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Caso David Reimer

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Seminario de Pre-grado
Las nuevas eróticas en la clínica
psicoanalítica
Dictante: Claudio Cabral

Alumna: Martinez Carrieri, Eva


Legajo: M-2778/2

-2016-
John Money y la “reasignación de sexo” de David (Bruce)
Reimer
Vs.
Ética del Psicoanálisis

David Reimer nació el 22 de agosto de 1965 con el nombre de Bruce,


siendo gemelo con su hermano Brian, en la ciudad de Winnipeg, en Manitoba. A los
hermanos se les diagnosticó fimosis a los seis meses de nacer, por lo que a los ocho meses
se les circuncidó. El urólogo encargado de realizar la operación utilizó un método
de cauterización con corriente eléctrica que acabó quemando el pene de David Reimer.

La preocupación de sus padres de que su hijo no fuera a ser feliz ni de que pudiera
tener una vida sexual normal sin pene les hizo tomar la determinación de llevarle
a Baltimore a la consulta de John Money en el hospital Johns Hopkins. Money era un
psicólogo conocido por sus trabajos sobre los roles de género y el desarrollo
sexual realizados a partir del estudio de pacientes intersexuales. Además, era uno de los
impulsores de la teoría de la neutralidad de género, sosteniendo que la identidad de
género se aprendía desde la infancia por aprendizaje social, y que eso podía ser cambiado.
El matrimonio Reimer había visto a John Money en el programa de televisión de noticias
canadiense This Hour Has Seven Days, exponiendo sus teorías acerca del género. Tanto él
como otros médicos que trabajaban con niños con anomalías en sus genitales

consideraban que el pene era irreemplazable, pero que mediante cirugía se podía crear
una vagina funcional, teniendo Reimer más posibilidades de madurar sexualmente con
éxito como chica que como chico.

Finalmente, convencieron a los padres de que la reasignación de sexo iba a ser lo


más beneficioso para Reimer, por lo que cuando tenía 22 meses se le practicó
una orquidectomía, extirpándole los testículos. Se le reasignó como mujer y se le cambió el
nombre por Brenda. Pero lo que no sabían era que John Money (en secreto) quería usar a
David como parte de un experimento para probar su punto de vista de que la identidad de
género no es innata, sino que está determinada por la naturaleza y la crianza. Money se
encargó de la cirugía y del apoyo psicológico, y durante diez años estuvo viendo a Reimer
una vez al año para evaluar el resultado de la operación y la reasignación. El caso de
Reimer era único para estudiar la influencia del entorno en los roles de género por dos
motivos: primero, por su hermano gemelo, Brian, que podía servir como control del
experimento, al compartir genes, ambiente familiar y ambiente intrauterino; y segundo,
porque David era la primera persona sin ninguna anomalía en su diferenciación sexual a la
que le reasignaron su sexo.

Durante varios años, Money escribió sobre el caso (lo llamaba caso John/Joan),
describiendo un aparente éxito del desarrollo de la personalidad femenina de David, lo que
implicaba la viabilidad de la reasignación y de la reconstrucción quirúrgica incluso en
personas que no eran intersexuales.

Dos décadas después, Reimer escribió junto con John Colapinto como, al contrario
de lo que escribía John Money, durante el periodo que vivió como Brenda nunca se
identificó con una chica. Sus compañeros le intimidaban y le daban de lado y ni los
vestidos de volantes (que se vio obligado a usar durante el gélido invierno de Calgary), ni
las hormonas femeninas le hicieron sentir mujer. A los 13 años empezó a sufrir depresiones,
y les dijo a sus padres que se suicidaría si le obligaban a ver de nuevo al Dr. Money.
Siguiendo el consejo del endocrino y psiquiatra de David, en 1980 sus padres le contaron la
verdad acerca de su reasignación. A los 14 años, Reimer decidió asumir su papel masculino,
y se puso de nombre David. En 1997, Reimer había sometido a un tratamiento para revertir
la reasignación, que incluía inyecciones de testosterona, una mastectomía doble, y dos
operaciones de faloplastia. También se casó con una mujer y se convirtió en el padrastro de
sus tres hijos.

Su caso obtuvo repercusión internacional en 1997, cuando contó su historia a Milton


Diamond, un sexólogo que le convenció para que le dejara contar su historia, y así evitar
que se repitieran casos como el suyo. En diciembre de ese año, John Colapinto publicó en
la revista Rolling Stone su caso.4 Después escribió un libro sobre la historia de David
Reimer, As Nature Made Him: The Boy Who Was Raised as a Girl.

Colapinto compartió los ingresos por la venta del libro con Reimer, lo que ayudó a
su situación financiera. Sin embargo, Reimer tenía otro tipo de problemas. A la difícil
relación con sus padres se sumó la muerte de su hermano Brian motivada por una
sobredosis de antidepresivos el 1 de julio de 2002. A eso se sumó la falta de empleo y la
separación de su mujer Jane. El 2 de mayo de 2004 ella le dijo que quería separarse,
provocando que David se fuera de casa y no volviera. El 5 de mayo la policía llamó a Jane
para comunicarle que habían encontrado a su marido, pero no le quisieron decir dónde.
Volvieron a llamar a las dos horas informándola de su suicidio. David había vuelto a casa
aprovechando una ausencia de ella para coger una escopeta recortada. La mañana del 5
aparcó su vehículo, y dentro de él se disparó en la cabeza. (Wikipedia, 2016)

Considero necesaria esta introducción sobre el caso de David Reimer, a partir del
cual intentaré articularlo con algunas cuestiones relacionadas al entrecruzamiento entre el
Psicoanálisis, el concepto de Género, y la Ética psicoanalítica.

David (Bruce) Reimer nació como varón al igual que su hermano gemelo. Por una
mala praxis médica, durante un procedimiento de circuncisión su pene fue prácticamente
quemado por completo. Los médicos le diagnosticaron a sus padres que David nunca podría
tener una vida sexual satisfactoria y que era imposible realizar una reconstrucción de su
miembro, por la gravedad del daño.

Ante estos diagnósticos desalentadores, los padres de David decidieron acudir al


psicólogo y médico John Money, quien proponía la “neutralidad del género”, ya que se
basaba en trabajos con niños hermafroditas. Oponiéndose al determinismo biológico de
identificar el sexo biológico con el género de una persona, Money proponía que por medio
de la “educación” se podía adquirir una identidad de género que no necesariamente
coincidiera con el sexo biológico al nacer.

Ante la oportunidad de mejorar la calidad de vida de David, sus padres acudieron a


J.Money y éste comenzó un tratamiento con David, para lo cual indicó que sus padres lo
trataran como una niña, le vistieran y dieran juguetes “acordes” a su nueva identidad
femenina como Brenda; argumentando que sería más fácil que fuera una niña y con la
posibilidad de realizar una cirugía de reasignación de sexo. El problema es que David
siempre supo que no lo era. Se sentía extraño e incómodo y nunca había aceptado ni los
juguetes ni las vestimentas que le proporcionaban. David quería hacer las mismas cosas que
su hermano gemelo Brian y al no permitírselo, tenía grandes crisis.

“Desde muy pronto noté pequeñas cosas. Empecé a ver cuán diferente me sentía y
era de lo que se suponía que debía ser. Pero no sabía qué significaba. Pensé que era una
persona anormal o algo así... Me miraba a mí mismo y me decía que no me gustaba ese
tipo de ropa, no me gustaban los tipos de juguetes que siempre me daban. Me gustaba
estar con los chicos y subirme a los árboles y cosas como ésas, pero a las chicas no les
gusta hacer ese tipo de cosas. Me miraba en el espejo y [veía] que mis hombros [eran]
muy anchos, quiero decir, no [había] nada femenino en mí. [Era] delgado, pero aparte de
eso, nada. Pero así [fue] como me di cuenta. [Me di cuenta de que era un chico] pero no
quería admitirlo. Me di cuenta que no quería abrir la caja de los truenos (Diamond y
Sigmundsen, p.299-300). (Butler, 2006, p.104)

David intuía que su identidad de género (impuesta), no coincidia con lo que el sentía
y deseaba como propio. A la edad de 14 años, luego de largos periodos depresivos, sus
padres le confesaron todo lo sucedido y decidió que no quería volver a tratarse con John
Money. En 1997 decidio volver a su sexo biológico original y se sometió a una cirugía para
obtener una reconstrucción de sus genitales originarios.

Lo interesante del caso de David Reimer, es que aqui se conjugan varias vertientes.
Por un lado, un procedimiento quirurgico al nacer que le causa un daño irreversible en sus
genitales masculinos y la intervención de John Money para que David fuera criado como
Brenda para comprobar su teoría de la neutralidad del género; y por otro lado, la verdadera
identidad de género de David que nunca fue tenida en cuenta durante todo el proceso.

Money fue pionero en diferenciar sexo de género, estableciendo que el sexo es lo


que designa los trazos materiales y biológicos que distinguen al hombre y la mujer; y que el
género designa la atribución masculina, femenina, neutra o ambigua, basada sobre los
rasgos socio-culturales e históricos. También hizo una distinción entre identidad de
género y rol de género; definiendo que la identidad es aquella identificación hecha por el
mismo sujeto como hombre, mujer, neutro, hermafrodita, intersexual, transexual u otro; y
que el rol designa el comportamiento identificado o atribuido socialmente como de hombre,
mujer u otro. (Rosario, 2003)

Debido a que sus trabajos eran realizados principalmente con niños/as


hermafroditas, los tratamientos llevados a cabo por Money consistía en acompañar la
asignacion de Un sexo a dichos niños/as, tanto por medio de procedimientos quirúrgicos y
hormonales, como por medio de una educación comportamental adecuada para el género
asignado, en pos de que “tuvieran una vida normal”.

Si bien la distinción que hace Money entre sexo-género e identidad-rol de género,


actualmente resulta un aporte importante en el campo psicoanalitico y otras corrientes
psicologicas, el uso que este psicólogo y médico hizo de sus teorizaciones no fue de
ningún modo ético.

Al oponerse al determinismo biológico de que cada quién asume la identidad de


género que corresponde a su sexo biológico, Money intentó comprobar por medio de
David que esto no era correcto, y que se podía “educar” a alguien para asumir la identidad
de género sea cual fuera, independientemente del sexo biológico. A través del caso de
David, de múltiples intervenciones hormonales, comportamentales y experimentales,
intentó comprobar su teoría y alegar en sus publicaciones científicas el supuesto éxito que
estaba teniendo. Nada de eso fue cierto, y se ha sabido por posteriores publicaciones
propias de David, contando lo que verdaderamente sucedió.

El problema es que Money consideró que el género tiene determinaciones socio-


culturales e históricas, pero olvidó sus determinaciones psíquicas. Desde mi punto de vista,
Money estaba convencido (o confundido) de que a partir de el rol de género se podía
establecer una identidad de género, sin tener en cuenta en la ecuación Lo Real del cuerpo,
es decir el sexo biológico de David y su imbricación con lo subjetivo y su constitución
psíquica. El caso de David fue utilizado para intentar comprobar una teoría sobre la
primacía de lo socio-cultural-histórico por sobre lo biológico, en pos de lograr efectos
psíquicos y subjetivos, que en David nunca fueron tales, sino todo lo contrario. Por otro
lado, también este caso fue utilizado para derribar la teoría de Money, argumentando que
David era el ejemplo de que lo biológico es lo determinante en la asunción del género, en
los seres humanos. Desde mi postura, no corrobora ni una ni otra cosa, debido a que desde
ambas perspectivas lo que se olvida es el Sujeto.

En ninguno de los tratamientos teóricos que se han hecho sobre el caso de David
Reimer, se ha tenido en cuenta lo más importante… a David mismo, como Sujeto Deseante,
independientemente de su sexo biológico, de su circuncisión fallida y de todos los
procedimientos mutilantes que le fueron aplicados, tanto corporal como psíquicamente.
Esto queda explicitado posteriormente en palabras del mismo Reimer, cuando deslizaron la
posibilidad de realizarse una cirugía de reasignación de sexo como mujer:

“El doctor me dijo: <<Será duro, te van a molestar, estarás muy solo, no
encontrarás a nadie (a menos que te hagas la cirugía vaginal y que vivas como una
mujer)>>. Yo no era muy mayor en aquel momento, pero me di cuenta de que esas
personas debían ser bastante superficiales si eso es lo único que piensan que tengo; si
creen que la única razón por la que la gente se casa y tiene niños y una vida productiva es
a causa de lo que tienen entre sus piernas...Si eso es lo que piensan de mí, si se me valora
por lo que tengo entre mis piernas, entonces debo ser un absoluto perdedor. (Diamond y
Sigmundsen, pág.301)” (Butler, 2006,p.108)

A David le ocultaron la verdad de su origen, de su cuerpo y lo sometieron e


impusieron a terribles manipulaciones corporales y psíquicas, en pos de normativizar
aquello que había quedado “defectuoso”. Intentaron “darle” una identidad de género y un
sexo anatómico coherentes, para que pudiera llevar una vida “normal” (lo cual nunca
sucedió), sin preguntarse siquiera alguna vez por el Deseo de David y su Verdad.

Como plantea Rosario(2003), [...] encuentro esencial en todos los casos explorar la
historia del paciente, la génesis de las ideas sobre identidad de género, los roles de género
que él/ella juegan y que desempeñan los miembros de su familia. Se debe definir con el
paciente su concepción de los elementos macho y hembra y las correspondencias entre el
cuerpo, su comportamiento de género y los roles familiares y sociales[...]

[...] En lugar de proponer un plan de tratamiento uniforme, es decir, la cirugía de


cambio de sexo, se deben estudiar las diferentes intervenciones hormornales y quirúrgicas
disponibles tanto como los resultados reales e imaginarios[...] (p.59-60).
Si bien el autor se está refiriendo a los casos de pacientes transgénero, encuentro
este fragmento aplicable al caso de David, ya que argumenta una posición ética con
respecto a un sujeto que se encuentra atravesado por una reasignación de sexo o por
establecer determinada identidad de género. En el caso de David, el no era transgénero,
pero por actuación iatrogénica de médicos, psicólogos y psiquiatras, terminaron por hacer
de él un sujeto trans-gender de niño a niña sin su consentimiento, y de niña a
varón/hombre, por su propia voluntad, al descubrir la verdad.

A partir de que David logra establecer cierta coherencia entre lo que el siempre
intuyó como su identidad de género, y la posibilidad de acceder materialmente a un sexo
correspondiente a ésta, se puede decir que es el único momento en que él se encuentra con
su deseo. No quiere decir que su identidad de género dependiera de una cirugía reparadora,
ya que como cité anteriormente en palabras del mismo David: Si eso es lo que piensan de
mí, si se me valora por lo que tengo entre mis piernas, entonces debo ser un absoluto
perdedor. En ese precisa enunciación Reimer afirma que el no es un perdedor, y que su
valor no radica por el sexo anatómico que tenga (o no) entre sus piernas. Posiblemente la
cirugía haya sido simplemente un movimiento de restitución de aquello que durante tantos
años le negaron: la palabra , su deseo y su identidad.

Finalmente David, a pesar de haber intentado llevar adelante su vida, luego de todos los
avatares sorteados, se suicida de un disparo en la cabeza en Junio de 2004 con 38 años, dos
años después de que su hermano Brian también cometiera suicidio por pastillas
antidepresivas.

Claramente los efectos de las terapias y manipulaciones, corporales y psíquicas, aplicadas a


David Reimer, fueron devastadores. Todos los intentos por lograr que tuviera una “vida
normal” fracasaron, y es que desde mi perspectiva nunca hubieran podido tener éxito ya
que nunca se tuvo en cuenta la palabra de David en todo este asunto.

Si David hubiera acudido a un psicoanalista, probablemente la historia hubiera sido distinta.


Teniendo en cuenta que como plantea Lacan (1966) : un análisis debe llevar los rasgos de la
persona del analizado,; que los sentimientos del analista sólo tienen lugar posible como “el
del muerto” para asegurarse de quién conduce el análisis; que el análisis nada tiene que ver
con la “reeducación emocional” que algunos practican sobre los sujetos.
Fundamentalmente, si a David se le hubiera dado la palabra, podría haberse ahorrado
cuanto sufrimiento se le ha ocasionado, y el analista que hubiera llevado a cabo el análisis
se atendría a [...] Interpretar el deseo [es] restituir aquello a lo cual el sujeto no puede
acceder por sí mismo, solo; a saber, el afecto que designa en el nivel de ese deseo que es el
suyo - hablo del deseo preciso que interviene en tal o cual incidente de la vida del sujeto,
del deseo masoquista del deseo suicida, del deseo oblativo, según el caso. Se trata de qué
eso que se produce de una forma cerrado para el sujeto, al retomar su lugar, su sentido en
relación al discurso enmascarado que está interesado en ese deseo, retoma su sentido
verdadero, aquél que es definido, por ejemplo, por eso que llamaría los actos posicionales
en relación al ser. Es eso que llamamos amor, odio o ignorancia, esencialmente, [...]
(p.53etica del psicoaanalisis seminario 7, clase 8)

Allí David/Bruce/Brenda, podrían haber encontrado un espacio donde desplegar


verdaderamente aquello fundamental de todo Sujeto, su Deseo como tal. A pesar de las
vicisitudes que le impuso la mala praxis durante la circuncisión a los pocos meses de nacer,
y las intervenciones de John Money, en el momento que David decide no volver más y que
no se realizaría una reasignación de sexo como mujer a pesar de todos los pronósticos...allí
hubo, a pesar de todo un movimiento, un intento por apropiarse de su cuerpo, de sí mismo,
de su Identidad de Género y de su deseo.

Lacan(1960) expresa que es [...] de la única cosa de la que se puede ser culpable al menos
en la perspectiva analítica es de haber cedido en su deseo [...] [Lo que llamo ceder en su
deseo se acompaña siempre en el destino del sujeto-lo observarán en cada caso, noten su
dimensión- de alguna traición. O el sujeto traiciona su vía, se traiciona a sí mismo y él lo
aprecia de este modo. O, más sencillamente, tolera que alguien con quien se consagró más
o menos a algo haya traicionado su expectativa, no haya hecho respecto a él lo que
entrañaba el pacto-el pacto cualquiera sea éste, fasto o nefasto, precario, a corto plazo,
aun de revuelta, aun de fuga, poco importa. (p.379)

La Ética del Psicoanálisis se funda en abstenerse de juzgar moralmente a un sujeto


que llega a análisis, el eje de la cuestión se basa en su Deseo, y la búsqueda de su Verdad, la
del analizante; pero también es necesario que algo del Deseo del Analista esté puesto en
cuestión, sobre todo en un caso tan delicado como hubiera sido el de David Reimer si
hubiera acudido a un espacio psicoanalítico. El respeto por el Deseo de David, por su
Identidad de Género, y el acceso a su Verdad, hubieran sido el eje principal de su análisis y
quizás el desenlace podría haber sido distinto.

Diferentes cuestiones han atravesado este escrito, que fue disparado a partir de la
historia de David Reimer, el famoso caso de “la niña cobaya de Money”, pero para concluir
me gustaría citar para concluír algunas palabras de Judith Butler, que si bien no es
psicoanalista, realiza un análisis considerado sobre el caso de David y la posibilidad que
tiene el Psicoanálisis con respecto al Género y sus avatares:

[...] “Lo más importante es cesar de legislar para todas estas vidas lo que es
habitable sólo para algunos, y de forma similar, abstenerse de proscribir para todas las
vidas lo que es invivible para algunos. Las diferencias en la posición y el deseo marcan los
límites de la universabilidad como un reflejo ético. La crítica de las normas de género debe
situarse en el contexto de las vidas tal como se viven y debe guiarse por la cuestión de qué
maximiza las posibilidades de una vida habitable, qué minimiza la posibilidad de una vida
insoportable o, incluso de la muerte social o literal” [...] (Butler, 2006, p.23)

[...] Es importante recordar que el psicoanálisis puede servir como una crítica de
la adaptación cultural y también como una teoría para comprender las maneras en las que
la sexualidad no se conforma a las normas sociales que la regulan. Por otra parte, no hay
una teoría mejor para comprender el funcionamiento de la construcción de la fantasía no
como una serie de proyecciones sobre una pantalla interna, sino como parte de la
relacionalidad humana en sí misma. Sobre la base de esta percepción podemos llegar a
comprender la capitalidad de la fantasía en la experiencia del propio cuerpo, o el del otro,
como perteneciente a un género. Finalmente, el psicoanálisis puede estar al servicio de
una concepción de los humanos como portadores de una humildad irreversible en su
relación con los otros y con sí mismos. Siempre hay una dimensión de nosotros mismos y
de nuestra relación con otros que no podemos conocer; este no saber persiste en nosotros
como una condición de la existencia y de nuestra capacidad de sobrevivir. Hasta cierto
punto nos impulsa lo que no conocemos y no podemos conocer, y esta <<pulsión>>
(Trieb) es precisamente lo que no es ni exclusivamente biológico ni cultural, sino siempre
el lugar de su densa convergencia. [...] Las normas no ejercen un control definitivo o
fatalista, al menos no siempre. El hecho de que el deseo no esté totalmente determinado se
corresponde con la idea psicoanalítica de que la sexualidad no puede llegar a ser nunca
totalmente capturada por ninguna regla. Más bien se caracteriza por su desplazamiento,
puede exceder la regulación tomar nuevas formas en respuesta a su regulación incluso
darle la vuelta y convertirla en sexy. En este sentido la sexualidad nunca puede reducirse
totalmente a un efecto de esta o aquella operación de poder. Esto no es lo mismo que
decir que la sexualidad es, por naturaleza libre y salvaje. Al contrario, precisamente
emerge como una posibilidad improvisatoria dentro de un campo de restricciones. Pero la
sexualidad no se encuentra en aquellas restricciones como algo que puede estar en un
contenedor: se extingue por las restricciones pero también es movilizada e incitada por las
restricciones, incluso a veces requiere que éstas sean producidas una y otra vez. Se `podría
decir entonces que en cierto sentido, la sexualidad nos traslada fuera de nosotros mismos;
estamos motivados por algo que se halla en otra parte y cuyo sentido y propósito no
podemos capturar plenamente. [...] (Butler, 2006, p.32-33)
Bibliografía
Butler, J. (2006). Deshacer el género. Barcelona: Paidós.

Lacan, J. (2003). La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2. Buenos


Aires: Siglo XXI.

Lacan, J. (1990). En La ética del psicoanálisis - Seminario 7 (Vol. Capítulo XXIV). Buenos
Aires: Paidós.

Rosario, V. (2003). Perversión sexual y transensualismo. Litoral école lacanienne de


psychanalyse, Nº33

Wikipedia. (31 de Marzo de 2016). Recuperado el 11 de Noviembre de 2016, de


https://es.wikipedia.org/wiki/David_Reimer

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