La Declaración Dominus Iesus resume la doctrina católica sobre la relación entre el cristianismo y otras religiones. Reafirma que Jesucristo es la revelación definitiva de Dios y la única vía de salvación. Aunque otras religiones contienen elementos de verdad, solo la Iglesia católica fue establecida por Cristo como necesaria para la salvación. La gracia de Dios puede alcanzar a no creyentes a través de vínculos misteriosos con la Iglesia.
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La Declaración Dominus Iesus resume la doctrina católica sobre la relación entre el cristianismo y otras religiones. Reafirma que Jesucristo es la revelación definitiva de Dios y la única vía de salvación. Aunque otras religiones contienen elementos de verdad, solo la Iglesia católica fue establecida por Cristo como necesaria para la salvación. La gracia de Dios puede alcanzar a no creyentes a través de vínculos misteriosos con la Iglesia.
La Declaración Dominus Iesus resume la doctrina católica sobre la relación entre el cristianismo y otras religiones. Reafirma que Jesucristo es la revelación definitiva de Dios y la única vía de salvación. Aunque otras religiones contienen elementos de verdad, solo la Iglesia católica fue establecida por Cristo como necesaria para la salvación. La gracia de Dios puede alcanzar a no creyentes a través de vínculos misteriosos con la Iglesia.
La Declaración Dominus Iesus resume la doctrina católica sobre la relación entre el cristianismo y otras religiones. Reafirma que Jesucristo es la revelación definitiva de Dios y la única vía de salvación. Aunque otras religiones contienen elementos de verdad, solo la Iglesia católica fue establecida por Cristo como necesaria para la salvación. La gracia de Dios puede alcanzar a no creyentes a través de vínculos misteriosos con la Iglesia.
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RESUMEN DECLARACION DOMINUS IESUS.
Introduccin
En el agitado debate contemporneo sobre la relacin entre Cristianismo y
otras religiones, no faltan entre los telogos catlicos quienes afirman que las religiones son caminos igualmente vlidos de salvacin.
dada la enorme y rpida difusin de la mentalidad relativista y
pluralista, la Congregacin para la Doctrina de la Fe interviene ahora con la presente Declaracin para volver a proponer y clarificar algunas verdades de fe.
En concreto, la Declaracin se articula en seis puntos, que resumen los datos
esenciales de la doctrina de la fe catlica sobre el significado y el valor salvfico de las otras religiones.
I. Plenitud y definitividad de la Revelacin de Jesucristo
Contra la tesis que sostiene el carcter limitado, incompleto e imperfecto de la
revelacin de Jess, (...) la Declaracin reafirma la fe catlica acerca de la plena y completa revelacin en Jesucristo del misterio salvfico de Dios. (...) En consecuencia, no obstante admitir que las otras religiones no raramente reflejan un rayo de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres, se afirma nuevamente que la calificacin de libros inspirados se reserva solamente a los libros cannicos del Antiguo y el Nuevo Testamento, que, en cuanto inspirados por el Espritu Santo, tienen a Dios por Autor y ensean con firmeza, fidelidad y sin error la verdad sobre Dios y la salvacin de la humanidad. La Declaracin ensea adems que debe ser firmemente retenida la distincin entre fe teologal, que es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y trino, y la creencia en las otras religiones, que es una experiencia religiosa todava en bsqueda de la verdad absoluta y carente todava del asentimiento a Dios que se revela.
II. El Logos encarnado y el Espritu Santo en la obra de la salvacin
Contra la tesis de la doble economa salvfica: la del Verbo eterno, que
sera universal y por lo tanto vlida tambin fuera de la Iglesia, y aquella del Verbo encarnado, que estara limitada solamente a los cristianos, la Declaracin afirma la unicidad de la economa salvfica del nico Verbo encarnado, Jesucristo, Hijo unignito del Padre. (...) El misterio de Cristo tiene en efecto una intrnseca unidad, que se extiende desde la eleccin eterna de Dios hasta la parusa. (...) Jess es el mediador y redentor universal. Por esto, es asimismo errnea la hiptesis de una economa salvfica del Espritu Santo investida de un carcter ms universal que la economa del Verbo encarnado, crucificado y resucitado. El Espritu Santo es de hecho el Espritu de Cristo resucitado, y su accin no se pone fuera o al lado de la accin de Cristo.
III. Unicidad y universalidad del misterio salvfico de Jesucristo
En consecuencia, la Declaracin reafirma la unicidad y la universalidad
salvfica del misterio de Cristo. (...) Ciertamente, la nica mediacin de Cristo no excluye mediaciones participadas de distintos tipos y orden; estos, sin embargo, obtienen su significado y su valor nicamente de la mediacin de Cristo y no pueden entenderse como paralelas o complementarias.
IV. Unicidad y unidad de la Iglesia
El Seor Jess contina su presencia y su obra de salvacin en la
Iglesia y a travs de la Iglesia, que es su cuerpo. (...) Por ello, (...) se debe creer firmemente como verdad de fe catlica la unidad de la Iglesia por l fundada. Los fieles estn obligados a profesar que existe una continuidad histrica entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia Catlica. (...) En relacin con la existencia de numerosos elementos de santificacin y de verdad fuera de su estructura visible, o en las Iglesias y Comunidades eclesiales que no estn todava en plena comunin con la Iglesia Catlica, es necesario afirmar que su eficacia deriva de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia catlica. Las Iglesias que no aceptan la doctrina catlica del Primado del Obispo de Roma permanecen unidas a la Iglesia Catlica por medio de estrechsimos vnculos, como la sucesin apostlica y la Eucarista vlidamente consagrada. Por eso, tambin en estas Iglesias est presente y operante la Iglesia de Cristo, si bien falte la plena comunin con la Iglesia catlica. Por el contrario, las Comunidades eclesiales que no han conservado el Episcopado vlido y la genuina e ntegra sustancia del misterio eucarstico, no son Iglesia en sentido propio; sin embargo, los bautizados en estas Comunidades han sido incorporados por el Bautismo a Cristo y, por lo tanto, estn en una cierta comunin, si bien imperfecta, con la Iglesia catlica. V. Iglesia, Reino de Dios y Reino de Cristo
La misin de la Iglesia es anunciar el Reino de Cristo y de Dios, y establecerlo
en medio de todas las gentes; [la Iglesia] constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino. Por un lado la Iglesia es signo e instrumento de la ntima unin con Dios y de la unidad de todo el gnero humano. (...) Por otro lado, la Iglesia es el pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. (...) Pueden darse distintas explicaciones teolgicas sobre estos temas. Sin embargo, no se puede en ningn modo negar o vaciar de significado la ntima conexin que existe entre Cristo, el Reino y la Iglesia.
El Reino de Dios no se identifica, sin embargo, con la realidad visible y social
de la Iglesia. En efecto, no se debe excluir la obra de Cristo y del Espritu Santo fuera de los confines visibles de la Iglesia. Al considerar las relaciones entre el Reino de Dios, el Reino de Cristo y la Iglesia, se hace necesario evitar acentuaciones unilaterales, como ocurre cuando se habla del Reino de Dios sin mencionar a Cristo, o se privilegia el misterio de la creacin callando sobre el misterio de la redencin. En tales casos, se aduce que Cristo no puede ser comprendido por quien no posee la fe cristiana, mientras pueblos, culturas y religiones diversas pueden reencontrarse en la nica realidad divina, cualquiera sea su nombre.
VI. La Iglesia y las religiones en relacin con la salvacin
Ante todo, debe ser firmemente credo que la Iglesia peregrinante es
necesaria para la salvacin, pues Cristo es el nico Mediador y el camino de salvacin, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. Esta doctrina no se contrapone a la voluntad salvfica universal de Dios; por lo tanto, es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvacin en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvacin. Para aquellos que no son formal y visiblemente miembros de la Iglesia, la salvacin de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun teniendo una misteriosa relacin con la Iglesia, no les introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada en su situacin interior y ambiental. Esta gracia proviene de Cristo; es fruto de su sacrificio y es comunicada por el Espritu Santo.
Ciertamente, las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen
elementos de religiosidad, que forman parte de todo lo que el Espritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, as como en las culturas y religiones. A ellas, sin embargo, no se les puede atribuir un origen divino ni una eficacia salvfica ex opere operato, que es propia de los sacramentos cristianos. (...) Con la venida de Jesucristo Salvador, Dios ha establecido la Iglesia para la salvacin de todos los hombres. Esta verdad de fe no quita nada al hecho de que la Iglesia considera las religiones del mundo con sincero respeto, pero al mismo tiempo excluye esa mentalidad indiferentista marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que una religin es tan buena como otra.
Conclusin
Al tratar el tema de la verdadera religin, los Padres del Concilio Vaticano II
han afirmado: Creemos que esta nica religin verdadera subsiste en la Iglesia catlica y apostlica, a la cual el Seor Jess confi la obligacin de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apstoles: Id, pues, y ensead a todas las gentes, bautizndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo, ensendoles a observar todo cuanto yo os he mandado.