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24 Geraldo Sempavor Las Hazanas

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GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS

DE UN GUERRERO PORTUGUS POR TIERRAS EXTREMEAS

Carlos J. Rodrguez Casillas

1. INTRODUCCIN

Durante el lejano periodo de la Reconquista, en plena lucha de los reinos cristianos


con las huestes musulmanas, un guerrero portugus se abri camino a lo largo y ancho
del solar extremeo a base de duras y esforzadas hazaas: Geraldo Sempavor
(Geraldo Sin miedo).

La escasez de referencias hacia su persona, junto a las actividades blicas que llev a
cabo, le haran convertirse en un personaje desconocido y temido, tanto por los
contingentes islmicos como por los dirigentes castellano-leoneses. A su vez, y
derivado de la diferente ptica con que fueron asimiladas sus acciones, pasara a la
historia bajo denominaciones tan dispares que recorreran un amplio campo semntico,
que ira desde el ms vil traidor hasta su encumbramiento como uno de los hroes del
medievo portugus.

Una desigualdad que es similar a la produccin historiogrfica basada en las


andanzas de este caudillo lusitano. En este sentido, se observa un fuerte desequilibrio a
favor de los historiadores portugueses. Claros ejemplos son los estudios de D. Lpes:
O Cid portugus: Geraldo Sempavor; o el ms reciente de Sousa Pereira: Geraldo
Sem Pavor. Um guerreiro de fronteira entre cristos e musulmanos (1162-1176).

Sin embargo, de esa escasa produccin espaola habra que destacar el estudio
realizado por E. Lapiedra en el compendio Batalis; y que desde el anlisis proveniente
de la cronstica medieval trata de desmenuzar diversos aspectos de su vida en un intento
de dar ms luz a sus oscuros orgenes.
694 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

Un dficit historiogrfico, que debe ser enmendado, ya que la figura de Geraldo


llegara a resultar de gran importancia en el devenir histrico de la realidad territorial
extremea, al desencadenar toda una lucha de intereses por el control de parte del
espacio de la actual Extremadura.

En este sentido, este trabajo tratar de contribuir al desarrollo de su conocimiento,


aportando una visin, tanto de la vida de este aventurero portugus, como de las hazaas
que llev a cabo. Todo ello, enmarcando siempre el anlisis con un contexto histrico
del cual es muy difcil de disociar, ya que de las luchas por el control del territorio que
se vinieron desarrollando en nuestra regin, Geraldo se revelara como uno de los
grandes estrategas militares del momento.

2. SOBRE GERALDO

A mediados del siglo XII, en pleno fragor de las luchas entre cristianos y
musulmanes en el suroeste peninsular, durante el lento, pero a la vez continuo avance
reconquistador, surgi una enigmtica figura que asol y se hizo duea de parte de los
territorios extremeos: Geraldo Sempavor.

Desde guerrero a mercenario, han sido varios los calificativos con los cuales se ha
querido identificar a este caudillo portugus, que con tan escasos efectivos emprendi
una continuada y sistemtica campaa de conquistas sobre los principales puntos fuertes
de Extremadura.

No obstante, el halo de misticismo que todava cubre su misteriosa persona ha hecho


verter verdaderos ros de tinta en torno a su desconocida procedencia, siendo ms
abundante los estudios realizados por la propia historiografa portuguesa que desde la
parte extremea y espaola. En este sentido, resulta muy interesante la propuesta que
hace E. Lapiedra, al plantear la hiptesis de que Geraldo bien podra ser considerado
como un esclavo-soldado cristiano huido del territorio musulmn, y que vendera sus
conocimientos y experiencia a sus correligionarios 1.

Gran parte de estas afirmaciones las realiza a partir de estudios filolgicos de las
diferentes fuentes histricas que hacen mencin a la persona de Geraldo. Segn su tesis,
este caudillo portugus sera un yilliqi, o lo que es lo mismo, un gallego-portugus,
por lo que estaramos hablando de un personaje que perteneci a un territorio en el
1
LAPIEDRA, Eva: Geraldo Sem pavor, Alfonso Enrquez y los Almohades; en: Batalis. El reino
Taifa en Badajoz, Madrid, 1996, p. 149
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 695

suroeste peninsular muy cercano a Al-Andalus, cuando no situado en su misma frontera.


Ya en el siglo X, el gegrafo musulmn Ibn Hawqal se refera as a este rea:

Mrida y Toledo son dos de las ms importantes ciudades de Al-Andalus y


de las mejor fortificadas. La frontera de los gallegos es: Mrida, Nafza,
Guadalajara y Toledo 2.

A la vista de lo expuesto, este grupo geogrfico, por su cercana a Al-Andalus, sera


uno de los que mayor presencia tendra en la composicin del sustrato social de parte de
los esclavos-guerreros islmicos. Siendo una realidad que aparece refrendada en
multitud de elementos lingsticos de la lrica andalus de los siglos IX y X. En realidad,
las dotes militares de los gallego-portugueses eran conocidas y muy apreciadas por los
dirigentes islmicos, residiendo en estas virtudes su inters por hacerse con tan expertos
soldados 3. Adems, esto explicara el conocimiento que Geraldo tena de las tcnicas
defensivas de los enclaves musulmanes, que con tanta habilidad asalt y conquist por
toda nuestra regin.

Sea como fuere, la mayora de los especialistas, a raz de los estudios de las
diferentes crnicas que aluden a su persona, vienen a coincidir en que Geraldo fue un
cristiano que actu bajo las rdenes del monarca portugus Alfonso I, llevando a cabo
una serie de acciones ofensivas que le llevaran a ser poseedor de un notorio seoro en
el norte de la regin extremea. Como expone el estudioso extremeo Marcelino
Cardalliaguet:

Tambin el rey de Portugal, sirvindose de un aventurero portugus llamado


Geraldo Sempavor, inici una serie de razzias devastadoras por el centro de
Extremadura, saqueando Cceres, Trujillo, Montnchez, Monfrage y Santa
Cruz de la Sierra 4.

Este hecho, unido a las rivalidades fronterizas, no slo entre cristianos y musulmanes
sino entre los propios reinos cristianos a raz de la fragmentacin poltica sufrida tras la
muerte del emperador Alfonso VII, le hara ser visto con recelo por parte del monarca
leons, que vea de esta manera amenazada su estrategia de expandirse hacia el sur, por
el territorio de la actual Extremadura. Lo cual terminara causando la toma de medidas y

2
PACHECO, Juan Antonio: Extremadura en los gegrafos rabes, Ed. Diputacin provincial de
Badajoz, Badajoz, 1991, p. 22
3 LAPIEDRA, Eva: Op. Cit. pp. 150-152
4 CARDALLIAGUET, Marcelino: Historia de Extremadura, Badajoz, 1998, p. 87
696 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

acciones en su contra, que le haran ser expulsado del dominio que posea en el norte
extremeo mediante la cesin del control de sus fortalezas5.

Geraldo Sempavor se converta en un personaje que sera tan admirado por sus
contemporneos portugueses, como odiado por musulmanes y cristianos leoneses. Como
expone E. Lapiedra, desde el estudio de la cronstica histrica, se puede observar como
nos encontramos con un personaje de la historia medieval de la frontera portuguesa,
cuya opinin resulta, a primera vista, muy diferente segn la ptica musulmana y la
cristiana. Las fuentes cristianas nos sealan concisamente la existencia de un caudillo de
ladrones y villanos, que asalt vora y Badajoz, adems de otras plazas fuertes que tuvo
que deshacerse cuando cay prisionero de Rodrguez Fernndez. Frente a esta sombra
imagen cristiana, que no refleja la de un noble caballero portugus, hallamos la
identificacin de un importante rival que tuvo en vilo al poder almohade con sus
conquistas, ataques y la depredacin de sus territorios.

Con el paso de los aos, en el transcurso de la ltima etapa de su vida, pas a servir
al Califa Almohade. Los intentos del monarca portugus por hacer que ste traicionara a
su nuevo seor, mediante correspondencia secreta, causara que una vez descubierta
toda la trama, Geraldo fuera finalmente apresado junto a sus compaeros. Su posterior
intento de fuga termin con su condena a muerte, siendo decapitado a los pocos das.
Un episodio recogido y descrito en la Crnica de los reyes de Castilla:

Empobrecido y desprovisto de toda ayuda, se refugi junto a los sarracenos,


a los que haba infligido muchos daos, y por los que fue decapitado en
tierras marroques con un pretexto balad 6.

3. SU CONTEXTO

La guerra es la continuacin de la poltica por otros medios 7.

Esta mxima del gran terico de la guerra Karl von Clausewitz, aunque debatida y
discutida, resulta un claro ejemplo de la tctica que los reinos peninsulares siguieron
para llevar a cabo su poltica de expansin territorial y expulsin de los musulmanes
asentados en el sur. Que duda cabe que el contexto en el que hay que situar la figura de
Geraldo transcurre durante unos siglos medievales, en los que, como bien afirma Ladero

5 LOMAS, Derek W.: La reconquista, Crtica, Barcelona, 1984, p. 149


6
LAPIEDRA, Eva: Op. Cit. p. 155
7
CLAUSEWITZ, Karl von: De la guerra, Ed. Idea Books, Barcelona, 1999, p. 36
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 697

Quesada, las guerras de conquista, los procesos de colonizacin y la condicin de tierra


fronteriza marcaron la realidad cotidiana de sus reinos 8.

Todo un escenario que queda enmarcado bajo el trmino Reconquista. Apartndonos


del debate bizantino que siempre despierta esta expresin 9 , puede observarse como
encierra una realidad poltica: la expansin de los reinos cristianos sobre el espacio
musulmn. Siendo sta una proyeccin sobre el territorio que tiene que ser entendida
como un fenmeno complejo, que implicara la participacin de toda una serie de
condicionantes: demogrficos, sociales, econmicos o polticos.

Por otra parte, resulta innegable como todo ese ideario llevaba adjunta la idea de
recobrar aquello que les fue arrebatado, en un intento de justificar dicho avance, al
esgrimir el argumento de que la invasin de su territorio por contingentes musulmanes
se produjo de forma violenta e ilegtima10. Extremadura no iba a resultar un caso aislado
a todo este ideario, escribiendo Fray Diego de cija, dentro su historia sobre el
Monasterio de Guadalupe, quizs uno de los textos ms ilustrativos sobre todo este
fenmeno, ya a finales de la Edad Media:

Procur este renegado conde don Julin, con el malvado y renegado obispo
don Oppas, permitiendo los pecados de este rey [Don Rodrigo] y de su
pueblo de Espaa, que entrasen los moros en ella y la destruyesen y
sojuzgasen 11.

Sin embargo, este sentir comn no qued exento de confrontaciones y conflictos


entre los diferentes ncleos de poder cristianos surgidos durante dicho proceso de
avance y colonizacin. Tal fue el caso de Castilla a la muerte del emperador Alfonso
VII. Aunque en el transcurso de su mandato se lograron importantes hitos, como fue la
conquista de Coria (uno de los grandes baluartes defensivos), tambin se fue gestando la
divisin territorial cristiana12 .

As ocurri con uno de los condados castellanos situado en su vertiente ms


occidental, el denominado territorio portucalense. Dicho espacio terminara por

8
LADERO QUESADA, M. ngel: La formacin medieval de Espaa, Ed. Alianza, Madrid, 2004, p. 13
9
MNGUEZ, J. Mara: La Reconquista, Ed. Alba libros, Madrid, 1996, pp. 2-20
10
Es muy interesante la reflexin que realiza el Profesor Garca Fitz al respecto, en su apartado dedicado
al ambiente ideolgico que envolva la batalla medieval en su obra: Las Navas de Tolosa, Ed. Ariel,
Barcelona, 2008, pp. 389-475
11
FRAY DIEGO DE CIJA: Libro del Monasterio de Guadalupe, Cceres, 1953, p. 40
12
CARDALLIAGUET, Marcelino, Op. Cit., p. 84
698 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

adquirir una entidad propia tan importante que con el paso de los aos termin
trasformndose en reino. El hecho de producirse dicha transformacin poltico-
administrativa, hizo ver a su monarca, Alfonso I de Portugal, la necesidad de consolidar
la independencia del reino portugus a travs de la realizacin de un nuevo empuje que
condujera a la conquista de nuevas tierras; que por razones de proximidad, pasaba por
expandirse por el territorio de la actual regin extremea.

Pero dicha tarea no iba a resultar una empresa fcil, ya que al morir Alfonso VII, ste
dividi sus estados entre sus hijos. A Sancho III le correspondi el rea de Castilla y a
Fernando II el reino de Len. Las intenciones de ambos pasaban, a su vez, por expandir
su mbito de influencia conquistando las zonas situadas al sur de sus posesiones, lo cual
afectaba tambin al espacio extremeo. En este sentido, para poder evitar posibles
disensiones entre los dos dirigentes cristianos, firmaron en Sahagn un tratado en el que
se estipulaban las bases y el reparto de la futura conquista de unas tierras extremeas,
que todava se encontraban bajo dominio musulmn.

De esta manera, y tomando como referencia el Camino de la Plata, al monarca leons


le correspondi el derecho de proyectarse por los territorios situados en la franja
occidental de la Va romana: el Algarve, el Alentejo, Montnchez o Mrida. Mientras,
su hermano y dirigente castellano, se reserv para s la franja oriental de la misma
calzada: Trujillo, Cceres o La Serena13.

Sin embargo, el tratado naca con un grave inconveniente, se haba excluido a


Portugal del reparto de los futuros territorios a conquistar, y que no hay que olvidar, se
situaban en el mismo rea de actuacin e influencia: Extremadura. Adems, al poco
tiempo de ser refrendado dicho compromiso mora una de las partes contrayentes, el rey
de Castilla Sancho III. Inesperada circunstancia que fue aprovechada por Fernando II de
Len para penetrar por el rea de influencia castellana, no teniendo en cuenta lo
estipulado en los acuerdos de Sahagn.

Igualmente, mientras todo esto suceda, Alfonso I de Portugal vio dicho escenario
como la oportunidad propicia para ampliar sus territorios y continuar su poltica
expansiva. El problema a todo ello, era la escasez de efectivos que el naciente reino de
Portugal dispona. Precisamente sera por esta razn por la que el monarca luso
depositara su confianza en el caudillo cristiano Geraldo. Como recoge la crnica:

13
Ibidem, pp. 84-85
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 699

[El monarca portugus] lo design para traicionar las ciudades y castillos,


que le seal, con sus hombres y le dio poder para que atacase a los
musulmanes en las fronteras con sus terrores.

Debido a su habilidad para hacerse con los puntos fortificados situados en la regin
extremea y en la frontera portuguesa, Geraldo se fue haciendo sistemticamente con
los ms importantes enclaves que jalonaban las posiciones defensivas situadas en
nuestra regin. Como expone D. Lomax, mediante sus acciones consigui tomar,
durante un breve periodo de tiempo, en 1165, las plazas fortificadas de: Trujillo, vora
y Cceres; y al ao siguiente, las fortalezas de Montnchez y Serpa14.

Estas conquistas le llevaran a ser poseedor de un importante seoro, y sus diversas


correras por nuestra regin le convertan en uno de los personajes ms temidos y
respetados militarmente, sobre todo por los musulmanes. Al final, victoria tras victoria,
Geraldo se propuso conquistar Badajoz.

Este hecho despert la consternacin del monarca leons, ya que con esta ampliacin
de la soberana portuguesa por suelo extremeo, se amenaz seriamente el derecho de
conquista estipulado en Sahagn, al poder ser bloqueada la expansin leonesa por el
camino de la Plata. Como consecuencia, Fernando II se lanz a la lucha, en defensa de
su influencia territorial.

En este sentido, parte de la historiografa tradicional extremea, encarnada en obras


como la de Gervasio Velo, siempre entendi las acciones del monarca leons como una
continuacin de la lucha por la Reconquista y expulsin de los musulmanes,
describiendo la operacin de la siguiente manera:

Corra el ao de 1166 de la era de Cristo y el catlico monarca leons don


Fernando juzg llegado el momento de emprender una campaa decisiva por
parte de la Transierra, que le haba sido asignada por el tratado de Sahagn,
dispuesto a arrebatar a los muslines las fortalezas de toda aquella comarca y
llevar los confines de sus dominios hasta la orilla derecha del Guadiana 15.

Sin embargo, que antes de reunir sus fuerzas en la ciudad de Coria, ordenara a parte
de sus efectivos dirigirse hacia Eljas, en la frontera con Portugal, parece evidenciar un

14
LOMAX, Derek W., Op. Cit., p. 149
15
VELO Y NIETO, Gervasio: Coria, Reconquista de la Alta Extremadura, Cceres, 1956, p. 78
700 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

planteamiento totalmente distinto. Sobre todo, del gran celo mostrado en conservar las
posiciones ganadas en tal empresa, como Trebejo o Benavente, que seran cedidas como
recompensa a las rdenes militares. Posteriormente tomara Alcntara, que era uno de
los principales baluartes islmicos que se situaban al norte del seoro de Geraldo, y se
dispuso a expulsar a los portugueses. Pareciendo ser sta la verdadera razn de tal
ofensiva sobre el territorio extremeo, ya que como segua exponiendo dicho autor en
su obra:

[Alfonso I] por sus zarpazos en tierras de Galicia y, en ocasiones, con sus


correras por la Extremadura leonesa, poblada en parte de infieles
ciertamente, pero reservada su conquista por los tratados al rey de Len. Las
circunstancias del momento y una visin certera del futuro impulsaron a don
Fernando no solamente a dominar en las ciudades sealadas, sino a recuperar
las plazas de Trujillo, Cceres y Montnchez, ocupadas recientemente por
fuerzas del portugus 16.

As, mientras que Geraldo intentaba la toma de Badajoz, sitiando a sus defensores en
su alcazaba, el rey de Len se presentaba tambin ante dicha ciudad, pero no para
ayudar a su correligionario cristiano y expulsar a los musulmanes, sino para hacer valer
su derecho de conquista y levantar el cerco portugus.

El asedio fracas al ser vencido el monarca lusitano en Badajoz, abandonando la


plaza a los musulmanes y entregando Cceres al soberano leons. ste, en vez de
conquistar la localidad pacense, se ali con los almohades para defender unas
posesiones que consideraba legtimamente suyas frente a Portugal. Posteriormente se
retir hacia sus territorios, debido a la lejana de sus lneas defensivas 17.

Mientras tanto, Geraldo, que haba cado preso, recobr la libertad despus de
entregar a Fernando Rodrguez de Castro las plazas y castillos de Montnchez, Trujillo,
Santa Cruz y Almogfrag. Quedando desprovisto de su ncleo de actuacin, termin con
el tiempo entrando al servicio del califa de Sevilla, muriendo poco tiempo despus
decapitado, fruto de las intrigas y las conspiraciones que envolvieron su figura en sus
ltimos das, en tan triste final.

4. LAS LUCHAS POR EL CONTROL DEL ESPACIO EXTREMEO

16
VELO Y NIETO, Gervasio: Op. Cit. p. 81
17
MARTN, Jos Luis: Los orgenes de la Orden Militar de Santiago, CSIC, Barcelona, 1974, p. 13
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 701

Honra debe hacer el rey a su tierra, y sealadamente con mandar cercar las
ciudades y las villas y los castillos de buenos muros y buenas torres, pues
esto le hace ser ms noble, ms honrada y ms apuesta; adems es de gran
seguridad y gran amparo de todos comunalmente para en todo en tiempo 18.

Este buen consejo, recogido en Las Partidas de Alfonso X, es un fiel reflejo de la


preocupacin mostrada a la hora de defender un territorio. Como se ha podido apreciar
en el anterior apartado, las luchas por el control del espacio, correspondiente con la
actual Extremadura, constituyeron la base de muchas de las acciones estratgicas
adoptadas por los dirigentes cristianos. En este sentido, para poder entender mejor las
hazaas llevadas a cabo por Geraldo, resulta imprescindible entender la importancia que
las fortalezas y castillos medievales tuvieron como parte imprescindible para el dominio
del espacio.

Y es que, quien quisiera controlar una comarca, sus hombres y todas sus actividades
(polticas, administrativas y econmicas) deba hacerse con la plaza fuerte del lugar.
Hasta haca poco tiempo, la tradicional concepcin sobre la finalidad del castillo aluda
en exclusividad a su tarea como edificio militar. Como bien ha sealado Carlos de
Ayala, las fortalezas son algo ms que un centro de acuartelamiento y defensa; siendo
mltiples, en este sentido, las facetas funcionales que comprenderan.

En este sentido, es indudable no pensar en la importancia que estas construcciones


tuvieron como verdaderos focos de autoridad. Producida la cada de Roma, la crisis
ocasionada tras la desaparicin del Estado latino (aquella gran construccin integradora
que signific el Imperio para todas las tierras que asomaban al Mediterrneo) hizo
manifiesta la debilidad en cuanto a la relevancia del poder pblico. Situacin enfermiza
de la soberana que se agudiz tras la penetracin e instalacin de diversos pueblos de
origen germnico, y cuya tradicin poltica distaba de los cnones estatales romanos.
Todo este cmulo de factores terminara por desencadenar una ruralizacin de la
sociedad y una privatizacin de los antiguos poderes pblicos en manos de los ms
poderosos 19.

C. Gravett seala, en este sentido, como la mayora de los castillos surgieron como
parte del proceso de feudalizacin de Europa, posiblemente en torno al siglo IX, como

18
ALFONSO X: Las Siete Partidas, II Partida, Ley 2.
19
VALDEN, Julio: El Feudalismo, Ed. Alba Libros, Madrid, 1996, pp. 31-40
702 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

un smbolo del poder que estaba siendo desmoronado tras la quiebra de la edad de oro
carolingia. No obstante, el caso peninsular es singular y distinto al modelo de
encastillamiento europeo. As, sera conveniente recordar como gran parte de los
primeros castillos elevados en nuestra regin, resultaron ser obra de la ingeniera
musulmana. Sin embargo, tras la conquista cristiana, es indudable la necesidad de
contar con estos dispersos ncleos de poder, en un intento de establecer un mayor
control de un territorio todava sin articular.

Prueba de ello, es la reutilizacin de dichos enclaves, dentro de un inters, que como


bien ha especificado de la Montaa Conchia, nacera de la respuesta directa tanto a las
necesidades militares de poder realizar una defensa eficaz, como tambin de asegurar el
movimiento colonizador20. As, ya en tiempos de Fernando II se favoreci la instalacin
en suelo extremeo de las rdenes militares de Templarios y Hospitalarios; a los cuales
se les cedera parte de los castillos situados en la Sierra de Gata, adems de
determinados emplazamientos defensivos, como fue el caso de Coria en 1168 21.

De tal manera, el castillo aparece como el factor de organizacin y ordenacin del


espacio. Esto es, se yergue como elemento clave en las tareas de colonizacin 22 ,
emanando los medios adecuados para la repoblacin del campo circundante;
coordinando tanto el asentamiento de poblacin como la explotacin de su espacio
limtrofe 23 . En numerosas ocasiones, la capacidad e iniciativa real para establecer
verdaderas redes de poblamiento estuvo bastante limitada; lo cual hizo que se cedieran
algunos de estos enclaves a las rdenes militares para la roturacin y atraccin de
nuevos grupos migratorios, lo que a la larga terminara derivando en un profundo
proceso de seorializacin del espacio24. Como recoge la crnica del Canciller Ayala:

[El rey Pedro I] lleg a Llerena, lugar de la Orden de Santiago: quando ay


fue, fall Don Fadrique Maestre de Santiago [...] E los Freyres de la Orden
de Santiago, que eran Comendadores, tenan castillos fortalezas de la
Orden, ficieron all pleyto omenage al Rey 25.

20
MONTAA CONCHIA, J. Luis de la: La Extremadura cristiana (1142-1350). Poblamiento, poder y
sociedad, Ed. Universidad de Extremadura, Cceres, 2003, p. 36
21
CARDALLIAGUET, Marcelino: Op. Cit., p. 96
22
AYALA MARTNEZ, Carlos de: Las fortalezas castellanas de la Orden de Calatrava en el siglo XII;
Apud: Revista En la Espaa Medieval, N 16, 1993, pp. 13-14
23
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit., p. 15
24
LADERO QUESADA, M. ngel: La formacin medieval de Espaa, Ed. Alianza, Madrid, 2004, pp.
227-230
25
LPEZ DE AYALA, Pedro: Crnicas de los reyes de Castilla, Crnica del Rey D. Pedro, Ao
Segundo, Captulo 2
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 703

Es por todo ello, por lo que la fortaleza se converta normalmente en la sede donde
resida el poder; siendo entendida como centro administrativo y jurisdiccional, con
capacidad para organizar socialmente el espacio del que dependa. No es extrao, a la
vista de todo lo expuesto, que al convertirse en el foco poltico principal del lugar, su
gobierno afectara a los habitantes asentados en todo su trmino administrativo,
perturbando tanto su jurisdiccin, justicia o la recaudacin de rentas 26.

4.1. El castillo como miembro integrante de una red defensiva

De Mrida dependen castillos y distritos. Entre ellos se encuentran el


castillo de Medelln, el de Murus, el de Umm Gazzala (Magacela), el de al-
Ars, el de Umm Yafar, el de al-Yanah, el de la Roca de Abu Hassan, el de
Logrosn, el de Sant Aqrus (Santa Cruz) [...] Y otros fuertes cuya mencin
sera prolija 27.

La fortaleza solitaria no resultaba ser un elemento de significativa importancia. sta


naca, sin embargo, cuando la misma quedaba integrada dentro de toda una red de
fortificaciones. De la Montaa Conchia, viene a indicar como durante los primeros
aos tras la conquista cristiana de parte del territorio norte extremeo se produjo una
red de fortificaciones que se extendera desde el este al oeste, custodiando de esta
manera los pasos montaosos que protegan la antigua va romana. Pues con este
entramado defensivo quedaban cubiertas parte de las principales lneas de
comunicacin. Siendo referentes los castillos de Trevejo, Almenara, Santa Cruz y el de
Palomero 28.

Ahora bien, aunque en un primer momento pudiera parecer que existiera una
estrategia de actuacin conjunta entre los diferentes baluartes en caso de ser atacados
por el enemigo, activndose un mecanismo de defensa mutua, la realidad era
sumamente contraria. El asedio de un castillo no supona su auxilio por el ms cercano.
Es ms, resulta paradjico, en este sentido, la escasa capacidad de iniciativa que estas
franjas defensivas tuvieron a la hora de afrontar sus propias defensas. El Profesor
Garca Fitz 29 viene a sealar como estos entramados resultaban en realidad
permeables, permitiendo en no pocas ocasiones el paso de los contingentes enemigos
por el territorio que deban controlar. Sin embargo, ese pareca ser precisamente su

26
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit., p. 15
27
Crnica musulmana recogida en: PACHECO, Juan Antonio: Op. Cit., p. 36
28
MONTAA CONCHIA, J. Luis de la: Op. Cit., p. 36
29
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit., pp. 18-20
704 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

cometido. Esto es, la fortaleza no se entendera como un lugar desde donde planificar el
ataque, sino donde guarnecer a los contingentes, la poblacin, los enseres, etc.

Esto supondra que dicha malla defensiva no surta ningn efecto, y que los
castillos no servan para la finalidad para la que precisamente haban sido creados ?.
Pues en realidad no. Es ms, como sigue exponiendo dicho autor, la puesta en prctica
de un asedio resultaba muy costosa y bastante duradera, por lo que al haber una gran
proliferacin de estos puntos fuertes sobre un determinado mbito geogrfico, hara
exigir al enemigo un mayor esfuerzo y una notable prdida de tiempo. Algo muy
importante, siempre y cuando estamos hablando de contingentes carentes de logstica,
financiacin y adems sujetos a una forma de hacer la guerra marcada por la
temporalidad de las estaciones (primavera y verano). Aunque sea lejana en el tiempo,
cuenta, es muy ilustrativa al respecto la crnica del rey D. Pedro I, que alude como
habindose puesto sitio a una ciudad, e incluso realizado una brecha al muro, el monarca
tuvo que retirarse, ya que:

El invierno era tan fuerte y tan afortunado de aguas que no la podan


combatir, ca no les venan viandas ningunas, de ninguna parte por el fuerte
temporal que haza. Por lo cual no pudo ms all estar y parti 30..

En vista de todo lo expuesto, la finalidad ltima de un punto fortificado pareca


corresponderse con una estrategia de resistencia, encerrndose dentro del bastin y
esperando la retirada de los sitiadores. Sin embargo, si se lograba penetrar en la
fortaleza y tomar posesin de ella, no slo se consegua un determinado enclave, sino el
control de todo un rea geogrfica. Es por esta razn, por lo que el conocimiento y el
dominio de las tcnicas de asedio constituyeron la base principal de unas operaciones
militares orientadas hacia la conquista del territorio.

5. LAS ACCIONES DE GERALDO

Si la ocupacin de un punto fortificado supona controlar su espacio adyacente, que


duda cabe que la gran capacidad que posea Geraldo para la toma de castillos le hizo
convertirse en uno de los referentes en lo que respecta al asalto de los baluartes
militares. Por otra parte, si Geraldo lograba con su pericia irrumpir y hacerse con una
fortificacin y su comarca, el monarca portugus podra proseguir con su poltica de

30
LPEZ DE AYALA, Pedro: Crnicas de los reyes de Castilla, Crnica del Rey D. Enrique II, Ao
Quinto, Captulo I
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 705

ampliacin territorial en un breve periodo de tiempo, lo cual constitua un verdadero


xito dado las condiciones militares que tena el naciente reino luso.

5.1. Asaltos por sorpresa

Como bien ha escrito Jos H. Saraiva 31 , para poder llevar acabo ese proceso de
ampliacin del espacio portugus por parte de Alfonso I, a pesar de la debilidad interna
de los pequeos principados islmicos, las fuerzas militares portuguesas eran tas escasas
que para poder efectuar expediciones ofensivas se deba recurrir al auxilio de efectivos
que camino haca Palestina hacan escala en los puertos lusitanos.

Bajo estas condiciones, Geraldo sigui un modelo de estrategia militar, que como se
desprende de la fuente del siglo XII, Vida de S. Teotnio, supuso un novo generi
pugnandi... cuasi per latrocinium; es decir, una nueva manera de hacer la guerra,
similar al latrocinio 32. Adems, sus hazaas bien podran haberse correspondido con las
de una novela pica ambientada en la Edad Media. Aprovechando las noches
plenamente oscuras, al amparo de contextos en los que la intemperie y las tormentas
hacan de la visibilidad un hecho prcticamente imposible para los defensores de las
fortalezas, actuaba de la siguiente manera, segn el cronista musulmn Ibn Hib Al-Sal:

El perro [Geraldo Sempavor] caminaba en noches lluviosas y muy oscuras,


de fuerte viento y nieve, hacia las ciudades, y haba preparado sus
instrumentos de escalas de madera muy largas, que sobrepasaban el muro de
la ciudad, aplicaba aquellas escaleras al costado de la torre y suba por ellas
en persona, el primero, hasta la torre y coga al centinela y le deca Grita
como es tu costumbre, para que no lo sintiese la gente. Cuando se haba
completado la subida de su miserable grupo a lo ms alto del muro de la
ciudad, gritaban en su lengua con un alarido execrable, y entraban en la
ciudad y combatan al que encontraban y lo robaban y cogan a todos los que
haba en ella cautivos y prisioneros 33.

Precisamente sera con este tipo de acciones, mediante la inusitada pericia mostrada
en el asalto a los castillos situados tanto en la frontera portuguesa como en el propio

31
SARAIVA HERMANO, Jos: Historia de Portugal, Alianza Editorial, Madrid, 1989 pp. 40-60
32
SARAIVA HERMANO, Jos: Op. Cit. p. 51
33
IBN HIB AL-SAL: Al-mann bil-Im ma. Ed. Y Traduccin de Ambrosio Huici Miranda, Valencia,
1969, p. 137
706 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

territorio extremeo, por las que los musulmanes denominaron sus actuaciones como
traiciones:

En la primera de sus traiciones, traicion Giraldo Dios le maldiga- la


ciudad de Trujillo ... luego traicion la ciudad de vora ... Traicion tambin
la ciudad de Cceres ... y el castillo de Montnchez ... Luego traicion el
castillo de Serpa ... Luego traicion el castillo de Jurumea ... Luego
traicion la ciudad de Badajoz 34.

De esta manera, fruto de tal astucia, siempre bajo un fuerte componente de riesgo y
valenta al aventurarse el primero al frente de cada expedicin, sera denominado
sempavor (sin miedo). Igualmente, conquista tras conquista, su podero militar fue
creciendo. Esta sera la razn por la cual comenzara a vislumbrar la posibilidad de
asediar la plaza de Badajoz y extender su mbito de influencia por el sur de nuestra
regin.

5.2. Guerras de asedio

Para esta nueva acometida puede vislumbrarse en la obra de Geraldo un cambio con
respecto a sus anteriores acciones. Su ataque no fue por sorpresa, sino mediante el
establecimiento de un asedio, siendo una empresa totalmente distinta a sus primeros
ataques nocturnos, correspondindose con los cauces habituales del desarrollo de la
guerra en la Edad Media. Como seala C. Gravett, durante dicho periodo la guerra de
asedio desempe un papel vital en la estrategia militar. Los asedios se convertiran en
mucho ms numerosos que las batallas campales, comprendiendo tanto los lances como
los grandes cercos a gran escala 35.

Con respecto las fuerzas necesarias para llevar a cabo este tipo de empresas, se
necesitaba un nmero mayor de efectivos, redoblando adems las acciones de acoso
sobre los asediados. As, la gran mayora de las conquistas solan trazar unas lneas de
actuacin, que por lo general, incidan en el bloqueo de la ciudad, para lo cual se
necesitaba de un llamamiento de tropas:

En el mes de Julio, llam el emperador al Conde don Rodrigo Martnez


Osorio, que esta historia llama de Len, que viniesse con toda la gente de
guerra que tena, y recogiesse toda la de Salamanca: y hecho esto con toda

34
LAPIEDRA, Eva: Op. Cit. p. 150
35
GRAVETT, Christopher: Guerras de asedio en la Edad Media, Osprey, 1994, pp. 3-6
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 707

diligencia mand marchar contra la ciudad de Coria: y antes de llegar a ella


pusso ciertas celadas muy secretas 36

Adems, si se analiza la escasa documentacin existente para este tipo de estudios,


aunque s se denota un inters por parte de las jerarquas polticas de proyectarse sobre
el territorio y efectuar su posterior control, la estrategia no pasaba fundamentalmente
por el desarrollo de acciones militares directas. Y es que stas, como ya se coment,
podan resultar costosas, adems de suponer una incertidumbre ante su posible xito. En
realidad, antes de acometer acciones que tuvieran un alto componente de riesgo se
preferiran seguir otros modelos estratgicos:

El bien y el provecho que al rey y al reino le nace de tal hueste es esto:


ganan lo que antes no tenan y se enriquecen a costa de los enemigos,
empobrecindolos y enflaquecindolos, lo cual es camino para destruirlos y
para conquistarles de forma ms rpida las villas y los castillos y todo lo que
tuviesen, o para ponerlos bajo su dominio, que es gran honra para el rey y
para el reino, o para vencerlos ms fcilmente una vez que se hubiesen
empobrecido si les quisiesen dar batalla, puesto que por su pobreza estaran
los enemigos peor pertrechados de armas y caballos 37

Geraldo, tambin sigui este modelo tctico despus de su derrota en el asedio de


Badajoz, cuando estableci su campamento base en Juromea donde intent desarrollar un
nuevo plan de operaciones para hacerse con Badajoz. Como dice Garca Fitz, utiliz como base
estratgica el castillo de Jurumea y la pobl con su miserable gente, para atacar
desde l a Badajoz y hacer dao a los musulmanes desde ella 38 . Desde este punto
realizara una serie de ataques sistemticos con los que pretenda socavar las estructuras
del territorio circundante a la ciudad y los recursos de que se abasteca. El testimonio de
uno de los cronistas almohades no puede ser ms explcito:

Aument la debilidad de Badajoz Por falta de alimentos en ella, por el acoso


del extranjero maldito, Giraldo, contra ella con ataques, y cortar la entrada en
ella de provisiones 39.

36
SANDOVAL, Prudencio de: Crnica del emperador Alfonso VII, Madrid, p. 85
37
MARTNEZ DEZ, Gonzalo (ed.): Leyes de Alfonso X, Espculo, Lib. III, Tt. V, Ley V
38
GARCA FITZ, Francisco: Funciones blicas de las fortificaciones en el medievo extremeo;
Castillos de Espaa, 118, ao 2000, p. 22
39
GARCA FITZ, Francisco: Op. Cit. p. 23
708 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

De esta manera, pretendi que los recursos de los que poda abastecerse dicho punto
estratgico se vieran reducidos hasta tal punto, que pudieran terminar causando la mejor
tctica blica, el agotamiento y la capitulacin.

Pero, retrotrayndonos de nuevo al cerco de Badajoz, Geraldo no slo tuvo que enfrentarse
a las fuerzas musulmanas sitiadas, sino tambin a las huestes cristianas de Fernando II. Y
aunque pidi auxilio a su seor, el rey de Portugal, el monarca leons terminara por
levantar el cerco, causando la dispersin de los efectivos sitiadores.

Sin embargo, las hazaas de Geraldo le haran ser reconocido como uno de los
caudillos militares de la Edad Media que ms respeto y admiracin caus entre sus
contemporneos, llegando a igualarse su fama con la del Cid Campeador. Todo ello,
siempre fruto de su pericia en las tcnicas de conquista de los castillos y fortalezas. Lo
cual, no viene sino a ratificar la tesis anteriormente expuesta de que las guerras en la
Edad Media consistieron, principalmente, en una lucha continua por el control del
territorio, siendo ms importantes las conquistas de los baluartes defensivos que las
grandes batallas picas, de las cuales, Geraldo ninguna capitane.

En definitiva, es por todo ello, por lo que rompiendo con los viejos y torpes
perjuicios que sobre el mundo medieval, y ms concretamente sobre el mundo militar,
se ha venido insistiendo a lo largo de los siglos, el uso de estrategia y de la inteligencia
era la mejor arma con la que atacar un castillo, y por ende conquistar su territorio. Como
bien aconsejaba una de las Leyes de Las Partidas de Alfonso X:

Sabidura grande y seso ha menester en defender los castillos pues aunque el


esfuerzo y el ardimento son muy nobles en s, sin embargo en las dems
cosas es menester que sean ayudados por seso y por cordura; porque aquello
que los hombres codician de ser vencedores, no les tome en ser vencidos. Y
aunque en todos los hechos de guerra es esto muy necesario sealadamente
conviene a los que han de defender los castillos de los enemigos, porque ms
veces se toman por sabidura y por arte que por fuerza 40.

40
ALFONSO X: Las Siete Partidas, Segunda Partida, Ley 13
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 709

5. EPLOGO

Geraldo Sempavor, ese enigmtico caudillo que con su pericia y habilidad asalt
de forma continuada las slidas fortalezas construidas en las altas cumbres de nuestra
regin, con el paso de los aos y hazaa tras hazaa, no slo se convertira en el azote
de las huestes musulmanas, sino tambin de las fuerzas cristiano-leonesas. Y aunque no
capitane ninguna batalla a gran escala, qu duda cabe que su fama resuena hoy da en la
historiografa militar dedicada al estudio de la Edad Media. Lo cual viene a desterrar los
viejos y oscuros mitos que todava abundan sobre el mundo militar medieval. Y es que,
si la poltica que predomin en aquellos siglos haca alusin a la proyeccin de los
diversos reinos creados sobre el espacio musulmn, la mejor manera de controlar un
territorio y sus habitantes pasaba por dominar la plaza fuerte que articulaba
administrativa y defensivamente dicho espacio.

En este sentido, que duda cabe que Geraldo incentiv el germen de la futura
conquista cristiana del territorio de la actual Extremadura. Sobre todo, porque si durante
el periodo concerniente al reinado de Alfonso VII se pudo observar una cierta
progresin en el avance reconquistador, su muerte traera consigo un periodo de
conflictos internos entre sus sucesores a raz de la divisin territorial y administrativa
que sufrira el legado del emperador cristiano. Y auque se firmaron acuerdos relativos
al derecho de conquista sobre los territorios por colonizar, predominaron las luchas
internas.

Precisamente, un contexto que sera aprovechado por el nuevo reino de Portugal,


para que con un pequeo grupo de asalto, capitaneado por el caudillo cristiano Geraldo,
se hiciera con gran parte del territorio de la actual Extremadura. El temor creado entre
los monarcas cristiano-leoneses supuso la salida del letargo en la que haban
permanecido inmersos, comenzando una serie de campaas militares con la que
lograran hacerse con importantes puntos estratgicos, como es el caso de Alcntara,
que conllevara tambin la creacin de la Orden que lleva el mismo nombre; pero
igualmente la expulsin de los portugueses de nuestra regin.

Su posterior muerte decapitado mientras permaneca en presidio, junto a su


misteriosa procedencia y el conjunto de sus grandes hazaas militares, le convertiran
con el paso de los aos en uno de los personajes de la Edad Media peninsular tan odiado
para unos como admirado para otros. Pero sin duda, ms all de los debates cronsticos
que las diferentes fuentes medievales pueden desvelar, nos encontramos ante una figura
710 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

excepcional que no slo debe quedar circunscrita al mbito de la historiografa


portuguesa, ya que con sus acciones forj parte de nuestra rica historia extremea.
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 711

PRINCIPALES PUNTOS FORTIFICADOS EXTREMEOS

Fuente: F. Garca Fitz (2000)


712 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

ILUSTRACIONES MEDIEVALES SOBRE LA TOMA DE FORTALEZAS

Imgenes extradas de: C. Gravett, 1994


GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 713

Imgenes extradas de: C. Gravett, 1994


714 CARLOS J. RODRGUEZ CASILLAS

7. FUENTES Y BIBLIOGRAFA

7.1. Crnicas y fuentes

ALFONSO X: Las Siete Partidas

FRAY DIEGO DE CIJA: Libro del Monasterio de Guadalupe, Cceres, 1953

IBN HIB AL-SAL: Al-mann bil-Im ma. Ed. Y Traduccin de Ambrosio Huici Miranda,
Valencia, 1969

LPEZ DE AYALA, Pedro: Crnicas de los reyes de Castilla, Crnica del Rey D.
Pedro

MARTNEZ DEZ, Gonzalo (ed.): Leyes de Alfonso X

SANDOVAL, Prudencio de: Crnica del emperador Alfonso VII, Madrid

7.2. Libros y artculos

AYALA MARTNEZ, Carlos de: Las fortalezas castellanas de la Orden de Calatrava


en el siglo XII; Apud: Revista En la Espaa Medieval, N 16, 1993

CARDALLIAGUET, Marcelino: Historia de Extremadura, Ed. Universitas, Badajoz,


1988

CLAUSEWITZ, Karl von: De la guerra, Ed. Idea Books, Barcelona, 1999

COBOS, Fernando y CASTRO, Jos de: Castillos y fortalezas: Castilla y Len, Ed.
Edilesa, Len, 1998

CONTAMINE, P.: La guerra en la Edad Media, Ed. Labor, 1984

GARCA FITZ, Francisco: Funciones blicas de las fortificaciones en el medievo


extremeo; Castillos de Espaa, 118, ao 2000

- Las Navas de Tolosa, Ed. Ariel, Barcelona, 2008

- Castilla y Len frente al Islam. Estrategia de expansin y tcticas militares,


Sevilla, 2001

GRAVETT, Christopher: Guerras de asedio en la Edad Media, Osprey, 1994

GUTIRREZ, Jos A.: Castillos y sistemas de defensa en la corona de Castilla;


Apud: Actas de la II Semana de Estudios Medievales, Njera, 1991
GERALDO SEMPAVOR: LAS HAZAAS DE UN GUERRERO. 715

HURTADO PREZ, Publio: Castillos, torres y casas fuertes de la Provincia de


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