24 Geraldo Sempavor Las Hazanas
24 Geraldo Sempavor Las Hazanas
24 Geraldo Sempavor Las Hazanas
1. INTRODUCCIN
La escasez de referencias hacia su persona, junto a las actividades blicas que llev a
cabo, le haran convertirse en un personaje desconocido y temido, tanto por los
contingentes islmicos como por los dirigentes castellano-leoneses. A su vez, y
derivado de la diferente ptica con que fueron asimiladas sus acciones, pasara a la
historia bajo denominaciones tan dispares que recorreran un amplio campo semntico,
que ira desde el ms vil traidor hasta su encumbramiento como uno de los hroes del
medievo portugus.
Sin embargo, de esa escasa produccin espaola habra que destacar el estudio
realizado por E. Lapiedra en el compendio Batalis; y que desde el anlisis proveniente
de la cronstica medieval trata de desmenuzar diversos aspectos de su vida en un intento
de dar ms luz a sus oscuros orgenes.
694 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
2. SOBRE GERALDO
A mediados del siglo XII, en pleno fragor de las luchas entre cristianos y
musulmanes en el suroeste peninsular, durante el lento, pero a la vez continuo avance
reconquistador, surgi una enigmtica figura que asol y se hizo duea de parte de los
territorios extremeos: Geraldo Sempavor.
Desde guerrero a mercenario, han sido varios los calificativos con los cuales se ha
querido identificar a este caudillo portugus, que con tan escasos efectivos emprendi
una continuada y sistemtica campaa de conquistas sobre los principales puntos fuertes
de Extremadura.
Gran parte de estas afirmaciones las realiza a partir de estudios filolgicos de las
diferentes fuentes histricas que hacen mencin a la persona de Geraldo. Segn su tesis,
este caudillo portugus sera un yilliqi, o lo que es lo mismo, un gallego-portugus,
por lo que estaramos hablando de un personaje que perteneci a un territorio en el
1
LAPIEDRA, Eva: Geraldo Sem pavor, Alfonso Enrquez y los Almohades; en: Batalis. El reino
Taifa en Badajoz, Madrid, 1996, p. 149
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 695
Sea como fuere, la mayora de los especialistas, a raz de los estudios de las
diferentes crnicas que aluden a su persona, vienen a coincidir en que Geraldo fue un
cristiano que actu bajo las rdenes del monarca portugus Alfonso I, llevando a cabo
una serie de acciones ofensivas que le llevaran a ser poseedor de un notorio seoro en
el norte de la regin extremea. Como expone el estudioso extremeo Marcelino
Cardalliaguet:
Este hecho, unido a las rivalidades fronterizas, no slo entre cristianos y musulmanes
sino entre los propios reinos cristianos a raz de la fragmentacin poltica sufrida tras la
muerte del emperador Alfonso VII, le hara ser visto con recelo por parte del monarca
leons, que vea de esta manera amenazada su estrategia de expandirse hacia el sur, por
el territorio de la actual Extremadura. Lo cual terminara causando la toma de medidas y
2
PACHECO, Juan Antonio: Extremadura en los gegrafos rabes, Ed. Diputacin provincial de
Badajoz, Badajoz, 1991, p. 22
3 LAPIEDRA, Eva: Op. Cit. pp. 150-152
4 CARDALLIAGUET, Marcelino: Historia de Extremadura, Badajoz, 1998, p. 87
696 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
acciones en su contra, que le haran ser expulsado del dominio que posea en el norte
extremeo mediante la cesin del control de sus fortalezas5.
Geraldo Sempavor se converta en un personaje que sera tan admirado por sus
contemporneos portugueses, como odiado por musulmanes y cristianos leoneses. Como
expone E. Lapiedra, desde el estudio de la cronstica histrica, se puede observar como
nos encontramos con un personaje de la historia medieval de la frontera portuguesa,
cuya opinin resulta, a primera vista, muy diferente segn la ptica musulmana y la
cristiana. Las fuentes cristianas nos sealan concisamente la existencia de un caudillo de
ladrones y villanos, que asalt vora y Badajoz, adems de otras plazas fuertes que tuvo
que deshacerse cuando cay prisionero de Rodrguez Fernndez. Frente a esta sombra
imagen cristiana, que no refleja la de un noble caballero portugus, hallamos la
identificacin de un importante rival que tuvo en vilo al poder almohade con sus
conquistas, ataques y la depredacin de sus territorios.
Con el paso de los aos, en el transcurso de la ltima etapa de su vida, pas a servir
al Califa Almohade. Los intentos del monarca portugus por hacer que ste traicionara a
su nuevo seor, mediante correspondencia secreta, causara que una vez descubierta
toda la trama, Geraldo fuera finalmente apresado junto a sus compaeros. Su posterior
intento de fuga termin con su condena a muerte, siendo decapitado a los pocos das.
Un episodio recogido y descrito en la Crnica de los reyes de Castilla:
3. SU CONTEXTO
Esta mxima del gran terico de la guerra Karl von Clausewitz, aunque debatida y
discutida, resulta un claro ejemplo de la tctica que los reinos peninsulares siguieron
para llevar a cabo su poltica de expansin territorial y expulsin de los musulmanes
asentados en el sur. Que duda cabe que el contexto en el que hay que situar la figura de
Geraldo transcurre durante unos siglos medievales, en los que, como bien afirma Ladero
Por otra parte, resulta innegable como todo ese ideario llevaba adjunta la idea de
recobrar aquello que les fue arrebatado, en un intento de justificar dicho avance, al
esgrimir el argumento de que la invasin de su territorio por contingentes musulmanes
se produjo de forma violenta e ilegtima10. Extremadura no iba a resultar un caso aislado
a todo este ideario, escribiendo Fray Diego de cija, dentro su historia sobre el
Monasterio de Guadalupe, quizs uno de los textos ms ilustrativos sobre todo este
fenmeno, ya a finales de la Edad Media:
Procur este renegado conde don Julin, con el malvado y renegado obispo
don Oppas, permitiendo los pecados de este rey [Don Rodrigo] y de su
pueblo de Espaa, que entrasen los moros en ella y la destruyesen y
sojuzgasen 11.
8
LADERO QUESADA, M. ngel: La formacin medieval de Espaa, Ed. Alianza, Madrid, 2004, p. 13
9
MNGUEZ, J. Mara: La Reconquista, Ed. Alba libros, Madrid, 1996, pp. 2-20
10
Es muy interesante la reflexin que realiza el Profesor Garca Fitz al respecto, en su apartado dedicado
al ambiente ideolgico que envolva la batalla medieval en su obra: Las Navas de Tolosa, Ed. Ariel,
Barcelona, 2008, pp. 389-475
11
FRAY DIEGO DE CIJA: Libro del Monasterio de Guadalupe, Cceres, 1953, p. 40
12
CARDALLIAGUET, Marcelino, Op. Cit., p. 84
698 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
adquirir una entidad propia tan importante que con el paso de los aos termin
trasformndose en reino. El hecho de producirse dicha transformacin poltico-
administrativa, hizo ver a su monarca, Alfonso I de Portugal, la necesidad de consolidar
la independencia del reino portugus a travs de la realizacin de un nuevo empuje que
condujera a la conquista de nuevas tierras; que por razones de proximidad, pasaba por
expandirse por el territorio de la actual regin extremea.
Pero dicha tarea no iba a resultar una empresa fcil, ya que al morir Alfonso VII, ste
dividi sus estados entre sus hijos. A Sancho III le correspondi el rea de Castilla y a
Fernando II el reino de Len. Las intenciones de ambos pasaban, a su vez, por expandir
su mbito de influencia conquistando las zonas situadas al sur de sus posesiones, lo cual
afectaba tambin al espacio extremeo. En este sentido, para poder evitar posibles
disensiones entre los dos dirigentes cristianos, firmaron en Sahagn un tratado en el que
se estipulaban las bases y el reparto de la futura conquista de unas tierras extremeas,
que todava se encontraban bajo dominio musulmn.
Igualmente, mientras todo esto suceda, Alfonso I de Portugal vio dicho escenario
como la oportunidad propicia para ampliar sus territorios y continuar su poltica
expansiva. El problema a todo ello, era la escasez de efectivos que el naciente reino de
Portugal dispona. Precisamente sera por esta razn por la que el monarca luso
depositara su confianza en el caudillo cristiano Geraldo. Como recoge la crnica:
13
Ibidem, pp. 84-85
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 699
Debido a su habilidad para hacerse con los puntos fortificados situados en la regin
extremea y en la frontera portuguesa, Geraldo se fue haciendo sistemticamente con
los ms importantes enclaves que jalonaban las posiciones defensivas situadas en
nuestra regin. Como expone D. Lomax, mediante sus acciones consigui tomar,
durante un breve periodo de tiempo, en 1165, las plazas fortificadas de: Trujillo, vora
y Cceres; y al ao siguiente, las fortalezas de Montnchez y Serpa14.
Este hecho despert la consternacin del monarca leons, ya que con esta ampliacin
de la soberana portuguesa por suelo extremeo, se amenaz seriamente el derecho de
conquista estipulado en Sahagn, al poder ser bloqueada la expansin leonesa por el
camino de la Plata. Como consecuencia, Fernando II se lanz a la lucha, en defensa de
su influencia territorial.
Sin embargo, que antes de reunir sus fuerzas en la ciudad de Coria, ordenara a parte
de sus efectivos dirigirse hacia Eljas, en la frontera con Portugal, parece evidenciar un
14
LOMAX, Derek W., Op. Cit., p. 149
15
VELO Y NIETO, Gervasio: Coria, Reconquista de la Alta Extremadura, Cceres, 1956, p. 78
700 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
planteamiento totalmente distinto. Sobre todo, del gran celo mostrado en conservar las
posiciones ganadas en tal empresa, como Trebejo o Benavente, que seran cedidas como
recompensa a las rdenes militares. Posteriormente tomara Alcntara, que era uno de
los principales baluartes islmicos que se situaban al norte del seoro de Geraldo, y se
dispuso a expulsar a los portugueses. Pareciendo ser sta la verdadera razn de tal
ofensiva sobre el territorio extremeo, ya que como segua exponiendo dicho autor en
su obra:
As, mientras que Geraldo intentaba la toma de Badajoz, sitiando a sus defensores en
su alcazaba, el rey de Len se presentaba tambin ante dicha ciudad, pero no para
ayudar a su correligionario cristiano y expulsar a los musulmanes, sino para hacer valer
su derecho de conquista y levantar el cerco portugus.
Mientras tanto, Geraldo, que haba cado preso, recobr la libertad despus de
entregar a Fernando Rodrguez de Castro las plazas y castillos de Montnchez, Trujillo,
Santa Cruz y Almogfrag. Quedando desprovisto de su ncleo de actuacin, termin con
el tiempo entrando al servicio del califa de Sevilla, muriendo poco tiempo despus
decapitado, fruto de las intrigas y las conspiraciones que envolvieron su figura en sus
ltimos das, en tan triste final.
16
VELO Y NIETO, Gervasio: Op. Cit. p. 81
17
MARTN, Jos Luis: Los orgenes de la Orden Militar de Santiago, CSIC, Barcelona, 1974, p. 13
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 701
Honra debe hacer el rey a su tierra, y sealadamente con mandar cercar las
ciudades y las villas y los castillos de buenos muros y buenas torres, pues
esto le hace ser ms noble, ms honrada y ms apuesta; adems es de gran
seguridad y gran amparo de todos comunalmente para en todo en tiempo 18.
Y es que, quien quisiera controlar una comarca, sus hombres y todas sus actividades
(polticas, administrativas y econmicas) deba hacerse con la plaza fuerte del lugar.
Hasta haca poco tiempo, la tradicional concepcin sobre la finalidad del castillo aluda
en exclusividad a su tarea como edificio militar. Como bien ha sealado Carlos de
Ayala, las fortalezas son algo ms que un centro de acuartelamiento y defensa; siendo
mltiples, en este sentido, las facetas funcionales que comprenderan.
C. Gravett seala, en este sentido, como la mayora de los castillos surgieron como
parte del proceso de feudalizacin de Europa, posiblemente en torno al siglo IX, como
18
ALFONSO X: Las Siete Partidas, II Partida, Ley 2.
19
VALDEN, Julio: El Feudalismo, Ed. Alba Libros, Madrid, 1996, pp. 31-40
702 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
un smbolo del poder que estaba siendo desmoronado tras la quiebra de la edad de oro
carolingia. No obstante, el caso peninsular es singular y distinto al modelo de
encastillamiento europeo. As, sera conveniente recordar como gran parte de los
primeros castillos elevados en nuestra regin, resultaron ser obra de la ingeniera
musulmana. Sin embargo, tras la conquista cristiana, es indudable la necesidad de
contar con estos dispersos ncleos de poder, en un intento de establecer un mayor
control de un territorio todava sin articular.
20
MONTAA CONCHIA, J. Luis de la: La Extremadura cristiana (1142-1350). Poblamiento, poder y
sociedad, Ed. Universidad de Extremadura, Cceres, 2003, p. 36
21
CARDALLIAGUET, Marcelino: Op. Cit., p. 96
22
AYALA MARTNEZ, Carlos de: Las fortalezas castellanas de la Orden de Calatrava en el siglo XII;
Apud: Revista En la Espaa Medieval, N 16, 1993, pp. 13-14
23
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit., p. 15
24
LADERO QUESADA, M. ngel: La formacin medieval de Espaa, Ed. Alianza, Madrid, 2004, pp.
227-230
25
LPEZ DE AYALA, Pedro: Crnicas de los reyes de Castilla, Crnica del Rey D. Pedro, Ao
Segundo, Captulo 2
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 703
Es por todo ello, por lo que la fortaleza se converta normalmente en la sede donde
resida el poder; siendo entendida como centro administrativo y jurisdiccional, con
capacidad para organizar socialmente el espacio del que dependa. No es extrao, a la
vista de todo lo expuesto, que al convertirse en el foco poltico principal del lugar, su
gobierno afectara a los habitantes asentados en todo su trmino administrativo,
perturbando tanto su jurisdiccin, justicia o la recaudacin de rentas 26.
Ahora bien, aunque en un primer momento pudiera parecer que existiera una
estrategia de actuacin conjunta entre los diferentes baluartes en caso de ser atacados
por el enemigo, activndose un mecanismo de defensa mutua, la realidad era
sumamente contraria. El asedio de un castillo no supona su auxilio por el ms cercano.
Es ms, resulta paradjico, en este sentido, la escasa capacidad de iniciativa que estas
franjas defensivas tuvieron a la hora de afrontar sus propias defensas. El Profesor
Garca Fitz 29 viene a sealar como estos entramados resultaban en realidad
permeables, permitiendo en no pocas ocasiones el paso de los contingentes enemigos
por el territorio que deban controlar. Sin embargo, ese pareca ser precisamente su
26
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit., p. 15
27
Crnica musulmana recogida en: PACHECO, Juan Antonio: Op. Cit., p. 36
28
MONTAA CONCHIA, J. Luis de la: Op. Cit., p. 36
29
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit., pp. 18-20
704 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
cometido. Esto es, la fortaleza no se entendera como un lugar desde donde planificar el
ataque, sino donde guarnecer a los contingentes, la poblacin, los enseres, etc.
Esto supondra que dicha malla defensiva no surta ningn efecto, y que los
castillos no servan para la finalidad para la que precisamente haban sido creados ?.
Pues en realidad no. Es ms, como sigue exponiendo dicho autor, la puesta en prctica
de un asedio resultaba muy costosa y bastante duradera, por lo que al haber una gran
proliferacin de estos puntos fuertes sobre un determinado mbito geogrfico, hara
exigir al enemigo un mayor esfuerzo y una notable prdida de tiempo. Algo muy
importante, siempre y cuando estamos hablando de contingentes carentes de logstica,
financiacin y adems sujetos a una forma de hacer la guerra marcada por la
temporalidad de las estaciones (primavera y verano). Aunque sea lejana en el tiempo,
cuenta, es muy ilustrativa al respecto la crnica del rey D. Pedro I, que alude como
habindose puesto sitio a una ciudad, e incluso realizado una brecha al muro, el monarca
tuvo que retirarse, ya que:
30
LPEZ DE AYALA, Pedro: Crnicas de los reyes de Castilla, Crnica del Rey D. Enrique II, Ao
Quinto, Captulo I
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 705
Como bien ha escrito Jos H. Saraiva 31 , para poder llevar acabo ese proceso de
ampliacin del espacio portugus por parte de Alfonso I, a pesar de la debilidad interna
de los pequeos principados islmicos, las fuerzas militares portuguesas eran tas escasas
que para poder efectuar expediciones ofensivas se deba recurrir al auxilio de efectivos
que camino haca Palestina hacan escala en los puertos lusitanos.
Bajo estas condiciones, Geraldo sigui un modelo de estrategia militar, que como se
desprende de la fuente del siglo XII, Vida de S. Teotnio, supuso un novo generi
pugnandi... cuasi per latrocinium; es decir, una nueva manera de hacer la guerra,
similar al latrocinio 32. Adems, sus hazaas bien podran haberse correspondido con las
de una novela pica ambientada en la Edad Media. Aprovechando las noches
plenamente oscuras, al amparo de contextos en los que la intemperie y las tormentas
hacan de la visibilidad un hecho prcticamente imposible para los defensores de las
fortalezas, actuaba de la siguiente manera, segn el cronista musulmn Ibn Hib Al-Sal:
Precisamente sera con este tipo de acciones, mediante la inusitada pericia mostrada
en el asalto a los castillos situados tanto en la frontera portuguesa como en el propio
31
SARAIVA HERMANO, Jos: Historia de Portugal, Alianza Editorial, Madrid, 1989 pp. 40-60
32
SARAIVA HERMANO, Jos: Op. Cit. p. 51
33
IBN HIB AL-SAL: Al-mann bil-Im ma. Ed. Y Traduccin de Ambrosio Huici Miranda, Valencia,
1969, p. 137
706 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
territorio extremeo, por las que los musulmanes denominaron sus actuaciones como
traiciones:
De esta manera, fruto de tal astucia, siempre bajo un fuerte componente de riesgo y
valenta al aventurarse el primero al frente de cada expedicin, sera denominado
sempavor (sin miedo). Igualmente, conquista tras conquista, su podero militar fue
creciendo. Esta sera la razn por la cual comenzara a vislumbrar la posibilidad de
asediar la plaza de Badajoz y extender su mbito de influencia por el sur de nuestra
regin.
Para esta nueva acometida puede vislumbrarse en la obra de Geraldo un cambio con
respecto a sus anteriores acciones. Su ataque no fue por sorpresa, sino mediante el
establecimiento de un asedio, siendo una empresa totalmente distinta a sus primeros
ataques nocturnos, correspondindose con los cauces habituales del desarrollo de la
guerra en la Edad Media. Como seala C. Gravett, durante dicho periodo la guerra de
asedio desempe un papel vital en la estrategia militar. Los asedios se convertiran en
mucho ms numerosos que las batallas campales, comprendiendo tanto los lances como
los grandes cercos a gran escala 35.
Con respecto las fuerzas necesarias para llevar a cabo este tipo de empresas, se
necesitaba un nmero mayor de efectivos, redoblando adems las acciones de acoso
sobre los asediados. As, la gran mayora de las conquistas solan trazar unas lneas de
actuacin, que por lo general, incidan en el bloqueo de la ciudad, para lo cual se
necesitaba de un llamamiento de tropas:
34
LAPIEDRA, Eva: Op. Cit. p. 150
35
GRAVETT, Christopher: Guerras de asedio en la Edad Media, Osprey, 1994, pp. 3-6
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 707
36
SANDOVAL, Prudencio de: Crnica del emperador Alfonso VII, Madrid, p. 85
37
MARTNEZ DEZ, Gonzalo (ed.): Leyes de Alfonso X, Espculo, Lib. III, Tt. V, Ley V
38
GARCA FITZ, Francisco: Funciones blicas de las fortificaciones en el medievo extremeo;
Castillos de Espaa, 118, ao 2000, p. 22
39
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit. p. 23
708 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS
De esta manera, pretendi que los recursos de los que poda abastecerse dicho punto
estratgico se vieran reducidos hasta tal punto, que pudieran terminar causando la mejor
tctica blica, el agotamiento y la capitulacin.
Pero, retrotrayndonos de nuevo al cerco de Badajoz, Geraldo no slo tuvo que enfrentarse
a las fuerzas musulmanas sitiadas, sino tambin a las huestes cristianas de Fernando II. Y
aunque pidi auxilio a su seor, el rey de Portugal, el monarca leons terminara por
levantar el cerco, causando la dispersin de los efectivos sitiadores.
Sin embargo, las hazaas de Geraldo le haran ser reconocido como uno de los
caudillos militares de la Edad Media que ms respeto y admiracin caus entre sus
contemporneos, llegando a igualarse su fama con la del Cid Campeador. Todo ello,
siempre fruto de su pericia en las tcnicas de conquista de los castillos y fortalezas. Lo
cual, no viene sino a ratificar la tesis anteriormente expuesta de que las guerras en la
Edad Media consistieron, principalmente, en una lucha continua por el control del
territorio, siendo ms importantes las conquistas de los baluartes defensivos que las
grandes batallas picas, de las cuales, Geraldo ninguna capitane.
En definitiva, es por todo ello, por lo que rompiendo con los viejos y torpes
perjuicios que sobre el mundo medieval, y ms concretamente sobre el mundo militar,
se ha venido insistiendo a lo largo de los siglos, el uso de estrategia y de la inteligencia
era la mejor arma con la que atacar un castillo, y por ende conquistar su territorio. Como
bien aconsejaba una de las Leyes de Las Partidas de Alfonso X:
40
ALFONSO X: Las Siete Partidas, Segunda Partida, Ley 13
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 709
5. EPLOGO
Geraldo Sempavor, ese enigmtico caudillo que con su pericia y habilidad asalt
de forma continuada las slidas fortalezas construidas en las altas cumbres de nuestra
regin, con el paso de los aos y hazaa tras hazaa, no slo se convertira en el azote
de las huestes musulmanas, sino tambin de las fuerzas cristiano-leonesas. Y aunque no
capitane ninguna batalla a gran escala, qu duda cabe que su fama resuena hoy da en la
historiografa militar dedicada al estudio de la Edad Media. Lo cual viene a desterrar los
viejos y oscuros mitos que todava abundan sobre el mundo militar medieval. Y es que,
si la poltica que predomin en aquellos siglos haca alusin a la proyeccin de los
diversos reinos creados sobre el espacio musulmn, la mejor manera de controlar un
territorio y sus habitantes pasaba por dominar la plaza fuerte que articulaba
administrativa y defensivamente dicho espacio.
En este sentido, que duda cabe que Geraldo incentiv el germen de la futura
conquista cristiana del territorio de la actual Extremadura. Sobre todo, porque si durante
el periodo concerniente al reinado de Alfonso VII se pudo observar una cierta
progresin en el avance reconquistador, su muerte traera consigo un periodo de
conflictos internos entre sus sucesores a raz de la divisin territorial y administrativa
que sufrira el legado del emperador cristiano. Y auque se firmaron acuerdos relativos
al derecho de conquista sobre los territorios por colonizar, predominaron las luchas
internas.
7. FUENTES Y BIBLIOGRAFA
IBN HIB AL-SAL: Al-mann bil-Im ma. Ed. Y Traduccin de Ambrosio Huici Miranda,
Valencia, 1969
LPEZ DE AYALA, Pedro: Crnicas de los reyes de Castilla, Crnica del Rey D.
Pedro
COBOS, Fernando y CASTRO, Jos de: Castillos y fortalezas: Castilla y Len, Ed.
Edilesa, Len, 1998
LAPIEDRA, Eva: Geraldo Sem pavor, Alfonso Enrquez y los Almohades; en:
Batalis. El reino Taifa en Badajoz, Madrid, 1996