia la chimenea.
Efectivamente había un
rostro flotando entre las
flamas pero no podía
distinguirlo con
claridad.
"Maldita red flu. Pediré
que la desconecten de
toda la casa." Gruñó
Severus lo
suficientemente alto
como para que la
persona en las flamas
los escuchara.
"Lo siento, Severus.
Pero me sorprendió tu
negativa a
acompañarme mañana
al té así que pensé que
sería algo serio. Veo
que mi preocupación
está de sobra." La voz
no era otra que la de
Lucius Malfoy y por lo
que se escuchaba la
situación lo divertía un
poco.
"Y yo pensaba que un
joven veela podría
mantenerte ocupado
por mucho más
tiempo."
"Querido amigo,
siempre tengo tiempo
para cultivar las viejas
amistades. Pero como
veo que soy inoportuno
dejaré la charla para
mañana, si crees que
estarás desocupado."
"Si llamas antes de las
diez de la mañana
reconsideraré
seriamente nuestra
vieja amistad." Ambos
escucharon la risa de
buen grado que Lucius
les regaló a modo de
despedida. "Maldito
bastardo, debí saber
que no se conformaría
con una negativa
escrita." Volvió a
dejarse caer sobre su
esposo y con un leve
ronroneo se acomodó
nuevamente haciendo
que Harry sonriera y
volviera a acariciarle los
cabellos.
En contraste con los
negros cabellos y la
mano de Harry refulgía
suavemente el anillo en
su dedo. Intentó
recordar la segunda vez
que Severus se lo había
dado porque la primera,
que había sido durante
la ceremonia forzada la
recordaba a la
perfección. Pero sabía
que el hombre se lo
tenía que haber quitado
para ponerle aquella
nueva inscripción que
había descubierto en su
interior. "Pase lo que
pase... por siempre."
Recitó de memoria.
Severus levantó un
poco la cabeza y lo
observó atentamente.
"Pase lo que pase."
Repitió acariciando el
rostro sempiternamente
serio de su esposo.
"¿Cuándo te
enamoraste de mí, Sev?
No puedo recordarlo
con exactitud."
Murmuró con cautela,
temeroso de que el
hombre le negara sus
sentimientos. Severus
dejó escapar un largo
suspiro y volvió a
recostarse sobre su
estómago.
"Supongo que fue algo
paulatino. Llorabas
todas las noches desde
que te tomaste la
poción. Llorabas y yo
podía escucharte hasta
mi habitación. Me
estabas enloqueciendo."
Sin que su esposo lo
viera sonrió levemente
y sus ojos oscuros se
volvieron como portales
del pasado mirándolo
todo como si lo
estuviera viviendo otra
vez. Harry también
sonrió porque mientras
el hombre hablaba él
también recordaba tan
claramente como si
pasara en esos
momentos.
"Pensé que te
deshidratarías llorando.
Tampoco querías comer
si yo no estaba. Una
noche te permití dormir
dentro de mi
habitación, sólo porque
prometiste que no
llorarías si te lo
permitía. Desde ese día
no pude sacarte de ella
y cada vez dormías más
cerca de mi cama.
Supongo que me
acostumbre a tu
presencia. Pero una vez
viste que habías ganado
tu primera batalla
continuaste con las
demás."
Severus se acomodó
nuevamente mientras
intentaba recordar el
resto.
"Antes de darme cuenta
de lo que ocurría
realmente ya dormías
en mi cama y
practicamente comías
encima mio. Eras...
muy persistente.
Cuando descubrí que
una sola muestra de
cariño mio era
suficiente para me
dieras un poco de
espacio ya había caído
profundamente en tus
seducciones. Entonces
llegué a la conclusión
de que si iba a vivir el
resto de mi vida sin
poder obtener la
venganza que había
planificado al menos iba
a sacarle provecho a la
situación. Bueno...
necesitaba una excusa
para corresponderte y
esa me pareció
bastante creíble."
Harry dejó escapar un
sonido entre divertido y
conforme con la
explicación.
"Pero sería demasiado
estúpido como para no
darme cuenta de lo que
había pasado realmente
y desde ese día tuve
miedo."
"¿Miedo?"
"Sí... miedo."
"¿De que sucediera
esto?"
"Algo así. Mas bien
tenía miedo a que la
vida me cobrara todo el
mal que causé... que te
causé. Y como era
mucho, temía mucho."
"¿Y ahora?"
"¿Ahora?"
"Sí. ¿Qué sientes
ahora?" Severus se
encogió ínfimamente de
hombros.
"Siento que se ha hecho
justicia." La respuesta
dejó a Harry en silencio
nuevamente mientras
meditaba en las
palabras.
Justicia. La justicia no
había aparecido en su
vida hasta que ya no la
necesitaba. Irónico,
pero como ya le había
dicho a Severus, la
justicia o lo correcto
llegaban ahora que le
hacían daño sus
resultados.
"Si la vida ha hecho
justicia cobrándote el
mal que me hiciste...
entonces es justo que
me recompense por
todo el mal que he
sufrido. Y ya sé qué es
lo que le voy a pedirle."
Lo besó con calma, con
temor, con ansiedad,
con amor, todo
mezclado amenazando
con reventarle el pecho
pero cuando Severus se
deslizó sobre su cuerpo
cubriéndolo se dejó ir
tranquilamente al placer
de ser uno con su
esposo.

Al día siguiente no
fueron a la Mansión
Malfoy pero no pudieron
librarse de la visita de
Lucius. El hombre llegó
a través de la chimenea
junto con su flamante
esposo, Misha,
obligando a Harry y a
Severus a vestirse
formalmente para
recibirlos y tomar el té.
Harry vestía una túnica
color chocolate intenso,
con chaleco color azul
grisáceo y camisa
blanca mientras que
Severus había elegido
un conjunto de un
hermoso color azul
níquel. El problema era
que Severus nunca
vestía colores tan
claros, con excepción
del día de su boda y
Harry recordaba
perfectamente esa
túnica que yacía en el
ropero de ambos junto
con la suya. Por ende,
la mirada asombrada de
Lucius no se hizo
esperar pero mientras
tomaban el té guardó
silencio al respecto.
El ambiente entre los
cuatro era de agradable
conversación pues
mientras el esposo de
Lucius, Mish, se
reclinaba levemente
contra su pecho, Harry
había aprovechado para
entrelazar sus dedos
con los de Severus y
mantenerse tan cerca
como le era posible
pero sin atreverse a
recostarse demasiado.
Pero el té fue
interrumpido por varios
visitantes, pequeños
visitantes que parecían
copias en miniatura de
Draco Malfoy.
"¡Andrew, Dereck!"
Llamó enérgicamente
Draco. "¿Qué les he
dicho de correr dentro
de las casas ajenas?"
Aunque estaba aún en
la sala se podía
escuchar claramente su
voz y su enojo por el
comportamiento de los
gemelos.
"Pero papá, es la casa
de tío Severus y tío
Harry." Gimoteó uno de
los gemelos que Harry
tuvo problemas para
diferenciar en ese
momento. Al punto
apareció Draco con el
pequeño Junior en
brazos.
"Nada de peros." Los
amonestó mientras
bajaba al pequeño
Draco. Sólo entonces
vio a su padre sentado
a la mesa con ambos.
"Lo siento, Padre, no
sabía que habías venido
a visitar hoy."
"Tan sólo es el té y ya
terminábamos. ¿Cómo
están mis nietos?" Le
preguntó a los
pequeños quienes sin
esperar se lanzaron
sobre su abuelo. El
pequeño Draco se
acercó a Harry quien no
se hizo esperar para
ponerlo sobre sus
rodillas.
"Jovan está llevando a
Sofía con el medimago,
al parecer pescó la
viruela morada." Musitó
poniendo cara de
circunstancias mientras
se sentaba a la mesa
donde mágicamente
había aparecido otra
silla.
"Al menos es la viruela
morada y no la
retroamnecefália de
cuatro semanas que le
dio al pequeño Draco
hace dos meses atrás.
Volver a cambiarle los
pañales no fue nada
placentero, de hecho, le
pedía a Jovan que le
sacara cita
nuevamente, quiero
estar seguro que no le
afectó en ninguna otra
cosa. " Todos
asintieron. Cuando el
pequeño Draco contrajo
la susodicha
enfermedad mágica
comenzó a comportarse
cada vez más como un
bebé y no fue hasta la
tercera semana que
comenzó a sospechar.
Afortunadamente la
recuperación luego de
la cuarentena había
sido bastante rápida
aunque el pequeño aún
se comportaba algo
tímido.
"Por suerte eso sólo le
da a los niños. Sería
algo desastroso que un
mago adulto la
contrajera. Dudo mucho
que Jovan quiera
cambiarte los pañales,
ehh." Exclamó con una
sonrisa Lucius haciendo
que Draco se
atragantara con las
galletas que acababa de
echarse a la boca.
"Eso no es nada
gracioso, Padre." Pero
las sonrisas en los
rostros de los presentes
decían todo lo contrario.
Al ver la cara que había
puesto su padre hasta
los gemelos
comenzaron a reír.
Harry también reía,
divirtiéndose como
hacía mucho que no lo
hacía y hasta se
preguntaba cómo era
posible tener momentos
tan agradables en
compañía de magos
como los Malfoy o
Severus. Pero al
pensarlo a su mente
vinieron recuerdos de
muchos otros
momentos agradables
entre ellos, incluyendo
también amigos de
Draco que creía
olvidados
completamente y que
nunca hubiera
imaginado haciéndoles
compañía.
Le faltó el aire de tanto
reírse, o eso pensó, por
lo que bajó al pequeño
Draco de sus rodillas. El
pequeño lo miró
enfurruñado y el
ojiverde se sintió
inmediatamente
regañado por aquellos
ojitos grises. "Lo siento,
Dray, es que me falta
un poco el aire." Logró
decirle antes de dejar
de sentir el resto de su
cuerpo y resbalarse de
la silla como en cámara
lenta.
A lo lejos escuchó el
chillido del pequeño
Draco junto con las
voces y los gritos de
Severus y los demás
pero no pudo
contestarle a ninguno.
Sólo cuando vio el
rostro de Severus formó
un te amo con los labios
y sonrió grabándose el
rostro preocupado de su
esposo antes de
desvanecerse
completamente.
Severus lo sujetó antes
que el cuerpo terminara
por relajarse y aunque
todos le preguntaban
qué era lo que le
sucedía a Harry no
podía más que aferrarlo
contra su pecho.
Seguramente cuando
despertara esta vez ya
no quedaría nada de su
amado esposo en la
mente de Harry.
Agachó la cabeza y dejó
escapar un ronco
gemido desesperado.
Sintió que el pecho iba
a reventarle y se llevó
una mano al corazón.
Fue entonces que
Lucius le quitó el cuerpo
de Harry a la fuerza
mientras Draco
intentaba calmarlo. Al
final fue Misha, el
esposo de Lucius, el
que con la varita lo
forzó a calmarse con
uno de los hechizos que
como auror solía
utilizar.
Luego todo pasó como
en sueños. Lucius lo
ayudó a caminar hasta
la chimenea desde
donde llegaron a San
Mungo mientras Misha
cargaba a Harry
seguido por Draco y sus
niños.
Cuando las enfermeras
lo metieron a un cuarto
y comenzaron a dar sus
diagnósticos iniciales
Severus se dejó ir a un
estado de shock leve
donde sólo tenía en la
mente el nombre de
Harry. De ahí ya no
recordó nada más.
Harry despertó solo en
la cama de hospital.
Miró a su alrededor y su
primera impresión fue
la de hallarse flotando
entre nubes blancas,
pero luego al parpadear
varias veces reconoció
el lugar como un cuarto
de hospital. Al ver los
aparatos mágicos que
lo monitoreaban
flotando en el aire supo
que se hallaba
nuevamente en San
Mungo. Se dejó caer en
la almohada pero le
parecía que había algo
que se le estaba
olvidando y por lo más
que quisiera, fuera de
vida o muerte, no
recordaba.
La sensación no lo
dejaba en paz. Se
enderezó un poco sobre
la cama pero de
inmediato recibió un
regaño. No se había
dado cuenta que había
una enfermera en la
habitación. Se volvió a
recostar para
tranquilizarla hasta que
la mujer finalmente se
calmó y lo dejó en paz
diciendo que le iba a
avisar a sus familiares.
Pero los Dursley no
podían estar en San
Mungo¿o sí?
Esperó hasta que la
mujer saliera y con la
magia sin varita que
siempre lo asistía hizo
flotar hacia sus manos
la tabla donde estaban
anotados sus datos y
comenzó a leer.
"Harry Snape... varón,
veintitrés años...
retroamnecefalia...
posible contagio con un
menor." Intentó
recordar lo que
significaba pero su
mente regresó en
blanco por lo que
continuó leyendo.
"Descontrol hormonal
severo y anemia leve
causados por una
temprana etapa de
gestación." La última
palabra el dio vueltas y
vueltas en la mente
pero no lograba
entenderla. Un hombre,
presumiblemente su
medimago entró a la
habitación y le sonrió.
"Felicidades, señor
Snape, a pesar de su
delicado estado ninguna
de sus condiciones
afecta a la criatura, a
excepción de la anemia
que ya hemos
comenzado a corregir."
"¿Criatura?"
"Sí, su criatura. ¿No le
dijo la enfermera? Está
esperando."
"¿Esperando...? Por
Merlín." Y volvió a
desvanecerse, pero
ciertamente escuchó su
propio grito antes de
lograrlo.

Capítulo 8
Los personajes de Harry
Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

Severus despertó
entrado el día para
hallarse con que Draco
lo acompañaba.
"Padrino. ¿Cómo te
sientes?" Draco usaba
con él ese tono que
pocas veces se atrevía
y era cuando estaba
demasiado preocupado
para darse cuenta.
"Cansado. ¿Dónde está
Harry?" Preguntó con
ansiedad temiendo la
respuesta.
"Harry está bien, lo
tienen en observación
por el momento. Está
bastante desorientado
pero aún pregunta por
ti." Le informó el rubio
con una sonrisa. "Los
medimagos dicen que
pronto se recuperará y
volverá a ser el mismo
de siempre. Es su
suerte que siempre le
pasen las cosas más
inimaginables. Ni tú
mismo te hubieras dado
cuenta de lo que tenía."
A esto Severus arqueó
una ceja. ¿Cómo le
decía su ahijado con
tanta tranquilidad que
su esposo pronto sería
el mismo de siempre?
"¿El mismo de
siempre?" Murmuró.
"¿A qué te refieres con
eso?" Preguntó con
cautela.
"A Harry le
diagnosticaron
retroamnecefalia. Lo
mismo que tenía Junior.
Pero eso no es todo lo
que tenía." Esta vez la
sonrisa fue mayor.
"¿Estás seguro que
Harry no ha tenido...
digamos... algún antojo
de comida o algo por el
estilo?"
Severus se quedó
pensativo, primero
intentando recordar si
Harry había tenido
algún antojo pero luego
cayó en cuenta de la
forma en que su
ahijado le había
preguntado, con una
sonrisa pícara y
maliciosa. "Harry nunca
ha sido persona de
antojos." Comentó con
cautela. "Siempre ha
sido de comer poco.
¿Dijiste que tenía qué?"
"Retroamnecefalia. Creo
que de tanto repetirlo
tendré un espasmo en
la lengua mañana."
"¿Por eso estaba
perdiendo la memoria?"
Preguntó con
incredulidad mal
disimulada.
"Así es. No me
extrañaría que pronto
olvide que es un mago.
Pero según los
médimagos ya apenas
le quedan unos días
para pasarla y luego de
eso volverá a ser el de
siempre. Sev... debiste
decirnos algo."
"Yo..."
"Pero se te perdona por
tu estado... cosa que
también debiste
decirnos.
Felicitaciones... por
partida doble."
"¿Partida doble¿Acaso
son gemelos?" Exclamó
con una mueca de
horror.
"No, no son gemelos
pero nacerán muy cerca
el uno del otro. Es
Harry."
"Harry... él está... o
sea..." Draco asintió
con cara de diversión al
ver cuán dificil se le
hacía a Severus decirlo.
"Y dices que volverá a
ser el mismo."
"Así es."
"Entonces la poción no
tuvo nada que ver."
Susurró pero Draco
alcanzó a escucharlo.
"¿Qué poción?" Severus
cerró los ojos y maldijo
en su mente. Al parecer
el embarazo iba a
afectarlo en su lengua.
"Es una larga historia."
Suspiró finalmente sin
ánimos de explicarle a
su ahijado.
"Que puede esperar
para otro momento."
Comentó una voz desde
la puerta. Lucius entró
a la habitación con toda
la pompa que lo
caracterizaba.
"Felicitaciones, Severus.
Debiste decirme en
cuanto lo supiste."
"Me enteré hace muy
poco tiempo." Murmuró
sin demasiada emoción.
"Draco, hijo¿puedes
dejarnos a solas?
Necesito hablar con tu
padrino."
"Claro. Los dejaré a
solas, caballeros, pero
no sin antes recordarles
que Severus aún está
bastante delicado y no
es cosa de juegos.
Necesita su descanso y
cero emociones
fuertes." Su padre lo
despidió con un gesto
de su mano y Draco
rodó los ojos antes de
salir y cerrar la puerta.
Aquellos dos tenían
bastante de qué hablar.
Se encaminó hacia la
salita de espera donde
Misha descansaba un
poco del pandemonio
en el que había
participado. A punto
estaba de sentarse a su
lado para hacer lo
mismo cuando un
pelirojo de gran altura
llegó corriendo por todo
el pasillo casi tirando al
suelo a una de las
enfermeras que lo
amenazó con sacarlo
del hospital si lo volvía
a pillar corriendo
aunque al fijarse mejor
en el uniforme que traía
la mujer abrió los ojos
más de lo normal y se
disculpó por haberle
hablado rudamente.
Draco tenía que admitir
que el uniforme de
auror le sentaba bien al
pelirojo. Lo hacía ver
menos común.
"¡Malfoy!" El huracán
llegó a su lado. "¿Dónde
está Harry?" Draco le
dio una mirada cansada
y decidió que no valía la
pena armar escándalo
por una tontería en
esos momentos. Sabía
que hacía poco Harry y
Severus habían ido de
visita a la casa de los
Weasley en plan de
reconciliación de parte
de la pareja.
"Está en observación.
No tiene visitas
permitidas aún." El
pelirojo pareció detener
todo movimiento de su
cuerpo, porque si bien
antes se había parado
frente a Draco era como
si estuviera preparado
para echar a correr de
nuevo.
"Oh... él está... ¿bien?"
"Sí, Weasley, está bien
por el momento.
Retroamnecefalia y un
poco de anemia. Hay
algo más pero esperaré
hasta que Harry o
Severus te lo quieran
decir." Ron arqueó una
ceja.
"Por Merlín. ¿No podía
agarrar algo más
sencillo?" Exclamó
frustrado pero de
pronto su rostro se
iluminó. "Pero
entonces... eso
significa." Y de la
misma forma en que se
había iluminado se
ensombreció y Draco se
preguntó qué demonios
pasaba por la cabeza de
aquel hombre que era
tan propenso a los
cambios de humor.
"Demonios
sangrientos."
"No sabía que tuviera
un lenguaje tan
colorido, auror
Weasley." Ron miró por
encima del hombro de
Draco para ver a un
auror que conocía
perfectamente.
"Misha. Hacía mucho
que no te veía." Rodeó
levemente al rubio para
poder mirarlos de frente
a ambos. "¿Cómo te
sienta el matrimonio?"
Le preguntó con una
sonrisa de lado a lado.
"Como puedes ver, me
sienta de maravilla."
Draco volteó los ojos y
decidió que ese
momento era uno muy
bueno para ir y
conseguirse algo de
comer ya que llevaban
varias horas en el
hospital.
"Discúlpenme, pero
regreso más tarde."
Gruñó sin esperar
respuesta.
"No, espera, Malfoy.
Necesito hablarte.
¿Tienes tiempo?" Se
tensó levemente y
entrecerró la mirada
contrariado. No quería
tener nada que ver con
el pelirojo y no era
simplemente por
disputas de niños o de
familia. El hombre
simplemente le era
insoportable.
"Iba por algo de
comer." Le contestó
algo inseguro aún.
"Perfecto entonces.
Misha, hablamos más
tarde¿te parece?"
Exclamó el pelirojo
despidiéndose y
poniéndose
nuevamente en
movimiento.
Misha sonrió con
picardía, sabía un poco
de la historia entre
aquellos dos. "Estaré
aquí cuando regresen."
"Seguro. Vamos
entonces." Ambos
fueron pasillo arriba
hasta llegar a la
cafetería del Hospital.
Se sentaron y tomaron
el menú algo
maltratado que había
sobre la mesa y
tocando lo que
deseaban con las
varitas la comida
apareció.
"Malfoy... sé que no soy
tu postre preferido,
pero quiero que sepas
que tampoco eres la
cereza en el mio."
"¿Vamos a confesarnos
o algo parecido?"
Murmuró Draco
clavando el tenedor en
su comida y mirando
fijamente al hombre.
"No. Sólo es para que
tengamos eso en claro."
"Lo ha estado desde un
principio." El tenedor
volvió a clavarse en
otro pedazo de lo que
parecía ser carne.
"Mi único interés en
todo esto es el
bienestar de Harry."
"El mio también, así
que ve al grano porque
no quiero que me
arruines lo que me voy
a comer." Ron suspiró
profundamente.
"¿Desde cuándo
notaron que Harry
actuaba de forma
diferente?"
"No lo notamos. Al
menos yo no vi ningún
cambio. Severus es
quien podría decirte."
"¿Realmente te
consideras amigo de
Harry?" Preguntó con
recelo el pelirojo
ignorando el hecho de
que Draco intentaba
comer.
"¿Qué clase de
pregunta es esa,
Weasley?" Tomó el
cuchillo y comenzó a
picar lo que había en su
plato con más fuerza
que de costumbre pero
sin perder la gracia.
"Sólo contesta la
maldita pregunta,
Malfoy." Perdiendo la
paciencia el rubio puso
los cubiertos a ambos
lados de su plato con
fuerza pero el pelirojo
ni siquiera pestañeó.
"Sí, me considero su
amigo. Más cuando
ustedes lo abandonaron
al casarse con
Severus." Siseó entre
dientes.
"¡Nosotros no lo
abandonamos, él nos
echó de su vida!"
"No lo apoyaron, por
eso tuvo que sacarlos
del panorama. Un
amigo debería estar
tanto en las buenas
como en las malas."
"Tú sabías que el
contrato de matrimonio
de Harry era una
trampa para hacerle
daño¿verdad?" Draco se
retiró un poco y bajó la
cabeza levemente.
"Sí, lo sabía. Mi padrino
no dejaba de hablar de
eso con mi padre."
"Díme, Malfoy. Si era
un plan para hacerle
daño a Harry ¿cómo te
tomaste la noticia de
que Harry estaba
enamorado de Severus
y que actuara como si
siempre lo hubiera
estado de la noche a la
mañana cuando tú
sabías que ambos no
podían ni verse?" Siseó
Ron por lo bajo. Draco
tenía que admitir que
luego de un mes de la
boda esperaba
encontrar a un Harry
Potter destruido por
hallarse casado con su
peor enemigo quien
había estado planeando
su venganza con tanto
esmero. Para nada se
había imaginado
encontrarlo todo lloroso
y decaído llorando el
que su esposo no lo
quisiera ni a diez
metros de distancia.
"Extraño. ¿No?"
Draco se removió algo
incómodo en la silla y
volvió a tomar los
cubiertos con
inseguridad. "Sí...
bastante extraño. Pero
ese no era mi asunto
para ponerme a opinar
en primer lugar."
"¿Pensaste en algún
momento que alguien
había utilizado un
hechizo oscuro con
Harry?" Preguntó con
burla.
"¿A qué viene todo este
cuestionario? Si estás
buscando excusas para
culpar a Severus de
algo no las vas a
encontrar. Si alguien
sabe cómo fue tratado
por Severus ese soy yo.
Nunca le puso una
mano encima, nunca lo
maltrató ni lo forzó a
nada más que a lo que
tenía derecho." El
pelirojo le dio una
mirada asesina que hizo
que Draco cerrara la
boca de inmediato
sabiendo que acababa
de meter las patas.
"Dificilmente me parece
que Severus tuviera
derecho a la vida de
Harry. Pero eso no es lo
que quiero averiguar.
¿Sabías que Harry tomó
una poción la noche de
bodas?"
"¿Qué?" Esta vez los
cubiertos se le cayeron
de las manos sobre el
plato.
"Una poción."
"¿Qué clase de poción?"
"Una poción para amar.
Una poción oscura que
descubrió en un viejo
libro."
"Eso es mentira. ¿Para
qué demonios querría
amar a Severus si sabía
que lo odiaba con todo
su corazón?"
"No tenía oportunidad
alguna de escapar, de
eso se encargó tu
Padrino." Draco dio un
resoplido frustrado al
no poder llegar a una
conclusión clara. A la
vez que el Gryffindor
había ido madurando le
había costado más y
más trabajo entenderlo
cuando intentaba hacer
valer un punto en
específico.
"Aún sigo sin entender
a qué quieres llegar."
"¿Sabes por qué me
convertí en auror?"
"¡Maldición, Weasley,
déjate ya de estúpidas
preguntas y ve al
grano!" Ron se dejó ir
hacia atrás en la silla,
satisfecho con haberle
hecho perder toda
compostura.
"No tienes sentido del
misterio." Comentó con
media sonrisa
sarcástica el pelirojo.
"Me convertí en auror
con la esperanza de
encontrar qué habían
usado en Harry para
que se enamorara de
quien lo había forzado a
casarse. Me especialicé
en todo lo que tuviera
que ver con control
mental directa o
indirectamente porque
eso era lo que yo
pensaba que le habían
hecho. Cuando estuve
listo, o creí estarlo,
intenté acercarme a
Harry y sin que se diera
cuenta lo revisé con
todos los conocimientos
que tenía." Ron se dejó
ir hacia atrás en la silla.
"Y no encontré nada."
"Error de principiantes."
Contestó de inmediato
Draco bajando las
defensas que le
impedían ver el punto
del pelirojo en un
principio.
"Eso pensé. Por lo que
me dediqué con más
intensidad a mis
estudios y mis
prácticas. Con todo sólo
pude llegar a la
conclusión de que el
Harry que tenía de
frente era el mismo de
siempre y luego caí en
cuenta del descomunal
error que había
cometido... Harry es
inmune al control
mental."
"¿Entonces?"
"Entonces entendí...
Aún no sé si lo hizo a
propósito o de forma
inconsciente. Pero
pensando que aquella
era la única salida,
pienso que se metió
tanto en su deseo de
escapar que hizo que la
poción funcionara.
"¿Quieres decir que ha
estado actuando?"
Susurró Draco sin
podérselo creer.
"¿Cómo sino iba a
llevarse tan bien con
ustedes de la noche a la
mañana? Pero lo que lo
delató finalmente fue
que rompiera todo lazo
de amistad que lo unía
a nosotros. Tenía miedo
de que alguno se diera
cuenta como yo lo
hice."
"Tú no puedes llegar a
toda es conclusión solo,
Weasley. No tienes
tanto pensamiento
deductivo."
"No, tienes mucha
razón. Hermione tuvo
mucho que ver con
esto, pero ella era
mucho más compasiva
que yo. Fue ella quien
me pidió que no dijera
nada, que no lo
delatara ni ante ustedes
ni ante mi familia. Que
lo dejara en paz
respetando su decisión.
Ella entendió mejor que
yo lo que Harry
intentaba; convertir su
desgracia en algo
pasable, como siempre
había hecho, sin que
nadie se sintiera
culpable por ello."
"Pero... entonces todo
este tiempo... ¿sólo ha
estado fingiendo el
amor y la amistad?"
Aunque no lo quisiera,
había dolor en sus
palabras.
"El día en que Severus
me dijo que pensaba
que la poción que Harry
había tomado la noche
de su boda había
dejado de surtir efecto
y me dijo el nombre me
volví loco buscando
toda la información que
pude al respecto. Luego
me preparé. Si Harry
realmente estaba o
estuvo bajo los efectos
de la poción, lo sabría
de inmediato. Ya sabía
qué era lo que tenía
que buscar. Encontré
rastros de la poción... o
al menos de su
ingrediente principal.
Como máximo le habría
durado unas horas. El
resto... ya sabes."
Draco se quedó
mirando al vacío por un
buen rato, intentando
captar la magnitud de
lo que sucedía y sentía.
"No sé por qué me
dices todo esto."
"Te lo digo, porque
ahora que contrajo la
retroamnecefalia creo
que olvidó finalmente
que tenía que actuar y
se encontró con que
realmente estaba
enamorado de tu
padrino. Pero ahora
viene lo mejor. Harry
me dijo la última vez
que estuvo en la
madriguera que
Severus tenía pensado
romper el contrato."
"¿Divorciarse?"
"Así es. Y si Severus
sigue con esas ideas
pensando que Harry ya
no está bajo los efectos
de la poción temo por lo
que pueda hacer Harry.
Está determinado a
hacer lo que sea."
"Mi Padrino no puede
divorciarse de Harry.
Menos ahora. El debe
saber lo que me estás
contando." El pelirojo le
dio una sonrisa
sarcástica que hizo
enojar a Draco
pensando que insultaría
nuevamente a Severus
como estaba
acostumbrado a
escucharlo, pero lo que
le dijo el pelirojo lo dejó
pensando en cuándo
Ronald Bilius Weasley
había hallado alguna
simpatía por su
padrino.
"¿Y qué le dirás¿Que
Harry ha estado
fingiendo todo este
tiempo y le ha estado
tomando el
pelo¿Realmente piensas
que Severus tomará
eso como buenas
noticias? Yo creo que
sólo hará que se
divorcien más pronto."
"No conoces a mi
Padrino, Weasley."
"Tienes mucha razón,
no lo conozco. Lo poco
que tuve el disgusto de
conocer nunca habló
bien de él. Pero para tí
que eres su ahijado
supongo que no debe
ser el monstruo que se
pinta. Pero si Harry
pudo hacer que se
enamorara realmente
de él entonces algo
bueno tiene que tener."
"Lo que todavía se me
escapa es el por qué
me lo cuentas. ¿Qué es
lo que esperabas de
mí?"
"Es obvio, Malfoy. Tú
quieres el bienestar de
tu Padrino y da la
casualidad que sé que
está profundamente
enamorado de Harry.
Yo quiero el bienestar
de Harry, quien está
verdaderamente
enamorado de él y de
quien se supone que
eres amigo. Quería que
me ayudaras a
mantenerlos juntos,
pero esa mentira de
Harry es un peligro
sobre la cabeza de
ambos y quizás tú
podrías ayudarme a
resolver ese asunto sin
causar más daño del
que ya está hecho."
Draco se obligó
mentalmente a cerrar la
boca que se había
quedado levemente
abierta. Miraba al
pelirojo y no podía
creer que lo tenía de
frente diciéndole eso.
Era demasiado irreal
para ser cierto y sin
embargo... Y de pronto
tuvo la feliz idea de
dejarlo tan boquiabierto
como lo había dejado a
él. Seguramente la
última noticia lo tomaría
tan de sorpresa que se
caería de la silla. Sonrió
con malicia mal
contenida y los ojos
azules del pelirojo lo
miraron con recelo.
"Me impresionas.
Realmente me
impresionas, Weasley.
Pero ya que has sido
tan sincero conmigo...
te diré otro secreto con
el cual no estas
contando. Severus y
Harry pronto serán una
familia más... numerosa
y es por eso que no van
a poder divorciarse."
"¿Qué?" Sí, casi se
había caído de la silla
pero ahora todo mundo
en la cafetería los
observaba con
curiosidad.
"Ssshhh, baja la voz.
¿Quieres que nos
saquen de aquí?"
"¡Demonios
sangrientos!"
"Dime algo, Weasley.
¿De casualidad la
canción de dos
unicornios azules
enamorados es parte de
los ingredientes de esa
dichosa poción?"
"Sí. ¿Cómo lo sabes?"
"La última vez que
fuimos al Londres
Mágico me pidió ir al
callejón Knocturno. Allí
consiguió ese
ingrediente. Incluso la
mujer dijo que alguien
ya lo había comprado
hacía seis años. Se me
hizo bastante extraño."
Draco se quedó
pensativo por un largo
rato, momento en el
que aprovechó Ron
para mirar finalmente lo
que había en su plato.
"Pero creo que el
veneno de un áspid de
plata no podría ser
parte de eso."
"Ese veneno sólo sirve
para una cosa, para
matar. ¿Para qué
demonios querría
Harry...? Por las barbas
de Merlín." Terminó
susurrando con
incredulidad. "Estaba
hablando en serio
cuando dijo que haría
cualquier cosa."
"Creo que está mal de
la cabeza." Gruñó Draco
con molestia. Se sentía
traicionado. Le había
brindado su amistad
sincera a alguien que a
todas luces estaba
fingiéndola.
"Oye, se supone que
eres su mejor amigo."
Exclamó Ron indignado
por la insinuación.
"Querrás decir su mejor
amigo fingido." Ron
levantó el tenedor en su
dirección como si lo
estuviera amenazando
con una varita y el
rubio rodó los ojos.
"No seas idiota, Malfoy.
Te estoy diciendo que
Harry está enamorado
de Severus. ¿Crees que
a estas alturas también
estaría fingiendo su
amistad contigo?
Piénsalo bien antes de
abrir la bocota porque
pareciera que en todo
este tiempo que has
sido su i>mejor amigo
/i> no te has puesto a
conocerlo en realidad. Y
pudiera que él estuviera
fingiendo pero no me
digas que tú también lo
estabas, es como único
se me ocurre que seas
amigo de alguien
durante cinco o seis
años y no hayas
aprendido nada de esa
persona." Draco se libró
de responder cuando su
esposo, Jovan, apareció
en la cafetería. Su
esposo lo saludó con un
beso para luego saludar
al pelirojo más
secamente que de
costumbre.
Ron arqueó una ceja
confundido, no pensaba
haberse encontrado con
anterioridad con el
hombre pero estaría
seguro de echarle un
vistazo a su expediente,
por si las dudas.
"Amor, Harry ya
despertó y tu padre aún
está hablando con
Severus. ¿Quieres
entrar a verlo? La
enfermera dice que ya
no hay riesgo de
contagio."
Por unos segundos
pensó en cederle el
turno al pelirojo pero
algo en aquella mirada
parecía retarlo a
comprobar que la
amistad que le había
brindado al moreno era
genuina y no la
falsedad que había
insinuado que era. "Sí,
ahora mismo subo."
Dejó lo que estaba
comiendo y se levantó
prestamente.
"¿Te molesta si le hago
compañía al señor
Weasley?" Exclamó su
esposo con una sonrisa
demasiado azucarada y
Draco supo que Ronald
Weasley estaba en
problemas.
"Para nada. Prometo no
tardar demasiado. Sé
que es un sacrificio para
cualquiera." Comentó
con una sonrisa burlona
en dirección al pelirojo
quien le dedicó una
mirada rencorosa.
Cuando llegó al cuarto
de Harry se detuvo
unos segundos frente a
la puerta, vacilando si
entrar o no. Con lo que
le había dicho Ronald
ahora no sabía cómo
enfrentar al moreno,
aún cuando en esos
momentos careciera de
memoria. Pero
recordando lo que había
pasado su propio hijo
sabía que lo más
probable era, que
aunque tardara un poco
sería capaz de
reconocerlo. Así mismo
sabía que seguramente
el moreno se sentiría
perdido, probablemente
con temor,
desorientado e
intranquilo. Una cara
conocida podía hacer la
diferencia así como lo
había sido para el
pequeño Draco a quien
Harry había servido
como mucho más que
un tío, practicamente
como su ancla con el
presente en cada uno
de sus episodios.
Tocó a la puerta con
firmeza antes de abrirla
y se detuvo brevemente
antes de entrar por
completo, solo el
tiempo suficiente para
que el moreno lo viera.
Harry estaba sentado
en el medio de la cama,
con las sábanas
enrolladas a su
alrededor, vestido con
ropa de hospital y con
la mirada levemente
perdida, como si fuera
un niño a pesar de su
tamaño. Sus cabellos
estaban sueltos y caían
un poco revueltos sobre
sus hombros.
"Hola." Susurró y los
ojos verdes se fijaron
en su presencia. El
moreno sonrió
amablemente pero para
Draco era obvio que lo
hacía por cortesía más
que por haberlo
reconocido.
"Hola. ¿Eres Severus?"
La voz serena y baja del
moreno lo hacía parecer
más vulnerable aún.
"No, no soy Severus.
Soy Draco Malfoy, el
ahijado de Severus."
"Draco." Repitió
intentando recordar.
"Me dijeron que quizás
no recordaría todo o a
todos. Pero que no
importaba, que me lo
repetirían todas las
veces que fuera
necesario. Es por la...
retro..."
"Retroamnecefalia." Le
ayudó el rubio.
"Gracias. Es dificil
pronunciarlo." Draco
asintió y cerró la puerta
para acercarse un poco
a la cama. Estuvo a
punto de preguntarle
cómo era que se había
acordado de Severus
pero siendo que lo
había confundido con él
no estaba tan seguro
que hubiera sido por su
propio esfuerzo. Quizás
alguien le había hablado
de su pareja. "También
me dijeron que aún me
faltan un par de días
para comenzar a
recuperarme y que
probablemente mañana
me tengan que repetir
todo nuevamente." El
moreno hizo una mueca
de disgusto y
desaliento.
"No debes preocuparte
por eso."
Harry pareció encogerse
un poco en sí mismo,
rodeándose con los
brazos cerca del
estómago como si se
sintiera mareado. "Lo
sé... pero me siento tan
perdido... y sólo pensar
que mañana me sentiré
igual."
"Sólo serán un par de
días. Luego todo
volverá a la normalidad.
Antes de lo que esperas
ya habrás dejado esto
atrás."
"Eso espero. Draco...
díme algo."
"¿Qué quieres saber?"
"¿Cómo es Severus? Su
nombre suena
imponente. Severus
Snape." Draco sonrió.
"Pues Severus es...
imponente para quien
no lo conoce. Tiene ojos
negros, cabellos negros.
Es mayor que tú."
"Ah, pero cómo es...
me refiero a cómo es
conmigo. ¿Severus me
ama?"
"Con toda su alma. Te
ama con locura, con
pasión. Eres toda su
vida." Harry sonrió de
forma angelical y Draco
sintió que el pecho se le
comprimía.
"Entonces soy muy
afortunado y
seguramente cuando
recupere la memoria
me acordaré también
de lo mucho que lo
amo."
"¿Cómo sabes que lo
amas?" Preguntó
incrédulo el rubio
arqueando una ceja.
"Debo amarlo porque
quiero recordarlo.
Siempre intentas borrar
lo que no te interesa y
te acuerdas de lo
cotidiano. Pero cuando
tienes un recuerdo que
guardas como a un
tesoro y lo pierdes
entonces sientes el
vacío que deja. Y yo
tengo un vacío aquí."
Se puso el puño sobre
el corazón.
"Harry..." Susurró
Draco acercándose sin
pensarlo y abrazándolo
fuertemente. El moreno
se tensó un poco
cuando lo sintió
abalanzarse sobre él
pero luego le devolvió
el abrazo y hundió el
rostro en el cuello del
rubio. Al cabo de unos
minutos Draco se
enderezó un poco, los
ojos sospechosamente
enrojecidos aunque no
había derramado ni una
lágrima.
El ojiverde frunció el
ceño como si recordara
algo. "Hueles... a niños.
Hueles a nombres que
casi puedo recordar."
Susurró con añoranza
en su voz.
El rostro de Draco se
suavizó y se olvidó de
inmediato de todo lo
que le había dicho el
pelirojo, de sus
sentimientos
traicionados y de todo
lo que le había hecho
fruncir el ceño acerca
de Harry apenas unos
minutos atrás.
"¿Quieres que te los
diga?" Susurró
reverente hablándole al
amigo que había
conocido durante casi
seis años y que lo
arrastraba hacía unos
meses atrás por todo
Londres buscando el
regalo perfecto para su
querido esposo. El que
jugaba de forma
incansable con los
gemelos y el pequeño
Draco mientras Jovan
atendía a Sofía y el que
miraba a Severus con
tanto amor que a veces
él mismo sentía
verguenza de su propia
forma de amar.
"Por favor." Se levantó
de donde estaba y
buscó entre las cosas
de Harry un cepillo y
una cinta de seda.
Volvió al lado del
moreno y sentándose
comenzó a peinarle los
desordenados cabellos,
cosa que Harry le
permitió sin
cuestionarlo.
Y comenzó entonces a
contarle de sus niños,
de Jovan, de su padre y
su boda y sí, también le
habló de Severus.
Mientras tanto Harry
parecía beber sus
palabras como si fueran
agua de manantial. Y
sin que se dieran
cuenta el tiempo pasó
más rápido de lo que
imaginaban.
Unos toques a la puerta
los interrumpió y Draco
miró el reloj. Habían
estado hablando sin
parar por casi dos
horas. Jovan lo iba a
matar por dejarlo tanto
tiempo con Ronald
Weasley. Al mirar a la
puerta vieron a la
enfermera que les
anunciaba la comida.
"Draco... hay algo... no
sé si existe, pero
después de todo lo que
hemos hablado lo
recuerdo. Es una túnica
beige clara con doce
broches de diamante.
Está... en un ropero, en
la casa... creo. Siento
que es importante."
"La buscaré y te la
traeré si la encuentro."
"Gracias."

Capítulo 9
Los personajes de Harry
Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

"Severus. ¿Por qué no


dijiste nada? Te has
arriesgado demasiado
guardándote estas
cosas que ahora me
dices y resulta que no
tienes nada de qué
preocuparte." Lo
amonestó Lucius en el
momento en que Draco
los dejó solos. Severus
simplemente dejó los
ojos cerrados y
continuó recostado del
respaldo de la cama
ignorándolo. Lucius lo
miró y movió la cabeza
en señal de
desaprobación. "¿Qué
hubiera pasado esta vez
si hubieran estado
solos?" Preguntó en voz
alta sin recibir
respuesta. Pero como
ya le había recordado
su hijo, Severus no
necesitaba disgustos
por lo que decidió no
presionar más el tema.
"Al menos algo bueno
resultó de todo esto. Ya
no tienes que
preocuparte por la
dichosa poción y hasta
tienes una razón más
para alegrarte."
Severus abrió los ojos
con recelo y Lucius
sonrió.
"¿Cómo supiste lo de la
poción?" Preguntó
curioso.
"¿Crees que podían
engañarme realmente?"
A esto Severus
respondió con una
sonrisa ladeada llena de
humor. "Y Harry no
sabe fingir. Sus ojos
hablan demasiado. Lo
supe el día de mi boda,
pero en esos momentos
no podía hacer nada en
realidad. Aunque a final
de cuentas no era la
poción como ambos
pensaban."
"Por eso insististe en
venir a tomar el té
cuando intenté
negarme." Declaró con
un leve resoplido.
"En parte." Lucius se
sentó en donde
momentos antes su hijo
había estado sentado y
puso su bastón entre
sus piernas, apoyando
sus manos en la cabeza
de la serpiente. "En
realidad venía a ayudar
a Harry a convencerte
de que no te divorciaras
de él."
"¿Ayudarlo?"
"Sí. Me pidió ayuda.
Aún cuando lo traté
como si realmente
hubiera vuelto a ser el
mismo Harry Potter de
hace seis años atrás.
Pero ahora entiendo por
qué lo hizo. Sin
embargo... imagina lo
que hubiera pasado si
lograba su propósito.
¿Sabes lo que iba a
intentar?" Severus
ladeó la cabeza un poco
a modo de pregunta por
lo que Lucius continuó.
"Iba a fabricar
nuevamente la poción,
así te obligaría a
quedarte con él."
"Pero eso..."
"Le hubiera hecho daño
al bebé. Así es,
Severus. Pero Harry no
podía saberlo.
¿Recuerdas la cena un
mes antes de mi boda?
Eso fue dos semanas
antes del incidente el
día del aniversario. Si
mal no recuerdo se
divirtieron mucho esa
noche." Lucius sonrió al
ver a Severus enrojecer
levemente. "Si lo que el
medimago nos dijo es
cierto, entonces esa fue
la noche en que Harry
hizo su encargo."
Severus no tenía que
mirarlo para saber que
Lucius sonreía de lado
mientras se hacía el
inocente. "Te sugiero
que en cuanto puedas
aclarar este asunto con
Harry lo hagas. Estoy
seguro que será un
alivio para ambos."
"Tan pronto Harry
comience a
recuperarse, si lo
menciona se lo diré."
"Excelente. Ahora,
Severus. ¿Has pensado
en qué nombre le
pondrás a las niñas?"
"¿Niñas? Serán dos
niños." Refutó de
inmediato el moreno
haciendo un leve
puchero.
Lucius sonrió con
picardía. "¿Estás
seguro? Porque siento
decirte, mi viejo amigo,
que tienes cara de
tener hijas y no hijos. Y
yo no me equivoco en
esos asuntos."
"¿Cómo te atreves a
insinuar eso?" Replicó
con un bufido. "¿Y
quién dijo que tenías
habilidad para ver el
futuro? Si mal no
recuerdo, apenas
lograste pasar la clase
de adivinación." Le
contestó refunfuñando
el hombre.
Y Lucius se echó a reír
al ver la cara de
indignación de su
amigo. "Me siento feliz
por ti, Severus. Me
sentiría feliz por Harry
también, pero aún no
he logrado decidir qué
es lo que siento por él."
"Es un chico listo. Aún
bajo los efectos de la
poción sigue siendolo."
"No estoy diciendo lo
contrario. Pero con mi
última reacción sólo
pude comprobar que si
llegara a encontrármelo
siendo el verdadero
Harry Potter volvería a
odiarlo en segundos. Y
me parece que tú
tampoco estás tan
seguro de lo que
sentirías por él. Este
asunto nos ha dado
algo que deberíamos
considerar con
cuidado."
"Pues te diré que no es
la primera vez que
pienso en todo este
asunto. ¿Qué pasaría si
la poción fallara? Eso
algo que me estaba
carcomiendo desde
hace mucho tiempo."
Lucius le prestó mucha
más atención a su
amigo, a sus palabras y
a la forma en que las
decía. La suavidad y
serenidad con la que
hablaba le hacía pensar
que Severus ya había
tomado una decisión al
respecto. "Desde que...
dejé de engañarme con
respecto a lo que sentía
he temido que ocurra
algo parecido a esto.
Pero cuando supe que
estaba esperando un
hijo de Harry mis
temores se convirtieron
en crueles pesadillas."
"Ver que tus pesadillas
se vuelven realidad es
suficiente para
debilitarte no sólo
mentalmente." Severus
asintió.
"¿Alguna vez has
entregado tú corazón,
Lucius? Sé que amaste
a Narcisa, pero
entregarle el corazón
sin condiciones..."
"Eso es algo que no
sabría cómo contestarte
pero entiendo tu punto
y veo a qué te refieres.
Nunca fuimos hombres
de arriesgar algo tan
importante como el
corazón. Arriesgamos
muchas otras cosas...
cosas que podíamos
controlar. Pero algo que
está tan gobernado por
la incertidumbre es
lógico que lo
guardaramos con más
celo."
"Traté..."
"Lo sé. Pero ahora
mismo, de alguna
forma, tienes la
oportunidad de
comprobar lo que
sucedería si realmente
fallara la poción. Lo que
pasaría si un día
despertaras al lado del
verdadero Potter."
"No sé si quiera
descubrirlo."
"No tienes nada que
perder, Severus. Si
sucede lo mejor,
entonces descansarás
más tranquilo. Si
sucediera lo peor
entonces... todavía
tienes la poción a tu
favor." Y Severus supo
que Lucius tenía razón.
Que no perdía nada con
intentar saber si Harry
Potter sería capaz de
amarlo alguna vez en
realidad.
"Lo pensaré." Susurró
al cabo de un rato.

Draco regresó por la


noche al hospital para
llevarle a Harry lo que
le había pedido. Había
tardado un poco
mientras intentaba
sacarle a su esposo qué
era lo que había
ocurrido entre él y el
pelirojo. Pero Jovan no
le había soltado ni una
sola palabra en todo el
camino de regreso.
Cuando había regresado
de visitar a Harry había
encontrado a su esposo
con Misha y Ronald
conversando
animadamente.
Por alguna razón que
Draco no lograba
comprender el pelirojo
había decidido no entrar
a ver a su amigo.
Además algo en los ojos
azules le daba
sensaciones
encontradas. Era como
mirar una foto donde
los que estaban de
frente intentaban
ocultar lo que sucedía al
fondo, muy al fondo
donde los verdaderos
protagonistas se
hallaban.
Sin embargo ahora
regresaba solo y sabía
que su padre ya se
había retirado por lo
que quedaba de día. El
tiempo que pasó
buscando la túnica
estuvo meditando en
las palabras del
pelirojo. ¿Sería cierto
que Harry había estado
fingiendo todo ese
tiempo? Pero
entonces... ¿eso
significaba que se había
vuelto amigo del
verdadero Harry?
Cuántos momentos que
atesoraba en su
corazón habían sido
reales o cuántos serían
a costa de una mentira
no quería ni comenzar a
catalogarlos de esa
forma.
Pero aún mientras lo
pensaba una voz en su
interior le decía que
aquel joven a quien
había adoptado como
su amigo, que se había
casado con su padrino y
que reía mientras
jugaba con sus niños
tenía que ser real de
alguna forma.
Especialmente cuando
lo visualizaba jugando
con sus hijos, riendo
limpiamente, corriendo
tras ellos como si fuera
un niño también.
Apretó el paquete que
llevaba contra su pecho
mientras se dirigía
hacia el puesto de las
enfermeras. Nunca en
toda su vida había
tenido un amigo como
aquel Harry y recordaba
una vez haber pensado
que era demasiado
bueno para ser verdad.
¿Qué pasaría entre ellos
si confrontaba a Harry
acerca de esa mentira
que les había vendido a
todos?
Comenzaba a entender
el dilema de Severus.
Logró sobornar a la
enfermera que estaba
de guardia con una de
sus más encantadoras
sonrisas hasta que
finalmente se encontró
en la habitación de
Harry. El moreno le
sonrió al verlo y Draco
suspiró un poco más
tranquilo.
"Te traje lo que me
pediste." Los ojos
verdes se iluminaron
con ilusión mientras le
entregaba el paquete
donde había envuelto la
túnica. Harry lo abrió
con cuidado y observó
extasiado los broches.
Algo tenían que lo
fascinaban. Draco lo
observó con una
sonrisa. "Es la túnica
que usó Severus
cuando renovaron sus
votos."
"Es hermosa." Susurró
y luego sus ojos se
iluminaron aún más
como el mismo día en
que había sucedido el
evento. "¿Cuándo los
renovamos?"
"Un año después y debo
decir que esa
ceremonia fue mucho
más hermosa que la
primera. No sé cómo
explicártelo pero fue
más importante que la
primera." Harry
extendió la túnica sobre
la cama aún
admirándola.
"La gente se casa todos
los días y celebra
también sus
aniversarios. Pero muy
pocos vuelven a casarse
con la misma persona.
Eso debe ser razón
suficiente para hacerlo
más especial."
"Tienes razón." Draco lo
vio pasar los dedos con
reverencia sobre los
broches varias veces.
Quizás Harry no se
daba cuenta, no sabía si
era o no a propósito,
pero parecía contarlos
una y otra vez
acariciando
cariñosamente el último
de arriba.
"Quizás no me dejen
conservarla conmigo en
la habitación." Suspiró
con pena. Draco sintió
como si fuera el mismo
Harry la tristeza de no
poder quedarse con ella
pero también la
aprehensión de que el
día siguiente no la
recordara y le pasara
algo a la pieza.
"Puedo traértela
mañana de nuevo."
Sugirió admirando
también la túnica y
cómo la luz se reflejaba
casi mágicamente de
los diamantes.
"Te lo agradecería
mucho, Draco." Luego
de un rato sabía que
pronto la enfermera iría
a buscarlo a la
habitación para pedirle
que se retirara y no
quería que la próxima
vez que necesitara el
favor se lo negaran
simplemente por no
haber cumplido su
palabra.
"La enfermera no me
dio mucho tiempo, le
dije que sólo estaría
unos minutos pero
puedo tratar de estar
un poco más si
quieres."
"No te preocupes, sólo
espero poder recordarte
mañana y que me dejen
ver a mi esposo."
"Severus pronto estará
lo suficientemente
recuperado como para
venir a verte. No está
muy lejos de este
cuarto pero no debes
salir de aquí para así
evitar que alguien más
se contagie."
"No, eso jamás. Esta
enfermedad... como se
llame, me parece muy
cruel. No se la deseo a
nadie." El rubio se
acercó y lo abrazó
brevemente.
"Nos veremos mañana."
Y Harry sonrió
devolviéndole el abrazo.
Sin pensarlo y sin
querer a un gesto del
moreno la túnica se
dobló y quedó
empacada nuevamente.
"Lo siento... es como si
no pudiera controlarla."
Musitó apenado.
"No te preocupes,
después que no salgas
de aquí no pasará nada
demasiado grave."
Tomó la túnica y se
dispuso a salir.
"Draco... ¿Si ves a mi
esposo puedes decirle
que lo extraño?"
"Claro, Harry. No
olvidaré decírselo a
Severus. Se alegrará
mucho de saberlo." Y
salió sintiendo que el
Harry verdadero, el que
pensaba era fingido y el
desmemoriado eran en
esencia, una sola
persona.
Habían pasado dos días
desde que ingresaran a
Harry en San Mungo y
no fue hasta entonces
que a Severus se le
permitió ir a visitarlo,
más por su propia
condición que era
mucho más delicada de
lo que había pensado.
Además, la habitación
de Harry era el único
lugar seguro para evitar
que la enfermedad se
proparagara, fuera del
mismo no habían
hechizos mágicos que
pudieran impedirlo y
por ende existía el
riesgo de contagio
todavía. Por eso su
esposo no había
recibido permiso para
visitarlo.
Era por eso que
Severus se hallaba de
pie frente a la puerta de
la habitación, vigilado
de cerca por una de las
enfermeras que no lo
había dejado ir solo
hasta allí pero que le
había asegurado que le
permitiría estar a solas
con su esposo por unas
horas.
Tocó y entró
quedándose parado
cerca de la puerta
donde la enfermera le
permitió seguir solo
mientras cerraba la
puerta. Harry miraba
por una de las ventanas
hacia el exterior y no
fue hasta que Severus
se aclaró la garganta
que su esposo volteó a
verlo.
"Tú eres Severus." La
declaración hizo que el
hombre sonriera y se
acercara con un poco
más de confianza.
"Definitivamente.
¿Cómo lo supiste?"
Harry frunció el ceño
levemente antes de
contestar, como si se
concentrara con todas
sus fuerzas.
"Draco... creo, me ha
hablado de ti. Dice que
lo ha hecho todos los
días porque le pregunto
todos los días si él es
Severus. Pero esta
mañana me trajo esto."
Le dijo mostrándole una
libreta. "Anoté en ella
todo lo que es
importante que no
olvide y por qué. Dice
que así puedo sentirme
menos desorientado."
"Entonces has anotado
lo más importante."
"Sí." Le extendió la
libreta para que la
tomara y Severus no
pudo negarse. No sólo
por la mirada inocente
que le daba sino porque
él mismo sentía
curiosidad de leer lo
que había allí. La letra
de Harry no eran tan
espantosa. Era obvio
que se había esmerado
esta vez. Cada párrafo
estaba enumerado,
como si fuera un
listado. Pero cada cosa
enumerada tenía su
debida explicación. Y
aunque Severus no era
el primero en la lista no
pudo evitar sonreír al
leer lo que decía el
número uno. Estoy
esperando un hijo. Sí,
los magos pueden tener
hijos propios. Sí, soy un
mago y lo más
importante, estoy
casado con uno. Por eso
debo cuidarme, comer
bien, dormir bien y
descansar
apropiadamente.
El segundo párrafo se
encabezaba Severus
Snape. Severus Snape
es mi esposo. Estoy
esperando un hijo suyo.
Ambos nos amamos,
por eso estamos
casados el uno con el
otro.
"¿Cómo sabes que nos
amamos?" Severus
pensó que aún con la
pérdida de memoria la
poción estaría
funcionando lo
suficiente para que
Harry siguiera
enamorado de él
ciegamente. El hombre
de ojos verdes sonrió a
su esposo con inocencia
y le dio la misma
respuesta que le había
dado a Draco cuando
preguntó lo mismo.
"Porque te extraño.
Porque olvidamos lo
que no nos interesa y
recordamos lo
cotidiano. Pero cuando
perdemos un recuerdo
precioso sentimos un
vacío aquí en el corazón
y yo siento ese vacío.
Así que debo amarte
mucho." Y le sonreía
satisfecho de haber
llegado a aquella
conclusión.
Severus se acercó y se
detuvo a su lado pero
dándole la espalda para
mirar por la ventana lo
que antes Harry había
estado mirando. Era un
paisaje encantado
porque sabía que en
San Mungo ninguna
ventana daba al
exterior y sin embargo
desde allí podían ver un
hermoso jardín.
"Una vez me dijiste que
sabías qué era lo que te
faltaba. Que sabías qué
era lo que te causaba
ese vacío." Susurró el
maestro de pociones
recordando aquel
momento en el que
Harry le había dicho
que podía llegar a amar
al Severus en el que se
había convertido.
"¿Qué era entonces? Así
podré anotarlo en las
cosas importantes que
debo recordar."
"No sé si quieras
recordarlo, no es algo
que pueda decir con
palabras." Harry se
acercó aún más a sus
espaldas, notando cómo
el hombre era un poco
más bajo que él y cómo
le hubiera sido fácil
envolverlo en sus
brazos cómodamente.
Siguiendo lo que sus
instintos
desmemoriados le
indicaban acarició los
brazos de Severus con
lentitud de abajo hacia
arriba, probando cómo
se sentía aquel cuerpo
en sus manos cual si
fuera primera vez.
"Sea lo que sea... si
llena este vacío que
siento ahora mismo,
necesito saberlo."
Severus se giró con
lentitud y levantó un
poco la barbilla para
mirar a su esposo a los
ojos. Nunca los había
visto tan claros y
hermosos como ese día
en que lo miraban
llenos de la inocencia
que el mundo mágico y
él mismo le habían
arrebatado poco a poco
en su momento. Lo
amaba tanto y él mismo
lo necesitaba tanto que
en esos momentos no
le importaba si no lo
recordaba, si era efecto
o no de la poción o
cualquier otra cosa.
Simplemente quería
mostrarle. Aprovechar
esa oportunidad única
en que parecía haber
olvidado la poción y el
rencor que alguna vez
le había guardado. Una
oportunidad de página
en blanco.
Con mucha cautela
elevó su mano al rostro
de Harry y lo inclinó
hacia su cuerpo dándole
un beso casto, apenas
un roce. Harry se quedó
quieto, muy quieto.
Tanto que temió haber
obrado demasiado
pronto.
"Házlo de nuevo. Aún
siento este vacío." Fue
apenas un suspiro pero
pudo escucharlo y
entender lo mucho que
lo necesitaba en esos
momentos su esposo.
Esta vez no tuvo que
inclinarlo hacia sus
labios porque Harry, al
ver que se preparaba
nuevamente para
besarlo se inclinó
primero encontrándolo
a mitad de camino.
Esta vez al roce de
labios le siguió el de sus
lenguas y sus cuerpos
acercándose el uno al
otro en busca de calor.
Los brazos de Harry lo
envolvieron con
suavidad como si
temiera romperlo y
cuando el beso terminó
no lo soltaron.
Una sonrisa tímida en
los labios de Harry le
hizo querer tener cosas
que nunca había tenido
antes, querer que
Harry, el verdadero, lo
amara verdaderamente
como él había
aprendido a amarlo.
"Sabía que te amaba, y
que te amaba mucho. Y
cuando salga de aquí te
amaré más." Severus
se reclinó sobre su
pecho y dio un largo y
tembloroso suspiro.
Sintió los dedos de
Harry acariciarle los
cabellos y cerró los ojos
sintiéndose finalmente
en casa.

El día que Harry salió


de San Mungo tenía
todo un contingente
esperándolo en la sala
del primer piso y al
verlos su mano se
aferró férreamente a las
ropas de Severus quien
suspiró con resignación.
Quizás los Weasleys no
tenían una noción
correcta de lo que era
solamente familiares
inmediatos o quizás
simplemente era que no
se les podía pedir más.
Con todo sonrió para
tranquilizar a Harry
quien se había rezagado
levemente quedando
atrás suyo.
Pero Severus también
tenía el presentimiento
que no era tan solo por
Harry que habían ido al
hospital. Especialmente
cuando Molly se limpió
una lagrimita al
comprobar que Severus
se notaba algo frágil.
Hubiera querido
demostrarle a la mujer
lo contrario pero no era
como si pudiera
desmentirla. Se sentía
algo débil aún y es que
el último episodio aún
le pesaba.
De haber podido estaba
seguro que todos lo
hubieran acompañado
hasta la casa, pero dio
gracias que no se
atrevieron a
preguntarlo. Sin
embargo, hubo uno del
cual no pudo
deshacerse aunque
quizo.
"Señor Weasley." Lo
saludó al verlo en la
sala esperándolos. El
elfo que había estado
tratando de echarlo de
la mansión se detuvo
en el acto y Severus le
pidió a la criatura que
fuera preparando la
cena incluyendo al
huésped sorpresa.
Draco también los
acompañaba aunque su
esposo se había
quedado con los niños
para no importunarlos
con los pequeños ya
que ambos necesitaban
descanso. "¿Por qué no
nos acompaña a cenar?
Siéntase como en su
propia casa."
Severus escuchó una
risita atrás suyo y no
era precisamente Draco
el que reía. Pero el tono
rojo en el rostro de
Ronald Weasley hacía
resaltar demasiado sus
mejillas cual si fuera un
enorme bombillo,
especialmente sus
orejas. "¿Es uno de los
Wesaley?" Preguntó
Harry asomándose por
sobre el hombro de
Severus nuevamente y
Ron emitió un gruñido
bastante pintoresco.
"Es uno de tus amigos,
Harry. Pero ya aprendí
a aceptar todo de ti,
hasta los errores de
juicio de tu niñez."
"Gracias, Severus,
siempre tan lleno de
humor." Respondió
secamente el pelirojo.
"No recuerdo su
nombre... no recuerdo
haberlo visto en el
hospital."
"Ya lo recordarás,
Harry. Te aseguro que
ya lo recordarás."
Añadió Draco con una
sonrisa. "¿Por que no
van y descansan un
poco mientras es hora
de cenar. Yo
entretendré al señor
Weasley."
"No quiero descansar."
Exclamó Harry con un
brillo inusitado en sus
ojos. "Quiero ver toda
la casa, quiero ver si
puedo recordar algo."
"Amor, no te esfuerces
demasiado. Recuerda lo
que dijo el medimago.
Todo volverá a su
tiempo." Harry hizo un
leve puchero que hizo
que Severus sonriera a
su vez. "Pero puedo
mostrarte nuestro
cuarto, quizás te traiga
algunos recuerdos." La
media sonrisa de
Severus hizo que Ron
volviera a ponerse rojo
y que Draco
carraspeara levemente.
"Eso sería maravilloso."
Susurró con cierta
emoción pobremente
disimulada el ojiverde
mientras ignoraba las
reacciones de sus
acompañantes. Severus
lo tomó de la mano y
Harry accedió de
inmediato a ir tras su
esposo. Era como ver a
un par de jovencitos
recién casados a los
que no les importaba si
estaban o no a solas.
Pero no era como si
pudieran decir algo
puesto que eran Draco
y Ronald quienes
invadían el espacio de
ambos y no al revés.
Los vieron subir las
escaleras como dos
chiquillos a punto de
hacer una travesura y
Draco tuvo que reír al
ver la expresión del
pelirojo. "¿Qué miras
tanto, Weasley? Están
casados así que cierra
la boca." Con un golpe
seco el pelirojo hizo lo
que se le decía y cerró
la boca despegando
finalmente los ojos de
las dos figuras que
desaparecían por el
pasillo del segundo
piso.
"Es... un poco dificil
para mí... aún cuando
sé lo que sé.
¿Entiendes?"
"Claro que te entiendo.
Pero deberías hacer lo
que yo." Ron arqueó
una ceja mientras
seguía al rubio que se
movía en dirección a la
cocina.
"¿Y qué es eso?"
"Aceptar a los amigos
tal cual son. Incluyendo
sus decisiones." El
auror lo miró algo
sorprendido por la
respuesta y el aplomo
con el que admitía que
no dejaría de ser amigo
de Harry.
Draco se reclinó de la
barra de la cocina y se
cruzó de brazos
mirando al pelirojo con
detenimiento. "No sé
por qué pensaste que
sería buena idea recibir
a Harry aquí en la casa,
pero ya que estás aquí
tengo un par de
preguntas que hacerte."
"Sabes perfectamente
que puedo soportar
cualquier interrogatorio
y no decir nada. Así que
espero no albergues
demasiadas esperanzas
en que conteste todo."
"Pues al menos podrías
tener la decencia de
decirme qué fue lo que
hablaste con mi esposo
en el hospital." Draco
fue testigo de cómo
Ronald Weasley perdió
levemente el color y
comenzó a tartamudear
un poco. "Jovan no
quiso decirme qué fue
lo que hablaron pero sé,
y no intentes negarlo,
que hay algo extraño.
Jo nunca se ha ofrecido
voluntariamente a
entretener antiguos
compañeros de clases
mios, mucho menos los
que pertenecían a la
casa de Gryffindor."
"Ahh... ese... pequeño
asunto... Pues verás..."
A cada momento el
pelirojo perdía más el
color y la capacidad de
hablar hasta que
finalmente Draco lo hizo
callar con un gesto de
la mano. Un gesto que
incluía su varita.
"Weasley, o hablas
claro y vas al grano o te
prometo que encontraré
una forma de que haber
escupido babosas sea
un buen recuerdo en tu
cabeza."

Severus entró con


cautela a la habitación
de ambos y observó con
deleite la expresión de
asombro en el rostro de
Harry.
"Perder la memoria
tiene una ventaja.
Puedes volver a
apreciar las cosas que
se habían vuelto
cotidianas." Le dijo con
serena admiración en
su voz. "Todo es tan
hermoso."
"Me halaga que te
guste. Tú mismo lo
decoraste." Severus
sonrió ampliamente con
la sonrisa de sorpresa
que le devolvió su
esposo.
"Seguramente parezco
un tonto."
"Nunca. Eres el chico
más listo que jamás
conocí." Le dijo al
tiempo que lo abrazaba
y le daba un corto beso.
"Me gusta cuando haces
eso." Susurró el
ojiverde en un tono
más bajo y Severus se
sintió derretir de
felicidad. "Házlo de
nuevo." Y Severus no le
negó el pedido.
Aquellos brazos lo
rodearon de inmediato
y lo pegaron
completamente con un
suspiro.
"Sé que te amo,
Severus. Yo sé que te
amo." Susurraron
aquellos labios con
inocencia y se sintió
revivir de inmediato.
"Espero que sepas que
yo también te amo,
pase lo que pase,
Harry. Pase lo que
pase." Y esa era una
promesa que cumpliría
sin importar lo que le
costara.
Capítulo 10

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

"Amo Draco... el Amo


Severus y el Amo Harry
no pueden bajar a
cenar ahora." Replicó
nervioso el elfo
doméstico que había ido
a avisarle a la pareja
que la cena estaba lista.
"Me lo imaginaba.
¿Quieres cenar ya,
Weasley?" Preguntó con
cara de aburrimiento el
rubio.
"Perdí mi apetito,
Malfoy." Gruñó el
pelirojo desde su
asiento.
Draco le dedicó una
sonrisa cínica. "¿Por
qué? No me digas que
unas tontas arañas
pueden quitarte el
apetito. Pensé que
habías superado esa
etapa. ¿Pero qué se
puede esperar si no has
aprendido a controlar lo
que escupe tu boca?
Hablas cuando no debes
y callas cuando no
debes."
"Me pregunto si tú has
superado tu temor a los
hipogrifos porque a la
pequeña Hermione
Granger ya no tienes
que temerle." Draco
torció los labios en
respuesta y se sentó a
la mesa a donde el elfo
doméstico le sirvió la
cena.
"Yo no era el único que
la respetaba, si mal no
recuerdo." El rubio
comió en silencio un
rato mientras su
acompañante se
limitaba a observar
hacia la chimenea que
podía verse desde el
comedor en la sala.
"Más que lista era muy
paciente. Tenía que
serlo para soportarlos a
ambos durante tanto
tiempo."
Claro que Draco había
conocido el otro lado de
Hermione Granger.
Había sido la última de
las amistades que Harry
había conservado a su
lado luego de aquel
drástico cambio.
Realmente había sido
una lástima que su
inteligencia se perdiera
de aquella forma tan
absurda. Justo cuando
comenzaba a tomarle
cierto cariño. Ella
siempre había intentado
darle el beneficio de la
duda aún cuando era
obvio que a Draco no le
interesaba que se lo
diera. Pero cuando
había notado que su
padrino disfrutaba las
conversaciones en las
cuales ambos se
enfrascaban, ya fuera
acerca de pociones o
del Ministerio se
permitió bajar la
guardia un poco.
"Hermione no era
paciente, Malfoy. Sólo
seguía las instrucciones
cuando la situación lo
ameritaba, como una
poción. Si quieres que
una poción funcione
tienes que seguir las
instrucciones al pie de
la letra. Aplicaba su
famoso método a
practicamente todo lo
que quería conquistar,
ya fuera un examen o
nuestra amistad." Le
respondió como si fuera
un hecho.
"Aún me sorprende que
puedas hablar de ella...
así sin problemas."
Susurró Draco mirando
atentamente el perfil
del pelirojo.
Ron bajó la mirada
levemente tomando un
profundo suspiro y se
levantó de la mesa
dejando a Draco y
acercándose a la
chimenea. "A ella le
hubiera gustado que
siguiera adelante, que
siguieramos adelante
los dos. No iba a
llevarle también la
contraria en eso." El
rubio se limpió con la
servilleta de tela y dejó
la comida para seguir al
pelirojo a la sala.
"Sabes... no me
sorprende que fuera
ella quien descubriera a
Harry primero que
nadie. Lo que no
entiendo es cómo pudo
permitir que continuara
con la farsa." Los ojos
grises intentaban
descubrir ya fuera en la
postura del pelirojo o
en su cara algún
secreto que le
permitiera hablar como
si nada de la joven
hechicera.
"¿Farsa?" Ron dejó
escapar una leve risa
incrédula mientras
meneaba la cabeza.
Metió las manos a los
bolsillos de su túnica y
se giró para mirar al
rubio con una sonrisa
ladeada. "No lo
entiendes
todavía¿verdad,
Malfoy?" Volvió a
menear la cabeza y se
balanceó levemente en
sus talones mirando al
techo de la habitación
como si pidiera
paciencia para
explicarle a un niño.
"Espera, creo que si lo
entiendes, muy pero
muy en el fondo lo
sabes pero te cuesta
aceptarlo en voz alta y
frente a tí mismo."
Volvió a mirarlo a los
ojos con seriedad.
"Harry fingió lo
suficiente para que
pensaran que estaba
bajo los efectos de la
poción."
"La poción del Amor
Eterno. Claro que tenía
que fingir estar
enamorado de
Severus."
"Sólo de Severus. Pero
eso no incluye hacerse
amigo de todos sus
amigos o querer a los
hijos de su ahijado. No
incluye hacerse amigo
de tus amigos y querer
pasar tiempo contigo."
Le dijo señalándolo. "El
único que debía existir
en el corazón de Harry
era Severus, sin espacio
para nadie más. Pero
en ese corazón hay
mucha gente." Draco se
quedó en silencio
mucho tiempo,
demasiado por lo que
Ron se volvió
nuevamente hacia el
fuego de la chimenea.
"Admito que soy un
egoísta. Pero no puedes
culparme. La única
razón por la que quiero
confrontar a Harry es
porque lo extraño.
Extraño el tiempo que
pasabamos juntos. Los
momentos que
compartíamos como
amigos... como
hermanos, los sueños
que teníamos. Harry no
necesita que lo
confronte con nada.
Puedo dejar que las
cosas sigan su curso
normal, que regrese a
su mundo y quedarme
callado y nada malo
sucedería. No sabes lo
que se siente tener que
enterrar a alguien que
sigue vivo. Saber que
respira, que ríe, que
ama y que ya no
puedes ser parte de
nada de eso."
El dolor en la voz del
pelirojo era evidente
para Draco que lo
conocía hasta cierto
punto y eso era mucho
decir. También tenía
razón en otra cosa el
pelirojo y era que Harry
no tenía que haber
fingido el ser su amigo
a menos que Severus
se lo ordenara y dudaba
mucho que su padrino
se lo hubiera ordenado.
De hecho... Severus en
un principio se había
sentido agradecido de
que buscara amistarse
con el Gryffindor para
así poder tener un
respiro. Al principio un
respiro de las
atenciones de Harry
porque no estaba
enamorado pero luego,
aún enamorado,
necesitaba alejar la
tentación de pasar todo
el día con el moreno
para así poder trabajar.
Y esa amistad, de no
haberla querido, no
habría tenido que
fingirla. Harry podía
haberse quedado todo
el tiempo al lado de
Severus pero había
aceptado su presencia e
incluso había llegado a
buscarla por sí mismo.
"No sé lo que se
siente... pero puedo
imaginarlo. Ya no
podría simplemente
cerrar los ojos e ignorar
que alguna vez estuvo
en mi vida. Harry es un
ser que le cambia la
vida a cualquiera que se
lo permita." Susurró
Draco con sinceridad
haciendo que Ron
cambiara la vista y
tragara con trabajo.
"Creo que es hora de
irme. Me esperan en
casa." Comentó con voz
temblorosa rogando
porque el rubio no
notara el leve temblor
de sus manos.
"¿Una cita?" El pelirojo
dio un resoplido pero no
se dignó a darle una
respuesta irónica, ni
siquiera le dio una
mirada remotamente
asesina. Apenas levantó
una mano en señal de
despedida y sacó su
varita para
desaparecer. Draco dio
unos pasos nerviosos
en su dirección. "Te
molestaría aceptarme
una invitación a cenar?
Ya sabes... así
podríamos hablar más
detenidamente este
asunto." Ron meneó la
cabeza con
incredulidad.
"¿En tu casa?" Preguntó
por lo bajo sin voltearse
a verlo. Draco no
respondió, aturdido por
la actitud del pelirojo y
por sus propias
acciones. Jovan lo
mataría si lo invitaba
sin consultarle primero.
"Eso pensé. Estaré en el
extranjero un par de
semanas. Creo que será
tiempo suficiente para
que Harry recupere sus
recuerdos y decida si
desea verme o no en
realidad. Hasta
entonces, Malfoy." El
sonido de látigo
característico de las
desapariciones se
escuchó antes que
Draco pudiera
reaccionar en realidad y
para cuando lo hizo
tampoco había tenido la
intención de detener al
pelirojo.
Decidió que sería mejor
regresarse a la casa y
así tranquilizar a su
esposo por lo que
echando una última
mirada a las escaleras y
al pasillo hizo aparecer
una pequeña nota y
tomó un puñado de
polvos flu, arrojándolos
a la chimenea donde
fue envuelto por la
llamarada verde que lo
llevaría a la chimenea
de su casa.

"Harry." Gimió Severus


sintiéndose cerca de
aquel punto en el cual
no podría regresar. Bajo
su cuerpo el cuerpo de
Harry se arqueaba
deliciosamente. Los días
adicionales en el
hospital casi lo habían
enloquecido. Todas las
veces que había ido a
visitar a su esposo le
había preguntado si era
Severus a lo que él
pacientemente había
contestado
afirmativamente. A esa
charla había seguido la
rutina de besos y
caricias que no podía
llegar a más para luego
pasarse el día uno en
los brazos del otro
mientras Harry
intentaba recordar. Pero
finalmente los días de
cuarentena terminaron
y mientras más pasaba
el tiempo más se
quedaba en la memoria
de su esposo. Cuando
por fin las memorias
comenzaron a regresar
los medimagos firmaron
los documentos de alta.
Ahora Harry acababa de
llegar a la casa y estaba
claramente asombrado
con todo lo que veía
pero su atención no
había estado demasiado
tiempo en sus
alrededores.
Prontamente la había
puesto toda en su
esposo pues alegaba
que recordar su
anatomía era lo primero
que tenía en su lista de
pendientes. Y aún
cuando Severus se
sentía un poco débil esa
era una petición que no
iba a negarle, menos
cuando él deseaba lo
mismo.
Por eso se hallaban en
esos precisos
momentos enfrascados
en aquella sensual
danza de cuerpos. La
piel de ambos brillaba
con el sudor mientras
se besaban y
acariciaban a plenitud.
Severus movía
rítmicamente sus
caderas contra las de su
esposo rozando con su
sexo el sexo de Harry
de quien dejaba
escapar los sonidos más
dulce que jamás
hubiera escuchado.
Sabía que estaba muy
cerca por cómo
incrementaban aquellos
eróticos sonidos y
Severus no podía hacer
nada más para evitar
llegar él también.
Inclinó su boca y lo
besó a consciencia
mientras se sentía caer
en el blanco abismo y
los muslos de Harry lo
aprisionaban con fuerza
al momento de
tensarse. De inmediato
la calidez que se
derramó sobre su
estómago lo hizo
tensarse en respuesta
emitiendo un largo y
ronco gruñido de placer
al que hacían eco los
jadeos satisfechos de su
esposo.
Se dejó caer
suavemente sobre el
pecho bajo el suyo
sintiendo que todo su
cuerpo se derretía
deliciosamente y que
Harry lo abrazaba con
fuerza besándole el
rostro sin reparos.
"Te amo." Susurró con
ojos cerrados.
"Yo también te amo."
Le respondió el moreno
de largos cabellos y con
esas últimas palabras
se dejó ir en un sueño
tranquilo.
Esa noche, cuando
Severus bajó a la cocina
recordó que Draco
había estado en la casa
y por unos momentos
se sintió mal de haberlo
dejado solo con el joven
Weasley. Pero al leer la
nota sonrió, su ahijado
tenía mucho tacto en no
haberlos interrumpido.
Harry bajó minutos más
tarde con una enorme
sonrisa y observando
aún sus alrededores con
admiración apenas
contenida. "¿Dónde
están Draco y el
Weasley?"
"Ronald Bilius Weasley.
Aunque tú le llamas
Ron. Nos dejaron
solos."
"¿Por qué nos esperó
aquí en la casa y no en
el hospital como los
demás?" Preguntó
mientras se acercaba a
Severus y depositaba
un beso en su nuca.
"Harry..."
"Mmhh... no puedo
evitarlo." Se disculpó
sin pizca de
remordimiento.
"Háblame de ese
Weasley."
"Bien. Pero antes le
pediré algo a los elfos si
no te importa. Yo sí
tengo hambre y debes
recordar que no puedes
saltarte las comidas,
órdenes médicas."
Severus hizo como le
había dicho ordenando
algo liviano y que se lo
llevaran a la sala de
estar. Los elfos les
llevaron emparedados y
jugo de calabaza con
mora.
Se sentaron en uno de
los amplios muebles,
uno al lado del otro,
Harry practicamente
echado sobre las
piernas de su esposo
mientras Severus
acariciaba los cabellos
que llevaba sueltos para
su deleite.
"Ese Weasley, Ron
Weasley, lo conociste
en tu primer año si mal
no recuerdo. Llegaron
practicamente juntos a
Hogwarts. Supongo que
se conocieron en el tren
o algo." Harry recordó
una rana de chocolate
saltar por la ventana y
a un chico intentar
cambiarle el color a su
rata.
"El tren... el Expreso de
Hogwarts." Exclamó con
alegría y Severus no
pudo menos que sonreír
con benignidad.
"Así es. El Expreso de
Hogwarts. Tú y Ronald
siempre fueron muy
unidos, como
hermanos. Su familia
practicamente te
adoptó como uno de
ellos, por eso los viste
esperándote cuando
salías del hospital."
"¿Pero si eramos tan
buenos amigos por qué
no me visitó?" Preguntó
arrugando el ceño.
"Eso es algo que no
sabría decirte. Pero el
que se presentara aquí
en la casa para recibirte
fue un gesto muy
amable de su parte. Un
poco sorpresivo pero
amable."
"Creo que no le caes
muy bien." Musitó
inseguro.
El rostro de Severus se
ensombreció levemente
antes de responder con
cautela. "No lo culpo.
Les hice la vida
imposible en la
escuela."
"¿En la escuela¿Fuiste
uno de mis profesores?"
"El que más
detestabas." Le confesó
con seriedad.
"Entonces el amor que
nos tenemos es
mucho." El que Harry
pudiera relacionarlo
todo con el amor no
terminaba de
sorprenderle.
"¿Cómo así?"
"Es fácil amar a quien
te cae bien... pero amar
a quien no te agrada...
y lograr que te ame de
vuelta..."
"Tienes mucha razón.
Porque el amor que te
tengo puede más que la
aversión que alguna vez
sintiera por tí."
"Gané tu corazón para
mí." Susurró Harry con
jactanciosa alegría que
Severus no pudo
recriminarle.
"Mocoso engreído." Lo
amonestó con cariño.
"También tenían una
amiga, una muy buena
amiga que hoy día no
está con nosotros. Su
nombre era Hermione
Granger y tú la amabas
como a una hermana.
Entre ella, Ronald y tú
formaban una especie
de hermandad que se
conocía como el Trío
Dorado de
Dumbledore."
"Hermione Granger...
ese nombre me hace
recordar cosas raras."
"¿Cosas raras?"
"Sí, libros. Bibliotecas.
Elfos. Medias de
colores." Cerró los ojos
concentrándose.
"Wingardium Leviosa."
Murmuró moviendo un
dedo de la misma forma
que movería una varita
y el emparedado sobre
la mesa comenzó a
flotar.
"La señorita Granger
era muy talentosa. No
creo que existiera un
libro que hubiera
escapado a sus manos.
Además de una buena
memoria tenía una
mente muy ágil."
"Hablas en pasado."
"Eso es porque la
señorita Granger sufrió
una enfermedad muy
grave, Harry. Por eso
ya no está con
nosotros. De tus
amistades fue la que
más acertada me ha
parecido."
"Me hubiera gustado
verla. Recordarla."
"Siempre que no la
recuerdes con tristeza
no me opondré a que lo
hagas. A ella no le
hubiera gustado." Harry
bajó el emparedado y
recordó el tercer
nombre.
"¿Y Dumbledore¿Quién
es él?"
"Dumbledore, hace
mucho que no vamos a
visitarlo. Casi seis años.
Está algo entrado en
edad pero fue nuestro
mentor."
"Podríamos ir a verlo
entonces. Quizás
recuerde algo."
"Claro, amor. Cuando
estemos un poco más
repuestos¿te parece?"
Harry asintió y permitió
que Severus comiera
finalmente. Pero las
preguntas daban
vueltas en su cabeza
inquietándolo.
Intentaría ser paciente
todo lo que pudiera,
sólo esperaba serlo lo
suficiente.
Severus le parecía el
hombre más
maravilloso sobre la faz
de la tierra y no se
sentía con deseos de
separarse de él ni por
un instante. Era como
una adicción escuchar
su voz y sus dedos
sobre su cuerpo eran
suficiente incentivo para
hacerlo volar, ni que
decir cuando usaba sus
labios. Hubiera querido
sentirlo dentro suyo
pero sabía que aún no
estaba completamente
recuperado.
Por el momento sabía
que le faltaban muchas
cosas por recordar y
aunque la ansiedad de
querer saberlas lo
mantenía inusualmente
alerta, la compañía de
Severus lo tranquilizaba
y relajaba
completamente. Eso era
lo que le decía que
estaba en el lugar
correcto, donde tenía
que estar. Y por el
momento, eso era
suficiente.

"Harry... ¿te gustaría


acompañarme al
Callejón Diagon?"
Preguntó Draco una
semana y media luego
de que Harry saliera del
hospital. El moreno no
se cansaba de pasar
todo el día con Severus
pero un rinconcito de su
mente le decía que
necesitaba un poco de
descanso también.
Draco le había sugerido
un par de veces salir
pero no era hasta ahora
que lo venía a
considerar realmente.
"¿Sev?" El aludido se
volteó hacia su esposo
como preguntándole si
tenía permiso para ir.
"Harry, claro que
puedes ir con Draco. Ni
siquiera tienes que
preguntarlo. Además,
Merlín sabe que
necesito un poco de
descanso." Dijo con una
sonrisa que desmentía
el que se quisiera
deshacer de su esposo.
"Lo decía por si se te
antojaba venir con
nosotros." Respondió el
moreno haciendo un
puchero.
"No, Harry, vayan
ustedes. Yo los espero
aquí cuando regresen."
Le dio un beso a su
esposo antes de
señalarle con un dedo.
"Pero promete que no
irás a preparar
pociones. Es malo para
tí y para el bebé."
Apenas Harry había
comenzado a recordar
cosas más y más
importantes Severus le
había dicho del bebé,
cosa que había puesto a
Harry de un humor
exhuberantemente
alegre. Era como si
Severus fuera a
cumplirle su más
ansiado sueño y en
esos días se había
esmerado por
complacer cada antojo
consciente o
inconsciente de su
esposo. Todos menos
permitirle preparar
pociones como era su
costumbre.
"Lo prometo. Nada de
pociones y tú no te
canses demasiado."
Harry asintió para luego
despedirse con un
profundo beso que hizo
que Draco enrojeciera
levemente.
"No tardaremos mucho.
¿Verdad Dray?" El rubio
asintió y finalmente
ambos se despedían
desde la puerta de la
mansión.
Concentrándose
mientras Harry asía su
hombro con firmeza
Draco se apareció en el
punto más seguro y
más cercano al Caldero
Chorreante. Harry miró
todo con interés y
saludó al dueño con
familiaridad haciendo
que Draco arqueara una
ceja con cierto
asombro. El moreno se
encogió de hombros en
un gesto muy suyo al
sentir la interrogante en
los ojos azul metálico.
"¿A dónde iremos
primero?" Preguntó
Harry cuando
estuvieron a punto de
ingresar al Callejón
Diagon a través del
Caldero Chorreante.
"Tan solo daremos una
vuelta, quizás veas algo
que te ayude a
recordar, como Tom."
Entraron y de inmediato
fueron rodeados por el
ambiente del famoso
Callejón Diagon.
"Me gusta este lugar."
Exclamó Harry
repentinamente y Draco
echó a reír
discretamente al ver la
emoción en el rostro.
Realmente debía ser
una experiencia única
poder mirar el callejón
con la misma ilusión
que la primera vez que
lo había visto.
"Imagino que sí."
Bromeó y Harry le dio
un leve empujón.
Pasaron dos buenas
horas simplemente
mirando los puestos y
negocios del callejón,
entrando a uno que
otro pero mayormente
Draco se había limitado
a explicarle qué vendían
en cada uno y demás.
Llegaron finalmente
hasta el puesto de los
Gemelos Weasleys y
Draco no le encubrió el
detalle. Por esa razón
Harry le pidió que
entraran a ver.
"¡Harry!" Exclamaron al
unísono los hermanos al
verle entrar y el moreno
esbozó una sonrisa
cálida. "¡Qué bueno
tenerte por aquí!" De
inmediato se vio entre
medio de los gemelos.
"¿Cómo te sientes¿Qué
haces por aquí tan
pronto¿No deberías
estar descansando?"
"Hey, tranquilos. Sólo
estamos dando un
paseo. ¿Cierto? Nada de
qué preocuparse." Los
gemelos finalmente se
fijaron con quién
andaba Harry. George
se le acercó con una
sonrisa demasiado
sospechosa.
"Draco Malfoy. Hemos
esperado mucho para
que vinieras a
visitarnos. Tenemos
algo justamente
pensando en ti." Lo
tomó de los hombros y
Draco se tensó de
inmediato como
esperando que de un
momento a otro le
cambiara el color de
cabello o su ropa
desapareciera. Harry
dejó escapar una risita
al ver la mirada que
suplicaba ayuda en su
dirección y antes que
pudiera negarse ya
había desaparecido con
George en el cuarto
trasero de la tienda.
"Harry... sabemos que
seguramente no lo
recuerdas, pero no
vamos a permitir que lo
olvides. Tú eres uno de
los socios de este
negocio. Fue gracias a ti
que pudimos levantarlo
en primer lugar." Le
dijo con una sonrisa
Fred y Harry abrió los
verdes ojos con
sorpresa.
"¿En serio?"
"Te doy mi palabra de
mago. No te hemos
vuelto a enviar bromas
porque Severus
amenazó con
rompernos la crisma si
volvíamos a enviarte
una."
"Oh. No recuerdo
haberle hecho bromas a
Sev."
"Porque no eran
inocentes bromitas." El
pelirojo le dirigió una
mirada llena de picardía
y Harry parpadeó varias
veces antes de
comprender y enrojeció
notablemente. A su
mente vinieron
imágenes de una
colcha-broma que
dejaba a quien se
metiera bajo ella
desnudo y hábilmente
atado con una gran
cinta rosada, moño
incluído. "Sabía que
recordarías eso... todo
lo que tenga que ver
con Severus
seguramente lo
recordarás más rápido."
Le dijo sin pizca de
verguenza el gemelo.
"Queríamos que
supieras que siempre
estaremos aquí para lo
que se te ofrezca,
Harry. Te debemos
mucho más que el
capital inicial de nuestro
negocio." Le dijo con
más seriedad.
"Gracias. No lo olvidaré
aunque me gustaría
recordar mucho más de
ustedes." Le respondió
con sinceridad. En esos
momentos Draco salía
acompañado de
George, su rostro tan
rojo como un tomate,
especialmente sus
orejas y un paquete en
las manos.
"Te aseguro que
después de esto lo
tendrás comiendo de tu
mano, mansito como un
cordero." Le susurraba
el gemelo a Draco con
voz cómplice. Fred
carraspeó suavemente
sin poder esconder la
sonrisa de su rostro. "A
Harry no le ofrezco
nada por el momento,
es obvio que ya tiene a
Severus donde quiere."
Esta vez fue Harry el
que enrojeció.
"Creo que ya es hora de
regresar. Le dijimos a
Severus que no
tardaríamos
demasiado." Exclamó
Draco antes que
pudieran siquiera
comentarle acerca de lo
que llevaba en las
manos. "Y ya llevamos
mucho tiempo en el
callejón. Nos tendrán
que disculpar." Los
gemelos pusieron caras
compugnidas que
intentaban en vano
esconder la sonrisa que
les asomaba.
"Harry, tienes que
regresar pronto y ver
los nuevos prototipos
que tenemos. Estoy
seguro que te
encantarán." Exclamó
George al ver que
Draco iba ya
empujando a Harry
fuera de la tienda.
"Y no olvides traer a
Severus. Quizás
podamos convencerlo
de que algunas bromas
valen la pena."
Salieron de la tienda
casi a tropezones y
Harry apenas alcanzó a
agitar el brazo en señal
de despedida. Al salir
comenzó a reír como un
desquiciado mientras
iban en dirección a la
salida del callejón.
Draco lo observaba
enfurruñado pero al
final tuvo que reír
también pues la risa del
moreno era contagiosa.
Se sentía como si
tuviera trece o catorce
años nuevamente,
riendo sin
preocupaciones. Fue
entonces que lo vio.
Apenas hizo contacto
visual el hombre se
bajó la capucha y
desapareció por uno de
los callejones aledaños.
Su risa se apagó un
poco y la preocupación
se reflejó de inmediato
en sus ojos grises pero
continuó caminando al
lado de Harry quien
sonreía ampliamente
ignorante de lo que
sucedía a su alrededor.
"Debemos apurarnos,
Harry. No quiero que
Sev nos de un sermón
por haber tardado
tanto." De buena gana
el moreno apuró el paso
mientras Draco miraba
a sus alrededores tan
disimuladamente como
podía, moviendo su
mano a la varita en su
bolsillo.
Respiró más tranquilo
cuando pasaron el
umbral hacia el Londres
Muggle. Desde allí se
aparecieron en la
mansión donde Severus
ya los esperaba un poco
impacientes.
"Finalmente aparecen.
Ya me estaba
preguntando a dónde se
podrían haber metido.
Es hora del almuerzo."
"Ah... padrino... había
quedado de acompañar
a Jovan al almuerzo. Es
que tengo par de
puntos que ganarme."
"¿Otra vez?" Draco
simplemente asintió
pero en sus ojos
Severus pudo ver la
preocupación.
"Yo creo que no es el
almuerzo lo que te
interesa." Replicó Harry
con una sonrisa
maliciosa y Draco
aprovechó para
achacarle su prisa al
paquete que llevaba en
las manos.
"Pues... quizás eso me
gane los puntos que
necesito." Se obligó a
sonreír aún sabiendo
que su padrino lo
observaba
atentamente. "Así que
mejor me adelanto."
Hizo ademán de
dirigirse a la chimenea
mientras que Harry
abrazaba a Severus y le
plantaba un beso.
"Mmmhh... te extrañé."
Murmuró contento.
Severus aprovechó el
instante para darle una
mirada interrogante a
su ahijado por encima
del hombro de su
esposo. Draco no hizo
sonido alguno pero
Severus pudo leer los
labios que le decían
quédate en la casa. Eso
junto a la seriedad que
veía en sus ojos lo hizo
asentir levemente y
Draco se deslizó en
silencio hacia la
chimenea.
"Yo también te extrañé,
amor. Tengo hambre."
Harry sonrió y tomó la
mano del hombre para
dirigirlo a la cocina y
Severus le siguió
dócilmente mientras en
su cabeza se
arremolinaban cientos
de ideas. Si Draco
estaba preocupado
entonces el asunto era
serio.

"¡Comadreja!" Gritó
asomándose a la
chimenea. "Maldita
Comadreja del
Demonio. ¿Dónde
diablos estás?" Volvió a
gritar. Al momento el
rostro del mentado
auror apareció en las
llamas. A Draco
siempre le desorientaba
que al verlo en la
chimenea su rostro se
viera más real que los
demás ya que no tenía
que imaginar el color de
los cabellos.
"¡Te escuché la primera
vez, Hurón!" Gruñó en
el fuego la imagen.
"¿Lo viste?"
"Claro que lo vi. No soy
tan estúpido. Pero
perdimos el rastro en
cuanto lo miraste. ¿En
qué diablos estabas
pensando?" Le reclamó
furioso y Draco se
recordó que Ronald
Weasley no estaba
presente físicamente
para volver a su lugar
frente a la chimenea.
"Estoy aquí con el Niño
Bonito y estamos
intentando identificar la
firma mágica del
sujeto."
El rostro de Ron
desapareció de la
chimenea y en su lugar
apareció el de Misha.
"No hemos podido
identificarlo pero sí
sabemos que es uno de
los responsables del
ataque en el
restaurante."
"Maldición."
"¿Sospecha algo?"
Preguntó en voz baja y
Draco negó.
"El león no sospecha
nada pero le avisé a la
serpiente que se
quedara tranquila.
Estaré con ustedes en
una hora, si posible
antes." Misha asintió y
la comunicación
terminó abruptamente.
Draco tomó
nuevamente el paquete
que le habían dado los
gemelos y se dispuso a
subir las escaleras. La
sorpresa de Jovan
tendría que esperar
todavía un poco más.
Mientras tanto sólo
podrían disfrutar el
almuerzo. Suspiró
resignado. Tan sólo eso
lo iba a poner de malas
nuevamente con su
pareja.

Capítulo 11
Los personajes de Harry
Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

Harry despertó esa


mañana con la
sensación de que ese
día sería uno genial. Su
esposo aún dormía
plácidamente a su lado
y hoy podía recordar
perfectamente lo mucho
que lo amaba, la forma
en que lo deseaba y lo
feliz que le hacía saber
que estuviera allí a su
lado. Metió la mano
bajo la colcha
asegurándose de que
estuviera
agradablemente tibia
antes de deslizarla bajo
la camisa del pijama de
su esposo y acariciar
suavemente su vientre.
Aún no se notaba nada,
al igual que tampoco en
su cuerpo se notaba
teniendo menos tiempo
que Severus pero le
hacía ilusión y no podía
resistirse.
Su mano se posó con la
palma abierta sin rozar
demasiado para no
despertarlo pero no
tuvo mucha suerte.
Aquellos írises como
ónix se abrieron
levemente provocando
una sonrisa en el pálido
rostro.
"Buenos días." Murmuró
con voz ronca Severus
al sentir que Harry se
acercaba más a su
cuerpo.
"Buenos días, amor."
Susurró de vuelta.
"¿Quieres que te traiga
algo?" Preguntó cuando
Severus se pegó más a
su cuerpo y se acurrucó
sobre su pecho.
"No, no tienes que
preocuparte por eso."
Murmuró adormilado y
con ojos cerrados
intentando quedarse
dormido nuevamente.
"Quédate en la cama."
Le instó con palabras
apenas entendibles y
Harry sonrió
nuevamente.
"Pero hoy se activará el
traslador de Albus.
¿Recuerdas?"
"No hasta después de
las diez."
"Está bien." Susurró
acunándolo en sus
brazos para darle un
beso en los suaves
cabellos negros.
Severus suspiró con
agrado y pareció
quedarse dormido
nuevamente. Mientras
tanto se dedicó a
acariciar esos cabellos
por instinto más que
nada pues su mirada
comenzó a perderse en
sus propios
pensamientos.
Albus Dumbledore. El
nombre le traía ahora
unos cuantos
recuerdos. Bombones
de limón y el suave
cantar de un ave.
Severus le había
descrito al hombre.
Largas barbas blancas
al igual que sus
cabellos. Levemente
arrugado pero con ojos
llenos de vida tras unos
lentes de media luna y
siempre vestido de
forma algo excéntrica
para un mago. También
le había explicado que a
pesar de su apariencia
seguía siendo un mago
muy poderoso, aún
cuando al parecer la
edad estuviera
acabando con sus viejos
huesos.
Estaba algo ansioso por
ver al antiguo director
porque si bien algunas
memorias habían
regresado sin
problemas otras como
que se negaban
testarudamente a
facilitarle las cosas.
Quizás el director
tuviera algo más que
contarle ya que según
Severus había tenido
acceso más íntimo a su
historial y a sus
memorias. En esa
ocasión le había
preguntado a su esposo
si alguna vez le había
contado de su pasado.
El hombre se había
puesto algo serio y
meditativo. Finalmente
le había confesado que
tan sólo un par de
veces había tenido
acceso a sus memorias.
Esa fue la oportunidad
de contarle a Harry que
había sido también su
profesor de oclumancia
aunque en esos
momentos su intención
no había sido enseñarle
sino molestarle. Pero
también le había
confesado que en esos
momentos no había
visto más que un par de
memorias acerca de sus
tíos y primo. Por otro
lado, Severus sí se
dedicó a hablarle de su
madre y de su padre y
de todo el asunto de la
profecía aunque no en
detalle, prometiéndole
que en otro momento
podrían hablar de ello
con más calma. Aunque
esa última petición,
hecha con nervioso
cuidado y que Harry
ignoró en esos
momentos sería
examinada más tarde
en detalle por el
moreno de ojos verdes.
Dejó que Severus
durmiera hasta cerca de
las nueve menos cuarto
cuando finalmente no
tuvo más remedio que
hacerlo para que el
hombre pudiera
desayunar y prepararse
para lo inminente.
"Harry." Lo había
llamado con suavidad
su esposo cuando ya
preparados esperaban
en la sala de la casa a
que llegara la hora de
activarse el traslador.
Harry le dedicó
entonces una mirada
curiosa al ver las líneas
de preocupación en su
rostro.
"¿Qué sucede ahora,
Sev?" Le preguntó
como si fuera un niño.
Los dedos de su esposo
se entrelazaron con los
suyos mientras su
pulgar acariciaba con
suavidad su mano.
"¿Estás consciente de
que no siempre tuvimos
una historia feliz?" La
mirada de Severus
parecía buscar algo en
la suya, alguna señal de
algo que no estaba
seguro de conocer.
¿Qué tenía que ver la
historia si tan sólo era
eso? Pasado entre los
dos. El presente era el
único que contaba. Pero
muy profundo podía
intuír que la respuesta
era importante para
Severus mientras otra
voz le decía que
también lo era para él.
Demasiado importante
para no tomarlo en
cuenta.
"No recuerdo toda
nuestra historia, amor.
Pero sé que es algo que
no puede ser tan
importante como lo
mucho que te amo."
Severus dejó escapar
un suspiro de alivio que
reconoció al instante.
¿Por qué importaba
tanto su respuesta?
Harry tenía la impresión
de que no eran una
pareja común. Pero
claro, siendo que se
llevaban casi dos
décadas. Pero Draco le
había segurado que dos
décadas entre magos
no eran nada. No
entendía por qué
Severus siempre
prefería rodear algunos
de sus recuerdos,
especialmente aquellos
que se negaban a
regresar con claridad.
Tan sólo podía intuir
que en el pasado de
ambos había algo que
lo preocupaba
grandemente, pero
mientras Severus se
negara a afrontarlo no
veía cómo podía disipar
sus dudas.
"¿Listo, Harry?" La voz
profunda lo sacó de sus
pensamientos y sonrió
con calidez.
"Tan listo como podría
estarlo."
"Sujétate fuerte." La
sala a su alrededor
comenzó a dar vueltas
y los colores se fueron
confundiendo mientras
giraban. Soltó el
traslador pero no las
manos de su esposo. El
viaje terminó
suavemente cuando
fueron depositados
frente a un par de
puertas de oscuro roble
que se abrieron
levemente dejando ver
a una mujer mayor de
cabellos grises
ondulados recogidos
brevemente en la base
de la nuca.
"Bienvenidos a la casa
de Albus. Por aquí,
caballeros." Severus se
inclinó a modo de
saludo y cuando Harry
lo imitó y la mujer
sonrió sintió que la
conocía de toda una
vida por lo que sonrió
ampliamente
provocando la
curiosidad de su
esposo.
"Disculpe, mi señora.
¿Nos hemos visto
antes?" Preguntó sin
poder contenerse y con
algo de ansiedad. La
mujer comenzó a
caminar y ambos
hombres la siguieron.
"Tal vez nos hemos
visto en alguna ocasión.
Pero Albus me ha
comentado acerca de su
reciente enfermedad y
entiendo que sienta
curiosidad. Nos hemos
hablado un par de
veces, soy la enfermera
de Albus, Mía, aunque
usted me ha conocido
como la enfermera
Bakó. Pero si su
curiosidad se refiere a
si llegamos a ser
amigos, señor Snape,
entonces debo indicarle
que lamentablemente
no nos hemos conocido
más allá del mero
formalismo." Harry
pareció decepcionado
pero la mujer se limitó
a sonreír cuando
llegando a las
habitaciones de Albus
les abrió la puerta.
"Albus los ha estado
esperando desde hace
mucho tiempo ya."
Severus asintió, sabía a
lo que se refería la
mujer. Una de las
personas a la cual se
había negado a ver
Harry era Albus. Le
había parecido extraño
en su momento ya que
si bien el joven se había
alejado de sus amigos
por razones válidas, el
anciano nunca le había
dado razón aparente
para alejarse.
Cuando entraron estuvo
pendiente a todas y
cada una de las
reacciones de su esposo
al ver al anciano quien
estaba sentado en lo
que parecía ser un
escritorio mientras una
pluma encantada
escribía por él.
"Harry." La voz antes
fuerte parecía un poco
ajada pero los ojos del
hombre seguían tan
claros y brillantes como
el cielo recién lavado
por la lluvia. "Harry,
qué alegría verte
nuevamente." Harry se
acercó al anciano de
bondadoso rostro y se
dejó examinar sin poder
recordar demasiado.
"¿Cómo te has sentido
en estos días?" Le
preguntó y Harry sonrió
por cortesía.
"He estado bien, señor
Dumbledore."
"Albus, Harry, díme
Albus, por favor. Pero
siéntate. Severus, a tí
también quería verte.
Hace mucho que no
venías a visitarme. Me
he enterado de las
buenas noticias." Dijo
con una sonrisa
complacida el anciano
mientras extendía la
mano hacia Severus
quien la tomó de vuelta
con algo de bochorno.
Harry sonrió al
entender a qué se
refería. "¿Un dulce de
limón?" Preguntó como
era su costumbre y el
moreno de ojos verdes
se quedó pensativo un
rato antes de
responder.
"Uno, por favor." Tomó
el dulce que se le
ofrecía y tras ellos
aparecieron sillas a
donde el anciano les
indicó que por favor se
sentaran.
"También me han
comunicado las buenas
noticias tuyas, Harry.
Felicidades a ambos."
"Muchas gracias,
Albus." Y Harry se echó
el bombón a la boca. Un
centenar de imagenes
lo asaltaron
repentinamente y se
llevó una mano a los
ojos.
"Vaya." Susurró y
Severus hizo ademán
de levantarse para
sostenerlo pero el
anciano le hizo señas de
que esperara. "Esas...
son muchas memorias."
Volvió a decir con un
leve jadeo y fijó sus
ojos en los del anciano.
Por unos largos
instantes que a Severus
le parecieron una
eternidad ambos
mantuvieron sus
miradas fijas hasta que
Harry dio un leve
suspiro, apenas
imperceptible y sonrió.
"Ya no puedes entrar
tan fácilmente."
Albus sonrió satisfecho.
"No, ya no puedo entrar
fácilmente. Me alegra
que lo recuerdes. La
enfermedad que
sufriste, Harry, no
causa más que la
pérdida momentanea
de los recuerdos así que
no tardarás mucho en
recuperarlos." El
aludido frunció
levemente el ceño
mientras asentía.
"Sin embargo... tengo
el presentimiento de
que entre mis recuerdos
hay cosas que no me
gustaría volver a vivir."
"Esperemos que esos
tarden más en volver."
Le contestó con una
sonrisa el anciano. En
esos momentos se
materializó en el alfeizal
de la ventana un ave a
la cual pudo reconocer
de inmediato.
"¡Fawkes!" Exclamó y el
ave se elevó levemente
para aterrizar en su
hombro. "¿Cómo has
estado?" Con un
melodioso ulular le
acarició la mejilla y
Albus echó a reír.
"Te ha extrañado
mucho. ¡Sí señor!"
El resto del tiempo pasó
entre agradables
recuentos de lo que
había sido la vida de
Harry en el colegio sin
obviar el hecho de que
nunca se había llevado
muy bien con su actual
esposo y saliendo a la
luz algunas de las
travesuras de las cuales
había sido capaz junto
con sus amigos.
Algunas de las
travesuras hicieron que
Severus casi se
atragantara con el té
que Mía les había
llevado pero aparte de
eso, ninguna de las
memorias que
regresaron a la mente
de Harry parecieron ser
desagradable.
Al cabo de casi dos
horas Severus estimó
que ya era suficiente
tiempo para estar lejos
de la casa. Eso y la
extraña sonrisa que
conservaba su esposo
que apenas llegaba a
sus ojos desde hacía ya
un buen rato. "Albus,
creo que ya debemos
partir. Tú debes
descansar y nosotros
también." Los ojos
azules del anciano
volvieron a iluminarse.
"Claro, claro, Severus.
Entiendo
perfectamente. Pero
antes me gustaría
hablar con Harry un
momento a solas.
¿Crees que puedas
darme unos minutos,
Harry?" El Joven Que
Había Vivido, ahora el
esposo de Severus
asintió reservadamente
haciendo que Severus
se preocupara un poco
más. "Gracias."
"Te espero afuera,
amor." Se despidió
antes de salir de la
habitación,
encontrándose afuera
con la enfermera Bakó
quien de inmediato se
prestó a charlar
sosegadamente con el
maestro de pociones.
"Harry. Hace mucho
tiempo que quería
visitarte pero
lamentablemente nunca
tuviste tiempo para
recibirme. Ahora ya no
puedo visitarte por lo
que tengo suerte de
que hoy hayas podido
venir hasta aquí.
Necesitaba hablarte."
"¿Y de qué quería
hablarme... Albus?" El
anciano miró
brevemente hacia la
puerta cerrada,
haciendo un gesto con
la mano y Harry
entendió que había
puesto un hechizo de
privacidad en la puerta.
Era como si hubiera
sentido la magia del
hombre alrededor de
ambos.
"Quería pedirte
perdón."
"¿Perdón, por qué?"
"Sé que sabes bien por
qué te estoy pidiendo
perdón, Harry." El fénix
en el hombro de Harry
ululó suavemente como
si le instara a hacer lo
que el anciano le pedía.
"Yo sé que recuerdas.
Me recuerdas como el
traidor que te entregó
en manos del hombre
que pensabas..."
"Basta." Siseó Harry
con vehemencia.
"Harry..." Suplicó Albus
cuando lo vio ponerse
en pie negándose a
escuchar. "Tienes que
saber..." La mano de
Harry lo detuvo y la
expresión en el rostro
del hombre lo hizo
esperar. Harry meneó
la cabeza con tristeza y
suavizó la voz.
"¿Saber qué? Sé todo lo
que hay que saber,
Albus. Ahora entiendo
por qué no quería venir
aquí. No quiero
escuchar sus razones...
Ya no importan." Se
acercó al anciano y se
arrodilló frente a la silla
sujetándose de los
antebrazos. "Nada de lo
que haya sucedido
antes importa. Lo amo,
nada puede cambiar ya
eso. ¿Para que traer de
vuelta ese pasado?"
Albus se compadeció y
puso su envejecida
mano en la mejilla del
moreno.
"Es que ese pasado que
quieres enterrar se ha
llevado a muchos de tus
seres queridos de por
medio. Y aún sufres por
ello." La suave piel del
anciano se sentía tan
frágil contra su propia
piel que no pudo resistir
cubrirla con la suya.
"Severus, desde que
llegó a la escuela, fue
como un hijo para mí.
Siempre favorecí a los
Gryffindor por encima
de los demás pero
Severus fue el único
Slytherin que favorecí
por encima de todos los
demás. Y con todo lo
que ha pasado es un
misterio para mí cómo
es que se sigue
comportando como un
niño mimado." Esta vez
Harry sonrió levemente
junto con el anciano.
"Sé que mi decisión de
acceder a su petición te
dolió mucho y admito
que lo hice teniéndolo a
él en mente."
"¿Por qué?" El susurro
apenas audible mostró
apenas un poco del
dolor que Harry todavía
conservaba con
respecto a la decisión
que en su momento
había tomado Albus.
Ese sentimiento de
traición que había
enterrado muy
profundo en su corazón
para impedir que se
cruzara con el amor que
ahora sentía por
Severus.
La confesión sorprendió
a Harry tanto que una
lágrima de las que
había intentado
contener se le escapó
mejilla abajo. "Porque
tenía fe en que tú lo
salvarías." Albus tomó
aliento antes de
proseguir pues era
obvio que le afectaba lo
que iba a decirle.
"Estaba perdiendo a
Severus. Todo ese
odio... ese rencor que
no podía olvidar y que
lo forjaron como era...
lo que estaba viviendo
bajo las garras de
Voldemort alimentaba
ese odio. Y yo sabía que
tú podías hallar
nuevamente su corazón
y sacarlo a la luz.
Porque tú siempre has
sido luz, Harry, para
todos los que te rodean.
Siempre le sacas a lo
que te sucede lo mejor,
lo más positivo. Tuve fe
en ti y te entregué lo
más preciado de mi
corazón. Severus."
"Lo hice."
"Sí, Harry. Lo hiciste.
Me lo has regresado
sano y salvo, como
siempre quise que
viviera. Feliz."
"Yo... lo perdono. Por
amor a Severus y
porque entiendo lo que
un padre y una madre
son capaces de hacer
por su único hijo."
"Sabía que podía
confíar en tí." Susurró
el anciano con una
sonrisa aguada.
"Pero sigo enojado
contigo, Albus." Hizo un
gracioso puchero a lo
que el anciano arqueó
una ceja confundido.
"Sigues ocultándome
cosas."
"¿Qué clase de cosas?"
"Hermione." El anciano
sonrió ampliamente.
"No te he ocultado
nada, Harry. Eso ya lo
sabías, era cuestión de
tiempo para que lo
recordaras. Pero antes
que digas nada más...
debes saber que no
todos tus recuerdos son
públicos."
"Hay cosas que las he
vuelto a escuchar de
labios de quienes no
saben toda la verdad y
debo admitir que me las
he creído a pies
juntillas."
"Y has sufrido como
aquellos que no lo
saben. Imagino lo dificil
que ha sido todo esto
para ti."
"Me parece que aún hay
un par de cosas que me
faltan por saber."
"Así es... pero ya irás
reuniendo todas las
piezas. Siempre has
sido muy inteligente,
Harry. Aunque hay algo
que deberías pensar
con más
detenimiento..."
"Lo sé. Lo sé."
"Si resolvieras ese
asunto nos harías las
cosas más fáciles. Creo
que ya tienes una idea
más clara de lo que
puedes esperar de
Severus. No lo hagas
sufrir más ni te sigas
atormentando por lo
que puede pasar. La
verdad no siempre
libera nuestros cuerpos
pero libera el alma... y
eso tiene mucho más
valor." Albus miró el
relojito que tenía
encima del escritorio.
"Ya hemos hablado lo
suficiente. Severus
debe estar inquieto."
"Sí."
"Espero que pronto no
sea necesario seguir
fingiendo que no
quieres venir a verme.
Me gustaría pasar
mucho tiempo con mis
nietos." Harry dejó
escapar una suave risa.
"Lo tomaré en cuenta
seriamente." Se levantó
y abrazó al anciano con
delicadeza, Fawkes
bajándose de su
hombro y posándose en
el de Albus. Los ojos
azules parecieron más
vivos e intensos cuando
ya en la puerta le hizo
un gesto de despedida
con la mano al que
Harry correspondió más
animado.
"¿Severus? Ya podemos
irnos. Enfermera Bakó,
muchas gracias por
permitirnos hablar con
Albus." Se acercó a su
esposo pasando una
mano por atrás de su
cintura.
"Soy yo quien les tiene
que agradecer. Albus se
aburre mucho
encerrado aquí en la
casa. Cuando era
director de Hogwarts no
tenía un sólo momento
de aburrimiento. Suele
decir que siempre había
algo nuevo que
descubrir."
"Albus siempre ha
tenido un espiritu
aventurero y algo
juguetón." Comentó
Severus con una leve
sonrisa al sentir los
dedos de Harry
acariciar su costado con
suavidad. "Gracias por
su compañía, mi lady.
Ha sido un placer, como
siempre, conversar con
usted." Ambos se
dirigían a la puerta de
la casa mientras la
mujer los seguía.
"Creo que Albus podría
coopera con un par de
aportaciones al libro."
Les dijo cuando llegaron
a la puerta. "Estoy
segura que tiene más
de una historia
interesante que
contarnos acerca del
viejo castillo."
"¿El libro?" Preguntó
Harry con curiosidad a
lo que la mujer sonrió
ampliamente mostrando
un par de hoyuelos que
seguramente en sus
tiempo de juventud
habían sido la perdición
de muchos jóvenes
magos.
"Hogwarts: Una
Historia, por supuesto."
Con una corta
reverencia cerró la
puerta terminando así
la visita.
"No cabe duda."
Respondió Harry con la
misma sonrisa antes de
sujetar a Severus
firmemente contra su
pecho. "¿Estás listo?"
"¿Quieres aparecerte?"
"Quiero disfrutar de los
beneficios de
aparecerme contigo."
Se inclinó para besar a
Severus y
desaparecieron.
Tras la puerta la
enfermera Bakó se
enderezó. "Hasta
pronto, Harry." Luego
marchó en dirección a
la habitación del ex
director. "¿Albus?"
"Todo está bien... todo
está perfectamente
bien¿cierto Fawkes?" El
ave esponjó el plumaje
levemente. "¿Por qué
no le cuentas a Hedwig?
Estoy seguro que se
pondrá muy contenta."
El fénix desapareció del
hombro de Albus con un
suave cantar.
"Me alegro mucho. Le
avisaré a Niño Bonito.
Al León aún le falta
recordar sus deberes,
hasta entonces no
estaremos tranquilos."
Albus asintió y se
levantó del escritorio
con la misma agilidad
que había tenido en sus
años como director
mientras la mujer
echaba al fuego unos
polvos flu especiales.

"¿Harry?" Susurró
apenas Severus cuando
sintió que los colores a
su alrededor volvían
convirtiéndose en la
sala de la casa. El beso
había quitado gran
parte del malestar que
podría causarle la
aparición pero
despertando otros
sentidos que ahora no
estarían tranquilos.
"¿Sí?" Preguntó Harry
con aparente inocencia
mientras comenzaba a
desabrocharle la túnica.
"¿Qué haces?" Suspiró
cuando la túnica
comenzó a deslizarse
por sus hombros y su
esposo cubrió cada
pedazo de piel con sus
labios.
"¿Realmente tienes que
preguntarlo?" Musitó
cuando sus dedos se
dirigieron a su siguiente
objetivo, el pantalón de
Severus.
"No... pero..."
"¿Pero qué? Estamos
solos." Repentinamente
se escuchó el sonido de
varias decenas de
pestillos y cerraduras.
"Y nadie va a
molestarnos." Con el
cierre del pantalón
abierto fue empujando
a Severus hasta uno de
los sillones y luego de
hacerlo sentar se
arrodilló para quitarle
las botas. Los ojos
negros lo observaban
fascinados e incapaces
de despegarse de sus
acciones. Al terminar
tomó las manos de
Severus, pálidas y
libres de las manchas
que una vez las
cubrieran y las llevó a
los botones de su
propia túnica. Los
dedos reaccionaron
primero que el cuerpo
del hombre y le
desabrocharon la túnica
y la camisa, luego Harry
los dirigió a su
pantalón.
Cuando estuvo seguro
que Severus había
desabrochado todas sus
piezas de ropa se
levantó y se plantó
frente a Severus,
procediendo a quitarse
las botas y a
desvestirse con lentitud
sin dejar de mirarlo
fijamente. La inocencia
que hasta hacía unos
días atrás había estado
plasmada en aquellos
ojos había sido
reemplazada por la
malicia propia del que
lleva seis años
compartiendo su
intimidad. Una mirada
que lo quemaba sin
tocarlo, seduciéndolo
sin palabras y
ofreciéndose
completamente.
La piel morena de su
esposo estuvo
totalmente al
descubierto, a plena luz
del día y en todo su
esplendor. El vientre
aún plano, levemente
marcado al contrario del
suyo que ya comenzaba
a mostrarse levemente
hinchado en su parte
más alta. Los muslos
sobre los cuales
terminaba de deslizarse
la última pieza para
revelar un oscuro
camino desde el vientre
bajo hasta la
entrepierna donde se
comenzaban a mostrar
claramente las
intenciones de su
esposo. "Harry."
Su esposo se acercó a
donde estaba sentado y
tomándolo de la mano
lo hizo ponerse en pie.
"Te amo, Severus. ¿Lo
sabías?" Le dijo con voz
seductora mientras lo
pegaba un poco a su
cuerpo y metía las
manos dentro de sus
pantalones con una
sonrisa traviesa
haciéndolo jadear
suavemente.
"Hasta desmemoriado
lo repetías." Una de las
manos pasó a su
trasero apretándolo con
interés haciéndole
cerrar los ojos. Los
dientes de Harry
encontraron su lóbulo y
lo mordisquearon con
suavidad. "Harry..."
"¿Quieres tenerme?"
"Mmhhh..."
"Severus... díme...
¿quieres hacerme
tuyo?"
"Sí."
"¿Entonces qué
esperas?" Los dedos de
Severus encontraron la
cinta con la que se
sujetaba los cabellos y
la soltó. Los cabellos de
Harry se desparramaron
sobre su espalda y
Severus hundió sus
manos en ellos
acariciando la nuca de
su esposo para luego
obligarlo a bajarse un
poco.
"Espero a que aprendas
tu lugar." Susurró sin
enojo mientras lo
doblegaba levemente
en un amago de
dominio el cual hizo que
sus sentidos se
agudizaran cuando
Harry respondió con un
gemido necesitado
arqueándose bajo sus
manos.
Lo obligó a bajarse
hasta llegar al suelo
aún sujetándolo con
firmeza de los cabellos.
Harry se fue
acomodando bajo su
cuerpo, balanceándose
con las manos,
retrocediendo hasta
quedar tirado de
espaldas. Lo hizo
exponer el cuello para
comenzar a devorarlo
lentamente mientras
Harry separaba las
piernas e impulsándose
levemente comenzaba a
mover sus caderas
rítmicamente contra las
suyas. "Tú me provocas
demasiado." Susurró al
oído de su esposo al
sentir que ahora ambas
manos lo sujetaban del
trasero.
Soltó la nuca de Harry
tan sólo para liberar su
sexo de la ropa que aún
tenía puesta y poner la
punta de su erección
contra la entrada de
Harry quien al sentirla
gimió con desespero.
No se detuvo ni un
instante y comenzó
penetrarlo provocando
jadeos y gemidos de
placer inmediatos. Ya
en su interior se detuvo
completamente para
besarlo sintiendo cómo
el interior de Harry se
apretaba en torno a su
sexo con suaves
espasmos involuntarios.
"Te necesito, Sev.
Ahora, por favor." La
súplica hizo que se
retirara del interior del
moreno para volver a
hundirse en la sedosa
calidez mientras un
gruñido profundo se
formaba en el pecho de
su esposo y él mismo
tenía que vocalizar el
placer que le provocaba
con una exclamación.
Pronto se dejaba ir en
el ritmo que le
provocaba su esposo
sin preocuparse porque
estuvieran en el mismo
medio de la sala a plena
luz del día sin detenerse
a contemplar que
aunque Harry había
cerrado puertas y
ventanas no se había
preocupado por la
chimenea. Olvidándose
de todo continuó
poseyendo aquel cuerpo
que era suyo sin lugar a
dudas sintiéndolo
entregarse por
completo, maleable
entre sus dedos y bajo
su peso.
El cadencioso vaivén
tensaba cada vez más
sus cuerpos cubiertos
de una fina
transpiración. Sus
pechos agitados,
vientres en continuo
movimiento hasta
alcanzar el máximo
placer con roncos
gritos.
"Por Merlín." Un rostro
demasiado sorprendido
como para reconocerlo
de inmediato apareció
en las llamas de la
chimenea y Harry
enrojeció de verguenza
pero antes que pudiera
cubrirse Severus gruñó
enojado mirando de
forma amenazante al
que osaba irrumpir en
su intimidad.
"Señor Weasley." Harry
se dejó caer
nuevamente al suelo
mientras Severus
continuaba en su
interior cubriendo con
su cuerpo su desnudez.
"Espero que sea
malditamente
importante lo que tenía
que decirnos."
"Yo... sólo quería...
yo... demonios
sangrientos. Llamaré
más tarde." Severus
estuvo a punto de
matarlo con la mirada
pero la cabeza del
pelirojo desapareció
mucho antes que
pudiera siquiera
comenzar a maldecirlo
sin magia. La risa
sosegada de Harry
atrajo su atención.
"¿Qué es tan gracioso?"
"Creo que ni el verde de
la chimenea pudo
ocultar lo rojo que
estaba." Severus volteó
los ojos y se dejó caer
con suavidad sobre
Harry.
"Definitivamente tengo
que recordar
desconectar las
malditas chimeneas."
Murmuró sobre el cálido
pecho.

Capítulo 12
Los personajes de Harry
Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

La noche señoreaba
fuera y Harry se acercó
a la chimenea. Desde
su visita a casa de
Albus sabía que le
quedaba algo muy
importante por recordar
y aunque había
reconocido finalmente a
Hermione, eso otro que
le faltaba le daba la
sensación de estar
incompleto.
Severus estaba en su
laboratorio y le había
prometido darle unas
horas para poder
trabajar en sus
pociones aunque ya le
había advertido que
ninguna que fuera
peligrosa dado su
estado. Se puso a
observar los objetos
sobre ella. Algunos los
recordaba, otros aún
no. Uno en especial
llamaba su atención en
esos momentos, una
hermosa serpiente de
plata. Llevó su dedo por
instinto a la boca del
animal que la tenía
abierta mostrando sus
filosos colmillos. Al
hacerlo se pinchó uno y
una gota de sangre
cayó en el interior.
Retiró la mano y miró la
pequeña incisión con el
ceño fruncido. Un
delicado click llamó su
atención nuevamente.
La serpiente se había
abierto tal cual si fuera
un cofre y en su interior
guardaba un polvo muy
parecido al utilizado
para hablar a través de
la red flu. Estuvo
tentado a echar unos
pocos al fuego de la
chimenea pero no tenía
a quien llamar en
realidad.
El fuego tomó un
repentino color verde y
una cabecita se asomó
a la chimenea tomando
a Harry por sorpresa y
haciéndolo cerrar el
cofre de golpe. “¿Tío
Harry?” La suave voz
del pequeño Draco se
escuchó.
“¿Draco¿Qué haces
llamando a través de la
red?” Preguntó
acercándose a donde el
pequeño podía verlo. Se
veía un poco asustado.
“Tío... los hombres de
negro.” Susurró el niño.
“Están aquí. Ven
pronto.” El niño no tuvo
que decirle dos veces
cuando ya estaba
tomando los polvos
floo.
“Aléjate un poco de la
chimenea, Dray, tío
Harry va para allá.” El
niño obedeció y tan
silenciosamente como
pudo dijo el nombre de
la casa de Draco.
Apenas llegó el pequeño
rubio tomó su mano
como para dirigirlo. Al
final le señaló una
puerta. “Dray,
prométeme que estarás
muy quieto y muy
callado y que te
quedarás aquí afuera
mientras tío Harry
habla con los hombres
de negro.” El niño
asintió y Harry recordó
cuánto lo admiraba
aquel pequeño. Tanto
que no importaba qué
le pidiera el pequeño lo
hacía. Sacó su varita y
con lentitud abrió la
puerta un poco.
Como lo había dicho el
niño, una figura vestida
de negro se paseaba de
arriba a abajo por la
habitación. Más que
buscar algo parecía un
tanto inquieto. Con
lentitud sacó su varita y
volvió a mirar atrás
suyo haciendo un gesto
de silencio y luego uno
de espera para entrar a
la habitación y cerrar la
puerta. Apuntó la varita
hacia la figura. “Será
mejor que no intentes
nada.” Al escucharlo el
hombre se quedó muy
quieto. Vio sobre la
cama la máscara de los
mortífagos. “Quítate la
capucha.” Le ordenó.
Escuchó una risa leve y
un tanto amarga pero
su varita no bajó. “No
soy muy paciente.
Descúbrete o te
congelaré.” El hombre
llevó sus manos a la
capucha y la quitó
dejando al descubierto
unos cabellos rizados
casi blancos. Se volteó
y el moreno se quedó
tan sorprendido que
sólo atinó a parpadear
confundido. “Jovan.”
“Así es... Harry.” El
tono resignado del
hombre hizo que Harry
bajara un poco su
varita. “Soy el espía
que has estado
buscando.”
“Pero... ¿por qué?”
“No lo entenderás si
haces un recuento
desde el día de mi
casamiento con Draco.”
“Entonces explícamelo
tú...” Murmuró Harry
aún incapaz de creer
que Jovan fuera lo que
sus ojos le decían. Ese
era el hombre que él
sabía amaba a Draco y
a sus hijos como
ninguno. Esposo
intachable en todos los
sentidos.
“Me fue encargado
espiar a Lucius y a
Severus. Ellos son mi
objetivo principal,
especialmente Severus,
el mayor traidor a la
causa. No tenía mejor
forma de acercarme a
ambos que a través de
del hijo y ahijado de
ambos. Accio varita.” La
varita de Harry salió de
su mano a la de Jovan
quien la tomó y la
apuntó a Harry.
El moreno ignoró el
hecho de haber sido
desarmado y el peligro
al que eso lo exponía.
Eso conllevaba ya que
era obvio que el esposo
de Draco no era lo que
todos habían pensado.
“Pero tú lo amas.”
“¿Cómo sabes que no
estoy fingiendo?”
“Los niños no mienten,
Jovan. Ellos aman a su
padre y tú los amas a
ellos. Eso no es una
farsa.” El rostro del
hombre se volvió
mucho más serio al
escuchar a Harry
mencionar a sus niños.
“Y si no amaras a Draco
no te habrías arriesgado
a tanto.”
“Los gemelos fueron un
accidente.” Añadió
demasiado apurado
como si intentara
convencerse a sí
mismo. “Fueron un
descuido.”
“Fueron algo que
deseabas. Estabas muy
ilusionado cuando lo
supiste, Draco me lo
contó y aunque
hubieras fingido estar
emocionado no puedes
haber fingido durante
nueve meses tanta
felicidad.”
“Lucius se volvió más
amable, me permitió
acerarme más cuando
se enteró de los
gemelos.” Respondió de
inmediato.
“¿Y esa es tu excusa
para Dray y Sofía
también?” El rostro
atribulado de Jovan era
más que suficiente para
que Harry supiera que
ya no estaba tan seguro
de sus lealtades. No
sólo no le podía decir
que no amaba a Draco
sino que buscaba
justificar su relación con
él y con los niños cosa
que probablemente
había estado haciendo
hacía ya un tiempo
frente a sus
compañeros mortífagos.
¿Era esto lo que Harry
había estado tratando
de recordar?
Jovan se estremeció y
sintió su cuerpo
comenzar a temblar.
Había tenido ese mismo
tipo de conversación
con sus compañeros
que se volvían más
incrédulos ante la
aparente dificultad suya
para conseguir
información. En un
principio no había
arriesgado nada pero
ahora tenía varios
motivos por los cuales
preocuparse. “Tú no
dirás nada.”
“Fuiste tú el que nos
vendió el día de nuestro
aniversario.” Murmuró
Harry y Jovan apretó la
varita con nerviosismo.
“Así es. Yo les sugerí
que sería buena idea
atacar a Severus ese
día. Estaría distraído y
vulnerable. Se suponía
que no tendrías tiempo
de intervenir.”
“Jovan¿no te das
cuenta que no quieres
hacer esto?” Le suplicó
Harry intentando
hacerlo entrar en razón.
“Tú no puedes querer
hacerle daño a tu
propia familia.”
“¿Familia?” Susurró.
“El abuelo de tus hijos,
el padrino de los
gemelos. Incluso eres
mi padrino de bodas
junto con Draco. Somos
tu familia. ¿No te das
cuenta? Yo te considero
mi familia.” Se acercó
un paso y Jovan se
alejó un poco sujetando
la varita con dedos
pálidos.
“Yo no puedo echarme
atrás ahora. No
puedo...”
“Claro que puedes, no
tienes por qué hacer
esto. Voldemort está
muerto. No tienes por
qué ser parte de nada
que lo involucre.”
“Ellos podrían hacerle
daño a mis niños.”
“No podrán, yo me
encargaré de eso.” Se
acercó nuevamente
acorralando al hombre
contra el buró. “Nadie
podrá tocarlos, ni a ti ni
a ellos. Lo prometo. Ni
siquiera el Ministerio de
Magia. Por favor.” La
varita se levantó un
poco más pero era
evidente que Jovan no
podría utilizarla contra
Harry.
“Yo...”
“Piensa en Draco, en lo
mucho que te ama... en
tus niños... Ambos te
necesitan.” Se acercó
otro paso y la varita
tocó su pecho. “Incluso
en nosotros. Somos
amigos, compadres.
Sabes que no permitiría
que nada les pasara a
ninguno pero tienes que
confiar en mí. Por
favor.” Una lágrima
bajó lentamente por el
rostro de Jovan junto
con un pequeño sollozo.
“Por favor.” Susurró
más bajo suplicante.
Puso su mano en la
varita que lo señalaba
con lentitud sin perder
de vista los ojos azules
tan intensos y la sujetó.
Un segundo sollozo se
escuchó cuando Harry
bajó la varita y se la
quitó de los dedos.
“Lo siento.” Susurró
apenas y Harry lo
abrazó desatando un
torrente de lágrimas
que al parecer llevaba
varios años dentro del
corazón de Jovan. “Lo
siento tanto.” Gimió
desconsolado. El
moreno acarició los
blancos cabellos
mientras se sentaba en
la cama. En esos
momentos la cabecita
de Draco se asomó a la
puerta y Harry le hizo
señas para que se
acercara. Dudó antes
de reconocer a su
padre, entonces se
acercó y se trepó en
sus piernas.
Harry se quedó con
Jovan hasta que se
calmó pero en cuanto
pudo lo hizo cambiar de
ropa y reunió a los
niños. “Hay alguien con
quien quiero que
hables. Mientras más
información puedas
darle mejor podremos
protegerte.”
“¿Podremos?” Harry
asintió con media
sonrisa.
“He estado vigilándote.”
Harry de inmediato vio
la expresión dolida de
Jovan. “Desde que
Draco anunció su
compromiso tuve una
leve sospecha pero
después que nacieron
los gemelos supe que
no podía permitir que te
descubriera
cualquiera... no te
darían ninguna
oportunidad. No soy el
único encargado de la
seguridad de Lucius y
de Severus, por eso
tenía que descubrirte
primero.”
“¿Ahora qué?” Harry le
dio una mirada seria,
una que Jovan nunca
había visto y que le
permitió tener un leve
vistazo de la
determinación que
poseía el hombre pero
que se suavizó cuando
cayó sobre los niños,
especialmente Sofía que
aún dormía en brazos
de su padre.
“Llamamos a la
Comadreja.” Harry
sonrió al decir el
nombre y se acercó a la
chimenea donde
descansaba una
serpiente idéntica a la
que había sobre su
chimenea. Acercó el
dedo a los dientes y
permitió que le sacara
una gota de sangre. Se
abrió y del interior tomó
un puñado de polvos flu
de color rojo tirándolo
al fuego. “¡Comadreja!”
A los pocos segundos se
asomó una cabeza que
Jovan reconoció y que
le hizo rechinar los
dientes levemente.
“Ronald Weasley.”
Masculló. El moreno se
volteó en su dirección
intrigado al sentir que
de repente Jovan se
cerraba ante la
presencia del hombre
de rojos cabellos.
“Necesito que vengas.”
Le informó Harry.
Ron le dio una mirada
dudosa al esposo de
Draco y arrugó el ceño
visiblemente.
“León¿qué es lo que
sucede?”
“No me cuestiones.”
Siseó Harry. “Te
necesito aquí, ahora.”
El pelirojo masculló algo
antes de desaparecer.
Segundos después se
hallaba de cuerpo
presente en la casa.
“Creo que te prefería
cuando no recordabas
nada.” Gruñó
contrariado.
“Puedes quejarte más
tarde. Jovan y los niños
necesitan protección.
Draco no debe saber
que estás aquí
protegerlos.”
“¿Y qué se supone que
le diga esta vez¿Que
vine a visitarlo por un
mes?”
“¿No hay nadie más que
pueda protegernos?”
Intervino Jovan.
“Jovan... no quiero que
Draco pregunte por qué
te estamos protegiendo.
Ron es el más
apropiado, tienes que
confiar en mí para esto.
Mañana en la mañana
te acompañará a ver a
una amiga nuestra.” Al
escucharlo Ron se
animó visiblemente.
“¿Realmente iremos a
verla?” Harry sonrió.
“Maldición, ni siquiera
tengo un buen recorte.”
“No le molestará, te lo
aseguro.”
“Demonios
sangrientos.” Exclamó
con una tonta sonrisa.
“Haré lo que sea.”
“Entonces necesito tu
mejor actuación.”
Compartieron una
sonrisa traviesa y Jovan
se preguntó en dónde
se había metido. “Yo
necesito ir a casa,
Severus pronto notará
mi ausencia. Estaba en
sus pociones pero no
quiero arriesgarme a
que salga del
laboratorio antes de
tiempo.” Ron le dio una
palmada en la espalda y
Harry tomó un puñado
de polvos floo. “No
dejen de comunicarse.”
Esa tarde, al regresar a
su casa, Draco se
encontró a un Ronald
Weasley muy pasado de
tragos en la sala de su
casa y a su esposo con
una actitud de los mil
demonios. En esos
momentos realmente
deseó ser un Hurón y
escapar de la casa.

Una semana y media


había pasado desde la
visita de los esposos
Snape a la casa de
Albus Dumbledore. Una
semana y media en la
cual Severus había
vivido prácticamente en
las nubes con su
esposo. Todo era tan
perfecto que ni siquiera
la duda amenazaba ya
su corazón. Amaba a
Harry y Harry lo amaba
de vuelta y eso no
podría cambiar nunca
jamás.
Aún se dedicaba a sus
pociones pero no por
tanto tiempo como
antes del accidente y
aunque Draco los había
visitado un par de veces
no había logrado
convencer a Harry
nuevamente de salir de
la casa. Pero eso no le
molestaba para nada.
Estaba tan feliz, se
sentía tan feliz que no
creía que existiera algo
que pudiera dañar esa
felicidad.
Por eso, esa tarde, al
salir de su laboratorio
de pociones en el cual
no había estado ni una
hora completa, fue
directamente a buscar a
Harry con la intención
de hacerle el amor de la
forma más deliciosa
posible y sin importarle
el cuarto donde
estuviese. Sonrió el
pensar en ello, en esa
semana habían hecho el
amor por toda la casa,
incluso en el balcón que
daba al frente de la
casa. La noche había
sido algo cálida y la
pasión los había
sorprendido en aquel
balcón mientras
intentaban hallar un
poco de aire más
fresco.
Halló a su esposo en la
habitación matrimonial,
sentado en la cama
sosteniendo una túnica
en sus manos. “Harry.”
El moreno de ojos
verdes levantó la
cabeza en su dirección
y sonrió. Ah, cuánto
adoraba él aquella
sonrisa cándida y
transparente. Se acercó
hasta su lado para
abrazarlo, besándolo
con insistencia. Escuchó
un gemido satisfecho y
levemente juguetón de
parte de su esposo.
“Severus...” Severus
ocultó una sonrisa de
satisfacción al saber
que Harry no podía
resistirse a sus caricias
y todo iba miel sobre
hojuelas hasta que notó
realmente lo que Harry
tenía en sus manos.
Aquella era su túnica de
bodas. “¿Harry, qué
haces con eso?”
Preguntó levemente
nervioso. Recordaba
haber guardado el vial
de cristal que Harry
había bebido la noche
de su primera boda en
el bolsillo interior de la
túnica. Sabía que era
tonto haberlo hecho,
pero por un tiempo
había necesitado tener
presente que el amor
de Harry se debía a la
poción y qué mejor
lugar que su túnica de
bodas para guardarlo.
“Sólo recordaba nuestra
noche de bodas.”
Musitó Harry al ver la
mirada preocupada de
Severus sin entender.
“¿La recuerdas?”
“Claro... ¿cómo no
recordarla?” Preguntó
con cuidado. Esta vez,
cuando Harry sonrió
como si estuviera en las
nubes a Severus se le
hizo un nudo en el
estómago.
“¿Te pondrías la túnica
para mí otra vez,
Severus?” Preguntó el
ojiverde con mirada
ensoñadora.
“¿Ahora?” Severus le
devolvió una mirada
levemente sorprendida
y Harry pareció
sonrojarse.
“Por favor.” Susurró con
timidez y esperanza.
Imposible negarle a su
esposo tal petición
menos aún cuando lo
hacía con tanta dulzura.
Asintió y con lentitud
comenzó a desvestirse,
esta vez no para
provocar a su esposo
sino para cumplir su
petición. Al final tomó la
túnica y con solemne
lentitud, como si
estuviera vistiéndose
para el día de su
segunda boda, terminó
abrochándose el
duodécimo broche de
diamante bajo su
garganta. Extendió
levemente las manos
para que Harry pudiera
apreciar la pieza y la
adoración que se reflejó
en aquellos ojos fue
suficiente para quitar
sus preocupaciones por
completo aún cuando
una pequeña parte le
decía que su esposo
estaba regresando a
esos días donde su
mirada de adoración
era lo único que tenía.
Sintió una punzada de
tristeza a pesar de
todo. El Harry
desmemoriado había
sido tan parecido al
verdadero. Ese era el
Harry que también le
había dicho que lo
amaba y que lo
amaría... el que él
hubiera deseado tener
con toda su alma. Pero
tenía que conformarse
con aquel Harry que lo
adoraba a causa de una
poción y conformarse
haría porque lo amaba
tanto que no podía
permitir que por su
error sufriera más.
Harry lo tomó de la
mano levantándose de
la cama y pasó sus
dedos por la fina tela
que se ajustaba
perfectamente a su
cuerpo. Recordaba
todas y cada una de las
veces que había alejado
a Harry de su lado
cuando en los primeros
meses, luego de pasada
la rabia del engaño de
la poción se sintiera
detestarlo. Podía
escuchar aún los
gemidos y el llanto de
su para entonces
pequeño moreno. Ese
llanto que aún lo
torturaba en sus sueños
más oscuros y que se
había jurado jamás
volver a provocar.
Sintió vergüenza al
recordar que en los días
desmemoriados de
Harry lo había hecho
llorar nuevamente.
“Eres tan hermoso,
Severus.” Susurró el
moreno con admiración.
“¿Cómo es que no pude
verlo cuando estaba en
el colegio?”
“Eras joven... y yo un
amargado.” Respondió
con una sonrisa triste.
“Pero ya no lo eres.
Ahora eres dulce, eres
alegre y travieso, eres
mío.”
Severus tomó la mano
de Harry y la besó.
“Siempre.”
“¿Me permites?” Le
sonrió
encantadoramente el
moreno mientras
posaba su mano libre
sobre el primer broche
de la túnica y asintió.
Harry le quitó uno a
uno los doce broches,
admirando el cuerpo
que iban descubriendo.
Lo besó tal y como lo
había hecho aquella
noche de bodas, con
ternura, con amor,
poniendo en sus
acciones todo lo que
sentía.
Severus respondió con
la misma intensidad y
pronto ambos
estuvieron en la cama,
haciendo el amor igual
que aquella lejana
noche y disfrutándolo
tanto o más. ¿Quién
podría atreverse a
quitarle tanta felicidad?
Nadie podría, nunca
más nadie podría. Harry
era suyo, tan suyo
como su vida misma y
la de las criaturas que
se gestaban en sus
cuerpos. Lo marcó
tantas veces le fue
posible, pero sólo en la
piel porque el resto
hacía mucho que
llevaba su marca.
Cuando finalmente
ambos colapsaron uno
al lado del otro, aún
abrazados y
compenetrados,
Severus era,
oficialmente, el mago
más feliz sobre la faz
del planeta.
Tiempo más tarde
Harry se levantó con
cierta pereza mientras
los ojos de su esposo lo
seguían. “Es una pena
dejarla en el suelo.”
Musitó recogiendo la
túnica de bodas. Justo
en ese momento se
escuchó el sonido como
de una canica de cristal
rebotando en el suelo,
inminente presagio de
lo que sucedería pronto
si Harry no lo impedía.
Observó con fascinación
y una sonrisa que
Severus no podía ver
desde su lugar en la
cama cómo el vial de
cristal, aquel que había
contenido alguna vez la
desastrosa poción que
supuestamente lo
obligaba a amar a
Severus rebotaba
nuevamente sobre el
suelo de piedra por
segunda ocasión. “A la
tercera va la vencida.”
Susurró para sí mismo.
La primera, el nefasto
día en que había sido
entregado a Severus.
La segunda, el día en
que ambos habían
renovado sus votos
bajo pretensiones
intentando ocultar la
verdad del amor que
sentían. A la tercera va
la vencida. El susurro
hizo eco una eternidad,
el mismo tiempo en que
el sonido del cristal
rebotando contra la
piedra estuvo en la
mente de Severus antes
de quebrarse. El sonido
del cristal rompiéndose
le haría pronto
compañía a las
mentiras que estaban
por romperse y Harry
cerró los ojos rogando
que el corazón de
Severus soportara lo
que estaba por hacer.
Severus se levantó con
lentitud y llegó hasta su
lado, temeroso, sin
estar seguro del por
qué. Su Harry no podría
recordar la poción... no
podría.
“¿Harry?”
“Recuerdo... nuestra
luna de miel... la
primera.” La mano que
Severus había
extendido para tocar a
Harry se detuvo por
completo. “Estaba tan
asustado.” Se inclinó
cerca del vidrio roto y
removió un poco lo que
había quedado del
fondo del vial. “De no
haber sido por las
cláusulas tan
específicas que pusiste
en el contrato creo que
sí hubiera optado por el
suicidio.”
Severus sintió perder
toda la capacidad para
respirar. Sabía de lo
que Harry estaba
hablando mas no quería
reconocerlo, no podía,
sencillamente aquello
no era posible. Cuando
el silencio se alargó
Harry se giró levemente
en su dirección con una
leve sonrisa en sus
labios. “Nunca fui bueno
en pociones, Sev. Y
estaba tan nervioso...”
“Que no la hiciste
correctamente.” Suplió
como un autómata. En
esos momentos muchas
ideas pasaron por su
mente, pero la que más
le pesaba era saber que
Harry no estaba bajo
los efectos de la poción.
¿Entonces lo había
engañado todo ese
tiempo¿El amor nunca
había existido, ni
siquiera a través de la
poción? Harry se
preocupó al notar el
dolor en los ojos de
Severus y cómo
comenzaba a aislarse
de sus alrededores,
como si no quisiera
escucharle. Tomó las
manos de Severus en
las suyas sintiéndolo
brincar al notar el cálido
contacto. “Entonces...”
“Mentí.” Le interrumpió
con suavidad. Las
negras orbes se fijaron
en las suyas con una
súplica muda. No es
cierto. No puede serlo.
“La poción apenas duró
unas horas. Me salté
uno de los ingredientes
al final. Definitivamente
soy un incompetente en
pociones.” Le dio una
débil sonrisa.
Severus tomó una
profunda respiración
antes de que su cuerpo
comenzara a temblar
levemente. “Te amo,
Harry. Nada de lo que
puedas decirme me
hará cambiar de
parecer. Pero
necesito...” Se
atragantó levemente y
tragó con dolor.
“Necesito saber si me
amaste alguna vez.”
“Severus... ambos
fuimos forzados a esto.
Tú por tus deseos de
venganza y yo... bueno.
¿No tuve más opción,
cierto?” Aún tenía algo
que hacer antes de
decirle esas dos
palabras.
“Ya no estarás bajo ese
contrato.”
“Pero Severus. Espero
un hijo tuyo y tú uno
mío.”
“Aún cuando te libere
del contrato eso no a
cambiar. Nada de lo
que te he dicho o te he
prometido va a
cambiar. Pero no puedo
decir que te amo y
seguirte forzando a esta
relación. Yo, Severus
Snape, te libero a ti,
Harry James Potter, de
nuestro contrato de
matrimonio.” Harry
sintió cómo su anillo de
bodas se aflojaba. Lo
sujetó antes que cayera
al suelo y lo miró
sorprendido cuando vio
que las letras en el
interior se borraban
mágicamente. El pecho
se le comprimió con
dolor. En verdad no
esperaba que Severus
fuera a reaccionar con
tanta rapidez, lo había
tomado de cierta forma
desprevenido.
Severus acababa de
divorciarse de él y
sencillamente no podía
creerlo. “No te negaré a
tu hijo, no te preocupes
por eso.” Añadió el
hombre alejándose un
poco. “Imagino que
querrás irte tan pronto
sea posible. Puedo
enviar tus cosas a
dónde decidas, no
tienes que llevártelas
ahora.” Harry sacudió la
cabeza con lentitud y
volvió a tomar las
manos de Severus
haciéndolo sentar en la
cama.
“¿Puedo quedármelo?”
Le dijo con media
sonrisa el ojiverde
mostrándole el anillo.”
“Es tuyo. Puedes hacer
con él lo que desees.”
Susurró el hombre sin
levantar el rostro de las
manos que sostenían
las suyas.
“Hay algo que siempre
he querido hacer y no
es hasta ahora que me
das el divorcio que
podré hacerlo.” Severus
cerró los ojos incapaz
de soportar más, su
dolor estaba a punto de
avaporarlo, por lo que
no vio cuando Harry se
arrodilló en frente suyo,
una rodilla en el suelo y
su rostro expectante.
Desnudo como estaba,
no sólo del cuerpo sino
del alma, dispuesto a lo
que fuera por recuperar
a su esposo. “Severus
Snape... ¿quieres
casarte conmigo?”
Abrió los ojos de golpe
y al ver a Harry en el
suelo decidió que había
terminado de perder su
mente. “¿Qué?”
“Te amo. No fue
instantáneo, pasé
muchos meses
fingiendo al principio.
Pero cuando vi que
comenzaste a cambiar,
cuando pude constatar
que me amabas en
realidad... no pude
evitar amarte también.
Mi error fue ocultártelo
por tanto tiempo. No
sabía cuánto te estaba
afectando mi mentira
hasta que recuperé mi
memoria por completo.
Te hice pasar un mal
rato muy grande
cuando lo del ataque
pero no fue hasta hace
unos días que recordé
lo que había estado
haciendo y pude unir
todas las piezas.” Besó
las manos de su esposo
tiernamente. “Ahora
que no existe tu
contrato y no existe mi
poción podemos
comenzar en limpio. Sin
mentiras, sin haber sido
forzados. Tenemos
opciones, podemos
elegir libremente y yo
quisiera que aceptaras
mi propuesta, porque te
amo como nunca a
nadie podría amar. No
soportaría estar lejos de
ti.”
“Yo...”
“Dijiste que me
amabas, Severus. Lo
que te queda es
aceptarme de vuelta.”
Esta vez le dio una
sonrisa juguetona. “¿Me
perdonas?”
Severus estuvo sin
poder hablar por lo que
parecieron horas
mientras los dedos de
Harry masajeaban sus
manos aprisionadas.
Asintió aún incapaz de
confiar en su propia voz
y antes que Harry
pudiera prepararse se
abalanzó cual chiquillo
sobre el pecho del
moreno quien
prorrumpió en risas y
besos.
Capítulo 13

Los personajes de Harry


Potter pertenecen a J.
K. Rowling.

Este es el último
capítulo de esta
historia, así que espero
que la hayan disfrutado.
Como siempre, en mis
detalles de autor
pueden encontrar la
página donde publico
con más regularidad
que aquí. (Sí, ya sé que
no publico con mucha
regularidad...) Pero al
menos en Slasheaven
pueden ver las
actualizaciones primero
que aquí.
Besos y se me cuidan
mucho.
Por cierto... Luzy
Snape... me hubiera
gustado enviarte
respuesta a tu correo,
pero no lo tengo y no
sé dónde conseguirlo
tampoco. A lo mejor me
has dejado un review
firmado en alguna parte
o con tu mail, pero si
tardo un poco en
encontrarlo me
perdonas.

Harry se miró en el
espejo. Vestía una
túnica beige muy
parecida a la que tantas
veces había admirado
en el ropero. Cómo era
que no la había visto
antes no podía decirlo,
pero era la túnica que
había usado en su
segunda boda. La de la
primera ya no le servía
pues hacía mucho que
había dejado de tener
aquel cuerpo flaco y
larguirucho de sus
tiempos de escuela.
Tenía los negros
cabellos recogidos en
una coleta baja pero
como siempre, unos
mechones rebeldes
tentaban la gravedad
impidiéndole
deshacerse del todo de
aquella característica
tan Potter.
Acababan de escaparse
de su fiesta de bodas.
¿Quién iba a decir que
Harry Potter terminaría
casándose tres veces
con el mismo hombre?
Apenas anunciarlo
muchos lo habían
tildado de excéntrico.
Pero a diferencia de sus
años escolares, ahora le
importaba un comino lo
que dijeran los papeles
y los medios. Harry era
y seguiría siendo
esposo de Severus
Snape sin importar
cuántas veces perdiera
o recuperara la
memoria. Ese
pensamiento puso una
sonrisa en sus labios de
inmediato.
Escuchó entonces el
sonido del agua en el
baño y supo que su
esposo estaba
duchándose ya por lo
que no tardó en
desabrocharse la túnica
para ponerse una bata
de seda que había
comprado para la
ocasión. Apenas estuvo
listo se dispuso a
esperar sobre la cama a
que Severus terminara
en el baño.
Pasó una mano por su
vientre pero para su
decepción su propio
cuerpo aún no
mostraba que estaba
esperando. Severus sí
comenzaba a dar señas,
pero era que tenía casi
un mes y medio más
que él. Hizo un leve
puchero, hubiera
querido mostrarle
cuánto le ilusionaba el
poder ver las señas
inequívocas de que le
pertenecía a Severus de
la misma forma en que
podía ver las señas de
que Severus le
pertenecía.
Se resignó a esperar.
Severus siempre lo
hacía esperar a la hora
de la ducha mientras
que Harry prefería
hacer el amor y dormir
con la esencia de su
esposo sobre y en el
interior de su cuerpo,
muy pocas veces podía
convencerlo de ir
directamente a la cama
y esos días en que
había estado
desmemoriado habían
sido realmente
especiales en ese
aspecto pues la más de
las veces había
sorprendido a Severus y
al diablo con la ducha y
todo lo demás. Tendría
que aprender a
sorprenderlo en más
ocasiones. Pero hoy
Severus había
reclamado que había
estado en contacto con
tantas personas que ya
no podía reconocer
siquiera su propio olor.
Recordó todos los que
habían sido invitados.
Dumbledore había sido
el invitado de honor y
había venido
acompañado de la
enfermera, Mía Bakó.
La familia Weasley
también había estado
presente en esta
ocasión y Ron, para
sorpresa de todos pero
no de Harry, no se
había separado de la
enfermera que casi le
doblaba la edad
acompañándola incluso
en el baile inicial bajo el
pretexto de complacer a
su antiguo director.
Draco y Jovan habían
sido de los primeros en
llegar ya que
nuevamente fungían
como padrinos de boda.
El rostro de Draco
cuando Severus y Harry
habían anunciado que
se volvían a casar había
sido de completo
asombro pero luego
había admitido que no
esperaba menos de dos
dementes enamorados
como ellos. Harry había
temido por unos
instantes que Jovan no
aceptara el honor pero
sus dudas se habían
disipado tan pronto
había visto la alegría
que le provocaba. Era
obvio que sus temores
eran infundados.
Más tarde, durante la
fiesta, lo había visto
charlando con el menor
de los Weasley.
Ron le había contado,
días después del suceso
en casa de Draco, que
Jovan más que nada,
había estado celoso de
él porque cuando Draco
había abandonado su
trabajo como auror
activo al único que
había continuado
mencionando era a él.
Pero claro, Jovan no
podía saber que
seguían trabajando
juntos sino que
imaginaba los peores
escenarios mientras los
celos le corroían.
Sin saberlo, Draco
mismo había
alimentado las dudas de
su esposo, pero unos
días con Ron en la casa
de Draco protegiendo a
Jovan y haciéndole
creer al mismo Draco
que eran órdenes de un
superior para poder
proteger mejor a Harry
y a Severus las
molestias entre ambos
habían disminuido
considerablemente.
Pero más que nada la
tensión había
disminuido porque
Jovan se había dado
cuenta que a Ron no le
interesaban siquiera los
hombres de aquella
forma. Eso y una
extraña afinidad entre
ambos habían logrado
el truco.
Claro que había sido
gracioso ver el rostro de
ambos, Draco y Jovan
al ver al pelirojo
bailando con la
enfermera de
Dumbledore,
especialmente cuando
tenía aquella cara de
borrego enamorado
demasiado obvia. La
enfermera no era una
señorona, al menos no
fuera de la túnica
blanca, el ridículo
sombrerito y el moño.
Sus cabellos bien
arreglados, un hermoso
traje pegado a un
cuerpo que a pesar de
la edad seguía
conservando unas
curvas muy decentes y
una sonrisa que al
mostrar una hilera de
dientes perfectos
disminuían
considerablemente la
edad que decía tener.
Harry tuvo que reiterar
su opinión de lo
acertada que había sido
su amiga al disfrazarse.
Lucius y Misha, la
pareja más elegante
después de los novios,
habían llegado
correctamente tarde
para luego mostrarles a
los presentes que
seguían tan
enamorados como el
primer día de bodas que
todavía estaba fresca
en la memoria de todo
aquel que se jactara de
tener conexiones
importantes. “Creo que
pronto tendrás un
hermanito.” Le había
comentado en broma a
Draco para molestarlo
pero el rubio
simplemente le había
sonreído con
complicidad dándole a
entender que el
prospecto no era mal
visto de ninguna forma.
Sin embargo, el
momento más llamativo
de toda la fiesta luego
de la ceremonia fue
cuando su amigo
pelirojo, olvidando toda
excusa y pretexto,
había pegado a la
enfermera a su cuerpo
en un abrazo muy
objetable y la había
besado de una forma
que había dejado al
mismísimo Harry sin
respiración. Acto tras el
cual uno de los gemelos
dejó escapar un
estruendoso silbido que
fue seguido por gritos
de apoyo cuando la
mujer tomó a Ronald de
un brazo y se lo llevó
casi a rastras fuera del
lugar. A rastras por la
rapidez que sus
atontados pies no
podían emparejar.
Volviendo al tiempo
presente, Harry se
sintió un poco solo en la
cama.
“¿Severus?” Harry
llamó a su esposo
cuando se dio cuenta de
que hacía ya un rato
que la ducha había
dejado de escucharse
pero el hombre no hacía
ninguna aparición.
“¿Severus?” Insistió y
se levantó para llegar
hasta la puerta del
baño. “¿Severus, estás
bien?”
“Sí.” Fue la respuesta
algo tensa desde el otro
lado de la puerta.
“¿Sucede algo?”
Preguntó extrañado.
Su esposo se apresuró
a contestarle. Su voz se
escuchaba algo tensa.
“No, nada. Saldré en un
momento.” Decidió
darle el tiempo y
mientras tanto observó
la hermosa habitación
donde se hallaban y
donde pasarían su luna
de miel porque no tenía
pensado salir mucho de
ella. Sonrió con malicia
mientras hacía un
recuento de lo que
haría con su esposo.
Sin embargo, la
tardanza de Severus
estaba preocupándolo
cada vez más. Se
acercó a la puerta y
tocó so pena de que el
hombre le gritara esta
vez por su impaciencia.
“Amor¿qué sucede? Me
estás preocupando.”
“No es para
preocuparse. Saldré en
un minuto.” Gruñó esta
vez el hombre.
“Bien.” Esa voz gruñona
y árida sonaba más a
su Severus.
En esos momentos
Harry recordó el regalo
que le tenía a su esposo
y se apresuró a
buscarlo entre las cosas
que había empacado
para ese día. Severus lo
había sorprendido al no
decirle dónde pasarían
su tercera luna de miel
y la verdad, aún no
sabía dónde estaban
pero en la mañana se
ocuparía de eso, ahora
lo que le importaba era
que su esposo saliera
pronto de la ducha.
Sacó el frasquito que
había preparado y lo
puso en la mesita de
noche al lado de la
amplia cama.
En los días que habían
seguido a la confesión
de Jovan el grupo
principal de los
mortífagos que habían
estado buscando fue
aprendido. Aún
quedaban un par en
fuga pero no
representaban peligro
ya que estaban seguros
que los cabecillas
estaban tras las rejas.
Aunque en un principio
Jovan Malfoy había
creído firmemente en lo
que sus compañeros
creían, el amor se había
encargado de destruir al
mortífago que era
convirtiéndolo en el
más leal de los esposos
demostrando así que el
rubio aún tenía la
habilidad para
corromper, en este
caso, un corazón.
¿Quién en su justo
razonamiento podría
negarle algo a un Draco
enamorado como lo
estaba?
Para tranquilidad de
Harry, Draco le había
confesado que Jovan
había dejado las peleas
a un lado y su humor
había mejorado
considerablemente.
Tanto así que la última
vez lo había
sorprendido al utilizar
aquel regalito que los
gemelos Weasley le
habían obsequiado la
vez de su visita a la
tienda. Harry no pudo
evitar reír por lo bajo.
No podía imaginar a
Draco siendo el sumiso
esposo. Cierto que
evitaba confrontaciones
con Jovan pero nunca
había sido del todo
sumiso, sino que por
amor intentaba evitar
las discusiones que
antes eran más
frecuentes. El que
Jovan se rindiera
finalmente a los afectos
de Draco le había
abierto las puertas para
una relación más
intensa con el rubio
slytherin.
“¿Severus?” Volvió a
llamar impaciente.
“¿Por qué tardas
tanto?” Ya se estaba
desesperando, Severus
nunca tardaba tanto en
el baño, ni siquiera
cuando no estaba de
humor.
“Ya te dije que estoy
bien.” Fue la
enfurruñada respuesta
desde el otro lado.
“Amor, si no abres la
puerta ahora mismo la
voy a tirar. Suelo ser
paciente pero esta es
nuestra noche de bodas
y quiero comenzar a
disfrutarla en algún
momento mientras
todavía es de noche.”
“Argghh... está bien...
mocoso de los mil
demonios.” Masculló
Severus desde el otro
lado y abrió la puerta
de golpe. Harry arqueó
una ceja al verlo
envuelto de arriba a
abajo en la batola. Era
como si su esposo se
hubiera vuelto de
repente una tímida
virgencita. El ceño
arrugado y
malhumorado de su
esposo le decía que
algo sucedía.
“Ahí estás.” Le dijo con
voz suave. “Ya
comenzaba a
extrañarte.” Lo besó
abrazándolo y Severus
se tensó un poco por lo
que no lo dejó hasta
que sus besos
parecieron calmarlo un
poco. “¿Estás cansado,
es eso?” Lo siguió
besando sin esperar
respuesta. “Podemos
tan sólo dormir. No
tenemos que hacer
nada esta noche.”
“No es eso.” Gruñó
Severus pero con
menos intención.
“¿Entonces? Sabes que
estoy para complacerte
en todo lo que me
pidas.” Dijo mientras lo
dirigía con lentitud
hacia la cama. Tenía
una idea de lo que
podía estarle pasando.
En esos días antes de la
boda Severus había
estado más irritado que
de costumbre pero no
con respecto a la boda,
como le había
preocupado en un
principio.
El cuerpo de Severus
estaba cambiando y ya
comenzaba a notarse.
Si bien aún no lo
suficiente como para
que fuera obvio en
público, al menos sí lo
suficiente como para
incomodarlo. Había
sentido náuseas pero
no las suficientes para
devolver, sólo para
dañarle el apetito un
poco. Lo segundo era
que como Severus
siempre había sido
delgado, el pequeño
aumento de peso lo
sacaba de balance. Ya
no podía estar el mismo
tiempo en pie y había
comenzado a notar una
molestia en las rodillas,
todo por unas pocas
libras adicionales. Harry
no quería ni imaginar
cuando estuviera a fin
de término. “¿Qué dices
si te doy un masaje?”
Severus apretó un poco
más la bata a su
alrededor. “No es
necesario, Harry. Es
sólo que...” Finalmente
Harry se dio cuenta o
creyó saber lo que le
sucedía. Severus tenía
un leve sonrojo, no
quería mirarlo y se
cubría con la bata como
si fuera un escudo.
“¿Sabes que te amo
verdad?” Severus
asintió mientras Harry
lo hacía sentar en la
cama y ponía sus
manos sobre sus
hombros acariciándolos
suavemente. “¿Y sabes
que eres lo más
preciado que tengo,
verdad?” El hombre
volvió a asentir.
“Espero que no olvides
que amo cada
centímetro de tu
cuerpo... cada
pedacito... cada
espacio...” Mientras lo
decía le daba cortos
besos y sus manos se
infiltraron al interior de
la bata acariciando la
piel oculta. “Me
enloquece poder
verte...” Con suavidad
retiró las manos de su
esposo y abrió la bata
dejando al descubierto
el pecho aún
húmedamente cálido.
“Pero más que todo
eso, me llena de ilusión
poder ver dónde llevas
un pedacito mío. Si
pudiera te pediría que
anduvieras todo el día
desnudo... pero siendo
que no es lo correcto y
tampoco es lo más
cómodo para ti,
entonces al menos
dame ese privilegio esta
noche. Por favor.”
Severus dejó escapar
un largo suspiro y se
recostó del pecho de
Harry permitiéndole que
desnudara su torso por
completo. “Y si alguna
vez vuelves a sentir
vergüenza por tu
cuerpo me voy a enojar
mucho porque yo
pronto voy a estar igual
o quien sabe si peor.”
El rostro de Severus se
suavizó iluminándose
con esperanza mientras
sus labios se curvaban
levemente en las
comisuras. “Lo siento.”
Susurró sin rastro de la
molestia que había
demostrado antes.
“Mmhhh... no lo
sientas, mejor
recompénsame, es
nuestra noche de
bodas.” Harry le guiñó
un ojo mientras lo
apretaba contra su
cuerpo.
“La tercera...” Susurró
Severus bajando el
rostro avergonzado
pero Harry no se lo
permitió sino que con
suavidad hizo que
levantara el rostro para
que lo mirara
directamente a los ojos.
“Como si fuera nuestra
primera vez. La
verdadera primera vez.”
Le dijo con una sonrisa
y sinceridad en sus
ojos. Y Severus sonrió
también dejándose
acariciar por aquel
muchacho que se había
convertido en hombre a
su lado.
Lo primero que hizo
Harry fue terminar de
desnudarlo para luego
desnudarse él. Luego
permitió que sus
cabellos algo crespos
con toda su sedosa
longitud se
desparramaran por su
espalda y parte de su
pecho antes de
extender una mano
para soltar los de
Severus y pasar los
dedos por ellos
revolviéndolos un poco
de su nítida liquidez.
“¿Qué pueden hacer un
par de enamorados en
su tercera luna de
miel?” Preguntó con
picardía el ojiverde
cuando Severus suspiró
entre sus brazos. “¿Hay
algo que no hayamos
probado durante todo
este tiempo?” Preguntó
con una sonrisa más
amplia si cabía.
“Nunca te he dado un
buen par de nalgadas.”
Contestó Severus con
una ceja arqueada
asombrado de su propia
osadía. “Aún cuando te
las has merecido por
insolente.” Harry
comenzó a dirigirlo
hacia la cama sin
perder la sonrisa.
“Yo puedo pensar en
algo más interesante.”
Le dijo el moreno al
tiempo que trepaba a la
cama y esperaba a que
Severus hiciera lo
mismo para poder
abrazarle de rodillas
sobre ella y pegarlo a
su cuerpo.
Severus lo besó, con
suavidad y sin prisas,
con la habilidad de
hacerlo suspirar
roncamente en pocos
segundos al conocer su
boca a la perfección
casi haciéndole perder
la línea de
pensamiento. “¿Y eso
qué podría ser?”
Preguntó Severus con
voz baja y seductora
mientras sus ojos
brillaban al haberse
olvidado de sus
inhibiciones dentro del
abrazo de su por
tercera vez flamante
esposo.
“Quiero poder amarte y
que sepas que soy yo y
nada más y quiero que
me ames teniendo esa
certeza, sin quedarte
con nada porque ya no
hay miedo que valga
esta vez. No voy a
dejar de amarte… no lo
hice antes, no lo voy a
hacer ahora.”
“¿Ni siquiera cuando
parezca una perfecta
imitación de un globo
terráqueo?” Harry
sonrió con picardía en
aquellos ojos verdes
antes de besarle el
cuello mientras con
ambas manos sujetaba
su trasero y pegaba sus
caderas contra las
suyas.
“Seremos como dos
mundos entonces. Pero
prometo orbitar a tu
alrededor si no me
alejas” Onduló sus
caderas con el firme
propósito de provocar a
Severus lográndolo con
facilidad. “Mmhh, Sev,
estás tan sensible.
¿Quién lo hubiera
dicho?” Los
movimientos le sacaron
suaves jadeos a
Severus quien sin
pensarlo demasiado
separó las piernas
dictando sin palabras lo
que necesitaba.
“Harry…”
“Seré cuidadoso… lo
prometo.” Susurró en
su oído el ojiverde
mientras lo recostaba
con suavidad sobre las
almohadas y
comenzaba a hacerle el
amor de la forma más
erótica y sensual que
conocía.

Fin

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