Cuadernos de Poesía Version Final
Cuadernos de Poesía Version Final
Cuadernos de Poesía Version Final
Ch
A
Cuadernos de poesía N°1
Concepción, Chile: Pequod Editores,
2015
76 pp.
1. Poesía chilena actual. Actualmente gran parte de la mejor literatura nacional la
promueven, editan y distribuyen las pequeñas editoriales indepen-
dientes, todas unidas bajo una consigna que es también la nuestra:
la literatura debe ser hecha por y para quien realmente le apasione.
Felipe
O es el tiempo que pasa por los muebles
Y los gasta sin moverlos, sin usarlos
Como si ella volviera silenciosa
Y mirara tu cara cuando duermes
Fuentealba R.
Mientras sueñas que sueñas con sus gestos
Con sus cosas huyendo de los bolsos
Pero no, no es así, nadie te aguarda
De noche, cuando vuelves y quisieras
Convertirte en la ropa en el pasillo
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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía
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Cuad e rnos de p o e s í a
Treintaitrés
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Cuadernos de poes ía
Marcelo
Nada más un espectro/un espectro solamente/un espectro.
Garrido
Tiene empeñados los atuendos de otro estío.
Bajo ese polvo que se llevó el paso de la estaciones
Fueron mis huellas a la siga del olvido
Sordo en la espera de que esta cima llegue de una vez por todas al
Tomé, 1976 cielo.
Cuatro poemas animales Es la lengua del mar/decías /lamió el muslo de Dios y fue piedra.
De esa lejanía somos nada más que la saliva/el decir se nos resbala/lava
El viento nuestros techos/echando por tierra nuestra rabia.
Un canto nuestro entonces es la niebla corriéndose entre los pinos:
Verdes quedamos /verdaderamente visiones de vertiente tenemos/vér-
tigo
De vernos aventados a la altura de un cerro que cava hacia arriva,
Que va cavando una cueva en la noche/que una cueva va cavando
hacia arriva
Y no cede/porque no cede/es que no cede.
Cansados de tanto darse y darse y darse a al oscuro numen que les da Sobre la tarde crucificada de papeles
la carne quemada,
Lo que son al otro lado del sueño y del sonido, El cielo se derrama sobre el cerro iridiscente de punta de parra
Estos apretados espectros sueltos otra vez Y destilan las paredes insustanciales del signo,
En el alba de un día igual a otro/arrojado con pereza en punta de Destilan una ponzoña pastosa que se amontona en la garganta.
parra. Un grumo doloso en el que se juntan confusamente
El pasajero se hunde y ruega que este cerro cierre ya sus hogueras y El deseo fasto y la presencia amarga de las cosas subiendo por las
que ardiendo raje cosas,
La garganta del espectro/su canto/el poema/ la pena y el cepo. Bajando por ellas, llenando con su apuro sostenido un cuerpo vacío:
El hueco envanecido/agitado por las materias ácidas del yo arruinado
y caduco:
Trigo arruinado por el frío, que habrá que recoger y amontonar en el
sonido.
Envuelto en sí mismo será cosa entre las cosas, vagará entre ellas,
Se alojará entre ellas, luego en la realidad
O en lo que sea para no ser una cosa, para ser otra cosa o para saber.
En lo podrido rige la muerte y la carne es echada a los gusanos que
rige la muerte.
Porque sabe el yo seco que vendrán a cubrirlo con un sudario,
Porque sabe que la piel envanecida sobre la que escribe, enmohecerá
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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía
Canta uno y una luminosa lluvia de gusanos cuaja sobre el suelo: El exiliado es una sombra.
La vida breve de negras mariposas, eso canta uno para sí mismo. Con la mano rota pones en movimiento la noria.
Pero no será para nosotros el canto ni el encanto del espejo; Te devuelves contra el sol que enciende con oropel las nubes
Su primavera de oropel y pedrería, no será para nosotros ni para los Y piensas que acaso habrán de fatigarse las palabras
otros ni para nadie: Fustigando con desolación los bosques este diciembre en punta de
Fundido en el vinagre de las horas, el canto será para sí mismo. parra
Y sobre la tarde crucificada de papeles/Como una copa que se derra-
ma, Y pudo un ojo nombrarlo todo en otra fecha al asecho de otro estío.
Se derrama el cielo sobre el cerro iridiscente de punta de parra. Y sin embargo los papeles arrugaron la mano que trabó la letra
Cuál es la cosa de este esfuerzo, su objeto… En los sordos cuadernos festejados por el sudor bajo el polvo en punta
A fuerza de qué se obliga uno y no se disuelve así no más como el de parra.
rocío.
En las disquisiciones del espanto hemos perdido una palabra Hay imagen para todo menos para la ausencia,
Y con ella el temor a fatigarla. Que suple los saldos negros que tejen el sudario para este sujeto roto.
Este luto no nos pertenece, no tenemos lugar en estos velorios. Y recuerdas con desarraigo al desterrado
En esta noche oscura sin alma, la mano enferma, grave, despliega sus Los haberes inútiles que lo sostienen del hilo de su desorden.
trabajos Sórdido fruto viciado que aguarda, como ante una doble miseria,
Buscando carne en la memoria, Su cara sin espejo.
La mano enferma y confusa, reclama para sí el vicio de la muerte. Roto y descompaginado él desterrado arrojándose con cada línea
Y se conjura este vicio con la muerte. A los plazos de lo inútil
Y conjura a la muerte este vicio desquiciado.
Más allá del canto y anterior al silencio, Acierta mordiendo con oscuridad la luz en la que alumbra sus inven-
La memoria de un dolor disimulado en el vacío tos:
Se derrama sobre el cerro iridiscente de punta de parra y sus espectros. El agua tejida apenas la mueve un viento mudo
Que recorre el territorio de lo inútil.
La relación de ambos es una tormenta que mueve este jueves mortal,
Incierto e innecesario a todas luces:
Mientras tanto, con bramido vuelves a encaramarte con celo a la
carne tuya.
Ir del estallido a la carnicería verbal,
Del estallido a esta cosa transparente en la que te cueces:
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Cuad e rnos de p o e s í a
La pérdida de la paciencia
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Cuadernos de poes ía
Oscar
Me detuve arriba de un techo,
me saqué el polerón,
hice una pausa, como los gatos
(no está permitido, lo sabía)
Petrel
observé los muros, los rostros, el sol de mediodía
toda esa belleza
sentí un golpe vivo,
sospeché ser un texto escrito en otra parte,
Puerto Montt, 1981 la evidencia, tal vez, de un poema violento.
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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía
Eran otros tiempos Un día me enredé en tus pantys como una reineta delirante. Y cada
decía mi abuelo, vez que tú cantabas me arrancabas de la noche y me dejabas sobre el
en un invierno mío amor como sin aire.
hay mil pulgadas de bosque derribado
cobrados al patrón
para comprar en la pulpería.
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Cuadernos de poes ía
Un lustro
Alonso
Rasgando el alma de los cimientos,
Buscando la cuña de la moneda en la tierra cocida.
Tapia
Al menos, cuando quieras, cuando tengas las bolas,
Podrás abrir los ojos; te convences a ti mismo
y sonríes, porque así; ciego, alguien pudo leer tus pensamientos
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Cuad e rnos de p o e s í a
La lluvia espera
Tu mano es la deuda,
sé que no puedes hacer concesiones,
ni para mí,
tu sangre encarnada,
estamos al pie de la carretera,
y llueve, parece simple:
una escena de Robert Frank,
no del evangelio.
He cubierto todo trazo hacia la verdad,
limpié las huellas hasta aquí
expuestas.
Puedes acometer,
todo avance hacia la verdad es una pérdida de tiempo.
Las cosas simples son las más crueles,
en ellas se alojan las cosas que caen
y como si nada ocurriese
se quiebran,
como ahora las gotas de lluvia.
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